Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
J O H N R. M A C K I N N O N R.
CURSO DE
DERECHO PENAL
TOMO II
TEORÍA DEL DELITO
CORTE
SUPREMA
BIBLIOTECA
CHILE
CORTE SUPREMA
16956
BIBLIOTECA
LegalPublishing*
C U R S O DE D E R E C H O P E N A L
TOMOÜ
TEORÍA DEL DELITO
VIVÍAN R . BULLEMORE G. - JOHN R. MACKINNON R.
2007 Legal Publishing Chile • Miraflores 383, piso 10, Santiago, Chile • Teléfono: 600 700 8000 • www.legalpublishing.cl
Obra completa I.S.B.N. 978 - 956 - 238 - 715 - 6
Registro de Propiedad Intelectual N ° 165.577 • I.S.B.N. 978 - 956 - 238 - 716 - 3
1 2 edición mayo 2005
2 a edición octubre 2007
Tiraje: 500 ejemplares
Impresores: C y C Impresores - San Francisco 1434, Santiago
IMPRESO EN CHILE / P R I N T E D I N C H I L E
ADVERTENCIA
La Ley N ° 17.336 sobre Propiedad Intelectual prohibe el uso no exceptuado de obras protegidas sin la autorización expresa de los titulares
de los derechos de autor. El fotocopiado o reproducción por cualquier otro medio o procedimiento, de la presente publicación, queda
expresamente prohibido. Usos infractores pueden constituir delito.
ÍNDICE
MÓDULO X O 1
L o s ELEMENTOS DEL DELITO
PRIMERA PARTÍ-:
I. La teoría de la acción 5
En la búsqueda del primer elemento de la teoría del delito 5
1. El concepto de acción 5
2. La función de la acción 9
3. Causales de ausencia o de exclusión de la acción 11
3.1. La tuerza física irresistible 11
3.2. Los actos reflejos 11
3.3. Los actos ejecutados en los estados de sueño o de
inconsciencia 12
II. La tipicidad 12
Primera parte. Concepto y clasificaciones 12
1. Los conceptos de tipo y tipicidad 12
2. Clases de tipo 12
3. Fonaciones de la tipicidad 12
4. Elementos de la tipicidad. Clasificación de los delitos
según la acción típica 14
4.1. Primera clasificación: según su gravedad (artículo 3 o
del Código Penal) 15
II ÍNDICI-.
Página
Sl-GL'XDA PARTE
L A ADECUACIÓN TÍPICA DE LOS DELITOS
Página
Pagina
I I I . L A AXTIJI/RIDICIDAD 81
1. Nociones previas 81
1.1. Concepto 81
1.2. Evolución del concepto de antijuridicidad 83
1.3. Elementos de la justificación 87
2. Sistematización de las causales de justificación <SS
3. Estudio particular de las causales de justificación 89
3.1. Causales basadas en la ausencia de interés 90
3.2. Causales basadas en el principio del interés pre-
ponderante 91
3.2.1. La presen-ación de un Derecho 91
3.2.1.1. La legítima defensa 91
a) Introducción y concepto 91
b) Problemas previos 91
c) Clases de legítima defensa 93
c.l.Legítima defensa propia 93
c.2.Legítima defensa de parientes 94
c.3. Legítima defensa de terceros extraños 95
c.4.Legítima defensa privilegiada 95
3.2.1.2. El estado de necesidad 97
a) Concepto 97
b) Problemas previos 98
c) Clases de estado de necesidad 98
d) El estado de necesidad justificante: requisitos 98
e) El estado de necesidad exculpante (colisión de
deberes) 101
3.3. Causales de justificación basadas en la actuación de un
Derecho 102
3.3.1. El cumplimiento de un deber (artículo 10 X o 10) 102
3.3.2. El ejercicio legítimo de Derechos (artículo 10 X o 10) 102
3.3.3. Ejercicio legítimo de una autoridad o cargo (artículo
10 X o 10) 103
3.3.4. El ejercicio legítimo de una profesión u oficio 103
3.3.5. La omisión por causa justificada (artículo 10 X o 12) 104
4. La justificación supralegal 104
ÍNDICE y
Página
MÓDULO X O 2
I. N O C I O N E S PREVIAS 109
1. Concepto 109
2. Evolución del concepto de culpabilidad 110
3. Funciones de la culpabilidad 114
Página
MÓDULO X O 3
AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN CRIMINAL, E ITER CRIMINIS
Página
2.1.3. Yc( )ría del dominio del hechc> -final objetiva, o te< >ría
objetivo-subjetiva- 161
2.2. Las formas de la autoría: clasificación 162
2.2.1. El autor material 163
2.2.2. El autor mediato 163
2.2.3. La coautoría 167
2.2.3.1. Conceptos básicos 167
2.2.3.2. Los elementos de la coautoría 167
2.4. Tratamiento jurídico-positivo de la autoría en el Có-
digo Penal chileno 169
3. La participación 171
3.1. Concepto 171
3.2. Los fundamentos de la punibilidad de la participación
criminal y los principios que rigen la relación entre el
autor y los partícipes 173
3.2.1. Teoría de la culpabilidad de la participación 173
3.2.2. Teoría teleológica 173
3.2.3. Teoría de la causación 174
3.2.4. Teoría de la participación en lo ilícito 174
3.3. Principios que rigen la relación entre el autor y los
partícipes 175
3.3.1. Principio de convergencia 175
3.3.2. Principio de exteriorización 176
3.3.3. Principio de accesoriedad 176
3.3.4. Principio de comunicabilidad 177
3.4. Formas o clases de participación 177
3.4.1. La instigación 177
3.4.2. La complicidad 179
4. El encubrimiento 181
4.1. Concepto 181
4.2. Requisitos comunes a todo encubrimiento 182
4.2.1. Conocimiento de la perpetración del hecho o de los
actos ejecutados para llevarlo a cabo 182
4.2.2. Calidad subsidiaria 185
4.2.3. Intervención posterior a la ejecución del crimen o
simple delito 186
4.2.4. Actuación según los casos señalados en el artículo 17
del Código Penal 185
MIL INDICE
Página
Página
MÓDULO X o 4
UNIDAD Y PLURALIDAD DE DELITOS Y
CIRCUNSTANCIAS MODIFICATORIAS DE LA RESPONSABILIDAD CRIMINAL
Página
Página
ANEXOS
ANEXO 1
Guía de materiales de lectura 251
XII INDICE
Página
ANEXO 2
Material de trabajo adicional 1 (Actio libera in causa) 254
Material de trabajo adicional 2 (Dolo eventual y culpa cons-
ciente) 258
Material de trabajo adicional 3 (Acción y omisión) 264
Material de trabajo adicional 4 (Tipicidad -clasificaciones-) 265
Material de trabajo adicional 5 (Adecuación típica de los delit< >s
de comisión dolosos) 267
ANEXO 3
Control de Derecho Penal (1) 271
Control de Derecho Penal (2) 283
Control de Derecho Penal (3) 288
Examen de Derecho Penal (1) 291
Examen de Derecho Penal (2) 300
Examen de Derecho Penal (3) 307
Examen de Derecho Penal (4) 313
Respuestas del primer control 319
Con esta nueva edición del Curso de Derecho Penal ponemos a disposi-
ción del lector una obra actualizada, más completa, v que recoge en su text< >
indicaciones y consejos de numerosos magistrados, profesores y abogados
amigos, que nos han ayudado a mejorarla gracias a sus agudas v certeras
observaciones.
Asimismo, hemos aprovechado la oportunidad para realizar algunos
cambios que nos parecían necesarios en la búsqueda de un mejor entendi-
miento de los contenidos del Curso de Derecho Penal, acentuando el carácter
de esta obra, surgido a partir de la utilización de una metodología de
aprendizaje, por contrap< >sición a una metodología de enseñanza. El cambio
más notorio esta en los encabezado de cada materia de la Parte General, en
donde hemos introducido resúmenes esquemáticos, con objeto que el lector
tenga una visión amplia y comprensiva del contenido, antes de abordar su
lectura en particular. Además, adicionamos nuevos casos prácticos, sugeri-
mos nuevas lecturas (con indicaciones para su ubicación), e incorporamos
más pruebas y exámenes (algunos con sus respuestas) para que el lector pueda
verificar los conocimientos obtenidos en el estudio del texto y sus materiales de
apoyo, utilizando estos instrumentos de evaluación. También actualizamos la
jurisprudencia, especialmente con algunos tallos con contenidos doctrinarios
interesantes, provenientes de la reforma procesal penal, y pusimos al día la
legislación en aquellas materias que fueron objeto de reciente reforma.
Lo más importante, sin embargo, además de actualizar y aumentar el
contenido de los tres volúmenes que comprendía la primera edición, y sus
reimpresiones, es que hemos agregado un cuarto tomo al Curso de Derecho
Penal. En efecto, incorporamos un nuevo catálogo de delitos al estudio de la
Parte Especial, incluyendo, entre otros, los delitos contra la libertad ambulatoria
v en la esfera de la intimidad, los delitos contra el honor, los delitos cometidos
p< >r funcionarios, los delitos contra la administración de justicia, los delitos de
falsedades, y los delitos contemplados en la Ley de Drogas, respecto de los
1(> VIVÍAN R . BCLLEMORE G . - IOHN R. MA-:KINNOM R.
Yivian R. Bullemore G.
INTRODUCCIÓN
- La culpabilidad
Módulo X 3 : - Autoría y participación criminal
o
L o s E L E M E N T O S DEL D E L I T O
PRIMERA PARTE
I. L A TEORÍA DE LA ACCIÓN
1. El concepto de acción
miento corporal y el resultado y, por otra parte, aunque la omisión puede scr
voluntaria, la voluntariedad no es inherente al concepto de la omisión, ya
que puede taltar en la omisión imprudente. Por lo tanto, el concepto causal
de la acción no aparecía como apto para cumplir la función de elemento
básico y unitario del sistema de la teoría del delito.
En oposición al neocausalismo (causalismo ontológico, que representó
un avance frente al causalismo naturalista, al que superó), Welzel formuló
el concepto finalista. 'La finalidad o el carácter finalista de la acción
se basa en que el ser humano, gracias a su saber causal, puede pre-
ver, dentro de ciertos límites, las consecuencias posibles de su con-
ducta, asignarse fines diversos y dirigir su actividad conforme a un
plan, a la realización de estos fines". "Actividad finalista es aquella diri-
gida conscientemente en función del fin, mientras que el puro acontecer
causal no está dirigido en función del fin, sino que es la resultante causal
del conjunto de causas existente en cada momento". Dado que la finali-
dad se basa en la capacidad de la voluntad de prever, dentro de ciertos
límites, las consecuencias de su intervención en el curso causal v de dirigir,
por consiguiente, éste, conforme a un plan a la consecución del fin, la
espina dorsal de la acción finalista es la voluntad consciente del fin, recto-
ra del acontecer causal. El concepto causal de la acción, según Welzel,
desconoce la verdadera relación entre la voluntad v la acción. La voluntad
no es el mero reflejo subjetivo, en la mente del autor, del proceso causal
externo, sino el factor que configura y dirige el proceso causal. Según el
concepto finalista, pertenecen sólo a la acción las consecuencias compren-
didas en la voluntad de realización del autor, huera de ésta quedan aquellas
consecuencias que el autor prevé como posibles pero que confía en que no
se produzcan.
La crítica a la doctrina de la acción finalista se ha centrado principalmen-
te en que no satisface los requerimientos que impone una doctrina unitaria
de acción, especialmente en los delitos imprudentes. En estos delitos el re-
sultado se ha producido de modo puramente causal, pues no estaba com-
prendido en la voluntad de realización del autor no siendo preciso siquiera
que lo hubiera previsto, bastando con que hubiese podido preverlo (culpa
inconsciente). Ello motivó el abandono del concepto de imprudencia pri-
meramente propugnado por Welzel. Inicialmente intentó resolver el pro-
blema mediante el criterio de la finalidad potencial. Este sostiene que en
los delitos dolosos se daría una actividad finalista real, mientras que en los
delitos imprudentes existiría una causación que sería evitable mediante una
actividad finalista. A consecuencia de las críticas a esta concepción, espe-
cialmente de Mezger v del discípulo de Welzel, Niese, en 1951. que seña-
1(>
VIVÍAN R . BCLLEMORE G . - IOHN R. MA-:KINNOM R.
2. ha función de la acción
X
de acción
actos ejecutados en estado de
sueño o inconsciencia
Esquema 7
I I . L A TIPICIDAD
PRIMERA PARTE:
2. Clases de tipo
5. Funciones de la tipicidad
garantizadora
Función ^ ^ ^ ^ • motivado ra
indiciaba
Esquema Xo 2
4 . ELEMENTOS DE TA TIPICIDAD
CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS SEGÚN LA ACCIÓN TÍPICA
crímenes
faltas
Es'quema Xo 3
<
Según caracteres propia
de la conducta
impropia
simples
habituales
continuados
Esquema Xo 4
^ comunes
Según la calidad del
sujeto activo propios
especiales
impropios
Esquema 5
4.3.1. Delitos comunes: Son aquellos en los que cualquier persona pue-
de ser sujeto activo, esto es, en ellos puede incurrir cualquier persona, cum-
1(>
VIVÍAN R . BCLLEMORE G . - IOHN R. MA-:KINNOM R.
i r de mera actividad
Según las características
de la consumación
de resultado
^ ^ ^ ^ instantáneos
permanentes
Esquema Xo 6
Delitos
<
"Sv
de lesión
de peligro
concreto
abstracto
^ j ?
1 —^
materiales
formales
Esquema 7
4.5.1. Los delitos de lesión son aquellos en que se requiere una efectiva
lesión o menoscabo del bien jurídico protegido por el tipo penal. Por ejem-
plo, el patrimonio en el delito de estafa. Por ello, en este caso, si el engaño
inductor de err< >r ha producido la disposición patrimonial, es decir, un resul-
tado, pero sin haberse producido el perjuicio, la lesión del bien jurídico pro-
tegido, el patrimonio, no hay tipicidad.
4.5.2. Los delitos de peligro son aquellos en que la consumación del
tipo exige la creación de una situación de peligro para el bien jurídico, es
decir, la simple puesta en peligro de éste (por ejemplo, algunos de la Lev
X o 20.000, sobre Tráfico de Estupefacientes). Con ello se adelanta la in-
tervención penal a momentos previos a la lesión del bien jurídico.
La ley exige la concurrencia de este peligro corrido por el bien jurídico,
lo que se manifiesta a través de la obligación de probarlo o de la presunción
de la existencia de ese peligro. En los delitos de peligro abstracto el peligro
del bien jurídico es presumido de Derecho, sin admitir prueba en contrario,
por el solo hecho de ejecutarse la acción prohibida. Tal es el caso, por ejem-
plo, del despacho de medicamentos no autorizados por la autoridad sanita-
ria o el clásico caso de la Ley X o 17.105, sobre Alcoholes, que en su artículo
121 tipifica el delito de conducción en estado de ebriedad, o del artículo 445
del Código Penal, de fabricación, comercialización o posesión de llaves fal-
sas, ganzúas, etc. En la práctica, estos delitos no logran diferenciarse eficien-
temente de los delitos formales o de mera actividad. En los casos en que el
CU RSO DE DERECHO PENAL. TEORÍA DEL DELITO 21
Por su parte, el delito agotado se refiere a "aquel momento del desarn >-
lio del delito en que se han producido todas las consecuencias del hecho
delictuoso y en que el sujeto activo, por consiguiente, no sólo ha dado cima
al hecho típico, sino ha logrado, además, obtener todos los efectos ilícitos
que mediante él se proponía conseguir. Es así como el delito de hurto estará
consumado desde que el delincuente haya logrado apropiarse de la cosa
mueble ajena sin la voluntad de su dueño (...), pero no estará agotado sino
cuando haya podido aprovechar esa cosa, sea usándola, sea vendiéndola,
etc. La noción de delito agotado carece de importancia en nuestro Derecho
positivo, que se atiene al cumplimiento objetivo de la descripción típica, sin
considerar que se alcancen los fines criminales; por esto, a lo sumo ella po-
drá influir en la regulación de la pena conforme a los términos del artículo
69 del Código Penal" (Novoa, T. II, p. 122).
Delitos de propia mano "serían, en principio, sólo aquellos en los que
la única manera posible de autoría reside en la realización corporal de la
acción típica: ejemplos clásicos son la violación o el estupro en los que no
puede ser autor quien no tiene acceso carnal" (Bacigalupo, Manual, p. 196).
SEGUXDA PARTE:
y dolosos
Delitos de comisión
culposos
. dolosos
Delitos de omisión
* culposos
Esquema Xo S
Esta materia es, quizá, la más importante de esta segunda parte, ya que a
partir de ella se puede discutir, debatir v analizar toda la adecuación típica de
los demás delitos, que en el fondo son variaciones de mayor o menor enti-
dad, de la adecuación típica de los delitos comisivos dolosos.
Para el análisis de la adecuación típica, se efectúa una clásica distinción
entre el tipo objetivo, por un lado, v el tipo subjetivo, por el otro. Debe
tenerse presente que esta distinción obedece exclusivamente a razones de
claridad expositiva. La verdad es que el tipo penal es uno solo, conformado
por elementos objetivos y subjetivos que se presentan simultáneamente. La
ausencia de cualquiera de esos elementos determina la atipicidad de la con-
ducta, esto es, su no adecuación al tipo penal descrito por el legislador.
Atendiendo a la distinción propuesta, la incompleta configuración
del tipo objetivo o del tipo subjetivo determina, en cualquiera de los
dos casos, que la conducta en cuestión no es típica v, desde va, no
delictiva.
JT Conducta (Acción)
\ Elementos descriptivos
Elementos normativos
Esquema Xo 9
CU RSO DE DERECHO PENAL. TEORÍA DEL DELITO 25
/. /. El tipo objetivo
Como se verá más adelante, los elementos del tipo objetivo pueden ser
descriptivos o normativos. Todos los elementos que tengan una carga de
subjetividad forman parte del tipo subjetivo, aun cuando se encuentren des-
critos formalmente en el tipo penal.
1.1.2. El resultado
cado la 110 producción del mismo (conditio sine qua non). Ahora, debe darse un
segundo paso: escoger entre las condiciones del resultado aquellas que pue-
dan calificarse como causas del mismo. Y en este momento es que se postu-
la la equivalencia de todas las condiciones, en el sentido de que todas ellas
son causa del resultado. Así, causa y condición son sinónimas.
Las principales críticas apuntan hacia la excesiva extensión de la cadena
causal, el denominado "reo res sus ad infuútum". Sarcás ticamente, Binding ha
señalado que, con ese criterio, ha de considerarse también autor del delito
de adulterio al carpintero que fabricó la cama en la que se perpetra éste.
Bacigalupo, también, ha formulado una incisiva crítica a esta teoría: "La
fórmula de la teoría de la condición es engañosa. En verdad, sólo es posible
saber si con la supresión mental hipotética de la acción desaparecería el
resultado si se conoce ya de antemano la causalidad. En otras palabras: para
responder a la pregunta de si el resultado no hubiera tenido lugar en caso de
suprimirse mentalmente la acción realizada, es preciso saber previamente si
la acción ha causado el resultado..." (Bacigalupo, Derecho Penal, Parte
General, p. 97).
Asimismo, se distinguió una sene de grupos de casos en los que la fór-
mula de la supresión mental hipotética conducía a soluciones insatisfacto-
rias. En primer lugar, cuando se trataba de causalidad cumulativa, es de-
cir, cuando el resultado era producido por dos o más condiciones simultá-
neas v no concertadas, cada una de las cuales era insuficiente para producir
el resultado con independencia de la otra. Por ejemplo, Juan y Pedro, sin
saber de la actuación del otro, introducen en el café de Clementina un som-
nífero, cuyos efectos, sumados, conducen a la muerte de ésta. También se
descubrió que la tórmula de la equivalencia de las condiciones permitía la
entrada de causas de sustitución en los denominados cursos salvadores,
cuando otra causa hubiese producido el mismo resultado en el mismo mo-
mento y, de la misma forma, en los que la acción no podía ser considerada
causa del resultado, ya que si no se hubiese realizado, se habría producido
igualmente el resultado —al suprimir mentalmente la causa, se produce
igualmente el resultado—. Por ejemplo, si Pedro dispara contra Juan v lo
mata, pero se comprueba que igualmente hubiera muerto, porque Diego le
iba a disparar inmediatamente. Asimismo, fracasa la fórmula de la equiva-
lencia de las condiciones en el caso de la causalidad adelantada, en los que
una causa actúa antes que otra. Por ejemplo, Pedro v Diego ponen veneno
en la taza de Eduvigis, ambos en cantidad suficiente para matarla, pero el de
Pedro es más rápido y actúa antes que el de Diego. Aplicando la fórmula de
la conditio sitie qua notu la acción de Diego no es causa de la muerte de Eduvigis,
porque ésta hubiera muerto aunque aquél no hubiera actuado.
CU RSo DE DERECHO PENAL. TEORÍA DEL DELITO 29
autor de los hechos o de las circunstancias que los rodean? No puede pen-
sarse que si se conoce la condición de hemofílico del afectado haya causali-
dad, y que esta no exista si se ignora tal condición. Es confundir inacepta-
blemente los planos de la subjetividad (conocimiento del sujeto de las cir-
cunstancias concomitantes) y la objetividad (relación de causalidad entre la
acción v el resultado). Por ello se objetó, con acierto, que esta teoría subjeti-
va de la causalidad prejuzga la previsibilidad subjetiva, elemento de la culpa-
bilidad.
b) La teoría de la causa necesaria establece que es causa del resultado
sólo aquella condición que necesariamente habría producido el resulta-
do. Así, por ejemplo, una herida decapitante será causa del resultado muer-
te. Evidentemente, la causalidad se restringe excesivamente.
c) La tercera teoría individualizadora, la de la adecuación típica o de
la relevancia típica, postulada por Beling (en 1931), y de la cual se con-
sidera máximo exponente a Mezger, importa una evolución sensible en el
pensamiento jurídico penal. En efecto, hasta este momento se buscaba
responder al problema de la causalidad desde un punto de vista na-
turalístico. En cambio, este es el primer esfuerzo de convertir a la causa-
lidad en un concepto jurídico y normativo. No se trata de la relación de
causalidad entre cualquier acción y cualquier resultado, sino de la que vincula
a una acción típica con un resultado típico. Es decir, una vez verificada la
causalidad natural, debe verificarse la causalidad jurídicamente rele-
vante, que es aquella que vincula dos extremos típicos: acción v resultados
tipificados, prohibidos por el legislador. Según señala Cerezo Mir, "Beling
formuló la teoría de la causa típica, según la cual sólo es causa aquella
acción que pueda considerarse comprendida en el verbo que constituve el
núcleo del tipo (matar, herir, golpear o maltratar, apoderarse, etc.) inter-
pretado con arreglo al sentido que tiene en el lenguaje de la vida corrien-
te". Para Mezger, la teoría de la causa adecuada es "una teoría sobre la
responsabilidad o, dicho de un modo más amplio, una teoría sobre la rele-
vancia jurídica".
Así, causar la muerte de otro no es lo mismo que matar a otro. Quien
respetando las leyes del tránsito atrepella a un imprudente que se cruza
intempestivamente en estado de ebriedad causando la muerte del sujeto, le
da muerte, pero no lo mata en un sentido típico, en un sentido homicida. La
relación de causalidad entre la acción (manejo cuidadoso) y el resultado
(muerte del peatón por atropello a causa de su propia imprudencia) es irre-
levante y, desde el punto de vista jurídico penal, más allá del concepto natu-
ral de la causalidad, la acción del conductor no es causa (jurídico-penal) del
resultado muerte, porque la acción no es típica y el resultado, que no es
C U RSO DE DERECHO PENAL. TEORÍA DEL DELITO 31
Así las cosas, las teorías de la imputación objetiva son, en gran parte,
una evolución de la teoría anterior y se hacen cargo de ciertas situaciones
en las que la causalidad, aun bajo el avance de la tesis anterior, no podía
ser explicada satisfactoriamente. El concepto de imputación es
reintroducido en la teoría por el hegeliano Larenz, en una época en que con
aquel concepto sólo se hacía referencia a la culpabilidad. Para él, el concep-
to de imputación objetiva tiene la función de ''separar el hecho propio del
accidente", denominando como imputación objetiva al "juicio sobre la
cuestión de si un suceso puede ser atribuido a un sujeto como propio".
Claro es que Larenz fundamenta la imputación objetiva en la voluntad
capaz de dirigir y prever el curso causal para conseguir una determinada
finalidad, es decir, fundamentada ortológicamente. Este punto de vista,
como señala la profesora española Paz M. de la Cuesta Aguado, no es
aceptado por la doctrina que adopta la imputación objetiva, basándola en
consideraciones teleológico-normativas derivadas del hn que se atribuye
al Derecho Penal y a las normas penales, tal como lo expusiera Roxin. Se
distinguen dos corrientes, una restrictiva, encabezada por Roxin, Jescheck,
Schünemann, Rudolphi y Wolter, que se limita a considerar la imputa-
ción objetiva sistematizándola como el conjunto de reglas existentes según
las cuales se puede considerar que un resultado es (>bjetivamente imputable
a una acción de un autor. Jescheck señala que "un resultado causado por
una acción humana... sólo es objetivamente imputable cuando dicha acción
ha creado un riesgo jurídicamente desaprobado que se ha realizado en el
resultado típico". Un segundo punto de vista, absolutamente minoritario en
la doctrina, representado por Jakobs, sostiene una concepción amplia de
imputación, que la enmarca en un punto de vista funcionalista del Derecho
Penal, trascendiendo el ámbito del tipo objetivo, manifestándose en todas
las categorías del delito.
La discusión se ha producido porque el Derecho Penal no puede pres-
cindir del nexo entre acción y resultado, que antiguamente era denominado
"relación causal", v debe abandonar el concepto constituido a partir de la
certeza para reemplazarlo por un vínculo edificado sobre la noción de pro-
babilidad.
1(>
VIVÍAN R . BCLLEMORE G . - IOHN R. MA-:KINNOM R.
^ " " C O R T E Y
1 SUPREMA!
1(>
VIVÍAN R . BCLLEMORE G . - IOHN R. MA-:KINNOM R.
ya que nada justifica una distinción basada en una supuesta mayor tactiadad,
como sostienen los partidarios de una concepción dualista del consenti-
miento. Xo cabe distinguir entre acuerdo, que se satisfaría con la sola dispo-
sición interna, mientras se le exigiría una manifestación externa al consenti-
miento, por medio de acciones o palabras. Como señala Polaino Orts, la
distinción carece de respuesta frente al problema del consentimiento pre-
sunto, que "constituye un supuesto especial de representación necesaria";
por ejemplo, "no podría apreciarse delito de daños si se rompe violenta-
mente la cerradura y la puerta ni allanamiento de morada (violación de mo-
rada) al acceder precipitadamente con el loable fin de apagar un incendio o
cerrar los grifos". También es criticable la postura dualista respecto de la
cuestión "de la relevancia de los actos puramente internos con un carácter
general, esto es, a excepción de los casos de consentimiento presunto"..."si
los pensamienti >s no pueden ser fundamento de imputación penal, tampoco
pueden ser causa de exoneración de responsabilidad. Por ello no cabe reco-
nocer en el supuesto de acuerdo una virtualidad exoneradora de la aproba-
ción interna v. sin embargo, negar dicho efecto liberatorio en el caso del
consentimiento". Es decir, señalar que no hay lesión por un silencioso pen-
samiento que hace atípico el hecho, y señalar que sí hay lesión justificada,
cuando se expresa el consentimiento.
Por lo tanto, el consentimiento, que normalmente debe ser expreso y
excepcionalmente puede admitirse en el carácter de tácito o presunto es,
siempre que el bien jurídico sea disponible, una causal de atipicidad,
especialmente dado que la ausencia de consentimiento del interesado
suele formar parte del propio tipo penal (v. gr., la violación de morada,
en el artículo 144, con el consentimiento para el ingreso; el hurto en el
artículo 432, con el consentimiento para la sustracción; la violación en el
artículo 361, con el consentimiento para el acceso carnal, etc.).
1.2.1. El dolo
Esquema Xo 11
a) Concepto
hombre- Por ejemplo, si Pedro, en una partida de caza, cree ver un conejo
que se mueve entre los arbustos, y le dispara, dando muerte a Juan, quien se
encontraba entre los matorrales recogiendo una presa recién cazada, dejan-
do a la vista sólo su sombrero con orejas de conejo.
Estrictamente, tal como señala Cerezo Mir, el error de tipo "compren-
de la conciencia de los elementos objetivos del tipo que concurren en el
momento de dar comienzo a la acción típica, v la previsión de la realización
de los restantes elementos objetivos del tipo y, por tanto, de la producción
del resultado, en los delitos de resultado material. En estos delitos, el dolo
comprende, asimismo, la previsión del curso causal entre la acción v el resul-
tado y el conocimiento de las circunstancias que fundamentan la imputa-
ción objetiva del resultado. El autor ha de conocer, por tanto, la peligrosidad
de la acción desde un punto de vista ex ante". Disienten de este punto de
vista, entre otros, Mir Puig, quien considera que el dolo no precisa exten-
derse al resultado, y Roxin, que niega que la representación del curso causal
sea un elemento del dolo. Con respecto a la relevancia del error sobre el
curso causal, debe reconocerse, como lo señala Cerezo Mir, que "el curso
causal ideado por el autor no coincide casi nunca exactamente con el curso
causal real". Por lo tanto, se exige que el error sobre el curso causal sea
esencial, y no un error sobre un elemento accidental del hecho, que no
modifica su naturaleza jurídica. Se señala como criterio relevante, para de-
terminar en qué casos nos encontramos con un error esencial, el de la coin-
cidencia con la imputación objetiva del resultado, es decir, que la desviación
del curso causal será esencial si no era objetivamente previsible, puesto que
el resultado no será entonces la realización del peligro creado o incrementado
por la acción del sujeto. El ejemplo más conocido es el de la tentativa de
homicidio causando sólo heridas leves, pero que provoca la muerte del suje-
to pasivo a causa de una hemofilia padecida por éste. Si esta circunstancia es
desconocida por el agente, la producción del resultado no era objetivamente
previsible y la desviación del curso causal es esencial.
Otro ejemplo, más complicado de resolver, es el caso de desviación del
curso causal en el que una persona que pretendiendo dar muerte a otro, no
obtiene el resultado de muerte y, en la errónea creencia de haberlo matado,
el autor produce la muerte al sujeto al pretender ocultar el hecho —es el
llamado "caso del puente", en el que el sujeto pasivo perece ahogado, o al
golpearse con uno de los soportes del puente desde el que es lanzado el
cuerpo—. La solución correcta consiste, según Cerezo Mir, en apreciar ten-
tativa de homicidio, en posible concurso con un homicidio por impruden-
cia. Sin embargo, debe tenerse presente que, en tanto la desviación del curso
causal no sea esencial, no hav razón para la exclusión del dolo y, desde otro
44 VIVÍAN R . BULLEMORE G . - IOHN.R. MA^I-ÚWNON R.
libertad sexual, sino que es suficiente, como señala Cerezo Mir, una con
ciencia irreflexiva o acompañante.
<
inevitable: se elimina el dolo y la culpa v, por ende, la
tipicidad
Error
de tipo
evitable: se elimina el dolo; se castiga a título de culpa, si
existe el correlativo culposo
Esquema Xo 12
Desde el punto de vista del elemento volitivo, el dolo admite una triple
clasificación tradicional: dolo directo, dolo indirecto y dolo eventual.
Directo
Eventual
Esquema Xo 13
sámente, la meta del sujeto activo. Pedro sabe que con el arma que apunta
matar;! a Juan, quiere hacerlo y lo hace.
b) El dolo indirecto, también conocido como de las consecuencias ne-
cesarias o de segundo grado, es una especie de dolo directo, caracterizado
por el hecho de no estar la acción específicamente dirigida al resulta-
do, pero que es realizada sabiendo que ese resultado es consecuencia
segura e inevitable de ella. Pedro quiere matar a Juan poniendo una bom-
ba en el vuelo que ha tomado aquél. Pedro actúa con dolo indirecto respec-
to de la muerte de los doscientos pasajeros que acompañan a Juan en ese
viaje, que considera necesaria para su hn.
c) El dolo eventual refleja una indiferencia absoluta frente a la po-
sibilidad de que el tipo objetivo se produzca o no como consecuencia
de la acción. Ha de destacarse que la diferencia esencial entre el dolo direc-
to y el dolo eventual se encuentra tanto en el plano cognitivo como
volitivo. En el caso del dolo eventual, el sujeto se representa tal verificación
como posible, pero ello no lo detiene para ejercer su acción, que lleva a
cabo con indiferencia ante ese resultado.
Si el conocimiento de los elementos objetivos del tipo penal es imper-
fecto, es imposible que el sujeto quiera verdaderamente la verificación del
tipo penal, en un sentido estrictamente jurídico penal, en donde el "querer"
importa un movimiento de voluntad eficiente en orden a alcanzar una meta
determinada. Si Juan desea quemar la casa de Pedro para cobrar un seguro,
quemándola sin poder comprobar si verdaderamente éste se encuentra en
ella, obra con dolo eventual, va que la verificación del tipo penal de homici-
dio es, también, eventual. Es la eventualidad de la verificación del tipo penal,
proveniente, por ejemplo, del conocimiento imperfecto de las circunstan-
cias tácticas, el que nos permite establecer la existencia de dolo eventual en
un caso concreto. En efecto, lo eventual nunca aparece como una meta
precisa de la voluntad del sujeto y no es susceptible, la eventualidad, como
tal, de ser "querida" por el agente. La conducta objetiva del agente no se
encuentra en aquella clásica relación de medio a fin con respecto a la verifi-
cación del tipo objetivo, que caracteriza al dolo directo. Normalmente, esa
conducta está en relación de medio a fin con otro objetivo (v. gr., cobrar un
seguro), pero no con respecto al tipo penal eventualmente verificable.
En consecuencia, podemos decir que la diferencia radical entre el dolo
directo y eventual se encuentra en que en el primero la verificación del
tipo objetivo es la meta de la voluntad del sujeto y su conducta es el
medio escogido para tal verificación, en tanto que en el dolo eventual
la verificación del tipo penal es una consecuencia previsible de la pro-
pia conducta del agente, pero que no es perseguida ex profeso por el
C U R S O DE D E R E C H O P E N A L . T E O R Í A DEL D E L I T O
HI4 7
1.2.6. Los especiales elementos subjetivos y del ánimo del tipo penal
Esquema Xo 14
Se trata de elementos subjetivos exigidos en ciertos tipos penales y que
no coinciden con el dolo. Tales son los casos, por ejemplo, del ánimo de
lucro y del ánimo de señor o dueño en el hurto. Bacigalupo prefiere deno-
minar a éstos "elementos especiales subjetivos de la autoría", pues, en su
opinión, su concurrencia determina que un sujeto pueda ser considerado
"autor" de un delito determinado. Así, expresa que "... el que se apodera de
una cosa mueble ajena para otro, que tiene además ánimo de lucro, realiza la
acción de hurto dolosamente, pero no es autor porque carece de ánimo de
lucro. El otro, que tiene ánimo de lucro, es autor (mediato) del hurto".
(Bacigalupo, "Lincamientos de la teoría del delito, p. 38).
Suele agregarse, como tercera categoría, los llamados "elementos espe-
ciales del ánimo", que son excepcionalmente reconocidos y fuertemente
discutidos. Apuntan a un modo de realizar el acto típico que revela la actitud
anímica profunda del sujeto al realizar la conducta. En Argentina se cita el
ejemplo del homicidio agravado "por placer". En Chile, aunque discutible,
puede mencionarse el homicidio calificado por ensañamiento (Art. 391, nú-
mero 1, circunstancia cuarta).
66 V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - JOHN R. MACKINNON R .
na conexión que debe haber entre la hipótesis culposa con la hipótesis d< >1< >sa,
que es la descrita típicamente, respecto de las cláusulas generales. Además,
no debemos olvidar los numerosos tipos culposos que contempla el Código
Penal, como por ejemplo en los artículos 224 X o 1, 225 X o 1, 228 inciso 2",
229, 234, 243, 302, 329, 333, y 337.
Recientemente se ha avanzado en el estudio de los delitos culposos, al
punt<» que, como veremos al estudiar en el párrafo siguiente la evolución de
su sistemática, hoy en día es comúnmente aceptada la distinción entre tipo
objetivo y subjetivo, mientras que aún se discute apasionadamente acerca de
los problemas de participación y de imputación a la víctima.
2.2. Evolución
Esquema Xo 15
activo
pasivo
material
jurídico
54 V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - JOHN R . M A C K I N N O N R .
a) El verbo rector
Dentro del tipo objetivo del delito culposo, evidentemente que lo pri-
mero que encontramos es el verbo rector, que no es otro que aquel que se
contenga en el tipo penal cometido culposamente. Así, si se trata de un
homicidio culposo, evidentemente que el verbo rector estará referido a la
expresión "matar". Lo que ocurre es que, en este caso, la muerte de otro se
produce como consecuencia de una infracción al deber de cuidado. Esta
es la modalidad de la acción que nos define claramente la acción típica.
b) Los sujetos
y que aluden a la obviedad del sufrimiento en los bienes jurídicos del sujeto
pasivo por la creación de cursos causales riesgosos o alteración de cursos
causales inofensivos para transformarlos en riesgosos. Con ello se deja de
lado la problemática de la participación de la víctima en dicha creación o
alteración de riesgos lesivos (imputación a la víctima o contribución de la
víctima), que veremos en detalle y por separado más adelante.
c) Los objetos
2.4.1. Introducción
Esquema Xo 17
h) La culpa inconsciente
492 del Código Penal, y textos legales mencionados, aun cuando un sujeto
(Pedro) hubiese infringido el deber de cuidado exigido por la norma legal,
sobrepasando el riesgo permitido en el desarrollo de una actividad nor-
malmente peligrosa - p e r o aceptada en la vida moderna-, no le sea impu-
table el resultado lesivo de bienes jurídicos. Por ejemplo, si Pedro, quien
maneja su vehículo, transgrede el mandato de detenerse ante un signo
"pare", en un cruce de calzadas, resultando que colisiona a otro vehículo,
y se producen lesiones al conductor de éste, Juan. Puede darse el caso en
que la conducta de la víctima, Juan, tenga relevancia en la producción de
resultados lesivos en sus propios bienes jurídicos. Ello sucede cuando la
víctima, por su cuenta y riesgo, ha infringido los deberes de cuidado exigi-
dos por la ley (v. gr. para el tránsito motorizado, por mencionar los ilícitos
culposos de mayor ocurrencia, si la víctima no utiliza los cinturones de
seguridad, maneja transportando carga sin la autorización necesaria o mal
estibada, a exceso de velocidad, o por la pista izquierda, etc.), siendo impu-
tables a ella las lesiones de sus bienes jurídicos, por su propia negligencia o
imprudencia.
Este punto de vista se asiste en la convicción de que las normas legales
que regulan la culposa comisión de ilícitos penales se basan en la comisión
de hechos o comportamientos que sobrepasan el límite del riesgo permiti-
do. A su vez, cuando se produce la lesión de un bien jurídico penalmente
protegido, ésta debe ser imputada objetivamente a la conducta o conductas
que sobrepasan el riesgo permitido, de acuerdo a criterios descriptivos que
emanan de las normas que protegen estos bienes.
Es así como algunas lesiones de bienes jurídicos son imputables a otro, y
no a quien aparece púma faae como primer causante de un hecho culposo
con resultados lesivos, tal como señala Manuel Cancio Meliá (Conducta de
la Víctima e Imputación Objetiva en Derecho Penal), cuando "el ordena-
miento impone funciones tuitivas a determinados sujetos frente a los bienes
de la víctima".
Lo que se sostiene es que, cuando el titular de un bien jurídico (víctima)
emprende conjuntamente con otro una actividad que puede producir una
lesión de ese bien jurídico, la actividad generadora del riesgo debe ser impu-
tada al ámbito de responsabilidad preferente de la víctima, bajo ciertas cir-
cunstancias.
Existe, por lo tanto, un deber genérico de actuar prudentemente en si-
tuaciones peligrosas. Aquí, como afirma Mir Puig, "la vida moderna per-
mite e incluso obliga a afrontar numerosas situaciones de peligro cuya reali-
zación se considera más útil para la sociedad que su prohibición -riesgo
permitido-. Aquí no rige, pues, el deber de omitir dichas acciones peligro-
C U R S O DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO HI6 7
sas, pero sí el deber de realizarlas con la máxima atención, para evitar que el
peligro se convierta en lesión". "Pero ya se ha adelantado que en muchos
casos el tráfico exige acciones peligrosas que para cualquiera encierran un
peligro previsible. El riesgo permitido con carácter general ("típicamen-
te") es el tope máximo de la regla de cuidado. En la imprudencia no opera
sólo como causa de justificación, sino que excluye la misma tipicidad: no
hay tipo de imprudencia, porque no hay imprudencia alguna. Esto confirma
lo que antes decíamos: la imprudencia no es un concepto psicológico, ni
siquiera como pura previsibilidad, sino normativo, porque lo decisivo en
ella es el deber y no sólo la posibilidad de previsión".
Ciertamente, la producción de un resultado no aumenta la gravedad
de la infracción de la norma de cuidado (el desvalor de resultado carece de la
virtud de aumentar el desvalor de acción). Aunque, claro está, el legislador
exige la ocurrencia del desvalor de resultado, como lesión o puesta en peli-
gro de un bien jurídico, v de acuerdo a su gravedad, como garantía para
dirigir un proceso. Sin embargo, es necesario preguntarse si, considerando
que la gravedad del resultado es la que califica el proceso y las sanciones
aplicables, es imputable a la conducta imprudente o negligente de una per-
sona (Pedro) un resultado acaecido por imprudencia o negligencia de un
tercero (Juan), aun cundo este tercero haya visto lesionado, o en peligro,
algún bien jurídico directamente relacionado. L'na cosa es la importancia
del bien jurídico lesionado, como garantía para iniciar una determinada for-
ma procesal (habida cuenta que en el caso de los delitos culposos el Dere-
cho Penal sólo se interesa en la mayor parte de ellos de haber un aparente
resultado lesivo) y otra cosa muy distinta es la imputación de tal lesión, que
realiza el tribunal en su fallo, a los hechos dolosos o negligentes de una
persona.
A quien es negligente o imprudente ha de imputársele su propia culpa,
pero nunca la culpa ajena, lo que de hacerse violaría flagrantemente la nor-
ma constitucional que consagra el principio de legalidad, en el radical senti-
do que no hay pena sin culpa. Como señala la Constitución en el artículo 19,
N° 3, inciso 6 o , "la ley no podrá presumir de Derecho la responsabilidad
penal", y esto también incluye la prohibición de interpretar la ley en tal
sentido. La responsabilidad penal, a lo menos en nuestro país, por mandato
del mismo texto constitucional, es personalísima. Así como en un delito
doloso, por ejemplo, si la víctima de una lesión dolosa ha ingerido un vene-
no, con la intención de suicidarse, y previo a este resultado final, es lesiona-
da, al causante de las lesiones sólo se le imputan éstas, y no la muerte del
lesionado. En el caso de un delito culposo, sólo puede ser considerado autor
aquel cuvos hechos le son imputables - y atnbuibles al propio hecho-, y no
(>8 VIVÍAN R. BULLEMORE G. - JOHN R. MACKINNON R .
3.1. Introducción
realiza algo, snv > quien no realiza un algo que era esperado o exigido. Desde
el punto de vista jurídico, omite quien no realiza la acción jurídicamente
exigida. Esta postura, de Grispigni impide distinguir la tipicidad de la
omision de su antijuridicidad. Por otra parte, la omisión deja de ser un
concepto ontológico para convertirse en uno puramente deontológico
(normativo), de modo que la tipificación de las conductas omisivas va no
posee ningún límite y el legislador se alza a »mo un creador plenamente libre
de delitos.
Lna segunda postura es la que plantea Mayer, de un concepto natural
de omisión mediante asimilación a la acción. Esta es la posición, en
Chile, del profesor don Luis Cousiño Maclver, que intentaba llegar a un
concepto superior de acción, comprensivo tanto de la acción en sentido
estricto como de la omisión. La piedra angular de esta postura radica en
sostener que lo que se regula por el Derecho son las conductas humanas, v
que ellas existen siempre dado que el hombre se encuentra siempre inmerso
en una inhnita gama de cursos causales, de modo que se conduce (revela
una conducta) tanto si los genera, altera, interviene o interrumpe (acciones)
como si tan sólo los observa pasivamente, dejándolos desarrollarse libre-
mente por servir a los propios propósitos, debiendo haberlos alterado, inter-
venido o interrumpido (omisiones). Así, se señala que omite quien permite
o tolera el desarrollo natural de cursos causales que se orienta de modo que
satisface sus propios hnes.
Según esta explicación, se habría, de este modo, exteriorizado la volun-
tad del sujeto. Nuestra opinión es que es prácticamente imposible en-
contrar una exteriorización de voluntad en la omisión, sobre todo en
la culposa. Además, al identificar acción y omisión, se llega a una situación
en la que toda omisión, conceptualmente asimilada a la acción, ha de ser
castigada, derivando así en un Derecho Penal excesivamente autoritario y
represor.
Finalmente, una tercera propuesta, de Radbruch, tiende a un concepto
natural de la omisión como oposición a la acción. Se reconoce que ac-
ción y omisión son conceptos absolutamente opuestos, de modo que debe
entenderse que sus contenidos son también contrarios. Así, se ha planteado
el principio de "inversión", avalado por Hans Welzel. En éste se invierte el
concepto de acción, que se entendía como el ejercicio del poder final - d e
orientar cursos causales de acuerdo a una finalidad previa- y se señala que la
omisión consiste en no hacer aquello que se tenía el poder final de ejecutar.
Si la a c c i ó n es una finalidad exteriorizada, la omisión es una finalidad ociosa.
La ausencia de omisión existirá, por lo tanto, no sólo cuando se actúa,
sino también cuando se carece del poder final para ejecutar la acción.
74 VIVÍAN R. BULLEMORE G. - JOHN R . MACKINNON R .
Propia
Omisión
Impropia
Esquema X" 1S
\4.1. C.oncepto
Esquema Xo 19
<
doloso
Tipo subjetivo: conocimiento (de la situación fáctica) o
culposo
Esquema Xo 20
3. Concepto
\ Tipo ohjetiro
El tipo objetivo es idéntico al del delito de omisión propia, esto es, de-
ber de actuar (y concurrencia de circunstancias de hecho que imponen ese
deber), la no actuación o no realización de la conducta ordenada, y la
capacidad real de actuar. Pero se agregan tres trascendentales elementos:
la posición de garante exigida para el sujeto activo, el nexo causal y el
resultado.
Deber de actuar
Concurrencia de las circunstancias fácticas que
imponen el deber de actuar
No realización de la conducta ordenada
Imputación objetiva
Resultado
Esquema Xo 21
S(')lo puede incurrir en una omisión impropia quien ocupa una posición
de garante respecto del bien jurídico protegido y que le impone la obliga-
ción de actuar evitando resultados lesivos para él. En este sentido, se trata de
delitos especiales, de sujeto activo calificado.
antes del "punto de no retorno", o cuando los esfuerzos por salvar a este
montañista encontrado accidentalmente no pongan en nesgo la vida de los
o t r o s ) , bastando aquí el recurrir a los mecanismos tormales de apoyo (por
ejemplo, dand< > aviso a la policía, sin necesidad de actuar cautelando directa-
mente el bien jurídico en peligro.
Por su parte, el hacer precedente hace referencia a la actuación previa
de un sujeto que genera un peligro, el cual debe conjurar. Lo aceptan como
deber de garante en la doctrina nacional, Cousiño, Cury y Garrido, pero lo
rechazan Politoff, Grisolía y Bustos. Cousiño (Derecho Penal, Tomo I,
p. 562), nos da un ejemplo, cuando plantea que "... el que ayuda a un ciego a
cruzar una calle de intenso tránsito de vehículos, queda obligado a dar tér-
mino a su tarea, sin que pueda dejarlo abandonado en medio de la calzada"
o que "...el dueño de un bar que permite embriagarse a un chofer de ca-
mión, está imperiosamente constreñido a impedir que continúe su viaje...".
La verdad que en estos casos no estamos muv seguros de su precisión, por-
que nos parece requisito indispensable que el nesgo generado sea uno no
permitido, lo que nos hace pensar que el primero de los ejemplos es correc-
to (hay, por lo men< >s, representación del riesgo generado para el bien jurídi-
co vida de la persona que se abandona en medio de la calzada, v dependien-
do de la aceptación del nesgo, o la confianza de su superación, nos encon-
tramos con un caso de dolo eventual o uno de culpa consciente), mientras
que el segundo está fuera del ámbito del deber de garante, ya que la venta de
alcohol en un establecimiento autorizado es un acto lícito. Además, es con-
veniente señalar que sólo estaremos en presencia de un riesgo no permitido
cuando se haya creado un nesgo por un hecho ilícito anterior. Para noso-
tros, este hecho ilícito anterior puede ser tanto doloso como culposo. El
ejemplo más claro y convincente es el del sujeto que ha actuado en error de
prohibición indirecto, creyendo que se defendía, pero respecto del cual no
concurrían los requisitos objetivos de la causal de justificación, en este caso,
agresión, para actuar en legítima defensa. En caso de lesionar al que creía
agresor, surge el deber de garante, por el hecho ilícito anterior, respondien-
do por su muerte a título de homicidio omisivo, por omisión impropia, como
en el caso del fallo de la Excma. Corte Suprema, de cuatro de agosto de
1998, Rol 1338-98, vanas veces citado en esta obra.
En relación a la obligación de proteger bienes jurídicos indetermina-
dos, también se ha indicado que existe una posición de garante si se está al
cuidado de una fuente de peligro frente a la generalidad de bienes
jurídicos (indeterminados). Bacigalupo propone el ejemplo de quién debe
avisar a los transeúntes o conductores de vehículos del peligro derivado de
un ferrocarril cuyas vías atraviesan una calle de tránsito peatonal v automo-
C U R S O DE D E R E C H O PENAL. T E O R Í A DEL DELITO HI 81
III. LA ANTIJURIDICIDAD
1. lociones previas
1.1. Concepto
mata a otro comete una acción típica, pero si lo hace en legítima defensa,
entonces su conducta es típica pero no antijurídica, dado que en la especie
concurre una causal de justificación.
En definitiva, las causales de justificación son autorizaciones legales ex-
presas para realizar conductas típicas, en tanto la antijuridicidad implica la
presencia de una conducta típica v la simultánea ausencia de causales de
justificación que autoricen la realización de esa conducta típica.
La antijuridicidad, como concepto, es bastante simple: ausencia de
causales de justificación que autoricen la realización de una determinada
conducta típica. Por ello es que, en definitiva, el análisis de este segundo
elemento del delito se reduce principalmente al estudio de cada una de las
causales de justificación que deben encontrarse ausentes para poder afirmar
la antijuridicidad de una conducta típica determinada.
Si una acción es típica y, además, antijurídica, entonces puede afirmarse
de ella que es ilícita o injusta. El hecho de que la conducta sea típica es un
indicio de que es, a la vez, antijurídica, en términos tales que lo normal o la
regla general será la antijuridicidad de la acción típica, siendo su juridicidad
o autorización legal una situación de excepción que deberá ser demos-
trada.
En buenas cuentas, el tipo manda (delitos de omisión) o prohibe (delitos
de comisión), en tanto que las causales de justificación autorizan la desobe-
diencia del mandato o la prohibición si concurren ciertas circunstancias que
ellas mismas indican.
En consecuencia, la comprobación de lo ilícito supone demostrar la ade-
cuación típica de la conducta y, en segundo lugar, que se verifique la ausen-
cia de una causal de justificación determinada. Ciertamente, tratándose, en
este último caso, de un hecho negativo, no debe ser probado (más bien,
debe probar la concurrencia de la causal de justificación quien la alega, en
especial por el hecho de ser la tipicidad indiciaría de la antijuridicidad y por
constituir dichas causales situaciones excepcionales).
La antijuridicidad es, ante todo, un juicio de valor, desde las normas
jurídicas, de la acción típica. Es el primer acto de valoración respecto de la
acción típica. Desde las normas jurídicas se valora positiva o negativamente
la conducta típica (incluidos el dolo o la culpa que, como hemos indicado,
son conceptos neutros y avalorados). En la culpabilidad se efectuará un se-
gundo juicio de valor, esta vez de carácter personal, dirigida al sujeto activo
por su injusto o ilícito.
Debe hacerse referencia a la antijuridicidad formal v a la antijuridici-
dad material. La primera revela una tesis según la cual es antijurídica cual-
quier conducta infractora de una ley positiva, sin mayores exigencias. En
CURSO DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO HI8 3
Objetivos
Elementos de la justificación
Cognitivo s
Subjetivos
^ \ olitivos
Esquema Xo 22
_ justificante
El estado de necesidad
exculpante
(colisión de deberes)
Esquema Xo 23
Esquema Xo 24
90 VIVÍAN R. BULLEMORE G . - JOHN R . M A C K I N N O N R .
3. La justificación supralegal
La desaparición del interés jurídico por desuetudo
La legítima defensa del feto
El tratamiento médico profano
El porte de armas
Esquema Xo 2 ^
a) Introducción y concepto
b) Problemas previos
referirse a sus aspectos de fondo de una manera bastante enfática, por cuan-
to existe la creencia de que esta norma superó todas las dificultades inter-
pretativas de la norma anterior, lo cual, como se verá, no es efectivo.
Veamos, entonces, en forma comparativa, las disposiciones de esta nue-
va norma penal con la anterior:
1. La norma antigua empleaba la expresión "se entenderá", en tanto que
la nueva disposición utiliza la expresión "se presumirá legalmente". Al res-
pecto, debe reconocerse que en esta modificación sí se produjo una claridad
que no existía.
2. La norma antigua establecía el privilegio sólo respecto de la legítima
defensa propia, mientras que la nueva disposición lo hace respecto no sólo
de ella, sino también de la de parientes y extraños. Esta extensión de una
disposición esencialmente excepcional no nos parece recomendable en el
sector punitivo del ordenamiento jurídico.
3. La nueva disposición mantiene, en los mismos términos, la presun-
ción que consiste en no exigir proporcionalidad respecto al daño que se
cause al agresor.
4. En relación a los casos en que procede el privilegio, como asimismo, al
tiempo y a los lugares, basta leer la nueva disposición para advertir que la
extensión que significó, en cuanto a su aplicación es, a todas luces, desmedida.
5. Respecto de los delitos que hacen procedente la legítima defensa pri-
vilegiada, su larga lista denotan la exageración que su extensión significa.
a) Concepto
b) Problemas previos
Los requisitos del estado de necesidad son los siguientes: Realidad o peli-
gro inminente del mal que se trata de evitar, que el mal que se quiere evitar sea
mayor que el causado para impedirlo y, finalmente, que no haya otro medio
practicable y menos perjudicial para impedir el mal que se quiere evitar.
El primer requisito del estado de necesidad, esto es, la realidad o peligro
inminente del mal que se trata de evitar, está referido a cualquier hecho de
que importe un mal inminente, sin que deba restringirse sólo a las acciones
humanas, como ocurría en la legítima defensa. El mal es el peligro o lesión
de un bien jurídico, ya sea destruyéndolo o deteriorándolo; en el caso de la
ley positiva chilena, ese bien jurídico no puede ser otro que la propiedad.
Si el mal que se teme no es real, sino aparente, nos encontraremos frente
a un estado de necesidad putativo, de modo que la situación será la misma a
que nos referimos a propósito de la legítima defensa putativa. En definitiva,
CURSO DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO
HI9 9
b) La intensidad del mal que se quiere evitar y del que se causará (un mal
insignificante en un bien jurídico de mayor jerarquía es mayor que un mal
considerable en un bien jurídico de menor valor, por ejemplo);
c) Grado de proximidad del peligro, y
d) Las circunstancias personales.
Finalmente, el tercer requisito del estado de necesidad dice relación con
el hecho de que no haya otro medio practicable y menos perjudicial
para impedir el mal. En este sentido, se ha señalado que el estado de nece-
sidad, a diferencia de la legítima defensa, es subsidiario, en el sentido de
que el sujeto se encuentra obligado a escoger un medio determinado: aquel
practicable (lo que es evidente) v menos perjudicial, en el sentido de que
causa el menor mal posible al bien jurídico que se sacrificará (que, como
hemos dicho, sólo puede ser la propiedad, incluyéndose en ésta la inviolabi-
lidad del hogar).
Se plantea la interrogante de si existe responsabilidad civil para quien
actúa en estado de necesidad, en el sentido de que se encontraría obligado a
indemnizar los daños causados en la propiedad ajena. La respuesta de la
mayor parte de la doctrina niega la existencia de la responsabilidad civil, por
cuanto se trata de un hecho lícito, que no es sino una expresión positiva del
principio de que el Derecho de propiedad encuentra su límite en la ley o en
el Derecho ajeno.
Otro problema que suele analizarse es el del llamado "hurto famélico",
esto es, el hurto de alimentos por personas en serio riesgo de muerte o
deterioros severos de la salud a causa de la inanición. Según la jurispruden-
cia, estarían ausentes el requisito de la inminencia del mal y el que se refiere
a la ausencia de otro medio practicable y menos perjudicial, como podrían
ser, en este caso, las instituciones de caridad o beneficencia. La solución,
más bien, se postula, habría que buscarla en un caso de fuerza moral irresis-
tible (Vis compulsiva), esto es, en una causal de inexigibilidad de la conducta
conforme a Derecho, enmarcada dentro de la culpabilidad.
No es éste, en todo caso, el único criterio que se ha sostenido. Puede
recordarse el caso del llamado "buen juez" (juez Magnaud, Francia, 1898),
quien absolvió a una joven cesante, madre de un niño de dos años que no
había comido ya en vanos días, por el delito de hurto de pan, fundamentán-
dose en un estado de necesidad justificante.
En Chile también han existido casos interesantes, como aquel en que un
)uez de Parral, en 1948, absolvió al inquilino que, con el ob)eto de alimentar
a su numerosa prole, hurtó (abigeato), en forma sucesiva, cinco ovejas de su
patrón, decisión que fue confirmada por la Corte de Apelaciones de Chillan.
El juez de aquel entonces, que llegó luego a ser Presidente de la Excma.
C U R S O DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO
HI1 0 1
\ CORTE
1 SI IPRFMA (
102 VIVÍAN R. BULLEMORE G. - ÍOHN R. A L V : K J N N O N R .
Se trata aquí de situaciones en las que la ley considera lícitos actos que
son típicos. Los casos son tres:
1. El cumplimiento de un deber (Art. 10 X o 10}
2. El ejercicio legítimo de Derechos (Art. 10 X o 10)
3. La omisión por causa justificada (Art. 10 X o 12)
JURISPRUDENCIA, M Ó D U L O N ° 1
INTRODUCCIÓN
RECOMENDACIONES
JURISPRUDENCIA
I. XOCIONKS PREVIAS
/. Concepto
3. Yunciones de la culpabilidad
Asi, dolo y culpa son especies de la culpabilidad, son las formas concre-
tas que puede adoptar el vínculo psicológico entre el autor v su hecho.
Las críticas fueron esencialmente formuladas por Frank, Goldschmidt
y Freudenthal, iniciadores de las teorías normativas de la culpabilidad.
Se sostiene que la culpabilidad no puede ser puro vínculo psicológico, sino
que existen otros tactores que permiten medirla o graduarla, hecho que es
imposible dentro de esta tesis.
El ejemplo clásico para demostrar lo anterior es aquel que se refiere al
"cartero y al cajero". Un cartero, agobiado por la costosa enfermedad de su
mujer y las necesidades insatisfechas de una prole numerosa se apropia de
valores ajenos; en otro lugar, un cajero de banco se apropia de igual cantidad
de valores, pero con el objeto de satisfacer a sus amantes dispendiosas, acos-
tumbradas a grandes lujos. Aplicando la teoría criticada, reconoceremos que
ambos son imputables y que los dos han actuado con dolo. Si estos dos
elementos colmaran el concepto de culpabilidad, entonces habría que san-
cionarlos con la misma pena, conclusión que repugna al sentido común y a
un concepto de mínima equidad.
Sobre la base de lo anterior es que surge la llamada teoría normativa
compleja de la culpabilidad. En ella la culpabilidad va no es un puro fenó-
meno natural, de carácter psicológico. Sólo es tal en parte, porque además
ha de agregarse un nuevo elemento, de carácter exclusivamente normativo,
que se denominará normalidad de las circunstancias concomitantes o, en
una posterior evolución, motivación normal. Así, la culpabilidad es un con-
cepto complejo, constituido por elementos naturalísticos (vínculo psicoló-
gico, traducido en dolo o culpa) y uno normativo (normalidad de las cir-
cunstancias concomitantes o motivación normal). Este último elemento
permitirá graduar o medir el grado de reprochabilidad jurídico penal: a ma-
yor normalidad de las circunstancias concomitantes, mayor reprochabilidad
jurídico penal, y viceversa.
Es decir, Frank insiste en que la pena es graduable por la vía recién
explicada, y señala que la culpabilidad está constituida por tres elementos:
la imputabilidad —que, en todo caso, sigue actuando como presupuesto de
ella más que como elemento integrante- ; el vínculo psicológico entre el
autor y su hecho, traducido en dolo o culpa; y la normalidad de las cir-
cunstancias concomitantes (que rodean el hecho). Como posteriormente
se criticó que lo relevante no era la normalidad o anormalidad de tales cir-
cunstancias íque podrían ser ignoradas por el agente o resultarle totalmente
indiferentes), se admitió que lo esencial era la normalidad o anormalidad
de la motivación del agente, pasando a hablarse entonces de la motivación
normal.
VIVÍAN R. BULLEMORE G. - IOHN R . M A C K J N N O N R .
LIO
La imputabilidad
por el solo hecho de vivir en sociedad (así se explica que las medidas, no
penas, han de durar cuanto sea necesario).
En esta continua discusión, que hasta hoy sigue por cauces desgastados
por las distintas escuelas penales, debemos hacer presente que la negación
de la libertad individual conduce a situaciones y soluciones penales abierta-
mente defensistas, en las que corre peligro el conjunto de principios que
fundamenta el Derecho Penal contemporáneo. Como señala Gonzalo Quin-
tero Olivares, "no queda más remedio que acusar al positivismo determinista
de regresivo en comparación con el tan criticado "individualismo liberal",
sin perjuicio de conceder la razón a algunas importantes críticas positivistas.
El ideal... es lograr incorporar el dato criminológico y sociológico real -tal
como deseaba el positivismo-, pero sin poner en peligro ninguna de las
conquistas (garantías propias del Estado de Derecho liberal) logradas por el
clasicismo".
Así planteada la cuestión, puede definirse la imputabilidad como la
CAPACIDAD de comprender el injusto y de adecuar la conducta a
esa comprensión. Se habla de capacidad, que importa normalidad de
las facultades intelectuales y volitivas. Evidentemente, tal normalidad es
la regla general, de modo que la inimputabilidad es una situación excepcio-
nal. La ley señala quiénes son inimputables.
En cuanto a la forma de determinación legal de la inimputabilidad, en-
contramos tres fórmulas distintas: las fórmulas psicológicas, que describen
la situación psíquica que fundamenta la inimputabilidad; las psiquiátricas,
que atribuye el efecto de inimputabilidad a determinadas patologías; y las
mixtas, que combinando ambos sistemas, describen los estados patológi-
cos que originan inimputabilidad, pero obligan al juez a determinar efectiva-
mente si en el caso concreto existió o no la incapacidad de comprender el
injusto v/o adecuar la conducta a dicha comprensión. Nuestro Código Pe-
nal adhiere a fórmulas más bien de carácter psiquiátrico, aunque algunos
estiman que recoge más bien fórmulas mixtas.
El efecto jurídico de la inimputabilidad no es otro, evidentemente, que
el determinar la irreprochabilidad jurídico penal y, por ende, la ausencia de
un delito. El inimputable no comete delito.
En nuestro Código Penal, los casos de inimputabilidad se encuentran en
los tres primeros números del artículo 10°. Estos casos pueden resumirse
del siguiente modo:
a) Enajenación mental (privación total y permanente de la razón,
Art. 10 X o 1, primera parte);
b) Privación total y temporal de la razón (Art. 10 X o 1, parte final), y
c) Minoría de edad (Art. 10 \TOs. 2 y 3).
120 V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - IOHÍJ R . M A C K J N N O N R .
a) Personalidades paratípicas
a.l. Cicloide
a.2. Esquizoide
a. 3. Paran oide
a.4. Explosiva
a.5. Perversa
b) Psiconeurosis
b.l. Histérica
b.2. Obsesivo-compulsiva (psicastenia)
b.3. De ansiedad
c) Oligofrenias
c.l. Idiotismo
c.2. Imbecilidad
c.3. Debilidad mental
d) Disfrenias:
d.l. Endógenas:
d.1.1. Esquizofrenia
d.l.2. Manías y depresiones
d.l.3. Epilepsia
d.l.4. Paranoia
d.2. Exógenas:
d.2.1. Orgánicas y tóxico infecciosas
d.2.2. Demencia senil
CI'Rso DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO
121
Son personas que se alejan de la norma general, del promedio. Son cata-
logados de "raros" o "excéntricos". Xo es tanto que reaccionen anormal-
mente ante los estímulos, sino que siempre reaccionan ante ellos del mismo
modo, sin adaptabilidad o flexibilidad ante situaciones nuevas. La personali-
dad explosiva siempre revelará su carácter violento, incluso ante estímulos
pequeños o situaciones sociales que exigirían mayor autocontrol. Presentan
una desarmonía intrapsíquica y se caracterizan por su taita de objetividad;
en ellas predomina la interpretación subjetiva. Se ha dicho que reproducen
en miniatura o menor escala cada una de las disfrenias.
A continuación, revisaremos brevemente las principales características
de estas personalidades.
a.l. Personalidad cicloide: Son, por lo general, sujetos extravertidos, so-
ciables, complacientes y afectuosos. Sin embargo, los demás dudan de su
sinceridad (en especial en las muestras de afecto), ya que en verdad son
superficiales y trívolos. Sus sentimientos y procesos psíquicos son de escasa
profundidad. Presentan frecuentes cambios de humor, no explicados, va-
riando de la excitación a la depresión y tristeza: "... el cicloide tan pronto
ríe como llora y durante una función o espectáculo teatral se funde
con los personajes de la escena o de la pantalla y prorrumpe en carca-
jadas ruidosas cuando se dice algo gracioso o se le caen las lágrimas en los
pasajes dramáticos" (Cousiño, T. III, p. 99).
Xo obstante, puede desarrollar conductas antisociales, pero vinculadas a
delitos económicos (estatador, malversador). Kretschmer asociaba esta per-
sonalidad con el tipo físico pícnico, esto es, un sujeto "... con tendencia a la
acumulación de grasas, con cara amplia, blanda y redonda, con manos an-
chas y cortas y miembros también cortos. En suma, una persona de estatura
más bien baja, gorda, con abdomen abultado v brazos y piernas de escasa
longitud" (Cousiño, T. III, p. 100).
a.2. Personalidad esquizoide: A la inversa del anterior, en que el "yo"
buscaba afanosamente al otro, el esquizoide tiene un "yo" enquistado en sí
mismo. Por ello es introvertido. Se oculta, temeroso de que otro entre en
contacto con él. Corporalmente, se les asociaba con un tipo asténico o
leptosomáticos, esto es, longilíneos, de piel pálida y húmeda, hombros estre-
chos, músculos débiles, tórax alargado y desprovisto de grasa. Son, en suma,
altos y delgados.
Se apartan de la realidad, se hacen ajenos a ella. Caminan con la mirada
perdida, sumidos en su propio mundo. Son contradictorios: pueden sentir
122 V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - IOHÍJ R . M A C K J N N O N R .
len ser simpáticos e ingeniosos, pero ello no es más que una máscara que
esconde su maldad. Suelen asociarse a delitos económicos (estafas). El sujet<)
comprende intelectualmente la diferencia entre el bien y el mal, pero es inca-
paz de experimentar alguna preferencia afectiva por una u otra alternativa.
b) Las psiconeurosis
c\ Las oligofrenias
1.1.2. Conclusión
Hasta aquí hemos hecho un breve recuento de las enajenacu ines menta-
les, que pueden incluirse dentro del concepto de loco o demente, dado por
el artículo 10 X o 1 del Código Penal. El loco o demente es, pues, el enajena-
do mental, aquel que carece de razón y que antes estudiáramos.
Es muy importante tener presente el concepto de razón: se trata de un
conjunto de facultades intelectuales v volitivas. Es sinónimo de juicio, que
incluye no sólo la inteligencia, sino también la voluntad, la sensibilidad y la
memoria.
Todos los casos anteriormente analizados responden a personas que no
tienen o han perdido la razón, en cualquiera de los elementos que la inte-
gran, de un modo total y permanente. Este es el loco o demente de que
habla el Código Penal. El intervalo lúcido a que se alude en la misma dispo-
sición es un concepto que actualmente no se acepta en la psiquiatría, dado
que la enfermedad mental es un estado patológico continuo, aunque pre-
sente fases de aparente anormalidad, que no son sino períodos en que la
sintomatología se encuentra en un estado de latencia.
Por lo tanto, dos son las exigencias fundamentales para estar frente a
esta segunda hipótesis de inimputabilidad: la involuntariedad de la privación
total de la razón y la temporalidad de tal privación.
Podemos citar como ejemplos la embriaguez, el hipnotismo, la droga-
dicción, etc. También podemos citar causas accidentales, como los acciden-
tes traumáticos. Es fundamental que la causa que origina esta situación sea
ajena a la voluntad del sujeto.
En el caso del ebrio, se atiende a la voluntariedad de la misma y a su
intensidad para determinar la eventual responsabilidad penal del sujeto.
En relación a la voluntariedad de la embriaguez, se distingue entre la
voluntaria, la forzada o forzosa (que es consecuencia de amenazas o coac-
ciones), la fortuita (en que el sujeto desconoce las propiedades alcohólicas
de la bebida) y la patológica (que importa una reacción anormal ante peque-
ñas dosis de alcohol).
En relación a la intensidad, se distingue un estado de excitación o eufo-
ria (embriaguez leve), la embriaguez incompleta o semiplena, la plena y la
comatosa.
Importan inimputabilidad los casos de embriaguez forzosa, fortuita o
patológica (siempre involuntarias en estos últimos dos casos) que sean a la
vez plena o comatosa (aun cuando en este último caso sea difícil concebir la
comisión de un delito).
Al respecto, tratándose de la ebriedad como causal de privación tempo-
ral de la razón, es forzoso referirse a un tipo penal que ha sido latamente
discutido por nuestra dogmática penal. En efecto, inicialmente la ley de al-
coholes contemplaba el delito denominado de la conducción de vehículos
en estado de ebriedad, el cual estaba estructurado bajo la forma de un delito
de peligro abstracto, lo cual no merece reproche alguno, por el peligro de
dañosidad social que el mismo significó cuando en nuestro país se masificó
el uso de automóviles como medio de transporte. Empero, si se revisan los
verbos rectores de los antiguos tipos objetivos de la ley de alcoholes
X o 18.455, previo a la reforma de la Ley N° 19.925 de 19 de enero de 2004,
se puede comprobar fácilmente que algunos de ellos eran abiertamente in-
constitucionales, puesto que sancionaban conductas futuras y no hechos
ejecutados, como es el caso de "aprestarse a conducir un automóvil" en
estado de ebriedad.
Con esta prevención, es igualmente necesario referirse someramente a la
estructura actual de los delitos de manejo en estado de ebriedad, de la Ley
de Tránsito X o 18.290, que revisaremos someramente en la Parte Especial, y
donde demostraremos al lector que se logró mejorar la tipicidad para así
hacerla compatible con los principios informadores del Derecho Penal mo-
CI'RSO DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO 120
res de 18 años, pero mayores de 14, sólo a los casos de diferencia de sexo,
cometiéndose delito sólo en el caso de varones, al exigir acceso carnal. Al
respecto es conveniente ver la crítica que formulamos a este tipo penal en el
Tomo III de este curso.
El artículo 366 bis se refiere a los delitos de abuso sexual de menores de
catorce años, y el artículo 366 quáter se refiere a las acciones de significación
sexual, sin caer en los tipos anteriores.
Cuando decimos que la redacción es poco feliz es porque, en los casos
de los artículos 362, 366 bis y 366 quáter, lo que ha pretendido el legislador
es considerar atípica la conducta descrita en los referidos tipos penales cuando
es consentida y el sujeto activo no es mavor en dos años, en el caso del
acceso carnal del artículo 362, o el sujeto activo no es más de tres mavor que
el sujeto pasivo menor de 14 años en los casos del artículo 366 bis v 366
quáter. Por ejemplo, es atípico el acceso carnal consentido entre un varón
mayor de catorce años y una mujer menor de catorce años cuando n< > media
entre ellos una diferencia mavor a dos años de edad, y es también atípica la
acción sexual que consiste en "tocaciones" o roces entre un varón mavor de
catorce años y una mujer menor de catorce años cuando no media entre
ellos una diterencia mayor a tres años de edad. En primer lugar, nos es difícil
aceptar que una mujer, menor de edad, de tan sólo once años, pueda repre-
sentarse adecuadamente la significación sexual de tal acto, como para con-
sentir válidamente su realización. Acto seguido, más de una persona podría
leer, cosa que es muy lejana a la intención del legislador, que la expresión "o
de tres años en los demás casos" podría referirse a los artículos 361 y 363.
Obviamente, y por ejemplo, no puede tratarse como "demás casos" la viola-
ción con uso de fuerza o intimidación.
Además, el mencionado artículo contiene un grueso error en lo que se
refiere al artículo 365 del Código Penal, puesto que hace referencia a un
sujeto pasivo menor de 14 años, y el tipo penal del artículo 365 está referido
al acceso carnal consentido de un sujeto activo varón mayor de 18 años a un
sujeto pasivo varón menor de 18, pero mayor de 14 años. Esta disposición
del artículo 4 o de la Ley X o 20.084 carece de todo sentido y es inaplicable en
lo que respecta al artículo 365 del Código Penal.
La conciencia de la ilicitud
de subsunción
directo
Clases de error de prohibición
indirecto
de interpretación
Esquema N° 26
El sujeto cree que su conducta está amparada por una causal de justifica-
ción inexistente en el ordenamiento jurídico; por ejemplo, cree que está jus-
tificado el homicidio piadoso.
año 2003, en su artículo 3° inciso 2°. -Debe tenerse presente que la redac-
ción del artículo también hace posible algunas de las interpretaciones prove-
nientes de las teorías del dolo, por lo que fue apoyado por algunos proteso-
res que aún adhieren en Chile a las ideas causalistas-.
Así se propuso en el proyecto, en su artículo 3 o inciso segundo, que
también consagra la regla general sobre el error de tipo, que:
"Artículo 3 o .- El error sobre la concurrencia en el hecho de un elemenn >
integrante de la descripción legal del delito excluye el dolo respecto del mis-
an ). Si el error fuere evitable, el hecho se sancionará a título de imprudencia,
si pr< >cede.
Lo dispuesto en el inciso anterior se aplicará también al error so-
bre la concurrencia de un presupuesto de las causas de justificación
de la conducta.
Las circunstancias desconocidas por el sujeto no se considerarán para
agravar o calificar su responsabilidad penal, pero sí para atenuarla o privile-
giarla".
Este punto de vista es, a todas luces, criticable, más aún cuando no sólo
contraría los puntos de vista mayormente aceptados por la doctrina y la
jurisprudencia contemporánea en su más reciente evolución, tanto en Ale-
mania como en España y en los países de habla hispana, sino también lo
expresado recientemente por nuestra Excelentísima Corte Suprema, a partir
de sendos fallos de 4 de agosto de 1998, Rol X o 1.338-98 (Caso de Santa
Cruz, del error de prohibición y homicidio omisivo en posición de garante
por hecho propio), y 23 de marzo de 1999, Rol X o 2.133-98 (Caso del Alcal-
de de Salamanca).
Esquema Xo 27
cia de una legítima defensa, si el defensor lesiona el bien jurídico del agresor,
la lesión a tal bien no puede ser encubierta ni eliminada; existe. A lo más,
podrá decirse que es justificada.
3.1. Concepto
su encuentran legislados expresamente, como es el cas< >, clásico va, del estado
de necesidad exculpante (o exculpa!>ilizante, con más rigor). Posteriormente,
se abrió paso a la construcción y reconocimiento de la existencia de causales
de inexigibilidad supralegales, lo que condujo a excesos v a situaciones de
inseguridad jurídica. Actualmente, predomina el apego al principio de lega-
lidad, en el sentido de que las causales de inexigibilidad deben estar expresa-
mente consagradas por el legislador, por cuanto la voluntad de perdonar le
corresponde exclusivamente a éste (es un acto de voluntad soberana).
Obediencia debida
Esquema Xo 2S
VIVÍAN R. BULLEMORE G . - IOHÍJ R . M A C K J N N O N R .
144
Se han analizado todos los requisitos necesarios para que una conducta
pueda considerarse c< >mo un delito y ser sancionada con una pena. Xo obs-
tante, debe tenerse presente que existen situaciones excepcionales pre-
vistas por el legislador que pueden determinar que un delito no sea penado.
Así, por una parte, existen circunstancias, basadas en razones de política
criminal, en las que no obstante existir un delito, v el legislador no lo castiga
(las llamadas ''excusas legales absolutorias", de las que el ejemplo clásico
es el artículo 4S(), que no impone pena por los delitos de hurtos, daños o
defraudaciones que cometan ciertos parientes entre sí). Es decir, hay accio-
nes u omisiones típicas, antijurídicas v culpables (delitos) que, a pesar de
ello, no son punibles, porque se verifica una excusa legal absolutoria.
Por otra parte, hay delitos que, no obstante estar completamente verifi-
cados -acciones u omisiones típicas, antijurídicas y culpables- tampoco se
sancionan, pero en este caso por no haberse configurado la condición obje-
tiva de punibilidad (que es prácticamente lo inverso de las excusas legales
absolutorias) establecida por el legislador para punir ese delito (v. gr., la muerte
del suicida en el auxilio al suicidio). Es decir, hay acciones u omisiones típi-
cas, antijurídicas y culpables (delitos) que, a pesar de ello, no son punibles,
porque NO se verifica la condición objetiva de punibilidad contem-
plada en la ley.
M A T E R I A L DE ESTUDIO C O M P L E M E N T A R I O
JURISPRUDENCIA, M O D U L O X O 2
I. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN
/. A T ocionesprevias
bién se castiga, pues, como autor a quien comete el hecho punible a través de
otro (autoría mediata). Además, existe la posibilidad de que varias personas
vinculadas entre sí colaboren en un hecho como autores (coautoría).
Desde otro ángulo de las actuaciones colectivas en materia penal, hay
sujetos que quedan fuera del tipo, o de la descripción típica general o habi-
tual, como es el caso del instigador, el cómplice y el encubridor (este último,
en la casi totalidad de los códigos penales modernos ya no es considerado un
partícipe, por cuanto su actuación es posterior a la ejecución del tipo por
parte del autor). Debe tenerse presente que los requisitos de la instigación,
la complicidad y el encubrimiento, en la línea de pensamiento que estamos
exponiendo, se deducen sólo parcialmente de la correspondiente descrip-
ción típica y, por lo demás, sólo de preceptos complementarios de la Parte
General que se refieren, no obstante, a la tipicidad de diversos delitos de la
Parte Especial de nuestro Código Penal.
La clasificación de las formas de aparición de la intervención en la ac-
ción punible no es un asunto que quede entregado al libre criterio del juez.
Se trata, por el contrario, de la descripción de procesos vitales, cuya califica-
ción jurídica también se halla ampliamente determinada por su sentido lác-
tico o social. Quien mata con sus propias manos a otro es autor de homici-
dio y no cómplice o instigador, aun cuando actúe por indicación del enemi-
go de la víctima, que no desea aparecer ejecutando la acción por sí mismo.
Así las cosas, conceptos como autoría directa, autoría mediata, coautoría,
instigación, complicidad y encubrimiento se hallan determinados pre-
viamente por la naturaleza de las cosas, por lo que también deben mantener
para el Derecho Penal un sentido que equivalga a su sentido natural.
Luego de estas palabras introductorias, estamos en condiciones de plan-
tearnos dos preguntas básicas:
a) ¿Quién es "autor" de una acción típica?, y
b) ¿Cuándo existe la posibilidad de extender la punibilidad a otros com-
portamientos que no consisten precisamente en la realización de la acción
típica?
Para poder responder adecuadamente estas preguntas, estudiaremos se-
paradamente la autoría y la participación criminal.
2. ha autoría
derarse autor a todo el que ha colocado una condición para la causación del
resultado típico. Se fundamenta en la teoría de la equivalencia de las condicio-
nes. En consecuencia, un autor ha señalado certeramente que "la teoría sub-
jetiva parte de la imposibilidad de una diferenciación exterior del papel del
autor y de los partícipes, dado que todas las condiciones del resultado tienen
idéntica significación como respecto a la causalidad del mismo". Por lo mis-
mo, el único modo de distinguir unos de otros reside en la consideración de
la actitud subjetiva de cada uno de los que toman parte respecto del resul-
tado o de la realización del tipo. Así, autor es el que obra con animus attctoris
y partícipe el que lo hace como animus socii.
Las críticas apuntan a la vaguedad de los términos v al hecho de que,
como señala Cury, la sola actitud interior del autor no debería ser suficiente
para reemplazar la realización de una acción ejecutiva de un delito. Asimis-
mo, la circunstancia de que la opinión de autor pueda convertir su hecho en
realización de la acción típica, o lo que es lo mismo, que cualquier acción
pueda ser acción de homicidio o hurto, etc., extiende el concepto de autor
hasta un punto que afecta la función de garantía de la ley penal". Más claro
aún es Cury en lo que sigue: "Posiblemente, lo más grave de todo es que el
criterio... rompe por completo los límites impuestos por el tipo legal. L1 que
tiene interés en el resultado será calificado como autor aunque no haya eje-
cutado parte alguna del hecho descrito por la figura delictiva correspon-
diente v aunque no disponga de control alguno sobre la conducta de quien
efectivamente lo realizó". Una consecuencia así difícilmente puede justifi-
carse mediante referencia a una voluntad de autor que, aun cuando exista,
no se ha exteriorizado en absoluto.
Autores
Coautores
Esquema Xo 29
C U RÍO DE D E R E C H O PENAL. T E O R Í A DEL DELITO
163
lidad, sin dominio del tercero, solo habrá instigación. En caso de ínstrumen-
t< > que obra en error de prohibición inevitable, "la solución es la misma,
pues le ha faltado a aquél la capacidad para obrar de otra manera, mientras el
autor mediato es tal precisamente porque se ha servido de esa incapacidad
del instrumento, similar en sus efectos a la incapacidad de culpabilidad". Si
el error de prohibición es evitable puede darse también autoría mediata, y al
respecto, si caben dudas, basta mencionar que también es posible la autoría
mediata en el caso de un obrar en un aparato organizado de poder, que
veremos inmediatamente, es decir, sin faltar la conciencia de la ilicitud.
d) Instrumento no calificado en los delitos especiales y el que obra
sin elemento subjetivo de la autoría.
e) Instrumento que no obra típicamente (a propósito de la necesidad
de punir la instigación al suicidio) En España no hay problemas para consi-
derar esta posibilidad, al estar penada la inducción al suicidio en el artículo
143 del Código Penal. (Artículo 143 1. "El que induzca al suicidio de otro
será castigado con la pena de prisión de cuatro a ocho años".)
Entre nosotros, el asunto es distinto, por la redacción de nuestro texto
legal (artículo 393. "El que con conocimiento de causa prestare auxilio a
otro para que se suicide, sufrirá la pena de presidio menor en sus grados
medio a máximo, si se efectúa la muerte"), por lo que, a lo menos en esta
materia, al no contemplarse dicha hipótesis en el texto correspondiente, que
sanciona sólo el auxilio al suicidio, no cabe la aplicación de esta solución.
f) Instrumento que obra de acuerdo a Derecho. El caso que propo-
ne ejemplarmente Bacigalupo es el de la estafa procesal, en el que el juez,
engañado por la parte que hace valer documentos falsos, es determinado a
una decisión perjudicial a la otra parte.
g) Instrumento que obra dentro de un aparato de poder. Se da el
caso cuando el sujeto, que forma parte de una organización de poder, es un
intermediario (destinatario de la orden) en la ejecución de una decisión de-
lictiva determinada. Aquí se trata tanto del caso de las organizaciones den-
tro del aparato del Estado, como de las organizaciones criminales altamente
formalizadas. La característica más sobresaliente es la "fungibilidad" del eje-
cutor, que no cabe duda, es un autor inmediato. Aceptan este punto de vista
Bacigalupo, Roxin, Stratenwerth, Samson y Schmidháuser, y lo recha-
zan, propugnando la aplicación, a estas hipótesis, de las reglas de la coautoría,
Jescheck y Jakobs. La verdad es que el criterio para distinguir la autoría
mediata de la coautoría es más bien sencillo, y consiste en la "verticalidad"
en los supuestos de autoría mediata, y la "horizontalidad" en los supuestos
de coautoría, lo que nos lleva a rechazar la postura de los dos últimos auto-
res mencionados.
CI'RSO DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO 180
cambio, si el sujeto no comete un delito (obra sin dolo, amparado por una
causal de justificación que sólo lo beneficia a él, o es inimputable o actúa sin
conciencia de la ilicitud o amparado por una causal de inexigibilidad de la
conducta conforme a Derecho), sólo existirá un autor mediato y el que eje-
cutó el hecho será calificado como un "mero instrumento". En la jurispru-
dencia comparada se han dado casos de gran importancia reconociendo la
concurrencia de un autor mediato con un autor directo, como el caso
Eichmann, en Israel, y el de los "disparos a través del muro", en Alemania.
Con respecto a la relación entre autoría mediata e instigación, entre no-
sotros, para Vivían Bullemore el instigador puede caber dentro de la catego-
ría de autor mediato, en tanto revela poseer un dominio de la voluntad del
instigado, tema que analizaremos al referirnos específicamente al caso de la
instigación, la que, respetando todavía la tradicional sistemática, hemos in-
cluido dentro de los casos de participación criminal. En cambio, para John
MacKjnnon (En "Autoría y participación y el delito de receptación", Edito-
rial LexisNexis Chile, 2004), el instigador, como partícipe, al no inducir "di-
rectamente" —e interpretando la expresión legal del artículo 15 N° 2 como
dominio del hecho—, y precisamente al definirse la instigación como mera
participación, sin tener dominio del hecho, no puede ser incluido en tal
categoría; si tuviera dominio del hecho sería autor mediato, y no instigador.
En la autoría mediata, el sujeto se vale de la conducta de otro para come-
ter un delito. Este "otro" puede o no ser considerado, a su vez, como autor
directo del delito de que se trate, dependiendo de si ha cometido o no, a su
vez, un delito, esto es, una acción u omisión típica, antijurídica y culpable.
Puede ocurrir que el sujeto del cual se vale el autor mediato no cometa
delito alguno, sea por ausencia de requisitos de tipicidad, por existencia de
una causal de justificación o por alguna causal de exculpabilidad. En todos
estos casos, nos encontramos sólo frente a un autor mediato y a un mero
instrumento (desde que no se le puede considerar "autor" al no existir delito
al cual referir una tal autoría).
Dentro de las diversas hipótesis que pueden determinar la inexistencia
de un delito, conviene destacar lo que se refiere al error de tipo y de prohi-
bición, dado que los efectos de ellos dependen de si son inevitables o no. En
efecto, uno de los casos de autoría mediata más interesantes es el del aprove-
chamiento del error de otro, sea un error de tipo o un error de prohibición.
En tal caso, si se obra en un error de tipo inevitable, existirá un autor media-
to y un autor material inocente en tanto actuó sin dolo ni culpa; si es evita-
ble, existirá un autor mediato y uno material culposo. Si el error de prohibi-
ción es inevitable, tendremos un autor mediato y un autor material no cul-
pable (no tiene conciencia de la ilicitud); si es evitable, entonces habrá un
C U R S O DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO
1(>7
2.2.3. La coautoría
que cada uno de los coautores tiene en sus manos el dominio del hecho a
través de un parte que le corresponde en la división del trabajo (de modo
que si no cumple con su parte, el hecho no se verificaría). Suele exigirse
también la existencia de un "plan común". Existe cierta dificultad para dis-
tinguir cuándo la división de trabajo corresponde a una coautoría y cuándo
a un caso de complicidad. Señala Bacigalupo que "el criterio correcto de
distinción debe establecer si la división de tareas acordadas importa o no
subordinación de unos respecto de otros. Para la existencia de coautoría es
necesario que no haya subordinación a la voluntad de uno o varios que
mantengan en sus manos la decisión sobre la consumación del delito". No-
sotros no acertamos a comprender por qué Bacigalupo se ha apartado aquí
del criterio del codominio del hecho; nos parece que la distinción puede
hacerse objetivamente sobre esa base: si la actividad de Andrés es un caso de
coautoría, lo será porque sin ella el hecho no se hubiera verificado (Bernar-
do no hubiese podido matar a Carlos si Andrés no hubiese atraído a Carlos
hasta el lugar solitario en que Bernardo lo esperaba; o, a lo menos, la verih-
cación del hecho se dificulta notablemente). Es a esto a lo que se refiere el
punto siguiente v que distingue claramente entre coautor y cómplice.
b) La coautoría requiere un aporte objetivo para la verificación del he-
cho de parte del coautor. Bacigalupo señala que "sólo mediante este apor-
te objetivo puede determinarse si el partícipe tuvo o no el dominio del he-
cho v en consecuencia si es o no coautor. El aporte objetivo que determina
la existencia de un codominio del hecho puede resumirse en una fórmula de
utilización práctica: habrá codominio del hecho cada vez que el partícipe
hava aportado una contribución al hecho total, en el estadio de la ejecución,
de tal naturaleza que sin esa contribución el hecho no hubiera podido
cometerse1". Para determinar esta situación, puede recurrirse al método de la
supresión mental hipotética (condictw sitie qua non), aunque "es preciso tener
en cuenta que no debe requerirse una necesidad absoluta, sino que es suh-
ciente con que el aporte sea 'difícilmente reemplazable' en las circunstancias
concretas de la ejecución".
Finalmente, la coautoría sucesiva corresponde al caso consistente en
que alguien participe codominando el hecho en un delito que ya ha comen-
zado a ejecutarse. Por su parte, la autoría concomitante es el obrar conjun-
to de varios sin acuerdo recíproco en la producción de un resultado.
Welzel señala dos elementos de la coautoría: la decisión común del
hecho y la ejecución común del mismo.
Sin perjuicio de lo dicho hasta aquí, en nuestro ordenamiento jurídico
penal, es importante referirse con cierta exactitud a los requisitos de la
coautoría, considerando la tendencia jurisprudencial reciente de nuestros
C I ' R S O DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO
169
El profesor de Derecho Penal, Sergio Yáñez Pérez, con motivo del cen-
tenario del Código Penal chileno, en las Jornadas celebradas en la Universi-
dad de Valparaíso en el año 1975, analizó el problema de la autoría a la luz
de lo dispuesto en el artículo 15 del Código Penal, demostrando la equivo-
cada opinión de algunos iuspenalistas nacionales que sostenían que el citado
VIVÍAN R. BULLEMORE G . - 1 >HN R . M A C I ^ N N O U R .
En síntesis:
1. Artículo 15 N° 1: Se trata de autores directos (o materiales, ejecutores,
etc.) y de un caso de coautoría.
2. Artículo 15 N° 2: Se trata de autoría mediata (entendida como lis
compulsiva; la fuerza física irresistible, para nosotros sólo origina autoría
directa). Respecto del caso del instigador, para la doctrina, casi unánime-
mente, es un partícipe que debe ser tratado como autor. En ese mismo senti-
do, como ya señalamos más arriba, entre nosotros, para Vivían Bullemore,
además de la autoría mediata cabe considerar en este numerando a la instiga-
ción. Sin embargo, para John MacKannon el artículo 15 X o 2 trata únicamen-
te de casos de autoría mediata al distinguir entre inductor directo (autor
mediato, con dominio del hecho), y el denominado doctrinariamente insti-
gador, partícipe que debe ser reconducido al artículo 16.
3. Artículo 15 N° 3: Se trata de la coautoría, en que cada uno cuenta con
el dominio final del hecho, con dos hipótesis, la facilitación de medios y el
presenciar el hecho sin impedirlo, pudiendo.
3. ha participación
3.1. Concepto
ción mediante acciones neutrales con dolo eventual con base en el "princi-
pio de contranza" (es posible confiar que los demás no obrarán de torma
dolosa), fundamento último acogido en España por Cerezo Mir y Muñoz
Conde. Stratenwerth, en Suiza, recurre al criterio del nesgo permitido,
cuando se crea uno que supera la media autorizada. Resulta interesante el
punto de vista del profesor español Isidoro Cordero Blanco (Límites a la
participación delictiva. Las acciones neutrales y la cooperación en el delito.
Granada, 2001), quien centra la búsqueda de una solución en la imputación
objetiva, señalando que "para determinar si la conducta crea un pelign > pro-
hibido es preciso valorar las circunstancias del caso v, en concreto, se ha de
atender a dos criterios: la previsibilidad objetiva del resultado v que la con-
ducta supere el nesgo permitido".
d) Igualmente, también el hecho de autor tiene que haberse ejecuta-
do dolosamente para que exista participación en él. La instigación o cola-
boración dolosa en el acto culposo de otro es, en realidad, autoría mediata.
<
Instigación
Complicidad
Esquema K° 30
3.4.1. La instigación
Asimismo, para que la instigación sea punible, es necesario, por parte del
autor, que al menos se hava dado el principio de ejecución del hecho. Señala
Welzel que "el hecho tiene que estar perpetrado o por lo menos alcanzar el
grado de tentativa punible".
Debido a que el instigador no es un autor, sino un partícipe, debemos
recordar lo señalado más arriba, en cuanto a que la mayor parte de la doctri-
na considera que la pena del instigador es igualada a la de los autores, indi-
cando que ello explicaría la expresión con que se inicia el artículo 15 del
Código Penal "se consideran".
La verdad es que con tal expresión, en nuestra opinión, tan sólo se ha
querido destacar que la autoría no se restringe sólo a los casos de ejecución
material de la conducta, sino que se extiende también a otras conductas que
son decisivas para su consumación.
De hecho, se sostiene que la autoría mediata estaría consagrada en la
primera parte del 15 X o 2 del Código Penal, cuando se refiere al que fuerza
a otro a cometer un hecho ilícito. Sin embargo, es claro que hay casos de
autoría mediata en que nada tiene que ver la fuerza moral (coacciones o
amenazas), como el del sujeto que es contratado y mata a otro por dinero.
En tal caso, la única forma de considerar al mandante es en su calidad de
autor mediato, y sólo se le podría considerar incluido dentro del concepto
amplio de inducción. Xo cabe duda, al respecto, que es autor mediato el que
induce directamente (con dominio del hecho) a otro. Las dudas y diferen-
cias respecto al instigador (con las consecuencias respecto a su carencia de
dominio del hecho) ya las manifestamos anteriormente.
3.4.2. La complicidad
4. El encubrimiento
4.1. Concepto
"aunque lo haya matado". Pero tal cosa suena a una especie de dolo even-
tual respecto de un resultado que no depende de él: lo único que el encubri-
dor sabe es que el encubierto lesionó, de modo que su conciencia de la
ilicitud consiste sólo en estar encubriendo a alguien que lesionó. Este es el
único conocimiento que tiene, aunque tenga hipótesis acerca de lo que "pudo"
haber sucedido finalmente; si es el único conocimiento auténtico, sólo de él
dependerá la conciencia de la ilicitud de su conducta encubridora y, por
ende, su culpabilidad y la pena a que se hará acreedor. No se le puede endo-
sar el riesgo de una consumación que no depende de él y que escapa al
conocimiento que tiene.
Podría señalarse que, según este criterio, el delito de encubrimiento que-
da vacío en su injusto. Es decir, el grado del injusto del encubrimiento no
está determinado en la ley. Que algo no tenga asignada una pena en forma
directa, no implica que deje de ser injusto; la ley puede diseñar otras mane-
ras de determinar el grado en que una conducta es injusta, fuera de la asigna-
ción directa de una pena a la conducta. El caso del encubrimiento es un
ejemplo de una forma más compleja de determinar el injusto de la conducta
el injusto dependerá directamente de la conciencia del injusto que el encu-
bridor tenga, la que a su vez dependerá de la conciencia del injusto que el
encubridor tenga respecto del delito que encubre. En palabras simples, el
encubrimiento será la penalidad a que estará afecta a la conducta, y la pena-
lidad a que se somete una conducta es el modo como el Derecho determina
el grado de su injusticia. En consecuencia, éste es un caso en que, auténtica-
mente, la pena depende sólo del grado de culpabilidad.
En consecuencia, se discrepa de la posición en el sentido de que el encu-
bridor deba asumir el riesgo de responder por el resultado consumativo del
delito encubierto, porque no lo conoce y no puede encubrir lo que no cono-
ce; porque no depende de él la verificación o no del resultado, lo que lleva a
una especie curiosa del delito calificado por el resultado; y, finalmente, por-
que el encubridor sólo debe responder por el delito que él comete y en
relación al bien jurídico que él lesiona o pone en peligro, esto es, por el
encubrimiento y la administración de justicia, respectivamente.
Los razonamientos expuestos anteriormente han tenido eco en la legis-
lación. En efecto, la Ley N° 19.413, que introdujo modificaciones al Código
Penal, en un artículo único, creó el llamado delito de "receptación", es decir,
le dio el carácter de delito autónomo, para el caso a que se refiere la ley, a
una forma de encubrimiento, señalando lo siguiente:
a) Derogó el inciso final del artículo 454 del Código Penal, que estable-
cía que se castigaría como cómplice del delito de robo o hurto al que comprare
o recibiere la cosa robada o hurtada a cualquier título;
CI'RSO DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO 185
4.2.4. Actuación según los casos señalados en el artículo 17 del Código Penal
<
El favorecimiento (Art. 17 \TOs. 2, 3 y 4)
Real (N° 2)
Personal
Ocasional (N° 3)
Habitual (N° 4)
Esquema Xa 31
4.3.1. El aprovechamiento
4.3.2. El favorecimiento
1. Introducción
Para los fines de este capítulo, podemos afirmar que el delito consuma-
do es la realización completa del hecho típico descrito por la ley; en cambio,
el delito tentativo o tentado es la realización incompleta de él.
Teorías Objetivas
Parte de la misma idea. Acto ejecutivo es el que realiza parte del hecho
típico, pero escapando ahora de los rígidos parámetros del mero verbo rec-
tor, complementándolo con criterios materiales. Así, Frank sostiene que
son actos de ejecución todos aquellos que guardan una necesaria conexion
con la acción típica misma, de modo tal que, en una concepción natural,
puedan considerarse parte de ella. 1 al conexión estará representada por el
peligro efectivamente corrido por el bien jurídico con la conducta. Si ha
habido peligro, entonces el acto es ejecutivo; si no ha existido tal peligro,
será sólo preparatorio. Así, el criterio complementario del verbo rector sera
el peligro: lo peligroso es tal porque es ejecutivo, y lo ejecutivo es tal porque
es peligroso. Por cierto, se expanden los límites del tipo penal a niveles in-
convenientes v tiende a contundir la e,ecutividad de los actos con la idonei-
dad o aptitud causal de los mismos, que son cosas diversas. Tampoco otrece
un criterio seguro acerca del momento a partir del cual puede estimarse que
exista, efectivamente, peligro para el bien jurídico.
dos sirven tanto para actos delictivos como para actos lícitos. En consecuen-
cia, define la tentativa como "la realización de un acto idóneo unívoco (o no
equívoco, si se prefiere)". Por su parte, los actos unívocos son aquellos que
sólo pueden entenderse dirigidos a la perpetración de un delito. Estos actos
unívocos corresponden, por ende, a actos de ejecución. En síntesis, se dis-
tingue los actos ejecutivos de los preparatorios atendiendo a la univocidad o
equivocidad de ellos. La critica fundamental es obvia: los actos objetivamente
unívocos son poquísimos o, quizá, imposibles de encontrar. Posteriormente,
Carrara efectuó una segunda formulación de su teoría, que se conoce como
teorías materiales. En este caso, se recurre a elementos o criterios materiales,
no como complemento del tipo, sino como criterios exclusivos. Se prescin-
de del tipo penal. Tales criterios son los del peligro del bien jurídico, el del
comienzo de su lesión efectiva o la idoneidad del acto para crear el peligro o
para lesionar. Importa una innegable ruptura del principio de legalidad.
Para esta teoría, como lo indica su nombre, habrá tentativa desde el mo-
mento en que el actor, con la voluntad de cometer el delito, da el "paso deci-
sivo", el "último paso", después del cual no hay posibilidad de retractación.
Hoy en día han surgido puntos de vista que se pueden considerar inter-
medios entre las teorías objetivas y las teorías subjetivas. Como vimos, la
mayor dificultad de las teorías objetivas es que no pueden separarse del plan-
teamiento inicial de que la tentativa punible es la tentativa peligrosa (idó-
nea), dejando de lado la punibilidad de las tentativas inidóneas. Con respec-
to a las teorías subjetivas, se dificulta la delimitación para distinguir entre
tentativas punibles, al margen de la voluntad del sujeto. Hoy en día la solu-
ción viene desde el punto de vista del concepto personal del ilícito, al consi-
derar tanto el desvalor de acción como el desvalor de resultado - d e una
forma muy similar a la teoría subjetiva limitada, como la expone Welzel-.
Entre estas teorías rmxtas suele considerarse la teoría de la impresión (Horn,
von Bar), que considera como fundamento de la punibilidad en la tentativa
la activación de la voluntad delictiva, aunque depende finalmente de la im-
presión que el hecho causa en la comunidad, dominante en Alemania con
seguidores como Jescheck, Rudolphi y Schünemann.
4.1.1. La proposición
4.1.2. La conspiración
5. La tentativa
5.1. Introducción
Las penas previstas en la parte especial del Código Penal para cada uno
de los delitos presupone la consumación del delito descrito en cada tipo
penal, pues entiende que concurren todos los elementos del tipo objetivo en
la realización del ilícito.
Debido a la influencia de la tradición española, nuestro Código Penal
distingue entre tentativa y frustración. Sin embargo, en realidad, esta última
es una especie de tentativa, con la particularidad de haber alcanzado un
mayor grado de desarrollo. Por ello nosotros preferimos hablar de dos es-
pecies de tentativa: la acabada (delito frustrado) y la inacabada (simple ten-
tativa)
194 V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - J O H N R . M A C K I N N O N R.
5.2. Concepto
"La tentativa estará libre de toda pena, cuando el actuar hasta la consuma-
ción no hubiese sido impedido por obstáculos exteriores, por impotencia o
por accidente".
Antes del desarrollo de los puntos de vista señalados en el párrafo ante-
rior, las concepciones meramente objetivistas de la tentativa impedían todo
intento de concebir una punición de aquellas que aparecían, desde un punto
de vista expost, como carentes de peligro objetivo. Sin embargo, y desde
entonces, se ha producido una intensa discusión en la doctrina, dividida
en concepciones subjetivas y objetivas de la tentativa, en que las primeras
aceptaban la punición de la tentativa inidónea, pero tropezaban con diti-
cultades parta limitarla ante las tentativas irreales, y las segundas negaban
toda sanción. Hoy en día son mayoritarias las tendencias mixtas, que acep-
tan la punición de la tentativa inidónea, pero requieren un peligro para el
bien jurídico, aunque sólo aparente, y desde un punto de vista de un ob-
servador imparcial ex ante. Considerando la evolución de la teoría del deli-
to durante el siglo XX, es pertinente recordar lo señalado en los capítulos
introductorios acerca de los conceptos causal y personal del ilícito. De
acuerdo a este último, que considera tanto elementos objetivos como sub-
jetivos, no habría razón para descartar la punibilidad de la tentativa inidó-
nea.
La verdad es que incluso la misma expresión que se utiliza para identiti-
car la problemática ("Inidoneidad") tiende a producir confusiones, pues
lo que sanciona no es una tentativa inidónea (todas las tentativas, por defi-
nición, si no llegaron a consumarse, son inidóneas por alguna causa o razón)
sino aquellas extenonzaciones de conductas hostiles al Derecho que, por
razones político criminales, han de sancionarse, no obstante su falta de con-
sumación porque el medio utilizado no es idóneo, o porque el objeto hacia
el que dirige su acción el sujeto activo no es el idóneo (esto es más discutido
por la doctrina, al poder encuadrarse dichas conductas en la teoría del error),
o la persona del autor no es idónea (aquí se soluciona el problema mediante
las teorías de la autoría y la participación en relación con los delitos especia-
les). La problemática entonces no radica en señalar cuándo una tentativa es
idónea o inidónea, sino cuándo una tentativa que aparece expost como ca-
rente de peligrosidad objetiva es punible.
Finalmente, no podemos dejar de hacer mención, para distinguirlos de
la tentativa inidónea, a los delitos putativos, como el llamado error de prohi-
bición al revés, al creer ilícita una conducta cuando es lícita, ni tampoco el
error de tipo al revés (por ejemplo, cuando el sujeto activo cree ajena una
cosa que pretende hurtar, y que es propia); en estos casos no estamos en
presencia de una tentativa inidónea.
VIVÍAN R. BULLEMORE G . - JOHN R . M A C K I N N O N R .
198
6. El delito frustrado
El artículo 7 o del Código Penal, en su inciso 2o, señala que "hay crimen
o simple delito frustrado cuando el delincuente pone de su parte todo lo
necesario para que el crimen o simple delito se consume y esto no se verifica
por causas independientes de su voluntad". En realidad, y para la doctrina,
esta definición corresponde a la llamada "tentativa acabada".
Parece evidente que desde el punto de vista subjetivo debe existir dolo
directo. Desde el punto de vista objetivo importa un grado mucho más cer-
cano a la consumación que la mera tentativa. La diferencia con esta última
podría resumirse en que en la frustración el curso causal se encuentra tan
avanzado que de no mediar una especial acción de evitación por parte de un
tercero, lo normal y razonable es que el delito se consume. Su no consuma-
ción podrá deberse a un evento inesperado o a una decidida actuación de
evitación del tercero. En la tentativa, en cambio, el curso causal se ha inicia-
do, pero se encuentra aún incompleto, a tal punto que si el agente no conti-
núa impulsándolo, es imposible que el delito se consume.
200 VIVÍAN R. BULLEMORE G . - JOHN R . M A C K I N N O N R.
JURISPRUDENCIA, M O D U L O X O 3
tuvo que interrumpir su actuación, o sea, faltan uno o más actos para si
complemento y esta interrupción se produce por causas ajenas a su volun-
tad. Habiendo faltado en este caso el elemento esencial del tipo de viola-
ción, para completar el hecho, esto es, la penetración vaginal del sexo inva-
sor, el delito sólo quedó en grado de tentativa".
Nota: Es posible sostener que aquí hay una frustración (tentativa acaba-
da), ya que el hecho se encontraba tan avanzado, que de no mediar la espe-
cial acción de evitación por parte de la víctima (el morderle la oreja de su
agresor y gritar) y la aparición de su hermano, lo normal v razonable es
pensar que el delito se habría consumado.
MODULO X O 4
/. Introducción
2. La unidad de delitos
La mayor parte de los tipos que constituyen la base del sistema son figu-
ras simples, esto es, exigen para su configuración la realización de una sola
V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - J O H N R . M A C K I N N O N R.
204
jurídico nuevo que, como tal, subsiste y surte efectos con independencia de
la voluntad del agente, quien carece de la posibilidad de ponerle fin por sí
solo. Un caso característico lo constituye el tipo de la bigamia, contemplado
por el artículo 382 del Código Penal.
c) Los delitos con pluralidad de acciones: También representan un
caso de unidad jurídica de acción, en los que es irrelevante para la valoración
jurídica que la acción se haya ejecutado una o muchas veces (por ejemplo,
falsificación de monedas, del artículo 162 del Código Penal).
d) Los casos de tipicidad reforzada: Son los casos en las que el tipo
contempla varias posibles acciones, de manera que la ejecución de cual-
quiera de ellas lo satisface, pero, al mismo tiempo, le es indiferente que se
realice más de una acción. Un ejemplo de tipicidad reforzada se encuentra
en el artículo 123 del Código Penal, que se refiere a los que incitan a la
sublevación, y otro en el artículo 220 de la Ley de Quiebras X o 18.175.
e) Los delitos habituales: En éstos, la configuración del tipo penal supo-
ne, necesariamente, la ejecución reiterada de acciones determinadas. Por ejem-
plo, el ejercicio ilegal de la profesión de médico, del artículo 313 a X o 3".
2.3.1. Concepto
2.3.2. Teorías
nada de una misma norma de deber. Así, el delito continuado deja de ser
un problema de tipicidad para convertirse en uno de antijuridicidad
material en el que se entenderá que la violación de la norma de deber es
única sólo cuando, conforme a la representación del autor, no era posible
consumarla sino en forma fraccionada.
Para hnalizar esta revisión sobre las teorías acerca del delito continuado,
quizá sea interesante una breve mirada al pensamiento de Novoa, quien es
partidario de una teoría negativa, esto es, que niega la existencia del delito
continuado. En opinión de este autor, en la ley penal chilena sólo hay dos
clases de tipos penales: aquellos en los que cada conducta que encuadre en
ellas constituye un nuevo hecho delictuoso, de tal modo que a la pluralidad
de conductas se les aplicará las reglas del concurso real de delitos o, en cam-
bio, hay otros tipos en los que pluralidad o repetición de los actos descritos
en ellos es legalmente indiferente, y en los que el sentido de la lev indica que
cada acto separado puede ser absorbido en conjunto como una única trans-
gresión penal. Señala que, "en consecuencia, para la ley chilena, el que reali-
za varias acciones distintas que están legalmente tipificadas, comete vanos
delitos, a no ser que el propio dé a entender claramente que la pluralidad de
acciones integra una sola infracción penal".
2. \3. Requisitos
3. La pluralidad de delitos
y. 1.1. Concepto
Tiene lugar cuando hay varios hechos, realizados por una misma perst >-
na, cada uno de ellos constitutivos del delito, no conectados entre sí, y sin
que haya mediado entre ellos una condena. Bacigalupo, citando a Straten-
werth, señala que "la comprobación de esta pluralidad tiene lugar en forma
negativa: habrá pluralidad de acciones si se descarta la unidad de acción".
Inmediatamente, al referirnos a los elementos que conforman este tipo
de concurso, aprovecharemos también para explicar en detalle el concepto.
3.1.2. Elementos
Los elementt »s del concurso real o material de delitos son los siguientes.
a) Unidad de sujeto activo. Una misma persona debe realizar los ver-
bos rectores que configuran los distintos tipos delictivos.
El su|et( > activo puede actuar en diferentes calidades en relación a los
hechos sucesivos: autor o cómplice de ninguna de ellas.
b) Pluralidad de hechos punibles. Este elemento no lo expresa la ley
en el artículo 74, que se refiere a este tipo de concurso, pero se puede dedu-
cir del contenido del artículo 75, que reglamenta la punibilidad del concurso
ideal. Existe cierta similitud con el delito continuado, en el sentido de que
cada hecho sea punible aisladamente.
c) Inexistencia de condena intermedia. Este elemento es fundamen-
tal para establecer el régimen de pena conforme lo dispone el artículo 74 del
Código Penal. Es indispensable que no se haya dictado sentencia, puesto
que si así tuere se estaría violando el principio ne bis in idem. Además, este
elemento diferencia el concurso real de la reincidencia.
d) Ausencia de conexión entre los hechos. Se trata de un elemento
de carácter negativo. La conexión entre los hechos haría desaparecer este
tipo de concurso v la figura jurídica sería la del delito continuado o concurso
ideal, según el caso.
3.1.3. Venalidad
pena mayor, aumentándola en uno, dos o tres grados, según sea el número
de los delitos.
Podrán, con todo, aplicarse las penas en la forma establecida en el ar-
tículo 74 del Código Penal, si, de seguir este procedimiento, haya de corres-
ponder al procesado una pena menor.
Las reglas anteriores se aplicarán también a los casos de reiteración de
una misma falta.
Para los efectos de este artículo se considerarán delitos de una misma
especie aquellos que estén penados en un mismo Título del Código Penal o
ley que los castiga".
El nuevo Código Procesal Penal vino a solucionar problemas que pre-
sentaba el antiguo texto, bajo el imperio del cual podían considerarse delitos
de una misma especie el homicidio y la injuria, por estar en un mismo título
del Código Penal, limitando benignamente, además, la posibilidad de au-
mentar la pena sólo en hasta dos grados, y no tres; asimismo, excluyó de la
posibilidad de acumulación a las faltas, limitándola a los crímenes y sim-
ples delitos. El problema de mayor importancia en esta materia, sin em-
bargo, se refería, debido al texto del antiguo Código de Procedimiento
Penal a qué había de entenderse por delitos de una misma especie. Este
fue parcialmente superado por el Código Procesal Penal, ya que anterior-
mente, y como puede apreciarse del texto antiguo, se consideraba como
tales aquellos que estaban penados en un mismo Título del Código Penal o
ley que los castigaba. Hoy, bajo la vigencia del nuevo Código Procesal Penal,
se atiende al bien jurídico protegido. Pero, aunque este criterio es superior al
anterior, no resuelve todos los problemas, pues, por ejemplo, excluiría la
acumulación en caso de atentados contra la vida independiente (homicidio)
y la vida dependiente (aborto), o la salud individual (mutilaciones y lesio-
nes), aunque a primera vista parecería aceptar la posibilidad de acumulación,
por ser ambos delitos contra la propiedad, del hurto y la estafa, cosa que
debe rechazase.
Para solucionar este problema no hay que olvidar que la norma no es
facultativa, sino que imperativa, en cuanto sea más favorable al reo, y porque
se trata de la aplicación de un principio constitucional. De no ser así, debe
aplicarse, siendo más beneficioso, el artículo 74 del Código Penal. Por ello,
si solamente se aplicara el criterio del bien jurídico en forma restrictiva, el
principio sería, en este caso, una mera ilusión. Debemos, por lo tanto, con-
siderar el texto legal como un punto de partida, que ha de interpretarse en
benehcio del reo. Intentan hacer una distinción, en esta materia, Novoa y
Cury, al tratar de la reincidencia propia, y en base a consideraciones acerca
de la forma que adopta el ataque al bien jurídico protegido; es decir, en base
CI'RSO DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO
213
a la conducta desplegada por el sujeto activo. Este criterio, que parece satis-
factorio para excluir la acumulación jurídica de los hurtos v estafas, entre
otros, en materia de delitos de carácter patrimonial, es insuficiente en otros
casos, como en los delitos contra la vida, tanto dependiente como indepen-
diente, y la salud individual. Así las cosas, nos parece necesario precisar que,
respecto de estos últimos, debe considerarse que se trata de atentados con-
tra un mismo grupo de bienes jurídicos ligados por una relación propia de la
sistematización de los bienes jurídicos, cual es la de ser atentados contra
las condiciones físicas de las personas. En cambio, no es así en los aten-
tados contra las condiciones materiales o ideales de las personas, que se
corresponden con categorías más amplias, en las que sí cabe hacer las distin-
ciones propias de la clase de ataque que vulnera la protección de los diversos
bienes jurídicos.
b) La absorción de la pena (Art. 75 del Código Penal) Se impone única-
mente la pena mayor asignada al delito más grave. Para esto, es necesario
que uno de los delitos aparezca como un medio necesario para la co-
misión de otros. Se trata de lo que algunos autores han denominado como
"concurso ideal impropio", en circunstancias que, en rigor, se trata de un
concurso real de delitos entre los cuales existe una relación de medio a tin.
Ejemplo es el caso de la falsificación de un instrumento público con el fin
de luego utilizarlo para cometer una estafa.
c) La regla especial del artículo 451 del Código Penal. Esta regla se
aplica exclusivamente al concurso real de hurtos. En este caso se toma
como base el importe total de los objetos sustraídos de una misma casa o a
una misma persona, regulándose en conformidad a ese importe la pena, e
imponiéndosela al delincuente en su grado superior. Esta norma se aplica
sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo 447, el que ya considera el au-
mento de un grado tratándose de ciertos hurtos "calificados", en los que
existe un "abuso de confianza" o, mejor, el aprovechamiento de las circunstan-
cias favorables debidas a la relación que se mantiene con la víctima.
3.2.1. Concepto
3.2.2. Requisitos
3.2.3. Penalidad
1.1. Concepto
1.2. Clasificación
MIXTA
Esquema Xo 32
GENÉRICAS
ESPECÍFICAS
Esquema
Esquema Xo 34
Las encontraremos en los X°s. 3, 4, 5 y 10 del artículo 11. Las tres prime-
ras se denominan emocionales o pasionales; la última se rehere a quien obra
"por celo de la justicia".
otra parte, esta ofensa debe ser grave, calificación que hará el juez en el caso
concreto. Finalmente, debe la ofensa dirigirse contra el autor del delito o
cualquiera de las personas a que se refiere el X o 4 del artículo 11.
Además, la vindicación ha de ser próxima, lo que significa que no debe
transcurrir demasiado tiempo entre la ofensa y la conducta vindicativa, con-
siderado racionalmente.
Finalmente, también es éste un caso de exigibilidad disminuida, de modo
que no se requiere que la ofensa exista objetivamente; basta con que exista
para el sujeto. A nuestro juicio, la coherencia impone que las características
de la ofensa tampoco requieran existencia objetiva; por ejemplo, la gravedad
de ella no debe necesariamente ser objetiva, sino que basta con que sea
grave para el sujeto, atendidas las circunstancias personales.
das pudiendo hacerlo y por pura desidia es no sólo antijurídico, sino tam-
bién inmoral. En este sentido, el Derecho privado ha diseñado el sistema del
cumplimiento toreado de las obligaciones para proteger el patrimonio del
acreedor; pero no nos parece adecuado que, en el mismo caso, intervenga
indirectamente el Derecho Penal diciendo: "si no pagas, en la eventualidad
de un proceso criminal, no consideraremos en tu favor la atenuante de irre-
prochable conducta anterior".
b) La segunda razón es más esencial que la anterior. Aceptar la postura
de Novoa implicaría admitir la posibilidad de regular la severidad del trata-
miento penal en razón de la pura moral del procesado. Aquí el Derecho
Penal actuaría, también indirectamente, amenazando a los inmorales con la
imposibilidad, en un futuro eventual, de invocar una atenuante que sí se les
reconocerá a los que actúan con mayor "moralidad" (a lo menos externa).
Parece innecesario insistir en lo inadmisible de esta situación. El Derecho
Penal sólo puede pretender el acatamiento externo a las normas bási-
cas de convivencia social, pero no intervenir en las opciones morales in-
ternas y personales de los sujetos, ni sancionar penalmente las meras
inmoralidades ni marginar a los denominados "inmorales" de la posibilidad
de invocar una atenuante, lo que constituiría una evidente discriminación.
Probablemente, todas las conductas criminales sean, a la vez, inmorales;
pero el progreso del Derecho Penal ha residido, en gran medida, en enten-
der que no necesariamente se da lo inverso, esto es, que todo lo inmoral sea
criminal v merezca ser amenazado, del modo que sea, por el Derecho Penal.
Finalmente, tanto la dogmática como la jurisprudencia coinciden en que
la irreprochable conducta anterior debe juzgarse de acuerdo a las circuns-
tancias personales del sujeto, esto es, al ambiente en que se ha formado, a su
nivel socioeconómico y educacional, a sus condiciones actuales de vida, etc.
En otros términos, es perfectamente posible considerar una especie de
inexigibilidad de conducta anterior irreprochable en ciertos casos extremos.
Debe hacerse presente que esta atenuante resulta de difícil aplicación
práctica. Si se considera improcedente la atenuante por el hecho de existir
un auto de procesamiento en contra del sujeto por otro delito, y la sentencia
condenatoria impone una determinada pena prescindiendo de la atenuante
en comento, en el evento de que en definitiva sea absuelto de aquel otro
delito, habrá sido sancionado con mayor severidad de lo que correspondía.
Si ocurre lo inverso, esto es, si al momento de dictarse sentencia el sujeto no
ha sido condenado ni se encuentra procesado por un delito anterior, de
modo que se le aplica una pena considerando la atenuante, en el evento de
que se descubra la existencia de un delito anterior, evidentemente no pres-
crito v susceptible de originar la responsabilidad penal, es un hecho que el
VIVÍAN R. BULLEMORE G . - JOHN R . M A C K I N N O N R.
224
Esquema Xo 35
Esquema Xo 36
Señala esta disposición que "En los casos en que aparezcan responsa-
bles en un mismo delito individuos mayores de dieciocho años y menores
de esa edad, se aplicará a los mayores la pena que les habría correspondido
sin esta circunstancia, aumentada en un grado, si éstos se hubieren prevalido
de los menores en la perpetración del delito, pudiendo esta circunstancia ser
apreciada en conciencia por el juez".
Es ésta una agravante genérica que puede operar respecto de cualquier he-
cho punible. Su única particularidad reside en que determina un aumento de
la pena más severa que la provocada por las restantes causales de agravación.
La palabra "responsable" debe considerarse en el sentido de tomar parte
en la realización antijurídica, prescindiendo de su imputabilidad, ya que, de
no ser así, sólo sería aplicable en los casos en que el adulto se hubiese prevalido
de sujetos entre 14 y 18 años (según la nueva ley de responsabilidad penal
del adolescente) y de entre 16 y 18 años (según la norma derogada del inciso
I o del artículo 72) que hubiesen actuado con discernimiento.
La causa de agravación surte efectos respecto del mayor que haya inter-
venido en el delito, sea como autor, instigador, cómplice o encubridor.
"Prevalerse" significa "usar de". Se usa al menor para la perpetración del
delito. Es preciso, por supuesto, que el sujeto conozca la minoridad de su
copartícipe y que quiera aprovecharla a fin de facilitar la perpetración del
delito.
El fundamento de esta agravante estriba en la reprochabilidad incre-
mentada del adulto, en cuanto existe una corrupción de menores.
En cuanto a su comunicabilidad, podemos afirmar que ésta no existe:
no se comunica debido a que requiere una característica personal (ser mayor
de 18 años) y una actitud subjetiva especial (prevalerse del menor).
son tales aquellos a que se refiere el Título M U del Libro II del Código
Penal. Sin embargo, estimamos que no debe restringirse sólo a ellos sino que
también es aplicable a otras figuras que, encontrándose en otros títulos, tie-
nen por objeto la protección de la vida e integridad física o psíquica de la
persona, como son los casos del delito de robo con violencia en las perso-
nas, o los delitos de incendio, por ejemplo. En todo caso, respecto del delito
de robo con violencia en las personas, la duda quedó definitivamente despe-
jada con el artículo 456 bis del Código Penal, que consagró la procedencia
de la agravante.
Por "traición" se entiende "el aprovechamiento, para la ejecución del
delito, de la confianza que la víctima o un tercero ha depositado en el hecho,
o que éste se ha granjeado con ese objeto". En este sentido, puede afirmarse
que la alevosía es un auténtico "abuso de confianza".
Por su parte, el "obrar sobre seguro" se refiere más bien a los aspectos
materiales de la conducta. Significa ocultarse u ocultar los medios de comi-
sión, con el objeto de provocar la indefensión de la víctima frente al ataque.
Cuando el estado de indefensión de la víctima es preexistente, podrá existir
alevosía si esa condición fue decisiva para la comisión del delito, y el sujeto
activo se aprovechó de ella. Si la decisión del sujeto activo era actuar aunque
el sujeto pasivo hubiera podido oponer resistencia, la agravante debe ser
descartada.
La causal de agravación en estudio sólo es concebible en hechos
punibles ejecutados con dolo directo; pues no puede imaginarse un pro-
pósito de aprovechar la situación ventajosa en que se encuentra para obte-
ner el resultado en quien no busca la producción de éste, limitándose a acep-
tarla si sobreviene eventualmente.
En opinión de Novoa, el concepto legal de alevosía comprende lo que
Carrara denominaba ocultamiento moral, en que "el enemigo ha escondido
su ánimo hostil, simulando amistad o disimulando la enemistad" (posición), y
ocultamiento material, en que el agresor se esconde para esperar a la víctima y
echársele encima de improviso (acecho); pero, además, incluye todos aquellos
casos en que la acción delictuosa tiene asegurado el resultado de recaer sobre
persona impedida para escapar al ataque o defenderse de él, que es lo que
ocurre en la persona que duerme, o está desmayada, o atada, y también, en
ciertos casos, con la que es acometida en forma inesperada o por la espalda.
En cuanto al fundamento de esta agravante, éste es mixto. Poruña parte,
existe un mayor injusto, a causa del estado de indefensión en que se encuentra
la víctima o el bien jurídico protegido penalmente; por la otra, un reproche
de culpabilidad acentuado, debido a la mayor perversidad moral que implica
el ataque a un indefenso.
234 V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - TOHN R. M A C K J ; J N O N R .
ya que con ello se podría agravar la pena por el mero hecho de que el agresor
porte zapatos voluminosos, o un cinturón con hebilla de las llamadas "va-
queras", o en el caso que una dama agrediera a otra, por el hecho llevar en su
mano una cartera voluminosa y de gran peso, aun cuando no la use para
golpear o herir. Por eso la incluimos dentro de esta clasificación, va que la
agravante, para nosotros, exige la concurrencia del elemento subjetivo.
Por lo tanto, dado su carácter subjetivo, esta agravante no se comunica.
Emplea astucia el que se vale de artimaña o algún medio que usa hábil y
mañosamente para lograr la perpetración del delito y, especialmente, para
engañar a su víctima. Fraude es el engaño de que se vale el delincuente para
preparar o consumar su delito. Disfraz es el artificio que se usa para desfigu-
rar una cosa con el fin preciso de evitar que sea reconocida.
La astucia y el fraude deben ser idóneos para inducir a error a la víctima
y haberlo conseguido efectivamente. Además, debe empleárselos antes de la
consumación, con el objeto de facilitar la ejecución del delito asegurarse la
impunidad ulterior.
El fundamento de esta agravante reside en un incremento de la ilicitud,
dado el estado de indefensión de la víctima.
Esta agravante se comunica a los partícipes en los términos del artículo
64 del Código Penal.
las que, sobre la base de una mínima solidaridad social, deberían constituir
un p o d e r o s o contra-estímulo para delinquir. Lejos de eso, el sujeto se apro-
vecha de la situación.
Esta agravante se comunica a los partícipes, en contormidad al artículo 64.
JURISPRUDENCIA, M Ó D U L O X O 4
• En tercer lugar, controles y exámenes, con el fin que el lector pueda medir los
conocimientos adquiridos en la lectura y estudio del presente volumen del Curso
de Derecho Penal.
ANEXO 1
G U Í A DE MATERIALES DE LECTURA
MÓDULO \ TO 1
MÓDULO X O 2
MÓDULO X O 3
MÓDULO N ° 4
I. Caso práctico
/. Problema previo
Aspectos previos
I. Casos prácticos
Problemas:
a) Si la contagia, ¿puede sostenerse que Pedro actuó dolosamente?
b) ¿Cómo podría calificarse la conducta de Pedro si utiliza preservativos,
sin anunciar que es portador de SIDA, y aún así, contagia a María?
c) ¿Cómo podría calificarse la conducta de Pedro si, anunciando que es
portador de SIDA, utiliza preservativos, y aún así, contagia a María?
Actividad: Reflexione acerca de cada una de las siete interrogantes ex-
puestas. Posteriormente, defienda en no más de veinte líneas cada uno de
los puntos de vista que se indican.
1. Fundamente el punto de vista de defensa posible del conductor, en las
cuatro variantes, y el del portador de SIDA, en las tres variantes, de los casos
arriba señalados, basándose en las posiciones que consideran al dolo sólo
como conocimiento, expuestas en la lectura.
2. Fundamente el punto de vista de la querellante en contra del conduc-
tor, en las cuatro vanantes, v el del portador de SIDA, en las tres variantes,
de los casos arriba señalados, basándose en las posiciones que consideran al
dolo sólo como conocimiento, expuestas en la lectura.
3. Fundamente el punto de vista de defensa posible del conductor, en las
cuatro variantes y el del portador de SIDA, en las tres variantes, de los casos
arriba señalados, basándose en las posiciones que consideran al dolo como
conocimiento y voluntad, expuestas en la lectura.
4. Fundamente el punto de vista de la querellante en contra del conduc-
tor, en las cuatro variantes y el del portador de SIDA, en las tres variantes, de
los casos arriba señalados, basándose en las posiciones que consideran al
dolo como conocimiento y voluntad, expuestas en la lectura.
na; v, en todo caso, cuando el conductor del vehículo contravenga las orde-
nanzas municipales con respecto a la velocidad, o al lado de la calzada que
debe tomar.
Se entiende por cruce el área comprendida por la intersección de dos
calzadas.
Se presumirá la culpabilidad del peatón si el accidente se produjere en
otro sitio de las calzadas.
A los responsables de cuasidelito de homicidio o lesiones ejecutados por
medio de vehículos a tracción mecánica o animal, se los sancionará, además
de las penas indicadas en el artículo 490, con la suspensión del carné, permi-
so o autorización que los habilite para conducir vehículos por un período de
uno a dos años, si el hecho de mediar malicia constituyera un crimen y de
seis meses a un año, si constituyera simple delito. En caso de reincidencia,
podrá condenarse al conductor a inhabilidad perpetua para conducir ve-
hículos a tracción mecánica o animal, cancelándose el carné, permiso o au-
torización.
La circunstancia de huir del lugar donde se hubiere cometido alguno de
los cuasidelitos a que se refiere el inciso quinto de este artículo, constituirá
presunción de culpabilidad.
Art. 493. Las disposiciones del presente párrafo no se aplicarán a los
cuasidelitos especialmente penados en este Código.
Art. 224. Sufrirán las penas de inhabilitación absoluta temporal para
cargos y oficios públicos en cualquiera de sus grados y la de presidio o reclu-
sión menores en sus grados mínimos a medios:
1. Cuando por negligencia o ignorancia inexcusables dictaren sen-
tencia manifiestamente injusta en causa criminal.
Art. 228. El que, desempeñando un empleo público no perteneciente al
orden judicial, dictare a sabiendas providencia o resolución manifiestamen-
te injusta en negocio contencioso-administrativo o meramente administrati-
vo, incurrirá en las penas de suspensión del empleo en su grado medio y
multa de once a quince unidades tributarias mensuales.
Si la resolución o providencia manifiestamente injusta la diere por ne-
gligencia o ignorancia inexcusables, las penas serán suspensión en su
grado mínimo y multa de seis a diez unidades tributarias mensuales.
Art. 229. Sufrirán las penas de suspensión de empleo en su grado medio
y multa de seis a diez unidades tributarias mensuales, los funcionarios a que
se refiere el artículo anterior, que, por malicia o negligencia inexcusables
y faltando a las obligaciones de su oficio, no procedieren a la persecución o
C I ' R S O DE D E R E C H O PENAL. T E O R Í A DEL DELITO 250
nuncio el hecho a un carabinero, que caminaba por las cercanías. (Art. 432,
artículo 446 del Código Penal).
ANEXO 3
mala suerte que uno de los proyectiles lanzados por Pedro dio en su cabeza,
causándole lesiones leves.
Pregunta: ¿Actuó Pedro en legítima defensa? ¿Por qué?
14. Pedro, sabiendo que era portador de VIH (SIDA), tuvo relaciones
sexuales con Eduvigis (sin darle a conocer esta circunstancia), de quien se
había prendado por su inteligencia sobresaliente y extraordinaria belleza.
Pedro, en la esperanza de no contagiar a María, utilizó preservativos, pero
aun así la contagió. Suponga que usted asumirá la representación de la parte
querellante contra Pedro, y que en Chile se encontrara tipificado el delito de
contagio de enfermedades infecciosas, VIH (SIDA), en un mismo tipo pe-
nal junto con las lesiones graves, con pena de presidio mayor en su grado
mínimo.
Pregunta: ¿Qué punto de vista doctrinario distintivo entre el dolo y la
culpa asumiría usted, en la procura de la mayor pena posible para Pedro?
¿Por qué?
278 VIVÍAN R. BULLEMORE G . - IOHN R . MACICINNON R .
20. Pedro, quien odia a Juan, y quiere matarlo, lo cita una fría noche de
invierno para encontrarse en el puente Pío Nono. Aprovechando que no
había otra persona a la vista, Pedro dispara varias veces sobre Juan, para
matarlo. Inmediatamente, Pedro, con el objeto de encubrir el hecho, lanza a
Juan a las aguas del río Mapocho. Sin embargo, ignorándolo Pedro, Juan no
se encontraba muerto al momento de lanzarlo a las aguas, sino que, como se
demostró en la autopsia, falleció producto del golpe contra las piedras del
lecho del río, que llevaba escaso caudal.
CI'RSO DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO 250
21. Andrés y su hijo Juan, con el objeto de abrevar sus animales vacunos,
ingresaron al predio de Pedro, con quien habían tenido frecuentes litigios por
las aguas del abrevadero, sin su permiso. Tras beber los animales, y habiendo
comenzado a retirarse, apareció sorpresivamente Pedro, indignado, quien rea-
lizó, cpn una pistola que portaba, dos disparos al aire. Andrés y Juan, sabedores
que Pedro era campeón nacional de tiro al blanco con pistola, huyeron despavo-
ridos. Andrés, quien atravesó antes que su hijo la cerca divisoria del predio de
Pedro, al volverse a ver qué sucedía, se percató que Pedro estaba apuntando al
pecho de su hijo Juan, quien se encontraba de pie frente a aquél, y desarmado.
En su desesperación, y con ánimo de evitar la muerte de su hijo, Andrés, quien
portaba una escopeta, disparó inmediatamente con ambos cañones a Pedro,
resultando éste gravemente herido, y cayendo al suelo, sin alcanzar a disparar
ni herir a Juan. Andrés se acercó a Pedro, que aún vivía, a pesar de las gravísimas
heridas, y retiró el arma de su mano. Luego, Andrés y Juan huyeron del lugar.
Unas horas después, falleció Pedro, antes de ser encontrado por un familiar.
En las pericias posteriores, se determinó que la pistola de Pedro tenía puesto
el seguro, por lo que no tenía ánimo de disparar sobre Andrés.
Pregunta: ¿Cómo calificaría jurídico-penalmente el hecho de Andrés, al
disparar sobre Pedro?
2 8 2 V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - IOHN R . MACICINNON R .
Caso Xo 1
Preguntas:
1. Enunciado: José, turbado por el ataque, se excedió en la defensa.
Pregunta: Según señala el protesor Terradillos, remitiéndose en los
efectos del exceso intensivo en la defensa, a lo que señalan Roxin y el C o d i -
2 8 4 V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - TOHN R. M A C K J ; J N O N R .
Caso N° 2
ta, y se veían gruesos fajos de billetes en su interior. Pedro, para poder entrar
a robar, pidió a Juan que abriera la ventana, que estaba protegida por un
sistema electrónico de seguridad. Juan, un antiguo ladrón reformado, y ante
la perspectiva del dinero que le prometió Pedro, abrió rápidamente la venta-
na, vulnerando el sistema de seguridad. Acto seguido, Pedro y Diego ingre-
saron al departamento. Marcos, quien estaba abajo, en la calle, habiendo
sido alertado por Pedro del hecho mediante el sistema de comunicaciones
de que disponían, y mientras pasaba un radiopatrulla por la calle, frente al
edificio, distrajo a los policías, señalándoles que había ocurrido un robo a
tres cuadras del lugar. Pedro, en el interior del departamento, sustrajo
25.000.000 de pesos en efectivo y un costoso collar de diamantes de la caja
fuerte, mientras Diego, quien recorría el departamento recogiendo otros
objetos de valor que robar, se encontró sorpresivamente con el dueño de
casa, Martín. Asustado por el encuentro, Diego, alertando a Pedro, corrió
junto con éste hacia la ventana. Los cuatro amigos huyeron del lugar, siendo
detenidos por la policía Juan, Diego y Marcos. Pedro, más rápido, salvó con
el botín. Para evitar ser atrapado no regresó a su casa, y se alojó en una
pensión cercana al mercado, registrándose con el conserje, Adrián, con su
nombre. Esa noche, el conserje, Adrián, viendo televisión, reconoció a Pe-
dro como el ladrón de los 25 millones, pero no dio cuenta a la policía. Al día
siguiente, temprano, Pedro abandonó la pensión, y fue atrapado por la poli-
cía mientras desayunaba en un conocido restaurante del mercado.
Preguntas:
1. Pregunta: Comparando el punto de vista expuesto por nosotros y el
punto de vista del profesor Sergio Yáñez, señale qué participación en los
hechos tiene Marcos, especificando en qué texto legal subsume dicha con-
ducta, y por qué.
CI'RSO DE DERECHO PENAL. TEORÍA DEL DELITO 250
Preguntas:
1. Defina el concepto de ilícito penal haciendo un paralelo entre las
concepciones neo-causalistas y finalistas, señalando cuáles son los ele-
mentos del ilícito, cómo están constituidos, cuáles son sus características,
cuáles son sus relaciones, y qué función cumplen en la teoría del delito.
3. Pregunta de conocimientos:
Señale en qué consiste el concurso aparente de leyes penales, el concur-
so real y el concurso ideal, y en qué se distinguen. Además, señale, definién-
dolos brevemente, cuáles son los cuatro principios básicos del concurso
aparente, dando un ejemplo de texto legal para cada uno de ellos.
2 9 0 VIVÍAN R. BULLEMORE G . - IOHN R . MACICINNON R .
11. Enunciado:
a) (Se reproduce el enunciado de la pregunta anterior) Suponiendo que
la polola de Cárdenas Negrier hubiese ingerido el veneno, y siendo sometida
a tratamiento, el médico, ante el aparente peligro objetivo de la vida para la
madre, decide que se encuentra justificada la interrupción del embarazo.
Posteriormente, tras realizar el aborto, se descubre que no había tal peligro
para la vida de la madre, y que se había incurrido, inadvertidamente, en un
error, debido a la falla inusual e inesperada de un equipo de alta tecnología,
que alteró el resultado de un examen practicado, que detectó un riesgo vital
inexistente; y
b) Suponiendo que el médico tenía como asistente a un segundo médi-
co, Pedro, ex pololo y aún enamorado insanamente de la paciente a la que se
practicó el aborto, y este segundo médico conociera del error del instru-
mental, lo que hacía innecesario el aborto, y dolosamente tuviera el secreto
deseo de terminar con la vida del feto.
Pregunta: ¿Tiene alguna relevancia para la eventual punibilidad de la
conducta de Pedro distinguir entre las distintas teorías del error de prohibi-
ción?
296 VIVÍAN R. BULLEMORE G . - TOHN R . M A C K J ; J N O N R .
El examen contiene tres casos, con dos preguntas cada uno, más una
pregunta de carácter dogmático (7 preguntas en total), cada una valorada
con la puntuación que se señala al final de las mismas, y para el caso de
responderse correctamente. El puntaje total es de 80 puntos. Para la obten-
ción de la nota máxima (7,00) se requieren 70 puntos, y para la obtención de
la nota de aprobación (4,00) se requieren 40 puntos.
Lea atentamente los casos y las preguntas, y reflexione cuidadosamente
antes de contestar.
Usted puede utilizar, teniendo a la vista, y para auxiliarse en la respuesta
de las preguntas de este control, un ejemplar del Código Penal chileno. Uti-
lice para contestar sólo los espacios que se encuentran debidamente delimi-
tados v enmarcados a continuación de cada pregunta; el espacio está calcu-
lado para las respuestas correctas. Dispone de dos horas para contestar.
Caso N° 1
(imanaciones sobre un caso jurisprudencial)
í
Avda. Portugal
Preguntas:
1. Señale a cuál de las cuatro formas de adecuación típica estudiadas
(resultantes de la combinación entre delitos activos u omisivos, y dolosos o
culposos) corresponde la conducta de la Sra. Martínez. Fundamente breve-
mente. (5 puntos)
302 V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - IOHN R . MACICINNON R .
Preguntas:
1. Señale, de acuerdo a la sistemática estudiada de la teoría del delito,
cuál es la problemática fundamental del caso, en qué institución se contem-
pla, y en qué elemento de la teoría del delito. Señale, además, si se cumplen
todos sus requisitos, mencionándolos, y la responsabilidad que le cabría al
capitán Juan Martínez, y a qué título. (15 puntos)
Preguntas:
1. Señale de qué clase es el error de Pedro (detalladamente), en qué ele-
mento de la teoría del delito lo ubica, y cuál es la consecuencia inmediata de
ese error para el reproche en el caso de Pedro. (10 puntos)
250
C I ' R S O DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO
Pregunta dogmática:
1. Si Manuel intenta matar a Jorge apuntándole, jalando del gatillo y, por
consecuencia, disparándole con una pistola que está cargada con balas de
salva, cosa que Manuel ignoraba. ¿Cuál es el fundamento dogmático para
señalar la punibilidad de tal conducta de Manuel? Explíquelo. (10 puntos)
CI-RÁO DE DERECHO PENAL. TEORÍA DEL DELITO
307
10. Pedro, invitado a cenar a la casa de María, socia del estudio jurídico
en que trabajaba, sustrajo un teléfono celular de Juan, cónyuge de María,
ocultándolo en su bolsillo. Juan, advirtiendo el hecho, y sabiendo que Pe-
dro era cleptómano, decidió enfrentarlo, regalándole el teléfono, ante lo
CI'RSO DE DERECHO PENAL. TEORÍA DEL DELITO 250
12. Pedro contrató a Juan para robar un valioso jarrón chino de María, su
suegra. Juan subcontrató a Mario, para efectuar el robo a María, la suegra de
Pedro. Mario pidió que le prestara ayuda a Diego, un conocido delincuente,
con el cual ingresó al domicilio de María, rompiendo una ventana, pero
como no encontraron el jarrón, robaron un cuadro de un pintor famoso.
Luego Diego se ocultó en la casa de su hermana, Juana. Señale cuál es la
pena que corresponde a Diego y a Juana, detallando brevemente el proceso
por el cual la obtuvo. Considere que Mario y Diego realizaban el homicidio
por un encargo remunerado de un coleccionista de joyas antiguas, y que la
ciudad estaba siendo evacuada por una grave inundación que afectaba sus
312 V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - TOHN R . M A C K J ; J N O N R .
calles con 50 cm. de agua. Además, considere que Diego es primo de Pedro
v sobrino de una prima de María.
CI-RÁO DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO
313
+ * -r
5, Analice qué función o funciones cumplen las penas de este fallo. Fun-
damente.
CI'RSO DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO 250
Respuesta:
No, solamente por delito de lesiones graves dolosas, debido a que el tipo
penal del artículo 395 está construido requiriendo dolo directo, al señalarlo
así la expresión "maliciosamente". Esta última significa que el autor persi-
gue el resultado presupuesto por el tipo, como fin de su actuar, cosa que
aquí no sucedió.
14. Pedro, sabiendo que era portador de VIH (SIDA), tuvo relaciones
sexuales con Eduvigis (sin darle a conocer esta circunstancia), de quien se
había prendado por su inteligencia sobresaliente y extraordinaria belleza.
Pedro, en la esperanza de no contagiar a María, utilizó preservativos, pero
aun así la contagió. Suponga que usted asumirá la representación de la parte
querellante contra Pedro, y que en Chile se encontrara tipificado el delito de
contagio de enfermedades infecciosas, VIH (SIDA), en un mismo tipo pe-
nal junto con las lesiones graves, con pena de presidio mayor en su grado
mínimo.
Pregunta: ¿Qué punto de vista doctrinario distintivo entre el dolo y la
culpa asumiría usted, en procura de la mayor pena posible para Pedro? ¿Por
qué?
C I ' R S O D E D E R E C H O P E N A L . T E O R Í A D E L D E L I T O 250
Respuesta:
Debería sostener el punto de vista de las teorías cognitivas del dolo, posi-
bilitando la punición a título de dolo en aquellos casos en que sólo'hubo
cognición, o representación, de la posibilidad o probabilidad de lesión (o ries-
go de lesión) del bien jurídico. Si Pedro se representó el peligro para el bien
jurídico, es indiferente si confía en que no sucederá o se conforma (o deci-
de) con la lesión del bien jurídico. Es punible a título de dolo. Además, cabe
señalar que esto es debido a que el artículo 490 señala una pena del delito
culposo no mayor a presidio menor en su grado medio (hasta dos años), mien-
tras que el supuesto de tipo por contagio de SIDA contemplaría una pena de
presidio mayor en su grado mínimo (cinco años y un día a diez años).
Respuesta:
Xo habiendo una preordenacign dolosa, y habiendo previsto o debien-
do prever que en estado de intoxicación plena cometería la infracción penal,
la conducta de Pedro es punible a título de culpa. La producción impruden-
te del estado de incapacidad ya constituye la acción típica imprudente. Debe
considerarse acto ejecutivo el inicio de la ingestión de alcohol.
Respuesta:
Pedro actuó en legítima defensa propia, del artículo 10 X o 4 del Código
Penal, por cuanto se cumplen los requisitos de la misma, en especial el terce-
ro, que prima en este caso, al no haber provocado el peligro para el bien
jurídico lesionado, habiendo una agresión ilegítima en el escalamiento del
muro, y una proporcionalidad aceptable al ser común la eliminación o ame-
drentamiento de los moradores de una casa por delincuentes que utilizan
armas de fuego.
20. Pedro, quien odia a Juan, y quiere matarlo, lo cita una fría noche de
invierno para encontrarse en el puente Pío Nono. Aprovechando que no
había otra persona a la vista, Pedro dispara varias veces sobre Juan, para
matarlo. Inmediatamente, Pedro, con el objeto de encubrir el hecho, lanza a
Juan a las aguas del río Mapocho. Sin embargo, ignorándolo Pedro, Juan no
se encontraba muerto al momento de lanzarlo a las aguas, sino que, como se
demostró en la autopsia, falleció producto del golpe contra las piedras del
lecho del río, que llevaba escaso caudal.
328 V I V Í A N R . B U L L E M O R E G . - IOHN R . MACICINNON R .
21. Andrés y su hijo Juan, con el objeto de abrevar sus animales vacunos,
ingresaron al predio de Pedro, con quien habían tenido frecuentes litigios
por las aguas del abrevadero, sin su permiso. Tras beber los animales, y ha-
biendo comenzado a retirarse, apareció sorpresivamente Pedro, indignado,
quien realizó, con una pistola que portaba, dos disparos al aire. Andrés y
Juan, sabedores que Pedro era campeón nacional de tiro al blanco con pisto-
la, huyeron despavoridos. Andrés, quien atravesó antes que su hijo la cerca
divisoria del predio de Pedro, al volverse a ver qué sucedía, se percató que
Pedro estaba apuntando al pecho de su hijo Juan, quien se encontraba de pie
frente a aquél, y desarmado. En su desesperación, y con ánimo de evitar la
muerte de su hijo, Andrés, quien portaba una escopeta, disparó inmediata-
mente con ambos cañones a Pedro, resultando éste gravemente herido, y
cayendo al suelo, sin alcanzar a disparar ni herir a Juan. Andrés se acercó a
Pedro, que aún vivía, a pesar de las gravísimas heridas, y retiró el arma de su
mano. Luego, Andrés y Juan huyeron del lugar. Unas horas después, falleció
Pedro, antes de ser encontrado por un familiar. En las pericias posteriores,
se determinó que la pistola de Pedro tenía puesto el seguro, por lo que no
tenía ánimo de disparar sobre Andrés.
Pregunta: ¿Cómo calificaría jurídico-penalmente el hecho de Andrés, al
disparar sobre Pedro?
Respuesta:
Si bien Andrés actuó con ánimo de defensa, al no cumplirse los presu-
puestos objetivos de la causal de justificación, al no haber una agresión ilegí-
CI'RSO DE D E R E C H O PENAL. TEORÍA DEL DELITO
250
tima que pusiera en peligro el bien jurídico vida (de Juan), Andrés realizó un
ilícito, en error de prohibición. Debemos agregar que si bien realizó un ilíci-
to, éste es exculpable por la inevitabilidad del error.
había tal peligro para la vida de la madre, y que se había incurrido, inadver-
tidamente, en un error, debido a la falla inusual e inesperada de un equipo de
alta tecnología, que alteró el resultado de un examen practicado, que detectó
un riesgo vital inexistente, y
b) Suponiendo que el médico tenía como asistente un segundo médico,
Pedro, ex pololo y aún enamorado insanamente de la paciente a la que se
practicó el aborto, y este segundo médico conociera del error del instru-
mental, lo que hacía innecesario el aborto, y dolosamente tuviera el secreto
deseo de terminar con la vida del feto.
Pregunta: ¿Tiene alguna relevancia para la eventual punibilidad de la
conducta de Pedro distinguir entre las distintas teorías del error de prohibi-
ción?
Respuesta: Para las teorías del dolo no habría punibilidad porque el
error del médico elimina la culpabilidad, por la calidad accesoria del partíci-
pe. En cambio, para las teorías de la culpabilidad, habría que distinguir entre
sus dos vertientes. Tratándose de su teoría estricta, se mantiene la tipicidad
dolosa de la conducta del médico, y solamente se excluye la conciencia de la
ilicitud por el error en que incurrió, cuyo no es el caso de Pedro; tratándose
de su teoría limitada, por aplicación de las reglas del error de tipo al error de
prohibición indirecto, se excluve la punibilidad de ambos.
BIBLIOGRAFÍA X .ACION'AL
BIBLIOGRAFÍA EXTRANJERA