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Introducción:
Las elecciones estuvieron muy influidas por el debate que durante todo el
primer gobierno de Rosas fue delineando las posiciones enfrentadas: asumió la
forma de una disputa argumentativa mucho más densa y sustancial que en
años anteriores. En estas elecciones parecían jugarse opciones que iban más
allá de una competencia entre notables. Los comicios finalmente se realizaron
en un ambiente de suma agitación. El triunfo obtenido por los llamados
oficialistas o federales liberales provocó de inmediato la crítica de los
autodenominados federales netos, leales a Rosas en un clima de creciente
tensión.
El resultado de estas elecciones fue la consolidación de una imagen ya
prefigurada entre los netos: la amenaza que representaba la dinámica
competitiva adquirida por los procesos electorales (la inestabilidad
permanente). Rosas buscaba garantizar la elección a través de una lista única
que eliminara la competencia. El clima de tensión y agitación creció desde
finales de 1833. El gobernador Balcarce —que había sido nombrado al rechazar
Rosas la designación— fue destituido por la fuerza, nombrándose en su
remplazo al general Viamonte. Los llamados restauradores, leales a Rosas, no
cesaron de cometer actos terroristas que obligaron a varios federales
doctrinarios a optar por el camino ya transitado por muchos unitarios: el
destierro. En junio de 1834 el gobernador fue presionado a renunciar,
designando la Sala nuevamente a Rosas como titular del poder ejecutivo.
Cuatro veces consecutivas el ex gobernador se niega a aceptar el cargo. En las
cuatro oportunidades, la Sala lo designa sin otorgarle las facultades
extraordinarias. Finalmente, luego del interinato ejercido por el doctor Maza y
envueltos en un clima de violencia y agitación —provocado y fomentado por los
federales netos—, en marzo de 1835 se designó a Rosas como gobernador por
cinco años, con la suma del poder público. Antes de aceptar, Rosas decide
someter el asunto a un plebiscito en la ciudad para que ésta se exprese a favor
o en contra del otorgamiento de la suma del poder público y del aumento del
periodo del gobernador de tres a cinco años. El resultado fue 9316 votos a
favor de la nueva ley y sólo cuatro votos en contra.
La unanimidad rosista:
Rosas no deja nunca de celebrar las elecciones anuales para renovar los
miembros de la Sala de Representantes, tal como indicaba la ley de 1821. En
la organización de las elecciones, primero se elaboraba una lista única, el
encargado naturalmente de hacerlo era el mismo gobernador. En general, las
listas de representantes para ciudad y campaña elaboradas por el poder
ejecutivo repetían sistemáticamente los mismos nombres. Como la renovación
era por mitades, los diputados salientes eran reelectos, constituyendo así un
elenco estable de representantes. Una vez confeccionada la lista se procedía a
organizar el acto electoral, sin dejar ningún detalle de lado. El gobernador le
otorgaba gran importancia al ritual electoral.
Todos los detalles de los preparativos de las elecciones indican una fuerte
voluntad por movilizar a votantes reales: las prevenciones a suspender la
elección en caso de lluvia, la preocupación por distribuir en tiempo y forma las
boletas con los candidatos, el control ejercido por el gobernador en las pruebas
de impresión de dichas boletas, la selección de los encargados de
redistribuirlas entre los sufragantes, apuntan todos en el mismo sentido.