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Para otros usos de este término, véase Ilustración (desambiguación).
Índice
1 Definición del término
2 Esquema general e hispánico
2.1 La Ilustración en España
2.2 La Ilustración en Hispanoamérica
3 Contexto histórico
3.1 Introducción
3.2 Siglo XVII: la era de la Razón
3.3 Siglo XVIII: el inicio de las revoluciones
4 Contexto social, difusión y pensamiento
5 Características
6 La filosofía ilustrada
6.1 La política en la Ilustración
6.2 La religión en la Ilustración
6.3 Las artes y las ciencias en la Ilustración
7 Véase también
8 Referencias
9 Bibliografía general
Definición del término
La Ilustración significa el abandono del hombre de una infancia mental de la que él
mismo es culpable. Infancia es la incapacidad de usar la propia razón sin la guía
de otra persona. Esta puericia es culpable cuando su causa no es la falta de
inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena.
Sapere aude «¡Atrévete a saber!» He aquí la divisa de la Ilustración.
Immanuel Kant, ¿Qué es la Ilustración?
La Ilustración (Lumières, en francés; Enlightenment, en inglés; Illuminismo, en
italiano; Aufklärung, en alemán),6 en frase de uno de sus más importantes
representantes, D'Alembert, «lo discutió, analizó y agitó todo, desde las ciencias
profanas a los fundamentos de la revelación, desde la metafísica a las materias del
gusto, desde la música hasta la moral, desde las disputas escolásticas de los
teólogos hasta los objetos del comercio, desde los derechos de los príncipes a los
de los pueblos, desde la ley natural hasta las leyes arbitrarias de las naciones,
en una palabra, desde las cuestiones que más nos atañen a las que nos interesan más
débilmente». Esto mismo nos indica que, más que el contenido mismo de sus
doctrinas, lo original del movimiento fue la forma de pensamiento y valoración.
La Ilustración en Hispanoamérica
A Hispanoamérica llegaron las ideas de la Ilustración a través de la metrópoli.13
Existe, junto al marbete de Ilustración Española, el más general de Ilustración
Hispánica, que abarca tanto el español como el hispanoamericano.14
Contexto histórico
Introducción
El término Ilustración se refiere específicamente a un movimiento intelectual
histórico. Existen precedentes e incluso una propia Ilustración en Inglaterra y
Escocia a finales del siglo XVII, como inmediatamente después en Alemania, si bien
en su vertiente política el movimiento se considera originalmente francés. La
Ilustración francesa tuvo una expresión estética, denominada Neoclasicismo, a
diferencia de la alemana, prototípicamente Gotthold Ephraim Lessing, que se alejaba
por completo de esta, a la que despreciaba. Desde Francia se expandió un tipo de
ilustración sociopolítica por toda Europa y América renovando especialmente los
criterios políticos y sociales. Francia, país eminentemente conservador, quedaba
por principio abocado a la revolución política. La aportación francesa es muy
discutible en el terreno de las Artes y la Literatura. La Estética como disciplina
es una de las grandes invenciones dieciochistas, inglesa (Francis Hutcheson y los
empiristas) y sobre todo alemana (especialmente a partir de Alexander Gottlieb
Baumgarten).16
A lo largo del siglo XVI y siglo XVII, Europa se encontraba envuelta en guerras de
religión. Cuando la situación política se estabilizó tras la Paz de Westfalia
(acuerdo entre católicos y protestantes, 1648) y el final de la guerra civil en
Inglaterra, existía un ambiente de agitación que tendía a centrar las nociones de
fe y misticismo en las revelaciones "divinas", captadas de forma individual como la
fuente principal de conocimiento y sabiduría. En lugar de esto, la Era de la Razón
trató entonces de establecer una filosofía basada en el axioma y el absolutismo
como bases para el conocimiento y la estabilidad.
Este objetivo de la Era de la Razón, que estaba construido sobre axiomas, alcanzó
su madurez con la Ética de Baruch Spinoza, que exponía una visión panteísta del
universo donde Dios y la Naturaleza eran uno, en la línea de la expresión bíblica:
'En Él vivimos, nos movemos y existimos'. Esta idea se convirtió en el fundamento
para la Ilustración, desde Isaac Newton hasta Thomas Jefferson.
La Ilustración estaba influida en muchos sentidos por las ideas de Blaise Pascal,
Gottfried Leibniz, Galileo Galilei y otros filósofos del período anterior. El
pensamiento europeo atravesaba por una ola de cambios, ejemplificados por la
filosofía natural de Sir Isaac Newton, un matemático y físico brillante. Las ideas
de Newton, que combinaban su habilidad de fusionar las pruebas axiomáticas con las
observaciones físicas en sistemas coherentes de predicciones verificables,
proporcionaron el sentido de la mayor parte de lo que sobrevendría en el siglo
posterior tras la publicación de sus Philosophiae Naturalis Principia Mathematica.
Pero Newton no estaba solo en su revolución sistemática pensadora, sino que era
simplemente el más famoso y visible de sus ejemplos. Las ideas de leyes uniformes
para los fenómenos naturales se reflejaron en una mayor sistematización de una
variedad de estudios.
Si el período anterior fue la era del razonamiento sobre los principios básicos, la
Ilustración se dedicó a buscar la mente de Dios mediante el estudio de la creación
y por la deducción de las verdades básicas del mundo. Esta visión de algún modo
puede haber llegado hasta nuestros días, en los que la creencia de los individuos
en las verdades es más provisional, pero en aquel momento, la verdad era una noción
poderosa, que contenía las nociones básicas sobre la fuente de la legitimidad de
las cosas.
El siglo XVIII vio también el continuo auge de las ideas empíricas en la filosofía,
ideas que eran aplicadas a la política económica, al gobierno y a ciencias como la
física, la química y la biología.
-También sé, dijo Cándido, que tenemos que cultivar nuestro jardín.»
— Voltaire, Cándido
Los medios de que se valió el movimiento para su difusión fueron múltiples (entre
otros, las sociedades secretas, como la masonería), pero, en primer lugar, hay que
señalar las sociedades de pensamiento, específicas de la época, como los Amigos del
país en España, o conocidas ya antes, pero potenciadas ahora, como las academias y
los salones (estos en muchas ocasiones, regidos por «femmes de lettres», como el
influyente salón de los que Napoleón llamó "ideólogos" o Sociedad de Auteuil).
Otros vehículos de enorme importancia fueron la prensa periódica y la
internacionalización de las ediciones. Por otra parte, la independencia económica
del profesional de las letras, antes sujeto al mecenazgo, dio mayor autonomía a su
pensamiento.
Aunque existieron diversas tendencias entre los ilustrados (que, a veces, dieron
lugar a largas polémicas entre ellos —por ejemplo, en torno a problemas de la
propiedad, que enfrentó a fisiócratas y utópicos— y a enemistades duraderas, como
la de Diderot-Rousseau), reconocieron también una línea maestra común, que los hizo
solidarios en su lucha. Su arma es la razón, desprovista de contenido
preestablecido y convertida en un seguro instrumento de búsqueda, cuyo poder no
consiste en poseer, sino en adquirir (libido sciendi). Con ella luchan contra la
superstición las formas religiosas tradicionales y reveladas (llegando al deísmo o
al ateísmo), al argumento de autoridad y las estructuras políticas y sociales
anquilosadas, intentando eliminar cualquier elemento de misterio, extrañeza o
milagro; es, por lo tanto, una ideología antropocéntrica –Pope diría que «el
estudio propio del género humano es el hombre»–, llena de un optimismo activo
frente al futuro, porque cree en el progreso conseguido a través de la razón, en la
posibilidad de instaurar la felicidad en la Tierra y de mejorar a los hombres, de
por sí buenos (Rousseau). En este sentido es un movimiento entusiasta, basado no en
un frío racionalismo, sino convencido de que la sensibilidad, como aptitud para la
emoción, es una potenciadora de la razón, si viene guiada por la experiencia: «a
medida que el espíritu adquiere más luces, el corazón adquiere más sensibilidad»,
se lee en L'Encyclopédie (artículo “foible”). Al mismo tiempo, la Ilustración,
forma de pensamiento de una economía de intercambio basada en el contrato
comercial, tiene como rasgos distintivos el individualismo, el igualitarismo
formal, el universalismo iusnaturalista, la tolerancia y el postulado de la
libertad.
Características
Antropocentrismo: Hay un nuevo Renacimiento en que todo gira en torno al ser humano
y en particular en torno a su razón material y sensible de forma aún más
pronunciada que en el siglo XVI, aunque el papel que entonces representó Italia lo
desempeña esta vez Francia. La fe se traslada de Dios al hombre: hay confianza y
optimismo en lo que este puede hacer, y se piensa en que el progreso (surge en este
siglo la palabra) humano es continuo e indefinido, (Condorcet escribe su Cuadro de
los progresos del espíritu humano) y los autores modernos son mejores que los
antiguos y los pueden perfeccionar. Se formuló la filosofía del optimismo (Leibniz)
frente al pesimismo característico de la Edad Media y el Barroco. La sociedad se
seculariza y la noción de Dios y la religión empieza a perder, ya definitivamente
(como había empezado a mediados del XVII con la Paz de Westfalia), la importancia
que en todos los órdenes había tenido hasta ahora; se desarrolla una cultura
exclusivamente laica e incluso antirreligiosa y anticlerical. Empiezan a formularse
las expresiones más tolerantes de espiritualidad: nihilismo libertario (Casanova,
Pierre Choderlos de Laclos), Masonería, deísmo (Voltaire), agnosticismo; incluso se
formulan ya claramente las propuestas del ateísmo (Pierre Bayle, Baruch Spinoza,
Paul Henri Dietrich) y el libertinismo, expuesto por algunos personajes de novelas
escandalosas de la época (Marqués de Sade, etc.). La atención a los aspectos más
oscuros del hombre constituye lo que se ha venido a llamar "la cara oscura del
siglo de las luces".
Idealismo: El buen gusto exige rechazar lo vulgar: no se cuenta con los criterios
estéticos del pueblo y la realidad que ofrece la literatura es mejor de lo que la
realidad es, es estilizada, neoclásica. El lenguaje no admite groserías ni
insultos, y busca el purismo, aunque con frecuencia se contagia de galicismos; no
se presentan crímenes ni críticas a un poder que es inmutable (no se trata, por
ejemplo, el tema del tiranicidio en el teatro, ni aparecen mezcladas las clases
populares con las elevadas por decoro, ni temas de mal gusto como el suicidio (que
solo aparecerá en el Romanticismo con el Werther de Goethe), y todo es amable y
elevado. Se excluye lo temporal y lo histórico, cualquier forma de cambio "desde
abajo" de la cosmovisión ilustrada.
La filosofía ilustrada
Immanuel Kant.
La Ilustración se nutrirá filosóficamente de varios movimientos y corrientes del
pensamiento, empezando por el moderno del siglo XVII. Entre ellos, cabe destacar el
Antropocentrismo, el Racionalismo (René Descartes, Blaise Pascal, Nicolas
Malebranche, Baruch Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz), el Empirismo (Francis
Bacon, John Locke y David Hume), el Materialismo (La Mettrie, D'Holbach), el
Hipercriticismo, el Pragmatismo, el Idealismo (George Berkeley e Immanuel Kant) y
el Universalismo. En los campos de la filosofía, metafísica, geometría, astronomía,
astrofísica, geografía, lógica, ética, derecho, estética, deontología, religión,
ciencia, política cabe destacar la obra de Immanuel Kant, que sigue teniendo
sobrada vigencia, en esos temas, hoy en día.
La política en la Ilustración
La religión en la Ilustración
Véase también: Ateísmo en la Ilustración
Al replantearse de un modo hipercrítico todo el conocimiento anterior, la
ilustración mira de una nueva manera la religión e intenta quitarle cualquier resto
de superstición. La Historia de la Iglesia se examina de un modo más crítico, por
ejemplo: el padre Enrique Flórez desmonta así numerosas devociones, tradiciones y
creencias falsas y legendarias en su España sagrada, y el benedictino Benito
Jerónimo Feijoo hace algo muy parecido con lo que llama "errores comunes" con su
Teatro crítico universal. La predicación pedante cuyo propósito directo no es
edificar y corregir al creyente es satirizada así sin piedad por el jesuita español
José Francisco de Isla en su novela satírica Fray Gerundio de Campazas.
Bajo la luz de la razón los seglares realizan también las primeras formulaciones
del deísmo (Voltaire, Volney, Rousseau) y el ateísmo (Diderot, Holbach, La Mettrie)
y se esboza por primera vez un cierto comparatismo en la historia de las religiones
(véase religión comparada), que aparece, por ejemplo, en el relativismo de
Voltaire. El libertinismo (que no cree en los milagros) y el librepensamiento se
extienden. Pero lo fundamental es un laicismo que se va instalando con fuerza cada
vez mayor en los gobiernos de Europa como una consecuencia natural del Tratado de
Westfalia (1648), que consagró el fin del cesaropapismo; los mismos monarcas
católicos empiezan a ver los beneficios económicos que reportan el regalismo y las
desamortizaciones para el estado: se discute el excesivo papel que tenían las
órdenes religiosas en las universidades y su monopolio en la educación general, que
hacía encauzasen los mejores talentos hacia la carrera eclesiástica en vez de a las
ciencias prácticas.
Por otra parte, sociedades secretas como la Francmasonería, los Rosacruz y los
Iluminati identificaban a Dios como un laico arquitecto racional del universo y
condenaban la religión como una superstición vulgar; lo importante para ellos era
construir el templo de la humanidad sobre las bases de la caridad activa y la ética
como categorías superiores a toda religión. La primera gran logia masónica se fundó
en Londres en 1717 y en 1723 James Anderson escribió sus Constituciones o
estatutos. La masonería se propagará por todo el mundo y, por ejemplo, tendrá una
gran importancia en la secesión y constitución de la primera república presidencial
del siglo XVIII: los Estados Unidos, que no reconoce ninguna religión como oficial.
Incluso algunos eclesiásticos y monarcas fueron masones, como Federico el Grande, e
intelectuales como Wieland, Goethe y Lessing, entre muchos otros, fueron masones.
La Enciclopedia significó una ruptura del concepto histórico en favor de una visión
esquematizada. Sin embargo, por otra parte, la historiografía moderna y su
fundamentación epistemológica fue una de las grandes realizaciones ilustradas,
tanto desde el punto de vista del tratamiento del objeto como del método, lo cual
pretendió oscurecer el romanticismo.24
Véase también
Ateísmo en la Ilustración
Deísmo
Encyclopédie
Estado laico
Filantropía
La Ilustración en España
Escuela Universalista Española del siglo XVIII
Ilustración política en Italia
Neoclasicismo
Racionalismo
Sapere aude
Siglo XVIII
República de las Letras
Referencias
Chordá, Frederic; Martín, Teodoro; González, Isabel Rivero (24 de febrero de
2012). Diccionario de términos históricos y afines. Ediciones AKAL. ISBN
9788446030980. Consultado el 23 de febrero de 2018.
Fazio, Mariano (1 de marzo de 2002). Historia de la filosofía III: Filosofía
moderna. Palabra. ISBN 9788482396071. Consultado el 23 de febrero de 2018.
«Influencia filosófica en la insurgencia de 1810 , Jesús Pérez Uruñuela».
Cf. P. Aullón de Haro, La Escuela Universalista Española del siglo XVIII, Madrid,
Sequitur, 2016; A. García Martín, La Ilustración Hispánica, Madrid, AECID, 2018.
Sesboüé, Bernard; Theobald, Christoph (1997). Historia de los dogmas. Secretariado
Trinitario. ISBN 9788488643322. Consultado el 23 de febrero de 2018.
U. Im Hof, La Europa de la Ilustración, Barcelona, Crítica, 1993, cap I.
Cf. Cf. F. Sánchez-Blanco Parody, Europa y el pensamiento español del siglo XVIII,
Madrid, Alianza, 1991.
Joaquín Ocampo Suárez-Valdés: [http://www.cervantesvirtual.com/obra/los-catalanes-
en-espana-y-la-economia-politica-de-la-ilustracion--conquista-pacifica-o-espanas-
vencidas/ Los catalanes en España y la Economía política de la Ilustración:
¿«Conquista pacífica» o Españas vencidas?], Revista de historia moderna nº 29,
2011, pp.185-204. ISSN 0212-5862
J.A. Maravall, Estudios de la historia del pensamiento español (siglo XVIII),
Madrid, Mondadori, 1991.
Cf. F. Sánchez-Blanco Parody, Europa y el pensamiento español del siglo XVIII, ob.
cit.
Cf. P. Aullón de Haro, Los géneros ensayísticos en el siglo XVIII, Madrid, Taurus,
1987.
Cf. P. Aullón de Haro, La Escuela Universalista Española del siglo XVIII, ob. cit.
Cf. D. Soto Arango, La Ilustración en América Colonial. Bibliografía crítica,
Madrid, CSIC, 1995.
Cf. Araceli García Martín (ed.), La Ilustración Hispánica, ob. cit.
Cf. S. Vargas Alquicira, La singularidad novohispana en los jesuitas del siglo
XVIII, México, UNAM, 1989.
Cf. E. Cassirer (1932), La Filosofía de la Ilustración, México, FCE, 1972, 3ª ed.
En Cartas sobre la educación estética del hombre (1795).
Crossman, Richard Howard (1 de enero de 2014). Biografía del Estado moderno. Fondo
de Cultura Económica. ISBN 9786071621405. Consultado el 23 de febrero de 2018.
Cf. E. Cassirer (1932), La Filosofía de la Ilustración, ob. cit.
«Abolitionism - The Abolition of The Slave Trade». Abolitionism (en inglés).
Consultado el 4 de mayo de 2016.
La obra de Beccaria fue traducida al español pocos años después de su publicación:
Tratado de los delitos y de las penas, trad. de D. Juan Antonio de las Casas,
Madrid, por Joaquín Ibarra, 1774. Existen numerosas ediciones modernas: la más
reciente es la preparada por Juan Antonio Delval sobre la versión de J. A. de las
Casas, edición que incluye también el comentario escrito por Voltaire (De los
delitos y de las penas, Madrid, Alianza, 2014, 3ª ed.).
Cf. F. Venturi, “Beccaria, Cesare”, Dizionario biografico degli italiani, vol. 7,
1970, consultable en http://www.treccani.it/enciclopedia/cesare-
beccaria_(Dizionario-Biografico)/
A. Schönberger y H. Soehnner, El rococó y su época. Barcelona: Salvat S. A. -
Alianza Editorial S. A, 1971, p. 11
Cf. E. Cassirer (1932), La Filosofía de la Ilustración, ob. cit.
F. Arato, La storiografia letteraria del Settecento italiano, Pisa, ETS, 2002.
Cf. Puede verse en general F. Lázaro Carreter, Las ideas lingüísticas en España
durante el siglo XVIII, ed. de M. Breva Claramonte, Barcelona, Crítica, 1985;
específicamente para Hervás, Mª. del Carmen Rodríguez de la Mora, Lorenzo Hervás y
Panduro. Su aportación a la filología comparada, Madrid, Partenón, 1971; E.
Coseriu, “Lo que sabemos de Hervás”, Estudios ofrecidos a Emilio Alarcos, Oviedo,
1978, vol. 3, pp. 35-58.
Esta evolución científica fue proseguida por José María Algué y Miguel Saderra
Masó y permanece en nuestro tiempo ya desaparecido el vínculo de esos países
tropicales con la antigua metrópoli.
Bibliografía general
M. Menéndez Pelayo, Historia de las Ideas estéticas en España, Madrid, Imp. de A.
Pérez Dubrull, 1883-1891, 8 vols. (otras ediciones: Historia de las ideas estéticas
en España, ed. de Enrique Sánchez Reyes, Madrid, CSIC, 4ª ed., 1974, 2 vols.;
Santander, Universidad de Cantabria / Real Sociedad Menéndez Pelayo, 2012, 3
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M. Menéndez Pelayo, Estudios y discursos de crítica histórica y literaria, ed. de
E. Sánchez Reyes, Madrid, CSIC, 1941-1942, 7 vols.
J. Sarrailh, La España Ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, trad. de A.
Alatorre, Madrid, FCE, 1957.
E. Bigi (ed.), Critici e storici della letteratura italiana del secondo Settecento,
Milán, Ricciardi, 1960.
V. Palacio Atard, Los españoles de la Ilustración, Madrid, Guadarrama, 1964.
D. Mornet, La pensée française au XVIIIe siècle, París, Armand Colin, 1969.
J.L. Alborg, Historia de la literatura española. III. Siglo XVIII, Madrid, Gredos,
1972.
E. Cassirer (1932), La Filosofía de la Ilustración, México, FCE, 1972, 3ª ed.
G. Rudé, Europa en el siglo XVIII, Madrid, Alianza, 1978.
F. Venturi, Settecento riformatore, Turín, Einaudi, 1984, 5 vols.
M. Sellés, J.L. Peset, y A. Lafuente (coord.), Carlos III y la ciencia de la
Ilustración, Madrid, Alianza, 1988.
F. Sánchez-Blanco Parody, Europa y el pensamiento español del siglo XVIII, Madrid,
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U. Im Hof, La Europa de la Ilustración, Barcelona, Crítica, 1993.
F. Díaz, Europa: de la Ilustración a la Revolución, Madrid, Alianza, 1994.
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y Constitucionales. ISBN 978-84-259-0623-7.
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