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— El discurso fuinebre de Pericles teproducimos a continuacién la oracién funebre de Pevces, quien, de acuerdo a Tucid- des, 1a pronuncié en circunstancias de cumplirse tun afio de la guerra del Peloponeso. El discurso rinde homenaje a los j6venes atenienses muertos en dicha conticnda; en el se alaba el espititu de- mocritico de Atenas, que la distingue de los de- més pueblos y da sentido a la lucha contra Espar- ta. XXXV, Oracin fnebre de Pericles “La mayoria de los que me han precedido en esta ‘wibuna elogian al hombre que ha introducido esta alo- cucidn en el ceremonial establecido y juzgan que es &x- ttaordinariamente bello que, en el momento en que se las entiera, las victimas de la guerra sean eelebradas de este modo. En cuanto a mi, yo estimaria sufieiente que a hombres cuyo valor se ha traducido en hechos se les, hhonse también con hechos como vosotros veis que se ha hecho hoy con las medidas oficiales tomadas aqui para dares sepultura,y no hacer depender la creencia en Jos métitos de tantos héroes en la mucha o poca elo- ‘uencia de un solo individuo. Porque dificil es adoptar Vomece y Universo Vnversinad Cardivca DE eHLue 19% un tono justo en una materia en que la simple aprecitr Slin de Ia verdad encuenta apenas bases. mes. EL fyente que conoce or hechosy esta bien dpuesto Puc” Az jurpar lo que se expone como inferior a fo que =~ Sen 0 Sabo, ye gue ignore tos hechos puede, or ent Sia, ver em con enponelon ‘una enaercion, suche decir algo sue es superior aun propasespacidades. PO Ge fos hombres toleran fas alabanaas que se hacen de Se eet mii ada uo ie cpa eit 10 ue egeuchs que se clog; pero sv mis all de 505 PO ‘Sbiudades, con Ta onvidi es nace la inereduliad. iam er es ats nga coma bcm ik tia, yo debo, a ml vez, acomodarne al uso y esfor- Tanme en acetar el gusto y ls opin de ca uno de worotos". XXXVI Continuacién Yo empezaé,en primer lugar, por nuestros antops sor. aa mime tempo prone ua cca tancia como és el rendit un homenaje a su memoria. Pies elgg porpotéan en aucstzo pas e generacion en scion hasta nuestros dial habsrneso transmit {ire par su valor. sells son cignes de encomio, nes {cos padcs lo son més todavia, por haber aceventado la horencla quehablan secbido, con gran eafuerzo,y haber legado als actual generacion este gran impetio. Y noso- {aes mises, or aguf presents en especial los que ext: mos todavis en plena madutez, hemos aumeatado el im Ditloy hemos puesto ala ciudad en estado de bastrse 3's miama plonaments tanto para la guerta como para Jn'puz. En cuanto alos hechos mitre por los que se quid cada uno de nuestros dominios o en lo efor {ea ls ceasones en las que nosotros o bien nuests pa- tes nos sactifcamos pata rchazat los ataques de una guerra bitbarao grega, yo los pararé por alto, pues 20 Suiero extenderme en cons que ya sabes; pote antes de ‘ue proceda al clogig de estos muertos, os voy a demor- {tar primero eon qué princpios de conducta heros le ado a esta situalén, con qué instituclones polilcas &e qué costumbres sv ba derivado esta grandeca; yo jure 0 que en las preentesczcunstancias no es inoportuno al reterir todo eso y que es comveniente que toda esta Iulitud de cindadanos y de extraneros presen a ello. Suatencién™ XXXVI. Siguehablando Pericles “Nuestro régimen politico no trata de inital ins tiuciones de los pueblos vecinos, porque nosotros so- mos mis blen modelos que imiadores de otros. En ‘cuanto a su nombre, es una democraca, porque la ad- Iministracign estéen anos no de unos poces, sino en las de In mayorfa, Mas sila ley ex igual para todos en los intereses privados, es con arroplo ala consieracion de sada ciudadano en alguna cosa y no por razon de su slase social sino por lade sus méitos personales, que se prefcren para las funciones politica, inversament la pobreza no traeré la consecuencia de que un hombre ‘que sea capaz de prstar un serviio al Estado se vea eh forpecido por su oscura condicin sora, Novotts pras- ticamos la libertad no slo en la norma de gobierno en 4a vida piblica sino también en lo que vine a const tule reeiproca sospecha en la vida cotidiana; nosotros no ‘os ititamos con nuestos vecinos si obran a 30 gUSt0, er due fi tes ponemos mala cara, ave 20 3208, BG temor 1 ponent tet Tastes ied tot nas Seay onl ete ago Barat ets ese pre aos magiteeot > Lones eilisooa enablecicas para provestt 3! ae is las no een cue cea abt deseo genera XVII Prosige To orcin fine ssadeods de eto, par descaao de 18 falas, he- ‘mos proporcionade al espiritu numerosos esparcimien- tos: tenemos concursos y fiestas religiosas que se suce- den con regularidad a lo largo de todo ¢l afio, asi como instalaciones lujosas, y el placer cotidiano que nos pro- dacen estas coms ata las contrariedades, Veros legat f'nuest alt Backs a importancla de nuestra et todo lor protucos de tote el mundo, ts nos fruits ta tum el poca de los Benct los otos paises como de los de la misma Atica”. XXXIX, Continuacién “Nos diferenciamos también de nuestros adversa- tice porlajanera de proparamos para in guerra. Nest ciudad esta abierta a todo ¢l mundo y nunca expulsamos a un extranjero o le privamos de aprender a ver alguna ‘cosa que, al no estar oculta, puede ser vista por un ene- migo y serle Gtil; porque nuestra confianza se basa menos enlos atmamentory ls esratagemas que etl valor que ponemos en el momento de actuar, Y en cuanto ala educacién, contrariamente a estas gentes, que establecen desde la jwventud un eatenamiento penovo pars come fuirla fortaleza vied, nosotros, con nuestro mado de Wi {aren libertad no deamos dehecer frente por exo, 08 Inenos valor 4 fos. pelos proporcionador & nuestat fuerzas. Y aqui la prueba: los lacedemonios no vienen solos, sino con todos lor alados, a atcat nuestro te tritorio; nosotros, en cambio, vamos solos al pais Gino ya pica e quo lochunos en terion exttso contra unge enemigos que defenden su pati, general iments Tes vencemos tn. grandes difceltadess Tamas todas nuestres fuerus reuridas se kan visto. sompro- mmetiées" contra un earmigo, pucsto. que’ hemor’ Go Aiender a a vet a nucit' mane Y teva Por Wee 1 nsstros soldados a numerososobjetivos; pero lls, si tienen un encuentro con una parte de los nuestros y fos Gerotan, © onvanecen corne alas hubisen tech zado a todas y, cuando son vencidos, proclaman que lo fueron por la totalidad. Sin embargo, si nosotros quere- mos afrontar los peligros mas con despreocupacién que ‘no con una penosa instruccién y con un valor que proporcionan mas los propios habitos que no el regula- do por las leyes, sacamos la ventaja de no anticipar- nos. los sufrientos que nos esperan y euando nos le ga la hora no nos mostramos con menos valor que los que se atormentan continuamente. Este es uno de los as- Pectos por el que nuestra ciudad merece la admiracion, aspecto al que hay que afiadir otros todavia”. XL. Sigue el discurso finebre “Nosotros amamos la belleza con simplicidad, y so- mos amantes de las cosas del espiritu sin dejarnos llevar de la molicie. Nosotros hacemos uso de la riqueza mas para obrar convenientemente que para hablar con arro- gancia, y la pobreza para nadie constituye una vergiien- 42, sino que es deshonroso el no hacer nada por sali de ella, Una misma persona entre nosotros, © preocupa igual de sus asuntos privados que de los del Estado, y cuando ocupaciones diversas ocupan a personas diversas, pueden Hlogar a tener un juicio sobre politica que no de- Ja nada por desear. Pues somios los tinicos que considera- ‘Mos no como un tranquilo, sino como una persona inep- ta, al ciudadano que no toma parte cn los asuntos pa- blicos; y nosotros mismos juzgamos o considcramos de- tenidamente los asuntos, porque creemos que no son las Palabras las que perjudican ala accién, sino el no haber- Informado con anterloridad, por medio de la discus spanterertec ance, Fs melo a dw wie demostramos la mayor audacia y calculamon 8 Fondo la empresa que vamos a emprender, mienttas ue, en Tos otros, la ignorancia les arrastra a la aud: y el cdleulo a la irresolucién. Pues son los de espitiry fuerte los que, poteyendo una idea clara sobre las penas Y placeres de la vida, no rchiyen los peligros. También fen cuanto a generosidad nos diferenciamos de la mayo- ia, puesto que nos ganamos los amigos no recibiendo, sino haciendo favores. El bienechor €s un amigo. mis Seguro, porque quiere con continuas mucstras de afecto Perpetuar la deuda de reconocimiento asf creada: en cambio, el que es deudor es ids débil, porque s¢ da euenta de que, al devolver el favor, no adquiese recono~ cimiento alguno, sino que simplemente se limita a satis- facer una deuds. Y somos los inicos que hacemos el bien sigulendo menos un céleulo de interés que la con fianza propia en la libertad”, XLI. Continuacién “En resumen, afirmo que Atenas ¢s en todo Ia escue+ ¥ me parece que cada uno de nosotros tie- $n alas més diversas formas de actividad con facilidad de modo gracioso, Y que lo {que digo no es una baladronada inspirada por el momen- to, sino la verdad objetiva, lo indica el poder de nuestra ciudad, poder que hemos adguirido por nuestras cual dados.'Sola enite todos los Estados actuales, se revela en la prusba como superior a su reputacién; la nica que no despierta entre los enemigos.que la atacan irritacién Por sufrir una, derrota de manos de tal adversario, ni Qoeja on sus sibditos por ser goberntdos por personae indignas. Y por las grandes pruebas, y ciertamente no sin testimonio, que hemos ofrecido de nuestro poder, se- temos admirados por las generacioncs presentes y futu- tas; no tenemos necesidad de las alabanzas de Homero ni de otros cuyos acentos pueden agradar de momento, pe 10 que la verdad de los hechos destruye sus ficciones; hemos obligado a todos los mares y a todos los pueblos, ‘a ceder ante nuestra audacia, y por doquier hemos deja- do monumentos imperecederos, recuerdos de fracasos y de éxitos. Tal es, pues, nuestra ciudad, por la que éstos han luchado y han muerto herdicamente, por no permi- tir que les fuera arrcbatada, y asimismo, de entre los que quedan, cada uno debenios naturalmente aceptar el suftir por ella”, XLIL. Sigue el discurso “Por esto yo me he extendido sobre lo que respecta a nuestra ciudad, para haceros comprender que nosotros luchamos por un ideal superior a los que no disfrutan las ventajas enumeradas, y yo quiero, al mismo tiempo, apoyar con testimonios ciertos el elogio de aquellos en honor de los cuales yo hablo ahora, Y con respecto a sto, lo principal esta hecho, porque los rasgos de nues- tra ciudad que yo he elogiado se deben a los méritos de estos hombres y alos de aquellos que a semejanza de ellos la han hecho gloriosa con sus virtudes. Y no de muchos griegos podria decirse como de ellos que su fama guarda proporcién con sus hechos. Y me parece que una muerte como la de éstos demuestra, como pri mera revelacién o como confirmacién final, su valor de hombres, Porque incluso {i} todos los seres inferiores en ottos aspectos pueden alegar como justificacion el ardor ‘con que han luchado por defender la patria: han borra- do el mal con el bien y han favorecido al Estado con sus servicios més que le habian perjudicado con sus conduc: ta privada. Porque ninguno de estos hombres se dejo ablandar prefiriendo continuar gozando de su riqueza ni aplazé el peligro con la esperanza, propia de Ia pobre za, que un hombre puede un dia dejar de ser pobre y (continuacién) hacerse rico. Por ol contraro,slendo, 3 38 01%, go del enemigo un objeto mas des Besos, quisioron afrontar ese peligro Para nemo, renunciando a todo te, demés. EAUcE at series ia incertidumbre del Exito, PexO, spreranas ncerudumbr $0 te on ee mos. ¥ en el momento de la lucha, consideraron Tds be- ine sufrir que no rendirse y salvar ta vida; ¥ huyeron de Ia deshonta de su reputacién y opusieron sus cucrpos ataque; en el brevisimo instante de la suerte, 1a gloria y no el miedo les indicaba el apogeo”. XLIIL. Prosigue el discurso Estos hombres, ciertamente, llegaron a un compor- tamiento que se iidentifica con la ciudad; los que que- dan deben desear, al hallarse ante el enemigo, una suerte més falorable, pero una audacia no inferior ala de ellos; no consideréis solamente de palabra las ventajas, sobre las que seria prolijo enumerar y vosotros ya sabéis, de una enérgica defensa contra el enemigo, sino tened en a actuacién de cada dfa los ojos puestos en la grandeza de Atenas convirtiéndoos en sus amantes; cuando os deslumbre su esplendor, pensad que todo eso fue con- quistado por hombres audaces y conscientes de su de- ber, que obraban por pundonor y que, si alguna vez fra- casaban en alguna emoresa, no por eso permitian que la ciudad se viese privada de su valor, sino que ellos se ofrendaban como la més bella de las ofrendas. Al dar sus vidas a la comunidad, recibian én pago un clogio inalterable y una sepultura que es la més digna. No me refiero a aquella en que reposan, sino a aquella en que su gloria sobrevive y es recordada en toda ocasion que se presenta para celebratlos o imitarlos. Los hombres ilus- tres tienen por tumba la tierra entera; no es simplemente una inscripcién sobre una estela que, en su pais, recuer- da su existencia, pues incluso en un pais extranjero, sin ninguna inscripcién, cada una de esas tumbas lleva grabada esa inscripcién, no en la piedra, sino en el cora- Zon de los hombres. Que su ejemplo inspire hoy vuestra emulacién y, considerando la felicidad fruto de 1a li- bertad, del valor, no miréis a vuestro alrededor los peli- gros de la guerra. No son los desafortunados, que no tienen esperanza de una vida mejor y que con més razon pueden despreciarla, sino aquellos que, si sobreviven, se exponen al cambio de fortuna en caso de un fracaso, hallando més fuerte la diferencia de vida que les espera. Pues es més duro para un hombre con sentido del honor el dafio que le viene de ser un cobarde que no de una muerte que le Mega ain sin haberla sentido egar en la plenitud de su vigor y conforme a lo que todos espera- ban de él”. XLIV. Continuacion “Por lo cual, a cuantos padres aqui presentes de es- tos muertos, mas que compadecerlos quiero animarlos. Todos saben que Ia vida se compone de miiltiples vic situdes y que la verdadera fortuna consiste en hallar lo que es més noble, como ahora el fin més gloricso para 4éstos o bien el motivo mis bello de duelo, que es el vues- {roy para quienes la Vida fue calculada de manera que la felicidad s© les acaba con la vida. Yo sé bien lo dificil que € para mi el convenceros, porque con frecuencia vais a encontrar el recuerdo de los hijos perdidos al con- templar la felicidad de otros, felicidad de la que tam- is un dia, La pena alcanza no a los, que no poseen los bienes que nunca saborearon, sino a aquellos que pierden esos bienes a los que estaban acos- tumbrados. Sin embargo, es necesario que tengais fir- meza por la esperanza de otros hijos, si vosotros os ha- Mais todavia en edad de tenerlos. Individualmente, su Uegada tracré a algunos el olvido de los que ya no estén y la ciudad obtendri la doble ventaja de evitar su desPo- dlacién y tener 1a garantia de su seguridad. Porque no €s posible tomar parte en las deliberaciones de una manera justa y equitativa cuando unos se exponen 2 perder sus hijos y otros no. Y en cuanto a los que habéis pasado la edad, teniendo como un beneficio el haber vivido feliz el periodo més largo de vuestra vida, Po- déis decir que el resto sera corto y aligerad vuestro do- lor por la gloria de estos héroes. En efecto, tan solo el amor de Ia gloria resiste a la vejez y, en la edad caduca, no es, como algunos dicen, el mejor placer el disfrutar riquezas, sino el gozar de honores”, XLY. Cétinéa el discurso “Y ademés, para todos aqui presentes que tenéis en- tre estos hombres un padre o bien un hermano, com- prendo que seré muy ardua la lucha para emularlos (pues tgdos acostumbran alabar a los muertos), y aun- que sea extraordinario vuestro mérito, dificilmente seréis considerados como iguales, sino incluso ligeramen- te inferiores. Porque los vivos tienen rivales, a los que envidian, pero los que ya no estorban reciben honores sin encontrar oposicién. Y si conviene que haga alusion ‘a los valores femeninos de las que ahora han de vivir en estado de viudez, lo expresaré en un consejo breve: adquiriréis gran reputacién si no os mostrdis mas débiles que los imperativos de vuestra naturaleza, y grande sera Ja de aquella de cuyas acciones buenas malas se hable menos entre los hombres”. XLVI. Final del discurso de Pericles “He dicho en mi discurso, con arreglo a las leyes pa- ra estos casos, cuanto consideraba conveniente; en cuan- to a los hechos, los hombres a quienes hemos dado se- pultura han recibido sus honores, y yo afiado que sus hijos serdn, de ahora en adelante, mantenidos a expensas de la ciudad de Atenas hasta su adolescencia, ofrendan- do asi una corona provechosa a los muertos y a sus fa- miliares supervivientes; pues entre aquellos pueblos que otorgan las mayores recompensas al valor, también en- tre ellos se encuentran los mejores ciudadanos al servi- cio de sus Estados. Ahora, después de haber lorado ca- da uno a su familiar cafdo, retiraos”,

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