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persecución
Joaquín Morales Solá
Macri nació en una familia rica. Esa extracción social lo ayudó y lo perjudicó al
mismo tiempo. Lo favoreció porque no necesitó nunca hacerse conocer. Era
conocido desde antes de lanzarse a la política. El conocimiento público es un
capital político importante. Lo afectó, en cambio, porque lo rodea el prejuicio social
casi congénito para los que pertenecen al sector más alto de la sociedad. Con tales
características, Macri es el enemigo ideal para el cristinismo gobernante. Pudiente,
defensor de un proyecto político absolutamente opuesto al del peronismo que
gobierna y, encima, presidente de la Nación durante un período en el que los más
empinados dirigentes del kirchnerismo debieron enfrentar numerosos juicios por
presuntos hechos de corrupción.
La descripción del personaje es imprescindible para entender qué es lo que está pasando con
una causa emblemática contra el expresidente: la que hurga en las deudas de la empresa
propietaria del Correo. La jueza Marta Cirulli acaba de decretar la quiebra de la empresa, a
pesar de que sus propietarios ofrecieron pagar el 100 por ciento de la deuda más los intereses. La
adquisición de la histórica compañía postal del país fue, desde ya, un error político y comercial del
padre del expresidente, Franco Macri. La compra sucedió durante el gobierno de Carlos Menem,
luego del vendaval político que provocó el ocaso de Alfredo Yabrán, el empresario suicidado que
era dueño de la competencia privada del Correo Argentino, la empresa OCA. ¿Fue un favor político
de Franco Macri a Menem, seriamente comprometido por su relación con Yabrán? Es probable. La
aparición del patriarca de los Macri en el negocio postal tuvo siempre más preguntas que
respuestas.
Néstor y Cristina Kirchner fueron funcionarios públicos desde 1987. Los padres de
Máximo y Florencia Kirchner incorporaron a sus hijos no solo al paquete accionario
de sus empresas, sino también a los directorios. Si esas personas están
comprometidas en causas judiciales, ¿es culpa de los jueces que investigaron la
fortuna de los Kirchner o de los padres de los hijos investigados? Es imposible
formular esa pregunta ante personas convencidas de que la verdad consiste en que
fueron perseguidas y ahora les toca a ellas perseguir.
De la jueza Cirulli nadie sabe nada. Cultora de un bajo perfil absoluto, algunos que
la frecuentaron señalan que es una “expresión cabal de la burocracia judicial”. Esto
es: sabe con exactitud hacía dónde sopla el viento. Punto. Nada más. Otra cosa
sucede con las juezas de la Cámara Nacional en lo Comercial, María Gómez Alonso
de Díaz Cordero y Matilde Ballerini, a quienes se considera en tribunales alejadas
de intereses políticos o ideológicos. “Podrán sentir temor, pero no simpatía hacia el
Gobierno”, dice otra jueza que las conoce. Esa cámara es la instancia de apelaciones
de la jueza Cirulli en la caso del Correo. Las dos camaristas acaban de rechazar un
pedido del Superior Tribunal de Justicia de la Capital para que el expediente del
Correo sea examinado por la jurisdicción capitalina. Ahora, es la Corte Suprema de
Justicia la que deberá decidir cuál es la jurisdicción que le corresponde al caso, si la
nacional o la capitalina. En un asunto donde se sospecha persecución política, el
máximo tribunal de Justicia del país no debería postergar durante mucho tiempo su
decisión. De hecho, Zannini dio este martes nuevas pruebas de ensañamiento
cuando adelantó que pedirá también la quiebra de Socma, la casa matriz de la
familia Macri. No hay ninguna prueba de transferencias de dinero entre el Correo y
Socma; se trata solo de simples inferencias que el procurador del Tesoro convierte
en pruebas imbatibles.
La figura de la persecución cobra más nitidez cuando se compara el caso del Correo
con el de la empresa Indalo, propiedad de Cristóbal López y de Fabián de Sousa,
amigos de Cristina Kirchner y del propio Alberto Fernández. López y De Sousa
cometieron un delito mucho más grave que la evasión fiscal; se quedaron
directamente con el dinero que retenían en nombre del Estado cuando vendían
naftas. Esa causa les significó la cárcel a los dos, pero ahora, con el cristinismo en
pleno auge, no solo recuperaron la libertad; también les permitieron pagar aquella
enorme deuda con la AFIP en cómodas cuotas. La habilitación para que ellos
pudieran pagar en cuotas fue escrita en el propio presupuesto de la Nación de 2021
y aprobada por el Congreso. ¿Puede haber mayor asimetría en el trato del Estado
con unos y otros?
“EFECTO LARRETA”: EL OFICIALISMO REPLANTEA SU CAMPAÑA
PARA COMPETIR POR EL VOTO INDEPENDIENTE
El problema no es, como se ve, solo la revancha de una facción política. También es
un problema la Justicia, dispuesta a oscilar según el péndulo y el dinamismo
propios de la política. Los cristinistas iban presos, con razón o sin ella, en tiempos
de Macri. Un expresidente y su familia son perseguidos por la misma Justicia
cuando Cristina Kirchner se hace con la suma del poder público. El mayor drama
de un país no es tener a una lideresa vengativa y autorreferencial; el drama más
grande consiste en una nación con jueces volátiles y contradictorios.