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La Cultura de Paz y Construcción de Paz

La cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan


el respeto a la vida, al ser humano y su dignidad. La cultura de paz pone en primer
plano los derechos humanos, el rechazo a la violencia en todas sus formas y la
adhesión a los principios de libertad, justicia, solidaridad y tolerancia, así como la
comprensión entre los pueblos, los colectivos y las personas.
Entonces entendemos como cultura de la paz como el camino emprendido por el
movimiento pacifista y por la investigación para la paz, y tiene profundas implicaciones
sociales que deben ser asumidas, estudiadas y difundidas por todas aquellas
universidades que se sientan comprometidas con la promoción y creación de un mundo
justo, pacifico y habitable.

Tal cultura deberá ser parte de cada uno de los colombianos, donde se brinde el perdón
de manera sincera, dispuesto hacer de un mejor país sostenible para las futuras
generaciones que hoy se levantan.

Las guerras civiles pueden poner fin a la violencia política endémica en una sociedad. Sin
embargo, la violencia puede volver a surgir de manera previsible y de nuevas maneras si
la implementación de los acuerdos de paz no se maneja con cuidado y monitoreada
enérgicamente por la sociedad civil, quienes son los principales protagonistas de la
construcción de la paz.

Los especialistas llaman a esta fase de posacuerdo o ‘construcción de la paz’, ya que es


de sentido común que la paz –una condición que incluye la política no violenta, el respeto
de los derechos humanos y del Estado de derecho, y una vibrante e inclusiva sociedad
civil– no se alcanza con la sola firma de los acuerdos. Debe ser construida con esmero y
poco a poco por todos los sectores de la sociedad, y no solo por los antiguos armados.

Colombia puede aprender valiosas lecciones de los procesos de paz en todo el mundo.
Los primeros cinco años son críticos. Ahí es cuando la mayor parte de las tareas de
ejecución inmediata deben llevarse a cabo. Los acuerdos políticos (un fin formal de las
hostilidades y la legalización de la insurgencia como un actor político) deben estar unidos
por pactos de seguridad: desarme, desmovilización de combatientes y su reinserción en la
sociedad. 

Pero estos deben estar unidos por la elaboración de nuevas normas sociales. La
búsqueda de venganza frente a las injusticias cometidas por todas las partes durante el
conflicto armado debe dar paso a dos cosas: un abandono real de la violencia como
instrumento de la política por los actores armados y la voluntad de perdonar de la
sociedad en general. 

Esto no es solo porque la reconciliación es un bien moral. Se debe a que, sin


reconciliación, un país nunca se recupera por completo de una guerra civil: la venganza
por lo general solo perpetúa los ciclos de violencia.
Las formas de reconciliación pueden variar de un país a otro, pero, en general, deben
combinar algunos aspectos de responsabilidad penal (las partes deben reconocer sus
actos y parar las peores atrocidades) y decir la verdad para que la sociedad civil no sienta
que la memoria del sufrimiento va a ser borrada políticamente (Colombia notablemente ya
ha realizado una amplia búsqueda de la verdad, incluso antes de que los acuerdos
actuales sean firmados). 

Para numerosos países, algún tipo de perdón –amnistía– es un tercer componente


requerido a cambio de la verdad y el compromiso de ejercer una política no violenta. Es el
precio a pagar para prevenir la recurrencia de un estado de guerra. 

La paz siempre es frágil e incierta, casi nunca es completa o eterna. Sin embargo, es
preferible a la certeza del derramamiento de sangre, a la solidez y la interminable espiral
de venganza que impiden a una sociedad de alcanzar su máximo potencial. (Anthony
Wanis-St. John - Profesor de American University) 

Es de esperar que los colombianos encuentren nuevas formas de diálogo acerca de las
inevitables diferencias que surgen durante la construcción de la paz, en lugar de
demonizarse entre sí o pedir un retorno a la violencia. La paz debe ser construida por
todos, no simplemente exigida o esperada. 

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