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FrowriFicu uiivERsihd CATOLICA DEL PERU ECA Alianza Universidad } Marx W. Wartofsky Introduccién a la Filosofta de la Ciencia, x | Versidn espaiiola de | | Magdalena Andreu Francisco Carmona 1 | Victor Sanchez de Zabala Alianza [Editorial ‘Titulo original: INDICE Conceptual Poundations of Scientific Thought: An Intro- duction to: the Philosophy of Science Reconocimiento .........+ Prefacio Capitulo 1: Ciencia y filosoffa: Introduccién tuales, pag, 23, Las disciplinss filosdficas: Metaffsica, -epistemologia, } Qué entendemos por cenca, pf, 17, Conceptos y esaueres concep. | Iégica, pag. 27. Flay problemas filoséficos en Ia ciencia?, pig. 35. ParrE PRIMERA: LA GENESIS DEL PENSAMIENTO CIENTIFICO Capitulo 2: La ciencia como actividad humana .. La cosificacién de 1a ciencia, pig. 43. Estructura y funci dos maneras de enfocar el estudio. de la encis, pug. 45. Conocimiento t06ti00 = conocimiento préctico, pig. 46, Conocimiento y supervivencia, pag. 50. | Las rafces de la razén; formacign de hébitos, intelisencia y compor- tamfento adaptativo, pig) 31. Estructutas petceptvas: Ie ordenacion ie In experiencia, pig. 55. Pemepcién, abstraccién y formacién de con S err Sea aa ena + ceptos, pg. 57. Ventajas de Ia abstraccién conceptual, pég. 60. Galle ‘Milén, 38 @ 2000045” " al if pana ISBN 84-206-2038-6 tomo I Capitulo 3: Tipos precient'ficos de conocimiento . ISBN 84-206.2999-5 obra completa Lo que la ciencia no es, pig, 67. El pensamiento mitopostico. La ex Depésito legal: M. 7.414-1973 c plicacién antropomérfica y animista, pag, 70, Las generalizaciones de Tmpreso en Breogin, I. G., 8. A. Brijula, s/n. Torrején de Ardoz - Madrid Ta experiencia: Las leyes desctiptivas, pag. 78, Reglas legislativas, mé- Printed in Spain imas téenicas y leyes normativas, pig, 83, . 7 >. | Capitulo 4: Del sentido comin a la ciencia. El notable caso de los griegos y los origenes de la critica EL sentido comdn, pig. 90. Del sentido comin a Ia critica de los conceptos, pag, 93, Los sniccedentes de la ciencia y de Ia filosofia ariegas, pag. 97. El nacimiento de Ia especulacién racional y los oxfgenes de la clencia natural, pg. 99. La razén y Ia forma: el Logos, pag. 103. EI atomismo: elementos y combinaciones, pag, 108, Racionalismo y tempitismo: el desarrollo de Ia filosofta y de tas ciencias atenienses, pé- gina 113. Platén: el mundo de las formes, pag. 118. Aristoteles: Forma, fancién y materia, pig. 121. La continuidad entre la ciencia gtiega'y Ia ciencia contemporanes, pig. 127, Panre secunpa: Los MEéTODOS DE LA CIENCIA Capitulo 5: La observacién Pernt La observacién y Ia ciencia empirica, pég. 133. La clatided y sencillez de-los hechos de la observacién, pée. 135, Lo inmediatamente dado: Jos datos sensoriales y el conocimienio, pag. 137. Los objetos de. la percepcidn, pig. 139. Los emunciados de observacién y Ia distincién analiticosintstica, pg. 140: Las teoriss epistemoldgicas y los criterios de To que sea observacién, pag. 145. La observacién y la referencia, pé- gina 152. El desplazamiento de lo observable: los marcos te6ricos y Ta observacién, pag, 157. Capitulo 6; Sistemas formales, modelos y representacién de los hechos - : Giencia, orden ¢ inferencia, pig. 164, Representaciin, abstracciény orden, pag, 165. La proyeccién de los datos: la invariancia y las relacio- hres de orden, pag. 178, Las teorias y los modelos: los sistemas formales, J sus interpretaciones, pg. 190. Le formalizacién de ln axitmética, pi fina 194, Capitulo 7; La medida El proceso de medida, pég. 204. Los tipos, las comparaciones y la cla sificacion, pag. 206. Magnitudes y cantidades, pég, 212. Escalas, razones y calibrado, pag. 222, Las aplicaciones de la medida, pag. 228, La pre. Gisién. y Ia’ comprobaclén de predicciones, pig. 229. La medida y el descubiimiento, pig. 235 Capftulo 8: Las hipétesis y los experimentos . Los significados de hipdtesis, pig. 241. Los marcos de la experimen: taci6n: poner a prueba y demostrar, pag. 251. Los tipos de experi: mento, pag, 264, Capitulo 9: La induccién y la probabilidad . (La induccidn: los hibitos, las expectativas y Ins ereencins respaldadas, Indice 90 133 164 204 239 270 pégina 270]/La generalizacién inductiva, Ia inferencia deductiva y Ia” Indice justfcaci6n de la induccién, pay. 277.) Critica de ta, induccién: las pautas de la inferencia eientf‘iea, pg. 286. La induccién climinadorn: fos cénones de Stuart Mill 5 Ia Iggica de Iss condiciones, pis, 291 Tia genetalizacign estadstica, la probabilidad y el grado de creencia, pé gins 298, Las mntemies del stat yo flo de probablidades, i Capitulo 10; La explicacién cientifica: leyes y teorfas Aprender, entender y explicar, pg. 318. Las leyes, pig. 326, algu tas de las cosas que nos 200 families y todos comprendemos, nos propoiciona cierto sentido de mortalidad comin, de condescenden: Gia resignade, un sentimiento de propia reafizmacién en Ia vieja st biduria que ve en el cientifico, a fin de cuentas, un hombre imp somo el resto de nosotros. a Bea te coesera ex irene: wlciceente le sensacion de gue, de algén modo, Ia ciencin ha pagado el precio por su éxito al imponer una profunda divsién entre Tos intereses humanos y el co mercio ordinatio de los hombres, por una parte, yy por ott, la Confrontacién desnuda con una verdad ante la cual. ests intereses palidecen y se hacen triviales. En los mitos més antiguos, a ada sicién de un conocimiento de tan elevado orden ca eee . representa Ia ciencia, Ievaba aparejado el castigo de span Ins comodidades de un cierto estado original de ignorancia felis fe ta sexpiente la que tent6 2 Eva y,@ tiavés de ella, a Adin; fue ‘Mefistéfeles quien compré el alma de Fausto. El eneitie. baiside presentaclo, en nuesta cultura popular, como wn chiflade, un amo- Fal o un ingenuo confido. Parece como si pettibiésemes, en mucs- tia imagen del cientifico, cierto impulso radical y peligzoso por in quitir, por descubrir, por abrir Ja caja de Pandora; y somos ed (Fue la curiosidad, después de todo, Ia que maté al gato) a, esta revelacén sin freno amenaza las reserva de todo To que esta enlto en nosotros mister: nos enconttamos internamente dest stados entre el deseo de saber y el temor de llegar a saber, entre cl deseo del poder que tales conocimientos Ievan consigo y | | 1 Gienciay filosofia: Introduccién 19 | pugnancia ante las atetradoras responsabilidades que tal poder im- pone sobre todos nosottvs. Todo, nuestras institucionés sociales. y culturales, nuestro sistema de ensefianza, nuestra economia, todo ello sevela a divisién; division que se expresa como Ia existente entre «dos culturas», la «cientilica» y la es Io que entendemos que esta palabra quiere decir, en virtud de lo cual Ia empleamos para refetisnos a objetos fisicos, como la silla que est4 frente a nosotros. Este sentido del significa do de una palabra, de una expresién lingtifstica mfs compleja 0 de To que entendemos por esta expresién es, por tanto, distinto del objeto real al que Ia expresién denomina o describe, Pero es en virtud de que comprendemos que una expresién tal significa esto @ squello por Io que convendsinmos en si algo es unt slla ¢ no lo es. De este modo, tan pronto como empezamos a pensar y a em- plear el lenguaje para comunicarnos, nuestra actividad se refiere a dichos significado y comp:ensi6n. El desarrollo y evolucién de nues- tro pensamiento es, por tanto, un ptoceso de formacién de concep- tos y de elaboracién de esttuctutas mds o menos sistemdticas den- tro de las cuales estos conceptos se relacionan entre sf. Peto una ye que articulamos dichos conceptos podemos estudiar estos sig: nificados_y_sus relaciones por si mismos; es decir, podemos refle- xionar criticamente acerca de nuestra comprensién y estudiar no sélo aquello a lo que nuesttos conceptos se refieren, sino los pro- pios conceptos. De este modo podemos empezar a analizar Ja rela- Gién entre nuestra concepcién cortiente de las cosas, de acuerdo con el sentido comin, y el entendimiento cientifico. ‘Nuestros conceptos cortientes parecen ser, a primera vista, ba tante conetetos y précticos. Quizé sea dificil aislarse y hacerse crf ticamente consciente de los conceptos mds corrientes, porque los damos por sentados: que yo era més pequefio cuando era mucho més joven (por usar uno de los ejemplos de G. E. Moore), 0 que Ia silla est entre la mese y Ia pated, o que la noche sigue al dia, 24 Parte primera; La génesis del pensamicnto cientifico no son el tipo de asunto en que uno emplee mucho tiempo en. pen- sar; ni tampoco se queda uno perplejo de que los cuchillos corten, ni de que cl agua esté himeda, ni de que el fuego queme. Sin em argo, todas estas cosas hubieton de aprenderse en algdin momen to, y nuestro entendimiento acerca de ellas hubo de ser estableci- do. Nuestros conceptos, aunque pertenezcan a esta o aquella cosa © situacién particular, se refieren normalmente a clases de cosas y tipos de situaciones; ‘es decit, presentan una mayor 0 menor, gene- talidad o campo de aplicacién y con frecuencia abarcan clases de cosas o establecen relaciones de ésta o aquélla con otras de su cla- se. El anilisis de este campo de aplicacién y dichas relaciones entre Conceptos nos fevela a menudo lo sisteméticos que son nuestros esquemas conceptuales y los modos en que nuestra comprensién de tun concepto se relaciona con nuestra comprensién de otros. (Entre nuestros concepios més profundamente,entaizados se cucntran los de mayor genezalidad, de los que cabe decir que cons: tituyen el esquema bésico de nuestro pensamiento. Asi, por ejemplo, tenemos los conceptos de dureza, de solide, de dentro y fuera, de Jorma y de lugar y estar en un ugar, que son de gran generalidad y se aplican muchas cosas de nuestra experiencia, Pero hay un concepio avin mas general con el que éstos estén relict ama cig © menos sisteméticamente (tanto si nos damos cuenta consciente de ello como si no): el concepto de cosa) También tenemos un con- ‘cepto general acerca de cémo distintas cosas se relacionan unas con oltas; por ejemplo, dos cosas distintas no pueden estar en el mis- mo Tugar al mismo tiempo. Sin embargo, unas cosas pueden sus- tituit a otras, pueden entrar en contacto con ottas,. pueden estar proximas a o entre otras cosas; las qpsas pueden cambiar y ser cam- Giadas, AL-examinar cualquier concepto tan general como el de cosa “se ve que-esti relacionado con otros igualmente generales a base de los cuales Hegamos a explicar_o a tomar conciencia de lo_que s decir o lo que exactamente entendemos que una_cosa sea, Ast, al concebit una cosa como situada en un Tugar o en de- terminada relacidn con otras cosas en «sus» lugares, acudimos al concepto general de espacio; es més, al concebir cémo las cosas fetdan, se mueven y cambian en relacidn con otras, cosas, recur: tos ai conceptd genetal de tiempo. Y en nuestra concepcién biésica de las relaciones de Jas cosas entre s{ tomamos ciertas cosas como fausa de otras, acudiendo al concepto general de causa y efecto 0 Gausalidad, Estos coneeptos no son esotéticos ni rebuscados, sino coneeptos ordinarios de nuestro pensamiento corriente: representa fl modo en que estructutamos en pensamiento el mundo de nues- tta experiencia, y quieras que no, tanto si intentamos consciente- inente ordenar estos conceptos como si no lo hacemos, se relacionan 1, Ciencia y filosofia: Introduccién 25 de un modo més o menos sistemdtico, y dicho sistema de concey tos constituye el esquema comin dentro del cual nos entendemos sunop con otros y a nosotros mismos. “Tal esquema conceptual es or/consiguiente, el modo en que ordenamos tacionalmente ues. tro conocimiento; yen tai en cuanto. mucsto pensamiento.y ens mpauents se encuentran intimamente ligados a nuestras greenciasy aclones, sre tumbin para denne nesta aciones La ciencia ha aleanzedo un rigor notable en su aig Sel sade toss de dinarias del sentido convin, del lenguaje comin y de In actividad comtin; ha desarrollado el andlisis de sus conceptos de ttabajo en uun_grado muy elevado, adoptando lenguajes especiales adecuados sus teinas de trabajo especiales, elcanzando la precsién adecuada a cos temas-y sometiendo dichos conceptos a constante critica y pptastacin con os hechos de, ln experiencia. Pero los conceptos trabajo clentifico son, con frecuencia, muy especializados y se desarrollan en dominios limitados: el clentifico ha sido capaz de aislar o abstract ciertos tasgos del mundo para investigacién_inten- siva, y ha adaptado sus conceptos-a su uso especial. Pero cuando have todo esto es un sei pensante como el festo de nosotros, y. el esquema. general de conceptos del sentido comin que ha aclqairido sitve de soporte a su esquema conceptual especial; y, a veces, J duc es suficientemente bueno para el sentido coniiaito, ree ee al teabajo cienstico: los conceptes que el isco tene de lugar, cot jury causa y efecto pueden haberse desarrollado, bajo el rigor & la cxftica y experimentacién clentificas, hasta ser muy diferemes ‘" eee conceptos de la vida diaria ¢ incluso incompatibles con ellos.|Sin embargo, el cientifico, y no en menor medida que nos- ‘ottos, arrastra consigo Ia herencia del sentido comin, de la educa- n gon del legion, | a er #Bn_ocasiones, sus_nuevos_conceptos sustituyen rie jue sae re in aa Heal sa comin de ve transformado por Ja ciencia. Por ejemplo, — nuestro concepto de localzacin espacial, de estar em un Luter, es Gualesquieta efectos pricticos, claro y adecuado: no podemos con cebir, por ejemplo, que haya algo que no esté en alain lugar en tun cierto instante, ni podrfamos concebir que algo esté més 0 me- nos en un lugar 0 que esié en dos lugares al mismo tiempo. Sin em. bargo, examinando la cuestién poclemos sacar a Ia luz aspectos pro- blemicos acerca de lo que queremos decir: dec single gate galgom std cen. nn lugat> presupone une nociéa clara acerca” de las fronteras o limites de una cosa y una idea clara en cuanto a que un lugar sea «éste» en vez de «aquél». Nuestras concepcionies % arte primera: La génesis del pensamiento cientiico ordinatias se ajustan bastante bien a la fisica clasica, que hizo ex- plicitas estas nociones de posicién tomadas del sentido comin; sin embatgo, tanto la fisica ms antigua de los griegos como Ia fisica cuntica ‘contempotdnea ponen de manifiesto otros posibles concep- tos de estar en um lugar, y la propia historia de lu [isica clésica re~ vela las dificultades que se encuentran pata llegar a un concepto riguroso y sin problemas de li posicién o Ja localizacién, Por ejem: plo, si uno concibe el mundo fisico como formado en iiltimo extre- mo-por diminutas particulas puntuales que se mueven en un espa: cio continuo y homogéneo, gposeen dichas partfculas un «dentro» y un «fueray?; si se hallan en movimiento constante, écabe hablar de un «lugar» en el que se encuentren en cualquier intervalo dado de tiempo o sélo de un lugar a través del cual se mueven, de tal modo que nunca se encuentran realmente «ahf», sino sdlo legan- do ao marchéndose de?; y epuede concebirse que una de dichas partfculas elementales «lleguey de un lugar a otro sin pasar «a tty ‘vés de» los lugares intermedios? gNo puede, sencillamente, surgit en diferentes Tugares en diferentes instantes sin realizar un recotti- do? Tan extrafias posibilidades conceptuales presionan_seriamente sobre nuestro esquema de sentido comin, pero se encufntran entre Jas posibilidades conceptuales que la ciencia tedrica se ha visto obli- gada a considerar, Surge entonces el problems de si dicha explica- ‘tién del reino de lo muy pequefio es incompatible con nuestra ex- petiencia ordinaria acerca de los objetos y entornos de tamafio. in- fermedio o de si puede demostrarse que ambos se relacionan_de modo plausible. Anlogamente, el esquema conceptual que represen- taba Ja tierra como un gran cuerpo gitando en el espacio, en una Gtbita alrededor del sol, ha parecido incompatible con la nocién, tomada del sentido comin, segtin la cual Ia tietra estaba en teposo y todo lo demés se movia'a su alrededor; y que el sol no

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