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Material elaborado por Natalia Grossenbacher – Melisa Heim – Flavia Ostertag – Silvia
Labrada. Año 2020.
Sabemos que cada forma discursiva, cada texto, tiene determinadas características: un
tono, una forma de secuenciar el contenido, un determinado tipo de contenidos. Por ejemplo,
sabemos que en un cuento hay una trama narrativa y que lo que se cuenta es ficción o que en
una noticia los hechos que se relatan están tomados de la realidad. Somos menos conscientes
–dice Cassany- del acto que hay detrás de cada texto. Es decir, de las prácticas sociales que
tienen lugar a través del texto. En esas prácticas hay personas que se comunican. Esas
personas tienen diferentes roles y posiciones sociales; por ejemplo, no confiamos de la misma
manera en una noticia dada por un vecino que si la da un/noticiero, hay una confianza en
alguien que sabe. Hay quienes toman decisiones sobre el contenido; hay sentidos comunes,
códigos morales, valoración social de la práctica y de las personas que la llevan adelante.
Dichas prácticas se dan en el marco de instituciones que reglamentan de forma explícita o
implícita las formas de comunicarnos y de relacionarnos. Son prácticas atravesadas y
establecidas por una tradición. “Cada disciplina y cada situación generan formas de
particulares de escrituras, desarrolladas sociohistóricamente a lo largo de siglos.
Denominamos géneros discursivos a cada uno de estos tipos de textos, orales o escritos que
pueden tener diferentes grados de sistematización” (Cassany, 2006: 18).
Según Cassany, un texto no es sólo una cuestión gramatical o léxica, hay que tener en
cuenta las convenciones que lo rodean, las instituciones en que se producen, los autores y
lectores que los procesan, etc. Es por este motivo que la escritura nunca es uniforme: cada
disciplina, cada grupo humano, cada momento histórico produce sus propios textos. Cassany
considera que el concepto más apropiado para aproximarnos a esa diversidad es la de géneros
discursivos porque considera lo gramatical (estilo, sintaxis, léxico), como lo discursivo
(estructura, registro) y lo pragmático (interlocutores, propósito, contexto) o lo sociocultural
(historia, organización social, poder). (2006: 20-21)
Cada esfera de la actividad humana produce sus propios géneros discursivos, que son
formatos relativamente estables de textos (Bajtín, 1982 en Cassany, 2006: 22). Es por eso
que los géneros discursivos son dinámicos (se modifican, nacen géneros nuevos, como el
posteo en redes sociales; algunos dejan de usarse, como la carta familiar); están situados
geográfica o socialmente (géneros propios de la Iglesia, de las ciudades); siempre desarrollan
un propósito; están organizados en forma y contenido; delimitan comunidades discursivas
(géneros que sólo circulan en la academia o en la Justicia).
Por esta razón, porque un género discursivo implica más que las características textuales
(coherencia, cohesión, estructura de las oraciones, etc.), Cassany propone que al momento
de analizar un género hay que tener en cuenta (2006: 39):
1. ¿Qué estructura tiene el género? ¿Cuáles son sus partes o componentes principales?
2. ¿Cómo se organizan los apartados y los párrafos? ¿Qué secuencias discursivas –
tramas- utiliza (argumentación, descripción, diálogo, narración, instrucción)?
3. ¿Cómo se referencias las fuentes (otros autores, pruebas)?
4. ¿Utiliza otros códigos? ¿Qué recursos no verbales utiliza (mapas, fotos, etc.)?
5. ¿Qué recursos tipográficos utiliza (negrita, cursivas, subtítulos)?
6. ¿Cuál es el tema? ¿Cuál es la tesis del / la autor/a respecto al tema? ¿Con qué intención
lo publica?
A modo de ejemplo
Por lo que respecta al género de terror una de las teorías que se sostienen respecto al
mismo, es que habla acerca de preocupaciones sociales llegando muchas veces a
resignificarse y a reaparecer con valores nuevos. Por lo tanto, puede decirse que una de los
grandes motivos del surgimiento del género es que logra colocarle una identidad física a los
miedos que se encuentran presentes en las sociedades logrando explicar lo inexplicable
poniendo bajo control los miedos sociales más importantes.
Se trata de composiciones literarias, generalmente de corte fantástico, que tiene la
característica peculiar de producir en el lector una sensación de miedo o de morbosidad como
sucede en lo que se conoce como “terror macabro” llegando muchas veces a provocar
escalofríos, inquietud o desasosiego. Para dicho fin utilizarán un repertorio de efectos dentro
de la narración (escrita u oral). Así se producirá una suerte de “jugar con el miedo” ya que se
trabaja con una sensación de miedo y no con el miedo real y concreto de las personas.
Este tipo de género es característico de la modernidad ya que se cree que las culturas
precedentes no se encontraban preparadas para poder comprender que todos los elementos
fantásticos (brujas, fantasmas, etc.) a los que se hacen mención no existen.
Bibliografía
Bronkart, J. (2007): Desarrollo del lenguaje y didáctica de las lenguas. Buenos Aires.
Miño y Dávila Editores.