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Análisis de lectura del capítulo 3 del libro El Sentido Religioso de Luigi Giussani
(pp. 43-55)

El presente análisis tiene como objetivo reflexionar respecto a la tercera premisa, la cual está

orientada en el análisis de la moralidad. En los análisis previos se había hecho referencia al estudio

del realismo y la razonabilidad como pilares iniciales en nuestra búsqueda del sentido religioso. Sin

embargo, en este punto, analizaremos a la moralidad como la capacidad de fiarnos ante los demás

y su permanente dinámica con el conocimiento en general.

En primer lugar se nos plantea la postura de la razón inseparable de la unidad del yo y del cual

podemos deducir que el hombre no actúa de manera independiente a la razón. Dicho


D icho esto,

podemos deducir que la razón es inherente al hombre y esta no actúa de forma separada a él, sino

por el contrario ambas van estrechamente relacionadas. Giussani también hace referencia a los

sentimientos definiéndolos como los estados de ánimo que todos experimentamos al pasar por

distintas experiencias de vida. Los sentimientos son tan intrínsecos al hombre que siempre estarán

ligados a su esencia como tal. El hombre ha de vivir en permanente comunión con sus sentimientos

aunque trate de bloquearlos o ignorarlos, ya que su propia naturaleza lo obliga a tener una reacción

ante cualquier experiencia.

A partir de ello, existe una postura que propone la idea de una razón sin interferencia de los

sentimientos, ya que, el sentimiento ha de estorbar y no nos permitirá llegar al valor de la verdad

que se quiere conocer. Según esta premisa, el sentimiento condiciona la capacidad cognoscitiva y

se debe reducir a su más mínima ex presión. Sin embargo, esto ha de ser válido sólo cuando

hablamos de conocimiento científico, más no de todo el conocimiento que engloba la riqueza

humana. Es en este postulado donde se genera mayor controversia ya que muchos hombres creen

que las fórmulas científicas o los saberes de los hombres que han logrado gracias a anular los

sentimientos para llegar a una verdad son los adecuados para direccionar sus vidas; sin embargo,

realmente es lo contrario: se debe buscar la comunión de todos los elementos: razón, sentimiento

y valor, a fin de entender el verdadero valor de cada conocimiento adquirido en su real dimensión.

Es así cómo Giussani incide en este punto y nos propone graduar el sentimiento y no anularlo.

Aquí también es necesario recalcar que el uso pleno del sentimiento sin razón tampoco es

el camino adecuado. Se debe buscar un balance y alcanzar la neutralidad para poder juzgar. Por

ejemplo, a diario vemos juicios a personas que cometen distintos tipos de delitos e infracciones. En

estos casos si bien es cierto el juez deberá tener en cuenta todos los elementos legales (que la razón
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obliga a usar), también debe haber una cuota de sentimiento en la sentencia. No es lo mismo juzgar

a un delincuente reincidente que actuó con crueldad y alevosía, que a uno que cometió un delito

quizá en defensa propia o de sus seres queridos. En este tipo de casos es donde se puede observar

la importancia del sentimiento en el quehacer diario.

Finalmente, podríamos concluir que la moralidad es el amor por la verdad por sobre todas

las cosas, pero no la verdad impuesta por científicos u otros hombres. Es el amor por lo

verdaderamente correcto y que trasciende cualquier prejuicio o idea pre concebida, de las cuales

debemos evitar ser presa constante cuando re almente vayamos en la búsqueda de la verdad.

Esto lo podemos apreciar claramente en el ejemplo del mae stro que muchas veces en aras de

sacar a relucir lo mejor de sus alumnos, les exige para que cumplan con sus trabajos y los motiva

haciéndolos tomar conciencia de la importancia del cumplimiento de sus obligaciones por más que

éstas en un primer término resulten tediosas y hasta agobiantes. Por otro lado, tenemos al maestro

que también es reconocido por sus alumnos, pero que simplemente prefiere darse por no enterado

si un alumno copió, cumplió o no cumplió con sus obligaciones, etc.

El primer maestro sabe que el camino que está tomando puede ser durísimo y vivirá en una

lucha tenaz entre lo que los demás digan respecto a él, su actuar y lo verdaderamente correcto; sin

embargo, es amante de la verdad y es en esa exigencia y pasión por transmitir buenas enseñanzas

a sus alumnos donde encontramos todos los elementos a los que hicimos referencia antes: razón,

sentimiento y valor.

Es fácil dejarse guiar por el camino más sencillo, el del moralismo. Este donde la moralidad

no tiene verdad y donde se nos dice que hacer y lo que es verdadero o no y es ahí donde empieza

nuestra verdadera tarea en búsqueda del sentido religioso. Cuando nos empezamos a cuestionar el

verdadero sentido de la verdad en c ada uno de nuestros actos.

Referencias

Giussani L. (1998). El Sentido Religioso , pp. 43-55. Lima: Fondo Editorial UCSS.

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