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Adopción: amor y desafíos

Detalles

Categoría: Derechos

Creado en Viernes, 08 Noviembre 2013 15:32

Escrito por Eva Fontdevila

Fabián Vera del Barco es filósofo, docente e investigador de la


Universidad Nacional de Tucumán, tiene 43 años y un hijo de 12. El niño llegó a la vida de su papá hace
algo más de dos años, cuando se inició el proceso de adopción que protagonizan y que se concretó fuera de
nuestra provincia, porque como dice Fabián "Tucumán sigue siendo una provincia retrógrada y con una
doble moral respecto de este tema".

En esta entrevista, reflexiona sobre el desafío de adoptar un niño en un país que de a poco amplía derechos,
incluye y aborda discusiones antes negadas.

¿Cómo se construye el vínculo con el hijo antes y después de iniciada la convivencia?

¿Cómo se construye? no lo sé. Busqué el manual de papá y no lo conseguí. Lo único que puedo decir de mi
vínculo con mi hijo es que se basa en el amor.

Ahora bien, ese amor no es sólo el romántico de los buenos momentos y la diversión. Es sobre todo
aprender entre todos a construir un núcleo de vida. Yo lo quise antes de conocerlo, por eso lo busqué. Y él
también estaba esperando una familia. Con esas dos voluntades, vamos armando el lazo. Lo demás, la vida
nos lo va diciendo. Como en todas las familias, al fin y al cabo.

¿Qué posición tiene sobre el debate en torno a explicitar con el hijo la historia de la familia biológica?

Hoy en día se habla más de "familia de origen" que de "familia biológica", pues se intenta reforzar la idea
de construcción social de los lazos familiares. La explicitación al niño o niña de su origen ha tenido grandes
cambios en el último tiempo en Argentina.

La ley actual prevé que el/la adoptado/a tenga acceso a su expediente de adopción en una edad
determinada, creo que es la mayoría de edad. Los debates actuales en torno a este tema consideran que se le
debe dar la oportunidad al niño o niña de conocer su origen en cualquier edad, con el correspondiente
apoyo emocional. Esta es la discusión más formal.

Ahora bien, en la vida cotidiana, ya casi nadie en nuestra sociedad entiende la adopción en términos de
tabú. O sea, poca gente cree que sea bueno ocultar el hecho de la adopción. Sin embargo, a pesar de este
sinceramiento de lazo adoptivo, persisten ciertos prejuicios vinculados al secreto del origen  del niño o
niña.

Una de estas prenociones es la de "cuándo puede saber el niño o la niña su condición de adoptado/a".

Yo creo que no existe un "cuándo". Creo que se sigue pensando la adopción como un caso especial de
paternizar o maternizar, diferente al "hijo/a biológico/a", caso que debe ser especialmente tratado, de
manera diferenciada de lo "normal" y por lo tanto seguimos pensando en un antes y un después de "saber"
la historia de la adopción.

A nadie se le ocurre pensar cuál es el momento ideal para contar a un hijo cómo llegó al mundo, cuando
creemos que fue concebido, qué cosas se hicieron o se dejaron de hacer para preparar su llegada. Todos
estos relatos se van transmitiendo en la convivencia, en la construcción del lazo familiar. Un cumpleaños,
por ejemplo, suele ser un buen momento para recordar en el seno de la familia el nacimiento. Pero estos
rituales no requieren un tiempo ni una edad precisos.

En el caso de adopciones de niños/as, no importa cual haya sido la edad de la vinculación, creo que debería
suceder lo mismo. Existe otro "nacimiento" de este nuevo integrante en la familia, hay fechas, recuerdos,
sucesos que construyen el vínculo con los hijos e hijas adoptados/as.

Esta naturalización del lazo familiar es fundamental para que el niño pueda procesar tanto su integración en
la familia como su pasado en otro entorno.  E insisto, no importa la edad en que se comenzó el vínculo
adoptivo. Todos/as llevamos impreso en la memoria recuerdos prenatales.

En síntesis, no creo que haya que debatir una hipotética "explicitación" del vínculo adoptivo. Creo que a
todo niño, toda niña, hay que contarle su historia, con sus alegrías y sus penas, en cualquier momento,
integrando este relato en la trama de la historia familiar. Lo demás, queda en sus propios procesamientos
internos, tanto en alguien adoptado/a como en cualquier otro caso.

Otra discusión es acerca de si es importante mantener el vínculo con el entorno de origen…

Es todo un tema lo de mantener vinculación con la familia de origen. Y es importante debatirlo. En


principio se supone que es bueno para el niño mantener una historia vinculada con su origen y en eso la
familia adoptante y el sistema de adopción debería ayudar. Pero mi experiencia dice que el abandono tiene
marcas tan duras que no es bueno vincularlos. Hay mucho daño y dolor en estas vidas. Lo primero es
reforzar auto estima, recuperar la confianza, devolver esperanzas. Luego se verá si es posible vincularse de
nuevo con ese entorno. La ley prevé que lo hagan con hermanitos/as que han sido separados/as para otras
adopciones. Y yo concuerdo con esta práctica.

¿Cuáles diría que son las principales deudas pendientes del Estado en cuanto al régimen de
adopción?

Eliminar las trabas burocráticas por un lado. Fortalecer los recursos humanos abocados al proceso de
adopción, por el otro. El régimen actual está bastante descentralizado y por lo tanto los requisitos y
formalidades para ingresar en la figura de la adopción son muy variados y a veces hasta confusos en
Argentina. Tiene que haber un claro y simplificado régimen en todo el país. Homologar los requisitos,
disminuir los tiempos y evitar las idas y vueltas en los papeles.

Pero esto tiene que ir de la mano de una fuerte capacitación de todas las personas que intervienen desde el
Estado, desde los jueces y las juezas, los profesionales del trabajo social y la psicología, el personal
administrativo. La adopción tiene que dejar de ser comprendida como una tarea de beneficencia estatal, y
tiene que emprenderse profesionalmente como la reparación social de daños a la población infantil. El
Estado tiene que garantizar efectivamente que no haya ningún niño sin familia.

Hay que eliminar, en la medida de lo posible, o al menos reducir, la internación de niños en "hogares". Está
comprobado desde las ciencias sociales y desde el sentido común que estos lugares no favorecen a los niños
o niñas abandonadas. Al contrario, los revictimizan. Todo niño o niña que llega a una institución es porque
fue abandonado de un modo u otro. Internarlos es ubicarlos en un lugar de aislamiento social (por más
atención profesional que allí tengan) por culpa de terceros que les provocaron un daño inicial. Deben con
urgencia, dada su edad y vulnerabilidad, estar en un contexto familiar.

Hay que seguir pensando otros modos de tránsito de niños hasta lograr una familia definitiva. Se critica
mucho a los hogares de tránsito porque son a veces una vía indirecta para lograr una adopción frente a las
dificultades del proceso legal. Pero yo creo que es peor aún para un niño entrar en una institución. Lo que
hace crecer a un niño no es sólo la comida y la medicina. Es el apego. Y esto sólo lo puede dar un contexto
familiar.

Por otro lado, hay que eliminar la medicalización de niños con urgencia. Este es un punto que se deriva del
anterior, de la institucionalización. Pero en realidad es tanto o más importante aún. Por suerte hay una
nueva ley de salud mental que se encuentra en pleno proceso de aplicación en Argentina, que va en este
sentido. Espero que por fin llegue su espíritu a las instituciones infantiles. Un niño no puede ser etiquetado
con diagnósticos psiquiátricos. Y menos aún ser medicado casi por protocolo. La realidad de los niños
abandonados es tremenda. A veces el Estado los salva de una situación en la que pueden perder la vida,
para encerrarlos y etiquetarlos como si fueran ganado.

Hay muchas más deudas pendientes del Estado con la niñez abandonada, sobre todo las condiciones en las
que nacen son producto de políticas de Estado... pero esto nos llevaría demasiado lejos. Los niños siguen
naciendo en estas condiciones, y algo tenemos que hacer.

¿Están preparadas las instituciones educativas, de salud, administrativas, para acompañar el proceso
de las familias que adoptan niños?

Para nada.  Falta una campaña dura y abarcadora de capacitación alrededor de la adopción. Todo depende
de la buena voluntad de las personas que uno encuentra. He conocido casos de escuelas que patologizan a
los niños por ser adoptados, cuyos gabinetes psico pedagógicos recomiendan atención especial, etc. cuando
a veces es simplemente -y lamentablemente- un caso de discriminación social.

En el Poder Judicial no hay un acompañamiento, al menos que yo conozca, de la familia luego de la


vinculación con un niño o niña. Simplemente hay un "control" del vínculo, como si el Estado fuera un
gendarme que vigila. La realidad es que, en el mejor de los casos, los profesionales que actúan con
dedicación están desbordados de trabajo, por la cantidad o la gravedad de casos y la falta de personas para
atenderlos.

A mi modesto entender, el número de fracasos que he conocido durante mi acercamiento al sistema es


alarmante. No se puede "devolver" un niño a la justicia porque, por ejemplo "no se adapta" al entorno
familiar, o porque el/la postulante se dio cuenta que "no era lo que esperaba". Estos fracasos no son culpa
de los/as postulantes, como suelo escuchar ocasionalmente. Es una falla brutal del sistema de selección y
acompañamiento de las familias que quieren adoptar.
El Colegio de Psicólogos, por ejemplo, debería poder intervenir de un modo eficiente en estas prácticas
selectivas, ofrecer capacitación a los profesionales y exigir concursos para ocupar los cargos en el poder
judicial.

¿Qué destacaría sobre su experiencia de vida compartida con su hijo?

Que es lo más lindo que me pasó en la vida, esto de ser su papá. Y creo que para él también, ser mi hijo. Al
menos eso parece, porque a los dos se nos ve más contentos que antes de conocernos.

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