Está en la página 1de 16
Carfruto ‘I LA ESCLAVITUD DE LOS INDIOS EN VENEZUELA — Dispensado, pues, de la obligacién de explicar la evolucién de la encomienda en América, que recargaria innecesariamente el vo- jumen del presente libro, sin utilidad préctica alguna, pues ten- dtia que limitarme a repetic lo que en gran parte esti dicho ya por Zavala, no me queda sino abocarme al estudio de la institu- cién en_-el territorio venezolano. Es forzoso que comience por Ja esclavitud de la taza indigena en Venezuela, que constituye“uno de los més tristes capitulos de la historia de nuestro pais, Desgraciadamente, la poblacién indigena venezolana sufrié dura y largamente esta forma cruel de explotacién de Ja fuerza de trabajo humano. Mucho se ha escrito sobre la esclavitud indi- gena en Chile, y en general se presenta a ese pais como un ejemplo excepcional en el esquema de la politica espafiola en América, Pero muy poco se conoce acerca de la situacién en que vivieron Jos naturales de Ja provincia de Venezuela, donde, a causa de la sesistencia opuesta por Jos aguerridos y numerosos grupos caribes, esparcidos en la mayor parte de la costa venezolana, desde Paria hasta Borburata,’ se autoriz6 la esclavitud de los individuos per- tenecientes a tales grupos. Esa autorizacién sirvié de fundamento 2. jologia venezolana véase: Julio C, Salas, Etnologia e bistoria de ore, Sipmyee Madrid, Taltorial América, 1908, y Lor indice eatiben, Made, Editorial América, 1920; Aristides Rojas, Estudios indigenas, Caracas, 1941; B. Tavera Acosta, Venezuela precolombina, Caracas, 1930; Tulio Febres Cor- dero, Procedencia’ y lengua de los aborigenes de los Andes venezolanos, Mé- rida,’ Universidad de los Andes, 1960; Lisandro Alvarado, Datos etogrdficos de Venezuela, Caracas, Ministerio de Educacién, 1956. Especial recomendaciéa merecen los libros de Gaspar Marcano: Evbnographie Précolombienne du Venezuela, Vallées d’Aragua et de Caracas, Paris, 1889; —Eshnographie Pré- Escaneado con CamScanner [EDUARDO ARCILA FARIAS 16 alizacién de dicha prictica hasta una feck ar Bade 1679, cundo se probibis pro se conser saevcaibes de las apartadas regiones del Orinoco, firmarse que hasta 1545 el gobierno de la pobl Pocde firm Venezuela 1a conducta més desarregiadg por causas que se explicarén més adelante. En vano se buscarén aqui las huellas que denuncien Ip aplicacin. de-las-leyes de Burgos, ni de las de Zaragoza o de Granada, sencillamente porque no habia encomiendas y ni siquicra tun gobiemo espafiol bien establecido. La primera mitad del si de en exploraciones de muy poco fruto, realizadas ido. No hubo hasta entonces nada que pudiera de colonizacién. La conquista de México y la del Peri y las noticias sobre sus fabulosos resultados, contri ion y el conocimiento progresivo del pais, cede ante la fantasia de El Dorado. Seducidos por esas noticias, los conquistadores abandonan entonces toda idea de sentar sus reales en alguna parte de a costa © de tierra adentro, y se lanzan, enloquecidos por una temprana ficbre del oro, a la ciega bisqueda de quiméricos paises de una za tal que s6lo en las fabulas orientales es posible encontrar- » ¥ en donde hasta los utensilios de cocinar eran supuestamente imo metal. Disensiones y rivalidades completan el cuadro de ste periodo de tan pobre rendimiento y de tan ¢: seersticn del pais, que, sin embargo, y paradojicamente, idas y esfuerzos que la conquista de México y Peri. del LA ENCOMIENDA EN VENEZUELA v7 ESCLAVITUD Y ENCOMIENDA Sin entrar a considerar las causas que lo determinaron, el fracaso de su gestién fue un hecho cierto: la colonia no prosper6 y las relaciones de ‘la época describen un estado de maxima penuria de los escasos pobladores espafio eto abandono y natural del tipo més primitivo. La mano de obra esclava indigena y Ia seudo libre conservada hasta los primeros repartimientos de El Tocuyo, no proporciona- ron una base estable para la colonizacién. Esos sistemas de aprove- erza de trabajo nativa, respaldados por la vio con sino a la destrucci6n de la poblacién indi gena./La colonizacién venezolana comienza con la encomienda, y no creemos que esto se deba a una mera coincidencia) Si se consideran los sucesos anteriores a 1545, se apreciaré que la encomienda significé un trato més suave para los naturales Ly un comienzo de reglamentacién y de humanizacién del trabajo. / La centralizacién del gobierno .comenz6 a hacerse sentir entonces ‘cada vez con mas acentuada severidad y al desmando anterior se impuso una més estrecha fiscalizacién sobre la conducta de los colonos espafioles. = No hay.duda de que a partir de ese momento los progresos alcanzados en la legislacién metropolitana para el gobierno de los i den sus beneficios para amparar y proteger, dentro ites, Ia poblacién indigena venezolana que no habia amiento que el de la opresién desenfrenada y lavistas espafioles, que actuaron aqui tugueses y los ingleses en las costas de Africa, im- punemente, sin cuidarse de los escripulos de la Corona y menos atin de la oposicién de los religiosos. La presencia inmediata y la mayor influencia de éstos en el gobiemo de la regién, contribuy6 en gran medida a mejorar la it de los indios. Los. funcionatios xeales y las autoridades eclesidsticas, celdndose reciprocamente, conitituyeron un medio de Escaneado con CamScanner 18 [EDUARDO ARCILA. FARIAS mayor control sobre los usufructuarios del rivalidad proporcioné al gobierno sups ca de la situacién de la provincia y de ‘ ban las leyes. Son incontables los testimonios de esta rivalidad, que 2 veces condujo a una sefialada ticantez entre el gol eclesifstico y .el gobierno civil. Los doctrineros denunciaron los abusos y la complicidad de los corregidores, y en no contadas cocasiones fueron éstos quienes denunciaron a aquéllos. Sea como fuere, los indigenas salian siempre aprovechados de tales disputas. manera como se apli Esto no quiere decir que con 1a encomienda se estableciese un régimen de bondad y que cesase la explotacién de la mano de obra indigena. Simplemente queremos dar a entender que hubo mayor proteccién, menor impunidad para los desafueros y cesa Gién de las pricticas de exterminio de la poblacién indigena se aplicaron en las primeras décadas de 1a dominacién espaii ¥ para los pobladores espafioles, una fuente de trabajo segura barata, may Las guerras posteriores se hicieron, como todas las guerras, a un clevado, costo de 7 ese momento el conquistador vio en Ia poblai ‘mento precioso que tratd de conservar, pues, iba a ser su ‘nica recompensa. Y en pos de ese tesoro, que era la encomienda, se iniciarén nuevas empresas de cong) y si los indios han de set al Ginico premio que se espera rec con Ja matanza innecesaria. El lio dej cio, y el aprovechamiento que de él se obtendri va a ser un tributo tasedo en servicios. Es por esta sola razén, y no por otra, pot 10 que Ia encomienda significé un mejor: jon del indigena; de esclavo pasa al estado de sien derechos que no siempre fueron simplemente teé: iduo des- amparado y a merced de un amo, se com en vasallo del rey sattsgado en eustodia al encomendero, qu de dar cuenta Y oe Soeomendad, yes toma de cuenta I hacian Jos Sjeeutaron algunos muy rigurosam 7 ri suites contra muchos encomenderos, El cambio que S¢ de ser objeto de comer- LA ENCOMIENDA EN VENEZUELA 19 s venezolanos comenz6 hacia el ‘Alonso de Ojeda como Cristébal en esa fecha, inos indios. Guerra Ievé los suyos a Es- ppafia como parte de Jos tesoros que habia recogido en estas cos- tas, vendiénd. contra Ia prohibicién que pesaba sobre esta clase de operaciones. Los Reyes Catélicos proclamaron que los indios eran sibditos su- de Guerra y de todos los comparieros saci de los indios y su devolucién a los cay6 demasiado ios apresados por Guerra no fueron devueltos a América, a'él se le puso en libertad, se le dio autoriza- cién. para efectuar una segunda expedici6n y licen los indios que condujo a la Peninsula en su pr cin de pagarles salarios por los servicios que le prestaran; y facultad también para tomar indios de las tierras que descubriete, aunque con el solo fin de utilizarlos como intérpretes © lenguas, y no para reducirlos a esclavos.* En las capitulaciones celebradas por entonces, los monarcas ron muy repetidamente en 12 prohibicién de cautivar indios. En la capitulacién de 1500 con Ojeda, no se veda absolutamente esta prictica, pero queda sujeta a licencia Sin embargo, en las otras que fueron celebradas el afio siguiente con Vicente Yatiez Pinzén* y con Diego de Lepe, la prohibicién es absoluta: Lepe recibe poder para “rescatar e haber oro ¢ plata e cobre ¢ estatio e azogue e otros cualquier metal de cualesquier calidad que sea, e... perlas e jo} iedras preciosas, e monstruos e serpien- tes € otros cualesquier animales de cualesquier calidad que seam @ pescados e aves e especieria e droguerta e otras cualesquier cosas Aiembre 2, 1501, Arch, Gen. de Ind. Copia de lt cous, julio 12, 1903. An. Gen de In. Cope de yse 900 ter eslavos algunos sin Ii ‘Simanoat. Copia de lk ANH. C, 6. Granada, septiembre 5, 1301, Arch. Gen, de Ind. Copia de la ANH. C, 1,1, £63. Escaneado con CamScanner EDUARDO ARCILA FARIAS 20 «calidad que Sean, aungne sean dem leaguier "" de eaalesg! hho, con fatto que non poddis traer exeigr talon que lo 54 LA ESCLAVITUD DE LOS CAI ES rata politica benévola dio un vueleo cuando la Reina ia cad canta Majestad que hasta los propios momentos de agon tee eared la proteccién de los indigenas contra la vielen spate descubridores y conquistadores, por una cédula de a de 1505 extendi i Los Caribes. En el momento Isabel, Espafa y : mento concluye asi: "por la presente doy licencia e facultad a todos e cuales quier personas que con mi mandado fueren ansi a las Islas e Tierra Firme del dicho Mar Océano, que fueren agora estan descobiertas, como a las que fueren a descobrir otras cualesquier Islas ¢ Tierra Firme, para que si todavia los dichos canibales resistieren e non quisieren rescibir e acojer en sus sierras a los capitanes e gentes que por mi mandado fueren a facer los dichos viajes e ofdos para ser adoctrinados en las cosas de nuestra Santa Fe Calica ¢ estar i sersicio e obediencia, los puedan cautivar e cautiven para los ase islas donde fueren; e para que los puedan traet Reinos ¢ Sehorios ¢ a otra cualesguier parte ¢ lugares don quisieren € por bien tuvieren, pagandonos la parte gue dellos nos pertenezcan e para que los puedan vehder ¢ ap?0 recharse dees sin que por ello caigan ni incurran en pena algans Porque trayéndoles de estas partes e sirvitndose dellos Jos cist 05, podrén ser més lijeramo idos en Nu ramente advertidos e instruidos en ta Santa Fe Catbi oe Gen. de Tod, Copia de Ia ANH. Cs Th I Seiario Cano, TV bas 8 Aptica, cta como ia cul originacia de : 1 que dio"Don Femando ea burg en sit, fecha a LA ENCOMIENDA EN VENEZUELA a cuencias que hi desar 1¥0 a punto de produ- cir de las costas ve- nezolanas y de las cong dores no tuvieron freno; pero més funestos atin que éstos, fueron los mercaderes que organizacon expediciones tras expediciones des- para asolar esas islas y costas, frustrindose a causa ficables depredaciones, asaltos y violencias de tales mer- 1 experimento social de Las Casas y todos los intentos que son para obtener la sumisién pacifica de los jefes indigenas. A pattic de ese momento los descubridores y conquistadores se consideraron en franca libertad para cautivar los nativos y con- ducirlos como rico botia de guerra. Los cautivos, no importa su procedencia y condicién, eran denunciados a las autoridades reales como caribes y cebeldes, y nadie parecia tener interés en averiguar si eran en efecto una cosa u otra. En una cédula de 1504, expedida a solicitud de los vecinos de la Espafiola, se dispuso que de ahi en adelante a quienes hiciesen guerra a los indios, los oficiales reales no les tomasen para la Co- ona més de 1a quinta parte de los esclavos y bienes que hubiesen? En la capitulacién celebrada con Juan de la Cosa, en 1504, se establece que le queda prohibido cautivar indios, “salvo los que por nuestro mandado son pronunciados por esclavos que son los que estin en las islas de Sant Bernaldo ¢ Isla Fuerte en los puertos, de Cartagena e en las islas de Bari, que se dicen cantbales”.” Esta misma autorizacién fue otorgada en la capitulacién que en igual fecha se tomé con Rodrigo de Bastidas y Cristébal Guerra. ‘sido adoptada también por otras autores, tal ver coafiados ea la grap autor Hidad del Hn, Ta fecha press la de 1505, Ta ddl ios, Hivtoris Ze La comguiiiz'y oblacdn de le pro- 885, tp. 34), La athbuye a una dispos- v. ‘Campo, febrero 4, 1304. Arch. Gen. de Ind. Copia de la ANH. n Campo, febeero 14, 1904, Arch, Gen, de Ind, Copia de la ANH. 02 Escaneado con CamScanner 2 EDUARDO ARCILA FARIAS Con estas facultades Ojeda desembarcd en Cartagena portan- i fa de preceder a la gue- . Extraiio documento que preten- do de historia, de teologia y de politica para uso de los naturales americanos, mirado después por los autores de muy diferente manera (burla, desprecio, actimonia) y cas Tigereza, sin parar mientes en @oxa. EI cuidado de conservar las formas es uno de los aspectos is sos del largo dio de la conquista espafiol: ‘uno de los pontifices pasad ¢ del Mar Océano a los Cat amenaza de 5 quitarles 105 que pudiere, como ales y 4 vasallos que no obedecen ni quieren recibir ten ¥ contradicen’”. Y como en todas las dec la responsabilidad de Jas muertes y de la asolacién que se produ; se hacia caer sobre Jos mismos pueblos que habian de padecer 1a agresin.® rio quedaba preparado para el des- arollo de la escavitudindigena de las otas formas i que condujeron a 1a polésmica Las dos primeras décadas del siglo xv Venezuela sin que actividad creadora alguna se UA ENCOMIENDA EN VENEZUELA 2B su tertitorio. No hay més novedad en ese periodo que los repetidos de os mercaderes con el sélo objeto de rescatar perlas, guanines y capturar hombres. La perfidia fue aliada inseparable de estos expedicionarios, y los indigenas aprendieron a un alto precio de sangre y de dolor, el peligro de confiazse en la palabra de los extrafios visitantes, La desconfianza que nacié de esa experiencia fue uno de los més poderosos obsticulos que dificultaron posterior- mente la penetracién e impuso la resistencia armada como tinico y desesperado recurso, pues los naturales conocieron que no podian acogerse a ninguna promesa y que los pactos con aquellos hombres de allende el mar no conducian sino a peores resultados. El Cardenal Cisneros, re; iemno de la Costa de las Perlas para ios por la predicacién. La penetra- ia vedada a todos los espafioles laicos. consultas hechas por Ia. corona sobre el mejor método de someter a los indios de esa regidn, y parecié que “era enviar personas religiosas y de muy buena vida a predi- car y enseiar alos dichos indios, sin otra gente ni manera de fuer- ”. El gobierno quedé asi en manos de los dominicos, quie- de los franciscanos se trasladaron desde la Espafola para dar comienzo a Ia misién, ~rganizada por los vecinos de sursién en Paria apresando nu- gen a que los naturales se rebe- ios0s. Fue el propio fray Antonio Montesinos, iscurso condenando a los en- comendero: 5 en nombre de la Orden 2 hag los mercaderes de la Espafiola. jesen los indios apresados y que en adelante no se permitiese a nadie ir ni enviar armada a aquella costa, En atencién a esta solicitud, el monarca expidié una cédula ordenando que “ningunas ni © condiciSn, preminencia 0 reinos como de las dichas islas Espafiola ¢ San Juan ¢ Cuba ¢ Ja- maica © Tierra Fitme € otras cualesquiera no conocidas” osaran ‘merosos Escaneado con CamScanner mM EDUARDO. ARCILA FARIAS ‘enviar armada ni it persona ni personas algunas a la dicha pro- Nincia de Cumand y Costa de las Perlas, “que se declara desde Cariaco hasta Cuquibacoa La empresa fracas6 de todas maneras y seri reamudada cua- tro aiios después por Las Casas, en virtud del asiento y capitula- cién de 1520 y cuya jurisdicciin se extendid desde Paria hasta Ja provincia de Sania Marta. Las Casas pidid la devolucién de los indios que hubieran sido apresados y sometidos a esclavitud, y la Corona ordend al licenciado Rodrigo de Figueroa y a los otros jueces en las islas de la Espafiola, San Juan, Cuba y Jamaica, que tomaran informes sobre los indios que hubieran en ellas, ile- yados de la Tierra Firme “que estén presos o detenidos contca su voluntad, injusta e indebidamente, por cualquier persona en ‘cuyo poder ‘estuvieren, e que los pongan en toda libertad € los entreguen a vos el dicho Bartolomé de las Casas, para que, si ellos {quisieren, Jos Ilevéis a la dicha Tierra Firme para que estén libres € exentos de Ia dicha servidumbr La devolucién de aquellos cautivos con arreglo a las condi- ciones sefialadas en esa orden, era una materia dificil de dilucidar, pues habia que determinar qué indios habian sido cautivados in- jasta ¢ indebidamente y cuiles por causa justa, esto es, en guerra después de ser requeridos. No parece que esta reparacin de los dafios inferidos 2 los indios de la costa venezolana se cumpliese de ninguna manera. Por el contrario, las violencias y asaltos con- tra las poblaciones indigenas, su apresamiento y esclavitud por parte de las armadas organizadas desde la Espaftola y Cubagua, ontinuaron acaso con mayor desenfreno, determinando finalmente el fracaso de este segundo ensayo de reduccién pacifica El contador real Miguel de Castellanos, que acompaié a Bar- tolomé de las Casas a la Costa de Paria, explicd, en 1524, en, una carte dirigida al Rey, las razones de ese fracaso y la desordenada conducta de los vecinos de Ia Espafiola cuyas expediciones, que no fperseguian otto fin sino la rapifia de bienes y de hombres, asolaban Ja costa y encendian el furor de los naturales, Escribe Castellanos: --los frailes Dominicos y Franciscanos que en aquella costa 2K. G de septiembre 5, 1516, Publicada por Manuel Sertano y Sanz, ep. city p. COCLVI 13. Ta Coruha, mayo 19, 1520. Poblicado por Fernindez Duro en ls ed. de p3a2. Oviedo y Beton, op. iy T- LA ENCOMINDA EN VENEZUELA 25 cstaban comenzando a convertir los indios ban recibido muertes admirables y destruidolos sus monasterios y altares, lo que ha sido or tres veces con esta vez que agora fué el Licenciado Casas; de To ewal es muy notorio fueron ocasién los cristianos por los ir a correr 7 a facer guerra tomandolos por esclavos a ellos y a sus mujeres e hijos, por las partes donde los frailes estaban convintien- do; daiios que cansan las armadas que 1e alld envian de la Es- paiiola”. “Estando yo alld con Casas vi a muchos que, menospreciin- dole, fueron con armadas; facian guerra a los indios y tratan al- gunos esclavos para los vender, e v1 otros desérdenes, 7 ati de esta manera, el dicho Licenciado se retrajo a la Espaiiola e se metié fraile”. "Vi en la Espaitola que en obra de dos meses se trajeron mas de 600 esclavos de do habia de ir Casas, y venderlos por los Oficia- les de Santo Domingo” ** A estos desérdenes se les quiso poner téemino por las Orde- nanzas dé Granada de 1526. En ellas se ordend a la Audiencia de Santo Domingo que tomara cuidadosa informacién sobre quiénes hicieron “las dichas muertes y robos y excesos y desaguisados, y hetraron indios contra razén y justicia”, y que de los cargos que resultaren enviara relacién al Consejo de las Indias. Si se averi- guara que las justicias reales o algunos sibditos, cualesquiera que fuesen su calidad y ¢ondiciéa, tuvieran algunos indios por esclavos © criados, tomados injustamente, se los arrancarfan de su poder para devolverlos a sus tierzas y naturaleza, siempre que voluntaria- mente quisieran regresar a ella y si buenamente y sin encomienda se pudiera hacer; en caso contrario, se dejarian en la isla libres © en encomienda “teniendo siempre respeto y consideracin al bien y provecho de los dichos indios, para que sean tratados como libres y no como esclavos”. Peto esta franquicia se limitaba a los gentiles, pues si los indios se hubieran convertido, no habian de volverse 2 sus tierras aunque ellos lo quisieran “por el peligro que a sns dnimas se les puede seguir”. nos. 1524, Pablicads por Feraindes Duro, Ibi, Escaneado con CamScanner [EDUARDO ARCILA.FARIAS Las mismas Ordenanzas disponian que ninguna persona pu- <0 a estos indios, bajo pena de perdimiento aso de que dichos indios no consin staban les ensefiasen o instruyesen en buenos usos y costumbres, jeran la predicacion y se resistieran, a mano armada, a pres- tar obediencia al Rey, oponiéndose, asimismo, a la bisqueda de las minas de oro y a la extraccién de éste y otros metales. Bajo estas condiciones se permitia, con acuerdo y parecer de los reli- giosos siendo éstos conformes y firmindolo con sus nombres, de- d dios y hacer en ella aquello que los derechos daran que se sn otf aS0 xa y pudiera hacer, y no en otra manera ni alguno so la dicha pena. Esto es, quedaba sobreentendido que la esclavitud era entonces licita. Como se ve, en esta disposicin se agregaba un nuevo ele- mento que hacia justa a guerra contra los indios: la bésqueda ¥ extraccién de los metales preciosos. La apetencia de éstos y Jas necesidades del tesoro espafiol, hacfan que no se consideraran como los tinicos titulos estimables las razones de fe y de obediencia. ¥ restricciones que la Corona se empefiaha en conservar resul insuficientes para contener el desborde de la violencia. Mas ade lante veremos cémo en aras de ese nuevo dios que surgia todopo- deroso, el oro, serén sacrificadas numerosas vidas y Ia libertad de los naturales. Poco tiempo después, en la capitulacién tomada con el licen- ciado Marcelo de Villalobos y en Ia confirmacién otorgada a su Aldonza, en junio de 1527, se r nes de que no pudiera sescatar a los indios es," maltratarlos ni hacerles la guesra, salvo a aquellos que por el Rey y sus jueces sstuviesen declarados esclavos y a quienes se pudiese hacer guerra justamente. 16. LA ENCOMIENDA EN VENEZUELA 27 lacién se hace hincapié, muy sefaladamente, en monarcas espafioles de mantener libres a los y acreedores, como a en la que debian ser instruidos ESCLAVITUD INDIGENA BAJO LOS WELSERES En 1528 fue celebrada una capitulacién con los alemanes Enrique Einguer y Jerdnimo Sayllec, que éstos pasaron después por renuncia a los Belzares 0 Welseres: Por tino de lis capitulos de ese documénto, se autorizd a aquéllos para tomar esclavos en guerra y por.rescate. Dice oy “vos doy licencia -y facultad a vos y a los dichos pobladores para que a los indios gue fueren rebeldes; siendo amonestados y re- queridos, los poddis tomar por esclavos, guardando cerca destos Io que de judo en esta nugsira capitulacion y asiento serd contenido, y las otras instrucciones -y provisiones nuestras que cerca dello ndaremos qlar; ¢ desta maners,-e guardando Ta dicha, orden os indios que tuivieren 0 caciques y otras personas de la terra por esclavos, pagéndoselos a si voluntad a vista de la justicia ¥ veedores y de los religiosos 4: los poddis tomar Y comprar, siendo verdaderamente esclavos, pagindonos el quinto de los dichos esclavos”. La facultad asi acordada, dio lugar a los mayores excesos de que se tenga not desenfreno parecfa no conocer puesto’ que las personas ‘tedric fencargadas-de mantener la “moderstiéi ai ve la leetra del requ cido de Palacios Rubio, que fi de Ojeda y a Pedrarias Dévila iento, sin duda el bien cono- mismo que se dio a Alonso celo de Villalobos y con fiemacibn pare su bia 527, Publcada por Ferninder Duro en la ed. de 28. Publicada por Jerdnimo Becker en nota a Fray Tet p29. Venesuele ade, 191 fen Venezuela, el camino mas recemendable iba documental de Encique Otte, Clas Rees Escaneado con CamScanner EDUARDO ARCILA FARIAS Pero ni los alemanes ni los espafioles que les acompafiaban to, y segiin parece, nose detu- vieron a leer el requerimiento antes marlos por sorpresa, apresarlos y redi los peninsulares mas antiguos y versados que anduvieron con los alemanes en sus muchas entradas por Ja provincia venezolana, no ya como simples soldados, sino como capitanes y con impor- tantes funciones de gobierno, como Juan de Villegas, conocian el documento de Palacios Rubio sino de una manera confusa, como puede apreciarse por el texto desfigurado. que aparece en el re- cquerimiento que el citado conquistador dio, en ejercicio de"la go. bernacién, a Ruiz de Vallejo en 1549, y al que nos referiremos mas adelante. El hecho fue que se produjeron inauditos atropellos que diezmaron 1a poblacién indigena y Ia obligaron a buscar el refugio de los montes para escapar de la muerte y Ja esclavitud. La Corona tuvo algin conccimiento de las violencias que padecian los indios de Venezuela y se quejé, aunque tibiamente, el tratamiento que se les daba. No hay pruebas de que ordenaran fue el mas pingiie beneficio que tertitorios. Tanto Jos funcionarios reales como los gobernadozes alemanes y capitanes y soldados espafioles eran socios en dicho aifios, el sostén de los gastos fuente de las dnicas utilidades privadas que por entonces se obtuvieron. Con el producto de Ja venta de los indios de Coro se pagé la compra de barcos, armas, pertrechos y bastimentos. En 1535 el gobernador recibié una cédula en que la Reina decia hallatse informada de que muchos de los indios comarcanos de Coro habian sido sacados de su tierra y llevados on licencia del gobemador, bajo el pretexto dé Personas pasticulares para volverlos a su pro LA ENCOMIENDA EN VENEZUELA 2» ero que no solamente los hacian esclavos, sino que los . Ordend Ia Soberana que los indios gue los en tal forma, fueran devueltos a costa de quienes Jos llevaron y se castigara a los responsables de esos abu- 0s. No hay testimonio de que se hubiese acatado esta cédu el contrario, existen sobradas pruebas de que nada se h'zo en obe- decimiento suyo, Otra cédula de la misma fecha denuncia el apresamiento y esclavitud de los indios gor parte del gobernador en complicidad pero la ira real no se origina por el hecho mismo sino por la vi de las formas, esto es, por no hhabérseles hecho leer el requerimiento antes de hacerles guerra y itlos: yo soy informada que vos, el nuestro gobernador, mente cori un religioso ...sin tener facultad nuestra... bab a hacer ciertas entradas de donde habéis traido cantidad de indios. y los habéis pronunciado por esclavos, no guardando la forma e orden que por la dicha nuestra provision e instraccién tenemos dada {la cual ordenaba que “hechos ciertos requerimientos a los indios desas provincias los pudiéredes ‘pronunciar por esclavos") @ habéis enviado a vender piiblicamente en la Isle Espaiola"® Diferentes noticias sobre los mis escaridalosos sucesos de esta indole acaecidos entonces, han sido recogidas por a historia en tas fuentes. Refiere el padre Aguado que, en 1541, el capitén de Limpias, al servicio de’ los Welsezes, en una iz0 con sesenta hombres por la laguna de Maracaibo, , hombres ¥ mujeres, que “entregs al Intae como pastor, las mand6 marca ndolas en los navios, fuer idad a Santo Domingo’ probablemente de Aguado a través de Simén, 1a repite Oviedo Y Bafios. 2D, R. C. de octubre 27, 1338. Arch, Gen, de Ted. Copia de Ia ANH. C, ee. 21. RG de octubre 27, 1939. dred. Gen, de Ind. Copin de la ANH. C, 2 Bats, op. city T. 1, p. 190. Los To ative’ pitecen Coane con Escaneado con CamScanner 30 EDUARDO ARCILA FARIAS LAS RELACIONES DE PEREZ DE TOLOSA La pesquisa realizada por Pérez de jecucién de esta clase de acciones. a los testigos aparecen vai graves cargos hechos contra los W. 12, Si saben que el dicho Ambrosio de Alfinguer, siendo tal gobernador e yendo contra la instruccién que tenia, en la prix meta jornada que hizo a Maracaibo trajo muchos esclavos € natu- rales sin haber causa para ello, no guardando Ia orden que S. M. manda, ¢ los vendib en publica almoneda a los conguistadores, ¢ no acudib con el quinto de los dichos esclavos que pertenecia a S. M,; fué en frande de la hacienda real, aliende de haberse por dicha causa despoblado la dicha tierra”. "23, Si saben que el dicho Ambrosio de Alfinguer, siendo tal gobernador, envié a Iitigo de Vascones, su capitdn, al puerto de Santa Marta con dos navios cargados de esclavos para que los vendiese como los vendid en el dicho puerto de Santa Marta, de los cuales no se pagd quinto a S. M.” "31. Si saben que... [Jorge Spira] Mevé del valle de las Damas mds de cuatrocientas dnimas atadas y por fuerza; e si saben que en el valle de Barguisimeto, en los indios que vinieron de paz a ver a los cristianos e a traellos de lo que tentan, bi grande e cruel matanza entre los hombres, mujeres e mi saben gue en la Carga bso lo mesmo, robando ¢ desirayendo al pueblo e levando los indios atados e por fuerza...” "39. Si saben que Nicolao Federman, siendo teniente de gobemedor por Ambrosio de Alfingner para ir la jorneda que izo hacia Bariquicimeto, despobl6 cuatro o cinco pueblos de indios amigos de cristianos de nacion Caguetios, comarcanos a la ciudad de Coro, y de los dichos indios Ilevd cantidad de mas de qui- LA ENCOMIENDA EN VENEZUELA 31 ientos por fuerza y en cadenas, y no pudiendo andar los dit indios por enfermedad 0 cansenil pr no ler whan Koes les cortaba las cabezas", 3 "40. [El mismo Federman] siendo teniente por Jorge de Es pina, mandé ranchear muchos pueblos de lor indir Wee pat, de nacién Caquetios, comarcanos a la ciudad de Coro en cantidad de mds de setecientas dnimas ...todos los cuales indios o la mayor parte dellos murieron por malos tratamientos que se les hizo. En sus cartas al Rey, Pérez de Tolosa dio nuevas y patéticas noticias sobre la situacién padecida por los indigenas venezolanos y Ia implacable persecucién que suftieron por fos alemanes y por los espafioles de Tierra Firme y de las islas. Segin cuenta, en Cubagua "habia copiosa gente de guerra que de silo hacer esclavos se mantenia", y mucha ‘de esa gente, tan experimentada en esta clase de tratos, fue mandada a buscar para robustecer la fuerza de Coro, donde quedaban muy pocos espafioles cuya tnica gran- jeria era la venta de esclavos ins a Cubagua fue encomendada por Enrique Rembolt a ua capitin espafiol que, con hombres y muy buenos caballos, llegé hasta Maracapana, hizo guerra a los indios de aquella tierra y “con-los que dellos tomaron se aprestaron la venida y compraron lo que habia me ter". Sucedieron a Rembolt, temporalmente, dos alcaldes espaiio- les, Bernardino Manso y Juan de Bonillas, quienes ejercieson cargo desconsideradamente, haciendo gran mimero de esclavos.* La muerte de estos dos funcionarios, ocusrida en ciscunstancias cextrafias, fue al 2 un castigo divino por sus eximenes. Denuncié Pérez de Tolosa que los alcaldes de Ia isla de Cu bagua y los gobernadores Antonio Sedefio y Jezdnimo Dostal, destruyeron la tiersa haciendo en ella gran cantidad de esclavos, En el puerto de Maracapana los alcaldes de Cubagua tenian fun- dado un pueblo de-espafioles y en él solamente gente de guerra de tener ganados ni cultivos ni cosa alguna jento permanente. “Esta gente de guerra en robar y en destruir La tierrs, tomeando indios para i, y como S. M. ha mandado que no los haya, luego los lieado por Feinindez Duro, ef, de Oviedo y Bates, op. ct. T. 2, pp. 256, 21 y 274. 24, Cate de Juan Péres de Toloss, El Tocuyo, julio 8, 1548. Ibi, T. 2, p. 256. Escaneado con CamScanner 32 [EDUARDO ARCILA FARIAS dichos altaldes desploblaron el pueblo, por manera qite en la dicha ‘ni sabanas no bay ningtin pueblo de espaioles". De Cubagua también las armadas que asaltaban a los indios de Bor- sal barat Luis Gonzdlez de Leiva, enviado con sesenta hombres por Al- finguer para socorrer al pueblo que dejé en Maracaibo, tomé en cesta expedicién tan grande némero de esclavos, que envi6 dos bar- fos cargados de indios, de los cuales uno se perdi6 y el otro fue 3 Cuba, donde se vendieron. Comenta Pérez de Tolosa que "se dice” Gque estos esclavos fueron tomados tras’ haberles hecho el teniente Gonzilez de Leiva los requerimientos contenidos en la capi con Einguer y Sayller. Jorge Spira, en virtud de ta provisiGn que autori dlavitad de los indios previo ciestos requeri mero de prisioneros entre los Caquetios de Paraguand y en las rras de los Ayamanes, que lev a Coro, donde fueron senten dos, pagindose el quinto a S. M. Con los indios restantes se paga- ton los fletes de los navios que condujeron a aquella ciudad a sntos espafioles que trajo consigo el gobernador. Pasticularmente grave es la acusacién que Pérez de Tolosa lanz6 contra el doctor Navarro, juez de residencia enviado por la iia de Santo Domingo en 1536. Este juez, acogiéndose a inos de la capitulacién con los alemanes, que autorizaba el rescate 0 compra de los indios esclavos de otcos indios, permitid cesta clase de comercio entre espaiioles y naturales dando con ‘oportunidad para una mayor destruccién de la tierra, pues se en cendieron furiosas guerras entre los propios indigenas, que pro- dujeron un dafio cuya extensién no se conoce, pues no se tienen sino vagas noticias acerca de las innumerables muertes ocasiona- das por estas luchas. Escribié Pérez de Tolosa en su tercera carta al Re} Ja anuencia de aquel juez se dio a entender a los indios Ia licencia de que estaban provistos para la compra de esclavos de rescate, y despertada ‘se hacian guerra los anot 4 los otros, con favor uo de los evistianos, $e tomar BS. Cans de Juan Pérez de Toss. El Tocvyo, octubre wins aa 5, 1546, Ibid, T. 2, 1A ENCOMIENDA EN VENEZUELA 2 ‘ban unos a otros, siendo amigos, y a manadas los vendian a lot istianos por muy poguita cosa, y se herraron y quitaron ¥ lle. in que en ello hobiese 10 dusb basta el aio ie, desu continuado por todos los gobemadores y sus teni fats rae pecial por Diego de Buiza, que fue dejado en Coro como teniente de gobernador por el Obispo Bastidas Es curioso que Pérez de Tolosa no hubiera hecho ningin cat- {go contra este Obispo, como el que hizo muchos afios mas tarde el padre Aguado y, siguiendo a éste casi al pie de la letra, el padre Simén y Oviedo y'Baiios. No hay duda de que si hubi trado algin fundamento, Pérez de Tolosa no babria vac acusar al Obispo, pues entonces as autoridades civiles y religiosas guardibanse muy pocas o ningunas consideraciones reciprocas y Ta rivalidad era abiertamente fomentada por la Corona, como una medida de politica general en América para ejercer un mejor control sobre eclesiésticos y laicos y asegurar, por este medio, el respeto y acatamiento de Ja autoridad real. Es un buen indicio en favor de Bastidas que este juez, que demostré ser particularmente plar, y quien indag6 minuciosamente Ja conducta de los alemanes y espatioles residentes en la miserable y despoblada gobernacién, no mencione un hecho tan escandaloso como el que refieren los autores citados. En cambio acus6 a Diego de Buiza, a quien Bastidas jerno de la provincia, de haber perseguido cruel- iraharas, matindoles y reduciéndolos a esclavitud en muerte de tres espafioles que fueron a rescatar entre propio, pues tomé para y vendi6 fuera de la pro- "Fs probable que este hecho diera base a 1a version que fon los autores mencionados, religiosos dos de ellos y escritor ‘simo el tercero, sobrino y protegido de uno de los obispos lustres del periodo colonial 8, 1548, Ibid, T. 2, p. 234. 26, Carta de Juan Pésez de Tooss. El Toca js 27. Tbidem, Escaneado con CamScanner 4 [RDUARDOARCILA.FARIAS ders los inmensos dafios que la prictica LAS LEYS CONTRA LA ESCLAVITUD INDIGENA. CorrespondiS a Pérez de Tolosa la aplicacién por primera vez cen Venezuela de las Leyes Nuevas de 1542, que proclamaron ta ‘ondicidn de los indios como hombres libres, vasallos del Rey, y pesieron término a la esclavitud indigena por rescate ordenando ademis la revisién de los titulos de propiedad de esclavos, aparte de las otras disposiciones tocantes a las encomiendas, servicios personales y tributacién, En 1546, Pérez de Tolosa recibi6 una real cédula en la que se jn real acerca de que en adelante, por na via, pudieran tomarse esclavos indios; disposicién que sia un efecto retroactivo en beneficio de aquellos que hubiesen jo reducidos 2 cautiverio contra razn y derecho y contra las Y poser legitimamente’. Para evitar que la apl ‘quedase sin efecto por falta de personas interesadas que reclama- sen su ejecucién, se determiné el nombramiento de procuradores que tomasen a su cargo la causa de los in En esa orden se dieron dis bajo de los indios en las pesqueri cudn profundamente hab soberanos las descripciones sobre los. m: recibian los indios y las penalidades que relaciones en que tanto abundaron no sol otros religiosos, sino algunos funciona vvex uno de los espai ia de Las Casas, En bene! WRC disgida ve Gerda Copia dels ANIC de Tolosa, Madrid, junio 5, 1946. Arb, 532. 1A BNCOMIENDA EN VENEZUELA 35 Jo que era més caro para los monarcas en relacién temporales: los tesoros americans, y de éstos, rezolanas, imero y mds opulento tribut descbsidora, sd “Porgue nos ha sido becha relacién que de la pesqueria de perlas baberse hecho sn la buena orden gue conventon te baa pe do muertes de muchos indios ¢ negros, mandamos que ningin in- dio libre sea Uevado a la dicha pesquerta contra sw voluntad, 10 pena de muerte y quel obispo y el juez que fueren a Venezuela, ordenen lo que les pareciere para que los esclavos que andan en Ja dicha pesqueria, ask indios como negros, se conserven y cesen Jas muertes, 7 si les pareciere que no se puede excusar a los dichos indios y negros el peligro de muerte, cese la pesqueria de las dichas las, porque estimamos en mucho més, como es razén, la conser- de sus vidas que el interés que nos puede venir de las per las”. Esta orden habia sido primero mandada a ejecutar al Obispo de Santa Marta, quien en cimplimiento de ella fue a las pesquerias y formacién al Consejo de las Indias; pero a este cuerpo parecié que el Obispo no habia cumplido enteramente lo que con- venia para la buena aplicacién de esa ley, el cese de las muertes que padecian los indios por los rigores del trabajo bajo el mar de un tratamiento mis humanitario. Ea consecuencia ‘que convenia que se tomase a ver mis de raiz ¥ pro vveerse como las dichas muertes cesasen € nuestra intencién e man- ‘vos, que sois tal persona, que guardaréis nuestro ser alto grado habia’ Uegado la confianza de la y buen juicio de este juez, por su acertada y en Venezuela comparable a la de La Gasca cidn de Venezuela se resintié durante mucho tiem- Po de los efectos de la esclavitud y de la desordenada conducta de los espafioles de las islas, convertidos en verdaderos piratas sin 29. Thid, nota 28 Escaneado con CamScanner EDUARDO ARCILA. FARIAS ar las posesiones de sus propios sobera- cometidas por los con- ron en el comercio ley, que se dedicaban aa nos; también s¢_resinti sguistadores asentados en Coro, vos indigenas una ocupaci provechosa que la agri- fultura y aun que la misma mineria, Era mis facil cazar un indio gue hallar un grano de oro En 1946, Pérez de Tolosa escribfa al Rey desde El Tocuyo: “Yo me quedo en este asiento con setenta hombres, en tierra muy poblada de pobies, que dificultosamente se ha po- Fido sustentar esta gente del maiz que delios [los indios} han ha- Ja muestran: estin doscientos y paz es muy oscura’ Juan de Villegas, en Ia jornada de conquista y fundacién de Borburata, declar6 ante el escribano, en 1548, habia venido por mandado del sefior gobernador a estas Provis finas de oro y a conquistar y pacificar y a atraer al se S. M. los indios naturales de las dichas provincias y, hal tierra oémoda para ello, poblar un pueblo de espafioles en lo cual habia puesto mucha diligencia y en apaciguar y reducir al servicio de S. M. a los dichos naturales de las dichas provincias, dédndoles entender su libertad y lo nuevamente proveide y mandado por S.M. 9 cémo de agui adelante no han de ser sacados de sus na ‘aralezas, ¥ que hasta ahora se han hecho algunos principales caciques de paz con mucho trabajo, porque a lo que se les decia no dan crédito a causa de los muchos robos que en estas dichas provincias dijo que han hecho armadas de la Isla Espafiola ¢ gente de la Isla de Cubagua, porque de diez y seis afios a esta parte de paz y de guerra han destruido 1a mayor parte de los indios comarcanos a Ja dicha laguna de Tacarigua ¢ puerto de Borburata € sus comarcas, haciéndolos esclavos siendo de la dicha goberna- én de Venezuela, a cuya causa los indios que han quedado dejado sus propios asientos y se hal 30. El Tocwpo, octubre 15, 1346, Publica por Fernsndes Dur, el de Ovieo Bao, op. sit., T. 2, p. 223. i ° ’ 31. cu de a func de Borba, Febrero 24, 1948, Bacomi ee AGN. € a LA ENCOMIENDA EN VENEZUELA 37 recuerdo de los sucesos anteriormente relatados durb mu- spo, deformindose en su transcutso y abultandose general. Hacia 1577 el obispo de Venezuela fay Pedro de Agreda, cn carta ditigida al Rey, atribuia la situacién penosa de la gober. i crfmenes. cometidos por los imera mitad del siglo. Escribié el Obispo que el atraso de Ja provincia venezolana, a pesar de haberse descubierto primero que el Peri, Popayin, Quito y el Nuevo Reino, a pesar de ser “tan rica de oro y tan ra labranzas y crianza ...creo ser castigo de Dios esclavos; y cargados todos levando como tales a Puerto Rico, Cubagua y Santo Domingo cuales ni los captivos ni los captivadores hicieron ni se gozaron, sino que todos quedaron al hospital y a esta tierra la despoblaron y ast ‘en Puerto Rico como en Santo Domingo y como en Cubagua, se acabacon los naturales, y hombre hubo en Cubagua llamado Antén de Jaén, que se dijo haber tenido una pipa de perlas y despué vieron en Santo Domingo pedir por Dios, y en castigo de esto permite Dios que nunca esta tierra medre”.™ LOS CAUTIVOS DE GUERRA Las disposiciones que p: no afectaron Ia situacién de los tepartidos en encomienda, aun _ A pesar de todas las reformas, Ia pena de escla- vitud contra los Caribes qued6 firmemente en pie. En Jas instrucciones que el Cabildo de Caracas dio, en 1590, a Simén de Bolivar para el desempeiio de la misién que se le confié ante el Consejo de Indias como Procurador de esta ciudad, se solicits licencia para someter a esclavitud los indios rebeldes de Nirgua. 32, Carta vis) Mi Fe, Pedro Je Age 1, de ka Real Academia de be Histor pia de la ANH. C, If, 1. Escaneado con CamScanner

También podría gustarte