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TRANSFUSIONES SANGUÍNEAS

“IMPLICACIONES JURÍDICAS”

PABLO VALLEJO GÓMEZ

DANIEL FRANCO MARTÍN

JUAN PABLO ÁLVAREZ ZAPATA

Isabel Escobar Bustamante

Derecho Penal y Responsabilidad Médica

UNIVERSIDAD PONTIFICA BOLIVARIANA

Medellín 2021
TRANSFUSIONES SANGUINEAS

Entendemos la transfusión como la transferencia de sangre o componentes


de la misma directamente en el torrente sanguíneo de un sujeto denominado
donante a otro denominado receptor, o bien es posible que la sangre sea del
mismo sujeto de la cual se extrajo y posteriormente se usa cuando se
necesite.

Ahora bien, dicho procedimiento debe cumplir con cierto tipo de precauciones
y determinadas pautas, con el objetivo de asegurar la calidad del
procedimiento. Así las cosas, antes de realizarse una transfusión, se le da al
donante un formulario que detalla cualquier tipo de enfermedad infecciosa que
imposibilita la transfusión, además se debe determinar el nivel de
hemoglobina del donante con el fin de verificar si es apto o no, para las
mujeres la hemoglobina debe ser mínimo de 12.5 g/dl y para los hombres lo
mínimo es de 13.5 g/dl. Una vez realizado este filtro, procede a ser
examinada la sangre del donante verificando que esté libre de agentes
infecciosos, como por ejemplo de enfermedades de transmisión sexual como
el VIH y enfermedades propias de la sangre como la leucemia. Una vez que
se evaluó la sangre y se determinó que no hay ningún riesgo, la sangre del
donante es sometida a una prueba de compatibilidad con la sangre del
receptor, pues como se sabe, cada persona pertenece a alguno de los grupos
sanguíneos A, B, AB u O y de igual manera, cada persona es “positiva o
negativa”.

Grupos sanguíneos:

1. O negativo. Este grupo sanguíneo no tiene marcadores A ni B y


tampoco presenta el factor Rh.
2. O positivo. Este grupo sanguíneo no tiene marcadores A ni B pero sí
que presenta el factor Rh. Se trata de uno de los grupos sanguíneos
más frecuentes (junto con el A positivo).
3. A negativo. Este grupo sanguíneo solo tiene el marcador A.
4. A positivo. Este grupo sanguíneo tiene el marcador A y el factor Rh,
pero no tiene el marcador B.

Junto con el O positivo, se trata de uno de los dos grupos sanguíneos


más frecuentes.
5. B negativo. Este grupo sanguíneo solo tiene el marcador B.
6. B positivo. Este grupo sanguíneo tiene el marcador B y el factor Rh,
pero carece del marcador A.
7. AB negativo. Este grupo sanguíneo tiene los marcadores A y B, pero
carece del factor Rh.
8. AB positivo. Este grupo sanguíneo tiene los tres marcadores: A, B y
factor Rh.

El hecho de tener cualquiera de los marcadores (o de carecer de todos ellos)


no hace que la sangre de una persona sea más saludable o más resistente
que las demás. Solo se trata de una diferencia genética, como tener los ojos
verdes en vez de azules, o tener el cabello liso en vez de rizado.

En conclusión, se tendrá que analizar si existe compatibilidad entre la sangre


del donante con la sangre del receptor.

Continuando con los requisitos previos de una transfusión, se debe verificar,


si el paciente con a la transfusión va a obtener resultados beneficiosos, por lo
que el paciente se somete a un examen denominado “hemograma” en el cual
se verifican los niveles de los diversos componentes de la sangre incluyendo
los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. Así mismo, se realiza un
examen de coagulación de la sangre. Esto con el fin de detectar alteraciones
y posibles complicaciones como trombos o hemorragias.

Todos estos procesos mencionados, son llevados a cabo en los centros de


transfusión, los cuales se encuentran localizados en los centros hospitalarios,
en donde se almacenan los componentes sanguíneos y se realizan todas las
pruebas y análisis mencionados anteriormente.

Cumplidos estos estándares de calificación se puede iniciar el procedimiento


de transfusión de sangre o de sus componentes (eritrocitos, plaquetas,
plasma) al receptor que así lo requiera.
Es importante aclarar que durante la transfusión, los signos vitales del
paciente, tales como la temperatura, el ritmo cardiaco, y la presión arterial se
vigilan constantemente para verificar que el paciente se encuentre estable.

Este procedimiento puede salvar vidas, por lo que es recomendado en


pacientes que en un momento determinado, presentan una falta o deficiencia
en componentes sanguíneos, los cuales no pueden ser sustituidos por otras
alternativas. Esta situación se presenta frecuentemente en personas que
presentan una pérdida considerable de sangre a causa de una cirugía o de
una lesión, sin embargo, puede haber otras circunstancias por las cuales es
necesario transfundir sangre a un paciente que presenta alguna deficiencia,
como por ejemplo, un menor conteo de glóbulos rojos que son resultado de
una enfermedad denominada Anemia.

La transfusión de sangre o de componentes derivados de la misma es un


procedimiento que se considera seguro, sin embargo es posible que se
presenten complicaciones como por ejemplo:

- El sistema inmunológico del receptor ataca los glóbulos rojos


transfundidos debido a que el grupo sanguíneo del donante no coincide
con el del receptor, liberándose así, una sustancia en la sangre que
afecta los riñones del receptor, esta se denomina reacción hemolítica
aguda.
- Es posible que al momento de la transfusión de sangre se pueda
ocasionar un contagio de enfermedades bacterianas por vía
transfusional.
- Se puede presentar una (EICH) enfermedad injerto contra huésped,
que consiste en una reacción del cuerpo receptor que ataca su propia
médula ósea cuando se realiza una transfusión y la rechaza. Esta
enfermedad es más común cuando se realiza trasplante de médula o
células madre.

Teniendo estas enfermedades presentes y los riesgos que se pueden generar


al someterse a una transfusión de sangre, se crearon normas y leyes para
regular las brechas y vacíos que esta rama pueda ocasionar, por eso vamos a
exponer una serie de casos en los cuales el derecho y la medicina se
confrontan, analizando problemas jurídicos que se suscitan en el tema.
IMPLICACIONES JURÍDICAS.

Para comenzar se considera pertinente resaltar que la jurisprudencia en su


mayoría se enfoca en el consentimiento.

Entrando en materia, nos encontramos en principio con la sentencia T-411


de 1994, en la que un funcionario de la salud interpone acción de tutela en
contra de los padres de una menor de 10 meses de edad, ya que estos no
permitían que la menor fuera hospitalizada en razón a su orientación religiosa,
testigos de Jehová. En este caso particular, la Corte Constitucional deja en
claro que el conflicto se presenta entre los derechos de la libre expresión
específicamente el derecho a la libertad de cultos de los padres y por otro
lado los derechos a la vida y a la salud de la menor. La Corte es clara en este
caso dándole una mayor importancia a los derechos de la menor, por su
estado de indefensión, además se tratan de derechos de mayor jerarquía
respecto de la libertad de cultos, ya que es del derecho a la vida y a la salud,
del cual se desprenden los demás derechos que el estado se encarga de
proteger. La Corte añade que el derecho a la salud es un derecho
irrenunciable por lo que las creencias religiosas de los padres no son razón
válida para negarse a darle tratamiento médico a la menor.

Posteriormente se analiza la sentencia T-659 de 2002, en la que una mujer


perteneciente a los testigos de jehová, con plena capacidad y autonomía, se
niega expresamente a recibir el procedimiento de transfusión de sangre. Su
cónyuge interpone acción de tutela para que le realicen el procedimiento de
transfusión de sangre y poder garantizar el derecho a la vida de su esposa.
En este caso se evidencia un conflicto entre el consentimiento del paciente y
derecho a la salud, y resuelve la corte diciendo que se tendrá en cuenta la
voluntad de la paciente ya que se trata de una persona capaz y plenamente
informada de la situación y riesgos. Por lo anterior la sala negó la pretensión
interpuesta por el cónyuge para la realización de la transfusión de sangre, en
virtud de respetar la expresa negación de la paciente como desarrollo de la
autonomía de la persona, libertad de culto, libertad de conciencia y libre
desarrollo de la personalidad.

A continuación se expone lo descrito en la sentencia T-823 de 2002, en la


que se decide si en verdad se vulneran los derechos fundamentales a la vida,
a la integridad física, a la salud, al libre desarrollo de la personalidad y libertad
de cultos, esto cuando un particular se niega a recibir transfusiones de
sangre. La Corte se manifestó diciendo que en esos casos cuando la decisión
del paciente pueda comprometer el derecho a la vida y el procedimiento
médico que es necesario para salvaguardar la salud y así mismo la vida, el
paciente tiene el deber de ceder sus pretensiones religiosas y asumir el
compromiso que se requiere con el médico ya que el médico tiene el deber de
procurar el cuidado integral de su salud.
En cuanto a la lex artis, no se puede atribuir responsabilidad a los
profesionales tratantes por el hecho de rehusarse a realizar el procedimiento,
ya que la accionante no obedece las instrucciones clínicas necesarias para
garantizar sus derechos a la vida y a la salud. Por lo que se determina que si
bien se le respeta la decisión al accionante respecto de recibir transfusiones,
no se le puede imponer al profesional de la salud a que actúe en contra de la
lex artis ya que el riesgo de que la salud y la vida del paciente peligren es alta.

También en la sentencia T-476 de 2016 que trata de un hombre que requiere


un tratamiento quirúrgico donde es necesaria la transfusión de sangre, el
paciente pertenece a los “testigos de Jehová” por lo cual rehúsa y niega el
procedimiento, aludiendo que en otra entidad médica realizan el mismo
procedimiento sin necesidad de transfusión sanguínea. Por lo cual la corte
analiza si se vulneran los derechos a la vida, salud, seguridad social y libertad
religiosa al no remitir al paciente a la otra institución, y como se ha sostenido
en casos anteriores la entidad prestadora de salud mantiene la obligación de
brindar otras alternativas médicas al usuario, de manera que pueda elegir
otras vías de tratamiento siempre y cuando exista la posibilidad. Por lo tanto
la corte concluye que la solución más acertada para este caso es remitir al
paciente a la IPS que sí puede realizar el procedimiento quirúrgico sin
necesidad de la transfusión sanguínea garantizando así el amparo de sus
derechos fundamentales mencionados anteriormente.

La última sentencia que vamos a tratar es la T-633 de 2017, surge de la


violación al debido proceso, ya que se trata de un tercero interviniente que
alega tener legitimidad en la causa para decidir sobre la posible transfusión de
sangre de una persona en estado de inconciencia, que también hace parte de
“los testigos de Jehová”. La Corte termina diciendo que se respeta la decisión
de abstenerse de recibir una transfusión, siempre y cuando el consentimiento
sea libre, voluntario y otorgado por persona capaz, por lo que aquellas
personas que tengan creencias religiosas que rechazan tratamientos en los
que se vea implicada una transfusión de sangre, se procurará la asignación
de procedimientos alternativos que permitan su recuperación sin violar sus
inclinaciones religiosas. Según esto se establece un punto medio entre el
derecho a la salud y la libertad de cultos.

CONSENTIMIENTO INFORMADO.
El consentimiento informado es la aceptación de manera voluntaria y
autónoma por parte del paciente a ser intervenido por un profesional de la
salud.

En el consentimiento informado es obligación del médico informar al paciente


qué tipo de enfermedad padece, y como consecuencia, se debe informar al
paciente cuáles son sus alternativas, qué procedimientos se puede realizar en
el caso en concreto y los riesgos que puede traer en caso de llevarse a cabo.

Así, el objetivo de dicho procedimiento es garantizar que el paciente conozca


la información respectiva a su condición, además de que él consienta la
realización de la intervención médica (transfusión de sangre).

Sin embargo es posible que el paciente no consienta a someterse a


procedimientos médicos, caso en el cual este es libre y autónomo de buscar
el procedimiento que considere apropiado para su condición.

Ante esto podemos traer como referencia la sentencia T-447/95, la cual


profesa que siempre que no se trate de un caso de urgencia, en el que debe
primar el principio de beneficencia, es un deber del médico informar de la
manera más clara y completa al paciente de los procedimientos disponibles
por la ciencia para el tratamiento o enfermedad que este mismo padece, los
cuales pueden ser aceptados y/o rehusados por éste, de manera que de no
aceptarlos queda en libertad de buscar las opciones que se ajusten a sus
necesidades y a su voluntad.

La Corte Constitucional en sentencia SU-337 de 1999, estableció una


especie de requisitos que se deben reunir para que el consentimiento
informado tenga validez:

- Debe ser libre: Es decir, que el paciente debe tomar la decisión de


manera que no influyan factores de fuerza o error. En caso de
presentarse un evento de presión o afán por minimizar los riesgos, es
necesario que los profesionales de la salud no presionen al paciente en
su decisión, pues podría ponerse en duda la validez del consentimiento
informado.

- Informado: Quiere decir que debe de fundarse en un conocimiento


suficiente de la condición actual del paciente para que éste pueda
comprender los riesgos y beneficios de la intervención. Hay que aclarar
que dicha información es necesaria que sea compartida con el paciente
en un lenguaje común, es decir, que no se hable en términos que solo
sea entendible para los profesionales de la salud.

- Autónomo: Que el paciente, goce de las aptitudes mentales y


emocionales para poder expresar su voluntad. Ahora bien, esta
autonomía es una característica que se presume de todas las personas
mayores de edad, pero que debe evaluarse siempre por parte del
médico, ya que una persona puede ser plenamente capaz, pero por su
estado de salud o su condición emocional, el paciente esté afectado
para la toma de decisiones, haciendo que no pueda predicarse su
plena autonomía, por lo que debe considerarse esta característica para
cada caso concreto.

Dicho esto, es importante resaltar que el consentimiento es un derecho del


paciente y que en ningún motivo éste es un “comodín” para el profesional de
la salud para librarse de responsabilidad y de posibles sanciones que se
presenten en casos de errores por parte del profesional en salud.

TRANSFUSIÓN DE SANGRE EN MENORES

Este tema ha tomado bastante importancia en relación al consentimiento de


menores de edad, ya que hoy en día la discusión se forja o centra en torno a
los requisitos de dicho consentimiento emitido por el menor o sus
representantes legales, por eso vamos a tener que hablar de las facultades
habilitantes del menor, y para ello analizamos la sentencia T-474/96 la cual
nos dice que, el artículo 14 de la Declaración de los Derechos del Niño,
reivindican los derechos de los menores a la libertad de conciencia.

De acuerdo a esto, las decisiones que ellos tomen deben ser respetadas por
el estado y particulares. Por otro lado los padres o representantes legales
deberán guiarlos en el ejercicio de esa libertad que progresivamente se irá
restringiendo a medida que el menor adquiere mayor autonomía. Por ello la
corte afirma que la intervención de los padres en las decisiones que
exteriorizan sus hijos o representados sólo serán pertinentes y necesarias
cuando esté de por medio la vida y la integridad física del menor.

Sin embargo, es posible que se presenten situaciones de urgencia en donde


el médico deba actuar contra la voluntad del menor, inclusive contra la
voluntad de los padres o representantes legales. Pues el médico debe actuar
bajo el principio de beneficencia, el cual consiste en producir un beneficio
para la persona en quien se realiza el acto.

adicional a lo que la Corte ha mencionado, es posible encontrar


pronunciamiento de distintas instituciones, como por ejemplo, Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), quien en Concepto 106 de 2017
dijo que cuando se realicen intervenciones médicas en menores de edad,
estos deben ser escuchados y se debe tomar en cuenta su opinión.
PROBLEMÁTICAS JURÍDICAS PRESENTES EN LAS TRANSFUSIONES
SANGUÍNEAS:

En estos procedimientos (transfusiones de sangre) suelen presentarse


conflictos entre derechos, por ejemplo, el derecho a la vida y el derecho a la
salud, contra el derecho a la libertad de culto.

Ante esta situación la Corte Constitucional se ha pronunciado, diciendo en


algunas ocasiones que prevalece el derecho a la vida. Por otro lado, ha
habido ocasiones en donde la Corte ha tomado la posición de darle
favorabilidad al derecho de libertad de culto. Sin embargo, toda esta discusión
actualmente tiene una posición pacífica, pues la Corte se ha mencionado en
dos aspectos: En cuanto a los menores, primará lo que digan los padres o
representantes legales, siempre y cuando esa decisión esté direccionada a
preservar la vida del menor. Ahora en cuanto a los menores adultos, si bien el
legislador les ha reconocido una madurez mental superior que la que tiene un
menor de 14 años, y como consecuencia de ello, se les ha permitido expresar
sus creencias religiosas, es decir el menor adulto goza de los derechos a la
libertad de conciencia, de cultos y de libertad de expresión, sin embargo, su
capacidad de ejercicio es relativa por lo tanto, no es suficiente su capacidad
para decidir por una alternativa que ponga en riesgo su derecho a la vida, así
las cosas, deberán mediar en las decisiones que tengan que ver con su salud,
los padres o representantes legales del menor mayor de 14 años. En este
punto es importante hacer una salvedad y es que cuando la decisión del
menor es contraria a la de sus padres, puede ser posible que prevalezca la
voluntad del menor, siempre y cuando ésta se encamine a la protección a la
vida, esto lo podemos evidenciar en la Sentencia T 474 de 1996.

En cuanto a los adultos con plena capacidad y discernimiento, la Corte en


Sentencia T 659 de 2002 ha dicho que no es posible que a partir de una
orden judicial se contraríe su voluntad, siempre que ésta sea manifestada de
forma consciente. Sin embargo, la Corte en Sentencia 476 de 2016 dijo que,
el médico tratante cumpliendo su deber de informar debe presentarle las
distintas posibilidades de tratamientos que se pueden realizar frente a cada
patología, para que así el paciente puede tomar la decisión de aceptar o
rechazar el sometimiento a un procedimiento en caso de que este vaya en
contra de sus creencias.

Por lo mencionado anteriormente, se concluye que no se trata de un evento


de jerarquización de derechos, sino de un caso en el que se busca ofrecer al
paciente una serie de posibilidades que le permitan recuperar o mejorar su
salud, frente a las cuales podrá ejercer su autonomía y escoger la que más se
adecue con sus creencias. Ahora se respetará la autonomía, salvo los casos
que involucren menores, pues allí debe concurrir la opinión de los padres para
tomar una decisión.
Ahora, existe otra problemática en cuanto al tema transfusional y es, la
responsabilidad por el contagio de enfermedades a través de transfusiones
sanguíneas.

CONSIDERACIONES FINALES.

Las transfusiones de sangre llevan un riesgo inherente. En la actualidad no


hay una garantía de inmunidad en los procedimientos de transfusión, aun
cuando existan una serie de protocolos y controles para reducir el riesgo de
contagio de enfermedades como, por ejemplo, VIH.

Este tema también ha sido objeto de discusión por parte de la jurisprudencia,


pues si bien son pocos los casos relativos a contagios por transfusiones
sanguíneas, se han conocido pronunciamientos por parte del Consejo de
Estado, así las cosas, en Sentencia del 29 de enero de 2004, dicha
providencia se pronuncia sobre un caso de transfusión de sangre a una mujer
a la que se le practicó una cesárea en el año de 1989. Sangre la cual
provenía de un laboratorio con irregularidades en su licencia y que a raíz de
ello se descubrió que la sangre que provenía de dicho laboratorio estaba
contaminada y provenía de un donador VIH positivo, así las cosas, la paciente
en cuestión resultó contaminada con el virus.

En el caso mencionado anteriormente, el Consejo se pronunció y dicto que la


responsabilidad de las IPS involucradas y de la responsabilidad del Estado,
de tener “el deber jurídico de ejercer vigilancia y control sobre el
funcionamiento del banco de sangre”. Fue por omisión y se declara al
Ministerio de Salud y a la Secretaría de Salud solidariamente responsable por
los perjuicios ocasionados a la víctima.

En otra ocasión similar, el Consejo de estado señaló que la falla del servicio
no podía presumirse, sino que sólo se genera cuando las entidades
prestadoras de salud incurran en incumplimiento de las obligaciones que les
corresponde, es decir, cuando exista certeza de que el daño ocasionado fue
producto del incumplimiento de las medidas de seguridad establecidas,
pudiendo evitar el contagio. En ese orden de ideas, el Consejo de Estado
estableció que dicha culpa debe ser probada, situación que se torna turbia,
pues se encuentra en una posición de inferioridad para poder comprobar que
se violaron los protocolos y que a raíz de ello fue que se ocasionó el daño.

Posteriormente en 2014, concluye el Consejo de Estado que en casos donde


es evidente la falla en el servicio y el daño tiene una magnitud notable, se
puede aplicar la teoría res ipsa loquitur, donde el error médico se explica por
sí solo, no hay que probar la culpa de la entidad. Sin embargo, esto no
significa que la parte demandada no pueda desvirtuar la presunción de culpa.
CONCLUSIONES:

- De acuerdo al análisis realizado durante el proceso de investigación se


logró identificar que la confrontación entre los derechos fundamentales
(derecho a la libertad de culto, derecho a la salud y derecho a la vida)
es notoria ya que en todos los temas vistos era el punto central del
problema.
- Que la corte también en sus decisiones buscaba una alternativa
distinta a la transfusión para aquellos pacientes que manifestaran el
rechazo del procedimiento garantizándoles así el derecho a la salud y
por consiguiente el derecho a la vida.

BIBLIOGRAFÍA:

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- Sentencia T-474 de 1995.
- Sentencia T-474 de 1996.
- Sentencia T-659 de 2002.
- Sentencia T-823 de 2002.
- Sentencia T-476 de 2016.
- Sentencia T-633 de 2017.
- Sentencia SU-337 de 1999.

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