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Frost, Jeaniene - Broken Destiny 01 - The Beautiful Ashes
Frost, Jeaniene - Broken Destiny 01 - The Beautiful Ashes
2
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Vani valentina.hermanaos Laura Delilah
Amélie. cura Alessandra Wilde
Verito Val_17 Sandry
Clara Markov Daniela Young Miry GPE
Jane Fany Stgo. Sofía Belikov
Lauu LR Beatrix Prim
Liillyana Cris_Eire Jasiel Odair
Kellyco Mire Pau_07
4 Estivali
Liz Holland
Josmary
Mel Wentworth
Nickie
Correctoras
AriannysG xx.MaJo.xx Paltonika
Melii *Andreina F* MariaE.
Alexa Colton Jasiel Odair Elizabeth Duran
Key Clara Markov Alessandra Wilde
Mel Wentworth Dafne M Adriana Tate
Kora Josmary Dannygonzal
Laurita PI Mary Val_17
Helena Blake itxi NnancyC
Mire Alysse Volkov SammyD
ElyCasdel Sandry Valentine Rose
Vane hearts Amélie. Miry GPE
Anty Daniela Agrafojo Fany Keaton
Anakaren Ampaяo
1 De pronto, fue jalado hacia atrás y luego voló. Mientras Kroger volvía
a caer, Adrian lo pateó lo bastante fuerte para enviarlo a estrellarse contra
la ventana de la habitación. Antes de que pudiera gritar, Adrian lo siguió.
2 Luego todo lo que escuché eran ruidos retumbantes y gruñidos antes de
que un sonido diferente hiciera algo primario tensarse dentro de mí.
Uno de ellos acababa de morir, lo sabía. Pero, ¿cuál?
Una forma oscura se levantó del enorme agujero donde estaba la
ventana. Comencé a alejarme, cada movimiento doloroso, cuando vi algo
plateado brillar en la luz de la luna.
Los ojos de Adrian.
—Parece que vienes conmigo, después de todo —dijo mientras
saltaba por la ventana.
No me molestó su tono casual o el hecho de que acababa de matar a
alguien. Me hallaba demasiado ocupada intentando absorber lo que vi en
el rostro del detective Kroger, sin mencionar lo que dijo.
¿Quieres saber qué le pasó a tu hermana? Estás a punto de
averiguarlo.
Esperanza arañó por mis tambaleantes emociones. Si las sombras
como serpientes en el rostro de Kroger eran reales, ¡tal vez también lo era
mi visión de Jasmine en la C&D!
—Necesitamos… encontrar a Jasmine. —Logré jadear, sintiendo algo
húmedo donde apreté mi abdomen.
Adrian alejó mis manos y suspiró.
—Estás herida. Lo siento, él era uno de los perros de Demetrius, así
que fue más difícil de asesinar.
Me levantó. A pesar del toque de Adrian se siente más suave que el
de Kroger, no pude detener mi gemido de dolor.
—No te preocupes, mejorarás pronto —dijo, cargándome hacia la
puerta.
¡Necesitamos encontrar a Jasmine! Quería insistir, pero mi lengua
parecía haberse puesto en huelga. El picar en mis extremidades y zumbido
en mis oídos probablemente no era una buena señal, tampoco.
—De todas formas, ¿cuál era tu nombre? —Escuché preguntar a
Adrian, su voz ahora sonaba demasiado lejos.
Logre una palabra antes de que todo se oscureciera.
—Ivy.
1
3
Traducido por Vani
Corregido por Melii
8 —¿Eres
bruscamente.
un traficante de esclavos sexuales? —pregunté
1
Película conocida como Búsqueda Implacable, en la cual se trata el tema de la trata de
blancas.
—Espera un segundo mientras abro las puertas —dijo, apagando el
carro y llevándose las llaves con él.
Esperé… hasta que estuvo lo suficientemente lejos para moverme.
Entonces salté sobre los asientos. Cuando tiré de la puerta del conductor,
sin embargo, una gran mano en la ventana impidió que se abriera.
—¿Por qué no estoy sorprendido? —dijo Adrian con ironía goteando
de su tono.
Me quedé mirando su mano, como si eso pudiera explicar como el
resto de él estaba unido a ella. Un segundo después, había estado al frente
de esas puertas bárbaramente ornamentadas, haciendo algo que las hizo
abrirse con un ruido mecánico.
Nadie podía moverse tan rápido. O, más exactamente,
nadie debería ser capaz de moverse tan rápido.
—¿Qué eres? —Respiré.
Sus dientes relampaguearon en una sonrisa que fue depredadora y
sexy al mismo tiempo.
—Un par de horas atrás, me pregunté lo mismo sobre ti.
¿Yo? Antes que pudiera preguntar qué significaba, abrió la puerta y
1 me sacó. Hielo corrió por mis venas cuando vi el cuchillo en su otra mano.
Ese fue el momento cuando me di cuenta del letrero en las puertas:
Cementerio Green-Wood.
9 —No. —Jadeé.
Levanto una ceja, cortando a través de la cinta en mis muñecas. —
Tú eres la que quería ser desatada.
Mis brazos cayeron a los costados mientras alivio rugió sobre mí, en
sustitución de la oleada de temor alimentado por la adrenalina. Con la
misma rapidez, algo se rompió dentro de mí. Todo el dolor, la ira, el miedo
y la frustración de los últimos diez días se precipitaron a través de mis
defensas, convirtiéndome en alguien que no reconocí.
Un monstruo de rabia.
Mi mano se estrelló en el rostro de Adrian con la fuerza suficiente
para hacerla hormiguear y quemar, y aun así, no fue suficiente. Comencé
a golpearlo en el pecho, parte de mí horrorizado por mis acciones, pero el
resto instándome a pegarle más duro.
—¿Cuál es el problema contigo? —grité—. ¿Sacaste un cuchillo sin
ninguna explicación? ¡Pensé que ibas a matarme!
Adrian agarró mis manos. Cualquier persona en su sano juicio
habría reconocido en cuanta desventaja estaba y, calmarse, pero yo me
hallaba más allá de la cordura. Con mis manos fuera de servicio, le di una
patada en la espinilla con la fuerza suficiente para enviar un dolor
punzante por mi pierna. Él gruñó, echándome hacia tras hasta que quedé
presionada contra el capó del coche. Ahora tenía un muro de acero detrás
de mí y una pared de carne musculosa encima de mí.
—¡Para —ordenó Adrian, su fuerte acento grueso con vehemencia—
, prometo, que no voy a hacerte daño!
Mi respiración se hizo jadeos. Adrian contraatacó mi intento de
dejarme caer y se liberó presionando su muslo entre mis piernas. Paré de
hacer eso de una vez, que era lo mismo que admitir la derrota. No pude
usar mis brazos para apartarlo. Se sentía más sólido y pesado que una
gárgola de piedra.
—Quítate. —dije entre respiraciones irregulares.
—No hasta que te calmes. —Él respondió con severidad. Entonces la
sonrisa más honesta tiró de su boca—. Siéntete libre de tomarte tu tiempo.
Miré hacia abajo, sólo que ahora registré que mis pechos se
apretaban contra su pecho tan fuerte como su muslo estaba metido entre
mis piernas. Cualquier movimiento de mi parte provocó una
vergonzosamente fricción personal, como si la inhalación de respiraciones
de cada uno mientras jadeaba no era lo suficientemente íntimo.
El sol había salido para cuando Zach regresó. Fue detrás de Adrian,
pero ya que volvió sin él, no debió haber ido bien. También me hallaba de
mal humor. Sólo esperé en la iglesia porque aún no tenía las respuestas
que necesitaba. Todo lo que sabía era que ahora Adrian me odiaba, los
demonios existían, y Zach era... bueno, con el espectáculo de luz que dio,
podía adivinar qué clase de criatura era Zach, pero era demasiado
increíble para decirlo en voz alta.
—También somos conocidos como Arcontes2 —dijo Zach,
lanzándome una mirada sarcástica—. ¿Es más fácil para ti manejar esa
palabra?
2 Son seres celestiales enviados por una deidad para cuidar, vengar o juzgar las injusticias que se
producen en nuestro plano material. Los Arcontes son verdaderas autoridades de la moral y la
ética.
—O alucino de nuevo. Olvidé tomarme una dosis de mis
medicamentos...
—No hay ninguna diferencia, son placebos —me informó Zach.
Me le quedé viendo, mis labios separados, pero mi cerebro
procesando demasiados pensamientos como para hablar.
—Esa es la razón por la que tus padres adoptivos siempre llenan las
recetas para ti. —Zach se encendió, como si cada palabra no volara en
pedazos lo que quedaba de mi vida—. El psicólogo proporcionó los
placebos como parte de tu terapia, pero no hay nada malo contigo
medicamente. Tus padres adoptivos te iban a decir la verdad cuando
cumplieras veintiún...
—Mentiroso —susurré.
Una gruesa ceja se arqueó. —Los demonios mienten. Mi especie no.
Si necesitas una prueba, lleva una de tus pastillas a un farmacéutico para
que la analicen.
Mis rodillas se tambalearon, pero no me senté. Si lo hacía,
probablemente no podría volver a levantarme. Puede que Zach lea mi
mente, pero él no podía saber que mis padres siempre llenaban mis
recetas porque no lo pensé. Tampoco podía saber sobre algo que yo no,
2 que las pastillas eran placebos en vez de medicamentos.
Adrian tenía razón. A pesar de todo lo que vi, aún no aceptaba que
9 en serio podría ser real. Ahora Zach destruía mi negación a la revelación
de una sola vez.
—Tu verdadera madre no te abandonó porque huyera de la policía —
prosiguió Zach despiadadamente—. Lo hizo para salvarte, igual que tu
sueño lo reveló...
—¡Basta! —grité, mi respiración ahora viniendo con dificultad. Nadie
sabía sobre ese sueño. No le conté a mis padres, a Jasmine o a los
incontables terapeutas a los que fui. ¿Cómo podría saberlo Zach, a no ser
que fuera exactamente quien —o lo que— afirmaba ser?
—Suficiente.
La voz de Adrian traspasó la capilla, asustándome. No lo había visto
regresar. Me giré hacia él, agradecida a lo que sea que me impidió seguir
escuchando revelaciones que eran demasiado increíbles para ser reales.
—A nadie le interesa, Zach —dijo Adrian, un borde coloreando su
tono—. Los Arcontes no tienen tacto cuando se trata de revelar grandes
noticias.
Zach se encogió de hombros. —Ella me pidió la verdad. Se la di.
Adrian se acercó más, su mirada brillando con ira. —Sí, bueno,
¿quieres que juegue esta cosa del destino? Entonces de ahora en
adelante, yo le contaré a Ivy qué es qué, tú no.
Mi mente todavía se sentía como su hubiera sido lanzada a una
licuadora, pero por eso, me puse rígida.
—No hablen de mí como si ni siquiera me encontrara aquí.
Adrian giró su oscura mirada enjoyada en mi dirección. —Créeme,
Ivy, sé que estás aquí.
La forma plana en la que habló de alguna manera le dio a sus
palabras más peso, pero esta vez, Adrian ya no me miró con horror. En
cambio, se me quedó viendo como si fuera la persona más peligrosa que
conocía, que al considerarlo todo, era ridículo.
—¿Quieres salvar a tu hermana? —me preguntó uniformemente—.
Necesitarás algo lo suficientemente fuerte para matar a los demonios.
Esto fue demasiado, en poco tiempo. —¿Como agua bendita? ¿O
cruces? —pregunté adormecida.
Su mirada se hizo mordaz. —Esos son para los vampiros, y no
existen. Para acabar con los demonios, necesitas la primera de tres armas,
y la segunda y tercera probablemente te matarán.
3 —De acuerdo, así que nos saltamos esas —murmuré, parte de mí
preguntándose si en verdad tenía una conversación sobre cómo matar
0 demonios. Con o sin placebos, ahora mismo, extrañaba mis medicinas.
—Bien —dijo Adrian, un brillo apareciendo en sus ojos—. El
problema es, la primera arma está perdida en algún lugar en uno de los
reinos de demonios.
—Por supuesto que sí. Comprarlo por internet hubiera sido
demasiado fácil.
Sus labios se curvaron, como si supiera que la desenvoltura
enmascarara un creciente sentimiento de incredulidad. —Ya viste un reino
de demonios. Aparecen como duplicados escalofriantes y oscuros en el
mismo lugar, justo como la C&D que describiste.
Si eso era cierto, había visto otros a través de los años, pero todos
tenían el mismo problema.
—¿Cómo entraremos a uno el suficiente tiempo para salvar a
Jasmine? Después de unos segundos, parecen desaparecer.
Ante eso, Adrian le disparó una mirada frustrada a Zach. —Si sus
habilidades son tan débiles como para que sólo vea los otros reinos
durante unos segundos, ni se acerca a encontrarse preparada para esto.
Me ofendería si no concordara. Mis habilidades atléticas se limitaban
a de vez en cuando bailar toda la noche, como si eso fuera cualquier
ventaja en una pelea con los demonios. Aun así, lista o no, no tenía
elección. Nadie más iría por Jasmine.
—Haré lo que sea necesario —dije con firmeza.
La dureza en la mirada de Adrian me hizo preguntarme si me
arrepentiría de esas palabras. Luego sonrió, todo lobuno y desafiante.
—Está bien, Ivy. Para contestar tu pregunta, entras al reino de un
demonio de la misma manera en la que entras a cualquier lugar. A través
de una puerta.
***
3 —Diablos, no —dije.
Adrian rodó los ojos. —Lo que está muerto no te puede herir. Los
1 demonios vivos sí, y ellos pueden ir a cualquier lado a excepción del
terreno sagrado.
—Entonces dormiré en la iglesia —fue mi respuesta inmediata.
—Los turistas visitan la iglesia —contestó inexorablemente—. No
visitan las catacumbas, así que aquí dormiremos.
Mientras hablaba, señaló a otra cripta que también tenía un saco de
dormir. Miré hacia mi cripta. Una pequeña araña bajó desde el techo y
cayó justo sobre mi saco de dormir.
—Me sentaré en el pasillo —dije gravemente.
Adrian suspiró. —¿Zach?
Sentí un golpecito en el hombro. Cuando me giré, Zach se hallaba
detrás de mí. Antes de que pudiera decir algo, me tocó la frente, y como si
un interruptor hubiera sido volteado, todo se oscureció.
Cuando abrí los ojos, me hallaba en el auto de Adrian, mi cabeza
descansando contra el frío vidrio de la ventana del pasajero. Las luces eran
borrosas, y con golpes leves, vi que era el atardecer.
—¿Qué... qué pasó? —murmuré, enderezándome.
Adrian no apartó la vista del camino, pero su boca tembló. —Zach te
obligó a dormir.
El recuerdo regresó como una venganza. —¿En una cripta infestada
de arañas? —Comencé a golpear mi ropa. Si veía algo con ocho patas, me
lanzaría de este auto.
Había una fuerte contracción en su boca. —No hay nada mejor que
el sedante de un Arconte.
—¿Crees que esto es gracioso? —Me desabroché el cinturón de
seguridad, me quité el abrigo y lo tiré al asiento trasero. Con suerte, ahora
no tendría cosas encima de mí.
Me dio una mirada de lado. —Quieres pelear con demonios, y te
asustan las arañas. Eso es malditamente gracioso.
Puesto así, tenía un punto. —Hablando de, eh, ellos... —¿Podría
alguna vez decir demonios sin sentir como si debiera utilizar una camisa
de fuerza?—. ¿Por qué necesitamos un arma especial para salvar a mi
hermana? Tú mataste al detective Kroger sin una.
—Kroger no era un demonio, era un esbirro. Los demonios no
pueden tolerar nuestro reino durante mucho, así que toman a los
humanos dispuestos, los marcan y los mandan a hacer el trabajo sucio.
3 Ellos también tienen sus propias marcas de firmas. La sombra que le viste
a Kroger significaba que pertenecía a Demetrius. Las marcas hacen a los
esbirros mucho más fuertes que los humanos, pero comparados con sus
2 amos, son fáciles de matar.
Difícilmente sabía dónde comenzar con mis preguntas. —¿Nuestro
reino? Quieres decir... ¿este? —le pregunté, señalando al paisaje que
pasábamos.
—Sí, este —dijo, sus palabras pesadas con emoción.
¿Arrepentimiento? ¿Determinación? No lo conocía lo suficiente para
asegurarlo.
—Y nosotros podemos ver las marcas y los reinos de los demonios
porque somos los últimos en la línea del rey David —dije, tratando de
reconstruir los hechos imposibles.
Adrian se tensó, su boca apretándose hasta que los bordes de sus
labios se hicieron blancos. —Tú lo eres. Yo no.
Es cierto, Zach dijo que él era el último de otra línea. —Entonces,
¿qué eres? —le pregunté con suavidad.
La mirada con la que Adrian me cubrió parecía comprimirme, hasta
que cada respiración que saqué se sentía como una reñida victoria.
—Soy otra cosa —espetó.
Me alegré cuando volvió a mirar al camino. Mi corazón golpeaba
como si hubiera estado corriendo. Lo que sea que fuera Adrian, a él no le
gustaba, y si a un hombre que no les temía a los demonios no le gustaba
lo que era, entonces debería tenerle miedo.
Así que, ¿por qué tenía una fuerte urgencia de suavizar la dureza en
su expresión? Lo juro, mis reacciones hacia él carecían de sentido. Nunca
fui por el torturado chico malo porque tenía suficientes problemas por mi
cuenta. Además, Adrian lo dejó claro, dada su elección, no se acercaría a
mí. Cualquier llamado extraño que tuviera hacia él, tenía que desecharlo.
Rápido.
—¿A dónde vamos? —le pregunté, en un tono neutral.
—Gold Hill, Oregon —respondió, su voz igualmente sin emociones.
¿Al otro lado del país? —¿Qué hay en Oregon que lo hace tan
especial?
Su gruñido sonó gravemente entretenido. —Una puerta a varios
reinos de demonios.
3
3
Traducido por Jane
Corregido por Kora
3 En español en el original.
4 En español en el original.
5 En español en el original.
—Puedes ver a través del glamour de los demonios —explicó,
lanzándome una de esas miradas oscuras—. Los secuaces pueden hacer
eso, también, pero solo los seres humanos de una de nuestras líneas
pueden ver a través del glamour Archon, así que necesitaba averiguar lo
que tú eras.
—¿Y si hubiera fallado en describirte con precisión? —le pregunté.
Un encogimiento de hombros.
—Entonces habrías sido un secuaz y te hubiera matado.
Entre esa admisión, la compulsiva rotura de espejos y su secretismo
impenetrable, yo iba muy bien encaminada en superar mi
atracción. Adrian no solo estaba dañado, sino que se
hallaba casi trastornado, y viniendo de alguien con antecedentes de
psicosis ya era decir mucho. En el momento en que nos detuvimos en un
motel en el punto de Kearney, a medio camino de Nebraska, me hubiera
sentido feliz de no volver a verlo nunca.
Me pedí el baño tan pronto como entramos en la habitación del
hotel. Complaciendo a Adrian después de que rompiera el espejo, tenía que
tener diez mil años de mala suerte, finalmente tuve la oportunidad de
tomar una ducha. Gracias a Dios el motel tenía botellas de champú y
acondicionador porque no se las hubiera pedido a Adrian. Por lo que sabía,
3 la voluminosa bolsa de lona que había traído con él estaba llena de
cabezas rebanadas de secuaces.
5 Después de ducharme, lavé la ropa, haciendo una nota mental para
insistir en que fuéramos de compras antes de emprender la ruta de
mañana. Con todo lo que tenía ahora que colgar para que se secase, puse
el abrigo de Adrian sobre mi toalla antes de salir del cuarto de baño.
Se encontraba delante de la puerta del motel, vertiendo algo de un vial de
vidrio sobre esta. Hizo lo mismo con la ventana, todo mientras murmuraba
en ese extraño y rudo idioma lírico.
Probablemente no me lo diría, pero pregunté de todos modos.
—¿Qué estás haciendo?
—Colocando bloqueos sobrenaturales —respondió, con una mirada
hastiada hacia mí—. Este motel no está en terreno sagrado, así que
tenemos que hacer esta habitación a prueba de demonios. No creo que nos
siguieran, pero preferiría que no fueras asesinada en un sueño.
Tragué saliva. Preferiría que no sucediera, también.
—Por lo tanto, ¿esa cosa que estás rociando es como gas para
demonios?
Su boca se torció, por lo que me hizo preguntarme si él estaba
luchando contra una sonrisa.
—Cerca. ¿Sabes cómo un sacerdote bendice el agua y luego se
considera santa? Esta es la versión Arconte del aceite bendito, que hace
que cualquier lugar que toque sea brevemente santificado.
—¿Cuán breve es “brevemente”? —pregunté.
Un encogimiento de hombros.
—Lo suficiente para poder dormir.
—Si santifica cualquier lugar, entonces ¿por qué pasamos la noche
en una cripta infestada de arañas? —pregunté a la vez.
Ahora estaba segura de que luchaba contra una sonrisa.
—Me pareció que dormiste muy bien allí. —Ante mi ceño fruncido,
añadió—: Solo puedo conseguir estas cosas de Zach, y él es tacaño con
ellas. Esto es lo último que tengo, así que después de esta noche
tendremos que dormir en verdadera tierra santa hasta que decida
presentarse y darme más.
Un ángel tacaño. Ahora había oído de todo. Suponía que sería mejor
que disfrutara de la verdadera cama esta noche. Quién sabía junto a qué
me acurrucaría mañana. Hablando de eso, necesitaba arreglar algunas
cosas antes de dejar de usar servicios públicos por un tiempo.
***
4 —Es posible que desees esperar hasta que esté en el baño para
vestirte, también —dije sin darle importancia—. Si se te cae la toalla
ahora, voy a pensar que es tu manera de decirme que todavía deseas esa
0 cita.
No esperé su respuesta antes de desaparecer en el cuarto de baño.
Bromas aparte, si dejara caer la toalla podría olvidar todas las muchas
razones por las que debía mantenerme alejada de él.
Traducido por Lauu LR
Corregido por Laurita PI
Veinte minutos más tarde —está bien, veinticinco, pero cerca— nos
subimos a su carro. No era demasiado fanática de los coches clásicos, pero
tenía que admitir que su Challenger se encontraba en buen estado. Aun
así, mataría por una radio satelital. Éste sólo tenía AM y FM.
—No tienes que conducir todo el camino. Podemos tomar turnos —
ofrecí.
—No —me respondió a la vez.
—Así que, eres uno de esos —murmuré.
Su ceja se elevó. —¿Uno de cuáles?
4 —Chicos que piensan que una chica no puede manejar sus
preciosos bebés de metal —dije, rodando los ojos.
1 Con eso, se echó a reír. —Reconstruí este auto desde el eje, así que
sí, puedes llamarlo mi bebé. Pero nadie, hombre o mujer, lo conduce
excepto yo.
—¿Así que eres un fanático de la igualdad de oportunidades? —
respondí sin perder el ritmo.
—No tienes idea —dijo, bajando la voz mientras sus ojos azules se
deslizaban sobre mí en una caricia imaginaria.
Contuve la respiración. Hasta ese momento, no me había dado
cuenta de que evitó mirarme desde que irrumpió anoche. Ahora, su mirada
se movía sobre mí como si ya supiera qué partes tocar primero y cuáles
dejar hasta que estuviera mendigando y sin aliento. Mi corazón empezó a
latir más rápido. ¿Cómo podía afectarme tanto cuando apenas nos
conocíamos?
Entonces, como si hubiera presionado un interruptor, apartó la
mirada, como si mirarme quemara sus ojos. Toda su actitud cambió,
también, como si estuviera enojado por revelar algo que se suponía
permanecería oculto.
—¿Cuándo debemos llegar a Oregón? —pregunté, necesitando algo,
cualquier cosa, para romper la tensión del momento.
Aceleró el auto y miró el reloj. —A las tres de la mañana, si no nos
atascamos en el tráfico.
Diecinueve horas hasta que ingrese en uno de los lugares que
innumerables doctores juraron que eran sólo ideas de mi mente
desequilibrada. Una vez más, tenía muchas preguntas, apenas sabía por
dónde empezar.
—¿Has estado antes en esta “puerta del reino” en particular?
—Sí.
Una palabra bien dicha que me advirtió, si no quería otra ronda de
ley del hielo, que dejara el tema. Ahogué un suspiro de frustración.
Necesitaba más información, y él era más temperamental que una
adolescente con su primer ataque de síndrome premenstrual.
—¿Cómo supiste que los secuaces trataban de secuestrarme la otra
noche? —Ahí. Cambio total de tema, y sobre algo, que de todos modos, me
preguntaba.
Adrian no me miró mientras salía del camino. —Zach me dijo. Es
quien me envió a rescatarte.
Tendría que sacarle todo a la fuerza ¿no? —Está bien. ¿Cómo lo
supo Zach?
4 Gruñó. —Los Archons obtienen información sobre eventos futuros.
De vez en cuando, interfieren para cambiar el resultado.
2 —¿De vez en cuando? —repetí con enojada incredulidad, pensando
en el secuestro de Jasmine y la muerte de mis padres—. ¿Por qué no
siempre? ¿Acaso los Archons tienen días en los que simplemente no están
de humor para salvar personas del peligro y de la muerte?
Nada cambió en su expresión, pero su tono se endureció con lo que
pensé que podría ser un recuerdo doloroso. —Esa es la pregunta del millón
de dólares ¿no? No tengo una respuesta, y cuando le pregunté lo mismo a
Zach todo lo que dijo fue algo sobre “órdenes”.
—Eso es una mierda —murmuré.
—No podría estar más de acuerdo —dijo Adrian secamente.
Por unos minutos, ninguno habló. No tensos como antes, pero en
silencio, compartiendo reflexiones mientras pensábamos en cosas que
deseábamos hubieran resultado diferentes.
—¿Así que eso es lo que haces? —dije finalmente—. ¿Rescatar
personas para Zach después de que te informa que los secuaces van por
ellas?
Se encogió de hombros. —Me da la oportunidad de acabar con
demonios.
—La mayoría de las personas evitarían hacer eso —señalé,
reprimiendo un estremecimiento. Si no fuera por Jasmine, no me
encontraría cerca de demonios, secuaces, reinos o nada locamente
sobrenatural. ¿Por qué, en cambio, Adrian corría hacia el peligro?
—Nosotros no somos la mayoría de las personas, Ivy —dijo
suavemente—. Por lo que vemos, no podemos pretender que el mundo es
un lugar hermoso donde los monstruos no existen.
Esta vez, fui quien apartó la mirada, incapaz de manejar la verdad
de su declaración o la intensidad de su mirada. Hasta hace algunos días,
estuve haciendo eso. Incluso cuando era niña, tan pronto como me di
cuenta que nadie más veía las mismas cosas que yo, quería que se
detuvieran. Odiaba sentir que algo estaba mal conmigo, así que después
de pasar a través de una década con médicos en busca de una cura,
comencé a fingir que la encontré.
Les dije a mis padres, a los doctores, e incluso eventualmente a
Jasmine que ya no veía los extraños y oscuros mundos colgando como
pesadillas en lugares comunes. Definitivamente, nunca se los mencioné a
Delia o a mis otros amigos. Les dije que las pastillas que tomaba eran por
un desequilibrio hormonal, y todas mis visitas al doctor, también, eran
sobre eso.
4
5
Traducido por Sandry
Corregido por Helena Blake
Ahora sabía por qué las personas que escapaban de una muerte
segura estallaban en carcajadas. Siempre pareció extraño en las películas,
pero no me había dado cuenta de lo rápido que la adrenalina se convertía
en alivio, el cambio de golpear tu torrente sanguíneo como una docena de
copas de tequila. Durante unos segundos, ni siquiera sentí ningún dolor
mientras me reía de la salvaje y maravillosa euforia de estar aún con vida.
Quería abrazar a Adrian. Quería girar en círculos. Quería gritar: ‘¡Toma
eso!’ cuando los remolinos de nubes oscuras irrumpieron a lo largo del
borde de nuestras sobrenaturalmente inexpugnables paredes.
Adrian no se rio, pero su amplia sonrisa transmitía victoria y
satisfacción salvaje. Se quedó mirando la vívida oscuridad a poca distancia
5 de nosotros y dijo algo en ese extraño idioma duramente melódico.
Para mi sorpresa, las nubes comenzaron a reducirse, disipándose
1 tan rápido como una máquina de humo en reversa. Pronto, no quedaba
nada excepto un fondo manchado de tinta en el suelo, como si las sombras
se hubieran transformado en líquido.
—¿Qué dijiste para hacerlo desaparecer? —le pregunté, mi cerebro
sintiéndose aturdido, y ¿por qué no lo dijiste antes?
—Él no se ha ido —dijo Adrian, su tono afilado con una emoción que
no podía nombrar—. Solo está despojándose de su disfraz.
Esas sombras de fluidos de repente comenzaron a subir, formándose
en un pilar. Luego cambiaron, enrollándose y remolinándose hasta que
una chica delgada con el pelo largo y rubio rompió a través de ellos como
si la hubieran expulsado.
Jasmine se encorvó con miedo mientras miraba alrededor. Cuando
me vio, se desplomó en el suelo en auxilio.
—Ivy —dijo ella, con las manos temblando cuando extendió su
mano—. ¡Por favor, ayúdame!
No necesitaba que Adrian siguiera sosteniéndome para detenerme de
ir hacia ella. Esta no era mi hermana. Era algo que llevaba su imagen
como un abrigo, y me enfureció.
—Vete a la mierda —le contesté, todo mi miedo y odio en esas dos
palabras.
La forma borrosa de Jasmine, convirtiéndose en sombras
deslizándose de nuevo. Fuera de ello, un hombre emergió. Era casi tan alto
como Adrian, aunque no tan densamente musculoso, y se movía con la
gracia de una serpiente mientras se paseaba por la orilla de la barrera. Su
pelo negro y largo escondía la mayor parte de su rostro cuando el viento se
arrojó alrededor, pero alcancé a ver la piel pálida, ardientes ojos negros y
una boca de color rosa oscuro que se abrió cuando dijo—: Puedo ver por
qué te gusta, mi hijo.
Apenas me di cuenta que Adrian se tensaba. Me encontraba
demasiado ocupada siendo sorprendida por el idéntico acento exótico de la
cosa y cómo se dirigió al hombre sosteniéndome. Mi hijo. ¿Era éste el
secreto del que Adrian se negó a hablar? Eso explicaría su velocidad
sobrehumana.
—No me llames así. —La voz de Adrian azotó el aire con odio
palpable—. Nunca fui tu hijo.
El demonio suspiró en la forma en que mi padre solía hacer cuando
era una niña y me explicaba el porqué de algunas cosas, como las visitas
al dentista, eran inevitables.
5 —No por sangre, pero, no obstante, eres mío. Ahora, Adrian, tu
pequeña rebelión, mientras ha sido divertida, ha ido demasiado lejos.
2 Tráela a mí. Eso nos salvará a todos de una larga y aburrida pelea antes
de que ocurra lo inevitable.
La sonrisa de Adrian me recordó a un tigre mostrando los dientes. —
Vivo para luchar contra ti, Demetrius, por lo que nunca es aburrido para
mí.
Demetrius. ¿No era ese el demonio que envió al Detective Kroger tras
mí? Empecé a retorcerme, queriendo salir de los brazos de Adrian mientras
procesaba esto, pero su agarre solo se apretó.
Demetrius se dio cuenta, y la mirada que le dirigió a Adrian fue
tanto de entendimiento y crueldad.
—Cada momento que pasas con ella fortalecerá el vínculo entre
ustedes. Rómpelo ahora, antes de que te destruya cuando cumplas tu
destino.
Un ruido escapó de Adrian, demasiado visceral para ser llamado un
gruñido. —Mi ‘destino’ no va a suceder si estás muerto. ¿Cuánto duele la
granada Archon? No tanto como la honda de David, espero.
Demetrius se rio, enviando escalofríos de repulsión sobre mí. Si el
mal viniera en forma audible, sonaría así.
—Ahora que he visto el último de la descendencia de David, estoy
aún más seguro del éxito de mi pueblo. Tú también debes estarlo. Es por
eso que ella no tiene idea de lo que estamos hablando. —Otra burlona,
repelente carcajada, entonces la cara del demonio se puso seria—. Vuelve
a casa, mi hijo. Te echo de menos. Obsidiana te echa de menos. Tú no
perteneces a ellos. Nunca lo hiciste.
El apretón de Adrian se endureció hasta que sentí como si estuviera
encerrada en acero. —Prefiero morir en donde no pertenezco que vivir otro
día contigo —expulsó.
Demetrius negó. —Tan lento para aprender —dijo con
tristeza. Entonces él me miró, una sonrisa jugando en sus labios.
—Hago a tu hermana gritar de dolor todos los días —dijo en una
manera improvisada—. Si quieres salvarla, di mi nombre en un
espejo. Cambiaré su vida por la tuya.
Mi respuesta contenía cada soez palabra que sabía, además de unas
cuantas extras. Demetrius se limitó a reír de nuevo. Luego, con un
remolino de sombras, desapareció. O ¿no?
—¿Se ha ido realmente? —le pregunté con voz ronca.
—Se ha ido. Te lo dije, los demonios no pueden tolerar nuestro reino
5 por mucho tiempo. Incluso los más fuertes como Demetrius estarían
muertos después de una hora aquí.
5 Aunque el dolor inicial fue tan fuerte, algo más quemaba a través de
mí. Tal vez era porque sabía que la dura picadura pronto se
desvanecería. Tal vez la barriga llena de licor súper potente contribuyó al
6 impulso que tenía de ver su expresión mientras arrastraba su mano sobre
mi piel, o quizás era la manera en que su toque parecía permanecer más
tiempo de lo medicinalmente necesario.
Podría haber dicho que se detuviera. Insistió en cubrir las heridas él
mismo; podía llegar a ellas, después de todo. Pero no lo hice. No hablaba,
tampoco, y mientras sus manos continuaron su camino por mi cuerpo,
curando y luego suavizando la piel recién curada, el dolor era un precio
que pagaría con gusto para seguir sintiendo su toque.
Estaba mal, por supuesto. Le seguí diciendo eso a mi corazón
latiendo rápidamente y a los temblores que siguieron cada movimiento de
sus manos. Él era peligro envuelto en secretos atado con un lazo de malas
intenciones, y era totalmente injusto que nadie me hubiera hecho sentir de
esta manera antes.
—¿Casi terminas? —le pregunté, odiando lo mucho que me afectaba.
—Sí.
Sonaba enojado, lo que me hizo girarme antes de que hubiera
terminado de suavizar el maná durante un corte superficial. Mi rápido
movimiento debe haberle sorprendido, ya que tuvo un segundo para que
su expresión se cerrara en una familiar, mascara fatigada.
En ese breve momento de descuido, me enteré de que no era la
única que había sido afectada por su toque. De pronto, me pareció una
muy buena idea ponerme mis pantalones de nuevo.
5
7
Traducido por Kellyco
Corregido por ElyCasdel
***
Una vez que amaneció, descubrí que el maná puede curar más que
los medicamentos humanos. Adrian extendió una capa fina sobre su
maltratado Challenger, y su antiguo vehículo se volvió a juntar como si
estuviera mirando un episodio de Counting Cars rápidamente. Después de
eso, solo tuvimos que limpiar el vidrio roto del interior, y estuvimos en
camino.
Cuando hicimos nuestra primera parada, insistí en ir al baño de
chicas sola. Adrian fue atrapado mientras destruía espejos porque llamó la
atención que un hombre entrara al baño de mujeres. Me hizo jurar no dar
un vistazo a los espejos hasta que los destruyera. Demetrius podía no ser
capaz de entrar a nuestro terreno durante el día, pero no quería que nos
espiaran, no quería que nos tendieran una emboscada al caer la noche.
Así fue que terminé mirando al sucio azulejo mientras me acercaba
al espejo del restaurante Gas-N-Go. Adrian me dio una roca y un par de
guantes enormes, así que no estuve preocupada de cortarme cuando
rompí el vidrio con un fuerte golpe, mirando solo después de que los
pedazos cayeran al suelo. Toma esa, Demetrius, pensé, mirando los trozos
de mi reflejo en el suelo.
Hubo sonido de agua corriendo, y entonces la puerta más cercana se
abrió, revelando a una mujer de unos cincuenta años mirando entre los
trozos de espejo y a la roca en mi mano.
—¿Por qué hiciste algo así? —demandó.
Nada de lo que dijera lo haría parecer menos alocado, así que
también debo cumplir sus expectativas.
—¿Alguna vez has tenido uno de esos días en que odias tu cabello?
—pregunté, ampliando los ojos para un gran efecto perturbado.
Ni siquiera se lavó las manos antes de irse. Me aseguré de terminar
rápido mi trabajo también, así que no me sorprendió verla hablando con el
encargado de la tienda en la salida del baño.
6 —Oye, chica —dijo el señor calvo bruscamente—. ¿Has…?
—Esto es por el daño —interrumpió Adrian, dejando caer un puñado
1 de papeles blancos frente al encargado. Mi confusión aumentó cuando el
hombre se los arrebato, su ceño se convirtió en una risa.
—No hay problema —dijo el encargado, dándome un alegre saludo—.
¡Cuídate, chica!
Esperé hasta salir y dije—: ¿Qué fue eso?
La boca de Adrian se volvió una sonrisa sarcástica. —Zach está aquí.
Fue cuando puse atención al chico con sudadera a un lado del auto
de Adrian. Zach se volvió, por suerte no proyectaba ninguna luz cegadora
hacía nosotros.
—Entiendo que tuviste algunas dificultades anoche —dijo, como si
solo hubiéramos conseguido que se nos pinchara una llanta.
Culpé de mi respuesta a la frustración, falta de cafeína y hambre. —
Sí, ¡y espero que hayas estado lo bastante ocupado para aparecer porque
salvabas un autobús lleno de monjas!
Un encogimiento de hombros. —No fui enviado a ti hasta ahora.
—¿Hablas en serio? —Incredulidad llenando mi tono—. ¿Tu jefe está
de mal humor, o sufrió algún retraso?
El rostro de Zach se volvió frío, pero no perdí de vista que la sonrisa
de Adrian se amplió.
—No sabes cuánto tiempo me he preguntado eso —murmuró,
empujándome de una manera amistosa.
Zach tuvo una respuesta diferente. —¿Por qué están esperando que
alguien más resuelva problemas que ustedes son capaces de manejar?
Adrian gruñó. —Acostúmbrate a escuchar eso. Es su línea favorita.
Entonces has de querer golpearlo mucho, pensé antes de que Zach
levantara una ceja recordándome que mis pensamientos no eran privados.
Aunque eso tal vez no era del todo malo. Ocupé mi oportunidad.
Dime qué es Adrian, y por qué está determinado a alejarse de mí una
vez que esto termine, pensé, observando a Zach.
—No —dice en voz alta—. Le di mi palabra a Adrian, y como te dije,
los Archons no mentimos.
—¿Qué me estoy perdiendo? —dijo Adrian, lanzando una mirada
sospechosa entre ambos.
¡No te atrevas! Pensé, pero Zach ya respondía. —Ivy desea las
respuestas que te rehúsas a darle.
6 La mirada de Adrian volvió hacia mí. —No hagas eso de nuevo —dijo
en tono amenazador.
2 —Puedes apostar tu culo que lo haré —exploté—. Mi vida y la de mi
hermana están en juego, así que tengo derecho a saber qué pasará.
Además, después de las consecuencias con tu olvido del espejo, dijiste que
dejarías de ocultar cosas y te disculparías.
Zach le sonrió. Una verdadera sonrisa, y dijo—: Disfrutaré ver esto.
—Y apareció otra nota debajo de la lista de cosas no esperadas de un
Archon.
Adrian nos dio una mirada tan fría que estaba segura que se
negaría. Entonces habló.
—Lo siento, Ivy, por no decirte lo de los espejos. Ahí está tu disculpa,
y aquí está la información que no sabías: porque puedes ver a través del
glamur Archon, me viste entregar papeles blancos al encargado. Él vio un
paquete de billetes de cien dólares, y hemos usado el mismo truco para el
vuelo a México porque ya no podemos usar el portal de Oregón para ir a
diferentes terrenos por la misma puerta.
Contuve la respiración, Adrian continuó—: Demetrius supondría
que nos dirigiríamos ahí porque estuvimos en el desierto de Oregón
cuando nos alcanzó. Zach está aquí para rellenar nuestro suministro de
maná, arreglar tu apariencia y recordarme que estamos por nuestra
cuenta cuando entremos al terreno de los demonios. Las dos partes no
pueden cruzar el territorio de la otra, así que si nos capturan, Zach no nos
va a poder ayudar aunque quisiera.
Me hallaba boquiabierta cuando terminó, pero me recuperé
rápidamente. —¿Y tú qué eres? —pregunté, esperando saber un poco más
que detalles.
Adrian sonrió. —Prometí compartir secretos y lo hice. Nunca dije
cuáles.
Zach sonrió de nuevo, y esta vez, iba dirigido a mí.
—Recordaré eso —respondí, dándole a Adrian una mirada que
prometía venganza.
Si pensaba que me daría por vencida con mi investigación sobre lo
que es, por qué actuaba tan caliente y frío a mi alrededor o a qué se refería
Demetrius cuando decía que “el vínculo” se fortalecería entre nosotros, se
hallaba tan equivocado. Ahora, el verdadero reto sería asegurarme de que
ninguno de nosotros terminara realmente muerto antes de tener mis
respuestas.
Le di la espalda a Adrian, dándole toda mi atención a Zach. —¿Vas a
cambiar como me ven los otros? Bien. Siempre me pregunte como sería ser
rubia.
6
3
Traducido por Prim
Corregido por Vane hearts
***
6 hombro.
—Hola —dije, deseando haber tomado más que dos años de español
en la escuela. Tomás aceptó mi mano tendida, y la estrechó fuertemente.
—Hola, señorita. —Luego, sus rasgos estoicos agrietados le sonrieron
a Adrian—. ¡La rubia es caliente! Hora de que empieces a salir de nuevo, mi
amigo. 7
—No es así —contestó Adrian—. Ivy y yo no estamos saliendo.
Somos… amigos.
Me tensé con su pausa. No, no éramos mejores amigos pero, ¿tenía
que hacer obvio que era una conocida no deseada? Algo intenso se revolvió
dentro de mí. A lo mejor Adrian no me quería cerca, pero quería algo de
mí. Además, yo podría morir al ponerse el sol y no estaba segura de haber
realmente vivido durante los pasados veinte años. Hora de cambiar eso.
Le di a Tomás una de mis más amplias sonrisas y pasé mi brazo por
el de Adrian.
7 En español en el original
—No lo escuches. Dice eso para negar lo loco que está por mí —dije
con ligereza—. Lo hubieras visto frotándome el trasero la otra noche.
Parecía que quería sacarle brillo.
Adrian me miró incrédulo. Tomás rio a carcajadas, y el chico que
todavía no me habían presentado sonrió.
—Parece que tienes que lidiar con algo más que demonios, Adrian —
pronunció lentamente con un acento mediterráneo.
Las manos de Adrian se doblaron en mi espalda, dudoso entre
alejarme o acercarme. Su mirada había cambiado, también. La
incredulidad se volvió algo más oscuro y atractivo en las profundidades de
sus ojos zafiro-plateado.
—No tienes idea con lo que estás jugando —dijo, sus palabras casi
inaudibles.
—¿Qué si quiero saberlo? —contesté, y me estremecí cuando su
agarre en mí comenzó a apretarse.
Empecé esto como un juego, pero ahora parecía algo más serio. Su
mirada ardía en mis ojos con más lujuria que jamás había visto. Secretos,
promesas y mentiras se arremolinaban allí dentro, atrayéndome y
apartándome al mismo tiempo. Cuando me acercó, esas advertencias se
6 derrumbaron bajo la explosión de sensaciones mientras se apretaba contra
mí, y cuando su mano se enroscó en mi cabello, tirando mí cabeza hacia
7 atrás con un fuerte, posesivo apretón, no solo temblé. Me estremecí.
—¿Quieren tú y tu amiga posponer nuestro viaje hasta mañana? —
preguntó una voz divertida.
Adrian me soltó tan repentinamente como si quemara. Tal vez lo
hacía. Mi cuerpo se sentía febril, y si mi corazón latiera más rápido, estaría
en peligro de tener un infarto.
—Nos iremos ahora —dijo con voz cansada—. Súbete al jeep negro,
Ivy. Estaré justo ahí.
Hubiera discutido si no necesitara un minuto para calmarme.
Caminé hacia el negro y descapotable jeep que tenía cuatro armas en la
parte trasera. No había asientos, sin embargo, y los delanteros debían ser
para Tomás y su amigo aún no identificado. Lucía como si Adrian y yo
fuéramos a viajar parados.
Adrian. Pensar en lo cerca que estuvo de besarme hizo que mi
febrilidad recorriera todo mi cuerpo otra vez. ¿Por qué seguía alejándose a
último minuto? ¿Era por el secreto que tanto se empeñaba en ocultar? No
era un demonio o un siervo, y trabajó con un ángel, así que, ¿qué tan malo
podría ser?
La llegada de Adrian con los dos hombres cortó mis pequeñas
meditaciones. Saltó a la parte posterior de la camioneta, agarrando la
barra donde las ametralladoras estaban atadas.
—Él es Costa —dijo señalando al joven apuesto de cabello negro
ondulado y ojos café oscuro—. Sube, Ivy.
Me metí en la parte de atrás, aceptando la mano de Adrian. La
sostuvo por más tiempo del necesario, como si se negara a soltarme. Me
sentía igual, aunque agarré la barra de metal entre los asientos cuando
Adrian lo hizo. ¿Era yo o algo pasaba cuando nos tocábamos? Algo más
que lujuria, aunque tuve eso también. ¿Podría ser el vínculo sobrenatural
del que Demetrius habló? Si era así, él estaba en lo cierto. Cada vez se
hacía más fuerte.
—Hola, Costa —saludé, tratando de concentrarme en otra cosa—.
Mencionaste a los demonios, así que, ¿lo tomó como que sabes que
haremos?
Resopló. —Sí, aunque desearía que tu no. Nadie sale de los Reinos
oscuros de la misma manera en la que entró.
Tomás aceleró el Jeep, y agarrándome para no caerme casi hace que
no vea la expresión en el rostro de Adrian. Por la forma en que sus rasgos
se tensaron, Costa no hablaba de diferentes salidas. Adrian me dijo que el
6 mundo de los demonios era horrible, como si no pudiera darme cuenta de
eso por mí misma. Por su expresión y las palabras de Costa, tal vez no me
8 había preparado suficiente. Respiré profundo. Piensa en Jasmine, me
recordé. Si ella pudo sobrevivir al ser raptada una vez, yo estaría bien
buscando lo que fuera que necesitaba para poder salvarla.
—Soy más dura de lo que piensan. —Fue lo que dije.
Adrian me acarició la espalda, la leve caricia prometiendo sin
palabras que no hacía esto sola. Luego asintió a Costa, apoyado mi
afirmación. Me agarré a ello con tanta fuerza como lo hacía con la barra de
metal que me mantenía de no ser expulsada fuera del auto por la manera
violenta que tenía Tomás para conducir. Jasmine me necesitaba, y Adrian
creía en mí. No iba a fallarle a ninguno.
No podía.
Traducido por Estivali
Corregido por Anty
1 —Sí —dijo, su tono era más plano que un espejo pulido—. Crecí en
el reino, así que estaban acostumbrados a dejarme hacer lo que quería en
él.
No sé porque sus palabras me afectaron como un golpe. Adrian me
dijo que Demetrius lo había secuestrado cuando era un niño. Suponía que
sus secuaces lo criaron en este mundo, y Demetrius lo… comprobaba
frecuentemente.
—Fuiste criado en un reino de demonios —dije. Mi ira se convirtió en
otra cosa—. Y ellos confiaban en ti, así que tú debiste, um…
—Vivir exactamente como ellos —el hielo y la desolación se mesclaba
en su tono—. ¿Sigues pensando que soy bastante genial?
No sabía que pensar. Una parte de mí se horrorizo y la otra lloraba.
¿Cuántos años tenía Adrian cuando Demetrius lo sacó de este mundo y lo
crio en uno de demonios? Si él era bastante joven, ¿sabría que todo lo que
vio —o hizo— era malo, si todo lo que vio para él era “normal”? Tal vez
descubrirlo fue lo que lo hizo cambiar de lado y trabajar con Zach. Tal vez
por eso odiaba a los Demonios con tal patológica perseverancia ahora.
Y tal vez su loca crianza, combinada con lo que sea que su
antepasado hizo, hacía sentir a Adrian que su destino lo había condenado.
De alguna manera, no podía culparlo.
—Sigo pensando que tus decisiones te hacen quien eres —dije por
último—. Y también creo que si ellos pudieron salir, entonces mi hermana
también puede, así que hagamos esto.
Con eso me puse la chaqueta de esquí arriba de mi camiseta, los
pantalones térmicos encima de mis pantalones cortos, reemplacé mis
sandalias por las botas forradas y me puse los guantes.
Por último, solté mi largo cabello castaño de la cola de caballo. Si era
lo suficientemente helado para requerir una chaqueta de esquí, mis oídos
necesitarían estar cubiertos.
Todo lo que hizo Adrian fue tirar la bolsa de lona a la parte trasera
del Jeep.
—¿Vas a usar eso? —dije, haciendo un gesto a su remera manga
larga y sus vaqueros normales.
Se encogió de hombros
—Estoy acostumbrado al frío.
Lo dejé ahí, forzando una sonrisa mientras miraba a Tomas y Costa.
—Los veo pronto chicos. Espero.
No tuve la posibilidad de escuchar sus respuestas. Adrian me atrapó
7 entre sus brazos, camino rápidamente a la roca y nos sumergió en ella.
2 ***
7
5
Traducido por Liz Holland
Corregido por Anakaren
7 aunque ese error de moda nunca debe repetirse. Era el rostro del hombre.
Luz rodó sus ojos como el paso de las nubes, y alas negras de tinta subían
y bajaban por debajo de los pómulos, como si tuviera un tatuaje que por
7 arte de magia podría aparecer y desaparecer.
Mi mirada fija parecía molestarle, así que voltee hacia otro lado. Dijo
algo bruscamente a Adrian y luego me agarró la muñeca con suficiente
fuerza como para aplastármela. Adrian se movió con la rapidez de un rayo,
poniendo al chico camorrista en una llave de cabeza con su brazo doblado
en un ángulo incorrecto antes de que pudiera decir—: Vamos.
—Te lo dije, ella se va directo a Mayhemium —dijo Adrian, hablando
inglés en esta ocasión—. Y si me retrasas de nuevo, voy a arrancarte la
cabeza.
No sabía si fue el peligroso tono de Adrian o lo rápido que había roto
el brazo del chico, pero él gruñó algo que debe haber sido un acuerdo.
Adrian lo dejó ir, sonrió como si hubieran intercambiado un saludo
cordial, y luego como que me arrastró a través de una de las aberturas en
la pared.
Un montón de escalones de piedra más tarde, llegamos a los patios
inferiores de la pirámide. A primera vista, parecía un mercado callejero
normal. Los vendedores pregonaban diversas mercancías dentro de sus
cabinas, los alimentos cocinados en una parrilla abierta, y la gente se
apretujaba, ya sea comprando o vendiendo. Pero cada persona tenía ese
extraño bamboleo de luz sobre los ojos, y cuando llegué a ver más de cerca
algunas de las mercancías de los vendedores, mis piernas abruptamente
dejaron de funcionar.
—Mantente en movimiento —susurró Adrian, medio levantándome
así no era obvio que la impresión me había congelado.
Forcé a mis miembros repentinamente entumecidos a seguir en
movimiento. Ayudó que Adrian nos llevó rápidamente a través de la
sección de mercado, a una alcoba que tenía un desagüe en el suelo. A
pesar de su gran cuerpo bloqueando la mayor parte de mi visión del patio,
todavía no podía detener las imágenes espeluznantes que jugaban de
nuevo en mi mente.
Junto con unos trozos de vaca y de cerdo, los vendedores de
alimentos también vendían partes del cuerpo humano. Para los clientes
que querían carne fresca, sus humanos seleccionados eran asesinados en
el acto.
—¿Por qué? —me atraganté, incapaz de decir más porque las
palabras no podrían pasar más allá de la bilis en mi garganta.
—No hay luz del sol aquí —A pesar de que en el tono de Adrian se
percibía un de hecho, algo embrujado cruzó por su expresión. —Eso
significa que no hay hierba, granos, vegetación o animales. Esbirros y
humanos que son mascotas mimadas llegan a tener la comida regular
7 importada desde el otro lado, pero los esclavos sólo tienen una cosa para
comer. El uno al otro.
8 Esa bilis se convirtió en vómito que no podía contenerse. Al mismo
tiempo, temblaba de rabia. Ahora sabía de lo que todas las prendas de piel
y colgajos en los umbrales estaban probablemente hechas, también.
Adrian no se burló de mí por vomitar, ni me dijo que me repusiera.
Sostuvo mi cabello, su otra mano moviéndose sobre mis hombros en una
caricia reconfortante.
—Podemos salir —dijo bajo—. El reino no va a ninguna parte.
Volveremos otro día a buscarlo.
La risa flotó hacia abajo desde uno de los balcones de la pirámide,
su sonido una abominación. Nadie debía reír aquí. No había sonido que se
debiera hacer, excepto los gritos de horror de lo que estaba pasando en
este pozo del mal sin luz. Quería correr de regreso a mi mundo tan rápido
como pudiera y nunca, nunca volver, pero si lo hiciera, estaría
condenando a Jasmine a pasar el resto de su vida en un infierno similar.
Preferiría morir antes que hacer eso.
Resolución se mezcló con mi rabia, ayudándome a conseguir
controlar mi estómago. Me limpié la boca con una mano y le di a Adrian
una mirada que reflejaba la nueva dureza arrastrándose a través de mi
alma.
—Llévame lo más profundo de este lugar. No me iré hasta que revise
cada maldita pared buscando esa arma.
***
8
En español original.
agarre tanto en el arma automática como en la barra de metal cuando una
marea de gente salió de la alargada roca detrás de nosotros.
—¡Vienen! —chilló Adrian, y empezó a disparar. Costa lo hizo,
también. El ruido era como explosiones en mis oídos, pero cuando los
esbirros empezaron a correr detrás de nosotros como si tuvieran cohetes
atados a sus culos, no me importó si me quedaba sorda.
Se movían como lo hizo Adrian, y estaban armados, también.
Adrian me empujó hacia abajo en la primera lluvia de balas. La parte
trasera del Jeep se estremeció, pero la ronda no penetró. Ahora que me
hallaba a nivel de la vista con ella, vi cómo era de ancha la puerta trasera,
y ese extra chapado de metal no puede haber venido de serie.
—¿No te dije que te quedaras abajo? —Escuché a Adrian soltar,
después otra ronda de disparos enmudeció su voz. El Jeep rebotó
locamente por la velocidad de Tomas, pero Adrian y Costa se sujetaron a
las barras mientras disparaban y se agacharon en una frenética
demostración de violencia y defensa.
—¡Me diste un arma, déjame ayudar! —protesté.
—No —rugió Tomas, girando el Jeep tan rápido que me golpeé la
cabeza contra el panel lateral—. ¡Agáchate! ¡Eres a quien más quieren
8 matar!
¿Yo? Entonces recordé la mirada de odio de Mayhemium, y lo que
6 había siseado justo antes de que Adrian lo golpeara. La última Davidiana.
¿Me querían los demonios muerta porque yo era la única que podía
encontrar un arma que podría matarlos?
No tardé mucho en conseguir mi respuesta. A pesar de la lluvia de
disparos Adrian, Costa e incluso Tomas mantuvieron a raya a los esbirros,
ellos siguieron intentando llegar a donde me hallaba. Mi pequeña esquina
quedó abollada por todas las balas disparadas contra ella, y de vez en
cuando, secuaces se precipitaban como kamikazes contra el Jeep. Adrian
los empujó con su increíble velocidad, pero pronto estuve cubierta de
sangre, moratones y cortes. Y ellos siguieron llegando, hasta que estaba
convencida de que el reino entero se había vaciado en su intento de
matarnos.
O matarme, específicamente.
Cuando Tomas tuvo que frenar para pasar por el camino estrecho
entre las montañas, cinco secuaces consiguieron saltar dentro del Jeep.
Adrian fue aplastado por tres de ellos, y Tomas y Costa sonaban como si
estuviesen en sus propias luchas de vida o muerte. Sus voluminosas
ametralladoras eran un obstáculo en una pelea cuerpo a cuerpo, pero yo
seguía teniendo la mía. Me levanté, elevándola con determinación.
De la nada, otro secuaz agarró el cañón y lo usó para sacar el arma
de mis manos, dándome una brutal patada en mi abdomen al mismo
tiempo. Me caí de nuevo en la esquina, y por una fracción de segundo,
nuestros ojos se encontraron. Los suyos eran azul pálido, y él sonrió
mientras levantaba su propia arma. Desarmada y atrapada entre la puerta
y el asiento, no había nada que pudiera hacer para salvarme.
Un cuchillo de repente se estrelló contra la parte superior de su
cabeza, girando con una feroz fuerza. Mi aspirante a asesino de repente se
puso bizco y soltó su arma. La cogí, agarrándola con fuerza pero sin
disparar. Adrian estaba ahora justo delante de mí, y no quería golpearle,
además mi aspirante a asesino parecía realmente, realmente muerto.
Adrian sacó su cuchillo y el secuaz comenzó a caer. Mientras lo
hacía, su cuerpo se transformó, volviéndose negro como el alquitrán y
luego disipándose por completo. Lo que aterrizó en el suelo manchado de
sangre no era un hombre. Era un montón de cenizas que me cubrieron
cuando el Jeep botó por la loca aceleración de Tomas cuando finalmente
pasamos la montaña.
Adrian se arrodilló, una mano bruscamente ahuecando mi cara
mientras que la otra me escaneaba en busca de heridas.
—Gracias a dios que estás bien —respiró.
8 Por alguna razón, escuchar a Adrian agradecer a una deidad que
mayormente parecía despreciar me sorprendió, tanto como ver a mi
7 aspirante a asesino desintegrarse ante mis ojos. Miré a Adrian, a las
cenizas cubriéndome y al horizonte. No aparecieron más secuaces asesinos
saltando, y ya que Costa y Tomas habían dejado de disparar, asumí que
finalmente estábamos despejados.
Pero con el sol colgando bajo en el cielo, no estaríamos seguros por
mucho tiempo. La noche se acercaba, y con ella, demonios.
Traducido por valentina.hermanaoscura
Corregido por *Andreina F*
9 En español en el original.
Adrian que no podría escapar de su destino, pero Zach era un Archon, por
lo que no podía creer que Adrian estuviera destinado a ayudar a los
demonios a ganar la guerra contra ellos. Si lo creyese, ¿por qué Zach no
mató a Adrian como ataque preventivo? Era seguro que los demonios
querían matarme, y lo único que yo podía hacer era encontrar un arma
antigua.
Contuve el aire, darme cuenta de la realidad me hizo añicos.
—Es el arma, ¿verdad? Adrian dijo que si los demonios supiesen
donde está, ya la habrían usado para sus propósitos. No lo creí en su
momento, pero eso significa que puede hacer mucho más que matar
demonios.
En la boca de Tomas se perfiló una línea recta. Costa se levantó,
dejando caer una mano brevemente sobre el hombro de su amigo.
—¿Has oído hablar de David y Goliat? —preguntó Costa
uniformemente—. Hace miles de años, un joven pastor mató a un gigante
con nada más que una honda y una fe ciega, así nació la fama de David.
Eres la última de los Davidianos, así que está en tus manos, esa antigua
honda tiene el poder de vencer a cualquiera contra todo pronóstico. En
resumen, a todo lo que apuntes, lo derrotará.
Eso sonaba demasiado bueno para ser verdad, por lo que tenía que
9 haber más. —¿Qué pueden hacer los demonios con ella?
La sonrisa de Costa era sombría. —Goliat no era un gigante normal.
1 Descendía de demonios, y parte de su linaje originario perdura. Si uno de
esos demonios consigue la honda, conseguirá la capacidad de una vez
para superar cualquier cosa también. Así que con ella los demonios creen
que pueden ganar la guerra contra los Archons en un día.
Mi cabeza empezaba a latir con fuerza, probablemente de tratar de
procesar la información que era demasiado increíble y horrorosa para
creer. Si no hubiese entrado a un reino diferente hoy o visto múltiples
ejemplos de fenómenos sobrenaturales toda mi vida, habría dicho que
Tomas y Costa estaban locos. Por desgracia, sabía que no era así.
—¿Adrian es descendiente de la línea de Goliat? —fue lo que
pregunté—. ¿Es por eso que los demonios creen que es su salvador?
¿Porque si consigue el arma, puede usarla contra los Archons?
Tomas y Costa intercambiaron otra mirada, entonces Tomas dejó
escapar un profundo suspiro.
—No, Ivy. Adrian es el último de otra línea.
—¿De cuál? —pregunté con voz acerada, mi mirada desafiándolos a
que no me dijeran.
—¡Fuera los dos!
La voz de Adrian cortó el silencio. Al igual que antes, había entrado
sin que nadie lo hubiese notado. Tomas y Costa se levantaron a la vez,
marchándose sin decir nada. Cuando vi la expresión en la cara de Adrian,
parte de mí quiso seguirlos, pero la otra parte quería saber tanto la verdad
que no me importaban las consecuencias.
—¿De qué linaje eres el último? —dije, negándome a dar marcha
atrás—. Dímelo ahora, o dejaré que esa arma siga perdida, y después de lo
que he escuchado, “perdida” es probablemente como debe de estar.
Sonrió, la seductora curva de sus labios no quitaba la dureza letal
en su mirada enojada. Su mandíbula se veía ensombrecida por no haberse
afeitado recientemente, dándole un toque oscuro, que sólo hacía que sus
pómulos parecieran más pronunciados, dándole una ventaja a sus ya
inolvidables rasgos faciales. Incluso ensangrentado, con la ropa rasgada,
nunca lo había visto más guapo, y por primera vez, también me daba
miedo.
—¿No lo has adivinado aún? —preguntó, su voz acariciando las
palabras como la seda drapeando a través de dagas—. ¿Quién en la
historia ha cometido un acto tan atroz que se hizo de su nombre un
sinónimo de traición para siempre?
—No lo sé —dije, alejándome paso a paso mientras se acercaba a mí
9 despacio, con pasos lentos, al acecho.
—Sí, lo sabes.
2 Un susurro gutural y áspero, y entonces se hallaba frente a mí, sus
brazos formando una jaula que me mantenía atrapada mientras que la
pared detrás de mí me hacía imposible alejarme más. A pesar de mi miedo,
me estremecí cuando se inclinó hacia abajo, su boca sólo a unos
centímetros de la mía y sus manos deslizándose para descansar sobre mis
hombros. La última vez que habíamos estado tan cerca, casi me besó, y
que Dios me ayude, todavía quería que lo hiciera.
Mis sentimientos por él desafiaban a la lógica, la cordura o la
seguridad, y a juzgar por la intensidad de su mirada mientras enrollaba
una mano en mi cabello, era posible que sintiera lo mismo.
Entonces su boca bajó, pero no a mis labios, a pesar de que estos se
separaron anticipándose imprudentemente. En cambio, besó mi mejilla,
susurrando su más oscuro secreto al mismo tiempo.
—Soy el último descendiente de Judas, y al igual que mi infame
antepasado, mi destino ha sido y siempre será, traicionar a los
descendientes de David.
Traducido por Val_17
Corregido por Jasiel Odair
***
10
En español.
11
En español.
lluvia de disparos desde el techo cortó al instante el parloteo demoníaco,
descartando cualquier posibilidad de que fueran narcotraficantes
buscando ocultar su alijo.
Siguiendo las instrucciones, me quedé abajo mientras los secuaces
respondían al fuego. Por otra parte, estas paredes color ocre ya estaban en
mal estado; dudaba que detuvieran las balas por mucho tiempo. Tal vez
deberíamos habernos ocultado. Tan pronto como lo pensé, rechacé la idea.
¿Los secuaces enviados en una misión de asesinato por los demonios
realmente estarían contentos con buscar con una linterna y dar por
terminada la noche?
—Este se acabó —dijo Tomas, dejando caer un rifle y recogiendo
otro. Rápidamente, reemplacé la carga, tratando de no recordar el último
tiroteo en el cual había estado a punto de morir. Era más fácil decirlo que
hacerlo con el ¡rat-a-tat-tat-tat! de los disparos estallando. Si sobrevivía a
esto, nunca sería capaz de ver una película de guerra sin correr el riesgo
de un ataque por estrés postraumático.
En este momento, canalicé mi ansiedad en reemplazar las
municiones de Tomas tan rápido como lo necesitaba. La pila de cargas
parecía estar disminuyendo a un ritmo alarmante, y las paredes del
santuario empezaban a parecer un queso suizo por los impactos que
9 recibía. Cada vez que una bala penetraba, salía una pequeña nube de
polvo. Hubo tantas, el aire comenzaba a ponerse pesado.
8
Traducido por Daniela Young
Corregido por Clara Markov
1
04
Traducido por Fany Stgo.
Corregido por Dafne M
12Plato tradicional de los Balcanes y el Medio Oriente hecho a base de berenjenas. La más conocida
internacionalmente es la versión griega, que consiste en capas de carne picada de cordero,
berenjena en rebanadas, y tomate, cubiertos de una salsa blanca y horneados.
hueco en la oscuridad helada creciendo dentro de mí. Pero sujetar su
mano lo hizo, y eso me asustó tanto como me maravilló.
—¿En verdad crees que soy lo suficientemente fuerte como para
seguir buscando en los reinos hasta que encuentre esta arma? —pregunté,
mi voz apenas audible mientras decía mi mayor miedo en voz alta.
Su mano se apretó en la mía. —Sé que lo eres —dijo Adrian,
girándose para mirarme otra vez.
No fueron sus palabras, aunque necesitaba escucharlas. Ni siquiera
fue su voz, aunque vibraba con seguridad. Fueron sus ojos. Nunca había
leído mucho de los ojos de una persona, pero los de Adrian parecían
derramar todos los secretos que aún se negaba a decirme. En esas
profundidades de zafiros, supe que quiso decir lo que dijo. Yo tal vez no
crea en mí, pero él lo hacía, y en ese momento me dio la esperanza de que
saldríamos adelante. Todos nosotros.
Extendí mi mano libre, deslizándola por su brazo. —Gracias —le dije
en voz baja.
Se acercó, alisando mi cabello hacia atrás y cerré mis ojos. Me sentía
tan segura con él, lo que dijo que era la última cosa que debería sentirme.
Aun así, si nada más que la traición venía en un futuro, ¿cómo podría ser
Adrian la única persona en la que confíe? ¿Y cómo podría ser la única
persona que me hacía sentir viva si él estaba destinado a ser mi muerte?
—Yo también creo en ti —le dije, sin abrir mis ojos—. Vencerás tu
1 destino. Sé que lo harás.
Dejó escapar un sonido ahogado y mi piel se sintió fría de tan rápido
08 que me soltó. Cuando abrí mis ojos, no me sorprendió ver solo la arena
mojada por el oleaje frente a mí.
Una vez más, Adrian despareció, pero al igual que las otras veces, en
realidad no se había ido. Ya sea por destino o por elección, ningunos de los
dos podía alejarse del otro por completo.
No todavía.
Traducido por Beatrix
Corregido por Josmary
1
13
Traducido por Jasiel Odair
Corregido por Mary
13
Asociación Nacional del Rifle.
Esta vez, miré debajo de los puestos antes de romper el espejo.
Nadie, bien. Después de patear lejos el peor de los fragmentos, contesté la
llamada de la naturaleza. Me encontraba en el proceso de lavarme las
manos cuando la puerta se abrió y un chillido me sobresaltó.
—Ese ya fue roto —empecé a mentir, sólo para ser interrumpida por
la mujer afroamericana corpulenta diciendo—: ¡Estás en el lugar
equivocado, abuelo!
¿Qué? Mientras la miraba fijamente, la mirada de la mujer cayó a
mis labios, luego al vidrio en el piso.
—¿Está bien, señor? —preguntó con una voz menos escandalizada.
—No soy un hombre —protesté, me detuve en el repentino estallido
de risas desde el interior de la tienda. Uh-oh.
La mirada incrédula de Costa cuando me vio primero. El comentario
divertido de Adrian de "Lindo" a Zach. Ambos me siguieron al baño de
mujeres. Esta mujer me llama "señor" y " abuelo".
—Me veo como un tipo viejo, ¿no? —le pregunté con resignación—.
Un viejo usando lápiz labial, nada menos.
Preocupación brilló en sus características. —¿Hay alguien aquí con
usted, señor? ¿O hay alguien a quien podemos llamar?
1 —Sí. —Mi voz era irónica—. Llame al ángel con el retorcido sentido
del humor, porque todo esto es su culpa.
15 Ahora ella realmente parecía interesada, pero la pasé rozando,
diciendo—: Suficiente diversión, idiotas. ¡Es hora de llevar al abuelo a dar
un paseo! —A los dos chicos sonrientes esperándome.
***
1
20
Traducido por Cris_Eire
Corregido por Itxi
1
26
Traducido por Mire
Corregido por Alysse Volkov
1
38
Traducido por Josmary
Corregido por Amélie.
14
Bling: ropa cara, ostentosa y joyas, o el uso de ellas. Se refiere al "sonido"
imaginario que se produce a partir de la luz reflejada por un diamante.
Le di una mirada dudosa. —No hay nada allí. Las demás pasarelas
de reino tenían marcadores.
—¿Todos las demás? —resopló—. Sólo he visto dos. Más de la mitad
de las pasarelas no están marcadas, Ivy. Es por eso que son tan difíciles de
encontrar a menos que puedas sentirlas.
No sentí nada, y todo lo que vi junto a Adrian era el aire y la hierba.
—¿Estás seguro de que está ahí?
Otro resoplido. —Incluso si no hubiera pasado por esto antes,
todavía estaría seguro. ¿Crees que no podrías sentir el interruptor de una
bombilla cuando pones tu dedo en él? Así se sienten las pasarelas para mí.
Guau, mis capacidades deben de ser débiles. Tuve que concentrarme
al máximo para detectar un indicio de algo sagrado, y Adrian sentía
objetos oscuros como si fueran descargas eléctricas. Por otra parte, él
había tenido años para perfeccionar sus habilidades. Y había pasado
menos de un mes desde que yo descubrí los míos.
Cuadré los hombros. ¡Tiempo de ejercitar un poco de músculo
sobrenatural! Me concentré en el espacio que Adrian indicó, y luego me
lancé hacia adelante como si estuviera buceando en una piscina.
Cara contra el piso. ¡Ay, ay, ay!
1 La risa de Adrian penetró la parte de mí que no estaba viendo
pajaritos de dibujos animados volando sobre mí en círculos. Mi cuerpo
41 vibraba por el impacto, y ahora sabía que la hierba seca sabía a espagueti
crudo con salsa de suciedad.
—No es divertido —gemí.
Se arrodilló junto a mí, sin dejar de reír mientras me ofrecía una
mano. —Si hubieras visto el aire que atrapaste antes de tocar el suelo, no
estarías de acuerdo.
Lo rodeé, mirándolo mientras le daba un manotazo en la mano. —La
venganza es una perra. Recuérdalo.
—Estoy temblando.
Me levantó. A pesar de que juré venganza, parte de mí saboreó su
diversión sin límites. Adrian rara vez se reía a menos que fuera en tono de
burla, amargura o desafío. Al ver que lo hizo solo con travesura tiñendo
sus rasgos era como ver un diamante brillando en la luz del sol en vez de
vislumbrando en las sombras.
No debí haberlo hecho, pero me quedé mirándolo de todos modos.
No es de extrañar que Obsidiana le hubiera querido lo suficiente como
para arriesgarse a venir sola detrás de él. Odiaba a esa puta del inferno,
pero no podía negar que tenía buen gusto.
La risa de Adrian murió, y echó un vistazo a nuestras manos, como
si acabara de darse cuenta de que aún sostenía la mía. Nuestros ojos se
encontraron, y sus palabras de antes se reprodujeron en mi mente.
Te he deseado desde la primera vez que me tocaste... Nada aparte de
la magia oscura se había sentido nunca tan poderosa, y cuando te toco, es
mil veces peor...
Mi agarre empezó a apretarse, pero él se apartó, su expresión
cambiando a su dureza habitual en una máscara impenetrable. Su mirada
se encendió, sin embargo, y apretó las manos en puños mientras respiró
duramente. Su expresión podría ser como la de una estatua, pero en
aquellos hirvientes ojos de zafiro, se alcanzó a ver el salvajismo que
contuvo, y me hizo temblar.
Si Adrian nunca liberaba la parte de él que me quería, ¿sería capaz
de soportarlo? ¿O voy a amar cada segundo de ser superada? Lo único que
me mantenía lejos de arrojarme a sus brazos y de obligarlo a sentir lo que
se decía a sí mismo que no podía era la preocupación por mi hermana.
Sus músculos agrupados, como si estuviera en un nivel primario me
hicieron creer que sintió la pasión imprudente creciendo en mí. Tal vez lo
hacía. Tal vez era más de nuestro lazo que me hizo palpitar en lugares que
nunca había tocado, como exigiendo sentir sus manos, su boca, en mí.
1 Adrian se dio la vuelta, su abrigo incapaz de ocultar cómo todo su
cuerpo se había tensado de repente, como si hubiera sido afectado con la
42 descarga eléctrica a la que había hecho referencia.
—Vamos —dijo con voz ronca—. Lugares a los que debemos ir,
secuaces a los que debemos matar.
Mis manos temblaban mientras dibujaba en mi gruesa parka de
invierno y guantes. Yo ya tenía pantalones y botas aislantes.
—Antes que nada, dime por qué no puedo conseguir atravesar las
puertas de enlace por mi cuenta —le pregunté, intentando ganar un
segundo para serenarme.
Dio media vuelta para mostrar una sonrisa que parecía un hermoso
cristal sin cortes, sin embargo dentado en los bordes. —Por la misma
razón que todo lo demás: líneas de sangre. Necesita sangre de secuaces,
demonio o Judiano para cruzar las barreras que conducen a los mundos
oscuros. No la tienes, así que cuando me envuelvo a tu alrededor, en
esencia lo que hago es cubrirte con mi sangre para que puedas pasar.
Eso explicaba mucho. No era de extrañar que los demonios no se
molestaran en poner guardias en cada puerta de enlace. Incluso si los
seres humanos que capturaron se las arreglaron para navegar por el
terreno de juego-oscuridad para encontrarlos, no podían cruzar a través de
ellos para volver a su mundo. Una vez que estuviera en un reino, estaban
atrapados sin remedio.
Mi mandíbula se tensó. No Jasmine. Tan pronto como consiguiera el
arma, iría por ella, y con la ayuda de Adrian, ella vería la luz del sol de
nuevo.
—Estoy lista —le dije, mi tono ahora sólo era ligeramente
entrecortado.
No me miró cuando me atrajo hacia él y luego nos dejó en la puerta
de entrada que no había sido capaz de ver, y mucho menos penetrar. Tan
pronto como terminamos cayendo a través de la membrana invisible que
une nuestros reinos, me dejó ir. Parpadeé, mis ojos adaptándose a la
oscuridad que parecía filtrarse dentro de mi alma, ahuyentando mi deseo
mientras aumentaba mi determinación. Si el arma se encontraba aquí, el
horrible cautiverio de Jasmine habría terminado. Todo lo que tenía que
hacer era mantenerme fuerte, enfocada y encontrarla.
La luz de la ciudad reflejada en el suelo helado, provoco una
misteriosa luminiscencia tenue que me impidió estar totalmente ciega.
Aun así, era tan oscuro que no podía ver la cara de Adrian. Sólo la forma
de su gran cuerpo a mi lado. Debido a las siluetas de altura alrededor de
nosotros supuse que había árboles, congelados en su lugar por el frío. No
1 podía ver más que la parte más ancha de sus contornos; sus ramas, si
tenían alguna, eran invisibles contra la oscuridad que se cernía sobre
43 nosotros como un espíritu malévolo.
Adrian se inclinó, su cálido aliento en marcado contraste con lo que
nos rodeaba mientras hablaba cerca de mi oído.
—Si cualquiera nos detiene, déjame a hablar a mí.
Como yo no hablo demoníaco, ya había planeado eso. Estaba a
punto de decirle lo mismo cuando todo su cuerpo se congeló tan
repentinamente, era como si le hubieran transformado en piedra.
—Ivy, no te muevas —susurró en voz baja, vehemente.
Traté de ordenarle a cada parte de mí una quietud similar a la de él,
pero no pude evitar que mis ojos bailaran alrededor o que mi pecho se
elevara cuando mi corazón se aceleró y mis pulmones respondieron
demandando más oxígeno. ¿Qué había aquí que era tan peligroso que
Adrian estaba jugando a la estatua en lugar de llegar a su arma?
Mi respuesta fue una especie de gruñido agudo que levantó a cada
pelo en la parte de atrás de mi cuello. Sonaba como un lobo salvaje que
sólo había encontrado una comida, y en algún lugar a mi izquierda, un
aullido rompió la oscuridad en respuesta.
—Adrian —susurré, terror deslizándose a través de mí.
Tan rápido como un rayo, él se encontraba detrás de mí, con los
brazos como bandas gemelas a mí alrededor. —Cierra los ojos —me
ordenó, con voz apenas audible—. No pueden hacerte daño si no te
mueves.
Cerré mis ojos. Había visto a gente masacrados por demonios
transformados en nubes mortales y cuervos, pero si Adrian pensaba que
podía manejar cualquier cosa que esto fuera, yo también lo creía. Los
gruñidos se acercaron más, y con una repentina vibración en el suelo,
sentí algo grande en tierra justo en frente de mí. Un aliento apestoso
golpeó mi cara como bofetadas ligeras. Luché con una nueva oleada de
pánico cuando me di cuenta que me hallaba de pie, sin embargo, la
criatura estaba a mi nivel. ¿Qué era?
Su silbido se volvió gutural antes de sentir una baba viscosa y
húmeda en mi cara con la rapidez de la lengua de una serpiente.
Repulsión impulsada por el temor hubiera hecho que me espantara
inmediatamente si no fuera por la advertencia de Adrian.
No puede hacerte daño si no te mueves.
No sabía cómo podía ser cierto. La cosa me había lamido; ¡ella sabía
que yo estaba aquí! Ni un músculo de Adrian crispó, sin embargo, y
después de la lamida repugnante, la criatura no hizo nada excepto
1 sibilancias de esa manera extraña, siseando. Yo imité la quietud de
Adrian, manteniendo los ojos cerrados y disponiendo mis respiraciones
44 para que fueran suaves y poco profundas. Luego, una nueva vibración
ominosa sacudió la tierra. Otra criatura había aterrizado justo detrás de
nosotros.
Más aliento apestoso llenó el aire con el hedor de la basura vieja y
pescado podrido. Un gruñido sibilante, fuerte como una trompeta y tan
terrible, mis rodillas se sentían como si fueran gelatina. Sólo el agarre de
Adrian me mantuvo de pie inmóvil cuando algo masivo golpeó mi cuerpo,
como un tiburón probando su presa. Apreté los párpados con más fuerza,
luchando contra un impulso casi abrumador de coger mi arma. Me sentí
más allá de impotente, más allá de vulnerable. Si los brazos de Adrian no
estuvieran envueltos a mí alrededor, un recordatorio tangible de que no me
hallaba sola en esto, podría haber empezado a temblar.
Entonces un rugido estalló en frente de mi cara, tan fuerte que
parecía prolongarse dentro de mí. Mi corazón latía cuando algo afilado rozó
la parte superior de mi cabeza, separando el cabello con múltiples puntos
duros. No tenía necesidad de abrir los ojos para saber lo que era. Colmillos
gigantescos de la criatura. Mis tripas retorcidas por el terror y la
resignación. Un chasquido de los maxilares, y todo habría terminado.
¡No puede hacerte daño si no te mueves!
No podría decir cuánto tiempo frenéticamente repetí la promesa de
Adrián, pero los colmillos en mi cabeza finalmente desaparecieron. Luego,
con dos juegos de golpes vibrantes, el espacio que nos rodea se sintió
menos opresivo y supe que las enormes bestias descomunales se habían
ido. Sin embargo, todavía no me moví ni abrí los ojos. No hasta que Adrian
me levantó, corrió, y sentí que estábamos cayendo a través de la puerta de
entrada hacia la luz y el calor de Collinsville, Illinois.
Me golpee la cara en la hierba por nuestro aterrizaje forzoso, pero no
me importaba. En lugar de ponerme de pie, empecé a deslizar mi mejilla
con fuerza suficiente para crear un moretón, y todavía se sentía como la
baba de la lengua de la criatura permanecía. Quería lavar mi piel con agua
hirviendo, pero no podía. Todo lo que podía hacer era seguir frotándome la
cara con las manos enguantadas.
—¿Qué eran esas cosas? —le susurré, todavía demasiado
traumatizada para hablar en un tono normal.
Adrian se arrodilló y agarró mis muñecas, obligándome a detener mi
áspero arreglo personal. Su rostro tenía rastros brillantes en él, también,
mostrando que no había sido la única a la que las criaturas habían
lamido.
—Sabuesos —dijo de manera uniforme—, lo que significa que
1 tenemos un problema.
Me eché a reír. No de júbilo, tipo yay-estoy-viva, como cuando
45 sobreviví al primer ataque de Demetrio, pero eran carcajadas salvajes que
rondaban entre trastorno y la desesperación.
—¿Un problema? No me digas —Me quedé sin aliento—. Pensé que
enormes perros demoníacos sólo serían una molestia menor.
Adrian quitó el pelo de mi cara, su mano acunó mi barbilla.
—Sabueso es un apodo. No son perros. Son reptiles antiguos que los
demonios criaron selectivamente hasta que se convirtieron en lo más
vicioso en cuatro patas. No pueden ver, saborear ni oler una mierda, sin
embargo, es por eso que estás a salvo si no te mueves. Si lo haces, están
entrenados para despedazarte.
Dejé de reír, pero eso no quería decir que me sintiera más estable. —
Voto porque nos saltemos este reino y sólo busquemos en aquellos sin
demoníacos reptiles devoradores de hombres.
—No es así de simple —dijo, todavía en ese tono exasperantemente
calmado—. No se suponía que debían estar allí, por lo que los demonios
deben de estar ampliando su seguridad. Saben que has buscado el arma
en dos reinos, Ivy. Parece que están tratando de impedirte buscar en un
tercero.
La mierda parecía nunca terminar. —Pero ahora que sabemos que
están ahí, ¿no podemos simplemente traer armas más grandes y matarlos?
—Los sabuesos son casi tan difícil de matar como los demonios —
respondió Adrian, con un toque de severidad por lo que me pregunté si él
hablaba desde su experiencia—. Además, son de sangre fría, así que tienen
que mantenerse volviendo a sus manejadores para calentarse, lo que
significa que no tomaría mucho tiempo para uno de ellos se pueda perder.
Arrastrarse al mundo de la botella de salsa de tomate más grande
del planeta y no salir estaba empezando a sonar como una gran idea. —¿Y
ahora qué?
Me dio una mirada fría. —Ahora hablaremos con Zach.
1
46
Traducido por Mel Wentworth
Corregido por Daniela Agrafojo
1
51
Traducido por Vane hearts
Corregido por AmpaЯo
57 abarcando solamente cerca de una docena de reinos. Aun así, llevaría dos
semanas llegar a cada uno de esos reinos por separado, y con mi nuevo
disfraz, limitar el tiempo de viaje era obligatorio.
Algo que no pensé cuando me enteré que lucía como un gran perro-
lagarto prehistórico para todos, excepto para Zach y Adrian: los baños
públicos se hallaban fuera de discusión. Tuve que usar los arbustos a lo
largo de la carretera. Si eso no fuera suficientemente humillante, Adrian y
Costa tenían que acompañarme hacia ellos y de regreso, de esa manera
sus cuerpos bloqueaban la vista del Ivy-monstruo a los conductores que
pasaban. Cuando todos permanecíamos en el coche, Costa se quejaba de
que las partes de mi cuerpo bestial colgaban sobre su asiento, aunque mis
brazos y piernas quedaran completamente atrás. Y en la estación de
gasolina o en auto-servicios, necesitaba tener una manta encima de mí
para que nadie se asustara por ver a un monstruo en el asiento trasero.
Sí, ya me sentía harta de este disfraz, y lo peor de todo, comenzaría
ahora.
Esperamos hasta después de oscurecer para entrar en el vórtice
marcado por un sitio turístico llamado Mistery Hill.
Como con otros vórtices, la gente sabía que había algo malo en el
lugar debido a sus anomalías gravitacionales, pero no sabían que contenía
una puerta giratoria a los reinos demonio. Deseé tampoco saberlo, pero
eso no impidió que Adrian me llevara a través de la puerta, la cual se
encontraba sobre una losa de concreto llamada Plataforma Misterio.
Cuando caímos en la oscura y fría versión de Mistery Hill, la
plataforma de concreto desapareció. También lo hicieron los edificios
turísticos y la carretera cercana. El olor a humo de madera permaneció,
sorprendiéndome hasta que me di cuenta que había árboles rodeándonos.
Congelados, por supuesto, pero si algunos permanecieron, tenía sentido
que se quemaran como una fuente de calor.
Como era de esperar, fuimos lanzados en las cercanías del epicentro
del reino, así que nos encontrábamos solos en la colina helada. Por el
momento.
—Está bien —declaró Adrian—. Sigan con el plan, y recuerden, no
muestren miedo, ni a los Sabuesos ni a los controladores.
Para mí era demasiado oscuro, por lo que no podía ver su expresión,
pero con su visión mejorada, podía ver la mía mientras desabrochaba mi
abrigo largo hasta el tobillo y lo dejaba caer al suelo. Debajo, sólo llevaba
botas, una correa de cuero a través de mis pechos y la tanga de cuero más
incómoda que alguna vez hayan inventado.
La ráfaga de frío sobre mi piel desnuda se sintió como un golpe de
1 cuerpo entero, noqueando mi incomodidad por estar delante de Adrian con
casi nada. Mis dientes comenzaron a castañear como un juguete de
58 cuerda, y cuando me quité mis botas, el hielo me hizo sentir como si
estuviera parada sobre cuchillos. Creí haberme preparado mentalmente,
pero “mente sobre heho” no existía cuando te hallabas casi desnudo en
temperaturas glaciales.
—N-no puedo ha-hacer e-esto —tartamudeé.
Adrian me jaló hacia él, sus brazos ahuyentando el frío en mi
espalda y su cuerpo calentando mi parte frontal. Sin pensar, me paré en la
parte superior de sus botas, aliviando el dolor punzante en mis pies. La
última vez que estuve casi completamente desnuda en sus brazos, él me
tuvo abrumada con pasión. Esta vez, pareció que la ternura manó de su
abrazo, calmando partes de mis emociones que no sabía que se
encontraban magulladas o rotas.
—Puedes hacer esto —dijo, sus palabras bajas pero resonantes—.
Las habilidades de otro mundo de guerreros legendarios, reyes y reinas
corren por tus venas. Con eso, eres capaz de mucho más de lo que nunca
seré, pero incluso si no tuvieras ese linaje… —profundizó su voz—, aún
creo en ti, Ivy.
Solté una carcajada que fue medio jadeo, medio sollozo ahogado.
¿Cómo podía decir eso? Metí la pata en cada desafío que me lanzaron, y
eso fue con su ayuda. Sin eso, habría muerto varias veces hasta este
momento.
Un ronco silbido me hizo girar la cabeza hacia la derecha. A nuestra
izquierda, otro sonó y otro justo en frente de nosotros.
Listos o no, los Sabuesos estaban aquí.
—Puedes hacer esto —repitió Adrian, permaneciendo absolutamente
quieto. Me desprendí de sus brazos, viéndolo mantenerlos medio curvados,
como si aún me acunara. En medio del choque del frío, mi miedo a esos
gruñidos amenazadores, y al dolor que se esparcía en mis pies, también
sentí un dejo de asombro.
Durante nuestro tiempo juntos, Adrian me jaló, derribó, me arrojó a
través de reinos, me atrapó contra una pared y me besó hasta que ardí por
la necesidad, pero esto era diferente. Cuando me sostuvo, comprendí que
entre nosotros había más que legados y lujuria. Él era lo que me hacía
falta toda mi vida, y si él se sentía de la misma manera, que me condenen
si cualquiera de nosotros moría antes que pudiéramos hacer algo sobre
eso.
Me di vuelta, temblando y todo, para hacer frente a los monstruos
lagarto que se agolparon en torno a nosotros.
1 —¡Atrás! —grité, esperando que les sonara como el silbido más malo,
más temido de todos los tiempos.
Atravesé siete reinos el primer día, y terminé los otros cinco, dos
días después. Un lapso con hipotermia fue responsable de la demora, pero
no fue simplemente maná combinado con Adrian y Costa tratándome lo
que hizo que me curara tan rápido. Estaba cambiando. Podía sentirlo en
los músculos que nunca antes había sentido, y en el sensor santificado de
caza, que era cada vez más fácil de utilizar. Había buscado en el último
reino sin siquiera entrar en el edificio principal, y a pesar de guardarme
eso para mí misma, Adrian había percibido los cambios, también.
Es por eso que dijo que era el momento para que aprendiera a cómo
utilizar una honda.
1
71
Traducido por Vani
Corregido por Elizabeth Duran
1
76
Traducido por Lauu LR
Corregido por Fany Stgo.
1
81
Traducido por Fany Stgo.
Corregido por Alessandra Wilde
82 Estaba oscuro, y utilicé la manta del hotel como velo, pero una
mirada a mi rostro destruyó la idea que era una persona normal. Ver a un
enorme lagarto demonio detrás del volante era demasiado para mis
compañeros conductores. Al menos era tarde, así que a pesar de que causé
algunos derrapes, no había sido realmente responsable de un accidente.
Si quería mantenerme así, debía salir de la carretera. Tarde o
temprano, algún policía terminaría dando una prueba de sobriedad a
alguna histérica motorista y decidiría comprobar su historia sobre un
monstruo conduciendo un antiguo Challenger. Y teniendo en cuenta que
algunos de los secuaces de Bennington eran policías estaría realmente
arruinada.
Aun así, tenía que mantenerme tan cerca de Bennington como
pudiera. Abandonar el auto y correr al aire libre, aumentaba mis
probabilidades de ser vista. No conducir también significaba que
necesitaría más tiempo para llegar a donde quería. Dejé a Adrian en el
motel hace dos horas, por lo que en cualquier minuto, Costa regresaría y
lo encontraría.
Adrian. Me tragué la culpa que me hizo sentir como si hubiera
ingerido ácido. ¡Me dijo que me traicionaría si seguíamos pasando tiempo
juntos! Demetrius y Zach también lo pensaron, y con el historial
sangriento que Adrian admitió, muchas personas estarían de acuerdo en
que se merecía lo que le hice.
Así que, ¿por qué era yo la que se sentía como una traicionera?
Para alejar mi mente de eso, tomé la próxima salida. Seguí el mapa
en el teléfono de Adrian —sí, también robé eso—, el Bosque Nacional
Green Mountain rodeaba la parte de Bennington en donde la posada se
encontraba localizada. Vagamente recordaba el bosque de mi visita a la
posaba, así que si seguía caminando cerca de los árboles, sería capaz de
mantenerme escondida hasta que llegara allí. La puerta de acceso al reino
se hallaba allí, dijo Adrian. Lástima que no especificó en qué lugar de la
posada, pero también tenía un plan para eso.
Dejé el Challenger en el bosque detrás de la estación de gasolina,
pero solo después de haber enrollado algunas cosas en mi manta. Luego la
tiré sobre mi hombro como un saco, sujeté el teléfono de Adrian frente a
mí para poder ver el mapa, y corrí.
Tiempo atrás, encontraría el gran bosque oscuro horripilante, pero
no ahora. Tal vez era porque ningún animal completamente cuerdo me
atacaría con mi disfraz de Sabueso. Lo mismo pasaba con las personas, y
a pesar de que el aire era bastante frío, este no me afectaba como antes.
Debían ser habilidades en crecimiento. Después de todo, no podía ser
1 casualidad que casi no necesitara la luz del teléfono de Adrian para ver.
Puedes hacer todo lo que yo puedo hacer… está en tu sangre. Las
83 palabras de Adrian resonaban en mi cabeza, alentándome y llenándome de
culpa al mismo tiempo. Demonios, ¡necesitaba dejar de pensar en él! Tomé
la única decisión que pude hacer, al no confiar en él, la misma cosa que
me siguió pidiendo que hiciera una y otra vez. Debería sentirme culpable
solo por Jasmine. Si Adrian había mentido y ella se hallaba muerta,
entonces le había fallado a la única familia que me quedaba. Peor aún,
había perdido a mi mejor amiga.
Los recuerdos comenzaron a asaltarme. Jasmine gritando
emocionada porque había sido aceptaba en mi misma universidad. Sus
innumerables bromas, como añadir BENGAY a mi bronceador o reemplazar
mi champú con baño de burbujas. La manera en la que me abrazó después
de mi desastrosa noche del baile de graduación, y como nunca les dijo a mis
amigos —o a los de ella—, porque iba realmente tan seguido al médico.
Jasmine desde que era niña, sentada conmigo en la sala de espera de la
psicóloga, sus ojos azules sombríos mientras susurraba: “Si ves esa cosa,
Ivy, te creo…”
El teléfono celular vibró, sobresaltándome tanto que casi lo dejé
caer. Llamada entrante, se leía en la pantalla. Desconocido.
Reduje el paso, indecisa entre la curiosidad y la cautela. Si
contestaba y escuchaba a Demtrius en la otra línea, confirmaría mis
sospechas. ¿Pero qué si era Zach? Me vendría bien ayuda del Arconte, y
por lo que sabía, Zach contactaba a Adrian por teléfono; sin mencionar
que desconocido daba una buena maldita descripción de donde provenían
sus llamadas.
Presioné el botón de aceptar pero no dije nada, esperando que quien
fuera que estuviese en la otra línea hablara primero.
Mi apuesta funcionó.
—Ivy. —La voz de Adrian era ronca de rabia y urgencia—. No vayas
allí sola. No…
Presioné el botón de colgar tan fuerte, que rajé la pantalla. Luego tiré
el teléfono, como si eso fuese a romper la conexión entre nosotros. Aun así,
el bosque parecía estar lleno de su presencia, hasta podría jurar que la
brisa alborotada a través de los árboles susurraba su nombre.
—¡Déjame en paz! —grité, hundiéndome en el suelo al lado del
teléfono—. ¡Ibas a traicionarme, así que tuve que hacerlo!
Decirlo no me hizo sentir mejor. Creerlo dolía casi tanto como la
esperanza de estar equivocada. Si así era, había arruinado cualquier
oportunidad entre nosotros haciendo la única cosa que Adrian no logró
hacer, a pesar de que el cielo y el infierno le dijeron que no tenía opción.
1 No me perdonaría por eso. Nadie lo haría, incluyéndome a mí misma.
Secándome duramente las lágrimas, tomé el teléfono, me levanté y
84 comencé a correr de nuevo. Bien o mal, tomé una decisión. Ya sea que la
intención de Adrian era detenerme o traicionarme, sabía hacia donde me
dirigía, así que no tenía mucho tiempo.
***
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Traducido por Mire
Corregido por Dannygonzal
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95
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Val_17
Seguí a los Sabuesos dentro del castillo, pero en lugar de bajar por el
pasillo que debía llevar a su versión spa de un baño de barro, me desvié
hacia un rincón. Uno de ellos soltó un siseo tipo aullido probablemente
maldiciéndome por no seguirlos, sin embargo, el atractivo de entrar en
calor les impidió venir tras de mí.
Bien. Un Sabueso merodeando por el castillo de por sí obtendría
sospechas. ¿Una manada de ellos? Bien podría escribir mi nombre en mi
pecho para que todo el mundo supiera quién era.
Por otra parte, tal vez no importaba. Podía sentir el arma tirando de
mis habilidades, instándome a liberarla de su ubicación escondida. Una
1 vez que lo hiciera, no necesitaría tener miedo nunca más. En su lugar, los
demonios y sus secuaces me temerían.
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Traducido por pau_07
Corregido por NnancyC
01 O peor.
Demetrius habló severamente al secuaz fangoso, que miró a los otros
perros y a mí con tal confusión obvia que casi grité del alivio. ¡No podía
distinguirnos! Bueno, no iba a estrangular a Zach si salía de esta. Sólo lo
golpearía en la cara. Su disfraz de sabueso era tan bueno, que ni siquiera
su amo podría distinguirme de los otros…
—Ivy.
Sólo la fuerza de voluntad evitó que mi cabeza girara ante el sonido
de mi nombre. Demetrius no iba a hacer que me expusiera tan fácilmente.
Mi fortaleza debe haberlo sorprendido porque fue hacia el sabueso más
cercano, acariciándolo en aparente desconcierto.
—Sé que estás aquí —continuó Demetrius, mostrando su cruel
sonrisa mientras acariciaba a la bestia—. Ningún sabueso usaría un
hacha para destruir una chimenea, así que es obvio que viniste a este
reino en busca del arma. Muy inteligente por parte de los Arcontes
disfrazarte como una de nuestras mascotas. Estamos tan acostumbrados
a tener sabuesos correteando, que ni siquiera nos damos cuenta cuando
tenemos uno extra.
No dije nada, por supuesto. Ni siquiera respiré ruidosamente. Mi
continua simulación solo aplazaba lo inevitable, pero ¿qué se suponía que
hiciera? ¿Entregarme con una sonrisa?
—Inteligente también de tu parte el empaparte aquí dentro —
continuó Demetrius, inclinándose para oler al siguiente sabueso en la
línea—. Ese baño de barro apesta tanto, que no puedo recoger cualquier
cosa que pudiera delatarte, como el rastro persistente de perfume.
No he usado ninguno últimamente, pensé para distraerme del miedo
que me hacía tener ganas de empezar a temblar. Estar en la misión con
Adrian no me permitió hacer muchos viajes de compras al centro
comercial.
—Pero voy a descubrir cuál eres —casi ronroneó Demetrius mientras
me alcanzaba. Me obligué a no retroceder cuando su mano se deslizó sobre
mí, rozando mi pecho en su camino hacia mi espalda. Su toque era de
alguna manera una quemazón fría, como sujetar un carámbano por
mucho tiempo. Aun así, intenté dominar mis facciones en la suave
máscara obediente que llevaban los otros perros. Mi situación podría ser
desesperanzada, pero si Demetrius quería matarme, tenía que averiguar
por su cuenta cuál era yo.
Su mano se deslizó por mi brazo y se inclinó, tomando una
2 respiración profunda. ¡Por favor, déjame apestar tan mal como el resto de
ellos! Oré en silencio. ¿Y si podía oler el champú que había utilizado esta
02 mañana cuando me lavé el pelo? ¿O el desodorante que me puse porque
no se me ocurrió que esta noche pasaría por la prueba del olfato-de-
demonio?
Fue lo único que pude hacer para no caerme del alivio cuando
Demetrius se trasladó al perro después de mí. ¡Cómo te amo, apestoso
baño de lodo inmundo! Alardeé interiormente. Si salgo de esta, voy a tomar
un baño de lodo todas las noches en tu honor…
Dos esbirros más entraron en la habitación, congelando mis
pensamientos en plena promesa. No porque los esbirros eran los hombres
más grandes que vi alguna vez, sino porque no venían solos.
Empujaban a Jasmine lejos ellos, lo que la hizo tropezar por unos
metros antes de que Demetrius la atrapara. Mi hermana miró al demonio
con todo el horror que yo sentía, y cuando pasó una mano por su cabello
rubio enmarañado de suciedad, un temblor de pura rabia me sacudió. ¡No
la toques! En silencio bullía de ira. ¡Te voy a matar, te voy a matar!
Pero no podía. El arma se encontraba al otro lado de la habitación
debajo de una pila de huesos de animales, e incluso si pudiera alcanzarla,
la maldita cosa no funcionaba. Desesperación se enredaba con mi rabia,
formando una mezcla tóxica que corría como un veneno a través de mis
venas. Todo lo que arriesgué, todo el dolor que soporté, todo lo que
Jasmine aguantó... todo había sido en vano.
—Contigo aquí, Ivy, no la necesito más —dijo Demetrius, su tono
lleno con la garantía de la victoria—. Así que tienes que elegir… entre
revelarte o ver morir a tu hermana.
—¿Ivy? —preguntó mi hermana, mirando alrededor—. ¿Dónde?
Tomé una respiración que probablemente iba a ser la última. No
quería darle al demonio la satisfacción de hacerme manifestar, pero no
importaba lo que me iba a hacer, no podía ver morir a mi hermana.
—No te molestes.
La voz de Adrian llenó la habitación, helándome y emocionándome
mientras mis emociones traicioneras respondieron de manera
tremendamente conflictiva. Entonces mi corazón casi se detuvo con sus
siguientes palabras, que fueron entregadas en un modo monótono y sin
emociones.
—Puedo ver cuál es.
Adrian pasó junto a los enormes secuaces como si fueran nada más
que soldados de juguete. Luego su mirada se posó en mí, y la frialdad que
vi me devastó. Por una fracción de segundo, de verdad quise morir. Mis
2 peores temores se confirmaron en aquellas profundidades de zafiro
despiadadas, y la curva de su boca que parecía burlarse de mí por siquiera
03 creer las mentiras que me dijo.
Y las había creído. Incluso cuando lo noqueé y até, parte de mí
esperaba estar cometiendo un terrible error. Sí, lo hacía, pero no por hacer
eso. Sino por no escucharlo la primera vez que me dijo que no confiase en
él.
La oscura mirada de Demetrius llameó mientras Adrian caminaba
hacia él. —Mi hijo —dijo casi con reverencia—. Nunca dudé de que este
momento llegaría.
Suprimí un bufido resentido. Un demonio con una fe
inquebrantable, qué ironía. Y su fe pronto sería recompensada, qué
injusto.
Adrian sonrió abrazando a su padre adoptivo, prácticamente
empujando a Jasmine fuera del camino para llegar a él. No sé por qué no
corrí hacia mi hermana en los últimos segundos que me quedaban. Tal vez
la sorpresa me congeló en mi lugar, me impedía hacer nada excepto mirar
fijamente al hombre que había demostrado ser tan traicionero como su
infame ancestro. Todo el mundo me advirtió sobre Adrian, pero al igual que
los miembros de mi familia crédulos o los bien intencionados, no escuché.
Ahora, al igual que mis antepasados, yo también moriría después de
ser traicionada por un Judiano.
—Mantuve todo en este reino de la manera en que lo dejaste —
murmuró Demetrius, alejándose—. Incluso tus medios ridículamente
molestos de alimentar y dar vivienda a tus esclavos.
Adrian se rio como si Demetrius hubiera dicho una broma. —Los
hace trabajar más duro para evitar ser enviados a uno de tus reinos...
Padre.
La palabra fue el último clavo en mi corazón, pero Demetrius sonrió
con tanta alegría, que transformó su rostro, haciéndolo parecer como debió
lucir hace muchos eones.
Angelical.
—Acabemos con esto —dijo besando la frente de Adrian. Luego se
volvió hacia los sabuesos y a mí, su brazo todavía alrededor de los
hombros de Adrian como si no pudiese soportara dejarlo ir—. ¿Cuál es
ella?
Adrian encontró mi mirada. Y se acercó al perro a mi lado,
empujándolo hacia Demetrius con tal fuerza que se las arregló para hacer
tropezar a la enorme criatura.
—Aquí está —dijo claramente.
2
04
Traducido por Mel Wentworth
Corregido por SammyD
2 —¿Por qué hiciste eso? —espeté, sólo para sentir un pequeño “puf”
en mi cara. Cuando miré de nuevo, la cabeza se había convertido en
cenizas.
11 El policía era un siervo. Por supuesto. El detective Kroger no era el
único en el Departamento de Policía de Bennington, ¿y quién más iba a
investigar las historias de un monstruo en la misma posada que hacía las
veces de azufre demoníaco y C&D?
—Uh, buen chico —le dije a la gárgola torpemente.
—¿Qué hace eso aquí? —preguntó una voz familiar, con un tono
cargado de desaprobación.
¡Zach! Me levanté corriendo, tan emocionada de ver al Arconte en la
puerta que hice caer a Jasmine otra vez en mi prisa por llegar a él.
—¡Sácame de este disfraz, tengo que hablar con la gárgola! —dije en
un apuro. No me entendida como un perro, pero a lo mejor Adrian le había
enseñado a hablar Inglés.
Zach tocó la parte superior de mi cabeza. Sabía que al instante mi
disfraz desapareció porque Jasmine ahogó—: ¡Oh, Ivy! —Y echó los brazos
alrededor de mí otra vez.
Quería abrazarla de nuevo. Una gran parte de mí incluso quería
hacerlo después de todo lo que habíamos pasado, pero me hallaba
demasiado aterrorizada por Adrian para hacer nada excepto empujarla
suavemente a un lado.
—Brutus, tienes que regresar y salvar a Adrian —le dije a la gárgola,
agarrando el borde de su ala con urgencia—. ¡Por favor, vuelve ahora!
La gárgola ladeó la cabeza, su ala debajo de mi mano temblorosa.
Por su expresión, parecía querer hacer lo que pedí, pero no hizo ningún
movimiento hacia la puerta de entrada.
—¡Ve, ahora! —repetí, tratando de empujarlo en la dirección
correcta, pero la gárgola era demasiado pesada para mí.
—No te entiende —dijo Zach, sonando aturdido esta vez—. Esa debe
ser la mascota de Adrian. ¿Por qué te ha seguido hasta aquí?
—Adrián le dijo algo y no se ha alejado de mi lado desde entonces,
pero eso no importa. —Dejé ir el ala de la gárgola para agarrar el suéter
distintivo del Arconte—. Adrian está luchando por su vida, así que necesito
todas las armas que tengas, ¡ahora!
—No tengo ningún tipo de armas —dijo Zach, como si la idea fuera
absurda.
—Entonces algo de Glamour. —Casi gruñí—. ¿No me oyes? ¡Adrian
va a morir!
2 —No puedo. El Glamour es una ilusión, no es crear algo de la nada.
—La oscura mirada de Zach se estrechó mientras miraba mi bolsillo—.
12 Pero tú ya tienes un arma, ¿verdad?
No sé por qué, pero me alejé, mi mano volando para cubrir mi
bolsillo. —No sirve —dije con la voz entrecortada.
Zach resopló con algo como desprecio. —Sin fe, no lo hará. —
Entonces su expresión se volvió muy seria—. Dame la honda, Ivy.
Me alejé más lejos, mirando a la puerta invisible de enlace. —¿Por
qué? Tú no puedes cruzar un reino oscuro, por lo que no vas a usarlo para
salvar a Adrian.
—Demetrius no permitirá que lo maten —respondió Zach, sonando
casi descuidado ahora—. Puede descargar su ira sobre él, pero Adrian
debe sobrevivir a eso.
—¿Y eso te parece bien? —le espeté, la furia hirviendo—. Espera, por
supuesto sí. Esta no sería la primera vez que lo dejas a merced de los
demonios, ¿verdad?
Las características de Zach se endurecieron, y me tendió la mano en
orden silenciosa, imperiosa. Dame el arma, su mirada me advirtió.
Realmente se llevaría la honda, se la daría a su jefe y se darían la
mano, sin importar si significaba la tortura de Adrián o la muerte. Sólo
podemos depender unos de otros. Para los Arcontes y los demonios, sólo
somos peones que se mueven alrededor para sus propios fines, dijo Adrian.
Por la expresión implacable en el rostro de Zach, estuvo en lo cierto.
Y le traicioné terriblemente como Zach lo hizo todos esos años. Creí
lo peor de las palabras de Adrian cuando sus acciones deberían haberme
demostrado que nunca me entregaría a Demetrius. Al final, son nuestras
acciones las que nos definen. No las palabras.
Eché un vistazo a Jasmine, que miraba por la ventana, como si no
pudiera creer que estuviera de vuelta al mundo real. Lo estaba, como yo,
todo por el sacrificio de Adrian. Ahora, era mi turno. Te amo, Jaz, pensé,
ahogando un sollozo. Pero tú no eres la única persona que amo.
Entonces miré a Zach. —Tú podrías estar dispuesto a abandonar
Adrian de nuevo. Yo no.
Su grito fue cortado cuando me encontré con la puerta de entrada,
dejando a mi hermana y al resto de mi mundo atrás.
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13
Traducido por Nickie
Corregido por Laurita PI
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27
La asombrosa segunda novela de la exitosa serie
Broken Destiny del autor del New York Times,
Jeaniene Frost, revela que Ivy y Adrian reavivan
su alianza —y pasión— cuando comienza la lucha
por el destino del mundo...
Conquistar un reino sobrenatural resultó ser más
fácil que superar un corazón roto. Pero su victoria
inicial ha convertido a Ivy en el blanco de la
venganza, forzándola a reunirse con el peligroso
—y peligrosamente sexy— Adrian. Ivy no está
segura de qué será más difícil: hallar el arma
sagrada que reparará los muros que se
desmoronan entre los demonios y los reinos
humanos, o resistirse a Adrian, que ha decidido
2 a Ivy.
que, llegado el infierno o la marea alta, hará suya