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respondió, “Ali que también a los gentiles ha concedido Dios el arrepentimiento que

conduce a la vida.”

Solo Dios nos permite caer en sí y tener oportunidad de arrepentimiento. Sin


arrepentimiento el fin de todos es como Ananias: la muerte. Ese es el fin para los que no
toman en serio a Dios, para los que juegan con las oportunidades que Dios les da y creen
que siempre habrá lugar para arrepentimiento.

7 Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había
acontecido.

¡Tres horas es un lapso tan amplio! Dios le dio a esta mujer tres horas para poder acudir al
arrepentimiento, para poder ser sensible a esa suave voz del Espíritu Santo que trae
convicción a nuestro corazón no para condenarnos más para salvarnos! Mas ella no percibió
la oportunidad que Dios le estaba dando, ella ignoró las señales y en el fin perdió su
oportunidad de salvación.

8 Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto.

Siempre tendremos la oportunidad de poder decir la verdad. De poder reconocer si hemos


fallado, una vez más Safira ignora la oportunidad de reconocer, bajar la cabeza y aceptar
misericordia. La verdad es que la misericordia sólo la alcanza el humilde, el orgulloso que
nunca reconoce su error le será muy difícil ser encontrado por la misericordia de Dios.

20 Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.

Spurgeon no lo pudo haber dicho mejor, “Nuestro mensaje, si hemos de ser fieles a Cristo,
no será solo sobre una doctrina sino sobre una vida.” Para el sumo sacerdote, los apóstoles
simplemente predicaban una doctrina; por eso fue que les increpó, “habéis llenado a
Jerusalem de nuestro doctrina” (v 28).

Sin embargo, el mensaje cristiano es, al igual que Cristo, el camino, la verdad y la vida! (Juan
14:6)

35 y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos
hombres.

36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió
un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le
obedecían fueron dispersados y reducidos a nada.

37 Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a
mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados.

38 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta
obra es de los hombres, se desvanecerá;

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