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TAREA NUMERO DOS

RESUMEN DE LECTURA DE LOS CAPÍTULOS 1 Y 2 DE LIBRO EL ARTE DE ILUSTRAR SERMONES, © 2001 L. J. Thompson

CAPITULO UNO En busca de una ilustración


El capítulo inicia precisamente narrando una experiencia de viaje a manera de ilustración y al concluir el mismo se
establecen los objetivos del libro: “(1) Ayudar al predicador que desea aprender a ilustrar, es decir, aquel que trata de
aclarar las verdades que anuncia con relatos, reseñas, referencias, descripciones y dichos; (2) mostrarle cómo puede
embellecer o hacer más amena e interesante su predicación, introduciendo material que aclara a la vez que deleita al
que escucha.”1. Y el autor describe en forma precisa y clara y señala que el libro es homilético porque el mismo permitirá
conducir al predicador a la forma amena de añadir ilustraciones a una plática, o sea, el arte de ilustrar un sermón, es
hermenéutico porque “ayuda al predicador a adornar lo que interpreta” y es retórico porque puede ayudar” al orador a
embellecer el contenido de los conceptos que proclama” 2. Es importante señalar que lustrar un sermón no se trata de
añadir dos o tres cuentos graciosos al sermón, eso no es ilustrar. Porque lo que trata la ilustración es darle vida concreta
y real a las verdades bíblicas que se presentan en conceptos abstractos. Es por ello que las ilustraciones presentan dos
problemas a saber: “1. Son inadecuadas: blandas, flojas, sin vida, y 2. No vienen al caso.”3. Y de manera sucinta y clara
se presenta el ejemplo del profeta Natán quien uso de una ilustración para conducir al rey David a comprender el
concepto abstracto del pecado de infidelidad, de tal manera que se condenó a sí mismo. Se concluye afirmando que lo
que distingue a los grandes predicadores de los ordinarios: es el uso de ilustraciones humanas que avivan el sermón,
pues su fin es darle claridad al sentido bíblico.
Es importante que las ilustraciones sean de la vida actual, estén en relación directa con lo que está ocurriendo en la vida
de los oyentes, lo que ellos perciben sufren, viven, huelen, sienten, no de situaciones de años pasados. Entonces para
buscar la ilustración adecuada se deben agotar todas las fuentes posibles: la biblia, las noticias, la imaginación, la
experiencia personal y cuando se hayan identificado las opciones hay que evaluarlas y así encontrar la ilustración
adecuada y para ello se sugiere: 1º Definir claramente el concepto bíblico que se va enseñar a la congregación; 2º Luego
que se está claro de la definición se debe aplicar a cada una de las ilustraciones seleccionadas como posibles opciones y
usaremos aquella ilustración que explica el sentido de la verdad bíblica que se va exponer. El proceso a seguir es de
trabajo y fatigoso por ello las opciones son: 1) Ser un elocuente predicador del evangelio al usar ilustraciones vivas y
dinámicas, o 2) un predicador común que la gente escucha por obligación, con sermones secos y fastidiosos.
No obstante todo lo anterior, se advierte que el uso de las ilustraciones es para captar la atención, se predica para
expresar el significado del texto bíblico, para que los oyentes sean transformados por esa palabra oída, para los
corazones vacíos y perdidos que necesitan y no lo que la gente quiere oír, pues la “verdad salvadora tiene que ser
presentada de tal forma que sea ineludible”. 4
Tema importante que se aborda es la extensión del sermón y se deja claro que lo más importante no es no su extensión
sino su falta de contenido, pues un sermón vacío, sin contenido guía en forma falsa a la congregación, pues no le
proporcionan ni dirección ni instrucción. El contenido es tan importante porque el reto de todo predicador: es definir y
explicar con brillante lucidez lo que significa en forma práctica las verdades bíblicas de la palabra de Dios.
Una vez más se aclara que las ilustraciones son valiosas, pero que ellas no son un fin sí mismas sino que son el medio
para enlazar la verdad bíblica con el corazón y vida de cada oyente, por ello se recomienda no iniciar el sermón con las
ilustraciones sino con el tema y aclararlo con las ilustraciones, las cuales fluirán naturales conforme se desarrolle el tema
y nos recuerdan que el buen predicador reconoce una buena ilustración al captar lo extraordinario y distinguirlo de lo
ordinario, todo con el fin de presentar sermones que aviven la vida espiritual de los oyentes y no seguir presentando
predicaciones vanas que “que espiritualmente entumece los corazones de los oyentes en lugar de avivarlos.” 5

CAPÍTULO 2 El mal, y el buen uso de las ilustraciones


Al igual que en el Capítulo 1, el autor inicia su narración con un sermón predicado basado en Isaías 7:14: Por tanto el
mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y parirá hijo, y llamará su nombre Emmanuel. 6 Y concluye
que el uso de buenas y magnificas ilustraciones no hace el sermón; el sermón debe apegarse a un texto o pasaje bíblico
y quedarse allí y las ilustraciones seleccionadas ayudar a aclarar el texto o pasaje de comienza a fin. Y se anota que el
error continuo de muchos predicadores es permitir que el uso de las ilustraciones quien el tema del sermón, y se
convierta en la base del sermón, pues la función de la ilustración es abrir la mente para que los oyentes entiendan el
concepto basado en la biblia.
Para ilustrar como hacer un buen uso de las ilustraciones el autor cita el sermón predicado por el pastor Max Lucado
bajo el título: Satanás, siervo de Dios 7 Y de ahí se extraen las siguientes enseñanzas: 1º cada ilustración amplía el
sentido del tema; 2º todas (las ilustraciones) en conjunto enfatizan el principio que Lucado desea enseñar, que Satanás
en verdad es un siervo más de Dios. 3º La mayoría de las ilustraciones las extrae de la Biblia 8
A manera de conclusión se vuelve a recalcar que “las magníficas ilustraciones no hacen que el sermón sea bueno.
Tampoco tener muchas. El buen sermón es aquel que tiene lúcidas ilustraciones que ayudan a interpretar y a aclarar un
texto o pasaje bíblico. Si las ilustraciones escogidas no nos ayudan a entender el contenido bíblico, hemos fallado en
nuestro intento de predicar.” 9
“Volvemos a repetir: Lo que necesita la humanidad es un mensaje claro de la palabra divina, no una serie de
ilustraciones entretenidas que nos llevan a nada.” 10 Es la forma en se enfatiza todo lo expresado anteriormente.

1
L. J. THOMPSON EL ARTE DE ILUSTRAR SERMONES, © 2001 Editorial Portavoz, pág. 10
2
IBID pág. 11
3
IBID pág. 11
4
IBID pág. 19
5
IBID pág. 23
6
https://churchages.net/es/bible/isa/7/
7
IBID pág. 30
8
IBID pág. 30
9
IBID pág. 33
10
IBID pág. 34

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