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“SOLARTE impaciente y armado de un machete, dio un salto fuera de la trinchera, diciendo: “Mi
Sargento esas ramas impiden la puntería” y comenzó a cortarlas hasta que el fuego del enemigo lo
hizo saltar nuevamente a la zanja”.
“Mire mi Sargento, me dijo SOLARTE: “Allí, bajo aquel árbol alto, sale humo y allí está la pieza que
nos está dando candela”; reprendí a SOLARTE por su actuación, ordenándole que fuera a ocupar su
puesto de ranchero. Una descarga del enemigo y es alcanzado Ismael Meneses; al verlo SOLARTE
grita: “Mi Sargento, yo vengaré la sangre de este hijo de Nariño”; mi pieza se había encascarado.
Cuando volví a emplazar la pieza, vi una embarcación conducida por un solo tripulante y siendo
blanco de las descargas enemigas; en la canoa mal manejada iba SOLARTE OBANDO llevando
como única arma un machete. Concentramos el fuego sobre las piezas enemigas para protegerlo y
lo vimos llegar a tierra y arrastrarse como una culebra hasta la prominencia donde estaba emplazada
la pieza enemiga que no había sido silenciada y no permitía el desembarco de nuestras tropas por el
frente. Suspendimos el fuego por temor a herirlo; al mismo tiempo varias canoas repletas de
soldados y protegidas por el cañonero “Santa Marta” se dirigían rumbo a la posición peruana”.
“La ametralladora que nos hacía fuego, tenía a tiro a un centenar de hombres cuando SOLARTE
estaba solo a unos diez pasos de ella. Fue un momento inolvidable. Nuestros hombres iban a ser
segados por la pieza enemiga colocados a menos de cien metros. Los creímos perdidos a todos. La
canoa se había dejado arrastrar por la fuerte corriente del río y había perdido la protección del
cañonero. Era imposible que las compañías del Capitán VELOZA y del Capitán URIBE LINARES
llegaran a tiempo para atacar al enemigo. Nuestros hombres no podían desembarcar porque el nido
de ametralladoras del flanco derecho enemigo los tenía a tiro de pistola. Auxiliarlos con nuestra pieza
era imposible, lo impedía SOLARTE OBANDO quien estaba muy cerca al puesto enemigo”.
“Fue un momento supremo, que más tardo en relatarlo que en cumplirse. SOLARTE, haciendo relucir
su machete a los rayos del sol se puso de pié y se lanzó sobre la ametralladora enemiga. El artillero
viendo tan cerca un enemigo, viró la pieza contra el valiente soldado. Oímos el rugido de la ráfaga de
la ametralladora y SOLARTE OBANDO cayó sobre la pieza silenciándola con su cuerpo. Caía uno
de nuestros héroes en la Batalla de Güepí y su sacrificio liberaba de una muerte segura a centenares
de nuestros soldados que pudieron desembarcar y atacar al enemigo por ese flanco hasta cumplir la
misión. Con el peso de SOLARTE, la pieza ligeramente emplazada, rodó con su trípode por el
barranco y nuestros hombres, libres del fuego de esa ametralladora, pudieron saltar a la ribera
peruana y continuar el avance, encontrando el cuerpo de SOLARTE abrazado a la ametralladora y
destrozado el pecho por muchos proyectiles”.