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La herramienta de coaching de hoy nos parece especialmente útil para desdramatizar las distintas

situaciones de la vida. Nos permite quitar importancia a pensamientos y creencias que realmente
no tienen tanto peso y entonces podemos contemplar las cosas desde otra perspectiva. Su lógica es
aplastante y te recomendamos que hagas uso de ella para relativizar limitaciones, miedos, males
desproporcionados… etc.

La herramienta se llama línea de la evaluación porque, estamos constantemente evaluando todo


aquello que estamos viviendo, sea cuando vamos a tomar un café, diciéndonos mentalmente: “Este
café no es del todo bueno y necesitaría algo más de azúcar, la taza es muy pequeña y se hace difícil
sujetarla”, y esto podría seguir sin parar evaluando todo lo que sucede, a pesar de que nos ocurre a
un nivel muy inconsciente mediante un diálogo interno.

Así que, para aplicarla encontraríamos la siguiente línea:

Genial

Muy muy bueno

Muy bueno

Bueno

Normal

Malo

Muy malo

Muy muy malo


Terrible

Antes de explicar su funcionamiento, nos gustaría definir a grandes rasgos que, algo genial sería
que:

La persona se encontraría totalmente feliz.

Y algo terrible seria que:

La persona no podría soportarlo y no sería feliz.

En sesiones de coaching se usa de la siguiente forma, por ejemplo, imaginemos que contrata los
servicios un hombre que se encuentra desanimado y ha decidido ponerse en acción para cambiar
las cosas. Detectamos en las sesiones que uno de los pensamientos que más le sabotea es el hecho
de que se ve solo en el futuro, sin pareja, (no sabe estar solo) y la simple idea de pensarlo le parece
terrible.

Cuando se le presenta la línea de la evaluación expuesta más arriba, inmediatamente califica al


hecho de no tener pareja en terrible, es decir, que no podría soportarlo ni ser feliz. Como vemos,
tener esas sensaciones por no tener pareja a un nivel lógico es totalmente desproporcionado. Dado
que, si eso es terrible, ¿Qué sería para esta persona quedarse paralítico? ¿También sería terrible?
No es posible que a un nivel lógico dos cosas tan diferentes y con distinta relevancia se encuentren
en el mismo punto, al menos desde un punto objetivo no es racional.

Entonces habría que relativizar su evaluación con otra comparación totalmente exagerada, por
ejemplo:

A esta persona podría explicarle la historia de un hombre que, había un joven que iba junto a una
mujer en su coche y tuvieron un accidente. Ella murió en el acto y a él quedó sin brazos ni piernas.
Limitado sin sus extremidades de por vida.
Así que nuevamente al cliente se le volvería a preguntar: ¿En qué posición pones esta situación en
la línea de evaluación? Lo más seguro es que dijese en terrible. Pero como observamos, él pone al
mismo nivel al hecho de quedarse sin pareja. El efecto de este ejercicio es tan brutal, tan obvio y
lógico que suele desarmar a las personas de sus pensamientos y creencias exageradas.

De esta manera, podríamos volverle a preguntar: Ahora que sabes que el accidente del hombre
debió ser algo terrible. ¿En qué punto pondría al hecho de quedarse sin pareja?

Inmediatamente su evaluación se vuelve más razonable, y tal vez podría contestarnos:

– Está bien, quizá lo mío sea muy malo.

Desde este lugar es mucho más fácil trabajar, porque la persona ya no está encerrada ni obsesionada
en el peor escenario de todos. Puesto que, una cosa muy mala con un trabajo efectivo, consciente
y sostenido en el tiempo puede llegar a normalizarse e incluso sacarse el lado positivo con la
implicación de la persona.

Como se observa esta herramienta es un golpe de realidad contundente dónde queramos o no, hace
que desdramaticemos las cosas.

Este ejercicio es adaptado de un psicólogo llamado, Rafael Santandreu, pareció totalmente aplicable
al coaching. Si queréis conocer más de su trabajo te recomendamos su libro el arte de no amargarse
la vida.

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