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Resumen

La relación simbiótica que se ha desarrollado durante los últimos años entre


terrorismo y crimen organizado, no es una novedad para Colombia, tras la caída
del muro y el arribo de la globalización, se ha replicado en otras partes del mundo,
con métodos y consecuencias similares. La mutación de este fenómeno, como
ocurre en los seres vivos, le ha permitido sobrevivir y adaptarse, volverse más
eficiente, ahora que las fronteras se han desvanecido y un nuevo campo de acción
y de cooperación se ha abierto, la ideología y el lucro, sin importar su naturaleza
disímil, crean una asociación estrecha para beneficiarse mutuamente en su
desarrollo vital, justo como ocurre con los organismos pluricelulares.
 
Por esta razón, las actuales y potenciales amenazas que implica esta relación, de
la cual se nutre el Yihadismo y otros radicalismos, si bien no pueden convertirse
en alarma de pánico generalizado, tampoco, pueden tomarse a la ligera, verse
simplemente como hechos aislados; Colombia, es testigo de las consecuencias de
la convergencia de estos dos fenómenos y en su contexto actual, posee un alto
grado de vulnerabilidad; el desgobierno, la precaria implementación de los
acuerdos de paz, el fortalecimiento de viejas estructuras criminales y la creación
de nuevas, pueden crear la atmósfera perfecta para que estas amenazas se
puedan incubar en el territorio nacional, convirtiéndolo en un escenario más de
esta nueva forma de guerra.
 
El objetivo de este documento es analizar en qué medida este fenómeno puede o
no ser una amenaza real tanto en América Latina como en Colombia, planteando
los posibles puntos focales sobre los que se debe poner mayor atención, así
como, desmitificar algunos preceptos que pueden desviar la atención, a partir de
prejuicios, sobre la comunidad árabe o musulmana en la región o verlo como una
simple situación que afecta a otros países.

¿La nueva amenaza?

En el último tiempo, los reportes de inteligencia de las agencias norte americanas


han entregado información acerca de la presencia de grupos extremistas de
Oriente Medio en América Latina, algunos hablan de posibles relaciones, otros, de
presencia directa en lugares específicos de la geografía latinoamericana, como lo
argumenta Joseph M. Humire, Director ejecutivo del Center for a Secure
Society de los Estados Unidos, señalando a gobiernos como el actual de
Venezuela de entrenar y dar tránsito a organizaciones como Hezboláh y a las
ilegalidades que un fenómeno como estos pueda presentar: protección a
terroristas, tráfico de drogas y de armas, blanqueo de capitales, entre otros.

Sin embargo, es importante plantear un panorama más amplio sobre este asunto,
cuyos datos y fuentes, por lo general, son las agencias de seguridad de los
Estados Unidos, considerando errores anteriores, por ejemplo, lo sucedido con las
supuestas y temidas armas de destrucción masiva que poseía Saddam Hussein y
que luego una investigación de la BBC (British Broadcasting Corporation)2 en
2013, demostró que dichos informes contenían información y afirmaciones, que
por un lado, eran falsas y, por el otro, eran una excusa para legitimar la
intervención militar y “humanitaria” sobre Irak, no serían del todo fiables, en
algunos casos por su alto tinte ideológico.
 
Por lo que se refiere a esta parte del continente, a principios de marzo de 2018,
las autoridades colombianas capturaron al ciudadano cubano Raúl Gutiérrez,
quien presuntamente se proponía atacar a funcionarios del gobierno norte
americano en Colombia en nombre del autoproclamado Estado Islámico, hecho
que aunque no es recurrente y, claramente, no es motivo para prender las alarmas
de una posible intervención directa de Isis u otro grupo extremista en Colombia, si
abre un nuevo panorama de análisis en términos de seguridad, sobre todo
considerando las viejas y nuevas ilegalidades que persisten en el territorio
nacional y el desafío que estas presentan a los escenarios de implementación de
los acuerdos de paz firmados con las Farc y el de seguridad en el posconflicto.

El escenario global en la lucha extremista.  

Varios intelectuales y expertos en temas de seguridad, han desechado la idea de


que esta sea una amenaza real en el continente y en Colombia, por el hecho de
no encontrar una relación directa de causalidad entre los hechos aislados, es
decir, algunos rastros que dejan las interacciones “comerciales” que vinculan a
grupos extremistas internacionales con grupos al margen de la ley en américa
latina, como lo serían en su momento las relaciones que se tejían entre Eta, las
Farc y, por supuesto, el narcotráfico.
 
Sin embargo, ya desde otros países, objetivos directos del terrorismo extremista,
las alarmas están realmente encendidas, ejemplo de ello, ha sido la colaboración
que existió entre los agentes de la inteligencia española, el FBI y Dijín-Interpol3 en
Colombia, los cuales dieron como resultado la captura del presunto atacante, de
hecho, fue desde allí donde se comenzó a seguir los pasos de Gutiérrez.
 
Esto debido a que España, ya ha recibido los embates directos del accionar tanto
de Isis como de Al Qaeda, tanto así que, este fenómeno es constantemente
estudiado por las agencias de seguridad, académicos y tanques de pensamiento
españoles, al punto de que en el país ibérico ya existe un ente gubernamental
para estos asuntos, representado por Dolores Delgado, Fiscal Coordinadora
Antiyihadismo de la Audiencia Nacional de España, lo que les ha llevado a
seguirle la pista a individuos y células radicalizadas por casi todo el mundo, y en
este caso, Colombia.
 
Allí no se han tomado con ligereza los atentados que siguieron al 11M o los
llamados a la Yihad extremista, como el realizado en 2004 por parte de Mustafá
Setmarian Nasar, quien habla de una Yihad Global, en el cual se persuade a
adoptar tanto tácticas de combate convencional como de combate asimétrico –
entiéndase formas de guerra no convencionales–
4.
Por tanto, y como lo asegura el periodista, Eusebio Val5, la ofensiva Yihadista no
sigue un patrón fijo, entonces, ¿por qué desestimar la posibilidad y capacidad de
utilizar nuevas estrategias y escenarios para alcanzar sus objetivos?

Sin Dios y Sin Ley  

América latina, es por su extensión, topografía y un sin número de problemáticas


sociales, una región donde reina el desgobierno, sobre todo en la periferia de la
mayoría de sus países, con poblaciones empobrecidas por el abandono del
Estado y por la mano de empresarios y comerciantes de la ilegalidad, “los
invisibles”, como los denominó en una reciente conferencia en la Universidad del
Rosario (Colombia), Jeremy McDermont, director de Insight Crime; el narcotráfico,
la minería ilegal, el contrabando, la tala ilegal y hasta la trata de personas, son
fenómenos que se mueven a vista y paciencia de las autoridades y pobladores de
estos territorios, por lo general, selváticos o fronterizos –de triple frontera como la
de Perú, Colombia y Brasil o la de este último con Argentina y Paraguay.

Allí prevalece la ley del más fuerte, del que tenga las armas y el dinero para
extraer los recursos naturales a su antojo o para mover milicia sin ser fácilmente
detectados por las autoridades, quienes en muchos casos, juegan una guerra de
desgaste con estas organizaciones, pues estos criminales poseen la suficiente
destreza para establecerse y movilizarse a través de territorio por unos cuantos
dólares.
 

Lugares como el Vraem (Valle del Río Apurímac, Ene y Mantaro) en el Perú, en
algún momento de la historia devastado por el accionar de Sendero Luminoso y
hoy protegido por autodefensas financiadas por privados (“Invisibles”,
presumiblemente), Santa Cruz y el Bari en Bolivia, Manaos en Brasil, el río Yavarí
en la zona de la triple frontera de Brasil, Perú y Colombia, entre muchas otras a lo
largo y ancho de la región, son ejemplos de que la ilegalidad alcanza unas
proporciones significativas de control y tránsito en varios lugares de la geografía
amazónica.
 
Además, en este punto, hay que señalar que las ilegalidades tienden a reforzarse
unas a otras, en consecuencia, muchas veces estas zonas no son exclusivas para
el narcotráfico, el contrabando u otra actividad ilegal, estas pueden
paradójicamente convivir o ser manejadas por las mismas manos. Asimismo, son
territorios cuyo común denominador es la falta de presencia de Estado y los altos
niveles de pobreza; a pesar de contar con recursos naturales que por un lado
podrían garantizar su supervivencia, pero que por otro, se han convertido en su
condena.

Relación de convergencia  

Las relaciones que vinculan a las ilegalidades que se mueven en estos territorios
pasan por cuatro estadios, los cuales si bien son estrictamente definidos, hay que
aclarar, que no llevan una secuencia lineal y tampoco se dan en su conjunto en
todos los casos, pero que permiten trazar un panorama general de cómo se tejen
sus redes; Según un documento de la Universidad de Kansas –Research To Map
Organized Crime, Terrorism Hotspots In Eurasia–6, el cual examina este
fenómeno en Europa y Asía, pero que puede bien describir la generalidad de las
relaciones entre el crimen organizado y el terrorismo alrededor del globo, propone
estos cuatro escenarios: 1. No existe relación, estos grupos se mantienen
independientes en su accionar, 2. Relación operacional, comparten estrategias y
herramientas, 3. Relación de alianza, forman alianzas de diferente naturaleza –Ad
hoc, largo plazo, de corto plazo–, 4. Relación de Convergencia, alteran sus
propósitos y tácticas para, eventualmente, convertirse en una sola.
 
Son estas tres últimas características las que impediría descartar la amenaza del
terrorismo transnacional como una realidad que puede tocar a Colombia, en
primer lugar, porque ya ha ocurrido, como se mencionaba al comienzo, las mafias
de la droga lograron articularse a grupos regulares e irregulares a lo largo de los
años 80 y 90, es decir, de esta estructura, ya se tienen los planos. En segundo
lugar, el país atraviesa por una coyuntura que ha generado la creación de nuevos
grupos criminales, fruto de disidencias de las Farc y de otras bandas criminales
desarticuladas por la fuerza pública; mafias que necesitan rutas, financiación,
armas y, en algunos casos, hasta entrenamiento militar.   Y en tercer lugar, la
ausencia del Estado es crítica, las zonas abandonadas por los paramilitares o por
las guerrillas desmovilizadas son copadas por nuevas o viejas organizaciones
criminales, del mismo modo, la pobreza, la falta de oportunidades y la informalidad
llevan a las personas de menores recursos a integrarse a esta cadena, es decir, la
tormenta perfecta para que estos fenómenos de relación operacional y
convergencia entre el Terrorismo y el Crimen Organizado se den.
¿Radicalismo islámico en Colombia?

Lo primero que se podría aclarar en este punto, es que tanto la comunidad árabe
como musulmana en Latinoamérica tienen una contexto social diametralmente
diferente al que ha llevado a la radicalización a algunos individuos pertenecientes
a segundas y terceras generación de inmigrantes, sobre todo magrebíes, en
Europa; los procesos de asimilación e integración se han dado de manera
afortunada, ejemplo de ello es Colombia, en donde estas comunidades gozan de
algún grado de estatus social, cosa difícil, en una sociedad como la colombiana,
no habituada a los cambios sociales abruptos ni a la interacción con otras culturas,
como lo que sucede con algunas resistencias que existen en este momento hacia
la inmigración de los refugiados venezolanos.
 
Por tanto, la posibilidad de un radicalización religiosa al interior de estas
comunidades o de otros sectores de la sociedad en general, es bastante difícil
desde este punto de vista, mas no desde el punto de vista de la potencial
islamización de algunos radicalismos7, pues como lo argumenta Roy, en muchos
casos este fenómeno no obedece a un tema religioso, sino a que con esta excusa,
se expresan insatisfacciones a través de la violencia y el terrorismo hacia ciertas
representaciones de poder hegemónico, en este caso los Estados Unidos o las
potencias de Europa; como lo demuestra el caso de Gutiérrez, quien declaró a los
medios: “yo lucho contra el nuevo orden mundial, sobre todo contra los
americanos”.
 
Roy y Kepel8, valga la pena decir que, desde orillas muy distintas, han analizado
las posibles causas de la radicalización de talante religioso, específicamente en
Europa, allí pueden identificarse algunas características como baja asimilación de
las costumbres culturales o integración por parte de estas segundas y terceras
generaciones de inmigrantes, provenientes del Magreb islámico, a la sociedad
francesa o europea, sobre todo por parte de la población joven. La
instrumentalización de estos sectores con ideas revanchistas, señalando el
pasado colonial de países como Francia e Inglaterra, culpándolos de la situación
actual en sus pueblos, desató una batalla interna de la cual hasta hoy en día estos
países no se reponen, tanto por las consecuencias que dichas acciones
produjeron, como por las alarmas que encendieron, la guerra contra el Yihadismo
no estaba en Oriente Medio o fuera de sus fronteras, estaba en casa.
 
Este asunto generó una paranoia tal que, aunque extrema, podría decirse
justificada, al punto que ha dado hasta para novelas de ficción como Sumisión9,
de Michel Houllebeq, quien retrata un futuro ficticio en el cual el islam y los
sectores religiosos más radicales de esta religión, se apoderan de Europa e
implantan la Sharia como ley general, política y de comportamiento social, así
como en su momento lo haría Orwell con 1984, dibujando al monstruo del
totalitarismo.
 
Es por esto que, en este caso hay que hacer relevante un aspecto fundamental en
cuanto a este tema, pues la islamización de los radicalismos es uno de los
elementos más frecuentes, utilizado tanto por quienes tratan de darle una
explicación, como por quienes lo instrumentalizan, en este caso, ISIS o Al Qaeda,
obtienen réditos de las acciones terroristas que impactan sus objetivos en
Occidente, adjudicándoselas como operaciones propias y estructuradas en una
compleja trama de conexiones transnacionales, lo que en muchas ocasiones
también es una simple coincidencia.
 
La realidad de este fenómeno, es que no sigue un esquema definido, existen si,
algunas características entre los atacantes, objetivos y estrategias, sobre todo en
Francia, sin embargo, en esta lucha global, el llamado es a quien se quiera unir,
no importa la raza, el credo, si es o no musulmán o si tiene algún desequilibrio
mental, todo va a la misma bolsa, es decir, a la reivindicación por parte de algún
grupo religioso radical, en este caso, de tinte islamista.
 
No obstante, para América Latina, las cifras entregadas por algunas agencias de
seguridad estadounidenses, no son concluyentes, guardando poca relación
causal: algunos “Foreing Fighters” de Trinidad y Tobago, una ciudadana
colombiana detenida en Suiza tras los atentados de Charlie Hebdo y el Bataclan,
un atentado en 1994 en Buenos Aires, presuntas mafias libanesas en Colombia y
Venezuela, un ciudadano Israelí que amenazó con hacerse explotar en medio de
un vuelo nacional, entre otros. A pesar de esto, como ya se ha hecho manifiesto,
países que han recibido los ataques terroristas, plantean a América Latina como
un nuevo escenario de esta lucha.
 
Así pues, es este otro argumento por el cual no se debe descartar que Colombia,
si bien, no sea un escenario de intervención directa, si pueda convertirse en una
zona de tránsito, ya sea gracias a las múltiples vías abiertas por la ilegalidad, o por
el desconocimiento técnico y táctico para afrontar una nueva amenaza que
comprende tanto la alianza, la cooperación y la convergencia entre terrorismo
global y crimen organizado, pues, como bien lo argumentaba el profesor Marcos
Peckel, en una entrevista dada a un programa de opinión en Colombia: “La guerra
contra el terrorismo está ganada hasta el próximo ataque”, y bajo este principio, el
próximo ataque puede darse en cualquier lugar y de cualquier forma.
 
En conclusión, lo que finalmente se plantea, es que las agencias de seguridad del
país deben estar atentas, no se debe ver este fenómeno como algo aislado, como
algo que le sucede a países de Oriente Medio o de Europa, las autoridades deben
estar informadas acerca de las nuevas formas que adopta este fenómeno
mutante, que a través de las redes sociales se disemina por todo el mundo, pues
también otra de sus características es la búsqueda de nuevos nichos donde
encubar, lugares insospechados y desprotegidos tanto para su reproducción como
para llevar a cabo sus acciones, como ocurrió en el Sudeste Asiático.
 
Bibliografía

1 Cárdenas, J. (2017). “Ningún aeropuerto está blindado contra el terrorismo”.


02/04/2018, de El Espectador Sitio
web: https://www.elespectador.com/noticias/bogota/ningun-aeropuerto-esta-
blindado-contra-el- terrorismo-articulo-682186
2 British Broadcasting Corporation. (2013). El engaño que provocó la guerra en
Irak. 02/04/2018, de BBC Sitio web:         
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/03/130318_irak_guerra_espias_engano_
nm
3                http://www.semana.com/nacion/articulo/raul-gutierrez-sanchez-el-
hombre-afin-al-islamismo-que-planeaba-
un-atentado-terrorista/560395
4 http://www.lavanguardia.com/vida/20180321/441771959056/el-movimiento-de-
la-yihad-global.html 5 Val, E. (2018). La calma engañosa de un país en la diana.
02/04/2018, de La Vanguardia Sitio
web: www.lavanguardia.com/internacional/20180325/441917969502/yihadismo-
francia-rural-amenaza.html
6 School of Languages, Literature & Cultures. (2015). Research to map organized
crime, terrorism hotspots in Eurasia. 02/04/2018, de The University of Kansas Sitio
web: https://sllc.ku.edu/cherry-picked-research-map- organized-crime-terrorism-
hotspots-eurasia
7 Roy, O. (2016). The Islamization of radicalism. 02/0472018, de Rosa
Luxemburgo Stiftung Sitio web: http://www.rosaluxna.org/wp-
content/uploads/2016/06/Newsletter-oliver-roy-ENG-26-01-16.pdf
8 Kepel, G. (2015). El Terror Entre Nosotros. Francia: Planeta Colombia S.A.
9 Houellebeq, M. (2015). Sumisión. París: Anagrama.

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