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Revista Hermética #18
Revista Hermética #18
Hermética SUMARIO
DIRECTOR : • Editorial
José Antonio Mateos Ruiz • Misticismo: PEREGRINO DE LAS NIEVES
REDACCIÓN: Emmanuel Muheim
Miguel Sánchez Lidón
• Yoga: LA PUERTA SECRETA DE LOS
ADMINISTRACIÓN: SACRAMENTOS DEL VERDADERO YOGA. 6 Parte.
Ángel Gaspar Celdrán
Antonio Galera Gracia
COORDINADORES
• Alquimia: EL HERMETISMO EN LOS CUENTOS.
HISTORIA Abba Esikia
Antonio Galera Gracia
MASONERÍA • Masonería: LA VERDAD.
Alberto Nicolás Rodríguez Bozicovich Ángel María Rico
MEDICINAS ALTERNATIVAS
Alfonso Sánchez Hermosilla • Medicinas Alternativas: HOMEOPATIA.
DERECHO CANÓNICO
Alfonso Sánchez Hermosilla
Pedro López Martínez
SIMBOLISMO • Cábala: JET. Tema 8. Autor: Rabino Itzjak Ginzburgh
Alejandro de Seleukis
Ampliación: Eduardo Seleson
ALQUIMIA
abba Esikia • Tradición: LOS ÚLTIMOS TIEMPOS SEGÚN LA
DOCTRINA TRADICIONAL DE LOS CICLOS
COLABORADORES
CÓSMICOS.
Mari Carmen López Quiles Gaston Georgel
Luis Alcaina Guzmán
Eduardo Seleson • Noticias
Baltasar Almagro
Cartas al Director
Las opiniones expresadas en los artículos representan el punto de vista
director@revistahermetica.org
de su autor y no necesariamente el de la Revista.
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EDITORIAL
Pronto podremos ver en el cine la conocida y polémica novela de Dan Brown, El Código Da
Vinci. La película estará dirigida por el director Ron Howard (Apolo 13). Esta novela apoyada
con una intensa campaña de marketing ha vendido en algo más de un año más de seis
millones de ejemplares.
La mayor parte de los argumentos en los que se apoya la trama de El Código Da Vinci, no son
nuevos ni originales, pues prácticamente están tomados de algunas especulaciones pseudo-
esotéricas y pseudo-históricas expuestas en otros libros como por ejemplo El Enigma Sagrado.
Este libro, escrito por Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, fue publicado en 1981 y
empleado como guión de un programa de televisión de la BBC. Calificado de hecho real, fue
ridiculizado y tomado como trabajo de mera especulación, lleno de suposiciones infundadas y
basado en documentos fraudulentos. La descripción que hace Brown de María Magdalena
procede del trabajo de Starbird, en especial, de The Woman with the Alabaster Jar (traducida
en castellano como María Magdalena ¿la esposa de Jesús?), que la misma autora califica de
“ficción”.
Los personajes de la novela parecen estar moviéndose sobre hechos reales, basados en
trabajos de investigación y en opiniones de historiadores y expertos. Pero debemos decir
claramente que todas las referencias que se hacen al tema del Grial, al Priorato de Sión, al
culto de las diosas en el mundo antiguo, Jesús y Maria Magdalena, el Opus Dei, la geografía
de París o incluso los datos relacionados con la vida de Leonardo da Vinci no son otra cosa
que extravagancias y especulaciones erróneas que no se mantienen en pie.
El secreto más importante, por supuesto, se refiere a Jesús y a María Magdalena. Los
personajes de Brown afirman con frecuencia que el conocimiento tradicional cristiano de la vida
de Jesús y de su ministerio es falso. Esto significaría que el Nuevo Testamento, y la base de
ese conocimiento, no merecen ser considerados como fuente de información fiable.
Parece que el papel de Jesús al venir a este mundo, fue el de predicar un mensaje de paz,
amor y unidad humana, y para plasmarlo, tomó como esposa a María Magdalena y le confió el
liderazgo de este movimiento. En el momento de la crucifixión, ella estaba embarazada del hijo
de ambos.
Hay que ser ciertamente ignorante o esconder ciertas intenciones obscuras contra el
cristianismo como para reducir la Misión y la Divinidad de Jesucristo a la de un simple líder
político y social. Un maestro de la paz y el amor.
Las referencias erróneas de Brown sobre los Caballeros Templarios y el Priorato de Sión están
tomadas de los libros El Enigma Sagrado y La Revelación de los Templarios.
2
Aunque históricamente existió un Priorato de Sión fundado por Godofredo de Buillon en
Jerusalén, en el año 1099. No es realmente este Priorato de Sión histórico la organización que
él describe. Los documentos que cita, junto con la famosa lista de grandes maestres, que
incluye a Víctor Hugo y, por supuesto, a Leonardo, son unas falsificaciones introducidas en la
Biblioteca Nacional Francesa, hacía finales de 1950.
Existen pruebas evidentes de que este Priorato de Sión surgió en Francia antes de la Segunda
Guerra Mundial. Se trataba de una organización derechista dedicada a luchar contra el
gobierno establecido. El hombre que estaba detrás de esta organización se llamaba Pierre
Plantard. Plantard era un «antisemita» que luchaba por «purificar y renovar» Francia. A
mediados de 1950, Plantard comenzó a proclamar que era el heredero del trono francés por la
línea merovingia. Creó una asociación llamada el Priorato de Sión, distribuyó por las bibliotecas
y por los archivos franceses ciertos documentos falsos que acreditaban su antigüedad y
propagó el mito de la «descendencia real de Jesús».
En un artículo de Laura Millar en el The New York TImes, del 22 de febrero del 2004 dice lo
siguiente:
«Por último, la veracidad de la historia del Priorato de Sión se reduce a un alijo de recortes
y documentos sin firma que, hasta los autores de Holy Blood, (que en francés puede sonar
como sang-real, Saint Graal o) Holy Grial (El enigma sagrado) insinúan que fueron introducidos
en la Biblioteca Nacional por un hombre llamado Pierre Plantard. A comienzos de 1970, uno de
los colaboradores de Plantard confesó haberle ayudado a fabricar el material, incluidos los
árboles genealógicos que acreditaba a Plantard como un descendiente de los merovingios (y,
posiblemente, de Jesucristo), además de una larga lista de «grandes maestres» del anterior
Priorato. Este claramente absurdo catálogo de célebres estrellas de la intelectualidad como
Boticelli, Isaac Newton, Jean Cocteau y, naturalmente, Leonardo, es la misma lista que Brown
pregona, junto con el supuesto pedigrí del Patronato, en la presentación de El Código Da Vinci
bajo el encabezado de «Los hechos». Por cierto, se demostró que Plantard era un
empedernido granuja fichado por fraude y afiliación a grupos de ultra-derecha y de lucha
antisemita. El auténtico Priorato de Sión era un grupo reducido e inofensivo de amigos con
idénticas ideas creado en 1956.
«El fraude de Plantard fue desmantelado por una serie de libros franceses y un
documental de la BBC de 1996, pero, curiosamente, esa serie de sorprendentes revelaciones
no han resultado ser tan populares como las fantasías de Holy Blood, Holy Grial (El enigma
sagrado) y, en este caso, como El Código Da Vinci».
Sin embargo, sí existieron los Templarios, como Orden fundada en Tierra Santa en el año
1118. Los Caballeros, llamados también Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de
Salomón, eran una orden monástica de monjes-caballeros. Eran «monjes» en el sentido de que
hacían votos –especialmente, el de proteger los Santos Lugares y el recorrido de los
peregrinos– y vivían la obediencia a una regla que marcaba sus obligaciones religiosas (Misa y
oración diarias, dirigidas por sacerdotes de la Orden) y las exigencias de su comportamiento
como caballeros:
La única divinidad femenina que el Temple reconocía era la de la Virgen Maria, “Nuestra
Señora”, no había más devoción femenina que esta, pero Brown parece ignorarlo totalmente.
Durante cientos de años, la Virgen María ha desempeñado un papel vital en el pensamiento
cristiano, en la oración y la piedad.
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Cuando Brown afirma que el cristianismo ha reprimido el culto a lo «sagrado femenino», pone
en evidencia su ignorancia hacia el culto de María en la cristiandad católica y ortodoxa. Así
como su escaso conocimiento de la Iglesia Católica. Solamente hay que ver la imagen absurda
y lamentable que ofrece del Opus Dei. La catedral de Notre-Dame de París no se llama así por
mera casualidad.
Los disparates de esta novela parecen no tener límite, como muestra de ello tenemos las
prácticas mágico-sexuales que atribuye al Priorato de Sión. Cuando en realidad estos rituales
son propios de grupos y sectas de carácter luciferino, satánico o brujería wicca. Los ritos de
una Orden cristiana y católica como era el Priorato de Sión fundado por Godofredo de Buillon
en Jerusalén nada tienen que ver con estas ceremonias para mentes calenturientas.
Toda la argumentación que persigue El Código Da Vinci es que el cristianismo, tal y como lo
conocemos, es una maquinación, y que la verdad ha sido suprimida por la Iglesia Católica.
Pero todo parece indicar que Brown, su obra y sus grandes campañas de marketing ocultan
oscuros e inconfesables intenciones ideológicas, políticas, sectarias o esotéricas.
Parece que los tiempos actuales son fértiles para que algunos mediocres malintencionados,
pastores de la mentira, triunfen cada día en sus púlpitos ante auditorios dispuestos a escuchar
la descripción y revelación de los más sorprendentes “misterios y secretos” inventados,
manipulados o simplemente inexistentes.
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MISTICISMO
Un bosque brumoso. Nevado. Una nieve muy suave que acababa de posarse sobre las hojas
con una ligereza, como excusándose. Una nieve que se quisiera como desapercibida para no
desencadenar el invierno.
Avanzábamos mi mujer y yo, al azar de nuestros esquís, en una realidad transportada. Por el
silencio.
Único signo de que un movimiento era todavía posible, el derrumbe de la nieve que, desde una
rama, un pájaro negro a veces provocaba.
El bosque en una rasante se abrió, y la claridad de una imagen apareció. Digo bien, una
imagen. Una imagen nacida de mi más lejana infancia, de no sé yo que lectura o ensueño. Una
imagen de muy lejanos tiempos: la Santa Rusia.
Si, dentro de la niebla, más espesa al estar libre de árboles, una iglesia, pequeña, blanca,
redonda, apenas descubría sus muros; su bulbo de oro despegado, como elevado – ¿por qué
manos de ángeles?– y revestido todavía de su sol extinto.
5
II
El hombre con su sayón avanzó. Una palabra de bienvenida. Se ocultó, nos hizo entrar. En la
capilla.
Se mantuvo de pié, inmóvil ante el altar. Yo percibía en la penumbra algunas franjas doradas,
algunos fragmentos de pinturas. Permanecimos allí de pié. Él oraba. Se volvió, sonrió, nos hizo
entrar a través de una puerta muy baja y un pasillo estrecho a una habitación bastante amplia.
Una gran mesa, dos o tres sillas, un banco. Un fogón de cocina de hierro negro, astillas de
madera blanca cuidadosamente apiladas. Paredes limpias, pobres. Un piso mal igualado.
Sobre un estante, una simple tabla, libros.
Es todo.
Avivó el fuego, nos preparó un té, dispuso pan, queso. Sus gestos eran lentos, precisos.
Hablaba. Apaciblemente.
Vivía allí, a mil ochocientos metros de altitud. Sabía que a partir de mañana permanecería
aislado del valle durante varios meses.
De reojo yo miraba sus libros: La Biblia, cinco o seis Padres griegos de la Iglesia, maestro
Eckhart, algunos místicos musulmanes. Eso es todo.
Estaba allí desde hacía varios años, guardián de una fuente milagrosa, objeto de
peregrinaciones de verano y de paseos. Parecía acoger a unos y otros tranquilamente, y
preferir el invierno.
Él estaba allí.
Eso es todo.
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YOGA
En el año 1964, con ánimo de llegar a conocer directamente de boca de practicantes de otras
religiones que no fueran la católica, pues yo estaba convencido entonces, y todavía hoy sigo
estándolo, de que las diferentes religiones que pueblan el mundo han de ser un abrazo y no un
muro que las separe, me propuse recorrer el vasto territorio de China.
Con sólo una mochila a las espaldas, poco dinero y mucha ilusión, estuve conviviendo y
escuchando a bozos, viví luego en una cueva con unos ermitaños que me enseñaron la religión
de Confucio mientras tocan un instrumento musical llamado "qin".
Más tarde, y después de andar kilómetros y kilómetros por caminos solitarios, me dirigí hacia la
región tibetana de Lhassa, donde en el monasterio de Sera fui acogido, no como aspirante a
monje, sino como oyente y asimilador de conocimientos, pues era por entonces reglamentario
en esta religión admitir tanto a los que aspiraban a ser monjes como a los que querían seguir
manteniendo su condición de laicos. La única diferencia que existía entre el ingreso de unos u
otros, era que en la admisión de los aspirantes a monjes se llevaba a cabo una compleja
ceremonia llamada «prarajyra», que en nuestra lengua quiere decir: «salida», que simbolizaba
la salida de este mundo. Allí tuve el honor de conocer, en una de sus muchas visitas al
monasterio, al actual Dalai Lama, cuyo nombre religioso era: Jetsum Jambel Ngawang Losang
Yesthe Tenzin Gyatso, que había asumido el poder civil y religioso el día 17 de diciembre de
1950, y también al Lama Thubten Yeshe, un Lama muy conocido en España por haber dado ya
varias conferencias.
Después de nueve meses de estar compartiendo monasterio y de recibir las enseñanzas de los
pacientes y sabios lamas, dejé la apacible ciudad de Lhassa y me dirigí hacia la India.
Directamente hacia la región de Bihar, donde los budistas, mediante sus clases, me habían
dicho que el Buda había recibido allí en su juventud enseñanzas de unos hombres santos
conocidos como brahmanes que habitaban por aquellas tierras. Parece ser, y según me
contaron, que el padre de este príncipe no quería que su hijo tuviera contacto con las miserias
humanas, y para ello lo rodeó de todo lo más hermoso que estaba a su alcance. Pero
Siddharta —que así se llamaba el príncipe que más tarde alcanzó la iluminación—, saliendo un
día de palacio vestido con ropas vasallas llegó a ver el sufrimiento ajeno, supo de la
enfermedad y de la muerte. Acto seguido abandonó el palacio y se dirigió hacia la región de
Bihar, donde se quedó a vivir con un brahman que le enseñó a vivir ascéticamente, y le dijo
que la verdad que él buscaba solamente podría encontrarla dentro de su corazón. Según se
cuenta, Siddharta tenía veintinueve años cuando decidió comenzar a recorrer los caminos para
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buscar la verdad, y aún pasó otros seis años recorriendo la India, buscando esa serenidad que
tanto admiraba en el brahman que había sido su precursor. Por fin, en la soledad de una
noche, cuando se encontraba prácticamente al borde de la desesperanza, bajo las ramas de un
árbol, Siddahrta Gautama fue iluminado y con la fuerza de la verdad, el Buda comenzó su
camino de predicación a la buena gente que encontraba a su paso. Su verdad era sencilla,
nada hay de permanente en el Universo cambiante, en un Universo en el que nuestros actos, y
los dioses, nos premian o castigan con un nuevo nacimiento en el que nuestro ser,
transmigrado, alcanzará un estado más perfecto o más imperfecto, según los méritos de
nuestra propia vida, según haya sido de triunfal nuestra lucha contra los anhelos y las
pasiones... Pero quizás sea más grato para vuestros ojos y sentidos, conocer esta misma
historia a través de un fragmento del poema llamado «La Luz de Asia». Poema que fue escrito
por el inglés Sir Edwin Arnold en el año 1879, una de las mejores biografías en poesía que han
sido escritas sobre el Buda:
Tres días estuve recorriendo la región de Bihar. Buscando sin descanso y con mucho interés a
uno de estos santos hombres cuya identidad era conocida entre sus correligionarios con el
nombre de brahmanes.
Un día, recuerdo que estaba amaneciendo, en un solitario lugar, que se encontraba casi en el
corazón de un bosque, a la puerta de una miserable casa construida con barro y cañas de
bambú, vi a un hombre que, si no hubiera sido por un modesto turbante azul, hubiera estado
completamente desnudo. El hombre estaba sentado sobre el suelo de una limpia terraza, al
aire libre, tenía las piernas cruzadas, las manos sobre las rodillas y los ojos cerrados. Sin duda
era un hombre santo que estaba meditando. Y con tanta devoción lo estaba haciendo que ni
siquiera reparó en mi presencia.
En muchos lugares de la India había visto, e incluso había participado con ellos, en ceremonias
públicas donde se reunían un número considerable de fieles para cantar el mantra Hare
Krishna, Hare Hare... En estas ceremonias cuanta más gente haya, mejor. Pero lo que nunca
había visto era un yogui en la más completa soledad y totalmente desnudo, a pesar de que el
libro sagrado del Bhagavad gitâ dice de manera categórica que para practicar el yoga de la
meditación, hay que retirarse a un lugar santo aislado. Es decir, en el caso de los yoguis
hindúes viven en soledad y en lugares que ellos mismos eligen porque son telúricos.
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No quiero dar la sensación de que era la primera vez que veía a alguien en la posición de la
honorable meditación, no. Ya en el monasterio de Sera, en el Tibet, de donde provenía, había
visto, mientras conviví con ellos, a muchos monjes en esta posición, pero nunca desnudos
completamente. Ya que allí, la religión de los pueblos tibetanos está toda ella fundamentada en
la religión india, que en el Tibet adquiere formas especiales de doctrinas y prácticas,
combinadas con una serie de elementos indígenas. Del Budismos antiguo, los tibetanos
aceptan el código de moralidad básico y el Vinaya, que sientan las bases generales del tipo de
vida laico y monástico. Las doctrinas del Mahayana constituyen el marco filosófico y doctrinal, y
el Vajrayana ofrece una completa gama de recursos MEDITATIVOS y rituales que son
respetados y considerados como los más efectivos para progresar hacia el estado de
iluminación y conseguir beneficios espirituales y terrenales. De forma que, aunque sus
sentimientos religiosos están basados en el valor de la vida monástica que fue concebida
durante los primeros tiempos del budismo, no dejan de considerar como muy importante los
ideales indios del Mahayana y del Vajrayana, es decir, los del bodhisattva y los del gogui
consumado cuyo objetivo último es alcanzar el estado de iluminación.
Quizás sea bueno, antes de seguir con nuestro tema, que os dé a conocer la relación que la
religión budista tiene con los seres humanos, y los beneficios que obtiene del yoga. Y, tal vez,
para que no sean mis palabras, siempre iletradas en estos temas, las que os hablen, sería
bueno, como ya hicimos anteriormente con la conferencia dada por el ilustre maestro
Bhaktivedanta Swami Prabhupada, en el Comvay Hall de Londres, transcribir ahora
literalmente una de las conferencias que mi querido maestro el Lama Thubten Yeshe impartió
el día 30 de septiembre del año 1983 en Ginebra (Suiza). Lo hago así porque estoy seguro de
que sus palabras os darán a conocer la relación que el budismo tiene con relación a los seres
humanos, y sus diferentes logros conseguidos a través de la meditación y del pensamiento:
El budismo nos hace ver que los seres humanos tenemos unas cualidades muy
elevadas, especialmente, la intuición y la capacidad intelectual. Según el punto de vista
budista, el proceso de crecimiento del ser humano es diferente al de un vegetal. Se nos
explica también que la conciencia humana es fundamentalmente pura y clara, que el
núcleo del ser humano es la conciencia y no el cuerpo físico y que si en nuestra vida
nos sentimos felices o desdichados depende de la interpretación que haga nuestra
propia conciencia: si creemos que nuestra vida es miserable, ésta se vuelve miserable.
Todos los problemas humanos son creados por la mente, no son enviados por Dios ni
por Buda.
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Podéis ver que la mayoría de los problemas que tenemos los seres humanos en este
mundo moderno, surgen de las relaciones conflictivas con los demás: los hombres
tienen problemas con las mujeres, las mujeres con los hombres. Todos ellos surgen de
nuestra intelectualización, de nuestros juegos intelectuales y no de la intuición.
Concebimos las cosas a través de nuestros conceptos intelectuales: «Este es el mejor
objeto al que puedo agarrarme, ¡si no lo consigo me suicidaré! Todo lo demás no es
real para mí, sólo ese objeto es mi realidad».
Nuestro problema es que usamos nuestro intelecto de una manera innatural, somos
poco prácticos y no permanecemos en contacto con la realidad. Al estar engañados,
cuando describimos una manzana decimos: «tiene ésta y aquélla cualidad; es
fantástica; tiene un color muy bonito; es maravillosa, y por eso me gusta». Describimos
estas cosas de una forma tan exagerada que acabamos con una mente enferma,
puesto que, fundamentalmente, esto son fantasías. A la manzana le añadimos nuestra
propia proyección fantástica y esto hace que nos sintamos desdichados e insatisfechos
con el objeto verdadero. La razón por la que nos sentimos insatisfechos con el objeto
«manzana», es que solamente hemos tenido en cuenta nuestra proyección fantástica
de ella, no hemos sido realistas.
Según el budismo, tenemos la capacidad para examinar nuestra propia mente, para
ver si estamos pensando de manera positiva o negativa, si estamos haciendo
proyecciones fantásticas o no. Somos capaces de hacerlo. Como sabéis Buda significa
«complemento desarrollado» y todos nosotros tenemos el potencial para desarrollar
errores y pensamientos contaminados.
Así pues, sugiero que antes de que nos llegue esta tremenda confusión, vayamos
intentando eliminarla poco a poco y dejemos que nuestra situación sea cada vez mejor.
Los problemas de la sociedad, los del mundo entero y los de cada uno de nosotros
surgen de nuestra intelectualización sobre las cosas; son creados por el «ego», no son
algo natural. Al decir esto, me refiero a que, cuando nacemos, cuando somos
pequeños, no las tenemos y tampoco cuando morimos.
En el budismo tibetano utilizamos la MEDITACIÓN para que nos ayude a poder ver de
manera limpia y clara lo que está pasando a nivel convencional: nuestros conflictos del
ego. La MEDITACIÓN nos permite ir más allá de las emociones y de los conflictos del
ego para poder ver lo que realmente sucede en nuestra mente, como si mirásemos un
objeto desde fuera.
El budismo nos dice que todos los seres humanos diariamente tenemos problemas
emocionales y obsesiones causadas por conflictos del ego; pero también tenemos la
capacidad para ir más allá de ellos y poder ver con claridad. Ya que tenemos esta
capacidad, no debemos pensar: «Estoy totalmente confuso, mi naturaleza es esta
misma confusión. No hay forma de ver con más claridad». Esta es una actitud errónea,
y nos hace infravalorar nuestra calidad humana.
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El budismo es humanista, es un tipo de religión científica que tiene que ver con los
problemas de la humanidad y la manera de resolverlos. Ni Buda ni Dios son lo
importante. Creemos que lo importante es que investiguemos la realidad de nuestra
propia conciencia, en vez de ignorarla y poner toda nuestra atención en el cuerpo.
Prestar únicamente atención a nuestro cuerpo no es saludable y carece de valor, no
nos aporta satisfacción. La satisfacción está en la conciencia, no en el cuerpo físico. La
conciencia humana es diferente del cuerpo físico o del cerebro.
Lo que estoy diciendo acerca de la realidad de la vida humana es que somos capaces
de solucionar nuestros problemas, los problemas de la humanidad. Necesitamos una
comprensión firme de que nuestros problemas son como bebés, debemos
preocuparnos por ellos y resolverlos. De esta forma, se desarrolla una cierta confianza
en uno mismo. Debemos comprender que todos los seres humanos tenemos la
sabiduría para poder solucionar nuestro dilema. No penséis que la naturaleza humana
es completamente ignorante. Tenemos sabiduría, amor y compasión. No se debe
pensar: «yo siempre me enfado, estoy lleno de odio, no tengo amor, ni sabiduría, ni
compasión». Ésta sería una actitud totalmente nihilista de vuestra realidad. Cuando
tenemos cierta confianza en nosotros, cuando nos fiamos de nosotros mismos y
tenemos alguna experiencia de nuestra propia sabiduría y compasión, entonces
empezamos a ser más naturales y dejamos que se desarrolle nuestra intuición.
Debemos reconocer que somos nosotros los que creamos todos los problemas
humanos. No deberíamos culpar a la sociedad, a los amigos, a los padres. No
debemos culpar a nadie. Vuestros problemas los habéis creado vosotros mismos.
Nosotros somos los creadores de nuestra propia fortuna y de nuestra liberación.
En la tradición budista se acostumbra a meditar por las mañanas, ya que cuando nos
levantamos todos los conceptos polucionados han desaparecido y tenemos un poco
más de claridad mental. Cuando dormimos, todas las energías que hemos ido creando
durante el día desaparecen temporalmente y al despertarnos, poco a poco van
apareciendo otra vez. Si meditamos por la mañana, podemos ser más neutrales y estar
más centrados. Por la mañana la concentración es mucho mejor que a otras horas del
día en las que estamos más distraídos o ensimismados. Incluso si no meditamos o no
somos grandes meditadores, si queremos pensar sobre algo de forma limpia y clara, es
mejor hacerlo por la mañana. Esta es mi sugerencia.
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Es muy importante que cada uno conozca el funcionamiento de su propia mente
durante el día, la noche y en el momento de la muerte. Es muy importante que nos
adiestremos para conocer todo esto, entonces ya no temeremos a la muerte como si
fuera algo terrible: ¡un agujero negro que te aspira y te come! Desde el momento en
que nacimos, nuestra muerte es algo definitivo. Pensamos que es algo especial, como
si morir fuese más importante que perder nuestro empleo, la amiga, el amigo, la
esposa o el marido. Ésta es una actitud errónea.
También consideramos la muerte como algo negativo, pero esto es sólo una
proyección de nuestra mente. En realidad morir es mejor que tener esa flor, porque
esta flor no nos proporciona una gran paz y dicha, nos da algo, pero no la gran paz y
felicidad que nos ofrece la experiencia de la muerte. Morir es mucho mejor que tener
una esposa, un marido, un amigo o una amiga, ellos nos dan muy poca felicidad. Estas
personas no pueden solucionar nuestros problemas fundamentales; lo único que
pueden solucionar son algunos problemas emocionales y de forma temporal. Sin
embargo, en el momento de la muerte, acaban todas nuestras ansiedades, todas las
emociones. El proceso de la muerte natural es largo y muy lento.
Cuando morimos se deterioran cada uno de los cuatro elementos —a esto lo llamamos
«absorción»— y va degenerando poco a poco, muy lentamente, entonces aparecen
ciertas versiones, tanto internas como externas. Asimismo, los cinco agregados —la
forma, las sensaciones, la discriminación, los factores producidos y la conciencia— se
absorben y desaparecen.
Así pues, sed naturales. No penséis que en las filosofías orientales la renuncia y el
despego son algo polucionado, tan sólo ideas orientales. La satisfacción no depende
únicamente de los objetos materiales. La satisfacción surge de la simplicidad. No estoy
diciendo que seáis malos porque pertenecéis a una sociedad con economía próspera.
No es que me sienta celoso y por ellos os digo que sois malos. Todos necesitamos la
simplicidad para obtener la satisfacción interna. No estoy celoso de vuestros placeres,
de vuestras riquezas. Lo importante es ver ¿por qué os sentís insatisfechos? Siempre
encontramos algún motivo externo al que culpar: «no hay suficiente de esto... No es
suficiente aquello...» Esto no es verdad. En vuestro interior es donde falta algo y esto
es lo que debemos reconocer.
12
Cuando digo: «despego» me refiero a estar más «suelto», más despreocupado. Estar
despegado no significa que se debe renunciar a todo. El despego significa no
«colgarse» de nada, ni estar sujeto a nada, simplemente debemos suavizar nuestro
aferramiento, sentirnos más relajados y no tan tensos.
La razón por la que el budismo tibetano da una serie de indicaciones para poder
comprender el proceso de la muerte, describiendo lo que sucede y la forma en que
deben tratarse las crisis de alucinaciones y visiones que aparecen, es para poder
abordar todo esto sin que nos cree confusión. De esta manera, podremos reconocer
las ilusiones como ilusiones, las proyecciones como proyecciones y las fantasías como
fantasías.
Una vez absorbidos los cuatro elementos, cuando ya han desaparecido, aún funciona
la conciencia sutil. Aunque la respiración haya cesado, la conciencia sutil permanece
allí. Los médicos occidentales creen que cuando no se respira, significa que se está
muerto y por lo tanto, pueden meterte en una nevera. Desde el punto de vista budista,
aun cuando la persona no respira, sigue estando viva, experimentando las cuatro
visiones: la blanca, la roja, la negra y luego la luz clara. Estas cuatro visiones se las
reconoce cuando se está acostumbrado a meditar. Se puede permanecer en el estado
de la luz clara, de dicha, durante muchos días, incluso meses, en contacto con la
realidad universal.
Por supuesto, los occidentales pueden pensar: « ¡Oh, esto es lo que creen los
budistas, este monje no está hablando de su propia fe, todo esto no tiene nada que ver
con nosotros!». Sin embargo, aunque no lo experimentéis ahora, ésta es la experiencia
que tienen los seres humanos.
He oído algo sobre un francés que murió y volvió a la vida. No era ninguna persona
religiosa según los médicos, estuvo muerto durante dos horas y luego volvió a
despertarse; más tarde escribió las experiencias que había tenido durante el tiempo
que había estado muerto. Este es un ejemplo, él no creía en ninguna fe religiosa, sin
embargo, estuvo muerto y escribió las experiencias que tuvo durante la muerte.
CONTINUARÁ.
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ALQUIMIA
EL HERMETISMO EN LA LITERATURA
Αββα Εσικια
Mitología
Fábulas
La Iliada y la Odisea
La Divina Comedia
El Quijote
Cuentos
Desde milenios atrás el hombre sintió la necesidad de transmitir sus propios pensamientos y
conocimientos por medio de caracteres. Algunas de las nociones eran (y son) tan sublimes
que se impuso cierta prudencia para comunicarlas, y de esta forma nació lo que se conocen
por “historias”; muchas de ellas fantásticas, y hasta alucinantes.
La simbología se convirtió en una forma común de pasar de boca a boca (ya que al principio
nada se escribía con tinta sobre papel) los principios más sublimes conocidos por el mortal... y
el menos mortal.
Pero también por haber sido magistralmente escritos estos grandes secretos, aquellos que
nunca pudieron penetrar más allá de su estructura literaria sólo vieron en esas composiciones
una gran imaginación, tras una pluma admirable.
Ciertamente admirables fueron las plumas y la imaginación, pero no menos cierto es que al ser
los manifiestos fruto de aquellos pocos privilegiados que habían podido llegar a “cumbres muy
elevadas”, les resultaba fácil utilizar la retórica como medio de enseñanza secreta.
Desde las leyendas mitológicas, donde se hablaba de increíbles batallas que tuvieron lugar
entre dioses y hombres, como La Iliada y La Odisea, pasando por los clásicos como Dante
Alighieri en su increíble trilogía de La Divina Comedia, o siguiendo con las aventuras de Don
Quijote, todos estos legados encierran principios muy dignos de ser descubiertos.
En Mitología tomaremos como ejemplo a “Mercurio” entre los Romanos, o “Hermes” entre los
Griegos; o su equivalente entre los Egipcios a Ra, que era considerado el dios Sol. En
alquimia usamos los tres símbolos de Mercurio, Hermes y Sol, como equivalencia a ORO.
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En la Iliada y la Odisea todos los protagonistas son guerreros esforzados que han de vencer en
batallas inconcebibles, para poder conquistar ciertos premios, como “El Vellocino de Oro” que
era guardado por un dragón feroz de varias cabezas; o simplemente para volver a sus hogares
dejados años antes, y que uno no puede por menos de preguntarse por qué lo abandonaron en
principio.
Aquí salen a relucir Grifos, Gorgonas, Centauros y Minotauros entre otros, y estos personajes
así mismo tienen su equivalencia alquímica.
Dante nos presenta un marco mucho más discernible a nuestra inteligencia, como es el del
Infierno, el del Purgatorio y el del Paraíso. Pero en sus expresiones muy bien podemos
adivinar el paralelismo del periplo de un alma, según su estado de gracia, o desgracia.
Y no dejemos atrás al inigualable Cervantes, cuya imaginación nos propone a “molinos” como
símbolo de los fantasmas diarios a los que una persona les da vida propia, y los que se
enfrenta y se apresta a batallar, aún a costa de su integridad.
Pero hay algo que debemos dedicar especial atención, y es la propia naturaleza de los autores
de estas grandes desventuras.
Se supone que vivió entre el 620 y el 560 antes de Cristo, y que fue un esclavo liberado de
Frigia.
Esopo relató fábulas personificando animales, y sus cuentos fueron transmitidos en forma oral.
Se supone también que no dejó textos escritos y poco se sabe de él, por ello es que se lo
tomó por un personaje legendario. Sus relatos cortos con personajes en su mayoría de la
fauna, dejaban una enseñanza o moraleja explícita o implícita. Es decir que eran alegorías
morales. No obstante, como todo aquello que virtualmente tiene valor, sus escritos han llegado
hasta nuestros tiempos.
Homero. Este nombre, se nos dice, significa en su lengua original “el que está ciego”, y
también, “el desechado”. Aunque son varias las vidas de Homero que han llegado hasta
nosotros, su contenido, incluida la famosa ceguera del poeta, es legendario y novelesco. La
más antigua, atribuida sin fundamento a Herodoto, data del siglo V a.C. En ella, Homero es
presentado como el hijo de una huérfana seducida, de nombre Creteidas, que le dio a luz en
Esmirna. Conocido como Melesígenes, pronto destacó por sus cualidades artísticas, iniciando
una vida bohemia. Una enfermedad lo dejó ciego, y desde entonces pasó a llamarse Homero.
Curiosamente su nombre en Inglés significa: “El que vuelve (o añora) al hogar”.
Dante vivió errabundo y peregrino (como los héroes homéricos) por los casi últimos 20 años de
su vida. Su Trilogía, considerada la obra poética más grande de la historia del mundo, está
compuesta de 3 partes que cuentan con 34 versos cada una. Y lo más interesante de esto es
que las rimas van de 3 en 3. (El discípulo avezado a estudiar números será capaz de
comprender la intención del autor).
El mismo Dante dijo de La Divina Comedia en una carta a su benefactor de Verona, Can
Grande della Scala: "es un intento para liberar a los que viven la vida en un estado miserable, y
llevarles a un estado de felicidad."
Cervantes escribió su obra más reconocida en prisión, donde pasó 5 años de su existencia.
Pero la más importante en la línea que seguimos aquí es: “Viaje del Parnaso” de donde copio
las siguientes rimas por decir más que muchas páginas que yo pudiera escribir:
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y una guirnalda de laurel ponerme,
no envidiarían el bien decir de Aponte. Etc. Y sigue:
Dijo Mercurio: «Quiero que me nombres
desta turba gentil, pues tú lo sabes,
la alteza de su ingenio, con los nombres ».
En este breve artículo es imposible poder manifestar la grandeza y profundidad de las palabras
que todos estos autores nos legaron, pero sí podemos llegar a la conclusión de que todos ellos
fueron iluminados más allá de lo que generalmente se les pueda atribuir.
Y no podría dejar fuera del comentario a autores más modernos, autores que mediante escritos
mucho más ordinarios y humildes, como pueden ser los cuentos, aparentemente para niños,
fueron capaces de decir tanto como los mismos clásicos.
Entre ellos quiero destacar al gran Charles Perrault que nos legó entre otras leyendas a:
Con amor.
Αββα Εσικια
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MASONERÍA
La verdad
Ángel María Rico, 18º
Cualquiera que sea el concepto que utilicemos del término "verdad", lo que parece, prima facie,
indiscutible es que alcanzada la verdad sobre cualquier planteamiento moral o social, su
defensa se convierte en una virtud. Así Píndaro decía que la verdad es el fundamento de la
virtud más sublime.
Sin embargo, una mirada a la historia hace que nos planteemos una duda. ¿Puede la verdad, o
mejor dicho, la defensa de la verdad, convertirse en un concepto perverso? En principio
parecería que no. "La verdad os hará libres", escribió San Pablo. Pero debo convenir con Burke
que "Todas las verdades llevadas al extremo, se acercan al vicio inmediato". La defensa a
ultranza de "nuestra verdad" nos lleva inexorablemente al fanatismo, pues como señala
Castiello en su pugna contra Calvino "Hasta la más legítima de las verdades, si es impuesta a
otros por medio de la violencia, se convierte en un pecado contra el espíritu". Y este es el
peligro, pues como nos dice Santiago Ramón y Cajal, "la verdad es un ácido corrosivo que
salpica casi siempre al que la maneja".
Este planteamiento parece llevarnos hacia un callejón sin salida. Si es una virtud defender y
propagar la verdad, dentro de qué limites debo mantenerme para que esa virtud no se
convierta en algo perverso y corrosivo.
La respuesta debemos buscarla en las enseñanzas que recibimos en Masonería. Cuando nos
encontramos dentro de una Logia, nuestra mirada planea y se fija inexorablemente en su suelo
mosaico. Ese suelo de mosaico que representa el atrio del Templo de Salomón (como lo
representa el suelo mosaico de la catedral de Notre Dame) nos enseña que siendo infinitos los
puntos de vista desde los cuales puede considerarse la verdad, es siempre presuntuoso,
denotando fanatismo y estrechez de miras el hacerse juez de las opiniones ajenas. En realidad,
a nadie puede considerársele absolutamente en el error, y muy pocos son los que pueden
afirmar estar absolutamente en la verdad. El suelo mosaico nos enseña que la mayoría de las
opiniones que se expresan participan, en diferente medida, del error y de la verdad, siendo
tentativas y aproximaciones progresivas entre las dos polaridades. Helvecio nos dice que "la
verdad es una antorcha que luce entre las tinieblas, sin disiparlas".
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Podemos llegar así a una primera conclusión, la verdad llevada al extremo, conlleva a su vez la
tentación de imponerla a los demás. Y la imposición a los demás de una verdad, por más
legítima y absoluta que nos parezca, nos hará caer en uno de los grandes enemigos del
hombre, el fanatismo.
Pero es evidente que no debemos quedarnos aquí. Llegados a este punto nos hemos de hacer
un doble planteamiento. ¿Cómo ha de ser nuestra actitud en defensa de la verdad respecto a
nosotros mismos y respecto a los demás?
Nuestro compromiso con la verdad, como nos enseñó con su ejemplo nuestro maestro Hiram
Abi, ha de ser sólido y sin fisuras. Como decía Amiel "Seamos veraces: en eso consiste el
secreto de la virtud; en eso reside la autoridad moral; esa es la más elevada máxima del arte y
de la vida". Una vez que encontramos la verdad, nuestra conducta ha de ser de absoluto
compromiso con ella. Por eso, como nos señala Remy de Gourmont, "lo verdaderamente
terrible cuando se busca la verdad es que se encuentra", y es terrible porque una vez que se
encuentra nuestra vida ha de ponerse al servicio de ella.
Pero al examinar como hemos de conjugar nuestra intransigencia en el compromiso que cada
uno ha de tener con la verdad con la lucha que todo maestro masón ha de mantener contra el
fanatismo, como enemigo de la humanidad, llegamos a una segunda conclusión, solo el
ejercicio de la Tolerancia nos permitirá vencerlo y llevar la verdad a los demás.
El gran peligro de los fanatismos es su poder de seducción. La humanidad, que sucumbe ante
lo sugestivo, difícilmente se somete a los pacientes y justos que tratan de convencer de la
bondad de sus ideas, históricamente se ha sometido a los grandes monomaníacos que
tuvieron la osadía de anunciar "su verdad" como la única posible, y su voluntad, como la
formula de la justicia en el mundo.
Para abrir los ojos a los demás, como decía Aristóteles, no basta decir solamente la verdad,
conviene mostrar la causa de la falsedad. Y al fanatismo solo se le puede vencer desde la
tolerancia. Desde este punto de vista no nos quedaría suficientemente claro si la tolerancia es
un derecho o una virtud, pero desde un punto de vista masónico hemos de concebir la
tolerancia como un phatos, como un camino ético a seguir y que se extiende a todas las
opiniones no sólo a las religiosas.
Para que la tolerancia sea eficaz ha de operar, pues, sin obligación de reciprocidad, lo que
implica por su parte que la idea de reciprocidad no es consustancial al concepto de tolerancia.
Se debe ser tolerante siempre, y que el intolerante, el fanático, se vea enfrentado a la ley
cuando su actuación desborde los límites del bien común. He aquí el límite fundamental de la
tolerancia: el bien común.
Así la tolerancia es un arco que se asienta sobre los pilares de la razón y de la libertad. Decía
Nietzsche que "la verdad puede, es cierto, tenerse sobre un pie; pero sobre dos marchará y
hará su camino".
De este modo, la defensa de la verdad ante los demás se deberá hacer desde la tolerancia, es
decir, desde el máximo respeto a la razón y a la libertad. El respeto a estos dos principios en
defensa de nuestras ideas nos librará, en cualquier caso, de caer en la fácil tentación del
fanatismo, mal compañero que hemos de vencer primero en nosotros para después combatirlo
en los demás.
En definitiva, seamos indulgentes con los demás y severos con nosotros mismos, así oiremos
clara dentro de nuestra conciencia la voz de la verdad.
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MEDICINAS ALTERNATIVAS
HOMEOPATIA
Alfonso Sánchez Hermosilla
Como viene siendo habitual, tampoco se trata de una técnica reciente, aunque se ha venido a
considerar que fue el médico, químico toxicólogo, psiquiatra e higienista alemán Christian S.
Hannemann (1755-1843) su descubridor en 1810, fecha en que publica su obra “El Organon”,
considerada como la Biblia de la Homeopatía. Sin embargo, ya encontramos indicios de la
aproximación homeopática de la medicina en autores clásicos, tales como Hipócrates, quien
mantenía que “las mismas cosas que han provocado el mal, lo curan”, o Galeno, continuada
con la actividades de los espagiristas, como ya comentamos en el articulo sobre la Espagíria,
que tan pródiga fue durante la historia de la España durante la dominación árabe, y por lo
tanto, entroncada con la Alquimia, aunque para sus adeptos, no se trate más que de un “arte
menor”.
Consiste en tratar a los enfermos con remedios a dosis infinitesimales, es decir, muy pequeñas,
que si son suministrados a un sujeto sano en cantidades mensurables, le provocarían síntomas
similares a los que pretendemos curar en el enfermo. A esto se denomina Ley de las
Similitudes (Similia Similibus Curantur). Ni que decir tiene que antes de ser administrada
homeopáticamente, toda sustancia debe haber sido experimentada previamente en personas
sanas a dosis bajas y reiteradas.
LAS PATOGENIAS
La homeopatía considera que Patogenia es la descripción de los cuadros de síntomas que han
sido inducidos por determinada sustancia farmacológica activa en un sujeto sano.
Básicamente hay dos formas radicalmente distintas de tratar los síntomas de una enfermedad,
la forma alopática considera que un síntoma es algo que debe erradicarse, por el contrario, la
forma homeopática considera que los síntomas son una manifestación reactiva, y a la vez
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defensiva del organismo, por ejemplo, la fiebre pone en marcha una cascada de reacciones
químicas en nuestro organismo que facilitan la labor de las inmunoglobulinas, es decir, las
moléculas responsables de la inmunidad, de las propias defensas del enfermo, si bajamos
demasiado la temperatura corporal del paciente, dichas inmunoglobulinas dejan de actuar,
quedando a merced de la infección, y recordemos que no siempre los antibióticos son
adecuados, ni necesarios, pues si se trata de una infección viral, el antibiótico no sirve para
nada, y además, con los antitérmicos, las propias defensas del organismo no actúan contra el
virus (quien tenga oídos para oír, que escuche).
El médico homeópata observa pues los síntomas, pero analiza también las reacciones del
organismo al entorno, el carácter del paciente y su constitución, e investiga las causas que han
podido influir en la aparición de la enfermedad. La suma de síntomas observados y de las
patogenias experimentadas está recogida en “la Materia Médica Homeopática”.
El procedimiento básico consiste en comparar entre el cuadro clínico que presenta el paciente
y el de la patogenia. No debemos olvidar, sin embargo, el interrogatorio del paciente, así como
la exploración clínica, con el fin de obtener el diagnóstico sindrómico o nosológico, siempre útil
aunque no suficiente para elegir el remedio homeopático. Se precisa conocer, además del
cuadro clínico clásico y de los signos patognomónicos de la enfermedad, la forma de
reaccionar individual del paciente, sus ritmos biológicos, sus formas de agravamiento o mejora,
sus deseos, sus aversiones y sus preferencias. Como es habitual, se trata de una aproximación
terapéutica individualizada. Es decir, que aunque los remedios homeopáticos se vendan en las
farmacias, la cosa no es tan sencilla como contarle al mancebo (o al farmacéutico) de la
farmacia nuestros síntomas, y que él expida, (y cobre) tal remedio, en base a una tabla de
utilidades. Dicho error ya se comete en la medicina alopática occidental, a costa de unos
precios inaceptables, y no hablamos del valor económico de los medicamentos, con frecuencia
innecesarios, cuando no contraproducentes. En homeopatía, dicho error sería aún más grave.
• Las modalidades que se suman a los síntomas físicos y a los generales, es decir los
que se agravan o mejoran según circunstancias externas al enfermo, tales como el
calor, el frío, la noche, el día, el verano, etc. Pueden tener ritmo (circadiano, nocturno,
diurno), o depender del ambiente (calor, frío) de la posición (sentado, de pie, acostado),
del estado psíquico del paciente, etc.
• Los signos funcionales subjetivos según la sensibilidad del enfermo, tales como sus
deseos, aversiones, sintomatología sexual, del sueño, del apetito.
• Los signos etiológicos que no sean de causa infecciosa, sino circunstancial, tales como
miedos, impactos emocionales, factores psicógenos, climáticos, influencias alimenticias
o tóxicas, traumáticas, etc.
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JERARQUIZACIÓN DE LOS SÍNTOMAS
En homeopatía, para conocer el remedio más adecuado para un paciente determinado, los
signos deben ordenarse jerárquicamente, es decir, deberán ser ordenados según su
importancia relativa para el diagnóstico, que en esta técnica será por este orden:
La acción terapéutica, siempre sigue una trayectoria idéntica, comienza a sanar de dentro
hacia fuera, desde los órganos más importantes hacia los menos importantes, y siempre en
orden inverso a aquel en que se han presentado los síntomas, lo que suele producir una
sensación de bienestar general que manifiesta que estamos haciendo las cosas bien.
La concepción homeopática del ser humano el holística, global, es decir, la persona es un ser
espiritual, mental y físico, por lo que el tratamiento homeopático no se limita a eliminar la
enfermedad del cuerpo físico, sino que refuerza y armoniza la fuente de la energía, de la vida.
De forma experimental se ha comprobado que no todos los sujetos sanos reaccionan igual a
estímulos farmacológicos idénticos, mientras unos presentan pocos síntomas, incluso tras
suministrar dosis elevadas de determinada sustancia, la mayoría, presenta síntomas y
reacciones similares, y por el contrario, otros pocos, presentan un cuadro muy florido, completo
y vistoso. Este último grupo se denomina grupo sensible, en él, siempre se halla un común
denominador que abarca diferentes aspectos, el morfológico, el temperamental y las
tendencias mórbidas. Las características morfológicas son probablemente las más importantes,
o al menos, las más fácilmente evidenciables, por lo que han sido estudiadas por separado y
de forma detallada. La clasificación más aceptada de tipos, que por cierto, NUNCA se dan en
estado puro, es la siguiente:
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más características son las relacionadas con la nutrición, tales como la obesidad, la
hidrolipexia o retención de líquidos, la diabetes, gota, litiasis renal y hepática, artrosis,
eczemas crónicos, verrugas, hipertensión arterial, hipercolesterolemia y tuberculosis.
Los remedios más apropiados son la calcárea carbónica, magnesia carbónica, Natrum
Carbonicum, barita carbónica y Carbo Vegetalis.
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CÁBALA
Tema 8
JET
La Dinámica de la Vida,
Correr y Retornar
"Jet" es la letra de la vida (jaim, de la raíz jaiá, cuya letra más importante es jet). Hemos
explicado en jasidismo, que hay dos niveles de vida, "vida esencial" y "vida que vitaliza". Di-s
en si mismo, como si fuera, está en el estado de "Vida Esencial". Su poder creativo, que
permea continuamente toda la realidad es "vida que vitaliza". También en el alma judía: la
esencia de su raíz, por ser una con Di-s, posee el estado de "vida esencial". Por el otro lado, el
reflejo de la luz del alma que brilla abajo para dar vida al cuerpo, se experimenta físicamente a
nivel de "vida que vitaliza". Este segundo nivel, que es la vida como la conocemos en general,
se manifiesta como una pulsación, el secreto de "correr y retornar", "ratz vshuv".
De acuerdo con el Arí z"l", la letra jet está construida combinando las dos letras previas, vav y
zain, con una fina línea a modo de puente, conocida como el jatoteret ("joroba"). La nueva luz
que aparece con la unión de la vav -or iashar- y la zain -or jozer- es el secreto de "rondar" o
"sobrevolar", a la manera de "tocar sin tocar". La imagen de "sobrevolar" aparece en el mismo
comienzo de la Creación: "Y el espíritu de Di-s sobrevuela por sobre las aguas". La palabra
"sobrevuela" (merajefet) es la palabra número ochenta en la Torá. Es la primera palabra en la
Torá que es numéricamente múltiplo de veintiséis, el valor del nombre Havaiá (merajefet = 728
= 26 times 28). Veintiocho es el valor numérico de coaj, "poder". Así, el secreto último implicado
en el valor numérico de la palabra "sobrevolar", es "el poder de Di-s". En cabalá, esta palabra
es en particular, el secreto del poder Divino de redimir las 288 chispas caídas, que "murieron"
en el proceso de "ruptura de los recipientes" (merajefet es una permutación de met rapaj, "288
han muerto"). Los sabios nos enseñan, que el "espíritu de Di-s", se refiere aquí de hecho al
alma del Mashiaj (que se permuta en shem jai, "el nombre viviente").
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"Sobrevolando" está simbolizado en la Torá "como un águila que levanta su nido y sobrevuela
sobre su cría", como fue enseñado por el Maguid de Mezeritch. Para no aplastar al nido y su
cría, el águila sobrevuela sobre el nido mientras alimenta a sus pichones "tocando pero sin
tocar". El águila aquí es una metáfora de Di-s en relación con Sus hijos, Israel en particular y
toda la Creación en general. Si Di-s quisiera revelar completamente Su Absoluta Presencia o
retirar Su poder de re-creación continua, el mundo cesaría de existir instantáneamente.
Este estado de "sobrevuelo", "tocando sin tocar", es el principio del fenómeno de "vida que
vitaliza". Además, "tocando sin tocar" desde Arriba, refleja en si un "correr y retornar", en la
pulsación interna de toda criatura viviente. "Y las criaturas vivientes [jaiot] corren y retornan
como la aparición de un relámpago". No leas jaiot ("criaturas vivientes") sino jaiut, ("fuerza
vital").
La jatoteret, esa delgada línea sublime que conecta los dos componentes o facetas de la "vida
que vitaliza", es un tema en si misma. Está insinuada en: "Aquel que vive en la cima del
mundo", que es Di-s, "la Vida Esencial". En verdad, paradójicamente Su Esencia llena y
sostiene toda la realidad creada, mientras simultáneamente "sobrevuela" por sobre el nivel de
"sobrevolar" en si mismo, insondable y por encima de toda percepción humana.
FORMA
Una vav a la derecha, una zain a la izquierda, con un puente delgado y encorvado (jatoteret)
conectándolos por arriba.
Almas: La unión de tres socios: el padre (vav), la madre (zain), y Di-s (jatoteret, jupá).
· La danza matrimonial.
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Mundos: Amar a Di-s con el propio cuerpo físico.
· Resurrección de la muerte.
NÚMERO: Ocho
· Pluralidad tridimensional.
· Los ocho días de Januca - "La vela de Di-s en el alma del hombre".
· Origen del alma judía y su descenso a través de los siete cielos hasta la
tierra.
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TRADICIÓN
De hecho, los "Últimos Tiempos" actuales deben clausurar el gran ciclo cósmico de 64.800
años que los Hindúes denominan "Manvantara", o Era de Manú; más exactamente, el
Manvantara representa el ciclo de una humanidad de la cual el Manú es el regente. Además se
dice que nuestro Manvantara no es el primero, sino el séptimo del Kalpa, o ciclo de un Mundo,
y se añade que será seguido de los siete Manvantaras futuros. Consiguientemente, el próximo
"Fin de los Tiempos", corresponde exactamente al Centro temporal del Kalpa todo entero
puesto que se sitúa, por una parte, a: 7x 64.800 años=453.600 años de su origen y, por otro
lado, a: 7x 64.800 años de su final. De donde esta primera conclusión: ¡que el verdadero "Fin
del Mundo" no es para mañana! Y la segunda sería que la expresión "Últimos Tiempos"
significa: los últimos tiempos del Manvantara, bien entendido que la duración de estos "Últimos
Tiempos" varía según las diferentes tradiciones, como se verá en su momento; pero antes, hay
que responder a la objeción inevitable que se presenta aquí, a saber que los sabios modernos
atribuyen a nuestro mundo una edad fabulosa, pudiendo cifrarse por millardos de años, en
lugar de los 453.600 años que nos propone la doctrina de los ciclos. Esta discordancia se
explica sin embargo muy bien si, como he mostrado en otro lugar, se tiene en cuenta el hecho
de que para los Antiguos el tiempo era cíclico (o circular), mientras que, para los sabios
modernos, el tiempo sería rectilíneo. Partiendo de ahí se puede establecer una relación
matemática que permite pasar de la cronología cíclica tradicional a la cronología rectilínea
moderna, y viceversa: así queda desechada la objeción precedente. Pero, en este mismo
dominio, a saber, la duración del mundo, se encuentran aún otras opiniones que es preciso
señalar. Es así, por ejemplo, cómo ciertos exégetas nos proponen una interpretación literal de
la Biblia lo que les lleva a creer esto, sobre lo que es inevitable sonreír: “Según la cronología
bíblica, cronología digna de confianza, ¡Adán y Eva fueron creados el año 4026 antes de
nuestra era!" ("Despertad", 8-4-1969). Otros, por contra, toman muy en serio las cifras
fantásticas de la tradición hindú, pero René Guénon ha mostrado que los innumerables ceros
que en ella aparecen no tenían probablemente otro fin que extraviar a los curiosos. Por
añadidura, no hay en nuestro mundo del tiempo y del espacio, otro ciclo mayor que el Kalpa,
cuya duración global (comprendidos los siete Manvantaras futuros) sería en total de: 2 x
453.600 = 907.200 años. Los otros períodos más vastos que son considerados en la tradición
hindú deben entenderse en un sentido puramente simbólico, y no literal.
Según la tradición hindú, el Manvantara, o ciclo de una humanidad, se divide, sea en cinco
Grandes Años de 12.960 años cada uno, sea también en cuatro Edades de duración
decreciente (que son proporcionales a los números 4, 3, 2 y 1, cuyo total vale 10) y que
corresponden a las cuatro edades tradicionales de la tradición latina: Edad de Oro, Edad de
Plata, Edad de Bronce y Edad de Hierro. En cierto sentido, es pues esta última Edad de la
actual Humanidad, la Edad de Hierro de Ovidio y de Virgilio, que los Hindúes denominan el
Kali-Yuga (o Edad sombría), la que representaría el conjunto de los "Últimos Tiempos", en la
Biblia es el episodio de la confusión de lenguas el que marca el principio de éstos, mientras
que el Diluvio corresponde a la travesía cataclísmica entre el cuarto y el quinto y actual Gran
Año.
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Tal es pues la duración más larga que se puede considerar para los "Últimos Tiempos", a
saber, la de la Edad de sombra que es de 6.480 años. Pero la tradición griega, de la que
informa Hesíodo en Los Trabajos y los Días, subdivide esta última Edad en dos "Razas":
primero, la "Raza de los Héroes" (que pereció sobre los muros de Troya), después la "Raza de
Hierro" que habría comenzado hacia el año 1100 antes de nuestra era.
¿Se trata de la tradición judía? Entonces es al profeta Daniel al que hay que consultar: él nos
ha dado, en efecto, acerca de la estatua de pies de arcilla vista en sueños por el rey
Nabucodonosor, una buena descripción -simbólica evidentemente- de los "Últimos Tiempos".
Reaparece en este texto la sucesión de las cuatro Edades de los Antiguos, y yo he mostrado
(La Era futura y el Movimiento de la Historia) que las proporciones de las duraciones eran las
mismas, pero en sentido inverso, que las de las cuatro partes de la estatua. En cuanto a la
duración global de este periodo judío de los "Últimos Tiempos" (que Daniel no da), es
teóricamente de 2.592 años (o sea, 26 siglos en números redondos). Se trata, entiéndase bien,
de la totalidad del periodo hasta el "fin de los Días", y no solamente de la duración de los cuatro
"Reinos":
Caldeo (un siglo), Persa (dos siglos), Griego (tres siglos) y Romano (cuatro siglos), cuyo
conjunto representa el "Milenio pagano" al cual sucederá, con una intersección de alrededor de
un siglo, el Milenio cristiano del Apocalipsis. El principio del Ciclo de Daniel (o período de los
Últimos Tiempos en la Tradición judía) se sitúa a principios del siglo sexto a.C., y, coincide así
con el comienzo de la Historia clásica y se ve que su comienzo es más reciente que el de la
"Raza de Hierro" de Hesíodo. Nos resta, en fin, hablar de la tradición cristiana: aquí, ninguna
dificultad, puesto que según el Evangelio, los Últimos Tiempos han comenzado con la
Ascensión, cuando Cristo ha remontado al Cielo, y durarán hasta su Retomo, al "Fin de los
Tiempos". Los primeros cristianos han creído por cierto, durante mucho tiempo, que ese
Retomo del Cristo glorioso era inminente. Por el contrario, ciertos eruditos, e incluso teólogos,
han rechazado este evento último de la vida de la Iglesia hacia un porvenir lejano, si no
indefinible. La verdad, que puede deducirse de los textos escriturarios, y especialmente de la
profecía evangélica relativa a la destrucción de Jerusalén, así como del Apocalipsis de san
Juan, esta verdad es simple: la duración teórica de los "Últimos Tiempos" sería, para los
cristianos, de 2.000 años (o sea, del 30 al 2.030 aproximadamente). Estos 2.000 años
representan pues el final de la Edad sombría hindú (o Edad de Hierro de los Latinos), y
consecuentemente, del Manvantara todo entero.
En resumen, el próximo "Fin de los Tiempos" vendrá a clausurar (hacia el año 2.030 de nuestra
era), no solamente los 2.000 años de historia de la Iglesia, sino también los 65 siglos de la
Edad de Hierro y al mismo tiempo los 65 milenios (en números redondos) de la presente
Humanidad; ¡pero eso no será el "Fin del Mundo”! Por otra parte, hay que saber que los
períodos cada vez más cortos que representan los "Últimos Tiempos" pueden subdividirse a su
vez en fases secundarias, de modo que, poco a poco, lo que se puede aún llamar "Últimos
Tiempos" queda limitado hasta reducirse a algunas decenas de años.
El "Fin de los Tiempos" se situaría así, como acabo de decir, en los alrededores del año 2.030
de nuestra era, luego en un porvenir relativamente próximo: no se dejará sin duda de objetar, a
este respecto, o bien que esta fecha es puramente imaginaria, o bien, al contrario, que se trata
de un "secreto" que no habría debido ser desvelado.
Lo que puede responderse, es que esta fecha no es secreta desde hace mucho tiempo. Sin
remontarnos hasta los Padres de la Iglesia que atribuían ya 2.000 años de vida a la Iglesia,
haré notar que el "Fin de los Tiempos" ha sido anunciado muy claramente, explícitamente, en la
"Profecía del Rey del Mundo" publicada por el escritor F. Ossendowski, en su libro "Bestias,
Hombres y Dioses" (Ed. Plon, París, 1923). Esta profecía, de origen mongol, decía, en efecto
esto: "en el año quincuagésimo (tras el 1891), solamente tres grandes Reinos aparecerán, que
perdurarán durante 71 años. A continuación, habrá 18 años de guerras y de destrucciones.
Entonces los pueblos de Agharti saldrán de sus cavernas subterráneas y aparecerán sobre la
superficie de la tierra.
Ya que la última fase designa el "Fin de los Tiempos", se ve que la fecha de este sería:
1891+50+71+18=2030.
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Por otro lado, la Profecía de los Papas, llamada de "san Malaquías", cuya clave numérica
(basada sobre el número 111) ha sido encontrada por Raoul Auclair, daría: 1143+8 veces
111=2031.
Se puede concluir que tal es la fecha aproximada del "Fin de los Tiempos", y se convendrá en
que es prodigiosamente optimista y que su divulgación no puede trastornar a nadie, ¡muy al
contrario!
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NOTICIAS
Las bases establecen que pueden optar al premio poemarios inéditos, escritos en español o en
inglés, o traducidos a uno de estos dos idiomas, y cuya extensión no sea inferior a los 600
versos ni superior a los 1.300.
La temática versará sobre poesía mística, es decir, «aquella que expresa los valores
espirituales del hombre en su honda significación religiosa», según establecen las bases.
Fernando Rielo dijo en la sede de la UNESCO en París en 1985 que «la poesía es forma de
una cultura que pasa por una espiritualidad insobornable; privada de este paso, no puede
darnos el fruto de la paz».
Los originales deberán ser presentados por su autor/a en un sólo ejemplar impreso o
mecanografiado, debidamente cosido o grapado, acompañado además, si ello es posible, del
disquette o de su envío por correo electrónico.
En la portada o primera página deberá llevar el título de la obra, el nombre del autor/a, su
dirección postal, electrónica si la tuviera, y teléfono. Consecuentemente se prohíbe el uso de
plica y pseudónimo.
La Fundación Fernando Rielo tiene por objetivo principal promover mundialmente la cultura, el
arte y el pensamiento, en sus diversas disciplinas, y en particular la poesía mística, así como el
encuentro de las diferentes culturas y tradiciones. Medios para lograrlo son: la creación de
premios, becas y ayudas que sirvan al fomento de la actividad cultural y, en particular, la
literaria; publicar libros y revistas a través de su editorial; difundir la lengua y cultura españolas.
Fernando Rielo, pensador, filósofo, hombre de gran cultura y fuerte espiritualidad, fundó en
1959 un Instituto religioso, los Misioneros Identes, que cuenta con unos setenta centros en
veinticinco países.
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WEBS y ENTIDADES COLABORADORAS
Antonio Galera Gracia: www.agalera.net
Logia Fraternidad Mediterránea N. 94: http://usuarios.lycos.es/fm94/
Lista/Foro Masones Regulares: http://www.geocities.com/masones_regulares
Círculo de Estudios Alquímicos: http://groups.msn.com/httpestudiosesotericosmsncom
consultas@revistahermetica.org
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