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REVISTA DE ESTUDIOS TRADICIONALES DE OCCIDENTE Y ORIENTE

Hermetismo, Cristianismo, Alquimia, Cábala, Temple, Rosacruz, Masonería, Sufismo, Poesía


Mística, Budismo, y Simbolismo.

Junio de 2005 _- _Número: 18_ -_ 4.891 Suscriptores

WEB: www.revistahermetica.org SUSCRIPCIÓN: hermetica-alta@eListas.net

Hermética SUMARIO
DIRECTOR : • Editorial
José Antonio Mateos Ruiz • Misticismo: PEREGRINO DE LAS NIEVES
REDACCIÓN: Emmanuel Muheim
Miguel Sánchez Lidón
• Yoga: LA PUERTA SECRETA DE LOS
ADMINISTRACIÓN: SACRAMENTOS DEL VERDADERO YOGA. 6 Parte.
Ángel Gaspar Celdrán
Antonio Galera Gracia
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• Alquimia: EL HERMETISMO EN LOS CUENTOS.
HISTORIA Abba Esikia
Antonio Galera Gracia
MASONERÍA • Masonería: LA VERDAD.
Alberto Nicolás Rodríguez Bozicovich Ángel María Rico
MEDICINAS ALTERNATIVAS
Alfonso Sánchez Hermosilla • Medicinas Alternativas: HOMEOPATIA.
DERECHO CANÓNICO
Alfonso Sánchez Hermosilla
Pedro López Martínez
SIMBOLISMO • Cábala: JET. Tema 8. Autor: Rabino Itzjak Ginzburgh
Alejandro de Seleukis
Ampliación: Eduardo Seleson
ALQUIMIA
abba Esikia • Tradición: LOS ÚLTIMOS TIEMPOS SEGÚN LA
DOCTRINA TRADICIONAL DE LOS CICLOS
COLABORADORES
CÓSMICOS.
Mari Carmen López Quiles Gaston Georgel
Luis Alcaina Guzmán
Eduardo Seleson • Noticias
Baltasar Almagro

Cartas al Director
Las opiniones expresadas en los artículos representan el punto de vista
director@revistahermetica.org
de su autor y no necesariamente el de la Revista.

1
EDITORIAL

Pronto podremos ver en el cine la conocida y polémica novela de Dan Brown, El Código Da
Vinci. La película estará dirigida por el director Ron Howard (Apolo 13). Esta novela apoyada
con una intensa campaña de marketing ha vendido en algo más de un año más de seis
millones de ejemplares.

La mayor parte de los argumentos en los que se apoya la trama de El Código Da Vinci, no son
nuevos ni originales, pues prácticamente están tomados de algunas especulaciones pseudo-
esotéricas y pseudo-históricas expuestas en otros libros como por ejemplo El Enigma Sagrado.
Este libro, escrito por Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, fue publicado en 1981 y
empleado como guión de un programa de televisión de la BBC. Calificado de hecho real, fue
ridiculizado y tomado como trabajo de mera especulación, lleno de suposiciones infundadas y
basado en documentos fraudulentos. La descripción que hace Brown de María Magdalena
procede del trabajo de Starbird, en especial, de The Woman with the Alabaster Jar (traducida
en castellano como María Magdalena ¿la esposa de Jesús?), que la misma autora califica de
“ficción”.

Los personajes de la novela parecen estar moviéndose sobre hechos reales, basados en
trabajos de investigación y en opiniones de historiadores y expertos. Pero debemos decir
claramente que todas las referencias que se hacen al tema del Grial, al Priorato de Sión, al
culto de las diosas en el mundo antiguo, Jesús y Maria Magdalena, el Opus Dei, la geografía
de París o incluso los datos relacionados con la vida de Leonardo da Vinci no son otra cosa
que extravagancias y especulaciones erróneas que no se mantienen en pie.

El secreto más importante, por supuesto, se refiere a Jesús y a María Magdalena. Los
personajes de Brown afirman con frecuencia que el conocimiento tradicional cristiano de la vida
de Jesús y de su ministerio es falso. Esto significaría que el Nuevo Testamento, y la base de
ese conocimiento, no merecen ser considerados como fuente de información fiable.

Parece que el papel de Jesús al venir a este mundo, fue el de predicar un mensaje de paz,
amor y unidad humana, y para plasmarlo, tomó como esposa a María Magdalena y le confió el
liderazgo de este movimiento. En el momento de la crucifixión, ella estaba embarazada del hijo
de ambos.

Hay que ser ciertamente ignorante o esconder ciertas intenciones obscuras contra el
cristianismo como para reducir la Misión y la Divinidad de Jesucristo a la de un simple líder
político y social. Un maestro de la paz y el amor.

De la manipulación y tergiversación histórica de este libro, pondremos tan solo un ejemplo, ya


que referirnos a la totalidad de los errores históricos, esotéricos o doctrinales que contiene
sería demasiado extenso y complejo. Pero refiriéndonos a alguno de ellos, como: ¿Existe
alguna tradición fundamentada que considere a María Magdalena y a su descendencia como el
Santo Grial? ¿Qué hay de cierto en implicación de los Caballeros Templarios y del Priorato de
Sión en todo ello?

Las referencias erróneas de Brown sobre los Caballeros Templarios y el Priorato de Sión están
tomadas de los libros El Enigma Sagrado y La Revelación de los Templarios.

2
Aunque históricamente existió un Priorato de Sión fundado por Godofredo de Buillon en
Jerusalén, en el año 1099. No es realmente este Priorato de Sión histórico la organización que
él describe. Los documentos que cita, junto con la famosa lista de grandes maestres, que
incluye a Víctor Hugo y, por supuesto, a Leonardo, son unas falsificaciones introducidas en la
Biblioteca Nacional Francesa, hacía finales de 1950.

Existen pruebas evidentes de que este Priorato de Sión surgió en Francia antes de la Segunda
Guerra Mundial. Se trataba de una organización derechista dedicada a luchar contra el
gobierno establecido. El hombre que estaba detrás de esta organización se llamaba Pierre
Plantard. Plantard era un «antisemita» que luchaba por «purificar y renovar» Francia. A
mediados de 1950, Plantard comenzó a proclamar que era el heredero del trono francés por la
línea merovingia. Creó una asociación llamada el Priorato de Sión, distribuyó por las bibliotecas
y por los archivos franceses ciertos documentos falsos que acreditaban su antigüedad y
propagó el mito de la «descendencia real de Jesús».

En un artículo de Laura Millar en el The New York TImes, del 22 de febrero del 2004 dice lo
siguiente:

«Por último, la veracidad de la historia del Priorato de Sión se reduce a un alijo de recortes
y documentos sin firma que, hasta los autores de Holy Blood, (que en francés puede sonar
como sang-real, Saint Graal o) Holy Grial (El enigma sagrado) insinúan que fueron introducidos
en la Biblioteca Nacional por un hombre llamado Pierre Plantard. A comienzos de 1970, uno de
los colaboradores de Plantard confesó haberle ayudado a fabricar el material, incluidos los
árboles genealógicos que acreditaba a Plantard como un descendiente de los merovingios (y,
posiblemente, de Jesucristo), además de una larga lista de «grandes maestres» del anterior
Priorato. Este claramente absurdo catálogo de célebres estrellas de la intelectualidad como
Boticelli, Isaac Newton, Jean Cocteau y, naturalmente, Leonardo, es la misma lista que Brown
pregona, junto con el supuesto pedigrí del Patronato, en la presentación de El Código Da Vinci
bajo el encabezado de «Los hechos». Por cierto, se demostró que Plantard era un
empedernido granuja fichado por fraude y afiliación a grupos de ultra-derecha y de lucha
antisemita. El auténtico Priorato de Sión era un grupo reducido e inofensivo de amigos con
idénticas ideas creado en 1956.

«El fraude de Plantard fue desmantelado por una serie de libros franceses y un
documental de la BBC de 1996, pero, curiosamente, esa serie de sorprendentes revelaciones
no han resultado ser tan populares como las fantasías de Holy Blood, Holy Grial (El enigma
sagrado) y, en este caso, como El Código Da Vinci».

Sin embargo, sí existieron los Templarios, como Orden fundada en Tierra Santa en el año
1118. Los Caballeros, llamados también Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de
Salomón, eran una orden monástica de monjes-caballeros. Eran «monjes» en el sentido de que
hacían votos –especialmente, el de proteger los Santos Lugares y el recorrido de los
peregrinos– y vivían la obediencia a una regla que marcaba sus obligaciones religiosas (Misa y
oración diarias, dirigidas por sacerdotes de la Orden) y las exigencias de su comportamiento
como caballeros:

¿Inventaron y propagaron los Caballeros Templarios la arquitectura gótica como un medio de


transmitir la importancia de la «divinidad femenina»? No existen datos que impliquen a los
Caballeros Templarios en la arquitectura, excepto para la construcción de sus propias iglesias.
Las construcciones góticas están cargadas de simbolismo, pero no hay nociones de una
imitación explícita y deliberada de la anatomía femenina (sin embargo, sí copian la forma de la
cruz en su formación).

La única divinidad femenina que el Temple reconocía era la de la Virgen Maria, “Nuestra
Señora”, no había más devoción femenina que esta, pero Brown parece ignorarlo totalmente.
Durante cientos de años, la Virgen María ha desempeñado un papel vital en el pensamiento
cristiano, en la oración y la piedad.

3
Cuando Brown afirma que el cristianismo ha reprimido el culto a lo «sagrado femenino», pone
en evidencia su ignorancia hacia el culto de María en la cristiandad católica y ortodoxa. Así
como su escaso conocimiento de la Iglesia Católica. Solamente hay que ver la imagen absurda
y lamentable que ofrece del Opus Dei. La catedral de Notre-Dame de París no se llama así por
mera casualidad.

Los disparates de esta novela parecen no tener límite, como muestra de ello tenemos las
prácticas mágico-sexuales que atribuye al Priorato de Sión. Cuando en realidad estos rituales
son propios de grupos y sectas de carácter luciferino, satánico o brujería wicca. Los ritos de
una Orden cristiana y católica como era el Priorato de Sión fundado por Godofredo de Buillon
en Jerusalén nada tienen que ver con estas ceremonias para mentes calenturientas.

Toda la argumentación que persigue El Código Da Vinci es que el cristianismo, tal y como lo
conocemos, es una maquinación, y que la verdad ha sido suprimida por la Iglesia Católica.
Pero todo parece indicar que Brown, su obra y sus grandes campañas de marketing ocultan
oscuros e inconfesables intenciones ideológicas, políticas, sectarias o esotéricas.

Parece que los tiempos actuales son fértiles para que algunos mediocres malintencionados,
pastores de la mentira, triunfen cada día en sus púlpitos ante auditorios dispuestos a escuchar
la descripción y revelación de los más sorprendentes “misterios y secretos” inventados,
manipulados o simplemente inexistentes.

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MISTICISMO

PEREGRINO DE LAS NIEVES


EMMANUEL MUHEIM

Un bosque brumoso. Nevado. Una nieve muy suave que acababa de posarse sobre las hojas
con una ligereza, como excusándose. Una nieve que se quisiera como desapercibida para no
desencadenar el invierno.

Avanzábamos mi mujer y yo, al azar de nuestros esquís, en una realidad transportada. Por el
silencio.

Único signo de que un movimiento era todavía posible, el derrumbe de la nieve que, desde una
rama, un pájaro negro a veces provocaba.

Avanzábamos en una espera.

El bosque en una rasante se abrió, y la claridad de una imagen apareció. Digo bien, una
imagen. Una imagen nacida de mi más lejana infancia, de no sé yo que lectura o ensueño. Una
imagen de muy lejanos tiempos: la Santa Rusia.

Si, dentro de la niebla, más espesa al estar libre de árboles, una iglesia, pequeña, blanca,
redonda, apenas descubría sus muros; su bulbo de oro despegado, como elevado – ¿por qué
manos de ángeles?– y revestido todavía de su sol extinto.

Una imagen que iba seguramente a borrarse.

Pero la puerta se abrió. Y el starets apareció. Su presencia restableció la verticalidad del


Mundo.

5
II

El hombre con su sayón avanzó. Una palabra de bienvenida. Se ocultó, nos hizo entrar. En la
capilla.

El silencio. De una inmediata densidad.

Se mantuvo de pié, inmóvil ante el altar. Yo percibía en la penumbra algunas franjas doradas,
algunos fragmentos de pinturas. Permanecimos allí de pié. Él oraba. Se volvió, sonrió, nos hizo
entrar a través de una puerta muy baja y un pasillo estrecho a una habitación bastante amplia.

El olor. Un olor de piedras impregnadas de frialdad de humedad de nieve. Un olor de pan, de


leche cuajada. Un olor de invierno rural.

Una gran mesa, dos o tres sillas, un banco. Un fogón de cocina de hierro negro, astillas de
madera blanca cuidadosamente apiladas. Paredes limpias, pobres. Un piso mal igualado.
Sobre un estante, una simple tabla, libros.

Es todo.

Avivó el fuego, nos preparó un té, dispuso pan, queso. Sus gestos eran lentos, precisos.
Hablaba. Apaciblemente.

Vivía allí, a mil ochocientos metros de altitud. Sabía que a partir de mañana permanecería
aislado del valle durante varios meses.

De reojo yo miraba sus libros: La Biblia, cinco o seis Padres griegos de la Iglesia, maestro
Eckhart, algunos místicos musulmanes. Eso es todo.

Por encima del estante un icono.

Él estaba allí, sólido en su envoltura de soledad de la que no parecía en absoluto defenderse,


sino que más bien le dejaba tan cómodo en sus respuestas como en su cuestionamiento.

Estaba allí desde hacía varios años, guardián de una fuente milagrosa, objeto de
peregrinaciones de verano y de paseos. Parecía acoger a unos y otros tranquilamente, y
preferir el invierno.

No era ni sacerdote, ni monje de ninguna orden.

Él estaba allí.

Eso es todo.

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YOGA

LA PUERTA SECRETA DE LOS


SACRAMENTOS DEL VERDADERO
YOGA

Antonio Galera Gracia

Parte 6ª. EL VIAJE.

En el año 1964, con ánimo de llegar a conocer directamente de boca de practicantes de otras
religiones que no fueran la católica, pues yo estaba convencido entonces, y todavía hoy sigo
estándolo, de que las diferentes religiones que pueblan el mundo han de ser un abrazo y no un
muro que las separe, me propuse recorrer el vasto territorio de China.

Con sólo una mochila a las espaldas, poco dinero y mucha ilusión, estuve conviviendo y
escuchando a bozos, viví luego en una cueva con unos ermitaños que me enseñaron la religión
de Confucio mientras tocan un instrumento musical llamado "qin".

Más tarde, y después de andar kilómetros y kilómetros por caminos solitarios, me dirigí hacia la
región tibetana de Lhassa, donde en el monasterio de Sera fui acogido, no como aspirante a
monje, sino como oyente y asimilador de conocimientos, pues era por entonces reglamentario
en esta religión admitir tanto a los que aspiraban a ser monjes como a los que querían seguir
manteniendo su condición de laicos. La única diferencia que existía entre el ingreso de unos u
otros, era que en la admisión de los aspirantes a monjes se llevaba a cabo una compleja
ceremonia llamada «prarajyra», que en nuestra lengua quiere decir: «salida», que simbolizaba
la salida de este mundo. Allí tuve el honor de conocer, en una de sus muchas visitas al
monasterio, al actual Dalai Lama, cuyo nombre religioso era: Jetsum Jambel Ngawang Losang
Yesthe Tenzin Gyatso, que había asumido el poder civil y religioso el día 17 de diciembre de
1950, y también al Lama Thubten Yeshe, un Lama muy conocido en España por haber dado ya
varias conferencias.

Después de nueve meses de estar compartiendo monasterio y de recibir las enseñanzas de los
pacientes y sabios lamas, dejé la apacible ciudad de Lhassa y me dirigí hacia la India.
Directamente hacia la región de Bihar, donde los budistas, mediante sus clases, me habían
dicho que el Buda había recibido allí en su juventud enseñanzas de unos hombres santos
conocidos como brahmanes que habitaban por aquellas tierras. Parece ser, y según me
contaron, que el padre de este príncipe no quería que su hijo tuviera contacto con las miserias
humanas, y para ello lo rodeó de todo lo más hermoso que estaba a su alcance. Pero
Siddharta —que así se llamaba el príncipe que más tarde alcanzó la iluminación—, saliendo un
día de palacio vestido con ropas vasallas llegó a ver el sufrimiento ajeno, supo de la
enfermedad y de la muerte. Acto seguido abandonó el palacio y se dirigió hacia la región de
Bihar, donde se quedó a vivir con un brahman que le enseñó a vivir ascéticamente, y le dijo
que la verdad que él buscaba solamente podría encontrarla dentro de su corazón. Según se
cuenta, Siddharta tenía veintinueve años cuando decidió comenzar a recorrer los caminos para

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buscar la verdad, y aún pasó otros seis años recorriendo la India, buscando esa serenidad que
tanto admiraba en el brahman que había sido su precursor. Por fin, en la soledad de una
noche, cuando se encontraba prácticamente al borde de la desesperanza, bajo las ramas de un
árbol, Siddahrta Gautama fue iluminado y con la fuerza de la verdad, el Buda comenzó su
camino de predicación a la buena gente que encontraba a su paso. Su verdad era sencilla,
nada hay de permanente en el Universo cambiante, en un Universo en el que nuestros actos, y
los dioses, nos premian o castigan con un nuevo nacimiento en el que nuestro ser,
transmigrado, alcanzará un estado más perfecto o más imperfecto, según los méritos de
nuestra propia vida, según haya sido de triunfal nuestra lucha contra los anhelos y las
pasiones... Pero quizás sea más grato para vuestros ojos y sentidos, conocer esta misma
historia a través de un fragmento del poema llamado «La Luz de Asia». Poema que fue escrito
por el inglés Sir Edwin Arnold en el año 1879, una de las mejores biografías en poesía que han
sido escritas sobre el Buda:

En esta soledad silvestre una vez más


vivía Buda, meditando sobre las penas humanas,
el camino del destino, las doctrinas de los libros,
las lecciones de las criaturas de la espesura,
los secretos del silencio de donde todo viene,
los secretos de las tinieblas a donde todo va,
la vida que queda, en el medio, como el arco que se lanza
de nube en nube a través del firmamento,
que tienen neblinas para su mansión y fuentes vaporosas,
disolviendo de nuevo en la nada su color tan hermoso
de zafiro, granate y gris opaco.
Luna tras luna estaba nuestro señor sentado en el monte,
meditando tanto que a menudo
se olvidaba de comer, levantándose de sus pensamientos
prolongados después del alba y del anochecer,
viendo su taza vacía. Comía por fuerza
frutas silvestres caídas desde las ramas
sacudidas por algún mono charlatán
o por algún pájaro. De este modo se debilitó
su gracia; su cuerpo, sostenido por la fuerza del alma,
perdió día por día las treinta y tres señales,
que testificaban al Buda. Apenas la hoja,
cayendo seca y marchita a sus pies
desde el roble, tenía menos parecido
con el suave verdor de primavera que el de sí mismo,
que era la flor principesca de todo su tierra.

Tres días estuve recorriendo la región de Bihar. Buscando sin descanso y con mucho interés a
uno de estos santos hombres cuya identidad era conocida entre sus correligionarios con el
nombre de brahmanes.

Un día, recuerdo que estaba amaneciendo, en un solitario lugar, que se encontraba casi en el
corazón de un bosque, a la puerta de una miserable casa construida con barro y cañas de
bambú, vi a un hombre que, si no hubiera sido por un modesto turbante azul, hubiera estado
completamente desnudo. El hombre estaba sentado sobre el suelo de una limpia terraza, al
aire libre, tenía las piernas cruzadas, las manos sobre las rodillas y los ojos cerrados. Sin duda
era un hombre santo que estaba meditando. Y con tanta devoción lo estaba haciendo que ni
siquiera reparó en mi presencia.

En muchos lugares de la India había visto, e incluso había participado con ellos, en ceremonias
públicas donde se reunían un número considerable de fieles para cantar el mantra Hare
Krishna, Hare Hare... En estas ceremonias cuanta más gente haya, mejor. Pero lo que nunca
había visto era un yogui en la más completa soledad y totalmente desnudo, a pesar de que el
libro sagrado del Bhagavad gitâ dice de manera categórica que para practicar el yoga de la
meditación, hay que retirarse a un lugar santo aislado. Es decir, en el caso de los yoguis
hindúes viven en soledad y en lugares que ellos mismos eligen porque son telúricos.

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No quiero dar la sensación de que era la primera vez que veía a alguien en la posición de la
honorable meditación, no. Ya en el monasterio de Sera, en el Tibet, de donde provenía, había
visto, mientras conviví con ellos, a muchos monjes en esta posición, pero nunca desnudos
completamente. Ya que allí, la religión de los pueblos tibetanos está toda ella fundamentada en
la religión india, que en el Tibet adquiere formas especiales de doctrinas y prácticas,
combinadas con una serie de elementos indígenas. Del Budismos antiguo, los tibetanos
aceptan el código de moralidad básico y el Vinaya, que sientan las bases generales del tipo de
vida laico y monástico. Las doctrinas del Mahayana constituyen el marco filosófico y doctrinal, y
el Vajrayana ofrece una completa gama de recursos MEDITATIVOS y rituales que son
respetados y considerados como los más efectivos para progresar hacia el estado de
iluminación y conseguir beneficios espirituales y terrenales. De forma que, aunque sus
sentimientos religiosos están basados en el valor de la vida monástica que fue concebida
durante los primeros tiempos del budismo, no dejan de considerar como muy importante los
ideales indios del Mahayana y del Vajrayana, es decir, los del bodhisattva y los del gogui
consumado cuyo objetivo último es alcanzar el estado de iluminación.

Quizás sea bueno, antes de seguir con nuestro tema, que os dé a conocer la relación que la
religión budista tiene con los seres humanos, y los beneficios que obtiene del yoga. Y, tal vez,
para que no sean mis palabras, siempre iletradas en estos temas, las que os hablen, sería
bueno, como ya hicimos anteriormente con la conferencia dada por el ilustre maestro
Bhaktivedanta Swami Prabhupada, en el Comvay Hall de Londres, transcribir ahora
literalmente una de las conferencias que mi querido maestro el Lama Thubten Yeshe impartió
el día 30 de septiembre del año 1983 en Ginebra (Suiza). Lo hago así porque estoy seguro de
que sus palabras os darán a conocer la relación que el budismo tiene con relación a los seres
humanos, y sus diferentes logros conseguidos a través de la meditación y del pensamiento:

El budismo nos hace ver que los seres humanos tenemos unas cualidades muy
elevadas, especialmente, la intuición y la capacidad intelectual. Según el punto de vista
budista, el proceso de crecimiento del ser humano es diferente al de un vegetal. Se nos
explica también que la conciencia humana es fundamentalmente pura y clara, que el
núcleo del ser humano es la conciencia y no el cuerpo físico y que si en nuestra vida
nos sentimos felices o desdichados depende de la interpretación que haga nuestra
propia conciencia: si creemos que nuestra vida es miserable, ésta se vuelve miserable.
Todos los problemas humanos son creados por la mente, no son enviados por Dios ni
por Buda.

Si somos capaces de hacer de nuestra vida un desastre, también somos capaces de


solucionar nuestros problemas. No es correcto pensar: «mi problema es tan grande
como todo el Universo, abarca el cielo, el espacio todo. Así pues, hasta que destruya el
sol y la luna, no podré acabar con mi problema». Esto es erróneo. Cada uno de
nosotros hemos de reconocer que somos responsables de nuestras acciones, de
cuerpo, palabra y mente, así como de solucionar nuestros propios problemas. No
debemos culpar a nadie más.

La mayoría de los problemas que tenemos son intelectuales, ya que estamos


demasiado involucrados con el intelecto y el razonamiento. Por supuesto, hay
problemas que vienen de la intuición, pero la raíz de la mayor parte de ellos, como los
desequilibrios emocionales y la ansiedad, están en el intelecto. Siempre estamos
intelectualizando y éste es nuestro gran problema.

De pequeños no tenemos problemas políticos, ¿verdad? Pensadlo. En nuestra mente


no existen problemas políticos. Cuando somos pequeños tampoco tenemos problemas
económicos ni con la sociedad, porque aún no estamos preparados, aún somos
demasiado jóvenes para los conflictos del «ego», para poder intelectualizar. Tampoco
existen a esa edad conflictos religiosos, ni insatisfacción espiritual, ni conflictos
filosóficos o racistas. Un bebé no tiene problemas intelectuales. Cuando empezamos a
crecer, empezamos a intelectualizar. Lo intelectualizamos todo: ¿quién es ése? ¿Quién
soy yo? ¿Cómo debería identificarme? ¿Cuál es mi arquetipo más significativo? El ego
siempre quiere algo con lo que identificarse, algo para sostenerse, algo donde
agarrarse. Nos cuesta trabajo ser naturales. Somos totalmente «artificiales» y,
consecuentemente, nos sentimos confusos e insatisfechos.

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Podéis ver que la mayoría de los problemas que tenemos los seres humanos en este
mundo moderno, surgen de las relaciones conflictivas con los demás: los hombres
tienen problemas con las mujeres, las mujeres con los hombres. Todos ellos surgen de
nuestra intelectualización, de nuestros juegos intelectuales y no de la intuición.
Concebimos las cosas a través de nuestros conceptos intelectuales: «Este es el mejor
objeto al que puedo agarrarme, ¡si no lo consigo me suicidaré! Todo lo demás no es
real para mí, sólo ese objeto es mi realidad».

Nuestro problema es que usamos nuestro intelecto de una manera innatural, somos
poco prácticos y no permanecemos en contacto con la realidad. Al estar engañados,
cuando describimos una manzana decimos: «tiene ésta y aquélla cualidad; es
fantástica; tiene un color muy bonito; es maravillosa, y por eso me gusta». Describimos
estas cosas de una forma tan exagerada que acabamos con una mente enferma,
puesto que, fundamentalmente, esto son fantasías. A la manzana le añadimos nuestra
propia proyección fantástica y esto hace que nos sintamos desdichados e insatisfechos
con el objeto verdadero. La razón por la que nos sentimos insatisfechos con el objeto
«manzana», es que solamente hemos tenido en cuenta nuestra proyección fantástica
de ella, no hemos sido realistas.

Según el budismo, tenemos la capacidad para examinar nuestra propia mente, para
ver si estamos pensando de manera positiva o negativa, si estamos haciendo
proyecciones fantásticas o no. Somos capaces de hacerlo. Como sabéis Buda significa
«complemento desarrollado» y todos nosotros tenemos el potencial para desarrollar
errores y pensamientos contaminados.

Somos competitivos; nos valemos de la sociedad, de nuestro país y de los demás.


Todos estos problemas surgen de la intelectualización, de ser artificiales y de pensar
«yo quiero», «yo quiero». De esta forma, nos vamos volviendo cada vez más infelices.
¿Comprendéis? Muchas veces nos volvemos extremistas y desdichados, sin control
alguno sobre nosotros. Si construimos una fantasía para sostener nuestra propia
imagen, entonces llegaremos a un punto en el que ya no es posible seguir adelante
con ello y nos ahogaremos en nuestro propio mundo de ilusión. No podremos salir de
allí, será algo demasiado difícil.

Así pues, sugiero que antes de que nos llegue esta tremenda confusión, vayamos
intentando eliminarla poco a poco y dejemos que nuestra situación sea cada vez mejor.

Debemos preguntarnos si tanta intelectualización nos beneficia o no. Desde el punto


de vista del budismo, en vez de dejar que el intelecto nos domine totalmente, debemos
aprender a utilizar nuestra sabiduría, nuestra discriminación y analizar si esto vale o no
la pena.

Los problemas de la sociedad, los del mundo entero y los de cada uno de nosotros
surgen de nuestra intelectualización sobre las cosas; son creados por el «ego», no son
algo natural. Al decir esto, me refiero a que, cuando nacemos, cuando somos
pequeños, no las tenemos y tampoco cuando morimos.

En el budismo tibetano utilizamos la MEDITACIÓN para que nos ayude a poder ver de
manera limpia y clara lo que está pasando a nivel convencional: nuestros conflictos del
ego. La MEDITACIÓN nos permite ir más allá de las emociones y de los conflictos del
ego para poder ver lo que realmente sucede en nuestra mente, como si mirásemos un
objeto desde fuera.

El budismo nos dice que todos los seres humanos diariamente tenemos problemas
emocionales y obsesiones causadas por conflictos del ego; pero también tenemos la
capacidad para ir más allá de ellos y poder ver con claridad. Ya que tenemos esta
capacidad, no debemos pensar: «Estoy totalmente confuso, mi naturaleza es esta
misma confusión. No hay forma de ver con más claridad». Esta es una actitud errónea,
y nos hace infravalorar nuestra calidad humana.

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El budismo es humanista, es un tipo de religión científica que tiene que ver con los
problemas de la humanidad y la manera de resolverlos. Ni Buda ni Dios son lo
importante. Creemos que lo importante es que investiguemos la realidad de nuestra
propia conciencia, en vez de ignorarla y poner toda nuestra atención en el cuerpo.
Prestar únicamente atención a nuestro cuerpo no es saludable y carece de valor, no
nos aporta satisfacción. La satisfacción está en la conciencia, no en el cuerpo físico. La
conciencia humana es diferente del cuerpo físico o del cerebro.

Lo que estoy diciendo acerca de la realidad de la vida humana es que somos capaces
de solucionar nuestros problemas, los problemas de la humanidad. Necesitamos una
comprensión firme de que nuestros problemas son como bebés, debemos
preocuparnos por ellos y resolverlos. De esta forma, se desarrolla una cierta confianza
en uno mismo. Debemos comprender que todos los seres humanos tenemos la
sabiduría para poder solucionar nuestro dilema. No penséis que la naturaleza humana
es completamente ignorante. Tenemos sabiduría, amor y compasión. No se debe
pensar: «yo siempre me enfado, estoy lleno de odio, no tengo amor, ni sabiduría, ni
compasión». Ésta sería una actitud totalmente nihilista de vuestra realidad. Cuando
tenemos cierta confianza en nosotros, cuando nos fiamos de nosotros mismos y
tenemos alguna experiencia de nuestra propia sabiduría y compasión, entonces
empezamos a ser más naturales y dejamos que se desarrolle nuestra intuición.

A veces, un exceso de intelectualización y egoísmo perjudican la intuición. La intuición


es algo innato, no está influida por la filosofía, la religión, los profesores o el entorno en
que vivimos. La intuición simplemente está ahí y en vez de mantenerla encerrada,
debe ser protegida de manera que pueda manifestarse.

Debemos reconocer que somos nosotros los que creamos todos los problemas
humanos. No deberíamos culpar a la sociedad, a los amigos, a los padres. No
debemos culpar a nadie. Vuestros problemas los habéis creado vosotros mismos.
Nosotros somos los creadores de nuestra propia fortuna y de nuestra liberación.

Durante el proceso de la muerte, cuando morimos de forma natural, todos los


conceptos sobre política, la economía, la sociedad, el racismo, el capitalismo, el
comunismo..., todo se desvanece de forma natural en el espacio. Pensad en cualquier
actitud o pensamiento egoísta que hayamos tenido como, por ejemplo, aprovecharnos
de los demás pensando: «yo soy inteligente, me aprovecharé de los africanos porque
son ignorantes; hay muchas cosas que ellos desconocen por lo tanto puedo
aprovecharme de ellos». Esto no solamente nos sucede cuando morimos, también
ocurre cuando dormimos. Al dormir, todos estos conceptos se absorben siguiendo el
mismo proceso que a la hora de la muerte. Cuando dormimos todos los conflictos del
ego y todos los problemas, se disuelven. Por esta razón, es mejor dormir que
involucrarse demasiado en la intelectualización, las emociones, el enfado o el odio,
porque cuando dormimos, entramos en un estado natural, un estado de conciencia
fundamental, que no necesita utilizar el intelecto.

En la tradición budista se acostumbra a meditar por las mañanas, ya que cuando nos
levantamos todos los conceptos polucionados han desaparecido y tenemos un poco
más de claridad mental. Cuando dormimos, todas las energías que hemos ido creando
durante el día desaparecen temporalmente y al despertarnos, poco a poco van
apareciendo otra vez. Si meditamos por la mañana, podemos ser más neutrales y estar
más centrados. Por la mañana la concentración es mucho mejor que a otras horas del
día en las que estamos más distraídos o ensimismados. Incluso si no meditamos o no
somos grandes meditadores, si queremos pensar sobre algo de forma limpia y clara, es
mejor hacerlo por la mañana. Esta es mi sugerencia.

En el budismo, la MEDITACIÓN no es únicamente la concentración en un solo punto,


también existe la meditación analítica, en la cual investigamos sobre una base real.

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Es muy importante que cada uno conozca el funcionamiento de su propia mente
durante el día, la noche y en el momento de la muerte. Es muy importante que nos
adiestremos para conocer todo esto, entonces ya no temeremos a la muerte como si
fuera algo terrible: ¡un agujero negro que te aspira y te come! Desde el momento en
que nacimos, nuestra muerte es algo definitivo. Pensamos que es algo especial, como
si morir fuese más importante que perder nuestro empleo, la amiga, el amigo, la
esposa o el marido. Ésta es una actitud errónea.

También consideramos la muerte como algo negativo, pero esto es sólo una
proyección de nuestra mente. En realidad morir es mejor que tener esa flor, porque
esta flor no nos proporciona una gran paz y dicha, nos da algo, pero no la gran paz y
felicidad que nos ofrece la experiencia de la muerte. Morir es mucho mejor que tener
una esposa, un marido, un amigo o una amiga, ellos nos dan muy poca felicidad. Estas
personas no pueden solucionar nuestros problemas fundamentales; lo único que
pueden solucionar son algunos problemas emocionales y de forma temporal. Sin
embargo, en el momento de la muerte, acaban todas nuestras ansiedades, todas las
emociones. El proceso de la muerte natural es largo y muy lento.

Cuando morimos se deterioran cada uno de los cuatro elementos —a esto lo llamamos
«absorción»— y va degenerando poco a poco, muy lentamente, entonces aparecen
ciertas versiones, tanto internas como externas. Asimismo, los cinco agregados —la
forma, las sensaciones, la discriminación, los factores producidos y la conciencia— se
absorben y desaparecen.

Normalmente pensamos que poder ver formas es fantástico, es un placer. También


creemos que tener sensaciones es algo necesario, ¿verdad? Siempre pensamos que
las sensaciones son muy importantes y nos aferramos a ellas tanto como podemos.
Sin embargo, en el budismo, existe la idea de permanecer despegados de los objetos
sensoriales. Esto es la renuncia. La renuncia es algo muy natural. ¿Por qué? Bien,
cuando nacisteis, y cuando erais bebés, no teníais problemas de apego. Éste se
desarrolló al estar en contacto con la sociedad; antes no había objetos sensoriales.

Cuando estamos dentro de la madre, ya se ha renunciado a todo, no se tiene nada, no


nos aferramos a nada, no existe la más leve señal de apego. Cuando estamos en el
seno de la madre, no tenemos ningún objeto sensorial externo, no hay ningún objeto al
que apegarnos. ¡En este momento vivimos una renuncia natural!

Actualmente, tenéis un coche, pero no es suficiente; dos coches, y tampoco son


suficientes; a continuación un barco, luego el barco ha de ser más grande.
¿Comprendéis? Y así seguimos indefinidamente. Es la insatisfacción. Debemos darnos
cuenta de que nacimos con renuncia, una renuncia natural. Cuando nacemos no
tenemos apegos, no tenemos demasiadas preocupaciones, nos sentimos bastante
complacidos. Más tarde, vamos creando más y más preocupaciones, luego morimos y
con la muerte, vuelve la renuncia natural.

Así pues, sed naturales. No penséis que en las filosofías orientales la renuncia y el
despego son algo polucionado, tan sólo ideas orientales. La satisfacción no depende
únicamente de los objetos materiales. La satisfacción surge de la simplicidad. No estoy
diciendo que seáis malos porque pertenecéis a una sociedad con economía próspera.
No es que me sienta celoso y por ellos os digo que sois malos. Todos necesitamos la
simplicidad para obtener la satisfacción interna. No estoy celoso de vuestros placeres,
de vuestras riquezas. Lo importante es ver ¿por qué os sentís insatisfechos? Siempre
encontramos algún motivo externo al que culpar: «no hay suficiente de esto... No es
suficiente aquello...» Esto no es verdad. En vuestro interior es donde falta algo y esto
es lo que debemos reconocer.

12
Cuando digo: «despego» me refiero a estar más «suelto», más despreocupado. Estar
despegado no significa que se debe renunciar a todo. El despego significa no
«colgarse» de nada, ni estar sujeto a nada, simplemente debemos suavizar nuestro
aferramiento, sentirnos más relajados y no tan tensos.

Renunciar no significa que necesariamente tengamos que deshacernos del dinero.


Podemos tener dinero y disfrutarlo de manera razonable, valorando nuestra vida en
comparación con la vida tan simple de los pueblos del tercer mundo. Si solamente
prestáis atención al dinero y a los grandes almacenes, entonces esto hará que os
sintáis desdichados. Debéis valorar el placer y el dinero, apreciar este lugar, disfrutarlo
y sentiros satisfechos. De lo contrario, aun poseyendo todo el dinero que hay en los
bancos suizos, os sentiríais desgraciados.

Según la sicología budista, el que un objeto proporcione satisfacción depende de la


decisión que tome nuestra conciencia. Es nuestra conciencia la que decide: «esto hace
que me sienta feliz», «esto es bonito», incluso antes de haber visto el objeto. Luego
cuando lo vemos con nuestros ojos, pensamos: « ¡Oh qué bonito es!» Es vuestra
conciencia la que decide: «esta persona es muy mala» y entonces, cuando está
delante de vosotros, la veis como una mala persona.

La razón por la que el budismo tibetano da una serie de indicaciones para poder
comprender el proceso de la muerte, describiendo lo que sucede y la forma en que
deben tratarse las crisis de alucinaciones y visiones que aparecen, es para poder
abordar todo esto sin que nos cree confusión. De esta manera, podremos reconocer
las ilusiones como ilusiones, las proyecciones como proyecciones y las fantasías como
fantasías.

Una vez absorbidos los cuatro elementos, cuando ya han desaparecido, aún funciona
la conciencia sutil. Aunque la respiración haya cesado, la conciencia sutil permanece
allí. Los médicos occidentales creen que cuando no se respira, significa que se está
muerto y por lo tanto, pueden meterte en una nevera. Desde el punto de vista budista,
aun cuando la persona no respira, sigue estando viva, experimentando las cuatro
visiones: la blanca, la roja, la negra y luego la luz clara. Estas cuatro visiones se las
reconoce cuando se está acostumbrado a meditar. Se puede permanecer en el estado
de la luz clara, de dicha, durante muchos días, incluso meses, en contacto con la
realidad universal.

Por supuesto, los occidentales pueden pensar: « ¡Oh, esto es lo que creen los
budistas, este monje no está hablando de su propia fe, todo esto no tiene nada que ver
con nosotros!». Sin embargo, aunque no lo experimentéis ahora, ésta es la experiencia
que tienen los seres humanos.

He oído algo sobre un francés que murió y volvió a la vida. No era ninguna persona
religiosa según los médicos, estuvo muerto durante dos horas y luego volvió a
despertarse; más tarde escribió las experiencias que había tenido durante el tiempo
que había estado muerto. Este es un ejemplo, él no creía en ninguna fe religiosa, sin
embargo, estuvo muerto y escribió las experiencias que tuvo durante la muerte.

Aunque no se crea en la descripción que hace el budismo sobre el proceso de la


muerte, se puede comprender fácilmente si se es consciente del proceso del sueño.
Creo que, actualmente, existen unas máquinas para comprobar cómo los conceptos
emocionales se disuelven durante el proceso del sueño y de la muerte. Sin basarse en
la descripción budista, creo que se pueden analizar estos procesos por medio de
máquinas. Por lo tanto, se puede relacionar al proceso del sueño con el de la muerte.

CONTINUARÁ.

13
ALQUIMIA

EL HERMETISMO EN LA LITERATURA

Αββα Εσικια

Mitología
Fábulas
La Iliada y la Odisea
La Divina Comedia
El Quijote
Cuentos

Desde milenios atrás el hombre sintió la necesidad de transmitir sus propios pensamientos y
conocimientos por medio de caracteres. Algunas de las nociones eran (y son) tan sublimes
que se impuso cierta prudencia para comunicarlas, y de esta forma nació lo que se conocen
por “historias”; muchas de ellas fantásticas, y hasta alucinantes.

La simbología se convirtió en una forma común de pasar de boca a boca (ya que al principio
nada se escribía con tinta sobre papel) los principios más sublimes conocidos por el mortal... y
el menos mortal.

Sólo aquellos que habían sido “iniciados” (o buscadores infatigables de un fundamento


escondido) eran capaces de penetrar el enrevesado sentido de los documentos que caían en
sus manos.

Pero también por haber sido magistralmente escritos estos grandes secretos, aquellos que
nunca pudieron penetrar más allá de su estructura literaria sólo vieron en esas composiciones
una gran imaginación, tras una pluma admirable.

Ciertamente admirables fueron las plumas y la imaginación, pero no menos cierto es que al ser
los manifiestos fruto de aquellos pocos privilegiados que habían podido llegar a “cumbres muy
elevadas”, les resultaba fácil utilizar la retórica como medio de enseñanza secreta.

Desde las leyendas mitológicas, donde se hablaba de increíbles batallas que tuvieron lugar
entre dioses y hombres, como La Iliada y La Odisea, pasando por los clásicos como Dante
Alighieri en su increíble trilogía de La Divina Comedia, o siguiendo con las aventuras de Don
Quijote, todos estos legados encierran principios muy dignos de ser descubiertos.

En Mitología tomaremos como ejemplo a “Mercurio” entre los Romanos, o “Hermes” entre los
Griegos; o su equivalente entre los Egipcios a Ra, que era considerado el dios Sol. En
alquimia usamos los tres símbolos de Mercurio, Hermes y Sol, como equivalencia a ORO.

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En la Iliada y la Odisea todos los protagonistas son guerreros esforzados que han de vencer en
batallas inconcebibles, para poder conquistar ciertos premios, como “El Vellocino de Oro” que
era guardado por un dragón feroz de varias cabezas; o simplemente para volver a sus hogares
dejados años antes, y que uno no puede por menos de preguntarse por qué lo abandonaron en
principio.

Aquí salen a relucir Grifos, Gorgonas, Centauros y Minotauros entre otros, y estos personajes
así mismo tienen su equivalencia alquímica.

Dante nos presenta un marco mucho más discernible a nuestra inteligencia, como es el del
Infierno, el del Purgatorio y el del Paraíso. Pero en sus expresiones muy bien podemos
adivinar el paralelismo del periplo de un alma, según su estado de gracia, o desgracia.

Y no dejemos atrás al inigualable Cervantes, cuya imaginación nos propone a “molinos” como
símbolo de los fantasmas diarios a los que una persona les da vida propia, y los que se
enfrenta y se apresta a batallar, aún a costa de su integridad.

Pero hay algo que debemos dedicar especial atención, y es la propia naturaleza de los autores
de estas grandes desventuras.

Empecemos por estudiar a Esopo con sus 300 fabulosas “fábulas”.

Se supone que vivió entre el 620 y el 560 antes de Cristo, y que fue un esclavo liberado de
Frigia.
Esopo relató fábulas personificando animales, y sus cuentos fueron transmitidos en forma oral.
Se supone también que no dejó textos escritos y poco se sabe de él, por ello es que se lo
tomó por un personaje legendario. Sus relatos cortos con personajes en su mayoría de la
fauna, dejaban una enseñanza o moraleja explícita o implícita. Es decir que eran alegorías
morales. No obstante, como todo aquello que virtualmente tiene valor, sus escritos han llegado
hasta nuestros tiempos.

Homero. Este nombre, se nos dice, significa en su lengua original “el que está ciego”, y
también, “el desechado”. Aunque son varias las vidas de Homero que han llegado hasta
nosotros, su contenido, incluida la famosa ceguera del poeta, es legendario y novelesco. La
más antigua, atribuida sin fundamento a Herodoto, data del siglo V a.C. En ella, Homero es
presentado como el hijo de una huérfana seducida, de nombre Creteidas, que le dio a luz en
Esmirna. Conocido como Melesígenes, pronto destacó por sus cualidades artísticas, iniciando
una vida bohemia. Una enfermedad lo dejó ciego, y desde entonces pasó a llamarse Homero.
Curiosamente su nombre en Inglés significa: “El que vuelve (o añora) al hogar”.

Dante vivió errabundo y peregrino (como los héroes homéricos) por los casi últimos 20 años de
su vida. Su Trilogía, considerada la obra poética más grande de la historia del mundo, está
compuesta de 3 partes que cuentan con 34 versos cada una. Y lo más interesante de esto es
que las rimas van de 3 en 3. (El discípulo avezado a estudiar números será capaz de
comprender la intención del autor).

El mismo Dante dijo de La Divina Comedia en una carta a su benefactor de Verona, Can
Grande della Scala: "es un intento para liberar a los que viven la vida en un estado miserable, y
llevarles a un estado de felicidad."

Cervantes escribió su obra más reconocida en prisión, donde pasó 5 años de su existencia.
Pero la más importante en la línea que seguimos aquí es: “Viaje del Parnaso” de donde copio
las siguientes rimas por decir más que muchas páginas que yo pudiera escribir:

“Porque la piedra que en mis hombros veo,


que la Fortuna me cargó pesada,
mis más logradas esperanzas leo. Etc. Y sigue:
Dije ente mí: «si yo viniese a verme
en la difícil cumbre deste monte,

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y una guirnalda de laurel ponerme,
no envidiarían el bien decir de Aponte. Etc. Y sigue:
Dijo Mercurio: «Quiero que me nombres
desta turba gentil, pues tú lo sabes,
la alteza de su ingenio, con los nombres ».

En este breve artículo es imposible poder manifestar la grandeza y profundidad de las palabras
que todos estos autores nos legaron, pero sí podemos llegar a la conclusión de que todos ellos
fueron iluminados más allá de lo que generalmente se les pueda atribuir.

Y no podría dejar fuera del comentario a autores más modernos, autores que mediante escritos
mucho más ordinarios y humildes, como pueden ser los cuentos, aparentemente para niños,
fueron capaces de decir tanto como los mismos clásicos.

Entre ellos quiero destacar al gran Charles Perrault que nos legó entre otras leyendas a:

La Bella Durmiente -Que despierta tras el beso que el Príncipe


encantador le prodiga.
Cuentos de mi madre la Oca -Permutando palabras se lee: “madre loca”. Alquimia
está considerada como una locura.
Piel de Asno -Cuyo final nos recuerda al Vellocino de Oro.
Caperucita Roja -Roja como el color de la Piedra perfeccionada.
La Cenicienta -Liberada de su esclavitud, de nuevo, por un Príncipe.
Pulgarcito -El muy grande a pesar de su pequeñez. Y también...
Barba Azul
Riquete, el del Copete
El Gato con Botas

Todas estas narraciones son (en mi círculo)


conocidamente herméticas, y a poco que uno tenga
afición a descubrir grandes Secretos, podrá
comprender entre las líneas del tramado de estas
obras la auténtica intención de sus autores.

Esperemos que nuestra llamada nos allegue a esferas


donde el entendimiento sea una bendición para todos.

Con amor.

Αββα Εσικια

© Círculo de Estudios Alquímicos

(Ilustración de “El Prometido Escondido”, por John Batten).

16
MASONERÍA

La verdad
Ángel María Rico, 18º

Una de las misiones del Maestro Masón es la búsqueda de la


verdad. No como verdad revelada, propia de las religiones, sino
como "verdad" alcanzada tras un ejercicio intelectual utilizando las
herramientas iniciáticas recibidas y que hemos ido desarrollando a
través de nuestra progresión en el Arte Real.

En esa búsqueda de la verdad, lo primero que nos planteamos es


el propio concepto de "verdad".

El Diccionario de la Real Academia Española da varias


definiciones del término "verdad". Con un carácter que podríamos
calificar de absoluto la define como "Juicio o proposición que no se
puede negar racionalmente" o como "Cualidad que tiene una cosa
de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna"; Pero con
un carácter que podríamos calificar de relativo también la define
como "Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas
forma la mente" o como "conformidad de lo que se dice con lo que se siente y se piensa".

Cualquiera que sea el concepto que utilicemos del término "verdad", lo que parece, prima facie,
indiscutible es que alcanzada la verdad sobre cualquier planteamiento moral o social, su
defensa se convierte en una virtud. Así Píndaro decía que la verdad es el fundamento de la
virtud más sublime.

Sin embargo, una mirada a la historia hace que nos planteemos una duda. ¿Puede la verdad, o
mejor dicho, la defensa de la verdad, convertirse en un concepto perverso? En principio
parecería que no. "La verdad os hará libres", escribió San Pablo. Pero debo convenir con Burke
que "Todas las verdades llevadas al extremo, se acercan al vicio inmediato". La defensa a
ultranza de "nuestra verdad" nos lleva inexorablemente al fanatismo, pues como señala
Castiello en su pugna contra Calvino "Hasta la más legítima de las verdades, si es impuesta a
otros por medio de la violencia, se convierte en un pecado contra el espíritu". Y este es el
peligro, pues como nos dice Santiago Ramón y Cajal, "la verdad es un ácido corrosivo que
salpica casi siempre al que la maneja".

Este planteamiento parece llevarnos hacia un callejón sin salida. Si es una virtud defender y
propagar la verdad, dentro de qué limites debo mantenerme para que esa virtud no se
convierta en algo perverso y corrosivo.

La respuesta debemos buscarla en las enseñanzas que recibimos en Masonería. Cuando nos
encontramos dentro de una Logia, nuestra mirada planea y se fija inexorablemente en su suelo
mosaico. Ese suelo de mosaico que representa el atrio del Templo de Salomón (como lo
representa el suelo mosaico de la catedral de Notre Dame) nos enseña que siendo infinitos los
puntos de vista desde los cuales puede considerarse la verdad, es siempre presuntuoso,
denotando fanatismo y estrechez de miras el hacerse juez de las opiniones ajenas. En realidad,
a nadie puede considerársele absolutamente en el error, y muy pocos son los que pueden
afirmar estar absolutamente en la verdad. El suelo mosaico nos enseña que la mayoría de las
opiniones que se expresan participan, en diferente medida, del error y de la verdad, siendo
tentativas y aproximaciones progresivas entre las dos polaridades. Helvecio nos dice que "la
verdad es una antorcha que luce entre las tinieblas, sin disiparlas".

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Podemos llegar así a una primera conclusión, la verdad llevada al extremo, conlleva a su vez la
tentación de imponerla a los demás. Y la imposición a los demás de una verdad, por más
legítima y absoluta que nos parezca, nos hará caer en uno de los grandes enemigos del
hombre, el fanatismo.

Pero es evidente que no debemos quedarnos aquí. Llegados a este punto nos hemos de hacer
un doble planteamiento. ¿Cómo ha de ser nuestra actitud en defensa de la verdad respecto a
nosotros mismos y respecto a los demás?

Respecto a nosotros mismos hemos de ser siempre veraces.

Nuestro compromiso con la verdad, como nos enseñó con su ejemplo nuestro maestro Hiram
Abi, ha de ser sólido y sin fisuras. Como decía Amiel "Seamos veraces: en eso consiste el
secreto de la virtud; en eso reside la autoridad moral; esa es la más elevada máxima del arte y
de la vida". Una vez que encontramos la verdad, nuestra conducta ha de ser de absoluto
compromiso con ella. Por eso, como nos señala Remy de Gourmont, "lo verdaderamente
terrible cuando se busca la verdad es que se encuentra", y es terrible porque una vez que se
encuentra nuestra vida ha de ponerse al servicio de ella.

Pero al examinar como hemos de conjugar nuestra intransigencia en el compromiso que cada
uno ha de tener con la verdad con la lucha que todo maestro masón ha de mantener contra el
fanatismo, como enemigo de la humanidad, llegamos a una segunda conclusión, solo el
ejercicio de la Tolerancia nos permitirá vencerlo y llevar la verdad a los demás.

El gran peligro de los fanatismos es su poder de seducción. La humanidad, que sucumbe ante
lo sugestivo, difícilmente se somete a los pacientes y justos que tratan de convencer de la
bondad de sus ideas, históricamente se ha sometido a los grandes monomaníacos que
tuvieron la osadía de anunciar "su verdad" como la única posible, y su voluntad, como la
formula de la justicia en el mundo.

Para abrir los ojos a los demás, como decía Aristóteles, no basta decir solamente la verdad,
conviene mostrar la causa de la falsedad. Y al fanatismo solo se le puede vencer desde la
tolerancia. Desde este punto de vista no nos quedaría suficientemente claro si la tolerancia es
un derecho o una virtud, pero desde un punto de vista masónico hemos de concebir la
tolerancia como un phatos, como un camino ético a seguir y que se extiende a todas las
opiniones no sólo a las religiosas.

Para que la tolerancia sea eficaz ha de operar, pues, sin obligación de reciprocidad, lo que
implica por su parte que la idea de reciprocidad no es consustancial al concepto de tolerancia.
Se debe ser tolerante siempre, y que el intolerante, el fanático, se vea enfrentado a la ley
cuando su actuación desborde los límites del bien común. He aquí el límite fundamental de la
tolerancia: el bien común.

Así la tolerancia es un arco que se asienta sobre los pilares de la razón y de la libertad. Decía
Nietzsche que "la verdad puede, es cierto, tenerse sobre un pie; pero sobre dos marchará y
hará su camino".

De este modo, la defensa de la verdad ante los demás se deberá hacer desde la tolerancia, es
decir, desde el máximo respeto a la razón y a la libertad. El respeto a estos dos principios en
defensa de nuestras ideas nos librará, en cualquier caso, de caer en la fácil tentación del
fanatismo, mal compañero que hemos de vencer primero en nosotros para después combatirlo
en los demás.

En definitiva, seamos indulgentes con los demás y severos con nosotros mismos, así oiremos
clara dentro de nuestra conciencia la voz de la verdad.

Origen: Supremo Consejo del Grado 33 para España

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MEDICINAS ALTERNATIVAS

HOMEOPATIA
Alfonso Sánchez Hermosilla

Como viene siendo habitual, tampoco se trata de una técnica reciente, aunque se ha venido a
considerar que fue el médico, químico toxicólogo, psiquiatra e higienista alemán Christian S.
Hannemann (1755-1843) su descubridor en 1810, fecha en que publica su obra “El Organon”,
considerada como la Biblia de la Homeopatía. Sin embargo, ya encontramos indicios de la
aproximación homeopática de la medicina en autores clásicos, tales como Hipócrates, quien
mantenía que “las mismas cosas que han provocado el mal, lo curan”, o Galeno, continuada
con la actividades de los espagiristas, como ya comentamos en el articulo sobre la Espagíria,
que tan pródiga fue durante la historia de la España durante la dominación árabe, y por lo
tanto, entroncada con la Alquimia, aunque para sus adeptos, no se trate más que de un “arte
menor”.

La homeopatía es un método terapéutico empírico, por cuanto no es reproducible en el


laboratorio, y tampoco en sujetos humanos, pues cada uno reacciona de diferente modo, por lo
que lo que es válido para un ser humano, no es extrapolable al resto, tal y como ocurre con la
medicina occidental o alopática, debemos aclarar que empírico no significa acientífico.

Consiste en tratar a los enfermos con remedios a dosis infinitesimales, es decir, muy pequeñas,
que si son suministrados a un sujeto sano en cantidades mensurables, le provocarían síntomas
similares a los que pretendemos curar en el enfermo. A esto se denomina Ley de las
Similitudes (Similia Similibus Curantur). Ni que decir tiene que antes de ser administrada
homeopáticamente, toda sustancia debe haber sido experimentada previamente en personas
sanas a dosis bajas y reiteradas.

El principio básico de esta técnica es la capacidad innata en cualquier organismo, de


mantenerse a sí mismo sano, gracias a su propia fuerza vital, que actuaría regulando sus
funciones y reaccionando casi de forma automática frente a las agresiones externas, siempre
con un único objetivo, que no es otro que restaurar la salud perdida.

Esta fuerza vital es la llamada Vis Natura Medicatrix, y evidentemente, no es propiedad


exclusiva del ser humano, sino que la comparte con todos los seres vivos, e incluso con el
reino mineral. Tan sólo tiene un defecto dicha fuerza vital, y es el de ser limitada, si llegamos a
sus límites, ya no es capaz de continuar con su labor sanadora, necesita ayuda, ayuda que
podemos brindársela con la homeopatía, que actuaría desbloqueando, reestructurando y
estimulando el organismo para que éste recupere la salud.

LAS PATOGENIAS

La homeopatía considera que Patogenia es la descripción de los cuadros de síntomas que han
sido inducidos por determinada sustancia farmacológica activa en un sujeto sano.

Básicamente hay dos formas radicalmente distintas de tratar los síntomas de una enfermedad,
la forma alopática considera que un síntoma es algo que debe erradicarse, por el contrario, la
forma homeopática considera que los síntomas son una manifestación reactiva, y a la vez

19
defensiva del organismo, por ejemplo, la fiebre pone en marcha una cascada de reacciones
químicas en nuestro organismo que facilitan la labor de las inmunoglobulinas, es decir, las
moléculas responsables de la inmunidad, de las propias defensas del enfermo, si bajamos
demasiado la temperatura corporal del paciente, dichas inmunoglobulinas dejan de actuar,
quedando a merced de la infección, y recordemos que no siempre los antibióticos son
adecuados, ni necesarios, pues si se trata de una infección viral, el antibiótico no sirve para
nada, y además, con los antitérmicos, las propias defensas del organismo no actúan contra el
virus (quien tenga oídos para oír, que escuche).

El médico homeópata observa pues los síntomas, pero analiza también las reacciones del
organismo al entorno, el carácter del paciente y su constitución, e investiga las causas que han
podido influir en la aparición de la enfermedad. La suma de síntomas observados y de las
patogenias experimentadas está recogida en “la Materia Médica Homeopática”.

El procedimiento básico consiste en comparar entre el cuadro clínico que presenta el paciente
y el de la patogenia. No debemos olvidar, sin embargo, el interrogatorio del paciente, así como
la exploración clínica, con el fin de obtener el diagnóstico sindrómico o nosológico, siempre útil
aunque no suficiente para elegir el remedio homeopático. Se precisa conocer, además del
cuadro clínico clásico y de los signos patognomónicos de la enfermedad, la forma de
reaccionar individual del paciente, sus ritmos biológicos, sus formas de agravamiento o mejora,
sus deseos, sus aversiones y sus preferencias. Como es habitual, se trata de una aproximación
terapéutica individualizada. Es decir, que aunque los remedios homeopáticos se vendan en las
farmacias, la cosa no es tan sencilla como contarle al mancebo (o al farmacéutico) de la
farmacia nuestros síntomas, y que él expida, (y cobre) tal remedio, en base a una tabla de
utilidades. Dicho error ya se comete en la medicina alopática occidental, a costa de unos
precios inaceptables, y no hablamos del valor económico de los medicamentos, con frecuencia
innecesarios, cuando no contraproducentes. En homeopatía, dicho error sería aún más grave.

La medicina alopática clasifica a los enfermos por grupos de enfermedades, aplicando


tratamientos homogeneizados, no personalizados, por el contrario, la medicina homeopática,
una vez llegados a la clasificación de la enfermedad, investiga escrupulosamente la reacción
individual del paciente, es decir, el modo y manera en que un paciente concreto manifiesta una
enfermedad determinada. Como vemos, la labor del terapeuta en mucho más compleja, pero
también más gratificante, y nunca rutinaria.

Para analizar los síntomas, la homeopatía toma la semiología tradicional de la medicina


occidental, para ello, observa los signos físicos, los generales, los funcionales y los etiológicos.
A todo esto, añade los signos patognomónicos, es decir, los que la medicina homeopática
considera específicos del comportamiento personal del enfermo, con lo que se complementan
los otros. Estos son, entre otros:

• Las modalidades que se suman a los síntomas físicos y a los generales, es decir los
que se agravan o mejoran según circunstancias externas al enfermo, tales como el
calor, el frío, la noche, el día, el verano, etc. Pueden tener ritmo (circadiano, nocturno,
diurno), o depender del ambiente (calor, frío) de la posición (sentado, de pie, acostado),
del estado psíquico del paciente, etc.
• Los signos funcionales subjetivos según la sensibilidad del enfermo, tales como sus
deseos, aversiones, sintomatología sexual, del sueño, del apetito.
• Los signos etiológicos que no sean de causa infecciosa, sino circunstancial, tales como
miedos, impactos emocionales, factores psicógenos, climáticos, influencias alimenticias
o tóxicas, traumáticas, etc.

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JERARQUIZACIÓN DE LOS SÍNTOMAS

En homeopatía, para conocer el remedio más adecuado para un paciente determinado, los
signos deben ordenarse jerárquicamente, es decir, deberán ser ordenados según su
importancia relativa para el diagnóstico, que en esta técnica será por este orden:

1. SINTOMAS ETIOLOGICOS O CAUSALES


2. SINTOMAS PSÍQUICOS
3. MODALIDADES
4. SINTOMAS GENERALES
5. SINTOMAS LOCALES

No olvidemos que el fin último de la homeopatía es regular el organismo enfermo, no suprime


pues los síntomas, de una infección por ejemplo, sino que estimula totalmente, de forma
progresiva y gradual la enfermedad, de un modo natural y muy poco nocivo. Sus adeptos
manifiestan que no existe nocividad en la homeopatía, sin embargo, no compartimos sus
optimismo, pues consideramos, y así lo hemos comprobado, que TODO, ABSOLUTAMENTE
TODO, TIENE CONTRAINDICACIONES.

La acción terapéutica, siempre sigue una trayectoria idéntica, comienza a sanar de dentro
hacia fuera, desde los órganos más importantes hacia los menos importantes, y siempre en
orden inverso a aquel en que se han presentado los síntomas, lo que suele producir una
sensación de bienestar general que manifiesta que estamos haciendo las cosas bien.

CARACTERISTICAS MORFOLOGICAS ESPECÍFICAS DEL PACIENTE

La concepción homeopática del ser humano el holística, global, es decir, la persona es un ser
espiritual, mental y físico, por lo que el tratamiento homeopático no se limita a eliminar la
enfermedad del cuerpo físico, sino que refuerza y armoniza la fuente de la energía, de la vida.

De forma experimental se ha comprobado que no todos los sujetos sanos reaccionan igual a
estímulos farmacológicos idénticos, mientras unos presentan pocos síntomas, incluso tras
suministrar dosis elevadas de determinada sustancia, la mayoría, presenta síntomas y
reacciones similares, y por el contrario, otros pocos, presentan un cuadro muy florido, completo
y vistoso. Este último grupo se denomina grupo sensible, en él, siempre se halla un común
denominador que abarca diferentes aspectos, el morfológico, el temperamental y las
tendencias mórbidas. Las características morfológicas son probablemente las más importantes,
o al menos, las más fácilmente evidenciables, por lo que han sido estudiadas por separado y
de forma detallada. La clasificación más aceptada de tipos, que por cierto, NUNCA se dan en
estado puro, es la siguiente:

• CONSTITUCIÓN SULFÚRICA: Se considera la más habitual. Se trata de individuos de


talla y peso medianos, aspecto armonioso y con equilibrio entre las partes del cuerpo.
El rostro es rectangular, las manos equilibradas, con los dedos y la palma de la mano
de casi la misma longitud. Su tonicidad es normal, con laxitud media de ligamentos.
Como sintomatología típica podemos mencionar los eczemas, alergias, acné, ántrax,
hemorroides, hipertensión arterial y dificultad para tolerar el calor. En cuanto a las
tendencias patológicas, presentan reacciones vivas, agudas y enérgicas, de donde
surgen sus tendencias a las manifestaciones congestivas, espasmódicas y supurativas.
El remedio apropiado para este grupo de sujetos es el Sulfur.

• CONSTITUCIÓN CARBÓNICA: Presentan una clara tendencia a la obesidad. Su talla


es inferior a la media, pero su peso es superior a la media. Su aspecto es pues
rechoncho, con cierto predominio al desarrollo hacia lo ancho. Su cara es cuadrada o
redonda, con desequilibrio entre sus partes. Sus manos son también cuadradas y
cortas, como sus dientes. Suelen ser frioleros, aunque toleran mal el calor,
especialmente la exposición directa al sol. Sus reacciones son lentas, progresivas, y en
ellos, todos los problemas tienen tendencia a cronificarse. La humedad siempre les
resulta perjudicial, al tener alterado su metabolismo hidro-mineral. Sus enfermedades

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más características son las relacionadas con la nutrición, tales como la obesidad, la
hidrolipexia o retención de líquidos, la diabetes, gota, litiasis renal y hepática, artrosis,
eczemas crónicos, verrugas, hipertensión arterial, hipercolesterolemia y tuberculosis.
Los remedios más apropiados son la calcárea carbónica, magnesia carbónica, Natrum
Carbonicum, barita carbónica y Carbo Vegetalis.

• CONSTITUCIÓN FOSFÓRICA: Su talla suele ser superior a la media, con tendencia


hacia lo alto, no hacia lo ancho, sin embargo su peso es inferior a la media. Su aspecto
es delgado y encorvado. El rostro tiende a ser triangulas y alargado, con la frente
ancha. Son hiperlaxos en cuanto a los ligamentos y presentan hipotonía muscular. Sus
manos son elegantes, con dedos largos, y sus dientes rectangulares. Aunque sus
reacciones son vivas, duran muy poco. Tienen una debilidad generalizada y se agotan
rápidamente. En ocasiones presentan inestabilidad térmica, es decir, son frioleros, pero
no soportan los espacios cerrados, sino que necesitan aire libre para oxigenarse.
Presentan propensión a adelgazar, a las ptosis viscerales, pérdidas de minerales,
enfermedades metabólicas, Hipotensión Arterial y congestión venosa. Los remedios
más apropiados son Phosphorus, Calcarea Phosphorica, Magnesia Phosphorica y
Kalium Phosphorico.

• CONSTITUCIÓN FLUÓRICA: Conocida también como distrófica, es calificada por


muchos como una constitución secundaria, al tener signos de las tres anteriores
sumados a otros. La estatura y el peso son variables, aunque con tendencia a ser
bajos. Presentan alguna asimetría en su morfología y sus ligamentos son hiperlaxos,
por lo que tienen tendencia a sufrir esguinces y lumbagos. Las enfermedades más
frecuentes son la esclerosis, la exostosis, distensiones vasculares con varices y
aneurismas. Los remedios más representativos son aquellos que derivan del flúor o de
los metales pesados, tales como calcárea fluórica, silicio o Fluoricum Acidum.

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CÁBALA

Tema 8

El Significado Místico de las Letras Hebreas


Autor: Rabino Itzjak Ginzburgh

Ampliación: V.·.H.·. Eduardo Seleson

JET
La Dinámica de la Vida,
Correr y Retornar

Representa la Vida. Significa el principio elemental de aspiración y es símbolo de la existencia


elemental. El trabajo del hombre y todo cuanto requiere esfuerzo, cuidado y solicitud de su
parte. Como signo gramatical ocupa un lugar intermedio entre el signo de vida absoluta y el de
vida relativa. En compañía de la Kuf, forma la palabra Jok Jet-Kuf, Ley, transmisión genética y
esotérica a la vez.

"Jet" es la letra de la vida (jaim, de la raíz jaiá, cuya letra más importante es jet). Hemos
explicado en jasidismo, que hay dos niveles de vida, "vida esencial" y "vida que vitaliza". Di-s
en si mismo, como si fuera, está en el estado de "Vida Esencial". Su poder creativo, que
permea continuamente toda la realidad es "vida que vitaliza". También en el alma judía: la
esencia de su raíz, por ser una con Di-s, posee el estado de "vida esencial". Por el otro lado, el
reflejo de la luz del alma que brilla abajo para dar vida al cuerpo, se experimenta físicamente a
nivel de "vida que vitaliza". Este segundo nivel, que es la vida como la conocemos en general,
se manifiesta como una pulsación, el secreto de "correr y retornar", "ratz vshuv".

De acuerdo con el Arí z"l", la letra jet está construida combinando las dos letras previas, vav y
zain, con una fina línea a modo de puente, conocida como el jatoteret ("joroba"). La nueva luz
que aparece con la unión de la vav -or iashar- y la zain -or jozer- es el secreto de "rondar" o
"sobrevolar", a la manera de "tocar sin tocar". La imagen de "sobrevolar" aparece en el mismo
comienzo de la Creación: "Y el espíritu de Di-s sobrevuela por sobre las aguas". La palabra
"sobrevuela" (merajefet) es la palabra número ochenta en la Torá. Es la primera palabra en la
Torá que es numéricamente múltiplo de veintiséis, el valor del nombre Havaiá (merajefet = 728
= 26 times 28). Veintiocho es el valor numérico de coaj, "poder". Así, el secreto último implicado
en el valor numérico de la palabra "sobrevolar", es "el poder de Di-s". En cabalá, esta palabra
es en particular, el secreto del poder Divino de redimir las 288 chispas caídas, que "murieron"
en el proceso de "ruptura de los recipientes" (merajefet es una permutación de met rapaj, "288
han muerto"). Los sabios nos enseñan, que el "espíritu de Di-s", se refiere aquí de hecho al
alma del Mashiaj (que se permuta en shem jai, "el nombre viviente").

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"Sobrevolando" está simbolizado en la Torá "como un águila que levanta su nido y sobrevuela
sobre su cría", como fue enseñado por el Maguid de Mezeritch. Para no aplastar al nido y su
cría, el águila sobrevuela sobre el nido mientras alimenta a sus pichones "tocando pero sin
tocar". El águila aquí es una metáfora de Di-s en relación con Sus hijos, Israel en particular y
toda la Creación en general. Si Di-s quisiera revelar completamente Su Absoluta Presencia o
retirar Su poder de re-creación continua, el mundo cesaría de existir instantáneamente.

De esta manera, "sobrevolando" sobre la realidad de la Creación, Di-s continuamente la nutre y


sostiene, mientras que a la vez brinda a cada criatura, o en la terminología de la cabalá, a cada
recipiente, la habilidad de crecer y desarrollarse "independientemente". La letra jet entonces,
sugiere el delicado balance entre la revelación de la Presencia de Di-s, (la vav de la jet) y el
ocultamiento de Su poder creativo frente a Su Creación (la zain de la jet).

Este estado de "sobrevuelo", "tocando sin tocar", es el principio del fenómeno de "vida que
vitaliza". Además, "tocando sin tocar" desde Arriba, refleja en si un "correr y retornar", en la
pulsación interna de toda criatura viviente. "Y las criaturas vivientes [jaiot] corren y retornan
como la aparición de un relámpago". No leas jaiot ("criaturas vivientes") sino jaiut, ("fuerza
vital").

La jatoteret, esa delgada línea sublime que conecta los dos componentes o facetas de la "vida
que vitaliza", es un tema en si misma. Está insinuada en: "Aquel que vive en la cima del
mundo", que es Di-s, "la Vida Esencial". En verdad, paradójicamente Su Esencia llena y
sostiene toda la realidad creada, mientras simultáneamente "sobrevuela" por sobre el nivel de
"sobrevolar" en si mismo, insondable y por encima de toda percepción humana.

FORMA

Una vav a la derecha, una zain a la izquierda, con un puente delgado y encorvado (jatoteret)
conectándolos por arriba.

Mundos: Un portal: el poder de entrar a un nivel de energía superior y salir de allí.

· La ascención de todos los mundos en Shabat y su subsecuente descenso


después de Shabat.

· (En el nivel de Almas: el poder de entrar a los misterios de la propia alma y


luego volver a la conciencia mundana).

· (En el nivel de Divinidad: el poder de entrar a los misterios de la Torá, y luego


retornar a la conciencia de las tareas propias en la tierra).

Almas: La unión de tres socios: el padre (vav), la madre (zain), y Di-s (jatoteret, jupá).

· La danza matrimonial.

Divinidad: "Di-s vive en la cima del mundo" - el jatoteret.

· Di-s "sobrevolando" sobre la Creación.

· La unión de la inmanencia y la trascendencia de Di-s, y el Pueblo Judío.

NOMBRE: Temor; Vida - cuya expresión completa es el amor.

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Mundos: Amar a Di-s con el propio cuerpo físico.

· Fuerza vital del cuerpo.

Almas: Amar a Di-s con la propia alma.

· Fuerza vital del alma.

· El latido del corazón del tzadik.

Divinidad: Unidad esencial con Di-s.

· Fuerza vital de la vida misma.

· Resurrección de la muerte.

NÚMERO: Ocho

Mundos: Ocho vértices del cubo.

· Pluralidad tridimensional.

· "Di-s es uno en los siete cielos y la tierra".

Almas: El octavo día - el día de la circuncisión.

· Los ocho días de Januca - "La vela de Di-s en el alma del hombre".

· La circuncisión del prepucio de los labios en (Zot) Januca.

· La circuncisión del prepucio de los oídos en el octavo día de Sucot.

· La circuncisión del prepucio del corazón en Iom Kipur, el octavo día de


aislamiento del Sumo Sacerdote.

Divinidad: Un portal hacia el infinito.

· Luz trascendente de Di-s.

· Origen del alma judía y su descenso a través de los siete cielos hasta la
tierra.

Origen: © Gal Einai Institute, Todos los Derechos Reservados

25
TRADICIÓN

LOS ULTIMOS TIEMPOS SEGUN LA DOCTRINA


TRADICIONAL DE LOS CICLOS COSMICOS
GASTON GEORGEL
Antes que nada, conviene precisar aquí lo que hay que entender por el término "Los Últimos
Tiempos”, y situar por tanto estos "Últimos Tiempos" en el desarrollo providencial de la historia
del Mundo.

De hecho, los "Últimos Tiempos" actuales deben clausurar el gran ciclo cósmico de 64.800
años que los Hindúes denominan "Manvantara", o Era de Manú; más exactamente, el
Manvantara representa el ciclo de una humanidad de la cual el Manú es el regente. Además se
dice que nuestro Manvantara no es el primero, sino el séptimo del Kalpa, o ciclo de un Mundo,
y se añade que será seguido de los siete Manvantaras futuros. Consiguientemente, el próximo
"Fin de los Tiempos", corresponde exactamente al Centro temporal del Kalpa todo entero
puesto que se sitúa, por una parte, a: 7x 64.800 años=453.600 años de su origen y, por otro
lado, a: 7x 64.800 años de su final. De donde esta primera conclusión: ¡que el verdadero "Fin
del Mundo" no es para mañana! Y la segunda sería que la expresión "Últimos Tiempos"
significa: los últimos tiempos del Manvantara, bien entendido que la duración de estos "Últimos
Tiempos" varía según las diferentes tradiciones, como se verá en su momento; pero antes, hay
que responder a la objeción inevitable que se presenta aquí, a saber que los sabios modernos
atribuyen a nuestro mundo una edad fabulosa, pudiendo cifrarse por millardos de años, en
lugar de los 453.600 años que nos propone la doctrina de los ciclos. Esta discordancia se
explica sin embargo muy bien si, como he mostrado en otro lugar, se tiene en cuenta el hecho
de que para los Antiguos el tiempo era cíclico (o circular), mientras que, para los sabios
modernos, el tiempo sería rectilíneo. Partiendo de ahí se puede establecer una relación
matemática que permite pasar de la cronología cíclica tradicional a la cronología rectilínea
moderna, y viceversa: así queda desechada la objeción precedente. Pero, en este mismo
dominio, a saber, la duración del mundo, se encuentran aún otras opiniones que es preciso
señalar. Es así, por ejemplo, cómo ciertos exégetas nos proponen una interpretación literal de
la Biblia lo que les lleva a creer esto, sobre lo que es inevitable sonreír: “Según la cronología
bíblica, cronología digna de confianza, ¡Adán y Eva fueron creados el año 4026 antes de
nuestra era!" ("Despertad", 8-4-1969). Otros, por contra, toman muy en serio las cifras
fantásticas de la tradición hindú, pero René Guénon ha mostrado que los innumerables ceros
que en ella aparecen no tenían probablemente otro fin que extraviar a los curiosos. Por
añadidura, no hay en nuestro mundo del tiempo y del espacio, otro ciclo mayor que el Kalpa,
cuya duración global (comprendidos los siete Manvantaras futuros) sería en total de: 2 x
453.600 = 907.200 años. Los otros períodos más vastos que son considerados en la tradición
hindú deben entenderse en un sentido puramente simbólico, y no literal.

Hechas estas observaciones, hemos de volver al problema de la duración de los "Últimos


Tiempos" en las diferentes tradiciones.

Según la tradición hindú, el Manvantara, o ciclo de una humanidad, se divide, sea en cinco
Grandes Años de 12.960 años cada uno, sea también en cuatro Edades de duración
decreciente (que son proporcionales a los números 4, 3, 2 y 1, cuyo total vale 10) y que
corresponden a las cuatro edades tradicionales de la tradición latina: Edad de Oro, Edad de
Plata, Edad de Bronce y Edad de Hierro. En cierto sentido, es pues esta última Edad de la
actual Humanidad, la Edad de Hierro de Ovidio y de Virgilio, que los Hindúes denominan el
Kali-Yuga (o Edad sombría), la que representaría el conjunto de los "Últimos Tiempos", en la
Biblia es el episodio de la confusión de lenguas el que marca el principio de éstos, mientras
que el Diluvio corresponde a la travesía cataclísmica entre el cuarto y el quinto y actual Gran
Año.

26
Tal es pues la duración más larga que se puede considerar para los "Últimos Tiempos", a
saber, la de la Edad de sombra que es de 6.480 años. Pero la tradición griega, de la que
informa Hesíodo en Los Trabajos y los Días, subdivide esta última Edad en dos "Razas":
primero, la "Raza de los Héroes" (que pereció sobre los muros de Troya), después la "Raza de
Hierro" que habría comenzado hacia el año 1100 antes de nuestra era.

¿Se trata de la tradición judía? Entonces es al profeta Daniel al que hay que consultar: él nos
ha dado, en efecto, acerca de la estatua de pies de arcilla vista en sueños por el rey
Nabucodonosor, una buena descripción -simbólica evidentemente- de los "Últimos Tiempos".
Reaparece en este texto la sucesión de las cuatro Edades de los Antiguos, y yo he mostrado
(La Era futura y el Movimiento de la Historia) que las proporciones de las duraciones eran las
mismas, pero en sentido inverso, que las de las cuatro partes de la estatua. En cuanto a la
duración global de este periodo judío de los "Últimos Tiempos" (que Daniel no da), es
teóricamente de 2.592 años (o sea, 26 siglos en números redondos). Se trata, entiéndase bien,
de la totalidad del periodo hasta el "fin de los Días", y no solamente de la duración de los cuatro
"Reinos":

Caldeo (un siglo), Persa (dos siglos), Griego (tres siglos) y Romano (cuatro siglos), cuyo
conjunto representa el "Milenio pagano" al cual sucederá, con una intersección de alrededor de
un siglo, el Milenio cristiano del Apocalipsis. El principio del Ciclo de Daniel (o período de los
Últimos Tiempos en la Tradición judía) se sitúa a principios del siglo sexto a.C., y, coincide así
con el comienzo de la Historia clásica y se ve que su comienzo es más reciente que el de la
"Raza de Hierro" de Hesíodo. Nos resta, en fin, hablar de la tradición cristiana: aquí, ninguna
dificultad, puesto que según el Evangelio, los Últimos Tiempos han comenzado con la
Ascensión, cuando Cristo ha remontado al Cielo, y durarán hasta su Retomo, al "Fin de los
Tiempos". Los primeros cristianos han creído por cierto, durante mucho tiempo, que ese
Retomo del Cristo glorioso era inminente. Por el contrario, ciertos eruditos, e incluso teólogos,
han rechazado este evento último de la vida de la Iglesia hacia un porvenir lejano, si no
indefinible. La verdad, que puede deducirse de los textos escriturarios, y especialmente de la
profecía evangélica relativa a la destrucción de Jerusalén, así como del Apocalipsis de san
Juan, esta verdad es simple: la duración teórica de los "Últimos Tiempos" sería, para los
cristianos, de 2.000 años (o sea, del 30 al 2.030 aproximadamente). Estos 2.000 años
representan pues el final de la Edad sombría hindú (o Edad de Hierro de los Latinos), y
consecuentemente, del Manvantara todo entero.

En resumen, el próximo "Fin de los Tiempos" vendrá a clausurar (hacia el año 2.030 de nuestra
era), no solamente los 2.000 años de historia de la Iglesia, sino también los 65 siglos de la
Edad de Hierro y al mismo tiempo los 65 milenios (en números redondos) de la presente
Humanidad; ¡pero eso no será el "Fin del Mundo”! Por otra parte, hay que saber que los
períodos cada vez más cortos que representan los "Últimos Tiempos" pueden subdividirse a su
vez en fases secundarias, de modo que, poco a poco, lo que se puede aún llamar "Últimos
Tiempos" queda limitado hasta reducirse a algunas decenas de años.

El "Fin de los Tiempos" se situaría así, como acabo de decir, en los alrededores del año 2.030
de nuestra era, luego en un porvenir relativamente próximo: no se dejará sin duda de objetar, a
este respecto, o bien que esta fecha es puramente imaginaria, o bien, al contrario, que se trata
de un "secreto" que no habría debido ser desvelado.

Lo que puede responderse, es que esta fecha no es secreta desde hace mucho tiempo. Sin
remontarnos hasta los Padres de la Iglesia que atribuían ya 2.000 años de vida a la Iglesia,
haré notar que el "Fin de los Tiempos" ha sido anunciado muy claramente, explícitamente, en la
"Profecía del Rey del Mundo" publicada por el escritor F. Ossendowski, en su libro "Bestias,
Hombres y Dioses" (Ed. Plon, París, 1923). Esta profecía, de origen mongol, decía, en efecto
esto: "en el año quincuagésimo (tras el 1891), solamente tres grandes Reinos aparecerán, que
perdurarán durante 71 años. A continuación, habrá 18 años de guerras y de destrucciones.
Entonces los pueblos de Agharti saldrán de sus cavernas subterráneas y aparecerán sobre la
superficie de la tierra.

Ya que la última fase designa el "Fin de los Tiempos", se ve que la fecha de este sería:
1891+50+71+18=2030.

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Por otro lado, la Profecía de los Papas, llamada de "san Malaquías", cuya clave numérica
(basada sobre el número 111) ha sido encontrada por Raoul Auclair, daría: 1143+8 veces
111=2031.

Se puede concluir que tal es la fecha aproximada del "Fin de los Tiempos", y se convendrá en
que es prodigiosamente optimista y que su divulgación no puede trastornar a nadie, ¡muy al
contrario!

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NOTICIAS

Convocado el XXV Premio Mundial Fernando


Rielo de Poesía Mística
Incrementa su dotación a 7.000 euros (unos 8.500 dólares estadounidenses)

MADRID, domingo, 5 de junio 2005 (ZENIT.org).-La Fundación Fernando Rielo ha convocado


su vigésimo quinto Premio Mundial de Poesía Mística que este año se concederá en Madrid,
ciudad en la que nació el fundador Fernando Rielo, fallecido el año pasado.

Las bases establecen que pueden optar al premio poemarios inéditos, escritos en español o en
inglés, o traducidos a uno de estos dos idiomas, y cuya extensión no sea inferior a los 600
versos ni superior a los 1.300.

La dotación es de 7.000 euros (8.500 dólares estadounidenses) y la publicación de la obra


ganadora. El jurado podrá proponer a la Fundación, de entre todas las obras presentadas, una
selección de poemas de neto valor místico para que, si lo juzga oportuno, publique una
antología.

La temática versará sobre poesía mística, es decir, «aquella que expresa los valores
espirituales del hombre en su honda significación religiosa», según establecen las bases.

Fernando Rielo dijo en la sede de la UNESCO en París en 1985 que «la poesía es forma de
una cultura que pasa por una espiritualidad insobornable; privada de este paso, no puede
darnos el fruto de la paz».

Los originales deberán ser presentados por su autor/a en un sólo ejemplar impreso o
mecanografiado, debidamente cosido o grapado, acompañado además, si ello es posible, del
disquette o de su envío por correo electrónico.

En la portada o primera página deberá llevar el título de la obra, el nombre del autor/a, su
dirección postal, electrónica si la tuviera, y teléfono. Consecuentemente se prohíbe el uso de
plica y pseudónimo.

El plazo está abierto hasta el 15 de octubre de 2005.

La Fundación Fernando Rielo tiene por objetivo principal promover mundialmente la cultura, el
arte y el pensamiento, en sus diversas disciplinas, y en particular la poesía mística, así como el
encuentro de las diferentes culturas y tradiciones. Medios para lograrlo son: la creación de
premios, becas y ayudas que sirvan al fomento de la actividad cultural y, en particular, la
literaria; publicar libros y revistas a través de su editorial; difundir la lengua y cultura españolas.

Fernando Rielo, pensador, filósofo, hombre de gran cultura y fuerte espiritualidad, fundó en
1959 un Instituto religioso, los Misioneros Identes, que cuenta con unos setenta centros en
veinticinco países.

Más información en http://www.rielo.com


Código: ZS05060510
Fecha publicación: 2005-06-05

29
WEBS y ENTIDADES COLABORADORAS
Antonio Galera Gracia: www.agalera.net
Logia Fraternidad Mediterránea N. 94: http://usuarios.lycos.es/fm94/
Lista/Foro Masones Regulares: http://www.geocities.com/masones_regulares
Círculo de Estudios Alquímicos: http://groups.msn.com/httpestudiosesotericosmsncom

Consultas y envío de artículos a la Revista

consultas@revistahermetica.org

Revista Hermética. Apartado 4.837


30080 Murcia-ESPAÑA

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