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Sistematizacion Del Proceso de Reconstruccion Post Incendios Forestales
Sistematizacion Del Proceso de Reconstruccion Post Incendios Forestales
SISTEMATIZACIÓN DEL
PROCESO DE RECONSTRUCCIÓN
POST INCENDIOS FORESTALES
Proyecto Financiado por el Fondo Chile de Todas y Todos
del Ministerio de Desarrollo Social
© UCM y Ministerio de Desarrollo Social, 2018
Coordinador: Stefano Micheletti Dellamaria
Equipo: Alejandra Alcaíno Padilla, Rodrigo Figueroa Hernández,
Camila Araya Garrido, Mariapaz Rojas Reyes,
Yerko Cisterna Quijada, Giulia Mennuti,
Sonia Galindo Núñez, Rafael Ramírez Varas.
Texto: Stefano Micheletti Dellamaria, Rodrigo Figueroa Hernández,
Camila Araya Garrido.
Diseño y diagramación: Luz María Gutiérrez Tapia
Fotografías: Equipo de investigación
Corrección de estilo: Luis Herrera Vásquez
Proyecto Financiado por el Fondo Chile de Todas y Todos del Ministerio de Desarrollo Social
Índice
Presentación 5
Introducción 11
CAPÍTULO 1
El desastre, la emergencia y el proceso de reconstrucción 13
1.1. Antecedentes generales: daños y personas damnificadas 14
1.2. La línea de tiempo: principales hitos 23
1.3. Los principales actores del proceso de reconstrucción 40
CAPÍTULO 2
Definiciones teóricas y metodológicas 45
2.1. Marco teórico 46
2.2. Marco metodológico 57
CAPÍTULO 3
Reconstrucción y Derechos Humanos 62
3.1. Vulnerabilidad y condiciones previas 63
3.2. Los derechos sectoriales 66
3.3. Los derechos transversales 69
CAPÍTULO 4
Innovaciones, aprendizajes y desafíos 72
4.1. Del 27F a los incendios forestales: los avances y las innovaciones 74
4.2. La reconstrucción post incendios forestales: innovaciones 78
4.3. Los aprendizajes 81
4.4. Los pendientes: algunas sugerencias y recomendaciones 82
Conclusiones 85
Bibliografía 87
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Presentación
Los incendios que afectaron la zona centro-sur del país en el mes de enero de 2017, arrasaron en la Región del
Maule con miles de hectáreas de plantaciones forestales y bosque nativo, golpeando duramente las comunida-
des rurales. Estos mismos territorios habían vivido pocos años antes el trauma de experimentar un terremoto
de 8,8 grados de magnitud en la escala Richter y el consiguiente proceso de reconstrucción.
Preguntarse acerca de cómo se están enfrentando los desastres socio-naturales en la Región y tratar con
ello de establecer un diálogo con quienes definen e implementan políticas públicas a diferentes escalas, nos
pareció entonces de fundamental relevancia. Decidimos así –en el marco del quehacer del Centro de Estudio y
Desarrollo Regional / Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica del Maule– tratar de sistematizar el
proceso de reconstrucción post incendios, mirándolo desde la perspectiva de los derechos humanos y tratando
sobre todo de rescatar los aprendizajes acumulados por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, actor central de
la gestión post desastre.
a) Sistematizar en todas sus etapas el proceso de reconstrucción desarrollado a la fecha, identificando acto-
res claves, hitos significativos y acciones llevadas a cabo;
b) Evaluar la situación relativa a la protección de derechos en el ámbito vivienda, salud física y mental,
educación, satisfacción de las necesidades básicas vitales y trabajo (derechos por sector); así como el
derecho a la no discriminación, a la información, a participar, ser consultado y a reclamar y ejercer sus
derechos (derechos transversales) en la etapa de emergencia y reconstrucción;
c) Reconocer los aprendizajes generados en el marco del proceso de reconstrucción, destacando los aspec-
tos innovadores de la experiencia y realizando también un análisis comparado respecto al proceso de
reconstrucción post terremoto 27F en el ámbito rural;
Para cumplir con nuestros propósitos, generamos un proceso investigativo de carácter cualitativo, y utiliza-
mos técnicas de recolección de información como la entrevista semiestructurada, lo que nos permitió recoger
las apreciaciones y la reflexión de más de 60 personas entre damnificados, dirigentes sociales, expertos, funcio-
narios públicos, autoridades locales y nacionales.
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Este trabajo fue posible gracias al financiamiento del fondo Chile de Todas y Todos, del Ministerio de De-
sarrollo Social, cuyo foco es apoyar iniciativas que tengan por objetivo el análisis de experiencias, programas
y/o proyectos innovadores, para el mejoramiento de la calidad de vida y bienestar de personas en situación de
pobreza y/o vulnerabilidad social. En este ejercicio, contamos además con la invaluable colaboración de la Fun-
dación para la Superación de la Pobreza y por cierto con la disponibilidad de las autoridades y funcionarios del
Ministerio de Vivienda y Urbanismo, a quienes agradecemos profundamente.
Con esta publicación digital, que recoge una síntesis de los resultados del estudio, esperamos contribuir a
difundir el conocimiento co-construido, ahondar en la siempre necesaria reflexión sobre la gestión del riesgo y
los procesos de reconstrucción, poniendo a disposición del Estado un instrumento que ayude a sistematizar una
experiencia llena de aprendizajes y desafíos.
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Fue en el mes de enero de 2017 cuando la zona centro-sur de Chile fue arrasada por los incendios. Este desastre,
además de generar ingentes pérdidas materiales y de fuentes laborales, develó la vulnerabilidad social de los
grupos familiares que habitan los territorios forestales de nuestra región. Es a partir de esta realidad, la de miles
de personas que han sufrido las consecuencias directas de la catástrofe, que surge este proyecto de sistematiza-
ción desde la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica del Maule.
Desde la disciplina del Trabajo Social, la sistematización se entiende como aquel proceso “que busca cons-
truir, ordenadamente y a través de un procedimiento metódico, conocimiento acerca de una situación particular
a partir de la experiencia que adquiere el sujeto que sistematiza en base a convivir y actuar en esa situación”
(Palma, 2017, p. 22). Es bajo esta lógica que nuestro equipo ha realizado un proceso de investigación integrado
con la práctica profesional formativa, y de manera colaborativa, incluyendo estudiantes, académicos, habitantes
de los sectores e instituciones públicas. En su esencia, la iniciativa buscó rescatar y sistematizar los aprendizajes
de las personas, acompañarlas en su fase de reparación del daño material y emocional luego de los incendios e
incorporar algunos mecanismos para aportar a las estrategias de afrontamiento en un próximo desastre natural,
con recomendaciones al sector público encargado del diseño y gestión de las políticas. También la propuesta
buscó profundizar la discusión sobre el modelo de producción forestal y las vulnerabilidades que este produce,
con el objetivo de hacer una contribución a su mitigación, a la vez de evaluar la protección de los derechos en
contexto de catástrofe.
En síntesis, el proyecto fue una apuesta teórica, metodológica y política, que esperamos represente un aporte
al territorio para fortalecer una cultura de gestión de riesgo, un pensar colectivo e integrado; a partir de la ge-
neración de espacios propicios para el hacer y el pensar de manera conjunta, con la participación activa de las
personas, aquellas que vivieron en lo cotidiano la realidad y las consecuencias de los incendios. La apuesta que
nos propone esta sistematización es entonces la búsqueda de una articulación virtuosa entre individuo y solida-
ridad, Estado y sociedad civil, academia y mundo profesional, reinventando el compromiso con los territorios y
la generación de políticas públicas que permitan sentar bases sólidas de integración, participación, ciudadanía
y potenciación para mirar hacia el Desarrollo Humano.
A partir de esta experiencia, el mensaje que nos queda en el mundo académico es que debemos seguir cons-
truyendo proyectos de investigación aplicada desde la interdisciplina, que reúnan a investigadores, profesio-
nales, estudiantes y habitantes del territorio con el objetivo de consensuar, repensar y, porque no, construir
nuevos conceptos comunes útiles en territorios y ambientes reales, pensados y posibles (Bozzano, 2000), que
asignen nuevos desafíos a los gobiernos locales y a las instituciones académicas. Ese será el no renunciar a
conducir de Matus (1987) y si así no ocurriera, entonces estaremos renunciando a nuestra principal libertad
humana, que es intentar decidir por nosotros y para nosotros, adonde queremos llegar y cómo luchar para al-
canzar los objetivos.
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Nuestro reconocimiento a todos los actores que participaron en el proceso y sean muy bienvenidas, para la
Escuela de Trabajo Social, futuras y virtuosas experiencias como esta “Sistematización del proceso de recons-
trucción post incendios forestales en la región del Maule”.
Hace ya una larga data que hemos visto cómo en nuestro país y en todo el mundo ha venido sucediendo de
manera sostenible, y en aumento, la ocurrencia de desastres o catástrofes socio-naturales, tales como lluvias
torrenciales, aluviones, terremotos y tsunamis, incendios, sequías y una acelerada contaminación ambiental.
Según datos de Geo Risks Research, entre 1980 y 2010 los desastres socio-naturales han experimentado un
aumento sobre el 100%. Al desagregar los datos según la naturaleza de la catástrofe, queda suficientemente
demostrado que los siniestros asociados al clima y la hidrología, son los que más aumentan en todo el planeta.
El número de catástrofes climáticas crece unas cinco veces más rápido que el incremento de terremotos; así,
mientras los terremotos han aumentado un 50% en el periodo 1980-2010, los desastres debidos a fenómenos
climáticos e inundaciones se han incrementado alrededor del 350% (Estudio Regional FSP Valparaíso, Jugando
Entre Riesgos, 2015).
Chile no escapa al exponencial crecimiento en la ocurrencia de estos desastres socio-naturales y entre los
años 1906 a 2015, según el Centro de estudios de Desastres EM-DAT, nuestro país ha debido enfrentar 109 de-
sastres de gran magnitud, de los cuales 41 se han producido en los últimos 15 años.
La Región del Maule, junto a otras de la zona centro sur del país, vivió el 2010 los embates de un violento te-
rremoto grado 8,8 en la escala de Richter, que sacudió a la Región y que vio cómo minutos más tarde un tsunami
arrasó el borde costero, dejándonos en la memoria imágenes devastadoras que trascienden hasta el día de hoy.
En enero de 2017, y cuando aún faltaban logros para la reconstrucción del 27F, nos vuelve a azotar una nueva
catástrofe, esta vez una serie de incendios forestales que se fueron extendiendo de manera vertiginosa e impla-
cable por la Región, arrasando a su paso con medios de vida y volviéndonos a enfrentar cara a cara a nuestra
vulnerabilidad territorial.
La “tormenta de fuego” como se denominó, debido a su alta velocidad de propagación e intensidad calórica,
junto a la simultaneidad de focos incontrolables, terminó por arrasar con más de 279.000 hectáreas, entre plan-
taciones forestales, bosque nativo, praderas y suelo agrícola, además de humedales y áreas urbanas (CONAF,
2017b), dejando a su paso en evidencia la grave exposición y vulnerabilidad al riesgo con la que ha debido con-
vivir gran parte de nuestra población regional.
La Fundación Superación de la Pobreza (FSP) y el Programa Servicio País, a lo largo de los más de 22 años de
existencia como organización de la Sociedad Civil trabajando por la superación de la pobreza y la disminución
de las brechas de desigualdad, hemos estado involucrados de manera permanente en los procesos de recons-
trucción que han afectado a diversas regiones del país. Atacama, Coquimbo, Valparaíso, entre otras y por cierto
Maule, han podido ver nuestro afán de contribuir a través de los profesionales Servicio País en los territorios de-
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vastados, con la recuperación de las personas y la reconstrucción de sus medios de vida, así como también el de
promover reflexión pública en torno a las problemáticas que están a la base de estos desastres socio-naturales,
y que junto con generar enormes pérdidas no solo económicas sino por sobre todo humanas, tienen enormes
efectos en las personas y comunidades que se encuentran afectadas por la pobreza, vulnerabilidad y exclusión
social, y que constituye probablemente la más violenta vulneración a los derechos humanos.
Introducción
Este texto digital pretende proponer una síntesis de los resultados principales del estudio Sistematización del
proceso de reconstrucción post incendios forestales en la Región del Maule, llevado a cabo durante el año 2018 por
un equipo del Centro de Estudios y Desarrollo Regional (CEDERE) de la Escuela de Trabajo Social UCM.
Para este fin, agrupamos los elementos centrales de la investigación en cuatro capítulos. En el primero, en-
tregamos una caracterización pormenorizada de los estragos causados por los incendios, con especial énfasis
en la dimensión de la vivienda; a la vez, mostramos una línea del tiempo con los principales hitos de las etapas
de emergencia y reconstrucción, generadas a partir de un análisis de las entrevistas realizadas y de medios de
prensa escrita. Finalmente, proponemos un mapa de los principales actores –públicos, privados y de la sociedad
civil– que han sido parte del proceso.
En el segundo planteamos algunas definiciones teóricas que asumimos para hacer una lectura situada de la
información que recopilamos, y que dicen relación con el concepto de desastre, el enfoque de derechos humanos
en situación de catástrofe y la reconstrucción en contextos rurales. A la vez, entregamos una síntesis metodoló-
gica del trabajo de recopilación y análisis de los datos.
El tercer capítulo se centra en la discusión acerca de cómo la intervención del Estado en apoyo a las familias
damnificadas, además de orientarse a la reposición de la vivienda perdida, fue capaz de respetar una serie de
derechos humanos básicos que distintos organismos internacionales identifican para los contextos de catástro-
fe.
Finalmente, el cuarto capítulo aborda la difícil tarea de dar cuenta de las innovaciones aplicadas en la recons-
trucción –generando una comparación respecto a lo acontecido en la Región del Maule luego del terremoto del
27 de febrero de 2010– y de los aprendizajes derivados de la nueva experiencia de reconstrucción que el Esta-
do, tanto a nivel nacional como de su estructura descentralizada, tuvo que enfrentar. Nos permitimos, además,
consignar algunos puntos que desde nuestro punto de vista serán necesarios de reforzar en futuras ocasiones.
En último lugar, cierra el texto un breve apartado de conclusiones con algunas reflexiones más generales.
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CAPÍTULO 1: El desastre, la emergencia y el proceso de reconstrucción | 13
CAPÍTULO 1
El desastre, la emergencia y
el proceso de reconstrucción
Entre los días 18 de enero y 5 de febrero de 2017, la zona comprendida entre las regiones de Coquimbo y la
Araucanía se vio afectada por uno de los incendios forestales más grandes de la historia reciente del país, gol-
peando con particular intensidad las regiones de O’Higgins, Maule y Biobío, las que concentraron 417 de los 681
focos de incendios a nivel nacional, con un total de 467.537 hectáreas afectadas (CONAF, 2017a).
Del total de superficie consumida por las llamas, la mayor parte correspondió a plantaciones forestales
(54,7%), siendo la Región del Maule la que concentró la mayor cantidad de hectáreas quemadas.
1 La Escala Global de Medición de Incendios Forestales es un mecanismo que permite evaluar de manera ordinal las características,
dificultades y requerimientos para el combate de un incendio forestal. Comienza con la primera generación (incendios continuos)
y hasta antes de los incendios aquí detallados el nivel más alto correspondía a la quinta generación, es decir, la simultaneidad de
grandes incendios.
Gráfico 1
Superficie afectada según vegetación y otros usos de suelo por incendios forestales entre las regiones de Coquimbo
y la Araucanía.
Fuente: Corporación Nacional Forestal (CONAF). (2017b). Análisis de la Afectación y Severidad de los Incendios Forestales
ocurridos en enero y febrero de 2017 sobre los usos de suelo y los ecosistemas naturales presentes entre las regiones de Coquimbo
y Los Ríos de Chile.
Del total de superficie afectada, se estima que la propiedad del 52% correspondió a grandes empresas fores-
tales, un 29% a pequeños propietarios, un 16% a medianos propietarios y un 3% a empresas medianas (CONAF,
2017b).
En la Región del Maule el daño provocado por los incendios alcanzó las 279.931 hectáreas:2 185.875 ha de
plantaciones forestales, 29.588 ha de bosque nativo, 51.055 de praderas y matorrales, 12.551 de terrenos agrí-
colas y 862 ha de otros usos de suelo, dentro de los que se cuentan áreas urbanas, humedales y otras áreas sin
vegetación (CONAF, 2017b).
La Región cuenta además con el mayor número de agricultores afectados, con un total de 2.117, en compa-
ración con los 1.556 del Biobío y los 1.023 de la Región de O’Higgins, con pérdidas de 5.319 cabezas de ganado
bovino, 3.523 equino, 22.439 ovinos y caprinos, y 26.183 colmenas (Barrera, 2017).
A lo anterior, se suman las 8.360 personas identificadas por medio de la Ficha Básica de Emergencia3 del
Ministerio de Desarrollo Social como damnificadas en alguna medida por los incendios ocurridos en la zona. De
las cuatro provincias de la Región,4 la que cuenta con un mayor número de personas afectadas por el incendio es
la provincia de Talca con un total de 6.734 damnificados, seguida por Linares con 1.240, Curicó en tercer lugar
con 785 y finalmente Cauquenes con 427.
Gráfico 2
Cantidad de personas afectadas o damnificadas por incendios forestales enero-febrero de 2017 en la Región del
Maule, por Provincia.
Fuente: elaboración propia a partir de Ficha Básica de Emergencia, Ministerio de Desarrollo Social.
2 En términos de superficie afectada, a la Región del Maule le siguen la Región del Biobío con 99.480 hectáreas y la del Libertador
Bernardo O’Higgins con 88.127 hectáreas.
3 La Ficha Básica de Emergencia (FiBE) es un instrumento establecido en el Decreto N° 697 de 2015 del Ministerio del Interior y
Seguridad Pública, que forma parte del Plan Nacional de Protección Civil y que es utilizado en situaciones de emergencia, catás-
trofes o desastres para la identificación de las familias afectadas o damnificadas ante eventos de tipo natural o antrópico (Minis-
terio de Desarrollo Social, s.f.). Para mayor información: http://dse.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/.
4 La Región del Maule se subdivide en cuatro Provincias: Talca, Curicó, Linares y Cauquenes.
Con respecto a la cantidad de personas afectadas por comuna, es posible identificar cinco focos principales:
313 personas resultaron afectadas en Cauquenes, 556 en Hualañé, 981 en San Javier, 1.150 en Empedrado, y
4.681 en Constitución.
Gráfico 3
Cantidad de personas afectadas o damnificadas por incendios forestales enero-febrero de 2017 en la Región del
Maule por comuna.
Fuente: elaboración propia a partir de Ficha Básica de Emergencia, Ministerio de Desarrollo Social.
En cuanto a las localidades, siendo el total de afectados en la provincia de Talca de 6.734, Las Corrientes y
Santa Olga aparecen como las más perjudicadas con 302 y 3.161 personas respectivamente. En el caso de la pro-
vincia de Linares, con un total de 1.240 damnificados, las localidades de Nirivilo, Rastrojos y la Orilla de Purapel
fueron las más afectadas con 382, 116 y 109 personas respectivamente. En la provincia de Curicó la cantidad de
damnificados corresponde a 785 personas, de las cuales 134 pertenecían a las localidades de Los Sauces, 81 a
Hualañé y 75 a Los Coipos. Finalmente, en la provincia de Cauquenes el número de damnificados corresponde a
427 personas, siendo las localidades de Cauquenes y La Gloria las más afectadas con 99 y 66 personas respec-
tivamente.
De las 8.360 personas afectadas en la Región, 4.458 resultaron con su vivienda totalmente destruida, 252 con
su vivienda muy afectada, 271 medianamente afectada y 386 poco afectada. En términos generales, este número
equivale a aproximadamente 3.068 familias.5
5 Calculado en base al número de personas indicadas como jefes de hogar en la Ficha Básica de Emergencia.
Gráfico 4
Personas con viviendas afectadas por incendios forestales en la Región del Maule.
Fuente: elaboración propia a partir de Ficha Básica de Emergencia, Ministerio de Desarrollo Social.
El fuego no solo dañó las viviendas, sino que también se calcula que 5.970 personas vieron afectados sus
pertenencias, de las cuales 4.791 resultaron con sus enseres muy afectados y 712 medianamente afectados.
Otro impacto tiene relación con la afectación del ámbito laboral de las personas de la Región. Se estima que
alrededor de 5.070 perdieron el empleo como resultado de los incendios forestales. De estos, 1.181 se desempe-
ñaban en labores relacionadas con la agricultura, pesca y caza, de un total regional de 26.865 trabajadores del
sector (Observatorio Laboral del Maule, 2017), así como 1.250 personas que perdieron empleos relacionados al
ámbito forestal de un total de 15.042 (Instituto Forestal, 2016).
Gráfico 5
Damnificados que declaran pérdida laboral a nivel regional.
Fuente: elaboración propia a partir de Ficha Básica de Emergencia, Ministerio de Desarrollo Social.
Gráfico 6
Pérdida laboral por rubro.
Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la Ficha Básica de Emergencia (FiBE) del Ministerio de Desarrollo Social
Es posible diferenciar en dos grupos las localidades afectadas. Por un lado, se encuentran aquellas caracte-
rizadas como parte de la ruralidad dispersa: localidades pequeñas y de carácter eminentemente rural como Los
Coipos, Sauzal o Las Corrientes entre otras, cuyo nivel de afectación y necesidades de reconstrucción varían en
función de sus características específicas. Por otra parte, existe la situación particular de Santa Olga (Comuna
de Constitución), pueblo que fue arrasado completamente por el incendio y que en términos demográficos se
considera como urbano. Cabe destacar que la distinción entre lo rural y lo urbano en Chile responde a criterios
demográficos, siendo considerados rurales los asentamientos con una población que oscila entre los 1.000 y los
2.000 habitantes ya sea de manera concentrada o dispersa y donde menos del 50% de sus habitantes se dedica
a actividades económicas secundarias (INE, 2005; CEPAL, 2013).
La definición incluye además una diferenciación para las aldeas (asentamiento humano concentrado con una
población que fluctúa entre 301 y 1.000 habitantes) y los caseríos (asentamiento humano con nombre propio
que posee 3 viviendas o más cercanas entre sí, con menos de 301 habitantes y que no forma parte de otra enti-
dad). Las localidades afectadas que se cuentan dentro de la denominación ruralidad dispersa se dividen entre
estos tres criterios (rural, aldea, caserío) pasando desde localidades compuestas por una serie de viviendas
dispersas territorialmente y separadas por al menos un par de kilómetros de distancia (como en el caso de Los
Sauces en la comuna de Hualañé), a unidades territoriales más compactas y funcionales (como en el caso de
Coronel de Maule en la comuna de Cauquenes). Santa Olga, poblado que incluye también los sectores de Altos
de Morán y Los Aromos, se diferencia además porque las consecuencias del fuego en el sector obligaron a consi-
derar la creación de un Plan Urbano Integral de Reconstrucción (PUIR), diseñado por el Ministerio de Vivienda
y Urbanismo.
Dentro de las localidades más afectadas sin dudas Santa Olga representa un caso paradigmático en
cuanto al daño que los incendios forestales ocasionaron en la Región. Está ubicada en la comuna de
Constitución, y su origen se remonta a inicios de la década de 1970, cuando un grupo de aproxima-
damente 20 familias de trabajadores de la empresa maderera estatal Panguipulli, provenientes de las
cercanías de la ciudad de Valdivia, Región de los Ríos, se radicaron en el denominado “Cruce a Empe-
drado” (específicamente al norte de la actual Ruta M-30-L). Durante la década de 1990 dicha empresa
donó a sus trabajadores uno de los paños del predio y otro es transferido a la I. Municipalidad de
Constitución, correspondiente a lo que en la actualidad es Santa Olga.
La localidad está compuesta por tres sectores principales consolidados: Santa Olga, Los Aromos y
Altos de Morán. Los Aromos se ubica al Sur de la ruta L-30-M y es conformado por el sector residen-
cial y el sector industrial del aserradero perteneciente a la empresa CELCO. Al igual que Santa Olga,
surgió como una ocupación irregular, en la cual el Ministerio de Bienes Nacionales comenzó con un
plan de saneamiento de lotes en 1995. Altos de Morán, por otro lado, era el sector consolidado con
mayor déficit de servicios, ya que no contaba con abastecimiento de agua potable ni alcantarillado,
resolviendo los servicios básicos a partir de cañerías conectadas a vertientes y pozos negros. La via-
lidad existente no permitía el ingreso del camión de la basura, ni vehículos mayores, aumentando el
riesgo y la mala calidad de vida de sus residentes.
Finalmente, existe un último sector –El Membrillo– que se localiza detrás de la industria forestal,
siendo un sector que podría considerarse el más rural dentro de la localidad, conformado por un
camino interior de tierra sin iluminación y, a raíz de este motivo, percibido como inseguro por los
propios vecinos.
Al interior de la localidad de Santa Olga, se reconocen además otros subsectores dentro de los ya
mencionados, tales como Molino Viejo y el sector industrial en Los Aromos, propiedad de Forestal
CELCO:
6 Los datos relativos a la caracterización de la comuna de Santa Olga fueron tomados del Plan Urbano Integral de Reconstrucción
(PUIR), 2017, ya que anteriormente no existían registros que dieran cuenta de las características del sector.
Las viviendas no afectadas o poco afectadas pertenecen en general al sector de Altos de Morán
mientras que en los otros sectores de la localidad el fuego arrasó con la totalidad de las viviendas.
Si bien el proceso de reconstrucción posterior a los incendios forestales del verano del 2017 se encuentra aún
desarrollo, es posible identificar una serie de hitos claves que han configurado el proceso durante el primer
año ulterior a la catástrofe. En términos generales, podemos considerar cuatro grandes periodos, tanto para
las localidades pertenecientes a la ruralidad dispersa como para Santa Olga en particular. El primero de ellos
corresponde a los días previos a la emergencia en los que ésta comienza a desarrollarse, se comienza a rea-
lizar el despliegue de actores y esfuerzos coordinados entre distintos organismos para el combate del fuego.
El segundo momento clave corresponde al período denominado “emergencia y evacuación”, que contempla el
momento en que el fuego comienza a llegar a los sectores poblados, los contingentes de combate del incendio
se encuentran desplegados y en acción, y se procede a la evacuación preventiva de localidades expuestas ante
peligro de incendio inminente como en el caso de Santa Olga, extendiéndose hasta que el fuego es controlado.
El tercer momento, de emergencia, corresponde al período inmediatamente posterior a los incendios, desde
que este es controlado, pasando por las iniciativas previas a la puesta en marcha de la reconstrucción hasta la
fecha en que se terminan de aplicar las entrevistas. Finalmente, la cuarta etapa es la que se refiere al proceso de
reconstrucción.
Cabe destacar que la división en estos grandes períodos responde a criterios netamente analíticos y, por lo
tanto, resultan tan arbitrarios como necesarios para poder dar cuenta de un proceso que es en sí complejo; y en
el que las diversos hitos, actores y variables involucradas tienen lógicas propias y en el que su actuar, ocurrencia
e influencia, muchas veces continúan operando incluso más allá de los límites temporales que se puedan esta-
blecer e identificar.
Para tratar de graficar y reconstituir, de la manera más fiel posible, todo el proceso durante el año posterior
a los incendios, generamos una línea del tiempo identificando los principales hitos, a partir de la revisión de los
dos medios de comunicación más importantes de la Región (Diario El Centro y Diario La Prensa) y del análisis
de las entrevistas realizadas.
Línea de tiempo
21 de enero de 2017: CONAF decide cerrar todos los parques nacionales entre las regiones
de Coquimbo y La Araucanía.
23 de enero de 2017: Incendios forestales en la Región del Maule han consumido más de
39.000 hectáreas; se registran 23 casas quemadas y 53 albergados. Li-
cantén y Empedrado en alerta roja y otras cuatro comunas en zona de
catástrofe. Se suman cinco nuevos focos en los sectores de La Estancilla
(Curepto), La Higuera (Vichuquén), Cerro La Virgen (Talca), Las Ver-
tientes (Maule), Tierras Coloradas, Porvenir y El Tranque (Constitu-
ción).
24 de enero de 2017: Declaran zona de catástrofe a toda la Región del Maule. Hay 18 focos
activos en la Región, 5 de los cuales son de complejidad: Vichuquén,
Licantén, Hualañé, Empedrado y Cauquenes, San Javier y Maule. Se rea-
liza evacuación preventiva en Santa Olga.
24 de enero de 2017: Más de 15.000 hectáreas son arrasadas por el fuego en Cauquenes:
5.000 hectáreas en el foco de Coronel del Maule, 3.500 en el sector San-
ta Cruz además del sector de Las Máquinas por donde el fuego llega a
Empedrado a través del Cerro Name. Se mantienen activos focos de
Coronel del Maule, Hualve, Tobolguén y San Juan. Se mantiene la alerta
roja y se solicita apoyo aéreo.
25 de enero de 2017: Ministerio de Desarrollo Social aplica Ficha Básica de Emergencia a fa-
milias damnificadas por incendios forestales.
27 de enero de 2017: Cerca de mil viviendas resultaron quemadas en Santa Olga a las que se
suman viviendas siniestradas en el sector de Las Corrientes.
27 de enero de 2017: Incendios forestales en la Región del Maule han consumido más de
235.000 hectáreas. A la fecha hay 25 incendios en combate. Vichu-
quén, Licantén, Hualañé, San Javier, Empedrado, Maule, Constitución
y Pencahue son las comunas con mayor daño producto del fuego. 839
personas entre bomberos y brigadistas se encuentran trabajando en
las zonas afectadas.
27 de enero de 2017: Asociados de Corma han perdido más de 40.000 hectáreas de bosques.
Gremio forestal elevó de 22.000 a 40.000 hectáreas de plantaciones
forestal de sus empresas asociadas afectadas por el fuego.
28 de enero de 2017: Viñas del sector costa del valle del Maule son las más afectadas por
incendios. A la fecha van 75 hectáreas de viñedos quemadas en la zona
de Maule Costa.
30 de enero de 2017: Habla Seremi de Vivienda, planteando dos caminos: programa especial
para poblados de Santa Olga y Los Aromos y, por otro lado, viviendas
definitivas en 45 días para sectores rurales.
30 de enero de 2017: Campaña "Juntos por Chile" hace llamado a colaborar, la alianza entre
TVN, Mega, ARCHI, Radio Cooperativa y Hogar de Cristo busca recau-
dar mil millones de pesos para la compra de equipamiento para el ho-
gar para damnificados.
31 de enero de 2017: Nombran delegados regionales para comunas afectadas, los cuales
coordinarán con su respectiva gobernación toda actividad en terreno
en las localidades afectadas. En Cauquenes fue designado el SEREMI de
Educación Rigoberto Espinoza, en Constitución el Seremi de Vivienda
Rodrigo Sepúlveda, en San Javier el Seremi del Trabajo Elia Piedras, en
Maule el Seremi de Economía Patricio Domínguez, en Empedrado el
Seremi de Agricultura Jorge Céspedes, en Hualañé la Seremi de Depor-
te María Francisca Bascuñán y en Vichuquén la Directora del Sernam
Beatriz Villena.
1 de febrero de 2017: Van más de 274.000 hectáreas consumidas por el fuego y casi cinco mil
evacuados. Durante la jornada del 31 de enero se registraron 140 in-
cendios activos, 54 controlados, 85 en combate, 1 extinguido. En Santa
Olga hay 1.000 viviendas afectadas y 181.394 hectáreas. Según Onemi
hay 801 viviendas afectadas 2.976 damnificados, 12 albergues y 908
albergados, 4.754 albergados y 274.169 hectáreas afectadas en la Re-
gión.
2 de febrero de 2017: Hasta el momento 275.000 hectáreas y 801 viviendas han sido consu-
midas por el fuego, 10 comunas mantienen alerta roja.
2 de febrero de 2017: Se instala la Base de Apoyo Humanitario del Ejército en Santa Olga.
2 de febrero de 2017: De Nirivilo son los primeros beneficiados del Bono Enseres en la Re-
gión del Maule.
2 de febrero de 2017: Sector Coronel del Maule recibirá ayuda de Talca para iniciar recons-
trucción de viviendas. Se contabilizan más de 13 hectáreas consumi-
das por las llamas en el sector.
2 de febrero de 2017: Comienza nueva etapa de campaña "Juntos por Chile". Campaña ante-
rior logró reunir $1.285.046.000 y entregó 42 kits con equipamiento
para las comunas de Marchigüe, Litueche, Lolol, Hualañé, Pumanque y
Paredones. Nueva campaña del Hogar de Cristo buscará entregar equi-
pamiento a la Escuela Las Corrientes y al jardín Personitas de Santa
Olga así como también a la Escuela Agua Corta de Hualqui en la Región
del Biobío.
3 de febrero de 2017: A la fecha van más de 284.121 hectáreas consumidas por el fuego. Cin-
co incendios aún continúan activos.
4 de febrero de 2017: Se mantiene zona de catástrofe en la Región. Más de tres mil docu-
mentos se han tramitado por damnificados. 500 bonos de enseres ya
han sido entregados a familias del Maule. Según Ministro de Hacienda,
333.000.000 será el costo para enfrentar emergencia por incendios fo-
restales. Gobierno extiende Estado de Catástrofe por el resto del verano.
5 de febrero de 2017: Bono Enseres ha llegado al 74% de las familias afectadas por incendios
en la Región.
6 de febrero de 2017: 7.000 jóvenes voluntarios se han desplegado en las zonas afectadas
por los incendios.
6 de febrero de 2017: Desarrollo social informó que se han entregado más de 500 bonos En-
seres a damnificados por incendios forestales.
6 de febrero de 2017: José Antonio Gómez, Ministro de Defensa Nacional da por cerrada eta-
pa crítica de los incendios forestales.
8 de febrero de 2017: Controlado incendio en Las Cardillas que consumió 39.827 hectáreas
en las comunas de Hualañé y Licantén. Se mantiene alerta roja en Em-
pedrado, Constitución y San Javier además de Alarma Amarilla regio-
nal.
8 de febrero de 2017: Seguridad Pública del Maule finaliza campaña de ayuda a localidades
afectadas.
8 de febrero de 2017: 50% del contingente del Ejército se ha retirado de las zonas afectadas
por incendios.
8 de febrero de 2017: SNA cifró en US 400.000.000 las pérdidas por incendios. La cifra con-
templa 400 hectáreas de olivos y 100 hectáreas de viñas quemadas.
9 de febrero de 2017: 2.523 familias maulinas resultaron damnificadas por incendios fores-
tales. Se contabiliza un total de 1.482 viviendas destruidas, 1.504 dam-
nificados en Constitución, 316 en San Javier y 248 en Empedrado.
10 de febrero de 2017: Según Carlos Soto, Seremi de Bienes Nacionales, la primera fase de
construcción de viviendas en Santa Olga iniciará en marzo.
14 de febrero de 2017: Empresa Arauco paralizó el proceso y dejó operativa su caldera para
otorgar energía eléctrica a Constitución.
15 de febrero de 2017: Linares cuenta con nuevos camiones Tolva para apoyar el trabajo post
incendios forestales.
15 de febrero de 2017: Comenzó a funcionar conteiner de salud en Santa Olga. Brindará aten-
ción de salud de manera provisional mientras se construye la posta
modular.
16 de febrero de 2017: ABCDIN y DIJON donaron 375 gift cards para damnificados de Consti-
tución.
16 de febrero de 2017: El gabinete económico del Gobierno regional inicia acciones de fomen-
to productivo en apoyo a damnificados.
17 de febrero de 2017: Se entregaron 700 bonos de arriendo para que la gente salga de Santa
Olga mientras se trabaja.
17 de febrero de 2017: Colbún, Techo-Chile y Hogar de Cristo se unen para reconstruir Carri-
zal tras incendios.
18 de febrero de 2017: Estudiantes afectados por incendios en Santa Olga reciben beneficio de
gratuidad, la Ministra de Educación se reunió con alumnos selecciona-
dos.
18 de febrero de 2017: Familias afectadas por incendios en la Región recibieron los primeros
subsidios de vivienda: 33 familias en los sectores de Constitución y 14
en San Javier recibieron subsidios que inician construcción en marzo.
18 de febrero de 2017: Arauco aportará el agua necesaria para Santa Olga y Los Aromos, la
empresa asumió que el aporte será de forma permanente.
19 de febrero de 2017: INDAP entrega bonos de apoyo a más de 200 agricultores de Cauque-
nes y Chanco.
19 de febrero de 2017: Fundación norteamericana "Waves for Water", dona filtros para el agua
a zonas afectadas por incendios, el aporte permite eliminar diversas
bacterias y ceniza en las zonas afectadas, donde aún no se reponen los
servicios. En este primer viaje trajeron 150 filtros, pero ya está la idea
de subir ese aporte, y además generar una acción, esta vez preventiva.
19 de febrero de 2017: Comienzan a entregarse los bonos de residencia temporal para damni-
ficados. Más de 700 familias han hecho el trámite en el Maule para op-
tar al beneficio o a una vivienda de emergencia, mientras tanto, ONEMI
instala primeras viviendas transitorias para familias damnificadas por
incendios forestales.
20 de febrero de 2017: Chile Crece Contigo entrega kit lúdico a niños damnificados por incen-
dios forestales, teniendo como objetivo incentivar las actividades re-
creativas posteriores a la emergencia.
20 de febrero de 2017: El Ministerio de Agricultura, a través del INDAP, entregó cheques por
un millón de pesos a 300 agricultores de la comuna de San Javier.
21 de febrero de 2017: Familias afectadas por los incendios en Carrizal y Cañete recibieron
casas de emergencia de la empresa Colbún, Techo-Chile y Hogar de
Cristo.
22 de febrero de 2017: Gobierno amplió plazo para llenar ficha de emergencia productiva
para que emprendedores damnificados puedan postular a fondos Re-
emprende.
23 de febrero de 2017: 15 familias damnificadas tras nuevo foco de incendio forestal el Parral.
23 de febrero de 2017: SERNAGEOMIN prepara mapa de riesgos en zonas afectadas por incen-
dios. Su objetivo es agilizar los trámites de concesiones mineras.
23 de febrero de 2017: Alerta roja por incendio en Parral: incendio forestal que afecta una su-
perficie por confirmar de 2.198 hectáreas de pastizal, matorral y arbo-
lado en la comuna de Parral.
24 de febrero de 2017: Tras los daños provocados por los incendios forestales, el ramal vuelve
a conectar Talca y Constitución.
24 de febrero de 2017: TECHO-Chile, Colbún y Hogar de Cristo entregan casas equipadas a fa-
milias de Carrizal y Cañete.
25 de febrero de 2017: Autoridades presentan plan maestro que regirá proceso de recons-
trucción en Santa Olga.
25 de febrero de 2017: Ministra de Bienes Nacionales, Nivia Palma, entregó más de 40 títulos
de dominio a personas cuyas viviendas fueron destruidas por los in-
cendios forestales en los sectores de Santa Olga, Molino Viejo, Rinco-
nada, Cruce Empedrado y Villa Adoración.
26 de febrero de 2017: Socialización del plan maestro de reconstrucción a más de mil familias
de Santa Olga, Los Aromos y Altos de Morán.
1 de marzo de 2017: Sergio Galilea: En materia habitacional, confirmó que en mayo de este
año se realizará la primera gran entrega de viviendas para las familias
damnificadas, la que oscilaría en un 75% del total.
3 de marzo de 2017: 10% de la superficie regional fue consumida por los recientes incen-
dios forestales.
3 de marzo de 2017: En el sector de La Pitigua, comuna de San Javier, se marcó el hito de ini-
cio de obras para familias damnificadas del mundo rural. Los trabajos
estarán listos en los próximos 60 días.
4 de marzo de 2017: Naciones Unidas destaca gestión de emergencia tras incendios fores-
tales ya que la experiencia internacional en situaciones similares y el
nivel de pérdidas humanas de éstas, llevan a dejar en buen pie lo reali-
zado en el país.
13 de marzo de 2017: Arauco entregó terreno para jardín infantil provisorio en Santa Olga.
18 de marzo de 2017: Firman acuerdo para la construcción definitiva del liceo de Santa Olga.
20 de marzo de 2017: Según informe del Equipo de Protección Civil de la Unión Europea
(EUCP), el megaincendio de Chile es el más intenso de la historia.
30 de marzo de 2017: Inauguran "Saludomo" para reconstruir el tejido social en Santa Olga,
el cual servirá como espacio para que la comunidad afectada por los
incendios forestales se organice, pero también apuntará al apoyo psi-
cosocial de los damnificados.
30 de marzo de 2017: "Las Corrientes" 100% reconstruida tras los incendios. Desafío Levan-
temos Chile e Easy entregaron 12 casas definitivas.
2 de abril de 2017: El subsecretario de Obras Públicas, Sergio Galilea, se reunió con el al-
calde de Constitución, Carlos Valenzuela, donde analizaron el diseño
de sistema de Agua Potable Rural para la "zona cero" de los incendios
forestales.
3 de abril de 2017: 75 comerciantes de leña de las zonas arrasadas por incendios recibie-
ron fondos estatales.
4 de abril de 2017: Fueron entregados más de mil bonos de residencia temporal (arrien-
do).
10 de abril de 2017: Arauco y comunidad firman acuerdo para abastecer de agua a Santa
Olga y alrededores.
22 de abril de 2017: Desafío Levantemos Chile entregó primera vivienda definitiva en Santa
Olga.
28 de abril de 2017: SERVIU Maule compró terreno en Santa Olga para acoger a 270 fami-
lias damnificadas. en las 9,4 hectáreas adquiridas se proyecta la cons-
trucción de dos barrios de 120 y 150 viviendas cada uno.
2 de mayo de 2017: CORFO celebró Aniversario 78 con entrega de subsidio para pymes de
Santa Olga.
15 de mayo de 2017: MINVU y CMPC firman convenio para la reconstrucción en Santa Olga.
Considera un aporte de CMPC al diseño del parque de Santa Olga –que
tendrá 3 hectáreas de área verde–, la construcción de dos sedes socia-
les y una plaza, además de la entrega de kits de madera necesaria para
la construcción de un nuevo conjunto habitacional para 270 familias
afectadas.
19 de mayo de 2017: Ministra de Bienes Nacionales entregó 200 títulos de dominio a fami-
lias que hace más de 20 años habitan el lugar y que no habían podido
sanear sus loteos. Ahora Bienes Nacionales comenzó la regularización
de sus predios.
26 de mayo de 2017: Listos los diseños para ejecutar la reconstrucción de Santa Olga. El Sub-
secretario de Obras Públicas y coordinador del proceso, Sergio Galilea,
estimó que a marzo del 2018 se tendrán entre 300 a 400 viviendas. En
junio se estima que se inicie el proceso de construcción del Centro de
Salud Familiar y la reconstrucción del Liceo.
26 de mayo de 2017: Gobierno instala letrero informativo del Nuevo Santa Olga.
15 de junio de 1017: Las directivas de las juntas de vecinos de Santa Olga revisaron el dise-
ño de las futuras sedes que serán construidas.
19 de junio de 2017: Las primeras casas definitivas entregadas en la Región son en el sector
rural La Pitigua, en la comuna de San Javier.
24 de junio de 2017: Avicultores de Retiro son los primeros en recibir incentivo de recons-
trucción y habilitación productiva de INDAP.
25 de junio de 2017: INFOR y Arauco firman convenio para restauración de bosques nati-
vos. El instituto forestal apoyará en el proceso de restauración de unas
25.000 hectáreas, que ocupaban plantaciones forestales antes del in-
cendio.
29 de junio de 2017: Desafío Levantemos Chile entrega cinco casas en la localidad de Huiñe,
Vichuquén.
30 de junio de 2017: Se encuentra adjudicada la empresa que construirá el CNT para 270
familias, se trata de la constructora "Nuevos Aires".
7 de julio de 2017: La próxima semana se inicia el proyecto de APR definitivo para Santa
Olga. La inversión supera los 7.000.000.000 de pesos. La obra adjudi-
cada también comprende las localidades Los Aromos y Altos de Morán.
Su culminación se estima para mediados de próximo año.
9 de julio de 2017: Esta semana parten las obras de construcción del sistema de Agua
Potable Rural definitivo para Santa Olga. La empresa a cargo será
"Conpax”, su construcción debería terminar en julio de 2018.
14 de julio de 2017: Primer condenado por incendios forestales registrados durante el ve-
rano en la Región. Fue detenido el día 26 de enero pasado, en el sector
de Llepo, precordillera de la comuna de Linares.
30 de Julio de 2017: Primera familia recibe de manera oficial las llaves de su nueva casa,
emplazada en el sector de Porongo de Cauquenes.
3 de agosto de 2017: Bomberos de Santa Olga reciben nuevo carrobomba para combatir in-
cendios, la entrega fue realizada por el Banco de Chile y Desafío Levan-
temos Chile.
4 de agosto de 2017: Santa Olga: Ministra de Vivienda Paulina Saball ratifica levantamiento
de obras claves para septiembre.
27 de agosto de 2017: MOP y Arauco firman convenio para construir servicio de agua potable
para Nueva Santa Olga.
4 de septiembre de 2017: El sector privado está impulsando una iniciativa llamada "Red de Pre-
vención Comunitaria".
8 de septiembre de 2017: Nuevo SEREMI de Vivienda sostuvo primera reunión con mesa de re-
construcción en Santa Olga. Rodrigo Olivares, adelantó que hay 78 ca-
sas en construcción, de las cuales treinta podrían ser habitadas a fines
de septiembre.
10 de octubre de 2017: SUBTEL logra acuerdo público y privado que asegura conectividad te-
lefónica y digital para Santa Olga.
12 de octubre de 2017: 46% aumentaron los fondos para combatir incendios forestales.
11 de octubre de 2017: Se lleva a cabo el lanzamiento del Plan Maestro de Prevención y Com-
bate de incendios forestales 2017-2018 para la Región del Maule. Se
da a conocer el reforzamiento de recursos aéreos, terrestres y meca-
nizados, los que aumentaron en un 46%, pasando de 1,2 millones de
dólares a 2,4 millones de dólares para esta temporada.
29 de octubre de 2017: Tras los incendios forestales programa "Yo Emprendo Semilla-Emer-
gencia" de FOSIS entregó, durante los últimos cinco meses, capital y
asesoría técnica para reabrir con prontitud los puestos laborales, 118
comerciantes de Constitución reactivan su productividad.
22 de noviembre de 2017: Subsecretario de Obras Públicas asegura que Nueva Santa Olga tiene
32% de avance en su reconstrucción. Destacó término de 30 viviendas,
101 en obras y 270 en proceso y 7 proyectos de pavimentación de ca-
lle.
6 de diciembre de 2017: 33% de avance en construcción de sistema de agua potable para Santa
Olga.
11 de diciembre de 2017: Santa Olga recibió a las primeras 23 familias que regresaron a su mejo-
rado barrio.
19 de diciembre de 2017: Compañía CGE aportó los más de 500 dispositivos necesarios para co-
nectar sus primeras 39 viviendas a la red eléctrica.
12 de enero de 2018: 36% de avance tiene el complejo educacional de Santa Olga. Proyecto
se concreta gracias al aporte de Desafío levantemos Chile y el gobierno.
13 de enero de 2018: Presentan plan para emergencias derivadas de los incendios forestales.
Fueron convocados los 30 municipios y las cuatro gobernaciones pro-
vinciales. Se desarrolló la presentación y sensibilización plan AC-CE-
FOR, para las coordinaciones y atención de emergencias derivadas de
los incendios forestales en la Región del Maule, elaboración a cargo de
CONAF y ONEMI.
16 de enero de 2018: Municipalidad de San Javier, por medio del departamento de educación
realizó una entrega simbólica de los terrenos, con el fin que comience
con las obras de edificación del establecimiento, el que será financiado
por el Desafío Levantemos Chile.
24 de enero de 2018: Seremi de Vivienda y Urbanismo recalcó que hoy existen 101 viviendas
en construcción en Santa Olga y Los Aromos, 45 terminadas 270 vi-
viendas en construcción. En la actualidad, se encuentran en ejecución
los cuatro contratos de pavimentación de calles y pasajes. Por último,
indicó que se firmó un acuerdo entre MINVU y la Minera Collahuasi
que permitirá iniciar obras de 50 viviendas.
26 de enero de 2018: El Intendente Pablo Meza destaca que el sistema de agua potable cuen-
ta con un avance del 65%. La construcción del nuevo terminal de bu-
ses, la cancha y el CESFAM están en sus fases finales del proceso admi-
nistrativo.
20 de febrero de 2018: Contraloría rechazó trato directo para obras del sistema de agua po-
table de Santa Olga. Faenas llevan cerca de 70% de avance. SEREMI de
Obras Públicas aseguró que no se han cursado pagos a la empresa y
descartó suspender los trabajos.
7 de marzo de 2018: Cierra gestión del proceso de reconstrucción del subsecretario Sergio
Galilea: "Es inédito tener casi un 50% de avance en la nueva Santa Olga".
7 de marzo de 2018: El Gobierno estima que hay casi un 50% de avance en las obras genera-
les. Los habitantes de la localidad señalan que ha sido una reconstruc-
ción lenta, puesto que los resultados más concretos se apreciarán en
los próximos meses.
Para dar cuenta de la importante cantidad y variedad de los actores (estatales, privados y civiles) involu-
crados en el proceso de reconstrucción, construimos un “mapa” con los principales protagonistas, tratando de
explicar –de forma muy sintética- las funciones que cumplieron. Nos centramos especialmente en las figuras
clave, que de acuerdo a la Universidad Nacional de Córdoba (2007, p. 3), son aquellas que “pueden influenciar
significativamente (positiva o negativamente una intervención) o son muy importantes para que una situación
se manifieste de determinada forma”.
Organismo /
Sector Actor Rol jugado en la emergencia y/o reconstrucción
Organización
Actor que procura que el proceso de reconstrucción tenga
una estrategia basada en principios: a) Una respuesta opor-
tuna; b) Una respuesta que apunte a la calidad tanto de las vi-
Ministra de viendas, de la infraestructura urbana y del ordenamiento del
Vivienda y territorio; c) Una respuesta pertinente en cuanto a favorecer
Urbanismo los recursos, la materialidad y los atributos arquitectónicos
locales, pero también pertinente respecto a los desafíos de
cada uno de los lugares, y d) Rol de participación de las co-
munidades, de los actores públicos y privados.
Organismo /
Sector Actor Rol jugado en la emergencia y/o reconstrucción
Organización
Ministerio de Delegada Desde marzo del 2018, su rol es liderar la mesa de recons-
trucción en Santa Olga, supervisar el proceso de reconstruc-
Vivienda y Nacional de
ción en ruralidad dispersa, así como reconstruir medios de
Urbanismo Reconstrucción mitigación para evitar futuros desastres.
Actor que coordina la acción de reconstrucción y agiliza los
Subsecretaría Coordinador procesos durante el periodo del gobierno de la presidenta
de Obras Nacional de Michelle Bachelet. Otra de sus funciones consistió en evaluar
Públicas Reconstrucción el estado de avance de cada una de las reparticiones públicas
que tenían la responsabilidad en el territorio.
Organismo /
Sector Actor Rol jugado en la emergencia y/o reconstrucción
Organización
Fuerzas Armadas
Ministerio Contención de la ciudadanía y resguardo de la seguridad
(F.F.A.A.) y
de Defensa pública.
Carabineros de
Nacional
Chile
Participa en el primer y segundo llamado de evacuación en
Ilustre Santa Olga. Prestación de auxilios en la situación de emer-
Municipalidad de gencia. El alcalde facilitó que los dirigentes sociales pudieran
Constitución tener un espacio de participación y lograr mayor incidencia a
Municipios
través de la mesa de trabajo de reconstrucción de Santa Olga.
Sector público
Municipios
Apoyo y prestación de auxilio en la situación de emergencia y
ruralidad en el proceso de reconstrucción.
dispersa
Actor que durante el gobierno de Michelle Bachelet lidera la
mesa de trabajo de Santa Olga, además es la autoridad que
Intendencia Intendente de la logra convocar a la institucionalidad pública del COE. Dentro
Regional región del Maule de sus roles se encuentra aunar voluntades de autoridades
públicas y organismos privados, gestionar características y
protocolos de los distintos servicios.
Organismo /
Sector Actor Rol jugado en la emergencia y/o reconstrucción
Organización
Actor que entrega viviendas de emergencia, asimismo, apoya
ONG Techo para Chile en la reconstrucción de viviendas para personas inhabilitadas
de recibir un subsidio en sectores rurales.
Otros actores Figuras públicas Entrega de ayuda material. Nivel medio de aporte e involu-
privados cramiento.
Sector privado
Dirigentes Dirigentes reo de los avances. Uno de los productos más relevantes de
sociales sociales de este espacio es la construcción de un plan maestro (PUIR), en
Santa Olga el cual la comunidad fue protagonista. Los dirigentes sociales
se reúnen semanalmente junto a actores públicos y se presen-
tan los avances en materia de reconstrucción. Los dirigentes
son los encargados de transmitir la información en sus asam-
bleas. Un aspecto relevante es la emergencia de liderazgos fe-
meninos durante el proceso de reconstrucción.
CAPÍTULO 2
El presente capítulo tiene dos objetivos principales. Por un lado, se discuten las definiciones teóricas y concep-
tuales que se encuentran en la base del proceso de análisis y discusión de los resultados del proceso de siste-
matización post-incendios forestales; desde la idea de desastres socio-naturales, la relación que se establece
en estos contextos entre los conceptos de riesgo y vulnerabilidad; los procesos de reconstrucción en contextos
rurales; para finalizar con una revisión de los Derechos Humanos en contextos de Desastre, principalmente a
partir de las Directrices Operacionales sobre la protección de los derechos humanos en situaciones de Desastre del
Comité Permanente entre Organismos (IASC) de la ONU. Por otra parte, al finalizar el capítulo se incluyen las
consideraciones metodológicas mediante las cuales se realizó la recolección y análisis de información que se
discute en los siguientes capítulos.
La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su informe del grupo de trabajo intergubernamental de exper-
tos de composición abierta sobre los indicadores y la terminología relacionada con la reducción del riesgo de
desastres (2016), define desastre como una “disrupción grave del funcionamiento de una comunidad o sociedad
en cualquier escala debida a fenómenos peligrosos que interaccionan con las condiciones de exposición, vulne-
rabilidad y capacidad, ocasionando pérdidas e impactos humanos, materiales, económicos y/o ambientales” (p.
13). Tanto este documento como otros que siguen los lineamientos internacionales hacen especial énfasis en al
menos dos ideas que se encuentran íntimamente relacionadas (Maskrey, 1993; Blaikie, Cannon, Davis y Wisner,
1996; Inter-Agency Standing Comittee, 2011; Asamblea General de las Naciones Unidas, 2016):
2) El desastre como resultado de la interacción entre las condiciones de riesgo, la vulnerabilidad social y
las limitadas capacidades de una comunidad de hacer frente a las amenazas, entendiendo como amena-
za cualquier fenómeno, sustancia, actividad humana o condición peligrosa con la capacidad de ocasio-
nar impactos en la salud –incluyendo la muerte– o en la propiedad, los medios de sustento y servicios,
así como de generar trastornos sociales o daños ambientales (Baas, Ramasamy, Dey de Prick, y Batista,
2009).
Este último punto es de particular interés, ya que la clasificación de las amenazas es variable, pudiendo ser
categorizadas como naturales, inducidas por procesos humanos e incluso biológicas, así como ser pensadas en
función de su ocurrencia y temporalidad o articulando en conjunto los criterios anteriormente señalados. Sin
embargo, no es posible pensar en la presencia de amenazas como el factor único y determinante en la ocurren-
cia de desastres como sucedía en las visiones de corte naturalista en las que el componente humano tenía una
posición pasiva en relación al rol activo que asumían las causas naturales (Ferrera y Gargantini cit. en Serrano,
2007; Sánchez, 2015). A pesar de ello, la íntima relación que se establece con las características de la población
afectada, así como la relevancia de los factores humanos hace necesario abandonar dicha visión para posicio-
narse desde una postura que permita comprender la complejidad del fenómeno en cuestión.
En esta discusión emergen a su vez dos ideas que toman fuerza y se posicionan como pilares fundamentales
de la comprensión actual en términos de desastres:
1) El cambio de paradigma reflejado en el paso del concepto de desastre natural al de desastre socio-natural.
A partir de la década de los ‘80 y en particular desde las ciencias sociales, se comienza a considerar a la so-
ciedad ya no como un sujeto pasivo sometido a las fuerzas de la naturaleza, sino como parte importante de
la ocurrencia de desastres naturales: un desastre se produciría entonces no sólo por los detonantes –terre-
motos, sequías, incendios– sino también por las condiciones y el contexto –procesos sociales, económicos,
políticos– en el que se presenta (Salas, 2007; Gellert de Pinto, 2012).
2) El riesgo como concepto para comprender, evaluar y desarrollar estrategias para enfrentar los desastres socio-
naturales.
Al dejar de comprender a la sociedad como agente pasivo dentro de la dinámica de los desastres se deja
también de pensar en el trabajo en relación a estos, enfocándose solo en su administración –es decir solo en
la respuesta ante su ocurrencia– y se comienzan a desarrollar líneas de acción que involucren además otros
ámbitos y que apunten tanto a su prevención como a la mitigación de sus efectos. El concepto de riesgo se
presenta entonces como una alternativa a las visiones naturalistas e implica dentro de su conceptualización
la construcción de predisposiciones ante los desastres, así como elementos y procesos que ayudan a enten-
der su ocurrencia e impactos (Gillert de Pinto, 2012).
Las líneas seguidas en este sentido son principalmente dos: la primera de ellas –y esbozada anteriormente
al revisar las definiciones sobre el concepto de desastre– entiende el riesgo como una vinculación entre los
procesos de desarrollo y las amenazas y/o peligros (Maskrey, 1993; Blaikie, Cannon, David y Wisner, 1996;
Cardona, 2001; Cardona, 2005). El punto fundamental de esta perspectiva está en comprender los desastres
como la correlación entre la presencia y ocurrencia fenómenos peligrosos –como terremotos, incendios, hu-
racanes– con determinadas condiciones enmarcadas dentro del concepto de vulnerabilidad –y que incluye as-
pectos socioeconómicos, culturales y físicos–, es decir hay un alto riesgo de desastre si uno o más fenómenos
naturales ocurren en situaciones de vulnerabilidad (Maskrey, 1993, p. 11). La segunda perspectiva surge del
trabajo teórico principalmente de autores como Ulrich Beck y Niklas Luhmann en textos como “La Sociedad del
Riesgo” –originalmente publicada en 1986– o “Sociología del riesgo” de 1992. Desde esta perspectiva, el riesgo
es entendido como una construcción social realizada a través de la observación –o en su defecto percepción– y
determinada culturalmente, siendo una característica fundamental de la sociedad contemporánea. Para Beck,
vivimos actualmente en una sociedad del riesgo en la que, debido a las transformaciones estructurales de la
sociedad industrializada, el conflicto ecológico ha tomado un rol preponderante: el desarrollo científico y tec-
nológico de la modernidad ha llevado a la sociedad a un estadio en el que emergen nuevos problemas derivados
de sus propios procesos, es decir, el desarrollo de los medios racionales de control de la naturaleza ha empujado
a la sociedad a un situación en que los riesgos derivados de estos desarrollos dificultan el propio control de la
naturaleza. Los riesgos se construirían, por lo tanto, en función de las decisiones que la sociedad toma para
resolver dicha paradoja en cuanto costos y beneficios de su propio avance y desarrollo. Desde la postura de Lu-
hmann, mientras tanto, el riesgo emerge como esquema de observación: a través de la distinción riesgo/peligro
se construye socialmente el riesgo con relación al posible daño futuro que puede ocasionar algún evento. Si el
observador considera el daño como externo –atribuido al entorno– se habla de peligro, mientras que si el daño
es provocado como consecuencia de alguna decisión estaríamos ante un riesgo. Esto, por una parte, construye
el riesgo al posicionar al daño como algo contingente –ni necesario ni imposible– determinado por la posibi-
lidad de decisión futura y, por otro lado, posibilita que determinados eventos puedan ser vistos como riesgos
para determinados observadores mientras que otros puedan ser categorizados como peligros (Luhmann, 1992;
Beck, 1998; Garcia, 2005; Kaipl y Arambu, 2013; Sánchez, 2015; Galindo, 2015). Si bien ambas posturas difieren
en cuanto a la semántica con la que conceptualizan el término, ambas comparten la idea del riesgo como algo
inherente a la sociedad actual y que de cierto modo es producido por la misma sociedad.
La presente investigación si bien se centra principalmente en la primera perspectiva –en cuanto pretende
sistematizar el proceso de reconstrucción post incendios forestales en la Región del Maule a la luz del enfoque
de derechos humanos y el resguardo de los mismos, en una situación donde la vulnerabilidad representa un
factor clave para comprender el contexto social en el que se desarrolló el proceso– no puede pretender dejar de
lado la segunda, por cuanto se entiende que los desastres son procesos socialmente construidos e inherentes
al proceso de desarrollo de la sociedad actual, así como experimentados de manera diferente dependiendo de
las condiciones en que se presenta y, por lo tanto, abierto a una serie de observaciones diversas y complejas
(Oliver-Smith, 2002 cit. en García, 2005) que permitan su comprensión.
Diversos autores han abordado la temática de la vulnerabilidad y su relación con los riesgos ante desastres so-
cio-naturales,7 un gran número coinciden en la existencia de una relación directa y proporcional entre ambos. El
desarrollo de la sociedad trae consigo el aumento de riesgos, situación que se ve agravada cuando el crecimiento
es desigual, excluyente o empobrecedor. El origen de los riesgos socio-naturales se encontraría, por lo tanto,
fuertemente ligado a causas sociales y económicas. La pobreza y la vulnerabilidad llevan, por ejemplo, a las per-
sonas a vivir en zonas altamente propensas a las amenazas y con una infraestructura social y productiva frágil
e insegura estableciendo condicionantes más allá de la presencia de peligros en el ambiente próximo (Vargas,
2002). Por otra parte, las prácticas de crecimiento insostenible, tales como la urbanización no planificada, la
degradación ambiental o el inadecuado ordenamiento territorial contribuyen a agravar las amenazas naturales
e incrementan la vulnerabilidad de los territorios y de las sociedades (Vargas, 2002; Baas et al., 2009).
Por un lado, se entiende a la vulnerabilidad en relación al nivel de desigualdad que una unidad de análisis8
presenta con relación al acceso a determinadas condiciones de bienestar y satisfacción vitales. Así se podría
establecer un continuo en el que las personas o las comunidades, por ejemplo, transitan en función de las estra-
tegias que se utilizan para acceder –o no– a determinados satisfactores y que generalmente guardan relación
con procesos de exclusión social (Kaztman y Filguiera, 1999). Dos elementos íntimamente relacionados carac-
7 Entre los autores que han abordado esta temática se encuentran: Baas, S., Ramasamy, S., Dey de Prick, J., y Batista, F. (2009); Var-
gas, J. (2002); Blaikie, P., Cannon, T., Davis, I., & Wisner, B. (1996); Katzman, R., Filgueira, C. (1999); Maskrey, C. A. (1993); entre
otros.
8 Por unidad de análisis se puede entender tanto a personas particulares como grupos de personas, comunidades, instituciones,
países o cualquier unidad que sea susceptible de ser considerada en función de las perspectivas presentadas.
terizan a esta perspectiva. El primero, es el carácter dinámico de la vulnerabilidad, que se presenta como algo no
fijo sino fluctuante a través de un continuo en el que se es más o menos vulnerable dependiendo de las circuns-
tancias contextuales en las que se realice la observación y, en segundo lugar, su carácter temporal, en el que la
desigualdad en la base de la vulnerabilidad se evidencia mediante trayectorias de vida irregulares con niveles
de realización mediocres en función de objetivos legitimados política y culturalmente como la movilidad social,
la integración o el desarrollo. Aquello se refleja en el ciclo de vida de las personas, donde pueden transitar por
periodos de mayor o menor vulnerabilidad, los cuales, a su vez, aumentan mientras más se prolonga un estado
de insatisfacción de necesidades –en cualquiera de sus niveles– en periodos variables de tiempo. Desde este en-
foque se entenderá la relación entre la vulnerabilidad y el riesgo en cuanto a condiciones dinámicas de exclusión
social ligada a circunstancias estructurales de desigualdad en las que personas, comunidades u otros cuentan
con menos recursos para hacer frente a las amenazas y se encuentran más propensos a sufrir las consecuencias
negativas de los desastres.
El segundo enfoque parte de la idea del riesgo como producto no deseado, consecuencia del desarrollo de
la sociedad (Beck, 1998 Galindo, 2015; Alfie Cohen, 2017). Ulrich Beck se cuenta como uno de los mayores
representantes de esta línea y si bien no considera la vulnerabilidad como parte importante de su análisis en
el entendido de que la sociedad en su totalidad es la que por condiciones históricas se ve expuesta a riesgos, es
posible realizar una lectura que complemente el primer enfoque con estas ideas a partir de la comprensión de
la emergencia de nuevos riesgos como parte del proceso de desarrollo de la sociedad.
El desarrollo como vehículo para el progreso de la sociedad produce tensiones y contradicciones que com-
plejizan el escenario en el cual se desarrollan sus procesos. Para evitar la reproducción y mantención de las tra-
yectorias irregulares que caracterizan la primera concepción de la vulnerabilidad se apuesta por el desarrollo,
el que a su vez produce nuevas condiciones de riesgo y transforma las anteriores.
La presencia prácticamente ubicua de los riesgos y el aumento constante de estos en función del desarrollo
de la sociedad contemporánea hacen prácticamente imposible pensar en evitarlos. Si se considera que incluso el
no decidir es una decisión y, por lo tanto, trae consigo determinados riesgos, estamos ante un panorama en que
la mejor opción no es intentar evitar los riesgos a toda costa, sino más bien establecer estrategias que permitan
disminuir sus impactos negativos, es decir, actuar al nivel de evitar que un riesgo se convierta en desastre.
Intentando una síntesis de ambos enfoques se podría establecer que siendo los peligros y amenazas cada
vez más recurrentes como consecuencia de los procesos de desarrollo de la sociedad, el riesgo de sufrir las
consecuencias negativas de estos se ve mediado por la interacción entre su presencia, la vulnerabilidad que
presentan ciertas personas y comunidades, y su posibilidad de decidir sobre futuros daños. En este sentido, la
vulnerabilidad opera en la relación dinámica entre las posibilidades de acceso a satisfactores vitales y a cier-
tos niveles de bienestar, y las condiciones estructurales de inclusión y exclusión social bajo el supuesto de que
mientras menor sea el nivel de vulnerabilidad –siempre variable y dinámico– mayor será la capacidad de decidir
sobre futuros daños. El contar con mayores herramientas y recursos para satisfacer las necesidades vitales evi-
taría, por ejemplo, tener que verse expuesto a condiciones de riesgo para la satisfacción de dichas necesidades
y, en consecuencia, aumentaría también la posibilidad de decidir sobre las acciones futuras que pudieran verse
reflejadas en situaciones de riesgo.
Si bien un desastre representa una disrupción en las condiciones normales de funcionamiento de una comu-
nidad, los derechos fundamentales de las personas no desaparecen ante la ocurrencia de fenómenos como los
descritos con anterioridad. Por el contrario, se vuelve aún más necesario salvaguardar las condiciones mínimas
de dignidad y calidad de vida mientras dure la emergencia y el período posterior, que va desde su término has-
ta el retorno del curso normal de funcionamiento de la comunidad, en el entendido de que todos los derechos
humanos son universales, indivisibles, interdependientes e interrelacionados aún en situación de desastre y en
que representan una base de acuerdo mínimo en el que cualquier proceso de reconstrucción debería operar. En
este sentido, resulta fundamental la Declaración y Programa de Acción de Viena, la cual señala la “importancia
y la necesidad de asistencia humanitaria a las víctimas de todos los desastres, naturales o producidos por el
hombre” (1993, p. 26).
Los Estados adquieren el compromiso de garantizar y resguardar los derechos de las personas al momento
de ratificar los instrumentos y acuerdos internacionales y regionales que establecen los lineamientos para di-
cho fin y, en cierta medida, una situación de desastre pone a prueba los mecanismos con los que se cuenta para
ello. En el documento Directrices operacionales del IASC sobre la protección de las personas en situaciones de
desastres naturales (2011), el Comité Permanente entre organismos (IASC)9 establece una serie de directrices y
recomendaciones para el resguardo de los derechos humanos de personas que se encuentran en situaciones de
emergencia y desastres socio-naturales, además incluyen y destacan la protección contra la violencia basada en
el género. Mediante la agrupación jerárquica de las directrices operacionales se establece un orden prioritario
que comienza con el derecho a la vida, la seguridad, la integridad física y la dignidad de las personas y que se
establece como sigue:
Grupo A: Protección de la vida, la seguridad, la integridad física de la persona y los lazos familiares.
Grupo B: Protección de los derechos relacionados con la provisión de alimentos, la salud, el alojamiento y
la educación.
Grupo C: Protección de los derechos relacionados con la vivienda, la tierra, la propiedad, los medios de
subsistencia y educación secundaria y superior.
Grupo D: Protección de los derechos relacionados con la documentación, la libertad de circulación, el resta-
blecimiento de los lazos familiares, la libertad de expresión, opinión y elecciones.
Dichas directrices cuentan además con una serie de actividades y medidas de preparación recomendadas
para asegurar la protección de los derechos humanos.
Tomando como referencia el informe desarrollado por el Ministerio del Interior y Seguridad Pública (2014)
sobre el Diagnóstico del Estado de la Reconstrucción posterior al Terremoto y Tsunami del 27 de febrero de
2010 en el que se evalúa la situación de protección de derechos a la luz de las acciones llevadas a cabo durante
dicha emergencia, los acuerdos adscritos por Chile y lo propuesto en las Directrices operacionales del IASC
sobre la protección de personas en situaciones de desastre (2011), se establece una división entre derechos
sectoriales (derecho a la vivienda, derecho a la salud física y mental, derecho a la educación, derecho a la sa-
tisfacción de las necesidades básicas vitales y derecho al trabajo) y los derechos transversales (derecho a la no
discriminación, derecho a la información, derecho a participar y ser consultado, derecho a reclamar y ejercer
sus derechos), división que es útil para evaluar el resguardo y protección de derechos humanos en situaciones
como la que está siendo analizada en el presente proceso de sistematización.
9 The Inter-Agency Standing Committee (IASC) es el mecanismo principal para la coordinación interinstitucional de asistencia
humanitaria, siendo un foro único que involucra a los principales socios humanitarios de las Naciones Unidas y ajenos a las Na-
ciones Unidas. El IASC se estableció en junio de 1992 en respuesta a la Resolución 46/182 de la Asamblea General de las Naciones
Unidas sobre el fortalecimiento de la asistencia humanitaria.
Tabla 1
Derechos sectoriales y transversales.
Derechos sectoriales
El principio de que todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona (Declaración
Universal de los Derechos Humanos, Art. 3.) preside aquello que se encuentra relacionado con la evacuación, la
reubicación y las medidas para salvar vidas, así como las medidas básicas respecto a la seguridad de los cam-
pamentos de estadía transitoria. En ese sentido, las directrices IASC indican que la vida, la integridad física y la
salud de las personas que enfrentan riesgos creados por los desastres naturales, incluyendo especialmente las
personas con necesidades específicas, deberán ser protegidas, en la mayor medida posible, dondequiera que se
encuentren (IASC, Directriz A1.1). Si tales medidas no son suficientes para protegerlas, deberá facilitarse la eva-
cuación de la zona de peligro por parte de los individuos que estén ubicados en ese lugar (IASC, Directriz A.1.2).
Mientras que, si las personas en peligro no pueden salir por su propia cuenta, estas deberán ser evacuadas (IASC,
Directriz A.1.3). En el caso de que las personas se rehúsen a abandonar el lugar, las directrices establecen que la
evacuación forzosa puede realizarse en los siguientes casos (IASC, Directriz A.1.4): (a) esté establecida por ley;
(b) sea absolutamente necesaria bajo las circunstancias de responder ante una amenaza grave e inminente para
su vida o salud, y en cuanto las medidas menos intrusivas no sean suficientes para prevenir esa amenaza; y (c) se
lleve a cabo, en la medida posible, después de que las personas afectadas hayan sido informadas y consultadas.
ү Derecho a la vivienda
En los elementos que la Declaración Universal de Derechos Humanos (Art. 25, N° 1) y el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Art. 11) incluyen como parte del derecho de las personas a un nivel
de vida adecuado se encuentra el derecho a la vivienda, el que puede ser entendido además como el eje articula-
dor de los procesos de reconstrucción. Además, la relevancia de la vivienda radica en su utilidad para establecer
el grado en que el Estado garantiza el goce del derecho.
A raíz del Pacto Internacional, el Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales de Naciones Unidas
declara que “debe concederse a los grupos en situación de desventaja un acceso pleno y sostenible a los recursos
adecuados para conseguir una vivienda”, agregando que “debería garantizarse cierto grado de consideración
prioritaria en la esfera de la vivienda”, entre otros grupos, a “las víctimas de desastres naturales” (Ministerio
del Interior y Seguridad Pública, 2014, p. 14). Por su parte, las Directrices IASC señalan que las autoridades
públicas deben adoptar rápidamente y sin discriminación alguna, “medidas apropiadas que permitan la rápida
transición de un alojamiento temporal o intermedio a una vivienda temporal o permanente, cumpliendo con los
requisitos de idoneidad del Derecho Internacional de los Derechos Humanos” (Directriz C.3.1 y C.2.3).
Se refiere al derecho a la salud y la asistencia médica relacionándolo con el derecho de cada persona a un nivel
de vida adecuado (art. 25, N° 1). El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales lo men-
ciona para “el disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental” (art.12), y establece que los Estados
Partes deben adoptar las medidas necesarias para “la creación de condiciones que aseguren a todos asistencia
médica y servicios médicos en caso de enfermedad”. En las situaciones de emergencia y posterior a esta etapa,
las Directrices IASC establecen que se debe proporcionar agua potable, saneamiento y servicios básicos de salud
a todas las personas afectadas. Se trata de tres elementos fundamentales para garantizar un mínimo de salud
física a las personas, los cuales deben estar disponibles en suficiente cantidad y calidad (Directriz B.2.1). Asi-
mismo, se debe asegurar el acceso de los afectados a la asistencia psicosocial cuando fuere necesario (Directriz
B.2.5).
ү Derecho a la educación
Las Directrices entregadas por IASC ratifican las prescripciones internacionales reiterando que, a pesar del de-
sastre, todos los niños y niñas deben tener acceso a la educación, para lo cual se debe facilitar con la mayor
prontitud y rapidez posible (Directriz C.1.1). Del mismo modo, se debe garantizar la prestación ininterrumpida
de la educación de niveles más elevados cuando los estudiantes, como consecuencia del desastre, no la pue-
dan costear (Directriz C.1.2). En relación a ello, la Red Interinstitucional para la Educación en Situaciones de
Emergencia (en Ministerio del Interior y Seguridad Pública, 2014) define tres estándares de calidad y acceso a
la educación en situaciones de desastre hasta la reconstrucción posterior a la catástrofe: a) Estándar aprendi-
zaje/educación: existen las condiciones para que la niñez pueda continuar sus procesos de desarrollo integral
y aprendizaje en un ambiente inclusivo, seguro, participativo, amigable y lúdico en el contexto del desastre; b)
Estándar aprendizaje/educación: las estrategias y acciones de aprendizaje y educación en situación de de-
sastre orientadas a niñez en primera infancia están vinculadas y coordinadas con otros sectores como agua y
saneamiento, nutrición, salud y protección, para garantizar un enfoque integral de los procesos de desarrollo y
aprendizaje de primera infancia, y c) Estándar nutrición y seguridad alimentaria: las niñas y los niños reciben
los alimentos y nutrientes suficientes y apropiados a su edad para que su proceso de desarrollo físico, emocional
y cognitivo no se vea alterado ni interrumpido por causa del desastre.
Sin embargo, tal como señala el Instituto de Derechos Humanos, el derecho a la educación en la Constitución
de Chile “no está protegido por un recurso especial ante los tribunales cada vez que sea arbitrariamente pertur-
bado o amenazado, como ocurre con otros derechos” (2012, p.22).
ү Derecho al trabajo
Respecto al trabajo, la Declaración Universal de Derechos Humanos lo comprende como “El derecho de toda
persona a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente escogido o aceptado” (art.
23). En una situación de desastre, las Directrices IASC plantean que el derecho al empleo debe ser restituido
para todas aquellas personas que “como consecuencia del desastre no puedan regresar a sus fuentes de subsis-
tencia (…) las autoridades deben adoptar las medidas apropiadas –incluyendo oportunidades de capacitación y
acceso a microcréditos–, las que deben estar disponibles sin discriminación” (Directriz IASC C.4.2). Del mismo
modo, el marco de acción de Hyogo (2005) también releva la necesidad de:
Promover la diversificación de las fuentes de ingresos de la población de las zonas de alto riesgo para
reducir su vulnerabilidad ante las amenazas y velar por que sus ingresos y bienes no resulten perju-
dicados por políticas y procesos de desarrollo que aumenten su vulnerabilidad a los desastres (p.14).
Además, agrega la necesidad de medidas emprendedoras, considerando que las fases de socorro, rehabili-
tación y reconstrucción tras un desastre representan una coyuntura que debe aprovecharse para abordar las
tareas de reconstrucción de los medios de vida, de planificación y reconstrucción de las estructuras físicas y
socioeconómicas de un modo que “contribuya a fortalecer la resiliencia de la comunidad y a reducir la vulnera-
bilidad ante futuros riesgos de desastre”.
Derechos transversales
ү Derecho a la no discriminación
El artículo 7 de la Declaración Universal de Derechos Humanos señala que “todos son iguales ante la ley y tienen,
sin distinción, derecho a igual protección de la ley, asimismo todos tienen derecho a igual protección contra toda
discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación”. Las directrices del
IASC entienden en este sentido la no discriminación como las actividades orientadas a garantizar que las perso-
nas no sean culpadas por los daños, no se les niegue acceso, puedan ejercer sus derechos, ni sean tratadas con
desventaja por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen
nacional o social, propiedad, discapacidad, nacimiento, edad, o cualquier otra condición similar, es decir, que no
sean objeto de discriminación alguna. El derecho a la no discriminación aparece de manera transversal dentro
de los lineamientos del IASC y en forma específica en la Directriz B.2.1 relacionada con la no discriminación en
la satisfacción de derechos relacionados con necesidades básicas de subsistencia o la Directriz C.4.2 relativa a la
reinserción a las fuentes de subsistencia.
ү Derecho a la información
Los principios generales I.2 y I.3 de las directrices de la IASC hacen referencia explícita al derecho a la informa-
ción de las personas afectadas por desastres, estableciendo como derecho el acceso fácil a información relativa
a la naturaleza y el nivel del desastre que enfrentan, las posibles medidas de mitigación de riesgos y vulnerabi-
lidad a desastres que se pueden adoptar, la asistencia humanitaria y esfuerzos de recuperación planificados o
en curso, y a conocer y estar informados sobre sus derechos de acuerdo con el marco regulatorio internacional
y nacional, así como a ser informadas y consultadas sobre las medidas que se tomen y que guarden relación con
ellos, así como establece además la necesidad de contar con mecanismos que resguarden el libre intercambio
de información (Directriz 4).
El derecho a participar y a ser consultado puede desprenderse de varios de los artículos que componen la De-
claración Universal de Derechos Humanos. En particular el artículo 18 relativo a la libertad de pensamiento y la
manifestación del mismo, el artículo 19 relativo a la libertad de expresión y de opinión, el artículo 20 relativo a
la libertad de reunión y asociación pacífica y el artículo 21 relativo a la participación en la vida política y pública
del país. En conjunto, estos derechos promueven la libre participación de las personas en el ámbito público y
resguardan además su vida privada en relación a las opiniones y creencias de estos. Por su parte, la Constitución
política de Chile en su artículo 1°, inciso segundo y final señala que “es deber del Estado (…) asegurar el derecho
de las personas a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional”. En situaciones de desastre el
IASC propone varios lineamientos para asegurar este derecho, estableciendo como uno de los objetivos de las
directrices operacionales el “identificar las medidas pertinentes para garantizar que las personas afectadas y
sus comunidades sean plenamente consultadas y participen activamente, en la mayor medida posible, en todas
las etapas de la respuesta en situaciones de desastre, de conformidad con sus derechos humanos”. De este modo
el principio general I.3 que además del acceso a la información establece la importancia de la participación y
consulta de las personas que han sufrido las consecuencias de un desastre sobre las futuras decisiones así como
establece que “para garantizar la planificación sostenible y a largo plazo del reasentamiento y reconstrucción
(…) todos los grupos y personas afectados, incluidas las mujeres, los pueblos indígenas y las personas con dis-
capacidad deberán ser consultados y participar en la planificación y ejecución de los programas de vivienda”
(Directriz C.2.3).
Ruralidad y desastres
La ruralidad entendida como fenómeno complejo y heterogéneo trae a su vez otras problemáticas asociadas.
Así, las localidades más apartadas y con mayor dispersión y aislamiento, se encuentran más expuestas a recibir
los efectos residuales de las políticas públicas. Esto se experimenta como la percepción de una desconexión
entre las comunidades rurales y la acción pública (Wilchex-Chaux, 1998; Concha, Micheletti, Olivares, y Rasse,
2015; Ugarte, Salgado y Fuster, 2015) y se traduce en:
En general, los procesos de reconstrucción en Chile han sido abordados a partir de dos enfoques en extremo
opuestos. Durante el primer período del siglo XX, el Estado asumió un rol benefactor entre los terremotos del
año 1905 al año 1971 donde cumplió labores de planificación, desarrollo y ejecución de iniciativas tendientes
al fortalecimiento de la ciudadanía. De hecho, “el plan de reconstrucción del terremoto de 1971, es el último
realizado en el marco de un Estado que asume la responsabilidad fundamental para enfrentar una catástrofe”
(Lewner, 2010 en González, 2015, p.31). Posteriormente, durante la dictadura militar ocurrieron terremotos
entre los años de 1973 al 1985, período en el que la acción estatal tuvo un enfoque neoliberal expresado en un
Estado que sienta las bases para la actuación de actores externos bajo la premisa de una libre competencia (Ta-
pia, 2003); de este modo, los cambios introducidos “acabaron con las tradiciones vigentes a lo largo de 50 años
desde el lejano terremoto de Talca en 1928” (Lewner, 2010 cit. en González, 2015, p. 31).
Actualmente, el Estado continúa viviendo el proceso de disminución de sus funciones y atribuciones, mien-
tras que las entidades privadas han incrementado sus incidencias y alcances en las políticas públicas del país.
No obstante, a partir del año 2010 el Estado decide brindar una solución territorial, arquitectónica y social a los
crecientes problemas urbanos de las localidades afectadas por desastres socio-naturales, cuya propuesta con-
sistió en la implementación de planes maestros de reconstrucción (González, 2015). En ese sentido, un marco
de acción fijado por el Estado da la posibilidad de experimentar nuevos procesos de asociatividad y abordaje de
la reconstrucción, ya que parte de la condicionalidad sobre los tejidos sociales se encuentra dada por una forma
de gestionar y planificar el territorio.
Dentro de los procesos de reconstrucción, la vivienda ocupa un lugar preponderante. A la vez, también es un
elemento central de la vida rural en la que confluyen cultura y función (Sánchez y Jiménez, 2010 cit. en Concha,
Olivares, Micheletti y Rasse, 2015). La vivienda se caracterizaba por ser amplia y albergar, en muchas ocasiones,
a familias extendidas con un número importante de moradores, por ser funcional a las labores piscícolas, agro-
pecuarias y a la economía doméstica –huerta, crianza de aves y animales menores– y, en algunos casos, formar
parte del patrimonio material local (Concha, Olivares, Micheletti y Rasse, 2015).
El panorama general en el que el proceso de reconstrucción se inserta podría resumirse con el término di-
versificación como forma de agrupar las características generales que lo definen. Por un lado, se encuentra la
consciencia y diversificación del riesgo como contexto macro en el que se encuentra la sociedad, donde este no
solo aparece como un tema importante a tener en consideración, sino que también su origen, tipología y carac-
terísticas se diversifican complejizando las formas de abordarlos. La diversificación de las características de las
comunidades, sus capacidades, recursos y situación de vulnerabilidad agregan un nuevo grado de complejidad
necesario de considerar en cualquier intervención que pretenda prevenir y disminuir los efectos de un desas-
tre, así como cualquier intervención destinada contrarrestar sus efectos. La modernización de lo rural y los
límites cada vez más difusos entre estos territorios y los urbanos juegan también un rol importante en el modo
de afrontar un proceso como el que se analiza, en un contexto en el que estas tensiones corren en paralelo al
desarrollo mismo de la emergencia y a la necesidad y urgencia de restablecer el funcionamiento normal de las
comunidades afectadas. Dos interrogantes emergen en este sentido ¿con qué recursos y capacidades cuentan
las comunidades ante situaciones como ésta? y ¿qué rol juega el Estado y la política pública en estos contextos?
Las experiencias analizadas responden, por lo tanto, a experiencias concretas, dinámicas, que se relacio-
nan con procesos sociales complejos, en los que dialogan procesos objetivos y subjetivos con sus respectivas
contradicciones y particularidades, y en los que se vinculan aspectos tanto teóricos como prácticos, abriendo
la posibilidad de generar nuevas teorías que discutan directamente con el quehacer práctico, particularmente
en aquellos sectores vulnerables de la sociedad, quienes se presentan como parte fundamental del proceso de
reconstrucción de las experiencias y de los saberes involucrados en ellas (Martinic, 1998; Jara, 2003; Sarmiento
y Herard, 2014).
Siguiendo esta lógica, se llevó a cabo un proceso de sistematización cuyo objeto se identificó en el proceso
de reconstrucción posterior a los incendios forestales del verano 2017 en la Región del Maule, liderado por el
Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Fueron tres las preguntas centrales que –cuáles ejes de sistematización–
guiaron la recopilación de información y su posterior análisis:
1. ¿Los derechos humanos10 de las comunidades afectadas por el incendio forestal del verano de 2017 en
la Región del Maule han sido resguardados/protegidos por la acción del Estado en el proceso de recons-
trucción?
10 Enel ámbito de vivienda, salud física y mental, educación, satisfacción de las necesidades básicas vitales y trabajo (derechos
por sector), así como el derecho a la no discriminación, a la información, a participar y ser consultado y a reclamar y ejercer sus
derechos (derechos transversales).
2. ¿Cuáles son los aprendizajes que se han generado en el marco del proceso de reconstrucción?
3. ¿Cuáles han sido las principales diferencias con el proceso de reconstrucción post terremoto 27F en el
ámbito rural regional?
Las hipótesis que asumimos inicialmente y que tratamos de corroborar fueron las siguientes:
1. Los derechos humanos de las comunidades afectadas han sido resguardados por el Estado en la etapa de
emergencia y reconstrucción posterior a los incendios forestales en la Región del Maule.
2. En cuanto el Estado asume un rol de acompañamiento del proceso de emergencia y reconstrucción pos-
terior a una catástrofe, garantiza un mayor resguardo de los derechos humanos.
La población que consideramos para la investigación está compuesta por todas aquellas personas involu-
cradas en el proceso de emergencia y reconstrucción post incendios forestales de la Región del Maule entre los
que se encuentran personas damnificadas, autoridades, profesionales del Estado y otros actores claves (ONGs,
expertos, etc.).
La muestra fue entonces conformada por 60 personas divididas en cuatro grupos según los siguientes crite-
rios de inclusión:
1. Santa Olga
Se realizaron 20 entrevistas semiestructuradas a personas afectadas por los incendios forestales acon-
tecidos en enero y febrero de 2017 pertenecientes a la localidad de Santa Olga en la comuna de Consti-
tución, seleccionadas según el catastro de la Ficha Básica de Emergencia (FIBE) del Ministerio de Desa-
rrollo Social, y la Ficha Técnica N° 2 de “Catastro Individual de Viviendas Afectadas” del Ministerio de
Vivienda y Urbanismo.
2. Ruralidad dispersa
Se realizaron 25 entrevistas semiestructuradas a personas afectadas por los incendios forestales acon-
tecidos en enero y febrero de 2017 pertenecientes a alguna de las localidades catastradas por la Ficha
Básica de Emergencia (FIBE) del Ministerio de Desarrollo Social, y la Ficha Técnica N° 2 de “Catastro
Individual de Viviendas Afectadas” del Ministerio de Vivienda y Urbanismo.
Se seleccionaron dos localidades por provincia utilizando como criterio de inclusión aquellas con mayor
número de personas identificadas como afectadas según los instrumentos mencionados anteriormente
y se validó la elección de las mismas por medio del juicio de expertos. Las localidades escogidas fueron
Coronel de Maule y La Posada en la Provincia de Cauquenes; Los Coipos y Los Sauces en la Provincia de
Curicó; Nirivilo en la Provincia de Linares; y Las Corrientes y Carrizal en la Provincia de Talca. Por la re-
comendación de expertos se agregó a las anteriores la localidad de Catillo en la Provincia de Linares y la
localidad de Sauzal en la Provincia de Cauquenes, ambas por tratarse de casos emblemáticos; la primera
porque se evitó que la localidad fuera consumida por el fuego, y la segunda debido a que los incendios
forestales afectaron las condiciones de biodiversidad de la zona. La elección de localidades respondió a
criterios tanto metodológicos como prácticos, posibilitando una mayor diversidad de los actores partici-
pantes, así como una mayor probabilidad de acceso a los entrevistados.
Se realizaron tres entrevistas por localidad, exceptuando el caso de Catillo y Sauzal, en las que se llevaron
a cabo dos por sector. En todos los territorios las entrevistas contaron con representatividad en cuanto
a género y edad.
Tabla 2
Muestra de la sistematización.
Número de Entrevistas
Provincia Comuna Localidad damnificados realizadas
localidad
Total 45
3. Autoridades y otros profesionales del Estado: se seleccionó una muestra de 10 personas conformada por
autoridades y profesionales del Estado involucrados en el proceso de emergencia y reconstrucción por
medio de un muestreo por conveniencia, escogidos según su relevancia dentro del proceso antes mencio-
nado.
4. Otros actores (ONGs, expertos): se seleccionó una muestra de 5 personas involucradas en el proceso de
emergencia y reconstrucción por medio de un muestreo por conveniencia, escogidos según su relevancia
dentro del proceso antes mencionado.
1. Trabajo de campo: se realizó una aproximación al trabajo de campo mediante la observación no partici-
pante o bien mediante una observación participante de carácter moderado, en la que se llevó a cabo un
levantamiento y registro de datos de manera sistemática del entorno y contexto en el que las personas se
desenvuelven y en el que se desarrolla el proceso de reconstrucción.
2. Entrevistas semi-estructuradas: se desarrolló una pauta de entrevista semi estructurada para su aplica-
ción a las personas de la muestra seleccionada correspondientes a las personas pertenecientes a la loca-
lidad de Santa Olga y las localidades agrupadas bajo el título de ruralidad dispersa, así como a expertos,
funcionarios públicos y autoridades. Las entrevistas se orientaron en torno a estos ejes:
1) Una reconfiguración temporal del proceso de emergencia y reconstrucción, que contempló la etapa
previa a la emergencia, la emergencia y la posterior reconstrucción;
2) Un eje transversal a la reconstrucción temporal que evaluó las dimensiones de vulnerabilidad y pro-
tección de derechos, hitos y acciones relevantes del proceso y actores involucrados;
3) Una tercera dimensión vinculada al ámbito de las innovaciones, aprendizajes y pendientes, desarro-
llada especialmente en las entrevistas con expertos y autoridades.
3. Focus group: se realizó un focus group con autoridades y profesionales del Estado y otros actores involu-
crados en el proceso de emergencia y reconstrucción.
La información fue analizada siguiendo los lineamientos del análisis de contenido, el cual consiste en un
conjunto de técnicas de análisis de productos comunicativos –textos, mensajes, discursos– que por medio
de procedimientos sistemáticos y objetivos pretende elaborar y procesar datos relativos a las condicio-
nes de producción y recepción de los mismos (Bardin, 1996; Krippendoff, 1997; Piñuel, 2002). Se utilizó
esta estrategia de análisis porque su finalidad era proporcionar conocimiento, nuevas comprensiones,
una representación de los hechos y una guía práctica para la acción. Según Ruiz (2012), esta técnica en-
fatiza en la captación de los significados que le atribuyen los propios actores de su realidad social, desde
su experiencia y contexto. En ese sentido, el análisis de contenido posee concordancia con el enfoque
de derechos, ya que la información se puede analizar de manera descriptiva, dependiendo de lo que los
actores del estudio fueron narrando con respecto a lo más profundo de su experiencia.
En cuanto a los criterios de rigor, para la presente investigación se tomaron como base los generados por
Guba y Lincoln para asegurar la calidad y la credibilidad del proceso de investigación (Guba, 1981; Sandín, 2000;
Arias y Giraldo, 2011; Erazo, 2011). El primer criterio se denomina credibilidad y hace referencia principalmen-
te al valor de verdad o la autenticidad de los resultados entregados, además se relaciona directamente con el
criterio de dependencia y se consigue mediante la contextualización detallada y al contrastar la correspondencia
entre los resultados obtenidos con el objeto de estudio mediante la triangulación de los datos con los participan-
tes y otros actores relevantes. El siguiente criterio es la transferibilidad y guarda relación con la capacidad de ge-
neralizar los resultados y aplicarlos a otras situaciones y fenómenos similares. Esto se logra establecer mediante
la descripción detallada del contexto en el que se generaron los resultados. El último criterio es la neutralidad y
se refiere principalmente a la objetividad presente en los resultados obtenidos, los cuales deben estar siempre
basados en la información recogida, evitando que los sesgos del investigador influyan en ellos.
Finalmente, para la recopilación de los datos se solicitó la debida autorización de las personas afectadas por
los incendios forestales ocurridos durante el verano del año 2017, así como a las autoridades institucionales y
expertos involucrados en el proceso de emergencia y reconstrucción. Para cumplir con este principio, se utilizó
un consentimiento informado.
CAPÍTULO 3
Con el fin de evaluar el resguardo de los Derechos Humanos en situaciones de desastre como la ocurrida tras los
incendios forestales de la Región del Maule es importante comenzar observando el estado en que las comunida-
des afectadas se encontraban previamente. Las diferencias entre los sectores que resultaron afectados por los
incendios representan además otro grado de complejidad al momento de abordarlos para su análisis, quedando
cualquier intento siempre en deuda con la totalidad de factores que se despliegan en la realidad. El cuadro que
sigue presenta entonces, a modo de resumen, una breve caracterización de los sectores afectados, antes del si-
niestro. La información se recogió a partir de las entrevistas realizadas y la revisión de material secundario en
los ámbitos de vivienda, educación, trabajo, salud, infraestructura, servicios y aspectos sociales y comunitarios
para ruralidad dispersa y Santa Olga:
En el caso de la ruralidad dispersa, la diversidad de localidades afectadas dificulta establecer criterios ho-
mogéneos en todos los ámbitos, especialmente en el de vivienda donde es posible encontrar casas que respon-
den a las características típicas de la vivienda rural –viviendas emplazadas en terrenos amplios y funcionales
a labores agrícolas, de crianza de animales y de economía doméstica–, segundas viviendas utilizadas con fines
recreacionales y viviendas de carácter más modesto o que se ubican dentro del continuo que va desde un extre-
mo al otro del espectro de posibilidades de habitabilidad rural, situación muy similar a la que ocurre en relación
a infraestructura donde existen localidades de difícil acceso como Los sauces, hasta aquellas que cuentan con
accesos expeditos y de calidad adecuada.
Un aspecto que sin duda comparten las localidades afectadas es su relación con las plantaciones y la activi-
dad forestal, encontrándose la mayoría en zonas de interfaz o derechamente insertas en las zonas de actividad
maderera, compartiendo, por ejemplo, infraestructura vial con las empresas que transportan materia prima de
los bosques o estando en zonas de plantaciones.
En el ámbito educacional es común encontrarse con escuelas rurales que atienden las necesidades de edu-
cación, prácticamente en casi todos los lugares visitados o, en su defecto, existen medios de transporte para
el acercamiento de los estudiantes a los establecimientos próximos. La mayoría de los lugares no cuenta con
establecimientos de Educación Media en el sector, teniendo los estudiantes que movilizarse hasta localidades
aledañas, y teniendo en ocasiones que emigrar a comunas cercanas.
En el ámbito de salud, ciertas localidades cuentan con postas rurales para la atención básica o en su de-
fecto cuentan con rondas médicas periódicas. Las urgencias y atenciones de mayor complejidad tienden a ser
derivadas a las comunas principales u hospitales regionales en caso de ser necesario, situación que se puede
homologar con otros servicios como carabineros, comercio, bomberos o lugares para realizar diversos trámites.
En el ámbito laboral, tal como señala el Instituto Laboral del Maule (2018), la mayor tasa de ocupación se
encuentra en el sector silvoagropecuario existiendo un gran número de personas dedicadas a labores agrícolas
y de crianza de animales, así como otros que se dedican a diversas tareas relacionadas con el ámbito forestal.
Existen también personas que se dedican al trabajo de temporada, ya sea de manera formal como informal. Cabe
destacar que –junto a la vivienda y el entorno– este ámbito fue uno de los más afectados como consecuencia de
los incendios forestales ya que el fuego consumió gran parte de las plantaciones, cosechas, herramientas e in-
cluso animales destinados a la producción y explotación por parte de los habitantes de las diversas localidades.
Con relación a los aspectos sociales y comunitarios en las localidades pertenecientes a la ruralidad dispersa,
es posible apreciar al menos tres características que las definen. Primero, la alta presencia de relaciones filia-
les y familiares entre los habitantes de una localidad –que hace que en ocasiones se traslapen los roles de las
personas en la comunidad y se produzcan rencillas y desconfianzas, por ejemplo, en el funcionamiento de las
organizaciones sociales presentes en el territorio–, la tendencia a la dispersión territorial en los sectores más
apartados y por último una población compuesta mayoritariamente por adultos y adultos mayores debido a la
migración de la población más joven en busca de oportunidades educacionales y laborales.
En el caso de Santa Olga, muchas de estas características se repiten con la diferencia de que este centro po-
blado operaba en ocasiones como proveedor de recursos para la población rural de los sectores aledaños. Hasta
antes del incendio contaba con educación pre-básica, básica y media, una posta rural para atenciones de baja
complejidad, carabineros, bomberos y comercio local. El ámbito de vivienda era más complejo, existiendo en
conjunto casas en terrenos regularizados y con conexión a los servicios básicos y autoconstrucciones de carác-
ter irregular en sectores no habilitados para la instalación de viviendas. La falta de planificación en la ocupación
del territorio traía además problemas para la conexión con servicios básicos para algunas viviendas y proble-
mas de infraestructura, falta de pavimentación y rellenos irregulares de terreno que dificultaban aún más este
escenario. En términos laborales la mayor parte de la población se desempeñaba en trabajos relacionados con
la industria forestal o en servicios asociados al rubro.
Según los datos recopilados en el PUIR las áreas laborales más importantes de la localidad se dividían entre
el trabajo forestal, los aserradores y el trabajo de recolección por temporada. Un 14, 1% de la población total
de Santa Olga declaraba trabajar en algún área relacionada con la explotación de los bosques, un 26,63% ser
dueña de casa y un 25, 3% correspondía a estudiantes. La propia comunidad reconoce su origen en la actividad
forestal y dice haberse sentido discriminada en alguna ocasión por su procedencia, especialmente durante las
primeras décadas del asentamiento. En términos sociales y comunitarios existe una buena organización vecinal
representada por medio de Juntas de Vecinos, Clubes de Adulto Mayor y un APR.
Ante este breve diagnóstico, y considerando cómo la vulnerabilidad de las comunidades afectadas incide en
la protección y promoción de los derechos humanos en contextos de desastres socio-naturales se plantea la
siguiente revisión que se encuentra dividida en función de lo planteado en el capítulo anterior:
El principal lineamiento que siguió el combate de los incendios forestales durante la emergencia fue el resguar-
do de la vida.
(...) la Presidenta hace una definición de que lo que finalmente, con la magnitud del incendio, vamos a
proteger la vida de las personas más allá de los bienes, yo creo que eso se instala y se hace (Autoridad
Ministerio de Vivienda y Urbanismo Región del Maule).
En este sentido, se resguarda la vida a través del funcionamiento de las evacuaciones preventivas y la dispo-
sición de albergues para las personas que se vieron afectadas por los incendios como medida de estadía transi-
toria. En casos como el de Santa Olga es posible apreciar la operatividad de la Directriz A.1.4 del IASC según la
cual la evacuación forzosa se produjo a consecuencia de la amenaza que representaba el avance del fuego que
terminó finalmente por consumir el pueblo. Se realizaron además evacuaciones preventivas en otros sectores
y se controló el ingreso de personas a los mismos no solo con el fin de facilitar el combate contra el fuego, sino
también de proteger la vida de los habitantes del lugar, donde se priorizó además el resguardo de niños y adul-
tos mayores como población más vulnerable ante la emergencia.
ү Derecho a la vivienda
Si durante el periodo de emergencia el principio del resguardo de la vida por sobre todas las cosas operó como
el objetivo principal, durante el periodo de reconstrucción la idea de reconstruir con mejores condiciones y es-
tándares las nuevas viviendas para las personas damnificadas se puede señalar como el eje articulador de esta
etapa del proceso.
(...) cuando nosotros acuñamos el principio del reconstruir mejor, la vivienda no puede ser la misma que
tenías antes y tienes que aprovechar las oportunidades que te da la etapa actual de nuestro país (Auto-
ridad Ministerio de Vivienda y Urbanismo).
En aquellos sectores, que podía coexistir una vivienda de emergencia con una vivienda definitiva, el Mi-
nisterio del Interior ofreció viviendas de emergencia, donde eso no era recomendable, se hicieron bonos
económicos para que la gente arriende. (...) pusimos una cantidad de dispositivos más diversos y flexi-
bles para que las familias pudieran tener soluciones más adecuadas a la realidad que tenían (Autoridad
Ministerio de Vivienda y Urbanismo).
Si en las condiciones previas de la Región, la habitabilidad de las viviendas representaba un factor que con-
tribuía a la vulnerabilidad de las personas, en esta ocasión el Estado intentó garantizar la protección de este
derecho mediante el principio de mantener y mejorar los estándares de calidad de vida en materia de vivienda
adaptando, flexibilizando y generando mecanismos que permitieran transformar la tragedia en una oportuni-
dad. Desde una perspectiva temporal, se puede señalar que superada la emergencia inicia la aplicación de la
Ficha Básica de Emergencia (FIBE) del Ministerio de Desarrollo Social para conocer la cantidad de damnifi-
cados tras el incendio y la aplicación de la ficha 2 “Catastro Individual de viviendas afectadas” del Ministerio
de Vivienda y Urbanismo para evaluar la magnitud del daño en los diversos sectores. Las personas afectadas
por los incendios forestales pudieron postular a los diversos subsidios que operaron como mecanismos para
la reconstrucción: banco de materiales, construcción en sitio propio, construcción en nuevos terrenos y adqui-
sición de vivienda. Mediante estos dos instrumentos se canalizaron además recursos para la entrega de bonos
transitorios de arriendo para los casos en que fuese necesario desocupar los terrenos para construir las nuevas
viviendas. En ese sentido se puede observar el cumplimiento de la Directriz C.3.1 y C.2.3: El Estado adopta “me-
didas apropiadas que permitan la rápida transición de un alojamiento temporal o intermedio a una vivienda
temporal o permanente, cumpliendo con los requisitos de idoneidad del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos”.
En cuanto al derecho a la salud física y mental es necesario comenzar haciendo dos distinciones. Primero, entre
lo que sucedió en cuanto a salud física por un lado y salud mental por el otro y, segundo, en relación a la emer-
gencia y el posterior periodo de reconstrucción. La Directriz B.2.1 del IASC establece que es necesario propor-
cionar agua potable, saneamiento y servicios básicos de salud a todas las personas afectadas por algún desas-
tre, situación que fue cubierta durante la emergencia, donde, como se mencionó anteriormente, se dispusieron
albergues además de comedores y lugares de atención de emergencia para quien lo necesitara y se priorizó la
instalación de lugares transitorios para la atención médica en caso de que fuese imperativo. Durante el comien-
zo de la etapa de reconstrucción se instaló también en Santa Olga un “saludomo” que cumplía las funciones de
la anterior posta. Se proyectó además dentro del Plan de reconstrucción un servicio de asistencia médica con
mejores condiciones y de mayor complejidad que el anteriormente existente. En el caso de la salud mental du-
rante el periodo de emergencia es posible destacar la labor de psicólogos voluntarios que se acercaron a ofrecer
apoyo psicosocial y durante el periodo de reconstrucción se pueden apreciar iniciativas como la realizada por la
Escuela de Psicología de la Universidad Católica del Maule que trabajó con estudiantes de segundo ciclo básico,
y el apoyo de diversas fundaciones e instituciones. Sin embargo, la percepción bastante generalizada entre los
damnificados, es que no se abordó de manera integral la dimensión psico-social, y esto quedó de manifiesto en
particular con los grupos más vulnerables, como por ejemplo los adultos mayores.
(..) vinieron, ahí mismo en la plaza se juntaba gente se iban a una carpa, te ayudaban, pero yo creo
que no es lo mismo que hacer un seguimiento, que estar 15 días, 10 días con esa persona, es distinto a
tomarla uno o dos días ¿cachai? creo que eso nos falta, nos hace falta... porque al final nosotros cuando
nos hablaban de la resiliencia, resiliencia, resiliencia, todos quedábamos así como... y es esto. Es saber
sobreponerse, pero por las tuyas, porque no estás recibiendo ningún tipo de apoyo, entonces igual te... de
repente te bajonea (Dirigenta Santa Olga).
ү Derecho a la educación
La reconstrucción de escuelas ha formado parte importante también del proceso de reconstrucción y ha opera-
do principalmente en la lógica de coordinación con actores no gubernamentales, en particular con el Hogar de
Cristo y la fundación Desafío Levantemos Chile. En este sentido se puede apreciar un esfuerzo en la rápida regu-
larización de las escuelas afectadas y en generar las condiciones para la normalización del ámbito estudiantil al
menos en los niveles pre-básico, básico y medio.
ү Derecho al trabajo
El derecho al trabajo aparece como uno de los temas particularmente complejos que han surgido posterior a
los incendios forestales. Junto con el ámbito de vivienda, el sector productivo referido a las plantaciones fores-
tales y el trabajo agrícola y ganadero son los más afectados por el efecto del fuego, produciendo altos niveles de
pérdida de oportunidades de trabajo, materia prima, herramientas e insumos. Los problemas de vulnerabilidad
presentes con anterioridad al desastre también juegan un rol importante en este sentido, ya que la precariza-
ción laboral sobre todo en el ámbito forestal que ante la disminución de materia prima ha ocasionado el cierre
El trabajo aparece además como un tema emergente y que ha ido cobrando mayor importancia a lo largo del
desarrollo de la reconstrucción. La Directriz C.4.2 del IASC señala que el derecho al empleo debe ser restituido
cuando este se vea afectado como consecuencia de un desastre, teniendo las autoridades que adoptar las medi-
das apropiadas para ello. En ese sentido, el Ministerio de Agricultura a través del Instituto de Desarrollo Agrope-
cuario (INDAP) ha otorgado bonos de apoyo a agricultores perjudicados con las consecuencias de los incendios.
Esta dimensión, que excede el ámbito de gestión directa del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, queda
como uno de los grandes temas pendientes de este proceso de reconstrucción. La recuperación y/o adecuación
de las fuentes laborales es un tema contingente y en desarrollo, especialmente en el caso de Santa Olga, y no es
posible en este momento generar conclusiones certeras. Sí es posible señalar la sensación de incertidumbre que
pesa tanto sobre las comunidades, como las autoridades regionales. Como ha señalado el Observatorio Laboral
del Maule en una noticia aparecida en su página web sobre el panorama laboral en Santa Olga, la dificultad del
proceso radica en la necesidad de pensar en mecanismos que impliquen una reconversión productiva a partir
de la cual se elaboren líneas de reconversión laboral a fin de contar con una estrategia integrada de desarrollo:
(…) no basta con una capacitación de seis meses, digamos probablemente y tampoco basta con llegar
con un plan de reconversión laboral, o sea es más complejo que eso nos dimos cuenta en el camino sin
duda que hay que pensar en una reconversión productiva primero (Entrevistado Observatorio Laboral
del Maule).
ү Derecho a la no discriminación
Las personas entrevistadas perciben haber sufrido episodios de discriminación, pero por lo general se ha trata-
do de casos puntuales y que responden más bien a actitudes de personas y situaciones particulares.
ү Derecho a la información
El derecho a la información aparece como uno de los derechos transversales más complejos de resguardar du-
rante el proceso de reconstrucción. Esto principalmente porque la alteración de las condiciones normales de las
comunidades propicia la emergencia del rumor como medio de transmisión de información, ante el cual existen
pocos o nulos mecanismos para su control y aun cuando han existido y se han propiciado instancias informati-
vas para la comunidad éstas no parecen haber resultado suficientes para resguardar este derecho. Los proble-
mas para hacer tangible y operacionalizable un concepto como información dificultan también la protección de
este derecho, ya que contar con información accesible no asegura que esta sea efectivamente internalizada por
las comunidades, sobre todo en procesos donde la emocionalidad tiende a tener gran peso sobre la racionalidad
lógica. La percepción general de las personas entrevistadas es que la información recibida durante el proceso
ha sido contradictoria y fragmentaria, principalmente en cuanto a cómo funciona el proceso, a quien le corres-
ponden determinadas funciones y particularmente a los compromisos de avance y fechas estipuladas para la
reconstrucción.
Queda preguntarse también por el rol de la prensa y los medios masivos de comunicación en este ámbito, en
tanto la percepción general parece ser negativa con respecto a ellos y al rol que han cumplido durante el proce-
so evidenciando una tendencia hacia la sobre exposición de la tragedia y a la espectacularidad por sobre su rol
informativo.
El derecho a la participación aparece de dos formas. Por un lado, se han diseñado mecanismos para facilitar la
participación de las comunidades en el proceso y por otro se ha facilitado la coordinación entre actores públicos
y privados para enfrentar los diversos desafíos. En el entendido de que en todos los territorios confluye un gran
número de actores con intereses diversos, el rol del Estado como coordinador y la participación y gobernanza
como principio rector del proceso, ha significado una forma de resguardar y promover este derecho durante la
reconstrucción. Si bien existe conciencia que es necesario mejorar y perfeccionar los mecanismos de partici-
pación en casos de desastre, este es un objetivo que se persigue y por el que se trabaja no solo desde el ámbito
estatal, sino que también desde otros frentes.
La diversidad de percepciones en torno a este derecho dificulta establecer su garantía, en el sentido de que
hay personas que efectivamente ejercieron el derecho a reclamar cuando se les presentó uno o más problemas
relacionados al proceso de reconstrucción, existiendo casos en los que recibieron una solución oportuna y per-
tinente. A la vez, hay personas que decidieron no reclamar ante alguna situación problemática o que afectara su
calidad de vida, debido principalmente a razones como la burocracia en la resolución de un conflicto, la disper-
sión geográfica y lejanía respecto a la entidad donde se puede reclamar.
CAPÍTULO 4
Todo proceso de reconstrucción representa una realidad particular y encierra un conjunto de complejidades
enorme; cada definición técnica y política genera ambivalencias, costos oportunidad que a veces se expresan de
forma inmediata y a veces se determinan en el mediano y largo plazo. No es nuestra intención, por lo tanto, com-
parar catástrofes distintas en magnitud, focalización, naturaleza y tipo de daño generado; sí nos interesa –desde
una lógica de proceso– entender cómo se van acumulando aprendizajes entre un evento y otro, y de qué manera
éstos se traducen en una mejora en la respuesta del Estado frente a la demanda de las poblaciones afectadas de
recuperar no solamente su vivienda, sino también su entorno, sus redes sociales, sus servicios.
Imaginemos el terremoto del 27 de febrero del 2010 –catástrofe que sin duda marca un hito a nivel regional
y nacional– como el punto de partida de un ciclo, que tiene su punto culmine en el proceso de reconstrucción
posterior a los incendios forestales del verano 2017. Fueron al menos diez los eventos catastróficos que el Esta-
do tuvo que enfrentar en este período: el terremoto en el Norte Grande y el incendio de Valparaíso (2014); las
inundaciones en el Norte, la erupción del Volcán Calbuco, el aluvión de Tocopilla, el terremoto y tsunami de Co-
quimbo (2014); el terremoto de Quellón (2015); el incendio de Playa Ancha, las inundaciones en el Norte Chico
(2017) y el aluvión en la Villa Santa Lucía (2017). Fueron una serie de desastres socio-naturales que golpearon
duramente las comunidades y que obligaron un despliegue importante del Estado. Sin duda, representaron tam-
bién oportunidades de aprendizajes para generar respuestas cada vez más pertinentes en las etapas de gestión
de la emergencia y la reconstrucción.
Con todo, y reconociendo la relevancia del componente técnico y la existencia de un conjunto de institu-
ciones que intervienen luego de las catástrofes y se rigen por esta lógica, es fundamental reconocer que los
procesos de recuperación post desastres tienen siempre atributos políticos. El carácter de una reconstrucción
depende siempre de los principios rectores, los énfasis que cada gobierno quiera imprimirle. En algunos casos
hemos asistido a la búsqueda de experticias externas a los territorios para solucionar los problemas y, en otros,
a la valoración de la participación ciudadana y la adaptación a la realidad local como ejes fundamentales. En
todos estos casos, se trata de definiciones que tienen infinitas repercusiones y que dependen también del punto
de vista del observador/protagonista; se entremezclan y conviven así la angustia y las ansiedades de las comu-
nidades golpeadas, la vocación de servicio de los funcionarios públicos, la presión de los organismos internacio-
nales, el oportunismo de los falsos damnificados, las rigideces de la institucionalidad pública, el voluntarismo
de los actores privados que quieren apoyar, y un largo etcétera.
Entendemos que es imposible abarcar en un estudio como el nuestro toda esta complejidad, y sin embargo
queremos tratar de sistematizar –esencialmente desde la perspectiva del Estado y considerando en particular
el rol del Ministerio de Vivienda y Urbanismo– el conjunto de aprendizajes e innovaciones que se generaron en
el contexto del proceso de reconstrucción posterior a los grandes incendios forestales del verano 2017.
Promover la mejora de los procesos de respuesta ante catástrofe, con el objetivo de reducir la vulnerabilidad
de las comunidades golpeadas (y antes que eso, expuestas al riesgo), significa necesariamente asumir un enfo-
que vinculado a los aprendizajes. Reforzar las buenas prácticas y proponer una crítica constructiva es parte de
este ejercicio y la participación de los actores protagonistas en estas definiciones es vital. Este capítulo, asume
por lo tanto un foco vinculado a la experiencia de quienes –en su calidad de autoridad, funcionario público o
experto– han sido parte de los procesos de reconstrucción post catástrofe en los últimos años. Asume también
una perspectiva nacional: si recurrimos nuevamente a la imagen del ciclo que se abre con el terremoto del 27F
y se cierra con los incendios forestales, entendemos que también –y sobretodo– las experiencias acumuladas
en otras regiones del país, han tenido un impacto sobre la gestión de la reconstrucción en el caso específico de
análisis, en la Región del Maule.
4.1. Del 27F a los incendios forestales: los avances y las innovaciones
Las entrevistas realizadas durante el estudio y la revisión de información secundaria, nos han permitido gene-
rar un interesante cuadro que –si bien incompleto– logra explicitar los principales avances que el Estado (y el
Ministerio de Vivienda y Urbanismo en particular) ha generado a nivel nacional para enfrentar los procesos de
reconstrucción post catástrofe.
El primer elemento que queremos destacar es la existencia de principios rectores claros, vinculados a la
consigna “reconstruir mejor”; consigna que no solamente se refiere a la calidad de las etapas de recuperación,
rehabilitación y reconstrucción, sino que tiene un alcance mayor, ligado a la reducción del riesgo de futuros
desastres. En términos concretos, aparecen cuatro principios fundamentales como guía: oportunidad, calidad,
pertinencia y participación. El primero (oportunidad) hace referencia a la conexión necesaria entre el proceso
que viven las comunidades damnificadas y los tiempos en la toma de decisiones y la implementación de las
diferentes soluciones ofrecidas desde el Estado. El segundo (calidad) explicita la necesidad de estándares téc-
nicos mínimos de las soluciones habitacionales. El tercero considera el nexo a generar entre la reconstrucción
y el tipo de daño, la naturaleza de los territorios y las comunidades, así como las oportunidades y los recursos
que brinda el entorno local. Finalmente, el cuarto (participación) apela a la importancia del involucramiento de
los afectados en el catastro, diagnóstico, planificación, implementación y evaluación de la reconstrucción, pero
también de las pequeñas unidades productivas locales como protagonistas del proceso.
PREVENCIÓN
En este ámbito, el propósito fue “reducir factores de riesgo en el ámbito de la planificación urbana, el ordena-
miento territorial y la infraestructura” (MINVU, 2018, p. 4).
En este ámbito, donde el MINVU tiene menores responsabilidades en la gestión del desastre, el documento se-
ñala diversos avances, vinculados al fortalecimiento de la capacidad institucional de reacción frente a eventos
destructivos (MINVU, 2018, p. 4):
Respuesta ante • Coordinación intersectorial con el Ministerio del Interior y Seguridad Pública y
la emergencia el Ministerio de Desarrollo Social,13 para la identificación de los damnificados a
través de la Ficha Básica de Emergencia14 (FIBE) y el posterior seguimiento, hasta
la obtención de la vivienda definitiva;
13 Junto a la ONEMI son los actores institucionales de mayor relevancia en la gestión de la emergencia, fase en que el MINVU tiene
responsabilidades menores. Inicialmente cada institución tenía instrumentos paralelos para identificar damnificados y daños;
luego de los incendios se operó con una plataforma común e integrada.
14 La Ficha Básica de Emergencia (FIBE), tiene por objetivo levantar información detallada de los grupos familiares, para dar apoyo
en la respuesta de la emergencia. Este instrumento es parte del Sistema de Evaluación de Daños y Necesidades reconocidos por
el Estado de Chile para situaciones de emergencias, desastres y catástrofes (DS. 156 del 2002 y D.S. 697 del 2015) y reemplaza la
anterior Encuesta Familiar Única (EFU) (MIDESO, 2018).
15 La Subsecretaria de Interior instruyó a todos los Ministerios que desarrollan Planes de Respuesta.
16 El Programa de Recuperación de Barrios “Quiero Mi Barrio” del Ministerio de Vivienda y Urbanismo nace el año 2006 como una
forma de mejorar la calidad de vida de las personas a través de un proceso participativo que involucra al municipio y la propia
comunidad beneficiada, permitiendo así la recuperación de los espacios públicos, el equipamiento y el fortalecimiento del tejido
social (MINVU, 2018).
RECONSTRUCCIÓN
Es este ámbito, se consideraron las mejoras a las “estrategias, planes e instrumentos destinados a reconstruir
bajo el principio de reponer y mejorar” (MINVU, 2018, p. 4):
17 Enel caso de la reposición de viviendas, el trabajo se realizó con los estándares vigentes (normativa constructiva, estándar de
diseño y espacios); en el caso de las reparaciones (más complejo), elevando el estándar de las viviendas y haciéndose cargo de
vulnerabilidades preexistentes (incumplimientos normativos y defectos constructivos anteriores).
El conjunto de mejoras que describimos en el apartado 4.1. son frutos de la acumulación de experiencias desa-
rrolladas a nivel nacional, y que –junto a las voluntades y competencias regionales– permitieron abordar el pro-
ceso de reconstrucción posterior a los incendios forestales de manera más integral. Como ya comentamos más
arriba, nos interesa –más que comparar los procesos posteriores a catástrofes muy distintas como el terremoto
del 2010 y los incendios– analizar las innovaciones que a siete años de distancia se han integrado a la gestión
del desastre en una etapa específica, la de reconstrucción.
Vale la pena recordar que los territorios afectados por el mega incendio fueron esencialmente rurales, y que
en términos operativos se generaron dos grandes categorías para la intervención: por un lado, la que se deno-
minó “reconstrucción urbana”18 (Santa Olga, Altos de Morán y Los Aromos) y por otro, la “ruralidad dispersa”.
Esta concentración del daño en los sectores rurales sin duda facilitó la focalización de los recursos, el des-
pliegue de estrategias más pertinentes y la flexibilización de los instrumentos disponibles; al contrario, la mag-
nitud del evento y la transversalidad del daño causado por el terremoto, dificultó una respuesta más integral
por parte del Estado. En ese entonces, la relocalización de un número muy importante de damnificados (tanto
urbanos como rurales) y la lentitud de la recuperación en contexto rural fueron quizás los mayores problemas
evidenciados por el modelo de reconstrucción (Letelier y Boyco, 2011; Gac y Micheletti, 2013; Concha et al.,
2015; Micheletti y Letelier, 2015; Micheletti et al., 2017).
En este sentido, según Micheletti y Letelier “las políticas públicas post terremoto operaron en Chile a través
de la institucionalidad existente financiando la reposición de viviendas, sin hacerse cargo de las complejidades
que significaba la reconstrucción de un hábitat, entendido como un patrimonio, con tecnologías, formas y há-
bitos propios” (2015, p. 53). Los autores definieron como “neoliberal” el carácter de ese modelo de reconstruc-
ción, que se condujo desde una perspectiva centralista, sectorial y urbana. Sin ahondar en el análisis específico
del caso del 27F, vale la pena mencionar como “la dificultad en la captación de la demanda, su dispersión y las
dificultades de acceso y comunicación en la zona rural, hicieron que reconstruir en el campo no representara
un negocio atractivo para los actores privados. Ahora bien, en los casos en que los damnificados rurales fueron
atendidos por el mercado, se develó la poca pertinencia ecológica e identitaria de la oferta habitacional subsi-
diada por el Estado, tratándose de viviendas que poco tenían que ver con el tipo de uso y los tamaños tradicio-
nales” (Ibíd, p. 54).
En cambio, el modelo de reconstrucción utilizado desde el 2017 presenta un carácter distinto. El análisis
que realizamos, de hecho, da cuenta de la existencia de un conjunto de innovaciones que se han implementado
para la reconstrucción posterior a los incendios, y que han generado –a nuestro parecer– un impacto positivo.19
No nos detendremos en el análisis de la etapa de emergencia, sin embargo, nos parece relevante mencionar
de todos modos la mejor coordinación que se pudo apreciar durante el catastro de daños y damnificados en el
uso de los instrumentos, la ya mencionada Ficha Básica de Emergencia (aplicada por el Ministerio de Desarrollo
Social) y la Ficha 2 (aplicada por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo). La identificación de falsos damnifica-
18 Entérminos conceptuales diferimos de esta definición, pero entendemos que se vinculó al proceso de “urbanización” del sector.
19 Cabedestacar que la incorporación de varias innovaciones comenzó en procesos anteriores (desde los incendios de Valparaíso,
específicamente), cuando se comenzó a considerar como principio central la pertinencia del proceso de reconstrucción.
dos y un cierto número de Bonos de Enseres20 pendientes de entrega21 representan sin duda aspectos a mejorar
en la gestión;22 sin embargo, no empañan el avance realizado en materia de diseño de instrumentos de catastro
y coordinación intersectorial para la aplicación.23
Las dimensiones que más nos interesa analizar son la de reconstrucción de viviendas y la de gestión del
proceso, que están vinculadas directamente al quehacer del MINVU.
Innovaciones • El proceso fue guiado por la consigna “reconstruir mejor”, y se basó en los
en la gestión del principios de oportunidad, calidad, pertinencia y participación;
proceso
• Se nombró un Delegado Nacional de Reconstrucción producto de Incendios
Forestales en las Regiones de O’Higgins, Maule y Biobío, cargo similar a los
Delegados Presidenciales de 2014 por el Incendio en Valparaíso y Terremoto
Norte Grande. Esta figura fue muy relevante, ya que aseguró la coordinación
entre institucionalidad pública, privada y comunitaria, y operó como enlace
entre la realidad regional y equipos nacionales;
20 Se trata de un apoyo monetario que el Estado otorga para ayudar a las familias damnificadas por el desastre, con el objetivo de
reponer bienes destruidos y favorecer el retorno a la normalidad.
21 Contraloría informó que tras el incendio de Santa Olga en enero de 2017 se constataron un total de 18 falsos damnificados ins-
ayudas para recuperar medios de vida (ayuda humanitaria y medios económicos), y la condición de damnificado habitacional, no
siempre son fáciles de conciliar, y es fuente de complejidades (por ejemplo, falsos damnificados y aprovechamiento para resolver
problema de allegamiento y ocupación irregular de viviendas). Es un tema a discutir en el futuro ¿la catástrofe, es el momento
para resolver todos los problemas habitacionales preexistentes? ¿A qué damnificados debe atender el Estado?
23 Cabe recordar que el trabajo de identificación y catastro de los damnificados post 27F fue un aspecto crítico no solamente por la
magnitud del desastre, sino también –según consigna la Delegación Presidencial para la Reconstrucción (2014)- porque los datos
oficiales disponibles en ese entonces acusaban “falta de actualización y correcta referencia, inconsistencia en las estadísticas, in-
formación incompleta, estándares de medición diferentes para un mismo sector, existencia de múltiples instrumentos de registro
que no “conversan”, con las consecuentes diferencias entre el nivel comunal, regional y nacional que superan el error estadístico
aceptable” (Ibid, p. 27).
• El criterio general para el caso de Santa Olga fue reconstruir en los mismos te-
rrenos (incluyendo a los afectados que no tenían regularizada la propiedad), y
evitar así procesos de relocalización;
24 El subsidio permitía arrendar o financiar el allegamiento (aportar económicamente al hogar que acoge).
Las entrevistas realizadas nos permitieron recoger la percepción de algunos expertos, funcionarios públicos,
autoridades y ex autoridades también en relación a los aprendizajes que permitió el actual proceso de recons-
trucción, tanto desde la perspectiva de la gestión del territorio –es imprescindible considerar las formas de pro-
ducción silvícolas utilizadas en las áreas del siniestro como un elemento determinante de la catástrofe– como
de la gestión del proceso de reconstrucción.
1. En primer lugar, los distintos actores asumen que hoy las comunidades y los territorios están expuestos
de forma permanente al riesgo y que existen además un conjunto de nuevos riesgos asociados al cambio
climático que hay que enfrentar, como, por ejemplo, las sequías;
3. Frente a las catástrofes, aumenta cada vez más la exigencia de una respuesta oportuna y de calidad por
parte de la población afectada; esto significa incorporar estándares cada vez mayores a la gestión de la
emergencia y la entrega de soluciones habitacionales;
4. Aparece como aprendizaje la necesidad de focalizar –cual elemento central de las catástrofes que afectan
la matriz productiva de un territorio– el tema de la recuperación o readecuación de las fuentes laborales;
se trata de un aspecto crítico y paradigmático en el caso de Santa Olga, donde el recurso que sostiene
económicamente la población es el mismo que la amenaza. Se releva entonces la importancia de crear
una sintonía entre el proceso de reconstrucción y la estructura económica local;26
5. En este sentido, una lección importante que deja el proceso es que es posible confiar en las pequeñas y
medianas unidades productivas establecidas a nivel local, para enfrentar procesos de recuperación post
desastres; nos referimos especialmente al trabajo de contratistas que han permitido abordar los casos de
ruralidad dispersa;
6. Una vez más, se corrobora el valor de la participación de la comunidad afectada en el diagnóstico, diseño,
implementación y evaluación de las soluciones generadas. La génesis, diseño y gestión del Plan Urbano
de Reconstrucción de Santa Olga representa en este caso una buena práctica que merece ser analizada en
profundidad y replicada –oportunamente adecuada– en otros contextos; en los sectores rurales disper-
sos, los instrumentos se definieron escuchando a la comunidad, con especial atención a las dificultades
que enfrentaban los adultos mayores, la irregularidad de la tenencia de los terrenos, los casos de vivien-
das emplazadas al interior de terrenos del empleador, el vínculo con pequeñas empresas locales, etc.
7. Se sienta definitivamente también la idea de que es necesario regular y articular la participación de los
actores privados –que sin duda representan un aporte importante– en los procesos de reconstrucción; el
Estado puede y tiene que asumir el rol de liderazgo de los procesos de reconstrucción, y diseñar las con-
diciones en las que empresas, organizaciones no gubernamentales, fundaciones, grupos de voluntaria-
dos, etc. participan en ello. De lo contrario, el riesgo es que se genera una red difusa de actores que tomas
decisiones y la existencia de criterios y estándares dispares, que en el mediano plazo generan problemas
cuantiosos, especialmente para las comunidades.
La sistematización del proceso de reconstrucción post incendios forestales en la Región del Maule es un proceso
de investigación que ha permitido recopilar una cantidad importante de información, cuyo análisis tiene que
profundizarse. Estas recomendaciones representan, por lo tanto, una primera aproximación a la comprensión
de la experiencia.
En primer lugar, creemos fundamental recalcar la imposibilidad de entender en su complejidad los sinies-
tros del verano pasado y el posterior proceso de reconstrucción –todavía en desarrollo– sin detenerse en una
reflexión inicial: el modelo productivo vinculado al monocultivo de especies forestales exóticas, que hoy día ca-
racteriza el paisaje del secano maulino, es frágil (en relación a su sostenibilidad económica y socio-ambiental) y
peligroso (por su capacidad potencial de producir desastres). Obviar este punto sería un intento torpe por evitar
uno de los mensajes más claros que esta catástrofe nos vuelve –una vez más– a recordar: los territorios que no
se piensan, que no se construyen pluralmente, que no se administran, están expuestos a tendencias entrópicas
u homogeneizadoras (dependiendo del/de los actor/es que ejerce/n más poder) que los vuelven riesgosos. El
llamado es entonces a tomar con responsabilidad la tarea que tiene el Estado de planificar; pero también, nos
interesa reforzar la idea que tanto las empresas como las comunidades tienen un rol –derechos y deberes– en la
construcción de entornos que tengan funciones productivas y habitacionales compatibles con el medioambien-
te y las actividades humanas.
A partir de esta constatación, surgen otras cuestiones vinculadas específicamente con la reconstrucción. La
que tal vez tenga mayor contenido político, se refiere al rol del Estado. Desde nuestra perspectiva, este proceso
mostró una voluntad estatal distinta a la que enseñó luego del 27F, que sería importante profundizar y que pre-
senta dos vertientes principales.
La primera nos propone –con todas las dificultades y precariedades que puedan haberse dado en la fase
operativa– la imagen de un Estado que lidera el proceso de reconstrucción, que articula actores, que consulta
la comunidad. Evidentemente sigue habiendo en este ámbito ciertos desafíos, como la regulación – siempre di-
fícil– del actuar de actores privados que desde una perspectiva filantrópica tensionan la estructura del proceso
de reconstrucción27 o como el manejo de la información y los aspectos comunicacionales, considerando que las
líneas editoriales de muchos medios locales y nacionales aportan muy poco en este ámbito.
27 La capacidad normativa, regulatoria, permitió durante este proceso definir reglas de participación privada, con fuerte conducción
La segunda, es la imagen de un Estado que confía más: en su misma estructura descentralizada, en las capaci-
dades de los funcionarios públicos, en las mismas comunidades afectadas y en las pequeñas y medianas empre-
sas regionales. En este sentido, se trató de una apuesta mayor: en el caso de un sistema tan centralizado como el
chileno, el éxito del proceso pasa a depender de la existencia de equipos regionales calificados y competentes.
Como puntos a parte tenemos que tratar dos temas que han surgido con fuerza en el proceso de análisis y
que a todas luces requieren ser considerados para futuros procesos de reconstrucción. El primero se refiere a la
ausencia de un plan de contención y acompañamiento psico-social a las víctimas del incendio, que considere no
solamente la etapa de emergencia. En este sentido, experiencias anteriores28 muestran la necesidad de generar
un seguimiento también cuando las personas vuelvan a localizarse en Santa Olga, para favorecer la recuperación
del tejido social, la nueva negociación de las normas básicas de convivencia, la relación entre vecinos y el uso de
los espacios y equipamiento comunes.
Por otro lado, existe desde nuestro punto de vista un pendiente importante vinculado a la integración del
enfoque de género al proceso de reconstrucción. Hay que considerar que los liderazgos sociales que emergen
–tanto formales como informales– en este tipo de situaciones son esencialmente femeninos, y esto requiere en-
tonces de un trabajo específico. Pero, sobre todo, a la hora de generar soluciones habitacionales y de otra índole,
es importante fortalecer una perspectiva que permita reconocer diferencias a nivel de género. Temas como la
violencia hacia las mujeres, la exclusión desde algunos espacios laborales o eventuales problemas en el ámbito
de salud se pueden exacerbar a partir de la toma de decisiones poco integrales. En una situación de desastre, y
tal como plantea Castro García (2005, p. 2, cit. en Agrupación de Mujeres del Maule, 2012, p.16) esta diferencia
genérica “afecta directamente el desarrollo de la participación de las mujeres, ya que a pesar de que las mujeres
dedican gran parte de su tiempo en las tareas de cuidado y de administración de sus hogares, tienen, además,
una mayor disposición para ejercer adicionalmente una doble y hasta triple jornada de trabajo cotidiano: asala-
riado, activismo político, sindical y como participante dentro de los grupos voluntarios de la comunidad, lo cual
no siempre es plenamente valorado y reconocido”.
28 Sonevidentes los problemas de convivencia que han vividos muchas comunidades que luego del terremoto se conformaron bajo
la modalidad de las Construcciones en Nuevos Terrenos (CNT); para hacer frente a los casos más complejos, a partir del 2014 la
Delegación Presidencial para la reconstrucción y el FOSIS adaptaron el programa “Acción en Comunidad” y lo implementaron en
diferentes comunas de la Región Metropolitana, del Libertador O’Higgins, del Maule y del Biobío.
Conclusiones
Para concluir esta síntesis de resultados, y conscientes de que el proceso de reconstrucción no ha terminado y
no se acabará hasta que el último damnificado cuente con una solución definitiva, queremos volver al origen del
estudio. Creemos que las hipótesis que arriesgamos en un comienzo (no obstante, las complejidades concretas
propias de una experiencia como ésta) han encontrados confirmación. A pesar de los posibles errores, de algu-
nas descoordinaciones y de un conjunto de ámbitos donde quedan pendientes importantes, la sistematización
da cuenta de que efectivamente hubo un esfuerzo del Estado, orientado a resguardar los derechos humanos de
las comunidades afectadas en la etapa de emergencia y reconstrucción posterior a los incendios forestales en la
Región del Maule. Pero, sobre todo, corroboramos que en la medida en que el Estado asume el liderazgo que le
es propio en un contexto de catástrofe, estas garantías se incrementan.
La nuestra es una consideración técnica, pero también política. El modelo de reconstrucción que se adoptó
luego del terremoto del 27F nos había mostrado un Estado endeble, sobrepasado no solamente por la magnitud
de la catástrofe sino también por los intereses individuales de los actores privados que regulan el mercado de la
vivienda y el suelo. Esta experiencia de reconstrucción, nos permite entonces volver a encontrarnos con ciertas
señales importantes, que nos hablan de un Estado más atento a no re-victimizar a los damnificados del desas-
tre, más flexible y abierto a la participación, más confiado en las capacidades de sus autoridades locales, de la
comunidad y de las pequeñas y medianas unidades productivas.
Queremos decir esto con el respeto que merecen las víctimas de este desastre y sus vivencias tan íntimas y
particulares, que en algunos casos las harían disentir de muchas de nuestras conclusiones. Esperamos, humil-
demente, que este trabajo ayude a la reflexión sobre la gestión del riesgo de desastres, propiciando la consolida-
ción de estándares mínimos a respetar durante los futuros procesos de reconstrucción, sobre todo en ámbitos
tan sensibles como los derechos humanos, la adaptación y flexibilización de los instrumentos estatales de inter-
vención, el rol de las comunidades, etc.
De todos modos, y para cerrar, no hay que eludir el gran tema de fondo que los incendios han iluminado;
este desastre, como la mayor parte de los desastres, tiene un origen mucho más antrópico que natural. No nos
referimos con ello a los eventuales pirómanos que hayan multiplicados los focos en el seco verano del 2017, sino
a la gran deuda que tenemos como sociedad en relación a cómo construimos y gestionamos los territorios que
habitamos, especialmente en los sectores rurales.
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