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Escapa por tu vida

INTRODUCCION
Dios habla. A veces nos susurra a través de la voz suave y apacible del evangelio
en tiernos preludios de misericordia por medio de la Palabra predicada. Algunas
veces Él habla a través de Su Palabra con poder, advirtiéndonos que nos apartemos
de nuestra iniquidad. Y a veces Él truena a través de Sus divinos juicios
providenciales de hambruna, guerra, fuego o alguna otra tragedia.

El martes 11 de septiembre de 2001, Dios nos habló en un trueno. Lo hizo porque


nosotros como nación no hemos estado inclinados ante Su Palabra, no hemos
estado arrepintiéndonos bajo las lluvias de Su misericordia que han caído sobre
nosotros por décadas, y no nos hemos arrepentido bajo los juicios más pequeños
que nos ha enviado. Dios envió una llamada de atención justa y terrible a los
Estado Unidos de América —sí, a cada uno de nosotros. La sobrecogedora
destrucción de vidas en el World Trade Center y el Pentágono y las posteriores
historias de horror nos han dejado aturdidos, mudos y humillados.

Algunos heroicamente intentaron salvar a los que estaban en los edificios, y en el


proceso, perdieron sus propias vidas. Innumerables historias de hazañas heroicas
han sido contadas. Una, poco advertida, contiene mucha instrucción espiritual. Un
policía, situado justo afuera de la entrada a los edificios, gritaba a las personas
mientras salían,
"No miren arriba; no miren atrás; ¡corran por sus vidas!"
Esas palabras nos recuerdan a Génesis 19:17b, “Escapa por tu vida; no mires tras
ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.”
Examinemos el mensaje del cielo para nosotros en este tiempo de juicio divino
considerando el tema, Escapa Por Tu Vida, en tres ideas:
1. Date cuenta de tu peligro —“no sea que perezcas”
2. Abandona todo —“no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura”
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3. Corre por tu vida —“escapa por tu vida”

I. Date cuenta de tu peligro


Cuando el grito de “¡Fuego! ¡Fuego!” corría arriba y abajo por los pisos del World
Trade Center y llenaba las calles de la ciudad de Nueva York, la gente supo de
inmediato que el peligro era inminente. Las llamas son tiranas crueles y devoran
sin remordimiento. La misma palabra fuego puede hacer que nos corran escalofríos
por la espalda.

Pero esa palabra pronunciada por miles de neoyorquinos el 11 de septiembre es


solo una sombra de lo que Jesús llamó “infierno de fuego” en Mateo 5:22. (22  Pero
yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera
que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo,
El grito eterno del “infierno de fuego” que
quedará expuesto al infierno de fuego.)
ascenderá de millones de labios en el abismo eterno el Día del Juicio, abarca
asuntos importantes que solo la eternidad puede revelar.

Por más espantosos que hayan sido los eventos del 11 de Septiembre del 2001, que
es casi un juego de niños en comparación con la ira de Dios que un día será
derramada pura sobre todos aquellos que no se arrepienten y creen en el Hijo de
Dios. La ira de Dios contra los incrédulos tiene la eternidad y el infinito y la deidad
en ella —y donde estos tres se opongan a una persona, ¡ay de esa persona! ¿Quién
de nosotros habitará con las llamas eternas?

Merecemos cosas peores que lo que hemos recibido, porque los Estados Unidos ha
sido ineficaz espiritualmente. Hemos menospreciado el evangelio de Dios, hemos
despreciado la ley de Dios y hemos servido al Señor tibiamente en el mejor de los
casos. Hemos descuidado la conversión y la reforma personales. Nos hemos vuelto
idólatras, codiciosos, mundanos, sensuales, orgullosos y autocomplacientes,
haciéndonos adictos a una gran cantidad de males.

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Nos hemos convertido en una nación de mentirosos, maldicientes y murmuradores.
La sangre de millones de personas por nacer está en nuestras manos. Cada tres días
asesinan a más bebés en los úteros de sus madres en los Estados Unidos que el
número de muertos en las tragedias de Nueva York, Washington y Pensilvania
combinadas. Hemos llamado a lo malo bueno, y a lo bueno malo.

Y, sin embargo, Dios nos está hablando desde las cenizas del World Trade Center,
“Escapa por tu vida, no sea que perezcas.”

Nuestro peligro no puede ser afrontado con ninguna ayuda humana. Los camiones
de bomberos fueron a la escena en Nueva York, solo para quemarse en las llamas.
Las grúas estubieron recogiendo los camiones de bomberos quemados y
arrojándolos a un lado como palillos de dientes. Los mismos medios utilizados
para extinguir el fuego fueron consumidos por el fuego.

Ese es tu peligro, mientras no seas salvo. Ningún medio de tu invención puede


permitirte escapar del fuego de la ira de Dios. Hay un fuego de pecado dentro de ti
que no puedes apagar; hay un fuego del infierno fuera de ti que nunca serás capaz
de extinguir. Estás en peligro más allá de tus capacidades, siempre y cuando no
escapes por tu vida hacia Jesucristo. Tus esfuerzos más arduos, natural y
espiritualmente, no pueden librarte de la ira de un Dios santo que no puede habitar
con el pecado y los pecadores. Si dejas de lado la única forma de salvación, ¿cómo
puedes escapar?
Oh pecador, busca Su rostro, Cuya ira no puedes soportar; Vuela a las heridas del
Salvador moribundo, Y allí la salvación vas a encontrar.

Escapa por tu vida. Date cuenta de tu peligro. No juegues con tu propia alma, con
el infierno y el cielo, con Dios y con su acogedor y sangrante Hijo.

Tu peligro requiere atención inmediata. Aquellos que escaparon con éxito del
World Trade Center en esos dias, no se detuvieron a llenar sus maletines.

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¡Escaparon por sus vidas! Corrieron hacia las escaleras. No había un momento que
perder. Es igual contigo. No tienes un momento que perder. “Escapa, Lot”, dicen
los ángeles, “por tu vida —es ahora o nunca. Unos pocos minutos más, unas pocas
horas más, y será demasiado tarde.”

“Escapa por tu vida, no sea que perezcas” es un grito en tiempo presente. “He aquí
ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.” ¡Ahora, ahora, ahora!
La fe del mañana es simplemente la incredulidad de hoy. Las buenas intenciones te
llevarán al infierno, no al cielo. La falta de resolución no solo roba tiempo;
destruye almas. “Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.”

Solo hay un paso entre nosotros y la muerte. Arrepiéntete y cree en el Señor


Jesucristo, pecador trémulo y necesitado, y serás salvo. No te arrepientas y no
creas, y estarás perdido. Juan 3:36 dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna;
pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está
sobre él.”

II. Abandona todo


Lot tuvo que abandonar a sus antiguos amigos, que no eran creyentes —incluidos
algunos miembros de su familia. Tuvo que abandonar sus antiguas comodidades.
Él había ido a Sodoma a vivir una vida cómoda. Sin duda tenía una casa bien
amueblada. Pero ahora, tenía que dejar todo atrás.

Para Lot todo estaba en juego. Si se hubiera quedado en Sodoma, habría perdido
todo. No solo habría perdido su casa, sus muebles y su familia, sino que se habría
perdido a sí mismo.

Lot tuvo que abandonar todo sinceramente. Su esposa escapó, pero no


sinceramente. Ella miró atrás y se convirtió en una estatua de sal. “Acuérdate de la
mujer de Lot”, advirtió Jesús (Lucas 17:32).

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Si no abandonas todo para seguir a Cristo —si tratas de aferrarte a este mundo o
permites que tu autoindulgencia o posesiones se interpongan entre tú y Cristo— un
día cercano, perderás todo, incluido a ti mismo. ¿De qué te servirá si ganas el
mundo entero, pero pierdes tu propia alma? Si no abandonas todo por Cristo,
Cristo te abandonará en el gran día, y si tu alma se pierde en ese día, hubiera sido
mucho mejor para ti nunca haber nacido. Es muchísimo mejor entrar al cielo como
Lázaro que ser el hombre rico arrojado al infierno (Lucas 16: 19-31).

Escapa por tu vida. No mires atrás. No te quedes en las llanuras de este mundo.
Abandona a los amigos malvados, la esclavitud materialista, los juguetes
mundanos— sí, abandona todo para seguir a Cristo. Toma tus cruces, niégate a ti
mismo, y sigue a Cristo.

Escapa por tu vida —tu vida inmortal, tu vida eterna. ¿Estarás contento de perder
tu vida; contento de perecer en tu pecado? Si tu casa se incendiara esta noche, y se
alzara el grito, “¡Fuego!”; ¿no dejarías todo inmediatamente y saldrías corriendo de
tu casa para salvar tu vida? Hoy Dios te advierte que los fuegos del infierno están
encendidos y que debes escapar por tu vida.

Querido hijo de Dios, has sabido lo que es esto. Has abandonado todo en el pasado.
¿Todavía estás abandonando todo en el presente? O, ¿eres como Lot, deteniéndote
demasiado en este mundo, volviéndote muy cómodo con personas mundanas?
¿Estás nuevamente en peligro de perecer con el mundo?

No lo olvides: si Lot no hubiera escapado, hubiera perecido con los sodomitas.


Dios, por supuesto, lo preservó misericordiosamente. Pero eso no significa que Lot
no tuvo que abandonar todo y escapar por su vida.
III. Corre por tu vida
“Escapa por tu vida, Lot”, dijeron los ángeles. Lot no debe parar a discutir.
Tampoco debes hacerlo tú. No necesitas más evidencia de tu necesidad. Tu
conciencia te dice que debes nacer de nuevo, que debes arrepentirte y creer.

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Así como Lot debe huir de la ciudad condenada de Sodoma; como la gente tuvo
que huir del condenado Trade Center, así debes huir tú de este mundo presente y
malvado, esta Ciudad de Destrucción. Corre por tu vida.

Pero, ¿a dónde debo correr? Corre a la montaña. Simbólicamente, eso significa no


volver al pecado y a Satanás, pues eso es mirar atrás hacia Sodoma. No descanses
en ti ni en el mundo, porque eso es quedarse en la llanura. Pero corre a Cristo y al
cielo, porque eso es escapar a la montaña. Confía a Él tu alma, tu todo, por esta
vida y una mejor.

Si no confías tu alma a Cristo, ¿en quién puedes confiar? ¿Confiarás en ti mismo?


¿Por qué te demoras? ¿No es Cristo el médico y Su sangre el bálsamo que
necesitas? ¿Por qué no estás recuperado (Jeremías 8:22)? Tu conciencia te dice que
Dios está más dispuesto a salvarte que tú a ser salvado. Conoces las buenas nuevas
de que Cristo vino para salvar a los pecadores. Sabes que el peor de los pecadores
es bienvenido a Él. Incluso el ladrón moribundo en la cruz —cuyo historial bien
pudo haber competido con los terroristas detrás de toda esta reciente destrucción—
encontró misericordia.
“Al que a mí viene, no le echo fuera”, dijo Jesús. Oh, que Dios te ayude a venir
ahora, por el amor de Cristo.

Sí, pero ¿cómo puedo venir? Vienes, por la gracia del Espíritu, tal como eres, con
todo tu pecado, arrepintiéndote, creyendo, entregando todo en los brazos de Dios,
apelando a las promesas de Dios de salvar al perdido. Vienes confiando totalmente
en la sangre de Jesucristo para salvar tu alma, abandonando los caminos del
pecado. Vienes en respuesta amable a los ofrecimientos y promesas gratuitos del
evangelio como un pecador pobre y necesitado, confiando solo en la justicia plena
de Jesucristo para tu salvación. Vienes confiando en la obediencia perfecta y activa
de Cristo a la ley y en Su obediencia perfecta y pasiva al pagar por el pecado para
ser tu satisfacción de la santa justicia de Dios; para ser tu única base de
reconciliación con Dios, como Pablo nos dice. Vienes, diciendo con un poeta,

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Un gusano herido, débil e indefenso, A los amables brazos de Cristo me arrojo;
Sé tú mi fortaleza y confianza, Sé mi Jesús y mi todo.

Oh, te ruego, corre por tu vida; corre directo a Cristo. No corras a ceremonias,
sentimientos, ministros, obras, ortodoxias— sino corre directo a Cristo. Cae en sus
brazos, los brazos del evangelio, las armas del Salvador quien es el evangelio.
No mires atrás. Corre por tu vida. Reconciliaos con Dios.

I. LA RELACIÓN DE LOT CON ABRAHAM

Lot venía de una familia culta y tuvo muchas ventajas durante toda su vida. El era
sobrino de Abraham y pudo sentir el espíritu generoso de su tío, fue testigo de la
buena vida que Dios le dio a Abraham, y recibió el ejemplo de cómo Abraham se
condujo en el mundo, incluso pudo adorar con él en el altar del Dios Altísimo, pero
con todas esas ventajas que tenía, Lot falló miserablemente.

Cuando pensamos en Abraham ¿En qué pensamos?


Pensamos en el padre de nuestra fe, pensamos en un hombre de Dios, un hombre
que fue una bendición para todas las naciones y cuando pensamos en Abraham, los
pensamientos nos llevan a pensar en Dios.

Lot fue un espectador, en vez de ser un participante.


En la vida espiritual, en la iglesia, en el servicio de Dios tristemente también hay
muchos espectadores, pero pocos participantes.
"No haya ahora altercado entre mí y ti, entre mis pastores y los tuyos porque somos hermanos. ¿No está
toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la
derecha.' y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda. Y alzó Lot sus ojos y vio toda la llanura del Jordán,
que toda ella era de riego, antes que destruyese Jehová a Sodoma y a Gomorra, como el huerto de
Jehová, como la tierra de Egipto entrando en Zoar. Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del
Jordán: y partióse Lot de Oriente y apartáronse el uno del otro. Y Abraham asentó en ¡a tierra de
Canaán, y Lot asentó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los
hombres de Sodoma eran malos y pecadores para con Jehová en gran manera". Génesis 13:8-13

Cuando las luces de este mundo despierten nuestra avaricia sería bueno recordar:

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"Las únicas cosas que uno puede llevar consigo mismo, son las cosas que ha
regalado"

II. LA RELACIÓN DE LOT CON EL MUNDO


1. Lot amaba al mundo.

Lot amaba al mundo, vemos aquí, que el carácter determina las elecciones que uno
hace en la vida.
Pero lo triste es que muchas veces hacemos elecciones para hacer trampa, para ser
deshonestos para mentir, para cometer tantas abominaciones delante del Señor,
pero el hombre recto elige las cosas rectas.
 "Y fue poniendo sus tiendas hacia Sodoma."
 "Pastor, yo no veo nada de malo en los juegos de azar, yo solo lo hago como
una diversión. Eso es un entretenimiento que yo tengo"
 ¡No vayan poniendo sus tiendas hacia Sodoma!
 "Pero hermano, el hecho que yo tome una cervecita o una copita de vino con
mis amigos eso no es malo"
 ¡Cuando estamos cediendo a las tentaciones, estamos poniendo nuestras
tiendas hacia Sodoma!

Cuando nosotros entramos en una zona de tinieblas, ese momento cuando el día va
muriendo pero aún no es noche, y cuando queremos diferenciar, se torna oscuro sin
darnos cuenta. Para algunos no siempre es fácil distinguir entre lo que es bueno y
lo que es malo.

Cuando usted ve que hay posibilidad de caer, evite ese lugar, evite esas palabras,
evite esas actitudes, evite esas amistades, evite poner sus tiendas hacia Sodoma,
porque en un momento terminará en Sodoma, terminará cayendo nuevamente en el
pecado de donde Cristo lo rescató.

Tal vez la esposa le dijo: "Pero cariño, aquí no tengo vida social, aquí no hay
nada que hacer, estamos aquí en el desierto y yo necesito otras personas con
quien puedo relacionarme. En Sodoma tal vez me pueden elegir como la

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presidenta de la sociedad femenina, o puedo tener muchos contactos que nos
ayudará a tener más éxito y podemos subir esa escalera social".
Ellos ya tenían su estatus social. 
Lot ya se movía en las mejores esferas de esa sociedad. Lot tuvo éxito social,
mundanalmente hablando.

Quiero decirles hermanos, que Dios nunca nos deja ir a la destrucción sin antes
avisarnos.
A veces nosotros no prestamos atención a esos avisos.
En Génesis 18: 17 en adelante el Señor dijo:" Voy a destruir a Sodoma, pero creo
que debería decírselo primero a Abraham" . 
Recordemos que las Escrituras llaman a Abraham, "el amigo de Dios" ( Santiago
2:23) y el Señor le reveló a Abraham lo que iba a hacer.

Abraham conocía bien al Señor; Si yo puedo encontrar a cincuenta hombres justos,


¿Perdonarás la ciudad? Está bien Abraham, dijo el Señor, si encuentras cincuenta
hombres justos, no destruiré la ciudad".
"Yo he estado orando para que esa muchacha me acepte y le he prometido al Señor que si ella
me acepta, le voy a ser siempre fiel" Yo entonces le pregunté al joven: "Y si no te acepta, ¿no le
vas a ser fiel al Señor?"

Vamos a detenernos un poco y vamos a pensar en Lot. El había vivido en la ciudad


de Sodoma por veinte años y tenía ya seis en su propia familia y debido a la
relación que Dios tenía con Abraham, Dios contaba a la familia de Lot como
justos, aunque no eran justos; pero de todos modos ya eran seis, es como si Lot, en
los veinte años, hubiera ganado solamente cuatro personas para el Señor.
Pero en los veinte años que Lot había vivido allí, nunca había hablado a nadie del
Señor.
¿Cuántos de ustedes llevan ya veinte años como cristianos?

2. Lot también perdió su influencia.


La influencia es un factor importantísimo para el cristiano.
Lot había perdido su influencia aún en su propia familia.
“Salgan de la ciudad porque Dios la va a destruir"

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En una ocasión un pastor visitó a un hombre que vivía con su familia en el campo
y mientras que el pastor estaba allí, el agricultor era muy piadoso y hablaba con
palabras eclesiásticas y muy teológicas con que hablamos en la iglesia, y sus hijos
que estaban allí presentes escuchaban todo lo que su padre hablaba con el
predicador. 
Ya cuando el predicador se fue, entre los dos hijos comentaron:
"Papá estaba muy piadoso cuando estaba el pastor. Pero él debería escucharlo
algunas veces cuando está maldiciendo".

Lot perdió su influencia aún entre su familia porque no había establecido una
reputación cristiana. Lot no edificó una reputación y consecuentemente no pudo
ejercer esa influencia que él necesitaba.

III. LOT Y SU RELACIÓN CON DIOS


En Génesis 19:15, leemos "Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda
esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas"
"Pero una de las personas fugitivas se atrevió a mirar hacia atrás, hacia la ciudad
condenada y se convirtió en monumento del juicio de Dios. Si Lot mismo no
hubiese vacilado en obedecer a la advertencia del ángel, y si hubiese huido con
prontitud hacia las montañas, sin una palabra de súplica ni de protesta, su esposa
también habría podido escapar. La influencia del ejemplo de él la habría salvado
del pecado que selló su condenación. Pero la vacilación y la tardanza la
condujeron a ella a considerar livianamente la amonestación divina" (PP, 158).

En Lucas 17:32, "Acordaos de la mujer de Lot" y el Señor está hablando del juicio,
del día que vendrá y se llevará a uno y dejará a otro. 
El Señor está hablando, avisando que hay que prepararse para el tiempo en que
llegará el juicio.

Dios envía también hoy a sus ángeles para salvarnos y guiarnos a nosotros hacia
Cristo. "Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa
al monte, no sea que perezcas"

¿Ha sentido usted el toque del amor de Dios en su corazón cuando escucha la
historia de la muerte del Señor Jesús, que murió por sus pecados?
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Hoy día también vivimos en mundo confundido, porque Satanás ha cambiado el
valor de las cosas, y cuando nosotros ponemos el valor máximo en las cosas del
mundo, pero en las cosas del Señor no ponemos nada de valor, entonces tenemos
nuestros valores al revés.

Y si la iglesia no levanta los valores del Señor, ¿Quién los va a levantar? 


Y si la iglesia no lleva el evangelio y las normas del Señor al mundo ¿Quién las va
a llevar?
¿Cuáles son las cosas que valen? 
¿En nuestras prioridades colocamos primeramente la salvación en Cristo Jesús?
San Marcos 8:36: "Porque qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y
perdiere su alma"

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El Mar Muerto es en realidad un lago, pero es llamado “Mar”, por su altísima
salinidad.  Esta es también la razón por la cual de él emergen formaciones de sal
que para algunos evocan la figura de la esposa de Lot.  Según el relato bíblico, esta
mujer tornó su mirada atrás en la huida ante la destrucción de Sodoma y Gomorra.
Tal y como se le había advertido, al hacerlo se convirtió en estatua de sal.

Sodoma y Gomorra se habían corrompido grandemente.  El pecado y la


inmoralidad eran tan rampantes, que los hombres de la cuidad, al ver a los ángeles
enviados a Lot como mensajeros, le rogaron que se los entregaran para “acostarse”
con ellos.

En medio de esta pecaminosidad, se mostró el amor y el cuidado de Dios para con


los suyos.  No se supone que Lot estuviera allí.  Sin embargo, Dios, en Su
misericordia, le advirtió acerca de la destrucción inminente de aquel lugar para que
pudiera salvarse junto a su familia.  “Escapa por tu vida, no mires atrás, no sea que
perezcas”, fue el consejo de Dios para él.

El mundo en el que vivimos no es muy distinto a esas ciudades enjuiciadas.


Conocemos las conductas que le fueron denunciadas y somos impactados por la
vana manera de vivir de nuestro tiempo.  En estos tiempos los mandamientos y
preceptos de Dios no son tomados en cuenta, muchas veces ni siquiera por los
mismos creyentes.  ¿Culpable de la debacle que sufre la humanidad?… el pecado y
la triste determinación que ha tomado el ser humano de sacar a Dios de su corazón.

La buena noticia es que, en medio de este panorama desalentador, hay esperanza.


Conocemos el amor, la misericordia y la justicia de Dios.  Sabemos que Él siempre
llega a tiempo con el consejo y la palabra atinada, cuando nuestra alma está en
peligro de muerte.  Dios nos dice con voz firme, pero tierna, como le dijo a Lot:
“sal de la oscuridad y del pecado, sé libre del dolor y la desesperanza, escapa de la
amargura, ven a mí y ya no mires atrás.  Tengo una nueva vida para ti”.

Oración

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Amado Dios, Te doy gracias por Tu amor y Tus cuidados.  Ayúdame a fijar mis
ojos en Ti y no mirar atrás.  Sostenme en el camino para que pueda guiar a otros
hacia Ti.  En el Nombre de Jesús.  Amén.

CONCLUSIÓN

El final de Lot, fue un final trágico.

"Fue salvado por fin como un tizón arrebatado del incendio, pero fue privado
de su hacienda, perdió su esposa y a sus hijos, moró en cuevas como las
fieras, en su vejez fue cubierto de infamia, y dio al mundo, no una generación
de hombres piadosos, sino dos naciones idólatras, que se enemistaron contra
Dios (PP, 164)

Lot fue uno de esos hombres que pudo haber hecho grandes cosas para Dios
si hubiera seguido al Señor.

LLAMADO

Tal vez hay algunos aquí que están instalados en Sodoma, y el Señor también
quiere que salgan. Él no quiere la muerte del impío, sino que se arrepienta y
viva.

¿Quisieras pedir a Dios salvación para tu vida?

Quisieras ponerte de pie y decir:

Señor no me dejes en este mundo, sálvame por tu gracia. Amén 

¡Dios te bendiga!

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