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El término metal antifricción (también metal Babbitt o metal blanco) se usa

para describir el material utilizado en los cojinetes donde la carga se


transmite mediante partes no móviles, por deslizamiento, sin la ayuda de
bolas o rodamientos. La técnica de fabricación de cojinetes antifricción es
antigua, pero a la vez aún un poco desconocida.

Habitualmente, la estructura del cojinete está construida en acero, fundición o


bronce, y la parte donde existe fricción por deslizamiento se recubre con el metal
antifricción más apropiado para cada aplicación, en consonancia con el metal base
del cojinete. El elemento rotatorio está separado del cojinete por una película de
aceite, que le mantiene flotando en él, impidiendo el contacto metal-metal. El metal
blanco tiene elevada resistencia a la fricción con el aceite a presión, y en caso de
que, debido a una mala manipulación de la máquina, se rompa la película y el eje
‘caiga’ sobre el metal antifricción, el eje no se daña y la capa de metal blanco es
fácil de reparar mediante las técnicas que se explican en el presente artículo.

Podemos afirmar que un cojinete de este tipo aporta un entorno sin fricción para
soportar y guiar un eje rotatorio. Esta técnica de fabricación nos permite trabajar
con cojinetes sin elementos de rodadura, y sin los problemas que éstos pueden
comportar, a la vez que nos permite disponer de cojinetes para ejes de diámetros
elevados, sin depender de los ya mencionados elementos de rodadura. La
maquinaria industrial con elevada potencia y elevadas cargas, como turbinas de
vapor, compresores centrífugos, bombas o grandes motores eléctricos utilizan
cojinetes antifricción. Con una buena instalación y mantenimiento, los cojinetes
antifricción pueden tener una vida infinita.

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