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En este texto observamos de manera por demás cruel que a Política esta en crisis,
ha perdido su dirección y lejos ha quedado la tarea para la cual fue encomendada,
la política ha perdido su brújula, el poder se ha corrompido y corrompe todo lo que
toca, ya no es capaz de dar cabida a la homogeneidad y a la cohesión de sus
diferentes partes, produciéndose así un clima de incertidumbre, de atomización ,
de polarización.
Ante la escena trágica producto del desatino político los Diálogos en el infierno es
hoy una lectura obligada para el Estadista, para el hombre de Estado, para el
Politólogo, así como para el político practico.
La dimensión que toma la política hoy no dista en absoluto del dialogo compartido
entre Maquiavello y Montesquieau pues aun vemos como el despotismo impera en
la esfera política, la tendencia del hombre en el poder se ciñe por el camino de la
corruptela como consecuencia del excesivo uso de la autoridad la cual le ha sido
conferida, donde el gobernante creyéndose un semi – Dios, un todopoderoso
terrenal, por lo que la invitación del dialogo se centra en la impetuosa necesidad
de ponerle limites a la empresa del poder de Estado.
Ideas principales
Por otro lado la figura de Montesquieu impugna este horizonte con el martillo de
los derechos políticos, anunciando el fin del primer asalto y la derrota de la tiranía
a los puntos. Montesquieu representa el paso necesario y la fe en el progreso,
pugnando por una tendencia social por la igualdad. Montesquieu cree en una
pasión colectiva que sea capaz de reparar la opresión que, más allá de la razón y
del progreso material, comparte naturaleza con la pasión de mando que define al
hombre y determina sus formas de poder.
”El secreto principal del gobierno consiste en debilitar el espíritu público, hasta el
punto de desinteresarlo por completo de las ideas y los principios con los que hoy
se hacen las revoluciones. En todos los tiempos, los pueblos al igual que los
hombres se han contentado con palabras. Casi invariablemente les basta con las
apariencias; no piden más, es posible entonces crear instituciones ficticias que
responden a un lenguaje y a ideas igualmente ficticios.”
El señalamiento por mas fatalista que sea responde de manera cabal a la falta de
interés político del pueblo, que se ha vuelto apático y se contenta con tan poco,
que ha dejado de interesarse por la expectativa del quehacer político real,
contentándose con las pocas migajas que la elite política le arroja.
Por lo que habría que hacerse la pregunta sobre qué es lo que garantiza a los
ciudadanos su libertad, cuando, estos son despojados de su libertad individual,
atentar contra la libertad es atentar contra el ciudadano es atentar contra el Estado
y la nación.
Conclusión
Sin duda el dialogo entre estos autores es reflexivo y critico El Diálogo es una
defensa del liberalismo, un liberalismo construido con principios gratos al paladar
político actual: elecciones y mercado libres, contención del poder político, libertad
de prensa, de asociación, de culto.
IDEAS COMPLEMENTARIAS
En la actualidad, las cosas han cambiado y se impone una nueva lectura del texto.
No cabe duda de que el Maquiavelo “infernal” de Maurice Joly se revela como un
verdadero teórico. Expone y desarrolla la idea de un despotismo moderno, no
comprendido en ninguna de esas categorías dentro de las cuales la historia del
siglo XX nos ha enseñado a distribuir los diversos tipos de regímenes posibles, y
menos aún en las categorías de Montesquieu.
IDEAS AGLOSADAS
Mientras Montesquieu, autor del Espíritu de las leyes, fiel a su doctrina, las leyes y
la división de poderes y la participación del pueblo, cree que esto no sucederá.
Maquiavelo, explica el método, dice que no piensa violentar a los hombres, sino de
desarmarlos, no va a combatir sus pasiones políticas, sino que va a borrarlas,
tampoco va proscribir sus ideas sino trastocarlas.
Dice que el secreto es debilitar el espíritu público hasta el punto de desinteresarlo
de toda idea o principio.
Montesquieu advierte a Maquiavelo que será difícil lo que piensas hacer porque
los medios de comunicación darían cuenta de las intenciones.
Maquiavelo, Haré decir cosas en contra del pueblo y las desmentirá. No pienso
escapar a las críticas, siempre que las escuche, sus palabras defenderán la
democracia y la libertad de las personas y las doctrinas del derecho.
CRITICA COLOQUIAL
Encontramos en este libro quizá uno de los mejores tratados sobre teoría política
de los últimos 200 años. Y es que, la historia de este libro, como la de sus
personajes, e incluso la de su mismo autor, son dignos de contar.
El autor fue un opositor a Napoleón III, por lo que su libro y el tuvieron un duro
caminar. En cuanto a los "personajes" del libro, poco que decir, ya que son de
sobra conocidos, tanto ellos como sus logros y "enseñanzas". En sus páginas,
mediante ingeniosos diálogos, Maquiavelo destripa toda su teoría, ante el asombro
de Montesquieu.
En los temas que a mí respecta, dos de esos diálogos trata de la prensa (el único
medio de comunicación de esa época). Las medidas que adoptan Maquiavelo
para el control de prensa son totalmente despreciables, y hoy en día, el lector las
podría tachar de inexistentes, pero lamentablemente, lo que Joly escribió hace 150
años es tan válido para su época como para el día de hoy (esto si que son
profecías, y no las de Nostradamus).
Si alguno tiene la posibilidad de leer estos textos verá como muchas de las malas
prácticas que propone Maquiavelo siguen utilizándose hoy en día, tanto en el
mundo de los medios de comunicación, como en muchas facetas de la política
actual.
LO MEJOR:
La claridad en las exposiciones de los dos personajes
La descripción que se intenta hacer de la política absolutista de la Francia
decimonónica
LO PEOR:
Que una obra como esta esté casi descatalogada.......
El horror que produce pensar que estamos en una sociedad libre y darse
cuenta que seguimos haciendo lo mismo que hace casi dos siglos.
NARRATIVA COLOQUIAL
Este uno de aquellos libros cuya lectura conmociona e invita a continuar leyendo
sin más distracción que dar otro sorbo al café. En esta obra se esboza el diseño y
construcción de un régimen totalitario basado en la irracionalidad de las masas y
una maquinaria estatal de vigilancia y control; escrita a mediados del siglo XIX,
mantiene aspectos y pasajes sumamente actuales. Como tal no se trata de un
escrito académico, sino de un diálogo ficticio, no obstante la obra muestra la sólida
formación clásica y el brillante intelecto de Maurice Joly. El principal matiz de la
biografía de Joly es sin duda su carácter conflictivo y controversial. Abogado
francés, atacó a contemporáneos como Napoleón III y a Jules Grévy. En 1864,
publicó anónimamente en Bruselas, Dialogue aux enfers entre Machiavel et
Montesquieu, que hubo sido introducido de contrabando a Francia, donde el objeto
de la crítica es Napoleón III, personaje histórico que motivó la crítica de Marx en
su Der 18 Brumaire des Louis Bonaparte. Descubierto por la policía francesa y
puesto en evidencia el autor, fue arrestado y puesto en prisión en Sainte-Pélagie.
Progresivamente Joly consiguió aislarse, despreciado tanto por los defensores del
Imperio, como por los republicanos. En Recherches sur l´art de parvenir atacó
vigorosamente a sus contemporáneos más ilustres. Incluso se batió en duelo con
Edouard Lajarriere, con quien había fundado el periódico jurídico Le Palais.
Aunque se declaró así mismo como “social” y “revolucionario” se distanció de la
Comuna de París. A la postre, Diálogo en el infierno fue más conocido por haber
sido plagiado por el redactor del sumamente desacreditado libelo antisemita Los
protocolos de los Sabios de Sion, publicado inicialmente en ruso y redactado en
París probablemente en 1898, cuando Diálogo fue publicado en 1864. Sumido en
la pobreza y enfermedad, el 17 de julio de 1887, Joly se dio un tiro en la cabeza.
El Montesquieu de Joly sólo tiene noticia de los asuntos terrenales hasta 1847, no
obstante Maquiavelo ha tenido a bien informarse hasta 1864. Para Maquiavelo, el
modelo republicano, la división de poderes y el constitucionalismo pueden ser
quebrados por el principio central de la soberanía popular, ya que éste consagra el
derecho a la revolución. El pueblo, en tiempos de conmoción, puede reclamar su
derecho soberano para ejercer su gobierno y autodeterminación, no obstante “al
cabo de algunos días de locura, los abandonará en manos del primer soldado
aventurero que encuentre en su camino”.
Esta obra posee una vigencia que sorprende. El régimen totalitario descrito por
Maquiavelo se instala en las sociedades modernas en función del desinterés de
las masas modernas, su enfoque a la vida y los intereses privados, a diferencia de
la libertad de los antiguos y su sólido vínculo con la polis. Para el Maquiavelo de
Joly, no se puede dar por hecho que los pueblos modernos posean una innata
hambre de libertad, sino que el mayor número de ciudadanos declara: “¿Qué me
interesa la política? ¿Qué me importa la libertad? ¿Acaso todos los gobiernos no
son una misma cosa?”; “no soy un Licurgo ni un Graco, porque no vivo entre
espartanos ni entre romanos, vivo en el seno de sociedades voluptuosas, donde el
frenesí de los placeres va de la mano del de las armas”. En función de la apatía y
el desinterés de la población moderna, el régimen totalitario es instalado cuidando
siempre las apariencias, conservando las estructuras y principios de la política y el
derecho moderno y republicana como un simple cascarón. Se conserva el
parlamento, el senado, el poder judicial, el derecho al sufragio, la prensa, pero
subrepticiamente bajo el control total del soberano absoluto, los medios de los que
se vale para ello son escalofriantes, tal como lo siente el Montesquieu de Joly.
En este diálogo infernal se esboza el diseño de un régimen totalitario que trastoca
los principios del régimen constitucional y las libertades individuales. Se trastoca la
opinión pública y se instala un régimen despótico plebiscitario con permanente
apoyo popular, a través de políticas salariales benéficas al proletariado. Como
hemos visto, Diálogo en el infierno posee en varios aspectos una sorprendente
vigencia, no obstante sus supuestos básicos descansan en la premisa del
irracionalismo, la escasa ilustración y el desinterés de la mayoría. Un esfuerzo
para evitar este escenario es la política democrática guiada por una fuerte e
ilustrada opinión pública, instituciones democráticas sólidas y un alto nivel
educativo de las masas. No obstante, sabemos que ante este argumento el
Maquiavelo de Joly finalmente sólo podría sonreír con ironía desde algún círculo
infernal, sabiendo que las pasiones humanas darán cuenta del surgimiento de otro
Napoleón III.