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Nombre: Ana Magdalena Restitullo

Matricula: 2021-0155
Tema: reporte 4

El arte chino
El arte chino ha tenido una evolución más uniforme que el occidental, con un trasfondo cultural y
estético común a las sucesivas etapas artísticas, marcadas por sus dinastías reinantes. Como la
mayoría del arte oriental tiene una importante carga religiosa (principalmente taoísmo,
confucianismo y budismo) y de comunión con la naturaleza. Al contrario que en Occidente, los
chinos valoraban por igual la caligrafía, la cerámica, la seda o la porcelana, que la arquitectura, la
pintura o la escultura, a la vez que el arte está plenamente integrado en su filosofía y cultura.

La literatura china se inició con obras de carácter religioso y filosófico, apareciendo entre los siglos
X y V a. C. los llamados Cinco Clásicos: el Li-Ki, compendio de rituales y costumbres que fue
posteriormente ampliado, llegando a los cien tomos; el I Ching, manual de adivinación basado en
el significado de ocho trigramas, atribuido al mítico emperador Fu Xi; el Shu-king, crónica escrita
en un lenguaje formal y ceremonioso que será típico de la producción literaria china; el Shi King (El
clásico de la poesía), recopilación de poemas; y el Ch'uen-tsieu, primera crónica fechada (722-481
a. C.).

La música china es pentatónica (de cinco notas), al contrario que el sistema heptatónico occidental
(de siete notas). Del periodo predinástico hay constancia de varios instrumentos, como el ch'ing
(piedra sonora), el hsüan (flauta), el ku (tambor) y el chun (campana).

la poesía pintura y caligrafía: Todas ellas se representan a través del pincel, la esencia misma del
pensamiento artístico taoísta, pero no hay que olvidar que incluso estas artes sublimes tuvieron su
función social, su jerarquización y en consecuencia participaron del pensamiento confuciano.

La laca y la seda: Coinciden en asociarse con el momento histórico de expansión política y cultural
del imperio chino durante la dinastía Han (206 a. C.-220 d. C.), siendo también los primeros
materiales sobre los que se diseña pensando únicamente en la belleza del objeto y no en su uso
ritual.

la escultura en piedra: Se inició como majestuosa y representativa decoración de los caminos


funerarios de las tumbas imperiales en la Dinastía Han. Grandes animales reales y mitológicos,
representación de los estamentos sociales —letrados, militares, extranjeros, etc.— fueron los
temas elegidos para dignificar el poder.

la arquitectura palaciega, funeraria, religiosa y civil: Partieron de simples sistemas de


construcción y distribución espacial, haciéndose principalmente eco de su carácter de
representatividad.
La arquitectura china se caracteriza por distribuir el espacio en unidades rectangulares que se
unen para formar un todo. El estilo chino combina rectángulos de diferentes tamaños y en
diferentes posiciones de acuerdo con la importancia de la organización del conjunto, ahí sus
construcciones piramidales: utiliza el Feng Shui. Se distinguen claramente los distintos lo niveles y
elementos. El resultado es un aspecto exterior impresionante, pero al mismo tiempo dinámico y
misterioso.

El arte de Japón
el arte de Japón: Es una expresión de la cultura japonesa, desarrollado a lo largo del tiempo en
diversos períodos y estilos que se han ido sucediendo de forma cronológica, en paralelo al devenir
histórico, social y cultural del pueblo japonés. La evolución del arte nipón ha estado marcada por
el desarrollo de su tecnología, siendo una de sus señas distintivas el uso de materiales autóctonos.
Como en el arte occidental, las principales manifestaciones artísticas han tenido su origen en la
religión y el poder político.

El arte japonés ha estado marcado por su insularidad, aunque a intervalos ha ido recibiendo la
influencia de las civilizaciones continentales, sobre todo de China y Corea. Gran parte del arte
producido en Japón ha sido de tipo religioso: a la religión sintoísta, la más típicamente japonesa,
formada alrededor del siglo I, se añadió el budismo en torno al siglo V, forjando un sincretismo
religioso que aún hoy perdura.

En Japón, el arte pretende conseguir la armonía universal, yendo más allá de la materia para
encontrar el principio generador de vida. La estética japonesa busca encontrar el sentido de la vida
por medio del arte: belleza equivale a armonía, a creatividad; es un impulso poético, un camino
sensorial que lleva a la realización de la obra, que no tiene finalidad en sí, sino que va más allá. La
belleza es una categoría ontológica, que remite a la existencia: consiste en alcanzar el sentido con
el todo.

El sentido del arte se ha ido desarrollando en la estética japonesa a lo largo del tiempo: las
primeras reflexiones sobre el arte y la belleza provienen de la antigüedad, cuando se forjaron los
principios creadores de la cultura japonesa y surgieron las principales obras épicas de la literatura
japonesa: el Kojiki (Relatos de cosas antiguas), el Nihonshoki (Anales de Japón) y el Man'yōshū
(Colección de diez mil hojas).

El zen se basa en siete principios estéticos: fukinsei (asimetría), forma de negar la perfección para
conseguir el equilibrio presente en la naturaleza; kanso (austeridad), eliminar lo innecesario y
superfluo para descubrir la simplicidad de la naturaleza; kokō (dignidad solitaria), cualidad que las
personas y objetos adquieren con el paso del tiempo y les proporciona una mayor pureza de su
esencia; shizen (naturalidad), que está ligada a la sinceridad, lo natural es auténtico e
incorruptible; yūgen (profundidad), esencia verdadera de las cosas, que trasciende su mera
materialidad, su aspecto superficial; datsuzoku (desapego), libertad en la práctica de las artes,
cuya misión es liberar el espíritu, no controlarlo –así, el arte prescinde de todo tipo de normas y
reglas–; seiyaku (serenidad interior), estado de quietud, de sosiego, necesario para que fluyan los
seis principios anteriores.

El arte de Japón: Se divide en grandes períodos en términos de producción artística y desarrollos


políticos importantes. La clasificación suele variar dependiendo del criterio del autor, además de
que muchos de ellos pueden ser subdivididos. Por otro lado, también existen divergencias en
cuanto al principio y final de algunos de estos periodos.

El arte oceánico
El arte oceánico está marcado por la multiplicidad de territorios insulares que jalonan el océano
Pacífico, destacando las islas de Australia y Nueva Zelanda, y tres principales áreas de islas y
archipiélagos: Polinesia, Melanesia y Micronesia.

La primera cultura desarrollada observada en la zona fue el lapita (1.500-500 a.C.), originada en el
entorno de Nueva Guinea y extendida por la Polinesia occidental (islas Salomón, Vanuatu, Nueva
Caledonia, Fiyi, Tonga y Samoa, principalmente). Se caracteriza por su cerámica decorada con
motivos dentados hechos con peines o púas, así como objetos de obsidiana y conchas. Entre el
500 a.C. y el 500 d.C. continuó la colonización hacia Micronesia, Melanesia y Polinesia oriental
(islas Sociedad, Marquesas, isla de Pascua, Hawái), aunque en estas primeras fases no se han
hallado numerosos vestigios, excepto algunos utensilios y abalorios, principalmente de conchas.

Los accesorios utilizados por la brujería oceánica consisten en paquetes de hierbas, de hojas, de
ramitas, de piedrecitas mezclados con elementos de origen humano como cabellos, uñas,
excrementos y también restos de comida. Las piedras utilizadas son de forma fálica o que
representan el sexo femenino. Las piedras utilizadas como amuletos pueden ser fragmentos de
toba volcánica densa trabajadas, redondeadas y con la forma de un rostro humano grabado. La
posesión de estos amuletos atrae la riqueza a sus portadores, pueden emplearse para atraer la
lluvia, la pesca o los buenos tratos comerciales, y negocios de intercambio de cerdos. Estos
amuletos pueden ser de piedras esculpidas con rostros humanos o representaciones simbólicas de
animales o tener una línea muy pura.

El tatuaje, forma de ornamentación corporal, tiene una función social importante y es el resultado
de un arte ritual que es una creación estética en sí misma. Las líneas o bandas de colores oscuros
se insertan debajo de la piel remojando un peine de marfil o hueso de dientes afilados en el
pigmento procedente de la nuez o la resina de pino.

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