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COPIAPO SIN HUMANOS

GERARDO RIVERA RIFFO


Geólogo
Pueblo de Indios de San Fernando
Copiapó, Chile

Copiapó, Diciembre del 2010


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Introducción

Este artículo, de carácter totalmente independiente, contiene antecedentes


inéditos sobre la disponibilidad de recursos hídricos, el problema más importante
para la subsistencia futura de Copiapó.

El abastecimiento de agua de la ciudad de Copiapó para todo tipo de demandas


proviene del reservorio de agua subterránea; hospedado en el relleno
sedimentario del valle, sobre el cual se emplaza la ciudad; cuyo nivel freático ha
descendido fuertemente por exceso de extracción y déficit de recarga, lo cual
conducirá al agotamiento del agua a corto plazo y ha incrementado la degradación
de la calidad del agua, por aumento de los sólidos disueltos, situación que impacta
directamente en la calidad de vida de los ciudadanos y finalmente anulará la
capacidad de sostenimiento del acuífero.

La escasez de agua dulce nos amenaza a todos; amenaza nuestro bienestar,


arriesgando nuestros medios de subsistencia y en ocasiones pone en peligro
nuestras vidas. La escasez de agua dulce dificulta el crecimiento económico y
disminuye la calidad de vida. Para la gente de menores ingresos – la escasez de
agua de buena calidad en cantidades adecuadas ya es una carencia mortal.
Produce enfermedades, bloquea el desarrollo, profundiza las desigualdades en las
oportunidades de ingresos y socava la supervivencia de la sociedad copiapina
entera.

Pero la futura escasez es más importante que nunca y lo es para más gente. El
crecimiento demográfico, la industrialización agrícola - minera y la urbanización
están agotando y contaminando el acuífero en forma irreversible. Las nuevas
tecnologías permiten extraer agua más rápidamente que la tasa de recarga del
acuífero. Nunca antes había sido posible causar el catastrófico daño ambiental a
nivel local que provocó la negligente administración del agua por las autoridades
de las últimas dos décadas. Parece que para la autoridad la potestad de
administrar el agua sólo consiste en la lectura de medidores o la reparación de
filtraciones y desconoce que su función, más apropiada, no sólo es proporcionar el
agua, sino también conservar su calidad y su cantidad, ahora y para el futuro.

Si bien la cantidad de agua disponible para el uso diario es considerada la primera


restricción para el desarrollo sustentable, muchas veces la calidad del agua es
más importante. Existe una tendencia general para la severa degradación de la
calidad del agua a causa del aumento total de sólidos disueltos mientras
incrementa la extracción a través de la cuenca. La contribución relativa a esta
degradación por varias fuentes y procesos es pobremente entendida y difícil de
cuantificar y no ha sido evaluado su impacto en la salud de las personas.

En el territorio de la provincia no existen fuentes alternativas inmediatas para


proveer la demanda de agua de Copiapó, y puesto que la geodata indica que el
territorio está afectado por un proceso de sequía progresiva y aridez climática y
biológica creciente, que se inició antes del poblamiento prehistórico atacameño, la
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solución del problema debe liberar a los habitantes de la hipoteca climática que
afecta al reservorio de agua subterránea y recurrir a la misma fuente que utiliza la
Naturaleza – desalar agua de mar – mediante un megacomplejo único; que genere
energía y simultáneamente con el mismo consumo de combustibles, como
subproducto, produzca agua dulce derivada de la refrigeración del sistema;
megacomplejo que debe ser instalado en algún lugar de la costa de Atacama.

Conclusiones Relevantes
1. El abastecimiento de agua de Copiapó proviene íntegramente para todo tipo de
demandas del reservorio de aguas subterráneas.
2. El reservorio de aguas subterráneas está alojado en el relleno sedimentario del
valle del río Copiapó, en materiales de naturaleza porosa y permeable, de 180 m
de espesor, sobre los cuales está emplazada la ciudad, se desarrolla toda la
actividad agrícola y parte de la actividad minera.
3. La disponibilidad de agua del reservorio depende de la recarga de aguas que
provienen del agua que se infiltra en el suelo después de las precipitaciones, en
toda la hoya hidrográfica del río Copiapó, que cubre una superficie de 18.400 km2.
4. La serie histórica de precipitaciones en Copiapó para un período de 130 años
indica que 78 años son secos y 52 son relativamente más húmedos, con un
promedio histórico de precipitaciones de 20 mm por año, pero todos los registros
indican que el territorio experimenta sequía franca y aridez creciente. El análisis
estadístico indica que las precipitaciones del año con probabilidad de ocurrencia -
excedencia 50%, para Copiapó equivale a 10 mm y para el territorio andino a 40
mm.
5. Las precipitaciones aumentan de mar a cordillera y los recursos hídricos
potenciales del valle provienen de las precipitaciones del sector oriental.
Ponderados las superficies de la hoya según tramos de altura y los factores de
precipitaciones del año 50%, la disponibilidad de agua para la recarga en toda
la hoya del río Copiapó está en rango de 4.300 l/s. De éstos solo una parte
infiltra como recarga efectiva.
6. A efectos de la recarga de agua, interesa precisar que los agricultores al cubrir
el valle de Copiapó con parronales alteraron los patrones naturales de la
recarga al modificar la geometría, pendientes, rugosidad, evapotranspiración,
redireccionar la escorrentía y erradicar la vegetación nativa.
7. Un recurso vital como el agua, proveniente de un reservorio natural frágil y de
capacidad finita, en ambiente desértico franco como Copiapó, con régimen de
precipitaciones de sequía en progresión, requiere controlar con precisión dos
factores: cantidad y calidad. Ambas están estrechamente relacionadas, de tal
manera que las acciones que afectan una dimensión tienen efectos inevitables
sobre la otra. Y ambas constituyen la más seria limitante para el desarrollo y futuro
de Copiapó.
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8. A efectos de la cantidad de agua, en los últimos 20 años se ha demostrado una


profunda incapacidad institucional, ignorancia y negligencia en el manejo de los
recursos, rayando incluso en conductas indeseables, otorgando 21.000 l/s de
derechos de uso de aguas, incentivando extracciones excesivas que superan los
7.000 l/s, que unidas a recargas deficitarias y aportes extra-cuenca han deprimido
el nivel freático a más de 120 m de profundidad en el valle medio. La extracción de
agua subterránea excedió el caudal límite de seguridad, caudal de equilibrio
entre la extracción y la recarga, y el depósito entró en fase de vulnerabilidad.
Esto significa que el ecosistema tiene seriamente amenazada su capacidad de
sostenimiento y sobrepasado el umbral de vulnerabilidad, provocará la pérdida
irrecuperable del reservorio. El agotamiento del recurso extraíble es inminente.
9. El reservorio después de la expansión de los proyectos mineros soporta
pérdidas de agua no previstas, no identificadas ni cuantificadas por la
autoridad, pero impactantes en el balance hídrico, provenientes de filtraciones por
diferencial de presión, hacia las labores mineras profundas excavadas
lateralmente o bajo el piso del valle.
10. A efectos de la calidad, en los últimos 20 años se ha manifestado la misma
negligencia institucional; pero además, alto grado de inequidad con la gente de
Copiapó de parte de las autoridades. Las aguas subterráneas de Copiapó resultan
ser del tipo aguas salobres, muy duras, con tendencia incrustante de mediana
intensidad, con los sólidos disueltos (> 1.000 ppm) y los sulfatos excedidos de los
máximos prescritos. Las aguas resultan en general deficientes y como todos
sus parámetros están cercanos o en los límites superiores de los máximos
tolerables, debe considerarse además su impacto en el tiempo sobre las
personas, animales, organismos, plantas, equipos, materiales y suelos. No
se conoce y parece que no existen estudios ni estadísticas biomédicas que midan
el impacto de la calidad del agua en la salud humana en Copiapó. A medida que
aumenta la extracción se deteriora la calidad del agua residual por aumento
relativo de sales disueltas, lo cual superada cierta concentración inducirá
precipitaciones que terminarán sellando los poros del acuífero y reducirán su
capacidad de almacenamiento y provocarán su pérdida.
11. En el territorio de Copiapó no existen fuentes alternativas de abastecimientos
hídricos. Cualquiera de las otras cuencas existentes carecen de respaldo
hidrogeológico que avale una producción de caudal significativo y continuo, por
estar constituidas por rocas fundamentales y solo reducido relleno sedimentario,
no sustentar cursos superficiales perennes; y recibir un nivel de precipitaciones
similar al de Copiapó, pero con hoyas hidrográficas menores y sin cabeceras en el
territorio andino.
12. La geodata indica que el territorio está afectado por un proceso de sequía
progresiva y aridez climática y biológica creciente, que se inició antes del
poblamiento prehistórico atacameño. Esto significa que la solución del problema
debe liberar a los habitantes de la hipoteca climática que afecta al reservorio de
agua subterránea, independizarlo de la nube y recurrir a la misma fuente que
utiliza la Naturaleza – desalar agua de mar – mediante un megacomplejo único;
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que genere energía y simultáneamente con el mismo consumo de combustibles,


como subproducto, produzca agua dulce derivada de la refrigeración del sistema;
megacomplejo que debe ser instalado en algún lugar de la costa de Atacama.
13. La componente árido-costera del territorio, de probable edad pre-pleistocena,
se caracteriza por procesos morfogenéticos solo viables en ambiente de
hiperaridez, carente de lluvias, estimándose desde entonces un terreno inhóspito y
hostil, de alta aridez edáfica, carente de agua y capacidad de sostenimiento, sin
valor alternativo, que hace imposibles - sin riego y soporte artificial - la agricultura,
silvicultura, pastoreo, poblamiento humano y la vida silvestre, indicando que
ambientalmente no existe impedimentos para localizar este tipo de complejos.
14. Se debe impetrar a la brevedad una solución de continuidad, que sea capaz de
satisfacer toda la demanda de agua dulce mediante un complejo único, a objeto de
facilitar una declaración de moratoria de extracción de agua del reservorio por 30
años en todo el valle - para garantizar la supervivencia del acuífero – y permitir su
recuperación por recarga natural o artificial, pues atendida la alta tasa de
evaporación que caracteriza al territorio producto de la aridez creciente, la forma
más eficiente de almacenar agua es en forma subterránea.
15. La incapacidad gubernamental para liderar la solución de abastecimiento
hídrico de Copiapó con visión holística y de largo plazo, solo inducirá el
desplazamiento hacia el sur del límite del territorio denominado históricamente
Despoblado de Atacama, o equivalente a “Copiapó sin Humanos”.
Recomendaciones
1. Considerar que la única solución global para proveer agua dulce a Copiapó,
independiente del clima, de carácter local y de corto plazo, consiste en desalar
agua de mar.
2. Acelerar la instalación de un megacomplejo único que genere energía eléctrica
y simultáneamente como subproducto, con el mismo gasto de combustibles,
produzca agua dulce de calidad saludable, derivada de los circuitos de
enfriamiento, para toda la demanda actual y de largo plazo de Copiapó.
3. Impetrada la solución de continuidad, decretar una moratoria de extracción por
30 años en todo el valle de Copiapó, para salvaguardar la subsistencia como tal
del reservorio de agua subterránea.
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COPIAPO SIN HUMANOS

Uno de los grandes problemas que afronta la humanidad es sin duda la acelerada
degradación de las reservas de agua dulce potable y de calidad saludable.
El agua es un don derramado por Dios en el Universo. En la Tierra es
administrado por la naturaleza a su arbitrio, en un mecanismo compuesto
denominado ciclo del agua, cuyo motor es el sol y que describe la presencia y el
movimiento del agua en la Tierra y sobre ella. El agua de la Tierra está siempre en
movimiento y constantemente cambiando de estado desde líquido a vapor, a hielo,
y viceversa. El ciclo del agua ha estado ocurriendo por millones de años, y la vida
sobre la Tierra depende de él. En otras palabras, el ciclo del agua es usted, el
árbol, el perro, el pájaro, etc.; y la Tierra sería un sitio inhóspito si el ciclo del agua
no tuviese lugar.
Como es un don de Dios, el agua dulce potable y de calidad saludable es
fundamental para la vida y para la equidad social. El agua al igual que el aire son
los únicos elementos que todos reciben y comparten por igual. Nadie puede
asignar arbitrariamente qué parte le corresponde a quién. Luego, entonces, la
medida de mayor equidad social consiste en conectar a la totalidad de las
personas al servicio de agua potable de calidad saludable.
El ciclo del agua no se inicia en un lugar específico, pero asumimos que comienza
en los océanos. El sol, que dirige el ciclo del agua, aporta la energía, calienta el
agua de los océanos, la cual se evapora hacia el aire como vapor de agua.
Corrientes ascendentes de aire llevan el vapor a las capas superiores de la
atmósfera, donde la menor temperatura causa que el vapor de agua se condense
y forme las nubes. Las corrientes de aire mueven las nubes sobre el globo, las
partículas de nube colisionan, crecen y caen en forma de precipitación. Parte de
esta precipitación cae en forma de nieve, y se acumula en capas de hielo y en los
glaciares, los cuales pueden almacenar agua congelada por millones de años. En
los climas más cálidos, la nieve acumulada se funde y derrite cuando llega la
primavera. La nieve derretida corre sobre la superficie del terreno como agua de
deshielo y a veces provoca inundaciones. La mayor parte de la precipitación cae
en los océanos y otra sobre la tierra, donde, debido a la gravedad, corre sobre la
superficie como escorrentía superficial. Una parte de esta escorrentía alcanza
los ríos en las depresiones del terreno; en la corriente de los ríos el agua se
transporta de vuelta a los océanos. El agua de escorrentía y el agua subterránea
que brota hacia la superficie, se acumula y almacena en los lagos de agua dulce.
No toda el agua de lluvia fluye hacia los ríos, una gran parte es absorbida por el
suelo como infiltración originando el agua subterránea. Parte de esta agua
permanece en las capas superiores del suelo, y vuelve a los cuerpos de agua y a
los océanos como descarga de agua subterránea. Otra parte del agua subterránea
encuentra aperturas en la superficie terrestre y emerge como manantiales de agua
dulce. El agua subterránea que se encuentra a poca profundidad, es tomada por
las raíces de las plantas y transpirada a través de la superficie de las hojas,
regresando a la atmósfera. Otra parte del agua infiltrada alcanza las capas más
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profundas del suelo y recarga los acuíferos (roca subsuperficial saturada), los
cuales almacenan grandes cantidades de agua dulce por largos períodos de
tiempo. A lo largo del tiempo, esta agua continua moviéndose, parte de ella
retornará a los océanos, donde el ciclo del agua se "cierra"...y comienza
nuevamente.
El agua asociada en todos los estados y formas al espacio del territorio del país es
de todos y es de nadie; pero esencialmente es de los niños, de los de ahora y de
los que vendrán, y por tanto debe ser preservada.
En el desierto el agua dulce es la primera ley y fundamental, si no hay agua,
no hay vida. Y la existencia de agua depende de cómo funcione el ciclo del agua y
en definitiva las precipitaciones, fuente natural de recarga del agua subterránea.
En palabras simples, dependemos de la nube.
La segunda ley del desierto es que en ninguna parte sobra agua dulce, y
mucho menos para ceder.
Hace algunos años durante mis andanzas por el desierto observé la desaparición
de numerosas aguadas y vertientes, fenómeno que resultaba alarmante en sentido
de latitud creciente; pero fue más alarmante aún, cuando durante un trabajo de
exploración en la cordillera en el verano de 1996, los pastores nómadas
informaron la desaparición de pastizales y de aguadas a cotas altas, sobre los
3.000 m de altitud, vertientes que eran capaces de sustentar gastos de superficie
durante los ciclos secos; por cuanto esto podía significar un síntoma de una
sequía efectivamente catastrófica, con varios años seguidos con precipitaciones
notablemente menores a las del año con probabilidad de ocurrencia - excedencia
50%, que para Copiapó equivale a 10 mm y para el territorio andino a 40 mm;
tendiendo a virtual agotamiento de las reservas de años lluviosos predecesores,
con desaparición de las aguadas del territorio andino y eventual descenso del nivel
freático en el valle.
Pero las sequías en Copiapó no son novedad, ya en 1787 la autoridad,
representada por el corregidor Ossa y Palacios, prohibió por tres años la
plantación de árboles y viñas en la región de Copiapó debido a la falta de lluvias,
siendo probable que tan solo hubiere descendido el nivel del “espejo de agua” en
algunas norias. Antecedente suficiente para que este corregidor, seguramente
conocedor profundo de la ley del desierto y del valor del agua, privilegiara el agua
dulce para la bebida de hombres y animales.
Pero si eran para alarmarse, si se hubiere prestado atención adecuada y oportuna
al análisis de los registros estadísticos de la pluviometría que en su momento se
informaron a las autoridades.
Si se considera las estadísticas de precipitaciones anuales de Copiapó para un
lapso de tiempo largo, de 130 años - datos que institucionalmente no existen y
hay que elaborarlos de manera artesanal pero habilidosamente – se encontrará
que 72 años son secos y 58 son húmedos o más lluviosos; si se analiza solo los
primeros 100 años de ese registro, se observará que 52 son secos y 49 húmedos.
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Luego si se analiza los registros pluviométricos oficiales, cuyos datos comienzan a


ser consistentes solamente para Copiapó recién a partir de 1925, se observará
que hubo un ciclo de 7 años de precipitaciones muy intensas extendido de 1925 a
1932, con 60 mm anuales en promedio, con máximo de 94,5 mm, y luego entre
1934 y 1943 sigue un ciclo algo más seco, de 10 años con 36,5 mm anuales en
promedio, con máximo de 73,5 mm; valores que no se vuelven a repetir hasta 43
años después, comenzando entonces un largo lapso con precipitaciones
decrecientes y años francamente secos con rangos inferiores al promedio histórico
para el lapso de 130 años, equivalente a 20 mm anuales, y con muchos años bajo
la curva de probabilidad de ocurrencia - excedencia 50% (10 mm) y muy próximos
a la curva de probabilidad de ocurrencia - excedencia 85% (1 mm). La declinación
de las precipitaciones en Copiapó se inicia en la década de 1940 y aunque ha
habido años lluviosos sobre 20 mm anuales - éstos corresponden a episodios de
precipitaciones muy violentas en corto tiempo, cuales las de 1987 y 1997 (esta
última de 15 horas de duración) intercaladas entre varios años secos - la curva
general muestra una marcadísima pendiente negativa.
La hoya hidrográfica de Copiapó tiene del orden de 18.400 km2 y sus nacientes
están en la Cordillera de Los Andes, limitada por un grupo de volcanes del cordón
occidental, que forman la divisoria de aguas que separa las áreas de drenaje
interior – donde se ubican los salares – de aquella con drenaje continuo al oeste,
cual la del río Copiapó. Sin embargo solo a partir de 1940 comienzan a realizarse
registros mediante varias estaciones a cotas mayores a lo largo del valle; pero de
manera discontinua, y si bien los datos son dispersos, parecen marcar la misma
tendencia que se deduce del registro más completo de Copiapó. Similar situación
se produce en los registros de larga data (1925 en adelante) de las estaciones
Potrerillos (2.850 m.s.n.m.), Chañaral (13 m.s.n.m.) y Caldera (14 m.s.n.m.).
Nótese que aún estamos temporalmente muy distantes de la teoría del
calentamiento global y a varias décadas de que explote la demanda de agua y ya
se había iniciado un proceso de sequía franca.
A inicios de 1996 se hizo un análisis de la situación de los recursos hídricos en el
valle, constatando un descenso generalizado del nivel freático de los pozos de
captación de entre 12 a 40 m, según su posición en el valle. El “espejo de agua”
en un pozo situado estratégicamente y representativo del valle medio había
descendido 40 m en pocos años y pronto el pozo sería profundizado. Actualmente
el “espejo de agua” del mismo pozo se sitúa a 120 m de profundidad.
Se debe tener presente que la disponibilidad de recursos hídricos en el valle de
Copiapó es limitada, de carácter finito, y en ocasiones francamente escasa y que
existen dos tipos de demandas efectivas de aguas, a saber: abastecimiento de
agua potable para consumo humano de la ciudad y poblados aledaños, servidas
con aguas subterráneas provenientes de los acuíferos; y abastecimiento de las
actividades productivas (mineras, agrícolas e industriales); las cuales son servidas
con recursos de superficie y principalmente subterráneos.
Estrictamente hablando, "acuíferos" son estratos geológicos que contienen agua,
sea en arenas, gravas o fluyendo a través de los poros y fracturas de las capas
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subterráneas. (Acuífero en latín significa "contenedor de agua"). En el lenguaje


común, acuífero también se refiere a la valiosa agua en sí – cuerpos de agua
subterráneos, aún no completamente comprendidos, que fluyen lentamente a
través del substrato y de los estratos profundos del subsuelo. Extendiéndose en
algunos casos a través de miles de kilómetros cuadrados, separados por cientos
de kilómetros de distancia desde las zonas lluviosas hasta los manaderos y
fuentes donde emergen a la superficie, los acuíferos son fuentes muy importantes
de agua, y están amenazados casi en todas partes por la contaminación y el mal
uso.
En todas partes del mundo los acuíferos sufren los efectos del mal manejo (o
carencia total de manejo). En muchas regiones el suministro de agua dulce de los
acuíferos ha declinado catastróficamente; algunos se han agotado
completamente, al menos en la estación seca. También se ha degradado la
calidad de los acuíferos tanto por la salinización que con frecuencia sigue a la
reducción de la presión por el excesivo bombeo, como por la filtración de
fertilizantes provenientes de la agricultura, desechos químicos y otros
contaminantes.
La degradación de los acuíferos se considera una genuina crisis en muchas partes
del mundo, especialmente en zonas urbanas donde muchas ciudades dependen
inevitablemente y exclusivamente de estas fuentes.
En términos sencillos un reservorio de agua (acuífero) del tipo del valle del
Copiapó es un cuerpo de rocas sedimentarias, compuesto por una mezcla de ripio,
arena, limo y arcilla, de forma lenticular y de dimensiones finitas, con una cierta
cantidad de espacios abiertos o poros interconectados que lo hacen permeable y
capaz de almacenar agua. El relleno sedimentario del valle tiene un espesor
estimado en 180 m, siendo más delgado hacia las cabeceras y la
desembocadura, y en sentido vertical y longitudinal o de la dirección de flujo del río
contiene varios niveles de acuíferos, desde la superficie hasta el contacto con las
rocas basales. Aquellos de los niveles superiores son delgados pero
efectivamente productores y están repetidos, separados por capas más potentes
pero menos permeables hasta la base del relleno. Los poros además de agua
pueden contener aire y gases como anhídrido carbónico, que inciden en la
capacidad de saturación en agua de los espacios vacíos, es decir, que los poros
no estén completamente llenos. A su vez el agua puede contener sustancias
químicas disueltas, entre ellas los citados gases, que determinan su calidad, la
cual puede variar de un acuífero a otro, o de un sector a otro dentro del valle.

Entonces cuando manejamos un recurso vital como el agua, proveniente de un


reservorio natural frágil y de capacidad finita, en un ambiente desértico franco
como el de Copiapó, caracterizado por un régimen de precipitaciones de sequía
en progresión, debemos preocuparnos de controlar con precisión dos factores:
cantidad y calidad. Es fundamental un control riguroso y permanente con
enfoques preventivos, tanto matemática como física y químicamente.
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En efecto, se requiere enfatizar el hecho, frecuentemente ignorado, de que la


calidad y la cantidad del agua están estrechamente relacionadas, de tal manera
que las acciones que afectan una dimensión tienen efectos inevitables sobre la
otra. Esto se ve claramente en el caso de aguas freáticas. Por ejemplo, la
sobreexplotación de una capa acuífera en áreas donde la salinidad puede ser un
peligro potencial, de hecho puede causar la destrucción de la capa acuífera para
uso futuro, tanto por aumento en la concentración relativa, como por precipitación
de residuos. Esto también ocurre frecuentemente en áreas de la costa, donde la
invasión del agua salada a causa del bombeo excesivo puede causar problemas
serios en el abastecimiento. De manera similar, una reducción en el uso del agua,
sin una baja correspondiente en la generación de residuos, hace que los residuos
se concentren más.
La geometría del fondo del valle también es irregular con varios altos y
estrechamientos topográficos de naturaleza rocosa, denominados “angosturas”,
donde el relleno sedimentario es reducido, pero tales “angosturas” también se
comportan como un ducto permeable y permiten el escurrimiento subterráneo a
través de las fracturas de las rocas fundamentales y son especialmente
importantes porque principalmente favorecen la recarga, actuando como un dique.
En términos generales la porosidad y permeabilidad disminuyen con la
profundidad por efecto de la presión de confinamiento representada por el peso de
la columna de sedimentos superiores. El agua en los poros está sometida a
presión, tanto a la presión hidráulica por el peso del agua que ingresa al sistema
desde la parte alta, como a la presión de la roca confinante. Como resulta obvio la
presión aumenta con la profundidad y el agua y fluidos de los poros contribuyen a
soportar tales presiones, de manera tal que el bombeo excesivo de fluidos desde
un depósito puede producir hundimientos por compactación, sobre todo si las
rocas resultan compresibles, significando el deterioro de la capacidad de
almacenamiento del reservorio por pérdida de espacios.
Si la extracción de agua subterránea excede el caudal límite de seguridad,
caudal de equilibrio entre la extracción y la recarga, el depósito entra en FASE DE
VULNERABILIDAD. Al entrar en fase de vulnerabilidad, el ecosistema verá
seriamente amenazada su capacidad de sostenimiento; es decir, disminuirá la
densidad de personas con un determinado patrón de vida que pueden ser
sostenidas por el sistema. Si el proceso se extiende en el tiempo extrayendo
caudales superiores a la recarga natural, se rebajará el nivel freático (“espejo de
agua”) lo suficiente como para que se induzcan contaminaciones (p. ej. de aguas
de baja calidad de tributarios de la cuenca o se produzcan ingresiones de agua de
mar desde la costa); se pierda la capacidad de almacenamiento por compactación
por exceso de carga; o simplemente se deteriore la calidad del agua residual por
aumento relativo de sales disueltas, lo cual superada cierta concentración inducirá
precipitaciones que terminarán sellando los poros (piense solamente como
ocurren las incrustaciones en los borde de las llaves de agua, en el sarro de los
artefactos o en el calefón), situaciones todas las que, sobrepasado el umbral de
vulnerabilidad, provocarán la pérdida irrecuperable del reservorio.
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Como dato importante consignaremos que la ciudad está emplazada sobre el


territorio del relleno sedimentario del valle del río Copiapó, es decir, las personas
viven, se desplazan y realizan todas sus actividades sobre el reservorio de agua
que provee el elemento más importante para su supervivencia, y sin embargo muy
pocos o casi nadie lo sabe, lo ve, lo entiende, y menos conocen como funciona, y
muchos menos perciben su importancia y trascendencia, empezando por las
autoridades.
Hay una ley fundamental para el manejo del agua subterránea y el
abastecimiento de agua: Asumir siempre lo peor.

Los problemas invisibles rara vez atraen la atención de los que toman las
decisiones hasta que ya casi es – o ya es – demasiado tarde. Esto suena natural,
pero más bien es resultado de aceptar y amparar peligrosamente la
incompetencia. Es particularmente peligroso en el manejo del agua subterránea o
en los acuíferos, debido a las siguientes dos insidiosas realidades. Primero, los
riesgos del desgobierno (por la sobreproducción, mala calidad o la contaminación)
son muy altos precisamente porque los primeros efectos del desgobierno son
acumulativos, permanecen enterrados, ocultos y son indetectables. Segundo, los
problemas en sí (disminución, contaminación), rara vez se hacen
indiscutiblemente obvios hasta que resulta difícil o imposible corregirlos.
Esta es la triste herencia.
El gran legado de administraciones caracterizadas por su BAJO LÍMITE DE
INCOMPETENCIA.
¿Cómo se puede corregir?
La política acertada es asumir desde el principio que la explotación de cualquier
acuífero subterráneo o superficial lleva consigo el riesgo de la sobreproducción o
la contaminación, y que cualquier daño va a significar un costo muy alto. La
política errada es asumir que todo está bien y desatender las precauciones hasta
que se presenta el desastre. El corolario es que se deben destinar, con tiempo, los
fondos apropiados y la energía institucional a la investigación y el seguimiento de
los recursos – antes de verse golpeados por los problemas. Una autoridad, que se
estima es un funcionario, a lo menos, prudente (y que se proteja) debe pedir a los
organismos responsables e investigadores que adviertan con anticipación la
escasez o contaminación inminentes y que recomienden las opciones para evitar
el peligro. Los organismos, con la misma lógica, deben informar sus evaluaciones
y remedios en términos tales que los funcionarios no especialistas y los
miembros de la comunidad los puedan entender y aprovechar sin demora.
En las áreas en donde el uso del agua subterránea es relativamente nuevo (desde
1961 se masificó la explotación del agua subterránea en Copiapó), existe la
tendencia a consumir estos suministros nuevos como si fueran inagotables. El
manejo de los problemas invisibles exige especialmente en estos casos
programas estrictos de educación pública y disciplina política. Todos los miembros
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de la comunidad tienen el deber de conocer los peligros y los costos de la


sobreproducción y la contaminación, y los beneficios de la prevención
conservadora.
La planeación para lo peor, en el interés público, significa usualmente regular las
acciones privadas: interferencia de las perforaciones, inversiones en pozos cada
vez más profundos y disposición descuidada de los desperdicios. Aquí también los
datos técnicos de persuasión, con decisiones rápidas y prevención vigorosa
pueden, todos juntos, mejorar las posibilidades de gobierno exitoso.
Por otro lado, no olvidemos que los recursos hídricos son homológicos e
interdependientes, circulen por la superficie natural del terreno o por la
subterránea de los acuíferos.
El reservorio es entonces una unidad extremadamente frágil y cualquier acción
inadecuada, como derrames de sustancias tóxicas, ácidos, combustibles, aguas
contaminadas, pozos negros, botaderos, filtraciones de alcantarillado, lagunas
estabilizadoras o cualquier tipo de riles, pone en riesgo su persistencia como
proveedor de agua potable. Y no se piense en un acto de contaminación biológica.
El reservorio es un sistema dinámico del cual entra y sale agua. El agua sale de
manera natural cuando el nivel freático está próximo a la superficie y se forman
vegas y zonas de aguas vadosas, o cuando la superficie del terreno intersecta el
nivel freático y se forma una vertiente. También sale agua por evapotranspiración
producida por la vegetación y animales. Aquella vegetación del tipo freatófitas,
cuyas raíces penetran profundamente en el suelo, se estima consumiría entre 0,03
y 0,08 l/s/há (litros por segundo por hectárea) permanentes, provenientes de las
aguas subterráneas someras, contribuyendo además a salinizar el terreno. Así,
vegas extensas de freatófitas - como aquellas de los cursos altos de la hoya del
río Copiapó - pueden representar pérdidas estimadas en sobre 100 l/s (litros por
segundo) permanentes. Esta cantidad es significativa si se considera que el río
Copiapó en tiempos normales tiene un caudal de 600 l/s en canal Mal Paso y es
impactante cuando en época de estiaje porta 300 l/s.
El agua que entra es el factor más importante en el equilibrio del reservorio y se
denomina recarga. La recarga proviene de las precipitaciones, y accede por
infiltración desde la superficie del agua de escorrentía, tanto aquella que alcanza
los cauces de los ríos, la más importante, como aquella otra que proveniente de
toda la superficie de la hoya, infiltra a través del suelo, en un proceso complejo
que requiere previamente una fase de humectación de éste y por consiguiente un
nivel de precipitaciones muchísimo mayor que el del promedio histórico de
Copiapó, y la cantidad infiltrada dependerá tanto de la temperatura como del
contenido de arcillas y materiales finos en el suelo; pero fundamentalmente de las
pendientes y rugosidades. La recarga se verá fuertemente influida por la tasa de
evaporación, que en zonas áridas es muy elevada. Así por ejemplo para
superficies de aguas libres, como tranques o embalses, se estima tasas de
evaporación en rango de 6 l/d/m2 (litros por día por metro cuadrado). Esto conduce
automáticamente a la conclusión relevante de que la mejor manera de
  13

almacenar y preservar agua dulce en la zona árida es en forma subterránea


en los acuíferos. La derivada inmediata entonces es la trascendencia que tiene
preservar el acuífero.
En las zonas desérticas juega un papel muy importante en la recarga, pero no bien
conocido, la ocurrencia de flujos aluvionales y corrientes de barro. Si se
correlaciona los registros de precipitaciones con los de las crecidas aluvionales se
observa que éstas tienden a producirse con frecuencia de retorno de 6-8 años y se
asocian a lluvias anormalmente intensas, ocurridas en las cabeceras orientales de
las cuencas, con rangos de más de 24mm/24hrs, con envergaduras
incrementadas considerablemente para intensidades de lluvias mayores.
Asimismo los derretimientos de primavera-verano de grandes nevazones
invernales en el territorio andino, pueden ocasionar crecidas, más propiamente
fluviales o con poca carga de materiales sólidos en el río Copiapó.
En el caso del reservorio de Copiapó los acuíferos de los niveles superiores,
efectivamente productores, están repetidos entre capas más potentes pero menos
permeables y su rendimiento está claramente ligado a la envergadura de las
superficies hidrográficas que los alimentan con recursos renovables, y
espacialmente están restringidos a los pisos de acumulación de los cauces
actuales, siendo los 100 m superiores de materiales holocénicos (recientes) y los
inferiores de materiales pleistocénicos (antiguos) fluvioaluvionales.
Las precipitaciones en el valle aumentan de oeste a este; pero es claro que los
recursos hídricos potenciales del valle se producen por las precipitaciones
ocurridas en la parte oriental, de tal manera que la recarga será diferente e
incrementando hacia aguas arriba, según tramos de altura sobre el nivel del mar.
También sabemos que para una serie de precipitaciones de lapso largo la mayoría
de los años son secos, muy por debajo del promedio anual y resulta razonable y
prudente para efectos de estimación de la recarga utilizar las precipitaciones del
año 50 % de ocurrencia – excedencia. La probabilidad de ocurrencia-excedencia
de precipitaciones 50 % implica que la mitad de los años de un lapso largo, se
producirían precipitaciones a lo menos iguales a las indicadas (10 mm para la
parte occidental o pacífica y 40 mm para la parte oriental o andina de la hoya),
mientras que en la otra mitad del referido lapso se tendrían precipitaciones
menores. Determinadas las superficies de la hoya según tramos de altura y
ponderados por los factores de precipitaciones del año 50 % se obtiene un
volumen de precipitaciones sobre la hoya, de la cual un porcentaje (menor o igual
a 30%) constituirá la disponibilidad para recarga, la cual para la hoya del río
Copiapó está en rango de 4.300 l/s. Esta disponibilidad para recarga todavía
debe infiltrar hacia el subsuelo, para lo cual debe superar una gama de barreras
que inducen pérdidas, de manera que la recarga real se estima debiera ser menor
o igual a 75 % de esta cifra, o sea menor o igual a 3.225 l/s.
Importa resaltar que a efectos de la recarga, no todo el volumen disponible se
infiltrará, y esto dependerá, entre otros factores, de la temperatura,
evapotranspiración, geometría de la cubeta, pendientes, rugosidad, tiempo de
permanencia del agua, tipo de materiales en el suelo, frecuencia, intensidad y
  14

duración de las precipitaciones, etc. Supuestos rangos similares de precipitaciones


sobre el valle, éstas no tendrían la misma capacidad de alimentar recursos
renovables al reservorio, según se considere lapsos de precipitaciones pre-1990 o
post-1990. Lo anterior, suponiendo que esa sea la fecha frontera en la que ya se
había plantado la mayor parte de los parronales del valle, porque los agricultores
al desarrollar tales plantaciones alteraron los patrones naturales de la recarga,
al modificar la geometría, pendientes y rugosidad de la mayor parte de la cubeta
adyacente en ambas vertientes del río y sobre la cual se produce la principal
infiltración, y que además contiene los sedimentos con mejores características
para constituir acuíferos; erradicaron y reemplazaron la vegetación nativa, del tipo
achaparrada, de raigambres profundas, que mantenía localmente el nivel freático
deprimido y generaba amplias zonas de sombra, de dispersión aleatoria,
favoreciendo la infiltración; por plantas de distribución sistemáticamente
ordenadas, de raíces superficiales y que se riegan con una solución con nutrientes
y aditivos que finalmente termina impermeabilizando los suelos; junto con surcos y
lomos que redireccionan la escorrentía; y tal vez, el mayor efecto, la altura
homogénea de la canopia, lo que produce el efecto de espejo reflectante y
modifica el albedo y los patrones de evapotranspiración de manera uniforme en
grandes extensiones, y finalmente el manejo discrecional de la canopia. Estas
modificaciones, por extensión de los cultivos en los últimos años, afectan también
a los terrenos de bajadas, que forman los bordes del área susceptible de recarga,
supuestos de alta permeabilidad y muy favorables a la infiltración.
Un factor que altera significativamente el régimen de caudales de superficie y
subterráneo en el río Copiapó es el Tranque Lautaro, cuya capacidad original de
almacenamiento era de 40 Mm3 (millones de metros cúbicos). Esta obra
inicialmente servía a los fines de inducir recargas de las napas subterráneas; pero
actualmente su capacidad de almacenamiento se estima reducida a unos 25 Mm3
por efecto del embancamiento, lo que también ha mermado su capacidad de
recarga subterránea.
Cuando nos enfrentamos al problema de predecir el comportamiento de los
niveles de un acuífero como respuesta a bombeos u otros estímulos, las
soluciones analíticas (fórmulas de Theis, Jacob, etc.) tienen un límite cuando el
medio hidrogeológico u otras circunstancias son muy complejos: varias capas con
cambios laterales, caudales de bombeo variables, etc. El problema se complica si
queremos calcular cual será el comportamiento del acuífero a lo largo de varios
años, interviniendo en este caso las precipitaciones, escorrentía y caudales
drenados por los ríos, etc. Para ello necesariamente deberemos contar con la
información relacionada con la variación anual histórica de la precipitación, la que
será necesaria para estimar la disponibilidad de recarga y poder entender la
ocurrencia e influencia de las sequías. Si los datos de la estación climática no
están disponibles, se puede obtener información secundaria de registros históricos
escritos y orales, estudios geomorfológicos, así como del análisis de los anillos de
crecimiento de la vegetación boscosa cuando corresponda.
  15

Con el objetivo de que el público pueda tener en términos simples una visión
espacial de la capacidad de almacenamiento del reservorio y su manejo haremos
un ejercicio numérico rápido. Este está basado en la asimilación del reservorio a
una figura tridimensional simple, como una artesa, en forma de un prisma regular,
cuya arista equivale al largo del valle (la cual es muchísimo mayor que las otras
dimensiones), y cuyas caras (sección transversal) anterior y posterior son un
trapecio isósceles invertido. En este trapecio la base superior es el ancho del valle
en superficie, la inferior es el ancho del valle en el contacto con la roca basal y la
altura corresponde al espesor del relleno sedimentario. En el mundo físico real
estos cuerpos son tanques o depósitos para almacenar líquidos, y al llenarse el
tanque el agua adoptará la forma del sólido de sección trapezoidal. Para los
cálculos se obviarán los factores, parámetros y formulismos técnicos derivados de
los próceres de la hidrogeología e hidráulica: Darcy, Meinzer, Thiem, Forchheimer,
Thais, Bernouilli y etc., que exigirían los conocimientos de varios ingenieros
hidráulicos y cálculo de mayor altura matemática; y se reemplazarán por el soporte
de los conocimientos de geometría del Camarón - un niño de séptimo año de la
escuela básica de Los Loros, de alto puntaje en la prueba Simce de matemáticas -
sobre el teorema de Thales y semejanza de triángulos, lo que nos permite reducir
el problema al del llenado-vaciado de una artesa.
Para aproximarnos a la capacidad de la artesa, se vierte agua con un flujo
constante (recarga), al transcurrir el tiempo su volumen va aumentando con una
rapidez según ingresa agua. Expresamos el volumen del agua contenida en el
tanque en función del tiempo V(ft) y el lapso que necesita en llenarse
completamente o hasta cierto nivel será el tiempo de recarga. Al llenarse el
tanque el agua adopta la forma de un sólido de sección transversal trapezoidal, en
el cual su base superior, su altura y su volumen aumentan. Expresamos el
volumen de agua contenida en función de la altura V(fh), al transcurrir el tiempo su
altura (nivel freático) sube y el diferencial de altura nos permite calcular por simple
semejanza de triángulos el volumen remanente o el volumen perdido, para
determinada posición del nivel freático. Expresamos su altura como función del
tiempo, y comprobamos que el nivel debe subir más lentamente al final que al
inicio del llenado. El vaciado (extracción por bombeo) es el proceso inverso.
Se realizó una estimación grosera del potencial del reservorio de agua
subterránea del valle del río Copiapó, asimilando la cubeta portadora de agua del
valle en un esquema idealizado a la artesa, que actúa como una envolvente que
rodea espacialmente al acuífero real (en lenguaje de la geometría del Camarón, el
acuífero real está inscrito en el prisma), en que el conjunto del relleno es una
mezcla homogénea de sedimentos, de 200 km de longitud de arista L (la longitud
del río hasta Las Juntas es de 162 km); 3 km de longitud de la base mayor (el valle
en su ancho máximo en superficie alcanza a 7 km); 350 m la base menor
(supuesto ancho del talweg en la entrecara relleno-roca fundamental); altura h de
180 m (profundidad del relleno sedimentario del valle) y un factor de porosidad
efectiva de 10 %. Este cuerpo ideal en el espacio está inclinado con pendiente
uniforme de cordillera a mar, y cuyas dimensiones son todas mayores que el
acuífero real.
  16

El volumen total de la artesa vacía será : V = área del trapecio (ATr) x largo de la arista (L). Se
obtiene en cifras redondas un volumen total del cuerpo de 60.000 Mm3 (Mm3 = millones de m3).
Como el cuerpo es un sistema poroso relleno de sedimentos, debemos corregir el volumen por el
factor de porosidad efectiva (10%), entonces el volumen disponible para almacenamiento de agua
será: V = (ATr) x (L) x 0,1.

Se consigna una cifra redonda “referente-optimista” teórica de un volumen de


6.000 Mm3 para ilustrar y dimensionar el asunto. Se entiende que esta cifra es el
volumen máximo embalsado para esa porosidad en todo el reservorio definido,
que los poros y el agua están uniformemente distribuidos en el reservorio y el nivel
freático está en la superficie.
Denotemos con t el tiempo que transcurre durante el llenado, con h la altura del nivel de agua
medida desde el fondo de la artesa, con X el ancho de la superficie de agua, y con V el volumen
del agua en cierto tiempo.

Volumen en función del tiempo:

Suponiendo que cuando se inicia el llenado la artesa está seca, y como ingresan constantemente
100 Mm3/año (equivalentes a recarga de 3.225 l/s), entonces el volumen en función del tiempo es:
V = Caudal de Recarga (Mm3/año) x tiempo (años)

V(ft) = 100 (Mm3/año) x t (años)

y como el volumen de la artesa (capacidad de almacenamiento) es de 6.000 Mm3, y se llena


completamente después de transcurridos t años, entonces: 6.000 Mm3= 100Mm3/año x t años ⇒
t = 60 años. Por tanto, la artesa se llenará aproximadamente en 60 años, para ese caudal de
recarga constante y siempre que no haya pérdidas.

Volumen en función de la altura (nivel freático):

El volumen del agua dentro de la artesa para una cierta altura h del agua es:

V = [(X+350)/2] x h x 200.000

Formamos triángulos semejantes y encontramos una relación entre X y h.

Usaremos dos alternativas: NF40 = nivel freático desciende a 40 m (la versión de


algunos organismos oficiales) y NF120 = nivel freático desciende a 120 m (la
versión del pueblo). Si el nivel freático (h) desciende a 40 m el volumen teórico
remanente se reduce a 3.865 Mm3 (64,4% del volumen inicial) y si el nivel freático
(h) desciende a 120 m el volumen teórico remanente se reduce a 950 Mm3
(15,8% del volumen inicial). Pero estas cifras tenemos que compensarlas con la
recarga.
Supongamos que el nivel freático del reservorio teórico desciende en el pozo de
observación, representativo del reservorio, a 40 m en el año 2010. Si tomamos
como referente que el año 1990 el nivel freático estaba en o muy próximo a la
superficie, o sea, se disponía de 6.000 Mm3, entonces en 20 años el volumen
remanente del reservorio baja a 3.865 Mm3 y se produce una pérdida de 2.135
Mm3 (35,6% del volumen inicial), o de 107 Mm3 por año, lo que equivale a una
extracción de 3.393 l/s. En este caso la recarga no funciona y es cero. Ahora si
aceptamos que la recarga es efectiva en un 100%, es decir, ingresan al reservorio
  17

los 4.300 l/s que calculamos anteriormente como disponibilidad para recarga,
entonces se están extrayendo 7.693 l/s, porque, a pesar de la recarga, el nivel del
pozo baja hasta 40 m de profundidad. Si suponemos que se produce una recarga
en rango conservador (≤ 75%), o sea de hasta 3.225 l/s, entonces se están
extrayendo hasta 6.618 l/s. Si desde 1990 hasta 2010 el nivel freático desciende
hasta 120 m de profundidad, en 20 años el volumen remanente del reservorio baja
a 950 Mm3 y se produce una pérdida de 5.050 Mm3 (84,2% del volumen inicial), o
de 253 Mm3 por año, lo que equivale a extraer 8.023 l/s. En este caso la recarga
no funciona y es cero. Si aceptamos que la recarga es efectiva en un 100%, es
decir, ingresan al reservorio los 4.300 l/s que calculamos anteriormente como
disponibilidad para recarga, entonces se están extrayendo 12.323 l/s, porque, a
pesar de la recarga, el nivel del pozo baja hasta 120 m de profundidad. Si
suponemos que se produce una recarga en rango conservador (≤ 75%), o sea de
hasta 3.225 l/s, entonces se están extrayendo hasta 11.248 l/s.
Se debe hacer notar que como el reservorio está inclinado, en la parte inferior o de
la desembocadura – altura cercana al nivel del mar - el nivel del agua alcanzará
mayor altura, estando muy cerca de la superficie y en partes aflorará formando
vegas, por efecto de la presión hidráulica del agua que entra en la parte alta o de
las cabeceras – situadas a una altura sobre 3.000 m.s.n.m. – y que la fuerza de
gravedad empuja hacia abajo, y por efecto del principio de los vasos comunicantes
tiende a alcanzar la altura inicial. Por eso en el acuífero real se tiene la sensación
de que el segmento del curso inferior cercano a la desembocadura está saturado
de agua, y pudiera eventualmente, erróneamente, considerarse una reserva
potencial alternativa, para suplir deficiencias de los pozos situados a cotas más
altas. No debe olvidarse que la calidad del agua se empobrece aún más hacia la
costa. Es probable además que cualquier bombeo que deprima el nivel del
acuífero en este sector pudiera provocar una ingresión de agua marina.
De lo expuesto, se cae de maduro que si la hoya del río Copiapó, cuyas cabeceras
drenan una extensa superficie de la cordillera y con el nivel de precipitaciones que
se han producido para el lapso largo de 130 años, no es capaz de sostener un
curso de aguas superficiales perennes ni abastecimiento hídrico subterráneo;
entonces cualquiera de las otras cuencas, cuyas cabeceras no distan mucho al
este del eje de la carretera panamericana – son francamente pacíficas o costeras -
cuyo régimen pluviométrico se asimila al de la estación meteorológica Copiapó, en
que la mayor parte de la cuenca está constituida por rocas fundamentales
impermeables y menos del 20% corresponde a relleno aluvional de deficientes
características hidrogeológicas, y donde no se han desarrollado cursos de aguas
perennes; se deban descartar como fuentes productoras de aguas subterráneas
por carecer de respaldo hidrogeológico que avale una producción de caudal
significativo y continuo. En este tipo de cuencas solo puede esperarse
rendimientos del rango menor a 10 l/s y fácilmente agotables.
Si se tratara del estanque de combustible de su vehículo y tuviera que llevar a su
familia a viajar, en la primera versión (NF40,) le quedaría aproximadamente dos
tercios del estanque y le alcanzaría para ir a la playa y volver; y en la segunda
  18

versión (NF120,) le quedaría prácticamente la reserva de emergencia y lo único que


le queda por hacer es volar hacia el servicentro; pero como el estanque que
analizamos no es el de su vehículo, simplemente no hay servicentro que lo
pueda abastecer, aunque tenga el maletero lleno de oro para pagar. Entonces si
quiere combustible tendrá que construir su propia refinería o importarlo.
Pero entonces, en cualquiera de las modalidades analizadas, siempre se saca
agua en exceso sobre la recarga, ¿y esto es legal?, ¿se puede extraer cantidades
tan desmedidas como 6.618 l/s o 12.323 l/s?. Efectivamente, es completamente
legal, y no solo eso, también se puede vender l/s si los tiene. Todo esto sucede
porque el Sr. Estado, quien es dueño y es quien administra la distribución de los
recursos de agua (art. Nº 5 del Código de Aguas: Las aguas son bienes
nacionales de uso público y se otorga a particulares el uso de ellas…Categoría
establecida en 1981 por la HJMG y ratificada posteriormente en 1997 por el
HCNRC) mediante concesiones administrativas, resueltas por la Dirección General
de Aguas (DGA) del Ministerio de OO.PP. - y no se puede hacer uso del agua si el
estado no lo ha autorizado - ha otorgado hasta la fecha 21.000 l/s de derechos
de uso. Esta cantidad equivale a 662 Mm3 por año. Si se ejecutara la totalidad
del uso autorizado, y tampoco habría impedimento legal para hacerlo, la
capacidad almacenada de nuestro reservorio teórico con el nivel freático en la
superficie se agotaría en 9 años. No se tome la molestia de calcular los otros
escenarios (NF40 - NF120).
Ahora bien, la extracción más alta declarada públicamente alcanza a 6.200 l/s. Si
aplicamos esta tasa a nuestro acuífero teórico sabemos que el nivel freático
debería estar entre NF40 y la superficie; pero no ocurre así, porque las voces
indican que el acuífero descendió 40 m y la extracción según nuestro balance para
ese nivel debiera estar en rango mayor a 7.000 l/s. Entonces, como en el chiste
del bote de Don Otto, deberemos concluir que nuestro acuífero teórico tiene un
agujerito. Y efectivamente, nuestro reservorio teórico tiene no solo un agujerito,
sino que varios y de algunos cientos de metros. El relleno sedimentario tiene un
espesor del orden de 180 m y el piso de roca fundamental del valle comienza a
esa profundidad. Ocurre que a lo largo del valle en su proximidad inmediata y en
algunos casos directamente debajo del relleno, se han excavado labores mineras
de gran dimensión, algunas a gran profundidad. A medida que la excavación
progresa le resta confinamiento a las rocas del vecindario lo cual implica pérdida
de presión y la mayor parte de esas rocas profundas, comprometidas en la
excavación, quedan parcialmente sometidas a la presión atmosférica solamente,
generándose un fuerte gradiente de presión. Como las rocas fundamentales tienen
fallas y fracturas polidireccionales que las conectan con el reservorio, éste
“percibe” el diferencial de presión y el agua tiende a fluir por las grietas hacia las
zonas de menor presión en profundidad, lateralmente o ambas. Se inicia un
proceso de filtración de agua del reservorio hacia las excavaciones que obligará a
bombear permanentemente para extraer el agua y evitar que se inunden. Si por
ejemplo paralizaran las faenas de estas excavaciones por huelga, éstas se
inundarían rápidamente. Es fácil demostrar el origen y procedencia del agua.
Hemos descubierto un mecanismo de pérdida artificial de agua del reservorio, de
  19

cuantía no determinada, que solamente comienza a operar post-1990, cuando


los proyectos empiezan a crecer y alcanzan su máximo desarrollo. Obviamente
los organismos encargados de cautelar el interés del pueblo, todos los cuales son
dirigidos por funcionarios selectos del tipo AAP (Alta Administración Pública), y que
tienen derecho a apernarse en los puestos; jamás, ni en su peor pesadilla, se
imaginaron la historia del agujerito. Sensu contra, no cabe duda alguna,
hubieren dispuesto, con la debida antelación, medidas tan simples como la
construcción, por ejemplo, de cortinas de grouting que hubieren mantenido a buen
recaudo la “honorabilidad” del reservorio.
¿Qué duda cabe? ¡si alguna! de que los titulares de las excavaciones, todos
“amigotes del medio ambiente” y adscritos a cuanta norma ISO existe, y
consecuentes sobre todo con la parte ética de las mismas, colectan estas aguas,
las almacenan, las purifican y las devuelven al reservorio, informando en
quintuplicado a la autoridad fiscalizadora. De otra manera, ésta, que actúa
cabalmente informada, con celo, prontitud y sigilo, haría al menos, a guisa de
compensación, descontar tales caudales de aquellos que los titulares bombean de
sus pozos de superficie. Como no somos mal pensados, no creeremos que esta
agua la bombean y la incorporan por algún medio al proceso productivo, así no
sea para riego de caminos; y como somos prudentes y conservadores, a ojo de
buen varón, estimaremos, pidiendo por abajo, que por cada agujerito se filtran a lo
menos 50 l/s.
Con el transcurso del tiempo y el progresivo desarrollo humano se han ido
aumentando las demandas de agua para distintos usos, dando lugar a que los
retornos de las cantidades usadas llegaran a incidir negativamente sobre la
calidad de los recursos disponibles, lo cual llevó a la necesidad de efectuar,
artificialmente, la depuración que la naturaleza llevaba a cabo, y controlar la
contaminación, así como a buscar nuevos recursos y administrar, adecuadamente,
el conjunto disponible en las distintas zonas interconectadas o afectadas por los
usos, que generalmente coinciden con las cuencas vertientes de los ríos o el
conjunto de varias como suele ocurrir cuando son pequeñas, o cuando se trata de
explotaciones conjuntas para corregir desequilibrios o por la existencia de una
interconexión subterránea de suficiente entidad.
En principio los usos del agua pueden agruparse en consuntivos y no consuntivos.
En los primeros existe un consumo de agua con posteriores proporciones de
retorno más o menos alterado o contaminado, como ocurre en los abastecimientos
humanos, agricultura, minería e industria; y en los no consuntivos no se produce
consumo, como en la navegación, la producción de energía eléctrica y los usos
recreativos, pudiendo tener algunas alteraciones o contaminaciones. Los usos
consuntivos cuentan directamente para el consumo y balance hídrico respecto a
los recursos disponibles, junto a ellos se deben considerar los consumos
naturales, como los caudales ecológicos o medioambientales. Los usos no
consuntivos son más bien limitativos del uso de los caudales disponibles, cuando
menos temporalmente y deben tenerse en cuenta en lo que restan del uso de los
recursos disponibles. Debemos, además, distinguir entre consumos y demandas
  20

de agua. Entendemos por consumo la pérdida o reducción física de agua que se


produce por un determinado uso y demanda es el agua que es necesario
suministrar para satisfacer el uso determinado. La diferencia entre la demanda y el
consumo real, se denomina retorno. En las zonas de escasez de recursos como
son las zonas áridas, los consumos deben ser las cifras de referencia para la
distribución del recurso, contando con los retornos para llegar a satisfacer las
demandas y aún así, no se consigue a veces llegar a las dotaciones
correspondientes a unos niveles de desarrollo y calidad de vida, estimados como
normales en los tiempos actuales, lo cual podría considerarse como un límite
inferior de la demanda o demanda necesaria de la zona.
Se requiere entonces establecer unas proyecciones de las demandas de cada
sector, cuya sumatoria permitirá calcular la vida útil del reservorio. Para
abastecimiento de agua potable de consumo humano, uso municipal y otros
menores, se estima una tasa estándar de 300 litros/habitante/día, ascendiente a
unos 14 Mm3 anuales, provenientes exclusivamente de recursos subterráneos.
Para el resto de las actividades no se puede estimar el consumo porque no existe
datos confiables de los bombeos, ni menos existe datos certeros de las
extracciones realizadas en las cuencas de drenaje interior de la alta cordillera, y
dudo que alguien los tenga. En todo caso el agua de consumo humano no debiera
representar más de un 20 % de la demanda total. El consumo minero debiera ser
un poco mayor que el de la ciudad. El abastecimiento de aguas industriales para
usos mineros procede íntegramente de aguas subterráneas y la demanda
permanente consiste en “agua fresca” de reposición, pues teóricamente las
compañías mineras grandes reciclan un alto porcentaje de agua. La demanda
debe variar entre un 20 a 30 % del total. El resto es íntegramente utilizado por los
agricultores.
En 1996, durante una reunión de trabajo, se advirtió, a la máxima autoridad
regional de entonces y seremis sectoriales correspondientes, usando los datos
supra-expuestos, acerca de la necesidad de establecer un sistema de control
riguroso sobre las reservas de agua del valle, pues se consideraba muy
preocupante el descenso del nivel freático a 40 m de profundidad – con la
consiguiente proyección de la demanda que esa merma representaba y eventual
tendencia al agotamiento, si se tenía a la vista el registro de precipitaciones (100
años en ese entonces) y los 15.600 l/s de derechos de agua autorizados a la
fecha. Asimismo, se recomendó especialmente a OO.PP-DGA, dar urgente
prioridad a implementar con criterio moderno una base de datos sobre los
recursos de agua, establecer una red regional de estaciones meteorológicas
enlazadas que permitiera colectar datos fidedignos, formular un proceso
sistemático y regular de captura y procesamiento de datos de caudales y
calidades de aguas superficiales y subterráneas y formar una base de datos
consistentes y disponibles al público, para por una parte realizar estimaciones
sobre el potencial de recarga y ocurrencia de sequías y entender su influencia en
la disponibilidad de recursos, poder soportar adecuadamente proyecciones de
demandas para futuros proyectos, detectar oportunamente contaminaciones y por
otra, tanto o más importante, detectar eventuales cambios en el patrón del clima,
  21

tendientes a evidenciar una ruptura de la estacionalidad. Le sugiero que busque


este tipo de información o la citada base de datos. Las personas inteligentes usan
información y tecnología para elevar la capacidad natural de sostenimiento de
su medio ambiente, suplementando los ecosistemas locales por medio de la
importación de agua, energía y otros recursos. Esto permite que más personas
ocupen la tierra con un mayor nivel de vida al que podría lograrse contando tan
sólo con el ambiente natural local, o permitir que éste se recupere. La información
básica y los datos concluyentes derivados de ella, pagan buenos dividendos aún si
los resultados son desalentadores.
En el manejo del agua durante largo tiempo se ha operado bajo el supuesto de la
estacionalidad, el principio de que los sistemas naturales funcionan con relativa
variabilidad dentro de un rango inalterable o fijo, definido por los registros
históricos. Bajo esta suposición, fueron diseñados los sistemas de diques y
represas para control de ríos, fueron otorgados los derechos de aguas, fueron
construidas las represas, explotados los acuíferos y diseñado el crecimiento de las
ciudades. Pero, el rango ya no es más estacionario, el cambio climático ha
introducido nuevos extremos, está quebrando los registros y moviendo los límites,
de inundaciones a sequías o viceversa. La elevación de la temperatura y los
nuevos registros de precipitaciones impactarán los abastecimientos de agua en el
futuro, pero el ritmo y cantidad de esos impactos permanecerán inciertos, y una
forma de mitigar es contar con miles de datos reales que permitan formular
modelos matemáticos, todo lo cual desafía los sistemas de administración
existentes y obliga a buscar nuevos paradigmas.
Varios meses después, a objeto de reforzar una mayor preocupación sobre el
problema del agua, sostuve una entrevista - monólogo de tres horas con el
senador socialista de la región, en ejercicio entonces. El resultado de la entrevista
se sintetiza en su única frase y de despedida: ¿Y de eso quería hablarme? ¡Le
recomiendo que dicte un seminario!. Caminaba de regreso cavilando sobre la
efectividad de mi gestión con el personero, y súbitamente un vecino que mudaba
un piano lo atravesó en la vereda y me obstruyó el paso. Por esas circunstancias
de la vida por el lado del teclado, le impidió el paso a un personaje curioso que
circula de vez en cuando por la ciudad, tirando una burra y su cría, vendiendo
vasos de leche que ordeña a la demanda. El corolario lo obtiene el lector; pero mis
cavilaciones fueron instantáneamente resueltas.
El otro gran problema desde el punto de vista de la disponibilidad de recursos del
valle de Copiapó lo representan los trasvases de agua intercuenca y extracuenca.
Los primeros son destinados a abastecimientos de las poblaciones y los segundos
a usos mineros. Los trasvases de agua son soluciones limitadas y agotables. Por
tanto, son deficientes y temporales e incluso finalmente inservibles como sucede
en tiempos de sequía. Ninguno de ambos reditúan algún beneficio para la cuenca
donante y por el contrario la cuenca receptora adquiere “malos hábitos” pues no
resuelve su abastecimiento de forma independiente, y a medida que crece plantea
mayores demandas o simplemente inhibe su desarrollo.
Los trasvases en general no solo no remedian el problema, sino que inducen
  22

desequilibrios territoriales con muy fuertes impactos medioambientales, sobre todo


aquellos que se pretenden realizar en los cursos inferiores o desembocaduras de
algunos ríos, provocando cambios en el territorio de origen, en su flora y su fauna,
así como en sus zonas de influencia, tanto terrestre como fluvial y marina. Este
tipo de soluciones vislumbran ser catastróficas a medio plazo para nuestros
climas, medioambiente e intereses nacionales de todo tipo. No es admisible que el
agua que los ríos vierten al mar sea valorada como despilfarro, aunque lo pueda
parecer, pues no se desaprovecha, sino que es necesaria para el equilibrio de la
Naturaleza, dado que el mar, su flora y fauna necesitan aportaciones de agua
dulce, para que se mantenga la conveniente salinidad en las zonas próximas a las
costas – desembocaduras de ríos y estuarios.

La otra dimensión del agua subterránea, tan importante como la cantidad, dice
relación con la calidad. Este es un punto que habitualmente no se toca,
principalmente por carencia de información.
El agua no sólo es buena para calmar la sed o refrescarse cuando hace calor. En
la producción animal desde la más deficiente a la más eficiente el agua es un
alimento y como cualquier otro forraje debe tratarse.
Es el elemento más vital de todos los conocidos hasta el momento, constituye la
mayor parte del peso de los vegetales y animales y en ella se desarrollan infinidad
de procesos indispensables para la vida.
Su abundancia, incluso en zonas áridas o semiáridas hace que pocas veces le
prestemos la atención necesaria tanto desde el punto de vista de su uso como de
su conservación.

El agua no puede soportar su propio peso por lo que debe ser contenida en un
envase y por ser excelente solvente toma algunas de las características del
mismo. De aquí puede deducirse que la calidad del receptáculo define la calidad
del agua. En el caso de aguas subterráneas su composición variará de acuerdo a
las características del suelo y subsuelo - como sucede en Copiapó, donde el agua
subterránea atraviesa extensas formaciones de rocas calcáreas, enriqueciéndose
en carbonatos - la que a su vez puede modificarse cuando se la almacena en
tanques o represas, agregando o quitando elementos.

La forma de expresar los valores encontrados en el agua puede ser como partes
por millón (ppm), en gramos por litros de agua (g/l), en miligramos por litro de agua
(mg/l) y miliequivalentes.
Tenemos la tendencia de buscar tablas que nos indiquen la clasificación de
acuerdo a la composición salina de la misma, pero como en los alimentos, no
puede generalizarse, porque lo que puede ser bueno para ciertas condiciones
puede no serlo para otras. La calidad del agua está definida por elementos
propios, sin embargo al interactuar con los animales, plantas y otros alimentos los
efectos pueden modificarse.

Los criterios de ponderación de la calidad del agua dependen de los usos posibles
del recurso. Las concentraciones máximas recomendadas expresadas en ppm
(partes por millón) para diversos usos están ampliamente detalladas en una
  23

diversidad de normas, y para el país son elaboradas por el INN y reciben las
nomenclaturas Nch 1333-77, Nch/1 y Nch/2, aplicables para agua potable, riego,
consumo animal, ecosistemas acuáticos y entretenimiento.
La forma básica de ponderar la calidad del agua consiste en medir la
concentración de sólidos disueltos totales (SDT), según los rangos distribuidos en
los términos siguientes:
Tipos de Agua Concentración total de sólidos disueltos (ppm)
agua ultrapura 0,03
agua pura (calderas) 0,3
agua desionizada 3
agua dulce < 1.000
agua salobre 1.000 – 10.000
agua salada 10.000 – 30.000
agua marina 30.000 – 50.000
salmuera > 50.000

La evaluación sobre la potabilidad de las aguas se basa fundamentalmente en dos


criterios: a) presencia de olores, sabores y colores desagradables; y b) en la
presencia de sustancias químicas u orgánicas con efectos fisiológicos nocivos.
Las normas en general consideran límites máximos aceptables en base a los
efectos fisiológicos nocivos que pueden producir determinados elementos en los
organismos, pero estos criterios son generales y se ajustan a las circunstancias
regionales, a la naturaleza de los individuos y las condiciones ambientales
locales. En el valle de Copiapó la calidad de las aguas desmejora de cordillera a
mar, y suelen ser comunes las aguas con rangos muy elevados – y francamente
anómalos – en los contenidos de sólidos disueltos, cloruros, sulfatos y magnesio,
siendo muy común que en términos prácticos los abastecimientos potables
sobrepasen esos rangos. Se recurre entonces al concepto de límites máximos
tolerables. Desde este punto de vista la calidad de las aguas se pondera de
acuerdo a los parámetros siguientes:

Componente Máximo aceptable Máximo Tolerable

Total sólidos disueltos 500 ppm 1.500 ppm


cloruros (Cl) 200 ppm 350 ppm
sulfatos (SO4) 250 ppm 400 ppm
magnesio (Mg) 30 ppm 125 ppm*

* siempre que sulfato sea < 200 ppm

Desde el punto de vista potable, en general, las aguas subterráneas de Copiapó


resultan ser del tipo aguas salobres, muy duras, con tendencia incrustante de
  24

mediana intensidad, con los sólidos disueltos y los sulfatos excedidos de los
máximos prescritos.
Si se tratara de crianza de animales el agua bajo 1.000 ppm de SDT se
consideraría “poco engordadora”; por el contrario aquella de más de 2.000 ppm
sería “engordadora” (considérese que un animal de 400 Kg ingiere unos 40 litros
de agua por día, el 10% de su peso).

La dureza total (DT) del agua es aportada en un 98% por los contenidos de
CaCO3 y en menor grado por el MgCO3. La concentración equilibrada de la DT
(CA + Mg) en las aguas de consumo humano, protegen las instalaciones de los
acueductos (tuberías, tanques de almacenamiento, captaciones, etc) contra la
corrosión; su exceso favorece las incrustaciones, sobre todo en las cañerías y
artefactos, los cuales finalmente terminan desintegrados.
Los límites de acuerdo con los usos domésticos se establecen con carácter
preventivo sobre ciertos efectos indeseables tales como la formación de depósitos
(sarro), manchas y producción de olores desagradables, así como también para
evitar consumos excesivos de detergentes debido a los elevados índices de
dureza.
Referente al uso de las aguas en riego agrícola, los criterios empleados dependen
del tipo de plantas, de las dosis de riego, de la calidad del suelo y del clima local.
Si un cultivo recibe la mayor parte del agua a partir del riego, su tolerancia frente a
las aguas de baja calidad se puede aumentar mediante la administración de
fuertes dosis de riego, debido a que el exceso de agua administrada sirve para
lavar las sales depositadas en el suelo, evitando de esta manera la formación de
suelos salinos. En general los suelos arcillosos son los que presentan mayores
problemas frente a la calidad del agua de riego debido a que su drenaje es
siempre deficiente, con lo que el efecto de lavado se atenúa. Las plantas situadas
en condiciones climáticas adversas, como ocurre en las zonas desérticas, suelen
ser en general, muy sensibles a los daños provocados por la irrigación con aguas
de baja calidad. Del mismo modo las plantas situadas en climas calientes y secos
absorben mayores cantidades de agua, y por lo tanto, concentran en el suelo parte
de los sólidos disueltos no asimilados, con mayor rapidez que plantas similares
situadas en climas húmedos y fríos. La evaluación de la calidad de agua de riego
implica considerar los contenidos de boro, los índices de salinidad y los contenidos
de sodio. El boro es un elemento fundamental para el crecimiento de las plantas,
pero puede ser nocivo en cantidades significativas, dependiendo de la tolerancia.
Los dos efectos nocivos más importantes producidos por el sodio son la reducción
de la permeabilidad del suelo y el aumento de la dureza, efectos causados por el
intercambio iónico del calcio y magnesio con el sodio, a nivel de coloides y suelos
arcillosos.
Las aguas resultan en general deficientes y como todos sus parámetros
están cercanos o en los límites superiores, debe considerarse además su
impacto en el tiempo sobre las personas, animales, organismos, plantas,
equipos, materiales y suelos.
  25

El efecto físico de la calidad de las aguas se aprecia en toda su magnitud en las


cañerías, sobre todo en las de diámetro reducido, llaves, grifería y artefactos como
lavadoras, calentadores de agua, radiadores, calefones, etc.; todos los cuales
tienen una vida útil muy corta, representando un costo adicional en la vida de la
gente, porque regularmente debe simplemente renovar estos equipos. Los
serpentines de los calefones deben limpiarse cada cuatro meses con ácido
muriático porque el agua precipita sales en su interior que obstruye la circulación
de la misma, operación que termina debilitando el serpentín, pues el ácido ataca al
metal. Los vástagos de las llaves de paso de bronce sufren un proceso de
incrustación que termina desintegrándolos; si las llaves son de bola, el agua dura
incrusta y raya la esfera y ésta no vuelve a cerrar. El calefón produce una arena
calcárea que obstruye las regaderas de las duchas y los difusores de las llaves,
los cuales deben eliminarse porque al final no sale agua. Las lavadoras, de
cualquier categoría, no sobreviven más de dos años, pues la mayor parte de sus
piezas críticas son de plástico y el agua las raya, destruye las bombas y sistemas
de bujes y su reparación y reemplazo equivale a comprar una máquina nueva.
La historia siguiente refleja a cabalidad el impacto de la calidad del agua en la vida
cotidiana de las personas. Don Antenor es un carpintero que hizo algunos trabajos
en mi casa. Su mujer es doña Juanita y es lavandera. Sí, homónima y equivalente
de la misma tan manoseada viejuca aquella. Observando que en mi casa la
lavadora funcionaba a diario, mientras la dueña de casa hacía otras cosas, díjose
Antenor, voy a hacer lo mismo: voy a facilitarle la pega a la viejuca. Juntó dinero y
le compró una de esas que llaman algo así como “ la enana maravillosa”, de alta
tecnología oriental. A los treinta días la enana aquella botó el agua por cuanta
rendija tenía. Acudió el técnico y el diagnóstico fue lapidario: el agua rayó las
piezas plásticas y están inutilizadas, la reparación cuesta tanto como comprar una
máquina nueva - para en treinta días volver a lo mismo - y la garantía no
responde, porque el problema es el agua, no la máquina. Simplemente la máquina
no está hecha para este tipo de agua. Corolario, la viejuca de vuelta a romperse el
espinazo en la artesa. Pero Antenor no solo le compró la máquina, sino que le
instaló un monomando en el lavamanos del baño, a objeto de darle mayor
categoría y confort a ese lugar. A los seis meses lo encontré en la multitienda con
el monomando en la mano, buscando la gomita para repararlo porque goteaba. Le
expliqué que el susodicho artefacto era una pieza de diseño de la alta ingeniería
italiana y que no usaba “gomita”, sino que en su interior tenía un bloque tallado de
cerámica de elevada dureza, el que según la posición movía el agua o la
mezclaba, y que no tenía reparación, solo se podía cambiar, siempre y cuando la
tienda tuviera ese repuesto. El repuesto no estaba y consultado en el sistema de
la tienda su valor era prácticamente equivalente a un monomando nuevo.
Corolario, al igual que la enana maravillosa de la alta tecnología oriental, la alta
ingeniería italiana no está diseñada para el agua de Copiapó, que es capaz de
comerse hasta las piezas de dura cerámica. Dentro de su paciencia y sabiduría el
hombre solo atinó a reflexionar: “¿esto será lo que llaman la equidad?, ¿que los
pobres hagamos un tremendo esfuerzo por progresar, pero que la cosa más
básica y elemental y que no depende de nosotros nos devuelva al estado inicial?”,
o sea, ¿la calidad del agua me impide mejorar mi calidad de vida?. Y ¿quién es el
  26

responsable de esto?. Y si ni siquiera tengo derecho a algo tan vital, básico y


simple como agua de calidad normal, entonces ¿dónde empieza la equidad?.
Uno de los efectos menos conocidos y probablemente de extraordinaria
importancia por sus efectos en la salud humana es aquella característica del agua
de esta dureza (1.000 ppm STD) de formar películas al interior de cañerías, tubos
y equipos. Pero esto es solo la base porque a ellas se asocian las biopelículas.
Típicamente, las biopelículas se forman a través de una mezcla compleja de
microbios, materia orgánica e inorgánica, y son consideradas un componente
natural de los sistemas de distribución de agua. Aunque su presencia es de
esperar, las biopelículas no son siempre recibidas con agrado. Las bacterias que
forman biopelículas pueden persistir en medios con un muy bajo contenido de
nutrientes, tales como el agua destilada o ultrapura.
La industria del agua ha estado plagada durante mucho tiempo por los efectos de
la formación de biopelículas en los suministros de agua, tuberías/cañerías,
conexiones y filtros. Dichas biomasas causan mal sabor y mal olor en el agua y
posiblemente efectos adversos a la salud, y además disminuyen la vida del equipo
de tratamiento. Las biopelículas se forman alrededor de nosotros; considérese por
ejemplo la capa de sarro que cepillamos de nuestros dientes ¡todas la mañanas!
En nuestras bocas y en los sistemas de almacenamiento y distribución de agua,
estas capas bacterianas se forman rápidamente y persisten en casi todos los
medios húmedos. Alguna institución ¿se ha preocupado de investigar la conexión
entre la calidad del agua y el efecto de estas biopelículas?. Es de esperar que los
que han dirigido la salud regional con un elevadísimo sentido de solidaridad
con el pueblo hayan, al menos, actuando en subsidio, formulado y patrocinado
estudios e investigaciones sobre la relación de estas aguas altamente
incrustantes, las biopelículas y los problemas de encías y pérdidas de dentadura.
Debería existir un acopio significativo de estadísticas al respecto que permita
ayudar a tomar decisiones y de acceso al público, en formato digital. ¿O dirigir
servicios públicos consiste solamente en estampar garrapatos en los oficios?
Grandes depósitos de biopelículas pueden impartirle malos sabores y olores al
agua potable, aumentar la demanda de cloro del agua (disminuyendo el residuo de
cloro durante la distribución) y causar una mayor corrosión de las tuberías,
introduciendo al agua un color no deseado. Además, pueden tener un impacto en
el flujo hidráulico de los suministros de agua. Es necesario llevar a cabo
investigaciones ya que existen evidencias de la presencia de bacterias
potencialmente dañinas asociadas con las biopelículas en los sistemas de
distribución de agua, y hay disponibles nuevos datos de monitoreo con respecto a
la incidencia por ejemplo de Legionella y otros microorganismos y los brotes de
enfermedades relacionados con el agua potable.
Aunque los problemas relacionados con la corrosión, sabor y olor son
estéticamente inaceptables, la verdadera pregunta continúa siendo: ¿Causan las
bacterias de biopelículas enfermedades en los seres humanos? ¿Existen
estadísticas biomédicas al respecto? Y si las cañerías sufren estos efectos, ¿qué
ocurre con las cañerías del cuerpo humano?. Desde ya se visualiza que el mayor
  27

riesgo lo corren los individuos con sistema inmunocomprometido. La respuesta a


estas inquietudes, sobre todo en las vías urinarias y riñones, con toda certeza
están completamente documentadas en los profundos estudios que deberían
haber realizado algunos honorables especialistas en estos sistemas, denominados
hippies de la tribu “zapatos blancos” y cuyas conclusiones aprovechan de vociferar
públicamente, cuando marchan por las calles de Copiapó, escoltando a las tribus
de hippies “a que me opongo hoy día”, de manera que el pueblo se entere que la
principal contaminación que recibe viene en el agua, y que sus riñones, que no
tienen repuesto ni precio, eventualmente corren serio riesgo, pues los escasos
estudios disponibles señalan una correlación directa entre altos contenidos de Ca-
Mg (dureza del agua) y cálculos renales. Similar situación se daría en las vías
urinarias inferiores, vesícula y vías biliares.
En la misma reunión de 1996, con las autoridades regionales socialistas, referida
previamente, se les advirtió la imperiosa necesidad de controlar la calidad de las
aguas, específicamente, la eventual presencia de contenidos indeseables de
manganeso en los suministros de agua que recibía determinada población dentro
de la cual se incluía más de 10.000 niños, y que excederían ampliamente las
normas, problema estimado inherente a la fuente. Si no se cambió la fuente …
El texto siguiente es difundido públicamente por la EPA (Agencia de Protección
Ambiental de USA) y evita comentarios, formar comisiones investigadoras, mesas
kilométricas de encuentro y confraternidad para socializar y diluir
responsabilidades, etc:
“El manganeso es un elemento poco abundante. Es necesario ingerir una pequeña
cantidad de manganeso en los alimentos o el agua para mantener buena salud. La
exposición a niveles excesivos de manganeso puede ocurrir al respirar aire,
especialmente donde se usa manganeso en manufactura, y al tomar agua y comer
alimentos. En altos niveles, puede causar daño al cerebro y al feto.

Los niños deben ingerir una pequeña cantidad diaria de manganeso para mantener el
crecimiento y buena salud. El manganeso está presente constantemente en la madre y
está disponible para el feto durante el embarazo. También se transfiere manganeso al
niño en la leche materna a niveles apropiados para un buen desarrollo. Los niños y
adultos que pierden la capacidad para remover el exceso de manganeso del cuerpo
desarrollan problemas al sistema nervioso. Ya que los niños a ciertas edades ingieren
más manganeso que los adultos, hay preocupación de que los niños pueden ser más
susceptibles a los efectos tóxicos del exceso de manganeso. Estudios en animales
indican que la exposición a altos niveles de manganeso puede causar defectos de
nacimiento. No hay ninguna información acerca de si madres expuestas a niveles de
manganeso excesivos pueden transferir el exceso al feto durante el embarazo o a niños
que lactan la leche materna.

Los estudios en niños sugieren que la exposición a niveles extremadamente altos de


manganeso puede producir alteraciones en el desarrollo del cerebro, incluso alteraciones
del comportamiento y en la capacidad de aprendizaje y la memoria. En algunos casos se
sospecha que estos niveles de exposición causaron síntomas graves de manganismo
(incluso dificultad para hablar y caminar). No se sabe con certeza si estos efectos fueron
causados exclusivamente por el manganeso. Tampoco se sabe si estas alteraciones son
  28

transitorias o permanentes. No se sabe si los niños son más susceptibles que los adultos
a los efectos del manganeso, pero hay algunas indicaciones de experimentos en animales
de laboratorio que sugieren que sí lo son”.

Es conocido el papel que juegan estos elementos básicos de la dureza del agua
(Ca-Mg) en la salud humana, especialmente en el funcionamiento normal del
sistema cardiovascular y en la formación ósea cuando están presentes en
cantidades moderadas; y se estima que el agua de dureza considerada normal
(<500 ppm STD) ejerce un efecto tampón sobre los metales traza y disminuye su
toxicidad por lo que reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, existen muy pocos estudios a nivel mundial y parece que ninguno a
nivel local que relacionen el aporte de estos, por medio del agua de consumo
humano, a la dieta humana y sus efectos sobre el proceso salud-enfermedad,
sobre todo cuando las calidades del agua alcanzan los límites del agua de
Copiapó y son de consumo continuo y permanente en larga data. Sería muy
interesante disponer de series históricas de datos que correlacionen dureza del
agua, catión a catión, con isquemias de corazón, osteoporosis, cálculos renales y
biliares, infarto agudo al miocardio, cáncer al estómago, etc., puesto que la dureza
del agua va en aumento a medida que disminuye la disponibilidad. Deberemos
entender que la administración de la salud de los últimos 20 años, actuando en el
marco del principio de la solidaridad, aprovechó esta condición extrema, tal vez
única, de la calidad del agua de Copiapó y logró crear una potente y
documentada base histórica de datos y experiencias, con correlaciones
estadísticas sobre la calidad del agua y su impacto en la salud humana, con el
objeto de mitigar o potenciar efectos según el caso.
Es indiscutible que una solución al problema de la escasez de agua es la lluvia
natural suficiente, pero cuando falta, de momento, no se sabe gobernar y provocar
este fenómeno, eficientemente, a pesar de los intentos y avances existentes. La
inseminación de nubes, técnica que se ensaya repetidamente presenta los riesgos
de beneficios magros e inciertos de toda manipulación climática y sus resultados
no convencen, por tincudo que sea el piloto. Se debe buscar soluciones paliativas
que ayuden a resolver al máximo posible toda la problemática planteada, que es
muy extensa y variada, sabiendo que el problema es complejo y de difícil
simplificación. Las respuestas deben ser aportaciones positivas, viables y
económicas — que existen de verdad— a pesar de algunas posturas resignadas o
inactivas, que sólo confían en las nubes, las mesas de conversación o en repartir
lo poco que tenemos.
Si le ponemos remedio con prontitud y eficacia se podrá solucionar el problema de
la perniciosa falta de agua, paliar los graves efectos de la sequía, así como la
progresiva desertización, con la máxima protección posible del medioambiente.
Todo ello tiene que estar siempre contemplado desde un orden superior, en el
tiempo y en el espacio, superando visiones raquíticas, deficientes, egoístas o
simplemente inmediatistas, que no estén suficientemente justificadas de manera
  29

rigurosa. El problema del agua no debe ser nunca “trivializado” al tener una
magnitud y trascendencia que rebasa tal visión.
Solamente se puede llegar a valorar esa “agua ausente” cuando se han vivido
insoportables experiencias, con gravísimas repercusiones sanitarias añadidas,
inaceptables en una región que pretende ser de primer rango y presume de
modernidad y progresismo.
La ausencia de agua tiene demasiados costos, aparte de los obvios: imagen
devaluada de una región para según qué empresas, proyectos y desarrollos;
inseguridad de funcionamiento presente y futuro; desindustrialización inmediata o
próxima; efectos muy desfavorables sobre el turismo, ocio y medioambiente;
desvalorización comercial de bienes; reducción del nivel sanitario y de salubridad;
desertización acelerada, etc.
Es evidente e indiscutible que se es deficitarios en estructuras básicas y que ha
faltado previsión política y administrativa, seguida de buena gestión; las actuales
necesidades a cubrir deberían haber sido previstas, pues es un problema que
estaba denunciado hace muchos años, en función del aumento de las demandas
estables, incluidas expansiones mineras, y las estacionales derivadas del ocio y
del turismo. Desafortunadamente, esto es consecuencia de una imperdonable e
injustificada negligencia, mera dejación o excesiva “politización”, confiando
simplemente en las nubes. Ya entonces se sabía que las actuales
infraestructuras hídricas eran insuficientes en el momento que hubiera alguna
circunstancia adversa, como así ha sucedido, desafortunadamente por defecto.
Todo ello resulta muy penoso, cuando resulta inevitable por no saber actuar y
priorizar los objetivos. Antes que construir una carretera de doble vía, era prioridad
superlativa e imprescindible tener resuelto el problema del abastecimiento de agua
dulce, potable y saludable para toda la población con visión de muy largo plazo.
¿Por qué estamos cómo estamos? Precisamente, por no haberlo hecho así hasta
ahora, por haber sido administrados por autoridades y funcionarios
indocumentados y negligentes, a los que nunca les “cantó” el concepto de "uso
eficiente del agua".
Existen soluciones abordables de manera inmediata para los tiempos de penuria y
de exceso, sin olvidar que las demandas de agua “per cápita” van en aumento en
proporción a la elevación del nivel cultural social y a su grado de bienestar social,
aunque en disminución por la racionalidad de su uso, de forma simultánea y
compatible.
El concepto de "uso eficiente del agua" incluye cualquier medida que reduzca la
cantidad de agua que se utiliza por unidad de cualquier actividad, y que favorezca
el mantenimiento o mejoramiento de la calidad de agua.

El uso eficiente del agua está muy relacionado con el de la conservación del
agua. O sea que el uso eficiente del agua es cualquier reducción o prevención de
pérdida del agua que sea de beneficio para la sociedad. Visto de esta manera, el
  30

uso eficiente del recurso es de suma importancia para la conservación. Al mismo


tiempo, la definición de la conservación sugiere que las medidas de eficiencia
deben tener sentido social y económico, además de reducir el uso del vital líquido
por unidad de actividad.
Por último, el uso eficiente del agua es básico para el desarrollo sostenible (o sea,
el uso de los recursos de la tierra por los habitantes de hoy) y para asegurar que
haya suficientes recursos para generaciones futuras. El uso eficiente de los
recursos es una forma de alcanzar las metas del desarrollo sostenible. Y lo que ha
ocurrido en Copiapó es precisamente lo contrario.
 
La importancia del uso eficiente del agua obviamente varía de región en región, y
de época en época. Geográficamente, por ejemplo, la disponibilidad del agua
condiciona la manera en que evolucionan los patrones de uso. En igualdad de
condiciones, las regiones áridas y semiáridas requieren una mayor cantidad de
agua que las regiones húmedas. Además, en algunos casos en que el desarrollo
del agua apoya nuevos asentamientos en áreas áridas, pueden resultar
tecnologías y procesos industriales, que utilizan el agua de una manera más
eficiente. Un ejemplo podría ser el desarrollo de tecnologías de recirculación o
cambios de procesamiento.

El estudio del uso eficiente del agua requiere de un acercamiento


multidimensional. Además de los elementos físicos, los factores económicos y
sociales son también importantes. Por mucho tiempo, el manejo del agua se ha
basado en la manipulación del suministro desde su punto de origen natural al lugar
en que se necesita. En esta forma de desarrollo (a veces conocido como el
manejo de suministros) el agua se ha visto como un requisito, y no como un
elemento cuya demanda se puede modificar. De esta manera, el uso eficiente del
agua ha sido de menor importancia que la satisfacción de todas las posibles
demandas para dicho recurso.

Cuando algún influjo tiene un precio muy bajo, o precio cero, el usuario lo usará
tanto como se necesite. Este es uno de los problemas fundamentales en el
manejo de los recursos del medio ambiente.

A través de la historia, en la mayor parte de los casos, el agua ha pertenecido a lo


que se llama "recursos de propiedad común", accesibles a todos por igual. Es
propiedad común y los precios son muy bajos o nulos. Este último hecho es el de
interés mayor en el caso que nos ocupa, ya que es importante para determinar los
patrones del uso del agua y, como resultado, la eficiencia en su uso. Como se
indicó anteriormente, cuando el precio de un recurso como el agua es muy bajo en
relación con otros, se usa sin tomar en cuenta ni la cantidad ni la conservación.

Este factor básico juega un papel importante para explicar la razón por la que el
uso del agua es alto por unidad de producción; el reciclamiento rara vez alcanza
su pleno potencial, y el uso del agua per cápita es más alto en algunos lugares o
países que en otros. En otras palabras, cuando los precios del agua son bajos en
  31

relación con el costo de otros influjos y en relación con el costo de desarrollo de


los suministros, la eficiencia en el uso del recurso baja.

Las consideraciones básicas de precio también son fundamentales para explicar el


por qué de la contaminación. La mayor parte de las actividades socioeconómicas
requieren que los desechos de productos secundarios sean removidos. La
remoción de desperdicios en la mayoría de los casos requiere el uso de recursos
del medio ambiente, como el agua. En términos de los factores "modelo" de
producción, el "influjo productivo" es la capacidad del agua para llevarse los
desechos. Cuando este elemento está disponible sin cargo alguno, es
invariablemente más económico que cualquier otra alternativa para la remoción de
desechos y en algunos casos como mecanismo de transporte de productos
mineros. El sobreuso resultante conduce directamente al problema de la
contaminación y pérdida del agua. El mejor ejemplo de criterio paupérrimo
respecto del uso eficiente del agua lo constituyen los mineroductos o
concentraductos. Aquí ni a las empresas (amigas del medio ambiente y adscritas a
todas las normas ISO), ni a los organismos encargados de autorizar estos
proyectos, les interesa en lo más mínimo el principal elemento que participa en el
funcionamiento del sistema, el agua. Les preocupa en gran medida que la
vegetación efímera que aparece de vez en cuando, la conchita de ostra o la roca
con oquedades (tafoni), que en la imaginación de alguno que se ha asoleado
mucho semeja un animal, no sufran perjuicios en la construcción del ducto y
establecer las “debidas compensaciones”; pero el agua dulce, que proviene del
reservorio subterráneo del valle, cuyo valor es altísimo, puede ser enviada fuera
de la cuenca y despilfarrada botándola al mar, a razón de por lo menos 60 l/s, en
circunstancias que lo correcto hubiere sido exigir la recuperación y recirculación
del agua y adicionalmente un paquete de compensaciones por enviar agua fuera
de la cuenca y perder un porcentaje no despreciable en forma de humedad del
concentrado. Y a esta calaña de funcionarios de inteligencia raquítica, hay otra
manada de funcionarios equivalentes que en vez de fiscalizar las barbaridades
que cometen, pretenden apernarlos en los puestos.

La eficiencia en el uso del agua alcanza dimensiones sociales. Los gustos y las
preferencias sociales son parte integral de la sociedad. Pueden influir de manera
importante sobre la actitud de la gente en cuanto a la necesidad por la eficiencia
en el uso del agua.
A pesar de los problemas de distribución y de calidad del agua, cuando hay
abundancia en el suministro se crean actitudes generales en el sentido de que el
agua es muy cuantiosa y hay poca necesidad de conservarla. Esto dificulta más
los esfuerzos relacionados con la eficiencia en el uso del agua que en áreas con
agua menos abundante.
 
Un ejemplo que tipifica adecuadamente la actitud social está relacionado con una
característica comúnmente denominada "síndrome del césped verde y laguna
azul". Este término se refiere con sencillez a la idea general prevaleciente por lo
menos en el mundo de la gente de más recursos, y que en Copiapó forma las
hordas de los hippies “a que me opongo hoy día”, de que la jardinería ornamental
  32

debe ser verde, con céspedes saludables, árboles y arbustos, y tanto mejor si todo
eso se adorna con un surtidor o fuente de agua, acompañado de una piscina
olímpica. Esa actitud ha conducido en el pasado a demandas excesivas de agua,
particularmente en las áreas más áridas, con la subsecuente sobrecapitalización
de la infraestructura del líquido en cuestión. Basta mirar los jardines de la ciudad
de Copiapó para entender este concepto, en varios se puede encontrar una fuente
de agua rodeada de paños de césped que de saludable no tienen nada, a pesar
de que cualquier persona que se desplace por Copayapu puede observar como
diariamente son inundados en agua durante todo el día, especialmente en las
horas de mayor calor, incluidos los pimientos (que no requieren riego). Qué
diferencia de cultura y criterio respecto del uso eficiente del agua en época de
sequía o escasez, entre las autoridades comunales de la última década de
Copiapó, que pueden transmitir sus órdenes y se pueden comunicar digitalmente
instantáneamente con cualquier funcionario, institución y lugar del mundo, y el
corregidor Ossa y Palacios, que escribía con pluma de ganso y utilizaba los
chasques - el sistema de correo de los incas - para recibir información o enviar sus
órdenes y mensajes.
 
En las áreas más secas, la jardinería xerofítica, la jardinería ornamental que usa el
agua en forma eficiente, está siendo paulatinamente aceptada como una
alternativa al síndrome del césped verde. Esto muestra que las actitudes, gustos
y preferencias arraigadas dan lugar a consideraciones importantes en lo que
se refiere al incremento en la eficiencia del uso del agua.
 
Las decisiones comunales y de los organismos del ambiente también influyen en
la conservación del agua y del reservorio. Hace un tiempo se autorizó el traslado
del botadero de residuos a un lugar situado aguas arriba de las principales
captaciones de agua subterránea de Copiapó; pero “fuera del valle”. En efecto, el
citado botadero se instaló en una quebrada tributaria de la quebrada de Paipote, el
principal tributario del río Copiapó, la cual, si bien su cauce superficial es seco -
temporalmente, y en especial en épocas de crecidas torrenciales, drena
importantes flujos de agua - su cauce subterráneo, hospedado en un relleno
sedimentario de 139 m de espesor, fluye permanentemente, como documentan los
piques y pozos de las estaciones Juan Godoy, Chulo Viejo, cerca de Mina Teresita
y manchas de vegetación verde perenne aguas abajo a lo largo de la quebrada.
Entonces es cuestión de tiempo que los riles percolados del botadero alcancen el
valle y contaminen el reservorio, favorecidos por el diferencial de gradiente y por el
deprimido nivel freático. Lo inteligente es que este tipo de instalaciones deban
realizarse aguas abajo de la ciudad, en pampas o quebradas fuera del valle, sin
conexión con el valle, cuyo potencial de aguas subterráneas es escaso o nulo, por
carecer de respaldo hidrogeológico, tanto porque están compuestos con
predominio por roca fundamental y con reducido relleno sedimentario, como por
carencia de precipitaciones y recarga.

Los sistemas legales de las sociedades son infinitamente complejos y se pueden


señalar ciertas características que claramente afectan las decisiones sobre la
eficiencia en el uso. La mayoría de los países utilizan sistemas de códigos de
  33

construcción, los cuales especifican normas mínimas que se deben cumplir en


construcciones nuevas o de renovación. Sin embargo, la eficiencia en el uso del
agua raramente se ha tomado en cuenta para los fines de estos códigos. Si no se
modifican normas y códigos, es muy difícil lograr un mejoramiento en la eficiencia
en el uso del agua, por ejemplo, incorporando redes para separación,
recuperación, tratamiento y aprovechamiento de las aguas grises, o incorporando
de norma artefactos con dosificadores para descarga de baños y grifos.
 
Finalmente, el uso del agua y su desperdicio están muy influenciados por el
precio. Todo, desde la salubridad hasta la erosión del suelo, puede depender de lo
que la gente pague por el agua (o lo que crea que paga por ella, que no siempre
es lo mismo).
La mejora del manejo local del agua y la integración de todos los métodos locales
en una sola estrategia de cuencas de mayor extensión, va a exigir también
atención más concentrada y vigorosa a los problemas de la valoración del agua.
Aquí los asuntos son en parte conceptuales y en parte políticos. Algunos de los
asuntos conceptuales más difíciles resultan del hecho complejo de que el agua es
tanto un bien económico (con valor en metálico) como una necesidad vital, a cuyo
acceso cada persona tiene derecho reconocido. El agua debe ser valorada en un
precio que refleje su costo real, pero también debe estar disponible y asequible
también en cantidades y calidades suficientes para todo ser humano. Fuera de
esto, mucha agua debe permanecer in situ para otros usos cuyo valor es muy
difícil de precisar (tal como la pesca o el transporte). Habrá incluso otros usos del
agua a los cuales es imposible poner precio: mantener el ecosistema y el puro
placer que representa para el ser humano su sola presencia. El agua es en todas
partes un recurso de múltiples usos, lo que es al mismo tiempo una bendición y un
motivo de complicación.
El agua dulce es un recurso finito y vulnerable, esencial para mantener la vida, el
desarrollo y el ambiente. El manejo efectivo exige un enfoque holístico enlazando
el desarrollo social y económico con la protección de los ecosistemas naturales. El
agua tiene un valor económico en todos sus usos y debe reconocerse como un
bien económico. Según este principio, es vital reconocer primero el derecho básico
de todos los seres humanos a tener acceso a la salubridad y al agua limpia a
precios asequibles.
La distribución de los costos y los beneficios del manejo de aguas escasas impone
decisiones duras. Tomar estas decisiones y ponerlas en práctica requiere
capacidad institucional. La escasez, por definición, genera descompensaciones.
Un litro de agua consumido por una familia, un parronal o una minera es un litro
que se le niega a cualquiera otra, por lo menos en una ocasión. Pero el agua tiene
otras dos características que hacen que esta solución sea más complicada.
Primero, el agua se mueve. Este movimiento hace que haya otras rivalidades que
resolver. Cuando la gente que vive aguas arriba contamina o bombea en exceso
las aguas del acuífero, la gente que vive aguas abajo sufre las consecuencias.
Cuando las comunidades de arriba represan las aguas para mejorar sus cultivos o
para evitar la erosión, a las comunidades de abajo se les despoja del suministro
de agua dulce. Segundo, fuera del agua perdida por evaporación o consumo en
  34

cultivos o productos, el agua usada retorna al ambiente, pero inevitablemente


tiene menos calidad. ¿Quién debería recibir qué, cuándo y a qué precio?
La decisión de estas compensaciones se hace más difícil cuando se trata de lo
que es esencialmente un bien público, quizá la preservación de la calidad del
medio ambiente, o la conservación de un acuífero para las futuras generaciones.
En estos casos, el problema no es tanto reconciliar disputas por intereses
privados, sino asegurar el interés público contra los intereses privados inmediatos
(y potencialmente destructivos). Preservar el acuífero vital contra los bombeadores
o contaminadores es un ejemplo de todos los días, con el que no estamos muy
familiarizados.
La dinámica del mercado puede en ocasiones ayudarnos a resolver las
alternativas de la escasez de agua. En otras palabras, perturbar el desarrollo del
mercado puede ser doloroso. Subsidiar el precio del agua – venderla a precio
inferior al que cuesta conservarla, colectarla y transportarla – estimula el abuso y
premia el desperdicio. Peor aún, los subsidios en el caso del agua son
extremadamente sensibles a las insidias políticas, la ineptitud administrativa y la
corrupción. Lejos de ayudar a los más pobres o a los políticamente débiles, los
subsidios favorecen en forma infame a los más ricos y mejor conectados.
Pero no siempre es suficiente tratar los suministros locales de agua como si no
hubiera absolutamente ningún manejo. En ausencia deliberada de estrategias de
manejo, la escasez de agua se maneja por defecto, por cualquier facción de la
sociedad que tome por la fuerza el control del recurso y su distribución. Esto se
aplica especialmente en el caso de las aguas subterráneas. El manejo por defecto
siempre recae en la minería, industria, los agricultores ricos dueños de sus tierras
o los urbanizadores con financiación o influencias políticas para asegurar el control
de las aguas subterráneas o los acuíferos con perforaciones más profundas y con
bombas más potentes. Por decir lo menos, el manejo por defecto no aprueba el
examen de buen gobierno.
El buen gobierno es abierto, participativo y responsable. Necesita también buena
información, de la clase que le puede suministrar la investigación cuidadosa.
Además de tomar decisiones sobre los recursos sostenibles y llevarlas a cabo, el
buen gobierno necesita capacidad intelectual e institucional. Esto incluye la
habilidad de reunir, entender y evaluar la información relevante, deliberar, ejecutar
las políticas y responder con veracidad a los miembros de la comunidad, sobre la
parte que le corresponde en la administración y conservación de un recurso tan
vital como el agua.
Respecto de la importancia de la capacidad institucional – en realidad, en lo
indispensable – es evidente que ha habido una profunda incapacidad. Y esta
incapacidad alcanzó su máximo en el último lustro presidencial próximo pasado.
En cualquier sociedad, una medida básica de buen gobierno es la calidad del
tratamiento que se da a los ciudadanos y en especial a los miembros más pobres
y vulnerables con respecto al acceso a y a la calidad del agua.
  35

Así sea sólo para darle énfasis, vale la pena repetir que el manejo del agua no
sólo es la respuesta a la escasez. Las estrategias locales trabajan mejor como
complemento de otros dos parámetros: (1) Programas nacionales y regionales de
manejo y conservación de recursos, todo teniendo en cuenta los principios de
desarrollo sostenible. (2) La investigación científica y los programas de extensión
para desarrollar y difundir la manera de aumentar la eficiencia con la cual se usa el
agua, particularmente en la agricultura. Pero el manejo del agua es valioso en
todas partes y requiere buen gobierno para hacer realidad su potencial.
Finalmente, los gobiernos inteligentes, responsables y benefactores pueden
desplegar su autoridad especial para emitir las reglas sobre la forma de alcanzar
armonía y equidad social. Y aquí está la gran falla. Hubo un cartero con complejo
de estadista, que fue “top one” del agua durante diez años, pero careció de la
capacidad intelectual para parir la doctrina de administración de las aguas
dulces, ni menos aquella de las aguas limpias; y careció de la visión que
identifica a todo estadista, para intuir el momento de dictarlas. Hoy día los hechos
y las realidades van por delante, y los pobres deberán pagar el costo. El Código
de Aguas es tan solo un reglamento para administrar canales, y parece estar
basado en un concepto de recursos inagotables e infinitos. Y al cartero top one lo
único que se le ocurrió fue ponerle “precio” al agua que no se usa. En
circunstancias que lo que correspondía hacer era otorgarle “VALOR” al agua. Aquí
se aplica la antigua sentencia que dice que confundir valor con precio es
inteligencia de necios. Ni remotamente se contemplaron ni previnieron situaciones
de franco agotamiento como la que afecta a Copiapó. Ahora es donde los
ciudadanos aprenderán que una solución insuficiente o deficiente en política
siempre será “cara”, con independencia de su precio. Lo contrario pasa con lo
válido y lo bueno, que suele ser barato. Y lo dice el proverbio: "lo malo es
siempre caro"; o la carencia de algo esencial, como el agua, es
insoportablemente “caro”. No olvidemos el concepto de la baratura, pues, un
precio puede ser alto y a la vez ser “barato”, como consecuencia del rendimiento.
¿Cómo se explica entonces que el gobierno que administra el agua a través de los
organismos correspondientes, haya otorgado derechos de aguas subterráneas
sobre 21.000 l/s en el valle? ¿Con qué recursos se va a responder a esas
concesiones? ¿O será esto consecuencia de que luego de la modernización a la
siciliana que experimentó la repartición, impulsada por el cartero “top one”, un
grupo de habilositos, descubrieron un nicho especial a través del cual prosperar,
tramitando concesiones de derechos de aguas preaprobadas, y simplemente
reventaron el sistema?.
Y por que no “interpelar” a un ex-director de la empresa local de aguas, humanista
y cristiano, muy acérrimo partidario y predicador de la solidaridad y la equidad -
sobre todo para recibir “sobres” y cobrar las dietas del directorio - pero sin sentido
de la equidad para impulsar la instalación de una simple planta de
ablandamiento de aguas, que hubiere facilitado la vida a los Antenores y a las
Juanitas permitiéndoles incorporarse al progreso; y sin sentido de la solidaridad
para impulsar la búsqueda de fuentes alternativas y una solución definitiva de
  36

abastecimiento de aguas, que hubiere dejado exentas de riesgo, a aquella


población que incluye diez mil niños, de recibir aguas con eventuales contenidos
indeseables de manganeso. ¿Acaso un Subsecretario - director de la empresa de
aguas, puede estar exento de responsabilidad en una materia como esta,
claramente inherente a su repartición y funciones? ¿Cómo hacen estos cristianos-
humanistas para esquivar la ética? Probablemente una carretera de doble vía es
socialmente más rentable, quizás para que grupos e intereses.
Lo que corresponde ahora es actuar de manera inteligente. No es casualidad que
este artículo se haya iniciado con una descripción del ciclo del agua. Simplemente
la solución consiste en imitar a la naturaleza y utilizar la misma fuente que ésta
para proveernos de agua: el mar.
El mar como fuente próxima y generalizada de elementos inmediatos de agua,
riqueza, energía y vida, tiene la posibilidad de transformar su agua en “agua dulce”
mediante el proceso de desalación. Su aportación puede ser casi inagotable, en
permanente renovación si se sabe manejar con cordura y racionalidad. La
desalación de agua de mar es una gran solución al problema de la escasez de
agua. Para copiar efectivamente lo que hace la naturaleza desde hace millones de
años - desalar el agua mediante la evaporación - debemos proveernos de
energía, puesto que aún no aprendemos a manejar en forma eficiente la energía
solar, que es la que usa la naturaleza.

El agua pura en estado líquido prácticamente no se encuentra en la naturaleza. Lo


que llamamos agua es en realidad una disolución de diversas sales en agua.
Cuando bebemos agua, percibimos distintos sabores que son debidos a las sales
que contiene. En las zonas costeras, podemos notar que el agua tiene peor sabor,
no cuece bien las legumbres e incluso no hace espuma el jabón. Muchos
habitantes de zonas cordilleranas notan perfectamente estos efectos cuando se
desplazan a la costa. Esto es debido a la mayor cantidad de sales que contiene el
agua que se consume en estas zonas. Imagínese lo que ocurre con el agua de
Copiapó que tiene 1.000 ppm de SDT.

En la naturaleza encontramos el agua en los tres estados: sólido en el hielo de los


polos terrestres, líquido en los ríos, fuentes y mares y gaseoso como vapor de
agua en la atmósfera. De los tres estados, sólo el hielo y el vapor de agua pueden
considerarse que son agua químicamente pura; pero, en estado líquido, en
realidad lo que denominamos agua son distintas disoluciones naturales que
varían, desde las aguas muy finas de manantial de montaña de 0.2 gramos de sal
por litro hasta los 35 del agua de mar y los más de 45 de las salmueras, pasando
por toda una gama de aguas salobres de concentraciones entre 3 y 25 gramos por
litro.
El agua para el consumo humano no debe, ni tener más de 0.5 gramos por litro ni
ser agua destilada. En ambos casos no son provechosas para el organismo. Por
tanto, si queremos obtener agua potable a partir del agua del mar (agua de 35
gramos por litro) tendremos que separar las sales que contiene hasta llegar al
agua potable (menor de 0.5 gramos por litro). En esto consiste la desalación de
  37

agua de mar. A modo de ilustración, la tabla siguiente indica los contenidos de sal
de los mares y océanos:

Mar / Océano Salinidad ppm STD

Mar Báltico 28.000


Mar del Norte 34.000
Océano Pacífico 33.600
Océano Atlántico 35.000
Mar Mediterráneo 36.000
Mar Rojo 44.000
Golfo Pérsico 43.000 - 50.000
Mar Muerto 50.000 - 80.000

En la superficie del mar se produce una evaporación por la que el vapor de agua
se desprende, dejando la sal en el mar y pasando el vapor a la atmósfera, que
después dará origen a la lluvia, caerá a la tierra y volverá al mar, completando el
ciclo del agua en la naturaleza. En este principio se basa uno de los procesos de
desalación, consistente en evaporar el agua del mar y después condensar el
vapor, obteniendo agua dulce en estado líquido.

Otro fenómeno que también observamos en la naturaleza es la captación del agua


de la tierra, que hacen las plantas. El agua penetra en la planta a través de la raíz,
pasando a la savia. Cuando dejamos las legumbres en agua, se ablandan y se
hinchan porque el agua pasa a través de la piel. Ante estos dos fenómenos,
observamos que existen membranas que separan las sales del agua, lo que se
conoce con el término científico de ósmosis.

Estos fenómenos naturales de evaporación y ósmosis son la base de los


procesos técnicos de desalación que el hombre ha llegado a utilizar,
desarrollando y controlando estos procesos naturales. Este control a voluntad de
estos fenómenos siempre se hace aportando la energía imprescindible para
lograr la separación de las sales y el agua. Esta energía que en la naturaleza
procede del sol, si queremos reproducirla en un lugar donde no llueve y hace falta
agua, tendremos que hacerlo aportando energía, igual que si queremos obtener
una temperatura confortable en la casa, tendremos que gastar energía, en unos
casos como calefacción y en otros como refrigeración.

La desalación se consigue por medio de procesos de tecnología termal y


tecnología de membrana. Los procesos termales abarcan la destilación multi-stage
flash (MSF), destilación multiefecto (MED) y compresión de vapor (VC). Los
procesos de membrana incluyen la electrodiálisis (ED), electrodiálisis y osmosis
inversa (RO).
Ambos métodos obtienen como resultado dos caudales; un caudal de agua limpia
con baja concentración de sales y un caudal con alta concentración de sales.
  38

Ambos métodos requieren energía para su operación y se utilizan, o se pueden


utilizar, distintas fuentes de energía.
Desde el punto de vista físico y químico, las diferencias entre el agua dulce, el
agua de mar y la salmuera sólo están en la distinta concentración de sales de
cada una, variando entre 0.5 gramos por litro en agua dulce, 35 en el agua de mar
y 69 en la salmuera. A simple vista no se puede diferenciar una de otra. Son tres
líquidos perfectamente transparentes, sin color ni olor, que sólo se distinguen por
el sabor debido a la diferente concentración de sales en cada una.
En el proceso de desalación, por cada litro de agua que se saca del mar, se
obtiene casi la mitad de agua dulce (0,45 litros) y algo más de la mitad de
salmuera (0.55 litros). Este balance, aplicado como ejemplo al caso de una
desaladora de 50.000 m3/día es el que se refleja en el siguiente gráfico:

⇒⇒ Agua Dulce
50.000 m3/día ⇒⇒ Distribución
10 Tm sal/día uso
EXTRACCION
AGUA DE MAR ⇒⇒ DESALACION
111.000 m3/día Salmuera
3.885 Tm sal /día ⇒⇒ 61.000 m3/día ⇒⇒ Devolución
3.875 Tm sal/día

Se puede ver que al mar no se le añade sal, simplemente se devuelve la


misma que tenía pero en menor cantidad de agua.

Pero otro caso diferente es el de las centrales térmicas que se pueden convertir
fácilmente en plantas desaladoras, y que, por considerarse ya amortizadas,
pueden proporcionar agua muy barata, al ser un producto residual,
comercialmente hablando, y que incluso sirve para dotar de buena imagen a los
proveedores de esa "agua barata". Las centrales térmicas eléctricas, así como las
nucleares, necesitan agua para su refrigeración, la que termina convertida en
vapor de agua. Cuando estas centrales —de ambos tipos—, están en la línea de
costa utilizan agua marina como refrigerante, agua que habitualmente se desecha
en forma de vapor. Si ese vapor se enfría, se convierte en agua recuperada y
desalada, ya que se licúa separadamente de sus sales. Y esto requiere muy
pequeña inversión y supone problemas de adaptación poco importantes. El agua
así obtenida, por su exagerada pureza, necesita de tratamientos adicionales que
no son complicados ni costosos.

Pero como además tenemos simultáneamente un enorme déficit de energía, que


va a detener el desarrollo, entonces vamos a ser no solo inteligentes, sino
además, efectivamente ecológicos y protectores del medio ambiente, y en vez de
matar dos pájaros de un tiro, vamos a plantar dos árboles de una palada, y vamos
  39

a aprovechar que se requiere la instalación de una central térmica eléctrica para


que con los mismos combustibles con que producirá energía, obtenga como
subproducto de su proceso de refrigeración agua dulce, prácticamente a costo
cero.

Ahora bien, como los terrenos circundantes a cualquier sitio de emplazamiento de


una central termoeléctrica en la franja costera de la Región de Atacama, serán en
general un terreno rocoso aplanado desértico, o una extensa pampa arenosa
desértica, de alta aridez edáfica y ninguna capacidad de sostenimiento, pues son
territorios históricamente despoblados, sin agua, habitantes ni animales y por tanto
terrenos marginales sin ningún, escaso o nulo uso alternativo, podrían destinarse
a crear lagunas artificiales de aguas salobres, utilizando el agua residual sobrante
del proceso de desalación, en vez de devolverla al mar, las cuales tendrían un
flujo de recarga permanente. Tales lagunas serían de uso múltiple y entre otros
beneficios significarían los siguientes: 1) espacios con vocación para deportes
náuticos, ocio, recreación o simplemente paisajismo; 2) granjas de cultivo de
algas bajo el concepto de biorefinerías, con un plus adicional, 3) como mitigador
de gran ayuda para la absorción del CO2, el que se suministraría al cultivo de una
fuente de carbono proveniente de un foco de emisión ya establecido, como el que
se produce en la central térmica, se introduce al agua y es secuestrado por las
algas para el proceso de fotosíntesis, 4) generador de nuevos frentes económicos
y laborales como el turismo deportivo y la acuicultura, 5) algo menos tangible pero
importante, generar espejos de aguas de superficies libres para evaporación y que
contribuirían a mantener un nivel más alto de humedad medial en la zona de su
influencia, enclavados a sotavento favoreciendo el desplazamiento de la humedad
al interior, 6) presenta la oportunidad de crear industrias estables, incluso polos
técnicos e industriales muy innovadores, con asentamiento en tierra o mar,
ofreciendo nuevos y numerosos puestos de trabajo y generando conocimientos y
técnicas exportables de alto valor en el procesamiento de las salmueras y
recuperación de elementos de alto uso industrial actual de las sales, 7) los lagos
artificiales salobres pueden ser verdaderos motores de creación de nuevos tipos
de riqueza diversa y polivalente. Pueden ser soluciones muy afortunadas para
planteamientos sociales y medioambientales, ya que podrían contribuir a combatir
la fuerte desertización. Y 8) finalmente lo más beneficioso: dejaremos de
depender de terceros y de las nubes para aprovisionarnos de agua, en la
cantidad deseada por cada sector que lo necesite.

El concepto de biorefinería aplicado al cultivo de algas integra los procesos de


conversión de biomasa y el equipamiento necesario para la producción de
biocombustibles, energía y productos químicos. El término es análogo al usado en
las refinerías de petróleo, en el que se producen una amplia variedad de
combustibles y productos derivados.

Los progresos en la tecnología de desalación están siendo sorprendentes, de


manera que, de hecho, ya se pueden considerar superados los primitivos
inconvenientes, que eran muy diversos. Además, las aguas producidas pueden
ser “previamente tratadas” acondicionándolas a sus usos posteriores con
  40

gran precisión, eficacia y rentabilidad. Se podría conseguir “agua a medida”


para el uso que se les haya asignado, sea humano, agrícola, industrial, minero o
simultáneo.

Las inversiones previstas en proyectos de esta entidad tienen que estar


debidamente justificadas, con el rigor y amplitud de miras que ello exige, ya que
también existen, a veces, rentabilidades virtuales o indirectas, incluso no
crematísticas, que pueden tener un gran peso; pero que no todos tienen la
capacidad para apreciar.
Estos complejos energéticos y sus embalses deben ser del tipo idóneo para cada
caso, pero, siempre cuidando escrupulosamente el aspecto ecológico,
medioambiental y paisajístico. Son facetas que deben ser potenciadas al máximo
para obtener ventajas añadidas, de tal forma que se puedan convertir en la razón
causal dominante que justifique la solución, por lo que puede suponer de
enriquecimiento para la región, junto con los otros valores que aportan:
paisajísticos, medioambientales, turísticos, deportivos, forestales, cinegéticos,
piscícolas, etc., y con la correspondiente creación de nuevos puestos de trabajo.
Todo ello, con independencia de los servicios primarios que deben ser cumplidos:
producción eléctrica y abastecimientos de agua dulce poblacionales, de servicios
urbanos, minero-industriales, agrícolas, etc.; lo que se da por supuesto, al ser
servicios prevalentes e indiscutibles, y que pueden ser los causales originarios, o
complementarios.

Esta es la única forma de que la población humana de Copiapó y todo cuanto de


ella se deriva dejen de estar hipotecadas por su propio clima. Y a la vez es la
aplicación de una auténtica solidaridad, resolviendo los problemas con los propios
recursos naturales de la región, sin tener que depender de sustraer recursos a
terceros, ni generarles o traspasarles problemas, especialmente medio-
ambientales, difíciles de valorar hoy día.

Los términos agua, sequía, desertización, inundaciones y medio-ambiente están


muy interrelacionados y son interdependientes y deben ser contemplados con
conjugación holística, y desde el punto de vista analítico, deben ser estudiados en
períodos de lapso largo para evitar errores, de manera que la escala de tiempo y
espacio humana a la que se está acostumbrado no sirve.

Copiapó está enclavado en un dominio caracterizado por el sello de la aridez


climática y biológica en que según la geodata, el desarrollo de los paisajes áridos
está vinculado a los avances del hielo, en las fases de la última glaciación
planetaria durante el Pleistoceno Tardío y a la evolución de los ambientes
paleolacustres atacameños y altiplánicos del territorio al sur del trópico de
Capricornio. Uno de los rasgos morfológicos que más llama la atención al observar
el antiguo paisaje lacustre atacameño son las huellas de extensas orillas o costas,
testimonios de un paleoclima más húmedo o tal vez más precisamente, un
balance higrográfico más favorable. Los altos niveles lacustres conocidos (varias
decenas de metros sobre el nivel actual de las evaporitas - salares) alrededor de
la mayoría de las cuencas endorreicas/arreicas de la Puna de Atacama y del
  41

Desierto que cubre el Antepaís, acusan una discrepancia total con la hiperaridez
dominante hoy día. La geodata no tiene antecedentes que permitan confirmar
efectivos episodios pluviales en la región, para explicar los altos niveles
lacustres, ya que estos requerirían incrementos sobre 1.300 - 2.000 % en las
precipitaciones, lo que equivale a 500 mm y 350 mm para las cuencas de
Antofagasta y Atacama respectivamente, comparados con la isoyeta actual.
Montos de incrementos similares se hubieren requerido para explicar las lagunas y
lagos perennes de la Pampa del Tamarugal y del gran Lago Soledad (sector
costero Arica). Se sostiene que los altos niveles lacustres fueron causados por la
desglaciación más o menos abrupta de la Glaciación Puna hacia el fin del
Pleistoceno y comienzos del Holoceno (14.000-12.000 años), como consecuencia
directa del aumento de las temperaturas medias anuales y no por un incremento
de las precipitaciones, a pesar de que era esperable y posible el desarrollo de un
invierno boliviano más intenso, el cual habría contribuido a sostener una recarga
mayor de los acuíferos y oasis. Se concluye que los altos niveles lacustres serían
contemporáneos de la implantación de la aridez holocénica (dominio del clima
seco que lleva al lago a degradarse en una laguna salina). En otras palabras, el
crecimiento de las áreas lacustres fue acompañado de un incremento de las
temperaturas y de la aridez, las cuales determinaron una drástica reducción de la
biomasa disponible en la región altiplánica, donde la Puna Higrófita y Suculenta,
que solo existe hoy en la vertiente oriental del altiplano (7.000 kg/hectárea/materia
seca), fue reemplazada por la Puna Seca y Desértica (2.000 kg/hectárea/materia
seca). En este lapso y como consecuencia directa de una mayor rata de
evaporación, comienza a elevarse la salinidad de los ambientes lacustres
postglaciales, fenómeno que culminará con la formación de extensos depósitos de
evaporitas. Bajo esta condición de estrés ambiental comienza la extinción de la
megafauna altiplánica y atacameña, cuyos restos siguen el patrón de distribución
de estos ambientes lacustres degradados. Los nichos dejados vacantes por la
megafauna pasarán a ser explotados inmediatamente por poblaciones de
camélidos, avestruces y ciervos, mesofauna dominante del dominio altiplánico-
atacameño, sin la cual el poblamiento prehistórico postglacial de estas regiones
carecería de fundamento ecológico.
De otra parte, la componente árido-costera (de edad probable pre-pleistocena) se
caracteriza por predominancia de procesos morfogenéticos en la Cordillera de la
Costa solo viables en ambiente árido carente de lluvias, cuales el desarrollo
extensivo de acciones haloclásticas (meteorización producida por la sal), la
dominancia de depósitos eluviales, acumulados en cripto-depresiones de origen
tectónico carentes de red de drenaje; y la existencia de yacimientos fósiles y
recientes de guano, los cuales bajo condiciones de clima pluvial hubieren sido
lixiviados.
Este cambio de escala temporal-espacial deja claro que la geodata registra un
fenómeno de aridez creciente e hiperaridez, que impulsa una desertización
progresiva, que se inicia antes del poblamiento del territorio atacameño, pero que
conlleva la dualidad de haber favorecido este hecho, y que persistirá, favorecida
aún más por la influencia atropogénica.
  42

Por analogía inversa, de persistir el agotamiento y salinización creciente del agua


del reservorio de Copiapó, la mesofauna humana copiapina (el pueblo), que ha
hecho patria en el desierto por más de 200 años bajo todas condiciones, o emigra
o se extingue; y solamente restarán, temporalmente, algunos miembros selectos
de la megafauna económica, evolucionada con la biomasa de los parrones y la
bonanza minera higrófita y suculenta, enclavada en algunos nichos, mientras
tengan la capacidad de traer por algún medio su propia agua. Pero, finalmente,
COPIAPO TERMINARA SIN HUMANOS.

No se ha enfrentado el problema del agua de Copiapó con la antelación suficiente


para evitar una situación de extremo, previsible desde hace tiempo. Causa
sorpresa el conjunto de medidas incoherentes e improvisadas que tomó la última
administración (la de la gordita), las que dan la impresión de acentuado
desconcierto, cuando no de ignorancia. No se han tomado medidas serias
atacando el problema en su fondo y origen, todo eso acompañado de un profundo
oscurantismo informativo.
Análogamente, buena parte de los hippies y verdes se pierden al elegir sus
objetivos y pareciera que solo principalmente buscan resultados meramente
demagógicos, para justificar su presencia social y continuidad de vida, con
beneficios propios. Aparte de marchar y vociferar deben informarse en profundidad
y al final, al aplicar “algo más” que el berrinche, comprenderán que “siempre es
bueno cambiar de signo la adversidad para convertirla en hecho ventajoso”.
Desafortunadamente, el renoval socialista no salió diferente a la mata vieja pues al
celebrar con declaraciones eufóricas, algunos desaciertos - provocados por
hippies que se consideran pintorescos - basados más en la prosapia y estulticia
que en los sabios principios que informa la hemenéutica, solo contribuye por
ignorancia a trabar la solución a los graves problemas de calidad de aguas que
afectan a las familias de los más pobres y especialmente a sus niños.

Ante la situación de explotación excesiva y deficiente de la fuente tradicional de


agua, está la necesidad imperiosa del hecho sustitutorio alternativo a esa fuente.
La solución debe ser atemporal, permanente, definitiva y globalizadora, con
capacidad para cubrir la demanda actual y futura de todos los sectores y evitar
que cada grupo instale su propia solución, sino la Costa de Atacama perderá su
alto valor paisajístico, transformándose en un “barrio industrial de
desaladoras”, puertos mecanizados y montones de sal, o un “callamperío”
como ya ocurrió con las playas.

La autoridad actual debe alejarse de la inercia de las soluciones propias de


intelectos de jornaleros socialistas, como el alza de impuestos, alza de
contribuciones, cambios al DFL-2, royalties, Barrancones, etc. y entrar al campo
generador de ideas, pues la solución está en la creación de nuevas fuentes de
abastecimiento con inteligencia, imaginación, técnicas actuales e innovación, pues
el agua de Copiapó ha dejado de ser “un bien caído del cielo”, para pasar a ser
“un bien fabricado por el hombre”, mejoradamente, con todas sus favorables
repercusiones y posibilidades, con influencias sociales, medioambientales y
climáticas, sin perder de vista que deberá de inmediato proteger la supervivencia
  43

del acuífero, para lo cual deberá tener el coraje suficiente para dictar una
moratoria de extracción en todo el valle, de a lo menos 30 años.
Copiapó representa la oportunidad de iniciar la “revolución azul” y demostrar que
el cambio está asentado en la inteligencia y creatividad.

Si bien, esta vez no aspiro a ser escuchado, al menos espero que los intereses
honrados y confesables, que existen, me permitan ser oído.

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