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osmogonía (del griego κοσμογονία, kosmogonía o κοσμογενία, kosmogenía, derivado de

κόσμος, kosmos ‘mundo’ y la raíz γί(γ)νομαι, gígnomai / γέγονα, gégona, ‘nacer’) es


la narración mítica que pretende dar respuesta al origen del universo y de la
propia humanidad.

Generalmente, en ella se nos remonta a un momento de preexistencia o de caos


originario, en el cual el mundo no estaba formado, pues los elementos que habían de
constituirlo se hallaban en desorden; en este sentido, el relato mítico cosmogónico
presenta el agrupamiento —paulatino o repentino— de estos elementos, en un lenguaje
altamente simbólico, con la participación de elementos divinos que pueden poseer o
no atributos antropomorfos.

La cosmogonía pretende establecer una realidad, ayudando a construir activamente la


percepción del universo (espacio) y del origen de dioses, la humanidad y elementos
naturales. A su vez, permite apreciar la necesidad del ser humano de concebir un
orden físico y metafísico que permita conjurar el caos y la incertidumbre.

Índice
1 Descripción
2 Etimología de la palabra «mito»
3 Cosmogonías
3.1 Cosmogonías griegas
3.2 Cosmogonía judeocristiana
4 El pensamiento científico y la cosmogonía contemporánea
5 Véase también
6 Referencias
7 Bibliografía
8 Enlaces externos
Descripción
Desde la antigüedad, los mitos han sido relatos compuestos por acciones simbólicas
que se transmitieron por generaciones para ofrecer respuestas sobre el origen del
universo y del hombre, relacionándolos con dioses y mensajeros que actuaban en
nombre de estos.

Los mitos ofrecieron a las distintas culturas una visión integradora del mundo, al
facilitar su percepción de los fenómenos que le parecían extraños a una creencia
colectiva que dio origen a los que los acompañaron y proporcionaron la seguridad
psicológica para la construcción de una identidad para la vida en comunidad.

En los mitos, algunos investigadores han señalado que los dioses suelen representar
las fuerzas elementales de la naturaleza, que pueden percibir, de los cuales se
derivan los fenómenos naturales que condicionaron sus vidas. Sin embargo, este
postulado simplista y etnocéntrico ha ido quedando progresivamente superado para
dar cuenta del mito como un especial espacio simbólico a partir del cual el ser
humano puede atribuir significados (conscientes e inconscientes) a deidades, héroes
y acciones míticas en estrecha relación con la vida psíquica, intersubjetiva,
social y cultural. Esto quiere decir que un determinado mito puede tener relación
con el proceso de madurez interno de determinada persona, pero también puede servir
para generar cohesión social en una comunidad, o para legitimar determinadas
estructuras de poder; no existe una explicación unívoca.

Etimología de la palabra «mito»


La palabra «mito» deriva del griego mythos, que significa ‘palabra’ o ‘historia’.
Un mito tendrá un significado diferente para el creyente, para el antropólogo y
para el filólogo. Esa es precisamente una de las funciones del mito: consagrar la
ambigüedad y la contradicción. Un mito no tiene por qué transmitir un mensaje
único, claro y coherente.
La mitología no es sino una alternativa de explicación frente al mundo, que recurre
a la metáfora como herramienta creativa. Entonces, los relatos se adaptan y se
transforman de acuerdo a quien los cuenta y el contexto en el que son transmitidos.
Los mitos no son dogmáticos e inmutables sino que son fluidos e interpretables.

Cosmogonías
En general, las narraciones cosmogónicas no solo representan una configuración del
universo, desde el punto de vista de estudiar lo que es en tanto que es y existe
como sustancia de los fenómenos (visión ontológica), sino que de ellas también se
derivan ciertas necesidades éticas para la preservación en la unidad del mismo.

Cosmogonías griegas
Las cosmogonías griegas narran el origen del mundo que parte del caos, para que en
un acto de creación divina se imponga el orden. Esta acción marcará el principio
del ser y del bien para el pensamiento griego, en donde el ser no puede ser lo
informado porque el mal se acerca a la carencia de límite. Esta visión la recoge
Hesíodo en su Teogonía y también Platón en el relato del demiurgo presente en el
Timeo. Cabe destacar que en las cosmogonías griegas el orden se va imponiendo de
una manera violenta, por las luchas entre los dioses, mientras que en la cosmogonía
judeocristiana el orden surge por el poder de la Palabra de Dios.

Cosmogonía judeocristiana
En la cosmogonía judeocristiana, el origen del mundo está presente en el Génesis
(el primer libro de la Biblia), que relata cómo Dios empezó a crear el mundo «en un
principio». La teología cristiana utiliza el término ex nihilo para sustentar y
referirse a la creación universal partiendo de la nada. Génesis 1 Reina-Valera 1960
(RVR1960) -La creación:

1. En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del
abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.

5 Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la
mañana un día.

La creación es un proceso que tiene lugar con un principio: 'Hágase la luz', y


luego separación de: la tierra de los cielos, la tierra de las aguas, la luz de la
oscuridad. Es decir, se procede por separación de componentes partiendo del cao

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