Sobre verdad y mentira
en sentido extramoral
En 1873 Friedrich Nietzsche compuso el texto “Uber
Wahrheit und Liige im aussermoralischen Sinne”, que slo
fue publicado péstumamente. Sin embargo, la importan-
cia que el autor le concedia esté consignada en el Prolo-
go tardio (1886) a la Segunda Parte de Humano, dema-
siado humano, en que menciona la existencia de un escri-
to “que se mantiene atin oculto”.
He hecho la presente version espafiola sobre el texto
publicado en Nietzsche Werke, Kritische Gesamtausgabe,
editado por Giorgo Colli y Mazzino Montinari, IIT 2,
Nachgelassene Schriften (1870-1873), De Gruyter, Berlin-
New York, 1973, paginas 369-384.
1
En un apartado rincén del universo, donde titilan
innumerables sistemas solares, hubo una vez una es-
trella en la que inteligentes animales inventaron el co-
nocimiento. Fue ése el mas orgulloso y mentiroso mi-
nuto de la “historia universal”, pero sdlo un minuto.
Tras pocos resuellos de la naturaleza, la estrella seLUCIA PIOSSEK Pay Bis
«
158
16, y los inteligentes animales hubieron de mo.
congeld,
ri. 4 4 .
Alguien pudo inventar una fabula asj Y, sin em.
bargo, no habria ilustrado de nan snficiente la si.
tuacion tan lamentable, tan Sombria y fugaz, sin fines
y contingente que presenta el intelecto humano den.
tro de la naturaleza; hubo eternidades en las que no
existi6; si desaparece, nada pasara. Pues no hay para
ese intelecto otra mision fuera de la vida humana, s
s6lo humano, y sélo su duefio y productor lo toma de
modo tan patético como si los goznes del mundo gi-
raran sobre él. Pero si pudiéramos entendernos con el
mosquito advertiriamos que también él flota por el
aire poseido por ese pathos y que siente en él el cen-
tro alado de este mundo, y no hay nada en la naturale-
za, por abyecto e insignificante que parezca, que no
se hinche como un odre por un Pequefio soplo de esa
fuerza del conocer; y asi como todo ganapan quiere
tener su admirador, el hombre mas orgulloso, el filé-
sofo cree ver que todas las miradas del universo se
dirigen telescépicamente a sus actos y sus pensamien-
tos.
Es sorprendente que a esto conduzca el intelecto
que sdlo ha sobrevenido como auxiliar de los mas in-
felices, delicados y perecederos seres para retenerlos
un minuto en la existencia, de la cual, por otra parte,
sin tal ayuda, tendrian todos los motivos para desapa-
recer, tan rapidamente como el hijo de Lessing.’
"Se refiere el autor a un hecho real: el 10 de encro de 1778 murié Eva
Lessing a causa del nacimiento de un hijo que sélo vivid Pocas ho-
"as. Lessing, G. E., poeta y critico de la literatura alemana (1729-
1781) (Nota de la traductora),At relae|
tir, al Colocar una ni
: ebla
sentidos de los hom| fi
del valor de |
it Cxistencig
jera valoracion acer
1 del con
general es cl enafy
occr mismo, §
SMO. Su efec
Bener 10, pero t ‘eto
culares efectos encierran algo d
EI
ambién los mas parti-
intelecto, como un me
del individuo, desarrolla sus pI
vi Tincipales fuerzas en |e
simulacion pues ésta es el re 7 oe
CUrSO Con que cuente
ara 2 enerse indivi an
para mantenerse los individuos mas débiles menos
robustos, a los cuales les han sido negados los cuer-
nos 0 las agudas dentaduras de las fieras en su lucha
por la vida. En el hombre este arte de la simulacién
llega a su cima. En él el engafio, el adular, mentir,
embaucar, el hablar a espaldas de alguien, el repre-
sentar, el vivir de un brillo prestado, el enmascararse,
la convencion ocultadora, la representacidn escénica
ante otros y ante si mismo, en una palabra, el revolo-
tco continuo en torno a Ia Hama de la vanidad son
hasta tal punto la regla y la ley, que casi no hay cosa
mas incomprensible que el hecho de que pueda surgir
entre los hombres un impulso sincero y puro hacia la
verdad. Ellos estan profundamente sumergidos enilu-
siones ¢ imagenes sofiadas, su ojo se desli simple-
mente sobre la superficie de las cosas y ve Re >
su sensibilidad jamas conduce a la “verdad” sino aa
se contenta con recibir estimulos y con palpar ae
tas la superficie de las cosas. Por eso el po ed
deja mentir, durante la vida, como en Ja noche ae
suefios, sin que su sentido moral intente impe' :
yoderoso 5:
pero debe haber hombres que, por U" PpLucia PlOSSEK PREMISCH
160
an vencido el ronquido. ZQué
+ le voluntad, hi a eae ane,
fuerzo d de si mismo? Inclusive,
nente
sabe el hombre reali kul Jnclusi
colocado como dentro de una vitrina iluminada, ¢es-
taria capacitado, siquiera una vez para Pome de un
modo total? ,Acaso la naturaleza no le mantiene en
silencio la mayoria de lo relativo a sul ara Cuerpo,
para capturarlo y encerrarlo en una orgullosa y enga-
fiadora conciencia, ignorante de las volteretas de su
intestino, del rapido fluir de su corriente sanguinea,
de los complicados estremecimientos de sus fibras?
La naturaleza arrojé la Ilave: y jay! de la peligros:
curiosidad que, por una vez, intentara mirar por una
hendidura hacia fuera y hacia abajo del recinto de la
conciencia, y que llegara a sospechar que el hombre
descansa sobre lo despiadado, lo avido, lo insaciable,
lo terrible, en medio de la indiferencia producto de su
ignorancia, como si dormitara sobre las espaldas de
un tigre. {De donde, en este rincén del universo, den-
tro de esta constelacién, el impulso hacia la verdad?
Mientras el individuo quiere mantenerse frente a
otros individuos, en circunstancias normales utiliza
la mayoria de las veces el intelecto s6lo para la simu-
lacién: pero como, por necesidad y aburrimiento, quie-
re también vivir en sociedad y rebaiio, le es preciso
concertar un tratado de paz que elimine de su mundo,
por lo menos, el mas grosero bellum omnium contra
omnes. Pero este tratado de paz implica algo que pa-
rece ser el primer paso para la adquisicién de aquel
enigmatico impulso hacia la verdad. Ahora se fija
aquello que ha de ser en adelante “verdad”, es decir,
fre rene yn me Ay
eae atts me ‘a legislacién del lenguaje pro-
Primeras leyes de la verdad: surgees |
SOBRE VERDA E
DY MENTIRA EN SENTIDO
EXTRAM:
ORAL
61
aqui por vez primera el contra:
ca a ntraste de verd "
ae entiroso usa las designaciones vil a
, i
s, para hacer aparecer lo irreal co) oe Hi
por ejemplo, soy rico, mientra: veer
sp is que
designacién justa seria preci que para ese estado la
; samente “pobre”.
fundiendo deliberadamente, o hasta an ths
los
nombres, utiliza mal las convenciones fijadas, Al
ceder de esta manera, en beneficio a a lpro-
dafios a los demas, la sociedad ya no config mend
cea a a usene ee huyen del men-
aa misma sino por el per-
juicio que ésta les ocasiona. En este plano, no odian
en el fondo el engaiio, sino las malas, dafiosas conse-
cuencias de ciertas especies de engafios. En un senti-
do similar, limitado, quiere el hombre también sdlo la
verdad. Desea las consecuencias agradables de la ver-
dad, las que mantienen la vida; frente al conocimien-
to puro, sin consecuencias, es indiferente; frente a las
verdades dafiosas y destructivas, reacciona inclusive
como un enemigo. Y, por otra parte {qué pasa con
aquellas convenciones del lenguaje? {Son quiza pro-
ductos del conocimiento, del sentido de la verdad:
coinciden las designaciones y las cosas? {Es el len-
guaje la expresion adecuada de todas las realidades?
Sélo por falta de memoria puede el hombre llegar
a imaginarse que posee una verdad en el grado antes
mencionado. Si no quiere contentarse con la verdad
en la forma de la tautologia, &s decir, con cascaras
vacias, tomara eternamente jlusiones por verdades.
{Qué es una palabra? La copia en soni pa
citacion nerviosa. Querer inferir, sin embargo, de uli eee eee es
LUCIA PIOSSEK PREBISCH
162
a exterior a nosotros, es
a un’ ae ustificada aplicacion
ya el resultado de una fal ees {Como podriamos,
del principio de ran ah génesis del lenguaje, si ¢]
si la verdad en el caso ozs en el caso de las designa-
punto de vista a i wo unico decisivo, cémo podria-
Soe ee 5 dura; como si “dura” nos fuera
mos decir: la piedra ¢ ido y no sélo una excitacién |
suficientemente conocido y :
ente subjetiva! Nosotros dividimos las cosas
laos designamos al arbol como masculino, la
rio como femenin qué arbitrarias transferencias!
jQué manera de volar por sobre el canon de la certe-
za! Hablamos de una serpiente: la designacién no tie-
ne que ver mas que con el enroscarse, podria por tan-
to también aplicarsela al gusano. jQué delimitaciones
arbitrarias, qué preferencias unilaterales ora por ésta
ora por aquella propiedad de una cosa! Comparando
los lenguajes entre si, se nos revela que en el caso de
Jas palabras nunca se ha llegado a la verdad, nunca se
ha llegado a una expresién adecuada: de lo contrario
no habria tantos lenguajes. La “cosa en si” (que seria
precisamente la pura verdad sin més) es totalmente
incaptable para el creador del lenguaje, y tampoco en
modo alguno ambicionada. E] que crea las palabras
designa sdlo las relaciones que las cosas guardan con
los hombres, y se sirve Para expresarlas de las mas
audaces metaforas. iTrasladar en primer término una
excitacion nerviosa a una imagen!: primera metafora.
iTransformar a su vez la imagen en un sonido!: Se-
Sunda metafora y cada vez e] saltar sin mas desde una
imagine ca llmente distinta y nueva. Tratemos de
Te que fuera totalmente sordo, y que
excitacion nerviossookt VERDAD Y MENTIRA EW sENTip
0 EXTR,
AMORA
1
jamais hubiera tenido una sensaci¢, -
n
este hombre, por ejemplo, contemp!
ticas de Chladni en la arena, eng
Jas vibraciones de las cuerdas, y cou la causa en
Jos hombres llaman sonido: asi eta Sabet lo que
sotros con el lenguaje. Creemos ae @ todos no-
sas mismas cuando hablamos de eee a = a
y flores, y solo poseemos metaforas de — me
no corresponden en nada a las esencias oni ca
‘Asi como se considera al sonido como on
na, se toma la enigmatica X de la cosa en si primero
como excitacién nerviosa, luego como imagen y fi-
nalmente como sonido. El lenguaje no se origina asi
de modo légico y todo el material con que mas tarde
trabaja el hombre de la verdad, el investigador, el fi-
lésofo, si bien no proviene del reino de lo utdpico,
tampoco procede de la esencia de las cosas.
Pensemos especialmente en la formacién de los
conceptos: toda palabra se convierte inmediatamente
en concepto porque, precisamente, no tiene que ser-
vir para recordar una vivencia originaria, tinica y t0-
talmente individualizada, ala cual debe su surgimien-
to; tiene que adecuarse a la veza innumerables casos
mas o menos semejantes, &S decir, dicho estrictamen-
te, jams iguales, por tanto simplemente disimiles.
Todo concepto surge del afirmar como igual lo no
igual. Porque, por cierto, no hay dos hojas iguales
concepto hoja se forma por renuncia deliberada de las
a nOto musical
as figuras actis.
las Hamadas por
sobre un papel &
or de ins-
27), Obtenii
distribuida
construct
> Chladni, E.F.F., fisico aleman (1756-18:
él figuras aciisticas, sometiendo aren?
vibraciones de cuerdas. Fue también invenior Y
trumentos musicales (Nota de | traductora)
—— IEO
LUCIA PIOSSEK PREBISCH
lod
diferencias individuales, por un olvido de lo distinti-
vo y despierta asila idea de que en la naturaleza, ade-
mas de las hojas, existiera la “hoja”, algo asi como
una forma primordial segin la cual todas las hojas
hubieran sido urdidas, disefiadas, delineadas, colorea-
das, curvadas, pintadas, pero por manos torpes, al
punto de que no habria un ejemplar correcto y autén-
tico en cuanto fiel copia de la forma primitiva. Lla-
mamos honrado a un hombre; {por qué —pregunta- |
mos- ha actuado hoy honradamente? Nuestra respues-
ta suele ser: a causa de su honradez. jLa honradez! Y
una vez mas: la hoja es la causa de las hojas. Nada
sabemos de una cualidad esencial llamada honradez,
sino slo de muchas acciones individualizadas, y por
tanto disimiles a las que, prescindiendo de lo desigual,
equiparamos y designamos con el nombre de accio-
nes honradas; por ultimo, a partir de ellas, formula-
mos una qualitas occulta con el nombre: la honradez.
El hecho de pasar por alto lo individual y real nos
da el concepto como también la forma, mientras que
la naturaleza no conoce formas ni conceptos, por tan-
to, tampoco especies, sino slo una X indefinible e
inaccesible para nosotros. Pues también nuestra opo-
sici6n de individuo y especie es antropomorfica y no
procede de la esencia de las Cosas, aunque no nos atre-
vamos a decir que no le Corresponde: eso seria una
afirmacién dogmética y en cuanto tal tan indemostra-
ble como su opuesta.
. Qué es, Pues, verdad? Un vivaz ejército de me-
taforas, metonimias, antropomorfismos; brevemente
dicho, una suma de Telaciones humanas que fueron
tealzadas de modo poético y retérico, transmitidas,BRE VERDAD Y
aor MENTIRA EN SENTIDO Extp
AMORAL |
65
adornadas, y que, despué:
plo le parecen definitives, “oun largo uso, a un pue-
las verdades son ilusiones con Tes} vet ¥ obligatorias:
ha olvidado qué son, metaforas, ee sues cuales oe
tinamente han ido desgastindose y perdienee ene
za sensible; monedas que han perdido por fuer-
que se considera sélo como metal y ya no oe aes
nedas. Todavia no sabemos de dénde per ad
pulso hacia la verdad. Pues hasta ahora sélo hemes
oido de la obligacién de ser veraz, que la sociedad
impone a fin de poder subsistir; de la obligacién de
servirse de las metaforas usuales, por tanto, y dicho
moralmente: de la obligacion de mentir segin una fir-
me conviccién, de mentir en tropel, con un estilo va-
lido para todos. Pero el hombre olvida esto que le pasa:
miente, por tanto, segun lo sefialado, de modo incons-
ciente y de acuerdo a costumbres centenarias; y pre-
cisamente, por esta inconsciencia, por este olvidar,
llega a tener el sentimiento de la verdad. El sentimiento
de estar obligado a llamar a una cosa roja, a otra fria,
a una tercera muda, despierta un impulso moral en
relacion con la verdad: a partir de la oposici6n al men-
tiroso, en quien nadie confia, al que todos excluyen,
se le demuestra al hombre lo venerable, lo confiable,
lo itil de la verdad. Como ser racional, pone ahora su
hacer bajo el dominio de las abstracciones: ya no to-
lera que lo arrastren las impresiones subitas, las intul-
ciones, a todas estas impresiones Jas generaliza en
conceptos mas descoloridos y frios a los que ata el
carro de su vida y de su conducta. Todo lo que distin-
gue al hombre del animal depende de est capacidad
de volatilizar las metaforas intuitivas haciendo de ellasNe
a LUCIA PlosseK Preise,
un esquema, por tanto de resolver una Imagen en un
concepto; en el campo de tales esquemas se hace Po.
sible algo que jams lo seria entre las primeras impr
siones intuitivas: la construcci6n de un orden Piramiday
seguin castas y grados, la creacién de un nuevo mun.
dode leyes, privilegios, subordinaciones, determina.
ciones de limites, mundo que en adelante se pone al
otro mundo intuitivo de las impresiones Primeras
como mis firme, mas universal, mas Conocido, mas
humano, y por eso mismo como regulador eimperati-
vo. Mientras que toda metafora intuitiva ¢s individual
c impar, y sabe por eso escapar a todo encasillamicnto,
el gran edificio de los conceptos ostenta la firme Te-
gularidad de un columbario romano y su l6gica tiene
esa estrictez y frialdad propias de la matematica. Quien
teciba ese soplo helado apenas creera que también e|
concepto, osificado y octangular como el dado y
trasladable como éste, siga siendo en el fondo sélo el
residuo de una metéfora, y que la ilusion de la trans-
mutacin estética de una excitacién nerviosa en ima-
Conceptos, “verdad” significa usar cada dado para lo
que esta designado; Precisamente Contar sus puntos,
hacer correctas clasifi
el orden estricto yla
Icaciones, y jamas contravenir
Serie jerarquica, Asj como losSOBRE VERDAD Y MENTIRA pny SENTIDO
EXTRam
ORAL,
propia esfera. Aqui hay qu ey
bre en cuanto poderoso gen;
sobre fundamentos pe eray . Construccién, que
corriente, logra levantar una easier Sobre agua
infinitamente complicada; es cierto que nets
punto firme sobre tales fundamentoc ate hallar un
que ser tan tenue como los hi los de ee a
darse a las ondas, y tan firme que no lo ie a
viento. Como genio de la construccién e] homie :
brepasa €n mucho a la abeja; ésta co; an
que acopia de la naturaleza, é1 con Ii
mas delicada de los conceptos que tiene que fabricar
desde si mismo. Es aqui donde hay que admirarlo,
pero no por su impulso hacia la verdad, al puro cono-
cer de las cosas. Cuando alguien esconde una cosa
tras una mata, y la busca alli mismo y la encuentra, en
tal buscar y encontrar no hay que celebrar mucho: y
asi sucede con el buscar y encontrar de la “verdad”
dentro del recinto de la raz6n. Si formulo la defini-
cién del mamifero, y luego declaro, después de ver
un camello: mira, un mamifero, es cierto que de este
modo sale a luz una verdad, pero de un valor limita-
do, pienso; es absolutamente antropomorfica y no
contiene punto alguno que sea “verdadero en si”, real
y universalmente valido, independientemente del hom-
bre. El investigador de estas verdades lo que busca,
en el fondo, es s6lo la metamorfosis del mundo en el
hombre; lucha por comprender el mundo como una
cosa humana y gana, en el mejor de los casos, el sen-
timiento de una asimilacién. Del mismo modo aa i
astrélogo piensa que las estrellas estan al servicio ¢e
hombre y en relacién con su felicidad y su sufrimien-
1e ac i
\dmirar Tealmente a] hom-
‘a materia muchoree
LUEES PLOSSEX PREAIS¢,
ador piensa que todo el mundo esta re,
el invest, nips
= ec : son el hombre, que es el eco infinitamenty
ado cone
de un sonido primordial, el hombre; que eg
juplicada de una imagen primordial, ¢| \
siguiente manera: toma al hom. |
i . partiendo del error
Je creer que tet inmediatamente }
co wo og objetos. Olvida por tanto las metaforas
inna ue originales en cuanto metaforas, y las toma
intuitivas ong!
la copia mu
hombre. Procede de
bre como medida de todas la
ne ante si estas Co
AS CO!
por las cosas mismas.
Solo por el olvido de aquel mundo Primitivo de
metaforas, solo por un proceso en que van tornandose
duras vy ngidas una cantidad de imagenes surgidas ori-
nariamente, en fogosa correntada, del poder origi-
nario de la fantasia humana; solo por la invencible
creencia de que esve sol, esfa ventana, esta mesa son
una verdad en si, en una palabra, slo olvidandose el
hombre de que es un sujeto y un sujeto artisticamente
ador, es que vive con cierta tranquilidad, seguri-
dad y consecuencia; si tan sélo Por un instante pudie-
ra abandonar los muros de esta creencia que lo apri-
stona, de inmediato se terminaria con su “autocon-
ciencia™. Al hombre ya le cuesta trabajo convencerse
de que el insecto o el Pajaro perciben un mundo com-
pletamente diferente que el percibido por él, y de que
la pregunta sobre cual de ambas Percepciones del mun-
do €S Mas correcta es totalmente sin sentido, ya que
deberia medirsela con la medida de la acertada per-
ceperon, es decir, con una medida que no existe. A mi
me parece que la correcta Percepcion —es decir la ade-
cuada expresion de un objeto en un sujeto— es un ab-gown VERDAD Y MENTIEA EN SENTIDO ExtRAMOy
: ORAL
169
surdo contradictorio: entre dos esferas absolutam
distintas como sujeto y objeto, no hay Causalida mente
hay exactitud, no hay expresién, sino, a lo sum » NO
comportamiento estético, quiero decir una ere un
A i, in
interpretativa, una traduccién balbuciente a un idio-
ma totalmente extrafio. Pero para ello hace falta una
esfera intermediaria de libre Poetizar y de libre inven-
tar, y una fuerza intermediaria. La palabra apariencia
encierra muchas posibilidades de error, por eso la evito
en lo posible: no es verdad que la esencia de las cosas
aparece en el mundo empirico. Un pintor sin manos
que quisiera expresar por medio del canto las image-
nes que se le presentan, nos revelaria, en este inter-
cambio de esferas, mucho mas de lo que el mundo
empirico nos revela de la esencia de las cosas. Ni si-
quiera es necesaria la relacién entre una excitacién
nerviosa y la imagen que provoca; pero cuando la mis-
ma imagen es engendrada millones de veces y here-
dada a través de muchas generaciones y para toda la
humanidad, tal imagen adquiere para el hombre la sig-
nificacion de la unica imagen necesaria, como si aque-
Ila relacién entre la excitacién nerviosa y la imagen
engendrada fuera una estricta relacién causal; lo mis-
mo un suefio eternamente repetido Hlegaria a ser sen-
tido y juzgado como la realidad sin mas. Pero el pro-
ceso por el que se tora dura y rigida una metéfora no
garantiza absolutamente nada acerca de la necesidad
y justificacién exclusiva de esta metafora. :
Todo hombre familiarizado con estas considera-
ciones tiene que experimentar und desconfianza oe
funda hacia este tipo de idealismo, tan pronto se ha
convencido de la eterna consecuencia, universalidadee. os
Lucta Prossex Prey,
Ch
| 170
e infalibilidad de las leyes naturales; élha Sacado
jeuiente conclusion: todo es aqui, en la Medida
siguien tramos hacia lo alto del mundo telescépigg .
| ae ies profundidades del microscépico, todo es aqui
tan seguro, tan completo, infinito, Sujeto a ley y sin
fisuras; la ciencia habra de cavar con éxito, etema.
mente en estas minas y todo lo encontrado concorda-
ray estar exento de contradiccién. Cuan POCO se ase.
meja esto a un producto de la fantasia: si fuera asi,
tendrfa que dejar trasuntar de algiin modo la aparien-
cia y la irrealidad. Al contrario, hay que decir: Si cada
uno de nosotros tuviera una sensibilidad diferente,
podriamos percibir ora como pajaro, ora como gusa-
no, ora como planta, o bien uno de nosotros veria el
mismo estimulo como rojo, otro como azul, inclusive
un tercero Io oiria como un sonido; nadie hablaria en-
tonces de una tal legalidad de la naturaleza pues la
concebiria slo como un producto totalmente subjeti-
vo. Luego, qué es para nosotros en general, una ley
natural; en si misma no la conocemos, sino sdlo en
sus efectos, esto es en sus relaciones con otras leyes
naturales a las que, a su vez, solo conocemos como
relaciones. Por tanto, todas estas relaciones no hacen
sino referirse las unas a las otras y, segtin su esencia,
nos son totalmente ininteligibles: s6lo lo que les agre-
gamos de nuestra parte, esto es, el tiempo, el espacio,
Por tanto relaciones de sucesion y mumeros nos resul-
tan alli realmente Conocidos. Todo lo maravilloso que
nos sorprende en las leyes de la naturaleza, que exige
nuestra aclaracién Y que podria tentarnos a descon-
fiar del idealismo, Tadica precisamente y exclusiva-
mente en la estrictez matemiatica y la inviolabilidada legalidad que
de las estrellas
i fondo con esas
cosas, de modo que jeter oe dee
ae? namos de nosotros
mismos. De todo esto se Cconcluye que aquella
metaforizacién artistica, con la que se inicia en noso-
tros toda sensacién, : Supone ya aquellas formas, por
tanto, que en ellas se cumple; s6lo a partir de la firme
persistencia de estas formas primotdiales se explica
la posibilidad de cémo, luego, desde las metaforas
mismas, debi6 constituirse un edificio de conceptos.
Tal edificio es una reproduccién de las relaciones tiem-
Po, espacio y numero sobre el terreno de las metafo-
ras.
se nos impone de tal modo en el curso
yenel proceso quimico, coincide en el
2.
En la construccién de los conceptos trabaja origi-
nariamente, segun vimos, el lenguaje, en épocas pos-
teriores la ciencia. Asi como la abeja primero cons-
truye las celdillas y luego las rellena con miel, la ad
Cia trabaja sin pausa en el gran. columbario de los co ‘
Ceptos, el cementerio de la intuicion; construye at
Vos pisos cada vez mas altos, cuida, limpia, renIIS tl
"2 LUCIA Plossek PREBIscy
las celdillas viejas, y se ocupa ante todo de Ilenar ese
enorme andamiaje y en poner orden en el mundo de
la experiencia, es decir, el mundo antropomorfico. Si
ya el hombre Practico ata su vidaa la razon y sus con-
ceptos a fin de no dejarse arrastrar y perderse a si mi:
mo, el cientifico construye su choza junto a la torre
de la ciencia para poder contribuir en su construccion
y hallar proteccién en la fortificacién ya existente. Y
en verdad que necesita proteccién porque hay pode-
Tes terribles que constantemente lo amenazan y que
oponen a la verdad cientifica, con los mas variados
signos, “verdades” de indole muy diferente.
Aquel impulso de metaforizacién, fundamental en
el hombre y del cual no se puede prescindir un instan-
te porque equivaldria a prescindir del hombre mismo,
no ha sido vencido, ni siquiera domado, por el hecho
de que sus volatilizados engendros, los conceptos,
hayan edificado un nuevo mundo, regulado y firme,
como una fortaleza. Ese impulso busca un nuevo cam-
po de accién y un nuevo cauce, y lo encuentra en el
mito y, en general, en el arte. Constantemente con-
funde las reglas y celdillas de los conceptos al intro-
ducir nuevas trasposiciones, metaforas, metonimias;
constantemente muestra el ansia de reestructurar el
mundo presente del hombre despierto, del modo
abigarradamente irregular, inconsecuente, inconexo,
seductor y siempre nuevo del mundo de los suefios.
De hecho, ya el hombre despierto sélo se da cuenta
de que esta despierto gracias a ese tejido regular y
firme de los conceptos, y llega a creer que suefia cuan-
do el arte desgarra ese tejido conceptual. Pascal tiene
razén cuando afirma que si todas las noches tuviéra-souk VERDAD Y MENTIRA EN SENTing ¢
i XTRAMORAL
i i 173
mos el msMO sueto acabariamos Ocupand
como de las cosas que vemos de dia: ne donas en
. a ; .
estuviera seguro de sofiar todas Jas hoch artesano
doce horas que es rey, es durante
CTEO yo, dice P;
i ‘ascal, que seri
tan feliz como un rey que todas las aera vate
doce horas sofiara que es un artesano”, El dia ae
. cido,
un pueblo al que .
de P q 5 conmueve Y excita el mito, por
ejemplo el de los mas antiguos griegos, es Por el pi
é » eS, TO
io permanent i oo.
dig io : emente vivo que implica el mito,
mucho y cmiejamite al suefio que al dia del sobrio
pensador cientifico. Cuando un arbol puede hablar
como ninfa 0, cuando bajo la piel de un toro, un dios
puede seducir a una virgen; cuando de pronto se pue-
de ver a la misma diosa Atenea en compaiiia de
Pisistrato en un hermoso carro por la plaza de Atenas
-y asi lo creia el honrado ateniense- entonces, en cual-
quier instante, como en el suefio, todo es posible, y
toda la naturaleza revolotea alrededor del hombre
como si sdlo fuese la mascarada de los dioses que se
divierten en engajfiar al hombre tomando diferentes
figuras.
Pero el hombre mismo tiene una irresistible ten-
dencia a dejarse engafiar, y se siente como hechizado
de felicidad cuando oye al rapsoda que Je relata cuen-
tos épicos como si fueran reales, 0 cuando el actor
representa en la escena al rey de modo mas regio que
en la realidad. El intelecto, ese maestro de la simula-
cién se siente libre y relevado de su servicio de escla-
Vo si puede engaiiar sin perjudicar Y entonces celebra
sus satumnales; nunca se muestra mas exuberante, me
Tico, mas orgulloso, mas diestro y mas audaz. CO!14 Lucia PlossEk PREBISCH
deleite creador entremezcla las metaforas y cambia
de sitio los mojones puestos por la abstraccién, de
modo tal, por ejemplo, que al rio caudaloso lo !lama
“el camino que anda”.
Ahora se desprende del estigma de la servidum-
bre: antes, con melancélica solicitud, se esforzaba por
indicarle, a un pobre individuo con deseos de vivir, el
camino y las herramientas, como un criado que por
servir a su sefior ejerce el saqueo y el robo; pero ahora
se ha convertido en sefior y le es posible presentar un
rostro sin expresion de indigencia. Comparando con
lo que antes hacia, todo cuanto hace ahora lleva el
sello de la simulacion transfiguradora, y no ya el de la
desfiguracién. Copia la vida humana, pero la toma
como cosa buena, y parece entregarse muy feliz a ella.
Toda aquella enorme armazon y aquel enorme tingla-
do de conceptos donde busca salvarse, aferrandose el
hombre indigente a lo largo de la vida es para el inte-
lecto liberado slo un andamio y un juguete para sus
audaces obras de arte; y cuando los destroza, los con-
funde, los recompone irénicamente, apareando los ele-
mentos mis extrafios y separando los mas vecinos,
manifiesta que ya no necesita de aquel recurso
provisorio, propio de la indigencia, y que ahora ya no
lo guian los conceptos sino las intuiciones. A partir
de estas intuiciones, ningun camino conduce regular-
mente a la tierra de los esquemas espectrales, de las
abstracciones: la palabra no esta hecha para ellas, el
hombre enmudece al verlas, o bien habla en puras
metaforas prohibidas 0 en inauditas asociaciones de
conceptos; por lo menos, al destruir y ridiculizar lasVERDAD Y MENTIRA EN 5)
SOBRE EN SENTIDO Ex.
TRAMOR,
AL
175
yiejas barreras conceptuales Corresponde asi q
creador a la impresién de la Poderosa intyj le modo
momento. icion del
ua ay Gina a que el hombre Tacional y e] hy
bre intuitivo conviven, el uno angustiado ante ved
tuicion, el otro mofandose de la abstraccién: ¢] at
mo es tan irracional como el primero antiattistico,
Ambos pretenden dominar en la vida: éste en Ja a
dida que sabe salir al encuentro de las principales ne-
cesidades mediante la prudencia, el calculo, el méto-
do, aquél en la medida en que, como un “héroe super
alborozado”, no ve tales necesidades y toma como real
unicamente la vida transmutada, mediante la simula-
cién, en claridad y belleza. Cuando el hombre intuiti-
vo, como en la mas antigua Grecia, es mas poderoso
y triunfador que su enemigo en el manejo de sus ar-
mas, puede constituirse en caso favorable una cultura
y fundarse el predominio del arte sobre la vida; aque-
lla simulacién, aquella negacion de la indigencia, aquel
esplendor de las intuiciones metaféricas y, en gene-
ral, aquella inmediatez de la jlusion acompafian a to-
das las manifestaciones de esa clase de vida. Ni la
casa, ni el andar, ni la vestimenta, m1 el cantaro de
barro delatan el haber sido inventados por la neces
dad; pareciera que en todos ellos debiera expresase
una dicha sublime, una serenidad olimpica Y hasta un
jugar con la seriedad. Mientras que el hombre guiado
Por conceptos y abstracciones, por ese medio, no a
sino conjurar la desdicha, sin alcanzar con las a!
tracciones la felicidad; mientras pretende liberarse
lo posible de dolores, el hombre intuitive, situado ei
medio de una cultura, con sus intuiciones, mas a!|
176 LUCIA Plossexk PReBiscy
del rechazo del mal, experimenta una continua fluencia
de claridad, Serenidad, liberacién. Es cierto que cuan-
do sufre, sufre mas vivamente, y sufre mas a menudo
Porque no sabe aprender de la experiencia y siempre
vuelve a caer en el mismo pozo. Es igualmente irra-
cional en el dolor como en la dicha, se lamentaa gran-
des voces y no encuentra consuelo. {Cuan diferente
es la actitud del hombre estoico ante la misma des-
gracia, instruido Por la experiencia, que se contiene
gracias a los conceptos! El, que en otro momento sélo
busca sinceridad, verdad, libertad, ante el engafio y
proteccién ante toda sorpresa turbadora, lleva a cabo
ahora, en la desdicha, la obra maestra de la simula-
cién, como aquél en la dicha; no muestra un rostro
humano palpitante y vivaz sino una especie de mas-
cara con rasgos dignos y mesurados, no grita y ni si-
quiera altera su voz. Cuando una densa nube de tor-
menta se descarga sobre él se envuelve en su manto y
echa a andar con paso lento.