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John Henry Patterson, otra de las personas que tuvieron éxito en la vida y en los
negocios, gracias al desarrollo de sus habilidades comerciales. Hablaremos de sus
comienzos, de cómo logró montar una empresa gigante y cuáles fueron las claves
principales de su éxito.
Hasta aquí las lecciones principales que podemos extraer de uno de los mejores
vendedores de la historia. Nos hace ver también que todo el enfoque de la venta, debe
estar centrado en el cliente y no en el producto e incluso en nosotros mismos.
Dale Carnegie
Las lecciones de Carnegie, que antes de escribir el libro era un vendedor pobre,
han demostrado su condición de atemporales, pudiéndose aplicar tanto a la vida
como a los negocios. Pero, sobre todo, “Cómo ganar amigos e influir sobre las
personas” puede concebirse como un manual de persuasión y comunicación
efectiva. En cualquier caso, el libro es un referente ideal para convertirse en un
líder eficiente y carismático.
Carnegie descubrió que las personas más influyentes del mundo practicaban tres
hábitos o estrategias diariamente:
Esto, lógicamente, no significa que haya que aprobar el trabajo mal hecho, sino que
la humillación, la infravaloración y el desprecio no van a resolver los errores
cometidos.
La clave pasa por expresarse en términos positivos, inclusivos y estimular la resolución
de un conflicto apelando a la colaboración y señalando las cualidades positivas del
interlocutor. Con esta dinámica, una situación que podría resultar tediosa se convierte
en un reto y en una oportunidad de aprendizaje. En vez de un empleado hastiado,
será un empleado motivado.
Desarrollan la empatía
En su libro, Carnegie destaca que la única manera que existe de influir en otras
personas es hablándoles de lo que ellos quieren y mostrarles cómo conseguir lo que
anhelan.
Henry Ford sostenía que el secreto del éxito radicaba en la habilidad para ponerse en
la piel de las otras personas y ver las cosas desde el punto de vista de los demás con la
misma facilidad que tenemos de observarlas desde nuestra propia perspectiva.
Para ser una persona empática es crucial entender por qué alguien actúa de la
manera en que lo hace.
Elmer Wheeler
Elmer Wheeler está considerado como uno de los más grandes (sino el mejor)
vendedores de América de toda la historia, además de ser uno de los pioneros de la
persuasión.
Hoy en día muchas empresas de marketing siguen sus enseñanzas a pesar de que ya ha
pasado más de medio siglo desde que revolucionó en mercado de la publicidad.
Si quieres conocer más sobre sus enseñanzas, aquí tienes unos cuantos libros.
Elmer Wheeler, gran maestro de la mercadotecnia, destacó por encima de todo por
acuñar miles de frases (incorporadas en campañas publicitarias) que hacían a sus
clientes incrementar sus ventas significativamente, una y otra vez.
Es muy conocida su propuesta: "don't sell the steak, sell the sizzle" (No vendas el
filete, vende el chisporroteo). Con esta sentencia, Elmer quería significar lo que hemos
estado hablando: No hables de características, habla de beneficios.
Wheeler encontró la manera de que uno de sus clientes vendiera más huevos. En lugar
de preguntar "¿Quieres un huevo con esto?", el empleado le preguntaba "¿Un huevo o
dos huevos?" mientras sostenía un huevo en cada mano. ¿El resultado? Siete de cada
10 clientes añadieron al menos un huevo a su pedido.
Así que con “Watch your bark!”, Wheeler nos recuerda que no es sólo lo que dices,
sino cómo lo dices. Para los redactores publicitarios, eso significa mantener el tono de
su texto conversacional y atractivo. Para cualquiera que se dedique a las ventas
significa que deben de cuidar mucho el tono y el cómo.
Joe Girard
Joe Girard trataba a los clientes como Reyes, les hacía sentir importante, cuando un
cliente compraba un coche sabía que si el coche tenía algún problema con una llamada
tenía a sus disposición un servicio de reparación inmediato.
Joe entendía que no hay que hacer ventas, sino clientes, enviaba por correo 13 tarjetas
anuales a cada uno de sus clientes, incluso a quienes no les habían comprado,50
clientes le respondían mensualmente con mensajes de agradecimiento y referidos.
Joe era muy disciplinado y perseverante y esta labor de siembra (16.000 tarjetas
escritas a mano enviadas anualmente) le abrió un hueco en la mente de sus clientes,
de tal manera que cuando tuvieran la necesidad de comprar un coche pensarían
inmediatamente en Joe.
A pesar de la época, Joe tuvo la habilidad de obtener una red de contactos importante,
ya que aparte de tratar muy bien a sus clientes, a estos les solicitaba contactos que
pudieran estar interesados.
Digamos que era una versión temprana de programa de afiliados, Joe pagaba 25$ a la
persona que le traía un cliente, tenía un ejército de colaboradores desde bancos,
peluquerías y talleres de reparación.
Joe entraba a las peluquerías y entregaba sus tarjetas a los peluqueros, les decía que
por cada venta que realice, a un cliente que haya venido con esa tarjeta, el peluquero
recibiría una comisión. Todo un ejércejército de personas trabajando para que Joe, siga
vendiendo más y más.
Tom Sant