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De manera general, crítica se refiere a un juicio que puede ser objetivo o subjetivo.
La crítica objetiva o científica es aquella que hace una evaluación con criterios objetivos
sobre un determinado informe o tarea.
La crítica subjetiva es aquella que expresa una opinión sin esconder un punto de vista
particular.
Crítica también puede indicar un momento de mucha gravedad. Generalmente, se asocia
al punto de mayor vulnerabilidad o más delicado en las situaciones de crisis.
Como criterio general, la crítica positiva debe estar basada en una observación objetiva de
un equipo o individuo cuyo comportamiento se desvía del estándar o del proceso.
La motivación para dar a conocer esta opinión debe ser el bien común y la prevención de
problemas potenciales.
La crítica se debe dar a conocer al mismo equipo o individuo en donde se detecta el área
de oportunidad, o a su jefe directo.
Será indispensable que el que reciba la crítica no lo vea como algo personal, sino como
algo que beneficiará al equipo de trabajo. Asimismo, para que pueda funcionar
exitosamente, se requerirá por parte de los individuos involucrados entre otros: altura
intelectual, visión de la problemática actual y futura, des-personalización, unidad de
dirección y humildad por parte de todos los involucrados.
Aunque hay que ser razonables, en la actualidad esta pasa a llamarse observación, es decir
que si va a corregir o hacer ver un error en otra persona, lo que se hace es una
observación, no como comúnmente la llamamos crítica constructiva.
Fomentar su uso como moderador o líder de grupo puede tener los siguientes efectos
positivos:
Hacer y recibir críticas es una estrategia básica para solucionar los problemas y los
conflictos personales; se trata de una habilidad social que todas las personas podemos
aprender, mejorar e incorporar en nuestro repertorio de conducta.
La mayoría de nosotros ante una crítica nos sentimos atacados; y casi de forma
automática ponemos en marcha nuestros mecanismos de defensa.Es decir, en lugar de
escuchar, reflexionar y extraer lo positivo que nos podría aportar la opinión de la otra
persona, pasamos rápidamente a contraatacar, y muchas veces de manera poco
adecuada.
¿Cómo formular críticas sin que la otra persona se ponga a la defensiva?
En primer lugar tenemos que ser conscientes de que nuestras propuestas de cambio no
siempre serán recibidas con agrado. En general, nos cuesta aceptar que nuestra forma de
hacer las cosas no tiene porque gustarle a todo el mundo; además, también hay que tener
en cuenta, que en el ser humano uno de los mecanismos más automatizados es el de
la resistencia al cambio.
Pero aún así, es importante recordar que todos tenemos derecho a expresar y exponer
nuestras opiniones, aunque eso sí, de una manera adecuada.
Como norma general, a la hora de hacer a alguien una crítica nos basaremos en
aspectos en los que el otro pueda mejorar; y las haremos siempre en privado.
Para formular críticas sin que la otra persona se ponga a la defensiva hay que tener en
cuenta los siguientes aspectos:
Controla el lenguaje no verbal, el tono de voz, los gestos, las muecas, los
ademanes. Un gesto o el tono de voz puede echar al traste el mejor mensaje que
se quiera transmitir.
¿Cómo encajar las críticas sin sentirnos mal y aprovecharlas para mejorar?
Vamos a partir de la premisa de que todas las críticas son constructivas, al menos hasta
que se demuestre lo contrario. La ventaja de hacerlo así, es que por una parte, nos
permite sacar todo el partido de las opiniones que realmente sean constructivas, y, por
otra, desarma en gran medida a la persona que realiza la crítica destructiva, ya que no
entraremos en su juego.
Se trata de preguntar al que critica sobre aspectos que no nos estén quedando claros o
en los que se está siendo demasiado general. Por ejemplo: «¿Qué quieres decir
exactamente con eso de que no se puede contar conmigo para nada?».
Con este enfoque conseguiremos que la persona que nos crítica prescinda de los quejas
vagas y pase a hacer peticiones más concretas y reales.
La ventaja de utilizar la interrogación es que nos permite obtener la información necesaria
para averiguar cómo responder a la persona que hace la crítica. La desventaja, es que es
una táctica provisional, simplemente aclara la comprensión de la intención y las
pretensiones del otro, aún tendremos que decidir cómo contestar a la crítica.
Una vez tengas claro, si la otra persona tiene razón al hacerte la crítica; si te puede
ayudar en algo su comentario; o si por el contrario simplemente se trata de un ataque
personal; será el momento de contestar, para ello te serán de gran utilidad dos técnicas
asertivas:
Hacer y recibir críticas equivale a asumir que no siempre podemos estar de acuerdo en
todo; que es posible que surjan situaciones tensas con los demás y que para afrontarlas
eficazmente tendremos que poner en marcha nuestras habilidades de comunicación.
Las malas noticias casi siempre causan malestar, tanto en la persona que la recibe como en la que
la da. Hacer que una persona conozca por nosotros unos hechos que le van a sentar mal puede
generar un sentimiento de incomodidad tan fuerte que dé lugar a malentendidos o generar
problemas añadidos.
Además, si creemos no estar preparados para dar esta noticia es posible que posterguemos
indefinidamente esta tarea para no enfrentarnos a las consecuencias indeseadas de no saber qué
decir, y esto es algo que posiblemente afectará negativamente tanto a la persona que debe ser
informada como a otras partes involucradas (por ejemplo, si trabajamos en un hospital).
Así pues, para saber cómo afrontar estas situaciones es conveniente tener claras unas pautas de
comportamiento básicas. A continuación puedes leer algunos consejos que te ayudarán a saber
cómo dar una mala noticia.
1. Pararse a pensar si somos la persona indicada para darla Este punto es básico, ya que no
conviene dar por supuesto que debemos ser nosotros los que informen de la mala noticia.
Piensa en calidad de qué podrías ser tú la persona informante, si tu rol profesional incluye este tipo
de acciones (en el caso de que estés ejerciendo una profesión al contactar con esa persona) y si no
hay alternativas mejores.
2. Pensar en nuestro propio estado emocional Para dar a conocer una mala noticia es bueno tener
en cuenta cuantas más variables posibles. Por eso, es bueno pararse a reflexionar, aunque sea
brevemente, acerca de los sentimientos que genera en nosotros esta noticia. De ese modo
ganaremos un cierto control sobre la situación, ya que conoceremos mejor las actitudes y
pensamientos entorno a esa noticia por parte de uno de los dos agentes que van a estar involucrados
en el diálogo: nosotros.
Si juzgamos que estamos demasiado implicados emocionalmente con la información que vamos a
dar, podemos plantearnos volver al punto 1 y pensar en otras personas para comunicar la mala
noticia.
4. Elegir bien el momento Cuando des la mala noticia, es importante que la otra persona pueda
concedernos toda su atención y que no lleve consigo una carga emocional intensa derivada de
las actividades que ha estado haciendo recientemente. Por eso, si es posible, elige bien el momento
en el que la otra persona no esté ni muy estresada ni especialmente excitada por cualquier
circunstancia, ya que esto podría hacer que la noticia tenga un mayor impacto emocional y que ese
momento vaya a recordarse como una experiencia aún más desagradable.
Si no es posible elegir un momento en el futuro a corto plazo para informar a la otra persona, deja
claro desde el principio que tienes algo importante que decir: no empieces hablando de otra cosa.
Por otro lado, al estar sentada la otra persona no caerá al suelo si se desmaya o nota que pierde
fuerzas momentáneamente debido a su estado de ánimo.
8. ¿Tocar, no tocar...? A no ser que seamos alguien muy cercano a la otra persona, es preferible
no tocarla con la mano o el brazo justo antes de darle la noticia, ya que esto podría hacer que se
estrese muy rápido y que no pueda concentrarse bien en lo que estamos diciendo. Podemos hacerlo,
si lo creemos conveniente, después de haberlo comunicado, para confortarla.
9. Empezar contando lo más importante, aunque sin brusquedad Es fundamental que empieces
hablando sobre la información que debes dar, sin rodeos, ya que eso enrarecerá el ambiente y será
incoherente con todo lo que has hecho antes (acciones que van enfocadas a expresar la importancia
de ese momento). Sin embargo, es preferible que transcurran unos pocos segundos entre que
empiezas a hablar y el momento en el que se nombra la peor parte de la noticia, para introducir
gradualmente el tema. Es por eso que no es bueno resumir la noticia en un sólo titular de periódico.
Una vez hayas dicho lo importante, puedes contar los detalles después si crees que es oportuno y la
otra persona está en disposición de seguir escuchando.
10. Utilizar un lenguaje neutro y dar la información objetivamente Lo que vamos a decir es
muy importante, de modo que lo mejor es no "prefabricar" un punto de vista o un estado de
opinión que vayamos a imponerle a la otra persona. Dar una mala noticia es algo que tiene
sentido porque la otra persona necesita conocer una información relevante y asimilarla a su manera.
Además, dar los datos junto a nuestra opinión o punto de vista puede ser una manera de ocultar
cosas o dar una información sesgada, aún cuando no nos demos cuenta, ofreciendo normalmente
una noticia demasiado optimista.
11. Reformular lo ocurrido, si se puede Una vez se ha dicho lo importante, podemos ofrecer un
punto de vista que complete la información anterior, abriendo un abanico de posibilidades más
esperanzador. Sin embargo, es muy importante hacer esto sólo si se está siendo realista al plantear
estas expectativas y realmente creemos en lo que estamos diciendo.
La sinceridad y la transparencia son fundamentales.
12. No implicarse emocionalmente si no es para confortar a la otra persona
En los momentos en los que damos la noticia, debemos velar por el bienestar de nuestro
interlocutor. Por eso conviene distanciarnos lo suficiente como para que no tengamos que
exteriorizar nuestros propios sentimientos y sea la otra persona la que pueda gestionar los suyos.
Esto puede hacerse, por ejemplo, no reaccionando negativamente si la otra persona nos culpa de
lo ocurrido o si se enfada con nosotros sin ningún motivo.