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NARRACIONES
SEMANALES:
UNA MIRADA LITERARIA
Las narraciones que voy a analizar en este libro son
casi contemporáneas de la vanguardia. Sin embargo,
resulta dificil imaginar un lugar donde pudieran ha-
berse cruzado El tamaño de mi esperanza de Borges con
La Novela Semanal o La Novela del Día. Su contempora-
neidad real parece, desde el punto de vista literario,
ilusoria. Producidas desde lugares diferentes, con es-
téticas diferentes y para públicos también diversos,
plantean muchos problemas. El primero: <por qué
interesarse en ellas?
Las librerías de viejo, los repertorios de los colec-
cionistas, los ficheros de algunas bibliotecas prueban
con su abundancia que, cuando hablamos de la lite-
ratura, realizamos, por lo general en silencio, una se-
lección en la masa enorme de los textos. Afuera caen
los miles de páginas que la historia, las modas, el gus-
to y sus instituciones no han incorporado a sus siste-
mas. Sucede, sin embargo, - que
- esos libros, folletos y
revistas crearon una peculiar densidad del campo li-
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_--_ Se-fF2TaaG7a misma atmósfera poblada en la


&-ario.
que hoy discutimos con intensidad una novela que
dentro de treinta años pertenecerá quizás a ese depó-
sito enorme y desordenado de las bibliotecas. Si la li-
BEATRIZ SARLO El impem'o de los sentimientos

teratura pasada puede contemplarse como una anto- la en una exaltación acrítica, ue llega a legitimar su
logía de las grandes obras, es sabido que la literatura
L-
existencia por el círculo e ~ 0 1 o ~ i c o ~ ~ Ü ~
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presente se parece más a un flujo donde no se han -V
mo cultural: si la gente las leía, habría que..--.....
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demostrar
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realizado todavía cortes. que


_ tenían-.a l ~""de o".."bueno.
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Me preguntaba entonces si era posible pensar en Hay que reconocerlo desde el principio: según -
presente a estas narraciones semanales del pasado. En- nuestros gustos literarios (quiero decir, los de un crí-
tre 1917 y 1925 (éstos fueron años de apogeo), circu- tico de literatura o los del p&blico "culto" de este últi-
laron en varios cientos de miles de ejemplares y, a su mo tramo del siglo XX), las narraciones semanales
manera, respondieron a las necesidades de un públi- son candorosamente insuficientes. Hecha esta com-
co al que, por otra parte, contribuyeron a formar. Son probación, es posible que una parte significativa de la
responsables, con otras publicaciones, de la densidad cultura consumida por sectores medios y populares
del campo, aunque ocupen una zona particularmen- urbanos parezca destinada solamente al análisis socio-
te ciega a los cambios estéticos o ideológicos produci- lógico. El infierno de la mala literatura: expulsada del
dos en los años veinte. Alguna de las revistas de la universo estético, paga allí eternamente sus culpas.
vanguardia las llamó literatura de barrio, de pizzería Tuve un movimiento opuesto, cuya validez este
y de milonguitas. libro intentará justificar. Si una perspectiva histórico-
Quizás este juicio de la revista Martín Fierro des- social es indispensable (especialmente en los capítu-
pertó del todo mi curiosidad sobre ellas. Eran efec- los sobre el público, las ediciones y sus autores), quise
tivamente literatura de barrio y también literatura hacer, al mismo tiempo, una lectura no condescendien-
predominantemente para mujeres o adolescentes y te desde el pun.to de vista textual. Estas narraciones
jóvenes de sectores medios y populares. La cultura existieron y fueron leídas porque habían resultado
argentina ha demostrado ser particularmente densa de un proceso (posiblemente más fácil que arduo) de
en este nivel y en estos espacios. Me pregunté enton- escritura. Podían entonces ser consideradas con
ces por qué plantear siempre la clásica oposición de algunos de los instrumentos que la crítica y la historia
los años veinte, por qué sólo Boedo-Florida, cuando literaria aplican a los productos de la cultura alta. En una
la textualidad desborda evidentemente los limites de palabra: quise tratarlas c m literaturayno como el soporte
esta topología simple. Acostumbrada a organizar la li- KaBTe7aTensoñaciones
---_
romanticas o
- .---
perversas
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"- -1-1.

teratura desde las rupturas, desde el cambio (esto es: de sus lectores
--
pretéritos.
.-- - ""-- Con esta perspectiva se es-
desde la modernización y las vanguardias), me intere-
sé en el problema de cómo leer una literatura que se
remite toda al pasado: por la elección de su sistema
l. Fuera de este circulo epistemológico quedan los excelen-
narrativo, por su discurso, por sus temas; y cómo lo- tes trabajos de Jorge B. Rivera, un pionero en el estudio de la li-
grar abordarla sin suficiencia elitista ni sumergiéndo- teratura de folletín en la Argentina.

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BEATRIZ SARLO El imperio de los sentimientos

cribieron los capítulos sobre el sistema de los textos, o geográfico,


- sino por su perspectiva única, su
los códigos del cuerpo y la mirada, el modelo de la problemática obsesiva y a la vez simple, su incapaci-
felicidad y sus figuras semánticas. dad (feliz) de aferrar l a conflictualidad estética e
Quisiera aclarar acá que no :estoy proponiendo una ideológica.'
reivindicación póstuma que estos textos, por otra parte,
no necesitan. Fueron textos de la felicidad (aunque
narraran la desdicha) y les dieron felicidad a sus lectores.
También produjeron otros efectos, de los que me
ocupé especialmente en el capítulo sobre el lector.
Como textos de la felicidad, también se ven afec-
tados profundamente por el conformismo. Asistidos -a"-.- "

por una certidumbre: el amor es la más interesante de res casi fuera del arte, pero es innecesario mencionar
las materias narrativas, diseñan un vasto pero monó- que una buena parte de la literatura "culta" fue escri-
tono imperio de los sentimientos, organizado según ta, en el pasado, también con la reiteración de lo co-
tres órdenes: el de los deseos, el de la sociedad y el de nocido.
la moral. Estos órdenes deben entrar necesariamente Escritas cuando la literatura psicológica ya había
en conflicto para que las narraciones sean posibles. Y producido sus grandes novelas, estas narraciones son
en estos relatos, cuando los deseos se oponen al orden regionales por su persistencia en la presentación de
social, la solución suele ser ejemplarizadora: la muer- una misma temática. Se trata de un movimiento de la
te o la caída. subjetividad: el amor, el deseo y la pasión. Hablan así,
Su modelo de felicidad es moderado y se apoya de algún modo, de las expectativas de su público.
sobre dos convicciones. Que existe, en primer lugar, Aunque el mundo representado es el de los afectos,
una felicidad al alcance de la mano, anclada en el no debe buscarse en estas narraciones un análisis re-
desenlace del matrimonio y la familia; que, en segun- finado de la pasión. Relatan la historia sencilla que va
do lugar, el mundo no necesariamente debe ser cam- desde el flechazo a la consumación del amor o su frus-
biado para que los hombres y las mujeres sean felices. tración. Personajes regidos únicamente por esta pa-
Los dos grandes temas de la literatura del siglo XIX: sión, las mujeres de las narraciones semanales ignoran
la insatisfacción frente a la felicidad mezquiiia de la otra vacilación que no sea la de entregarse o resistirse
vida cotidiana y la oposición entre individuo y mundo
social están atenuados hasta la ausencia en las narra-
ciones semanales. 2. La idea de este tipo de regionalidad me es sugerida por
Me gustaría llamarlas, por eso, narraciones regzonales. el ensayo "Region and Class in the Novel", de Raymond Williams,
No lo son, claro está, desde un punto de vista lingüístico incluido en Wm'tingin Society, Londres, Verso, 1983.
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al amante, vacilación originada en el temor a las con- las consecuencias que trae haberse entregado a ellas.
secuencias fatales. Iguales y repetidas, forman un Son mujeres cuyomundo está todo centrado en el
mundo de dos con el ser amado. La sociedad puede deseo, un impulso ininterrumpido que las mueve
oponer obstáculos a la felicidad de este mundo ínti- desde el comienzo al fin de los relatos. En síntesis,
mo, pero la literatura semanal no se plantea la des- mujeres con largo tiempo (narrativo) para el amor,
trucción o el cambio de sus reglas más crueles. algo de lo que, quizás, no disponían del todo sus
La cuestión femenina aparece en estas narraciones lectoras populares.
sólo como cuestión de los afectos. Sin embargo, el lu- Una figura
-..-,-
de mujer se repite .a" "lo- largo de estos
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gar de la mujer es narrativamente exaltado, porque se relatos: e7 de la bella pobre, alguien que merece mejor
la presenta como señora (aunque también esclava) de
pasiones arrolladoras: rodeada por las solicitudes del
futuro amante, el personaje femenino es objeto de (que forma también parte de la literatura de folletín
atenciones y cuidados. Una vez que se ha fijado su lu- y que Dickens no desdeñó) es compartido por la lite-
gar, se lo convierte en objeto amado dulce o apasiona- ratura sentimental y por el cine, recorriendo la narra-
damente, aunque también en objeto sobre el que se tiva semanal como uno de sus hilos conductores. La
ejerce la crueldad o el abandono. Comparado con las bella pobre puede ser el eje de apasionantes tramas,
situaciones reales de la vida de sus lectoras, el mundo porque al no tener otras armas que las de su belleza,
de las narraciones se muestra más seductor. En él, las se arroja al mundo en una lucha desigual y se convier-
mujeres son mejor tratadas, sus sentimientos, aunque te en protagonista de las aventuras del sentimiento
manipulados, son más importantes para los hombres, vivido bajo condiciones adversas. Si su destino desdi-
sus gustos e inclinaciones parecen más respetables. chado es previsible y confirma expectativas sociales, su
Reinas o cautivas, están siempre en el centro del im- eventual victoria sobre las desigualdades injustas es
perio de los sentimientos. consuelo y ejemplo de lectoras, probablemente tam-
Por otra parte, el relato representa a las mujeres bién pobres, aunque quizás no tan perfectamente
casi siempre lejos del cúmulo de repetidas tareas coti- bellas.
dianas que constituían la rutina de la madre de fami- El placer aparece doblemente en estas narracio-
lia, de la hija soltera, de la empleada o la costurera. nes. En primer lugar, porque una inflexión erótica las
Pasan como sombras por el mundo del trabajo, que recorre. El amor físico es peligroso antes del matrimo-
no aparece tematizado, y se presentan libres de las tareas nio y suele conducir a la desgracia a la joven soltera;
que encadenan su servidumbrereal. Desde la perspectiva sin embargo, cuando ésta se entrega, puede vivir ins-
de sus lectoras de capas medias y popbdares, son tantes de goce (que jamás olvidará, excepto que el
mujeres felices aunque su destino sea la desdicha, por arrepentimiento los ocluya).Fuertemente erotizadas,
la frustración de sus pasiones o por tener que pagar y muchas veces condenadas por los moralistas de la
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época a causa de este mismo rasgo, las narraciones Es también el mundo del cine, de los consejeros sen-
semanales cultivan el erotismo del lugar donde el ves- timentales, de los horóscopos: espacios de una ima-
tido se entreabre: el erotismo del lenguaje de las mi- ginación regulada, que no pretenden reflejar las
radas, de los roces, de las caricias furtivas, de los besos regulaciones reales.
robados que anticipan y potencian el placer de la en- Las narraciones semanales no fueron escritas des-
trega. La ensoñación de la honesta muchacha lectora de la perspectiva del realismo. Su éxito tiene que ver
o del muchacho adolescente que imagina el amor, con las necesidades diferenciadas a las que responden
encuentra una respuesta en este erotismo permitido los productos de una cultura consumida por sectores
en un momento del relato, aunque luego resulte fu- medios y. populares.
- - Como los lectores 'cultos', los
nesto para el destino final de los personajes. populares también buscan en la literatura ese lugar de
En segundo lugar, el placer que estas narraciones la ensoñación, de la evasión o de la aventura. No siem-
proporcionan a sus lectores es el del fluir ininterrum- pre es el 'gran
- arte', ese que tiene una relación dificil
pido: fáciles, rápidas, legibles, son la imagen misma de pero permanente con la verdad, el que puede satisfa-
la felicidad narrativa. Una felicidad construida en una cer estas necesidades. No se trata de hacer la apología
relación lisa y llana con el lector, al cual habitúan a sus de la literatura trivial, sino más bien de preguntarse
figuras de clisé que, de todos modos, producen el por qué, bajo formas y con estéticas diferentes, persis-
efecto de lo poético, evocan el prestigio y el plus esté- te desde mucho antes de que se la hubierajuzgado un
tico de la literatura. mero producto de la demonizada industria cultural.
El mundo de estas narraciones coloca sus obstácu- Desde estas perspectivas intenté responder a la
los frente al amor, pero nunca es presentado como un pregunta inicial: ¿por qué interesarse en estas narra-
espacio social o político que deba ser transformad6 ra- ciones? Hay también otros motivos. Su estudio supo-
dicalmente. No les imponen a sus lectores la tensión nía un desafio metodológico, por varias razones. &
incómoda de enfrentarlos con una realidad repre- ~lanteabareconstruir el horizonte de expectativa de
sentada como colectivamente injusta y, por lo tanto,
como posible escenario de prácticas que tengan como
fin cambiarla. Individualista, el mundo representado
es injusto sólo puntualmente: frente a esta muchacha ser contestada por completo, ya q;e sobre esta litera-
que, por ser bella pero pobre, no puede ocupar el lu- tura sus lectores no produjeron otros textos: privilegio
gar que de otro modo le estaría naturalmente destina- reservado casi siempre a los lectores y escritores cultos.
do. Los lectores, que probablemente conocieran por Pero quedaban huellas, en otras zonas de la literatu-
experiencia otros aspectos muy distintos de una rea- ra, en la forma en que estos relatos eran presentados
lidad no representada en los relatos, deben haberse a su público, en la reconstrucción del circuito que pu-
sentido agradecidos frente a este descanso ficcional. dieron haber recorrido, desde el kiosco o el vendedor,
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por todo el barrio. Estos relatos, por supuesto, se la pena volver en una consideración más global del
integraban en un espacio cultural más amplio y más sistema literario medio y popular, que espero encarar
rico, que incluía no sólo formas discursivas sino en el futuro.
también prácticas, tramas institucionales formales e Escrito a la medida de sus lectores, el discurso de
informales, animadas, muchas veces, por iniciativas estas narraciones proporcionaba a la vez la ilusión de
propias quizás tan interesantes como las emanadas la literatura y la facilidad de un sistema basado en un
de la industria editorial, del teatro, del cine o el elenco reducido de principios estéticos, que una fre-
periodismo. cuentación de los textos permitía captar de manera
Mi trabajo se ha detenido exclusivamente en una rápida. Gustaban porque estaban construidos para
dimensión literaria de este mundo cultural medio y gustar, pero también para competir con otros bienes
popular. Pero al pensar desde y en esa dimensión, tra- y discursos que circulaban en el mundo medio y po-
té de mantener presente la idea de que estos textos pular. Trabajaban con un nivel muy reducido de incer-l
circulaban en espacios sociales concretos, donde, por l
tidumbre y, en este sentido, iban al encuentro de,
otra parte, producían algunos de sus efectos. Entre lecturas realizadas desde disposiciones estéticas y há-
ellos, uno que no carece de importancia: colaboraron bitos culturales no inclinados precisamente a la incer-
en la implantación del hábito de la lectura, desarro- tidumbre. Por eso son confirmatorias de los hábitos
llando y afirmando destrezas y disposiciones adquiri- de sus lectores. Pero esos hábitos, en el período de su
das en un proceso de alfabetización que es, al mismo adquisición, necesitaban de estos textos serviciales,
tiempo, una de las condiciones del éxito amplio de las dóciles a la lectura, aproblemáticos, centrados sobre
narraciones semanales. el democrático mundo de la emoción.
Su éxito también tuvo que ver con la respuesta que Opuestas a las vanguardias (que ni siquiera entra-
pueda darse a esta pregunta, que creo fue Gramsci ban en su horizonte), estas narraciones semanales
quien se planteó extensamente por primera vez: por ponían en circulación formas estéticas anteriores a las
qué gustaron tanto. Intenté responder sin adoptar del momento de su publicación. Formas extraídas de
la literatura modernista o tardorromántica que, de
todos modos, también seguían siendo recursos habi-
tuales en zonas marginales del sistema cultural alto.
mida, sobre el discurso que estos relatos proponían a Su existencia informa sobre la complejidad de los sis-
sus lectores. Los interrogué en términos de su sistema temas literarios y culturales, cuya característica pare-
de representación, de su temporalidad, del tipo de ce ser la de esta coexistencia pacífica o conflictiva de
causalidad que instalaban, de su utilización del clisé textualidades, ideologías estéticas y prácticas insti-
tomado en préstamo de la literatura "alta". Se me tucionales muy diferentes. Habla, en síntesis, de los
plantearon algunas cuestiones sobre las cuales valdría cruces de elementos de diferente temporalidad y
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procedencia. En este sentido, el estudio de las narra-


ciones semanales debería enmarcarse en ePde las for-
mas culturales complejas de una sociedad como la 11. LOSLECTORES:
argentina en un período de modernización rápida.
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