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Universidad Kennedy
Maestría de psicoanálisis
Cátedra: Lingüística y psicoanálisis
Profesor: Jean Michel Vappereau
Clase 6 11 de octubre de 2013

En las dos últimas lecciones precedentes hablamos de porqué el inconsciente


es la condición de la lingüística, y luego también tratamos la semana pasada
por qué no se puede practicar el psicoanálisis a distancia – por teléfono, por
internet, Skype, por escrito, por correo; es la misma razón por la que no se
puede practicar el psicoanálisis en una institución, que está siempre ligada a un
reglamento, a una constitución, un texto escrito. Mientras que el psicoanálisis
está también fundado por un texto escrito, la obra de Freud, y luego los
escritos de Lacan. También los pedazos, los fragmentos del Seminario que
podemos encontrar de manera diversa.

Pero el discurso analítico no es una institución, porque justamente está esta


dimensión de la palabra hablada, y las instituciones están ligadas a esta
dimensión de lo escrito: reglamentos, constituciones. El derecho y el derecho
administrativo. Mientras que el discurso analítico se apoya, también, sobre
textos, pero que no son reglamentos. Son del orden de una doctrina, algo que
podría, como lo dijo Lacan en su enseñanza, devenir una teoría en cualquier
momento, pero que jamás deviene una teoría.

Porque el discurso del psicoanálisis tiene esa cualidad, la de no ser una teoría,
pero que puede volverse una teoría en cada instante. Éstas son
consideraciones que hacen que la cura sea una institución, instituida por el
habla y por el analizante, y que no tiene otros principios más que el discurso
analítico.

Evidentemente los analistas y los analizantes están muy molestos por todo
esto, porque están acostumbrados - por haber sido educados, en los países

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donde el psicoanálisis apareció por primera vez - a instituciones que llegan


hasta la familia. En la época de Freud todavía el matrimonio era la ceremonia
que fundaba la familia. El matrimonio no es el (conjugeaux), el matrimonio es
también una cuestión de texto escrito, de contrato. Por el contrario, hay países
donde reina la escritura, donde hay familias que se sostienen todavía de la
palabra hablada, aunque en general eso da mafias. Porque en los países donde
la escritura es dominante - como en los países latinos, o chinos, allí la escritura
es muy importante - seguramente que hay allí instituciones de la palabra
hablada, pero eso vuelve a todos rápidamente delincuentes. No se puede en
esos casos hablar verdaderamente de instituciones, es discurso.

Luego tienen civilizaciones del habla que existen todavía, no solamente entre
los indios del Amazonas. También en toda África. Y allí las coerciones son muy
rigurosas. Es eso lo que hay que llegar a pescar de la transferencia. Hay que
estar un poco loco para llegar a pensar que porque no hay reglamentos eso es
la libertad. A veces es peor como coerción. Es lo que se llama por ejemplo el
Superyo.

Entonces hay dos maneras de atemperar al Superyo, ya sea por textos


reglamentarios, o bien por la no locura. O sea la responsabilidad, el
compromiso del sujeto. Para eso Uds tienen un gran texto muy precoz de
Lacan llamado “Acerca de la causalidad psíquica” donde trata esta cuestión.
Freud tropezó con esta cuestión del Superyó. En “El malestar de la Cultura”,
por ejemplo dice que esta cuestión del Superyo es muy complicada. Es un
texto muy subversivo, donde explica que el Superyo es una instancia integrada
para atemperar justamente las tendencias criminales y sexuales, ahí hay
entonces una referencia al Edipo, por ejemplo, la cuestión del sexo y de la
muerte. Pero Freud continúa diciendo – y ahí todos paran de leer, porque
todos dicen, hay que renunciar a las malas tendencias, y actualmente llega
hasta el hecho de fumar cigarrillos. Hay que renunciar a todas las tendencias,
no hay que ser anoréxico, no hay que ser adicto. Pero el problema, y es lo que
dice Freud, justamente, es que cuanto más uno se somete al Superyo, más
exigente se vuelve éste.

Entonces, eso va de mal en peor, y así el Superyo conduce hasta la


delincuencia. Pero Freud ya se ve detenido por la ley cristiana: amarás a tu
prójimo como a ti mismo, que es insoportable. Porque del prójimo la idea que
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uno tiene es abusar de él sexualmente y matarlo. Freud encuentra que esa


idea es completamente loca, y es Lacan que aporta la solución en “Acerca de la
causalidad psíquica.” El Superyo es una instancia loca, una pseudo instancia
además. Es una fabricación artificial, no estamos para nada obligados – es
Lacan quien nos lo explica, que el Superyo es el resultado del desconocimiento.
Cuanto más el sujeto desconoce, es decir que no quiere reconocer –
desconocer no es no conocer, es conocer y no querer reconocer – eso se llama
locura, es el alma bella de Hegel. Si quieren leer un tratado sobre la locura, en
el sentido que define Lacan en “Acerca de la causalidad psíquica”, él les
aconseja en “La subversión del sujeto y la dialéctica del deseo” que lean la
“Fenomenología del espíritu” de Hegel que dice que es una nomenclatura de la
locura. Todas las figuras de la locura están descritas allí. Pero la locura no es la
psicosis. Hay locuras neuróticas, psicóticas, perversas e incluso psicoanalíticas.
Hoy en día estamos todos en una gran locura psicoanalítica. (16.05)

P: ¿Lo que el sujeto no quiere reconocer tiene algo que ver con la castración?

JMV: No, no especialmente. Lo que no quiere reconocer es su responsabilidad.


La consigna de Freud es decir: “Ahí donde ello estaba, yo debo advenir”. En
alemán “Wo Es war soll ich werden”. ¿Qué quiere decir eso? Es lo contrario de
lo que usualmente se enseña en psicoanálisis, porque muchos analistas tienen
miedo de no tener pacientes, para ser analistas hay que tener pacientes.
Entonces hacen tener miedo a la gente para que luego se sientan
tranquilizados como si hacer un análisis sin hablar de la locura fuera una
garantía. No es verdad. Está lleno de locuras analíticas, en los hospitales, en las
calles, pero también en los consultorios. Yo encontré mucha gente joven, por
ejemplo, que vienen cuando todavía son adolescentes, y dicen: “Si yo tengo un
inconsciente, eso explica que yo tenga una serie de problemas, de dificultades,
pero no soy yo, es mi inconsciente, yo no soy responsable.” Ven entonces por
qué son importantes las entrevistas preliminares; antes de comenzar un
análisis, hay que resolver ese problema.

Reconozco que el problema es lógicamente difícil, ¿Qué quiere decir “Wo es


war”? De dónde vengo. Tengo ancestros, tengo una familia, tengo padres,
hermanos, abuelos, profesores, maestros, camaradas. Leerán al final del texto
de Freud “Introducción del narcicismo”, son toda esa gente que él enumera al
final y que vienen, justamente, a alimentar la figura del Superyo. Es una suerte
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de mezcla de toda esa gente. Él no habla ahí de Superyo, habla de una


conciencia que vigila, que es el fruto de todas esas otras autoridades. Al
Superyo Freud lo introduce recién en 1923 en “El Yo y el Ello”. Pero habla de
eso antes y después. En “El problema económico del masoquismo”.

Entonces, la cuestión es que yo estoy hecho por los otros, dependo de los
otros, lo que hago depende de los otros. Ni siquiera vale la pena hacer filosofía
con la alienación, la alteridad, habría que hablar de esto luego, pero con más
precisión. Son temas importantes que Lacan va a precisar, no es filosofía, es
psicoanálisis. Pero hay algo más simple: es que yo soy enteramente maniatado
por aquellos que me han formado. Entonces si uno está loco, si uno
desconoce, si uno dice: yo no quise nada de todo esto, yo soy bueno, todo lo
que yo hago está bien, la culpa es de los otros… Es difícil para cada sujeto que
deba tomar a su cargo todo lo que sufrió de los otros. Es eso lo que quiere
Freud: “Ahí donde eso era, donde yo estoy determinado, yo debo advenir.”
Quiero advenir responsable en tanto que sujeto, en tanto que sujetado/
dominado (assujetti). Quiere decir que debo devenir adulto.

Porque los niños, cuando nacen, cuando son pequeños, están locos, no se les
puede pedir que sean responsables; también son controlables porque son
físicamente frágiles, y hay que saber también que no hay que ser crueles con
ellos, hay que ser severos pero no crueles. No es lo mismo. Los niños están
muy interesados por la verdad, y “severo” quiere decir cortar con la verdad.
Para los niños, cuando un adulto es severo pero no cruel, es decir que dice
cosas que son asertivas, que corta, dice sí o no. No es quizás. Eso les interesa.
Lo que a lo niños no les gusta, como tampoco a los adultos, son los abusos. Hay
muchos locos que se abusan porque son adultos, son más fuertes que sus
hijos, y hacen pasar sus caprichos como la verdad.

La verdad no es lo verdadero o lo falso, la verdad es el compromiso. Si digo “sí”


o si digo “no”, puedo incluso dar cuenta de mis gustos, no es obligatorio que
todos tengan mis mismos gustos, pero puedo decir que me gusta esto o que no
me gusta esto otro.

Hay una noción extremadamente importante, los nombres del padre, son
significantes, banales para todo el mundo, pero excepcionales para el sujeto.
Pero a propósito de los nombres del padre, es la madre la que formula la

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metáfora en relación a su deseo. Entonces, la teoría del padre en Lacan es


diferente de la de Totem y Tabú. Freud tenía bastante lío con todo eso, porque
él veía que tanto en los neuróticos, como en los perversos - o en los psicóticos,
por qué no - pero los neuróticos y los perversos ya estaban completamente
devorados por el Superyo. Estaban en una situación de reivindicación, contra el
padre.

Además está esta otra cosa extraordinaria que vemos todavía hoy en el
psicoanálisis, como si los niños aprendieran por imitación su lengua; todo lo
que es lingüístico, todo lo que releva del lenguaje, necesita que el niño invente
el saber para poder adquirirlo. Eso no es la muerte del padre, no es un
asesinato, no es un crimen. Uno no aprende nada si es obediente. Por otra
parte los niños se dan cuenta de eso muy bien, se lo ve muy tempranamente
en la escuela, los niños que son, digamos, comunes, se dan cuenta que los
chupamedias, los que quieren estar cerca del profesor, están locos. Y que los
que no quieren hacer nada, también están locos. Es una forma de
desconocimiento. Ser integralmente malo o integralmente bueno es una forma
de locura.

Hacemos cosas, nos equivocamos, nos corregimos, volvemos a comenzar, son


cosas que todavía no son discutidas, comentadas, habladas, de ninguna
manera; porque hay una noción que data de Las Luces, de la filosofía de Las
Luces, de la que habla Lacan en Kant con Sade. Dice que precisamente, todos
los discursos que hablan de la libertad son locuras. No es cuestión de ser libres,
sino de devenir independientes. No participar de la servidumbre voluntaria. Y
no creer que uno es libre, siempre hay coerciones. Pero si uno se compromete
en lo que uno hace, uno puede cambiar esas coerciones.

Es eso lo que dice Freud. Ahí donde estaba, completamente maniatado, puedo
advenir. Eso es lo que propone el psicoanálisis, que Lacan precisa, no hay que
ser un alma bella, hay que comprometerse, no desconocer, reconocer que
podemos hacer boludeces. No hay tribunal en psicoanálisis, no se le pide a la
gente que confiese sus pecados, sus estupideces. Foucault creía que se trataba
de la confesión. Eso es la teoría de San Pablo, del derecho paulino, que
conduce a la tortura por el hecho de que parecería que la confesión para San
Pablo produciría la sedación del crimen. Incluso el tribunal, como la puesta en

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escena que produciría la anamnesis, la abreacción, el sujeto que va a confesar


su crimen.

Freud tenía un tío de Martha que era el gran especialista de la tragedia en


lengua alemana de su época. Entonces él había reflexionado sobre la tragedia,
por eso encontramos a Edipo, pero él cambió de doctrina. Tienen un texto de
Freud muy tardío donde explica que pasó de la rememoración a la repetición y
de la repetición a la “perlaboration”. Porque de todas maneras el psicoanálisis

no es todos esos modelos que Freud fue usando sucesivamente para poder
avanzar. Luego él abandonó ciertas construcciones porque había construido
nuevas. Así encontramos este texto de 1921, llamado “Del otro lado del
principio del placer”, donde va a descubrir la función de la repetición.

Se trata de que hay diferencia, eso es lo principal, tanto para la lingüística


como para el psicoanálisis; no podemos hablar de manera pertinente si no es
partiendo de la diferencia, incluso de la oposición. Los parecidos y lo que se
cree que son identidades, son engañosos. Lo que hace además el psicoanálisis
respecto de la lingüística, es darse cuenta que la diferencia va mucho mucho
más lejos, y llega hasta la identidad.

Todo el mundo, para tener aspecto de seriedad, quiere que la diferencia esté
marcada. Hay quien confunde esta cuestión con la cuestión junguiana; Jung va
a perderse en los arquetipos, en concepciones históricas pero confusas. Quiere
que todo eso permanezca en la cultura, pero que tenga cierto parecido con la
magia y con la brujería. Hay en él un fondo religioso, que no está en Freud, en
materia de sexo.

Freud es el análisis profano, pero en un terreno difícil, escabroso, resbaloso. Si


quieren un ejemplo que no está en el psicoanálisis, que no puede ser
sospechado de psicologista, pueden leer la obra de Panofsky, un esteta. Hizo
historia del arte. Lacan habla de Panofsky a propósito de su célebre libro sobre
la perspectiva, “La perspectiva como forma simbólica”, es muy característico
de la dificultad que hay con el psicoanálisis y con la lingüística. Panofsky había
comenzado por escribir una serie de artículos y hacer un libro que se llamaba
“Ensayo de iconología”. Se trataba de ver cómo se pueden leer las obras, qué
se puede deducir de obras de arte a la manera de la filología.

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La filología en el humanismo, son los grandes nombres, Erasmo. Cuando se


descubrió en el S.XIV que los textos griegos de los filósofos, y un poco antes,
gracias al mundo árabe, que los textos que se leían en latín de la filosofía
griega no tenían nada que ver con la filosofía griega. Era Plotino, todo el
mundo leía a Plotino. Es como actualmente en psicoanálisis, si uno traduce a
Freud, a Lacan, se transforman completamente. Es la civilización árabe,
musulmana la que va a introducir en la Europa cristiana los textos griegos en
griego. Ellos no los tradujeron al latín, los vehiculizaron en griego. Eso trastocó
completamente al mundo cristiano, especialmente católico.

Santo Tomás de Aquino marcó un corte con una nueva teología. Se pasa de
una teología de la esencia a otra de la existencia. Eso quiere decir que Dios
está en el mundo. Si Dios está en el mundo yo no tengo nada que hacer,
porque Él se ocupa de todo. Pero luego llega la teología de la existencia. Dios
existe, hizo el mundo y se retiró como un relojero que fabricó un reloj y se fue,
lo dejó andando. A partir de ese momento puedo estudiar matemáticas,
porque no van a cambiar de un momento a otro. No era el caso antes. Todo
eso Koyré lo cuenta muy bien. Él es quien habla del Dios relojero, que se vuelve
el Dios haragán, que se fue de vacaciones. El Dios del Shabbat, del “week-end”.

A partir de ahí, comenzamos a ocuparnos de cosas que antes no se hacía.


Vemos aparecer un desarrollo de las matemáticas, de la física, de la economía
del capitalismo, Marx hizo la teoría de eso en el S.XIX. Pero comienza antes, los
bancos existían antes en Venecia, que comenzaron a desarrollarse, veremos el
pasaje de una civilización agraria a una civilización no todavía industrial, pero
que está más próxima al oficio, el taller. El capitalismo industrial va a estallar
después de Newton.

Durante el Renacimiento verán a los humanistas desarrollar la filología. Se


interesan en cómo leer un texto. Sostengo que el psicoanálisis es una disciplina
filológica y matemática, que también hereda del Talmud de la religión judía,
del estudio. Eso es la formación, por ejemplo. (47:21) La cura es la formación.

Panofsky es un heredero de la filología. Hay un tipo, Cassirer, del S.XIX, de la


época de Panofsky, que es kantiano. Cuando vio lo que Panofsky hizo a
propósito de las obras de arte, las descripciones de la pintura, con su
iconología, se espantó, creyó que hacía lo mismo que Jung, que eran analogías.

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Entonces aconsejó a Panofsky abandonar esa iconología. Cassirer mismo


escribe varios libros y hay uno que trata sobre las formas simbólicas. Es una
manera de referirse a Kant, Cassirer es un kantiano. Cassirer es alguien que
quiere borrar algo que está en el interior de Kant, en la Tercer Crítica, la
Crítica del juicio, donde Kant trata al mismo tiempo los objetivos de la
Naturaleza, la teleonomía, tiene un objetivo, algo así como el principio de la
termodinámica, pero generalizado, y luego las obras de arte. La ausencia de
concepto en arte. En ese momento, Kant habla del esquematismo, del que ya
había hablado en la Primera crítica. Bueno, los kantianos han tendido a querer
borrar esto. Como si ahí Kant se hubiera vuelto un poco enfermo, perdiendo el
sentido de la seriedad.

Lacan, en el Seminario de La Identificación, dice que hay que volver al estudio


del esquematismo kantiano. Hay muchas historias contemporáneas a Panofsky
y Cassirer, a propósito de esto. Tienen alguien en Berlin, Aby Warburg, son tres
hermanos, hijos de un banquero. El mayor se ocupará del banco, otro que hace
un diccionario de etimología del francés, siendo alemán, es al que cita Lacan
todo el tiempo, el tercero se consagra al estudio de las obras de arte. Él le dice
a su hermano mayor, mirá, yo te dejo todo el dinero que me corresponde por
herencia de la familia con la condición de que yo pueda, gracias a vos, comprar
todos los libros que quiera comprar. El hermano mayor le dijo, de acuerdo.
Gracias a esta idea de Aby Barburg tenemos la biblioteca Warburg que todavía
existe. Cuando Cassirer visitó la biblioteca en Berlin, miró los lomos de los
libros en la biblioteca y le dijo a Aby Warburg, “Tengo que huir de este lugar
que es el antro del diablo.” Tenía mucho miedo a las brujas. Esos son los
kantianos.

Pero, Panofsky escuchó la opinión de Cassirer, porque todos estuvieron


obligados a emigrar a causa de los nazis. Panofsky partió a los Estados Unidos y
se dedicó a la sociología del arte, de mucho menor interés que lo que hacía
antes. Entonces, los libros que cita Lacan de la perspectiva como forma
simbólica es la báscula entre la iconología y la sociología del arte. Porque leer
una obra es evidentemente un fenómeno, un hecho subjetivo, una lectura del
sujeto. Pero justamente, la cuestión en Freud es cómo ser metódico, cómo
aprender a leer con los chistes, la ciencia los sueños, la psicopatología de la
vida cotidiana. El chiste, justamente, es muy importante porque no es ni

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psicopatología ni psicología. Todo el mundo cree que el psicoanálisis se ocupa


de “psico-patología”; por suerte la psicopatología releva de una lectura, es una
ocasión para aprender a leer, para poder, justamente no estar en la
servidumbre voluntaria, para no abandonar la razón.

Pero hay que avanzar sobre terrenos difíciles. La historia de Panofsky es muy
interesante, escribió cosas muy interesantes antes de abandonar. Sobre Aby
Warburg hay gente que todavía sigue escribiendo acerca de él, porque se dice
que hizo un análisis, que tenía problemas mentales, que era un enfermo
mental, porque no era conveniente para la universidad; como Kojeve, alguien
que trabaja independientemente de las instituciones, trabaja en función de sus
intereses, porque era un gran trabajador y un gran lector. Seguro, tuvo
problemas como todo el mundo, como Wittgenstein, no hay que ser un
enfermo mental para ser un genio. No son más enfermos mentales que los
otros, si nadie es normal. Lo importante es no estar loco. Creérsela. Creer que
hay que imponer algo, que todo lo que uno hace está bien. Si uno no está loco
puede darse cuenta que todo el mundo tiene dificultades para aprender, para
estudiar.

El psicoanálisis se dirige a quienes tienen dificultades para trabajar, para


estudiar, para amar. Porque para trabajar, para amar hay que hablar, hay que
escribir. Y eso no tiene nada, nada de natural. Entonces hay que entrar en
terrenos escabrosos, lugares donde las cosas no son muy estables. Entonces
hay que desarrollar buenos métodos. Es lo que hace Freud. En La
interpretación de los sueños dice: “Los sueños son la interpretación de un
deseo”. Es una orientación. Busca incluso modelos teóricos como Edipo,
Hamlet, pero no hay que sistematizar, jamás se debe sistematizar. Un modelo
teórico como Edipo o Hamlet tiene interés en determinado momento, pero
después hay que pasar a otra cosa. El psicoanálisis nos conduce a terrenos
difíciles, a ver las cosas de una manera más cruda. Porque Freud reintroduce el
interés por la palabra hablada en la civilización de la escritura occidental, que
está dominada por esta ilusión de que la escritura alfabética sería un duplicado
de la lengua hablada.

Escribir no es registrar en un grabador; escribir es escribir la misma lengua de


otra manera que como se la habla. Entonces, una lengua, mi lengua, yo hablo
francés, son dos lenguas para mí, la que hablo y la que escribo. Aquí es donde
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hay que prestar atención con el psicoanálisis y la Universidad; la Universidad es


lo que es, muy bien, si uno sabe lo que es. Pero hay que saber lo que es. Es un
discurso que apunta a dar nombres al saber. Eso se llama, por ejemplo, una
tesis. En una biblioteca en la universidad ustedes tienen las tesis, es lo mismo
que los teoremas matemáticos, que los nombres de las calles. La calle Tomás
Anchorena. El teorema de Gödel. Las tesis son los nombres propios dados al
saber. Eso forma enseñantes. Está muy bien. Pero no de la misma manera que
el psicoanálisis, porque en el análisis también se trata - para el analizante - de
devenir enseñante. Puesto que se instruye mejor quien enseña. Si ustedes
sostienen una tesis, y luego la enseñan, podrán leer mucho mejor vuestra tesis
más adelante. Entonces podrán darse cuenta de vuestros errores y corregirlos,
porque enseñar permite darse cuenta de lo que no va. (104:45)Y es eso la
palabra, es diferente del escrito. Si uno tiene un poco de honestidad intelectual
se da cuenta de que hay momentos donde lo que decimos está un poco
insuficientemente argumentado. Entonces me instruyo mucho más que
ustedes cuando hablo, porque me doy mejor cuenta de que puedo decir
tonterías. Entonces eso quiere decir que voy a volver a leer libros, o voy a
volver a escribir, pero es así como se avanza. No podemos aprender más que si
nos equivocamos.

Los niños, desde muy pequeños, se dan cuenta. Ellos pasan por un período que
se llama agramatismo.

Escucharon “subir”/ “bajar”, “encender”/”desencender” porque ellos son


como los lingüistas, buscan modelos como Freud con el Edipo, y luego hay que
corregirse porque eso no anda así. Es así como aprendemos. Tenemos una idea
de regularidad y nos damos cuenta de que hay una excepción y de que no hay
que sistematizar. Los padres de familia que se quejan de los conflictos
generacionales, que se quejan de que sus hijos, sus hijas, no hacen lo mismo
que ellos, se equivocan. Cada generación inventa una nueva manera de hacer
literatura, de hacer música, una nueva manera de bailar. Eso es necesario para
aprender.

Para terminar voy a decir solo una cosita. ¿Dónde está hoy en día la biblioteca
de Aby Warburg? Cuando Aby Warburg vio el ascenso del nazismo en
Alemania, en Berlín, metió todos sus libros en cajas, llevó poco a poco todas
esas cajas hacia la costa, para poder cruzar hacia Inglaterra, en Dover, puso
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toda su biblioteca en sótanos, y se pasó toda la guerra yendo a ver si los libros
no se humedecían. Y después de la guerra los ingleses le consagraron un
edificio en Londres que se conserva todavía, e incluso crearon un puesto de
profesor que cambia cada año, en calidad de profesor visitante, y la biblioteca
Warburg está en Londres actualmente, siempre funciona, se enriquece todos
los días, pero encontramos de todo ahí.

Pero Warburg no es Jung. Nos encontramos con la cultura india, china,


melanesia, africana. Iconografía. Todo lo que pudo encontrar. Incluso filmó
cosas. Es extremadamente interesante como lugar. Es un lugar absolutamente
interesante, es una mina. Pienso que debería haber algo así para el
psicoanálisis con Freud y con Lacan. Las obras de Freud y Lacan y luego las
obras de toda la literatura analítica para que nos demos bien cuenta que son
locos literarios. No hay escritos serios como los de Freud y Lacan en
psicoanálisis.

Entonces no me arriesgo y escribo libros de matemáticas para el psicoanálisis.


Por lo menos es un terreno más seguro. No es ideológico.

Traducción: Elena Lacombe

Transcripción: María Inés Kaplan

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