HUMANISMO DEL ROSTRO: UNA MIRADA DESDE LA SUBJETIVIDAD DEL OTRO
Desde la época de la revolución francesa se ha venido hablando de
humanismo como una postura que surge en contraposición al idealismo y positivismo por negar estas: la existencia de cosas independientes de la conciencia, y considerar que el único medio de conocimiento es la experiencia comprobada a través de los sentidos. Hay que resaltar que Levinas vivió de cerca los acontecimientos históricos del siglo XX en Europa lo que lo motivo a centrar su reflexión en la comprensión del ser humano.
Durante sus estudios en Francia, Levinas dirige su pensamiento hacia la
fenomenología, la cual se encarga del análisis de los fenómenos para dar una explicación del ser y la consciencia, lo que lo lleva a criticar el humanismo de la época señalando su noción deficiente de la persona y la libertar, afirmando que la filosofía occidental se fundamentaba en la mismidad, no dejando lugar a la alteridad u otredad, por lo que propone restablecerlo siendo su teoría el humanismo del Otro, que se fundamenta en la responsabilidad absoluta por el Otro.
En atención a la postura de Levinas cabe preguntarse ¿se puede hablar
de humanismo, sin comprender la realidad del otro?, para ello se revisó la tesis del autor quien afirma que la subjetividad se construye desde la alteridad, como ser-para-el-otro, es decir que el yo adquiere su identidad desde la responsabilidad por el otro hombre. Donde la subjetividad implica la interpretación que hace el hombre del pensamiento o acciones del otro, siendo este ser el que conoce y vive su realidad con una perspectiva propia que puede ser interpretada y comprendida por otro ser humano. Esta perspectiva subjetiva desde la mirada del Otro, o como bien lo dice Levinas desde el rostro es considerada por el autor como una categoría metafísica puesto a que no se refiere al aspecto físico, sino que éste utiliza para concebir un tipo de relación con el Otro, la cual debe basarse en el aspecto ético, pues no se puede desvirtuar todo aquello que exterioriza o expresa el Otro.
Lo ético a lo cual se refiere el autor en su tesis del Otro, implica que se
deja de reconocer a los demás como objetos, asumiendo que son seres autónomos, con sentimientos, pensamientos, conductas, donde cada una de sus experiencias al ser observadas y compartidas se constituyen en bases para el desarrollo de percepciones que permiten la comprensión personal del Otro, dentro del proceso de comunicación en las relaciones humanas.
El rostro del hombre desde la perspectiva de Levinas refiere la
manifestación absoluta de la realidad desde la subjetividad del sujeto, siendo este la fuente directa de información sin necesidad de intermediarios, permitiendo al yo describir, interpretar y comprender los significados que el otro atribuye a los hechos estableciendo así la relación del Yo para con el Otro. Es decir, existe la necesidad de que el Yo aborde realidades del mundo social, y cultural desde la dimensión humana, conocer sus cualidades, rasgos, el estudio de los intereses y comportamientos manifestados por el otro desde su contexto, que permitan el descubrimiento y la comprensión de un sinfín de elementos relacionados en las vivencias y experiencias.
Esta relación entre el Yo y el Otro no se limita solo a poseer el
conocimiento de éste, sino a su resignificación a partir de los significados que el otro le atribuye. Lo más relevante y característico son los significados de la conducta humana, la cual tiene carácter de signo proponiendo la comprensión de la acción humana mediante la interpretación de esas motivaciones. Asimismo, esta teoría humanista centra la dignidad del hombre en su vulnerabilidad y pasividad, comienza afirmando en cuanto a la vulnerabilidad el derecho del Otro y no del Yo, porque el Otro es libre de actuar.
El término "sujeto" según Levinas se debe entender como sometido o
dependiente de algo o de alguien, hace énfasis en que la subjetividad no es sujeto, por lo tanto no es el Yo que acompaña a todos sus actos. Para el autor la pasividad, no está supeditada al no ejercicio de la libertad, es en una pasividad voluntaria previa a toda libertad, que antecede a cualquier acto libre que realice el Otro.
En la misma teoría Levinas hace referencia a una asimetría ética en la
relación la cual no es recíproca, esta sobreviene al nivel de la sensibilidad, no al nivel de la conciencia, por lo tanto el sujeto ético es un sujeto sensible, capaz de comprender al otro, siendo este el camino de la sujeción. Considerado que para la ética, el significado de lo humano, es primario y permite juzgar la realidad, distinguiendo la conciencia del ser.
En esta asimetría ética, Levinas hace énfasis en tres elementos siendo
estos: proximidad, responsabilidad y sustitución. La proximidad es lo que le interesa al Yo que reside en el Otro, aquí el Yo debe acercarse para que el Otro pueda recibirlo, esto también es parte de la responsabilidad en la relación con el otro, siendo también parte en el sentido de lo humano, porque no se puede ser indiferente a la situación que vive el otro, pero siempre respetando su individualidad, el momento histórico, su actitud y reacciones ante una realidad.
En tanto, la sustitución, se refiere a que el otro constituye al Yo porque le
interesan sus actos, para alcanzar su sentido más profundo desde su perspectiva, pues solo conociendo la realidad desde su ser, se puede comprender lo que sucede, esto se atañe al sentido de responsabilidad del yo con el otro no limitando la libertad del mismo. También se vincula a la ética porque la necesidad del Otro atrae la atención del Yo haciéndolo responsable en el reconocimiento de tal situación.
Como se ha planteado la postura filosófica de Levinas, esta llamada al
humanismo del otro siendo su centro la subjetividad. De esta manera el Yo está llamado a descubrir cómo ser para el otro, porque no vivimos solos, y muchas veces el Yo debe cambiar su propia perspectiva por la del Otro. Es decir, se trata de como mirar sin desvirtuar la postura del otro sin anteponer la del Yo.
En conclusión, la teoría del Humanismo del Otro de Levinas surge en
contraposición a la filosofía occidental por estar fundamentada en la mismidad, sin dar lugar a la otredad, estableciendo la tesis de que la ética es la filosofía primera. Esta idea central se despliega en la formulación del humanismo del otro que quiere descentrar el sujeto desde su mismidad para dar cabida al otro. Por lo que argumenta su postura filosófica en la responsabilidad absoluta del Yo por el Otro. Este cambio de postura constituye un aporte para todos aquellos que niegan la importancia del ser y, por el contrario defienden la otredad. Puesto que el humanismo significa valorar al ser humano, la condición humana, la libertad, por relacionarse con la bondad, la generosidad, la responsabilidad, entre otros, como elementos de las relaciones humanas.
En ésta teoría se expresa de manera categórica que el Yo debe pensar
desde la subjetividad del Otro, sin la intrusión de posturas ya establecidas. Es decir, sugiere que el yo se apropie del significado ya implícito en la experiencia vivida, mediante un proceso de pensamiento hasta lograr interpretarlo como su verdad, esto le permitirá descubrir fenómenos ocultos e interpretar sus significados.
En esta teoría la acepción de rostro es categórica, pues no se refiere al
aspecto físico, sino a toda posible descripción que realice el Yo del Otro desde una postura subjetiva. Cabe destacar, que se resalta que otro de los aspectos relevantes es que la relación con el otro es asimétrica porque exige la responsabilidad del Yo frente al Otro, pero no la del otro hacia el yo, es decir, no existe reciprocidad. Sin embargo confluyen la proximidad, responsabilidad y sustitución. Refiriéndose la proximidad al punto de interés del yo que reside en el otro, para lo cual debe acercarse y establecer la comunicación.
En esta proximidad converge la acción comunicativa que presupone la
validez de las normas morales en el sentido más amplio de la palabra. Cuya veracidad se deriva del reconocimiento del Yo por el Otro para comprender a través de su postura cualquier situación que se esté presentando, esto es parte de la responsabilidad, la cual según Levinas no es derivada, sino que antecede a cualquier acto libre.
La sustitución para Levinas hace referencia a que el Otro constituye al
Yo porque le interesan sus actos pues existen realidades que deben ser percibidas, analizadas e interpretadas, las cuales son expresadas desde la subjetividad del otro, por tal motivo esta vinculada a la ética, pues lleva al Yo a interpretar significados que atribuye el Otro a una situación o momento histórico dado. En esta postura fenomenológica el mundo del otro se presenta en la conciencia, y solo desde allí puede ser representado. Todo esto desde el cuestionamiento de aquello que hace al hombre ser un humano responsable y ético abierto a la bondad.
Todo lo expuesto lleva a reflexionar si están creadas las condiciones
para ser humanos, donde el yo aprenda a mirar, a escuchar, a sentir al otro, para representar subjetivamente y comprender aspectos relacionados con la vida personal y social sin anteponer sus juicios de valor; ya que el rostro, está orientado a contribuir en la construcción de un lenguaje, una conciencia que pregunta sin reparos, sin condiciones, sin búsqueda de reciprocidad, siendo imperativo lo ético. REFERENCIAS
Emmanuel Levinas: humanismo del rostro. Escritos - Fac. Filos. Let. Univ. Pontif. Bolívar. [Online]. 2011, vol.19, n.43, pp.337-349. ISSN 0120-1263.
El humanismo del otro de E. Levinas: Urabayen, J. Dilema: revista de