Está en la página 1de 2

Buenos días hermanos y hermanas.

Nuestro amoroso Padre Celestial ha enviado a Sus hijos aquí a la tierra para
obtener experiencia y ser probados. El nos ha proporcionado la senda de
regreso a El y nos ha brindado la luz espiritual necesaria para encontrar
nuestro camino.
El sacerdocio de Dios provee luz a Sus hijos e hijas en este mundo.
Por medio del poder del sacerdocio, recibimos el don del Espíritu Santo, que
nos guía hacia la verdad, el testimonio y la revelación.
Gracias al sacerdocio restaurado, muchas otras bendiciones se encuentran
disponibles para los hijos e hijas de Dios, dando la posibilidad de hacer
sagrados convenios y ordenanzas que nos permiten alcanzar la exaltación y
volver con nuestro Padre Celestial.
El sacerdocio es el poder de Dios, el cual es dado al hombre para actuar en Su
nombre.
Examinemos la cantidad de posibilidades que, un niño o niña, tiene durante
su vida de recibir estas bendiciones por medio del sacerdocio.
De recién nacido, se le arrulla y se le toma con amor, mientras el padre, el
abuelo, el obispo u otro poseedor del sacerdocio pronuncia su nombre y le da
una bendición sagrada según lo dicte la inspiración del Espíritu Santo.
Pocos años después, el niño comienza a asistir a la Primaria y luego a la
Escuela Dominical, recibe lecciones e instrucciones de maestros, hombres y
mujeres a quienes se ha llamado y apartado por el poder del sacerdocio para
enseñar las vías del Señor.
Cuando el niño llega a la edad de ocho años, un poseedor del sacerdocio lo
sumerge en las aguas del bautismo y lo confirma miembro de La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; durante esa ordenanza, se le
confiere el don del Espíritu Santo, el cual le ayudara a permanecer en el
camino que conduce a la vida eterna.
Todos los domingos el niño recibe la Santa Cena de manos de poseedores del
sacerdocio. Durante la Santa Cena, recuerda el sufrimiento del Salvador,
testifica que esta dispuesto a tomar sobre sí el nombre de Jesucristo y promete
recordarle siempre y guardar Sus mandamientos.

A medida que el joven continúa madurando, recibe instrucción y apoyo de los


lideres del Sacerdocio Aarónico y de las Mujeres Jóvenes que han sido
llamados y apartados por la autoridad del sacerdocio con el fin de guiar e
inspirar a la juventud de la Iglesia.
Cuando el joven necesita consejo, consuelo o una bendición de salud, el
jovencito puede recibir una bendición de su padre, del maestro orientador, el
obispo o de otro poseedor del sacerdocio.
También tiene a sus disposición una bendición patriarcal, que contiene
palabras inspiradas por Dios para Sus hijos, que les sirven de guía y consuelo
para toda la vida, el cual tiene un significado eterno.
Si al joven se le encuentra digno, recibe el Sacerdocio Aarónico. Mas
adelante, recibe el Sacerdocio de Melquisedec y se le ordena al oficio de
elder. La jovencita pasa a ser miembro de la organización de las Mujeres
Jóvenes y mas tarde de la Sociedad de Socorro. Todas esas experiencias dan a
los jóvenes muchas oportunidades de aprender y de prestar servicio.
Sea varón o mujer, al joven se le puede apartar como misionero regular para
prestar servicio bajo la dirección del sacerdocio de un presidente de misión, y
dar testimonio del Señor Jesucristo a todos los que deseen escuchar.
Las bendiciones mas importantes del sacerdocio, disponibles para este joven,
se encuentran en el templo.
En el templo se explica el plan de salvación y se efectúan convenios sagrados.
Esos convenios, fortalecen a la persona que ha recibido su investidura y la
protegen de los poderes del adversario. Luego el joven puede continuar
asistiendo al templo y efectuar ordenanzas vicarias.
En la ordenanza culminante del templo, el matrimonio eterno, a los novios se
les promete que, si son fieles, disfrutaran de una unión familiar, junto con sus
hijos y con el Señor, por toda la eternidad.
Cuando esa persona establece un hogar junto con un compañero o compañera
eterna, continua disfrutando de las bendiciones del sacerdocio
Y de esa forma, el ciclo de las bendiciones del sacerdocio comienza una y otra
vez con cada generación, con el sagrado propósito del Padre de “llevar a cabo
la inmortalidad y la vida eterna” de Sus hijos.
El Padre desea que magnifiquemos el sacerdocio y que todos luchemos con
fuerza para recibir y dar a otros las bendiciones del sacerdocio, para así tener
los poderes del cielo en nuestra vidas.
Les prometo que, mediante nuestra obediencia, podremos gozar de éstas
bendiciones, En el nombre de Jesucristo. Amén.

También podría gustarte