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Kristin Walker

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Agradecimientos:
Moderadora:
CyeLy DiviNNa

Traductoras:
CyeLy DiviNNa Simoriah ZAMI
Sheilita Belikov lalaemk rihano
kathesweet clau12345 karoru
Susanauribe
dark&rose
Vannia
Xhessii
LizC
vettina
3
dark heaven Mari NC

Correctoras:
Nanis Lola_20 Natyº
Dangereuse_ Curitiba Kolxi

Recopilación y Revisión:
Nanis

Diseño:
CyeLy DiviNNa

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Contenido

Sinopsis Pág 5 Capítulo 18 Pág 115

Capítulo 1 Pág 6 Capítulo 19 Pág 123

Capítulo 2 Pág 15 Capítulo 20 Pág 127

Capítulo 3 Pág 18 Capítulo 21 Pág 130

Capítulo 4 Pág 25 Capítulo 22 Pág 137

Capítulo 5 Pág 29 Capítulo 23 Pág 143

Capítulo 6 Pág 36 Capítulo 24 Pág 148

Capítulo 7 Pág 42 Capítulo 25 Pág 152

Capítulo 8 Pág 53 Capítulo 26 Pág 157


4
Capítulo 9 Pág 57 Capítulo 27 Pág 160

Capítulo 10 Pág 63 Capítulo 28 Pág 163

Capítulo 11 Pág 70 Capítulo 29 Pág 166

Capítulo 12 Pág 75 Capítulo 30 Pág 172

Capítulo 13 Pág 86 Capítulo 31 Pág 177

Capítulo 14 Pág 92 Capítulo 32 Pág 182

Capítulo 15 Pág 96 Capítulo 33 Pág 188

Capítulo 16 Pág 103 Capítulo 34 Pág 193

Capítulo 17 Pág 109 Kristin Walker Pág 202

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Sinopsis
Traducida por CyeLy DiviNNa
Corregida por Nanis

C
uando el Director anuncia que cada Senior debe participar en un
obligatorio programa de Educación Matrimonial de un largo año,
Fiona Sheehan cree que su vida no puede empeorar más. Entonces
ella‖ se‖ casa‖ con‖ su‖ “esposo”‖ el‖ súper‖ atleta‖ Todd,‖ cuya‖ novia‖ y‖
porrista, Amanda, la ha traído con Fiona desde el primer día del segundo
grado. ¿Qué es peor? Amanda está emparejada con el flechazo a largo plazo de
Fiona, Gabe. Al menos Fiona lo está haciendo mejor que su mejor amiga,
5
Marcie, quien está emparejada con el muy tranquilo y misterioso Johnny
Mercer.

Bromas, peleas, malos entendidos y reconciliaciones se producen en una


comedia casi Shakesperiana con errores acerca de erróneas primeras
impresiones, complicados acoplamientos y flechazos ocultos.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capitulo
1
Traducido por clau12345
Corregido por Nanis

D
ebí haber sabido.
Debía haber sabido en el momento en que iría a buscar mis cintas
blanqueadoras favoritas con sabor a té de menta, que no las
encontraría en el cajón, sino temporalmente olvidadas en el
fondo de mi armario, enrolladas en una bola crujiente. Una
cubierta de hace dos semanas, una explosión de sirope que se
había disparado de la botella rebotando en mi waffle y salpicado como una bola
de pintura dulce.
Debería haber sabido, que cuando bajara las escaleras encontraría a mis padres 6
degustando las amígdalas del otro frente al fregadero de la cocina, y casi
vomitaría en mis zapatos.
O‖que‖mi‖mejor‖amiga,‖Marcie‖―en‖realidad‖ella‖es‖mi‖única‖amiga,‖lo‖cual‖est{‖
muy‖bien,‖sólo‖necesitas‖uno―‖llamaría‖para‖decir‖que‖se‖estaba haciendo tarde
y no podía pasar a recogerme. Así que tendría que ir en una carrera en mi
bicicleta hasta la escuela en mi primer día del último año.
Debería haber sabido en ese momento que estaba pedaleando hacia el desastre.
Pero solo llamo a toda esa porquería mi muy normal, mala suerte de todos los
días.
Me monté en mi bicicleta y rodé las cinco calles hasta la escuela. Vivo en el
actual centro de East Collumbus, no en el que tiene los desarrollos inmobiliarios
de vainilla que han ido surgiendo los últimos diez años, rodeando al pueblo por
casi kilómetro y medio hasta los campos de maíz. Muchos de los chicos de la
Escuela Secundaria East Columbus viven allí. Los chicos más pudientes. No es
que mi familia sea pobre. Es solo que a nosotros nos gustan las casas viejas con
linda arquitectura, como las de los pueblos. Mucha gente vive en desarrollos
inmobiliarios y subdivisiones pensando que nuevas construcciones son dinero,
y dinero es status social. Tontos.

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Vivir en la ciudad es mejor. Puedo caminar o ir en bicicleta casi hasta cualquier


parte. Bueno, está bien, quizás no al centro comercial Prairie View. Pero la
biblioteca, la cafetería y la tienda de música quedan a solo unas calles de mi
casa. Lo cual es realmente práctico cuando quiero estar lo más lejos posible de
mis padres.
Además, las calles de la ciudad están todas alineadas con estos magníficos y
macizos árboles de roble y arce que han estado creciendo por, como, un siglo. Y
desde que el sol ese día estaba insanamente caliente a las siete y media de la
mañana, me quedé en el lado sombreado de la calle mientras rodaba a la
escuela. Llegué allí, aseguré mi bicicleta y ventilé un poco las axilas de mi
camisa en un inútil intento de secar el sudor cuando Marcie entró en el
estacionamiento. Ella torció el espejo retrovisor para ver su cara, se secó su labio
inferior y se bajó del coche.
―Mar‖―le‖dije―.‖¿Qué‖pasó‖que‖no‖me‖buscaste?
Ella medio corrió hacia mí mientras sonaba la campana. —Lo siento, Fee. Se me
hizo tarde. No podía arreglar bien mi cabello.
Su cabello estaba recogido en una coleta, justo como las dos lo usamos todo el
año pasado. Siempre en una cola de caballo o una trenza. Nos llamábamos los
cabellos gemelos, aun cuando su cabello era de un liso y sedoso marrón oscuro
7
y el mío era casi negro y con esta onda extraña y aburrida llena de frizz. Luego,
justo antes de empezar las clases Mar se cortó el cabello hasta los hombros y se
hizo rayitos y sombras. Así que incluso en una cola de caballo, su pelo hacía
que la trenza que yo llevaba luciera como una turba erizada. No es que a mí
realmente me importara. Yo sólo mantenía mi pelo lo suficientemente largo
como para poder ponerlo lejos del camino. No tenía paciencia para los
peinados. O el maquillaje. Mar seguía tratando de hacerme usar brillo de labios
porque‖según‖ella‖tengo‖"labios‖carnosos‖y‖sensuales”.‖Personalmente,‖creo‖que‖
mis labios sensuales tenían menos que ver con la belleza y más que ver con el
mal humor.
Mientras subíamos las escaleras de concreto de la escuela, casi le pregunté a
Mar cuanto tiempo le podía tomar una cola de caballo. En su lugar sólo dije: —
Se ve bien. —Ella me miró boquiabierta como si yo fuera un enfermo mental.
Claramente, la cola de caballo era su último recurso. Pero lo dejé pasar. Yo
sabía cómo de loca se ponía en relación a su aspecto y esas porquerías
últimamente. Antes, acostumbraba a echarse solo loción en su rostro, recoger su
cabello para atrás y listo. Pero este verano había trabajado como consultor en un
campamento. Cuando regresó a casa, estaba metida de lleno en el asunto del
cabello‖ y‖ el‖ maquillaje‖ ―ojos,‖ mejillas,‖ labios―.‖ Incluso‖ arregló‖ citas‖ para‖ los‖

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primeros y terceros lunes de cada mes en un salón del centro comercial Prairie
View para arreglarse las uñas (lo cual me pareció ridículo, pero prometí
acompañarla de vez en cuando para hacerle compañía). Imagino que ella debió
tener alguna clase de reacción después de haber pasado dos meses y medio
corriendo entre los bosques.
Entramos y nos dirigimos hacia el auditorio. La habitual asamblea de primer
día de clases. Pero apenas llegamos a las puertas dobles, alguien chocó contra
Marcie.
Ella se tambaleó hacia delante y dejó caer su bolso, derramando un paquete
de lápices delineadores por todas partes. Antes de que me diera cuenta de
quién‖era,‖me‖volteé‖y‖dije:‖―¡Cuidado‖idio-Oh! ¡Hola Gabe!
Gabe‖Webber‖―mi‖amor‖secreto‖desde‖tercero de primaria, cuando me torcí el
tobillo durante el día de campo y él colocó su brazo a mi alrededor y me ayudó
todo el camino hasta la enfermería. ¿Cómo podría no enamorarme de un chico
que me rescató? Fuerte y tranquilo. Pelo castaño y ojos heridos. Totalmente
caliente.
Totalmente cool. Siempre decía lo correcto. Nunca actuaba como un tonto.
Básicamente, todo lo contrario a mí. El tipo de chico con el que imaginas que
podrías pasar los fines de semana acampando en un bosque tropical o algo. Al
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menos eso hacía en mis fantasías.
―Lo‖siento,‖Marcie‖―dijo‖Gabe.‖Se‖lanzó‖hacia‖el‖suelo‖para‖ayudarla‖a‖recoger‖
sus cosas. Cuando cada uno de los delineadores fue encontrado y guardado de
forma segura en el bolso de Marcie, Gabe se levantó y le ofreció su mano. Ella la
tomó y él la haló suavemente‖coloc{ndola‖sobre‖sus‖pies―.‖No‖quise‖golpearte‖
―dijo―.‖Alguien‖me‖empujó.
Yo‖espeté:‖―¡No‖te‖preocupes‖por‖eso!‖Ella‖es‖dura.‖―Y‖le‖di‖una‖palmada‖en‖la‖
espalda para probarlo. Marcie tropezó de nuevo hacia delante y Gabe la agarró
del brazo. Oops. Esperaba que Marcie cayera sobre mí o me diera su última
mirada, pero no lo hizo. Ella debía haber estado escondiéndolo para que yo no
quedara como un matón frente a Gabe. Ella sabía lo que sentía por él. Por
supuesto, le había hecho jurar su más absoluto secreto. Nadie más sabía.
(Bueno, está bien, le había contado a Samantha Pickler, la niña de once años de
edad‖ a‖ la‖ que‖ suelo‖ cuidar.‖ Pero‖ fue‖ durante‖ un‖ “verdad‖ o‖ reto”‖ no‖ tuve‖ otra‖
opción. O contaba o tenía que trepar por el árbol de cornejo en su jardín y
esperar que pasaran coches para gritar: "¡bollos frescos a la venta!").
Ahora, voy a admitir que los años de amor no correspondido han entibiado mi
obsesión por Gabe un poco. No consumía tanto de mí ahora como lo había
hecho en el octavo grado. Ese fue el último año en que la escuela tomó las fotos

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de la clase y él y yo estábamos en el mismo salón. Compré un medallón con mi


dinero de niñera, corté la pequeña carita de Gabe y la mía de la foto y las pegué
allí dentro. Usaba el medallón por debajo de mi ropa cada día. Pero no había
sido nada más grave que eso.
También he escuchado cada canción de amor cursi en la radio, convencida de
que estaban cantando acerca de mí. Incluso escribí la letra de una que había
planeado dejar caer en el casillero de Gabe de forma anónima.

Me miras, pero nunca ves el amor que siento por ti.


Pero en tus ojos veo el cielo,
La infinitud del tiempo y el azul,
Como olas que atraviesan el mar embravecido,
Y rompen en el banco de arena de tu corazón.

Por supuesto, él no tiene ojos azules, sus ojos son de color marrón, pero no
importaba. La canción expresaba perfectamente mis sentimientos por él y
cuando él descubriera quién se la había envidado, seguramente iría más allá de
las palabras y se habría enamorado perdidamente de mí. Por suerte, Marcie me
detuvo antes de que se la diera y quedara como una absoluta tonta. Es decir,
9
¿bancos de arena de tu corazón? Santa mierda. Gracias a Dios por Mar.
Gabe‖tocó‖el‖brazo‖de‖Marcie.‖―¿Est{s‖bien?
―Estoy‖bien‖ahora‖―le‖dijo―.‖Est{‖bien.‖Gracias.
Le‖palmeó‖el‖brazo‖a‖Mar‖y‖me‖miró.‖―¿Y‖tú,‖Fiona?
Él lucía incluso mejor que en la primavera pasada. Bronceado. Musculoso. Pero
con la cantidad justa de músculo en tan sólo los lugares correctos. La forma en
que su camiseta se aferraba un poco sobre sus hombros y pectorales... Yum. No
quiero parecer demasiado psicótica medio-acosadora, por lo que dije: —Estoy
bien. Totalmente junta.
Entonces‖ Gabe‖ dijo:‖ ―Las‖ mujeres‖ totalmente‖ juntas‖ son‖ mi‖ tipo‖ favorito. ―Y
luego se giró y caminó hacia el auditorio.
Mis ojos desorbitados. Agarré la mano de Mar y la apreté. ¿Yo era del tipo
favorito de mujer de Gabe? ¿Qué? No podía creer que él me hubiese hecho tal
cumplido. La primera mañana de escuela.
Al‖verlo‖―wow― reanimó mis sentimientos. Tenía que encontrar una manera
de lograr que se fijara en mí. No, no sólo notarme. Más. Tenía que llegar a un
lugar donde pudiera alcanzar y acariciar esa mandíbula bronceada sin que
Gabe tuviera que conseguir una orden de restricción, o llamar a un hospital
psiquiátrico para que me internaran. Este sería el año. Último año. Ahora o

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nunca. Mientras Mar y yo nos abrimos paso en el congestionado auditorio y


encontrábamos un par de asientos en la parte posterior, hice una promesa. Este
sería el año en que llegaría a tocar a Gabe Webber. Me gustaría encontrar una
forma para conectar con él. De alguna manera.
―Bienvenidos,‖ estudiantes‖ ―dijo‖ la‖ Directora‖ Miller‖ en‖ el‖ micrófono‖ desde‖ el‖
escenario―.‖ Y‖ una‖ bienvenida‖ especial‖ a‖ nuestros‖ estudiantes‖ de‖ primer‖ año.‖
―Llevaba‖ el‖ mismo‖ traje‖ cansado de falda beige que usaba en cada evento
especial en la ECHS. Lo bueno es que era Afro-americana. Si hubiera sido
blanca, tendría que parecer desnuda en ese conjunto pastoso.
Metí el pie en el asiento de vinilo verde en frente de mí y traté de mantenerme
despierta mientras la Directora Miller zumbaba una y otra vez sobre qué tan
locamente-fantástica era nuestra escuela. Uno de los colegios más privilegiados
en Illinois. Bla. Bla. Nosotros teníamos la suerte de estar aquí. Bostezo. Reglas
de la escuela. Sin trampas. No robar. No mentir. Bla, bla, bla, bla. Roncar.
Recorrí el auditorio y me concentré en la parte posterior de la cabeza de Gabe,
siete filas
y tres asientos más allá. Entonces traté de averiguar de qué era la goma de
mascar que olía, si de sandia o de manzana verde.
La‖Directora‖Miller‖dijo:‖―La‖siguiente‖pizca de excitantes nuevas noticias está
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relacionada con los graduandos de‖este‖año.‖―¿Qué‖era?‖¿Un‖sistema‖de‖juegos‖
en el salón senior? ¿Eliminación de la clase de gimnasia? ¿Viernes libres?
Oh, no. Eso no iba a pasar.
—La junta directiva de la escuela y yo hemos formulado un plan para hacer
frente‖a‖un‖problema‖creciente‖en‖nuestro‖país.‖―La‖Directora‖Miller‖hizo‖una‖
pausa‖para‖revisar‖sus‖notas―.‖La‖tasa‖de‖divorcios‖ha‖superado‖un‖asombroso
cincuenta por ciento. Uno de cada dos matrimonios se divorcia. La unidad de la
familia‖se‖separa.‖El‖matrimonio‖se‖disuelve‖y‖quedan‖solos.‖―Ella‖nos‖miraba.‖
Escaneando‖la‖habitación.‖Tomó‖una‖respiración‖superficial―.‖Completamente‖
solos. Sin nadie. En tus‖cuarenta.‖Mucho‖m{s‖all{‖de‖tus‖inicios.‖―Ella‖sostuvo‖
su cuerpo tembloroso contra el podio.
Nosotros nos congelamos, con miedo hasta de respirar en dirección a la
Directora Miller. Ella también se congeló y luego, lentamente retiró su mano y
la pasó por su cabello. Suavizó su falda, tomó una respiración profunda, aclaró
su garganta y comenzó a hablar de nuevo. —Obviamente con estas estadísticas
enfrentándonos, nosotros, como educadores, no podemos ignorar la urgente
necesidad de instruirlos en el ámbito del matrimonio. Así que, como nuevo
requisito para graduarse, los alumnos deben completar un curso de un año en
educación para el matrimonio.

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Nos descongelamos bastante rápido aquí. Es decir, se trataba de un nuevo


fondo para ECHS. Pensé que la comida de la cafetería con sabor a pelusa
húmeda de ombligo era bastante mala. O el hedor de las alcantarillas de los
baños de niñas del tercer piso. O los uniformes de gimnasia que se veían como
si fueran restos de una película porno de 1970. ¿No era eso lo suficientemente
humillante? Al parecer no. Nuestros gemidos llenaron el auditorio como una
nube de tormenta. Pero no fue hasta que dijo la siguiente cosa que el rayo cayó.
—Cada‖chico‖y‖chica‖de‖último‖año‖ser{‖emparejado‖y‖“casado”‖por‖todo‖el‖año.
¿QUÉ DEMONIOS SANTO?
Casi todo el mundo lo perdió. Las chicas comenzaron a gritar y llorar. Los
chicos se levantaron y abuchearon a la Directora Miller. Personas en todas
partes gritaban y se retorcían en sus asientos. Excepto Gabe, quien se quedó
perfectamente encantador y compuesto, como de costumbre. Mar y yo tampoco
nos movimos, pero sólo porque estábamos completamente aturdidas. Esto era
totalmente injusto. ¿Por qué no habíamos sido consultados sobre esta terrible
decisión? ¿Qué pasó con la democracia? ¿Qué pasó con la voluntad de la gente?
Aparentemente la Directora Miller era descendiente de Mussolini. ¿Era nuestra
culpa que su marido la dejara por su bobalicona niñera de veintiún años? Hey,
es una ciudad pequeña. Las noticias aquí viajan más rápido que la gripe.
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―Tranquilos.‖ ¡TRANQUILOS!‖ ―graznó‖ la‖ Directora‖ Miller‖ en‖ el‖ micrófono.‖
Todo el mundo dejó de gritar sus protestas indignadas y mantuvo el ruido a
una‖ queja‖ mínima―.‖ No‖ tienen‖ elección‖ en‖ esta‖ materia.‖ Si‖ desean‖ recibir‖ un‖
diploma al final del año, deben completar este curso. Eso es todo. Ahora, aquí
está cómo va a funcionar, así que presten atención.
No había necesidad de decir eso. Estábamos clavados en nuestros asientos con
tornillos de hierro de puro terror.
La Directora Miller chasqueó sus papeles, ajustó sus lentes y empezó a leer.
―Hemos‖comprado‖un‖plan‖de‖estudios‖llamado‖“Probando el Nudo”,‖para‖lo‖
cual recibirán un material en su salón de clases. La computadora de registro fue
programada para unir al azar a los chicos y chicas del último año en parejas. En
el primer período, la mañana del viernes, tendremos una boda simulada
uniéndolos en matrimonio, con un baile esa misma tarde. La asistencia es
obligatoria.
Cada término, el marido o la mujer deberán escoger una actividad de un
semestre de duración en la cual participar. Juntos. Le será asignado un
presupuesto simulado de los gastos que deben cubrir con el dinero real que
ganarán como pareja.

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Un montón de idiotas empezaron a gritar: “¿Qué?”‖ y‖ “¡Al‖ Infierno‖ que


no!”‖y‖“De‖ninguna‖manera”.
Yo grité: —¡Muérdeme!
—¡Ahora esperen! ¡Antes de que se quejen, escuchen! El dinero que cada uno
gane será recolectado aquí en la escuela. Al final del año, la pareja con el
matrimonio más exitoso obtendrá la mitad del total del dinero recaudado.
Los idiotas y yo hicimos algunos cálculos rápidos en nuestras cabezas y nos
callamos de inmediato. Eso podría ser un montón de monedas.
―La‖otra‖mitad‖del‖dinero‖ser{‖donado‖a‖una‖organización‖benéfica‖de‖elección‖
de la pareja ganadora. Además, cada mes, la pareja que gane la mayor cantidad
de dinero real para ese mes recibirá un premio patrocinado por una empresa
local. Los premios incluyen artículos tales como tarjetas de regalo del centro
comercial, entradas para conciertos, y una limo gratis para ir al baile de
graduación.
Un grupo de porristas chilló como conejillos de indias con eso.
—Algunas veces al azar durante el año, es posible que reciban un asunto de
vida con el cual deban tratar, tal como un embarazo sorpresa, o una promoción
en el trabajo, o una lesión debilitante o un golpe de suerte de la lotería. Van a
escribir a diario sus pensamientos y sentimientos privados sobre el matrimonio.
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Para ayudarles en este viaje juntos, asistirán a sesiones semanales de
habilidades matrimoniales guiadas por nuestra consejera la Sra. Klein.
―Maggie‖ Klein
se levantó de su asiento al frente y dio una de esas falsas oleadas de dedos hacia
nosotros. Lucía su habitual falso aspecto de desorden calculado: un vestido
amarillo suelto acentuado con pulseras de oro y aretes de oro colgantes, el pelo
recogido de nuevo cuidadosamente con un pañuelo blanco. Definitivamente,
extraño, pero limpio y cómodo. Siempre me recordaba a las mujeres que salen
en la ducha en los comerciales de tampones.
La‖Directora‖Miller‖continuó:‖―Ella‖y‖yo‖estamos‖totalmente‖de‖acuerdo‖en‖que‖
ahora‖es‖el‖momento‖perfecto‖para‖que‖ustedes‖puedan‖aprender...‖―Cerró‖los‖
ojos‖ por‖ un‖ segundo.‖ Los‖ abrió―.‖ Para‖ mantener‖ y‖ sostener‖ una‖ posible...‖
retadora... relación.
La Directora enderezó los hombros, se inclinó hacia el podio y escaneó la
habitación‖de‖nuevo.‖―Me‖siento‖obligada‖a‖dejar‖claro‖que‖de‖ninguna‖manera‖
toleraremos la consumación física de estos matrimonios.
Bueno, casi todo el mundo se quebró al escuchar eso. Todd Harding comenzó a
aullar como un perro y levantó el puño en el aire. Qué idiota. Él y su novia
Barbie Estrella Porno, Amanda Lowell, habían estado "consumando" como

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locos por más de un año y medio. Era de conocimiento público. Esparcido por
Todd, por supuesto.
Mientras que Todd abucheaba, Amanda se inclinó y le hizo cosquillas. Él pasó
el brazo alrededor de ella y aspiró su cara como una manguera de vacío, o como
un zombie succionándole la tapa de los sesos por la boca. Eso sería si Amanda
tuviera un cerebro. Lo cual era dudoso. La única vez en la historia que había
demostrado la más mínima inteligencia, fue cuando en segundo grado me mojé
los pantalones en un paseo a caballo en la fiesta del séptimo cumpleaños de
Callie Brooks y Amanda comenzó a llamarme Pee-ona en lugar de Fiona.
Entonces decía, tu
apellido debe ser Pony. Entonces sería Pee-ona Pony. ¿Lo entiendes? ¿Pee-on-a pony?
Sí, lo tengo. Hi-loco-larante.
Ella todavía me llama Pee-ona, también. En diez años no había sido capaz de
pensar en algo más original. Pero como sea, por lo menos ahora era sólo ella y
no toda la clase de segundo grado.
Hice una cara de asco hacia el aspira-beso de Todd y Amanda y rodé los ojos
hasta Marcie, pero ella no lo notó. Se sentó, blanca como un papel, con los ojos
fijos en la Directora Miller. Ella pellizcó su completamente nueva manicura
francesa.‖Le‖di‖un‖codazo.‖―¿Est{s‖bien?‖―susurré.
13
Marcie‖ volvió‖ sus‖ ojos‖ de‖ insecto‖ hacia‖ mí,‖ se‖ sacudió‖ y‖ dijo:‖ ―Uh,‖ sí.‖ ―Ella‖
parecía como si pudiera vomitar. Yo misma tampoco estaba sintiéndome muy
bien. La idea de educarnos para el matrimonio había conseguido que mis axilas
comenzaran a sudar otra vez. A continuación, mi estómago comenzó a batirse.
Entonces, en el fondo de mi mente parpadeó el más mínimo pensamiento.
Quizás, sólo quizás, quedaría emparejada con Gabe.
Y ese fue el momento. Justo entonces.
El momento en que dejé de tener la más mínima esperanza de que tuviera
suerte y las cosas salieran bien para mí.
En ese momento yo debería haber sabido.
La Directora Miller levantó sus manos sobre su cabeza e hizo un gesto para que
todo el mundo volviera a sentarse. Una vez que estuvieron relativamente
tranquilos,‖ dijo:‖ ―El‖ Sr.‖ Evans‖ me‖ ha‖ indicado‖ que‖ la‖ lista‖ de‖ parejas‖ y‖ sus‖
respectivos salones ha sido publicada en el tablón de anuncios fuera del
auditorio.‖Los‖alumnos‖del‖último‖curso‖tienen‖permiso‖de…
Probablemente, dijo más, pero había tal avalancha de gente y ruido, que no
pude escuchar ni una palabra. Los alumnos del último año se revolvieron sobre
sus asientos, se derramaron en los pasillos y se hacinaron a través de las puertas
del auditorio. Marcie y yo quedamos atrapadas detrás de Johnny Mercer, que

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media más de 1.80 de altura y era del tamaño de una pala mecánica. No podría
moverse rápido si la vida de un burrito dependiera de ello. Además, estaba
escuchando su reproductor de MP3, como siempre, así que estoy segura de que
no podía oír los chillidos y gritos que provenían desde el pasillo cuando todo el
mundo leía el nombre de su... cónyuge.
Marcie y yo finalmente nos dirigimos a las puertas del salón y hacia el tablón de
anuncios. La frente de Marcie brillaba con el sudor y no dejaba de soplar esas
respiraciones cortas con su boca entreabierta. Revisé la lista ordenada
alfabéticamente hasta los apellidos por S. Allí estaba el mío: Sheehan, Fiona.
Oré
porque al menos por una vez en mi miserable vida, tuviese sólo un poco de
suerte
y luego deslicé mis ojos al nombre junto al mío. Harding, Todd.
Mis‖piernas‖casi‖se‖cae‖de‖debajo‖de‖mí.‖―Hijo‖de‖puta.
Marcie me agarró del brazo y tiró de mí hacia los lados. Yo en serio pensaba
que no podía ser peor hasta que mis ojos pasaron por la W. Me solté del agarre
de Marcie sólo el tiempo suficiente para leer Webber, Gabe—Lowell, Amanda.
Malditamente-in-creíble.
14

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Capítulo
2
Traducido por clau12345
Corregido por Nanis

M
arcie me jaló de nuevo y me llevó a rastras hasta el baño de las
chicas.‖―¿Viste‖eso?‖―lloré.
―Lo‖siento,‖Fee‖―dijo‖Marcie―.‖No‖puedes‖quejarte‖conmigo.
―¿Todd‖Harding?‖¿Cómo‖se‖supone‖que‖pueda‖pasar‖el‖año‖con‖
ese‖ Neanderthal‖ sin‖ cuello?‖ ―Me‖ incliné‖ sobre el lavabo, deseando que me
succionara el cerebro. La luz fluorescente zumbaba sobre nosotras.
Marcie‖ dijo:‖―Él‖tiene‖ cuello.‖Y‖culo‖ y‖abdominales.‖Lindos.‖Y‖aún‖ si‖tú‖ no‖lo‖
has‖notado,‖muchas‖de‖las‖otras‖chicas‖sí‖lo‖han‖hecho.‖―Ella‖sacó‖un‖tubo‖de‖
brillo‖labial‖y‖comenzó‖a‖aplic{rselo―.‖Adem{s,‖en‖caso‖de‖que‖te‖lo‖perdieras,‖
él no es tres veces de tu tamaño, como el chico que me tocó a mí.
15
―Johnny‖Mercer‖no‖es‖tres‖veces‖de‖tu‖tamaño‖―disparé‖de‖vuelta―.‖Okey,‖tal‖
vez dos. Pero al menos es una buena persona.‖―Mar‖me‖ofreció‖el‖brillo‖labial.‖
Lo rechacé con la cabeza. Ella arrojó el brillo de regreso a su bolso.
―¿Cómo‖ lo‖ sabrías?‖ ―lloró―.‖ Él‖ ha‖ ido‖ a‖ la‖ escuela‖ con‖ nosotros‖ por‖ años.‖
¿Has tenido alguna conversación con él?
Yo revisé el cabello quebrado de las puntas del final de mi trenza por un
segundo,‖ me‖ di‖ por‖ vencida‖ y‖ sólo‖ miré‖ a‖ Mar‖ acicalarse.‖ ―No,‖ pero‖ él‖ se‖
reserva para sí mismo. Usa sus audífonos todo el tiempo. Podría ser agradable.
―Y‖también‖podría‖ser‖un‖asesino‖en‖serie‖―dijo.‖Ajustó‖y‖reajustó su cola de
caballo ante el espejo y colocó un mechón destacado con rayitos por detrás de
su oreja.
Yo volteé mis ojos y revisé por debajo de los cinco cubículos del baño para
asegurarme‖de‖que‖nadie‖estuviera‖allí.‖Estaba‖limpio,‖así‖que‖dije:‖―¿Viste que
la loca de Amanda Lowell tiene a Gabe? ¡Qué injusto! ¿Crees que tendremos
oportunidad de negociar? De cualquier manera, ella nunca negocia. Además, yo
nunca jamás le preguntaría, porque ella sabría que a mí me gusta Gabe. O,
¡espera! Podría decirle que sería agradable que ella tuviera a Todd. ¡Oh!
Olvídalo. Eso me haría aún más sospechosa. No puedo creer que consiguiera a
Gabe. Típico. Ella lo tiene todo.

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―Por‖ Dios,‖ Fiona.‖ Tomate‖ un‖ descanso‖ ―dijo‖ Marcie―.‖ No‖ es‖ la‖ vida‖ real.‖
Déjalo ir.
―Hey,‖ tú‖ eres quien está en shock por haber sido emparejada con Johnny
Mercer.
Me quité los lentes para lavarlos en el lavabo. Los sequé con mi camisa y me los
puse de nuevo. Muchas chicas entraron al baño. Porristas. Vomito. Iniciaron tal
frenesí de risitas y aplicación de maquillaje que ni siquiera noté que su Alteza
Porrista Real, Amanda, había llegado detrás de mí.
―Escucha‖Pee-ona‖―dijo.‖Yo‖me‖giré,‖pero‖ella‖pasó‖su‖mirada‖de‖largo‖viendo‖
su‖reflejo‖en‖el‖espejo‖y‖se‖arregló‖su‖ya‖perfecto‖cabello‖rubio―.‖Supongo que
piensas que alcanzaste el anillo dorado consiguiendo a Todd.
Me‖ cambié‖ de‖ posición‖ bloqueando‖ su‖ reflejo‖ en‖ el‖ espejo.‖ ―Antes‖ de‖ que‖
empecemos, Amanda, por favor, limpia tus metáforas. ¿Estás tratando de decir
“Ticket‖dorado”‖o‖“anillo‖de‖bronce”?
Ella‖chasqueó‖su‖mandíbula.‖―¿Qué?
―Solo‖ quiero‖ entender‖ completamente‖ las‖ complejidades‖ de‖ tu‖ locución‖ y‖
léxico.
Ella‖parpadeó‖hacia‖mí‖como‖tratando‖de‖mover‖sus‖engranajes‖mentales‖―los‖
dos‖ que‖ tiene―‖ para‖ juntarlos.‖ Puede‖ que‖ Dios‖ no‖ me‖ diera‖ belleza,‖ pero me
16
hizo más inteligente que Amanda Lowel, y eso era suficiente la mayoría de los
días.
―Escucha‖ perdedora.‖ Déjame‖ dejarte‖ claro‖ que‖ si‖ tú‖ piensas‖ que‖ solo‖ porque‖
conseguiste‖ ‖ ―Hizo la seña de comillas con sus pálidos dedos con uñas
pintadas de esmalte rosado―‖ “casarte”‖ con‖ Todd‖ él‖ estar{‖ contigo‖ y‖ no‖
conmigo, estás muy equivocada.
―¿Ves‖cuanto‖mejor‖te‖va‖si‖te‖quedas‖con‖sílabas‖simples?‖―le‖dije.
Amanda‖ sonrió.‖ ―Aquí‖ hay‖ una‖ sílaba‖ simple‖ para‖ ti.‖ ―Ella‖ me‖ mostró‖ su‖
dedo del medio, se volteó y caminó fuera del baño. El resto de las porristas se
fueron detrás de ella.
―¿Por‖qué‖amas‖tanto‖provocarla?‖―preguntó‖Marcie‖a‖través‖de‖su‖reflejo‖en‖
el espejo. Ella lamió su pulgar y limpió un rastro de máscara debajo de su ojo.
―Solo‖ trato‖ de‖ equilibrar‖ las‖ balanzas‖ del‖ universo‖ ―le‖ dije―.‖ Mantener‖ la‖
Homeóstasis1. ¿Por qué ella tendría toda una vida de tanta perfección sin tener
que dar el más mínimo pago a cambio?
―¿Por‖ qué‖ sientes‖ que‖ es‖ tu‖ responsabilidad‖ nivelar‖ el‖ campo?‖ ―dijo‖ Marcie‖
imaginándose una terapeuta novata. Yo era su paciente favorita.

1
Homeóstasis: Conjunto de fenómenos de autorregulación que intentan mantener equilibradas las
composiciones y las propiedades del organismo. [Faltó justificarlo]
Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

―No‖lo‖hago‖―dije―.‖Es‖solo‖por‖diversión.
―Trata‖ de‖ enfocarte‖ en‖ lo‖ positivo‖ Fee‖ ―dijo‖ Mar―.‖ Al‖ menos‖ estamos‖ en‖ el‖
mismo salón. Vámonos.
Eso era verdad. Las dos teníamos a Mr. Tambor, quien era muy decente, incluso
cuando todas sus oraciones terminaban luciendo como si todo fuera una
cuestión empática. Debió ser la buena suerte de Marcie la que lo consiguió, ya
que de seguro no era por la mía. Mi suerte había dado como resultado que
Todd también fuera nuestro compañero. Mar y yo lo vimos con Amanda afuera
del salón del Sr. Tambor, recostado en su casillero. Cuando pasamos, los dos
―justo‖al‖mismo‖tiempo―‖‖me‖miraron‖como‖si‖yo‖tuviese‖una‖llaga‖drenando‖
pus por cada uno de los orificios de mi cuerpo.
Abrí mi boca para‖ decir‖ algo‖ justamente‖ cuando‖ el‖ Sr‖ Tambor‖ dijo:‖ ―Okey‖
gente. Tomen sus asientos.
Marcie‖me‖agarró‖el‖brazo‖y‖me‖jaló‖hacia‖adentro:‖―Déjalo.

17

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
3
Traducido por Mari NC
Corregido por Nanis

¡B ienvenido a Probando el Nudo!


¡Felicitaciones! Su escuela le ha invitado a participar en un
revolucionario curso en educación para el matrimonio. Esta carpeta
contiene todos los materiales que necesitará. A continuación se muestra una
lista‖ de‖ “reglas”‖ que‖ debe‖ seguir‖ para‖ obtener‖ el‖ m{ximo‖ beneficio de este
curso.

1. Actividades Compartidas
Cada semestre, uno de los miembros de la pareja va a seleccionar una actividad
en la que ambos participarán, (una persona escoge el primer semestre, la otra 18
escoge el segundo semestre). La actividad debe tener una duración de al menos
tres meses, y debe reunirse al menos una vez por semana. Por supuesto, ¡más es
mejor!

2. El Presupuesto
Cada mes, cada pareja debe ganar dinero real en efectivo realizando un trabajo
(¡o trabajos!) juntos. Además, por sorteo, recibir{n‖ un‖ “Factor‖ de‖ Ingreso”‖ que‖
es el número por el cual todas las ganancias en efectivo en el mundo real serán
multiplicadas. La cifra resultante será los ingresos de la pareja para el mes. Por
ejemplo: si selecciona un Factor de Ingreso de 50, usted y su pareja ganarán $20
ese mes lavando automóviles juntos, entonces sus ingresos totales para el mes
es 50 x $20. O $1,000. Esos $1,000 son lo que usted debe usar para crear un
presupuesto‖desde‖el‖“menú”‖de‖opciones‖a‖continuación.‖(Recuerde,‖¡todos‖los
gastos son mensuales!) Así entre más dinero real gane, ¡más tiene que gastar! Al
final de cada mes, la pareja deberá entregar un presupuesto equilibrado
utilizando las hojas de presupuesto incluidas, así como el dinero ganado, y la
validación por escrito de que ese dinero se obtuvo en un trabajo. (¡No haga
trampas con su propio dinero!)

GASTOS DE VIVIENDA (elija uno):


Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

HOGAR A
Cuatro habitaciones, casa de dos baños principales y uno de visitas en una
comunidad privada. Excelente distrito escolar y sin crimen.
Hipotecas y seguros: $2,000
Utilidades: $500

HOGAR B
Tres dormitorios, casa de un baño principal y uno de visitas en un vecindario
ya establecido. Decente distrito escolar y bajo nivel criminal.
Hipotecas y seguros: $1,500
Utilidades: $400

HOGAR C
Dos dormitorios, apartamento de un baño en un edificio de apartamentos.
Distrito escolar de calidad marginal y nivel moderado de delincuencia.
Renta: $1,000
Utilidades: $300
19
EXTRAS (seleccione una o varias):
Televisión por cable: $75
Teléfono celular: $50
Internet: $30

PAGO DEL AUTOMÓVIL (elija dos):


Híbrido de lujo completamente nuevo: $400
Semi-nuevo de tamaño medio: $250
Compacto usado: $150

GASTOS DE ALIMENTACIÓN (elija uno):


Gourmet; todo orgánico; frecuente comida para llevar: $600
Abarrotes promedio; ocasional comida para llevar: $500
Abarrotes sin marca; infrecuente comida para llevar: $300

ENTRETENIMIENTO (elija uno):


Membrecía del club campestre, tres películas al mes, etc.: $350
Una película por mes, alquiler de video, etc.: $150

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Sólo alquiler de video, etc.: $50

AHÓRRALO O GÁSTALO:
Cualquier ingreso restante puede ser gastado en un artículo de lujo o en
vacaciones, o puede ser incluido en AHORROS y se reservarán para el siguiente
mes.

3. El Diario
Incluido, usted encontrará un diario en el que escribir sus pensamientos y
sentimientos‖sobre‖el‖“matrimonio”.‖¡Puede‖ evaluar‖al‖curso,‖a‖su‖cónyuge‖o‖a‖
usted mismo! Trate de hacer una entrada al menos una vez a la semana, ¡o más
si le apetece!

4. Sesiones Semanales
Cada semana, usted y su pareja asistirán a una breve sesión de consejería con
un consejero escolar para abordar los problemas en el matrimonio, como las tres
C: Comunicación, Compromiso y Colaboración. ¡Pero no se preocupen! Todo lo
que digan será una cuarta C: Confidencial.
20
Suena fácil, ¿verdad? Bueno, sólo para mantener las cosas interesantes, ustedes
pueden o no recibir un problema altera-vida (que va desde una enfermedad
repentina hasta ¡un embarazo de gemelos!), junto con un nuevo costo mensual o
un menor Factor de Ingreso dirigido a su presupuesto. Por supuesto, usted
puede obtener premios de la lotería o una repentina herencia, ¡y puede comprar
esa nueva casa o automóvil! Depende de ustedes como pareja decidir cómo
manejar estas situaciones. Su consejero escolar ofrecerá asistencia en sus
sesiones de consejería semanales.
¡No lo olvide! Su escuela mantendrá un recuento actualizado de todo el dinero
real ganado. Cada mes, la pareja que gane más puede ganar un premio.
Además, al final del curso, el matrimonio más exitoso determinado por su
consejero (en términos de comunicación efectiva, presupuesto exitoso,
resolución de conflictos y crecimiento personal) ¡GANA LA MITAD DEL
DINERO RECAUDADO, PARA SER DIVIDIDO ENTRE USTEDES!
Buena suerte y diviértanse ¡Probando el Nudo!

―¿Diviértanse?‖ ―grité―.‖ ¿Quiere‖ esto‖ realmente‖ decir‖ DIVIÉRTANSE?‖ Estas‖


personas‖ son‖ unos‖ s{dicos.‖ ―Metí‖ el‖ paquete‖ edición‖ matrimonio‖ en‖ mi‖
mochila mientras Marcie y yo nos dirigíamos a almorzar. No había sido capaz

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

de soportar leer la maldita cosa hasta ese momento. Ahora había más o menos
perdido mi apetito. El hedor en el pasillo afuera de la cafetería no ayudaba
tampoco. No había manera de decir lo que estaban sirviendo. Podría ser
espagueti. Podía ser pañal de bebé hervido. Gracias a Dios siempre tenían
perros calientes.
―¿No‖has‖hablado‖con‖Todd‖todavía?‖―Marcie‖preguntó.
―Él‖huye‖cuando‖lo‖veo.‖¿Qué‖hay‖sobre‖ti‖y‖Johnny‖Mercer?
Ella no respondió, porque justo en ese momento Johnny dobló la esquina y
arrastró‖ los‖ pies‖ hacia‖ nosotras.‖ Se‖ arrancó‖ su‖ auricular‖ izquierdo.‖ ―Hola
Marcie‖ ―murmuró.‖ Miró‖ por‖ una‖ fracción‖ de‖ segundo‖ hacia‖ mí―.‖ Hola‖
Fiona…‖ ―Tiró hacia arriba la pretina de sus grandes pantalones cortos color
caqui y tiró de un lado de su chaqueta de mezclilla. No creo que todavía las
hagan. Pero de cualquier forma, esta no se veía muy nueva.
―Hola‖Johnny.‖¿Cómo‖va‖todo?‖―preguntó‖Marcie.
Él era casi treinta centímetros más alto que yo, por lo que mantuvo su cabeza
baja‖ y‖ un‖ tipo‖ de‖ mirada‖ de‖ arriba‖ abajo‖ a‖ Mar‖ y‖ a‖ mí‖ desde‖ allí.‖ ―Uh,‖ bien‖
―dijo.‖Su‖voz‖era‖profunda―.‖ Yo, uh, quería hacerte saber que se supone que
debemos‖cumplir‖con‖la‖orientación‖el‖Viernes‖después‖de…‖uh…‖la‖ceremonia‖
de‖la‖boda.‖A‖las‖diez‖y‖quince.‖―Lanzó‖sus‖ojos‖hacia‖mí‖desde‖debajo‖de‖un‖
21
mechón‖ de‖ cabello‖ rubio‖ arenoso―.‖ Todo‖ el‖ mundo‖ tiene‖ un‖ horario. Están
publicadas en el tablón de anuncios. ―Sus ojos volvieron a‖Mar―.‖No‖sabía‖si‖
ya‖lo‖habías‖visto.‖Pensé‖sólo…‖tú‖sabes…‖hacértelo‖saber.
―Gracias‖―dijo‖ella―.‖Nos‖vemos‖allí.
―Por‖supuesto.‖Nos‖vemos.‖―Me‖miró‖una‖vez‖m{s.
―Adiós‖ ―dijimos‖ Marcie y yo a la vez. Él se deslizó entre nosotras y avanzó
pesadamente hacia la cafetería.
―¿Ves?‖Él‖es‖genial‖―susurré.
―Tal‖vez.
―Voy‖a‖ir‖a‖ver‖nuestro‖horario‖―le‖dije‖a‖Mar.‖Pero‖realmente‖iba‖a‖ver‖a‖qué‖
hora estaba Gabe. En el caso de que pudiera hacer arreglos para encontrarme
con‖él‖en‖el‖pasillo―.‖Gu{rdame‖un‖asiento‖―le‖dije.
―Claro.‖―Mar‖fue‖a‖ la‖cafetería,‖ y‖ yo‖me‖dirigí‖al‖tablón‖de‖anuncios.‖Llegué‖
allí justo cuando un par de chicas se escabullían alejándose de él, riéndose. Por
un segundo, me pregunté de qué se estaban riendo. Entonces lo vi.
Allí mismo estaba el papel con la hora de asesoramiento de todos en él. Justo al
lado de las 9:45 a.m. el nombre de Todd y el mío. Y justo al lado de mi nombre
estaba una flecha apuntando a un dibujo de una chica con gafas, sentada en un

Purple Rose
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caballo, con pis corriendo por sus piernas y encharcándose en el suelo. Por
debajo, decía: Pee-ona Caballo.
La buena vieja Amanda. Es evidente que este era su trabajo. Se había olvidado
que era Pony, no Caballo. Extendí la mano y arranqué la imagen junto con el
resto de la hoja de papel. Increíble. El primer día de clases, y yo ya era una
broma.
Caminé por el pasillo de la cafetería, pensando en una docena de diferentes
insultos para lanzarle a Amanda. Abrí la puerta y me encontré cara a cara con
Gabe Webber cuando salía.
―¡Oh!‖Hola‖Fiona‖―dijo―.‖¿Cómo‖te‖va?
Estrujé‖la‖imagen‖y‖la‖metí‖en‖bolsillo‖trasero‖de‖mis‖jeans.‖―Genial.‖Bien.‖¿Qué‖
hay de ti?
Su‖sonrisa‖de‖porcelana‖brillaba.‖―Mejor‖cada‖día.‖―Sostuvo‖la‖puerta‖abierta‖
para‖mí,‖y‖me‖deslicé‖junto‖a‖él―.‖Nos‖vemos‖pronto‖―dijo.
―Est{‖ bien,‖ seguro‖ ―le‖ dije―.‖ Nos‖ vemos,‖ Gabe.‖ ―Me‖ encantaba‖ decir‖ su‖
nombre en voz alta. Lo vi dando zancadas por el pasillo hasta que la puerta se
cerró sobre mi punto de visión. Entonces me volví y busqué por el comedor a
Amanda. Miré la cafetería más de tres veces, pero no la veía por ninguna parte.
Sin embargo, vi a Marcie sentada con un montón de gente y que había olvidado
22
al parecer guardarme un asiento. Perfecto. Lo que sea. Sólo iba a sentarme sola
y leer. No era buena en conversaciones de chicas de todos modos, incluso si
hubiera habido espacio para mí en esa mesa. Ropa de diseño, empalagosa
música pop, celebridades rompecorazones…‖ soy‖ una‖completa‖ignorante. Sólo
dame mi perro caliente y Jane Austen, y estoy bien.
Me puse en la fila para decir perro caliente y sacar Orgullo y Prejuicio. Pretendía
leer mientras trataba de calmarme. Me dije que la imagen era sólo una broma.
Podría tratar. Probablemente nadie lo había visto, de todos modos. Y si lo
hubieran hecho, tal vez no lo habían entendido. O no recordaban el segundo
grado. Por supuesto, la mirada furtiva que Johnny Mercer me había dado más o
menos disparó esa teoría al infierno. Lo había visto con certeza. ¿Pero a quién le
importaba lo que él pensaba, de todos modos? No hay problema.
Acababa de convencerme a mí misma de que la estúpida imagen no merecía ni
mi atención, cuando me di cuenta de Todd Harding haciendo fila unas cinco
personas‖detr{s‖de‖mí.‖Metí‖mi‖libro‖en‖mi‖ mochila,‖tomé‖una‖“respiración‖ de‖
limpieza”,‖como‖diría‖Mar,‖y‖decidí que iba a decir hola. Solo para estar segura
de que él sabía acerca de la cita del Viernes y todo. Me enorgullezco de mi
madurez.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Cuando llegué al mostrador de entradas, di un paso atrás, como si no supiera lo


que‖quería.‖―Adelante‖―le‖dije‖a‖la‖siguiente‖chica‖de‖la‖fila.‖Y‖a‖la‖siguiente―:‖
Ve,‖ todavía‖ estoy‖ decidiendo.‖ Adelante.‖ ―Hasta‖ que‖ Todd‖ estaba‖ a‖ mi‖ lado.‖
Entonces di un paso adelante―.‖Perdón‖―le‖dije‖suave‖como‖la‖crema―.‖Sólo‖
necesito‖tomar‖un‖perro‖ca…‖oh,‖hola‖Todd.‖―Al‖igual‖que‖no‖había‖reparado‖
en él.
―Sí.‖Uh,‖Fiona,‖¿verdad?
Me‖reí‖entre‖dientes.‖―Uh-Fiona. Sip, esa soy yo. Por lo tanto, creo que estamos
casados, ¿eh? ―Exprimí‖ un‖ poco‖ de‖ kétchup‖ en‖ mi‖ perro‖ caliente.‖
Esparciéndola por toda mi bandeja.
Todd‖hizo‖esa‖cara‖de‖pus‖de‖nuevo‖y‖dijo:‖―Mira,‖nada‖personal‖―Lo que por
supuesto‖siempre‖significa‖algo‖personal―,‖pero‖no‖estaré‖gastando‖mi‖último‖
año saliendo contigo. No está ocurriendo.
―Um,‖¿no‖lo‖est{?
―Nop.‖Perdón‖por‖arruinar‖tus‖sueños‖húmedos.
―Uhhh…‖¿disculpa?
Él‖ sonrió.‖ ―Quiero‖ decir,‖ estoy‖ seguro‖ de‖ que‖ necesitas‖ el‖ dinero‖ y‖ todo.‖
―Inclinó‖la‖cabeza‖hacia‖un‖lado‖y‖miró‖de‖arriba‖abajo‖mi‖atuendo―.‖Para‖un
par de calcetines que combinen, tal vez. O un sostén, una vez que tus pechos
23
comiencen a crecer. Pero yo no lo necesito. Estoy bien.
Me quedé allí, blanda y rígida al mismo tiempo. Al igual que una muñeca de
trapo con un palo de escoba pegado en el culo.
El estúpido amigo de Todd se burló junto a él y lo empujó a lo largo de la fila. A
medida que pasó junto a mí, Todd se inclinó hacia su amigo y le susurró:
―Pobre‖caballo.
Luego relinchó.
Y fue entonces cuando lo supe. Todd había dibujado la imagen. Ese era el por
qué el Pony estaba mal: porque Todd pensó que era un caballo. Amanda no lo
había hecho. Fue Todd. Sólo para humillarme públicamente.
Ese imbécil.
Tomé mi perro caliente y lo arrojé en la parte posterior de su rubia-blanquecina
cabeza de niño bonito. SPLAT. Ketchup en todas partes y una salchicha
grasienta cayendo por su espalda. En el Blanco.
―¿Qué‖dem…?‖―Todd‖giró‖alrededor.
―Eso‖fue‖por‖tu‖pequeña‖pedazo-de-mierda‖obra‖de‖arte‖―le‖dije.
Todd‖dio‖dos‖pasos‖gigantes‖hacia‖mí,‖se‖acercó‖a‖mi‖cara‖y‖gruñó:‖―¿Quieres‖
jugar, Princesa Pantalones con Pis? Bien. Vamos a jugar. Te veo el viernes por la

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

mañana.‖Bienvenida‖al‖matrimonio‖infierno.‖―Entonces‖él‖se‖alejó,‖dej{ndome‖
allí de pie con un pensamiento en mi cabeza.
Juego iniciado.

24

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
4
Traducido por ZAMI
Corregido por Dangereuse_

E
sa noche durante la cena cuando le dije a mis padres sobre el curso de
educación matrimonial mi mamá dijo: ―Eso es absolutamente ridículo.
Cortó un trozo de Pollo picante.
―¿Por qué? —preguntó papá.
―¿Qué podrían posiblemente esperar ganar forzando a estos chicos a estar
juntos cuando apenas se conocen? No es como si tuvieran que elegir a sus
compañeros.
―¿Y?
Mamá colocó el cuchillo y el tenedor en el plato de cerámica que había 25
comprado en una feria de arte el año anterior.
―¿Cómo se aplica eso en la vida real? ¿Cómo les enseña esto a elegir a una
buena pareja cuando no pueden hacer la elección ellos mismos? ―preguntó.
Papá se inclinó hacia adelante. ―¿Y cómo sugieres tú que el curso debería
trabajar?
Ahora, déjenme tomarme un momento para explicarles algo sobre mi padre.
Él es profesor de ciencias políticas en la Universidad de Illinois, y le gusta
enseñar usando el método Sócrates, que consiste básicamente en sólo preguntar.
Eso es todo. Lo que sea que un estudiante diga, mi papa lo da vueltas y se lo
devuelve al pobre inocente en forma de pregunta. Puede pasarse una larga hora
de conferencia enseñando sólo con las palabras: ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Y? o ¿Qué
piensas?
A veces me pregunto si realmente sabe algo sobre ciencias políticas. Sin
embargo es uno de los profesores más populares del campus.
Desafortunadamente a veces tiende a traer sus métodos de enseñanza a casa, lo
que no lo hace muy popular para mamá o para mí.
―No me hables como si fuera uno de tus alumnos ―dijo mamá―. Puedo dar
mi opinión sin necesidad de defenderla.
―De acuerdo, si quieres tener una opinión sin fundamentos. Adelante, tenla. ―
Pinchó un bocado de ensalada de espinacas y se la metió en la boca.
Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

―Mi opinión sí tiene fundamentos, es sólo que no te incumben ―dijo ella.


―Lo hiciste de mi incumbencia cuando lo dijiste en voz alta ―murmuró a
través de la espinaca masticada.
―¿Estás bromeando? ―preguntó mamá―. Porque de veras me estás haciendo
enfadar.
Papa tragó, esbozó una sonrisa y tomó la mano de mi mamá.
―Claro que bromeo. No te enojes― —Se inclinó sobre la mesa y la besó―. Sólo
estaba jugando.
Eso es lo que mis padres llaman jugar. Es algo retorcido, pero al parecer les
encanta. Al menos es lo que funciona para ellos.
―Mamá tiene un buen punto ―dije―. Estos emparejamientos al azar son un
desastre.
―¿Por qué? ―preguntó papá―. ¿Que sucedió? ¿Te tocó con algún fracasado?
Lentamente giré el cuchillo en la mesa.
―No un fracasado. Lo opuesto. Un tipo extremadamente popular e idiota. No
hay nada en él que encuentre atractivo.
―Hey, vamos. No seas cruel. Los chicos populares también tienen sentimientos
―bromeó.
―No éste. A menos que cuentes "sentir" los senos de su novia en los pasillos
26
antes de entrar a clases.
―Sentir los pechos de una chica siempre cuenta ―dijo.
Mama, los golpeó con una servilleta de tela.
―Ethan.
―Es verdad. Yo siempre lo cuento. ―Y les juro por Dios que extendió una
mano y le apretó un pecho justo enfrente de mí―. Seis mil doscientos ocho.
Me eché hacia atrás alejándome lo más que pude de mis padres.
Grité: ―Estamos cenando.
Papá agachó la cabeza. ―Perdón, su señoría.
Mi madre luchó para recobrar la compostura.
―Fiona, ¿estás segura que la Directora Miller dijo que no podrías graduarte a
menos que hagas este curso? ¿Y la junta escolar estuvo de acuerdo con eso?
―Eso es lo que dijo.
―Creo que eso se puede objetar ―dijo mamá.
―Por primera vez estamos de acuerdo ―dije. Empujé los granos de arroz
alrededor de mi plato con el tenedor. Los alineé en una pequeña T de Todd, y
luego los volví a juntar.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

―Bueno, no me quedaré sin hacer nada ―dijo mamá―. Mañana llamaré a la


Directora Miller. Y luego a la junta escolar. Puede que incluso escriba una carta
para el periódico. ―Se bebió hasta el fondo su copa de vino.
―Es ridículo.
―Uh, oh ―dijo papá―. Escondan a sus hijas. Viv va al ataque.
Mamá volvió a golpearlo con la servilleta.
―Sí, mamá eso es todo muy bueno pero no cambia nada. Mientras tanto debo
seguir lidiando con este idiota.
Mamá levantó su plato y lo llevó hasta el fregadero.
―Fiona. Creo que este curso es absurdo. Pero por el momento vas a tener que
seguir el juego. Intenta encontrar algo sobre este chico que te guste, que puedas
respetar o que al menos puedas soportar. Sólo una cosa. Eso es todo lo que
necesitas. Concéntrate en esa cualidad rescatable, en esa cosa que te guste y vas
a ver por cuanto tiempo podrás aguantarlo.
―¿Así es como papá y tú permanecen juntos?
―¿Qué puedo decir? Prepara una malteada de chocolate increíble.
―Y ella realmente sabe cantar ―dijo papá.
―Soy una cantante terrible ―dijo mamá.
―¿Lo eres? Bueno en ese caso supongo que deberemos terminar. ―Se encogió
27
de hombros―. Hmmmm, ¿me pregunto quién cantará bien?
―Tu madre canta bien. Tal vez deberías irte a vivir con ella.
―Al menos ella me deja sentirle los pechos.
Me puse de pie.
―Eso es todo. Ya fue suficiente. Ni siquiera voy a pedir permiso para
levantarme de la mesa, por que ustedes están enfermos y son unos depravados.
Ya no tienen ninguna autoridad sobre mí. Estaré en mi cuarto.
Dejé mi plato en el fregadero y los dejé riéndose detrás de mí.
Arriba me tumbé sobre mi cama y saqué el paquete de educación matrimonial.
Agarré una lapicera y el diario. Supuse que podría dejar registrado este horrible
día.

Miércoles 4 de septiembre
Creí que este día iba a ser un fantástico primer día en el último año.
Por el contrario, apestó. Ahora, tendré que pasarme el resto del año encadenada
a una persona (que no nombraré, pero cuyas iniciales son TOOD HARDING) a
quien desprecio. Me aconsejaron buscarle una cualidad remediable en la cual
concentrarme. Hasta ahora la única que he podido pensar es que respira. Pero

Purple Rose
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incluso eso es cuestionable, porque probablemente sea un zombie o alguna otra


forma de muerto viviente.
Seriamente preferiría pasar el resto de mi vida siendo solterona virgen que
pasarlo con Todd Harding. Sería perfectamente feliz viviendo como la loca de
los gatos.
Tengo un tío (Tommy) que era por completo la versión masculina de la mujer
loca de los gatos, y era feliz.
En realidad, pensándolo bien, no lo era tanto.
Como esa vez que hace tres años, cuando celebramos el cumpleaños 75 de la
abuela. Comimos en un restaurante, y me tocó sentarme junto al tío Tommy.
Intenté entablar una conversación amable pero bruscamente comenzó a
hablarme sobre dos de sus gatos que estaban enfermos. Un problema renal o
algo así. Me preguntó si tenía mascotas. Respondí que no, y dijo:
―Bien. Son unos rompecorazones. Compré a Sarsaparrilla y a Knee Hi para mis
cuarenta años. Sólo sirvieron para recordarme lo viejo que soy. Y ahora Knee Hi
está enferma. No sé que hará Sarsaparrilla sin su hermana.
Dije que lamentaba oír eso, y dijo: ―Bueno, es la historia de mi vida. ¡Dios
prohíba que tenga una sola pequeña cosa que no sea una desilusión!
De acueeeeeeerdoooo.
28
¿Qué demonios podía responder a eso?
Afortunadamente, los aperitivos llegaron, y pude así de pronto desarrollar un
interés absorbente en la construcción de bocaditos de camarón.
Ese era el tío Tommy hace tres años. Solo puedo imaginar lo amargado y
aterrador que deber ser ahora. Realmente espero que el gato no haya muerto.
No tengo idea de que tiene que ver eso con la Educación matrimonial, pero al
menos sirvió para llenar un par de hojas del diario.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
5
Traducido por dark heaven
Corregido por Dangereuse_

L
a mañana del viernes. Primer período. Los seniors estaban reunidos en
el auditorio. En el escenario todavía estaba ese asqueroso arco blanco
que había quedado de la producción Much A do About Nothing del año
pasado que estaba cubierto con flores falsas de color rosas e iluminada con una
luz central.
Los dedos de la Directora Miller revolotearon por su pelo y cuello mientras
caminaba hacia el podio junto al arco. ―Está bien, seniors. Acomódense, ahora.
Pasemos a través de esta ceremonia así pueden ir a clase. Me gustaría que las
jóvenes mujeres se alineen al lado derecho del auditorio de acuerdo al orden 29
alfabético de sus apellidos. Los jóvenes hombres, alinéense en el lado izquierdo
del auditorio contrarios a su pareja.
Esto llevó varios minutos, ya que muchas de los chicas seniors aún no
dominaban las complejidades del alfabeto. Además, ninguno de nosotros estaba
muy apurado por llegar a la parte real de la boda. La Directora Miller trató de
ayudarnos lo mejor que pudo.
―No, Maja, Bjorkman viene antes que Bloomberg. Catherine, ¿es McHenry o
MacHenry? Bueno, eso significa que estás después de Juliana. Rhiannon, sé que
tú y Joscelin tienen el mismo apellido. Alinéense de acuerdo a su primer
nombre, entonces. No, eso quiere decir que estás detrás de Joscelin, no en
frente. Ahí vas. No, Elizabeth, no se tienen que besar. De hecho, no deberías.
¡Sin besos! ¿Me escucharon, todo el mundo? ¡Sin besarse! ¡Rashmi Kapoor,
vuelve aquí! Bueno, mala suerte, tiene que mantenerse.
Hay un dicho acerca de los gatos pastores. Como de cuan imposible es. Pero eso
habría sido un pedazo de pastel en comparación con esto. Finalmente, nos
pusimos en nuestros lugares, y lo mismo hicieron los chicos. Miré toda la
extensión de asientos verdes de vinilo a la línea de ellos pegados a la pared. Se
veían como animales de caza que habían sido enviados a una cacería
controlada. Algunos ajenos a su destino. Algunos corcoveando y pateando

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

contra el recinto. Algunos resignados a su inminente desaparición. Sin


embargo, todos atrapados.
Escanee la línea. Johnny Mercer estaba en frente, apoyado contra la pared con
los brazos cruzados sobre su estómago. Él estaba completamente inmóvil a
excepción de su bota negra derecha, que se mantenía tocando y tocando
furiosamente el piso.
Gabe estaba en la mitad de la línea. Su camisa mandarina hacía que su piel se
viera como bronce. Conversó con el chico a su lado y se echó a reír casualmente,
mostrando sus perfectos dientes blancos. Me recordó cómo había tratado
hacerme reír de camino a la oficina de la enfermera en tercer grado para que yo
no pensara en el dolor de mi tobillo. Su sonrisa seguía siendo la misma.
De repente, Gabe se dio vuelta y miró a través del auditorio hacia las chicas.
Podía ver sus ojos transitando por la línea. En un segundo estaría mirándome.
¿Debo dejar que vea que lo observaba? ¿Lo sorprendería? ¿O debo mirar hacia
otro lado y parece tímida y deliciosa? ¿Debería saludarlo? ¿Tratar de mantener
su mirada? ¿Trataría de enviarle un mensaje psíquico?
Cedí. Me dejé caer y fingí atar mis zapatillas Chuck Taylor. No sabía qué hacer.
Qué cobarde. Y como recompensa por mi cobardía, cuando me paré, mi mirada
se posó en alguien mucho menos agradable. Toady Todd. (Estaba probando
30
nuevos apodos para él. Hasta ahora había rechazado Todd El Terrón, Cabeza-
Dura Harding, y "TH" pronunciado en la forma de un raspado de frambuesa. Él
no era lo suficientemente inteligente como para tener ese.) Todd se dirigió a su
amigo y le susurró algo. Al menos, parecía que él susurraba. Todd se inclinó y
me miró. Y entonces lo miré con miedo mientras él me miraba y me señalaba, y
luego se echó a reír. Su amigo también se rió, y sentí toda mi sangre drenarse a
mis pies. Todd estaba tramando algo.
Me vio observándolo, negó con la cabeza, y sonrió con esa sonrisa siniestra
suya. Traté de no parecer asustada, ¿pero qué podía hacer? No podía decirle
nada; estaba del otro lado a través del auditorio. Hice lo único en lo que podía
pensar. Le enseñé el dedo.
Bueno, eso sólo complació a Todd sin extremo. Lo incité.
Había logrado el equivalente social de meter a un oso en un palo afilado.
―¿Están todos listos? ―dijo la Directora Miller, ajustándose sus lentes―. ¿Todo
el mundo? Bueno, vamos a comenzar. Cuando diga su nombre, por favor
vengan al escenario, conozcan a su pareja detrás del arco, tómense de las
manos, y pasen por el arco y por las bandas en frente del escenario. Después
pueden continuar por el pasillo central y salir a sus clases. ¿Todo el mundo
entiende? ¿Sí? Bien. ―Le hizo gestos a alguien en la parte posterior del

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auditorio―. Por favor, traigan a los chicos de clases inferiores. Ah... y a las
mujeres.
De repente, las puertas dobles se abrieron y una ola de estudiantes lleno el
auditorio. A juzgar por las expresiones en los rostros de los seniors, se puede
suponer que ninguno de nosotros había soñado que tendríamos una audiencia
para esto. Pero allí estaban. Primero, segundo, tercero…‖testigos de la ejecución.
Sophia Sheridan me dio un codazo. ―¿Para qué están ellos aquí?
―No lo sé ―dije―. Tal vez la Directora Miller quiere asustarlos para que
cambien de escuela así el próximo año la facultad se ira a Buenos Aires.
Ella soltó un bufido. ―Lo dudo. Quiero decir, ¿quién querría retirarse a
México?
Culpo al sistema educativo, lo hago. No era la culpa de la pobre Sophia que
nunca le hubiesen enseñado la geografía de América del Norte y del Sur. O tal
vez la tenía, pero la información había conseguido de alguna manera perderse
entre los labios de la maestra y el cabello lleno de spray quema cerebro. De
cualquier manera, decidí dejarlo pasar. Era evidente que había perdido el
punto, de todos modos.
La Directora Miller batió sus manos sobre el podio. ―Tomen asiento, por favor.
Tomen asiento. ―Cuando la habitación se calmó, ella se aclaró la garganta, echó
31
la cabeza hacia atrás, y dio una sonrisa torcida―. Nos hemos reunido hoy aquí
para unir. —Se detuvo. Parpadeó un par de veces. Obligó una sonrisa más
amplia―. Para unir a estos jóvenes y estas jóvenes en… —Tragó. Suspiró―.
Matrimonio ―Inhaló. Exhaló―. El matrimonio no es algo para tomarse a la
ligera. Es el compromiso hecho entre dos personas. Un compromiso que es… —
Echó la cabeza hacia atrás y resopló―. Bien, que se supone que perdure… —Su
voz vaciló. Se detuvo de nuevo y se secó los ojos. Luego tomó el podio―.
Ustedes deben pegarse a él a través de la adversidad. No sólo escaparse a la
primera tentación como un niño que acaba de descubrir un caramelo. Claro, el
caramelo es dulce. Sin embargo, el caramelo no ofrece sustancia. Mientras tanto,
la sólida y nutritiva papa con la que se casaron se pudre en el armario. ¡Hagan
la elección antes de hacer el compromiso, señoras y señores! No elijan la papa si
lo que realmente quieren es un caramelo. ¿Entienden?
Era bastante claro que ninguno de nosotros lo hacía. A pesar de que estudió
nuestras caras de piedras por una respuesta. Una lágrima goteo por debajo de
su mejilla. Se la secó.
―Así que. Matrimonio. Sí. El matrimonio es un compromiso entre dos
personas... un compromiso que... que... Oh, ustedes saben las reglas. Vamos a
seguir adelante con esto. Cuando los llame por su nombre, subirán al escenario,

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unirán la mano con su pareja, y solemnemente los declararé unidos por el


propósito de la educación matrimonial para el año. El final, adiós. ¿Señor
Evans? Música, por favor. Carla Adams y Peter Hauser.
Canon de Pachelbel en D comenzó a todo volumen en el sistema de sonido
mientras Carla y Peter subían los escalones del escenario. Ellos unieron las
manos, caminaron bajo el arco, y se retiraron bajo las bandas en la parte
delantera del escenario. Mientras pasaban por el pasillo, los de clase inferior
comenzaron a aplaudir y abuchear. Ahora entendía por qué estaban allí. Eran
un pozo de humillación.
Dos a dos subimos a la horca. Dos a dos descendimos al infierno. Bueno, tal vez
estoy sobre-dramatizando un poco, pero te puedo decir esto: me solía gustar
Canon en D. Solía sonar como la esperanza y la belleza y la pureza y la alegría,
todo en uno. Pero, de repente, y desde este momento, Canon en D sonaba como
una marcha de muerte. Un canto fúnebre. Un lento, inevitable espiral hacia la
tumba. Sin lugar a dudas, nunca me gustaría, jamás Pachelbel de nuevo.
Vi a Marcie y Johnny cruzar el escenario cada uno hacia el otro. Marcie llevaba
esos tacones de cuña, de modo que caminaba lento. Johnny la esperó con la
mano extendida.
La tomó y avanzó a través del arco. Cuando caminaron a las bandas de
32
aluminio, el metal crujió bajo el peso de Johnny un poco más fuerte que lo
habitual. Algunos de los de clases inferiores se rieron, pero Johnny siguió su
curso, sin perder el ritmo. Me pareció ver a Marcie darle un pequeño apretón a
su mano, lo que era probable, porque es ese tipo de persona.
Me acerqué hacia adelante en la línea, tratando de mantener un ojo en Todd. No
sabía lo que había planeado, pero no podía ser bueno. Cuando Gabe y Amanda
subieron al escenario, miré hacia atrás y adelante entre Gabe y Todd, para ver si
Todd tenía alguna reacción viendo a su novia poniéndose toda amistosa con un
chico que estaba bueno. Pero a Todd parecía no importarle. Yo estaba más
celosa de lo que él parecía estar. Incluso cuando Gabe no sólo ofrece su mano,
sino su musculoso brazo, el cual Amanda tomó, riéndose tontamente. Era una
profesional en ser tímida, le doy eso. Hizo de coquetear una religión, y ahora
era la adoración en el altar de Gabe. Pero Todd no batió una pestaña.
Yo, en cambio, no era tan genial. De hecho, había empezado a sudar como una
reina de belleza en el último minuto de una prueba de embarazo. Cerré los ojos
y traté de imaginar cubos de hielo en las axilas, y agua fría goteando por mi
cuello y brazos. Casi había logrado que mi ritmo cardíaco se redujera desde mi
frenético ritmo de ansiedad cuando la Directora Miller llamó: ―Fiona Sheehan
y Todd Harding.

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Oh Dios. Hasta ahí llegué.


Subí los escalones y me di vuelta hacia Todd. Caminamos uno hacia el otro,
mirándonos a los ojos. No quería tropezar, pero no quería romper su mirada,
tampoco.
Cuando llegamos al alcance del brazo, le tendí la mano, tratando de ser digna.
Pero Todd rompió mi mirada y se fue derecho delante de mí a la cortina a un
lado del escenario. Llegó a la cortina de terciopelo y retiró... una muñeca. Una
muñeca inflable. Una muñeca inflable sexual con una peluca negra y gafas de
color marrón como las mías, y una tiara de plata de plástico pegada a la cabeza
con cinta adhesiva. La muñeca tenía pantalones cargo, como los que uso. Sólo
que la entrepierna de los cargo estaba empapada. Goteando el interior de las
piernas. En cuanto a la parte superior no tenía nada. Las tetas habían sido rotas
y tapadas con cinta adhesiva para que la muñeca tuviese pecho plano. Pero
hubo un par de pezones muy atractivos negros dibujado con marcador mágico
en la cinta adhesiva. En aras del mantenimiento de la corrección anatómica,
estoy segura.
El auditorio estalló en la histeria. Todd tomó la muñeca, se sentó a horcajadas, y
galopó por todo el escenario como si fuera un caballo, con latigazos y todo.
Entonces corrió a través del arco a la parte delantera del escenario (esquivando
33
a la Directora Miller, que parecía sorprendida en la inmovilidad de todos
modos).‖ Llevó‖ la‖ muñeca‖ tan‖ alto‖ como‖ pudo‖ y‖ gritó:‖ “¡Presentando a la
Princesa Pantalones con Pis! ―Un puñado de los de clases inferiores se rieron.
Luego se unieron más. Luego el cabeza dura del compañero de Todd empezó a
cantar, "Princesa Pantalones con Pis, Princesa Pantalones con Pis", y pronto
todo el mundo estaba levantado o cantando.
La Directora Miller dijo: ―¡Está bien! Cálmense. ―Pero nadie realmente lo
hizo. Todd se marchó por las bandas con la muñeca en sus brazos y desfilando
por el pasillo mientras todo el mundo aplaudía.
Me quedé sola en el escenario. Bueno, yo y la Directora, que me arrastró hasta el
borde y me espantó fuera. Evidentemente, se había convertido en muy hábil
para fingir no darse cuenta de las cosas.
Di unos pasos por las bandas y me quedé helada en el fondo. Todo el mundo
estaba gritando más fuerte que nunca. Y se reían. Y me señalaban. A mí. No
tenía ni idea de qué hacer o a dónde ir. De repente, vi a Marcie caminando hacia
mí. Tomó mi brazo y me llevó por el pasillo. Johnny se reunió con nosotras a
mitad del camino y alguien gritó: ―¡Ooh, un trío! ―Pero yo estaba más allá de
importarme. Todo lo que quería era salir de allí. Bueno, eso y encontrar la
manera de hacerle pagar a Todd.

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Llegamos a las puertas del vestíbulo de afuera del auditorio, y Johnny me


preguntó: ―¿Estás bien?
―No, no estoy bien ―le dije―. Ese hijo de puta de mierda. ―Y miré al
alrededor del vestíbulo por él, pero no estaba en ninguna parte. Hijo de puta
cobarde.
―Todd Harding es un imbécil total -―dijo Marcie―. No puedo creer lo que
hizo.
―Yo puedo ―dijimos Johnny y yo al mismo tiempo. Una risita salió de mí.
―Jinx ―le dije―. Me debes una cerveza. ―Johnny se ruborizó y se pasó los
dedos por su grueso y esponjoso cabello.
Me quedé mirando el tablón de anuncios con las listas de matrimonios en él.
Saqué una de las chinchetas y lo metí a través del nombre de Todd. ―Escucha
Mar ―le dije―. Voy a conseguir hacerlo pagar por esto, y voy a necesitar tu
ayuda. Estoy pensando en esta noche, en el baile. ¿Estás dentro?
Marcie me chasqueó la lengua. ―Vamos, Fee. Sé mejor persona.
―¿Mejor persona? Lo que quieres decir es que caiga bajo. De ninguna manera.
No me voy a esconder de él. Entonces, gana.
―Sí, pero esto no es una batalla. Se supone que están casados.
―A la mierda con eso.
34
Ella cruzó sus brazos de marfil. Incluso después de estar al aire libre durante
todo el verano, se las arregló para evitar daño solar. ―Está bien, pero nos guste
o no, ésta es la forma en que es, si quieres graduarte y salir corriendo fuera de la
escuela secundaria.
―Marcie, ¿vas a ayudarme o no?
Suspiró y dejó caer sus brazos. Haciendo tintinear sus pulseras. ―Sí, te ayudo.
Sabes que lo haré.
―Gracias.
―Uh... sabes, yo podría... ayudar también ―dijo Johnny―. Quiero decir... si lo
necesitas.
―¿En serio? ―le pregunté.
Johnny movió la cabeza. ―Por supuesto. No puedo bailar de todos modos.
¿Qué más hay que hacer?
Extendí la mano y le di una palmada en su fornido hombro. ―Fantástico,
Johnny. Gracias.
Miré el reloj por encima de las puertas del auditorio: ocho cuarenta y cinco.
Exactamente una hora para planear lo que le iba a decir a Todd en nuestra
sesión de consejería. No podía esperar a que fuera reprendido por Maggie

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Klein. Nunca la había visto como una fiera antes, por lo que esto iba a ser un
placer.
Y después, tendría el resto del día para planear mi venganza.

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Capítulo
6
Traducido por dark&rose
Corregido por Nanis

or favor entra, Fiona. Todd está ya aquí.

―P Maggie Klein había sido la consejera escolar en el East


Columbus desde que yo era estudiante de primer año.
Ella no podría haber sido más de ocho o nueve años
mayor que yo, pero se comportaba como una mujer de
mediana edad ex-hippie. Insistía en que todos en la escuela la llamaran Maggie,
y todo lo que decía sonaba como un mantra de meditación. Siempre llevaba
bufandas y olía a almendras tostadas y a vainilla. Nunca había estado casada,
así que no estaba segura de lo que pensaba que podía enseñar acerca del 36
matrimonio. Pero tal vez había recogido algunos consejos de la cadena de
hombres con la que había sido vista por toda la ciudad durante los últimos
años.
―Toma asiento, Fiona ―dijo Maggie Klein. Yo lo hice. Pero no antes de enviar
un aluvión de miradas asesinas a la parte posterior del cráneo de Todd―. Muy
bien. Bienvenida, Fiona. Bienvenido, Todd. Creo que es obvio que tenemos que
empezar a abordar en esta sesión lo que pasó antes en la ceremonia de la boda
simulada. Todd, ¿te gustaría empezar?
―¡Ha! ¿Por qué va a empezar él? ―espeté.
Maggie Klein volvió la cabeza hacia mí de la forma exacta en que un búho hace
cuando alcanza a su presa.
―Ya que Todd estaba aquí primero, Fiona. ―Su cabeza giró de regreso a
Todd―. Ahora, dime, Todd. ¿Por qué crees que fue aceptable traer esa muñeca
a la boda?
¿Por qué lo hizo? ¿Aceptable? Um, ¿hola? ¿Dónde estaba la parte donde ella le
gritaba y él estaba en problemas?
―Bueno, Maggie ―susurró―, me di cuenta de que algunos de mis compañeros
de clase estaban un poco... digamos, tensos sobre el curso de educación para el
matrimonio. Así que me encargué de añadir un poco de ligereza a lo que era sin

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duda un momento estresante para muchos de mis compañeros de cursos


superiores.
Sostén el teléfono. ¿Qué estaba haciendo Todd? Me quedé sentada allí en mi
silla mullida y lo observé.
―Todd, entiendo tu deseo de ayudar a tus compañeros de estudios ―dijo
Maggie Klein, extendiendo una mano para ajustar un florero de margaritas en
su escritorio antiguo―. Y a pesar de que tus motivos puede que fueran
honorables, debes entender que tus acciones fueron perturbadoras. ¿Puedes ver
eso?
Solté un bufido. Alto.
―¿Fiona? Tendrás tu turno para hablar en un momento. Ahora, Todd.
¿Entiendes cómo tus acciones en el auditorio podrían ser tomadas como algo
diferente a divertido?
Todd frunció el ceño y asintió con la cabeza. ―Lo entiendo. Créame; tenía un
objetivo totalmente diferente.
Sí, apuesto a lo tenías, eres un imbécil. Por un segundo me imaginaba agarrando el
buda de madera de la estantería de Maggie Klein y usándolo para darle a la
cara de Todd con un objetivo totalmente diferente.
Pero, por supuesto, no lo hice. Me enorgullezco por mi moderación.
37
Maggie Klein continuó: ―¿Y te das cuenta de que una muñeca como esa
representa la objetivación de la mujer de la forma más despreciativa?
Aha. Está bien. Finalmente iba a perder los nervios. Ella debe haber sido una de
esas que dan un rodeo por el infierno. Del tipo que te engaña para que te sientas
en una posición cómoda y pienses que la soga es una corbata. Hasta que se
ubica detrás de ti y tira de la cuerda.
Todd negó con la cabeza y se inclinó hacia Maggie Klein.
―¿Mujer objeto? ¿Yo? Vamos, Maggie, ¿de verdad crees que soy el tipo de
persona que considera a la mujer como un objeto? ―Él deslumbró su sonrisa
falsa hacia ella.
Maggie Klein se derritió delante de mí.
―No, por supuesto ―dijo ella, devolviéndole la sonrisa, y lanzando una
pequeña risa femenina. Todd había escapado de la horca―. Me alegro que
hayamos aclarado eso. ―Ella juntó las manos y dijo―: ¡Está bien! Creo que
podemos realmente comenzar esta sesión desde un lugar de paz ahora.
Todd levantó la mirada hacia mí y sonrió. Su encanto de mierda lo hacía salir
impune, y él lo sabía.
Wow.
Parecía que había subestimado el comportamiento Neanderthal.

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Apreté mis manos en los brazos de la silla y grité: ―¿Qué demonios?


Maggie Klein emitió un suspiro condescendiente y dijo: ―Fiona, en mi oficina,
no hay gritos ni maldiciones. Toda la comunicación se hace de una manera
madura y constructiva. ¿He sido clara? —Ella me dirigió lo que supongo que
estaba destinada a ser una mirada severa. Se parecía más a los efectos
secundarios de estreñimiento severo.
―No ―dije―, no fue clara. Nada de lo que ha dicho tiene ningún maldito
sentido. ¿Cómo es que este cara de idiota puede humillarme delante de todo el
cuerpo estudiantil entero, y ni inmutarse? ¿Pero si digo la palabra maldita en su
oficina, luego se enoja? No, Maggie Klein, no es clara en absoluto.
Maggie Klein parpadeó un par de veces y dijo: ―¿Humillarte? ¿Qué te hace
pensar que las pequeñas travesuras de Todd estaban dirigidas a ti?
Todd se inclinó sobre el brazo de su silla. ―Sí, Fiona. ¿Por qué habrías de
pensar que era sobre ti? ¿Hmmmm?
Yo estaba sentada allí con mis quejas. Maggie Klein nunca había conectado que
la muñeca era yo. ¿Y cómo podría explicar que era? ¿Obviando los detalles
jugosos de la fiesta de Callie Brooks de su séptimo cumpleaños? ¿De hace diez
años? ¿Y frente a Todd?
De ninguna maldita manera. Nop. Estaba atrapada. Estaba jodida.
38
Froté juntas las suelas de mis zapatillas de deporte.
―Bueno, yo sólo... imaginé que…‖fue‖así‖―murmuré.
Maggie Klein dijo: —Ahora, Todd. No hay duda de que la muñeca no era
apropiada. Pero no tenías intención de que representara a Fiona, ¿verdad? Eso
sería muy poco apropiado. Por no hablar de un claro caso de acoso sexual.
Me di cuenta de la sonrisa de Todd extendiéndose cuando se enteró de eso. Se
cruzó de brazos, miró hacia el suelo, y empezó a rebotar una pierna hacia arriba
y hacia abajo.
Maggie Klein continuó: ―Y estoy segura de que fue mucho más allá del
alcance de sus intenciones para su pequeña travesura. ¿Estoy en lo correcto?
Todd se encogió de hombros. ―Claro.
―Porque eso sería un delito grave que requiere una acción disciplinaria.
Todd asintió con la cabeza, pero guardó silencio. Tal vez no era la horca, pero
Maggie Klein estaba sin duda colgándola delante de él. Me imaginé que era lo
más cercano a la resolución que yo iba a conseguir. La venganza, sin embargo,
se acercaría mucho más.
―Bueno, vamos a seguir adelante. En primer lugar, tenemos que averiguar cuál
será su actividad compartida durante el semestre. ¿Quién va a elegir esta vez?
Todd y yo gritamos a la vez: ―Yo lo haré.

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―Bueno, ambos no pueden elegir. Vamos a tratar de hacerlo con Piedra-Papel-


Tijera. Quien sea que gane elige este semestre. La otra persona puede
seleccionar el trabajo en el mundo real.
Todd y yo nos pusimos uno frente al otro. Era un tiroteo en el corral de MK.
Pensé que lo tenía bastante calado.
Él era macho. Pseudo-chico duro. Definitivamente iría por roca.
Apretamos nuestros puños. Golpeamos nuestras palmas de las manos tres
veces diciendo: ―Piedra, papel, tijera, disparo.
Lancé mi mano, como papel.
Todd había lanzado Tijeras. Maldita sea. Debería haberlo sabido.
Las tijeras cortan. Las tijeras pueden apuñalar. Las tijeras eran brillantes y
afiladas, como Todd.
―¿Qué será, Todd? ―canturreó Maggie Klein.
―Bueno, Maggie, para nuestra primera actividad del semestre, Fiona y yo
compartiremos la experiencia de porristas.
Permítanme hacer una pausa para dar una breve historia de Todd Harding y las
porristas. Es una historia legendaria en ECHS.
Primer año, Todd se mudó al Este de Columbus y jugó al fútbol. Él era una
especie de prodigio o una estrella o lo que sea. De todos modos, a medio
39
camino a través del partido contra el Instituto de Lincoln, Todd impactó y se
fracturó cuatro costillas. Estuvo fuera de la temporada. La madre de Todd se
pone como loca y le prohíbe jugar al fútbol nunca más.
Avance rápido hasta el segundo año. Todd y Amanda han estado saliendo por
un tiempo. Ella es una porrista y le convence para entrar en el equipo de
invierno, para que puedan pasar más tiempo juntos. Vomitivo, lo sé. Pero lo
hace, y, porque es fuerte, pueden hacer estas exhibiciones locas y acrobacias y
pirámides más grandes y todo eso ahora. Así que las porristas lo aman. Pero un
día, Brendan Jackson, que era el quarterback del equipo universitario, llama a
Todd friki porque es un porrista. Y Todd dice (y esta es la parte más famosa)
“Déjame‖aclararte‖esto‖Brendan,‖me‖paso‖toda‖la‖tarde‖con‖las‖manos‖entre‖los‖
muslos de una porrista sexy, mirando hacia arriba a su falda mientras la
mantengo por encima de mí. Mientras tanto, tú estás inclinado, metiendo tus
dedos‖en‖el‖culo‖de‖algún‖hombre‖gordo‖una‖y‖otra‖vez.‖¿Pero‖yo‖soy‖el‖gay?”,
eso calló a Brendan y a cualquier otra persona que hubiera pensado en dar a
Todd un momento difícil. Pero eso no me iba a callar.
―De ninguna manera. No voy a tomar parte en ninguna exhibición disfrazada
moviendo las tetas defendiendo algún falso espíritu escolar y se hace pasar

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como un deporte. —Esa era mi pequeña manera de ocultar el hecho de que uno,
no tengo tetas, y dos, no podía hacer deportes.
―No te preocupes ―dijo Todd―. No tendrás que hacer ningún baile de
vítores. ―Balanceó su cabeza de lado a lado―. Puedes ser la chica del agua del
equipo. ―Hizo que sorbía de una botella de agua invisible.
Abrí la boca para oponerme, en voz alta, pero Maggie Klein me interrumpió.
―¡Está arreglado, entonces! Porrista pues. ―Ella lo escribió en el estúpido
formulario de matrimonio―. Fiona, ¿has pensado cuál es el trabajo que te
gustaría compartir con Todd para ganar tu dinero en el mundo real?
No, por supuesto que no. Había bloqueado este curso maldito de mi mente
tanto como fuera posible.
―Sí ―mentí. Sin embargo, sólo un puesto de trabajo me vino a la cabeza…‖el‖
que ya tenía. Dije―: Cuidar de una niña de once años de edad. Tendría que
consultarlo con sus padres, pero si dan el visto bueno, entonces Todd y yo
podemos cuidarla juntos.
En el instante en que estas palabras salieron al aire, me di un golpe mental en la
cabeza. Acababa de perder mi única fuente de dinero durante todo el semestre.
Ugh. Esperaba, esperaba, esperaba que Todd se opusiera. Entonces podría
hacer algo más. Rastrillar hojas, tal vez. ¡Rastrillar hojas habría sido perfecto!
40
Pero Todd agitó su mano en el aire, diciendo: ―Pshhh, sin problemas.
―Espera, he cambiado de opinión ―dije―. Rastrillar hojas. Barreremos las
hojas.
―No, no ―dijo Todd―. Dijiste servicio de niñera. Haremos de niñeras. ―Me
sonrió y parpadeó varias veces―. Nos dará más calidad de tiempo juntos.
―Oooh, observación agradable, Todd ―dijo Maggie Klein.
Traté de objetar. ―Pero…
Maggie Klein garabateó en la hoja. ―Ya lo he escrito. Bueno, ustedes dos son
niñeras. Genial.
Maldita sea.
―Ahora, vamos a seguir con el presupuesto. ―Maggie Klein ofreció una bolsa
de terciopelo rojo con una tapa acordonada―. Todd, me gustaría que metieras
aquí la mano y seleccionaras una moneda.
Todd extendió su mano. Me pareció ver rozar los suyos al llegar a su interior.
Yo estaba casi segura de que vi su muñeca rozarse contra sus pulgares mientras
él juguetonamente metía su mano dentro de la bolsa. Sin duda la vi sonrojarse.
Sacó una moneda con el número 150 en ella.
—¡Bien hecho, Todd! Uno cincuenta es el factor más alto de ingresos
disponibles. Hay sólo dos de ellos en la bolsa. Muy bien, multiplica todo lo que

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ganes por 150, y eso es lo que tienen para gastar en los gastos mensuales de su
grupo. Decidan juntos en qué gastarlo, y entréguenmelo al final de cada mes.
―Se acercó más a Todd y puso la voz más cantarina―. Apuesto a pueden
comprar la casa bonita. ―Juro que ella agitó las pestañas hacia él.
Él se inclinó hacia ella. ―Y el coche híbrido de lujo. ―Ambos se rieron.
—Una cosa más ―dijo ella―. A pesar de que realicen su trabajo juntos, deben
decidir quién en el matrimonio es teóricamente el sostén de la familia. ¿Es sólo
uno de ustedes? ¿Ambos contribuyen a la casa? Puede entrar en juego más
tarde en el curso, por lo que decidan con cuidado. ¿Preguntas?
Me enorgullezco de mi habilidad para mantener la boca cerrada, así que negué
con la cabeza.
Todd dijo: ―No, Maggie, lo has explicado muy bien.
Maggie Klein volvió a sonrojarse. Todd era una especie de erudito con carisma.
Un hipnotizador sexy para mujeres solteras y entradas en años.
Una madurita total.
―Bien, entonces. Recuerden que deben escribir en sus diarios. Y tengan en
cuenta en sus horarios que tenemos un sesión de quince minutos de consejería...
―Ella agarró una hoja de papel―. Martes a las once. Así que los veré a ambos
entonces, ¿de acuerdo? ―A ella realmente le gustaba asegurarse de que las
41
cosas estuvieran bien.
―Mirando hacia delante ―dijo Todd, extendiendo su mano. Ella la apretó
suavemente y las sacudieron. ¿Cómo es que los chicos guapos pueden salir con
tanta basura?

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Capítulo
7
Traducido por Mari NC
Corregido por Nanis

E
l arte de gastar bromas es algo que nunca he dominado. De hecho, ni
siquiera puedo contar chistes. Siempre mezclo las palabras, o me río
demasiado fuerte conmigo misma, o llego a la línea de golpe sólo para
darme cuenta que había olvidado una pieza clave de información. (‚Espera,
espera, ¿mencioné que él llevaba un traje de neopreno? Me olvidé de decir que llevaba
un traje de neopreno. Pretende que dije eso‛.) Así que era una cosa buena que
tuviera a Mar y Johnny para ayudar a idealizar un plan para vengarse de Todd.
Por el momento tenemos todo unido y llegamos al gimnasio esa noche, el baile 42
ya había comenzado. Nos detuvimos en el vestíbulo a las puertas del gimnasio
para hacer una doble comprobación. La Música golpeó en el interior.
―Bien, ¿entonces todos saben lo que ellos están haciendo? ―pregunté.
Mar y Johnny asintieron con la cabeza.
Johnny cambió su peso y se subió los pantalones vaqueros. ―¿Lo tienes todo
listo? ―me preguntó.
Palmeé el bolsillo de mi sudadera con capucha Connells. ―Bloqueado y
cargado.
―No es demasiado tarde para irse, Fee ―dijo Marcie.
―De ninguna manera. ―Apreté mi cola de caballo―. Muy bien, vamos a
entrar, separarnos, y hacer un barrido de reconocimiento alrededor de la
habitación. Nos encontraremos de nuevo por la entrada. ¿Suena bien?
Ambos dijeron sip, por lo que entramos.
Las paredes y el techo del gimnasio estaban cubiertos de cintas plateadas y
blancas, globos plateados, y blancas campanas de boda de papel de seda. Se
veía como si un pastel de boda gigante hubiera explotado allí. Las luces estaban
apagadas a excepción de estas luces danzantes de colores y algún tipo de
accesorio de efecto flash. Me separé del grupo hacia la derecha, mientras que
Johnny y Mar fueron hacia la izquierda.

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Les dije que estábamos buscando a Todd. Lo que no les había dicho era que yo
estaba también en busca de Gabe. No había estado en muchos bailes
(impactante, lo sé), por lo que la anticipación de ver a Gabe en uno era una gran
distracción. Esa fue la razón principal por la que no había sido capaz de
centrarme en la planificación de una broma. Por suerte, Johnny había llegado
con una idea bastante retorcida y divertida para vengarse de Todd. Pero
primero, tenía que encontrarlo.
Una vez que mis ojos se acostumbraron a la poca luz en el interior del gimnasio,
vi a Todd y Amanda sobre las gradas. Ella dejó caer su bolso hacia la banca más
baja, y él lo cubrió con su chaqueta, presumiblemente para que nadie robara su
escondite de brillo de labios, mentas para el aliento, y las píldoras
anticonceptivas. Yo sabía que estaba tomando la píldora, ya que ella había
hecho una gran cosa de decirle a todo el mundo un día en clase de gimnasia, en
el segundo año. Sus periodos menstruales eran irregulares, había dicho. El
Médico de su madre la hizo tomar la píldora. Sí, claro. Creo que fue sólo una
coincidencia que había empezado a salir con Todd unas semanas antes. En
cuanto al brillo de labios y mentas para el aliento, bien, eran pura especulación.
Sus labios siempre parecían como si hubiera estado besando con lengua un
envase de margarina. Y yo esperaba por su bien que tuviera algunas mentas
43
para el aliento. Ella las necesitaba.
Todd se giró en mi dirección y di un salto hacia atrás por el costado de las
gradas para que no me viera. Justo cuando me asomé para ver si la costa estaba
limpia, de quién ¿el calor pasa justo en frente de mí? Lo has adivinado. Gabe.
Hice una nota mental: camisa de color negro, jeans azules. ¿Cómo consiguió
esos rizos castaños que caen tan perfectamente? Él comenzó a caminar a lo largo
de las gradas, así que hice la única cosa lógica, me metí debajo de las gradas
para seguirlo desde allí. Sólo podía ver pedacitos de él a través de los listones
en las gradas mientras caminaba. Entonces se detuvo. Estaba hablando con
alguien, pero no pude ver quién. Se sentó en la fila inferior. No tenía más
remedio que en mis manos y rodillas gatear hacia él.
Ahora, no sé si alguna vez has estado bajo las gradas en un gimnasio de la
escuela secundaria, pero déjame decirte, no es un paseo en carrusel. En nuestro
gimnasio, hay solamente cierta distancia donde los trapeadores pueden
alcanzar bajo las gradas. Así que, aunque era la primera semana de clases, el
suelo debajo de los niveles más bajos era repugnante. Recubierto con pegajosa
soda seca e incrustado con polvo e insectos muertos, envoltorios de caramelos,
todo tipo de migas y cabello, y probablemente algunos fluidos corporales
innombrables. Pero no me inmuté. Era una chica en una misión. Hice arcadas

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cuando la suciedad se pegó a mis manos, pero continué. Finalmente, llegué al


donde alcanzaba escuchar.
―Pero necesito verte ―dijo.
Entonces una chica dijo una sola palabra. ―Gabe…
Él no estaba solamente hablando con alguien, estaba hablando con una chica.
Necesitaba verla. Traté de tragar, pero mi garganta se cerró. Estiré el cuello para
ver a través de las grietas entre las gradas, pero sólo tuve un vistazo del culo de
Gabe. No una mala vista, realmente.
―Dijiste que estaríamos juntos esta noche ―dijo―. Quiero estar contigo.
Me esforcé por escuchar más, pero de repente, algo de música muy fuerte
comenzó a sonar. No podía oír nada. Pero había oído lo suficiente. Después de
unos segundos más, Gabe se puso de pie y se alejó. Nunca vi a la chica. Pero
estaría condenada si no iba a averiguar quién era.
En primer lugar, yo tenía un trabajo que hacer, sin embargo. Salí, me froté las
manos, y me encontré con Johnny y Mar en la entrada del gimnasio. Tiré de
Mar hacia mí y susurré: ―Tengo que decirte algo. Más tarde.
―¿Uh, Fiona? ―dijo Johnny―. Mi amigo Noé está ejecutando el sonido. Dijo
que a las ocho y media, se supone que debe detener la música. Ellos van a
encender las luces para que la Directora Miller pueda hacer un discurso o algo
44
así. Podría ser un buen momento para hacerlo. Con las luces encendidas. Así la
gente puede ver.
―Ooooh, me gusta cómo piensas, Johnny Mercer ―le dije. También me di
cuenta de que si nos esperamos un poco, iba a tener una oportunidad de decirle
a Mar sobre Gabe. Pensé que probablemente debería lavar la hepatitis C fuera
de mis manos, de todos modos, así que le dije―: Voy a correr a las damas 2.
¿Quieres venir, Mar? ―Realmente no le di una opción, por supuesto. La
arrastré por el codo. Llegamos al cuarto de baño y comprobé alrededor para ver
si alguien por el que daba una mierda estaba allí. Nadie estaba, así que dije―:
Así que, ¿adivina qué? Gabe está viendo a alguien.
Marcie esponjó su cabello en el espejo. ―¿Lo está? ¿Cómo lo sabes?
Conseguí un poco de jabón y comencé a lavarme las manos. A la luz
fluorescente del cuarto de baño, pude ver que era bastante desagradable. Así
estaban las rodillas de mis cargos. Giré un poco mi espalda hacia Mar, pero creo
que podría haberse dado cuenta de todos modos. ―Lo escuché hablar con ella
―le dije.

2
Correr a las damas: Expresión que quiere decir ir al baño de mujeres.
Purple Rose
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―¿Quién era? ―Ella sacó un brillo de labios de su bolsillo y comenzó a


aplicarlo.
―No podía ver.
Marcie enarcó las cejas hacia mí en el espejo. ―¿Qué quieres decir con que no
podías ver?
―Estaba un poco escondida. ―Excluí dónde.
Marcie se volvió y me miró. ―Estabas espiando.
―¿Sí, y qué?
Ella golpeó el lavadero y miró al techo. ―Fiona. Dignidad. Vamos. ―Pude leer
la pena en su rostro. Ella estaba tan por encima de este tipo de maquinaciones.
Ella siempre había sido correcta, bien educada. Pero estable y confortable. En
realidad, esas fueron algunas de las razones por las que me gustaba.
Probablemente porque yo no era ninguna de esas cosas.
―No tienes idea de quién es, ¿verdad? ―le pregunté.
Marcie se volvió hacia el espejo. ―¿Qué te hace pensar que lo sé?
―Apuesto a que Amanda sabe. Me pregunto si se trata de una de las porristas.
¿Crees que podría ser Tessa Hathaway?
―¿Tessa Hathaway? Su novio comenzó la universidad este año. ¿De verdad
crees que lo va a soltar para volver a los chicos de la escuela secundaria?
45
―Tal vez se siente sola.
―Déjalo ir.
―Tengo que averiguarlo.
Marcie suspiró. ―Mira, vamos a volver allí. Johnny está esperando por
nosotras. ―Enderezó las pequeñas piedras negras en su collar. Comprobado
sus aretes de amatista.
―Sí, está bien. ―Sequé mis manos y nos fuimos.
Encontramos a Johnny sentado en las gradas a través del gimnasio. Mar y yo
nos sentamos a cada lado de él. Sus hombros inclinados mientras se deslizó
hacia el borde del asiento y miró su reloj. Él dijo: ―Veintisiete minutos hasta el
discurso.
―Tenemos que matar el tiempo ―le dije.
Marcie dio un paso atrás y ajustó la cinta en su camiseta lavanda. ―Voy a
buscar algo de beber. ¿Ustedes quieren algo?
Negué con la cabeza. Johnny dijo: ―No, gracias.
―Está bien. Estaré de vuelta. ―Ella se dirigió hacia la esquina del gimnasio
donde los aperitivos estaban.
―No llegues tarde ―dije, bromeando. Pero no.

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Marcie me sonrió falsamente por encima del hombro. ―No me lo perdería por
nada del mundo. ―Luego desapareció entre la multitud de bailarines girando
alrededor del piso del gimnasio.
―Ella no parece muy entusiasmada con todo esto, ¿verdad?
Johnny se encogió de hombros. ―No mucho.
Me quité mis gafas y apreté mi mano en mi manga para poder limpiar los
cristales con esta. ―No es culpa de ella. Las bromas no son lo suyo. Ella viene
de un escalón social totalmente diferente. La familia de su madre tiene dinero
viejo. Hecho de uno de los originales mataderos de Chicago. No sé cuánto
queda, pero la Señora Beaufort todavía enseña a Marcie a sentarse con la
espalda recta, usar el tenedor correcto, escribir notas de agradecimiento.
Modales. Ya lo sabes.
―Oh ―dijo, entrecerrando los ojos a una de las unidades de luces multicolores
que cuelgan de la canasta de baloncesto.
Deslicé mis gafas de vuelta. ―No es que yo no tenga modales. Los tengo. Pero
mis padres no están locos sobre ellos como la mamá de Marcie. Cuando estoy
en su casa, ya sabes, tengo que ser muy cuidadosos de no beber agua del
inodoro. ―Johnny se rió. Yo dije―: Su mamá está bien, pero puede ser bastante
snob. Hubo una vez, los padres de Marcie nos llevaron a Chicago a una cena en
46
Alinea, este restaurante de gastronomía molecular.
Johnny me miró y arrugó la cara. ―¿Es eso comida? Suena asqueroso.
―Oh, no, es un buen restaurante loco. Ganó todos esos premios. Y es bueno, me
refiero a servilletas de lino, el verdadero arte en las paredes, los nueve metros.
Y los hombres tienen que llevar una chaqueta, ¿verdad? Así que este hombre
entra, y no sólo no tiene una chaqueta, lleva una gorra de béisbol. Cuando la
madre de Marcie le ve sobre la puerta, se pone toda malhumorada y le susurra,
“NNCQ”,‖a‖Mar.
―¿Qué es NNCQ?
―No es de Nuestra Clase, Querida. Marcie explicó más adelante. Alguien
NNCQ está claramente por debajo del estatus social de la familia Beaufort, de
acuerdo a su mamá. Ella dijo que su mamá usa NNCQ como una especie de
código. Al igual que un espía snob secreto o algo.
Johnny se rascó la patilla y se pasó los dedos por el pelo. Trató de conseguir que
un mechón sobre su ojo derecho se quedara atrás, pero se caía hacia adelante.
―No entiendo ―dijo―. Si el hombre no puede oírla, ¿por qué utilizar un
código?

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Me eché hacia atrás en el banco detrás de nosotros y estiré mis pies por delante
de mí. ―De acuerdo a la mamá de Marcie, sólo la gente con ninguna clase
realmente usa la palabra clase. Si la tienes, entonces nunca hablas de ella.
―Oh. ―Johnny asintió con la cabeza lentamente―. Al igual que el herpes.
Solté una carcajada. Quiero decir que realmente solté una carcajada. Me reí
tanto que tuve un calambre en mi costado, y tuve que darme la vuelta. Entonces
me enderecé y golpeé el brazo de Johnny con el dorso de mi mano. ―Tengo que
recordar ese.
Johnny sonrió al suelo. Dio unos golpecitos con las puntas de sus botas negras
de arriba abajo.
―¿Son esas Doc Martens? ―le pregunté.
―Sip. ―Él se inclinó hacia abajo para atar la derecha.
Asentí con la cabeza. ―Genial.
Nos sentamos sin hablar mientras una canción techno dance interminable
pulsaba por el gimnasio. Me limpié una uña. Johnny cruzó y descruzó sus
brazos. Golpeó su pie un poco más al ritmo.
Él dijo: —Así‖que…‖¿te‖gusta‖la‖música?
Era una pregunta bastante estúpida. Quiero decir, ¿a quién no le gusta la
música? Bueno, tal vez a algún fanático puritano afuera en Hicksville. Pero en
47
realidad. Era algo así como preguntar: ‚¿Te gusta la comida?‛ ‚¿No es el oxígeno
genial?‛ ‚¿Tienes piel? Yo tengo‛. Sabía que lo que quería decir, sin embargo.
―Sí.‖Pero‖este‖tipo…‖no‖tanto‖―le dije―. ¿Te gusta?
―Nah —dijo. Luego echó la cabeza hacia atrás y hacia adelante―. Está bien. A
algunas personas les gusta.
―Supongo que tu amigo Noah lo hace.
Johnny negó con la cabeza. ―Oh, él no escoge la música. Sólo opera el equipo.
―Huh ―le dije. Traté de abrir y cerrar los ojos lo suficientemente rápido para
contrarrestar la luz estroboscópica―. Hace que te preguntes quién elige la
música.
—Bueno, en realidad…‖ ―Johnny se enderezó y se aclaró la garganta―…‖ ya‖
que lo mencionas... soy yo. Yo lo hago.
Miró boquiabierta a Johnny. ―¿Qué? ¡De ninguna manera!
―Sí, he estado poniendo juntas las listas de reproducción para cada baile desde
el primer año. —Él apuntó su barbilla hacia mi sudadera con capucha―. ¿Te
gusta The Connells?
Empujé su hombro. ―Oh, Dios mío, ¿conoces a The Connells? Los amo.
―¿Conocerlos? ―dijo Johnny―. Personalmente, creo que son una de las
bandas de indie pop tintineante más olvidada del movimiento post-punk.

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Parpadeé. ―Wow. Uh. Sí, estoy totalmente de acuerdo. —Tiré de mi sudadera


estirándola para leer a pesar de que estaba al revés y rellena de municiones de
bromas—. No entiendo por qué no son más grandes.
―‘74-‘75 lo hizo bastante bien en Europa. ―Johnny enarcó las cejas―. ¿A quién
más te gusta escuchar?
Me di vuelta y puse mi rodilla en el banco. ―Soy una loca fan psicópata de los
White Stripes.
―Totalmente comprensible. Están más allá de innovadores. Jack White es un
músico brillante.
―No es broma. ¿Y los Raconteurs?
Johnny se giró para mirarme. ―Oh, Dios mío, su trabajo con ellos es una locura.
Salute Your Solution viene más adelante en la mezcla.
―Impresionante.
Nos sonreímos y asentimos con la cabeza el uno al otro.
‚I’ll Be Your Mirror‛ de The Velvet Underground & Nico comenzó a sonar, y yo le
dije: ―Wow, buena opción. Dios, si hubiera sabido que estabas armando las
listas de reproducción de todos estos años, podría haber venido a más bailes.
―Johnny abrió la boca como si estuviera a punto de decir algo, pero cuando las
letras comenzaron, sólo se giró hacia adelante y se encorvó sobre sus rodillas.
48
―¿Estás bien? ―le pregunté.
―Súper. ―Él me lanzó una señal de‖ “bien”‖ sin‖ mirar‖ hacia‖ arriba―. No hay
problema.
Busqué en la pista de baile a Gabe. No lo vi por ninguna parte. Pero vi a Todd y
Amanda pegados juntos, flotando en la música. Ella arrastraba sus garras de
arriba a abajo por la parte de atrás de su camisa polo mientras bailaban.
Johnny levantó la cabeza y miró a la multitud también. Un hombre envolvió
una serpentina de plata alrededor de su novia y mantuvo los extremos mientras
ella bailaba lentamente frente a él.
―¿Te gusta bailar? ―preguntó Johnny.
Oh Dios. Esto fue difícil. ¿Me estaba pidiendo bailar? Mi boca cayó abierta
mientras meditaba el significado más profundo de su pregunta. Él debió sentir
mi aprensión, porque gritó: ―No me gusta bailar. Quiero decir, no lo odio.
Sólo... soy terrible. Estoy totalmente en la música, pero realmente no puedo
bailar.
Uf. Alivio. ―Sí lo dijiste esta mañana. Yo tampoco. —Apunté mi pulgar a las
parejas en la pista de baile.-. No es que yo llamaría a eso danza.
―Je. Sí.
―A veces me gustaría vivir tiempo atrás cuando la gente tenía pelotas.

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Oh Dios. Eso no salió bien.


Le dije: ―Quiero decir atrás cuando tenían fiestas elaboradas y bailes y todo el
mundo se disfrazaba y conocían todos los bailes formales y todo eso.
―Je. Sí.
Nos sentamos sin hablar durante varias canciones. Había uno o dos previsibles
grupos que agradan, pero también algunas gemas oscuras. Un poco de Chairlift.
Hubo un poco de The Killers. Algo de Plain White T's (Tienen que tocar a The
hometown boys). E incluso esta otra banda local que me encanta llamada Kicked
Off Edison. Fue suficiente para demostrar que el gusto de Johnny Mercer en la
música, básicamente, rokeó.
Yo tamborileaba los dedos en las gradas. ―¿Cuánto tiempo?
Johnny miró su reloj. ―Ocho minutos.
Estiré mis brazos sobre mi cabeza y arqueé mi espalda. ―¿Dónde fue Mar?
―No sé.
―Tal vez debería ir a buscarla. ―Mientras me ponía de pie, sin embargo, la
música se detuvo de repente y la Directora Miller sonó a través del micrófono.
Su reloj debe haber estado corriendo rápidamente. Tal vez eso era cómo ella
atrapó a su marido infiel. Las luces iluminaron, y vi a Mar ondeando y
dándome un visto bueno del otro lado del gimnasio. Era casi hora del
49
espectáculo.
La Directora Miller dijo: ―¡Seniors! ¡Seniors! Señoritas y señors3. —Hizo una
pausa para reírse de su propia mala broma―. Permítame que les interrumpa
por un momento. Bueno, ¡estamos aquí para iniciar el año con estilo! ¡Sí! ¡Y para
celebrar el aprendizaje sobre el matrimonio y las asociaciones! Para comenzar
las cosas bien, me gustaría que cada uno de ustedes baile la próxima pieza con
su pareja de educación matrimonial. Después de eso, ¡diviértase! ¡Y disfruten de
la noche!
Nadie se movió.
A excepción de Johnny, Mar y yo. Hice una seña a Mar y ella se dirigió directo a
Amanda. Johnny y yo nos dirigimos hacia Todd. Sabíamos que sólo teníamos
segundos antes de que las luces se apagaran. Mar llegó a Amanda primero y
empezó a señalar a su rostro, distrayéndola con la charla de maquillaje, supuse.
A continuación, Johnny se dirigió justo en frente de mí. Dio la vuelta a la
derecha,‖se‖volvió‖y‖“accidentalmente”‖se‖encontró‖con‖Todd‖desde‖atr{s.‖Todd‖
cayó hacia delante. Johnny lo cogió, pero continuó golpeando y tanteando,
disculpándose profusamente. Mientras Todd se inclinó, casualmente caminé

3
Señoritas y señors: En español en el original.
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hacia él, saqué nuestra arma secreta de la bolsa de plástico en el bolsillo de mi


sudadera con capucha, y di una palmada en el culo de sus pantalones de color
caqui. Con todos los golpes y toqueteos de Johnny, Todd no lo había sentido.
Sólo cuando se puso de pie y Amanda gritó Todd se dio cuenta de que llevaba
puesto un pañal para adultos lleno de budín de chocolate, residuos de popó, y
carne para tacos. Las pestañas adhesivas ayudaban, pero los residuos de popó
realmente hicieron que se pegaran.
―¿QUÉ DEMONIOS? ―gritó. Se dio la vuelta y me vio.

Me crucé de brazos y sonreí. ―Oh, pobrecito ―le dije―. ¿Acaso mami olvidó
cambiar tu pañal?
Todd quitó el pañal de su trasero y cometió el error fatal de sostenerlo. Callie
Brooks gritó como si fuera la cabeza cortada de su deidad, Martha Stewart.
Todo el mundo alrededor de nosotros se volvió y miró. Amanda exhaló, se
cubrió la boca, y se fue corriendo en la dirección del cuarto de baño.
―Santo…‖¿Qué‖ de…?‖ Oh,‖est{s‖tan‖muerta,‖PRINCESA‖ PANTALONES CON
PIS ―dijo Todd. En voz alta. Así todo el mundo escucharía mi nombre.
Excepto que yo tenía un nombre para él, también. Yo había obtenido la idea de
la Directora Miller, de hecho. Respiré hondo y dije: ―Me alegro que te guste,
50
SEÑOR MIERDA FLOJA.
Unas pocas personas se echaron a reír. Un par más se unieron. Entonces alguien
gritó: ―¡Hola, Señor Mierda Floja! ―Y todo el mundo estalló en la histeria.
Entonces Todd Smith me miró con una expresión en su cara que me
desbalanceó por completo. Yo pensé que estaría con el ceño fruncido. Furioso.
Pero no fue así. Estaba sonriendo. Y había algo en sus ojos. Al principio, pensé
que debía ser malicia. Tuvo que ser odio, ¿no? Pero te juro por Dios, mientras
sostenía mi mirada, me di cuenta.
Fue admiración. Había pensado que era genial.
Mi mente se amplió. ¿Estaba él aprovechándose de mí? ¿Tratando de atraerme
con su encanto falso, sólo para tenderme una trampa de nuevo? Me quedé allí
como un robot con un corto circuito. Creo que en realidad me moví. De repente,
la Directora Miller ―quien, o bien se había perdido la broma total o había
decidido no darse cuenta de ella― fue de nuevo el micrófono.
―¡Vamos, vuelvan a apagar las luces! ¡Encuentren a sus parejas y golpeen la
pista de baile! ¡BAJEN Y DIVIÉR-TANCE!
Todd miró a la Directora Miller y murmuró: ―Ella está totalmente borracha.
―Y yo ―lo siento, pero no podía ayudarme a mí misma― me reí.
Todd dijo: ―Yo no bailo contigo Princesa Pantalones con Pis.

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Yo dije: ―Yo no bailo contigo Señor Mierda Floja. Tu culo huele a tacos de
chocolate.
Todd me miró, miró a Johnny, negó con la cabeza, y caminó con las piernas
arqueadas hacia el cuarto de baño, manteniendo el pañal lejos de sí mismo.
Cuando pasó junto a Callie Brooks, lo empujó hacia su cara y ella volvió a
gritar. Qué cobarde.
Las luces se apagaron y la música llegó de nuevo.
Johnny aplaudió tres veces. ―¡Eso fue increíble!
Marcie, vino. ―Bueno, Fee, ¿te sientes mejor ahora? Ya sabes, tienes una vena
seriamente malvada, chica.
¿Vena malvada? ¿Yo? Nunca me consideré malvada antes. ¿Era una vena
malvada algo de lo que debería estar orgullosa? Debería haber estado orgullosa
de que había humillado a Todd al igual que él me humilló. Debería haber
estado orgullosa de que habíamos ejecutado el plan sin ningún problema.
Debería haber estado muy contenta de que todo el mundo vio que yo era la
responsable.
Pero extrañamente suficiente, estaba algo menos que extasiada. ―Sí, fue genial.
Ustedes chicos estuvieron geniales. Gracias por ayudarme. ―Choqué la mano
con ambos.
51
―Eso es por lo que estamos aquí, Fee ―dijo Mar.
―Así es. Nada dice amistad como la dulce, dulce, venganza ―dijo Johnny.
Traté de reír la broma de Johnny, pero a decir verdad, la reacción de la
admiración general de Todd se había metido por completo en mi cabeza. Y la
idea de Gabe escabulléndose con una chica justo me exprimía como un trapo
sucio. ―¿Sabes qué, Mar? ¿Qué dices si nos esfumamos de aquí?
La frente de satén de Marcie, se arrugó. ―¿Ya?
―Sí, yo sólo... no sé. Realmente no tengo ningún deseo de quedarme. Hicimos
lo que vinimos a hacer, ¿sabes? Ya terminé.
Marcie, me dio la rutina de la cabeza-meneada-con-una mano-en el-cadera.
―Bueno, yo soy tu transporte, y no me quiero ir.
―Mar-cie ―le dije. Al igual que en, ¿Uh tú eres mi mejor amigo o qué?
Pero Marcie, o bien no lo entendió o no le importó. ―Fiona. Yo te he ayudado.
¿Por qué no te quedas conmigo?
―¿Vamos, por favor? Sólo necesito acurrucarme y descansar ―le dije.
―Yo…‖ yo‖ podría‖ llevarte‖ ―dijo Johnny, y después a Mar―: Podía llevarla y
volver.
Yo no dije una palabra a Mar, pero mis ojos dijeron No estás seriamente
haciéndome regresar a casa con Johnny Mercer, ¿verdad?

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Mar no se inmutó.
―Gracias de todos modos, Johnny, pero ¿sabes qué? ―Agité mi mano delante
de él y Mar―. Olvídenlo. Puedo caminar. ―Me di vuelta y me dirigí hacia la
puerta. Di cinco pasos antes de que Mar dijera:
―Bueno, espera, Fee. Yo te llevaré. ―Ella me alcanzó y salimos juntas. Miré por
encima del hombro, le di a Johnny un movimiento de gracias, y nos fuimos.

52

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
8
Traducido por rihano
Corregido por Kolxi

E
sa noche no pude dormir. Mi cama de latón antiguo crujió mientras daba
vueltas, tratando de ponerme cómoda. Seguí reproduciendo la escena de
la broma una y otra vez en mi cabeza, tratando de averiguar por qué no
había sido tan satisfactoria como me había imaginado. No lo entendía. En algún
momento alrededor de las dos y media, tomé mi iPod, puse White Blood Cells, y
escuché música hasta que finalmente caí dormida.
Me desperté el sábado en la mañana sintiéndome como si hubiera sido
arrastrada detrás de un autobús circulando a través de un campo de minas.
Esperaba que no hubiera contraído algo así como la fiebre tifoidea o el ébola
53
bajo esas gradas. Además de no querer tener una enfermedad contagiosa
mortal, tampoco quería cancelar el servicio de niñera para Sam esa noche. Tuve
que preguntarles a sus padres si Todd podía venir, también. Maravilloso. No
podía esperar para eso.
Me di la vuelta para hacer frente a la ventana al lado de mi cama. Afuera, el sol
tenía la transparente y descolorida apariencia que era el signo de un día
húmedo. Cerré los ojos y traté de volver a dormirme. Cuando eso no funcionó,
decidí, a la vez, que necesitaba cafeína. Me quité las cobijas y bajé por la
estrecha escalera trasera de la cocina.
Mi madre y otras mujeres estaban sentadas amontonadas alrededor de la mesa
de la cocina, conspirando sobre sus tazas de café. Una de las mujeres era la
madre de Marcie. Mientras ella se quedaba viendo mi camisa de dormir
rasgada y mis pantalones de pijama de alce, un destello de horror iluminó su
rostro. Yo dije: ― Hola Señora Beaufort. ¿Eh, mamá?
Mamá se sorprendió. ―Oh, Fiona, justo estábamos hablando de ti. De tu curso
de matrimonio, es decir. Este es el Comité Ejecutivo de la PTA. Señoras, esta es
mi hija, Fiona.
Ellas hicieron una seña de asentimiento hacia mí, y yo salude con la mano sin
hacer contacto visual directo con nadie. Parecían un grupo de mafiosos

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

planificando un golpe. Me acerqué a la cafetera, que estaba vacía, por supuesto,


así que empecé a hacer una nueva jarra. Normalmente, solo habría agarrado
una Coca-Cola, pero uno, necesitaba una mega dosis de cafeína, y dos, quería
escuchar.
―Vivian, ¿la Directora Miller dijo exactamente cuándo consiguió la aprobación
del consejo escolar? ―preguntó una mujer que tenía una masa de rizado cabello
negro con una banda de raíces de color gris, de cinco centímetros, en la raya del
pelo. Parecía que un zorrillo electrocutado había muerto sobre su cabeza.
―Todo lo que ella dijo ―respondió mi madre―, fue que apeló a ellos durante
el verano, y ellos llamaron a una votación de emergencia justo antes de
comenzar la escuela.
―Y todos sabemos lo conservador que es el consejo escolar ―dijo el Zorrillo
electrocutado―. Pero hay conservadores, y luego hay locos. Sin ánimo de
ofender, Michelle.
La Señora Beaufort compuso una sonrisa y levantó una mano como para decir
“no‖se‖preocupen”.
―¿Apelar a ellos? ―dijo una mujer con pendientes de oro con forma
demasiado grande y llamativos para las 10:23 am―. Más bien lloró sobre sus
hombros. Crecí con Barbara Miller. También lo hizo la mitad del consejo. No me
54
sorprendería escuchar que Bárbara les dijo alguna triste historia acerca de tratar
de criar a dos hijos y trabajar a tiempo completo, mientras que el bastardo de su
marido revolotea alrededor del mundo, gastando la cuenta de ahorros de ella
con alguna joven y atractiva vagabunda.
La Señora Beaufort se estremeció. ―Bueno, sin embargo, ella podría haberlo
dicho, es obvio que su divorcio está afectando su juicio. El matrimonio es un
sacramento y no un requisito previo de la universidad.
Mamá se levantó y llevo un plato de pastel de café a la mesa. ―Me siento muy
mal por lo que ella está pasando, pero retener los diplomas de nuestros hijos
sobre sus cabezas, eso es demasiado.
El Zorrillo electrocutado torció su dedo en el asa de la taza. ―¿Y qué hay de los
chicos que ni siquiera son heterosexuales? Es cruel, si me preguntan.
―Y lo siento ―dijo Grandes pendientes―, pero ¿cómo es que algún curso les
va a enseñar cómo funciona el matrimonio? He estado casada tres veces, y no lo
he resuelto todavía. ―Soltó un bufido―. Aunque, averigüe cómo llamar a un
abogado. ―Alzó la mano, y Zorrillo electrocutado chocó los cinco con ella.
Una mujer en un mono color crema que había guardado silencio hasta ahora
bajó su taza con un golpe fuerte. ―Como Presidente de la PTA, propongo que
comprometamos nuestra ayuda a Vivian en su oposición al curso de educación

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

matrimonial. ―La señora Beaufort secundó la moción―. ¿Todas aquellas a


favor?
Cuatro manos se alzaron en el aire.
Mamá sonrió. Se había aliado exitosamente con el grupo más poderoso de
mujeres en nuestra pequeña ciudad. Amas de casa con problemas de ira,
muchos ingresos disponibles, y de alguna manera demasiado tiempo libre.
Mamá estaba establecida. ―Gracias, Cybil. Gracias, Comité. Creo que
deberíamos comenzar con una petición ―dijo.
Tomé una taza de café y subí las escaleras. Saqué mi diario de matrimonio de
debajo de mi cama para hacer una entrada. Con los años, había aprendido que
debajo de la cama era el mejor lugar para guardar cualquier cosa que no quería
encontrar, porque había tanta basura, periódicos, revistas, calcetines sucios,
bolsas de supermercado, que nadie podría sospechar siquiera que algo de valor
estaba allí. Algo así como oculto a plena vista.
No que pensara que el diario tenía valor alguno o lo que sea.

Sábado, 7 de septiembre
El‖baile‖de‖anoche‖fue…‖Bueno,‖solo‖digamos‖que memorable.
No es que me haya quedado por mucho tiempo. Luego de haber pasado algún
55
"tiempo de calidad" con Todd (ahora conocido como el Señor Mierda Floja), me
fui. Pobre Mar, la saqué de allí. Pero yo estaba frita. La planificación de
antemano, además de la tensión de la espera, y luego el hecho en sí. (A pesar de
que Johnny Mercer me hizo compañía, lo que estuvo realmente bien. O él es
muy tonto o tiene un extraño sentido del humor. Sospecho que es lo segundo.
Por ejemplo, cuando él, Mar y yo estábamos en la tienda antes del baile, les
hablé de cómo tuve que conseguirles a las porristas su preciosa agua, como si
ellas ni siquiera rompieran a sudar. Y Johnny dijo: —Oye, mira el lado bueno.
Siempre puedes escupirla. ―¿No es gracioso?)
Pero volviendo a la broma. Tengo que decir, que realmente esperaba terminar
energizada y hasta divertida por toda la cosa. No me malinterpreten, estaba
histérica, mientras estaba ocurriendo. Pero una vez que estuvo hecho, y todo el
mundo‖volvió‖a‖lo‖que‖estaban‖haciendo…‖No‖lo sé. La calma no duró mucho
tiempo. Me di cuenta que no tenía ningún deseo de quedarme. Bizarro. Me
había imaginado, totalmente, a mí misma pasando el resto del baile en el modo
completo de recreación. Lo cual, de acuerdo, no dice mucho de mi personaje,
pero de nuevo, al final, solo me fui. Así que, tal vez, no soy una idiota completa.
Ah, y una cosa más. Este diario puede convertirse pronto en reciclaje, porque
mi madre tiene este curso del matrimonio en su punto de mira. Una de las cosas

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

que puede hacer de mi mamá un enorme dolor en el culo, a veces, es que


cuando hunde sus dientes en un nuevo proyecto (como este, o decir... que me
obligó a tener un corte de pelo horrible cuando yo tenía doce años), ella más o
menos se cuelga hasta que la víctima se estremece en derrota. Si no crees que
sea cierto, entonces echa un vistazo a la foto del anuario de mi séptimo grado.
La compañía del anuario cambió mi nombre a Frank Sheehan porque estaban
seguros de que el niño con el corte de pelo en la foto no podría ser una niña. Eso
es lo que dijeron cuando mamá llamó al respecto, de todos modos. Nunca me
fastidió sobre mi pelo otra vez.

56

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
9
Traducido por karoru
Corregido por Kolxi

H
abía estado observando a Samantha Pickler desde que su familia se
mudó a Arborview Estates hace cuatro años atrás. Vi a Sam
transformarse desde una chica habladora en una chica brillante y
descarada de once años de edad. Ella estaba divertida, hermosa, y mucho,
mucho más fresca que yo. Nunca me sentí desafortunada cuando estaba
alrededor de ella. Es más, ella me hace reír.
―Ven aquí, Fiona ―dijo el Sr. Pickler cuando llegue ahí.
Entré en su inmaculado vestíbulo. Normalmente, no me gusta las casas en auge,
pero la Sra. Pickler tiene un aceptable buen gusto, una decoración prudente, 57
aun si ella era una maniática de la limpieza. La pintura del vestíbulo era de ese
orgánico cobre, adornada por unos accesorios negros, un piso de madera
caramelo, y un gigante florero de vidrio llenado de ramas verdes oscuras de
eucalipto. El lugar completo tenía ese picante, liberador olor de eucalipto.
―Gracias ―dije―, ahora, Sr. Pickler, tengo una pregunta que hacerle. Nosotros
estamos haciendo este proyecto en la escuela... ―No podía resignarme a decir
que era un curso de educación matrimonial. Estaba lo suficientemente
humillada sólo con hablar demasiado―… y mi compañero y yo tenemos que
ganar algo de dinero juntos.
―Oh, ¿este es un proyecto de economía?
―Uh, un poco. No importa, me preguntaba si estaría bien si vengo con él aquí,
para que haga de niñera conmigo.
El Sr. Pickler se irguió. ―¿Espera un minuto… tu pareja es hombre?
―Uh, sí. ¿Es eso un problema?
―Tú sabes que la madre de Sam y yo tenemos una estricta política de no-
novios, Fiona.
Literalmente me ahogue. ―Oh, de ninguna manera, Sr. Pickler. Todd Harding
no es mi novio. Por favor. Nooo.
―¿Todd Harding? ¿El que se hirió jugando futbol hace años atrás? ¿Es tu
compañero de proyecto?
Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Uh-oh. ―¿Lo conoce?


―Vive calle abajo. Se mudó en la misma época que nosotros.
―Oh, genial ―dije sin sonar como si fuera genial en todo. ¿Qué puedo decir?
Soy una pésima mentirosa.
―No tengo problema con Todd viniendo a ayudarte a cuidar a Sam. ―Él
cambio de dirección y me apuntó―. ¡No voy pagar doble, sin embargo! ―Él se
rió de sí mismo.‖Yo‖reí‖también,‖porque‖tenía‖que… él es el chico que me paga.
―De hecho, hace calor ―dijo él―, tú y Sam pueden caminar por ahí así ella se
puede encontrar con él, si está en casa.
―¡Que terrorífica idea, Sr. Pickler! ―dije alegremente con total sarcasmo. Él no
podía distinguir la diferencia, creo―. Bueno, haremos eso.
―El número de su casa‖ es….‖ ―Golpeó sus dedos como contando las casa―.
319, esta tiene que ser. A la derecha, calle abajo, quinta casa a la derecha.
―¡Genial! ¡Gracias!
Sam vino galopando escalera abajo. ―¡Fiona! Finalmente estás aquí. Te he
estado esperando por siempre. ―Ella se lanzó a abrazarme y una hebra de su
cabello rubio fresa fue atrapada en mis gafas―. ¡Ay! —Ella lloró. Me saqué mis
gafas y cautelosamente jalé el cabello del armazón. Sacó la hebra de su cabeza,
pero no era muy notorio, ya que el resto de su pelo era un lío también. Sam
58
odiaba que le cepillaran su cabello, excepto que ella olvidaba cepillárselo la
mayoría de las veces. Volvía loca a su madre. Pero lo que realmente molestaba a
su madre eran las elecciones de moda de Sam, que no se diferencian de la mía.
Nuestro lema era: Si está limpio y se ajusta, la usamos. En realidad, limpio es
opcional a veces. Hoy debe de haber sido un día opcional, porque Sam tenía
una mancha de baba roja frente de su camisa de color melocotón. Un helado de
cereza fue mi suposición.
El papá de Sam comenzó a tirar fuertemente de los puños de su camisa y
enderezo su corbata. ―La mamá de Sam y yo deberíamos estar de regreso
alrededor de las once. ―Él llamó por la escalera―. ¡Victoria! ¡Es hora! ―Él besó
a Sam en la cabeza―. No metas en muchos problemas a Fiona. Niña-mono.
―Claro que sí, hombre-mono ―dijo Sam―, no mucho. Sólo un poco. Lo tengo.
―¿Adivina qué? Fiona va a presentarte a un amigo suyo. ¿Eso no sería
agradable?
―¡Oooh! ¿Quién? ¿Quién, Fiona?
Antes de que pudiera responder, la Señora Pickler se paseó escalera abajo en un
vestido de coctel, cantando: ―Aaadiós Sammy. Teee Amoo. ―Ella paso sus
manos sobre el pelo de Sam para aplanarlo y luego la besó en la frente, dejando

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tras de sí un conjunto de huellas labiales de color burdeos. Ella me saludó y el


padre de Sam salió por la puerta―. Hola Fiona. Adiós Fiona.
―Que tengas una buena… ―Cerró la puerta―…‖ noche.‖ Bueno.‖ Lo‖ que‖ sea…‖
―Limpié las marcas de labios de la cabeza de Sam con mi pulgar.
Ella dio un manotazo a mi mano. ―¿A quién voy a conocer? ―Ella demandó.
―Ya lo veras. Ponte tus zapatos.
―¿Por qué?
―Nosotros‖daremos‖un‖pequeño‖paseo.
―¿Un paseo? Nunca me has llevado a un paseo en toda tu vida ―ella dijo.
Abrió la puerta del armario de los abrigos y pescó sus zapatos―. Eso es
ejercicio. Tú odias el ejercicio.
―Cierto ―dije―, será mejor que vayamos muy despacio entonces. Lentamente,
incluso.
―Podemos caminar lentamente. ―Se sentó en la escalera del fondo y se puso
sus zapatillas de lona púrpura sin desatarlos.
―Caminar lentamente, sí. ¡Bien hecho! ¡Vamos a caminar tranquilamente!
Ella saltó. ―Esta es una tarde preciosa para una tranquila caminata.
―¿Lo haremos? ―Le ofrecí mi codo.
―Lo haremos. ―Ella resbaló su brazo en el mío.
59
Aún había luz afuera, pero el sol estaba apunto de colocarse. Era la hora del día
donde el sol brillaba lateralmente, así que todo se ve como si tuviera su propio
foco especial. Era la hora del día que siempre es silencioso. Me gusta pensar que
es como un gran bostezo del planeta antes de ir a dormir por la noche.
―¿A dónde vamos a ir caminar? ―preguntó Sam.
―No muy lejos ―dije. Si tenía suerte, Todd estaría fuera haciendo estragos con
Amanda en algún lugar, y no en casa. Pero, por otra parte, la suerte no era lo
mío.
Puse mi mano sobre los hombros de Sam y la conduje en zig-zag por la acera.
―Entonces, ¿cuál es nuestro plan para más tarde?
Sam dio la vuelta para mirarme a la cara y caminó hacia atrás con una mano en
la cadera y una mano revoloteando por el aire entre nosotras. —Bueno, no
podía decidirme entre una película de terror y una película romántica, así que
tengo mis cartas del tarot, y las saqué. Pero no sé cómo leerlas, así que dije,
olvídalo, y las arrojé al suelo. Y ¿adivina qué? El uno de corazón aterrizó en la
cima de todos lo demás, así que dije, ¡Eso es todo! Así que será una película
romántica. Sixteen Candles. Nuestra favorita. ¿Está bien para ti?
―Por supuesto.

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Le daría a ella cualquier cosa. No tengo ni hermanos o hermanas, así que


supongo que pienso en Sam como una. Además, cuando se enoja, es como un
gato mojado. Sólo he visto su temperamento un par de veces, pero nunca
dirigido a mí. A mí me gusta hacerla feliz.
Ella parloteaba. —¿Deberíamos hacer nuestras uñas también? Mi mamá tiene
un nuevo color. La pasión del ciruelo. Es algo púrpura, y sabes cómo amo el
púrpura. Pero en realidad no es púrpura, sólo algo morado, ¿sabes?
―Seguro. ―A pesar de la apariencia de marimacho, Sam ama pretender
vestirse. Siempre estaba tratando de pintarme de color de rosa. Una vez había
insistido en darme un cambio de imagen completo con un esmalte de uñas rojo
brillante, lápiz labial rojo a juego, delineador de ojos negro y rímel negro. Ella
pensó que me veía hermosa. Yo pensé que me veía como un vampiro
demasiado entusiasta después de comer.
―¿Puedo quedarme levantada hasta medianoche? ―ella preguntó.
―Nueve.
―¿Cómo hasta las once?
―Diez.
―De acuerdo, trato. ―Nosotras hacíamos negociaciones todo el tiempo, a pesar
de que siempre la deje quedarse levantada tanto como quiera. Usualmente se
60
queda dormida en el sofá por las nueve y media o poco más o menos de todas
formas―. Solo no les digas a tus padres.
―¡Nunca! —Ella rió.
―¿Juramento del meñique?
―¡Juramente de meñique! ―Ella pasó su dedo meñique por el mío y lo apretó.
Nos presentamos en la entrada de Todd. ―Este es el lugar ―dije. Sam salió
disparada y tocó el timbre. No fui lo suficientemente rápida para detenerla. Mi
plan había sido llamar a la puerta suavemente y andar de puntillas. Pero Sam
martilló el timbre de la puerta al menos media docena de veces.
Cuando nadie respondió, pensé que me estaba librando de la responsabilidad.
Echamos andar de regreso al camino de entrada al mismo tiempo que llegaba
una minivan plateada. El Señor Mierda Floja estaba al volante. Me di cuenta por
la mirada en su cara que estaba uno, tratando de armar el rompecabezas de por
qué estaba allí, y dos, saber si me había propuesto, posiblemente, poner algunos
explosivos sobre su porche. Lentamente abrió la puerta y salió. Nunca quitó sus
ojos de mí ni por un segundo.
―Un ligero paseo ―dije cuando él llego alrededor de la van.
―¿Agotada de caminar, pueblerina?
―¿Cómo sabes que era una pueblerina? ―dije, como toda una sabelotodo.

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Todd se rió ahogadamente. ―Me lo acabas de decir.


Pshhh. Le hice señas para que se alejara.‖ Había‖ sido‖ la‖ “pueblerina”‖ toda‖ mi‖
vida, pero nunca me molestó. Los niños que venían a mi casa siempre se
callaban cuando vieron nuestra escalera de atrás escondida, o tomábamos un
paseo en nuestros montacargas.
―Por lo menos no contaminé el universo, como tú ―dije.
—Nah, tú estás muy ocupada abrazando árboles. Mejor dicho, besuqueándose
con ellos. Te digo, tú en realidad deberías apegarte a aparearte dentro de tu
especie, sea lo que sea.
―Podría ―dije―, pero desafortunadamente, no hay dioses primorosos,
omnipotentes, omniscientes por aquí. Incluso me conformaría con un semidiós.
Es un retroceso, lo sé. Pero ¡ay de mí!, no hay nada sino un diminuto cerebro
mortal aquí. Y medio cerebro, como tú.
Todd bufó. Él inclinó la cabeza hacia Sam. ― ¿Quién es esta?
Sam fue hacia adelante, se posicionó entre Todd y yo, y puso los puños en las
huesudas caderas. —Mi nombre es Samantha Louise Pickler, no es que sea tu
asunto, porque eres un grosero, fea cara de pedo.
A pesar que Sam estaba de espaldas a mí, me tapé la enorme sonrisa con la
mano. Sabía que tenía que corregirla, pero no pude. Ella era malditamente
61
adorable también.
Todd estaba sonriendo también. Puso sus puños en sus caderas como ella.
―Bueno, creo que es grosero llamar a alguien fea cara de pedo.
―Bueno, no me importa lo que tú creas.
―¿De verdad? Deberías.
―¿POR QUÉ?
Todd se humedeció los labios y se cruzó de brazos. ―Porque tengo la sensación
de que tú y yo vamos a llegar a conocernos. ―Él me miró a mí―. ¿Eso es
correcto, Princesa? ¿Es esta la niña?
Yo dije: ―Sí, Señor.
Me acerqué a Sam y envolví mis brazos alrededor de sus hombros desde atrás.
Ella no se movió un ápice de su postura de guerrero. Señalé a Todd. ―Este,
Sam, es Todd Harding. Tenemos que hacer este proyecto de la escuela juntos
donde ganamos dinero. No me gusta. Pero por ahora tenemos que hacerlo. Así
que Todd va a ayudarme a cuidar de ti. Tus padres lo aprobaron. Todd, Sam.
Sam, Todd.
Sam inclinó su cabeza hacia la mía. Mantuvo sus ojos taladrando a Todd y
susurró suavemente: ―Él no debería decir tales cosas de ti, Fiona. Es
verdaderamente de mal gusto.

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Susurré de regreso: ―Créeme, lo sé. Pero necesito que te quedes por aquí, ¿de
acuerdo? ¿Como un favor hacia mí?
Todd se mantuvo ligeramente girando su cabeza a la izquierda y la derecha,
tratando de escuchar.
―¿Por favor? ―susurré―. Voy a necesitar toda la ayuda que pueda conseguir
en esta situación.
Sentí la postura de Sam suavizarse debajo de mis brazos. ―Bien. ―Ella dejó
caer sus brazos, se encogió a sí misma fuera de mi agarre, y marchó hasta
Todd―. Hola. Mi nombre es Samantha Louise Pickler. —Ella sacó su mano
derecha y sacudió su cabeza—. Tú me puedes llamar Sam.
Todd le dio la mano. ―Encantado de conocerte, Sam. Mi nombre es Todd. Tú
puedes llamarme Todd. ―Sam miró hacia mí y puso los ojos en blanco. Le hice
un gesto para que siguiera.
―Encantada de conocerte, Todd. ―Ella dejó caer su mano, giró sobre sus
talones y me pasó de una zancada.
Pronuncié, “Gracias”.
―Entonces, planeabas trabajar sin mí esta noche, ¿no? ―dijo Todd―. Es
extraño que hayas olvidado mencionarlo. ¿Tratabas de quedarte con lo mejor
para ti sola?
62
―No ―dije―, solamente no había tenido la oportunidad de preguntarte acerca
de eso aún.
―Tú solo dijiste que ellos lo aprobaron.
―Sí, Todd, lo hicieron, quince minutos atrás. Les pregunté hace quince
minutos, y dijeron sí. Lo siento, no podía enviarte una Bati señal o algo por el
estilo.
Todd golpeó las manos una vez e hizo un gesto a la calle. ―Genial. Entonces
vamos.
―Uhhh…‖¿Disculpa?‖―dije. Mierda santa, Todd iba a caer de visita y hacer de
niñera ahora mismo. Debo detenerlo. Código Rojo―. ¿Vamos? Nononono. ¿No
est{s‖ocupado?‖¿No‖tienes‖que‖sacar‖a‖Amanda‖para… algo?
―Nope. Nope.
―¿No tienes plantes? ¿Salir con tus amigos? ¿Noche de los chicos grandes?
―Nope. Nada. Mi horario esta completamente despejado. Tengo toda la noche
libre para estar con dos encantadoras damas.
Él‖ dijo‖ “encantadoras‖ damas”‖ sarc{sticamente,‖ pero‖ lo‖ dejé‖ pasar.‖ Estoy‖
orgullosa de mi autocontrol. Y podía decir que él no iba a ceder. ―Bien. Lo que
sea ―murmuré―, vamos.

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Capítulo
10
Traducido por Simoriah
Corregido por Natyº

V
olvimos a la casa de Sam. Todd se quedó atrás para llamar a sus padres
para decirles qué sucedía. Sostuve la mano de Sam y salté sobre las
grietas de la vereda. Una rana toro comenzó a croar en alguna parte, y
el sol se sumergió detrás del horizonte y se apagó. El cielo se volvió salmón, y el
aire tenía ese húmedo frío que viene con las tardes del verano tardío.
―¿Sobre qué es tu proyecto? —preguntó Sam.
―Es una larga historia —dije.
―Cuéntame.
Nunca pude mantener algo en secreto de Sam.
63
―Debemos pretender que estamos casados. Hacer cosas juntos. Averiguar
cómo ganar dinero y gastarlo. Es estúpido.
―¿Por qué te casaste con él? ¿Por qué no te casaste con ese tipo que te gusta,
cuál es su nombre? ¡Oh, Gabe! ¿Por qué no te casaste con Gabe?
Sam se evadió cuando intenté presionar una mano contra su boca.
―Shhhhh ―siseé―. Por favor no digas nada sobre esto frente a Todd
―susurré.
―De acuerdo. Lo lamento, Fiona ―dijo Sam―. ¿Crees que oyó?
Miré hacia atrás para ver si Todd mostraba algún signo de haber estado
escuchando. Ya no estaba al teléfono, pero tampoco estaba tan cerca.
―Espero que no ―dije.
―¿Dónde está el lugar? ―exclamó Todd con bastante fuerza, así que pensé que
quizás estaba demasiado lejos para habernos oído.
―Justo aquí —dijo Sam, alejándose de mi alcance y yendo hacia la puerta.
Cuando entramos, ella corrió hacia la cocina. Todd y yo la seguimos. Fui hacia
la alacena y tomé un tarro de popcorn.
―¿Dónde vamos a ir esta noche? ―pregunté.
―¿Ir? ¿Qué quieres decir? ―preguntó Todd.

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Le expliqué a Todd que cada vez que Sam y yo mirábamos una película (que
era cada vez que la cuidaba), hacíamos popcorn saborizado con alguna especia
o salsa extranjera. Maíz Internacional, lo llamábamos. A veces teníamos suerte,
como la vez que habíamos preparado popcorn con sésamo y aceite de maní y lo
saborizamos con polvo chino de cinco especias. Pero otras veces teníamos que
tirar el bol. Como cuando quisimos visitar Alemania, así que preparamos el
popcorn con salchicha y col fermentada seca. Demasiado vomitivo.
―Estaba pensando en Italia ―dijo Sam, haciendo girar la bandeja giratoria en
la alacena de la esquina donde su madre mantenía las especias―. Tenemos un
paquete de salsa italiana por aquí en algún lado. Aquí está.
―Mmmm ―dije―. ¿Sabes qué iría genial con eso? Mini pizzas. Podemos usar
pan para la corteza. ¿Tienes queso?
Sam abrió el refrigerador y reviso el estante de charcutería.
―No. Espera, hay queso cottage.
Me encogí de hombros.
―Podríamos intentarlo. ¿Hay salsa de pizza?
Sam revolvió la alacena.
―No. No hay salsa de pizza.
―¿Salsa de spaghetti? ―sugirió Todd.
64
―No.
―¿Pasta de tomate? ―pregunté.
Sam abrió el refrigerador una vez más.
―Tenemos ketchup.
Hice una breve pausa para considerar lo apetitoso del pan con ketchup y queso
cottage. Dudoso.
―Tendremos que ponerle montones de sal de ajo y orégano. Tú prepara las
pizzas. Yo prepararé el popcorn. ―Saqué la sopera y vertí aceite de oliva en el
fondo. Agregué una capa de granos de maíz, puse la tapa, y puse la sopera
sobre un calor medio. Todd se inclinó sobre la mesa y miró. Tan típico de él no
ayudar a cocinar―. Hey, Sam, ¿cómo fueron tus primeros días de escuela?
―pregunté.
―Bueno. Primero que nada, Ginny y yo ya no somos mejores amigas.
―¿Qué? ―Ginny Genovese era la mejor amiga de Sam. Su verdadera amiga.
Ginny era la Marcie de Sam―. ¿Qué sucedió?
Sam puso tres piezas de pan blanco en la bandeja para hornear del horno. Les
puso ketchup y comenzó a esparcirlo con una cuchara.
—Bueno. Hay una chica nueva, Olivia Purdy. Y ella tiene una casa enorme con
una piscina y un televisor de pantalla grande y todo. Es realmente rica o algo,

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supongo. Así que Ginny decide que quiere ser la mejor amiga de esta chica para
poder usar la piscina y todo. Así que va con Olivia y le dice que todas las otras
chicas, incluida yo, somos imbéciles. Y que le mostrará el lugar a Olivia y todo.
Y que no sea amiga de nadie más y que ella tampoco lo será. Que serían mejores
amigas.
―¿Cómo oíste todo esto? ―preguntó Todd. Como si le importara.
Ella le dio una mirada encolerizada y finalmente le respondió.
―Ginny me lo dijo. ―Roció el ketchup con sal de ajo y orégano.
―¿Ella te lo dijo? ―exclamé―. ¿Ella te dijo que había dicho que todas las otras
chicas eran imbéciles?
―Bueno, no. Esa parte la oí de Dominick Mancuso. Él oyó a la hermana mayor
de Olivia en el bus. Pero Ginny me contó sobre la parte donde Olivia y ella iban
a ser mejores amigas y todo. ―Sam se pasó la parte trasera de la mano por los
ojos y luego se paró junto a la mesa con los brazos cruzados. Estaba llorando.
Dejé el recipiente y la envolví con mi cuerpo.
―Lo lamento tanto, cariño ―dije.
Oí el aceite del popcorn crepitar y explotar los primeros granos. Antes de que
pudiera volver al horno, Todd avanzó y comenzó a deslizar el recipiente hacia
adelante y atrás. Los estallidos alcanzaron un feroz crescendo, y cuando
65
finalmente cedieron, movió el recipiente a una hornilla fría y apagó la
encendida.
Besé a Sam en la parte de atrás de su cabeza y fui hacia la cocina. Crucé los
brazos y golpeteé el piso con un pie hasta que Todd salió del medio. Abrí el
recipiente y rocié el aderezo italiano seco sobre el popcorn caliente. Volví a
poner la tapa, sacudí el recipiente y dije: ―No puedo creer que Ginny te dijera
eso.
Sam se enderezó y metió una cuchara en el contenedor de queso cottage.
―Fue verdaderamente de mal gusto. ―Dejó caer grandes gotas de queso sobre
las pizzas y las metió en el horno para asarse.
―Fue verdaderamente de mal gusto ―dije―. Y cualquiera que haga eso no es
digno de la amistad de Samantha Pickler. ―Ella se encogió de hombros.
―Hey, ¿sabes qué deberías hacer? ―dijo Todd―. Deberías ponerle una
maldición.
Puse los ojos en blanco, pero Sam se volvió hacia Todd y sonrió.
―¿En serio?
―Seguro ―dijo él―. Envíale un poco de mala onda.
El rostro de Sam se encendió.
―Sí, estilo vudú. ¿Sabes cómo hacerlo? ¿O tú, Fiona?

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Me encogí de hombros. Luego le di a Todd una mirada desagradable. No


confiaba en él ni por un segundo.
Todd dijo: ―Podemos hacerlo sin saber. ¿Tienes algo que le pertenezca?
―No ―dijo Sam―. Espera, ¡sí! Me prestó un brazalete hace un par de semanas.
¿Eso funcionará?
―Bien podríamos intentar ―dijo Todd.
Sam tropezó en su camino por las escaleras a buscar el brazalete.
―¿Tienes velas? ―preguntó Todd.
Giré para enfrentarlo.
―¿Por qué estás siendo tan agradable?
―No estoy siendo agradable ―dijo―. Sólo estoy aburrido, Princesa.
Llevé mi dedo hasta el rostro de Todd.
―Escúchame, Señor4 Mierda Floja. Si haces algo que disguste a esa chica, te voy
a castrar personalmente.
―Deja de hablar de mis bolas. Me estás excitando.
―Eres repugnante.
Él aparto mi dedo de un golpe.
―Sólo trae una vela ―dijo―. ¿Hay papel por algún lado? ¿Y un marcador o
algo?
66
Señalé el cajón de porquerías pero mantuve mis ojos fijos en él.
―Allí. ―Lo miré furiosamente mientras iba hacia el comedor para revolver el
cajón buscando velas. La única que pude encontrar fue una con aroma a canela
y‖ar{ndano‖llamada‖“Hogar‖Cordial”.‖No‖era‖precisamente‖material para vudú.
Oh, bueno. No éramos precisamente sacerdotes y sacerdotisas vudú tampoco. O
brujas. O sabíamos echar el mal de ojo. O lo que fuera.
Todd encontró un pedazo de papel y un marcador negro y dibujó un gran
círculo con una estrella de cinco puntas dentro. Sam bajó corriendo las escaleras
hacia la cocina.
―Aquí. ―Le entregó el brazalete a Todd. Una cadena de plata con pequeñas
piedras púrpuras colgando como dijes.
―Es bonito ―dije.
―Bueno, no me lo voy a quedar. Echémosle una maldición a ella y al brazalete
y luego se lo devolveré y ella tendrá una dosis doble de maldad.
―Me gusta la manera en que piensas ―dijo Todd.
Encendí la vela y Sam apagó las luces. Los tres nos sentamos en el suelo con la
estrella de cinco puntas entre nosotros. Puse la vela en el medio de la estrella.

4
Señor: En español en el original.
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No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero lucía lo suficientemente


espeluznante.
Todd extendió la mano con el brazalete.
―Todos tómenlo ―dijo. Lo sostuvimos sobre la llama―. Ahora inclinen sus
cabezas. ―Luego dejó salir toda la porquería-―. ¡Atención, espíritus del otro
mundo! Los llamamos en este momento de necesidad. La joven Samantha ha
sido agraviada por otra persona, la dueña de esta mundana posesión.
―Levantamos el brazalete aún más.
Sam intervino.
―¡Viva, dioses de la amistad y la lealtad!
―¡Sí, dioses! ―exclamó Todd―. Humildemente solicitamos que ejerzan su
devastador poder sobre... ¿cuál es su nombre?
―Ginny Genovese ―murmuré entre dientes apretados.
―¡Sobre Ginny Genovese! ¡Y hagan que caiga de rodillas!
―¡Dénselo! ¡Dénselo bien! ―exclamó Sam.
Estiramos nuestros brazos tan alto como pudimos, suspendiendo el brazalete
sobre nuestras cabezas. Todd comenzó a bajarlo, y Sam y yo seguimos. Decidí
intervenir.
―Desaten sus poderes, oh, grandes ―dije―. Hagan caer sobre Ginny Genovese
67
el dolor que causó a nuestra querida hermana Samantha. Usen este brazalete
como un vehículo para llevar su maldición y toda su ira. Entréguenselo a Ginny
como nosotros le entregamos este brazalete.
―¡Sin piedad! ―exclamó Sam.
Todd dijo: ―Por los poderes de todo lo que es bueno, leal y verdadero, por este
medio declaramos este brazalete y su dueña, Ginny Genovese, maldita para
toda la eternidad.
―O hasta que decidamos liberarla ―agregó Sam. Pusimos el brazalete la
estrella de cinco puntas y apagamos la vela juntos.
―Está hecho ―dije.
―¿Qué creen que le sucederá? ―preguntó Sam.
Me reí de forma estridente y froté mis manos.
―El tiempo dirá.
El horno emitió un ding. Las pizzas estaban hechas. Sam suspiró y sonrió.
―Miremos la película.
Pero en la mitad de la película, oímos una llave entrar en la cerradura de la
puerta frontal. La Sra. Pickler corrió hacia arriba por las escaleras. Un breve
tiempo después, el Sr. Pickler entró, sacando billetes de su billetera.

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―Lo lamento, Fiona. Oh, hola, ¿Todd, verdad? ―Todd se puso de pie y le dio
la mano―. Jake Pickler. Oye, la mamá de Sam tiene una migraña. No te
necesitaremos esta noche. ―Él sacó los billetes de mi alcance, así que tuve que
ponerme de pie para tomarlos. Pequeño indicio de que debía irme―. Hay un
pequeño extra por la molestia.
―Pero papá, estamos mirando una película ―gimoteó Sam.
―No esta noche, Sam. Ve a la cama.
―Pero...
―Sam ―ladró él―. A la cama.
Sam caminó pesadamente hacia las escaleras. La seguí mientras me dirigía
hacia la puerta.
―Adiós, Hermana Bruja ―susurré cuando se giró y subió el primer escalón.
Pero no pareció alegrarla en lo más mínimo.
―Nos vemos ―masculló y subió subrepticiamente―. Adiós, Todd.
―Nos vemos, Squirt 5 ―dijo Todd mientras salíamos. Tan pronto como la
puerta se cerró detrás de nosotros, Todd me ofreció la mano abierta―. Entrega
el dinero, Princesa.
―¿Qué? ¡No! ¿Por qué tendrías que quedártelo?
―Porque el hombre gana el dinero, por eso.
68
―¡Ja! Al demonio con eso ―dije, caminando rápidamente hacia mi bicicleta―.
Yo seré la que tenga el trabajo. Este era mi verdadero trabajo en primer lugar.
Todd me siguió.
―Trabajo de verdad, quizás. Pero teóricamente, yo soy el que se gana el pan.
Teóricamente, tú eres gorda y perezosa y te quedas en casa mirando TV todo el
día, engordando más y haciéndote más perezosa.
Giré de repente.
―Teóricamente, tú eres un cavernícola imbécil... oh, lo lamento, ¿dije
teóricamente? Quise decir en realidad.
Él comenzó hablar con un acento exageradamente provinciano.
―Ninguna mujer... o lo que sea que seas... va a ganar dinero en mi casa.
Lo miré con la boca abierta. ―¿Realmente eres tan machista?
―Hmmm... ―Él acarició su mentón dramáticamente―. Quizás no en la vida
real. ―Provinciano de nuevo―. Pero como tu marido falso... sí, creo que lo soy.
Lo miré de arriba a abajo.

5
Squirt: Mocosa.
Purple Rose
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―Necesito llamar al Libro Guiness de los Récords o a Grey's Anatomy o algo,


porque estoy de pie aquí mirando al pendejo más grande conocido por el
hombre.
Él hizo sonar los dedos y extendió su mano una vez más.
―Sólo dame el dinero, cariño.
¿Cariño? ¿En serio me había llamado cariño? Estaba a punto de regañarlo
duramente cuando me di cuenta de que realmente no me importaba nada si yo
ganaba o no dinero falso en un matrimonio falso con un idiota al que odiaba en
la vida real. Que el pobre bastardo se lo quede.
―Está bien. ―Le puse el dinero en la mano. Bruscamente―. Pero más vale que
todo esté ahí cuando lo entregues el martes.
Todd contó los billetes.
―Ciento cincuenta por veinticinco... maldición, ya tenemos $3,750.
―Dime que acabas de hacer eso mentalmente.
―¿Qué? Fácil. Divide ciento cincuenta por cuatro, luego multiplícalo por cien:
3,750. Duh. ―Todd rió―. Pobre Amanda. Gabe y ella obtuvieron cincuenta.
Tendrán suerte si hacen en todo el mes lo que hicimos esta noche.
―Oh, que vergüenza ―dije. Tomé el manubrio y pateé el soporte―. Supongo
que salir con ella significa que estás codeándote con los marginales ahora,
69
¿huh?
Todd metió el dinero en el bolsillo.
―¿Debería contarle a Gabe que acabas de decir eso?
Me congelé con un pie en el pedal. Maldición. Él lo había oído. Sentí sangre
caliente pulsando en mi cuello y en mi rostro. Intenté reír con ligereza, pero
salió como una metralleta aguda.
―¿Qué? ¿Por qué? No me importa.
Todd golpeteó sus dedos.
―¿Oh, no?
―No ―insistí con demasiada fuerza.
―De acuerdo. ―Él guiñó el ojo―. Como digas. Me voy. Nos vemos, Princesa
Pantalones con Pis. ―Se fue por el camino de entrada con grandes zancadas.
Mientras estaba allí parada en un pie, mi cuerpo entero vibraba como si alguien
hubiera sacado mi entrañas y hubiera llenado mi piel vacía con abejas. No
podía moverme. Ni siquiera podía responder a los insultos. No que realmente
importara. Porque una cosa era segura: ser llamada Princesa Pantalones con Pis
no era nada comparado con que Todd Harding supiera sobre Gabe.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
11
Traducido por Vannia
Corregido por Natyº

E
l martes por la mañana estaba afuera de la oficina de Klein, esperando
para entrar a nuestra sesión de consejería. No había señales de Todd
todavía. Qué bien. Saqué Orgullo y Prejuicio para leer hasta que el Señor
Mierda Floja llegara. Debía haber estado bastante metida en el libro, porque
estuve cerca de golpear el techo cuando Johnny Mercer me tocó el hombro.
―¡Santa mierda, Johnny!
Él movió la cabeza y se sonrojó.
―Lo siento. No quería asustarte. Sólo quería saber si te estás sintiendo mejor.
Cerré mi libro.
70
―Sí, gracias. ¿Cómo estuvo el resto del baile?
―Aburrido. Oh, excepto cuando la Directora Miller comenzó a bailar
provocativamente con el Señor Evans.
El Sr. Evans era el conserje. Chapado a la antigua. Él no permitía que le
llamaran de otra forma más que conserje, ningún título marica como ingeniero
sanitario o custodio. Corría el rumor de que había trabajado en la escuela desde
el día en que se graduó hace treinta años. Era uno de eso tipos que parecía que
había nacido con el cabello con corte militar, músculos, y un Malboro
encendido colgando de la boca. Pero él haría cualquier cosa por un estudiante,
especialmente si eso significaba poner a uno en la administración. Así que
imaginarlo frotándose con la Directora‖ Miller‖ era,‖ bueno…‖ forzar la
imaginación, por decir poco.
―¿El Sr. Evans? ―pregunté.
Johnny se rascó una de sus largas patillas.
―Bueno, sólo era un baile. Parte de un baile, en realidad. Ella como que lo
agarró y comenzó a bailar y él fue adelante. Muy divertido.
―Tal vez debí haberme quedado.
―La próxima vez —dijo Johnny.
De pronto, la oficina de Maggie Klein se abrió.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

―Oh, Fiona. Me pareció escuchar voces.


Me despedí de Johnny con la mano. Él me dio un cabeceo, se puso sus
auriculares, y se fue.
Maggie Klein dijo: ―Vamos, entra. Todd ya está adentro. Él y yo hemos tenido
una‖pequeña‖charla‖acerca‖de‖sus…‖interacciones‖la‖semana‖pasada.
¿Interacciones? Correcto. Intentar juegos de guerra. ¿Y qué estaba haciendo él
aquí tan temprano? Persuadiendo a Maggie Klein, sin duda.
―Ahora, entiendo‖ que‖ ustedes‖ dos‖ hayan‖ estado…‖ digamos,‖ ¿en‖ desacuerdo?‖
Creo que tenemos que hacer frente a la situación. ―Me miró esperando que yo
respondiera―. ¿Fiona? ¿Te gustaría comenzar esta vez?
Argh. Rodé los ojos. Me encogí de hombros. Le di todas las pistas que le dijeran
que no quería hablar, pero ella simplemente se me quedó viendo con una
expresión absoluta de compasión y persistencia. Bien.
―Él comenzó ―dije.
―Yo no.
Miré boquiabierta a Todd.
―¿La boda simulada?
―Tú me lanzaste el hot dog primero.
―Después de tu pequeño dibujo sobre el tablón de anuncios.
71
―Eso fue una broma.
Solté un bufido.
―Sí, bueno, no le encontré la gracia.
―¿Qué hay de lo que hiciste en el baile?
―Te lo merecías.
Maggie Klein dio dos palmadas.
―Todd, Fiona, esto es serio. Comprendo que haya cierta resistencia a este
curso. Sin embargo, creo firmemente en su finalidad, y lo mismo piensa el
consejo escolar. Y hasta que ellos no digan lo contrario, este curso continuará.
Ustedes deben encontrar un terreno en común. Les guste o no, están casados.
Ahora, quiero que se miren el uno al otro. Mirarse de verdad. Y luego me
gustaría que cada uno diga algo positivo sobre la otra persona. ―Todd y yo
suspiramos y nos movimos en nuestros asientos. Miré más allá de Maggie Klein
y observé a una ardilla con una bellota en la boca subiendo el árbol afuera de la
ventana―. Vamos ―dijo―. Giren y véanse a la cara. Ahora Todd, tú primero.
Todd me recorrió con la vista de arriba abajo.
―Ella parece tener todos los dientes.
―Ooh, esa es buena, Todd ―susurré. Me giré hacia Maggie Klein y sonreí con
dulzura―. Y Todd casi no huele a un montón de mierda de cabra.

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Maggie Klein negó con la cabeza.


―Chicos…
―Fiona tiene la suficiente autoestima como para no preocuparse por la
condición de su guardarropa.
―Y Todd tiene la amabilidad suficiente para ofrecer su tiempo a estudiantes
con deficiencias mentales. Como su novia, Amanda.
―A ella déjala fuera de esto.
―¿Cómo podría? Prácticamente está unida quirúrgicamente a tu ingle.
―Chicos.
―Al menos yo tengo novia. Oh, espera. Me había olvidado de tu amante
lesbiana, Marcie.
―En tus sueños.
―Querrás decir mis pesadillas.
―¡TODD! ¡FIONA! ¡ES SUFICIENTE! ―Maggie Klein se frotó la cara y
suspiró―. De acuerdo. Miren. ―Entrelazó sus dedos como si estuviera rezando
por que nos detuviéramos―. Sé que ninguno de los dos está feliz con esta
situación. Pero este curso es importante. El encontrar, elegir y mantener un
compañero de vida no es fácil, lo saben. Créanme; puede ser aterrador. Algunas
personas…‖―Se calló y sacudió la cabeza―. Lo que quiero decir es que esto es
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una habilidad que se puede aprender y debe ser aprendida, por su propio bien.
¿Lo ven?
Nosotros respondimos con un silencio de muerte.
Ella echó los brazos al aire.
―Está bien, mírenlo de esta manera ―dijo―. Si quieren graduarse y lograr
entrar a la universidad y alejarse lo más que se pueda el uno del otro, necesitan
finalizar este curso, ¿entienden? ―Nos miró a cada uno mientras nosotros
poníamos mala cara como una pareja de treinta años de edad―. De acuerdo.
Ahora, ¿cuál es el estado de su presupuesto y de su actividad compartida?
¿Están en la misma página?
Todd buscó en su bolsillo trasero y sacó el dinero de la noche del sábado. Se lo
entregó a Maggie Klein.
―Aquí tienes. Veinticinco de los grandes que hicimos este fin de semana.
Ella miró el dinero como si estuviera a punto de prenderse en llamas en sus
manos.
―¿Ya han comenzado con el trabajo de niñera? ―Todd y yo asentimos―.
¿Cómo les fue? ―Miró de nuevo entre nosotros como un perro labrador en un
lanzamiento de huevos. Imaginé que a Todd le gustaría aprovechar esta
oportunidad para hacer la barba, y no decepcionar.

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―Todo salió muy bien, Maggie ―canturreó él―. Ella es un encanto.


―¿Fiona lo es?
Todd soltó un bufido y se dobló como si fuera demasiado gracioso que dolía.
―No. La niña. La niña es un encanto.
Abrí la boca para decir algo, pero Maggie Klein me interrumpió.
―Bueno, bueno, aun así es bastante alentador. ―Tomó uno de los lápices
idénticos que mantenía en una limpia maceta de terracota en su escritorio, y
escribió en nuestro archivo―. He hecho una nota de que ustedes son la primera
pareja que ha entregado algunos ingresos. Bien hecho. Pero no olviden
conseguir una nota de los padres para validar su pago. Pueden entregarlo con
el presupuesto a fin de mes. ¿Y cómo es la ganancia teórica de los ingresos
divididos? ¿Ambos hicieron el trabajo? ¿Uno de ustedes?
―Yo soy el que hizo el trabajo ―dijo Todd. Maggie Klein lo miró como una
adolescente grupie después de su primera cerveza.
―Oh, Todd, lo imaginaba ―entonó ella.
Yo fingí toser.
Todd se acomodó en su asiento.
―Sí, me gusta cuidar de mi mujer. Mantenerla en casa. Descalza en la cocina,
donde pertenece. Diría que descalza y embarazada, pero desafortunadamente,
73
mi esposa es frígida y estéril.
Le di una patada a Todd en la espinilla.
―Eres un idiota.
―¡Fiona! ―exclamó Maggie Klein.
―¿Yo? ―chillé―. ¿No le vas a gritar a él?
Ella inclinó la cabeza hacia Todd y lanzó una risita sofocada.
―Bueno, nosotros sabemos que él está bromeando.
―Oh, ¿en serio? ―dije.
Maggie Klein suspiró.
―Fiona, deberías ponerte al tanto con la personalidad de tu pareja. De sus
caprichos y peculiaridades.
Todd murmuró: ―Sí, Princesa, deberías ponerte al tanto de mis caprichos.
Me obligué a callarme, pero Maggie Klein ignoró la insinuación lasciva de
Todd.
―Ahora, ¿qué hay de la actividad compartida? ¿Cualquier noticia al respecto?
―No la hemos comenzado todavía ―dije, mirando de reojo a Todd.
Él puso su dedo en el aire.
―En realidad, Maggie ―dijo―, las audiciones de porristas comienzan hoy
después de la escuela.

Purple Rose
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Me giré.
―¿Audiciones? ¿Por qué tengo que ir a las audiciones?
Todd simuló beber a través de un popote otra vez.
―Podríamos estar sedientos, Chica del Agua.
―No me llames Chica del Agua.
―Tienes‖razón.‖Tu‖nombre‖es‖Princesa‖P…
―Cállate.
Maggie Klein se levantó disparada de su asiento y abrió bruscamente la puerta
de su oficina.
―Bueno, me parece que el tiempo se acabó. Pueden regresar a clases. No
olviden escribir en sus diarios y trabajar en su presupuesto. Hasta luego.
Nos levantamos y salimos de su oficina. Me desconecté sin decir una palabra,
pero Todd me llamó.
―No lo olvides. Campo de fútbol. Tres en punto. Te veo ahí, Princesa. ―Le
levanté el dedo medio por encima del hombro. Él se rió y se fue.
Mi único consuelo era que esto iba a ser un tremendo ensayo para aplicar a la
universidad:‖ “Cómo‖ Aprendí‖ Sobre‖ la‖ Diplomacia‖ Gracias‖ al‖ Señor‖ Mierda
Floja,‖el‖Neandertal‖Sin‖Cuello”.
74

Purple Rose
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Capítulo
12
Traducido por CyeLy DiviNNa
Corregido por Lola_20

D
espués de la escuela llamé a mi mamá para dejarle saber que llegaría
tarde, y luego me dirigí hacia el campo de fútbol para las audiciones de
porristas. La entrenadora de porristas oficial era la profesora de
historia antigua, la Señora O'Toole. Y no me refiero a que la historia fuera la
antigua, la Sra. O'Toole lo era. Comenzó como entrenadora de porristas en
ECHS a finales de 1950, cuando las porristas llevaban zapatos estilo boliche y
decían‖cosas‖como‖“entusiasmo‖aterciopelado”,‖pero‖a‖medida‖que‖pasaban‖las‖
décadas no pudo subir a bordo con todas las nuevas monturas y habilidades
que se necesitaban, por lo que se convirtió en una entrenadora cada vez menos 75
práctica. Ahora, mayormente se sentaba en algún lugar y dormitaba entre las
pruebas o prácticas. Supongo que la administración no tenía el corazón para
despedirla después de tantos años. O tal vez ella no había pensado en pedir un
aumento‖ en‖ medio‖ siglo,‖ por‖ lo‖ que‖ su‖ “entrenamiento”‖ era‖ increíblemente‖
barato. En cualquier caso, para las pruebas la Señora O'Toole no hace más que
sentarse al final de la banca de fútbol con un paraguas en la cara para darse
sombra. Si estaba despierta o dormida era una incógnita. Diablos, ella podría
haber muerto y nadie se daría cuenta hasta que las moscas comenzaran a
rondar.
Me hundí en una de las gradas y abrí mi copia de Orgullo y Prejuicio. Estaba en
la parte donde el Señor Darcy reconoce primero sus sentimientos por Elizabeth.
No llegué muy lejos, sin embargo. No podía dejar de soñar que yo era Elizabeth
y‖ Gabe‖ el‖ Sr.‖ Darcy,‖ luchando‖ contra‖ sus‖ sentimientos‖ floreciendo‖ por‖ mí…‖
descubriendo que su pasión estaba fuera de control y encontrándome más y
más deseable cada vez que nos veíamos. Yo, por supuesto, era tímida y graciosa
y dije todas las cosas correctas en los momentos adecuados, y llenaba la parte
superior de mi vestido estilo imperio muy bien. Tocaba el piano mientras él me
escuchaba y me miraba con ojos sensuales. Era un amor que crecía a pesar de la
negativa de ambas partes, a pesar de la oposición de los demás. Era
simplemente irrefutable. Pero habría que esperar. Esperar. Porque no se puede
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apurar al amor. Sólo tienes que esperar. El amor no viene fácil. Es un juego de
dar y tomar.
Oh, maldita sea. Ahora tenía una canción de mierda de discos viejos de vinilo
de mi padre pegada en mi cabeza.
Dejé mi libro y observé a Todd, Amanda, y un grupo de chicas graznando
alrededor. Había incluso un par de chicos esperando para hacer la prueba,
también. Creo que Todd había hecho increíble el ser porrista y eso era suficiente
para‖ ellos.‖ O‖ tal‖ vez‖ todo‖ lo‖ de‖ “mirar‖ debajo‖ de‖ las‖ faldas‖ de‖ las‖ chicas”‖ los‖
había atrapado finalmente. Jamar Douglas estaba allí. Y Oskar Leahy. ¿Y quién
era el chico en las gradas opuestas? ¿Era. . .? Agarré el teléfono.
Me‖levanté‖y‖“casualmente”‖paseé‖un‖poco‖m{s‖cerca.‖Parpadeé‖mis‖ojos‖por‖el‖
sol. No podía ser, ¿podría? Pero lo era.
Gabe.
¿Por qué estaba aquí? No podía estar en la prueba. Estaba allí sentado.
Mirando. Con los ojos sensuales como Darcy. Y de repente me di cuenta. Las
chicas. Una de las chicas era con la que estaba saliendo. Tenía que ser. A
continuación, Amanda se acercó y se sentó junto a él, y me di un golpe mental
en la cabeza. Por supuesto. Él estaba allí sólo porque eran un falso matrimonio.
Eso era todo. ¿No? Pero había una chica, en algún lugar, a quién estaba viendo.
76
Tal vez ella estaba aquí. Espera un minuto, ¿le acaba de sonreír a Sonja
Pressman?
―Ya sabes, si vas a acechar a alguien, debes ser menos evidente.
Me di la vuelta. Era Todd. Me había atrapado.
―Para empezar, trata de no estar de pie en medio del campo, embobada con tu
presa ―dijo.
Le di una patada a un grupo de hierba polvorosa.
―¿Embobada?‖ Yo…‖ Yo… No estoy embobada. Estaba mirando a tu novia
coquetear con otra persona. ¿Celoso?
―¿De Gabe Webber? ―Rió Todd―.‖Uh…‖no.
Protegí mis ojos del sol.
―¿Por qué? ¿Qué pasa con Gabe Webber?
―Nada. Eso exactamente. Nada, no hay nada allí. Tiene la personalidad del
pan tostado.
¿Cómo se atreve a insultar a mi Gabe?
―Oh, sí. Lo olvidaba. Prefieres la compañía de imbéciles y cretinos. Como se
suele‖decir,‖“Dios‖los‖cría…”
―Debe ser por eso que estás alrededor.

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Abrí la boca para devolverle un silbido, pero no podía pensar en nada que
decir. En blanco. Me quedé con mi chillido colgando.
Todd sonrió y negó con la cabeza. ―¿Ya no tienes nada?
Hice la única cosa que podía. Cerré la boca, me encogí de hombros y dije: ―No.
Nada.
Todd se rió de nuevo. Una risa real, sin embargo. No una malvada o
sospechosa. Una real, del tipo de abundante carcajada con la cara suelta y
brillante.
―Tomate tu tiempo. Ya se te ocurrirá algo ―dijo. Comenzó a caminar de nuevo
hacía la multitud, pero dijo por encima de su hombro—. Voy a esperar.
Me quedé de piedra, aún en el campo cuando las pruebas comenzaron. El sol
quemó la parte superior de mi frente, pero no me moví. Necesitaba toda la
energía en mi cuerpo para encontrar algo mejor. Algo que me resultaba
familiar.‖Algo‖en‖la‖forma‖en‖que‖Todd‖me‖miró‖y‖me‖habló‖me‖recordó…‖¿qué?
Entonces hizo clic.
Mis padres. La pelea verbal. Eso es lo que hicieron. A ellos les gustaba, pero
¿por qué?
Porque era emocionante. Y probablemente a Todd le gustaba por la misma
razón. Por eso no se había asustado realmente en el baile. Y por qué había
77
venido a la casa de Sam. Fue divertido para él. Le gustaba pelear, pero lo peor
era que parecía que le gustaba pelear conmigo. Oh, asco. Me escabullí de vuelta
a las gradas y me senté con la cabeza entre las rodillas. Sentí un ligero golpe en
el hombro, y miré hacia arriba.
―¡Mar! ¿Johnny? ¿Qué están haciendo aquí chicos?
―Tenemos una hora para matar antes de la clase de baile ―dijo Mar. (Mar
había podido elegir su actividad compartida. Lecciones de baile de salón. Todo
lo que pude decir fue, pobre Johnny.)
―Hemos venido aquí para darte apoyo moral ―dijo Johnny―. O escupir extra
en su agua. Lo que sea.
Una ligera brisa soplaba en el campo de fútbol.
―Gracias ―dije. Me acomodé a mi derecha y tiré de Mar por un poco de
privacidad―. Necesito hablar contigo ―le susurré. Johnny debe de haberlo
captado, porque se sentó a unos metros de distancia, sacó su reproductor de
MP3, y se metió los auriculares.
Mar se sentó. ―¿Qué pasa?
Tomé una respiración profunda. ―Tengo un problema. Creo que Todd
realmente disfruta de mi compañía.

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Mar extendió la mano y jugueteó con un mechón de mi cabello. —¿Y eso es un


problema‖porque…?
―Debido a todo esto del matrimonio, debemos seguir con nuestro odio el uno
por el otro. Esa es la única cosa que tenemos en común. Constante desprecio
mutuo.
Ella puso sus manos de forma ordenada en su regazo. ―Pero acabas de decir
que le gustas.
―No, dije que disfruta de mi compañía. Es decir, le gusta odiarme. O pretender
que me aborrece. No sé. Pero me resulta difícil tener antipatía por completo por
alguien que obtiene placer de estar a mi alrededor.
El viento se calmó y sentía el sudor que se acumulaba bajo la visera del yelmo
de mis gafas. Una gota también corría por mi escote. Busqué en mi mochila y
tomé mis gafas de sol de broche y un pañuelo de papel. Puse las gafas de sol de
broche sobre mis gafas y empujé hacia abajo el tejido de la camiseta. Mar hizo
una mueca, por supuesto, pero no me importaba, prefiero estar cómoda.
―Así que a él le gusta ser malo contigo ―dijo―. Y te gusta que le guste ser
malo contigo.
―Y me gusta ser mala con él, también, no te olvides.
―Por supuesto que no. El placer de la maldad. Hay un nombre para él:
78
Sadomasoquismo.
―Muchas gracias —le dije, apretando mi vientre con ambas manos―. Eso es
justo lo que necesito. Una imagen mental de Todd Smith atado en un traje de
cuero negro con un látigo en una mano y su pene en la otra.
―Espero que te esté golpeando con el látigo.
La golpeé en su muslo. ―Lo digo en serio, Mar, no sé cómo actuar en torno a él
ahora. No puedo ser agradable, porque él odia eso. Pero no puedo ser mala sólo
para ser agradable.
―Realmente necesitas medicación.
―Estoy en un dilema. Una trampa al tú por tú. Estoy jodida. Ayúdame, Mar,
por favor.
Marcie levantó el cabello de la parte de atrás de su cuello durante unos
segundos y luego lo dejó caer.
―Está bien, te gusta luchar con él también, tú misma lo dijiste. Así que sigue
luchando con él.
Negué con los puños hacía ella. ―¿Cómo?
―Mira, no te gusta el chico. Hay un montón de razones para odiar a Todd
Smith. Elige una.

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―Sí, sí ―dije―. Sólo tengo que encontrar una cosa. Una cosa acerca de él que
odio y centrarme en eso. Pero, ¿qué?
Marcie dio un vistazo a las pruebas de porristas. ―¿Qué tal su gusto por las
mujeres?
Miré hacia donde Amanda enganchaba con los brazos la cintura de Todd, tan
fuerte que en realidad parecía ahogarse bajo sus brazos.
―Brillante, Mar ―le dije―. Voy a canalizar toda mi aversión por Amanda en
Todd. Eres un genio. Es refrescante ver que estás utilizando tus habilidades de
la psicología tanto para el bien como para el mal. Añade carácter. ―Me puse de
pie―. Espera aquí. Estaré de vuelta.
Caminé elegantemente hacia Todd y Amanda. Sin soltar su agarre de muerte en
la cintura de Todd, Amanda se burló de mí y dijo: ―Hola, chica del agua. ¿O
debería decir, perra del agua?
La ignoré completamente. En su lugar me dirigí a Todd, pero incliné la cabeza
para señalar a Amanda.
―Ya sabes, deberías consultar a un médico y conseguir que te quiten esa cosa.
Se está poniendo de un aspecto bastante repugnante.
Los ojos de Todd se estrecharon. Su labio se curvo hacia arriba y dijo: ―Y tú
deberías conseguir que esa cosa tan fea sea quitada de tu cabeza. Oh, espera, esa
79
es tu cara.
Amanda soltó un bufido y se carcajeó. Pero me di cuenta de que Todd
sutilmente quitó los brazos de su torso y caminó apenas unos centímetros.
Bingo.
Me acerqué de nuevo a las gradas, con ganas de presumirle a Mar, pero se
había ido. Estiré la mano y arranqué uno de los auriculares de Johnny.
―¿A dónde fue Mar? ―le pregunté.
Johnny se frotó la nuca, donde era de color rosa por el sol.
―Tuvo que correr adentro por algo ―dijo. Arrugó su rostro―.‖ Uh…‖ ¿Algún‖
tipo de brillante brillo o algo así? Dijo que volvería enseguida. ―Agarró de
nuevo el auricular y configuró el reproductor MP3 en su regazo.
Me senté junto a él.
―Oh, Dios, ¿se olvidó de su brillo Joico Brillantina en aerosol? ¿Cómo puede
posiblemente sobrevivir sin él?
―¿Qué es?
―Este producto para el cabello al que es adicta. Hace que su pelo sea brillante y
pulido o algo de basura así. Sigue tratando de conseguir que lo use. Pagó algo
así como dieciséis dólares por una botella. Le dije que preferiría mantener los
dieciséis dólares y escupir en mi propio pelo de forma gratuita.

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―¿Puedes escupir sobre tu propio cabello? ―preguntó Johnny. Casi no estaba


segura si era una broma al principio. Pero luego dijo―: Wow, eres talentosa. Tal
vez podrías unirte a un espectáculo de carnaval o algo con eso.
Me eché a reír. No parecía que hubiera nada más que decir, así que Johnny
regresó a su reproductor de MP3, y yo volví a mi libro. Era difícil concentrarse
en la lectura, sin embargo, con todos los gritos y aplausos procedentes de los
aspirantes a porristas rebotando en el césped. Eran una especie fascinante, de
verdad. Observé durante un minuto y luego vi a Mar sorteando su camino de
regreso a través de las pruebas. Todd la detuvo por un segundo antes de que
ella se acercara.
―Todd quiere verte ―dijo.
Di una palmada a mi libro cerrándolo. ―¿Para qué?
―No lo sé.
Solté un bufido, me levanté y caminé de regreso a la zona de pruebas. Todd
estaba parado al lado de esta decrépita heladera amarilla de agua del tamaño de
un niño pequeño. La acarició con la mano.
―Esta es tu gran jarra, Princesa. ―Se acarició su barbilla―. A menos que
trajeras una ya. ¿Tienes alguna jarra grande propia?
Suspiré por su tono. ―No.
80
―No ―dijo, mirando directamente a mi pecho―. Veo que no. ―Se rió de sí
mismo. No le hice caso de una manera digna―. Bueno, no te preocupes
―añadió―. No es tan grande por dentro como por fuera. Aquí, un vistazo.
Debería haberlo sabido mejor, antes de hacer cualquier cosa que el Señor
Mierda Floja dijera. Y en cualquier otro momento lo habría hecho, pero estaba
alterada por el momento eureka que había tenido cuando me di cuenta de que
en realidad podría gustarle, en un modo retorcido y odioso, así que me acerqué
a la nevera y levanté la tapa.
En su interior había un montón de cosas retorciéndose con humedad, de color
verde. Ranas. Docenas de ellas. Algunas grandes, saltando por todo el lugar.
Grité y salté un metro y medio hacia atrás. Todd se echó a reír de forma
histérica. También lo hizo Amanda y el resto de los aspirantes a porristas, junto
con el amigo hueco de Todd de la cafetería (quien, a juzgar por el barro en sus
piernas era el secuestrador de ranas.).
Mierda, ¿qué había sucedido con Gabe? ¿Lo había visto? No estaba más en las
gradas. La Señora O'Toole no había notado nada, eso seguro. Quizás Gabe
tampoco. Pero no, allí estaba él, caminando al margen de menos de treinta
metros‖de‖distancia.‖Riendo.‖Oh‖Dios,‖no.‖Pero‖entonces…

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Gabe me guiñó un ojo y me dio un pequeño saludo. Lo juro, no lo imaginé.


Gabe Webber me guiñó un ojo.
Todd gritó: ―¿Qué te pasa? ¡Pensé que a las Princesas les gustaban las ranas!
De hecho, odio las ranas. Odio todo acerca de ellas. Sus ojos saltones, la forma
en que se mueven. Son como gigantes mocos vivientes, saltando. No había
manera de que Todd pudiera haber sabido eso, pero le tiré la tapa con fuerza en
el estómago de todos modos. Él la atrapó, pretendiendo que lo dejé sin aliento.
Se reía. Y después de un segundo me di cuenta de que, a pesar de que Gabe lo
había visto, la broma era algo buena. Muy divertida. Así que empecé a reírme
también.
Ahora, si todo hubiera terminado ahí, con todos nosotros riendo, entonces las
cosas hubieran estado bien. Pero tan pronto como Amanda vio que me estaba
riendo junto a Todd, decidió cambiar el juego. Caminó sutilmente a la nevera, la
levantó con sus brazos, se echó hacia atrás, y lanzó su contenido directamente
hacía mí. Sólo tuve un segundo para agacharme y caer y gritar de nuevo antes
de que una masa viscosa de vientres y patas palmearan y abofetearan mi
cuerpo.
―¡Amanda! ―En un instante, Todd le quitó la nevera―. ¿Qué demonios estás
haciendo?
81
Momentos más tarde, alguien estaba a mi lado, sacándome suavemente de mi
posición encogida en cuclillas. Por un dulce segundo, pensé que era Gabe. Pero
no era así. Era sólo Johnny Mercer.
―¿Estás bien? ―preguntó.
Mientras él me levantaba sobre mis pies, su rostro estaba tan cerca que pude ver
cuán largas eran las pestañas sobre sus ojos hundidos. Me estremecí con las
ranas saltando en todas direcciones alrededor de mí, pero asentí con la cabeza,
estaba bien.
Johnny dijo: ―Quédate aquí. ―Tomó la nevera de Todd, la puso en el suelo, y
empezó a recoger las ranas fuera de control con sus grandes manos y a ponerlas
en su interior—―. Las llevaré de vuelta a la corriente ―dijo.
No me moví. No podía. Pero lo escuché, a Todd regañando a Amanda. Y a ella
no le gustó ni un poco. Se refirió a mí como un sinónimo de genitales femeninos
y luego abandonó el campo. Todd fue tras ella.
Marcie vino detrás de mí, caminando de puntillas entre las ranas que quedaban
y Johnny las estaba persiguiendo. Ella quiso limpiar algunas babas de mi
mejilla, pero no acababa de decidirse a tocarla.
―No puedo creer que hizo eso. No fue muy genial.
―Esa es Amanda ―la espeté con voz áspera.

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―¿Vas a estar bien? ―preguntó.


Me froté una mancha de rana en mi camiseta, pero simplemente se untaba más.
―Hubiera preferido que Gabe Webber no me hubiera visto conseguir babas,
pero aparte de eso... ―Suspiré―. Estoy fantástica. ―Exhalé un suspiro más
grande―. Hey, al menos, me guiñó un ojo. ¿Qué te parece? Tengo un guiño y
un saludo de Gabe.
―¿Sí? Genial. ―Mar gritó y saltó fuera del camino cuando una rana saltó hacia
sus sandalias de tiras rosa―.‖ ¿Uhm…‖ tú… vas a quedarte aquí? ¿De esa
manera? ―preguntó.
Pensé que no tenía motivos para quedarme ya que uno, estaba cubierta de
Anfibi-eww, y dos, Todd y Amanda se habían ido. Las pruebas no podían
hacerse sin ellos, habían sido los co-capitanes del equipo universitario el año
pasado, por lo que se garantizaban un lugar, y también la posibilidad de juzgar
las pruebas. Y yo no iba a pasar el rato hasta que se arreglaran.
―De hecho, Mar, ¿crees que tú y Johnny me podrían dejar en casa en su camino
a las clases de baile? ―pregunté.
Mar logró recoger una hoja de hierba húmeda del pantano de mi hombro.
―Claro, Fee. No hay problema.
Bien por Mar, sabía que podía contar con ella.
82
Miércoles, 25 de septiembre
No he escrito en un par de semanas, así que supongo que será mejor que lo
haga bien. Todd y yo hemos llegado a una especie de tregua retorcida en la que
nos odiamos entre nosotros, pero no. No estoy muy segura de cómo funciona,
pero en el fondo, nos hace hacer lo que hay que hacer, pero de una manera
totalmente hostil, que en realidad no es hostil en absoluto. (Acabo de leer eso y
no tiene ningún sentido. Bueno.)
He aquí un ejemplo. La semana pasada jugamos contra Fallbrook. Fue un
partido fuera de casa y yo, como chica del agua, tenía que llenar la descomunal
cosita nevera/termo (una nueva, naranja, no el bote de las ranas), excepto que el
único lugar para llenarlo era de un grifo en el costado de la patética escuela,
alrededor de kilómetro y medio alrededor de la esquina del campo de fútbol.
Así que, estoy arrastrando esto que ahora pesa una tonelada, ya que está lleno
de agua, y no puedo llevarlo tan lejos. Es demasiado pesado. Todas las porristas
me ven y se echan a reír porque estoy pasando un momento muy difícil. Así
que, por supuesto, les muestro el dedo.

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Entonces Todd dice: ―¡Vamos! ¡Levántalo! ¡Usa los pectorales! ¡A lo mejor van
a crecer! ―Y entonces saca la parte delantera de su uniforme para mover su
pecho.
Las chicas se ríen y van saltando a la cancha de fútbol. Sin embargo, Todd se
acerca, recoge la nevera, y la lleva todo el camino a las gradas por mí. No dice
una palabra más. Raro, lo sé. Pero lo más extraño fue que en el momento en que
lo vi mirándome luchar con la nevera, sabía que me iba a ayudar.
No creo que esto sea lo que llaman una relación sana. No es que nadie sepa
realmente lo que es. Y, sin embargo, la gente todavía se encuentra el uno al otro.
Es un maldito milagro, cuando se piensa en ello.
Por ejemplo, mi tío Tommy. Lo vimos la semana pasada cuando fuimos a
visitar a Nana para la cena. Durante el aperitivo que siempre sirve, tallos de
apio y pequeños Smokies (Pequeños Smokies, si no lo saben, son mini perritos
calientes en un charco de salsa como barbacoa. Se ven como un cuenco lleno de
pequeños penes cortados), Nana anunció que el tío Tommy se uniría a nosotros
y que traía a una amiga. Una buena amiga. Nos dijo que el tío Tommy había
conseguido su licencia de bienes raíces y se había mudado a un apartamento
nuevo, así que tal vez esta mujer sería el siguiente paso.
De todos modos, sonó el timbre, y cuando mi padre abrió, tuve que mirar
83
realmente dos veces, como un dibujo animado. Era el tío Tommy, por supuesto,
pero se veía diferente. Se veía genial. Su pelo estaba peinado, su cara estaba
afeitada. Llevaba una camisa de vestir y pantalones caqui. Pero era algo más
que‖sólo‖una‖mejor‖preparación.‖Estaba‖como…‖brillante.
Nana le preguntó: ―¿Dónde está tu amiga?
Tío Tommy dice: —―Justo afuera. Pero primero, quiero anunciar que somos
algo más que amigos. Estamos juntos. Estamos enamorados.
Nana se volvió loca en el buen sentido.
―¡Oh, Tommy! ¡Una amiga! Estoy tan feliz por ti. ―Etc.
Pero el tío Tommy se puso muy silencioso. Luego dijo: —El nombre de esta
persona es Alan. ―Se hizo a un lado, y este absolutamente maravilloso hombre
de pelo negro entró por la puerta. Juro por Dios que sus ojos eran del color
exacto de este colgante de jade que mi mamá tiene. *Desmayo*.
Entonces Nana dice: ―¿Este es otro amigo? ¿Dónde está Ellen?
El maravilloso chico ahogó una risa.
El tío Tommy dijo: ―No, mamá. Ellen no. Alan. Ma, soy gay.
Nana se escapó llorando, pero regresó cinco minutos más tarde y bombardeó de
preguntas a Alan de pies a cabeza. Ella dijo: ―Bueno, no eres Ellen. ¿Tienes un
trabajo?

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Alan: ―Sí, Señora. Soy arquitecto.


Nana: ―¿Tienes alguna de estas enfermedades?
Alan: ―No, Señora. Totalmente limpio.
Nana: ―Vamos a dejar dos cosas claras, Sr. Arquitecto totalmente limpio. Si
alguna vez dañas a mi niño, en cuerpo o alma, te romperé las rótulas. Y en
segundo lugar, nadie me llama Señora. Me hace sentir como una vieja. Puedes
llamarme Agnes.
Alan: ―Gracias, Agnes.
Nana: ―Ve y disfruta de un pequeño Smokie, allí, Ellen.
Papá se echó a reír. Alan se echó a reír también, pero dijo: ―No, gracias.
―Porque él es vegetariano.
―¿Vegetariano? ―exclamó Nana―. ¡Eso es demasiado! —―Se volvió hacia el
tío Tommy―. Tú no eres vegetariano ¿verdad?
―No, Ma ―dijo―. Yo como carne.
Papá murmuró: ―Apuesto a que sí. ―Y mamá lo golpeó en el brazo.
El tío Tommy dijo: ―Ma, lo siento si te hice daño.
―¿Hacerme daño? ―ella dijo―. Por cuarenta y tres años te he visto vivir una
vida de miseria y he sufrido contigo, eso era herirme. Ahora, luego de todo ese
tiempo…‖finalmente‖ no‖estoy‖herida,‖Thomas‖Daniel‖ Sheehan.‖No‖herida.‖No.‖
84
Aliviada. Sólo deseo que no te hubiera tomado cuarenta y tres años. ―Ella
abrazó al tío Tommy y susurró―: Mi niño. Mi niño.
Hubiera sido un perfecto (aunque retorcido) momento de película, si papá no
hubiera murmurado: ―Espera un minuto. ¿Estás diciendo que todo este tiempo
sabías que era gay?
Ella dijo: ―Una madre conoce a su hijo.
El tío Tommy beso su mejilla. ―Gracias, Ma.
Papá dijo: ―Necesito un trago. ―Se sirvió un gran vaso de whisky y se
desplomó en el sofá. Mamá se sentó junto a él, agarró su bebida, tomó un gran
trago de ella, y luego se la devolvió. Él puso su brazo alrededor de ella, y la
acerco hacia él. Era como si tuvieran una conversación sin tener que decir
alguna‖ palabra.‖ Como‖ si‖ pap{‖ hubiera‖ dicho:‖ “No‖ sé‖ cómo‖ lidiar‖ con‖ esto”,‖ y‖
mam{‖ dijera:‖ “Lo‖ sé.‖ Esto‖ es‖ difícil.‖ Pero‖ estoy‖ aquí‖ para‖ ti”.‖ Y‖ pap{‖
respondiera:‖“Gracias.‖Te‖amo‖por‖eso”.
Bizarro.
¡Pero espera! Se pone mejor. Varios whiskys después, papá y yo estuvimos
solos en la mesa. Él estaba absolutamente... alegre…‖Voltea‖hacia‖mí‖y‖me‖dice:‖
―Tú no eres gay, ¿o sí, Fiona?
―¿Qué?

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Papá borracho: ―Me refiero a que tú nunca has tenido un novio. Y no eres
exactamente…‖femenina.
Yo: ―Uh, muchas gracias por eso, papá.
PB: ―Nononono. No creo que haya nada malo con la manera en que eres.
Yo: ―De acueeerrdo.
PB: —No quisiera que creyeras que no puedes ser quien realmente eres y que
no te amaríamos por ser quien quiera que fueras y tuvieras que convertirte en
alguien que no quieres sólo por nosotros, porque no es lo que queremos para ti,
¿sabes?
Nop. No, en ningún sentido de la palabra, lo sabía.
―Papá, ¿de qué demonios estás hablando?
Bebió algo más de whisky.
―Sólo no quiero que seas infeliz por cuarenta y tres años. Eso es todo.
―Papá. Papá. ―Golpeé la mesa para que me mirara―. No soy gay, papá. Sólo
no soy popular.
Papá jadeo. ―Gracias a Dios. Estoy muy feliz de oír eso. ―Y luego se desmayó
sobre su plato con la cena.
Ni que decirlo, mamá condujo a casa.
Supongo que lo que trato de decir es que no puedes saber con quién vas a
85
terminar. Puedes pasar toda tu vida soñando con un tipo de persona, sólo para
encontrar la felicidad con alguien completamente diferente. Alguien con quien
creías no tener nada en común podría terminar siendo tu chico soñado. Y sabes
que es él porque te conviertes en una mejor persona. Él saca esas magnificas
cosas en ti que no sabías o creías que estaban ahí. Y si eres muy afortunada,
harás lo mismo con él.
Hace incluso mucho más increíble que las personas se hallen los unos a los
otros, considerando que la mayoría de ellos, al principio, está buscando en los
lugares equivocados.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
13
Traducción SOS por CyeLy DiviNNa
Corregido por Lola_20

P
ara cuando Halloween se acercaba, Todd y yo ya habíamos ganado un
total de cuarenta dólares, lo que nos daba un presupuesto de seis mil
dólares para octubre, además de los veinte dólares que habíamos
depositado en el presupuesto de septiembre. Seis mil veinte era mucho más que
nuestros costos de septiembre, por lo que me ofrecí a llevar a Sam a pedir
dulces y a cuidarla después de forma gratuita, sólo para obtener algo de tiempo
con ella sin el Señor Mierda Floja allí. Marcie dijo que quería venir, así que
decidimos‖ hacer‖ una‖ “noche‖ de‖ zombie-chicas‖ fuera”.‖ ¿Lo‖ captas?‖ Bueno,‖ eso‖
fue malo. En realidad, decidimos ser princesas zombis. Mar y yo fuimos a 86
comprar el loco maquillaje y tiaras, y brillo para la oscuridad, joyas y esa
basura. Nos comprometimos demasiado, probablemente debido a que había
pasado un tiempo desde que cualquiera de nosotros se había vestido para
Halloween.
Cuando llegamos a la casa de los Picklers, los oímos en la calzada. Los gritos
procedentes de la ventana del dormitorio principal estaban probablemente
viajando a través de todo el vecindario. Ella gritó que él no tenía ningún respeto
por ella. Él gritó que tenía una reacción exagerada para todo y nunca le daba un
momento de paz. Mar y yo no estábamos seguras de qué hacer. Los gritos se
detuvieron en el instante en que sonó el timbre.
Medio minuto más tarde, la puerta se abrió.
―Oh, Fiona. ―La señora Pickler vaciló. Sus ojos se movían detrás de mí―.
Vamos, entra, Sam está en la habitación familiar. ―La seguimos adentro―.
¿Sam? Fiona y Marcie están aquí.
Sam estaba sentada acurrucada en un rincón del sofá, leyendo. Ni siquiera
levantó la vista. Tenía ojeras bajo sus ojos y su cabello estaba desordenado,
incluso más de lo habitual. Me di cuenta de que se había masticado el esmalte
de uñas de los dedos. La Señora Pickler volvió a subir, por lo que Mar y yo nos
sentamos al lado de Sam.
―¿Estás bien? ―le pregunté.
Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Sam se quedó callada y se encogió de hombros. Entonces murmuró: ―Supongo.


―¿Qué estás leyendo? ―le pregunté.
―La isla de los delfines azules.
―Oh, me encanta ese ―dije.
―¿De qué trata? ―preguntó Marcie.
Sam inhaló con voz temblorosa. ―Una niña cuyos padres la dejan en una isla y
vive allí sola y la pasa realmente bien. Sólo ella y su perro. ―Sam no levantó la
mirada de su libro. Vi una mancha oscura aparecer en la página. Una lágrima.
Me acomodé cerca de ella y puse mi brazo alrededor de su hombro.
―Oye hermana-bruja, no te enojes. Todo irá bien. La gente pelea a veces.
―Se pelean todo el tiempo.
―Bueno, quizás a veces la gente se pelea todo el tiempo, pero no quiere decir
que no se lleven bien. En el fondo.
―No ―murmuró.
―¿Cómo lo sabes?
Sam volvió los ojos hinchados hacia mi cara.
―Porque‖ellos‖dicen:‖“Te‖odio”‖y‖“te‖odio‖también”.‖Los‖he‖oído.‖―Lágrimas se
derramaban por sus perfectas mejillas. No podía soportarlo. Envolví mis brazos
alrededor de ella y la apreté.
87
Marcie dijo: ―La gente dice todo tipo de cosas que no quiere decir. Sobre todo
cuando están peleando.
Sam pareció suavizarse un poco. ―¿Ellos lo hacen?
―Absolutamente ―dijo Marcie.
Levanté la cara de Sam.
―Escucha, seca tus ojos. Si te ven llorar, no podrás salir y no vamos a ser
capaces de tener nuestra noche increíble juntas. Ahora, vamos a hablar de otra
cosa hasta que se hayan ido. ¿Trato?
Se secó las mejillas con una sonrisa forzada.
―Trato. ¿Puedo quedarme hasta la medianoche?
―Nueve.
―¿Once y media?
―Diez.
―Trato.
Los padres de Sam finalmente se fueron, y empezamos a ponernos el vestuario.
Deslicé un vestido de encaje rallado sobre Sam. Dibujé círculos aún más oscuros
bajo sus ojos con algo de delineador, y clavé una sangrienta tiara de diamantes
de imitación en su cabeza.
―Eres una hermosa princesa de los muertos vivientes ―le dije.

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―Gracias ―dijo.
―Todo lo que necesitas es un príncipe ―dijo Marcie.
La cara de Sam se volvió de color rosa brillante. Se agachó para ajustar sus
medias blancas rotas, a pesar de que se veían bien.
―¿Estás ruborizada? ―me burlé―. ¿Por qué te escondes? ―Ella comenzó a reír
y sacudió la cabeza―. ¡Samantha Louise Pickler! ¡Suéltalo! ¡Ahora!
Comencé a hacerle cosquillas en las costillas. Ella se retorció y se echó a reír, y
finalmente dijo: ―¡Está bien!
Así que la libere. ―¿Cuál es su nombre? ―exigí.
Sam sonrió. ―Logan Clarke. Está en mis clases de matemáticas y ciencias.
―¡Lo sabía! ―grité―. Entonces, ¿cómo es? ¿Le gustas también?
Sam se encogió de hombros tímidamente.
―No lo sé. Tal vez. Él es agradable. Súper lindo.
Marcie y yo chillábamos como lo hacíamos en la escuela secundaria cuando
veíamos a nuestra banda de chicos favorita en la televisión. Empujamos a Sam
en el piso entre nosotros y salpicamos con preguntas. ¿Desde hace cuanto
tiempo le gustaba? (Sólo un par de semanas.) ¿Alguna vez habló con él?
(Algunas veces.) ¿Alguna vez habló él con ella primero? (Algunas veces.) ¿Sabía
que si hablaba él primero, que significaba que probablemente le gustaba? (¿Lo
88
hacía? Oh, por Dios.) ¿Alguna vez parece nervioso a su alrededor? (No, pero
ella estaba nerviosa a su alrededor.) ¿Alguna vez mencionó hacer algo juntos?
(En realidad, sí dijo que tal vez podrían hacer la tarea juntos alguna vez.)
―¡Oh, por Dios, totalmente le gustas! ―dije.
―¿Eso crees? ―dijo Sam.
―Totalmente ―dijo Mar.
Las tres chillamos en ese momento. Estábamos tan hiperactivas. Sam agarró la
bolsa del truco o trato y salimos de la casa riendo y saltando como idiotas
totales. Fue impresionante.
Estábamos de tan buen humor, que incluso decidí caer en la casa de Todd por
caramelos. Sam tocó el timbre, y cuando abrieron, esta horrible cara de
monstruo de goma rugió contra nosotros. Sam lanzó un grito. Todd empezó a
reír y se quitó la máscara.
Yo grité: ―¡Póntela de nuevo! ¡Póntela de nuevo! ¡Eres terriblemente repulsivo!
Todd hizo un falso puaj, puaj, puaj a mi broma.
―¿Qué se supone que son chicas? ¿Masacre en la Noche de Graduación o algo
así?
Sam suspiró ante la obvia estupidez de Todd.

Purple Rose
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―Somos princesas zombies, Todd. ¿No te das cuenta? ―Puso los brazos hacia
el frente y dijo―: ¡CEREBROS! ¡CEREBROS!
Le di una palmadita a Sam en la cabeza y dije: ―Lo siento, Sam. Estás
perdiendo el tiempo con esto.
Todd puso los ojos en mí.
―Princesas Zombies, ¿eh? ―Él nos miró de arriba abajo―. Ya veo. Buen
trabajo, Squirt. Hey, Marcie.
―Hola, Todd.
Él le dio a mi mitad inferior una mirada extra larga. ―Hey, espera. Bueno, mire
usted, princesa. ¡Se mantuvo seca! ¡Felicitaciones! ―Llegó con el cuenco de
caramelo, y al mismo tiempo que dejó caer un puñado en la bolsa de Sam, me
coloqué directamente detrás de ella y le mostré el dedo a Todd para ella no lo
viera.
―¿Por qué sigues mostrando tu coeficiente intelectual de esa manera? ―dijo
Todd.
Le di el mismo puaj, puaj, puaj de regreso.
―Por cierto, Princesa ―dijo Todd―. Nuestro presupuesto es para mañana. ¿Lo
hiciste?
―¿Yo? No. ¿No lo hiciste tú?
89
―No.
―Mierda.
―¿Hasta cuándo van a estar fuera? ―preguntó.
―No lo sé. ¿Una hora?
―Voy a pasar a casa de Sam y lo vamos a negociar. ¿Te parece bien, Squirt?
―Me parece muy bien ―dijo ella, examinando el contenido de su bolso.
Todd puso un puñado extra de caramelo. ―Nos vemos luego.
Sam sonrió a Todd.
―Gracias, Señor ―dijo―. Sayonara.
Todd levantó una ceja, pero dijo: ―Que se diviertan en truco o traro, Squirt.
Asegúrate de que Fiona tenga un montón de idas al baño. ―Saludó y cerró la
puerta antes de que tuviera la oportunidad de devolver el ataque.
―¿Qué quiso decir con eso? ―preguntó Sam.
―Olvídalo ―dijimos Marcie y yo a la vez. Enganchamos nuestros brazos a Sam
y nos pusimos en marcha.
―Todd no es tan malo ―dijo Sam.
―Tú no estás falsamente casada con él ―le dije.
―¿Tiene uno que ser realmente novio o novia de la persona del falso
matrimonio? ―Pateó una flor de crisantemo naranja decapitada por la calle.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

―Dios, no ―dije―. No me hagas vomitar.


―Además ―dijo Marcie―, algunas personas ya tienen novios o novias, pero no
quedaron emparejados entre sí.
―Ustedes no tienen novio, ¿verdad?
―No―dije.
―Sin embargo Todd tiene una novia ―dijo Marcie.
―¿Está falsamente casada con otra persona también? ―preguntó Sam.
―A que no adivinas con quién ―le dije.
―No me imagino, entonces ―dijo Sam―. Dime.
Susurré: ―Gabe Webber.
―¿Gabe? ―Sam dijo. La hice callar. Ella bajó la voz hasta un susurro―. ¿Marcie
no sabe de él? ―Saludó a algunos otros pidiendo dulces que pasábamos, un
dinosaurio, un esqueleto, y una sirena.
―Sí, ya sé sobre Gabe ―dijo Marcie con un suspiro. Supongo que después de
nueve años, estaba enferma de la materia. Oh, bueno. Es una pena.
Sam dijo: ―¿No sería estupendo si pudieras cambiarlo?
―¡Eso es lo que he dicho! ―grité―. Pero no se nos permite.
―Bueno, mira el lado bueno ―dijo Sam―. Tal vez Gabe no es tan genial
después de todo.
90
―Oh sí, él lo es ―dije―. Él es perfecto. ¿Cierto Mar? Díselo.
Marcie dio una patada a algunas empapadas hojas amarillas y asintió con la
cabeza. ―Sí,‖Gabe‖est{‖bien.‖De‖hecho…
―¿Está bien? ―la corté―. Él está más que bien. Primero, es magnífico.
Segundo, es totalmente dulce. ¿No te acuerdas cuando te levantó después de
que accidentalmente te derribó, Mar?
―¿Cómo podría olvidarlo? Sigues hablando de ello ―dijo.
―Oye, no puedo hacer nada si tengo un punto débil por su flagrante valentía.
Hablando de un tipo ideal. Él derrocha simpatía. Es tan seguro de todo. Nunca
se asusta. Eso lo he visto, de todos modos. Nunca lo he visto ni una vez con mal
genio. ¿Y tú, Mar?
Marcie se encogió de hombros.
―Suena perfecto ―dijo Sam.
―Lo es. ―Yo estaba de acuerdo.
Marcie suspiró muy fuerte esta vez. ―Fiona. Por favor. No puedo soportarlo
más.
Le di un codazo.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

―Está bien, lo sé, lo sé. Lo siento. Sigo y sigo hablando de él contigo. Estoy
segura de que estás cansada del tema. Bien, de acuerdo, no lo voy a mencionar
de‖nuevo…‖esta‖noche. ―Me reí. Sam se rió conmigo.
―Vamos a tratar con esta casa ―dijo Marcie.
En el momento en que terminamos de pedir truco o trato, la bolsa de Sam era
demasiado pesada para ella. La llevaba por encima del hombro y les dijo a
todos que había un par de cabezas de repuesto en caso de que quisieran un
bocadillo. Demasiado lindo.
Acabamos de regresar a su casa, y ella tiró el botín en una enorme pila en la
alfombra‖de‖la‖sala‖de‖la‖familia.‖Decidimos‖ver‖“Dieciséis‖velas”‖de‖nuevo,‖ya‖
que no habíamos conseguido verla antes. Marcie y yo hicimos Palomitas
Mexicanas con Sabor Internacional (condimento para tacos y aceite de maíz), y
Sam alternaba entre un puñado de palomitas de maíz y puñados de caramelos.
A mitad de la película, sonó el timbre. Todd. Por supuesto. Maldita sea. Nunca
iba a terminar de ver esta película. Por otra parte, la había visto tantas veces que
me sabía cada línea de memoria. Subí hasta llegar a la puerta.

91

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
14
Traducido por: Xhessii
Corregido por Nanis

ruco o trato ―dice Todd.

―T ―Deseo que sea un truco, porque verte no es un trato ―dije.


Todd me dio una bolsa de plástico del supermercado. ―Nuestro
dulce sobrante ―dijo él―. Es para Sam. No para ti.
―Sabes, incluso cuando haces algo lindo te las arreglas para ser un idiota
―dije―. En realidad, es notable. Si sólo hubiera una manera para explotar este
talento.
Me empujó hacia la casa. Nos quedamos en el comedor. Nos sentamos uno en
92
cada‖lado‖de‖la‖mesa‖con‖el‖paquete‖de‖Todd‖“Probando el‖Nudo”‖propagado‖
entre nosotros. ―Vi el artículo de tu madre en el Dialy Ledger ―dijo él.
―¿Qué? ¿Cuándo estuvo ella en el periódico?
―Esta mañana. ¿No lo viste? Oh, está bien, lo siento. Me olvide que eres
analfabeta.
―Muy gracioso, Señor Mierda Floja. ¿Qué decía?
―Hablaba de su campaña contra el curso de matrimonio, y cómo el consejo de
la escuela insiste en mantener el curso, incluso cuando lo están debatiendo, bla,
bla.
Entre ir a la escuela, comprar las cosas de Halloween, y estar con Sam, no había
ido a casa en todo el día. Pero eso no hacía sentirme menos que una tonta por
no saber del artículo de mamá. Tenía que revisarlo tan pronto llegara a casa.
―Bien, Princesa, pongamos manos a la obra ―dijo Todd, jalando la hoja del
presupuesto―. Ganamos cuarenta dólares en dinero verdadero, así que
tenemos seis mil dólares. Más los veinte que pusimos en el banco en
Septiembre. Demonios, este mes seremos ricos.
―Tú haces las matemáticas; yo lo pongo en la hoja ―dije―. Empieza con los
gastos de vida.
―Ya tenemos la casa grande del mes pasado, así que no la vamos a cambiar.

Purple Rose
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―Está bien para mí. ―Lo escribí―. Casa A. Hipoteca dos mil. Utilidades
quinientos.
―Eso nos deja $3,520 ―dijo Todd―. Ahora tomemos los extras. Celular,
Internet y cable. Odié no tener cable.
―Lo que sea. ―Lo puse en la hoja. Escuché a Mar y a Sam sonar algo en la otra
habitación. Probablemente a Largo Pato Dong―. ¿Cuánto queda? ―pregunté.
Todd restó en su cabeza. ―Serían 3,365.
―¿En serio? ―dije―. Bien.
―Ahora carros. Uno híbrido de lujo para mí, y nada para ti.
―¿Por qué no tendré un carro? ―lloré.
―Eres una pueblerina. Manejas tu bicicleta.
―Olvídate de eso ―dije―. Somos ricos. También quiero un híbrido de lujo.
―Escribí los dos híbridos―. ¿Cuándo queda ahora?
―Veinticinco, sesenta y cinco.
―¿Todavía tenemos mucho?
Revisó de nuevo las cuentas. ―Aparentemente.
Miré en lo que quedaba para presupuestar. ―No creo que podamos gastarlo
todo.‖Incluso‖si‖vamos‖al‖tope‖de‖comida‖y‖entretenimiento…‖¿Deberíamos?
―Claro.
93
―Todavía nos quedan otros mil seiscientos.
Él habló por un micrófono invisible. ―¿Qué es lo que nuestros participantes
escogen? ¿Meterlo al banco o gastarlo? ―Idiota.
―Deberíamos meterlo al banco ―dije.
―Yo creo que gastarlo.
―¿En qué? ―pregunté.
―En la TV de plasma de cuarenta y dos pulgadas, cariño.
―¿Para qué necesitamos eso?
Se inclinó hacia atrás y puso sus dedos detrás de su cabeza.
―Por el dulce paquete de cable que ahora tenemos. Por todos los canales de
deporte. No miraré mis juegos en una basura de diecinueve pulgadas.
―Eres un lunático. Esto es falso. Bien. Toma la mitad y gástalo en lo que
quieras ―dije.
―¿En rameras?
―En algo que ambos usemos.
―¿En rameras?
―Para la casa. ¡Ugh! ¿Por qué haces esto tan difícil?
―¿Por qué no?

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Lo ignoré e hice la división por mí misma. ―Pondremos $807.50 en la nueva TV


y lo mismo en ahorros. Listo. Apenas vale el esfuerzo.
Todd reunió todo pero menos la hoja de presupuesto y caminó rodeando la
mesa. ―Me voy de aquí ―dijo.
―Así que vas a registrar el presupuesto, ¿verdad? ―Me dio palmaditas en la
cabeza―. Gracias, mujercita. Qué buena esposa.
Quité su mano. ―Besa mi trasero.
―Te gustaría.
―Sólo si fuera un perro, como tú.
―No estás tan lejos de eso ―dijo, y se fue.
Cuando regresé a la sala, Sam estaba dormida en el sofá con una pieza de
regaliz a medio comer en su puño. ―Ella se quebró ―dijo Mar―. Creo que
estaba literalmente alta en azúcar.
―Seriamente ―dije―. Pensé que iba a empezar la conversión en base libre Pixy
Stix.
―¿Ya se fue Todd? ¿Terminaron?
―Sip. Es un idiota. No entiendo por qué hace un esfuerzo extra para ser una
molestia. De otra manera, podría ser un chico decente.
―Hablando de chicos decentes, ¿recuerdas el baile del mes pasado cuando tú,
94
yo y Johnny hicimos esa travesura?
―Oh, sí, Johnny. Lo sé, es de hecho un chico bien. Aunque, algunas veces
también causa disturbios. ¿Ya te diste cuenta de eso?
―Lo‖sé,‖pero‖Fiona…
―¿Adivina qué me dijo esa noche? Dijo que la gente con clase es como gente
con herpes.
―Escucha‖Fio…‖espera,‖¿qué‖dijo?
―Espera…‖no,‖no‖era‖eso.‖Eso‖no‖pudo‖ser.‖¿Qué‖dijo?‖Estaba histérico.
―Dime después. Escucha, Fiona, necesito hablar contigo de algo.
―¡Oh! ¡Ya recuerdo lo que era! Si tienes clase, no hablas de eso, justo como si
tuvieras‖ herpes.‖ Eso‖ era.‖ OhporDios…‖ ―Junté mis manos―. ¡Tengo la mejor
idea para hacerle una travesura a Todd! Oh, esto no tiene precio. Pero necesito
una bocina para mi iPod. Tú no tienes, ¿o sí? Tiene que tener alguna función de
alarma. Y probablemente tendré que descargar algún software.
Marcie golpeó el sofá con su puño. ―¡Maldita sea, Fiona! ¡Estoy intentando
decirte algo, pero no te callas ni por cinco segundos para que lo pueda decir!
Estoy harta de escuchar tu bla, bla una y otra vez sobre Todd, y de hacerle
travesuras, y de qué tan miserable tu vida es, y de todo. ¡No puedo soportarlo!
Las otras personas también tienen vidas y problemas. Pero nunca te das cuenta

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

porque estás tan herida por tu propio drama. Estás últimamente tan
desconsiderada y absorta en ti misma. Lo siento, Fiona, pero no puedo
manejarlo. Necesito alejarme de ti por un tiempo. Me debo ir a casa.
Agarró sus cosas y había cruzado la puerta antes de que sus palabras dejaran de
hacer eco en mi cerebro. Una vez que lo hicieron, sentí el golpe al darme cuenta
que mi mejor amiga —mi única amiga— simplemente me había gritado y se
había ido.
Nunca en mi vida pensé que Mar pudiera ser tan cruel. Nunca me había
hablado así. Así que no tenía la menor idea de qué debía hacer. Sólo me quedé
aturdida, esperando que ella se calmara pronto.

Jueves 31 de Octubre.
Tengo unas cuantas cosas que decir sobre el matrimonio, de cómo lo veo.
Primero, ¿cuál es el punto? ¿Hay alguna razón para pasar por la tortura ―o
para torturar a los de tu alrededor― sólo para decir que estás casada? ¿Dónde
está la retribución? Y segundo, si te casas sólo para tener hijos, olvídalo. Ellos lo
sabrán y realmente te joderán. Así que, otra vez, ¿cuál es el punto?
El sexo no puede ser la razón, porque si me preguntas, tienes mejores
oportunidad de echar un polvo si tienes disponible a toda la población de la
95
Tierra para ti, que a UNA sola persona. Y por cierto, ¿qué tan aburrido será
tener sexo con la misma persona por cincuenta años?
Para mí, el matrimonio parece una institución arcaica que quedó de las eras
donde lo importante era la supervivencia de las especies, y la gente no pasaba
los treinta y cinco años de vida.
Es tiempo que el matrimonio siga el camino del dodo: apenas recordado, pero
definitivamente extinto.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
15
Traducido por Lalaemk
Corregido por Nanis

D
arle un poco de espacio a Mar no era tan difícil, no tanto como manejar
en mi bicicleta a la escuela el día siguiente. Y sentarme sola en el salón
de clases. Sólo me escondí en la parte trasera y leí O y P. Al final del
día, la Directora Miller se acercó al PA para hacer los anuncios del viernes.
―Buenas tardes, estudiantes ―dijo―. Primero, quiero desearle al equipo de
ajedrez suerte en su torneo. Esperando que hagan unos movimientos tamaño-
real. Segundo, me gustaría anunciar que los estudiantes casados de último año
que juntaron más dinero real para el mes de octubre son Todd Harding y Fiona
Sheehan. Ustedes dos han ganado dos kilos de salchichas de cortesía de la 96
tienda de embutidos Steuben, localizada en la esquina de la calle principal y
Dover.‖“La tienda de embutidos de Steuben. Con sólo una caliente, salchicha de
carne‖ podr{‖ satisfacer…‖ ven‖ por‖ un kilo de Steuben‛. ¿Qué?‖ Oh,‖ Dios‖ Chri…‖
―El PA chilló mientras apagaba el micrófono para que no pudiéramos
escucharla maldiciendo. No es que pudiéramos; estábamos riendo demasiado
fuerte.
Después de unos pocos segundos de retroalimentación de PA, ella volvió y
anunció que no tendríamos sesiones de consejería. (¡Yay!) En cambio, los de
último año se tenían que reportar en el gimnasio en el primer periodo del lunes
para los juegos de confianza de matrimonio. (¿Qué rayos?) Los rumores decían
que los juegos de confianza habían sido idea de Maggie Klein. Parecía que
varias parejas no tenían mucho vínculo. Así que querían hacer alguna basura
ridícula de equipo para hacer que las parejas se llevaran bien. Sí, buena suerte
con eso.
Me imaginé que Mar se habría enfriado un poco para ese entonces, así que tal
vez podríamos hacer una gran broma sobre esto. Decidí que los juegos de
confianza eran un regalo del cielo, porque todos los de último año estarían en
un solo lugar, dándome la perfecta oportunidad de hacer mi última excelente
broma a Señor Mierda Floja.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Pero llegó el lunes, y Mar no me recogió para la escuela otra vez. Debía estar
todavía enojada. Así que fui en mi bici, lo que no era fácil con un nuevo altavoz
de iPod/alarma en mi mochila. Me senté otra vez sola en el salón de clases.
Luego vino el primer periodo, y todos los de último año se dirigieron al
gimnasio.
El Sr. Evans estaba secando con el trapeador alrededor del perímetro, y se quejó
cuando caminamos sobre el área que ya había limpiado. Dejé caer mis cosas
bajo la clavija del reloj y los altavoces del PA. Conecté los altavoces de mi iPod,
y programé la alarma para que comenzara en cuarenta y cinco minutos. Lo
cubrí con mi sudadera gris y miré alrededor por Mar. Ella ya estaba al otro lado
del gimnasio. Debió caminar junto a mí pero nunca dijo una palabra.
Maggie Klein se lanzó y comenzó a ladrar como un perro Chihuahua. Lo daba
todo y algo más; diría que mucho de ella.
―Muy bien, vamos a empezar con la caída de confianza ―gritó una vez que
nuestras quejas disminuyeron―. Todo mundo haga un círculo con su
compañero a su lado. En este ejercicio, un compañero caerá hacia atrás. El otro
lo atrapará. La idea es confiar en que tu compañero no te dejará caer.
Ahora, Maggie Klein era suficientemente inteligente para darse cuenta que la
mayoría de los chicos, como Johnny Mercer, era mucho más grande que su falsa
97
esposa. Así que dio la instrucción de que sólo las chicas tenían que dejarse caer,
y los chicos atrapar. Lo que habría estado bien. Excepto por Zoë Kovac, quien,
además de su nombre Europeo, también tenía complexión Europea. Había
tenido ofertas de becas completas para jugar hockey en tres universidades
diferentes. Su compañero, Izzy McCully, por otro lado, parecía que no había
tenido una verdadera comida en una década. Este chico era carne en un palo. Y
cerca de 10 centímetros más bajo que su falsa esposa.
―Bueno, muévanse alrededor de la habitación, una pareja a la vez. ―gritó
Maggie Klein.
Una por una, la chicas cayeron hacia atrás y sus parejas las atraparon
sosteniéndolas bajo las axilas.
―¡Muy bien! ¡Bien hecho! ―dijo. Nos hizo aplaudir a cada pareja.
Justo antes de nuestro turno, le susurré a Todd: ―Más te vale que no trates de
tocarme cuando caiga.
―Ha ―dijo―. ¿Tratar de tocar qué?
―Sólo no me dejes caer.
―No puedo prometerte nada.
Cuando me atrapó, miré a Mar para ver si estaba aplaudiendo. No sólo no
estaba aplaudiendo, ni siquiera estaba mirando. Estaba viendo a la pared. Tenía

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

que ser deliberado. Johnny estaba aplaudiendo como un mono de cuerda, sin
embargo. ¿Cuál era su problema?
Cuando fue el turno de Mar y Johnny, no miré, tampoco. O aplaudí. Dos
podían jugar, como dicen. Sólo miré un poco para ver si veía que no estaba
mirando. No sé si lo hizo. Pensé que Johnny pudo haberlo notado, así que tal
vez le dijo a ella.
Definitivamente miré a Gabe atrapando a Amanda, con sus hermosas manos. Y
juro que lo vi tocar sus pechos. Por la mirada de Todd, él vio lo mismo que yo.
Luego fue el turno de Zoë Kovac.
Pude notar que Maggie Klein vio el problema en el último segundo, porque
hizo esta gran inhalación. Pero era demasiado tarde. Zoë cayó hacia atrás hacia
los temblosos brazos de Izzy McCully, y continuó cayendo con él debajo de ella.
Se volcaron en el suelo, y todo lo que se pudo ver de Izzy fueron sus delgados
brazos y piernas agitándose desde el suelo desde los costados de Zoë,
haciéndola lucir como la diosa hindú en su espalda.
Los amigos del cabeza hueca de Todd se perdieron en la risa. Zoë se giró para
que el pobre de Izzy se levantara, y lo pateó en su costado. El Sr. Evans se
apresuró y puso a Izzy de pie. Izzy todavía no podía recuperar el aliento,
además su cabeza dolía, así que Maggie Klein lo envió a la enfermería.
98
―Bien, bien, hay que tratar con algo más ―dijo por encima de la histeria―.
Tengo cuerdas de un metro para cada uno de ustedes. Cada pareja. Cada pareja
debe tomar una cuerda y luego alinearse con la cuerda tensa entre los dos.
Todd y yo fuimos por la soga en el momento exactamente igual que Amanda y
Gabe. Pensé, perfecto, porque probablemente Amanda hablaría con Todd, y tal
vez Gabe me hablaría a mí. Así que empecé a inventar cosas ingeniosas
ciegamente acerca de los juegos lame-culo de confianza. Pero entonces Amanda
se apresuró hacia Todd, y Gabe me miró como si fuera mi culpa que Todd
estuviera babeando por la falsa esposa de Gabe.
Decidí superarlo y preguntar: ―¿Algo está mal?
Gabe miró hacia otro lugar y respondió: ―No lo sé. ¿Hay algo malo contigo?
Estaba ahí parada como una idiota, tratando de darme cuenta qué demonios
había querido decir con esa afirmación, cuando me di cuenta de que Todd y
Gabe habían agarrado uno de los extremos de la misma cuerda. Ahora estaban
viéndose a muerte para ver quien tenía la maldita cosa.
―Tengo esta ―dijo Todd.
―No lo creo ―dijo Gabe.
―Déjalo ir, Webber ―dijo Todd.
―La tomé primero.

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―Como el infierno lo hiciste.


Mientras tanto, Johnny Mercer se acercó y trató de saludarme, pero no estaba
prestando atención porque quería ver si Todd y Gabe se iban a pelear.
Finalmente, Amanda intervino, agarro una cuerda totalmente diferente, y la
metió en el pecho de Gabe para llevárselo. Gabe lanzó su extremo y se fue con
Amanda detrás de él. Johnny murmuró algo que no pude entender. Todd me
dio el extremo de la cuerda que Gabe había arrojado y me llevó de nuevo al
centro del gimnasio. Él se colocó al lado de‖Amanda.‖¿Lo‖que‖significaba…? Sip,
estaba al lado de Gabe. Sophia Sheridan se alineó al otro lado de él con Mar y
Johnny a su lado.
Luego, Sophia dijo: ―¡Estoy totalmente emocionada por hacer esto!
Y‖Gabe‖―entiéndanlo‖bien―‖dijo:‖―Una‖mujer‖totalmente‖excitada‖es‖mi‖tipo‖
favorito.
¿Qué?
Pensé‖que‖un‖“totalmente‖juntas”‖mujer‖(es‖decir,‖yo)‖¡era‖su‖tipo‖favorito!‖Pero‖
oh, no. Había sido una total y absoluta idiota. Gabe no tenía un tipo favorito.
Gabe‖tenía‖una‖frase‖favorita… para alimentar a sus niñas. Qué tan idiota había
sido. Me volví de espaldas a él, y le di un tirón a la cuerda. Todd se rió y tiró de
la cuerda más duro. Tiré hacia atrás. Luego, tiró de nuevo. Luego yo. Tratamos
99
de quitarnos el balance el uno al otro.
Bueno, Gabe debió tratar de hacer enojar a Todd, porque jaló la cuerda tan
fuerte que la cuerda salió de la mano de Amanda y casi golpea su cara. Ella
miró de reojo a Gabe y se acercó hacia delante, tomó el extremo de la cuerda del
suelo, y tiró tan fuerte como pudo.
Gabe perdió su balance, y casi cayó, y Sophia Sheridan soltó una carcajada.
Luego comenzó a tirar de su propia cuerda. Muy pronto, otras parejas estaban
haciendo la misma cosa, y antes de supiéramos, estábamos en un maratón de
tira-y-afloja.
Fue en ese momento que la Directora Miller apareció para ver las cosas. Maggie
Klein parecía no haberlo notado, porque ella estaba gritando poco
profesionalmente: ―Deténganse. ¡Simplemente sostengan la cuerda! Recoger
una cuerda, alinearse y quedarse quieto. ¿Qué tan difícil es eso? Sostengan los
extremos. ¡Basta ya!
―¿Cómo va todo? ―la Directora dijo sobre el caos.
Maggie Klein dio la vuelta ―¡Oh! ¡Genial! Quiero decir, ¡bien!
―¿El estudiante que acabo de pasar por el pasillo fue una casualidad?
―Sí. Bueno, fue un accidente. Estoy segura de que Iggy estará bien.
―Izzy ―la Directora la corrigió.

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―¿Él qué? ¿Está bien? Estoy segura que lo está ―Maggie Klein tartamudeó.
―No. El nombre del joven es Izzy. No Iggy.
Maggie Klein se sacudió. ―Por supuesto. Por supuesto. Quise decir eso. Sabía
eso. ―Sus ojos se estrecharon y su cara se iluminó―. ¿Le importaría unírsenos?
―Tan‖fuerte‖que‖a‖la‖Directora‖Miller‖no‖le‖quedó‖otro‖remedio‖que‖aceptar.
La Directora estuvo a punto de salirse cuando ninguno de los chicos se ofreció a
ser su compañero, pero entonces, el Sr. Evans dejó caer su trapeador y se acercó.
Tomó una de las cuerdas de un metro y le ofreció un extremo a la Directora con
una ligera inclinación. Ella soltó una risa pequeña, y la tomó, e hizo una
reverencia hacia atrás.
―El objetivo de este juego ―gritó Maggie Klein demasiado alegremente―, es
la creación de un nudo y luego trabajar juntos como compañeros y como grupo
para deshacerlo. Así, sin dejar ir su soga, todos tendrán que moverse alrededor
del espacio; pasar por encima de las otras cuerdas o pasar por debajo de ellas.
Lo que sea. Sólo no la dejen ir.
Una vez más, Maggie Klein no había previsto lo que setenta y algo de alumnos
podían hacer. Amanda se giró en torno a Todd, que por desgracia lo puso aún
más cerca de Gabe. Hice lo mejor que pude para anudar junto a Mar para que
me hablara, pero ella seguía retorciéndose lejos, Johnny se tiró en mi cara.
100
Dentro de treinta segundos, habíamos hecho un nudo, claro. Sin embargo, Gabe
y Todd se encontraban casi en una pelea, (sólo casi porque estaban atados),
Amanda estaba allí de pie con aire aburrido, Callie Brooks estaba llorando, yo
estaba tratando de acercarme a Johnny para acercarme a Mar, y el Sr. Evans fue
atado inexplicablemente a la Directora Miller con su cara contra sus pechos.
―¿Señorita Klein? ―La Directora Miller, todavía anudada, gritó sobre los
llantos, gritos, y chillidos de risa―. Creo que he llegado al final de mi cuerda.
Todo mundo rió ante eso, y en ese momento me di cuenta de que la Directora
Miller estaría ahí para mi broma a Todd. No era bueno. Traté
desesperadamente de salir del maldito nudo para así poder correr hacia mi
iPod, pero estaba atascada. Y era muy tarde.
Un bocinazo ensordecedor venía en dirección de los altavoces de PA. Era mi
juego de altavoces a todo volumen en mi intento de imitar el timbre de PA.
Brevemente esperé que nadie lo hubiera escuchado y que siguieran hablando y
gritando. Pero fue tan fuerte, que todo el mundo se calló. Me quedé helada. Mi
voz distorsionada electrónicamente salía de los altavoces. ―Atención. Todd
Harding. La oficina del Doctor llamó para decir que tu examen de herpes salió
positivo. Por favor repórtate con la enfermera inmediatamente. Otra vez, Todd
Harding, repórtate a la oficina de la enfermera. Tienes herpes. Gracias.

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Un grupo de personas comenzó a reír, pero no por mucho tiempo, porque la


Directora Miller dijo: ―¿Quién hizo eso? ―gritó. Giré lo mejor que pude para
ver a Todd. Yo sabía que me iba a tirar debajo del autobús. Si no era él, entonces
Amanda seguro lo haría. Pero no sólo Todd no dijo nada. Lo vi empujar y callar
a Amanda cuando abrió su boca para delatarme. Y ella obedeció. Cómo al azar.
Debieron darse cuenta que Todd conseguiría ser arrastrado dentro de todo esto
de las bromas, así que se mantuvieron en silencio.
―Nadie se irá hasta que averigüe quién fue el responsable de esta alteración.
―La Directora Miller comenzó a retorcerse de su posición pseudo-esclavitud
con el portero. Todo mundo dejó caer sus cuerdas y se comenzaron a desatar.
Todd y Amanda salieron de la cuerda enredada como si no estuviera ahí. Yo
salí del embrollo, mirando hacia atrás y adelante entre mis altavoces y donde
Gabe estaba sosteniendo los brazos de Mar para mantenerla balanceada
mientras Johnny deshacía un gran nudo alrededor de su rodilla. Después de
unos pocos minutos, todos finalmente estábamos sueltos. La Directora Miller
acechando mis cosas y encontró mi juego de altavoces.
―¿De quién son estas cosas? ―demandó. Era demasiado obvio que podía
identificarme por mi mochila, así que levanté mi mano.
―Mías ―dije.
101
—―Fiona Sheehan. ¿Este es tu equipo electrónico?
Comenzaba a responder. Pero Johnny Mercer gritó: ―¡No! Eso es mío.
La Directora Miller lo miró. ―¿Jonathan Mercer? ―Ella comprobó la etiqueta
de la sudadera―. ¿Voy a creer que esta sudadera de mujer le pertenece a usted?
Trate de reclamar, pero Johnny se interpuso entre yo y la Directora Miller, y
dijo: ―Es mi equipo, pero son las cosas de alguien más. No sé de quién. Sólo lo
utilicé para cubrir mis altavoces. ―Él caminó hacia la Directora Miller con las
manos en sus bolsillos―. Sólo estaba bromeando con Todd. Tratando de ser
graciosos.
―¿Piensas que es gracioso difundir mentiras escandalosas sobre la vida
personal de alguien y su salud?
Johnny se detuvo en seco. ―No señora. Supongo que no.
―No, no lo es. Voy a confiscar este equipo electrónico hasta el momento en que
crea que su comportamiento justifique su devolución.
―Um…‖bien ―dijo Johnny―. Lo siento.
―La persona con la que tienes que disculparte es con Todd Harding. Adelante.
Johnny sacó las manos de sus bolsillos y golpeó con los puños en sus muslos. Se
dio la vuelta y miró hacia Todd. ―Lo siento Todd ―dijo.

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Todd asintió. ―No hay problema Mercer. ―Y ellos estrecharon las manos.
Todo era tan convincente, que no estaba segura si Todd realmente sabía que
había sido yo o no. Pero tan pronto como dejó la mano de Johnny, él me miró y
me guiñó un ojo. Él sabía. Juzgando por el ceño de Amanda, también lo sabía.
La Directora Miller declaró el fin de los juegos de confianza, instruyó a Maggie
Klein para limpiar el gimnasio, y nos ordenó volver a clase. Agarré mis cosas.
Quería agarrar a Johnny a solas para agradecerle, pero la Directora Miller
seguía hablando con él, así que lo dejé para más tarde. Cuando me volteé para
irme, Amanda repentinamente estaba en mi cara. ―¿Por qué siempre tienes que
ser una perra? ―ella preguntó.
Me incliné hacia ella. ―No lo sé. Cuando se trata de perras, tú eres la experta,
así que tú dime. ―Amanda se irguió y empujó su falso cabello amarillo.
―Sólo deja en paz a Todd, Princesa Pantalones con Pis.
―Dile que me deje en paz ―grite―. Él comenzó todo esto. Lo que es
asombroso, teniendo en cuenta la profundidad de tus garras en él. Me
sorprende que pueda hacer algo sin tú te-lo-dije.
La empujé con mi hombro cuando pasé junto a ella y deje el gimnasio. Fuera en
el pasillo, Mar me estaba esperando. Gracias a Dios. Finalmente. ―Mar
―dije―. Me siento terrible acerca de Johnny.
102
―Bien. ―Ladró―. Deberías sentirte terrible. ¿Ahora ves cómo las personas
tienen que pagar por tu egoísmo, Fiona? ¿Finalmente lo estás entendiendo?
―Antes de que pudiera responder, se dio la vuelta y salió.
Estaba bastante segura que las preguntas eran retóricas de todos modos.

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A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
16
Traducido por LizC
Corregido por Dangereuse_

D
espués de la escuela, busqué por todas partes a Johnny Mercer para
poder pedirle disculpas. Finalmente lo encontré fuera de las oficinas
administrativas hablando con su amigo Noah.
―¡Johnny!‖ ―dije‖ mientras‖ corría‖ para‖ alcanzarlos.‖ Noah‖ saludó‖ con‖ la‖ mano,‖
dijo―:‖Nos‖vemos. ―Y se fue.
―Mira‖―dije―,‖siento‖mucho‖lo‖de‖esta‖mañana.‖No‖tienes‖que‖cargar‖con‖ la‖
culpa de eso.
Johnny encogió sus anchos hombros y se meció sobre sus talones.
―Nunca‖ me‖ meto‖ en‖ problemas‖ ―dijo―,‖ así‖ que‖ pensé‖ que‖ muy‖ bien‖ podría‖ 103
decir que fui yo, ya que probablemente me dejaría salir con la mía.
―¿Lo‖hizo?‖―pregunté.
Le quitó importancia con un gesto de su mano.
―Todo‖ est{‖ bien.‖ No‖ hay‖ problema.‖ ―Parecía‖ desarrollar‖ una‖ fascinación‖
repentina con el suelo de linóleo blanco y azul.
―Oh,‖¡uff,‖menos‖mal!
Él se acercó a una de los casilleros junto a nosotros y giró la cerradura.
―Y‖voy‖a‖conseguir‖tu‖equipo‖de‖vuelta‖también.‖No‖te‖preocupes.
―Vaya,‖est{‖bien.‖Genial.‖Gracias.‖―Le‖di‖un‖puñetazo‖amistoso‖en‖el‖brazo.
―Si‖hay‖cualquier‖otra‖cosa‖que‖necesites,‖avísame‖―dijo.‖Miró‖directamente‖a‖
mis‖ojos―.‖Cualquier‖cosa.‖‖―dijo.
Ese‖ cargado‖ “cualquier‖ cosa”‖ flotó‖ en‖ el‖ aire‖ el‖ tiempo‖ suficiente‖ para‖ que‖
varios cualquier cosas posibles se deslizaran a través de mi mente. Tomar un
café. Ver una película. Llorar. Salir.
―Me‖tengo‖que‖ir‖―solté.‖Empecé‖a‖caminar‖hacia‖atr{s―.‖Voy‖muy‖tarde‖a‖la‖
práctica. Es posible que haya una emergencia de agua para ahora. Pero gracias
de nuevo.
Dio‖un‖paso‖hacia‖mí.‖―Escupe‖un‖poco‖de‖mi‖parte.
Reí falsamente y me despedí con la‖mano.‖―Por‖supuesto.‖Lo‖siento‖de‖nuevo.‖
Nos vemos.
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Él‖me‖devolvió‖la‖despedida.‖―Nos‖vemos,‖Fiona.
Me di la vuelta, y medio corrí hacia el gimnasio.
Me detuve en el vestuario para llenar el termo de agua, y luego lo arrastré fuera
a la cancha de baloncesto. Pero en lugar de las rutinas de porras animadas,
había un silencio total en el gimnasio. El equipo se había agrupado y estaban
viendo algo en el piso acolchado. Hasta la vieja Sra. O'Toole había salido de su
habitual siesta en la silla para hacerse cargo. Me acerqué y vi a una de las
porristas, Judith Norton, de espaldas, con un par de paramédicos inclinados
sobre ella. Pusieron uno de esos collares grandes de plástico alrededor de su
cuello y una férula de plástico en su pierna. Luego, poco a poco la rodaron
sobre un entablado. Levantaron la tabla sobre una camilla y la sacaron.
―¿Qué‖pasó?‖―le‖pregunté‖a‖Simone‖Dawson.
―Jamar‖la‖lanzó‖pero‖no‖logró‖capturarla.‖Dicen‖que‖se‖rompió‖el‖tobillo.‖Pero‖
tienen que comprobar su espina dorsal también.
―Oh,‖Dios‖mío‖―dije―.‖¿Hay‖alguien‖m{s‖herido?
―No.‖Aunque,‖Jamar‖est{‖bastante‖preocupado.
―Apuesto‖que‖sí. ―Después‖de‖un‖par‖de‖compases,‖dije―:‖Así‖que,‖¿supongo‖
que‖ la‖ pr{ctica‖ se‖ cancela,‖ entonces?‖ ―No‖ estaba‖ siendo‖ egoísta.‖ Simplemente‖
me vino a la cabeza. Lo juro.
104
―De‖ ninguna‖ manera‖ ―dijo‖ Simone,‖ enderez{ndose―.‖ El‖ próximo‖ viernes‖ es‖
la bienvenida. Tenemos el rally de porristas antes en la hoguera. Se supone que
debemos mostrar Atrapa la Fiebre. Lo has visto. Ya sabes, ¿aquella con la base
en el extremo? ¿El truco de la gran pirámide? Bueno, era una pirámide. Ya no,
supongo. Vamos a tener que encontrar algo mejor.
―Qué‖ pena‖ ―le‖ dije―.‖ Pero‖ estoy‖ segura‖ de‖ que‖ lo‖ solucionarán.‖ ―Ladeé‖ el‖
termo en su borde, lo rodé por las gradas, lo ondeé sobre el banco, y me senté
junto a él. No había necesidad de vasos. Las porristas sólo rellenaban sus
botellas de agua.
Una vez que la ambulancia se fue, la Sra. O'Toole murmuró algo acerca del
maldito peligro en los modernos montajes hoy día y salió cojeando a llamar a
los padres de Judith y a la Directora Miller.
Todo el mundo comenzó a lanzarse alrededor de la cancha de baloncesto,
graznando y farfullando sobre qué hacer acerca del rally de animación de
bienvenida. Necesitaban los doce cuerpos para hacer el truco al final de Atrapa
la Fiebre. Les había llevado toda la temporada hacerlo bien.
Takisha‖King‖dijo―:‖¿Qué‖hay‖de‖jalar‖a‖alguien‖de‖JV?
―No‖podemos‖―dijo‖Amanda―.‖Junior‖Varsity‖tiene‖un‖partido‖fuera‖de‖casa‖
esa noche.

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Todd se acercó al centro del grupo y les hizo seña para entrar en un abrazo
grupal. Todos se reunieron alrededor de él. Pude ver a Todd hablando, pero no
podía oírle. Sin embargo, lo que sea que les dijo debe haber sido muy divertido,
porque todo el mundo de repente estalló en histeria. Colas de caballo y senos
rebotaron por todo el lugar; graznidos e incluso algunos relinchos resonaron en
el gimnasio. Entonces Todd dijo algo más que tuvo el mismo efecto que un cubo
de nitrógeno líquido siendo arrojado sobre ellos. Las chicas se quedaron tan
quietas como el hielo y les dieron a Todd miradas desconcertadas.
Luego, una por una, se dio la vuelta y me miraron.
Mierda. ¿Qué estaban haciendo?
Amanda se veía visiblemente molesta. Bueno, horrorizada e indignada sería
más exacto. Pataleó y sacudió la cabeza hacia atrás y hacia adelante. Todd le
susurró algo a su oído rosa alegre y se calmó un poco.
Lanzó las manos al aire como si se rindiera a los invasores extraterrestres y se
marchó a los vestuarios.
Todd se acercó a mí con el equipo detrás de él como una pandilla de matones
enojados con senos. Se puso de pie frente a mí y puso sus manos en sus caderas.
Como si fuera el momento justo, y en perfecta sincronía, las otras porristas
pusieron sus manos en las caderas también. Un montón de pavos robot
105
animatrónicos.
Me habría reído, pero algo en la escena volvió de repente el aire en mis
pulmones en pegamento.
―Bienvenida‖al‖equipo,‖Fiona ―dijo‖Takisha.
―¿Eh?‖—chirrié. Mi mente corría deprisa, y la terrible verdad de lo que quería
decir‖se‖filtró‖de‖todas‖las‖posibles‖interpretaciones―.‖No.
―Sí‖―dijo‖Todd―.‖Eres‖el‖remplazo de Judith.
―No,‖no‖lo‖soy.
―Lo‖eres.
Ésta era una broma. Algún tipo de trampa. Sin duda, esto tenía que ser una
elaborada broma que Todd estaba haciendo. Una que involucraba a Judith
Norton rompiéndose el tobillo. Había ido tan lejos sólo para llegar a mí,
¿verdad? ¿Verdad?
Mal.
―Has‖estado‖observando‖durante‖toda‖la‖temporada‖―dijo‖Takisha―.‖Te‖sabes‖
las porras.
Era cierto. Lo hacía. De hecho, a menudo tenía problemas para dormir por la
noche porque cosas monstruosas como: ¡Lo! ¡Lo tenemos! ¡El fuego en el
interior‖ es‖ el‖ orgullo‖ del‖ Αguila!‖ ¡Sí, lo! ¡Lo tenemos! ¡Ustedes los otros punks

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deberán apartarse! Se repetían y repetían en mi cabeza hasta que oraba por la


muerte. Pero saberme las porras y, de hecho saberlas realizar eran dos bolas
diferentes de cera. Bueno, uno era una bola de cera. La otra era una granada de
mano que acababa de aterrizar en mis pies.
Di un salto y empecé a agitar las manos, sobre todo para ocultar el hecho de que
estaban‖temblando.‖―Olvídalo.
Todd dijo: —Vamos, Princesa, no tienes que hacer ninguna escalada. Puedes ser
un observador de tiro o incluso una base y Takisha tomará el lugar de Judith.
Todo lo que necesitamos es un cuerpo caliente. Pero el tuyo tendrá que servir.
―Algunos‖de‖los‖pavos‖robot‖se‖rieron.
―Ja,‖ja‖―le‖grité‖a‖él‖con‖el‖mayor‖sarcasmo‖que‖las‖dos‖sílabas‖podían‖llevar.
Todd dio un paso más cerca de mí. Los pavos robot le siguieron al unísono de
nuevo y juro por Dios, pensé que estaban a punto de comenzar a aplaudir y
cantar, Uno de Nosotros. Uno de Nosotros. Las Águilas nunca hacen un jaleo, y
luego me rodearon y desgarraron mi carne con sus perfectamente rectos, y
blanqueados con productos químicos, colmillos.
Todd encendió su encanto por lo general reservado para Maggie Klein y gorjeó:
—Por favor, Fiona.
Recorrí las caras maquilladas-empastadas cuyos ojos pequeños y brillantes
106
miraban a todas partes, excepto a mí. Deduje que tenía una única salida.
―Sólo‖ lo‖ voy‖ a‖ hacer‖ ―dije,‖ ya‖ mentalmente‖ felicit{ndome‖ por‖ mi‖ fuga‖
brillante―,‖si‖Amanda‖me‖lo‖pide.‖Amablemente.
Allí está. Sabía que no había ninguna maldita manera que Amanda pudiera
reunir la civilización suficiente para pedirme que la ayudara. Era libre.
―Oh,‖vamos…‖―Todd‖empezó‖a‖objetar.‖Pero‖yo‖lo‖interrumpí.
―No,‖Todd.‖Se‖trata‖de‖un‖ultim{tum.‖¿Ella‖es‖la‖co-capitana y dónde está? Ni
siquiera pudo soportar estar aquí para preguntarme. ―Entonces,‖ me‖ decidí‖ a‖
dar un paso más, que, en retrospectiva, probablemente fue demasiado lejos. Me
incliné‖y‖ le‖dije―:‖¿Cómo‖puedo‖saber‖que‖esa‖perra‖ no‖va‖a‖tratar‖de‖que‖me‖
rompa mi tobillo? ¿O el cuello?
Una ola de rabia se apoderó de la cara de Todd de una manera tal que no había
visto desde el incidente del perro caliente. Tiró de mi brazo y me arrastró hacia
la puerta vaivén que lleva al resto de la escuela. Tuve visiones de él
arrojándome como si hubiese sido botada de un bar por estar borracha y ser
revoltosa.
Pero no lo hizo. Sólo me sacó al pasillo y me puso contra la pared.

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Lo que sucedió después, no lo puedo explicar. Tal vez estaba abrumada por el
asalto de los pavos robot. Tal vez tenía miedo de que Todd estuviera a punto de
matarme.
Todo lo que sé es, que sin ninguna advertencia, me puse a llorar.
―¿Qué‖ demonios?‖ ―dijo‖ Todd,‖ claramente‖ sorprendido‖ por‖ mi‖ explosión‖ de‖
l{grimas.‖Se‖apartó‖de‖mí―.‖¿Qué‖demonios?
―Oh,‖ por‖ favor‖ ―le‖ dije,‖ apartando‖ las‖ l{grimas‖ de‖ mis‖ mejillas‖ con‖ mis‖
palmas―.‖ No‖ me‖ digas‖ que‖ nunca‖ has‖ visto a una chica llorar antes. Estás
saliendo con la reina del melodrama.
La mención de Amanda trajo de vuelta a Todd.
―¿Qué‖demonios‖pasa‖contigo‖y‖ella,‖de‖todos‖modos?
Sollocé y me limpié mi mocosa nariz con la manga de mi sudadera.
―Siempre‖me‖est{‖atacando. Yo sólo me defiendo.
―Oh,‖ tonterías.‖ Das‖ tanto‖ como‖ recibes.‖ Adem{s,‖ ¿no‖ se‖ te‖ ocurre‖ pensar‖ que‖
puede haber una razón por la que se siente obligada a atacarte?
―Bueno,‖he‖considerado‖la‖posibilidad de que tiene la rabia ―dije.
Todd puso los ojos en‖blanco.‖―Tu‖simpatía‖es‖abrumadora.
―Tu‖sarcasmo‖est{‖sobrevalorado.
―Vamos.‖ Olvídate‖ de‖ Amanda.‖ Necesito‖ que‖ hagas‖ esto‖ por‖ mí.‖ Ayuda‖ al‖
107
equipo. Por favor.
―¿Por‖qué?‖―pregunté,‖totalmente‖explotando‖mi‖estado‖sensual.
―Porque,‖Princesa‖―dijo―.‖Porque‖te lo estoy pidiendo.
Y eso fue todo. Aquí estaba el Señor Mierda Floja, el Neandertal Sin Cuello, de
pie frente a mí pidiéndome un favor bajo ninguna base más que el hecho de que
estábamos unidos en un matrimonio falso.
Y aquí estaba yo diciendo que sí.
―Bien‖ ―murmuré―.‖ Lo‖ haré.‖ Pero‖ tienes‖ que‖ hacer‖ que‖ Amanda‖ sea‖ amable‖
conmigo. Decente, de todos modos.
Todd‖cerró‖sus‖ojos‖azules‖y‖volvió‖a‖abrirlos.‖―Hecho.‖Gracias.
Saqué un pañuelo de papel medio usado de mi bolsillo y me soné la nariz. Le
dije:‖ ―Que quede claro que tampoco pienso seguir llevando alrededor ese
maldito termo de agua naranja nunca más.
―No‖hay‖problema.
―Y‖ oye,‖ no‖ quiero‖ sólo‖ estar‖ de‖ pie‖ allí,‖ mirando‖ como‖ un‖ matón‖ en‖ un‖
uniforme. Quiero que me enseñes los pasos o movimientos o lo que sea que les
llame entre las porritas.
―¿Crees‖que‖puedes‖hacerlo?

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Recordé las clases de ballet a los cinco años que había tenido cuando era niña.
No era una Anna Pavlova. Me encogí de hombros.
―No‖tengo‖ni‖idea.
Todd sostuvo abierta la puerta vaivén en el gimnasio.‖ ―Bueno,‖ vamos‖ a‖
averiguarlo.
Metí de nuevo mi pañuelo empapado en el bolsillo.
―Qué‖día‖―dije―.‖No‖creo‖que‖pueda‖tener‖una‖mañana‖mucho‖peor‖que‖la‖de‖
hoy. Dios, me siento como una imbécil por meter a Johnny en problemas.
―Mercer‖es‖un‖niño‖grande‖―dijo‖Todd―.‖Él‖puede‖manejarlo‖por‖sí‖solo.
―Igual‖me‖siento‖como‖una‖idiota.
―Bueno,‖ acostúmbrate‖ a‖ ello‖ ―dijo―,‖ porque‖ la‖ pr{ctica‖ est{‖ a‖ punto‖ de‖
comenzar.
―Perfecto ―dije.
―Y‖de‖todos‖modos,‖¿esa‖broma‖del‖anuncio‖que‖hiciste?
―¿Sí?
―Buena‖esa.
Caminamos de regreso al gimnasio juntos.
Después de la práctica, apenas llegué a casa en mi bicicleta. Todos los músculos,
ligamentos, y tendones en mi cuerpo quemaban. Al igual que mi garganta. Al
108
igual que mi cerebro. La decencia humana básica y el instinto de conservación
me evitaron revelar más detalles de esa primera práctica de porristas. Los pavos
robot habían hecho que pareciera tan fácil. Después de todo, la animación debe
ser una obviedad, si ellos podían hacerlo.
Bueno, no lo era. Y eso es todo lo que voy a decir acerca de ese día.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
17
Traducido por kathesweet
Corregido por Dangereuse_

U
na semana después, todavía estaba adolorida más allá de lo creíble. No
tenía idea de lo mucho de fuera de forma que estaba. Sabía que no
hacía ejercicio aparte de montar bicicleta. Aun así, había esperado
tener un poco más de resistencia que, digamos, mi abuela artrítica. Lo primero
que hacía cada mañana cuando iba a la escuela era sacar mi botella de
ibuprofeno de la parte de abajo de mi casillero y me tomaba unos. Sin embargo,
tomaba un rato que hicieran efecto. El martes no fue hasta mi sesión de
consejería con Maggie Klein que pude verdaderamente sentarme en una silla 109
sin sentir como si alguien me hubiera golpeado en el trasero con un puñado de
cuchillos.
―Bienvenido, Todd. Bienvenida, Fiona. Muy bien. ¿Cómo van las cosas?
―Maggie Klein cruzó sus piernas, inclinó su cabeza a la derecha, y juntó sus
manos en su regazo. La pose clásica de consejera. Todd y yo nos encogimos de
hombros. No me molesté en hacer contacto visual. Francamente, estaba
distraída por las envolturas de dulces vacíos esparcidas cerca a la papelera. Y
las pilas de papeles por todas partes, que parecían ser fotocopias de lo mismo.
―¿Esos encogimientos de hombros significan que todo bien? ¿O significan que
las cosas van demasiado mal para siquiera hablar de ellas? ―Su cabeza se
inclinó aún más. Por un segundo la imaginé cayendo y rodando por el suelo,
recogiendo las envolturas de dulces en su camino.
Estaba bastante segura que Maggie Klein esperaba que dijéramos que las cosas
apestaban, porque cuando Todd dijo: ―Todo está bien. ―Sus cejas se
levantaron hacia el cielo.
―¿De verdad? ―preguntó. Di un solo encogimiento de hombros y asentí una
vez.
―¡Bien! ―Maggie Klein juntó sus manos en frente de su cara y puso su cabeza
derecha, por fin. Me dolía el cuello de sólo mirarla. Claramente estaba
complacida por la idea de que de alguna manera había traído paz a dos partes
Purple Rose
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en guerra. Por supuesto, ella no había tenido absolutamente nada que ver con
esto―. Esa es una buena noticia. ―Esperó que nosotros dijéramos algo. Gracias,
supongo. No lo hicimos.
Maggie Klein se tambaleó de su subidón inducido de consejería. ―Entonces.
Primero, quiero felicitarlos por ganar el premio mensual en octubre. Aquí está
su cupón‖para‖Steuben’s.‖―Lo extendió, pero ni Todd ni yo lo tomamos.
Finalmente, Todd arrebató el cupón, diciendo: ―Puedo tomar esto. Sé que a
Fiona no le gusta la salchicha.
Respondí al instante. ―Todd,‖ sin‖ embargo…‖ una‖ vez‖ envuelve‖ sus‖ manos‖
alrededor de una salchicha larga y gruesa, no puede meterla en su boca lo
suficientemente rápido.
―Muy bien vamos a cambiar de tema ―dijo Maggie Klein. Mientras se
empujaba más alto en su silla, accidentalmente se apoyó en su bufanda rosada y
medio se estranguló. Agarró la bufanda, la desenrolló de su cuello con furia, y
la tiró sobre su escritorio. Tomó una respiración de limpieza, adentro y
afuera―. Muy bien. El segundo punto del asunto es hacerles saber que el
dinero real recogido en los últimos dos meses asciende a $2.464. Recuerden que
la pareja ganadora se dividiría la mitad de la cantidad, y la otra mitad va a
caridad. Así que justo ahora, cada uno obtendría $616. Nada mal, ¿huh?
110
Todd y yo contestamos con encogimientos de hombros de nuevo. Pero no pude
evitar pensar en todas las maneras en que podría gastar ese dinero. Pobre Todd,
probablemente tendría que entregar todo el dinero a Amanda para cubrir su
tinte de cabello y bronceado falso.
―Muy bien, entonces. Ya que no completamos todos los juegos de confianza la
semana‖ pasada…‖ ―La voz de Maggie Klein titubeó. Se aclaró la garganta―.
Intentaremos completarlos hoy con un ejercicio de visualización. Sólo un
pequeño truco para ayudar a una pareja a construir la confianza y ataduras
subconscientes.
Todd dijo: ―Lo siento, Maggie, pero no me gusta el bondage 6. Incluso el que es
subconsciente.
Yo medio reí.
Maggie Klein suspiró. ―Simplemente cierren sus ojos e imaginen un lugar
donde los dos podrían disfrutar como una pareja. Sólo háganlo.

6
Bondage: una práctica erótica que implica el uso de ataduras sobre el cuerpo de una
persona, ya sea vestida o desnuda.

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Cerramos nuestros ojos, pero alguien golpeó la puerta, así que abrí los míos.
Los ojos de Todd siguieron cerrados, y él estaba hundiéndose en su silla suave.
Estaba bastante segura que planeaba quedarse dormido.
―¿Quién es? ―exigió Maggie Klein a la puerta.
Ésta se abrió un poco, y una nariz se asomó. —¡Maggie, necesito hablar contigo!
No sé qué hacer. Aaron me dijo que va a dejarme y que va a llevarse todo el
dinero y a los gemelos. Él no puede hacer eso, ¿verdad, Maggie? No hay
divorcio, ¿cierto? Por supuesto, dice que no va divorciarse de mí, que todavía
seguiremos casados, que simplemente se va. Dice que lo fastidio demasiado que
soy una loca por el control. ¿Eso es verdad? No lo soy, ¿cierto? Oh, lo siento,
¿estás en medio de algo? Puedo volver después. ¿O debería esperar? ¿Qué tal si
simplemente espero?
―Sophia ―dijo Maggie Klein a través de sus manos apretadas sobre su cara―.
Aprecio tu…‖ entusiasmo…‖ considerando‖ el curso pero como dije ayer en la
sesión, esto no es real. Por favor, simplemente completa tu presupuesto, escribe
tu diario, y vive tu vida.
Sophia Sheridan pegó toda su cabeza en la puerta. ―Pero‖Aaron‖dice…
Maggie Klein echó su cabeza atrás. ―Sophia. ―Sophia se detuvo. Maggie Klein
suspiró―.‖Espera‖afuera.‖Terminaremos‖aquí‖pronto.‖Luego‖tú‖y‖yo‖podemos…‖
111
hablar.
―Muy bien, gracias, Maggie. Estaré afuera. ―Sophia cerró la puerta, y Maggie
Klein dejó caer su frente sobre su escritorio.
Vi sus omoplatos levantarse y caer con su respiración profunda. Después de
tres respiraciones, se enderezó y dijo: ―Muy bien. ¿Dónde estábamos? Todd,
¿estás durmiendo?
Pateé a Todd y él fingió despertar de un sueño profundo. ―Oh, ¿huh? Estaba
tan concentrado en mi visualización que debo haberme quedado dormido.
―Eres una visualización desagradable ―murmuré.
―No vamos a empezar eso de nuevo, Fiona.
Dios, ¿no podía entender que estaba bromeando?
―Todd ―dijo―, ¿por qué no describes lo que visualizaste?
―Bueno, Maggie, Fiona y yo estamos en una playa de arena blanca en una isla
tropical ―dijo Todd.
―¿Y qué están haciendo los dos juntos? ―preguntó Maggie Klein.
―Fiona acababa de entregarme una piña colada.
―Sin alcohol, asumo. Bien.
―Y ahora ella está recogiendo una concha de ostra.
―Muy bien. ¿Qué está haciendo con la concha?

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

―Está usándola para limpiar la piel muerta de mi piel. Pero es difícil, porque
está en cuatro así que su trasero puede ser una mesa para mi taza de coco.
Me giro y golpeó a Todd en el hombro. ―¿En cuatro? Escucha, si tuviera una
concha que pudiera cortar piel, mejor creerías que no sería tu piel lo que
cortaría.
―¡Fiona! ―chasqueó Maggie Klein.
La ignoré. ―Simplemente diremos que tu bebida no sería lo único loco7 que te
daría.
―Fiona ―bramó Maggie Klein―. ¡Por favor! ―No fue una petición. Tomó una
respiración profunda y la dejó salir en una pequeña ráfaga. Luego lo hizo de
nuevo. Tomó una tercera respiración y cerró los ojos. Mientras exhalaba
lentamente, hizo un movimiento hacia abajo con sus manos como si estuviera
expulsando las malas vibras de su cuerpo. Abrió sus ojos y sonrió falsamente―.
Fiona, tu hostilidad está impidiendo seriamente cualquier esperanza de
progreso aquí.
―¿Mi‖hostilidad?‖No‖soy‖la‖que…
―Me temo que nuestro tiempo está terminado. ―Se levantó para abrir la
puerta antes de que siquiera pudiera terminar. Totalmente injusto. Era muy
parcial hacia Todd. Además, era obvio que ahora me culpaba por el activismo
112
de mi madre contra su curso, pero como sea. Siempre que eso nos sacara de
consejería más temprano, no me importaba―. Mantengan el buen trabajo con
su presupuesto y diarios ―dijo. Cuando salimos, Sophia Sheridan nos pasó y
entró en la oficina.
―Te veo en la práctica, Princesa ―dijo Todd, y se fue.
―Sí, Señor. Adiós ―dije detrás de él.
En mi camino a clase, giré una esquina y me encontré en un rumbo de colisión
directa con Johnny Mercer. (Impacto cerca de T menos quince segundos). No
quería tener otra conversación incómoda. (Ahora son doce segundos). ¿Por qué
verlo me agitaba tanto? (Ahora son nueve segundos). Él simplemente estaba
tratando de ser una persona agradable. (Seis segundos). ¿Entonces por qué
quería evitarlo? (¡Tres segundos!). No podía soportarlo. Agaché mi cabeza y
entré en el baño. Mala elección.
No sólo Marcie estaba allí, sino que estaba hablando casualmente con Amanda.
Naturalmente, ambas se giraron para ver quién había abierto la puerta. Por un
segundo agonizante, nos quedamos congeladas, mirándonos. Luego,

7
Loco: Juego de palabra entre coconut (coco) y nut (algo o alguien loco)
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agradecidamente, millones de años de evolución vinieron a mi rescate. Luchar o


huir se hizo presente y me metí en uno de los cubículos.
Por supuesto, en realidad no tenía que orinar. Sólo había entrado en el baño
para escapar de Johnny Mercer. Así que me sentí ridícula simplemente parada
allí en el baño. No pude evitar recordar el mantra de Marcie: Dignidad, Fiona.
¿Pero qué opción tenía? Y por cierto, ¿estaban jodidamente bromeando?
¿Marcie y Amanda ahora eran amigas? Eso parecía encajar con la manera en
que mi vida iba, así que realmente, no debería haber sido una sorpresa tan
grande como lo fue.
Gracias a Dios, ellas no parecieron querer continuar su conversación mientras
yo estaba a una puerta de aluminio de distancia.‖ Dijeron,‖ “Nos‖ vemos”,‖ y‖
escuché el baño de la puerta abrirse y cerrarse. Miré bajo el cubículo y no vi
ningunos, bien, así que adiviné que era seguro salir.
¿Ya he mencionado que nunca he sido afortunada?
Amanda todavía estaba allí. ―¿Un consejo? ―dijo. Como si tuviera alguna
opción en si o no quería escucharlo. Me preparé para algunos consejos de
mierda sobre qué hacer si tu mejor amiga repentinamente te odia, algo en lo que
Amanda sin duda tenía experiencia―. Podrías querer considerar conseguir
lentes de contacto ―dijo―.‖En‖acrobacias‖y‖ esas‖cosas,‖las‖gafas‖pueden‖ser…‖
113
peligrosas o lo que sea.
―Oh ―dije estupefacta.
―Toma un poco acostumbrarse a ellos, así que deberías conseguirlos pronto.
―Levantó sus pechos, abrió la puerta, y desapareció.
Esta vez fui la que se quedó parada en el baño con mis engranajes mentales
moliéndose. Mi pobre cerebro no podía tratar con Amanda no sólo siendo
cortés, sino mostrando una aparente preocupación por el bienestar de otro ser
humano. ¿En verdad Todd había logrado que fuera amable conmigo? ¿Y por
qué repentinamente estaba toda amistosa con Marcie? Mi mente se arremolinó
en lo absurdo de todo esto. Volví a la realidad cuando el timbre sonó. Mierda.
Iba tarde. Mala suerte típica. Pero al menos eso significaba que todavía era yo.

Miércoles, Noviembre 13
No sólo debería tener todo el dinero recogido del curso de educación
matrimonial, sino que también debería tener una jodida Medalla de Honor del
Congreso. Si parte del matrimonio es sacrificar toda tu dignidad y auto-respeto
por tu pareja, entonces estoy en ello. Por cerca de una semana ahora, me he
humillado, brutalizado mi cuerpo, y forzado mi cerebro solamente porque mi
falso esposo me pidió hacerlo. Debí haberme vuelto loca por un segundo

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

cuando acepté ser porrista. Olvidé que se suponía que odiaba a Todd. Muy
bien, supongo que ya no lo odio.
Amanda, por otra parte, es una historia diferente. No importa lo mucho que lo
intente (lo que, para ser honesta, no es mucho), simplemente no puedo sacar a
relucir ningún cariño por ella. Incluso cuando en realidad fue medio decente
conmigo ayer en el baño. (Otra razón por la cual debería tener el dinero del
curso: reponer lo que tuve que gastar para los lentes de contacto). Cuanto más
conozco a Todd, menos entiendo por qué esos dos están juntos. Pero te diré una
cosa: si yo fuera la esposa de Todd en la vida real, tendría que suicidarme.
Porque‖ si‖ ser‖ su‖ “tipo”‖ significa‖ ser‖ en‖ algo‖ parecida‖ a‖ Amanda,‖ entonces‖
preferiría estar muerta.
Muy bien, quizás estoy siendo un poco dramática. No me suicidaría. Pero
definitivamente me volvería lesbiana, al menos.

114

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
18
Traducido por Susanauribe
Corregido por Nanis

L
os días antes del espectáculo de porristas pasan demasiado
rápido. No me había medido un uniforme hasta el día anterior.
Me siento como una loca en esa minifalda roja-y-blanca de
poliéster y chaleco de cuello en V. Como payaso putón. Debería
también mencionar que la tela y el tejido de los uniformes de
porristas prohíben la evaporación de cualquier transpiración en absoluto. Para
el momento que llego a la escuela en la noche del viernes, estaba empapada con
sudor, incluso aunque estuviéramos sólo a 40 grados. Cada vez que pienso 115
sobre pararme frente a todas esas personas, me siento toda débil, y el sudor sólo
sale de mí.
El espectáculo de porristas estaba previsto para las seis treinta, justo antes del
juego de bienvenida contra nuestros archirrivales, Lincon. Se supone que
debemos hacer toda una rutina de porristas —terminando con Atrapando la
Fiebre— frente a una fogata mientras todos los demás se emborrachan así
pueden actuar como imbéciles durante el juego. En el medio tiempo, Hannah
Fortis y Zack Branden van a ser coronados reina y rey de la bienvenida
mientras la banda toca Bohemian Rhapsody. Entonces en verdad, nuestra gran
presentación era en la fogata.
Justo después de las seis, llego al campo donde vamos a encender la fogata. La
Directora Miller y el Sr. Evans estaban reunidos con el jefe local de bomberos
sobre la gigante pila de madera. La Sra.‖ O’Toole‖ estaba‖ en‖ una‖ silla‖ de‖ jardín‖
junto a la escuela. Todd, Amanda, y el resto del equipo están calentando. No
estaba segura de si necesitaba calentar o no, porque estaba con calor y
temblando al mismo tiempo. Mis gafas se siguen deslizando hacia abajo,
porqué mi nariz estaba sudando. Fui la Oftalmología Zinnman en el Mall Prairie
View el día antes para examinarme y conseguir lentes de contacto. Resultó que

Purple Rose
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yo tenía una prescripción extraña, así que los lentes no iban a estar listos por un
par de semanas.
―Llegas tarde, Princesa ―Todd dice.
―Cinco minutos ―dije―. ¿Qué, vas a hacer que haga flexiones o correr vueltas
o algo así?
―El equipo está esperando ―dice él―. Alinéate.
Nos pusimos en formación y corrimos por Vapor, Éxito, y Águila Orgullosa, los
cuales tienen unas pequeñas proezas parejas y un montón de volteretas. Yo sólo
grito y hago manos de Jazz. ¡Brilla!
Luego es tiempo para correr por Atrapa la Fiebre. Estaba un poco ida por las
gafas resbalándose durante el giro, y las empujo mientras se supone que debo
estar aplaudiendo. Ellos aplauden tarde y Amanda nos detiene. —Fiona, no sé
si he dicho esto antes, pero la idea de hacer porra es hacer todo al mismo
tiempo.
Le respondo alzando una pierna, moviéndome hacia atrás, y sacando el gigante
calzón de mi trasero de los cortos pañales-pantalones que tenemos que usar
debajo de la falda.
Amanda arruga su nariz. —Oh, muy femenino. En verdad representas lo mejor
en animación.
116
Pretendo meter mi dedo en mi nariz y excavar alrededor. ―¿Que dijiste?
El pavo robot dice: ―¡Ew!
Amanda dice: ―Eres asquerosa.
Resoplé fuertemente por mi nariz y carraspeé un escupitajo falso. El pavo robot
gritó. Me recosté como si fuera a escupir, y Todd dijo: —¡Fiona! —Lo miré e
hice una pantomima de tragar―. Sólo intentemos de nuevo.
Nos alineamos de nuevo y esta vez hicimos la rutina e incluso fuimos capaces
de hacer la forma de pirámide. Todo mi trabajo era arrodillarme en una rodilla
mientras Simone se para con un pie en mi otra pierna y un pie en la espalda de
Takisha mientras ella se agachaba. Otra, una cosa más complicada sucedió, pero
todo lo que yo tenía que hacer era quedarme quieta y agarrarme de la pierna de
Simone. Pero tuve otro calzón atrapado, así que la dejé ir por un segundo para
sacarlo. Cuando alcancé lo que quería detrás de mí, supongo que medio perdí
mi equilibrio, porque mi rodilla tiembla un poco. Y Simone tiembla un poco. Y
todos los demás tiemblan un poco. Agarro la pierna de Simone de nuevo. Ella
da un pequeño chillido y agarro su equilibrio. Entonces todos los demás lo
hicieron. Así que estuvo bien. Pero me hice una nota para mí misma de ignorar
todos los calzones.

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Nos desmontamos y practicamos los aplausos falsos, los gritos y los puños al
aire.
Genial, genial.
Para entonces las personas estaban comenzando a aparecer para la fogata.
Antes me dirigí al gimnasio con el equipo para esperar nuestra entrada, le dirigí
una mirada rápida a Gabe en la multitud. No lo vi, pero vi a Marcie caminando
hacia mí. Si pensaba que ella iba a regañarme justo antes de que hiciera la
presentación, estaba loca. Pretendí no verla y me volteé.
―¡Fiona! ―gritó ella.
La ignoré.
―¡Fiona, espera!
No escuché esa tampoco.
―¡Fee! ―la escuché trotando. Me puso una mano en el hombro.
Puse mi mejor cara de me-importa-una-mierda y me volteé. ―¿Sí?
Ella se detuvo un segundo para recuperar su aliento. ―Hola. Escucha. Sólo
quiero decirte que creo que es genial que lo que estas haciendo por el equipo de
porristas. Ayudarlos de esta manera, dice mucho.
Medio me encojo. Miro a la bombilla encima de la puerta de metal. ―Gracias.
―Abrí la puerta y camine dentro del gimnasio. Mar me siguió.
117
—Lo dije en serio ―dijo ella. Podía decir por su expresión que lo hacía. Era mi
antigua Mar.
―Gracias ―dije. Y lo decía en serio, también.
Mar sonrió. ―Wow, luces bizarra en ese uniforme.
―Dímelo a mí. ―Me incliné para susurrarle―. Mi único consuelo es que tal vez
Gabe pensará que es caliente. ¿Está ahí afuera? ¿Lo viste? ¿Con quién está?
Mar dio un paso hacia atrás y cruzó sus brazos. ―Fionna, ¿no es por eso que te
uniste al equipo, verdad?
Como si pensara mi respuestas, agarre un pedazo de pintura amarilla de la
pared de carboncillo con mi uña del pulgar. ―No, no fue mi primer
pensamiento cuando Todd me pidió que me uniera al equipo. Pero había sido
mi segundo. Tal vez el tercero. Quiero decir, ¿Mar? especialmente con todas las
veces que Gabe se detiene a practicar para hablar con Amanda sobre las cosas
del matrimonio u otras.
―¿Entonces estás haciendo esto para impresionar a Gabe Webber?
―No. Bueno, tal vez. No completamente. Pero supongo que puedes decir que
fue un extra. Un gran extra. Un enorme extra. Pero en serio, ¿puedes culparme?
Marcie se volteó 360° mientras dirigía una pequeña risa hacia las vigas del
gimnasio. ―No puedo creerte, Fiona. Eres algo. Qué gran pieza de trabajo. No

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puedo creer que estés enmascarada como un decente ser humano sólo para
llenar tu propia agenda personal.
―¿Qué? ―¿A dónde se había mi Mar? ¿Hola?―. ¿De qué demonios estás
hablando, Marcie?
Alguien abrió la puerta y una ráfaga de aire con humo de la fogata entró.
Marcie movió su pelo exactamente como Amanda lo hacía. ―Pensé que tal vez
finalmente te diste cuenta que has sido una egoísta idiota, y habías hecho algo
realmente generoso para compensarlo. Pero no. Eres tan egoísta como siempre.
Claro. Esta vez se había quitado los guantes. De ninguna manera iba a aceptar
esto. Me incliné hacia Mar y dije: ―¿Quién demonios crees que eres? Tan
grande y poderosa. Juzgando a todos los pobres NDNCQ. ¿Qué diferencia te
hace si hago algo para lucir bien frente a Gabe Webber, huh? ¿Cómo demonios
eso tiene cualquier impacto en tu vida?
Ella pestañeó. ―¿Impacto en mi vida?
―Sí. Tu vida. ¿Cómo algo de esto es de tus jodidos asuntos?
―¿Mis asuntos? ―Ella chilló.
―Sí. ¿Cómo lo que siento por Gabe Webber tiene relación en lo que sea
contigo?
Su rostro se volvió blanco. Lágrimas encharcaron sus ojos. Cada músculo en su
118
rostro tembló. ―Ha estado molestándome ―dijo ella―, porque yo soy la novia
de Gabe Webber. Yo. Soy la chica misteriosa de la que has estado hablando
pestes todo el semestre. Gabe y yo comenzamos a salir en el campamento de
verano. Él trabajó allí también. No tenía el corazón para decírtelo antes, porque
sabía que te mataría. Pero ahora, simplemente no me importa. Así que ahí
tienes, Fiona. Eso es.
Ella limpió sus lágrimas con el dorso de su mano y manchó de rímel su mejilla.
―Y para ser honesta, no puedo ver cómo no lo notaste. ¿Recuerdas cuando
Gabe dijo que le gusta una mujer completamente junta? Quería decir que era
yo, no tú. Soy a la que le estaba guiñando y saludando en las pruebas de
porristas. ―Ella alejó otra lágrima y dio un paso hacia mí―. De hecho, nos
estábamos besando debajo de las gradas mientras estabas hablando con Todd.
¿Qué te parece eso? Y también nos escapamos juntos del baile. Soy a la que
escuchaste hablándole a él. Gabe me ama a mí, no a ti. De hecho, él casi que te
odia después de todo lo que he dicho sobre la forma que has estado actuando
últimamente. Así que tal vez deberías rendirte con él, porque nunca va a
suceder. Ahora, si me perdonas, Gabe me está esperando.
Ella giro en sus brillantes botas de tacón y salió disparada lejos de mí.
De ninguna manera.

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Tenía que estar imaginando esto.


Estaba en la cama, dormida, y esto en verdad no estaba sucediendo.
Mi mejor amiga simplemente no había convertido todos los mejore momento
que habíamos compartido este año en mentiras. Mi dulce Mar no era una
traidora apuñala espaldas. Ella no sería así de egoísta. Ella no haría eso. Ella no
hubiera hecho eso.
Pero lo había hecho.
Ahora estaba caminando lejos. Fuera en la noche y hacia los brazos en los que
yo quería ser sostenida. El cuerpo en el cual quería recostarme. El rostro que
quería tocar. Él era de ella. Ella iba hacia él. Yo nunca lo haría. Y nunca la
tendría a ella tampoco. Había perdido a Marcie. Había perdido a Gabe. Mi
mejor amiga. Mi amor. Mis corazones. Idos.
Sentí una mano en la parte trasera de mis hombres impulsando mi cuerpo hacia
adelante. Mi s pies temblaron debajo de mí y corrí. El equipo corrió hacia mi
lado. Nuestra entrada había llegado. Era tiempo para actuar.
Sólo que no podía respirar. No podía ver. No podía sentir mis manos o pies. La
fogata prendida detrás de nosotros. La multitud animó y yo estaba pasando por
la rutina. Una animación tras otra. Pasé por las emociones como una máquina.
Sin palabras. Sin sonrisa. No. No cuando mi cara estaba vidriosa con lágrimas.
119
No cuando mis gafas estaban moteadas y rayadas. Cuando mis piernas no eran
nada excepto esponjas para que Simone se parara en ellas. Mis brazos
conduciendo plomo. Incapaces de sostenerla. Incapaces se agarrarla mientras
ella se inclinaba y caía. Y todos los demás cayeron alrededor de ella. Brazos y
pies torcidos en todas las direcciones. El sonido de gritos construyéndose, como
volumen subiendo. Luego un codo duro en mi mejilla, enviando mis gafas a
volar. Yo volando después de ellas. Y estaba tendida en el suelo duro junto con
todo el resto del escuadrón.
Nadie se movió por unos cuantos segundos. Luego todos lo hicieron. Dos Doc
Martens negros como la tinta aterrizaron frente a mi rostro. Fuertes manos
debajo de mis hombros me levantaron. Gentilmente limpiaron el desastre de
mis lágrimas y polvo de mis ojos. Ojos que podían concentrarse ahora y ver el
rostro de Johnny Mercer delante de mí. Con una semblante preocupado debajo
de su gorra de básquetbol, y rápidos ojos avellana buscando cada centímetro en
mí por daños.
Él preguntó en su voz profunda: ―¿Estás bien, Fiona?
―Lo arruiné ―dije.
—―Olvídate de eso. Sólo agradece que nada esté roto.

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Traté de poner las piezas de la escena juntas en mi cerebro. ―¿Todos los demás
están bien? ―No veía sangre. No veía huesos. Todos estaban moviéndose.
Levantándose. Limpiándose.
Amanda la cargó conmigo. ―¿Qué demonios te sucedió?
Toqué mi mejilla. Sentía mis gafas faltando. ―Lo siento, Amanda. No pude
sostenerla.
―¿No pudiste sostenerla? ¡Colapsaste totalmente debajo de ella! Ni siquiera
intentaste. Además, estabas haciendo tarde todas las marcas, tus aplausos
estaban fuera de lugar, tus brazos estaban torcidos, ¡y ni siquiera gritaste las
porras en absoluto! Ni siquiera sé por qué alguna vez pensaste que sería buena
en esto. ¡Dejarte unir al equipo fue un enorme error!
Los gritos de Amanda atrajeron la atención de algunos estudiantes cerca. Se
agruparon para vernos en la luz frenética de la fogata. Miré a Amanda, y todas
las emociones que había sentido en la última media hora habían comenzado a
hacer espiral hacia adentro.
Volteando, y volteando hasta que formaron un punto fino y altamente
presurizado en ella.
Luego se liberaron.
―¿Dejarme unir? grité―. ¿Crees que me dejaste unir? ¿Cómo si ser parte de tu
120
jodido espectáculo de locos era algo que alguna vez hubiera querido? ¡Joder, no!
El equipo me pidió que me uniera. ¡Yo no quería! Dije que no. Le dije a Todd
que de ninguna manera en el infierno me uniría. Pero él me rogó. ¡Él rogó! Él
me necesitaba. Ustedes me necesitaban. Nunca quería estar aquí en primer
lugar, ¡así que no me hables mierda sobre brazos torcidos y marcas perdidas!
Me importa una mierda las estúpidas marcas. ¿Crees que el mundo va a
terminar porque no aplaudí correctamente? Consigue una puta perspectiva,
Amanda. Saca tu cabeza de tu trasero y mira a tu alrededor. El planeta no va a
estallar si tus porras no son perfectas. O tu maquillaje no está perfecto. O tu
vida amorosa no es perfecta. ¡El destino del mundo no depende en cada
pequeña cosa que hagas! ¡No eres el centro del jodido universo!
Amanda se quedo quieta como si estuviera muerta a través de toda mi diatriba.
Cuando finalmente terminé, esperé su respuesta. Su réplica. Su respuesta de
fuego.
No hubo ninguna.
En cambio, Amanda comenzó a llorar. Suave al principio, luego con grandes y
fuertes sollozos y lágrimas aumentando. Sus manos volaron a su rostro, y sus
hombros moviéndose con cada aliento tembloroso. Todd estuvo a su lado en un
segundo, habiendo escuchado todo el intercambio desde unos metros de

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distancia. Él puso el rostro empapado de ella en su pecho, la rodeó con sus


brazos, y la sostuvo. Después de unos momentos, le susurró en su oído, y ella se
deslizó de sus brazos y corrió por la multitud hacia el gimnasio.
Luego Todd se volteó hacia mí. ―¿Qué demonios fue eso?
Más personas se acumularon alrededor. Dije: ―¡Ella la cargó conmigo primero
sobre la porrista de mierda que soy y cómo fue un error tenerme en el equipo!
―Una ráfaga de viento dirigió las llamas de la fogata hacia arriba y sopló una
lluvia de brasas.
Todd gritó: ―Lo que sea que ella dijo, no se merecía ser gritada en frente de
toda la escuela. Sácalo conmigo, ¡está bien! Házmelo a mí, ¡puedo soportarlo!
Pero déjala en paz. Ella no puede soportarlo. Es extremadamente sensible.
―¿Sensible? ―chillé―. Por favor, Amanda es tan sensible como el asiento de
un retrete.
Un par de chicos en camisas de ECHS comenzaron a reírse por lo bajo.
Imbéciles.
―¡Ella es condenadamente mucho más sensible que tú! ―Todd dijo―. Eres
completamente insensible.
Me moví hacia atrás. ―¿Qué? ¡No soy insensible!
―Oh, por favor, Fiona. Eres la persona menos sensible que conozco.
121
―¿Cómo puedes decir eso? ―El viento cambió, y humo sopló hacia mi rostro e
hizo arder mis ojos. Entrecerré los ojos y pestañeé de nuevo.
―Porque es cierto, Fiona. Pones tu actitud de me-importa-una-mierda, luego te
sientas y juzgas a todos los demás.
Juzgar a todos los demás. Eso es exactamente lo que le había dicho a Marcie.
Esperaba que le hubiera escocido tanto como a mí.
Todd siguió: ―Crees que sabes todo sobre las personas, pero no lo haces. Si te
detuvieras por un segundo, sólo por un segundo, y consideraras cómo las cosas
podrían ser para otros aparte de ti, podrías no ser tan snob.
―¿Snob? ¿Soy insensible y snob? ¿Por qué demonios eres tan malvado? ¿Qué
demonios está mal contigo?
Todd dio una risa sarcástica. ―¿Ves? Ahí vas de nuevo. Tiene que ser algo malo
conmigo. No podía ser posiblemente algo mal contigo.
Él también podría haberme golpeado en el rostro. ―Jódete, Harding. ―Chillé.
Me giré y caminé. Giré alrededor y dije―: ¿Qué quieres, Johnny? ―lo dije como
un insulto, no como una pregunta.
―Olvidaste estas. ―Él resopló. Extendió mis gafas.
Había estado tan enojada y llorando tan fuete, que ni siquiera había notado que
no podía ver bien. Se las arrebaté de su mano.

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―Gracias. ―Me volteé para irme.


―Él está equivocado, tú sabes ―Johnny dijo. Me detuve.
Él dijo: ―¿Todd? Está equivocado.
Dije por encima de mi hombro: ―Lindo que digas eso, Johnny. Gracias. Nos
vemos.
―¡Fiona!
Dios, ¿qué quiere este chico? Suspiró y me volteó para mirarlo por última vez.
―¿Qué?
Él se para más cerca de mí. ―No eres insensible. Espero que sepas eso. No eres
una‖ snob,‖ tampoco.‖ No‖ lo‖ escuches.‖ Eres… ―Él movió las esquinas de su
chaqueta de cuero y las enrolló en sus dedos―. Increíble. Eres una persona
increíble, Fiona. Y sólo pensé que necesitabas escuchar eso, después de lo que
Todd dijo. No eres lo que dijo. Creo que eres genial. Bastante genial. Me gustas
mucho, Fiona. Mucho.
Mierda santa. ¿Hablaba él en serio? ¿Johnny Mercer había escogido este
momento para declarar su amor por mí?
¿Podría esta noche ser peor?
Todo lo que quería hacer era llegar a casa, meterme a la cama, y arrastrarme
debajo de las cobijas tan pronto como fuera posible. Estaba dispuesta a usar
122
cualquier maldad para adelantar eso. Puse mi mano en el aire entre nosotros.
―Lo aprecio y todo, Johnny, ¿pero sabes qué? Soy buena. Y realmente.
―Negué con mi cabeza así no malinterpretaría el mensaje—. No estoy
interesada.
Caminé lejos de él tan rápido como pude. Luego corrí. Tenía que salir de allí.
Lejos de Johnny Mercer. Lejos de la fogata. Lejos de las porristas. Todd y
Amanda. Marcie y Gabe. Lejos de la escuela. Al diablo la escuela. Al diablo el
matrimonio. Al diablo la graduación. Al diablo la vida. Sólo quería llegar a casa.
Así que corrí hacia ella en la noche fría.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
19
Traducido por Sheilita Belikov
Corregido por Nanis

N
o salí de la cama hasta casi las once de la mañana siguiente. Mis
ojos estaban lagañosos por haber llorado y tenía un dolor de
cabeza horrible. Había pasado la mitad de la noche pensando en
Marcie, y uno: había estado saliendo con Gabe, y dos: me había
mentido sobre ello durante meses. Cuanto más dejaba que esas dos cosas
entrechocaran en mi cerebro, más me daba cuenta de que Marcie había elegido
a Gabe sobre mí. Traición absoluta.
Fui a la planta baja y me tomé un par de ibuprofenos. Agarré una taza de café y
me encorvé sobre ella en la mesa mientras mi papá leía un libro frente a mí.
123
Escuché un portazo. Mi mamá entró corriendo agitando un periódico. ―¡Está
aquí! ―dijo alegremente.
Gemí, y murmuré: ―¿Qué está dónde?
Mamá desplegó el periódico frente a mí, diciendo: ―Cybil Hutton, la
presidenta de la APM8, le pidió un favor a alguien que conoce en el Tribune en
el centro de la ciudad, e hicieron una historia sobre nosotros. Y mira, ¡en
primera página!
No sólo estaba en la primera página, era el titular: MUJER SUBURBANA
PROTESTA CONTRA LA EDUCACIÓN MATRIMONIAL: APM y 300 ESTÁN
DE ACUERDO. Y este no era un periódico pueblerino, tampoco. No era el Daily
Ledger lame-culos. Este era el Tribune. El periódico de la ciudad de Chicago. Y
allí, en primera página estaba la cara de mi madre, junto a un artículo de dos
columnas que describían sus esfuerzos por acabar con el curso. Este avance o
sería fenomenal, porque oye, tal vez tendría éxito; o sería terrible, porque
seamos sinceros: mi madre estaba en la primera página del Trib. Las lenguas
hablarían.

8
APM (Asociación de Padres y Maestros) en inglés PTA (Parent-Teacher Association)
Purple Rose
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―¿Tienes trescientos nombres en tu petición? ―pregunté―. Pero ni siquiera


hay tantos seniors.
Mamá recogió el periódico en sus brazos. ―No sólo me dirigí a los padres de
los seniors; me dirigí a todos los padres en la escuela. Primero la petición.
Luego la campaña de envío de cartas, la cual ha sido un gran éxito hasta ahora.
Y ahora esto. ―Miró el artículo otra vez, y luego se lo mostró a papá―. ¿Qué
piensas, Ethan?
Papá cerró su libro y le echó una ojeada al periódico. Puso una sonrisa tonta y
cursi en el rostro como un chico tímido al acaban de invitar a bailar. Se inclinó y
besó a mamá. ―Elizabeth Cady Stanton estaría orgullosa.
Los ojos de mamá se pusieron como platos. Luego brincó arriba y abajo. ―¡Oh!
¡Qué gran idea! ―Volvió a besar con fuerza a papá en la boca y dijo―: Gracias,
cariño. Tengo que llamar a Cybil. Iré arriba.
Gracias a Dios que se fue. Si hubiera tenido que verlos chuparse la cara más,
habría sufrido graves daños cerebrales.
Tan malo como era pasar el rato con mis padres, lo habría preferido a ir a la
escuela el lunes. Cuando llegué allí, mantuve mi cabeza agachada y evité el
contacto humano tanto como fue posible. El salón de clases era un desastre. Me
senté sola en la esquina de atrás, manteniendo tanta distancia como pude de
124
Marcie y Todd. Tenía una clase con Johnny, cálculo. Era bastante fácil ignorarlo
allí. Por supuesto, me salté las prácticas de porristas. Amanda había sido
bastante clara sobre cómo se sentía de tenerme en el equipo. Y me imaginaba
que ya había registrado el tiempo suficiente para cumplir con el requisito del
matrimonio. Cada día, sólo fui a la escuela y a casa. En mi maldita bicicleta.
Bajo la helada lluvia de noviembre.
Luego vino cálculo el jueves. Ahora, por lo general, las matemáticas me parecen
fascinantes. Me encanta su universalidad. Cómo las matemáticas trascienden el
idioma, la política y la religión. Cómo las leyes que rigen las matemáticas son
absolutas. Estoy impresionada por cómo deben pensar los matemáticos. Cómo
abren sus mentes a las posibilidades dentro de estas leyes rígidas y se
preguntan: ¿Qué pasa si? Y de repente todo un nuevo sistema de
prestidigitación se presenta ante ellos como un laberinto. Y descifran su camino
hacia una verdad completamente nueva que se encuentra en el centro del
laberinto. Es como magia.
Pero no me podía concentrar el jueves. Por lo tanto, mientras mi maestro de
cálculo explicaba funciones, yo garabateaba en la portada de mi libreta. Estaba
poniendo un par de senos voluminosos en mi dibujo mal representado del Sr.
Tambor cuando sentí algo deslizarse bajo mi brazo. Era una nota doblada en un

Purple Rose
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balón triangular con mi nombre en un lado. Eché un vistazo alrededor para ver
quién la había pasado, pero nadie expresó reconocimiento, así que la desdoblé.

Querida Fiona:
Siento mucho lo que pasó en el espectáculo de porristas.
Olvida todo lo que te dije. No quise decir eso. Pretende que nunca dije nada. Y
cualquier cosa que esté pasando con Marcie y contigo, espero que lo resuelvan.
―Johnny Mercer

Bueno, aparte del hecho de que acababa de recibir mi primera nota desde el
séptimo grado, estaba bastante sorprendida. ¿No había querido decir lo que
dijo?‖ En‖ otras‖ palabras,‖ ¿pensaba‖ que‖ yo‖ era‖ una‖ snob‖ insensible?‖ O‖ espera…‖
¿quería que olvidara que me había dicho que le gustaba. . . mucho? Tenía la
esperanza de que fuera eso lo que quería decir la nota. Esa era la opción
preferible, ¿verdad? No quería "gustarle" gustarle. Pero tampoco quería que
pensara en mí como una snob insensible. Por otra parte, la nota decía que
olvidara todo lo que dijo, así que tal vez se refería a las dos cosas. Tal vez
pensaba que era una snob insensible y no le gustaba. Wow. Qué fea nota.
La hice bola y la metí en mi mochila. Cuando sonó el timbre, salí de allí tan
125
rápido como pude. La idea de tener una conversación con Johnny Mercer en ese
momento hizo que todas estas emociones se avivaran en mí: ira, entusiasmo,
alivio, miedo, cualquier otra. Pensaba que debía tener un poco de síndrome
premenstrual agudo.
Por alguna razón, no pude dejar de pensar en Johnny toda la semana. ¿Qué
había querido decir esa nota? ¿Qué pensaba de mí? ¿Y por qué me importaba?
En un momento dado, casi perdía el control y lo llamaba. Porque también
quería saber si Mar estaba alterada. Mejor que no hubiera estado sintiéndose
bien y maravillosa por apuñalarme por la espalda después de años de mejores
amigas. Pero de todas formas, ¿cómo podía preguntarle a Johnny por eso? Él no
tenía ni idea de mi enamoramiento de toda la vida con Gabe.
¿O sí?
¿Qué si Marcie le había contado? No, ella no habría hecho eso. ¿O sí? Pero, qué
diablos, ya había hecho algo mucho peor. ¿Podría haberle contado?
La idea de que Johnny Mercer supiera acerca de mis sentimientos por Gabe
Webber me encendía el pecho. ¿Pero por qué? ¿Por qué me importaba una
mierda lo que Johnny Mercer pensara de mí? No tenía idea. Todo lo que sabía
era que sentía que si él se enteraba de que había estado enamorada de Gabe
Webber, nunca podría enfrentarme a Johnny de nuevo. Nunca.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Eso no tenía ningún sentido.


Tenía que ser el síndrome premenstrual.

126

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
20
Traducido por dark&rose
Corregido por Nanis

P
or suerte, la siguiente semana fue corta en la escuela, debido a Acción
de Gracias. Y le dije a mamá que tenía calambres asesinos, así que ni
siquiera fui el miércoles. El jueves, el tío Tommy y Alan trajeron a Nana
hasta nuestra casa para la cena de Acción de Gracias. Comimos mucho,
bebimos demasiado (bueno, mi padre lo hizo de todos modos), y escuchando
discos viejos de mi padre en el antiguo sistema estéreo de discos el cual insistió
en mantener justo en la sala de estar. La casa era acogedora y olía a pavo asado,
pero el tiempo parecía llamar a la nieve. Papá estaba tendido en el sofá
cantando‖ "Ob―La―Di,‖ Ob―La―Da",‖ cuando‖ el‖ tío‖ Tommy‖ anunció‖ que‖ era‖
127
hora de volver a casa.
Mientras él y Alan tomaban sus abrigos y se despedían de papá y mamá, Nana
me llevó a un lado en la sala de estar.
―Tengo‖algo‖para‖ti‖―susurró.‖Abrió su bolso acolchado de Paisley y sacó una
pequeña‖ caja‖ de‖ cuero‖ rojo.‖ Levantó‖ la‖ tapa‖ y‖ me‖ la‖ ofreció―.‖ Quiero‖ que‖
tengas esto.
Dentro había un anillo solitario de diamantes y una banda de oro con
diamantes que lo rodeaba. Los reconocí de inmediato.
―Nana‖―dije―,‖no‖puedo‖aceptarlo. Son tus anillos de boda.
―Y‖tú‖eres‖mi‖única‖nieta.
Negué con la cabeza.
―Pero‖son‖tuyos.‖Todavía‖puedes‖querer‖llevarlos‖puestos.
―No‖ ―dijo.‖Extendió su rechoncha mano para tocar mi pelo. A continuación
mi‖mejilla.‖Después,‖el‖hueco‖de‖su‖propio‖cuello―.‖Ya‖no‖estoy‖casada.
―Pero‖tú‖y‖el‖abuelo‖no‖firmaron‖el‖divorcio.
Los ojos de Nana se humedecieron y parpadeó.
―Nos‖separamos‖en‖la muerte.
No lo entendí. Siempre había pensado que a pesar de que el abuelo había
muerto, Nana todavía estaba casada con él en su corazón. Habían estado

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

casados casi cincuenta años. Siempre imaginé que no llevaba los anillos debido
a sus nudillos hinchados. ¿Cómo podía simplemente descartarlos después de
todo ese tiempo juntos?
¿No había sido feliz?
―¿No‖los‖quieres?‖―pregunté.
Nana cerró con fuerza a los ojos.
―No necesito estos anillos para recordar a tu abuelo. Él está conmigo todos los
días.‖―Cerró‖los‖ojos‖y‖colocó‖su‖mano‖en‖su‖corazón―.‖Cada‖día.‖―Abrió‖los‖
ojos‖de‖nuevo―.‖Para‖mí,‖estas‖son‖sólo‖recuerdos.‖Quiero‖que‖los‖tengas‖para‖
que pienses en nosotros.
Así que habían estado enamorados. Durante cincuenta años. Medio siglo.
Ese era un período de tiempo que no pude envolver en mi mente del todo.
―Pero‖yo‖no‖los‖necesito‖para‖recordarlos,‖tampoco,‖Nana‖―dije.
Podíamos oír el tío Tommy y Alan en el pasillo, listos para marcharse. Nana
presionó la caja en mi mano.
―Tómalos.‖Son‖tuyos‖ahora.
Me estremecí. Yo no quería llorar, pero se sentía como si Nana se estuviera
despidiendo. Cerré mi mano alrededor de la caja y le di a Nana un abrazo
suave.
128
―Gracias‖―le‖dije‖al‖oído.‖Olía‖a‖rosas.
Justo antes de acostarme esa noche, metí la caja de los anillos de Nana en la
parte de atrás del cajón de mi mesilla. Todavía podía oler su perfume en mí.
Metí la mano bajo mi cama para buscar mi diario y escribí a la luz de mi
lámpara de noche. Cuando terminé, deslicé el diario de nuevo debajo de la
cama y apagué la lámpara.
En el exterior, la nieve comenzó a caer de las nubes esponjosas, así que me
quedé tumbada en mi cama y la observé en la oscuridad. La ventana de
escaleras abajo arrojaba una luz sobre los copos, dándoles una sensación de
bailar en su caída. Abrí el cajón de mi mesita y saqué la caja de los anillos de
Nana. Incluso en la penumbra, los diamantes absorbieron un rastro de luz y
brillaron. Saqué los anillos de la caja y los mantuvo en alto en dirección a la
ventana y la nieve.
Le di vueltas en el cielo, y luego me lo puso en el dedo anular de mi mano
derecha, y me quedé dormida con mis gafas todavía puestas.

Jueves, 28 de noviembre

Esto es lo que he aprendido sobre el matrimonio esta semana:

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1. Deberías casarte con alguien a quien le gusten las cualidades que posees, no
con alguien que piensa que esas cualidades apestan.
2. Deberías casarte con alguien que te permita ser el tipo de persona que eres
por dentro, no con alguien que te obliga a ser una persona que no eres.
3. Deberías sentirte de esa misma forma con respecto a la persona con la que te
cases.
4. Si encuentras a una persona que se ajuste a 1, 2 y 3, entonces estás listo para
la vida. Pero estate preparado para cuando ellos mueran, porque ellos se
llevaren parte de ti con ellos.
5. Pero dejan parte de sí mismos detrás de si, también. Lo que, supongo, que es
una cosa buena.

129

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
21
Traducido por dark heaven
Corregido por Nanis

N
evó por dos días. Del tipo húmedo y pegajoso. Para el sábado por la
noche, todo estaba cubierto con una capa grumosa de glaseado
blanco. Con el fin de semana de vacaciones, más el hecho de que
estaba enojada con casi todos los que conocía, no tenía planes para esa noche.
Así que me fui a la cama, escuchando Shelter of Your Arms alrededor de mil
veces en mi estéreo (ya que no tenía más mi iPod), y tuve otra buena lloradera
por Marcie. Luego volví a llorar sobre las cosas que Todd me había dicho. No
podía creer que hubiera sido tan malo. Realmente malo, no sólo pretendo-ser-
malo. Él no era así. Cuando enfrente esto, la única conclusión a la que podía
130
llegar era que tal vez había estado en lo cierto.
¿Podría ser yo una snob insensible?
Bueno, tal vez había alejado a Marcie porque no pude reconocer sus
sentimientos por Gabe. Y tal vez nunca ni siquiera consideré que a Gabe
pudiera simplemente no parecerle atractiva. Nunca. Esas cosas podrían ser
clasificadas como insensibles.
Y supongo que se podría decir que era una especie de snob con Amanda. Si la
trataba como a una rubia tonta. Una persona puede decir que actuó superior a
su alrededor. Como una snob. Una insensible, prejuiciosa, maliciosa snob. Esa
era yo. Me elevé y me golpeé como un dos-por-cuatro en la parte posterior de la
cabeza, y mis lágrimas comenzaron de nuevo.
Después de que terminé de llorar, miré los pesados copos caer fuera en la
oscuridad. Eran sólo como las diez en punto, así que me levanté y me arrastré
por las escaleras de atrás para evitar a mis padres en la sala de estar. Me puse
mi abrigo y las botas de papá, y salí al patio.
El cielo estaba en calma. Sólo el suave sonido de copos tocando la tierra o las
ramas de los árboles o del techo.
Mis gafas se empañaron al instante, así que me las quité. Inhalé el limpio,
nevado aire y dejé que me enfriara mi roja nariz y ojos. Cerré los párpados y

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dejé que los copos se reunieran en mis mejillas, pareciendo como lágrimas a
medida que se derretían. Me imaginé que me hundía en la tierra, con raíces
creciendo como un árbol. Y mis brazos ramificados extendidos hacia el cielo.
Pensé que si tan sólo pudiera permanecer allí, inmóvil, la transformación
realmente iba a suceder. Me convertiría en un inmovible, sólida, parte viva de la
naturaleza. No algún vacilante, organismo perdedor. Parte de absolutamente
nada. Contuve la respiración, y por un momento, lo sentí. Entonces, un ruido
del cobertizo me trajo de vuelta a mi apestosa realidad.
Busqué para limpiar mis gafas y me las puse de nuevo.
Mi primer instinto fue correr y traer a papá, pero entonces habría preguntas de
por qué mi cara estaba tan roja e hinchada, como si hubiese estado llorando. Lo
cual había estado haciendo.
Además, al mirar de cerca a la tierra, vi un conjunto de pequeñas pisadas casi
cubiertas por la nieve, las cuales llevaban directamente al cobertizo. Junto a las
huellas había una lapicera rosa con una flor morada en la parte superior. La
reconocí de inmediato. La agarré, me acerque al cobertizo, y abrí la puerta.
Samantha Pickler se cayó de la maceta en la que había estado de pie.
―Sam ―le dije―. ¿Qué estás haciendo?
―Tratando de enganchar esta pala de vuelta en el gancho ―dijo―. La tiré al
131
suelo.
―Quiero decir ¿qué estás haciendo en nuestro cobertizo?
―Oh, eso. ―Ella colgó la pala y se sentó en la maceta―. Me escapé. Pero no se
lo podes decir a nadie, Fiona. No lo harás, ¿no? Tú eres la única persona en la
que puedo confiar. Hey, mi lapicera.
Consideré la posibilidad de que uno o ambos de mis padres podrían echar un
vistazo por la ventana y verme hablando con el cobertizo, así que me metí y
cerré la puerta. Por suerte, Sam tenía una linterna. Me puse en cuclillas delante
de ella. ―¿Por qué huiste?
Sam suspiró y garabateó en la pierna del pantalón con la lapicera. Luego arrojó
la lapicera a sus pies. ―Ellos se están divorciando ―dijo―. Papá se está
mudando.
―Oh, no. ―Puse mis manos sobre las suyas y apreté―. Sam, lo siento mucho.
Pero cariño, ¿cómo el huir te va ayudar?
―No me va a ayudar ―dijo―. Esto los va a ayudar a ellos. No me quieren. No
quieren ningún niño. Si estoy fuera de la foto, entonces no se pelearan tanto.
Entonces tal vez se quedarán juntos.
―¿Qué te hace pensar que ellos no te quieren?

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―Los escuché pelear por mí. Mamá dice que criar a un hijo toma mucha
energía. Y no tiene tiempo para sus propios sueños, dice ella. Papá dice que
tener un hijo es un compromiso. Y ellos tienen una obligación conmigo. Así que
como yo lo veo, todo lo que soy para ellos es una obligación. Alguien que se
interpone en el camino. Así que me fui.
―Sam, no eres una obligación. Tus padres te aman.
―No, no lo hacen. Tal vez lo hicieron cuando era un bebé lindo, pero ya no.
Ellos me odian. ―Lágrimas corrían por sus mejillas―. Y además, yo los odio
también.
Envolví mis brazos alrededor de Sam y ella sollozó.
―Oh, hermana bruja ―le dije―. Por favor, déjame que te lleve adentro.
Ella me apartó. ―No. Y si tratas de hacerlo, o si le dices a alguien que estoy
aquí, voy a salir corriendo a otra parte.
Lo decía en serio, también. Nunca había visto a Sam tan molesta. Y estoy segura
que no quiero que vaya a ningún otro lugar en esta tormenta de nieve. Así que
dije: ―Está bien. No le voy a decir a nadie o tratar de hacer que vayas a
ninguna parte. Pero te vas a congelar aquí. ―Yo casi esperaba que ella tirara
una manta de la mochila a sus pies, o moviera la cabeza en su manera
dramática y se abrazara a sí misma por el frío.
132
Pero ella dijo: ―No me importa. ―Mortalmente seria.
―Entonces déjame ir adentro y conseguirte una manta y un poco de sopa o
algo de comer. Yo pinky-juro que no voy a decirlo. ―Levante mi meñique
derecho.
Ella pasó su dedo meñique en el mío con medio esfuerzo. ―Lo que sea. Pero
sólo me estoy quedando aquí hasta que la nieve pare un poco. Entonces me voy.
Ahora, yo no era un genio en ningún aspecto, pero sabía que no era casual que
Sam estuviera en mi patio trasero. No era como si estuviera de paso cuando la
nieve se volvió pesada y corrió a nuestro cobertizo en busca de refugio. No,
había decidido venir aquí. No tenía a dónde ir. Pero eso no puede impedirle
tratar de encontrar otro lugar. No quería agitarla de ninguna manera, así que
dije que sí. Salí del cobertizo y me colé en la casa.
Me las arreglé para sacar a escondidas un poco de sopa instantánea en un termo
cuando sonó el teléfono. Mamá respondió en la sala de estar. Escuche un poco
de charla ahogada y luego ella gritó mi nombre desde la escalera principal.
―Estoy en la cocina ―grité. Ella corrió con su mano sobre la boquilla del
teléfono.
―Es Victoria Pickler. Samantha está perdida. Ellos están desesperados. No has
escuchado de ella, ¿verdad?

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Por desgracia, no estaba preparada para este asalto directo. Era, por lejos, una
mentirosa abominable cuando las apuestas eran altas. Me quedé helada. Mis
ojos se abrieron. Mi boca abierta. Me las arreglé para pronunciar: ―No. ―Que
era obviamente bastante falso.
Mi mamá gruñó: ―Señorita, usted me dice lo que está pasando ahora mismo.
Cedí.
Le susurré: ―Necesito hablar contigo. ―Y ella le dijo a los Picklers que yo
estaba en el baño y ella les iba a llamar.
―Mamá, Sam está en el cobertizo.
―¿Qué? ―Ella tomó el teléfono y empezó a marcar. Lo agarre de ella.
―No, no. Ella está realmente molesta. Dijo que si les decía, iba a huir. Hablaba
en serio, mamá. ―Ella vaciló. Le dije―: Por favor, sólo quiero hablar con ella.
―Fiona, ellos han llamado a la policía. Tengo que decirles que está aquí.
Sabía que tenía razón. Pero yo amaba a Sam más que a nadie fuera de mi
familia. No podía soportar la idea de traicionarla. ―Tiene que haber una
manera de hacer esto ―le supliqué.
Mamá suspiró. ―Está bien. Toma algunas mantas y quédate con ella. No la
dejes ir. Voy a hacer que sus padres vengan y nosotros nos encargaremos del
resto. Sólo pretende que no sabes nada de que nosotros sabemos. Tal vez papá
133
pueda inventarse algo. ―Ella se dirigió de nuevo a la sala de estar, marcando el
teléfono y diciéndole a papá―: Ethan, tenemos un problema...
No era un gran plan, pero la temperatura estaba bajando. Agarré el termo, un
paquete de galletas, y algunas mantas, y me dirigí hacia la parte de atrás.
Samantha estaba sentada estremeciéndose en la maceta. Doblé una manta para
que se sentara arriba y le envolví otra sobre los hombros. Entonces vertí una
taza llena de sopa y me senté en el suelo delante de ella. Ella sopló el vapor
antes de tomar un sorbo. ―Fideos y pollo, yum.
Necesitaba hacer un poco de conversación inocente para mantenerla distraída
para esperar por cualquier plan que mis padres estuvieran armando.
―Entonces, ¿está funcionando la maldición de Ginny todavía?
―Oh, somos amigas de nuevo ―ella soltó.
Parpadeé. ―¿En serio? ¿Cómo?
―No lo sé. Se enfermó de Olivia Purdy. Dijo que estaba siempre presumiendo
de cosas. Así que somos amigas de nuevo ahora.
―Pero, ¿qué con las cosas que Ginny dijo sobre ti?
Sam encogió uno de sus hombros. ―No importa.
No lo entiendo. Ginny había totalmente apuñalado a Sam en la espalda. ¿Y Sam
simplemente podía dejarlo pasar? ¿Cómo era posible?

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―¿Cómo que no importa? ―le pregunté, tratando de bajar el tono de mis


dudas para que no la sacara de quicio.
Sam me miró como si fuera una idiota. ―¡Porque somos amigas!
¿Porque eran amigas? No podía ser así de simple. ¿Podría? Quiero decir, eran
amigos sólo porque Sam había perdonado a Ginny. Pero Sam la había
perdonado sólo porque Ginny era su amiga. Era como uno de esos problemas
de álgebra donde es necesario tener una A para encontrar B. Pero para
encontrar A, necesitas tener B. Esos eran tan difícil de entender.
Pero Sam lo había hecho.
Ella sabía que si sólo usas una variable para asignar un valor a la otra variable,
entonces descubres ambas. Sam reconoció que la amistad contiene el perdón,
entonces usó ese perdón para resolver la amistad. Ella parecía saber mucho más
acerca de esas dos cosas de lo que alguna vez lo hice. Hasta entonces.
Todavía no había señal de nadie afuera. Tenía que entretenerla por más tiempo.
―¿Qué pasó con ese chico? ―pregunte―. ¿Cómo se llamaba? ¿L-algo?
―Logan Clarke ―dijo―. Fuimos una especie de pareja.
―¿Si?
―Terminé con él la semana pasada. No dejaba de querer copiar mi tarea. Lo
dejé al principio, pero después de un tiempo, me di cuenta que era lo único que
134
realmente quería. Él fue realmente vulgar.
Claro, a los once, Logan Clarke había estado detrás de la tarea. Pero dale unos
cuantos años, y él va a estar detrás de algo completamente diferente. Tuve una
sensación súbita de que si Logan Clarke hubiese estado en este cobertizo,
podría haberse encontrado de repente con una pala insertada entre sus costillas.
―Bueno, estoy orgullosa de ti por no ceder, Sam. Porque créeme, estás mejor
sin un tipo como él.
―Hablando de eso. ¿Cómo está tu matrimonio? ―preguntó.
Sam no se mostró preocupada de que me estuviese quedando ahí con ella. O tal
vez lo había esperado.
―No tan caliente ―le dije―. Tuvimos nuestra primera pelea. Una gran cosa.
―Incluso mientras decía eso, me di cuenta de lo absurdo que eran toda las
luchas que Todd y yo pretendíamos tener, que la noche en la hoguera había
sido nuestra primera verdadera.
―¿Sobre qué?
No tenía ni idea de por qué estaba a punto de derramar mi alma a una niña en
un cobertizo. Pero era Sam, así que lo hice. ―Él piensa que soy una snob
insensible. Dice que juzgo a todo el mundo.

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Sam resopló. ―Está equivocado. Tú eres demasiado sensible. Siempre sabes


cuando estoy triste por algo. Y todo el mundo juzga. Son mentirosos si dicen
que no lo hacen. Pero no todo el mundo tiene las agallas para decir lo que
piensan en voz alta. Tú lo haces. Y no das un hoo-ha sobre lo que piensan los
demás. Eso es lo que más me gusta de ti. ―Buscó en las galletas y se metió una
en la boca.
―¿Eso es? ¿Crees que eso es algo bueno?
Ella levantó un dedo mientras masticaba y tragaba. ―Por supuesto. Eres una
persona verdadera, Fiona. No dejes que los falsos y engañosos se salgan con las
suya, ¿y qué? Si no les gusta, mala suerte.
Mis piernas estaban muertas por el frío. Cambié de posición a arrodillada. ―Sí,
bueno, a casi nadie le gusta.
Ella masticó y tragó otra galleta y dijo: ―A mí me gusta. Y a Marcie le gusta.
―Marcie y yo no somos más amigas ―me quejé.
―¿Qué? ―dijo con la boca llena de una galletita a medio masticar―. ¿Qué
quieres decir?
―¿Te acuerdas de Gabe? ¿El chico que me gustaba?
―Uh-huh.
―Ella ha estado saliendo con él desde el verano.
135
Los ojos de Sam se abrieron enormes. Tragó su galleta. ―Ella ¿qué?
―Y ella me mintió totalmente sobre eso.
―Ella te dijo que no estaba saliendo con él, ¿pero lo estaba?
―Bueno, no. No me dijo acerca de él.
Sam torció la boca y ladeó la cabeza hacia los lados. ―Eso no es una mentira,
Fiona.
―Sí, lo es.
―No, no lo es. Nunca dijo que no estaba saliendo con él. Simplemente no te
dijo que lo estaba haciendo. Porque no quería hacerte daño, ¡obviamente!
―¡Si no quería hacerme daño, no debería haber salido con él en primer lugar!
Sam golpeó el paquete de galletas. ―Fiona, ¿que pasa si él es su único y
verdadero amor? ¿Que si ella y Gabe estaban destinados para estar juntos?
¿Dejarías que Marcie tirara todo eso? ¿No la dejarías ser feliz? ¿Qué clase de
amiga te hace eso?
¿Qué podía decir a eso? Ella estaba totalmente en lo correcto. Había clavado en
la verdad. Una vez más. De repente me dio la impresión de que estaba de
rodillas a los pies de una niña Buda. Una profeta de la sabiduría adolescente
que repartía pedazos de conocimiento mientras estaba sentada entre un banco
de encapsulamiento y una vieja bolsa de fertilizante.

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―Sam ―le dije. Estaba a punto de decirle lo grandiosa que era cuando escuché
la voz de mi padre cada vez más y más cerca.
―Claro, Jake ―gritó extra alto―. Puedes pedir prestada la pala de nieve. Es acá
mismo, en el cobertizo. ―La puerta se abrió y ahí estaban papá y el Señor
Pickler con aspectos falsos de incredulidad en sus rostros. Pero esta vez,
mantuve mi boca cerrada acerca de las falsedades y los engaños. Jugué como si
estuviera en shock como ellos lo estaban.
―Samantha ―exclamó el Sr. Pickler―. ¡Aquí estás! ¡Hemos estado buscándote
por todas partes! ―Él me empujó a un lado mientras alcanzaba a abrazar a su
hija. Ella luchó contra él un poco, pero no con demasiada convicción.
―¿Oh, sí? ―dijo―. Bueno, si estabas buscándome con tanta fuerza, entonces
¿por qué está aquí para tomar prestada una estúpida pala?
El Sr. Pickler le acarició el cabello y le mintió. Por lo menos pensé que debería
ser una mentira. ―Porque tu madre está muy preocupada, está caminando por
la acera frente a nuestra casa con los pies descalzos. Se niega a entrar. Quería
quitar la nieve para ella. Luego iba a volver a salir a buscarte.
―¿Tú ibas? ¿Ella estaba? ―Sam parecía comprarlo. O tal vez sólo quería
hacerlo.
―Por supuesto, Niña-Mono. ―Él la abrazó con más fuerza―. No podríamos
136
vivir sin ti.
Como la proclamada reina de la detección de falsos y engañosos, me di cuenta
de eso no era una mentira. Sam también lo sabía, porque abrazó a su padre de
vuelta.
―Por favor, vuelve a casa ―dijo él.
―¿A la casa de quién? ―preguntó―. ¿La de Mamá o la tuya?
―¿Sabes qué? Donde quiera que estés es casa. Tú la haces casa. ¿Ahora vas a
venir?
Sam echó el cabello hacia atrás. Dramático. Una buena señal. ―Tal vez sólo por
esta noche. Hombre-Simio.
Por supuesto todos sabíamos ―Sam, probablemente, también― que no era sólo
por una noche. Pero dejamos que Sam tuviese la última palabra. Ella necesita
saber que su mensaje había sido escuchado fuerte y claro.
Nos amontonamos fuera del cobertizo. Sam se dirigió a través de la nieve con
su padre, su brazo acercándola. Mi padre hizo el mismo movimiento en mí y
nos fuimos hacia la casa. ―Eres una buena persona, Fiona ―dijo. No lo
compraba totalmente. Pero para mi sorpresa, no lo negué, tampoco.
Progreso, pensé.

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Capítulo
22
Traducción SOS por CyeLy DiviNNa
Corregido por Natyº

E
l lunes por la mañana, justo después del primer período, escuché ese
ensordecedor chillido de los comentarios de fuera, alguien gritando por
un megáfono. No era un error, esa era la voz de mi madre. Corrí a la
ventana. Afuera, un grupo de personas marchaban alrededor en un círculo.
Portando carteles. Pancartas. El megáfono gritó de nuevo y oí a mi madre gritar:
―¡Hey, oh! ¡Hey, oh! ―Y luego el resto de los pancartistas, quienes esperaba en
el infierno fueran otros padres, gritaron―: ¡El matrimonio tiene que irse!
Esto, evidentemente, era su Elizabeth Cady Stanton inspirada "gran idea". Una
huelga llena de estilo, pancartistas protestando en la nieve. Si no hubiera sido
137
mi madre, podría haber pensado que era algo genial. Pero. . .
―¿Es esa tu madre? ―Callie Brooks estaba de repente a mi lado con su labio
superior curvado con evidente disgusto.
No estaba dispuesta a exponer mi hirviente humillación ante ella.
―¡Sí, lo es! ¿Donde está la tuya? ¿Por qué no está ella por ahí para ayudar?
Callie me miró de reojo y se alisó la parte delantera de su suéter de rombos.
―Ella trabaja ―murmuró―. Pero firmó la petición. Envió una carta.
―Oh ―dije, porque no había nada más que decir, hostil o de otra manera.
La línea de pancartistas siguió su camino todo el día. Cuando la Directora
Miller trató de hacer anuncios por la tarde, se podían escuchar en los altavoces
al aire libre, así que los pancartistas subieron el volumen a los megáfonos hasta
diez y se dejaron de escuchar. Después de la última campana, mamá y la
Presidenta de la Asociación de Padres, Cybil Hutton, se quedaron atrás para
revivir los buenos tiempos, así que monté mi bicicleta de regreso a casa.
Cuando llegué allí, había un correo de voz de Oftalmología Zinnman diciendo
que mis lentes de contacto estaban listos. No es que los necesitara más con las
porristas. Pero ya había pagado por ellos, así que pensé que también podría
recogerlos. Papá fue a casa temprano de la UNI, así que tomé el coche para
correr hacia el centro comercial.

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Entré en un lugar de estacionamiento y me deslicé a través de la nieve sucia de


la entrada. En el interior del vestíbulo de cristal, pateé la porquería sucia de mi
Chuck Taylors. Cuando miré hacia arriba, vi a Marcie de pie en el otro lado de
las puertas interiores. Me miraba.
Oh, mierda. Primer lunes de cada mes. Cita para el arreglo de uñas. No podía
creer que me había olvidado.
No había manera de evitarla. Respiré hondo y abrí la puerta. Me golpeó el aire
perfumado a canela en una tienda de pretzels cercana.
―Hey Mar ―le dije. Quería decir "Marcie".
―Hey Fee. ¿Qué pasa?
A pesar de que estaba dentro del centro comercial cálido, brillante y no fuera en
el lodo congelante, me puse mi abrigo apretado alrededor de mí.
―Sólo recogiendo unos lentes de contacto.
―Oh ―dijo. Ella subió la bolsa más alta en su hombro―. Pensé que te gustaban
las gafas.
Me volví una palma hacia arriba.
―Los pedí hace un par de semanas para lo de porrista. Tengo que recogerlos de
todos modos.
―Sip,‖Ga…‖—Se detuvo, y luego comenzó de nuevo―. He oído que no estabas
138
haciendo más lo de porristas. ―Miró a mi lado, encima de mí. . . en cualquier
lugar, pero no a mí.
Resoplé.
―No creo que podrías llamar a lo que yo hice hacer algo de porristas.
Silencio. El único sonido entre nosotras era la música instrumental de Navidad
sonando por los altavoces del centro comercial. Me di cuenta que no sabía si reír
o no. Eso me rompió. La vieja Marcie se habría reído conmigo o me habría
dicho que me callara porque yo era grandiosa sólo por intentarlo. De repente,
toda la pelea fue drenada fuera de mí. Ya lo había hecho.
―Marcie, escucha. Acerca de Gabe. . .
Alargó la mano y dio un paso hacia mí.
―No sabes cuánto lo siento por hacerlo a tu espalda. Y lo siento por haberte
llamado egoísta. Estaba tan frustrada porque no podía decirte sobre Gabe.
Di un paso hacia ella.
―No, Mar yo soy la que lo siente. Estaba siendo egoísta. Fui una egocéntrica
total, tú tenías razón. No tenía ningún derecho sobre él. Todo era una fantasía.
Sólo lo imaginaba. Gabe Webber nunca dio una mierda por mí y nunca lo haría,
tampoco. Pero él se preocupa por ti. Debería haber sido feliz por ti. Sé que sólo
estabas tratando de protegerme.

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Las lágrimas llenaron los ojos de Marcie y rodaron por sus perfectas mejillas de
durazno.
―Yo lo hacía, Fiona. No quería hacerte daño. Lo siento.
Le dije: ―¡Yo también lo siento! ―Entonces grité y nos abrazamos.
Los compradores apresurados nos miraban mientras andaban por la puerta.
Cuando Marcie y yo estuvimos finalmente lloriqueando, nos decidimos a pasar
el tiempo por el resto de la tarde. Su cita no era sino en otra media hora. Así que
se sentó a mi lado, mientras que el Doctor me mostraba cómo poner y sacar mis
lentes de contacto y me dijo cuánto tiempo podía usarlos todos los días.
Luego nos fuimos al salón de belleza, donde Marcie quería tratar con una
manicura francesa como una ofrenda de paz. Y como una ofrenda de paz a ella,
yo estaba de acuerdo en conseguirla. Tuve que admitir que, a pesar de que mis
uñas habían sido arrancadas y eran rechonchas, el técnico les daba un aspecto
mágico. . . así, femenina, como mi papá me decía.
Mientras nuestras uñas se secaban bajo una luz ultravioleta púrpura, le dije a
Marcie de papá emborrachándose y preguntándome si yo era gay. Ella se rió en
voz alta como si fuera una cosa más divertida que las bombas fétidas.
Mar estaba de vuelta. Maldita sea, la echaba de menos.
Cuando terminamos en el salón, se acercó a la plaza de comidas. Ella consiguió
139
una Coca-Cola Light. Yo una regular. Nos sentamos en la mesa menos sucia que
encontramos.
―Tengo que decirte algo ―dijo entre sorbo y sorbo.
Me burlaba con la sorpresa.
―¿Estás saliendo con Gabe Webber? ¿Cómo pudiste?
Ella ladeó la cabeza y levantó una ceja.
―Ja, ja. Muy divertido. No, algo más.
―¿Qué? ―Yo no podía apartar mis ojos de mis uñas de fantasía. Se veían tan
adultas sosteniendo mi vaso de plástico y el popote. Fingí que era una taza de
cristal, alcé los meñiques y tomé un sorbo de mi bebida como la Reina de
Inglaterra para hacer reír a Mar.
Pero en lugar de reírse, dijo: ―Johnny Mercer quiere golpearte, y fuerte.
Me quedé helada a mediados de sorber como la Reina y tragué. A continuación,
me atraganté y escupí. Coca-Cola salía de mi nariz, lo que, si nunca has tenido
el placer, en realidad mata. Las burbujas son como hojas de afeitar haciendo
pequeños cortes a las membranas mucosas. Agarré mi nariz y un par de
servilletas, al mismo tiempo. Marcie se quedó allí sentada riéndose de mí.
Me limpié la cara y la mesa. Y la camiseta. Y el suelo.
―Oh por Dios Mar, eres tan MALA.

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―En realidad él es un tipo muy dulce. ¿Qué piensas?


―¿Pensar de qué?
―Acerca de salir con él.
Miré a Marcie como si acabara de pedirme unirme a su culto, porque la nave
madre volvía de pronto.
―No hablas en serio. ―Fue más una cuestión de preguntar que una
declaración, de verdad. Pensé en Johnny diciéndome que yo le gustaba en la
fogata. A continuación la nota. Y a pesar de que me encontré alegre de saber
que no podría odiarme―. Realmente no estoy interesada ―le dije.
―Una llamada telefónica, entonces. Sólo dale una llamada. Te lo digo, Fee, es
un gran tipo. ¿Sabes que él tomó la culpa de la broma que hiciste? ¿El anuncio?
¿Sabías que se metió en problemas enormes para eso?
―¿Qué? ¡No! Dijo que todo estaba bien.
―Bueno, por supuesto que no te va a decir que se metió en problemas. Le
gustas, Fiona.
Fue la segunda persona a la que traté como basura después de que había
tratado de protegerme. En primer lugar Mar, ahora Johnny.
―¿Qué tantos problemas? ―le pregunté.
―Ha tenido que quedarse después de clases todos los días durante un mes,
140
archivando documentos para la Directora Miller para conseguir de regreso tu
iPod y altavoces. En realidad, creo que hoy era su último día.
Dejé caer mi taza.
―¿Qué?
―Y eso no es todo. Ella hace que vaya a este taller interpersonal, de habilidades
de manejo de la ira durante las vacaciones de invierno. Y él tiene que pagar por
ello. ¿Puedes creer eso?
Apoyé los codos sobre la mesa y mantuve la frente en mis manos.
―No, no puedo. Oh, Mar, me siento horrible. ―Me paré―. Pagaré por ese
taller. Y él puede tener mi iPod y los altavoces.
Mar negó con la mano.
―No los va a tomar. Sé que él no lo hará. Es ese tipo de persona, Fee. Ahora,
¿Gabe? Gabe sí tomaría tu dinero. Pero no Johnny. De ninguna manera.
Agarré una servilleta y comencé a triturarla lentamente.
―¿Cómo es que yo oigo sobre esto ahora? ¿Esto ha estado ocurriendo durante
un mes?
―Me hizo jurar que no le diría a nadie al respecto. Y tú y yo no estábamos
hablando, así que. . . No le digas que te he dicho algo, ¿de acuerdo? Sólo me
dijo, ya que nos encontramos en nuestra clase de baile de salón. De lo contrario,

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apuesta que nadie lo sabría. Nunca se ha quejado una vez, Fiona. Creo que
realmente lo disfruta, porque es para ti.
Tengo la misma sensación de la piel llena de abejas que tuve cuando Todd se
enteró que me había enamorado de Gabe. Al igual que todos los nervios de mi
cuerpo en una hebra de las bolas de luz de fibra óptica que podemos encontrar
en la tienda de novedades junto a las lámparas de lava, y alguien estaba
recorriendo su mano sobre mí. Lo más parecido a lo que podía pensar era en
absoluto, puro terror amenazando la vida. Solamente, que no de miedo.
Estrujé los jirones de la servilleta en un bulto duro.
Marcie se inclinó hacia mí.
―Vamos, una conversación telefónica con él no te va a matar. Una llamada. Tú
misma has dicho que crees que él es un alborotado. Si es su tamaño lo que te
molesta ―dijo Marcie―, entonces, honestamente, me sorprende. ―Bebió un
sorbo de Coca-Cola Light. Yo sabía que ella estaba haciendo una pausa para
que me atreviera a negarlo.
No lo hice.
Ella picaba su hielo con su popote.
―Tú sabes, Fiona, a veces los chicos más guapos son los que tienen la mayoría
de la parte inferior alimentada por la mentalidad de las niñas. Parecen sólo ir
141
tan lejos. Confía en mí.
Espera un momento. Ese fue el segundo comentario sombrío que había hecho.
¿Hubo problemas en el paraíso con Gabe Webber? ¿Debo seguir esta obvia
invitación para investigar? Nah. Decidí dejarlo para otro momento. Me llené de
mi cuota de drama para el día.
―Sí, pero parece que te consiguen en el primer camino.
―¡Johnny no está mal para mirarlo! Él es solo. . . fornido. Tiene ojos magníficos,
ya sabes. Y hay que admitir que su voz es sexy. Pero sobre todo es sólo un buen
tipo, Fee. Es reflexivo, sensible. Es divertido y súper inteligente.
Levanté la broma obvia.
―Si te gusta tanto, ¿por qué no le pides matrimonio?
―Yo estoy casada con él, que es como lo sé ―respondió ella silbando.
―En serio ―le dije―, ¿te gustaría salir con él? Quiero decir, ¿si estuvieras
disponible? ―Estaba tratando de no decir el nombre de Gabe en voz alta.
Marcie levantó la barbilla y dijo: ―Claro. Por supuesto. En un instante.
Casi parecía como si fuera sincera. Casi como si realmente quisiera salir con
Johnny Mercer.

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―Pero el hecho es que tú le gustas, Fiona ―dijo―. Oh, bueno. Por lo menos
voy a aprender a bailar. Ya sabes, Johnny en realidad es bastante bueno. ―Sus
cejas bailaban arriba y abajo.
―Muy bien ―le dije―. Capté el mensaje. Johnny Mercer es totalmente digno
de un enamoramiento. Muy bien. Me siento como una estudiante de quinto
grado. Tal vez deberías pasarle una nota por mí. ¿Sabes que en realidad me
pasó una nota en Calc? Doblado como una pelota de fútbol, nada menos.
¿Hemos accidentalmente caído en el tiempo de la secundaria o algo así? ¿De
qué estás sonriendo?
―La dama protesta demasiado, creo.
Tiré de mi Coca-cola y la llené de pedacitos de servilleta, perdiendo el
propósito, por supuesto.
―Que miedo, Suzy Shakespeare.
Ella se rió y sorbió lo último de su refresco.
―Realmente estás disfrutando de torturarme, ¿no? ―dije―. ¿Qué es esto, algún
tipo de retorno de la inversión?
Ella se tranquilizó y dejó la taza sobre la mesa.
―Nah. Nunca.
―¿Cómo puedes ser una persona decente conmigo? ―le pregunté.
142
―Dado que somos amigas.
Lo dijo exactamente de la misma manera en que Sam lo dijo en el cobertizo. Y
así fue como supe que había resuelto el problema correctamente.

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Capítulo
23
Traducido por rihano
Corregido por Natyº

A
la mañana siguiente, Mar me recogió para ir a la escuela como siempre.
Pero pasó todo el tiempo antes de entrar al aula arreglándose con Gabe.
Los vi besarse, y francamente, era un asco. Él le estaba dando la acción
del Roto-Rooter con su lengua tan hondo que pensé que iba directo a enterrarse
profundo en su garganta y levantar una tienda de campaña ahí. Hablar sobre
NOCD.
Me escapé al salón de clases y decidí aprovechar esta oportunidad para
disculparme con Todd. ¿Qué puedo decir? Me sentía humilde. Lo vi sentado en
la parte posterior junto a la ventana. Caminé zigzagueando a través de las filas
143
y me senté de golpe en la silla a su lado. Deslicé mi mochila sobre escritorio y
me incliné sobre éste con el codo.
―Así que, Marcie y Gabe están saliendo.
Todd garabateaba en la portada de su cuaderno de notas y no levantó la
mirada.
―Eso he oído ―dijo.
―Me enteré justo antes de la cosa de la hoguera ―dije.
―¿Y?
―Así‖ que…‖ ―Tamborileaba mis dedos sobre el escritorio. Me imaginé que él
podría llenar los espacios en blanco. Al parecer no.
Dejó de dibujar, pero todavía no me miraba.
―¿Qué quieres, Fiona?
Me llamó Fiona. No me gustaba nada.
―Estoy tratando de disculparme ―le dije.
Todd resopló y comenzó a garabatear de nuevo.
―¿Ah, sí? Bueno, trata un poco más. Por lo general, las disculpas contienen las
palabras "lo siento" en alguna parte.
Me senté, respiré hondo, y lo dejé salir fuera lentamente como Maggie Klein
hizo. Respiré de nuevo, miré alrededor para ver quién estaba a punto de

Purple Rose
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escuchar esto, y dije: ―Lo siento. Lo siento por gritarte. Lo siento por insultar a
Amanda delante de todos, y voy a decírselo cuando la vea. ―Cerré los ojos y
tomé otra larga respiración. ―Abrí los ojos―. También lo siento por lo mal que
lo hice en la animación. Especialmente por joder la montada al final. Marcie me
acababa de decir acerca de Gabe el segundo antes de que pasáramos, y yo
estaba…‖molesta.
Todd dejó de dibujar y se sentó, los ojos grandes y aún como una piedra.
―Así que es eso ―le dije―.‖Yo…‖en‖verdad‖lo‖siento.
Todd no se movió.
―¿Todd? ―le dije―. ¿No hay nada? ¿Ninguna respuesta en absoluto?
Se sacudió.
―Lo‖ siento,‖ ¿dijiste‖ algo‖ después‖ de‖ “joder" y "montada"? Tuve una imagen
mental de ti teniendo sexo, y mi cerebro se apagó.
Sonreí. Eso, sabía, quería decir que la disculpa era aceptada.
Él dijo: ―Creo que, probablemente, no debería haberte insultado tampoco.
Levanté la mano para detener cualquier disculpa hacia la que él se estuviera
encaminando.
―No, yo me los merecía.
―Sin‖embargo…‖(Quiere‖decir:‖Él‖lo‖sentía.)
144
―Lo‖que‖sea…‖(Quiere‖decir:‖Yo‖lo‖acepto.)
Tiempo para un cambio de tema. Más o menos.
―Así que, ¿ya sabías que Marcie y Gabe habían estado juntos? ―Tenía que
averiguar si él había sabido de ellos desde el principio.
―No, no hasta la concentración. Después que tú te ibas, él estaba todo sobre
ella. Abrazándola como si fuera un oso pardo. Yo los vi y pensé que tu amante
lesbiana había cambiado de equipo, y que debe haber sido el motivo de tu
presentación de animación de la Noche de los Muertos Vivientes.
―Eso fue ―dije.
―Todavía no te excusa para que la tomaras con Amanda.
―No, no lo hace. No fue mi mejor momento ―le dije. Pasé mi dedo de ida y
vuelta en la esquina de mi escritorio―. Por lo menos ella debe haberse
divertido con esto. Al verme humillada por mi mejor amiga. ¿A quién se lo dijo
ella? ―Como si yo aún tuviera que preguntar. A toda la escuela. Si soltara todo
lo que sabe, esa chica podría ser un arma de destrucción masiva.
Todd se inclinó hacia un lado y dijo: ―¿Es ésta tu idea de crecimiento personal?
Me quedé helada. Mordí ambos labios durante unos segundos. Entonces dije:
―Lo siento. Viejos hábitos.

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―Hummm ―dijo, dándome una mirada escrutadora. Volvió a hacer garabatos.


Un par de chicas desfilaron en el salón de clases. Algunos chicos con cara de
sueño entraron. Él dijo―: Bueno, como sucede, Amanda no sabe que quieres
extender tu cremosa mantequilla caliente por todo el pan tostado de Gabe
Webber.
Me incliné hacia Todd y bajé la voz.
―Bueno,‖uno,‖quería,‖no‖quiero.‖Dos,‖eres‖un‖cerdo.‖Y‖tres…‖¿qué‖es‖lo‖quieres‖
decir, que no sabe? ¿Nunca le dijiste?
Todd sacó la lengua y lanzó un soplido.
―Nunca surgió en la conversación.
Me incorporé.
―¿Nunca surgió en la conversación?
Se encogió de hombros y siguió dibujando.
―Decidí que no era interesante. No es como si fueran noticias de última hora.
―Él inclinó la cabeza y me miró―. No me gusta hacer añicos tus sueños, pero
la escuela no se preocupa por tu falta de vida amorosa. No eres popular.
―Volvió a hacer garabatos.
Esta vez, mis engranajes mentales llegaron a un punto muerto y explotaron en
llamas. ¿Por qué Todd dejaría pasar una oportunidad perfecta para
145
humillarme? Especialmente después de que yo había descargado de nuevo a
Amanda. Pero él lo había hecho. Eso no tenía sentido. Sin embargo, todas las
señales‖apuntaban‖a‖la‖posibilidad‖absurda‖de‖que‖Todd‖ hubiera…‖¿qué?‖¿Me‖
hubiera protegido, también? ¿Eso era una locura?
La primera campana sonó. El Sr. Tambor entró y comenzó a golpear cosas de un
lado de su escritorio. Uno de los amigos de Todd saludó con la mano y se sentó
unas filas más arriba.
Hablé hacia el piso.
―Gracias, Todd ―dije―, por no contarle.
Se volvió hacia mí.
―Bueno, puedes agradecérmelo. ¡No! No con un trabajo manual, que sé que es
lo que estás pensando.
―Acabo de ponerlo en mi boca ―le dije.
Él me dio un codazo en el brazo con el borrador de su lápiz.
―Quiero que vuelvas al equipo de porristas.
Me eché hacia atrás.
―Prefiero hacer el trabajo a mano.
Él hizo la pantomima de pensar.

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―Humm…‖tentador‖aunque‖no‖es‖eso,‖pasaré.‖Mira,‖tenemos‖competencias‖de‖
distrito una semana después del sábado, y necesitamos doce personas.
―Encuentra a alguien más.
―Tratamos de encontrar a alguien más, pero todos apestan. Y ahora no hay
tiempo suficiente para entrenar a alguien nuevo.
―Judith Norton estará fuera de su yeso para entonces.
―No. No será sino hasta la semana siguiente. Además, Princesa, para ser
sincero, a algunas de las chicas les gustas. No lo entiendo, pero tienes que ir.
―A Amanda no le gusto. Amanda me odia.
Él me hizo un gesto con la mano.
―Amanda no te odia.
―Bueno, pues hace una buena caracterización de eso, entonces.
―Amanda no te odia ―dijo él―. Está celosa de ti.
Me enderecé de pronto y miré asombrada hacia Todd.
―¿Qué? Escucha, Todd. Las drogas son malas, amigo. No deberías probarlas a
primera hora de la mañana. Espera hasta después del almuerzo por lo menos.
Todd bajó la cremallera de la mochila y empezó a sacar su lápiz y un cuaderno.
―Piensa en ello. Amanda está programada para ser perfecta. Nunca puede
dejarse mostrar con un defecto. Siempre tiene un aspecto perfecto y actúa
146
perfecto. ¿Puedes imaginar lo estresante que eso debe ser? Quiero decir, sé que
para ti es forzado, pero dale una oportunidad.
―Sólo te estás volviendo más y más gracioso ―le dije totalmente inexpresiva.
―Pero‖tú,‖por‖otro‖lado…
Señalé con mi dedo a su cara.
―Observa a dónde vas a parar aquí.
Subió la cremallera de su mochila y la dejó caer de nuevo en el piso.
―Tú, en cambio, no te preocupas por lo que la gente piense de ti. No te importa
una mierda si te ves rara o actúas extraña. Y no me refiero a esas cosas como los
insultos. ¡Lo sé! Eso me sorprende también. Pero no. Tú dices lo que quieres.
Haces lo que quieres. Amanda te ve y no puede procesarlo. No puede entender
cómo tú puedes ser tan relajada acerca de las cosas. En el interior, creo que le
molesta que ella no pueda ser de esa manera, también. Ser así de libre. Así que
la toma con la fuente: tú.
Hablando acerca de no ser capaz de procesarlo. Nunca en mis más salvajes,
raros y retorcidos sueños hubiera imaginado que Amanda Lowell estuviera
celosa de mí.
―Si eso es cierto ―le dije―, entonces he perdido un montón de tiempo
haciendo preciosas muñecas vudú.

Purple Rose
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Todd soltó un bufido.


―Algo me dice que no tendrás ningún problema en encontrar a alguien para
utilizarlas.
―Buen‖ punto.‖ Hablando‖ de‖ eso…‖ ―Alcancé y arranqué unos pocos pelos
rubios de la cabeza de Todd.
―¡Ay! ―dijo él.
―Voy a necesitar estos. ―Los metí en mi bolsillo.
Todd se frotó el cuero cabelludo.
―Mira, yo me encargaré de Amanda. Vamos, regresa al equipo. Sabes que lo
deseas. Además, me debes.
―¿Te debo? ¿Por qué?
Él sonrió.
―El presupuesto del matrimonio ed. Lo hice y resultó la semana pasada. Todo
por mí mismo. Sin tu ayuda. Ergo, me debes.
Me había olvidado por completo del maldito presupuesto. Cuan extraño que el
Señor Mierda Floja lo hubiera hecho por su cuenta.
―Sabes, en realidad estás acercándote peligrosamente a ser una buena persona
―le dije.
―Gracias por la advertencia. Voy a poner remedio a esta situación de
147
inmediato ―dijo.
Marcie bordeó el aula justo mientras la campana final sonaba. El Sr. Tambor
gritó: ―¿Instalados? ¿Tomen sus asientos?
Me puse de pie y colgué la mochila en mi hombro.
―Voy a pensar en el equipo, y te haré saber después de la consejería ―dije―.
Nos vemos luego. ―Empecé a caminar hacia Marcie.
―No si te huelo primero —―dijo Todd detrás de mí.
Pero yo realmente no necesitaba tiempo para pensar en ello. La verdad sea
dicha, él me tenía con‖el‖“Princesa.”

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
24
Traducido por karoru
Corregido por Lola_20

D
ado que era martes, Todd y yo tuvimos nuestra sesión de
asesoramiento más tarde esa mañana. Llegamos a la oficina de Maggie
Klein al mismo tiempo. Estoy orgullosa de mi cortesía, así que le hice
un gesto a Todd para que pasara por la puerta primero, pero él me sonrió y me
hizo el mismo gesto. Así que di un paso adelante, y lo mismo hizo Todd,
cargándome al hombro en el marco de la puerta.
―Terriblemente gracioso ―dije, y lo codeé en las costillas. Empujé la puerta y
me senté en una silla. Él se dejó caer en otra.
―Bienvenidos, Todd. Fiona ―canturreó Maggie Klein. Se veía un poco mal 148
vestida. Bueno, muy mal vestida. Su piel se arrugaba en las esquinas de sus ojos.
Ya no había brillo en su piel, era sólo gris. Y su oficina olía a ramen 9.
Lentamente había estado deslizándose fuera de los ámbitos de la moda e
higiene en las últimas semanas. Normalmente, no estoy en posición de criticar
el guardarropa de nadie, pero incluso yo pensé que la selección actual de
pantalones marrones y una camiseta de Hoover era patética. Una pila de
papeles fotocopiados que había visto antes cubría la oficina. Recogí un par que
estaban a mis pies, y justo antes de que Maggie Klein me los arrebatara de las
manos, alcancé a ver qué eran. Copias de las cartas de campaña de mi mamá.
Copias firmadas.
―Supuse que sabías todo acerca de esto ―dijo Maggie Klein.
―Yo… er…
Todd elevó la voz y empezó a rebuscar en un montón cerca de él.
―¿Mis padres enviaron una? Dijeron que la enviarían. En realidad, me dijeron
que‖estaban‖enviando‖una‖cada‖uno,‖así‖que‖debería‖haber‖dos…
Maggie Klein sacudió su mano hacia los papeles que Todd estaba agitando.
―Sí. Las tengo. La Directora Miller ha tenido la amabilidad de remitirlos todos.
―Trató de enderezar una pila pero se le deslizó hasta el suelo, y los dejó allí,

9
Ramen: Comida japonesa.
Purple Rose
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entre envolturas de dulces y pañuelos usados―. Comencemos. En primer lugar,


quiero hacerles saber que el total en el mundo real en efectivo recaudado hasta
el momento es de $4.846. Con la mitad para la caridad, ahora mismo, cada
ganador recibiría... ―rebuscó entre los trastos viejos en su escritorio, encontró
su calculadora, y comenzó a golpear en los números.
―Es $ 1,211.50 —dijo Todd.
Maggie Klein resopló y se burló de Todd. Hasta que le pegó al botón de igual.
Entonces su rostro se volvió tres tonos de rojo.
―Eso. . . eso es, eh. . . correcto, Todd. Bien hecho.
Reí nerviosamente y choqué los cinco con él.
Maggie Klein deslizó la calculadora de regreso bajo el desorden y se
tranquilizó. Trató de hacer algunos ejercicios de respiración, pero terminó
silbando como un globo desinflado. Deslizó nuestro archivo de educación de
matrimonio delante de ella, pero no se molestó en abrirlo.
―Está bien. No he tenido la oportunidad de repasar el presupuesto que
entregaron la semana pasada. He estado un poco. . . ocupada. Pero de todos
modos. Me temo que tengo unas pequeñas malas noticias. A partir de hoy,
Todd, ha sido despedido de su trabajo. Por suerte, encontró un trabajo a tiempo
parcial en una tienda de zapatos para mujeres. Su factor de ingreso ha bajado a
149
50.
Todd dijo: ―¿Tienda de zapatos para mujeres?
Justo cuando yo decía: ―¿Se redujo a cincuenta?
―Interesante reacción ―dijo Maggie Klein, como si fuéramos una especie de
experimento distorsionado de la ciencia―. Saben, a menudo en esta situación,
es la mujer la que se preocupa por la caída de los ingresos. Mientras que el
hombre se preocupa por la caída en el estatus. Bien hecho.
¿Bien hecho? Maggie Klein era una idiota, me decidí. Tres meses de terapia y ha
llegado a la conclusión sorprendente de que Todd era, de hecho, hombre, y yo
era una mujer. Eu-maldita-Reka. Llamaré al Comité del Premio Nobel.
―Desafortunadamente, desde que decidieron que como pareja Todd sería el
único asalariado, no tienen los ingresos de Fiona para recurrir a ellos. Si lo
hubieras hecho, la mitad del dinero que ganó este mes mantendría el factor de
ingreso. ―Levantó una ceja peluda y agitó su cabeza varias veces antes de
concluir―. Algo en qué pensar, ¿eh?
Todo lo que podía "pensar" es si debería o no investigar más a fondo la
depilación definitiva de cejas, porque Maggie Klein, obviamente, nunca lo hizo.
Parecía que tenía un par de orugas de osos lanudos en la cara tratando
desesperadamente de besarse. ¿Cómo nunca me di cuenta de eso?

Purple Rose
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Todd se volvió en su silla y puso una mano en mi hombro.


―No te preocupes, cariño. Vamos a encontrar una manera a través de todo
esto. ¡No! ¡No! No quiero oír hablar de renunciar a tu pasión por tallar elefantes
de jabón. Sé lo mucho que significa para ti.
¿Qué demonios?... Espera. Ya lo tengo. Tiempo de jugar.
Lo miró y golpeó su mano de mí.
―¿En serio? ―dije―. ¿En serio?
―¿No te dejé ir a la convención de los talladores de jabón? ―dijo, fingiendo
preocupación.
―¿Dejarme ir? Prácticamente tuve que ponerme de rodillas y suplicarte.
―Bueno, Dios sabe que no estás mucho de rodillas, pero no se puede decir que
no me hayas apoyado.
Maggie Klein se estremeció.
―Está bien, Fiona y Todd. Es suficiente.
No perdí ni un segundo.
―¿Ah, sí? ¿Y qué hay acerca de Bobo? Seis semanas pasé trabajando con él. Seis
semanas.‖ ¡Y‖ tú…tú lo usaste para lavar tu culo! ―Enterré mi rostro en mis
manos y fingí llorar.
―¡Fiona! ¡Todd! ―ladró Maggie Klein.
150
Todd levantó las manos en el aire.
―¡Una vez! Una vez que cometí un error, y nunca me dejas olvidarlo.
Me di vuelta para enfrentarme a Todd, pero él tenía una mirada hilarante de
hostilidad exagerada en su cara. Era demasiado. Una carcajada gorgoteaba en
mi garganta. Apreté los labios para reprimirla, pero se me subió rápidamente a
través de mi nariz e hice un resoplido retrasado. Eso puso a Todd al borde y se
disolvió. Ambos sufrimos una crisis de risa incontrolable.
A Maggie Klein no le hizo gracia. Empujó sus estiradas mangas y se cruzó de
brazos.
—Muy divertido. —Seguimos riendo. Ella se acomodó en su silla—. Ustedes
deben audicionar para la obra de la escuela. —Nos reímos un poco más—. Está
bien. Esto es suficiente. —Finalmente nos calmamos. Maggie Klein pellizcó el
puente de su nariz y suspiró profundamente.
Justo en ese momento, escuchamos a mamá de nuevo en un megáfono de fuera.
Al parecer, esta protesta iba a ser una cosa cotidiana.
Mamá gritó: ―¡Hey, oír! ¡Hey, oír!‖ ―Seguido por el resto de los padres—.
¡Educación para el matrimonio se debe ir!
Maggie Klein voló a la ventana, abrió las persianas, y gruñó. Literalmente
gruñó como un perro rabioso. Nunca había visto a un adulto hacer eso antes.

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Sólo a un niño malcriado, de mal humor, una vez. Sus manos temblaban. Luego
lo hizo su voz.
―Nue… nue… nuestro tiempo se terminó por hoy. ―Cruzó su oficina en dos
pasos y abrió la puerta―. Cumplan con su presupuesto. Escriban en sus diarios.
Adiós.
Apenas habíamos pasado a través de la puerta cuando la cerró de un golpe.
―Es tu madre afuera, ¿no? ―dijo Todd―. La reconocí por la foto en el
periódico.
―Sí ―dije, preparándome para la descarga inminente de insultos. Pero no llegó
ninguno.
―Genial. Por lo tanto, ¿te decidiste acerca del equipo y los distritos?
No podía creer que uno, no me había dado ninguna mierda sobre mi madre, y
dos, estaba a punto de perder mi oportunidad de escapar de una vergüenza
pública de tamaño global.
―Está bien. Lo haré ―dije―. Infiernos, ya tengo los lentes de contacto de todos
modos.
―Siempre y cuando tus motivos estén claros ―dijo―, nos vemos en la práctica,
Princesa.
―No, si yo lo huelo en primer lugar, Señor10.
151

10
En español original.
Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
25
Traducido por Simoriah
Corregido por Lola_20

D
espués de la escuela, los megáfonos finalmente se apagaron. Estaba
yendo a la práctica, disfrutando del silencio cavernoso, cuando oí mi
nombre desde el lado opuesto del corredor. Johnny Mercer caminaba
hacia mí. Sentí un pequeño, tibio revuelo dentro de mí, supongo que por lo que
Mar había dicho en el centro comercial. Quiero decir, no todos los días que te
encuentras‖ con‖ alguien‖ que‖ quiere‖ “quiere golpearte, y fuerte”,‖ aun‖ cuando‖
estaba bastante segura de que eso no era verdad en el caso de Johnny.
Especialmente después de haberlo rechazado en la hoguera.
El sonido de sus botas negras hacía eco en el corredor con cada paso y se hacía
152
más y más fuerte cuanto más se acercaba. Mientras caminaba a grandes pasos,
me miraba con sus hundidos ojos color avellana. Sus mejillas brillaban con por
paso que llevaba, y mostraba el más ligero trazo de áspero y nuevo vello facial.
―Hola,‖Johnny‖―dije―.‖¿Cómo‖te‖va?
En un movimiento limpio, él sacó su mochila del hombro y la dejó en el suelo.
La abrió y sacó mi conjunto de iPod y bocinas. Se enderezó y llevó hacia atrás el
mechón de cabello desordenado que había caído sobre su ojo. Me entregó el
equipo.
―Ten.‖Conseguí‖estos‖para‖ti.‖―Levantó‖su‖ mochila,‖la‖cerró,‖y‖la‖colgó‖de‖su‖
hombro.‖Elevó‖su‖mentón‖hacia‖mí―.‖Bueno,‖nos‖vemos.
―¡Espera!‖ ―dije.‖ Toqué‖ el‖ brazo de su chaqueta de cuero negro. Me puse en
puntas‖ de‖ pie‖ por‖ un‖ segundo‖ para‖ mirar‖ su‖ rostro―.‖ Johnny.‖ Espera.‖ Oye,‖
gracias por esto. Y lamento haber sido una perra tan grande en la hoguera.
Estaba de muy mal humor.
Él deslizó sus dedos a través de su cabello color miel y esa misma parte volvió a
caer sobre su ojo.
―No‖hay‖problema.‖Nos‖vemos.
―Johnny...

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

―Tengo‖que‖irme,‖Fiona.‖Adiós.‖―Se‖alejó‖a‖grandes‖pasos‖por‖el‖corredor.‖Lo‖
miré todo el camino hasta que dobló la esquina. El pequeño y tibio revoloteo
dentro de mí se congeló hasta convertirse en un frío dolor. Una cosa era segura:
Johnny Mercer definitivamente no quería golpearme. Maldición, ni siquiera
quería charlar conmigo. Mar debe haber estado equivocada. O quizás yo había
sido tan dura en la hoguera que él no podía dejarlo atrás. De cualquier manera,
apestaba.
Pensé en Johnny todo el camino hacia el vestuario. Sobre todo, en lo que había
hecho por mí. Cuantas veces me había defendido. Cuantas veces se había
asegurado de que estuviera bien. Y sentí esta abrumadora sensación de que me
había perdido de algo. O que había perdido algo. De valor.
Y lo quería de vuelta.
Pero por ahora, estaba enfrentada a un tipo diferente de expiación. Me puse mis
lentes de contacto y me escabullí dentro del gimnasio. No quería tener que
disculparme con Amanda. Intenté esconderme detrás de las gradas, pero
Simone Dawson me vio y vino hacia mí.
―¡Fiona!‖Me‖alegra‖tanto‖que‖hayas‖vuelto.‖―Me‖dio‖un‖abrazo,‖pero‖me‖quedé‖
de pie allí como una tonta porque no lo había estado esperando. Cuando
finalmente me di cuenta de lo que ella estaba haciendo fui a abrazarla pero ya
153
se había alejado. Así que terminé en una de esas maniobras incómodas mitad
abrazo, mitad palmada en la espalda... la marca registrada de los sociópatas y
fóbicos de los gérmenes.
―Gracias,‖Simone‖―dije.
―¡Oh!‖¡Ya‖no‖tienes‖tus‖gafas!‖¿Conseguiste‖lentes‖de‖contacto?‖¡Lucen‖geniales!‖
¿Son tintados?
―Uh,‖sí,‖sí,‖gracias,‖y‖no,‖son‖claros.
―¿Ese‖es‖tu‖color‖de‖ojos‖natural?‖¡Oh,‖son‖de‖un‖marrón‖tan‖rico!
―Gracias, Simone.
―Realmente‖podrías‖hacerlos resaltar con la sombra y el rímel apropiados.
―Quiz{s‖―dije―.‖Pero‖sería‖difícil‖ver‖si‖me‖saco‖el‖ojo.
Simone soltó una risita.
―Fiona,‖eres‖tan divertida.
―Luzco‖divertida‖―dije.
Simone rió un poco más.
―Oh,‖ no‖ lo‖ haces.‖ ―Ella‖ tomó‖ mi‖ mano‖ con‖ las‖ suyas‖ y‖ caminó‖ hacia‖ atr{s‖
mientras‖ me‖ arrastraba‖ hacia‖ adelante―.‖ Vamos...‖ todos‖ est{n‖ felices‖ de‖ que‖
estés de vuelta.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Sí, claro. Estaba tan segura de que Amanda daría un espontáneo salto hacia
atrás ante mi retorno. Pero cuando llegué al grupo, ella no gritó ni maldijo ni se
fue ni nada. De hecho acusó recibo de mi existencia en una forma no hostil.
Aclaré la garganta en una manera exagerada y dije: ―Escuchen,‖ quiero‖
disculparme públicamente con Amanda, y con todos, por mi ataque en el
encuentro. Había dejado temporalmente el Planeta Salud Mental, y algún clon
imbécil‖de‖Fiona‖estaba‖en‖mi‖lugar‖siendo‖una‖completa‖idiota.‖―Miré‖a‖Todd.‖
Él cruzó sus brazos y ni siquiera esbozó la más pequeña sonrisa. Suspiré y
dije―: De acuerdo, no era un clon. Era yo. Yo fui la idiota. Dije algunas cosas
desagradables y lo lamento. Y lamento haber arruinado todo también en Atrapa
la Fiebre. Espero que nadie haya salido lastimado. Físicamente. O de otra
manera. Y... eso es todo.
Todos miraron a Amanda para ver su reacción. Se quedó allí parada por un
segundo y luego asintió una vez hacía mí. Aplaudió y dijo: ―De‖ acuerdo,‖
comencemos con Orgullo Águila.
Y luego el equipo se puso en formación para la práctica. Encontré mi lugar en el
suelo y nos pusimos a trabajar.
Tanto como odié admitirlo, Amanda había tenido razón acerca de conseguir
lentes de contacto. No sólo no se caían de mi rostro como lo hacían los anteojos,
154
sino que de hecho podía ver mejor. Así que hice la mayor parte de mis ejercicios
y mi rutina sin causar mucho daño corporal. Está bien, accidentalmente le di un
codazo a Tessa Hathaway en un pecho, golpeé a Takisha King con la cabeza, y
pisé los dedos de Simone. Pero eso fue todo en una rutina. Más allá de eso,
mayormente sólo me caí en mi propio trasero.
En un momento, estaban intentando enseñarme este salto llamado el Ruso, o
tocarse la punta de los dedos, donde un humano comenzando de pie,
teóricamente se supone que debe saltar en el aire, abrir sus piernas, mostrar su
entrepierna al mundo, estirarse hasta tocar los dedos de sus pies en el aire (con
sus piernas todavía abiertas, hay que tener en cuenta) y luego caer de nuevo a
tierra, ostensiblemente en sus pies. Esa última parte era donde estaba teniendo
problemas.
Podía saltar y abrirlas, bien. Pero para el momento en que estaba en un lugar
cercano a mis dedos, mi trasero ya estaba en la colchoneta.
No estaba teniendo la suficiente elevación vertical, decían. Lo que fuera que eso
significara. Sonaba demasiado como aerofísica para ser charla de porristas.
―Necesitas‖ apretar‖ tus‖ músculos‖ abdominales,‖ ponerte‖ en‖ cuclillas,‖ y‖ saltar‖
desde‖ aquí‖ ―dijo‖ Takisha,‖ dando‖ una‖ palmada‖ a‖ mi‖ muslo―.‖ No‖ tu‖ pecho.‖
Aquí. Tus tendones y cuádriceps.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Tendones y cuádriceps eran dos grupos de músculos que se habían vuelto


dolorosamente familiares desde que comenzara con las porristas. También los
laterales, deltoides, bíceps, tríceps, abdominales, glúteos y cualquier músculo
malvado que fuera responsable de calambres de espinilla. Creo que se llaman
“Belcebubícpes”11.
―¡Estoy‖saltando!‖¡Estoy‖saltando!‖―insistí.‖Demostrando‖el‖hecho,‖me‖puse‖en‖
cuclillas como si estuviera a punto de orinar en un baño público, apreté cada
músculo de mi torso (y desgraciadamente, también de mi rostro) salté en el aire,
abrí mis piernas, di una palmada salvaje a mis espinillas, y luego caí arrugada
en el suelo en un montón torcido.
―Creo‖que‖eso‖estuvo‖mejor,‖de‖hecho‖―ofreció‖Simone‖Dawson‖dócilmente.
―Mira‖ ―dijo‖ Todd‖ mientras‖ caminaba‖ a‖ grandes‖ pasos‖ hacia‖ nosotras―.‖
Necesitas alguien que te sirva de referencia para que puedas sentir el salto.
―Me‖ofreció‖una‖mano‖para‖levantarme―.‖No‖est{s‖entendiendo‖el‖ritmo.
Lo dejé tirar de mí hasta ponerme de pie, pero le di una mirada desagradable.
―¿Ritmo?‖―Resoplé‖con‖dificultad―.‖No‖sólo tengo que desafiar la gravedad,
¿sino que además tengo que tener ritmo mientras lo hago?
―El‖salto‖tiene‖un‖ritmo‖―dijo―.‖Arriba‖y‖afuera‖y‖abajo.‖Uno‖y‖dos y tres. Tú
lo estás haciendo arriba y afuera y adentro y abajo. Toma demasiado tiempo y
155
te golpeas‖en‖el‖piso.‖Aquí.‖―Me‖hizo‖girar‖y‖puso‖sus‖manos‖en‖mi‖cintura―.‖
Déjame‖servirte‖de‖referencia‖y‖lo‖sentir{s.‖Ahora‖ponte‖en‖cuclillas‖―dijo,‖y‖lo‖
hice―.‖ Y‖ salta. ―Me‖ lancé‖ hacia‖ arriba‖ de‖ nuevo,‖ pero‖ esta‖ vez‖ sentí‖ a‖ Todd‖
levantándome y sosteniéndome en lo alto un milisegundo más de lo que yo
podía.‖ Toqué‖ mis‖ dedos‖ mientras‖ él‖ coreaba―.‖ Dos.‖ ―Se‖ detiene—. Y tres —
Todd me había guiado a mis pies—.‖¿Lo‖sentiste?‖―preguntó.
―Creo‖ que‖ sí‖ ―dije,‖ de‖ hecho‖ un‖ poco‖ mareada―.‖ Antes,‖ estaba‖
imaginándome yendo hacia arriba, abriéndome, cerrando, y bajando. Pero esta
vez fue como: arriba, aplasta,‖abajo.‖―Cuando‖dije‖“aplasta”,‖me‖encorvé‖y‖lancé‖
mis manos hacia afuera como si fuera un árbitro marcando una falta. O quizás
lucía como un pterodáctilo delgado, porque todos rieron. Pero no me
importó―.‖Déjame‖intentarlo.
Me‖ puse‖ en‖ cuclillas,‖ salté,‖ grité‖ “aplasta”‖ mientras‖ tocaba‖ mis‖ dedos,‖ y‖ luego‖
bajé, no en mis pies exactamente, pero en un tipo torpe de posición en cuclillas.
Aun así, era una mejora de caer sobre mi trasero.
―¡Muy‖bien,‖Princesa!‖―exclamó‖Todd.

11 Belcebubícpes: Una‖mezcla‖entre‖“Belcebú”‖(un‖demonio)‖y‖“bíceps”.
Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

El equipo chilló y estalló en un aplauso. Por mí, en parte, pero también porque
ahora había una chance de que pudiéramos hacer Espíritu Máximo, una rutina
que exhibía las habilidades gimnásticas de las chicas. El problema era que había
un Ruso en el medio de la rutina que todos tenían que hacer simultáneamente.
Era una de las mejores rutinas del equipo, y no teníamos una oportunidad sin
ella.
―Ahora‖lo‖har{s‖―gorjeó‖Simone‖Dawson.
Amanda no burbujeaba exactamente con optimismo, pero sí dijo: ―Mejor.‖
Sigue trabajando. Tienes una semana y media para hacerlo perfecto.‖ ―Ella‖
anunció‖al‖grupo―: Terminamos.
Y‖juntos‖coreamos‖“¡Vamos‖Águilas!”‖y‖aplaudimos‖una‖vez...‖el‖acostumbrado‖
ritual de final de práctica. Nos separamos, yendo hacia la tarde menguante.
Tomé mi botella de agua y vertí un trago victorioso en mi boca. Salté en mi
bicicleta y pedaleé tan rápido como pude; quería intentar el Ruso de nuevo en
mi cuarto. Reconocía totalmente que era una completa tonta, pero no me
importaba. Porque ahora era una completa tonta que podía desafiar la
gravedad. Y eso tenía que contar para algo.
Cuando llegué a casa, Mamá me entregó siete mensajes de Marcie. (Mi celular
había estado apagado durante la práctica).
156
―Sonaba‖desesperada‖―dijo‖mam{.
Tomé las notas y el teléfono, corrí a mi cuarto, y marqué.
―¿Mar?‖―pregunté‖cuando‖oí‖un‖“hola”‖ahogado.
―Oh,‖Fee.‖Él‖rompió‖conmigo.‖―Podía‖oírla‖llorar.
―Voy‖para‖all{‖―dije.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
26
Traducido por Vannia
Corregido por Curitiba

D
oce minutos después, estábamos sentadas con las piernas cruzadas
sobre la cama con dosel de Marcie. Una tarde de llanto había
convertido su rostro en una zona de guerra. Su máscara de pestañas
corría por sus mejillas en hilos negros. Su nariz generalmente delicada estaba
congestionada y goteando. Manchas rojas cubrían su piel como un camuflaje
carmesí. Abrazó una de sus almohadas blancas de encaje estrechamente contra
sí.
―¿Qué pasó? ―pregunté.
―Bueno, básicamente, no soy lo suficientemente bonita para él ―dijo 157
abruptamente.
―¿Él dijo eso?
Se limpió la nariz con su manga. ―No, lo que dijo fue que me había convertido
en alguien demasiado plástica. Demasiado cabello, uñas, maquillaje y esa
mierda. Dijo que él siempre se había imaginado a sí mismo con una…‖ ―Su
respiración se estremeció cuando trató de contenerlo—. Una belleza natural.
―Marcie rompió en llanto. Envolví mis brazos a su alrededor. Ése hijoputa,
pensé. Luego lo dije en voz alta.
―Marcie, tú eres toda una belleza natural ―dije―. Siempre lo has sido y
siempre lo serás. Gabe es un culo de caballo ciego si no lo puede ve. Y ¿sabes
qué? ¿Incluso si pudiera verlo? Él es una mierda por pensar que el físico es todo
lo que importa. Lo sabes. ―La abracé y acaricié su cabello exactamente como
había hecho el Sr. Pickler con Sam.
―Lo sé ―sollozó―. De todas formas, creo que la verdadera razón de que
rompiera conmigo es porque no me acosté con él.
―Bueno, ¿quién lo haría? ―dije, contando todas las veces que había fantaseado
con ello―. Asqueroso ―añadí para mayor credibilidad.
―Últimamente, parecía que era todo lo que quería ―dijo Mar―. Nunca dejaba
de hablar de ello.
―Él no te forzó a nada, ¿verdad?
Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

―No.
―Bien ―dije.
―Bueno, no del todo.
La aparté de mí para verla a los ojos. ―¿No del todo? ¿Qué diablos
significa eso?
Ella jugueteó con el listón lila del borde de la almohada. ―Oh, nada terrible.
Bueno, nada demasiado terrible. Sólo‖ se‖ puso‖ un‖ poco…‖ agresivo‖ algunas‖
veces. Pero nada ilegal ni nada.
―No se tiene que hacer algo ilegal para estar mal, Mar. No lo defiendas.
―Ya lo sé. No lo defiendo. Simplemente es difícil determinar exactamente lo
que hizo. Simplemente consiguió ser insistente a veces. Y se enojaba cuando no
hacía lo que él quería. Pero luego, después, me decía que me amaba, lo que
ahora sé que es una completa mierda, pero cuando lo decía, todo era perfecto
otra vez. Realmente pensé que me amaba, Fee. Y que yo lo amaba.
No podía creer que él hubiera roto su corazón de esa manera. Todd tenía razón.
Gabe Webber estaba muerto. Calcinado. Iba a arder. Me gustaría verlo.
Ella se dobló sobre la almohada y gimió: ―¿Cuándo va a dejar de doler?
―Todo va a estar bien ―dije. Froté su espalda―. Olvídate de él. ¿Sabes qué?
Simplemente pretende que nada de esto pasó.
158
Se irguió y alegó: ―¿Cómo podré hacerlo?
Ella quería una respuesta. Estaba sentada ahí sobre su prístina colcha blanca
con volantes esperando a que yo le diera la solución que sanaría su corazón y
restauraría su dignidad. Porque eso sería genial justo ahora, Fiona. Olvidarlo
sería genial. Y tú le has hecho creer que es posible. Así que, ¿cómo?
Pensé en Nana sobreviviendo a cuarenta años de dolor por el tío Tommy. Pensé
en la Directora Miller luchando por un discurso sobre el matrimonio, mientras
que el suyo se había derrumbado. Pensé en el lento deterioro de Maggie Klein
en un trabajo que una vez la había hecho sentir completa. Y fue entonces
cuando supe la respuesta.
―No puedes ―susurré―. No puedes olvidar las cosas malas, y no puedes
pretender que nunca pasaron.
Marcie cerró sus ojos y los apretó, al igual que sus labios. ―Pero quiero hacerlo
―chilló.
Puse mi dedo índice alrededor de un mechón de su cabello y lo quité de su
frente. ―No. Tienes que adueñarte de ello. Tienes que hacerlo tuyo, Mar.
Porque una vez que sea parte de ti, entonces podrás construir sobre ello. Se
convertirá en una parte de la base de lo que eres. Y de en quién te convertirás.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Abrió los ojos y asintió ligeramente. ―No es exactamente una solución a corto
plazo ―dijo.
―Me gustaría tener una para ti. ―Realmente me gustaría. Lo que me dio una
idea―. Pero apuesto a que puedo animarte un poco.
Hizo una mueca y sacudió la cabeza. ―Ja. Dudoso.
―Bueno, mira esto. ―Salí de la cama y me quedé en medio de la habitación
delante de ella. Puse mis manos en mis caderas y grité—: ¿LISTA? BIEN.
―Palmadas en mis muslos―. TENEMOS EL ESPÍRITU, SÍ. TENEMOS EL
ESPÍRITU EN ALTO. DEBERÍAS VERTE A TI MISMA, PORQUE CUANDO
ANIMAMOS VAS A ESCUCHARLO. NO UN POCO —un paso y giro—, NO
MUCHO. —Me estiro y salto—. ES —sentadilla—, ESPÍRITU EN ALTO.
―Sentadilla y patada―. Y LO SABES —saltitos-y-movimiento-de-brazos,
saltitos-y-movimiento-de-brazos―, ¡ES CANDENTE! —Lamo-dedo-pulgar-y-
lo-coloco-en-el-trasero—. TSSSSSS.
―Oh. Por. Dios. ―Marcie se cubrió el rostro y rodó hacia atrás, riendo―.‖
¡Ohpordiosohpordiosopordios! ―Se sentó de pronto―. ¡Fee! Realmente eres
buena.
―Obviamente estás delirando por haber llorado.
―No, definitivamente no eres mala. Aunque admito que la visión de ti
159
animando fue una de las cosas más raras que he visto en mi vida.
―Tengo que trabajar en los saltos ―dije.
―Como sea. Me encantó. ―Me dio una sonrisa radiante―. Gracias, Fee.
―Sí, bueno. Sólo tú tienes el espectáculo privado, Mar.
Llamé a mis padres para decirles que me iba a quedar para cenar. Después de
cenar, llamé para preguntarles si me podía quedar a pasar la noche. Dijeron que
sí, así que Mar y yo nos contamos la una a la otra los detalles que nos habíamos
perdido‖durante‖nuestra‖“discordia‖temporal”‖como‖le‖decíamos.
Le hablé sobre Samantha Pickler. Ella re-enumeró todos las puntos más buenos
de Johnny Mercer. Le hablé del tío Tommy y le mostré el anillo de Nana que
había estado usando. Me dijo todo lo que pasó entre Gabe y ella. Escuché, a
pesar‖de‖que‖se‖trataba‖de…‖Gabe.
Casi‖ se‖ sentía‖ como‖ si‖ la‖ “discordia‖ temporal”‖ nunca‖ hubiera‖ pasado. Pero
ambas sabíamos que sí.
Sólo que ahora, nos adueñamos de ella.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
27
Traducción SOS por Vannia
Corregido por Curitiba

ntonces, había arreglado las cosas con Mar. Había arreglado las

E
cosas con el Sr. Mierda Floja. Incluso había forjado una vacilante
tregua con Amanda. La única persona a la que todavía tenía que
hacerle frente era Johnny Mercer. Oh sí, también tenía que matar a
Gabe Weber, pero había bastante tiempo para eso. Primero, tenía
que hacer que Johnny ya no me odiara. Traté de hablarle en calc, pero él
siempre llegaba justo antes de la campanada y desaparecía justo después.
El viernes se me escapó de nuevo, y no podía soportar que eso colgara sobre mí
todo el fin de semana, así que decidí que simplemente le llamaría. Conseguí su
160
número gracias a Mar, y después de la escuela, me metí a mi habitación, tomé
una profunda respiración a la Maggie Klein, y marqué.
Una mujer contestó: ―¿Hola?
―Sí, hola. ¿Podría por favor hablar con Johnny? ―Me enorgullecen mis
modales en el teléfono.
―¿Puedo preguntar quién llama, por favor?
―Fiona Sheehan ―dije.
Pude decir que ella puso su mano sobre la boquilla del teléfono para gritarle a
Johnny. Luego pude escuchar algunas conversaciones. Y después más
conversaciones amortiguadas. Y más. Entonces finalmente escuché la voz
profunda y achocolatada de Johnny al teléfono. ―Hola, Fiona.
Repentinamente quise incluso mayor privacidad, así que me metí en mi
armario, cerré la puerta, y me puse en cuclillas en el lugar oscuro sobre una pila
de ropa sucia. ―Hola Johnny. Uhm, ¿todo está bien? ―pregunté, refiriéndome
a toda esa charla amortiguada, lo que probablemente no debí haber hecho, pero
como sea―. No te metí en problemas por llamar, ¿cierto?
―Nah ―dijo―. ¿Qué pasó?
Otra profunda respiración. Me imaginé que podría estar bien si sacaba todo al
mismo tiempo ya que tenía la oportunidad. ―De acuerdo, no te enfades con

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Mar y no te enfades conmigo, pero me contó toda esa mierda que la Directora
Miller te causó por la broma, y quería decir que lo siento y te lo agradezco, y
espero que no me odies por ello, ni por lo de la fogata, ni porque arrugué tu
nota, lo cual hice porque pensé que estabas diciendo que soy una snob
insensible y que no te gustaba, y espero que me dejes recompensarte dándote
mi iPod y las bocinas, o por lo menos déjame pagar por tu seminario o algo,
porque realmente no soporto que estés enojado conmigo, sé que lo estas, y me
lo merezco totalmente, pero desearía que no fuera así, así que por favor dime
que me perdonarás.
Silencio.
―¿Es todo? ―dijo Johnny.
―Creo que sí.
Silencio.
Dije: ―¿Estás enfadado?
―Nah.
―Realmente lo siento.
―Yo también ―dijo.
―¿Por qué?
―Por evitarte.
161
―No te culpo ―dije.
Silencio.
―¿Entonces estamos bien? ―pregunté.
―Sí ―dijo―. ¿Amigos?
―Uhm…‖sí.‖Amigos.
―Te veo el lunes ―dijo.
―De acuerdo. Bye.
―¿Oye Fiona?
―¿Sí?
―Gracias por llamar.
―Gracias por escuchar.
―Okey. Adiós.
―Adiós.
Clic.
Silencio.
Me senté ahí en la oscuridad.
Amigos. Él estaba bien con ser amigos. Escuchar eso debería haberme hecho
sentir feliz, ¿cierto? Debería haberme hecho sentir fabulosa con el hecho de que

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Johnny Mercer quisiera ser mi amigo. Así que ¿por qué me sentía como alguien
que acababa de ser golpeado en el estómago?

Sábado, 07 de diciembre
Me he disculpado más veces la semana pasada que un político con una pipa de
crack y adicción al sexo. Todo era demasiado duro antes de que lo hiciera. Y
hacerlo no fue nada malditamente fácil. Pero haberlo hecho se siente muy bien.
Estoy‖pensando‖en‖Mar,‖y‖me‖pregunto…‖¿cómo‖puedes‖saber‖si‖es‖verdadero‖
amor? No puedes guiarte de lo que pasa en televisión, porque todo mundo sabe
que eso es una mierda. Pero incluso una mentira se basa en alguna verdad,
¿cierto?
Así que ¿realmente hay un verdadero amor para todos? ¿Y cómo sabes cuándo
lo has encontrado? ¿Te hace sentir todo feliz cuando lo estás? ¿Y totalmente
destruido cuando no lo estás? Si las emociones del verdadero amor realmente
fueran tan intensas, entonces ¿no sería fácil de identificar el verdadero amor?
Nunca sería una cuestión de si se trataba del verdadero asunto.
Pero no es fácil de identificar. Y me pregunto si el verdadero amor es más sutil.
Si se cuela y simplemente se queda junto a ti, y tú no te das cuenta de que es
amor verdadero hasta que te das la vuelta y miras eso que ha estado justo ahí
162
contigo todo el tiempo, y te das cuenta de que no quieres estar sin ello.
¿Eso suena totalmente como a pastel de frutas?
No responder a eso.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
28
Traducido por Xhessii
Corregido por Natyº

P
asé todo el fin de semana practicando las porras y mi ruso. El lunes en
la escuela, mamá y su grupo activista, Padres que se Oponen a la
Educación Matrimonial Obligatoria, POEMO, como se habían apodado
a sí mismos, se alinearon para manifestar de nuevo. (Pensé que era irónico que
su acrónimo fuera la palabra‖ francesa‖ para‖ “manzana”,‖ un‖ símbolo‖ de‖ la‖
educación,12 pero sólo los nerds como yo se daban cuenta de esas cosas). La
consigna‖de‖POEMO‖para‖esta‖semana‖era:‖“La‖clase‖de‖Educación‖Matrimonial‖
¡no‖puede‖decidir‖qué‖chicos‖la‖pasar{n!”‖Sólo‖esta‖semana,‖han usado más de
cuatro consignas, así que las palabras eran inconfundibles y francamente un
163
modo de distracción.
Pero pasé el día y me encaminé al gimnasio a practicar. Me deslicé a la
habitación de los casilleros para cambiarme para el sudor. Luego caminé a la
ligera hacia el gimnasio. Sólo ahí ―cuando‖ vi‖ a‖ la‖ Sra.‖ O’Toole‖ parada,‖
hablando y apuntando, y cuando vi las miradas frenéticas en los rostros de las
porristas— me di cuenta.
La competencia entre distritos era la próxima semana.
Teníamos unas escasas tardes para pulir nuestra rutina de competición y
ponerla en forma. Pero enfrentémonos: no era la rutina lo que tenía que ponerse
en forma; era yo. Era el eslabón débil por el cual la fuerza de la cadena podría
ser medida. Lo sabía. El resto del equipo lo sabía.
Así que entonces hice un propósito: no importaba cuanto necesitaba estudiar
para los finales de la próxima semana, no importaba cuanto quería terminar
Orgullo y Prejuicio, no importaba quien me sacara de mis casillas y me debiera
una‖disculpa…‖por esta semana, yo era UNA porrista.
Bien, está un poco por arriba. Pero es divertido pretender ser una mártir-
heroína. Tanto como odiaba admitirlo, aunque, no había ningún noble

12
POEMO: En inglés es Parents Opposing Mandatory Marriage Education, y su acrónimo es
POMME, por lo que tiene sentido.
Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

sentimiento de obligación que me motivara; era el prospecto de una


humillación pública en un nivel épico. Te diré, que muy épico.
―Vamos, Princesa ―llamó Todd―. Vas tarde.
¿Lo estaba? Revisé mi reloj. Debí haber perdido unos cuantos minutos muy
largos en la habitación de los casilleros.
―Lo siento ―grité y corrí al grupo.
―Empecemos. Alinéense para Atrapa la Fiebre ―ordenó Amanda. Chistoso.
Debía contarle a Mar esa. Comandante Amanda. Amanda Demanda. Amanda
la‖Pan…
―¡Fiona! ―ella gritó.
Ups. Bien. Enfócate. Brinca a la línea.
Luego me tiré a ella, completamente. Reté a todos a resistirse a Atrapar la Fiebre
de los Águilas. Porque como los Águilas eran tan sexys, la fiebre no podía
detenerse. Así que si no atrapabas la fiebre, era mejor que te cayeras.
Así que apreté las palabras en mi diafragma como me habían enseñado. Sonreí
como una loca. Rompí mis marcas, no tiré a Simone, y terminé prosperando.
¡Ta-rán!
Así que imagina mi sorpresa cuando‖ la‖ Señora‖ O’Toole‖ gritó:‖ ―¡Eso apesta!
¡Señorita Sheehan, necesita apegarse al programa!
164
―¿Qué? ―lloriqueé. Pensé que le había dado al clavo.
―Ella tiene razón ―dijo Todd―. Volaban pedazos. Estás camino abajo, Fiona.
Todd debía estar bromeando. Pero otra vez, había usado mi nombre.
Él dijo: ―Tus piernas estaban torcidas. Tus muñecas estaban flojas. Estuviste
lenta en el salto y en el aplauso de nuevo.
―Hice mi mejor esfuerzo ―bramé. El silencio sepulcral que siguió me dijo la
obvia realidad: mi mejor esfuerzo no estaba ni cerca a lo suficientemente bueno
para este equipo.
―Lo sabemos ―murmuró Simone Dawson.
Ouch.
Amanda suspiró.
―Bien, mira. ―Ella miraba al techo como si estuviera esperando encontrar
inspiración divina entre las pancartas de básquetbol―. Fiona, ven a la
habitación de los casilleros. Trabajaremos en frente de los espejos. Ustedes
chicos, continúen.
Cuando estaba en tercer grado, este niño había sido sacado de la clase de
matemáticas porque no podía comprender las fracciones. La maestra lo había
sentado afuera, en el pasillo para que pudiera trabajar en cosas alternativas. En

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A Match Made in Highschool Kristin Walker

el momento, pensé que tenía suerte porque lo estaban sacando de clases. Ahora
me daba cuenta de lo vergonzoso que debió haber sido.
Seguí a Amada a la habitación de los casilleros como un perrito travieso. Ella se
paró en frente de mí en un espejo de cuerpo completo y me dijo que hiciera la
porra. Lo hice. Y Todd tenía razón.
Volaban pedazos.
―No tengo un espejo grande en casa ―murmuré.
Como si fuera una excusa. Si contaba la verdad, nunca madrugaba por usar un
espejo. Qué idiota.
―Inténtalo de nuevo ―dijo Amanda―. Me pararé en frente de ti y haremos las
movidas en cámara lenta. Trata de hacerlo exactamente igual que yo.
Hicimos Atrapa la Fiebre a la velocidad uno sobre ochenta.
―Siente realmente la posición ―dijo Amanda una y otra vez―. Convierte tus
músculos en concreto. ―Lo que fuera en el infierno que eso significara.
Ella explicó que mis músculos recordarían donde deberían ir. Alguna clase de
memoria sensorial. Estaba dudosa, pero me fortalecí tanto como pude.
Después de Atrapa la Fiebre, hicimos Steam. Luego el que seguía.
Para el momento en que habíamos hecho cada porra al menos unas mil veces, la
práctica había terminado. Una vez más, todo lo que Amanda dijo fue: ―Mucho
165
mejor.
Me enorgullecí en agradecimiento, así que dije: ―Gracias.
Me refería a dar gracias por el ―aunque fuera pequeño― cumplido.
Amanda debió haber pensado que le daba las gracias por la ayuda personal.
Porque dijo: ―No hay problema. ―Y luego agregó―. Así es como yo también
aprendí. Tenía el mismo problema que tú. ―Ella ni siquiera me proyectó una
sonrisa atrasada mientras se iba al gimnasio a buscar a Todd.
Me sentí de manera extraña, casi-honrada. Amanda Lowell me había pasado
secretos de la hermandad de las porristas a mí. Y había tirado un pequeño
secreto sobre ella en la mezcla. Además, había notado, que ni siquiera me había
insultado una sola vez. De seguro me había trasladado al universo paralelo.
Agarré mis cosas y me encaminé a la puerta para irme a casa.
Pedaleé a casa a través del frío, en el atardecer pensando que si era suertuda, mi
universo paralelo sería uno de los decentes.
Pero me refería a, en serio, ¿a quién quería engañar?

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A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
29
Traducido por Lalaemk
Corregido por Natyº

C
uando Todd y yo fuimos a la oficina de Maggie Klein la mañana
siguiente para el asesoramiento, nos detuvimos en la puerta. Su oficina
se parecía a una escena de un crimen violento. Basura esparcida por el
suelo. Una de las luces fluorescentes se había quemado. Cartas de campaña de
mi‖ madre‖ estaban‖ apiladas‖ en‖ las‖ superficies.‖ Y‖ Maggie‖ Klein‖ parecía…‖ así,‖
para‖ser‖ honestos…‖olorosa.‖Entramos‖con precaución y nos sentamos. Ella no
dijo,‖ “Bienvenidos”.‖ Ni‖ siquiera‖ dijo‖ nuestros‖ nombres.‖ Todo‖ lo que dijo fue:
―Es acerca del último presupuesto que entregaron.
Le lanzó una mirada de reojo a Todd. Él había completado el presupuesto por 166
su cuenta, y nunca se me había ocurrido preguntar lo que había hecho. Maggie
Klein levantó tres hojas de papel de su regazo como si cada una pesara cinco
kilos.
―Vamos a ver si lo entiendo. En septiembre, su presupuesto les había
permitido ahorrar veinte dólares. ―Ella golpeó una hoja hacia abajo—. En
octubre, ganó por encima de sus costos, así que compraron un televisor de lujo,
y ahorraron $807.50 para llevar noviembre… ―Azotó la segunda hoja hacia
abajo. Sostuvo la tercera—. Que es el presupuesto que tengo aquí. ¿Estoy en lo
correcto?
Yo dije: —Sí. ―Viendo otra vez a Todd para alguna indicación de lo que estaba
sucediendo. Él se mantuvo duro como una roca con sus labios presionados para
impedirse sonreír.
Oh, mierda. ¿Qué había hecho?
―Ahora, en el mes de Noviembre, ganaron. —Ella pegó el papel a su cara―,
cero dólares del dinero del mundo real. ―Nos miró por encima del papel―.
Pero‖en‖lugar‖de‖disminuir‖sus‖gastos‖para‖alcanzar‖los‖ochocientos…‖y‖lo‖que‖
tengan de dólares de sus ahorros, ustedes lo han gastado en su totalidad. ―Ella
miró el papel otra vez―. Un viaje todo incluido de cinco días en Jamaica.
―Maggie Klein soltó el brazo como si fuera de piedra―. Y luego se declaran en
bancarrota.
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Todd enterró su boca en su mano y trató sin éxito de no reírse.


―¿Cómo explican eso? ―preguntó.
No me moví. Todd iba a tener que llenar esto por su cuenta.
Se acercó y tomó mi mano.
―Mi esposa y yo nunca tuvimos una luna de miel ―dijo―. Toda esa plática
acerca de playas de arena blanca y las islas tropicales nos puso en humor para
una, así que finalmente fuimos. Pero para el tiempo en que volvimos, no
teníamos suficiente dinero para pagar las cuentas. Así que decidimos que la
mejor cosa para nosotros sería declararnos en bancarrota y empezar de nuevo.
―Todd presionó mi mano y me miró amorosamente.
―Libre de deuda. ―Maggie Klein apretó la mandíbula. Y luego sus ojos. Llevó
sus palmas hacia sus cuencas con ambas manos. Fuera, suenan los megáfonos
de ¡La Clase de Educación de Matrimonio no puedo decidir que chicos pasarán!
Deslizándose a través de las paredes de bloques de concreto. Maggie Klein
raspando con sus uñas hacia arriba y hacia abajo sobre su cabellera, y luego
llevando las manos hacia su cara, tirando de su piel a lo largo.
―¿Por qué? ―demandó. No era una pregunta; era una acusación―. ¿Ustedes
creen que esto es divertido para mí? ¿Piensan que disfruto sentarme aquí
mientras sus pequeñas mierdas convierten mi trabajo en un chiste? ―La cara de
167
Todd cayó―. Por tres meses, he tratado de darles a niños un mano a mano
sobre la zona de combate que están a punto de enfrentar en el futuro. ¿Creen
que es fácil encontrar a alguien? ¿Creen que sólo aparecerán en su puerta y los
amarán, y todo será perfecto y se convertirá en un cuento de hadas? ¡Ha! ¡Como
si eso pasara! ¡Es terrible ahí afuera! ¡Les comerán sus almas! Y aquí estoy,
tratando de ayudar para que no tengan que pasar por esto, pero todo lo que
obtengo es sarcasmo y bromas. Bueno, ¿saben qué? Al diablo con ustedes.
Dense cuenta ustedes mismos. ―Se levantó y caminó hacia la puerta―. Fuera
de aquí. Lleven su pequeña inteligencia abajo hacia la oficina de la Directora.
Déjenle lidiar con ustedes. ―Abrió la puerta y se quedó ahí―. He terminado.
Todd no se movió, y seguí su ejemplo.
―¡Fuera! ―gritó Maggie Klein.
Los dos nos levantamos y nos retiramos por la puerta. Ella cerró de golpe la
puerta detrás de nosotros, y el sonido hizo eco por el pasillo vacío.
―Bien, entonces ―dijo Todd.
―¿Ella acaba de sacarnos del matrimonio? ―pregunté.
―Parece de esa forma. Ahí va todo ese dulce dinero.
―Al diablo con el dinero. ¿También significa que no nos graduaremos?
Todd golpeó juguetonamente mi brazo.

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―Mira, Maggie Klein no puede detenernos de graduarnos. Es sólo una


consejera. Y no hicimos nada mal, de todas formas. Nos quedamos sin
presupuesto. Fuimos a consejería. Hicimos la actividad compartida. Hiciste tu
estúpido diario, ¿cierto?
Asentí.
Todd dijo: ―Entonces no puede tocarnos. ―Me agarró y tiró de la manga―.
Vamos. ―Me llevó por el pasillo hacia las oficinas de la administración.
La recepcionista, la Señora DelNero, una mujer de sesenta-algo con una pasión
por aplicar chalecos de jersey y jabón líquido de Jean Nate, picoteó en su
teclado.
Todd se inclinó sobre el mostrador y dijo: ―Hola ahí. Estamos aquí para ver a
la Directora Miller.
―¿Hay algo que necesites, cariño? ―Uno de los megáfonos fuera sonó con
retroalimentación. La Señora DelNero saltó y se inclinó sobre su taza de plumas
multicolores.
―No realmente ―dijo sin ningún tipo de urgencia en su voz―. Maggie Klein
sólo sugirió que viniéramos a verla.
Ella tomó el auricular del teléfono y dijo: ―Veré si tiene un minuto para
ustedes. ―Presionó tres botones con el dedo regordete y dijo al teléfono―:
168
¿Directora Miller? Dos del último grado están aquí para verla. ―Hizo una
pausa y después colgó el teléfono―. Entra cariño. —Y guiñó hacia Todd.
Aparentemente me había vuelto invisible. Todd tenía ese efecto.
Hicimos nuestro camino a través de la recepción hacia la oficina de la Directora
Miller. Se sentó encorvada sobre un lío de papeles repartidos en su escritorio.
Pancartas de manifestaciones POEMO pasaban delante de su ventana en
intervalos regulares, pero no dio ninguna indicación de darse cuenta.
―Señorita Sheehan, joven Harding. Buenos días. Tomen asiento. ―Nos
sentamos en las dos sillas color naranja frente a ella―. Acabo de recibir una
llamada de la Señorita Klein. ―Ella dejó que la declaración flotara en aire
durante unos segundos. Una obra típica de los Directores―. Ustedes dos
parecen haberla molestado bastante. Explíquense.
Dejé que Todd lo explicara. Encantar a mujeres mayores era claramente su
departamento. Dios le dio un talento y fuerte, incluso. Debería usarlo.
―Fue un gran malentendido, Directora Miller, créame ―ronroneó. Ella no
mostró señales de debilitamiento. Todd se inclinó hacia delante―. Todo lo que
hicimos fue empujar un poco el sobre, en términos del presupuesto del
matrimonio. No rompimos ninguna regla.‖ Pero‖ parece‖ que‖ Mag…‖ uh,‖ la‖

Purple Rose
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Señorita Klein no le importan nuestras elecciones. Espero que usted pueda


verlo desde nuestro punto de vista.
La Directora Miller se apoyó en su silla y cruzó sus brazos. No estaba
creyéndonos. Parecía enviar dagas láser de sus ojos a los nuestros a través de
los bordes rojos de sus gafas.
―Por lo que he visto a través‖de‖estos‖pocos‖meses,‖su‖“punto‖de‖vista” no ha
sido otra cosa menos que hostil y perturbadora. Pero me haré hacia atrás y
dejaré que los dos traten de resolverlo.
―Y nosotros lo hacemos ―solté―. Mírenos. Estamos sentados aquí juntos
presentando un frente unido.
―Veo eso. Sin embargo, la Señora Klein siente que ustedes han hecho una burla
de este curso entero, y del trabajo de ella también. No se feliciten a ustedes
mismos, sin embargo, ya que no son los únicos. Varios de sus compañeros han
demostrado la misma falta de seriedad.
―¡Pero lo tomamos en serio! ―argumenté―. Hicimos todo lo que pidió.
Mantuvimos nuestras tareas. Fuimos a la consejería. No es justo que no nos deje
graduarnos por lo que los demás hicieron.
Se inclinó hacia adelante en su escritorio y entrelazó sus dedos juntos. Nos
examinó a uno y después al otro. De ida y vuelta, como una leona explorando
169
en la sabana por una presa.
―No, no es justo. ¿No? ―gruñó―. No es justo pasar mucho tiempo trabajando
en algo, sólo para que algún error de alguien más de juicio, una mala elección,
un error, lo destruya todo.
Todd y yo retrocedimos aún más en nuestros asientos. Traté de descifrar lo que
específicamente, estaba hablando la Directora Miller. ¿Éramos Todd y yo y los
otros estudiantes en el curso? ¿Era la traición y la desilusión que sentía en su
propio matrimonio? ¿Era deshacer la carrera de Maggie Klein?
―Directora Miller ―dijo Todd en una voz completamente desprovisto de
almíbar―. Esta no es culpa de Fiona. Ella no sabía acerca del presupuesto. Lo
hice por mí mismo. No tuvo nada que ver con ello. Ella debería graduarse.
La Directora Miller se dirigió a él y disparó.
―Yo decidiré quién se gradúa y quién no. ―No podía creer que ésta era la
misma mujer que podía hacer un baile sucio con el Sr. Evans y descomponerse
frente a todo el alumnado. La mujer frente a mí y a Todd era dura como una
roca. Impenetrable. Invulnerable.
―Por favor ―dijo Todd―. Si yo no me gradúo, bien. Pero deje a Fiona.
Ella suspiró y se recostó en su silla. Su rostro se suavizó un poco. Esperaba que
Todd hubiera hecho una pequeña fisura en su exoesqueleto. Pero estaba

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preocupada de que estuviera a punto de acceder con su negociación, pero no


podía dejar que eso pasara.
―Espera ―dije―. Esto no es culpa de Todd. Soy la que empezó con todo. Le
tiré un hot dog. Seguí provocándolo. Lo hice difícil para Maggie Klein. Todd
merece graduarse más que yo.
La Directora Miller inhaló y su cara se iluminó poco a poco, como un amanecer.
De hecho, para el momento en que finalmente habló, pude haberle dicho a la
Directora Miller que iba a convertirme en una monja y dedicar mi vida a la
oración y al celibato, y su expresión no se hubiera aproximado a la mirada de
sorpresa que había desarrollado.
―Rayos. ―Suspiró―. Funcionó.
―¿Perdón? ―tartamudeó Todd.
Alejó la pregunta.
―No importa. Muy bien, chicos, esto es lo que va a suceder. Su
comportamiento, a pesar de ser negativo y destructivo, no ha, de hecho, violado
los parámetros impuestos en el curso de matrimonio. Por lo tanto, siguen
inscritos en el programa y son candidatos a la graduación, y siguen
compitiendo para ganar el premio en efectivo. Con una condición: ustedes dos
deben escribir una carta de disculpa por su comportamiento a la Sra. Klein. ―Se
170
inclinó hacia nosotros, sus ojos se estrecharon con hendiduras oscuras detrás de
sus lentes bifocales―. De lo contrario, reprobarán.
Todd y yo nos retorcíamos y gemíamos en objeción.
―Y deben decirlo a primera hora del lunes ―dijo.
Ahora teníamos unas quejas que hundir en nuestros dientes.
―Pero tenemos exámenes parciales la próxima semana ―chillé.
―Y los distritos este fin de semana ―añadió Todd.
―Sí, ¡los distritos! ―repetí―. ¿Sabe que haremos los distritos el sábado?
―Sí, Sra. Sheehan. Estoy consciente de la competición de porristas esta semana.
Lo que tiene que ver con su situación está más allá de mí.
Todd y yo la vimos boquiabiertos. Luego el uno al otro. Luego de nuevo a ella.
Como dos personajes de cómic. Las burbujas de texto sobre nuestras cabezas se
leería: ¿Cómo ella puede decir eso? ¿Está ciega? ¿Sorda? ¿No nos ha visto
trabajar todo el semestre? ¿Literalmente no hemos estado trabajando juntos
como‖ un‖ maldito‖ equipo?‖ ¿Es‖ una‖ total‖ dictadora,‖ énfasis‖ en‖ “maldita”?‖ ¿Hay‖
duda?
―Ahora. Sr. Sheehan, Sra. Harding. Deberían regresar a clases.
Un megáfono apareció en la ventana.

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―La clase de educación de matrimonio, no puede decidir que chicos pasarán.


―Todd y yo estiramos el cuello para ver quien estaba ahí. La Directora Miller
llegó tras la ventana y cerró las cortinas―. Vuelvan a clases.
No esperamos a escucharla de nuevo. Todd y yo clavamos las uñas sobre las
sillas naranjas y salimos de la oficina.
―Esto es ridículo ―dijo Todd.
Yo dije: ―Sólo hay que enfocarnos en los distritos. Veremos qué hacer después.

171

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
30
Traducido por Vettina
Corregido por Natyº

A
pesar de la distracción de los azotes verbales de la Directora Miller, la
práctica de las porristas por el resto de la semana fue bien. No era
coincidencia‖ que‖ esta‖ “buena”‖ semana‖ terminara‖ el‖ viernes‖ trece.‖
Pregunta a quien quiera que no tiene suerte cual es el día cuando tienen suerte,
y apuesto a que dirán viernes trece. Y este viernes trece lo prueba. Me encontré
a mí misma uno, siendo mejor amiga de Mar de nuevo; dos, sin combate mano
a mano ni con Todd o Amanda; y tres, un día para dejar mi sentencia de prisión
como porrista. Y si eso no te convence que el viernes trece es de mi suerte,
entonces estás loco. Es ciencia sólida.
172
Todo el equipo vestía nuestros uniformes de la escuela del viernes para
preparar a todo el mundo para la competencia del sábado. Callie Brooks vio mi
desastre de poliéster del color de un bastón de dulce, y tuvo esta expresión en
su rostro que parecía como si estuviera pasando una piña en sentido contrario a
través de sus intestinos. Le mostré el dedo mientras caminaba. Para la práctica
después de la escuela, hicimos una clase de ensayo de vestuario.
Tengo que decir que, cuando hicimos la rutina de la competencia en perfecta
sincronía, era genial. Todos nos movíamos juntos. Y yo era parte de ello. Parte
de un equipo. Nunca había sentido eso antes. Tuve un tiempo difícil poniendo
mi dedo sobre el nombre exacto de la sensación. Pero finalmente lo descubrí.
Orgullo. Oh Dios. En realidad tenía orgullo Águila. ¿No es la ironía una
molestia?
Finalmente, nos separamos y acordamos reunirnos fuera del gimnasio a las
ocho de la mañana para subir al autobús que nos llevaría a Stonemount High, la
escuela sede de la competencia.
En casa, mordisqueé en la cena. Traté de forzar algunos carbohidratos por mi
garganta para tener energía al día siguiente. Hablé por teléfono con Mar
durante unos minutos. Le rogué que no se presentara a la competencia. Me

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quité mis lentes de contacto y miré por la ventana al borroso cielo nocturno
como por cien horas.
Finalmente me quedé dormida y sueño con porras. No exactamente lo que
llamarías una noche de descanso.
Mi alarma sonó a las 7 de la mañana. Me bañé, me coloqué mis lentes de
contacto, sujeté mi cabello en una cola de caballo, y me coloqué mi uniforme.
Papá me llevó a la escuela para que no tuviera que ir en bicicleta con las piernas
desnudas.
La‖ Señora‖ O’Toole‖ estaba‖ bastante‖ animada‖ mientras‖ inspeccionaba‖ nuestros‖
uniformes y revisaba nuestros nombres en una tablilla sujeta papeles. Para las
ocho con doce, todos estábamos en el autobús, inhalando los gases del motor
que se filtraban en el sistema de calefacción y tratando de olvidar que en tres
horas estaríamos o en nuestro camino a las regionales o en nuestro camino a
casa como perdedores. Bueno, yo no iría a las regionales, Judith Norton lo haría.
Estaría ahí pero con las hieleras naranjas. Eso es, a menos que mamá en realidad
tuviera éxito matando el curso de matrimonio. Probablemente iría de cualquier
manera. Sólo para ver.
―¿Qué estás pensando Princesa? ―Todd se había girado en su asiento para
molestarme. Amanda se sentaba junto a él pero hacia caso omiso de mi
173
existencia. Estaba bien con eso.
―Me‖ estoy‖ dando‖ cuenta‖ del‖ hecho‖ que‖ éste‖ es‖ mi‖ último‖ día‖ de‖ mi‖ carrera‖
como porrista.
―Di‖lo‖que‖quieras,‖pero‖sé‖que‖vas‖a‖extrañar‖esa‖pequeña‖falda‖―dijo.
―No‖te‖preocupes ―dije―,‖la‖tendr{s‖de‖regreso‖hoy.‖Espero‖que‖te‖quede.
―Al menos no estiraste el suéter.
―A diferencia del pobre suéter que estás usando, tus pechos de hombre son
mucho más grandes que los míos.
―¿Tienes pechos de hombre?
Amanda miró en nuestra dirección. Todd se puso frente a ella y se inclinó para
acariciar su cuello color marfil. Encendí mi iPod, me puse los audífonos y
apagué todo lo demás.
Cuando llegamos a Stonemount una hora después, estaba medio dormida. La
música, el balanceo del autobús, y la falta de sueño la noche anterior me había
dejado dispersa. De hecho todos parecíamos estar en modo zombi mientras
bajábamos del autobús y nos enfilábamos al gimnasio de la escuela. Luego todo
cambió.
La teoría de la relatividad de Einstein propuso la idea de que masa y energía
son intercambiables. Pobre Albert, pasó años analizando y refinando sus

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ecuaciones para llegar a esa conclusión. Años pasados encorvado sobre un libro
o escribiendo en una pizarra. Todo lo que necesitaba hacer era ir a un concurso
de porristas.
La energía en el gimnasio era palpable. De hecho podía sentirlo espeso y
espinoso a mi alrededor. Los átomos en forma de porrista pasando por el
espacio con velocidades cegadoras, dejando la tela de una realidad
estremecedora en sus estelas. En todas partes colas de cabello se balanceaban,
faldas daban vueltas, puños golpeados, piernas separadas, y cuerpos cubiertos
de color aventados, volando y cayendo en un frenesí cinético. Desgarrando a
través del caos había sonidos de porras, aplausos, fuertes pisadas, y gritos. El
sonido se balanceaba y rebotaba en cada superficie sin perder un decibel.
Cada equipo agrupado en un lugar en el suelo para practicar. Hicimos nuestro
camino serpenteando a través hacia la mesa de registro. Mientras, nuestra
competencia nos miraba de arriba abajo como rivales de bandas callejeras. Les
hicimos lo mismo. Amanda era bastante experta en esto. Nunca quitó la mirada
primero. Juro que podría haber mirado fijamente a un toro en Pamplona sin
dejar caer una pestaña. Le dio una mirada especialmente fría a la capitana del
equipo de Lincoln. La rivalidad entre East Columbus y Lincoln se remontaba
tan atrás de lo que recordábamos.
174
No ayudaba que su equipo de fútbol fuera quien lastimara a Todd, tampoco. Y
el año pasado, Lincon había vencido a East Columbus por un pelo en esta
competencia. Así que Amanda y el resto del equipo estaban listos para la
revancha. Les di la más malvada mirada que podía hacer, pero creo que
probablemente lucía como si estuviera imitando a un pirata.
La‖Señora‖O’Toole‖nos‖registró‖y‖mantuvimos‖en‖vigilancia‖un‖lugar‖en‖el‖suelo.‖
Calentamos y repasamos toda nuestra rutina dos veces y con medio esfuerzo. El
propósito de esto era doble. Uno, no queríamos gastar energía, y dos, no
queríamos delatarnos. Si el equipo junto a nosotros sabía que estábamos
haciendo cierta acrobacia complicada, quizás cambiarían una de las suyas para
subir la apuesta inicial.
Tan pronto como terminamos, mis tripas comenzaron hacer ruido. Me di cuenta
que la próxima vez que hiciera la rutina, estaría afuera en medio del piso, frente
a una multitud que estaba creciendo a un ritmo exponencial.
Simone Dawson debía saber que estaba perdiendo el control por dentro, porque
me llevó a las gradas y me sentó.
―¿Nerviosa? ―preguntó.
―No ―mentí.
―Yo sí ―dijo―. Oye, ¿podrías hacerme un favor?

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―Depende ―le dije.


La cara de Simone brilló.
―¿Me dejarías hacerte un cambio de imagen?
―¿Un qué? ―le pregunté, a pesar de que sabía exactamente lo que quería decir.
―Tú sabes. Hacer tu maquillaje. Quita mi mente de cosas. Me calma.
Bueno, nada más lejos de mí que dejar a la pobre Simone desconcentrarse junto
a mí.
―Supongo ―dije. Así que me senté mientras Simone abrió algo que parecía
una caja de pesca morada llena de maquillaje y procedió a pintar mi cara. Me
hizo pensar en los cambios de imagen de Sam. De verdad quería ver a Sam otra
vez. Saber qué estaba haciendo. Deseaba que estuviera aquí para verme, porque
ella entendía la ridícula hilaridad de esta situación como nadie más. Excepto
quizás Marcie. Incluso, recé que Mar no apareciera.
―Relaja tu cara ―Simone susurró.
Cerré mis ojos y dejé que las brochas en mis mejillas barrieran la tensión. Traté
un poco de meditación. Zen y el arte de la aplicación del maquillaje.
Escuche una voz decir: ―¡Buena suerte, Fee! ―Abrí un ojo. Luego mi estómago
se contrajo de nuevo. Ahí estaba Mar. Parado junto a ella estaba Johnny Mercer.
Traté de hablar mientras Simone cubría mis labios con rosa opalescente.
175
―Oh Dios, ¿por qué vinieron a someterse a esta tortura?
―Si crees que me lo perdería, estás loca ―dijo Mar―. Johnny y yo hicimos
nuestro trabajo de educación de matrimonio esta mañana, así que le pregunté si
quería venir conmigo a la competencia después. ¿Cierto?
―Sip ―Johnny dijo. Corrió sus dedos a través de su cabello y después metió
sus manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero negra. Movió sus rodillas
dentro y fuera una por una. Pero cuando atrapé su mirada, se detuvo y me
guiño el ojo. Sonreí, y Simone me picó en el diente con la varita de brillo labial.
Mar me atrapó por el codo.
―Johnny incluso trajo su cámara de video. Vamos a poner toda la cosa en línea.
Me tensé como si alguien me hubiera hecho un examen rectal sorpresa.
―¡Está bromeando! ―espetó Johnny.
―¿Sólo hazme un favor? ―rogué―. Siéntate donde no pueda verte.
Mar se echó a reír de la manera más indigna.
―Poco probable ―dijo. Traté de golpear sus lados.
―¿Cuántas escuelas hay aquí? ―preguntó Johnny―. ¿Cuando les toca?
―No estoy segura ―dije. Miré a Simone buscando una respuesta.
―¿No sabes?

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―Hay diez equipos ―dijo ella―, y cada uno hace una rutina de cinco minutos
presentando sus mejores porras. Las primeras rondas son duras, porque los
jueces mantienen un puntaje bajo, en caso que mejores equipos vengan después.
Las rondas del medio son mejores porque la multitud está entusiasmada y la
energía es buena. La peor ronda es la última, porque todos están cansados, y
usualmente el equipo se ha puesto nervioso por la competencia.
―¿Cuál somos? ―susurré titubeando.
―La‖Señora‖O’Toole‖nos‖saco‖últimos.
Mi estómago se levantó, al menos hasta la mitad en mi esófago. Me amordacé y
traté de tragar, pero terminé semi-convulsionando. Marcie y Johnny se alejaron.
―Uh, vamos a conseguir algunos asientos ―Mar dijo demasiado amable―. Tú
sólo…‖rel{jate‖y…‖diviértete. Vamos, marido.
―Buena suerte ―Johnny dijo. Los dos se escabulleron.
¿Buena suerte? ¿Diviértete? ¿No era eso lo que decía el maldito paquete del
matrimonio decía?
Maldita educación del matrimonio. Si no hubiera sido por ese estúpido curso,
no estaría aquí posicionada en el borde de la eterna desgracia. Y, ¿por qué tenía
que venir Johnny Mercer?
¿Por‖qué‖Mar‖lo‖había‖traído?‖Sabía‖que‖quería‖que‖“llegara‖a‖conocer”‖mejor‖a‖
176
Johnny, pero ¿por qué aquí? Necesitaba enfocarme en las porras, pero todo en
lo que podía pensar era en Johnny Mercer ahí en algún lugar, sobre verme hacer
el ridículo de mí misma. No podía soportar el pensamiento de lucir idiota frente
a él.
Envolví mis brazos alrededor de mi afligido estómago, me balanceé, y descansé
mi cabeza en el regazo de Simone. Comenzó a acariciar mi cabello.
―Está bien, Fiona. Lo harás bien.
No pensé que siquiera la alegre Simone lo creyera.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
31
Traducido por ZAMI
Corregido por Curitiba
na hora después, ya estábamos esperando. El penúltimo equipo ―el

U
de Stonemount en realidad― ya estaba saliendo a la pista. Yo estaba
cagada de los nervios. Casi literalmente. Ya había ido al baño unas
tres veces, hasta ahora. Al parecer mi cuerpo desesperadamente
hacía un último esfuerzo para liberarme de mi condena. Al igual que
de todo el contenido de mi intestino delgado.
Pero ahora solo quedaban cinco minutos para salir. La competencia había sido
más tensa que los músculos de mi cuello. El equipo de Lincoln claramente había
sacado lo mejor de sí. Consiguieran el quinto mejor espacio, por supuesto. No
habían fallado ningún salto ni voltereta, y también hicieran ese truco que los 177
hacía ver como flores en plena floración, o fuegos artificiales explotando o algo
así. Aun así me imagine que todavía teníamos una oportunidad. Si hubiera
estado Judith en vez de mi, estaría segura que el ECHS se llevaría el título. Miré
a Todd. Él me miraba a mí. Se acercó y me susurró: ―Algo se ve distinto.
El equipo de Stonemount estaba por la mitad de su segunda rutina.
―Simone me puso un poco de maquillaje ―susurré.
Presionó los labios. Movió la cabeza de un lado al otro para poder ver todos los
ángulos. —Se ve bien.
―Ahórramelo 13.
―¿Qué significa eso? Me pareció oír que‖dijiste‖“l{nzate‖sobre‖mí.”
―¿De qué demonios hablas,‖“lánzate‖sobre‖mí”?
Todd levantó los brazos sobre su cabeza entrelazando los dedos por detrás, con
una enorme sonrisa de mierda en el rostro. ―Sí, me imaginé que querías que te
cogiera.
Se me cayó la boca. No podía creer que estaba diciendo esto a tan solo unos
minutos de salir. ―Eres un cavernícola asqueroso y depravado, Señor Mierda

13
En inglés encontramos un juego de palabras, entre spare y spear.

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A Match Made in Highschool Kristin Walker

Floja, y preferiría ser golpeada hasta la muerte con un palo lleno de uñas que
―hice comillas con mis dedos―, ser cogida por ti.
―¿Ves? ―dijo con una sonrisa en el rostro.
―¿Qué?
―Palo, uñas, golpes. Vamos, lo quieres duro.
Le‖di‖a‖Todd‖la‖mirada‖de‖“intento‖tragarme‖mi‖propio‖vomito.”
―No es que yo te lo fuera a dar ―continuó―, porque sé que a ti te gustan las
damas. Y no quisiera estropearte eso.
Bueno, eso fue suficiente.
Puse mi mejor actitud de gata en celo, y me paré. Acerqué mi rostro a tan solo
unos centímetros de él y susurré: ―¿Sabes? De cierta forma tienes razón.
Porque preferiría acostarme con Amanda que dormir contigo.
Todd fingió una expresión de dolor y se llevó la mano al corazón. —¡Oh, Ouch!
―Es verdad ―dije enderezándome, y suavemente pasando las manos sobre mi
cuerpo, como si en realidad fuera sexy. El equipo de Stonemount terminó―.
Por mucho que me gustara continuar con esta repugnante conversación, tengo
que ir a patear algunos traseros de porristas. ―Me alineé detrás de Simone y el
resto del grupo.
Todd se colocó detrás de mí. ―Hey Princesa ―susurró―.‖ Tú‖ y‖ Amanda…‖
178
¿puedo mirar?
Resoplé y comencé a dar trotecitos hasta la pista con todos los demás. Típico de
Todd. Cualquier otra persona me hubiera dado alguna palabra de aliento, o
alguno de esos falsos ánimos. Llegué a mi marca en la pista y me coloqué en mi
posición inicial. Todd estaba muy lejos de ser normal, eso era seguro. Pero
entonces, él había sacado la competencia de mi cabeza por un minuto. Amanda
dijo: ―¿Están listos?
―¡Ok! ―grité. Y me di cuenta de que lo había hecho a propósito. Para que no
me pusiera nerviosa.
El equipo y yo nos lanzamos a la posición Steam. Mantuve mis brazos tan
rectos como pude, y aplaudí y sonreí como una lunática. Entonces rodamos en
Atrapa la Fiebre. En la enorme pirámide del final, la cual desafiaba todas las
leyes de la gravedad, todo lo que yo tenía que hacer era arrodillarme sobre una
rodilla a un costado, sostener a Simone y levantar una mano. Hecho. Nos
desmontamos y nos posicionamos para la última aclamación: Máximo Espíritu.
El problema, yo debía estar un paso o dos fuera de mi marca.
Comencé bien. Entonces vino el Ruso. Di un salto, me salió bien, pero de alguna
forma me moví más hacia la derecha. Ahora, la próxima parte era donde
Amanda, Takisha y Tessa Hathaway hacían doble volteretas hacia atrás. Todd y

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Jamar Douglas hicieron el giro Ruso. Kendall Armstrong, Hillary Larchmont,


Ainsley Finn y Marissa Yee, hicieron el mortal hacia atrás. Simone ejecutó tres
pliegues hacia el frente y el centro. Christine Loving y yo apenas levantábamos
las piernas a un costado. Christine solo lo hacía para lograr algo de simetría
conmigo en la pista. Ella en realidad era bastante buena haciendo volteretas y
otras acrobacias.
Pero como dije, yo estaba fuera de mi marca.
Así que cuando Amanda se acercó a mí, en el medio de un salto hacia atrás, y
mi pierna iba para arriba para comenzar con la serie de poco memorables
patadas, de alguna manera ―y‖hasta‖ahora‖no‖puedo‖culpar‖a‖otra‖cosa‖que‖no‖
sea la pura coincidencia y la poca comprensión espacial― mi pie conectó justo
con la parte de atrás de la cabeza de Amanda.
Fuerte.
Su brazo izquierdo también se llevó una buena parte del golpe, pero no había
duda de que sentí como los huesos de mi pie, golpeaban contra su cráneo. Mi
rodilla se torció con el frenazo, y la inercia me lanzó hacia delante. Amanda se
las arregló para colocar las manos en el piso, pero un instante después, el dolor
debe haberla alcanzado porque colapsó como un acordeón, y se agarró la
cabeza. Me lancé hacia ella, descansando su cuerpo en el piso de madera lo
179
mejor que pude con mi balance descentrado.
Había arruinado todo. Lo sabía. Todo lo que podía hacer era control de daños.
Busqué en el rostro de Amanda alguna pista sobre qué hacer. Me gruñó: —
Arriba. ―Y obedecí. Enganché mis brazos en sus axilas y la levanté sobre sus
pies, mientras el resto de los tumblers14 terminaban. Alcanzamos la posición
final exactamente en el mismo momento que todos los demás del equipo.
―¡TSSSSSSSSS!

La multitud explotó. Silbidos y aplausos resonaron por todo el gimnasio.


Supongo que más impresionante que una rutina perfecta, es una que resucita.
Los aplausos parecían animar al equipo. Sin embargo, estaba segura que nos
había hecho perder la competencia. Lincoln había sido impecable y nosotros
definitivamente habíamos fallado.
Trotamos de regreso a las gradas y esperamos a los jueces. En cuanto nos
sentamos, Amanda se llevó las manos a la cabeza. Todd se sentó junto a ella y le
susurró al oído. Un tipo de primeros auxilios trajo una bolsa de hielo.
Rogaba que hubiera algo así como un premio por simpatía.

14
Tumblers: En los equipos de porristas, son los que realizan saltos hacia atrás y adelante.
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Finalmente el juez principal se posicionó en el centro del gimnasio.


Nadie se movió.
Dio unos golpecitos al micrófono.
Anunció los resultados.
Lincoln se llevaba el título.
Nosotros salimos segundos. Otra vez.
De regreso a casa, me senté sola en el autobús. Justo como lo había esperado.
Me lo merecía. Pero cuando nos detuvimos en el estacionamiento de la escuela,
me paré al frente y dije: ―Realmente lo siento. Siento haberla cagado. ―¿Qué
más podía decir? Últimamente me había convertido en la Reina del
arrepentimiento.
Mientras la gente pasaba junto a mí al bajar del autobús, algunos me sonrieron,
otros me palmearon los hombros, y algunos solo mantuvieron la mirada en el
piso. Takisha me dio una media sonrisa y me guiñó un ojo. Simone me abrazó.
No puedo probarlo, pero estoy bastante segura de que la Señora Otoole me
miró con asco.
Finalmente, Amanda y Todd eran los últimos en quedar.
Amanda se paró de su asiento y caminó hacia mí. Aun sostenía la bolsa de hielo
sobre su cabeza. Se puso frente a mí y me dio su fría mirada de corrida de toros.
180
Inhalé y me preparé para el peor azote verbal de la vida.
―Salimos segundos ―dijo. Eso fue todo. Me golpeó el hombro al pasar junto a
mí, y descendió del autobús.
Me quedé parada ahí, estupefacta por su críptica declaración. Se refería a que el
segundo lugar apestaba ¿verdad? ¿O quería decir que el segundo lugar estaba
bien, y que yo les había ayudado a llegar ahí? ¿O significaba que apestaba pero
que a pesar de todo habíamos al menos sacado el segundo lugar? No lo podía
descifrar.
Todd se paseó por el pasillo. Lo miré en busca de algún esclarecimiento o
absolución, no estaba segura de cual. ―¿Está enojada? ―pregunté.
―Ella quería ganar ―dijo Todd―, y la pateaste en la cabeza.
―Yo‖no‖quise…
―Déjame terminar. Quería ganar, pero sabía que no lo haríamos. Para ser
honestos ella ni siquiera esperaba sacar nada. Pero la pateaste en la cabeza y
aun así salimos segundos. No está enojada Fiona.
No pude evitarlo, de pronto se me llenaron los ojos de lágrimas. El por qué
demonios lloraba por haber o no decepcionado a Amanda, era un concepto que
simplemente no tenía energías para analizar. Pero lo estaba haciendo. ―Hice lo
mejor que pude ―susurré.

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―Todos saben eso ―dijo Todd―. Ella lo sabe. Lo hiciste genial Princesa.
Entonces Todd Harding, el Señor Mierda Floja, el Neanderthal sin cuello, me
rodeó con sus brazos y me abrazó.
Eso fue demasiado.
―Tu cuello huele como a queso ―dije.
―Oh ―dijo―, esa es mi colonia de queso. Tengo toda la colección Chedar,
American, Swiss.
―Fromunda15.
Se‖rió‖y‖nos‖separamos.‖Lo‖miré.‖Me‖miró.‖Y‖yo‖sentí…‖nada.
Todd Hardin era gracioso, inteligente, valiente, compasivo y mi amigo. Eso era
todo. Y nunca sería más. Pero honestamente esperaba que sí lo fuera para
Amanda. En eso se había convertido mi vida. De hecho, quería que le sucediera
algo a Amanda que no involucrara, volverse calva, llenarse de granos, o
contraer una solitaria. Que extraordinario.
Todd y yo bajamos del autobús, y el disparó a buscar a Amanda. Busqué
alrededor a mi papá pero aún no estaba ahí. Uno a uno, los demás se subieron a
sus carros y se fueron. Me quedé en el medio del estacionamiento. Sin nadie que
me llevara a mi casa. Completamente sola.
Entonces el autobús se alejó.
181
Johnny Mercer estaba al otro lado, apoyado sobre su auto sonriéndome. Mi piel
se llenó de abejas otra vez. Le devolví la sonrisa.
―¿Necesita que te lleven? ―dijo.

15
Tipos de quesos.
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Capítulo
32
Traducido por Susanauribe
Corregido por Curitiba

E
nganché mi abrigo alrededor de mi cuello y traté de lucir tan linda como
fuera posible caminando por el frígido estacionamiento hacia Johnny.
―¿Qué estás haciendo aquí? ―pregunté.
―Vi el autobús. Y pensé que tal vez te animarías por un poco de pizza. ―El
sonido de su voz calentó el frío aire de la tarde de diciembre.
―Suena genial. ¿Dónde está Mar?
―Tuvo que ir a casa. Tenía una cosa que hacer.
―Oh. Ok. ―No estaba segura de‖que‖clase‖de‖“cosa”‖Mar‖podría‖hacer‖que‖yo‖
no supiera, pero no lo pensé mucho. Estaba muriendo de hambre y pizza 182
sonaba fantástico. Saqué mi móvil y llamé a papá para decirle que no se
apresurara en ir por mí, ya que él obviamente lo había olvidado.
Johnny‖abrió‖la‖puerta‖del‖auto‖para‖mí,‖y‖entré.‖Su‖auto‖olía‖como‖a… canela.
¿Y‖ qué… duraznos? Pero no durazno real: del tipo falso dulce. ¿Y eso eran
clavos de olor? Extraño. Tal vez a Johnny Mercer le gusta hornear. En su auto.
―Lo‖siento… huele un poco… afrutado‖―dijo cuando entramos, como si leyera
mis pensamientos. Tal vez había olfateado fuertemente sin darme cuenta.
―No es malo ―dije―. Es un poco provocativo.
―Mi mamá vende velas ―dijo. Señaló con un pulgar hacia atrás. Ocho o nueve
cajas estaban apiladas en el asiento―. Es su auto.
―Eso es un montón de velas ―dije.
―Eso no es nada. Esas son sólo sus muestras. Deberías ver el cuarto de
huéspedes. Está repleto. Todo el piso de arriba apesta como una tienda de
tarjetas.
Silencio mientras abrochábamos nuestros cinturones y Johnny encendía el
motor. El estéreo se encendió, y su mano se disparó para bajar el volumen.
Debía haber estado escuchando una estación de músicas viejas porque la
canción‖“Come Sail Away”‖de‖los‖Styx estaba sonando. Sabía esto porque Styx es
la banda favorita de los tiempos de papá. Pone sus vinilos todo el tiempo. Así
que me sabía ‚Come Sail Away‛ bastante bien. Comienza como una balada sobre
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lanzar el manto de la responsabilidad todos los días por una vida de aventura y
libertad, pero de alguna forma termina en un secuestro alienígena. Lo que
seaaaa.
Johnny mueve su cabeza y desliza un CD de Radiohead. Tamborilea sus dedos
sobre el volante. Me pregunté si estaba nervioso porque estábamos solos. ¿Pero
sabes la cosa extraña? Yo me siento un poco nerviosa. Lo cual fue extraño.
Quiero decir, no es como si fuera una cita o algo así. Sólo estábamos tomando
una vuelta en su auto.
―Podría ser peor que velas ―dije.
―Supongo. —Nos detuvimos en el estacionamiento de la escuela. Una vez
estuvimos fuera de sus terrenos, nuestro césped social, lejos de nuestro
compartido y familiar ambiente, todo el humor cambió. Estábamos fuera. Fuera
en el mundo. Juntos.
Después de unos minutos, dije: ―Por ejemplo, tú mamá podría estar vendiendo
guano de murciélago como fertilizante. Ese sería peor que velas.
Johnny se mofó. ―Sí. ―Nos detuvimos en un semáforo. Johnny se quedó
callado.
Oh mierda, había tratado de aligerar el ánimo un poco, pero podría también
haber eructado fuertemente. Era una idiota. ¿Por qué siempre tenía que volver
183
cada situación incómoda en una broma? ¿No podía simplemente dejarlo en
paz?
Sólo para hacer la cosa más inquieta, ‚Creep‛ comenzó a sonar. Perfecto. Esa
canción me resumía. ¿Qué demonios estaba haciendo aquí, de todos modos?
Usando un uniforme de porrista. Y maquillaje. Un coche con un chico. Sola.
¿Quién pensaba que era yo? No era nada más que una rara, y no pertenecía a
aquí.
Luego Johnny dijo: ―¿Sabes qué sería peor?
Inhalé incierta y dije: ―¿Qué?
―Podría vender sobras para cerdos de granja.
Me reí, aliviada. Él estaba siguiendo el juego. Asegurándose de que estuviera
bien. Y me di cuenta que tal vez Johnny había estado pensando lo mismo sobre
él cuando esa canción sonó. Bueno, no la parte del uniforme y el maquillaje,
pero el resto. Y podrían haber sido bananas, pero encontré la idea de que
fuéramos solamente dos raros juntos extrañamente confortable.
―¿Sabes que sería peor? ―dije―. Podría vender bolas de búhos. ―Calenté mis
manos encima del calor que salía del tablero de mandos.
―¿Bolas de búhos?

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―Bultos de vomito de búho. Lleno de huesos de aves y ratones. La escuela los


usa para la clase de ciencias.
―No lo hacen.
―Lo hacen.
―Eso es asqueroso.
Le dirigí miradas de reojo. Su pelo rojizo tenía esa clase de aspecto largo y
desordenado que colgaba justo por encima de sus patillas. Estaba viendo sus
largas pestañas parpadear cuando se volteó y me miró directamente.
Rápidamente me giré hacia el frente así no me pillaría viéndolo, pero era
demasiado tarde. Sabía que me había visto.
Una cuadra después, él dijo: ―¿Sabes que sería peor? Podría vender ranas
muertas.
Me reí un poco demasiado fuerte y asentí. ―Ewww, sí. Para disecciones, por
supuesto.
―Por supuesto.
Sonreímos y pasamos el resto del viaje tratando de igualar al otro en las cosas
m{s‖asquerosas‖que‖su‖madre‖podría‖vender.‖Pensé‖que‖lo‖tenía‖con‖un‖“balde‖
de‖ cebo”‖ pero‖ él‖ dijo‖ “piel‖ de‖ cerdo‖ podrida”‖ justo‖ cuando‖ llegamos‖ a‖ Gino‖
East.
184
Cuando salimos del auto, traté de tirar de mi abrigo sobre mi trasero con mini
falda. ―Desearía tener algo más que usar. Me siento como una idiota en mi
uniforme.
Johnny mantuvo la puerta del restaurante abierta para mí. ―¿Estás
molestándome? Luces caliente. Además, ¿sabes las ventajas de un chico como
yo siendo visto con una porrista? Eres afortunada de que te deje usar ese
abrigo.
Me reí y dije: ―¿Dejarme? ¡Por favor! ―Pero lo que estaba pensando realmente
era,‖ ¿él‖ cree‖ que‖ me‖ veo‖ caliente?‖ ¿Y‖ qué‖ quiso‖ decir‖ con‖ “ser‖ visto”?‖ ¿Quería‖
decir que esto era una cita? ¿Johnny Mercer y yo en una cita? ¿Y dime esto, sería
totalmente bizarro, extraño y loco para mí por querer que lo fuera? No es que lo
hiciera. ¿Sólo quiero decir, lo sería? En un sentido filosófico. Eso es todo lo que
estoy diciendo. ¡Hipotéticamente! Lo que sea.
Ambos nos sentamos en una cabina cerca a la ventana y ordenamos una pizza
de pepperoni y dos Coca Cola. Johnny dijo: ―Estuve totalmente impresionado
de ti hoy.
―¿Qué? ―indagué, pensando que debería mantener las cosas casuales, sólo en
caso de que no fuera una cita. Lo cual probablemente no era. Quiero decir, sabía
que no lo era―. ¿Quieres decir mis brillantes manos de jazz? ―Le concedí su

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propio espectáculo personal de manos de jazz. Él las tomó y las bajó a la mesa.
Su contacto hizo sentir mi garganta tensa y peluda. La mesera trajo las Coca
Cola y quité mis manos de las suyas. Recogí mi pajita y lentamente comencé a
quitar el final del envoltorio de papel.
―En serio, Fiona ―dijo―. Deberías estar orgullosa de ti misma. Saliste de la
caja, y viviste.
―Desafortunadamente, mientras salía de la caja, mi pie aterrizó en el cráneo de
Amanda. Estoy bastante segura de que eso significa que fallé espléndidamente.
―No, no lo hiciste. Quiero decir, sí, le diste un puntapié a Amanda en la
cabeza. Pero no fue un desperdicio, porque no te echaste para atrás. Estaba ahí
afuera. No todos pueden hacer lo que hiciste. Toma un poco de valentía.
Cuando Johnny terminó de hablar, puse el final abierto de la pajita en mi boca y
soplé. El papel se disparó fuera de la pajita y sonó contra la frente de Johnny.
Traté de no reírme, pero no intenté muy fuerte.
Johnny tocó su cabeza donde el papel había golpeado. Reí por lo bajo. Él frunció
el ceño, se inclinó y dijo: ―¿Por qué no puedes tomar un cumplido, Fiona?
Estoy tratando de hablar en serio, aquí. ¿Por qué siempre tienes que convertir
todo en una broma?
La misma pregunta me había hecho yo en el auto. Dejé de reírme. Ladeé mi
185
cabeza y examiné mi pitillo. ―Lo siento ―dije―. Es sólo que es con lo que
estoy cómoda. No lo sé. Supongo que es mecanismo‖de‖defen….
Sonido.
El papel de la pajita de Johnny me había golpeado en la cabeza. Miré hacia
arriba, y él sentado ahí sonriendo, con la pajita saliendo de su boca. No podía
creerlo.
Me había gastado una broma.
Johnny me había puesto seria sólo así podría atacarme con su pajita. Brillante.
Extendí mis brazos para agarrar la pajita de sus dientes perfectos, y en el
momento‖ preciso‖ cuando‖ la‖ agarré…‖ ese‖ fue‖ el‖ momento‖ en‖ que quise que
fuera una cita. Fue el momento en el que, desde ese punto hacia adelante, lo
vería, y pensaría al respecto, y me sentiría diferente respecto a Johnny Mercer.
Incluso aunque él había estado junto conmigo, todo el tiempo.
O tal vez por eso.
Y estaban las abejas de nuevo. Más de ellas. Grandes. Del tamaño de carros
pequeños. Zumbando en mis mejillas. Zumbando en mi pecho. Zumbando en
mis dedos. Le entregué de vuelta la pajita a Johnny y muy concentrada en
doblar el envoltorio de papel en un acordeón. Doblar y doblar. Adelante y atrás.

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Doblar y doblar. No pienses. Sobre el hecho. DE QUE TE GUSTA. JOHNNY


MERCER. SÓLO SIGUE DOBLANDO. SIGUE DOBLANDO.
―Líquido para embalsamar ―dijo Johnny.
Mis dedos se congelaron en el medio. ―¿Huh? ―Soné como si tuviera una falta
de aire.
―Eso sería peor. Si ella vendiera líquido para embalsamar.
Y, como un truco de magia, las abejas desaparecen. Vuelan lejos para zumbarle
a otra chica. Crujo el papel entre mis dedos y señalo al aire. ―Intestinos de
pescados. Para granjas de camarones.
―Buena ―dijo él. Sus ojos avellana brillaron mientras sonrió―. Bien jugada.
La pizza llegó y la dividimos. Comí tanto como Johnny, lo cual lo impresionó
por alguna razón. Supongo que pensó que se suponen las chicas sean delicadas
comedoras o algo así.
La mesera vino con una canasta de papas fritas, y Johnny dijo: ―¿Sabías que si
filtras aceite de freír viejo, puedes usarlo como motor de diesel en vez de
combustible a diesel?
No exactamente lo que llamarías una conversación dulce. No exactamente un
tema apetitoso para un restaurante. Pero total y completamente genial. ―¡De
ninguna manera! ―dije.
186
―Sí. Lo vi en un espectáculo de ciencia. Esos chicos consiguieron un tanque de
aceite de freír viejo de algún restaurante, filtraron la suciedad y lo metieron en
el tanque de combustible diesel del auto. Funcionó tan bien como si fuera
diesel. Muy mal que no funcione en autos que usan gasolina, sin embargo.
―Sí, sino tu mamá podría tener tanques de aceite de freír viejo en la habitación
de huéspedes. Eso sería peor.
Johnny rió. Amaba hacerlo reír. Y parecía tan fácil de hacer. Hablarle a él era
tan diferente de hablarle a Todd. Era toda la diversión sin el esfuerzo de
mantenerla. Sólo totalmente orgánica. Johnny me hacía sentir como si yo fuera
inteligente sin tratar de serlo. Y Hermosa. Y valiosa. Él hacía que todo pareciera
más especial.
Como, digamos que yo era una canción. Bueno, Johnny me hacía sentir como si
yo hubiera sido una nueva versión. La melodía no cambiaba, pero ya no era la
misma secuencia unidimensional de notas nunca más. En cambio, él sacaba a
flote todas estas armonías ―estas notas altas y bajas― que hacían la música
más completa. No más discordia o disonancia. Alrededor de Johnny, yo era la
mejor interpretación mía posible.
Cuando la cuenta llegó, él pagó por la pizza, incluso aunque me hubiera
ofrecido a pagar la mitad. Normalmente, me habría sentido mal por no pagar,

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pero el hecho de que él pagó proporcionó más evidencia de que esto podría ser
una cita, así que estaba bien con eso.
Jugamos‖ “¿Qué‖ sería‖ peor?”‖ todo‖ el‖ camino‖ de‖ regreso‖ a‖ mi‖ casa.‖ Johnny se
estacionó en la entrada pero dejó el motor encendido.
―Gracias por la pizza ―dije―. Y el aventón.
―No hay problema ―dijo él―. En cualquier momento.
Ahora, si esto hubiera sido una cita en una película romántica, entonces ese
habría sido el momento donde nos inclinábamos hacia el otro y nos besábamos.
Pero esto no era una película romántica. Y aparentemente no era ni siquiera una
cita. Porque esto fue lo que sucedió: me senté ahí por unos segundos y él no
hizo absolutamente ningún movimiento hacia mí. Así que salí de su auto. Él me
miró caminar hacia la puerta y movió su mano diciendo adiós. Entré y azoté la
puerta detrás de mí. No fue una cita. No era una película romántica. Sólo mi
propia vida asquerosa y desafortunada.

187

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Capítulo
33
Traducido por kathesweet
Corregido por Nanis

asé el resto de la tarde leyendo. Terminé Orgullo y Prejuicio y

P
decidí que Elizabeth Bennett era una tonta. Se había enamorado
de Darcy sólo porque él hacía cosas buenas a escondidas. ¿Eso
arreglaba el hecho de que había sido un imbécil con ella todo el
tiempo?
Ella debería haberse casado con el hombre que se estaba apoderando de la
propiedad de su padre. De acuerdo, él era su primo. Eso era un poco asqueroso.
Pero era un hombre agradable. Probablemente no demasiado feo. Cortés. Y, al
final, lo suficientemente bueno para la amiga de Elizabeth. Para mí parecía que
188
Elizabeth era un poco esnob. Ella y Darcy eran un poco tontos.
Pero quizás ese era el punto. Que se dieran cuenta del error de sus esnobismos
tontos justo a tiempo. Y Darcy arreglando todo por la hermana de Elizabeth sin
que nadie lo supiera fue muy genial. De acuerdo, quizás fue un poco romántico
después de todo. No podía culpar exactamente a Jane Austen por ser una
romántica. ¿Qué diablos podía hacer en aquel entonces para divertirse?
El domingo, aplacé el llamar a Todd sobre nuestra carta de disculpa tanto como
pude. Cuando finalmente decidí hacerlo, mamá apenas estaba colgando el
teléfono en la cocina mientras revolvía una olla burbujeante de albóndigas y
salsa para la cena. Pasta y albóndigas eran mis favoritos. Sería una concesión
agradable haber tenido que hacer esa estúpida carta. Mamá dijo: ―Genial,
Cybil. Todo está listo. Te veo mañana. ―Y colgó. Le pedí el teléfono y lo llevé a
mi habitación por privacidad. No le había dicho a mis padres sobre estar en
problemas en la escuela, y no planeaba hacerlo.
Marqué el teléfono de Todd. Él contestó. ―¿Hola?
―Hola, Señor.
―Hola, Princesa. ¿Llamando por la carta?
―Sip.
―Oye, escuché que estuviste con Mercer ayer ―dijo.

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―¿Cómo supiste?
―Tengo espías por todas partes ―dijo―. ¿Están saliendo?
Mi estómago se encogió en una nuez cuando me di cuenta que no podía decir
sí. —No‖lo‖sé.‖Quiero‖decir…‖no.‖No‖lo‖sé.‖Supongo‖que‖no.‖No.
―Deberías ―dijo Todd―. Mercer es un buen chico. Mucho mejor que ese
idiota de Webber.
―Sin bromas ―dije.
―Traté de advertirte. Amanda no puede soportarlo. Dice que él es un bastardo
egoísta.
―Eso he oído ―dije.
―Escucha, ¿qué vamos a escribir para esta carta?
―No sé. Cada vez que pienso en disculparme, me enojo. No hicimos nada mal.
Técnicamente.
―Entonces no vamos a escribir eso ―dijo.
―¿Qué? ¿Simplemente lo dejamos?
―Sí. Que se joda la carta. ¿Cómo pueden evitar que nos graduemos? Nuestros
padres aumentarían aún más el infierno. Dios, tu mamá probablemente lograría
que la Directora Miller fuera despedida y ella lo sabe. No doy ni una maldita
cosa si fallo educación matrimonial. No me arrepiento de nada de lo que
189
sucedió. Ellos fueron los que nos forzaron a hacer esto.
―Y creo que hicimos un maldito buen trabajo considerando lo mucho que nos
odiamos ―agregué―. Tampoco me arrepiento de nada.
Todd rió. ―Realmente no me arrepiento por la muñeca inflable.
―Y no me arrepiento por el perro caliente. O tus pantalones embarrados. Estoy
un poquito arrepentida por el anuncio falso, pero sólo porque Johnny se metió
en problemas.
―Sí, pero esa fue buena. Definitivamente no deberías arrepentirte por esa.
―Muy bien, entonces, no me arrepiento.
―Y no me arrepiento porque tuvieras que entrar en el equipo.
―Y no me arrepiento porque tuvieras que tomarte tanto tiempo en enseñarme a
animar.
Simplemente nos sentamos allí por unos segundos. Sin ningún arrepentimiento.
―Muy bien, ¿entonces no hacemos la carta? ―dijo Todd.
―Nop. Pero creo que deberíamos hacerles saber por qué. Resistiremos, y todo
eso.
―Suena como un plan ―dijo Todd―. Te veo mañana
―No si te huelo primero.
Clic.

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No dormí mucho esa noche, tratando de pensar en lo que íbamos a decirles a la


Directora Miller y a Maggie Klein. Incluso la pasta y las albóndigas no me
hicieron sentir mejor. Pero cada que pensaba en encerrarme y escribir la maldita
carta, me sentía peor. Así que supe que Todd y yo estábamos haciendo lo
correcto.
Lo esperaba, de todas maneras.

* * *

Lo primero la mañana siguiente, fue que Todd y yo caminamos a la oficina de la


Directora Miller. Todd golpeó el contador, y la Sra. DelNero saltó y apretó su
pecho tan violentamente que la nariz roja encendida de reno en su suéter dejó
de brillar. ―Muy bien, cariño. Tómense un descanso, ahora. ―Sus dedos largos
temblaron sobre el teclado del teléfono―. Directora Miller, los chicos están aquí
para verla ―dijo con voz entrecortada al teléfono. Ella colgó―. Sigan.
Maggie Klein ya estaba en la oficina, parada detrás del escritorio de la Directora
Miller.
La Directora Miller se sentó en la silla al lado de ella. —Hola, Srta. Sheehan y Sr.
Harding. Asumo que están aquí para entregar su carta de disculpa esta
190
mañana.
Maggie Klein bufó. Extendió su mano con la palma abierta para tomar la carta.
―No exactamente ―dije.
Todd dijo: ―No hay carta.
Maggie Klein curvó sus dedos en un puño y lentamente retiró su mano. La
Directora Miller se irguió en posición vertical. —Explíquense —dijo. Afuera, los
megáfonos de POMME empezaron a sonar a todo volumen con su canto
semanal: “¡El matrimonio es una elección! ¡Dele a nuestros hijos una voz!”
―No hemos hecho nada malo ―dije. Maggie Klein resopló su desacuerdo en la
manera más indigna. La ignoré—. Participamos en este curso. Seguimos las
reglas. Hicimos todo lo que nos pidieron porque nos amenazó con los diplomas
sobre nuestras cabezas. Y sí, nos burlamos de éste. Pero vamos, ¿realmente
creyó que iba a ahorrarnos rompimientos futuros por hacernos fingir el
primero? ―La Directora Miller apartó mi mirada y miró sobre mi cabeza―.
Porque, de lo que he visto en algunos matrimonios y relación, no hay reglas.
Lidias con lo que viene, como con todo lo demás en la vida. No hay guías. No
hay jodidos esquemas. Y eso es lo que hace que las relaciones sean interesantes,
¿no? El elemento sorpresa.
Todd agregó: ―Como encontrar el amor en el armario del conserje.

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Mi estómago cayó. No podía creer que había dicho eso, pero no retrocedí. Lo
que sea que dijo Todd, lo seguí. Miré a la Directora Miller, esperando que se
enfureciera. Pero su cara no estaba molesta. Era algo más. Algo más suave.
Sin embargo, no Maggie Klein. Ella se sacudió. Apretó su mandíbula, sus ojos
crispados. Luego escupió. ―¿Cómo te atreves a hacer tales acusaciones? ¡Los
dos no han sido nada más que insolentes y juveniles!
La Directora Miller levantó una mano y cerró sus ojos. ―Maggie, es suficiente.
―¿Suficiente?‖¿Qué‖quieres‖decir‖con‖“es‖suficiente”?‖¿Por‖qué‖nadie‖est{‖de‖mi
lado? ¿Cuándo mis sentimientos empiezan a importar? ¿Qué hay de mí? ¿Por
qué todos me odian?
La Directora Miller susurró: ―¡Maggie! Suficiente. ¡Ve a tu oficina y te
recompones!
Maggie Klein claramente no quería ser ahogada. Tenía alguna presión seria que
necesitaba liberar. Resopló, chilló y finalmente se fue. Me di cuenta que lo que
probablemente necesitaba era ir a la cama.
La Directora Miller abrió sus ojos, y luego su boca para hablar, pero
repentinamente, un tambor en pleno auge resonó sobre el megáfono monótono.
La Directora se movió alrededor y abrió la persiana.
Dejé de respirar.
191
Un enorme grupo de protestantes con camisetas de colores de POMME,
liderados por mi mamá, la Srta. Beaufort, y la Presidente PTA Cybil Hutton
estaban marchando, bueno, realmente bailando, y ondeando banderas de
arcoíris y pancartas de arcoíris. Justo detrás de mamá, papá estaba tirando de
un carrito pintado como arcoíris que sostenía su equipo de sonido con una
cuerda‖larga:‖un‖remix‖tecno‖de‖“It’s Raining Men”‖sonaba‖por‖los‖altavoces.
“!Te veo mañana!” había dicho mamá ayer. “Todo está listo”.
No tenía idea.
Tanto como tenía que admitir, esto era algo valiente de mi madre y mi padre
por hacer, tan altruista como era, simplemente no había manera de que pudiera
lograr borrar esto. ¿Cómo sobrevives socialmente a que tus padres lideren un
desfile de orgullo gay en frente de tu secundaria?
Todd puso su mano sobre mi hombro y dijo: ―Bueno, al menos ahora sé de
dónde lo sacaste.
La Directora Miller se estiró y cerró la persiana de nuevo. ―Fiona y Todd, están
escusados. Por favor regresen a su salón de clases. La campana para clases va a
sonar.

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Todd y yo caminamos como zombies fuera de la oficina., a través del área de


recepción, y por el pasillo. En cada salón que pasábamos, los estudiantes y
profesores estaban pegados a las ventanas como calcomanías.
Nos movimos hacia el salón de clases sólo mientras la campana sonaba y el Sr.
Tambor empezó a gritar para que todos se alejaran de la ventana y se sentaran.
Me dejé caer al lado de Mar. Todd se sentó con sus amigos. Pasé por los
susurros y miradas sobre el espectáculo raro de mi familia. Cuando no sucedió,
me‖di‖cuenta…‖muchos‖de‖los‖padres‖de‖todos‖estaban‖allí‖afuera.‖Incluso‖creo‖
que la mamá de Callie Brooks estaba.
Quizás sobreviviría esto después de todo.
Después de la asistencia, la voz de la Directora Miller salió del sistema de
altavoces.
—Buenos días, estudiantes. Primer, un recuerdo de que el viernes en la noche es
el baile formal de invierno para último año, y espero ver a todos los estudiantes
e invitados presentes. ―Se detuvo, y el sonido sonó y chilló mientras lo
apagaba y prendía―. En una materia relacionada, tengo decidido cancelar el
programa de educación matrimonial. Me ha llamado la atención que el curso es
algo…‖redundante‖en‖su‖desarrollo‖de‖habilidades y estrecho en su alcance. Por
lo tanto, declaro los matrimonios de último año anulados. Todo el dinero
192
recogido para la bolsa de premios, serán regresados completamente.
Un grito se levantó a través de la escuela que podía haber elevado el techo.
Éramos presos condenados a muerte sólo bajo palabra. Un campo de
prisioneros detenido finalmente liberados. Un pez retorciéndose hasta salir del
enganche y tirado al mar agitado. Y, porque el PA también se transmite en el
exterior, los protestantes también animaron.
Éramos libres. Miré a Todd. Él me guiñó un ojo. Le guiñé, sonreí y le di el dedo
del medio. Él rió.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Capítulo
34
Traducido por Vettina
Corregido por Nanis

omo dije, por aquí, las noticias viajan más rápido que la mono, y al

C
final del día, todo el colegio había oído hablar de Todd y mi
confrontación con la Directora Miller y Maggie Klein. Para el
momento que la historia circuló y volvió a mí, yo había
aparentemente bofeteado a Maggie Klein y luego bromeé con Todd
frente a la Directora Miller.
Ah, y mi mamá era una antigua corista en una revista de todo-gay. Todo se
volvió una leyenda. Una historia inventada, claro, pero la mayoría de las
leyendas lo son. 193
Mar me dijo que Johnny se excusó de su interpersonal-habilidades/taller de
manejo de la ira. Esperaba que me lo dijera él mismo. También esperaba que me
invitara al baile de invierno. Pero ni una de esas cosas ocurrió. Una vez más, la
suerte no estaba de mi lado.
Así que Mar y yo decidimos ir al baile juntas. Decidí que si Johnny estaba en el
baile, y pasaba que me veía caliente, bueno, esa era una coincidencia que no
podía evitar.
El problema era, la noche del formal, estaba teniendo un tiempo difícil
poniendo‖“caliente”‖junto.‖Eran‖siete‖treinta.‖El‖baile‖comenzaba‖en‖media‖hora.‖
Y estaba completamente desnuda. Lo cual hubiera hecho hacerlo una noche
interesante, pero la última vez que revisé no era ni una estrella porno ni una
prostituta. Así que tenía que vestirme. En algo. Sí, ahí estaba el maldito
problema. Ya había probado cada conjunto medio decente.
Lim‖ƒ(decent)‖=‖∞
Decent→0
Nada dice: Ropa que Usar Cuando Quieres Impresionar a un Chico Que
Inicialmente Rechazaste, Pero Ahora Te Das Cuenta Te Gusta y Lo Quieres de
Regreso. ¿Donde estaba el conjunto para eso? Llame a Marcie para pedirle que
trajera todo lo que tenía, pero estaba tardándose demasiado.

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A Match Made in Highschool Kristin Walker

Finalmente, escuché sonar el timbre, y sus pasos sonando raídamente por las
escaleras. Marcie voló a través de la puerta, usando un vestido negro con
tirantes delgados y tacones. Lucía como salida directo de una pasarela de
Nueva York. Totalmente elegante. Y no de una manera modesta. Su madre
debió haberse puesto furiosa. Llevaba una bolsa de compras llena de ropa.
―¡No estás usando nada! ―gritó.
―Brillante observación, Einstein ―respondí―. Además, eso no es cierto. Estoy
usando mis lentes de contacto.‖Y‖algo‖de‖maquillaje.‖Lo‖sé…‖no te desmayes ni
nada.
―Fiona, podrías haberte puesto bragas y un sostén. ―Sacó unos conjuntos
extravagantes fuera de la bolsa y los puso en mi cama.
―Lo hice ―dije en el mismo tono condescendiente que ella uso―. Unos viejos
de abuelita. ¿Pero luego pensé que lo que sea que trajeras requería bragas de
bajo corte? O, Dios lo prohíba, ¿una tanga? Sólo tengo una, lo sabes.
―Sí, Fiona, lo sé.
―¿Y que si necesito un sostén sin tirantes? ¿O uno sin espalda?
―Está bien, está bien, lo entiendo. Caray, Fee. Solo es un baile.
―Bueno,‖ solo‖ quiero‖ verme…‖ bien. ―Si Mar sabía que me estaba arreglando
para impresionar a Johnny, nunca se callaría sobre eso. Eché un vistazo entre su
194
ropa―. ¿Qué hay acerca de este? ―Alcé un vestido verde con un pequeño
diseño floral y un suéter de crochet sobre él.
Marcie sacó su lengua. ―Nah.
Tiré el vestido‖y‖tomé‖una‖blusa‖azul‖y‖una…‖¿Qué‖era‖esto?‖―¿Una minifalda?
―chille―. ¿Estás bromeando?
―¡Mira, tomé lo que pude y corrí! ¡Relájate!
Ella tenía razón. Estaba totalmente fuera de control. ―Lo siento ―dije y me tiré
sobre la ropa y enterré mi cara en mis brazos.
Marcie tiró una manta sobre mí. ―¿Por qué no admites que te gusta?
No levanté mi cabeza, así que no podía leer mi cara. Sólo mascullé: ―¿Qué
quieres decir?
―Johnny Mercer. Sabes que apestas en esconder cosas.
Miento terriblemente. ―No sé de qué estás hablando.
―Dame algo de crédito, Fee.
Suspiré y la miré. ―Sólo quiero darle todos los incentivos para que le guste.
Ella sonrió. ―Le gustas.
―¿Él dijo eso?

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―Bueno, no en esas palabras, exactamente. Pero puedo decir estas cosas.


Ahora, aquí, ponte este. ―Ella me dio un no-muy-mini vestido-sin espalda de
un rojo profundo―. Pero tendrás que entrar en la tanga.
―Más bien como forzar la entrada. Todavía tiene la etiqueta. ―La saqué de las
profundidades de mi cajón de ropa interior y la agité como una bandera fibrosa.
Marcie arrugó la cara. ―¿No la has lavado todavía?
Me quedé helada a medio camino. ―No. ¿Necesito hacerlo? ―Un pánico
desproporcionado empezó a crecer en mí por usar una tanga sin lavar. Marcie
debió leerlo en mi cara.
―Nop. No importa ―señaló, arrebatando la tanga y arrancando la etiqueta en
un solo movimiento―. Está bien. ―Ella sonrió y me la entregó. Sabía que
estaba llena de mierda, pero me puse la tanga de todos modos. No tenía tiempo
para disfrutar de la germofobia de Marcie en ese momento, en cualquier caso.
Me torcí en un sostén relleno sin espalda y me metí en el vestido. Terminé mi
pelo en un moño y lo mantuve en su lugar con un par de palillos esmaltados.
Marcie revolvió mi armario y sacó mi par de zapatos negros de tacón, los que
mamá insistió en que tuviera.
―¿Tacones? ¿Quieres que use tacones? ―grité.
―¿Qué vas a usar, zapatillas de deporte? Ahora ponte estos y cierra la boca.
195
Ponte unos pendientes y brillo de labios, y luego nos iremos.
Me quedé inmóvil durante dos segundos, y luego hice exactamente lo que me
dijo.
Llegamos al baile como a las ocho y quince. Estaba triste porque Johnny no me
había pedido ir al baile. Pero sabía que si se presentaba, entonces había todavía
una oportunidad de que tenía sentimientos por mí. Así que mi corazón latía y
mi aliento se puso todo movedizo, cuando lo vi sentado en las gradas. No sólo
eso, sino una canción de The Connells sonaba, y estaba bastante segura de que la
había elegido para mí.
Mar me dio un empujón por la espalda, y me dirigí hacia Johnny. Traté de hacer
caso omiso de la tanga montando mi trasero, porque sabía que estaba haciendo
lucir a mi trasero estupendo. No que él pudiera verlo; él estaba mirando a la
gente bailando en el centro del piso del gimnasio. Traté de pensar en algo
inteligente y sexy que decirle si no me notaba, pero todo sonaba estúpido en mi
cabeza. Me puse justo al lado de él y todavía no me había visto. Entonces pensé
en la cosa perfecta que decir.
―Sonda rectal lubricante.
―¿Qué? ¿Qué rectal? ―Johnny parpadeó varias veces y se puso en pie―.
Santo…‖Yeow. Wow, Fiona. Te ves muy bien.

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―Gracias ―dije―. Tú también. ―Y, a decir verdad, lo hacía.


Había encogido su cabello color miel con algún tipo de producto. Masilla, creo
que es como Mar lo llama. Le daba a su pelo el mejor aspecto desordenado con
su adorable pequeño mechón sobre el ojo derecho. El corte de su chaqueta de
vestir a través de sus anchos hombros le daba un aspecto fuerte. Llevaba una
corbata, pero también tenía sus pantalones vaqueros y sus Doc Martens. Con
todo,‖ se‖ veía‖ m{s‖ o‖ menos…‖ peligroso. Como que podría patear el culo de
alguien, en grande, pero con estilo. Como un suave, tipo duro súper espía.
Me gustaba.
―Sonda rectal lubricante ―dijo―. Muy buena. Eso definitivamente sería peor.
Voy a tener que volver a ti con la mía, sin embargo. Estoy teniendo dificultades
para pensar en algo desagradable ahora.
De repente no sabía qué hacer con mis manos. ―Um… gracias por la canción
de los Connells ―le dije―. ¿Era para mí?
Él asintió.
Traté de inhalar sin lucir como si estuviera tratando de inhalar. ―Así que, ¿tú y
Mar van a mostrar sus nuevos pasos de baile de salón?
Johnny chasqueó los dedos. ―Maldita sea ―dijo sarcásticamente―. Me olvidé
de poner un vals o un foxtrot en la lista de reproducción de esta noche.
196
―Bueno, difícil. Quiero verlo. Creo que es genial que ustedes aprendierón a
hacer el Baile extravagante.
―Sí, claro.
―¡Lo hago!
―Oh, eso es correcto ―dijo Johnny―. Me olvidé de tu anhelo secreto por bolas.
Sonreí y le di un puñetazo en el brazo. Me agarró la mano y la sostuvo mientras
"What a Good Boy" por Barenaked Ladies comenzó a sonar. Me atrajo hacia él y
rodeó mi cintura con su brazo derecho, colocando su mano sobre la piel
desnuda de mi espalda. Tomó mi mano derecha con su izquierda, y colocó su
dedo índice por debajo de los anillos de mi abuela. Lo miré y vi sus suaves
labios moverse mientras hablaba.
―Esto se llama posición de baile ―dijo―. Ahora, sigues. Yo dirijo. ―Él se
adelantó y me condujo alrededor de un círculo imaginario. No podría haber
protestado si quisiera, porque el hecho de que me tenía contra él ahuyentaba mi
dominio del idioma inglés. Pero ser sacudido a la sumisión también me
permitió avanzar en fluidez total con él.
Él me llevó hacia atrás en un giro rápido. Su boca estaba justo al lado de mi
oído, así que cuando habló en voz baja, su voz de terciopelo era aún más

Purple Rose
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profunda. ―¿Recuerdas el último baile? ―preguntó, refiriéndose a la broma del


pañal de Todd, pensé.
Dije suavemente: ―¿Recordarlo? Tengo cada momento grabado en mi
memoria.
―Quería bailar contigo bastante entonces ―dijo.
Tomamos unos pasos más y dije: ―¿Por qué no me preguntaste?
Me hizo girar en un círculo y suavemente me inclino hacia atrás. ―Porque no
podía bailar.
Tomamos un par de pasos más. Me presioné ligeramente contra él y levante mi
cara. ―¿Pero ahora puedes?
Detuvo nuestro baile y me miró. ―Sí ―dijo―. Creo que me acabo de dar
cuenta de que ahora puedo. ―Y sabía que él no estaba hablando del baile en
absoluto. Estaba hablando de sus sentimientos por mí. Y mis sentimientos por
él. Y lo que iba a hacer con ellos.
―Me alegro de que finalmente te dieras cuenta ―dije.
Entonces Johnny deslizó su mano derecha encima de mi espalda desnuda y
rozando sus manos cálidas sobre el pelo en la nuca de mi cuello. Él se quedó allí
por un segundo, luego ahuecó su otra mano detrás de mi cabeza, también, y jaló
mi cara hacia la suya.
197
Nos besamos.
Era, sin lugar a duda, el momento más sexy que haya experimentado.
Cuando nos separamos, miré en sus profundos, brillantes ojos color avellana
con motas doradas. Sentí su respiración contra mí y sentí el calor de sus manos
en mi cuerpo.
Dijo: ―Si alguien me hubiera dicho hace un año que estaría besando a una
porrista en un baile formal, tendría. . . oh, no lo sé. Golpearlos en la cara y salir
corriendo.
Tomé lo que parecía ser mi primer respiro en una hora. ―¿Golpearlos en la
cara?
Me miró, y empezamos a reír.
―Jonathan Mercer, me partes de risa.
Atrapamos la mirada de otro y la mantuvimos. ―La vida es extraña, ¿no?
―dijo.
Asentí. ―Uh-huh.
―Oye ―agregó ligeramente―. Me gusta que me llames Jonathan. Suena sexy
cuando lo dices.
Yo sonreí. ―Ah,‖¿si?‖Entonces‖te‖queda…‖Jonathan.
―Dilo otra vez ―dijo suavemente, inclinándose hacia mí.

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―Jonathan ―ronroneo, inclinándome hacia él.


Nos reunimos en el centro.
Después, vi a Callie Brooks por el rabillo del ojo mirándonos como si acabara de
vernos mudar nuestra piel, revelando nuestra verdadera identidad como
personas-lagarto. Le di el dedo detrás de la espalda de Johnny. Callie miró a la
izquierda y la derecha para ver si alguien estaba mirando, y luego me enseñó el
dedo. Me reí, y le di pulgares arriba. Le dije a Johnny: ―Probablemente
deberíamos ir a buscar a Marcie. Ella es mi cita.
Johnny tomó mi mano y dijo: ―Ella era tu cita.
Encontramos a Mar de pie contra la pared cerca de la mesa de los refrescos. Ella
dijo: ―Saben, si los dos me hubieran escuchado en primer lugar, podríamos
haber evitado toda esta dificultad.
Johnny y yo dijimos: ―Sí,‖sí‖―al‖mismo‖tiempo.
Entonces los dos dijimos: ―Mala suerte. Me debes una cerveza. ―Juntos. Y
luego―: En cualquier momento. ―Entonces nos reímos juntos, también.
Mar dijo: ―¿No se ve caliente Fee?
Johnny se ruborizó, pero vine a su rescate. Le dije: ―Debería. Es tu vestido.
Mar sonrió. ―Sí, pero es tu trasero el que está debajo.
Johnny giró lejos de nosotras diciendo: ―Y esa es mi señal para conseguir las
198
bebidas. ―Él vagó hasta el extremo de la mesa.
Le dije a Mar: ―Tal vez si tienes suerte, incluso te permita bailar con tu ex
esposo.
Mar se rió y dijo: ―Eres muy amable. ―Miró detrás de mí y su sonrisa se
disolvió. Su rostro palideció. Me volví para ver por qué.
Gabe Webber contoneándose hacia nosotras, listándose al lado con sus brazos
agitándose como si no pudiera mantener su equilibrio. Tenía los párpados
medio cerrados y su boca abierta. Su camisa blanca estaba fuera del pantalón y
manchada por la parte delantera.
―Hey Marshie. ―Arrastrando las palabras. Se inclinó delante de mí, apestando
a cerveza―. Te ves caliente. ―Se volvió hacia mí―. Fiona. Escucho anhelando
amor conmigo.
Retrocedí ante el hedor de su aliento. Al parecer, algo de la cerveza había hecho
una aparición repetida, porque su aliento también olía a vomito. ―Vete a la
mierda, Gabe. Eres un asco. ―Agarré la mano de Marcie y traté de alejarla, pero
él se colocó justo entre nosotras.
―Vamos, Marshie. Tú sabes quieres volver conmigo. ―Su cabeza se balanceaba
de lado a lado. Marcie se congeló. Traté de alejar a Gabe con el codo, pero él se
volvió y me empujó duro y luego agarró a Marcie.

Purple Rose
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Johnny estaba a mi lado en un instante y me agarró antes de caer. Me enderezó


y, a continuación en un solo movimiento, giró a Gabe alrededor y lo inmovilizó
contra la pared de bloques de concreto. ―Detente, Webber.
―¿Qué vas hacer al respecto, tontón?
El rostro de Johnny se endureció. Inspiró y se inclinó hacia Gabe. ―¿Quieres
saber?
Extendí la mano y sostuve el brazo de Johnny. ―Sólo déjalo ir. Está borracho.
Es un desperdicio. ―Sentí el brazo de Johnny relajarse debajo de mi tacto. Poco
a poco, retrocedió de la pared.
Gabe salió a trompicones de debajo del brazo de Johnny y murmuró: ―Marica.
Johnny agarró el hombro de Gabe, lo hizo girar, y tiró hacia atrás con un
enorme, puño cerrado. Agarré su muñeca y esperé. No quería ser expulsada de
este baile. No había usado tacones por nada. ―No ―dije―. Por favor solo
déjalo. No vale la pena. ―Podía sentir los músculos en el brazo de Johnny,
duros como una roca y temblando. Pero no se abalanzó.
Empujó a Gabe lejos, pero Gabe se tambaleó hacia atrás hacia nosotros
diciendo: ―Quieres saber ¿quién no vale la pena? ―Enganchó con el pulgar a
Marcie―. Tratando de llegar a ninguna parte con esa maldita mojigata. ―Cerró
sus ojos y se rió.
199
Y entonces algo se llenó dentro de mí. Perdí el control total sobre mi cuerpo. Era
como si estuviera fuera de mí, mirando. Me vi a mí misma cerrando mis dedos
en un puño, tomar mi mano derecha hacia atrás, dar un paso adelante con el pie
izquierdo, y golpear a Gabe en la mejilla con toda mi fuerza. La cabeza de Gabe
voló hacia los lados y hacia atrás, su cuerpo siguiendo, y un segundo después,
yacía en el piso del gimnasio.
Dolor como una hoja de cuchillo se disparó a través de mis nudillos, sobre todo
en mi dedo anular. Agité mi mano para tratar de conseguir que dejara de
palpitar. Sólo entonces me di cuenta que yo era la única persona que se movía
en todo el lugar.
Hasta que la Directora Miller se abrió paso entre la multitud y pidió que la
música se detuviera. ―¿Qué pasó? ―exclamó.
―¿Quién hizo esto? ―El Señor Evans estaba con ella. Se agachó sobre Gabe,
quien estaba reaccionando. La sangre fluía de un rasguño en la mejilla de Gabe
donde el diamante de Nana había atrapado su piel. El Señor Evans se inclinó
para ver mejor, pero cuando recibió una bocanada del aliento de Gabe, hizo su
cabeza hacia atrás y dijo―: ¡Uf! Está borracho, Bárbara.
Las manos de la Directora Miller fueron a su cabello. ―Um,‖gracias,‖Jero…‖uh. .
. Señor Evans. ¿Se desmayó, entonces?

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Miró a su alrededor por una respuesta.


―Sí ―dijo Johnny―. Sólo se desmayó.
―Eso es lo que vi ―dijo Marcie.
La Directora Miller escrutó la multitud. ―¿Alguien más puede confirmar esto?
―Sus ojos se movían de cara a cara.
―Yo lo vi caer ―dijo una voz. La multitud se separó y Amanda dio un paso
adelante con Todd al lado de ella. Ella levantó la barbilla hacia Gabe―. Él
estaba de pie ahí, luego se cayó ―dijo.
―Eso es lo que pasó ―Takisha King dijo desde el otro lado de la multitud del
círculo.
―Síp ―sonó Simone Dawson―. Sólo se cayó. Golpeó su rostro en el suelo.
―Ella me sonrió y me guiñó un ojo. Yo no podía dejar de sonreírle.
El Sr. Evans levantó a Gabe. Gabe se tambaleó hacia delante unos cuantos pasos
y vomitó sobre los zapatos de gamuza de la Directora Miller. Ella se quedó sin
aliento y se estremeció y volvió la cabeza, pero no movió sus pies un
centímetro. ―Jerome, ¿podría ver que los padres de este muchacho sean
llamados, y permanecer con él hasta que lleguen?
―Yo lo haré ―retumbó el Sr. Tambor. Marchó hacia delante, tomó a Gabe por
la parte posterior del cuello, y lo condujo a través de la multitud y por la puerta.
200
El Señor Evans fue a la Directora Miller y dijo: ―Vamos. Vamos a limpiarte.
―Le tomó la mano con cuidado entre las suyas y la llevó a los vestidores. Unos
minutos más tarde, regresó con un trapeador y un balde y limpio el vómito. No
vimos a la Directora Miller otra vez.
La música regresó. Le pedí a Johnny bailar con Marcie para levantarle el ánimo,
y me acerqué a Todd y Amanda. ―Gracias ―dije―. No tenían que hacer eso.
Quiero decir, estoy feliz de que lo hayan hecho, pero sé que no tenían que
hacerlo. Así que gracias. ―Sonreí.
Amanda puso los ojos en blanco y sacudió su pelo. ―Gabe Webber es un idiota,
de todos modos.
―Oye ―le dije―, ¿sabes qué es gracioso? Y un poco desagradable ahora, ¿pero
sigue siendo divertido? Juré que tocaría a Gabe Webber al final del año.
Supongo que técnicamente lo hice.
―Tan seguro como el infierno, que lo hiciste ―dijo Todd―. Arrastrar esa
hielera debió construir algunos músculos. ―Su rostro resplandecía. Si yo no
hubiera sabido mejor, habría dicho que se veía orgulloso. Sólo un poquito.
Callie Brooks me dio un golpecito en la espalda. ―Mira eso ―dijo, señalando a
la pista de baile. Johnny y Marcie pisaron y dieron vueltas y sumergían y
agitaban mientras una multitud de gente se quedó mirando.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

―Echa un vistazo a Mercer ―dijo Todd.


Callie suspiró. ―No puedo creer que estés con un chico que puede bailar así.
Tienes mucha suerte.
Me eché a reír. ¿Tenía suerte?
Ahora esa era una sorpresa.
Pero en realidad,‖cuando‖se‖piensa‖en‖ello…
Para entonces debería haber sabido.

Fin
201

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

Kristin Walker

Kristin Walker ha saltado a la fama gracias a Un


202
emparejamiento en la Secundaria (A match made
in Highschool). Vive junto a su esposo, quien le
da el apoyo que necesita para escribir, celebra sus
logros, y la anima a escribir; así como sus hijos,
gracias a los cuales su casa siempre es un desastre.

Ha escrito libros sobre romance adolescente, los


cuales no han sido publicados así como diversos
poemas.

Purple Rose
A Match Made in Highschool Kristin Walker

I 203

Purple Rose
www.purplerose1.activoforo.com

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