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La Resistencia

Para Mark, por siempre


La Resistencia
Contenido:
Reseña……………. Pág. 4 Capitulo 18…….… Pág. 121

Capitulo 1……….. Pág. 5 Capitulo 19……..… Pág. 123

Capitulo 2……….. Pág. 21 Capitulo 20……….. Pág. 128

Capitulo 3……….. Pág. 26 Capitulo 21……….. Pág. 133

Capitulo 4……….. Pág. 34 Capitulo 22……….. Pág. 138

Capitulo 5……….. Pág. 39 Capitulo 23………..Pág. 142

Capitulo 6……….. Pág. 48 Capitulo 24……….. Pág. 145

Capitulo 7……….. Pág. 55 Capitulo 25……….. Pág. 151

Capitulo 8……….. Pág. 63 Capitulo 26……….. Pág. 156

Capitulo 9……….. Pág. 74 Capitulo 27……….. Pág. 161

Capitulo 10……… Pág. 78 Capitulo 28……….. Pág. 167

Capitulo 11……… Pág. 83 Capitulo 29……….. Pág. 170

Capitulo 12……… Pág. 88 Capitulo 30……….. Pág. 174

Capitulo 13……… Pág. 92 Capitulo 31……….. Pág. 179

Capitulo 14……… Pág. 101 Capitulo 32………...Pág. 185

Capitulo 15……… Pág. 104 Capitulo 33……….. Pág. 190

Capitulo 16……… Pág. 111 Capitulo 34……….. Pág. 200

Capitulo 17……… Pág. 113 Sobre la Autora…… Pág. 204


La Resistencia

Reseña
Año 2140. Después de haber escapado de los horrores de Grange Hall, Peter y Anna
viven libres en el exterior, tratando de llevar una vida normal, pero incapaces de olvidar
sus épocas de Excedentes ni la Declaración. Peter está decidido a infiltrarse en Pincent
Pharma, que afirma estar desarrollando un nuevo fármaco, "Longevidad +" no sólo
detendrá los estragos de la vejez, sino que podrá revertir el proceso de envejecimiento.
Pero lo que Peter y Anna descubren detrás de las paredes de Pharma es tan horrible que
hace de la prisión de su infancia parezca el paraíso.
La Resistencia

Capitulo 1
La iluminación del techo, desolada e intransigente, brillando en una pequeña habitación
como el reflector de un guardia de prisión, mostrando cada partícula de polvo, cada marca
en la barata alfombra, cada huella digital en el umbral de la ventana. Era una habitación
que, como peter sospechaba, había sido usada para muchos propósitos; los fantasmas de
sus antiguos ocupantes se aferraban a ella como telarañas.

- Dime cómo es Peter. Dime lo que ha estado pensando últimamente.

Peter miró a los ojos de la mujer sentada frente a él y se reclinó en su silla, dando vueltas
el anillo de oro alrededor de su dedo. El anillo había sido la única cosa que tenía con él
cuando fue hallado de bebé.

La silla era acolchonada, evidentemente con la intención de ponerlo cómodo, pero no


estaba funcionando. Raramente se sentía cómodo. Anna decía que era porque a él le
gustaba hacer las cosas difíciles para él mismo, pero no estaba seguro. Él imaginaba que
simplemente no estaba en su naturaleza sentirse demasiado cómodo. La comodidad te
hace perezoso. Era la opción fácil.

- Él ha estado pensando,- dijo, sonriendo para sus adentros porque adoptó el uso de la
tercera persona de su orientadora, - que su vida apesta. Que es monótona y aburrida y
que tiene muy poco sentido para él.

Su orientadora de asimilación frunció el ceño; peter sintió la adrenalina a través de su


cuerpo. Ella fue tomada por sorpresa. Parecía preocupada. Fue una rara muestra de
emoción – su rostro casi nunca expresaba nada más que un interés indiferente, a pesar
de lo mucho que él había intentado en los últimos meses. Peter estudió su rostro. Su piel
daba la impresión inicial de un bronceado ligero, pero bajo la dura luz podías ver que
realmente estaba cubierta con un polvo bronceador, pequeñas partículas de un marrón
anaranjado situadas alrededor de sus ojos, alrededor de su boca. Llevaba turquesa - una
chaqueta y una falda acorde. Su cuello se arqueó. Pero los ojos de Peter se sintieron
atraídos por su pelo, que de alguna manera no funcionaba. Era castaño, con mechones
rubios. Siquiera, los cabellos parecían castaños y rubios; en realidad eran blancos,
teñidos regularmente, religiosamente. Cualquier signo de vejez, tenía que ser erradicado.
Era patético, pensó. Las apariencias eran lo único que contaba para las personas que
toman la longevidad, no lo que había debajo.

- ¿Muy poco sentido para ti? ¿Peter a qué te refieres con eso?

Peter rodó sus ojos, fingimiento aburrimiento. - Me refiero a que, antes, sentía como que
tenía un propósito. Yo sabía lo que estaba haciendo, sabía por qué lo estaba haciendo. Y
ahora… -Él se detuvo, dejando la frase colgada en el aire.
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- ¿Y ahora? su consejera demandó.

- Y ahora trabajo en un pequeño laboratorio haciendo trabajos sin importancia, vivo en


una casa que odio, apenas gano suficiente dinero para calentarla, ni hablar de comprar
libros para Anna o comida para Ben. La saqué del Grange Hall para que sea libre, para
que disfrute de la vida y ahora... Ahora siento que todo fue para nada.

Su orientadora asintió pensativamente. - ¿Sientes que estas decepcionando a Anna?-


preguntó.

Peter suspiró; incluso en esta conversación artificial encontró la idea de decepcionar a


Anna difícil de contemplar, aunque sabía que no era cierto, nunca sería cierto.

- Tal vez,- dijo, encogiéndose de hombros.

- Estoy segura de que ella no se siente de esa manera. Anna es una chica muy sensible.
Ella entiende cómo funciona el mundo, Peter.

Peter levantó una ceja. Anna había visto a su consejera de asimilación hacia un par de
semanas atrás; había sido dada de alta del programa temprano. Tan experta fue ella en
ganarse la confianza de las figuras de autoridad que había logrado convencer a su
orientadora en poco tiempo que no era una amenaza, que iba a ser una buena ciudadana,
activa. Era algo que Peter admiraba y resentía en igual medida - ella era buena en eso
porque había tenido que ser así para sobrevivir en el Grange Hall. Peter, por otro lado,
había sido incapaz de resistir el curioso comentario mordaz, la extraña broma fuera de
lugar; y varios meses después, todavía tenía que venir cada semana para convencer a su
consejera que podía 'encajar' en la sociedad.

Peter se cruzó de brazos y adoptó un aspecto diferente. Un aspecto que le diría a ella que
estaba perdido, que era débil, que las Autoridades habían aplastado con éxito su espíritu.

- Solo quiero mantenerla a ella, -dijo, obligándose a no sonreír ante la mirada de


entendimiento que cruzó el rostro de la consejera.

- ¿Es el dinero que te preocupa?

- Dinero, aburrido... -Se inclinó hacia delante en su silla, colocando el mentón en sus
manos.

- ¿Y? -Ella lo estaba mirándolo ahora. - Peter, tu sabes que nuestras conversaciones son
completamente confidenciales. Lo que se dice en esta habitación se queda en esta
habitación, te lo puedo asegurar.

Peter la miró por unos segundos. Estuvo casi impresionado de que ella podía decir una
mentira tan descarada con tanta calidez en su voz. Tal vez la había subestimado. - He
empezado a pensar seriamente en la oferta de mi abuelo, -él dijo en voz baja, suave.
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Sorpresa cruzó su rostro brevemente, sólo lo suficiente para que él la vea.

- Ya veo. -Ella hizo una pausa. - ¿Pensé que habías dicho que nunca tendrías nada que
ver con él? ¿Que cualquiera que estuviese involucrado en la producción de la Longevidad
no era pariente tuyo?

Sus ojos brillaban levemente; ella estaba jugando con él. Era justo - él había dicho.
Muchas veces. Tenía significado para él.

- Lo sé. -Bajó los ojos y dejó que su mano izquierda pasara por encima de su derecha,
dejó que sus dedos trazaran la flor grabada en su anillo, la flor que creía que lo había
llevado a Anna, que había fijado su destino. No debe parecer como si estuviera tomando
esta decisión a la ligera. Tenía que hacerle creer que estaba en conflicto.

- Yo sólo estoy pensando en ello. Yo solo...- Peter levantó la vista para encontrase
lentamente con los de ella y no mirar hacia otro lado. - Yo solo quiero más. Debe de haber
mas, ¿sabes? Quiero decir, Anna, lee libros, escribe, cuida de Ben. Yo - no tengo nada.
Tal vez si trabajo para mi abuelo, tal vez si hago un poco de dinero, tal vez...

- ¿Tal vez podrías encontrar un sentido?

- Si.

Peter se puso de pie y caminó hacia la ventana. Estaba cubierta por una persiana gris,
institucional que le recordaba al Grange Hall. La hizo a un lado y miró a las calles de
abajo, que eran igualmente grises. Él no podía verlo, pero sabía que en algún lugar en la
distancia el perímetro de Pincent Pharma estaría dominando el horizonte. - De todos
modos, -dijo, sin darse vuelta, - imagino que me debe.

- ¿Él te debe?

Peter asintió con la cabeza y regresó a su silla. - Él hace los fármacos de Longevidad,
¿verdad? -dijo, entrecerrando sus ojos un poco. - Bueno, los fármacos de Longevidad me
llevaron a ser un Excedente. Son la razón por lo que he pasado la mayor parte de mi vida
oculto y evadido. Lo que hace a mi abuelo la razón por la que no tuve infancia de la que
hablar. Él me debe.

- Todavía pareces enojado, Peter. -La voz de su orientadora era suave y controlada;
estaba haciendo todo lo posible para tranquilizarlo, pero tenía el efecto contrario. Se
preguntaba si ella hablaría así en su casa, fuera de servicio, se preguntaba cómo sonaba
cuando estaba enojada o frustrada.

- Estaba enojado, -dijo, haciendo su voz temblar ligeramente - un toque brillante que le
diría a Anna más tarde. - Muy enojado. Pero ahora... Ahora no lo estoy. Ahora...

- ¿Ahora te estás preguntando qué hacer con el resto de tu vida?


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Peter se encogió de hombros. - Supongo, -dijo. - No es como que tengo muchas otras
opciones. Voy por empleos y la gente me mira como si yo fuera un bicho raro. Y soy un
fenómeno para ellos - soy un centenar de años más joven que la mayoría de ellos. En
Pincent Pharma podría ganar buen dinero. Mi abuelo dijo que las puertas siempre estaban
abiertas. Así que pensé que tenía que ver si lo decía en serio.

- Estoy segura que lo hizo, -dijo su consejera. Parecía aliviada, como que pensó que
había lo ‘atravesado’. Él la había escuchado en el teléfono antes de una cita cuando no
era consciente de que él estaba cerca de la puerta. Le había dicho a alguien que tenía
que abrirse paso con él, que iba a intentar un enfoque diferente. Él había estado
complacido - lo había visto como una insignia de honor que era impenetrable, que era
difícil. - Pienso que es una buena idea, de hecho, -ella continuó, ahora tomando algunas
notas. -¿Así que cómo estabas planeando contárselo?

Las comisuras de la boca de Peter subieron un poco involuntariamente; inmediatamente,


suprimió su sonrisa. - Ya lo hice, -dijo tranquilamente. - Le escribí una carta. Dejó un
mensaje ayer. Dijo que debería comenzar el lunes.

Su consejera lo miró con un sobresalto, luego se volvió con una sonrisa tranquila sobre él.
- Ya veo, -dijo pensativamente. - Bueno, vamos a ver cómo va, ¿de acuerdo?

Media hora más tarde, Peter dejó el edificio de las Autoridades en Cheapside y giró a la
izquierda hacia Holborn. Las calles estaban bastantes vacías - lo que Peter consideraba
una ventaja. En la zona peatonal bien ordenada solo había una pequeña cantidad de
compradores y una o dos personas paseando sus perros o paseándose ellos mismos.
Manteniendo su cabeza baja, metió las manos con firmeza en sus bolsillos, un reflejo de
sus días como Excedente, de sus días de escondido, de no saber quién podría llamar a
los Cazadores, sin saber qué podría pasar mañana. Las pocas personas alrededor
entrecerraron sus ojos cuando él pasaba, mirándolo inseguramente, una mezcla de
envidia y desconfianza coloreaban sus mejillas.

Mientras caminaba, vio los habituales carteles en los laterales de los edificios, repartidos
en carteleras, anunciando cremas milagrosas, promocionando clases de ejercicio y cursos
de educación, advirtiendo a las personas que conserven energía. Otros advirtieron de la
superpoblación, instando a la gente a tener en cuenta de los 'inmigrantes ilegales,
Excedentes y otros drenajes de nuestros valiosos recursos'. Como si los Legales no
fueran los drenajes más grandes de todos.

Él solía cuestionar carteles así todo el tiempo, solía lanzarse de cabeza en las
discusiones con cualquiera que lo quisiera escuchar, cualquiera que lo tomara en cuenta,
pero ahora había aprendido a mantener su boca cerrada. No porque no quería pelear
más, sino porque Pip había sugerido que discutiendo por la causa no lograría mucho, que
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llamado la atención podría hacer más daño que bien - que Peter lo podía ver pero todavía
lo frustraba cuando dejaba las cosas ir, al no pelear más con la gente.

Sin embargo, se dijo con regularidad, que se darían cuenta con el tiempo. Cuando el
Subterráneo triunfe, todos ellos verían. Animado por este pensamiento, Peter se subió a
un tranvía en dirección a la calle Oxford. Al llegar a Tottenham Court Road, se deslizó
fuera del tranvía, luego se dirigió con rapidez hacia Cambridge Circus, girando a la
derecha en la calle Old Compton. Desde allí continuó hacia el oeste en la parte más
vulnerable del Soho, donde tiendas pequeñas, oscuras furtivamente vendían sus
mercancías ilícitas - ropa de bebés, drogas ilegales, alimentos no permitidos, un mercado
negro de vales de energía.

Peter miró su reloj - estaba diez minutos antes, pero eso era mejor que estar tarde.
Mirando a su alrededor con cautela, entró en una tienda vacía, pasó por delante de los
constructores que estaban ocupados reparando el lugar, por las escaleras, y hacia afuera
a través de la parte posterior. Desde allí, caminó por una estrecha senda sucia hacia una
puerta de madera en mal estado y llamó a la puerta en silencio, cuatro veces.

Momentos más tarde, percibió un movimiento detrás de la puerta y se abrió un poco para
revelar un hombre con una barba y una maraña de pelo indomable. Parecía un
vagabundo, y miró a Peter de arriba a abajo con desconfianza.

- Frio para esta época del año, ¿no? -dijo bruscamente.

- Me parece que el ejercicio me calienta, -Peter respondió. El hombre dudó unos


instantes, luego abrió la puerta, lo metió rápidamente adentro. La sensación habitual de
Peter de ser parte de algo tan encubierto, tan importante, se lanzó a través de él como
una corriente eléctrica. No reconocía al hombre de la puerta; rara vez veía el mismo
guardia dos veces. De hecho, cuando visitó la sede del Subterráneo siempre se encontró
a él mismo pensando que sabía muy poco de los demás miembros o cómo era manejado.
Le daban instrucciones y él las seguía; sus preguntas eran recibidas con sonrisas
irónicas, miradas evasivas o vacías. Era para su protección, le dijo Pip. Para protección
de todos.

- Estoy aquí para ver a Pip, -dijo Peter, sintiéndose enderezarse, como para imponerse
más en sus alrededores, que eran familiares pero ajenos. Cada seis meses o menos, la
sede del Subterráneo se movía, sin dejar rastro de sus actividades. Peter había estado en
este edificio dos veces antes y cada vez se sentía diferente, como si las paredes y
puertas fueran movidas alrededor. Lo que se mantenía constante era el olor. Los lugares
que elegía el Subterráneo eran siempre sucios, desordenados, medio en ruinas, fácil de
abandonar.

A la izquierda de la entrada había unas escaleras hacia abajo. Una mujer estaba
subiendo por ella entonces, aferrada a su brazo izquierdo. Cuando pasó por al lado de
Peter para llegar a la puerta, sus ojos se encontraron con un destello de reconocimiento.
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Peter no conocía a la mujer, pero sabia porqué ella estaba ahí, sabía que la parte superior
de su brazo izquierdo estaría sangrienta y dolorosa donde su implante anticonceptivo
había sido arrancado por uno de los médicos del Subterráneo, sabía que se estaba
embarcando en una de las actividades más peligrosas que cualquier humano pudiera
tomar parte: la búsqueda de un embarazo, para crear una nueva vida.

La mujer escapó y Peter miró al guardia de la puerta, que no dijo nada, pero indicó hacia
lo largo del corredor detrás de él. Al final había un pequeño cuarto con una luz tenue.

Pip lo estaba esperando, sentado en una mesa baja, su alto cuerpo atlético inclinado
sobre ella incómodamente como sumido en sus pensamientos. El padre fundador del
Subterráneo, Pip era, para Peter, lo más cercano a un padre - más cerca incluso de lo que
el padre de Anna había sido. Pip ha estado ahí desde el principio, guiándolo, ayudándolo.
Más tarde, Peter había descubierto que él no era el único. Pip dirigió y lideró a todos en el
Subterráneo; todo el mundo era igualmente esclavos a sus hipnóticos ojos, su implícito
poder. Pip no era el líder oficial del Subterráneo; no tenía uno, porque Pip se negaba dejar
que las estructuras y jerarquías de las odiadas Autoridades se infiltraran en su 'grupo’.
Pero era el líder realmente; todo el mundo acataba su opinión y ninguna decisión se
tomaba sin consultársela. Él había comenzado la pelea con la Longevidad hace años todo
por su cuenta, el señor Covey, el padre de Anna, le había dicho a Peter; escribiendo
panfletos, ayudando a los padres de los Excedentes, poco a poco atrayendo a seguidores
hasta que el movimiento se extendió a lo largo y ancho del país. Ahora el Subterráneo
tenía una red masiva de grupos similares en el extranjero y se había vuelto tan poderoso
que las Autoridades habían creado y dedicado un departamento para luchar contra ellos.
Todo a causa de Pip.

Pero Pip nunca habla de ello. No parecía mucho a un líder poderoso tampoco. No parecía
prestar mucha atención a su apariencia, su pelo cambiaba regularmente para asegurarse
de que se podía mezclar, para asegurarse de que no fuera percibido, que no fuera
capturado, pero la mayoría de las veces era bastante desaliñado. Y siempre insistía en
reunirse en lugares deteriorados, en mal estado - como este: paredes lisas cubiertas con
una pintura descascarada, una ventana engrasada para evitar que nadie pueda ver, una
bombilla solitaria haciendo todo lo posible para proporcionar la luz suficiente, una mesa
que se tambaleaba cada vez que se inclinaba sobre ella.

Las Autoridades habían puesto un alto precio por la cabeza de Pip, publicaron su imagen
en cada esquina, en cada noticiero. Pero aun así no lo habían capturado. Las personas
decían que era demasiado inteligente, que estaba muy bien protegido, pero Peter
sospechaba que era más que eso. Era sólo la forma que Pip era. Querías ayudarlo.
Querías que le gustaras, que te respete. Bastante sencillo, hizo que tú quisieras hacer
todo lo posible para complacerlo; por eso era que el Subterráneo nunca había sufrido de
disputas internas, porque la gente se unía todo el tiempo. La leyenda decía que un
Cazador una vez descubrió a Pip en un almacén en desuso, que horas más tarde, en
lugar de capturarlo y reclamar su recompensa, el Cazador estaba jurando lealtad al
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Subterráneo, que ahora era uno de sus soldados más valiosos. Esto no sorprendió a
Peter en lo más mínimo.

- Me alegro de verte, Peter,- dijo Pip, sin levantar la vista.

Peter sonrió, inmediatamente se relajó. - Si, a ti también.

Pip le hizo una seña para que se sentara, ofreciéndole un vaso de agua, luego miró a
Peter seriamente. - Las cosas se están poniendo más peligrosas, -dijo en voz baja. -
Llevamos a cabo un ataque a un par de envíos de Longevidad recientemente y las
Autoridades están tomando ventaja de la vigilancia. Tendremos que ser cuidadosos.

- Yo siempre tengo cuidado, -dijo Peter, un indicio de defensa en su voz.

- Sé que lo tienes. Me refiero a todos nosotros. Todo el movimiento. Hay espías por todas
partes. -Miró brevemente, y Peter fue golpeado como siempre por sus ojos, remolinos
oscuros de agua azulada que te atraían, inspiraban confianza, te daban ganas de hacer
cualquier cosa para hacerlos brillar con orgullo.

- Puedes contar conmigo, -dijo rápidamente.

- ¿Todavía estás empezando el lunes?

- Si.- Peter asintió para añadir más énfasis.

- ¿Y tu consejera? -La consejera había preocupado a Pip inicialmente. Él la vio como un


agente de las Autoridades, para espiar a Peter y sacarle información; se preocupaba por
cada palabra que Peter pronunciaba en su compañía. Hasta ahora, era eso. Ahora ella se
había convertido en una herramienta, un dispositivo de comunicación.

- Le dije que estoy aburrido y frustrado y que quiero más dinero, -dijo Peter, una nota de
orgullo en su voz.

- ¿Ella no sospecha nada?

Peter sonrió. - Por supuesto que no. De todos modos, estoy aburrido y frustrado. -Levantó
una ceja a Pip, pero él no sonrió; en cambio, consideró a Peter cautelosamente.

- Peter, ¿estás seguro que quieres hacer esto? ¿Realmente seguro?

Peter rodó sus ojos. - Sí, estoy seguro.

- ¿Pero dijiste que estás frustrado?

Peter suspiró. Había aprendido hace mucho tiempo que Pip absorbía y analizaba cada
palabra y cada gesto, intuía cada emoción. Peter sabía que así era como Pip influencia
sobre las personas, pero todavía era molesto a veces. - Frustrado porque las Autoridades
nos mudaron a una horrible casa pequeña en los suburbios. Frustrado porque ven todos
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nuestros movimientos y no he podido llevar a Anna al campo porque no puedo obtener un
permiso para viajar. Frustrado porque hay gente mayor por todas partes y nos miran como
si no perteneciéramos aquí. Eso es todo. No voy a dejar que estorben. Lo prometo.

Pip miró a Peter pensativamente, luego se levantó y se dirigió con calma a la parte trasera
de su silla. - No debes dejar que tus emociones saquen lo mejor de ti. Hay mucho para
estar enojado, pero la ira no cambia las cosas.

- Lo sé. Las acciones cambian las cosas.

- Las acciones, pero también la fuerza de voluntad, Peter.

Peter asintió con seriedad. - Lo sé. Soy fuerte, Pip. Vamos, lo he demostrado. ¿O no?

- Claro que lo has hecho, -dijo Pip, su voz cálida de pronto. - Peter, tú te has demostrado
mil veces. Pero vas a estar por tu cuenta, con todo el peso de la máquina de Pincent
Pharma en tu contra, y necesito saber que estás preparado. Debes darte cuenta de que
esto no es solo un trabajo, Peter. Es una batalla. Una batalla de la naturaleza y la ciencia,
el bien y el mal. Las personas se dejan seducir por la Longevidad, y tu abuelo hará todo lo
posible para ganar más. Tienes que ir en esto con los ojos abiertos.

- Mis ojos están abiertos, -dijo Peter con sus ojos brillantes. - Odio a Richard Pincent.
Odio todo lo que él representa. La Longevidad es la responsable de todo lo malo en mi
vida. También en la vida de Anna. Quiero destruirlo tanto como tú.

- Sé que lo quieres. Pip se sentó de nuevo, y sus ojos se suavizaron. - ¿Y cómo está
Anna? ¿Está de acuerdo con lo que estás haciendo?

Ante la mención del nombre de Anna, Peter sintió un cálido brillo rodeándolo. - Ella está
bien. Y está tan entusiasta, como yo lo estoy con la lucha contra la Longevidad. Tú lo
sabes.

- Claro que lo sé, -Pip sonrió. - Bien entonces, el lunes por la mañana te presentarás en
Pincent Pharma tal como lo solicitó tu abuelo.

- Como Richard Pincent me dijo, -Peter lo interrumpió en voz baja.

- Como Richard Pincent te dijo, -Pip se corrigió.

- Y luego, ¿qué tengo que hacer? -Peter preguntó con emoción. - ¿Puedo hacerlo
estallar? ¿Puedo romper la maquinaria?

Pip levantó una ceja, sus ojos brillantes. - Mantienes un perfil bajo y tomas nota de todo. Y
aprendes, Peter.

- ¿Eso es todo? -El rostro de Peter de redujo ligeramente.


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- Eso es bastante, -dijo Pip. Luego se inclinó más cerca. - Peter, tenemos gente en
muchos lugares - en cada departamento de las Autoridades, en las empresas de
distribución de la Longevidad, en prisiones. Pero nunca tuvimos a alguien en el corazón
de Pincent Pharma. Nadie con acceso a la información que necesitamos. Tus ojos y oídos
van a ser tus herramientas, Peter. A través de ti podemos llegar hasta el mismo Dios.

- Dios no existe, -dijo Peter en voz baja. - Todo el mundo lo sabe.

- No, no existe, -Pip estuvo de acuerdo. - Pero tu abuelo está haciendo todo lo posible
para convertirse en el Dios más temido que el mundo haya conocido. Una deidad que no
se alimenta de otra cosa más que en el poder y la codicia. Una deidad que debe ser
detenida, por el bien de todos.

- Así que sólo miro y aprendo, -dijo Peter. - Está bien. ¿Pero hay algo que estoy
buscando? ¿Algo especifico? ¿Necesitas la fórmula del fármaco?

- ¿Para que podamos hacer más?- Pip sonrió y Peter sintió que se ponía rojo. La cara de
Pip se volvió más seria. - Lo siento, Peter, no debería de haberme reído. Fue una buena
pregunta. Así que no, no es la fórmula lo que queremos. Nosotros queremos... -Su voz se
apagó, como si no quisiera terminar la frase.

- ¿Quieren qué? Peter exigió.

- La fuente de algunos de los nuevos medicamentos que salen de Pincent Pharma, -dijo
Pip pensativamente. - No estamos seguros de lo que es. Tenemos nuestras sospechas,
pero...

- ¿Pero qué?

Pip suspiró. - Peter, algo me dice que hay cosas pasando dentro de los muros de Pincent
Pharma, cosas malas detrás de la fachada limpia y profesional. Pero sean lo que sean,
están bien escondidas.

- ¿Qué clases de cosas malas? -Peter preguntó.

- Eso, -dijo Pip, sonriendo de nuevo, - es lo que necesitas averiguar. -Se levantó de
repente, tensando los músculos de forma visible a medida que avanzaba. - Voy a estar en
contacto, Peter.

Peter asintió, se levantó y se giró para marcharse. Luego se detuvo. - Vamos a hacerlo,
¿no? -dijo suavemente. - ¿Vamos a ganar?

Pip puso sus manos en el hombro de Peter. - Con el tiempo, Peter. Pero me imagino que
habrá unas cuantas batallas primero.

Peter lo miró durante unos segundos, luego tomó una respiración profunda. - Puedes
contar conmigo, Pip. Voy a averiguar lo que está pasando.
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- Bien, -dijo Pip. Sacó un archivo y se lo entregó a Peter. - Toma esto. Léelo. Absórbelo.
Luego deshazte de él. Y ¿Peter?

- ¿Qué?

- Buena suerte. Ten cuidado. Y ten cuidado de Anna y Ben. ¿Quieres?

- Por supuesto.

Peter salió de la habitación, haciendo su camino de regreso por el corredor, más allá del
rudo guardia, a través del pasillo a la tienda, luego a la calle. Caminó de regreso por la
calle Old Compton, abajo hacia Piccadilly, luego, se subió a un tranvía en dirección norte
por la carretera Tottenham Court y, luego de eso, a otro hacia el sur otra vez. Finalmente,
llegó a la estación Waterloo para tomar su tren hacia su casa. Mantenerlos adivinando,
pensó para sí mismo. Si las Autoridades lo estaban observando, y estaba bastante seguro
de que así era, quería al menos hacer su trabajo más difícil.

Se bajó del tren en Surbiton y miró a su alrededor con desprecio. Hace unos meses, él y
Anna habían estado viviendo en Bloomsbury, en la casa donde los padres de Anna
habían vivido felizmente por años. Había sido una hermosa casa - grande y prolija,
soleada y cálida, un lugar tan diferente del Grange Hall como era posible ser. Pero poco
después de que él y Anna se convirtieran en Legales, las cartas comenzaron a llegar,
luego los visitantes oficiales, todos diciendo lo mismo: que la casa era muy grande para
ellos, que estarían mejor en ‘una casa más eficiente’. Ellos se habían resistido, al principio
- después de todo, la casa era de ellos, heredada de los padres de Anna. Pero
gradualmente, las visitas se volvieron más regulares, las cartas más amenazantes, hasta
incluso Pip se encogió de hombros con tristeza y les dijo que la mudanza era
probablemente inevitable, a menos que quisieran enemistarse con las Autoridades, que
esta lucha era, probablemente, una que no valía la pena luchar. Así que ellos se mudaron
a una caja en los suburbios, donde dos centros comerciales habían sustituido la calle
principal, y los vecinos los veían como intrusos.

Por supuesto, las Autoridades no habían publicado el escape de Anna y el suyo a la


libertad; no querían que las personas supieran que se habían burlado de los Cazadores,
que habían escapado de un Establecimiento de Excedentes con vida. Ni las Autoridades
habían dicho mucho sobre la muerte de los padres de Anna o del asesinato del padre de
Peter. Habían hecho lo mejor para barrer las historias debajo de la alfombra, para
perderlas en una masa de burocracia. Pero historias como esas no mueren tan fáciles. La
noticia salió, periódicos habían publicado fotografías de él y Anna con titulares
cuestionando la efectividad de los Cazadores, preguntando si la política de ‘vida por vida’
debería ser revisada. Nadie quería ninguna carga adicional sobre los escasos recursos
del mundo y eso era todo lo que él y Anna representan para la mayoría de las personas.
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Así que los vecinos los evitaban, los empleados de comercios los miraban
cautelosamente y los transeúntes, o bien los miraban con curiosidad o pretendían que
ellos no existían. A Peter no le importaba. Sabía que tenía tanto derecho a estar allí como
cualquier otra persona. Mucho derecho.

Metiendo las manos en sus bolsillos, caminó a través del Parque Placentero, donde
diversas clases de gimnasia al aire libre parecían tomar lugar a cada hora del día. Había
gente corriendo, trotando, tocándose las puntas de los pies, estirando sus músculos - una
gran exhibición de fuerza, de energía, de vida. O, más bien, de miedo a morir, pensó
Peter cínicamente.

No era solo la muerte lo que la gente temía, sino que era el envejecimiento, la
decadencia. Las Piernas y brazos podían ser sustituidos; órganos claves podían ser
regenerados. Pero esas pequeñas líneas alrededor de la boca, esa somnolencia de la
mañana que comenzaba a durar todo el día, la sensación de haber visto todo antes -
estas eran cosas que tenían que ser combatidas. Peter había leído sobre todo esto en
The New Times y en el suplemento de estilo de vida del Staying Young, usualmente
cuando esperaba su cita con su consejero de asimilación. Los científicos habían hecho su
parte, los periodistas escribirían; correspondía a las personas maximizar el potencial de la
Longevidad - a vivir sus vidas al máximo, a mantener una joven y entusiasta energía.

O podrían retirarse con gracia y dejar la juventud a los jóvenes, pensó Peter. Podrían
echarse un vistazo largo y duro a ellos mismos - a sus vidas sin fin, aburridas - y
preguntar si la muerte no podría ser tan mala idea después de todo. Las personas podrían
pensar que habían aprendido a retrasar lo inevitable, pero debajo de la chapa de la
Longevidad, si eran honestos al respecto, ellos verían que la pudrición aun estaba
surgiendo. Como una manzana que luce fresca pero revela gusanos en su interior, la
gente no podría ignorar por siempre el hecho de que todos ellos habían pasado su fecha
de vencimiento.

Él giró a su calle, la fila fea y monótona de casas idénticas. Y todavía, a medida que se
acercaba a la casa número 16, todavía sentía la familiar sensación de un peso que se
levantada, una sensación de un vacío en las nubes que parecía seguir de cerca cada uno
de sus movimientos. Era el hogar. No los ladrillos y el cemento – la casa era, según la
opinión de Peter, una monstruosidad, un edificio sin alma con pequeños cuartos opresivos
y un techo bajo; pero lo que vivía dentro lo era todo para él. Mientras se acercaba a la
casa, pudo ver a Anna a través de la ventana, sentada en el sofá leyendo con las rodillas
flexionadas debajo de ella.

Antes de que su llave entrara en la cerradura, la escuchó saltar y venir corriendo hacia la
puerta. Ella la abrió y le sonrió a él.

- ¡Estás en casa! -La sonrisa fue de corta duración, inmediatamente fue reemplazada por
un ceño fruncido. - Y estás retrasado. Dijiste que estarías en casa hace una hora.
La Resistencia
- Si, lamento eso... -Sus ojos estaban brillando, pero mantuvo su voz baja de costumbre;
el Subterráneo había despejado la casa de micrófonos ocultos pero Pip había admitido
que ellos no podrían estar cien por cierto seguros de que la casa estaba segura. - ¿Ben
está dormido?

Besó dulcemente la nariz de Anna, que ella frunció.

- Muerto para el mundo, -ella confirmó. - ¿Entonces?

Peter entró a la sala de estar, dejándose caer en el mismo sofá donde Anna había estado
en el tan sólo unos minutos antes. Podía sentir su calor en los cojines. Antes de que
conociera a Anna, pensaba que sabía lo que era el amor, pensaba que comprendía sobre
la amistad, romance, todo ello, pero él no lo sabía - en absoluto. Hasta que había
sostenido a Anna en sus brazos, hasta que él le permitió ver su alma, hasta que la había
escuchado llorar con suavidad cuando hicieron el amor por primera vez, no sabía nada. Y
ahora, a veces, cuando sólo eran ellos dos, cuando él olía su cabello, captaba su
atención, sentía como si supiera todo lo que había que saber, como si supieran el secreto
de la vida. Un secreto mucho más poderoso que la Longevidad, mucho más duradero.

- ¿Entonces qué? -bromeó.

Anna fingió darle un puñetazo. - ¿Cómo te fue? -Articuló en silencio, tomando su mano,
sus ojos en alerta.

- Estuvo bien, -él susurró. Entonces, guiñando, levantó del sofá, entró a la cocina y
encendió la tetera. Una voz electrónica inmediato elevó la voz: - ¿Cuánta agua caliente
realmente necesita? Recuerde, menos agua, menos desperdicio.

- ¿Bien? -Anna susurró, siguiéndolo. - ¿Qué significa eso? -A veces eres tan molesto.

- ¿Yo o la tetera?

- Los dos son tan malos como los demás, -ella respondió en voz alta, levantando las
cejas.

Peter la agarro, la jalo hacia a él y la besó. - Estuvo bien,- murmuró en su oído. - Ella
compró la historia, el gancho, y el sedal. Y luego vi a Pip y todo está listo.

Anna sonrió, su expresión era a la vez emocionada y preocupada. Entonces se alejó,


sacó dos tazas y puso sobrecitos de té en ellas. - Así que debes estar ansioso por
empezar en Pincent Pharma el lunes, -dijo en voz alta. Todavía estaba sonriendo, pero
Peter podía ver un indicio de tensión en sus ojos, de preocupación.

- Ciertamente lo estoy, -él confirmó. Entonces la agarró de nuevo, esta vez con más
gracia. - Y para el martes, estaré despedido y tendré que conseguir un trabajo como
instructor de aeróbicos, -susurró.
La Resistencia
- No, no lo harás. No puedes. Tienes que destruirlo, Peter, tienes que hacerlo. -Anna
susurró en respuesta, alejándose y mirándolo con los ojos abiertos, evidentemente no del
todo segura si él estaba bromeando o no. Lo cual era perfectamente comprensible; pues
Peter tampoco estaba seguro.
La Resistencia

Capitulo 2
Pincent Pharma ocupaba una posición privilegiada en el sudoeste de Londres, sobre el
rio. El edificio había existido durante años en varias formas - como una planta de energía,
como una galería de arte - antes de que Pincent Pharma Inc. convenciera a los urbanistas
y a las Autoridades de que los fármacos de la Longevidad requerían un centro de
producción en Londres. En cuestión de meses, trabajos de construcción se habían
iniciado y pronto el grande y oscuro edificio histórico se había transformado en un enorme
templo blanco de la Longevidad. Dentro de sus muros, miles de las mejores mentes se
dedicaban a la investigación, creación, producción, mejora y predicación de los beneficios
de las pequeñas píldoras blancas que habían permitido a los seres humanos lograr el
objetivo final - la vida eterna.

Peter no sabía nada de arquitectura, pero podía sentir el poder del edificio, su arrogancia,
su secreto, mientras caminaba alrededor de sus fronteras. Él estaba temblando y no solo
porque el frio viento del invierno que congelaba su cara. Este era el lugar donde se hacían
los fármacos de Longevidad. Este era el lugar que él despreciaba, que siempre despreció.
Y hoy estaba entrando.

El edificio le daba poca distancia desde el exterior. Pintado de blanco, con Pincent
Pharma escrito a través de sus puertas, el laboratorio tenía pequeñas ventanas con
vidrios espejados, asegurando que cualquiera que mire para espiar el trabajo de los
empleados solo encontraría un reflejo de sus propios ojos entrecerrados y su expresión
de curiosidad. Alrededor del edificio había un muro alto, impenetrable a excepción de
varias puertas grandes, una de las cuales permitía a los peatones atravesar y en ambos
lados estaba colocado un guardia de seguridad en una cabina de vidrio templado y de
acero, junto a un lector de tarjeta de identificación que automáticamente abría y cerraba la
puerta.

Terroristas extranjeros luchaban por las drogas baratas de la Longevidad en sus propios
países habían tratado varias veces bombardear Pincent Pharma; el laboratorio era, sin
embargo, aparentemente indestructible. A prueba de bombas, a prueba de fuego, a
prueba de inundaciones, a prueba de daños - lo había leído en el archivo que Pip le había
entregado. La producción de la Longevidad era considerada más importante aun que la
agricultura, la cual era una prioridad alta para las Autoridades. Bienestar, Salud, Riqueza
y Conocimiento eran los objetivos declarados de las Autoridades - estas cosas eran lo
que importaba para las personas, lo que resonaba con ellos. La única cosa que importaba
era mantener a todos vivos y felices. Lo que no importaba eran personas como él y Anna.
Personas nuevas. Vida nueva. Como el arca de Noé, las Autoridades habían sacado una
pasarela muchos años antes y zarpó desafiante sin importarle lo que había dejado atrás o
en qué horrible mundo podrían ir a toda vela.
La Resistencia
Y ahora, él iba a estar trabajando dentro de este lugar. Peter, quien se había aproximado
al edificio desde atrás a fin de evaluarlo antes presentarse formalmente a Richard Pincent,
reprimió un ligero estremecimiento al pensamiento mientras caminaba alrededor del muro
perimetral. A lo largo del mismo, carteles brillaban en nuevas cubiertas de vidrio, el logo
de Pincent Pharma claramente visible en la parte superior de cada uno de ellos, azul
marino sobre blanco, la última 'a' de Pharma tenía una pequeña cola que sugería una
sonrisa amistosa.

Así como se aproximaba a la puerta, Peter se armo de valor. Firmemente, caminó hacia
ella.

El guardia parecía no verlo, miró más allá de él, como si su existencia no tuviese ninguna
importancia en absoluto.

- Soy Peter, -dijo él, mirándolo a los ojos. - Peter...

- ¿Peter Pincent? -Preguntó el guardia perezosamente. Él era delgado, fibroso; tenía una
cicatriz justo por encima de su ojo izquierdo que insinuaba que había visto acción.

Peter frunció el ceño. Él odiaba su apellido. Lo aborrecía.

Él asintió.

El guardia de seguridad lo miró de arriba a abajo, ignorando que Peter también lo estaba
examinando. El guardia estaba cerca de los ciento cuarenta, Peter supuso.

- Tendrás que llenar unos formularios, -dijo el hombre, entregándole a Peter un


portapapeles luego apoyándose contra la pared de su cabina. Hubo una pequeña sonrisa
en sus labios, como si estuviera jugando con Peter, como si fuera parte de alguna broma.
Los ojos de Peter se estrecharon. Odiaba a las figuras de autoridad, personas que
pensaban que un uniforme y un puesto de trabajo les daba el derecho de dar órdenes a
las personas a su alrededor, de darle órdenes a él.

Molesto, Peter empezó a garabatear su nombre, dirección, fecha de nacimiento y el


propósito de visita en el formulario que le había dado; el guardia parecía disfrutar sus
torpes intentos de apoyarse en la frágil tabla detrás de ellos.

- Tú estabas en unos de esos Establecimientos de Excedentes, ¿no es así? -Era más una
declaración que una pregunta, una manera de mostrarle a Peter que él no tenía secretos.

Peter asintió estrechamente. - Así es.

Los labios del guardia de seguridad se deslizaron hacia arriba en una mueca. - Qué
suerte, ¿no? -dijo él, sin esperar una respuesta. - Y ahora vienes a hacer los fármacos de
la Longevidad. Interesante cambio de carrera.
La Resistencia
Peter tomó una respiración profunda y devolvió el formulario al guardia. - Ahora, ¿adónde
debería ir?

El guardia cruzó sus brazos y miró a Peter de arriba a abajo de nuevo. Luego se encogió
de hombros.

- No tienes un pase de seguridad, ¿verdad? No puedes pasar sin un pase de seguridad.

- ¿Y dónde consigo un pase de seguridad?

- Recepción.

- Y no puedo ir a la recepción -

- Sin un pase de seguridad. Es un asunto difícil.- Los ojos del guardia brillaban levemente.
Peter le dio una sonrisa sarcástica.

- Así que parece que voy a pasar el día justo aquí, -él dijo. - Ahora, ¿tú crees que debería
sentarme en esa parcela de grava justo ahí, o sobre el concreto?

El guardia no dijo nada por unos segundos. Luego abrió la puerta. - Tú sabes,- murmuró, -
sólo los mejores obtienen trabajo aquí. Las personas tienen que pasar exámenes,
esperan años por una vacante. No todo el mundo puede simplemente moverse con
insolencia. Es posible que quieras verlo por ti mismo.

- Absolutamente que si, -dijo Peter irónicamente. - Y gracias por el cumplido.

- ¿Por el qué?

- Por decir que soy el mejor, -dijo ligeramente. - Yo trabajo aquí, después de todo.

- Debes ser cuidadoso, -dijo el guardia, su voz de repente fue tomando un tono
amenazador. - Porque te estaré vigilando. Te estaré vigilando como un halcón. -Él partió
hacia las puertas, señalando a Peter para que lo siguiera, y se dirigieron hacia las
imponentes puertas en la parte delantera del edificio.

El cielo todavía estaba oscuro afuera, pero Jude estaba inquieto, no podía dormir.
Suspirando, se arrastro desde abajo de sus mantas y se puso unos pantalones, dos
camisetas y un abrigo. Se encaminó por el pequeño pedazo de alfombra desnuda de su
dormitorio que le permitió llegar a la puerta, luego bajó las escaleras, maldiciendo al frio
bajo sus pies. Silenciosamente se preparó algo de café, luego regresó a arriba para tomar
su posición habitual en su computadora. La observó malhumoradamente. No tenía ganas
de hacer algún trabajo, prefería estar probando un nuevo juego de computadora que
había encontrado, una reliquia del siglo 21 que estaba planeando adaptarlo a una nueva
La Resistencia
plataforma, pero necesitaba dinero. No había comida en la cocina a pesar de los
recordatorios cada vez más agitados de su refrigerador para hacer un pedido, y que iba a
quedarse sin energía en veinticuatro horas si no la recargaba pronto.

Con un suspiro, acercó su último proyecto y perezosamente comenzó a escribir. Su


trabajo era esporádico pero bien pagado; cada vez que los fondos se hacían bajos, se
introducía en los sistemas de un banco o una institución importante que se basaba en la
tecnología para su supervivencia, luego los llama y les ofrece mejorar sus sistemas de
seguridad, por un precio. Era dinero fácil - ahora tenía una reputación y ocasionalmente el
trabajo venia hacia él.

Una hora después, y el dinero apostado, controló su reloj, luego, tomando un sorbo del
café que se había hecho al principio, que ahora estaba horriblemente frio, trajo de vuelta
su programa de código de espía. Él mismo lo había desarrollado y lo actualizaba cada par
de meses; ahora en la Versión 16 era capaz de dejar cualquier sistema impotente. A la
mayoría de los sistemas, de todos modos.

Su primera computadora había sido un regalo de su padre hace diez años cuando Jude
tenía seis. - Algo para mantenerte ocupado, -le había dicho su padre, su aliento infundido
en alcohol. - Ve si puedes enseñar a usarla. Había sido una computadora de las
Autoridades, desclasificada durante el corte electrónico, cuando las Autoridades llevaron a
las organizaciones de todo el mundo en disminuir su consumo de energía. Pequeñas,
maquinas más eficientes fueron introducidas - equipos funcionales que ofrecían
procesamiento de texto, mensajería, sin color, sin descargas. Pero la de Jude era de la
vieja escuela, una reliquia para la mayoría de las normas. Su funcionalidad no era muy
buena - pero le permitía a él a hacer lo que quería. En ella, había descubierto algo donde
era bueno, mejor que cualquier persona que el jamás se haya tropezado. Había escrito
códigos, programas que eran mucho más avanzados que cualquier cosa que las
Autoridades habían considerado. Incluso había tratado de enseñarle a su padre - había
pensado que estaría interesado, impresionado. Pero el Director General del Ministerio del
Interior no se había interesado; había dicho que estaba muy ocupado, parecía
avergonzado por las atenciones de su hijo. No le había tomado mucho tiempo a Jude
darse cuenta de que la computadora no había sido un regalo, sino una compensación. No
es que fuera molesto. No necesitaba a su padre para cuidar de él; no necesitaba a nadie.

Navegó con cuidado, delicadamente interrumpiendo a través de varios sistemas de


seguridad, adivinando y cuestionando los nombres de archivos y las ubicaciones. Y luego,
al otro lado de su pantalla, la vista de un monitor de circuito cerrado de televisión vino a la
vida; sus ojos se abrieron un poco con emoción cuando se dio cuenta que lo había
programado a la perfección. Conocería esa figura en cualquier lugar - ese caminar,
sospechosa y arrogante al mismo tiempo. Jude había visto a Peter en noticieros, en los
periódicos; incluso lo había visto en la calle, una vez. Pero esto era mucho mejor. Esto era
real.
La Resistencia
- Como el poderoso revolucionario ha caído, -murmuró mientras acercaba la imagen,
centrada en el rostro de Peter, su expresión impenetrable. No se parecía mucho a alguien
que pudiera salir de un Establecimiento de Excedentes y evadir la captura de los
Cazadores. No se parecía mucho a alguien quien supuestamente había trabajado para el
Subterráneo desde que era un bebé. Pero estas eran las historias que circulaban. Peter
Pincent. El nombre había obsesionado a Jude desde que descubrió quien era; su sola
presencia hacia la vida de Jude tan preciosa y llena de culpa. Jude había sido el
afortunado, él lo sabía, lo había dicho suficientes veces; él fue el que era Legal. Pero
ahora Peter también lo era. Ahora estaban casi a un nivel de vinculación.

Jude hizo clic a la cámara frente la entrada principal de Pincent Pharma, aumentó
ligeramente el zoom, y siguió a Peter todo el camino hasta las puertas del perímetro. Se
dejó caer en su silla y vio cómo Peter se acercaba al guardia de seguridad; unos minutos
después, ellos dos caminaron hacia la puerta la cual se abrió, a continuación se cerró tras
ellos como una ballena tragando peces. Sintiendo su curiosidad crecer, Jude se puso el
abrigo que servía también como una bata mas contra el frio - todos sus cupones de
energía iban a su computadora, no a la calefacción central o a la ropa.

Tomando, y luego rechazando, su taza de café, se encontró con sus ojos atraídos de
nuevo al sistema de cámaras de Pincent Pharma. Se trataba de un sofisticado sistema,
con códigos casi impenetrables protegiéndolo, pero 'casi' no lo habían protegido de Jude.

Perezosamente, presionó la tecla de tabulación de su teclado. Inmediatamente, se


encontró mirando la parte trasera de Pincent Pharma, donde un camino desierto
serpenteaba hacia el rio. El tecleó de nuevo - ahora estaba observando otro camino,
rodeado de bosques, que conducía a Battersea. Otra vez, no había nada para ver.
Excepto por la extraña protesta, que siempre era disuelta rápidamente, los alrededores de
Pincent Pharma tienden a ser bastantes desolados. La calle más cercana estaba a una
milla de distancia; todas las viviendas habitables más cercanas habían sido demolidas
cuando Pincent Pharma se había trasladado - ahora lo único que quedaba era una
especie de tierra baldía en la parte trasera y una parcela de árboles en la parte delantera.
Sólo había un camino privado que conduce a través de las puertas, conectándolo a una
carretera perimetral. En la parte trasera del edificio, esta carretera perimetral se une a un
camino hacia el rio; en la parte delantera, una vía de acceso se unía a la carretera
principal, por el que camiones blindados podían ser vistos con regularidad transportando
los fármacos de Longevidad.

Jude tecleó a través de las cámaras una vez más, solo para ver si había algo que valiera
la pena mirar. Frunció el ceño. Algo estaba diferente en la parte delantera. Algo estaba
mal. Jude estaba muy orgulloso de su instinto para estas cosas - había pasado años
aprendiendo sobre teoría de económica y relativismo moral a partir de una serie de
costosos profesores particulares asegurados por su padre, pero Jude confiaba en sus
instintos por sobre el aprendizaje en cada momento.
La Resistencia
Mirando la pantalla frente a él, podía ver con claridad la silueta de varios hombres
saliendo de atrás de los árboles. Estaban vistiendo pantalones caquis - un tipo de
uniforme paramilitar - y en sus manos sostenían armas de muerte: pistolas, rifles. Jude
sintió su corazón acelerar con excitación, aunque exteriormente se quedó quieto. Incluso
para él le gustaba fingir el aburrimiento y el desinterés.

Silenciosamente, vio como cuatro camiones blindados entraron a la vista, girando a la


derecha en la vía de acceso de la carretera privada de Pincent Pharma, el humo gris de
sus motores desapareciendo en el cielo nublado. Jude se movió rápido de cámara en
cámara, mirando cómo los camiones rodaban más lejos de Pincent Pharma, aumentando
la velocidad hasta que fueron saliendo a la carretera principal, y luego, de repente, el
camión de la parte delantera del convoy se desvió a la derecha. Unos segundos después
era seguido por el segundo y el tercer camión; el cuarto logró frenar antes de derrapar
hasta detenerse entre dos carriles y estrellarse contra el tercero.

Inmediatamente, los hombres vestidos de caqui salieron desde la vía y Jude se dio cuenta
que había subestimado sus números; se trataba de un pequeño ejército que se
abalanzaron sobre los camiones, disparando a sus puertas con las armas, sacando el
contenido, vertiendo algo en la parte superior de ellos antes de incendiarlos. Los
conductores de los camiones no intentaron salir; en cambio, Jude podía verlos hablando
frenéticamente por sus teléfonos. Minutos después, se podían ver más vehículos saliendo
de las puertas Pincent Pharma y aumentando la velocidad hacia los camiones y a los
pequeños y penetrantes fuegos en el camino, pero los hombres ya estaban
desapareciendo - volviendo por la vía, a lo largo del camino, detrás de las paredes. Jude
observó, con los ojos muy abiertos, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Tenía
que ser el Subterráneo, intuyó. Finalmente los estaba viendo en acción.

Rápidamente él tecleó de vuelta para conseguir una toma del camino, donde hombres en
uniformes de seguridad de Pincent Pharma estaban ayudando a los conductores salir de
los camiones y tratando de apagar los incendios. El vio unos de los guardias de seguridad
gritar algo, entonces, momentos más tarde, estaban arrastrando a dos de los hombres del
Subterráneo fuera del camino. Los hombres fueron rodeados de pronto, y sus armas
arrebatadas de ellos.

Uno de los guardias sacó un radio y dijo algo en el. Otros dos guardias inmediatamente
pusieron las manos de los prisioneros detrás de sus espaldas y los esposaron.

Luego un guardia estaba gritando algo y apuntando su arma a uno de los prisioneros, y
antes de que Jude se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, el prisionero había caído
de rodillas, derramando sangre de su cabeza. Jude contuvo su aliento, retrocediendo
hacia atrás pero sin apartar la vista del montón color caqui y la secreción roja en el
camino. El hombre estaba muerto. Realmente muerto. Los ojos de Jude se movieron
hacia los otros guardias, quienes habían dado un paso atrás, sus expresiones eran una
mezcla de horror y repugnancia.
La Resistencia
El guardia con el radio vociferó algo, luego agarró al prisionero restante cuyos ojos
estaban fijos en su compañero muerto, con su cara blanca. El prisionero estaba gritando
algo, tratando de luchar mientras lo llevaban a rastras, pero era inútil.

Jude se apoyó en su silla, apenas se atrevía a respirar. Por un largo tiempo, se sentó así,
inmóvil. Había visto morir a un hombre. En un mundo donde la muerte no ocurre, lo había
impresionado hasta la médula.

Y entonces él se negó. Era real, después de todo. La realidad no era tan importante como
la gente la hacía ser; para Jude era simplemente el estado físico en que se encontró, un
ambiente que había tenido un control limitado. Empujando todos los pensamientos de los
soldados del Subterráneo de su cabeza, salió del sistema de Pincent Pharma y entró a
MyWorld, un entorno de realidad virtual que él había estado construyendo, y examinó su
trabajo. Era verano en MyWorld. Las calles estaban llena de personas - jóvenes; en sus
grandes parques, adultos mayores no estaban para ser vistos. En su lugar, adolescentes
jugaban football, compartían bromas, se sentaban alrededor fumando y usando celulares
sin policías atormentándolos. Sonriendo abiertamente, Jude hizo su recorrido a lo largo de
un camino corto hasta su lugar habitual, un banco, de donde podía estudiar su dominio.
Exactamente como sabía que ella estaría, su novia pelirroja estaba esperándolo
sonriendo, luciendo sexy en su corta falda de mezclilla.

- Hola, Jude2124, -dijo ella con voz sensual. - Te he echado de menos. ¿Dónde has
estado?

Jude2124 sonrió de oreja a oreja. - No importa. Lo importante es que ahora estoy aquí.

Peter se volvió para ver lo que estaba sucediendo. Podía escuchar un escándalo en la
calle principal, pero estaba a varios cientos de metros de distancia y los muros altos le
impedían ver cualquier cosa. El guardia se volvió y se burló de él.

- Nervioso, ¿verdad? ¿Una pequeña explosión te da miedo?

Peter no contestó; sólo metió las manos en sus bolsillos, luego vio que el guardia deslizó
una tarjeta, presionó los dedos contra una plataforma de cristal, luego permitió que sus
ojos sean escaneados. Finalmente, las pesadas puertas se abrieron para revelar un hall
de entrada, detrás del cual cuatro grandes escaleras mecánicas se extendían hacia
arriba. Un hombre se dirigió hacia Peter y el guardia, con una expresión seria en su rostro.
Peter se sintió rígido; el hombre era Richard Pincent. El guardia dio un breve saludo.

- Peter, -dijo Richard, una breve sonrisa apareció en sus labios.

- Discúlpame solo un minuto, ¿quieres? Un pequeño disturbio afuera.- Miró al guardia, su


sonrisa desapareció. - Necesitas volver a tu puesto. Tenemos un código X. El guardia
asintió, con su rostro sombrío, luego giró y caminó rápidamente de nuevo hacia las
puertas, sacando de su bolsillo un radio y sujetándolo en su oído.
La Resistencia
Peter lo observó marcharse, y luego se volvió hacia su abuelo, que estaba ladrando
órdenes a un dispositivo pequeño que parecía un pequeño teléfono; su voz era baja e
inaudible, pero la tensión se podía sentir. Luego puso el teléfono en su bolsillo, miró a
Peter y sonrió de nuevo.

- Ven conmigo, -dijo, entonces le dio una palmada con sus brazos al hombro de Peter. -
Peter, bienvenido a Pincent Pharma. Bienvenido al laboratorio más avanzado del mundo
entero. La envidia de los científicos de todas partes. Bienvenido a tu nuevo mundo.
La Resistencia

Capitulo 3
El vestíbulo era enorme, más grande de lo que Peter había esperado desde el exterior.
Este era un lugar que podía devorarte si no tenías cuidado, hacerte tan insignificante
como un copo de nieve. Mientras seguía a su abuelo hacia una de las escaleras
mecánicas, hizo todo lo posible para no ser impresionado por la magnitud del lugar: muros
que se levantaban unos pocos cientos de metros, enormes pantallas mostrando
diagramas científicos, todo tan blanco, tan limpio, tan puro.

- Todo un espectáculo, ¿no? -Su abuelo dijo dramáticamente. - Este edificio ha estado
aquí hace casi un centenar de años y todavía atrapa mi aliento veces.

Peter asintió, fingiendo entusiasmo, mientras sus ojos se movían alrededor, en busca de
cámaras, por cualquier cosa que Pip podría encontrar de utilidad. Observó, con malicia,
que no había ninguna imagen de Establecimientos de Excedentes en cualquier lugar, sin
mostrar con orgullo el lado más oscuro de la Longevidad; cuando su abuelo captó su
atención y la sostuvo durante unos segundos, Peter se encontró preguntándose si el
sistema de vigilancia de Pincent Pharma era tan sofisticado que podía leer su mente, pero
sabía que eso era imposible.

- Por este camino. -Habían llegado a la cima de la escalera mecánica y frente a ellos
había un largo corredor que se extendía a la derecha y a la izquierda. Su abuelo se giró a
la izquierda y luego, después de unos pasos, se giró a la derecha hacia otro largo pasillo.
- Es fácil perderse, si no sabes hacia donde estas yendo, -dijo, llevando a Peter a una
galería de observación de gran tamaño que llevaba a la entrada de la recepción. Junto a
la parte posterior corrían enormes ventanales de vidrio a través de las cuales habitaciones
y laboratorios eran visibles.

- Por aquí, -dijo su abuelo, caminando rápido y señalando a su derecha, - es el área


principal de producción. Por supuesto, tú no puedes verlo. Está tan bien protegido que no
tiene ventanas. Lo que puedes ver es la zona de acabado, donde se presiona el logo de
Pincent Pharma a cada tableta.

Peter se volvió para ver maquina tras maquina zumbando, comprimidos de color blanco
salían de ellas en miles. Alrededor de las máquinas, hombres y mujeres monitoreaban las
operaciones, controlando la calidad, con sus caras arrugadas en concentración. Uno
levantó la vista y vio a Richard; inmediatamente miró hacia otro lado y comenzó a
examinar la maquina junto a él como si su vida dependiera de ello.

- Una habitación muy importante esa, -dijo Richard, caminando sin parar. -"El logotipo es
la manera de saber que tus pastillas son genuinas. Bueno, esta área es uno de nuestros
laboratorios de investigación.
La Resistencia
Él llevó a Peter a un gran laboratorio lleno de personas con batas blancas que miraban
fijamente en los microscopios, miraban a pantallas, a tubos de ensayo.

- ¿Qué es lo que están haciendo? -Preguntó Peter.

Richard se rió. - Trabajando en mejoras, por supuesto. El mundo no se detiene, Peter.


Siempre hay algo mejor.

Peter asintió. - Y ¿cómo sabes que funcionan? Quiero decir, ¿quién prueba las drogas?

Él se volvió para ver a su abuelo quien se detuvo por una fracción de un segundo, luego
continuo marchando.- Tenemos amplios programas de pruebas, dijo despectivamente. -
Las personas harán cualquier cosa por dinero, sabes.

-¿Y utilizas células madres, no? -preguntó Peter. - ¿De dónde las sacas? ¡Debes
necesitar muchas!

Su abuelo se detuvo de repente. - Tienes muchas preguntas,- dijo.

Peter sintió que los pelos de la parte posterior de su cuello se erizaron. ¿Había
preguntado mucho demasiado pronto? ¿Su abuelo sospechaba de algo? - Quiero
aprender,- dijo.

Richard hizo una pausa por un momento y luego asintió. - Si. Si, por supuesto que sí.
Bueno, quiero la misma cosa, sígueme.

Peter lo siguió, sus ojos hambrientos observando en cada pasillo, cada puerta, a cada
persona que pasaban. Finalmente, Richard abrió una puerta y Peter lo siguió a una sala
de conferencias.

- Un poco de historia, -dijo su abuelo.- Teníamos un buen programa educativo aquí - los
estudiantes venían todos los años, aprendían acerca de la Renovación y la Longevidad.
Eso fue cuando todavía teníamos universidades, por supuesto. Ahora usamos esta
habitación para programas de Re Entrenamiento profesional, Inducción, delegaciones
extranjeras, ese tipo de cosas. Tenemos algunos paquetes educativos, ¿si quieres uno?

La pregunta, Peter se dio cuenta de inmediato, era una retórica; un paquete fue lanzado a
sus manos, y bajo la mirada de su abuelo, se sintió obligado a abrirlo. Había varias
páginas de texto que describían la historia de Pincent Pharma, marcadas por cuadros con
información insignificante, la cual examino brevemente.

¿Sabías que?

•Toma dos semanas en producir todas y cada una de las tabletas de


Longevidad.
La Resistencia
•Pincent Pharma emplea a más de 5.000 de los mejores científicos del
mundo, todos ellos dedicados a mejorar tu calidad de vida.

•Para máximos beneficios, tu médico debe revisar tu dosis todos los años.

¿Sabías que?

•Pincent Pharma abastece pastillas de Longevidad a más de 100 países del


mundo.

• Pincent Pharma desarrollo la primera pastilla de Longevidad en 2015 y


todavía posee la patente en el mundo.

•Pincent Pharma controla la calidad de cada una de las tabletas de


Longevidad para cumplir los estándares antes de salir de la línea de
producción.

Richard Pincent sonrió con benevolencia. - Ahora, encuentra un lugar para sentarte y
vamos a comenzar, ¿de acuerdo?

Cerrando el paquete, Peter hizo su camino a un asiento en el centro de la habitación. Era


pequeño, empujo hacia abajo el asiento rodeado más o menos por un centenar de otros,
todos vacios. Tan pronto como se sentó, el teatro se sumió en la oscuridad y la pantalla
en la parte delantera parpadeó a la vida.

En la pantalla estaba el abuelo de Peter, luciendo ligeramente joven, de pie en un gran y


despejado laboratorio, lleno de puestos de trabajo los cuales científicos de aspecto serio y
de bata blanca se situaban.

- Bienvenidos a Pincent Pharma, y al Instituto de Investigación de Células. Bajo este


techo, en estas instalaciones de vanguardia, miles de científicos están investigando el
maravilloso potencial de las células. Células que en Pincent Pharma hemos adoptado
para curar enfermedades humanas. Células que hemos reproducido con el fin de
conquistar las enfermedades degenerativas y lesiones catastróficas. Células que nos han
proporcionado con la final respuesta a todos los males que alguna vez aconteció la
humanidad, los avances científicos que han transformado no sólo la medicina, no sólo la
ciencia, sino la sociedad en general. Bienvenidos al hogar de la Longevidad, el hogar del
futuro de la humanidad...

El abuelo de Peter en la pantalla se dirigió a la cámara.

- Lo que están a punto de presenciar no es menos que un milagro. Una revolución. Un


cambio tan grande que empequeñece a cualquiera de los demás logros humanos. Lo que
están a punto de descubrir es el secreto de la vida eterna.
La Resistencia
Música entusiasta empezó a sonar y Peter se movió torpemente en su asiento. Se dio la
vuelta para ver si su abuelo real todavía estaba en la habitación, pero no podía ver en la
oscuridad.

Se volteó de nuevo a la pantalla para ver una caricatura representando varias manchas
pequeñas y esféricas.

- La célula madre, -la voz de su abuelo retumbó. - Una cosa tan pequeña, pero tan
poderosa. En el siglo veinte, los científicos sólo podían adivinar el potencial de estas
diminutas células. Cura para enfermedades que acabaron con millones de vida cada año.
Ayudando a los paralíticos a recuperar el movimiento en sus extremidades. Cultivos de
órganos para trasplantes. Científicos de todo el mundo se apresuraban a desentrañar los
secretos de estas pequeñas células, para aprovechar su capacidad.

- Pero un hombre fue más allá. Un hombre quería algo más que curar enfermedades, para
tratar al enfermo. Un hombre vio más allá de los poderes curativos de la terapia celular.
Un hombre vio que el destino de la humanidad estaba vinculado inexorablemente a la
energía de la célula madre. Él sabía, sabia sin ninguna duda, que la combinación justa,
las células apropiadas, utilizadas en la forma correcta, podía curar no sólo las
enfermedades, sino la condición humana más importante de todos. Sabía que podía curar
la mortalidad.

Hubo una breve pausa y la cámara se acercó a una de las manchas.

- Entonces, ¿cómo lo hacen? Bueno, fue con la ayuda de estos compañeros. Conozcan a
la célula madre, -la voz de su abuelo continuó, ahora en un tono más alegre. - Esta
criatura inteligente puede convertirse ella misma en cualquier célula del cuerpo. Podría
ser una célula del hígado, glóbulos, células de la medula espinal. Puede reparar un daño,
replicarse a sí misma para reemplazar las células del envejecimiento, evitar que las
células cancerosas se desarrollen.

La mancha desarrolló una cara y danzó alrededor de la pantalla, adaptándose en diversos


órganos exitosamente, todo el tiempo sonriendo feliz a sí misma.

Luego la mancha desapareció y su abuelo estaba en la pantalla otra vez, esta vez afuera
en un revestimiento de color blanco con puertas corredizas, a través de las cuales se
podía ver a un hombre en bata blanca caminando. - Pero aunque estas células han sido
conocidas desde el siglo veinte, su abuelo lo estaba diciendo en un tono paternal, - sólo
Pincent Pharma ha aprovechado su capacidad para crear los fármacos más potentes
conocidos por el hombre: Longevidad.

El abuelo de Peter desapareció de nuevo y fue reemplazado por una película de dos
personas ancianas caminando a lo largo de la calle, se inclinaron, con los rostros
alineados, sus cabellos grises. Peter se halló haciendo una mueca de dolor a la vista a
pesar de sí mismo.
La Resistencia
- Vejez, -la voz de su abuelo retumbó. - Por miles de años la inevitable difícil situación de
la humanidad. Pérdida de las funciones claves - audición, la vista, la flexibilidad, la fuerza.
Pérdida de memoria y la capacidad cerebral. Un proceso lento y doloroso degenerativo
que finalizaba casi siempre en enfermedad y luego la muerte. Ochenta años eran
considerados una buena duración de vida. A los sesenta, los humanos eran considerados
muy viejos para trabajar, muy viejos para contribuir a la sociedad. Pero no más.

La toma cambió a una película de unos hombres jugando football en el parque.- Donde,
en otro tiempo, los seres humanos tuvieron colapsos, ahora tienen la Renovación. Donde
antes los humanos reconocían el deterioro, ahora disfrutan un estilo de vida mejor. En
esos días trascendentales, cuando el científico natural, Dr. Albert Fern descubrió el
potencial real de las células madre, cambió el curso de la historia.

Hubo otra pausa, mientras el abuelo de Peter en la pantalla estudió la sala, con sus ojos
brillantes, luego su rostro adquirió una expresión un poco más humilde mientras una
nueva voz se hizo cargo de la historia. - Tristemente, el Dr. Fern no vivió lo suficiente para
desarrollar aún más la Renovación, pero Richard Pincent, su yerno y fundador de Pincent
Pharma, trabajó incansablemente después de su muerte para extender los beneficios de
las células madre a las personas de todo el mundo...

Los ojos de Peter se abrieron. ¿Así que Albert Fern era el suegro de Richard Pincent?
Eso quiere decir que era el bisabuelo de Peter. Estaba relacionado con el tipo
responsable de todo esto. La idea lo hizo temblar un poco.

La pantalla regresó a Pincent Pharma, a la toma original del laboratorio despejado. El


abuelo de Peter ahora estaba caminando entre los científicos, mientras la voz en off
continuó: - ... desde entonces, esta noble compañía ha estado trabajando por la
humanidad para ofrecer la Longevidad, el fármaco que hizo historia. Que ha superado la
historia. Los científicos de todo el mundo han tratado de copiarla, han tratado de descubrir
la fórmula, pero fue en vano. Y ahora, los científicos de Pincent Pharma siguen
innovando, para ofrecer mejoras a la fórmula; para descubrir aún más formas para
mejorar la calidad de la vida humana. De la caries a la recuperación de un miembro,
Pincent Pharma está a la vanguardia de la ciencia humana, y nunca vamos a dejar de
buscar un mundo mejor para todos.

La cámara enfocó a través de varios corredores, a través de las puertas delanteras antes
de que el edificio entero se pueda ver en la pantalla, excepto por el blanco muro
perimetral, las puertas o los guardias de seguridad.

- Pincent Pharma es ciencia, -dijo una voz. - Pincent Pharma es el futuro. Tú futuro, y el
futuro de todos en el planeta. Gracias por tomarte el tiempo para estar con nosotros.
Esperamos que disfrutes tu visita.

La pantalla quedó en negro, luego aparecieron palabras blancas: Longevidad y


Renovación son marcas registradas de Pincent Pharma Sociedad Anónima.
La Resistencia
Cualquier intento de copia, imitación o infringir derechos de propiedad intelectual
tendrá como resultado el enjuiciamiento. Las palabras se desvanecieron poco a poco
hasta que Peter se encontró frente a una pantalla en negro. Y luego las luces se
encendieron. Peter se giró para ver a su abuelo de pie al final de su fila de asientos.

- Así que, ¿qué es lo que piensas?

Peter estaba pensando acerca de su anillo. Su anillo grabado con "AF" en él.

- Muy... interesante. -Dijo.

- ¡Lo es! -La voz de su abuelo sonaba emocionada, pero sus ojos sugerían que estaba
distraído, pensando en algo más. - Tú sabes, Peter, -dijo pensativamente, - hay mucho
más para ti por descubrir aquí.

Peter sonrió para sí mismo. Esperaba por el bien de Pip de que sería capaz de descubrir
todo.

- Así que dime, Peter. ¿Por qué, ahora, has decidido tomar finalmente mi oferta de
trabajo?

La pregunta surgió de la nada y tomó a Peter por sorpresa.

- Yo... -comenzó a decir, evocando el discurso que había preparado para este fin. Pero su
abuelo agitó la mano para silenciarlo.

- Todo está bien, ya lo sé, -dijo despectivamente.

- Por lo menos sé lo que escribiste en tu carta y lo que le dijiste a tu consejera. Pero no


siempre se debe creer en lo que nos dicen, ¿deberíamos Peter?

Peter lo miró perplejo. - ¿No?

- No. -Su abuelo sonrió. - Me gusta mantener una mente abierta. Así que permíteme decir
una única cosa. Estoy seguro de que disfrutarás de tu tiempo aquí, que vas a sacar el
máximo provecho de la oportunidad que se te ha presentado. Pero saliendo de la
situación, haces algo que me cause alguna preocupación en absoluto, y te prometo, que
desearás no haberlo hecho.

- OK, -dijo Peter. - Eso es bastante claro.

Richard se echó a reír. - Si, Peter, lo es. -Luego su rostro se puso serio. - Y hay algo más.

- ¿Si?- Preguntó Peter.

- La Longevidad está aquí para quedarse, Peter. Todos están aquí para quedarse. Es la
forma del mundo ahora, y nada va a cambiar eso. ¿Tú lo entiendes?
La Resistencia
Peter estudió la cara de su abuelo durante unos segundos, tratando de decidir una
respuesta.

- Perfectamente, -dijo finalmente, mirando a su abuelo atentamente. - Y no tengo la


intención de causarte ninguna preocupación. Estoy muy contento de tener la oportunidad
de trabajar aquí, eso es todo.

Los ojos de Richard se posaron en él durante unos segundos y luego asintió


bruscamente.

- Bien,- dijo. - Eso está muy bien.

Le hizo señas a Peter para que lo siguiera fuera de la sala de conferencias, y caminaron
en silencio por el pasillo.

- Creo que es tiempo de presentarte al Dr. Edwards, tu maestro, -dijo, cuando alcanzaron
una puerta azul. - No te resultará difícil - los Pincents nacen científicos... -Levantó su
mano para empujar la puerta; mientras Peter lo seguía a través de ella, se encontró en el
mismo laboratorio que había visto en la película. Solo que ahora todos los puestos de
trabajo estaban vacios.

Su abuelo se dio cuenta de su seño fruncido y sonrió. - Construimos nuevas instalaciones


en el lado este del edificio. -Él explico. - Más grandes y mejores. Ahora esta área es del
Re Entrenamiento. Puedes aprender y probar cosas a tu antojo. Y este... -señaló a un
alto, delicado hombre que estaba caminando hacia ellos rápidamente, - es el Dr. Edwards,
uno de nuestros más eminentes científicos, y ahora la cabeza del Re Entrenamiento. Por
los próximos seis meses él será tu maestro y mentor, así que no me metería contra sus
libros malos.

La voz de su abuelo era suave, casi paternalista, pero el Dr. Edwards no parecía notarlo;
él sonrió modestamente. - Oh, yo no me preocuparía por eso, Peter, dijo cálidamente. - Es
un placer conocerte. Muy bueno realmente. Tu abuelo me ha hablado mucho de ti.

Peter lo miró atentamente, creando una imagen en su cabeza. Él tomó en el ceño


fruncido, el cabello gris que el Dr. Edwards había decidido, evidentemente, no molestarse
en teñir, sus inteligentes ojos, su abierto lenguaje corporal. Podría pasar por cincuenta,
pero Peter sospechaba que era por lo menos el doble que eso. Él era inteligente, Peter
dedujo; introvertido y apasionado por su trabajo.

- Hola, -dijo Peter. - Un placer conocerlo, también.

- Así que, Peter, ¿Cómo eres con la ciencia? ¿Eres un experto, o es tu conocimiento
más... rudimentario? ¿Qué dirías? -Pregunto el Dr. Edwards.

Peter levanto una ceja. - Yo diría que casi rudimentario.


La Resistencia
- Bien.- El Dr. Edwards asintió. - Cuando las personas saben mucho, tenemos que gastar
una gran cantidad de tiempo para desaprenderlos, explicó. - La mayor parte de lo que a
las personas se les ha enseñado está a años desactualizado, apenas relevante en
absoluto. Borrón y cuenta nueva es mucho más fácil. -Su rostro era serio, Peter decidió,
con buenas intenciones. Si no estuviera involucrado con los fármacos de la Longevidad,
Peter tal vez podría haberle agradado.

- Bien, bueno, los voy a dejar, entonces,- dijo Richard Pincent. - Peter, concéntrate,
¿quieres? El Dr. Edwards tiene mucho que enseñarte.

Peter asintió silenciosamente, sus ojos siguieron a su abuelo hasta que la puerta se cerró
detrás de él.

- Estoy seguro de que serás un rápido aprendiz, -el Dr. Edwards sonrió. - Después de
todo, está en tu sangre.

- Oh, no soy mucho como mi abuelo, -Peter dijo ligeramente.

-¿Tu abuelo? -El Dr. Edwards frunció el ceño. - Oh, no, yo estaba hablando de tu
tatarabuelo. Albert Fern. El científico más grande que jamás haya existido.

Peter tragó incómodamente, luego miró hacia el Dr. Edwards, forzando una entusiasta
expresión en su cara.

- Así que, ¿por dónde comienzo?


La Resistencia

Capítulo 4
Richard Pincent observó, escondido detrás de un vidrio de un solo sentido, como el
hombre era forzado a un banco parecido a un artilugio y sus brazos extendidos.

- Tú no pareces entender, -Derek Samuels, Jefe de Seguridad, decía sin problemas, con
su cara arrugada por simpatía fingida, como si le importara, como si no lo disfrutara. - No
quiero herirte. Me duele verte así. Pero si no me dices lo que quiero saber, no tengo
opción. Los otros guardias aquí, disfrutan causando dolor. Y no seré capaz de detenerlos.

El rostro del hombre se contorsionó horriblemente cuando sus brazos fueron


gradualmente sacados de sus órbitas por el artefacto donde había sido conectado.

- No te diré nada, -alcanzó a decir entre dientes. - Tú no puedes hacer esto. Es ilegal. Las
Autoridades -

- Las Autoridades no se preocupan por ti, -Derek dijo tranquilizadoramente. - Tú estás


fuera de la ley; los guardias de seguridad de Pincent Pharma son autorizados por el
Departamento de Lucha contra el Terrorismo a utilizar cualquier medio necesario para
obtener información sobre las operaciones del Subterráneo. Puedo hacer lo que quiero
contigo. Y lo haré, créeme.

Hizo una seña a otro guardia, que estaba controlando la máquina, y el prisionero gritó
cuando sus brazos fueron empujados lejos de su cuerpo.

- Solo necesito saber dónde puedo encontrar la sede del Subterráneo. Es una pregunta
bastante fácil, -dijo Derek, moviendo tristemente su cabeza. - Dime eso y serás libre para
irte.

El prisionero lo miró con furiosos ojos. - Nunca, -gritó. - Nunca.

Derek asintió y se marchó de la habitación; momentos después, la puerta al lado de


Richard se abrió y apareció la cara de Derek.

-¿Qué quiere que haga? -preguntó.

Richard suspiró. ¿Porqué las personas no comprenden que él no estaría enojado? ¿Por
qué insistir en la lucha contra él cuando era inevitable que perderían? ¿El Subterráneo de
verdad piensa que podría hundir siquiera el éxito de su empresa? ¿Realmente piensan
que les permitiría sumar aunque sea solo punto por encima de él? - Transfiéralo al
laboratorio de investigación, -dijo encogiéndose de hombros. - Estoy seguro de que sus
órganos nos dirán más de lo que él dirá.
La Resistencia
- Tienes razón.- Derek se marchó y reapareció al otro lado del vidrio. - Iras a
Investigación. -dijo con calma.

-¿Investigación? -el prisionero se quedó mirándolo. - ¿Qué quieres decir?

- Quiero decir que ya que no estás hablando, no eres bueno para nosotros. Pero
afortunadamente, tu cuerpo todavía nos puede ser útil. Ellos van a tener tus órganos.
Necesitamos órganos para hacer pruebas, tu sabes; células para examinar. La idea es
que una vez que hayas sido abierto, los científicos sacarán más provecho de ti que yo
pude conseguir.

-¿Abierto?- La cara del prisionero blanqueada visiblemente. - Tú no puedes hacer eso.


Tengo derechos. Yo tengo...

Richard Pincent no pudo resistir dejar su cubículo, abriendo la puerta para mirar al
prisionero en persona. - Tú no tienes nada, -dijo, acercándose al banco de madera desde
atrás, haciendo saltar al prisionero. - Eres patético. Intentaste, y fallaste, destruir la
Longevidad esta mañana, al igual que el Subterráneo siempre fallará. Ahora te voy a
mostrar que es lo que le sucede a las personas quienes enfadan a Richard Pincent. Yo te
voy a destruir.

-¿Quién eres? ¿Dónde está tu humanidad? -el prisionero gritó desesperadamente.

Richard lo miró curiosamente. - ¿Mi humanidad? Yo no soy el que trata de destruir la vida;
tú lo eres, con tus redadas contra la Longevidad.

-"Tengo esposa. Por favor, no hagan esto," -el hombre suplicó.

- Muy imbécil, -dijo Derek de modo disperso, mientras más guardias aparecieron para
ayudarlo a transportar el prisionero, - por casarse con un perdedor como tú.

Richard Pincent había visto suficiente; salió de la habitación, ignorando los gritos del
prisionero, e hizo su camino hacia su oficina. Una vez ahí, se acercó a su ventana, tirando
atrás la gruesa, cortina de terciopelo para mirar afuera. La suite de su oficina, más de 200
metros cuadrados con techos de doble altura que provoca a las personas jadear cuando
entran por primera vez, estaba situada en el 3er piso de Pincent Pharma, con vista al
Támesis. Había elegido la posición cuidadosamente - muy alto y la vista se hubiera
perdido por completo el rio, muy bajo y los edificios del otro lado del río habría bloqueado
su luz. Aquí, su vista era perfecta. Aquí, le recordaba constantemente lo importante que
era él, lo exitoso. Aquí, nunca estuvo en duda que los años que había pasado forzando,
encantando y pisoteando a los demás habían pagado dividendos en verdad, que sus
esfuerzos habían valido la pena.

En tanto se sentó en su escritorio, contemplando su pensamiento, el teléfono sonó y él


atendió. Pocas personas tenían una línea directa con este teléfono: solo aquellos que
eran útiles para Richard, solo aquellos que podrían ayudarlo de alguna manera.
La Resistencia
- Richard Pincent.

- Richard, es Adrian.

- Adrian. ¿Cómo estás?

Adrian Barnet era el Secretario General Adjunto, el segundo al mando en las Autoridades.
Un pequeño, bajito hombre, Adrian había estado en la universidad con Richard. Ellos dos
habían sido amigos de todo tipo; todavía lo eran, en tanto que Richard consideraba nadie
su amigo.

- Los ataques a la Longevidad, -dijo Adrian, con voz preocupada. - ¿Van a continuar, tú
qué crees?

Adrian no podía saber de la redada de esta mañana. Las Autoridades siempre estaban
varios pasos detrás, lo cual acomodaba a Richard perfectamente. - Fueron incidentes
aislados, -dijo cuidadosamente. - Naturalmente, hemos aumentado nuestras medidas de
seguridad. Creo que encontrarás que no habrá más problemas de esa naturaleza.

- Es exactamente ahí donde ha habido cuestiones planteadas, -Adrian continúo. - La


preocupación de cualquier problema o un problema de percepción, con el golpe en la
confianza de los suministros de la Longevidad. Tú sabes que los veinte puntos perdidos
en el Índice de Finanzas del mes pasado se atribuyen directamente a los problemas que
Pincent Pharma se encontró.

- No hay problemas,- Richard dijo inmediatamente, haciendo muecas mientras hablaba. -


En corto plazo esos problemas pasajeros han sido resueltos. Nuestras vulnerabilidades
han sido erradicadas.

- El asunto es, Richard, que las personas están hablando. El nombre de tu nieto salía
contantemente esta mañana. Las personas se sienten incómodas con tu decisión de
ofrecerle un trabajo. Están preocupados con respecto a sus conexiones con el
Subterráneo, su asociación con la chica Excedente. Él es peligroso. La preocupación es
que pasó sus años formativos con la familia de ella, lavándole el cerebro...

- Esa es la preocupación, ¿no? -dijo Richard fríamente. Mientras hablaba, presionó un


botón y una pantalla vino a la vida, revelando a Peter en el laboratorio con el Dr. Edwards.

- Es sólo que tu nieto es un títere de la actividad revolucionaria, -continuó Adrian, sin


fijarse en el sarcasmo en la voz de Richard. - De acuerdo con el Departamento de Lucha
contra el Terrorismo, los rebeldes lo llaman el padre de la próxima generación. A él y a la
chica Excedente.

-¿El padre de la próxima generación? -Richard casi escupió las palabras. - Bueno, Adrian,
si eso es lo que es, dime, ¿donde lo tendrías - libre para vagar en las calles, asociado con
La Resistencia
la escoria del Subterráneo o aquí en Pincent Pharma, donde puedo rastrear cada uno de
sus movimientos? ¿Tú crees que soy estúpido, Adrian? ¿Tú piensas que soy un imbécil?

- ¡No! -Dijo Adrian rápidamente. - No, por supuesto que no. Pero puedes ver como las
personas podrían preguntarse -

- No, Adrian, no lo puedo ver,- dijo Richard furiosamente. - Pero te diré una cosa. Si tú
piensas que voy a dejar a cualquiera - Peter, tus colegas de las Autoridades, cualquiera -
meterse en el camino de Pincent Pharma, entonces tienes otra cosa viniendo. ¿Tú lo
entiendes?

- Si, por supuesto, yo -

- Peter trabaja para mí ahora, -interrumpió Richard. - Y cuando firme la Declaración y


abrace a la Longevidad, el Subterráneo se desmoronará.

- ¿Él ha de firmar La Declaración? -Adrian jadeó.

- Claro que lo hará, -Richard dijo despectivamente. Él no había abordado el tema con
Peter todavía, pero estaba completamente seguro de que lo convencería. Richard podía
ser muy persuasivo cuando se lo proponía.

- Pero él es un Excedente. Era, quiero decir...

Richard se permitió una pequeña sonrisa. - Si, lo fue. Y ahora no lo es. Ahora puede vivir
por siempre si lo decide, y lo decidirá, Adrian. ¿Te has olvidado del poder de la
Longevidad para seducir? -preguntó suavemente. - ¿Has olvidado lo que es tener la
tentación delante de ti, ofrecida en una bandeja? Peter no será capaz de resistir.

Hubo una pausa. - Así que... ¿Qué es lo que está haciendo? Peter, quiero decir. ¿Dónde
lo has puesto a trabajar? ¿Si no te molesta que pregunte?

- Si me molesta,- Richard respondió llanamente. - Pero ya que preguntas, lo tengo


trabajando con el Dr. Edwards. Él va a aprender todo sobre la Longevidad. Todo sobre
sus poderes.

- Dr. Edwards. ¿No es él quien fue sacado de producción?

- Él no era capaz de hacer frente a la modernización, -Richard dijo suavemente. - Pero


todavía es útil. Aún es el mejor maestro en Pincent Pharma. Él ha estado al frente del Re
Entrenamiento por años; él ama la Longevidad más que cualquiera en el mundo. Si hay
alguien para convencer a Peter de firmar la Declaración, ese es el Dr. Edwards. El ve la
belleza en esto. Es una religión para él.

- Lo haces sonar como el Mefistófeles.

- Adrian, lo que le ofrezco a Peter es la vida eterna, no un pacto con el diablo.


La Resistencia
- ¿Y tu realmente crees que Peter será persuadido? Suena arriesgado para mí.

- Adrian tu eres un funcionario público. -Richard dijo con calma. - Para ti todo suena
arriesgado. Confía en mí, Peter no será capaz de resistirse a la tentación de la vida
eterna. Las personas venden sus almas por menos.

- ¿Tu todavía crees en las almas? -Adrian preguntó con una risa nerviosa.

- ¿Qué es no creer? Después de todo, nuestro trabajo aquí es conservar las almas,
Adrian. Las almas de todo el mundo son ahora dependientes de Pincent Pharma para su
propia existencia.

Adrian vaciló, al parecer no estaba seguro si Richard estaba bromeando o no. - No dejes
que nadie más de las Autoridades te escuchen decir eso, -dijo nerviosamente. - Estoy
seguro que ellos piensan que las almas son de su dominio.

- Las Autoridades piensan que todo es de su dominio, -dijo Richard, su tono


repentinamente helado. - Ellos están equivocados.
La Resistencia

Capítulo 5
De mala gana salió fuera de la cama, Jude abrió las cortinas y miró hacia afuera. El cielo
estaba lleno con feas y sucias nubes; afuera, los vecinos se ofrecían unos a otros media
sonrisa mientras se dirigían a sus asuntos. Qué lugar sombrío, se encontró pensando,
una prisión sin muros, una sentencia a cadena perpetúa que se repetía. Nadie era feliz,
nadie era nada; solo estaban ahí. Era increíblemente aburrido.

Él miró hacia abajo a la calle durante unos minutos, su boca contrayéndose con disgusto,
luego cerró las cortinas de nuevo y salió de su cama, de mala gana sustituyó su edredón
calentito con dos jersey y una chaqueta de tonto. Luego, pesadamente, y sin prisa bajo
las escaleras. El periódico estaba en el felpudo de la puerta y lo miró brevemente,
hojeando historias sobre el crecimiento de la economía debido al éxito del programa de
Re Entrenamiento de las Autoridades; sobre el desperdicio egoísta de energía causando
un apagón en Manchester el día anterior; acerca de la nueva moda de los saltos desde
los acantilados y los peligros de tener un equipo inadecuado. Nada acerca de la redada
de Pincent Pharma, por supuesto, lo notó irónicamente. Las Autoridades tendrían que
cubrirlo. Él podría encontrar más información online, a pesar de todo; los periódicos online
no eran tan fáciles de silenciar para las Autoridades - ellos no dependía de un permiso de
las Autoridades para imprimir, para utilizar los valiosos recursos. Tienes que confiar en los
blogs y páginas web transitorias para cualquier información real.

Frunció el ceño al leer brevemente, luego notó un folleto que habían puesto a través de su
puerta. Correo basura. Suspirando, lo recogió, examinándolo mientras se dirigía hacia la
cocina. El folleto fue producido a bajo precio y sus dedos frotaron la tinta. A pesar del
costo de producción, folletos como este se habían convertido recientemente más
comunes. Criticas aclamadas de los ciudadanos descontentos sobre temas que a Jude le
importaba muy poco: Largos períodos sabáticos para aquellos de más de 150 años, los
subsidios sobre calefacción para los pobres, mejores conexiones de transporte. Los
folletos eran entregados por lo general en la oscuridad de la noche, pero había muy pocos
puntos para ellos de lo jude podía ver - ninguna acción sugerida, ninguna reunión pública
organizada. Suponía que ese no era el punto, el punto era simplemente ser escuchados,
lo cual los reclamantes raramente lo eran, ya que los folletos siempre se amontonaban en
recipientes de reciclaje.

Este, sin embargo, parecía haber fijado su mirada bastante más alto. 'La Longevidad es
asesina' proclamó con audacia en la parte superior. Capturando su atención por unos
segundos, Jude leyó un poco más. 'Saltos de acantilado nada más que una explicación
"oficial" para el incremento en los suicidios' el folleto vociferó en grandes, letras
mayúsculas. 'La Longevidad nos está matando. Y no es solo aquí. Alrededor de todo el
mundo, la escasez de energía esta ocasionando la muerte y la enfermedad porque el
Reino Unido no va a dar la Longevidad de forma gratuita.'
La Resistencia
Jude frunció el ceño por la falta de lógica. - ¿Así que la Longevidad es asesina pero
todavía deseas que la den de forma gratuita? dijo despectivamente a nadie en particular
antes de lanzar tanto el folleto y papel, abriendo el refrigerador, el cual le recordó
suavemente que se estaba quedando sin leche y otros productos lácteos, y le recordó no
mantener la puerta abierta por mucho tiempo.

Cerrando el refrigerador y tomando una banana del cuenco de frutas, dejó la cocina y
regresó a su habitación, la única habitación en la cada que él realmente usaba; una vez
ahí, encendió su computadora. Le tomó solo unos segundos surgir a la vida; Jude hacía
tiempo que había limpiado todos los programas innecesarios o archivos que podrían
impedir su velocidad, él podía usar su computadora durante veinticuatro horas al mismo
nivel de consumo de energía que una bombilla de bajo consumo energético.
Regularmente escuchaba informes de prensa diciendo que la era de la informática estaba
muerta porque las personas no podían darse el gusto de la energía y eso siempre lo hacia
reír. Esto solo reforzaba su opinión de las personas mayores - que eran estúpidos e
ignorantes, que la edad todavía descompone el cerebro, sea lo que sea que ellos digan
de la Longevidad.

Decidió echar un vistazo rápido a Pincent Pharma - una semana había pasado desde que
había sido testigo de la redada del Subterráneo y cada día él regresaba para ver si había
alguna nueva actividad pero no había nada para ver, solo el guardia del perímetro
completando un crucigrama, un camión de alimentos llegando con suministros. ¿Estaría
Peter adentro? Él se preguntó. ¿Estaría de pie junto a una de esas ventanas, mirando
afuera tal vez?

Se quedo mirando la imagen por unos minutos, navegando por el sistema de seguridad
de Pincent Pharma, ociosamente comenzó a buscar la propia red del Subterráneo. Le
tomó menos de una hora localizarla, y cuando lo hizo no estaba sorprendido de encontrar
que era menos sofisticado que la red de Pincent Pharma. Lo que si lo sorprendió - y lo
impresionó- fue que era más difícil de acceder, sobre todo porque era más desordenado,
más puntual, con hilos sobre hilos y sin un sistema claro de almacenamiento transitorio.
Sin cuestionar sus motivos de fondo, comenzó a adentrarse hacia el interior. Le tomó
cerca de tres horas, pero ligeramente, delicadamente y eventualmente, encontró su
camino dentro, hábilmente superó los códigos de seguridad, burló las páginas ocultas
hasta que, finalmente, estaba donde quería estar.

Entonces algo le ocurrió. De repente sabia porqué él estaba ahí, sabía qué era lo que
quería hacer. Quería ser parte de eso, quería mostrarles lo que podía hacer. Peter había
contado con la ayuda del Subterráneo durante toda su vida; en lugar de eso él ayudaría al
Subterráneo. Uno a cero para él. Si, pensó con entusiasmo, iba a ofrecer sus servicios. Y
ellos serian unos estúpidos no aceptar sin pensar la oportunidad de tenerlo. Después de
todo, lo que no sabía acerca de las redes de seguridad no valía la pena conocer.
Permitiendo que una pequeña sonrisa se arrastre a sus labios, abrió una página de
mensajes y comenzó a escribir:
La Resistencia

Jude2124: Comienzo del servicio. Ver mi CV abajo. Estoy a su disposición.


Un amigo. (PD Su seguridad necesita una actualización)

No tuvo que esperar mucho tiempo para una respuesta.

Hold1: Jude2124, por favor explique su presencia aquí. Tenemos tu base en


Londres, ¿es correcto?

Jude estaba impresionado. Ellos estaban más avanzados de lo que pensaba,


rastreándolo en menos de tres minutos. Desafortunadamente para ellos, sonrió para él, lo
habrían rastreado a otra dirección al otro lado de la ciudad.

Jude2121: Nada mal. De todos modos, vi el ataque en Pincent Pharma la otra


semana. Lo tengo grabado, ¿si está interesado? Estoy seguro que podría ser
muy valioso para usted.

Esta vez tuvo que esperar como diez minutos para una respuesta.

Pip: ¿lo tienes grabado? ¿Qué es lo que intentabas hacer con ellos?

Jude se quedo mirando la pantalla. ¿Era este realmente Pip o todos en el Subterráneo
tenían que usar su nombre en los mensajes? Pip era el tipo que dirigía el Subterráneo, el
tipo que tenía un precio muy alto por su cabeza. No podía ser él. Decidió Jude. No
realmente.

Jude2124: Nada. Son tuyos.

Pip: ¿Y qué es lo que quieres a cambio?

Jude2124: Mi tarifa usual es de £3000. Los puedes tener gratis. Me quiero


anotar.
La Resistencia
Pip: ¿Anotar? ¿Qué es lo que quieres decir?

Jude frunció el ceño por irritación.

Jude2124: Quiero decir, que quiero unirme a ustedes. Tú sabes, luchar


contra el enemigo, luchar contra la Longevidad. Quiero unirme al
Subterráneo.

Pip: Vamos a tener que pensar en eso.

Jude puso sus ojos en blanco. ¿Qué era lo que había que pensar?

Jude2124: ¿Pensar? ¿Por qué? ¿Por cuánto tiempo?

Pip: ¿Vas a estar por aquí por la próxima hora?

Jude2124: Seguro.

Pip: Bien. Permanece en tu computadora. Nos pondremos en contacto


contigo.

Jude observó cómo las palabras se esfumaban lejos frente a sus ojos, y suspiró con
fastidio. Allí estaba, pensando que el Subterráneo eran revolucionarios dinámicos cuando
en realidad eran tan malos como las Autoridades con sus trámites y protocolos. Los
trámites y protocolos eran todo lo que su padre siempre hablaba cuando estaba vivo.
Pensaba que era la cosa más importante en todo el mundo. No podía ver que ellos eran
piezas de basura sin sentido que sólo existían para dar a la gente como él, un puesto de
trabajo.

Lentamente, se levantó y caminó hacia su ventana, abriendo la cortina solo un poco.


¿Una hora? Les estaba ofreciendo sus servicios - ¿Qué había ahí para pensar?

Irritado, regresó a su computadora e inicio sesión a MyWorld. En MyWorld no había


Autoridades, no había Subterráneo, no había protocolos estúpidos. Solo chicas calientes,
personas jóvenes y muchas cosas divertidas para hacer. Su novia lo estaba esperando en
su banco; él se sentó y le contó sobre el Subterráneo.

- Son unos idiotas, -dijo ella, levantando una ceja coqueteando. - Ellos no te merecen.
La Resistencia
- No, claro que no, -Jude estuvo totalmente de acuerdo. - Así que, ¿cómo has estado, de
todos modos?

Se permitió fundirse en el abrazo virtual de su novia, antes de ir tomados de la mano por


el parque.

Jude se quedó paralizado cuando sintió un brazo silencioso abrazándolo alrededor del
cuello; no sabía cuánto tiempo había estado tumbado en una manta, permitiendo que
trozos de chocolate con leche se fundieran en su boca. Su novia todavía estaba
sonriéndole con expectación en la pantalla.

- Nos querías conocer, -dijo una voz. - Así que aquí estamos.

- Por favor coloca la impresión de tu palma en la pantalla, luego sigue adelante para
recuperar la bandeja.

Peter vaciló, tentado a rebelarse como siempre cuando se le decía qué hacer, incluso por
una maquina, luego, cediendo, hizo lo que la voz de hojalata pidió y esperó a que su
bandeja aparezca en la ventanilla delante de él. Era su segunda semana en Pincent
Pharma y las cosas estaban empezando a sentirse más familiares.

Se extendió para tomar su bandeja, y luego estudió los alimentos contenidos en ella. Hoy
tenía salmón con vegetales, una papa horneada con abundante mantequilla, crumble de
fruta como postre y un vaso grande de un líquido no identificado. El sensor de nutrición de
Pincent Pharma era una versión más sofisticada de los escáneres de las tarjetas de
identidad, que dictaban los grupos de alimentos que todo el mundo debería consumir
cada semana. El escáner de nutrición iba todavía más lejos; en cada comida se
analizaban a los empleados a través de la impresión de su palma para establecer sus
necesidades nutricionales diarias de acuerdo a su perfil genético y el estado actual
metabólico. Hoy, al igual que todos los días en la última semana y media, el análisis de
Peter reveló que estaba un poco delgado y que le faltaba varios aminoácidos y sub
vitaminas; aquellos no presentes en el alimento se proporcionan a través del líquido
nutricional. El Dr. Edwards miró a su propia bandeja con una sonrisa irónica - mostraba un
trozo más pequeño de salmón, verduras, pero no había papa, un líquido de aspecto
similar y tampoco había crumble de fruta.

- Después de ti, -dijo él, y siguió a Peter a un gran comedor. A Peter no le gustaba este
lugar - su única experiencia de comer en conjunto a tan gran escala había sido en la
Alimentación Central mucho más pequeña del Grange Hall donde los Excedentes comían
cada comida en silencio, cuidadosamente, sabiendo que cualquier transgresión de las
normas se traduciría en una paliza o algún otro castigo. Y mientras que el comedor de
Pincent Pharma no había tales sanciones - los empleados hablaban libremente, sus
La Resistencia
miradas no eran lanzadas hacia abajo, y un derrame era aceptado con simpatía, no con
miedo - el cabello de atrás de la nuca de Peter se puso rígido cuando entró al comedor.

Observando una mesa vacía al otro lado del comedor, caminó hacia ella, pero mientras se
abría paso entre todas las otras mesas, y algo causó que se detenga. Alguien, de hecho.
Una mujer en una bata de laboratorio, hablando fuerte a la gente alrededor de ella.

- La idea entera de los Excedentes teniendo derechos es ilógico. El derecho humano más
básico es el derecho a la vida, y los Excedentes han perdido eso. Así que hablar de
bienestar u otros supuestos derechos fundamentales es un disparate, puro y simple.

- Si, pero una vez que el Excedente ha sido creado, ¿la infracción es realmente su culpa?
-interpuso un hombre. - Después de todo, fueron los padres quienes tomaron la decisión,
quienes infringieron la ley. Creo que hay un argumento a favor de que uno de los padres
pierda su vida, y permita al Excedente vivir.

- ¿Qué padres?- dijo la mujer despectivamente. - ¿Cómo puedes decidir? No, con
complicidad o no, los Excedentes son una infracción de la Declaración y tienen que pagar
por ello. Lo siento, pero esa es la única manera.

Peter estaba de pie detrás de la mujer y gradualmente todos sus compañeros se giraron
para verlo. Le tomó a ella como un minuto más o menos darse cuenta que ellos no la
estaban mirando, y se movió en su asiento para descubrir que era lo que les atraía su
atención.

Cuando ella vio a Peter, se ruborizó ligeramente, luego, como si decidiera recuperar su
compostura, levantó su mentón.

- Es Peter, ¿no? -ella pregunto fríamente.

Peter asintió.

- Bueno, Peter. Lo siento si no te gusta lo que acabas de escuchar, pero estas cosas se
tienen que decir. Las reglas son reglas.

Peter asintió estrechamente. Él no podía hacer una escena, lo sabía. Sólo tenía que
alejarse. Pero nunca había sido bueno alejándose. – Reglas, -dijo. - Claro.

Se fijó en el lugar; sintió al Dr. Edwards acercarse detrás de él y le puso una mano en su
hombro. Luego su maestro se giró hacia la mujer.

- Tal vez estas cosas son materia de opinión. No estoy seguro que los Excedentes tengan
que pagar alguna deuda. Su existencia no es por su acción, después de todo.

La mujer miró desconcertada por la intervención del Dr. Edwards - Eso no es lo que la
Declaración dice, -dijo de mal humor. - No es materia de opinión. Tú lo deberías saber -
después de todo, eres un científico. ¿No es la ciencia todo negro y blanco?
La Resistencia
El Dr. Edwards sonrió gentilmente. - Ah, pero eso es solo una cosa. La ciencia nos
enseña que rara vez estamos correctos. Toda la disciplina de la ciencia está dirigida a
demostrar que nos equivocamos, ¿no es así?

La mujer lo miró maliciosamente. - Eres muy franco para un científico que ha sido
degradado al Re Entrenamiento, -dijo fríamente. - Por otra parte, supongo que es por eso
que estás dónde estás. Pero de todos modos, yo pensaría antes de abrir tu boca si todo lo
que puedes hacer es salir con verborrea subversiva sobre tus puntos de vista sobre los
Excedentes. No todo el mundo será tolerante como lo somos nosotros.

- ¿Tolerante? -preguntó el Dr. Edwards. - ¿Es eso lo que eres?

- Si, -dijo ella. - Y me doy cuenta que el Excedente no dice nada.

Peter se enfureció, y agarró su bandeja de comida, apenas capaz de controlarse a sí


mismo.

- Peter no es un Excedente, -dijo el Dr. Edwards tranquilamente. - Es un empleado de


esta compañía y se merece un poco más de respecto.

- Si, sé que es un empleado. Es por eso que esta conversación comenzó. -La mujer se
quedó mirando por un momento al Dr. Edwards, luego sus ojos se movieron rápidamente
a la cámara de la esquina. - Todos sabemos que su madre está en prisión, -dijo, su voz
más tranquila de repente. ¿Sabías que él está aquí porque Richard Pincent es su abuelo
y sintió pena por él?

- Ella no es mi madre,- Peter gruñó en voz baja, avanzando enojado hacia la mujer. - Y no
me importa dónde se encuentra.

El Dr. Edwards hizo una mueca y le señaló a Peter que se quede en su lugar.

- Él está aquí porque tiene una contribución que hacer, -dijo en voz baja. - ¿A menos que
dudes de los motivos del Señor Pincent? Y probablemente no es recomendable ir por ahí
denunciando a su madre. Después de todo, es la hija del Señor Pincent.

Los ojos de la mujer parpadearon hacia arriba de nuevo, esta vez hacia el conjunto de
cámaras posicionadas a lo largo de la paredes del comedor y ligeramente se sonrojo. - No
la estaba denunciando,- dijo, con una pequeña nota de estrés en su voz. - Yo solo...
estaba afirmando un hecho. Pero tienes razón, por supuesto. El chico no es más un
Excedente, y estoy segura que es una muy buena suma a Pincent Pharma.- Ella logró
una especie de sonrisa, luego se volvió de nuevo a sus compañeros de mesa. Peter y el
Dr. Edwards comenzaron a alejarse.

La mujer, a pesar de todo, no había terminado. - A pesar de que no puedes decir lo


mismo de la otra. La chica, -dijo, su voz silenciosa pero suficiente para que Peter
escuchara. - ¿Se merece ella mis respectos también? Somos firmes sobre la mano de
La Resistencia
obra inmigrante y entonces sólo permitimos a los Excedentes escapar y convertirlos en
Legales. ¿Qué es lo que hay que respetar?

- Ignórala, -el Dr. Edwards le murmuró, pero Peter apenas lo escuchó. La furia fue
disparada hacia arriba y abajo por su cuerpo como fuegos artificiales, impulsándolo hacia
adelante hasta que estuvo justo al lado de la mujer.

- Nunca menciones a Anna otra vez, -dijo en voz baja, inclinándose hacia abajo de
manera que su cara estaba cerca de la de la mujer. - Ese es su nombre. Anna. Y si
alguna vez, la traes de nuevo a esta conversación, no seré responsable de mis actos.

La mujer lo miró y fingió una risa poco convincente. - Creo que estás marcando mi punto
de vista, Peter, -dijo ella, sacudiendo su cabeza y levantando sus cejas al hombre situado
a su lado.- La juventud es ignorante. Todo es tomar, tomar, tomar. Agresión en lugar de
discusión. Tal vez aprenderás con el tiempo, pero en tu caso realmente tomará mucho
tiempo. Una vez Excedente...

Ella agitó su cabeza, una mirada de pena en sus ojos. El corazón de Peter, entretanto,
latía en su pecho y todos los instintos le daban ganas de arrojarse a la mujer, para hacerla
entender cómo se siente ser etiquetado Excedente, ser sometido, golpeado, humillado,
hasta que todo lo que conocías era el deseo de servir, de pagar tu deuda a la sociedad, a
pedir perdón una y otra vez, simplemente por existir - para sentir lo que Anna ha sentido
durante toda su vida.

En cambio, se obligó a ponerse de pie y recto, para mirar hacia otro lado.

- Ahí, lo ves. No tiene nada que decir ahora, -la mujer dijo triunfalmente, levantando el
tenedor y delicadamente girándolo alrededor de unos espaguetis.

El Dr. Edwards se movió para guiar a Peter lejos. - Imagino que Peter tiene suficiente que
decir, -interpuso, sonriendo irónicamente, - pero probablemente ahora no es el momento,
¿no te parece? -Cuidadosamente, dirigió a Peter lejos de la mesa, hacia otra al otro lado
de la sala.

Se sentaron y comenzaron a comer en silencio. Cuando su comida estaba casi terminada,


finalmente tomó coraje para hablar, Peter miró al Dr. Edwards.

- ¿Qué es lo que ella quiso decir sobre tus opiniones de los Excedentes? -preguntó. - ¿No
crees que los Excedentes tienen una deuda que pagar a la sociedad?

El Dr. Edwards bajó su cuchillo y tenedor y miró dudosamente alrededor luego se inclino
cerca hacia Peter. - No, Peter. No creo que ellos tengan una deuda que pagar. Yo pienso,
al contrario, probablemente nosotros les debemos una deuda a ellos. -Su voz era baja y
suave, inaudible para cualquiera excepto para Peter.

Peter lo miró cautelosamente. - ¿De verdad? ¿Por qué ellos no lo creen?


La Resistencia
El Dr. Edwards tomó un bocado de comida y lo masticó silenciosamente, luego bajo su
tenedor. - Peter, -dijo, su voz un poco más alta que antes, - trata de entender que la forma
en que las personas te responden no es personal. Las personas siempre han sido
temerosas a la juventud. Los niños y los jóvenes son amenazantes - cuestionan cosas,
rechazan el status quo. Aun antes de que la Longevidad fuera inventada, los adolescentes
eran demonizados por la sociedad. Tenían problemas con las órdenes de comportamiento
civil que limitaban sus movimientos, eran culpados por crímenes, por desgracias de la
sociedad. Mientras que las personas comenzaron a tener menos niños, en efecto el miedo
a la juventud creció. Cuanto más lejos de lo que somos, más tendemos a desconfiar,
Peter. No nos gusta lo desconocido, rechazamos cualquier extraño para nosotros:
personas con opiniones que contradicen a las nuestras, sociedades que son regidas por
diferentes líneas. Y los niños son muy diferentes. Los jóvenes siempre contradicen a sus
mayores - está en su naturaleza.

- ¿Estás diciendo que tienen miedo de mi? -el tono de Peter era sarcástico y despectivo.

- Estoy diciendo que tú los perturbas. Lo que digo es que si tú quieres hacer amigos,
deberás ser paciente con ellos. Probarles que no tienen ninguna razón para temerte.

- Tú no me tienes miedo.

- No, Peter, no te tengo miedo, -dijo el Dr. Edwards, con un pequeño brillo en sus ojos. -
Prefiero disfrutar ser contradicho. Me obliga a pensar más.

Peter lo asimiló por unos segundos, luego se encogió de hombros. - No necesito amigos.
Nunca he tenido amigos.

- Dudo de eso, Peter. Y recuerda que estás luchando sobre cientos de años de doctrina,
relaciones públicas, de la ausencia casi total de la juventud,- dijo el Dr. Edwards,
mirándolo seriamente, - No puedes esperar que las personas entiendan en seguida.

- No espero que las personas entiendan en absoluto, -Peter dijo furiosamente. - Yo solo
quiero que nos dejen en paz. Quiero que todo el mundo nos deje en paz.
La Resistencia

Capítulo 6
Jude sintió cosquillas de sudor rodando hacia sus ojos y se lo sacó. Ya había imaginado
muchas veces cómo se sentiría ser capturado, ser encarcelado y torturado por
información - había imaginado la adrenalina correr, la sensación de emergencia que sabía
que podría traer consigo. Había interrogado a su padre sobre las técnicas de tortura
empleadas por las Autoridades; no le había creído realmente a su padre cuando le había
dicho que la tortura no era parte del protocolo.

Ahora, sin embargo, mientras estaba sentado en su silla con sus manos atadas detrás de
la espalda, no sentía la adrenalina correr. Sentía miedo, desesperación. Pero estaba
decidido no mostrarlo. Era un luchador. No les permitiría llegar a él tan fácilmente.

- Interesante el sistema que tienes ahí. -El hombre que hablaba era alto, de contextura
mediana. Detrás de él había otro hombre. Estaba sin afeitar, su pelo despeinado, su ropa
mediocre pero Jude lo reconoció inmediatamente. Fueron sus ojos que lo delataron. El
color azul brillante, la intensidad de ellos que era aterradora y reconfortante a la vez. Los
había visto en imágenes, había escuchado a las personas hablar de ellos, del hombre al
que pertenecen. Pip, el hombre más buscado en Gran Bretaña, el hombre que en algunas
historias tenia poderes secretos, el teórico de la conspiración, que afirmó que estaba
trabajando con las Autoridades para ayudar a expulsar a todos los disidentes. Quien
había evadido su captura por años.

- ¿Viniste? -preguntó, con su voz oprimida mientras hablaba, forzándolo a aclarar su


garganta varias veces.

- ¿Así nada más?

- Así nada más, -dijo Pip. - ¿No nos esperabas?

Jude tragó. - A ti no, -dijo. - He visto tu cara. Quiero decir, tú estás aquí, en mi
habitación...

El otro hombro rió entre dientes. - Él tiene razón. Ha visto nuestros rostros. Supongo que
significa que tendremos que matarlo.

La cara de Jude se volvió blanca, luego se sacudió. - Mira, estoy de tu lado. No soy el
enemigo.

- ¿Y cuál es ese lado, Jude?- Era Pip el que hablaba. Su voz era baja, suave, casi
hipnótica.
La Resistencia
Jude aclaró su garganta de nuevo nerviosamente. Él nunca quiso adaptarse en ningún
lugar antes pero ahora, en frente de Pip, quería aceptación, y eso lo asustaba. - Ustedes
están en el Subterráneo, -dijo. - Son la resistencia.

- Luchadores por la libertad, ¿eh? ¿Y exactamente por qué cosa estamos luchando? -Pip
estaba sonriendo ligeramente y eso inquietaba a Jude.

- Están en contra de la Longevidad, ¿no es así? Contra las personas mayores. -Su voz
estaba temblando un poco.

- ¿Contra las personas mayores?- La sonrisa se profundizó. - Eso es interesante. ¿Y por


qué te quieres unir a nosotros?

Jude lo miró indecisamente. - Pensé que estarían agradecidos por mi ayuda.

- ¿Cuántos años tienes? -Pip de inclinó más cerca; Jude podía sentir su respiración sobre
su oído.

- Edad suficiente.- Fue todo lo que pudo decir para no lloriquear patéticamente.

Pip se alejó de repente y el otro hombre habló.- ¿Y quién te enseñó cómo hackear los
sistemas?

Jude se sintió ligeramente relajado. Estaban en un terreno más cómodo ahora. Él podía
hablar de piratería durante horas. - Me enseñé yo mismo. Tuve una computadora cuando
era realmente joven y la use para -

- Linda casa, esta, -el hombre interrumpió, empujando a Jude fuera de su paso. - Es
grande para solo una persona.

- Era de mi mamá, ella -

- Y eres Legal, -el hombre interrumpió de nuevo.

- ¿Tú no piensas que tal vez los vecinos me reportarían si no lo fuera?

El hombre, que había notado el sarcasmo en su voz, lo miró con calma, luego se movió
cerca del rostro de Jude de manera que sus narices casi se tocaban. - Tal vez pienses
que eres muy inteligente, pero nosotros no apreciamos a las personas que hackean
nuestros sistemas, dejando rastros a otros para encontrarlos. ¿Lo entiendes?

- No deje ningún rastro, -Jude protestó. - Nunca lo hago.

- Y aun así te encontramos, -dijo Pip amablemente. - Siempre dejamos un rastro, Jude,
más allá si lo deseamos o no.

Jude se ruborizó. Debe de haber estropeado su código de desvío. Un error estúpido.


La Resistencia
- Tú no fuiste a América de Sur, ¿porqué?

Jude miró a Pip. - ¿Qué?

- Cuando tu madre se fue. Podrías haber ido también.

- Cómo supiste... -Jude comenzó a decir pero luego se detuvo. - Así que sabes quién soy.
¿Por qué molestarse en preguntar cualquier pregunta entonces?

Pip sonrió. - Supongo que es lindo escucharlo personalmente.

Jude suspiró. - Como si me fuera a mudar al otro lado mundo, -dijo despectivamente. - De
todos modos, no era tan salvaje para su nuevo marido.- Mientras hablaba, una imagen de
su madre se deslizó dentro de su cabeza y se forzó para sacarla. No le importaba nada
acerca de ella. No le importaba que ella hubiera seguido a ese asqueroso a América del
Sur después de la muerte de su padre. Él podía cuidarse solo de todas maneras.

- ¿Así que esta es tu vida ahora? ¿Pirateando sistemas, chantajeando empresas? -Era el
otro hombre hablando de nuevo. Jude se enfureció.

- No es chantaje. Ofrecí un servicio. Solo entre a sus sistemas para mostrarles que están
abiertos a amenazas.

- ¿Una amenaza como tú?

Jude no dijo nada. Esto no estaba resultando del todo como lo había planeado.

- Muéstrame las cintas, -el hombre dijo rápidamente. - Ahora.

Jude abrió su reproductor de DVD y le entregó al hombre un disco.

- ¿Esta es la única copia?

- Uh-huh.

- Si nos enteramos que hay mas copias, lo lamentaras.

La despreocupación habitual de Jude parecía haberlo abandonado.- ¿Así que me puedo


unir a ustedes?- preguntó, su voz era ronca, nerviosa. - ¿Pase el examen?- miró a Pip
con esperanza. Pip se rió.

- ¿Examen?- dijo, caminando hacia la puerta. - Los únicos exámenes que valen la pena
pasar son los que nosotros nos fijamos, -dijo, volviéndose brevemente. - Tú eligieras tu
camino, o tal vez él te eligiera a ti. De cualquier manera, espero que nos encontremos de
nuevo. Antes de eso, se cuidadoso Jude. ¿Sabes sobre Icarus?

Jude asintió rápido, tal vez si le mostraba conocimiento podría impresionar a Pip, tal vez
cambiaria su mente. - Claro. Voló demasiado cerca del sol.
La Resistencia
Pip asintió y, para la inmensa decepción de Jude, giró e hizo su camino fuera de la
habitación. - Y chamuscó sus alas, Jude, -dijo mientras caminaba. - Y chamuscó sus
alas."

El Dr. Edwards no mencionó el incidente del almuerzo otra vez. Una vez de vuelta en el
laboratorio, Peter volvió para aprender sobre las enzimas y su función en el cuerpo; el Dr.
Edwards volvió a su investigación. Trabajaban silenciosamente, las únicas palabras que
intercambiaron era por necesidad.

Pero más adelante esa tarde, el Dr. Edwards lo llamó.

- Peter, ven y mira esto. -El Dr. Edwards levantó su cabeza del gran microscopio frente a
él y se movió fuera del camino, señalando a Peter que tome su lugar y mire a través de la
lente. Lentamente, Peter se acercó e hizo lo que el Dr. Edwards le pidió.

- ¿Qué es lo que ves?

Peter se encogió de hombros. - No sé, -dijo casualmente. Todavía estaba resentido, no


había encontrado a nadie para descargar su enojo excepto a cualquiera que estuviera
frente a él.

- Mira cuidadosamente, -el Dr. Edwards le ordenó. - Tal vez necesites enfocarlo un poco
para ver realmente con claridad.

Peter reaciamente se acercó más al microscopio y apoyó la cabeza sobre él, permitiendo
que sus ojos se acostumbraran a la ampliación.

- ¿Puedes ver la célula?- preguntó el Dr. Edwards. - Deberías ser capaz de captar su
núcleo.

Peter estudió la casi transparente mancha, amplificó varios miles de veces. A


continuación, entrecerró los ojos y se dio cuenta de que la mancha era en realidad dos
manchas. Una pequeña macha a la izquierda con un nítido, centro negro, y otra de mayor
masa a la derecha. Él asintió.

- Descríbemela.

- Transparente. Uh... -Peter miró a la mancha de la izquierda, tratando de resolver qué es


lo que debería estar viendo.

- ¿Forma? ¿Bordes?

- Redonda. No, es ligeramente rectangular. Los bordes son... Un poco desiguales.


La Resistencia
- Bien. Ahora, de vuelta al color. ¿Algún matiz de color?

Peter frunció el ceño. - Amarillento, -dijo. - Un tinte de amarillo, de todos modos. Un


amarillo oscuro.

- ¿Se ve saludable?

- No lo sé. No he aprendido...

- Olvida el aprendizaje. ¿Se ve saludable para ti? Reacción instintiva.

- No. No se ve saludable. Luce como... Cansada.

- Bien, -el Dr. Edwards lo animó. - Cansada casi lo resume. Ahora, mira lo que sucede
cuando hago esto.

Peter miró como un largo, instrumento delgado de vidrio que apareció en su vista. El
instrumento depositó una gota de líquido en la pequeña mancha, de aspecto enfermizo,
luego desapareció de la vista. Inmediatamente, Peter vio la mancha cambiar. De aspecto
pastoso de un color amarillo, se convirtió en un color blanco más brillante, casi brillando
en su transparencia. Sus bordes comenzaron a suavizarse y en el centro, un núcleo se
hizo visible, como una yema de huevo pero blanco, más blanco que el resto. El proceso
entero duró unos pocos segundos.

- Eso, -el Dr. Edwards respiró, - es Renovación.

- Renovación, -Peter dijo decisivamente.

- Si, Peter. Células renovadas, renacidas. El poder de la Longevidad, veras, no se trata de


hacer lo viejo durar más, sino hacerlo joven de nuevo. Ese es el milagro, Peter, de lo que
todo esto se trata, desarrollándose frente a tus ojos. Células renaciendo, volviendo a su
estado inicial, en sólo unos segundos. Bastante impresionante, ¿no?

- Pensé que estabas del lado de los Excedentes. ¿Pensé que te gustaban los jóvenes? -
Peter murmuró.

El Dr. Edwards lo miró por un momento, luego bajo su voz. - Peter, hay una diferencia
entre una cosa y su implementación. Las drogas de la Longevidad, el proceso de
Renovación, son los desarrollos científicos más emocionantes que el mundo haya visto.
Es hermoso, perfecto en su sencillez. Los Excedentes son una de las políticas de las
Autoridades. Las dos cosas no están entrelazadas.

- Excepto que lo están, ¿no es así? -dijo Peter. Se encontró con los ojos del Dr. Edwards,
vio que ellos se estremecieron ligeramente, luego se volvió de nuevo al microscopio. -
¿Así que funciona para todas las células? ¿Porqué las personas todavía tienen arrugas?
La Resistencia
- Funciona mejor en órganos, -dijo el Dr. Edwards luego de una pausa. - Podemos
Renovar otras células, pero solo en placas de Petri, no mientras estén... en su lugar
natural. La piel es una de las aéreas más difícil para nosotros. Pero los órganos son más
importantes. Ellos son los que nos mantienen con vida.

Peter siguió mirando por unos segundos más y luego levanto la vista. - Y mis células. Son
como la blanca, ¿no? -el Dr. Edwards asintió. - Así es. Jóvenes, dinámicas y saludables.

- Así que la naturaleza crea células nuevas también. Sólo que lo hace mediante la
creación de nuevas personas, no la renovación de los mayores.

La boca del Dr. Edwards trato de sonreír. - Supongo que sí, pero lo que estás viendo aquí
es la fuerza de la naturaleza siendo cosechada.

- ¿Tú piensas que eso es algo bueno?- preguntó Peter, volviendo de nuevo al
microscopio, sus ojos parpadearon hasta ver la expresión del Dr. Edwards. - Nunca
quisiste niños. -Fue una declaración no una pregunta, pero el Dr. Edwards retrocedió, sus
ojos moviéndose involuntariamente hacia las cámaras en el techo.

- ¿Yo? ¿Con hijos? No, no lo quise. No podría. La ciencia siempre ha sido mi hija.
Requirió toda mi energía. Todo mi tiempo.

- ¿Ciencia?- Peter sonaba más incrédulo de lo que había intentado, más desdeñoso.

El Dr. Edwards se encogió de hombros. - Muchos años atrás las personas solían hablar
del milagro del nacimiento, el milagro de la nueva vida. Pero yo veo ese milagro todos los
días - el milagro de La Renovación, de renacer. Y es una opción más segura, creo, que la
creación de la vida. Los niños exigen más que la ciencia. Te esclavizan; toman tu libertad.

Peter miró hacia otro lado. Los niños eran exigentes. Ben absorbía mucho mas el tiempo
de Anna que Peter había esperado. Volviéndola mas agotada todo el tiempo, tomaba toda
su atención. Pero esa no era una razón para no tenerlo. Los niños eran el futuro. Tenían
que serlo.

- Lo que te estoy tratando de explicar, Peter, -el Dr. Edwards continuó gentilmente, - es
que la naturaleza y Longevidad no son mutuamente excluyentes. Los humanos son
capaces de adaptarse muy bien a nuevas situaciones.

Peter pensó por un momento. Nunca había pensado a la Longevidad como belleza, como
un milagro. Y había pensado que Pincent Pharma estaría lleno de personas como la
mujer del almuerzo, no atento y amable como el Dr. Edwards. Peter se estremeció.
Estaba aquí para trabajar, y lo iba a hacer.

- Así que es así como funciona, -dijo, entrecerrando los ojos a las células. - ¿Pero cómo?
¿Qué es ese líquido que pusiste sobre la célula? ¿Y qué pasa con el líquido? Quiero
La Resistencia
decir, la droga de la Longevidad son tabletas, ¿no? ¿Cómo conviertes el líquido en
tabletas?

- Más preguntas. ¿Tú sabes que la curiosidad mató al gato? -Peter se asustó un poco y
se dio la vuelta para encontrar a su abuelo de pie a unos metros detrás de él.

- La curiosidad también hace a un gran estudiante, -dijo el Dr. Edwards.

Richard Pincent se encogió de hombros. - Hay un montón de tiempo para estudiar, sin
embargo, -dijo fácilmente. - Una cosa que todos tenemos es un montón de tiempo, ¿no es
así, Peter?

Peter asintió torpemente.

- Si tú firmas la Declaración, quiero decir, -su abuelo continuó, sus ojos perforando a los
de Peter. - Tú la firmarás, ¿no?

Peter aclaró su garganta. Las notas de Pip lo habían informado sobre esta pregunta. Ellas
le habían dicho que diga que iba a firmar. Pero ahora, parado en frente de su abuelo, se
encontró que no lo podía decir. No lo diría.

- No tenía la intención, no,- dijo.

- Ya veo.- Su abuelo asintió, sus ojos oscurecidos. - En ese caso, ¿tal vez te gustaría
venir conmigo?
La Resistencia

Capitulo 7
Peter siguió a su abuelo por el pasillo en silencio, tratando de ignorar a su corazón que
palpitaba con fuerza en su pecho. Tomaron el elevador al tercer piso, que estaba vacío
excepto por los guardias patrullando, lujoso excepto por las grandes cerraduras de las
pesadas puertas.

- Y esta es mi oficina, -dijo su abuelo, finalmente, tecleando un código el cual abrió una
gran puerta. Cambio todos los días este código, -su abuelo dijo, al darse cuenta de los
ojos fijos de Peter. - El mejor sistema de seguridad en todo el mundo.

Peter asintió silenciosamente, y se detuvo para respirar con dificultad mientras miraba
alrededor. La habitación era majestuosa de una manera que Peter nunca había visto
antes: pulidos suelos cubiertos con tapetes pesados, techos altos suficiente para que tres
hombres se paren en los hombros del otro, luces por todos lados – incrustadas en el
techo, lámparas de pie, luces de posición, luces en el armario, luces en el piso. Era cálida,
también - un fuego crepitaba bajo una enorme chimenea e inmediatamente se imaginó a
Anna acurrucada cómodamente frente a ella, leyendo. Ella lo hubiese amado, pensó
amargamente. Pero la cosa que atrajo los ojos de Peter, la cosa que hace que esta
habitación sea enorme, mejor, más incluible que cualquier otra habitación que él había
estado, era la vista - del rio, de Londres. La ventana detrás del escritorio de su abuelo era
enorme e – increíblemente - se podía abrir, algo que su abuelo parecía tener un gran
placer demostrarlo.

- Hacemos cosas de manera diferente aquí, Peter, -dijo, sus ojos destellaban. - Las reglas
que se aplican a otros no se aplican a nosotros.

Peter aclaró su garganta, haciendo todo lo mejor posible para parecer relajado y seguro
de sí mismo, pero debajo de la fachada, estaba lleno de una sensación de terror - terror
de que iba ser expulsado de Pincent Pharma antes de que hubiese sido útil para el
Subterráneo, terror de que había permitido a su corazón gobernar sobre su cabeza,
estúpidamente, tontamente.

- Así que, Peter, -su abuelo dijo, sentándose en su gran escritorio caoba y le señaló a
Peter que tome asiento al otro lado del escritorio. - ¿Cómo te va?

Peter lo miró prudentemente y forzó una sonrisa. - Bien. Me está yendo bien.

Richard Pincent asintió. - Bien. Ya veo. -Se apoyó sobre el respaldo de su asiento. Los
ojos de Peter habían estado precipitándose alrededor de la habitación con curiosidad, y
miró hacia abajo. Anna le había dicho antes que sus ojos eran peligrosos - ellos
inquietaban a las personas, se negaban a comprometerse. - Pero has decidido no firmar
la Declaración.
La Resistencia
Peter mordió su labio. - De hecho, -dijo, sintiendo su garganta de repente seca. - No lo he
decidido realmente. Yo estoy... pensando sobre eso. -Por dentro, sabía que estaba
haciendo lo correcto; todavía se sentía un poco enfermo incluso por la sugerencia de que
podría firmar.

- Peter, me pregunto si me dejarías que te cuente la historia de la Longevidad.

Peter miró hacia arriba brevemente. - Conozco la historia, -dijo, antes de que se detenga.
- Vi la película.

Su abuelo sostuvo la mirada por unos segundos. - Compláceme, Peter, ¿solo por unos
minutos?

Peter asintió rápido, pateándose.

- La historia de la Longevidad, -dijo su abuelo, levantándose y caminando hacia la


inmensa ventana detrás de él, - comenzó hace miles de años atrás, cuando los humanos
caminaban por primera vez esta tierra.

Peter encontró sus ojos atraídos de nuevo a la ventana y su espectacular vista.


Lentamente, exploró el horizonte, teniendo en los edificios del otro lado del rio, el rio
mismo. En algún lugar ahí afuera estaban sus amigos; en algún lugar ahí afuera estaban
los miembros del Subterráneo, sus compañeros. Ellos estaban afuera y dependientes de
él, justo como Anna lo había hecho en Grande Hall. Y justo como en ese entonces, no iba
a decepcionar a ninguno.

- Tan pronto como el hombre trabajó en comunicarse, cómo desarrollar herramientas, la


lucha contra la muerte había comenzado. El hombre aprendió a cómo protegerse contra
los predadores, aislarse en contra de su medio ambiente. A través del descubrimiento,
extendió su vida útil. Pero eso no fue suficiente, Peter.

Peter asintió seriamente. - ¿No lo fue?

- No. Porque el hombre aun temía a la muerte, temía a desaparecer en la nada, temía de
cómo la muerte hacia cada vida insignificante. Por lo que trató de atacar a las cosas que
ponían fin a su vida - enfermedades y dolencias. La Longevidad no apareció de la nada,
Peter; es simplemente la última invención de una gran línea de invenciones - antibióticos,
vacunas, rayos X, incluso servicios de saneamientos - todo los que extendió de forma
sustancial la vida del hombre. Si tu rechazas a la Longevidad, entonces ¿porqué no
rechazar toda la medicina? Si el camino de la naturaleza es el mejor camino, entonces
seguramente las vendas, antisépticos, cualquier intervención de hecho, es moralmente
incorrecto, es 'antinatural'.

Peter sintió sus mejillas sonrojarse. - Yo no... quiero decir, no rechacé la Longevidad. Solo
no lo he decidido.
La Resistencia
Su abuelo lo miró impacientemente. - Entonces decide, Peter, -dijo, con una insinuación
de amenaza en su voz. - Decide. Elige la vida, Peter. El hombre siempre ha buscado la
vida eterna - a través de la religión, a través de la filosofía. Y a ti se te está ofreciendo en
una bandeja.

- ¿Religión? -Peter frunció el ceño.

- Tú no sabrás mucho sobre religión, Peter; las personas no tienen necesidad de ella
ahora, -dijo. - Pero las personas solían poner una gran importancia a la noción de un dios
o dioses. Grandes hombres pasaron muchas horas debatiendo los sutiles matices de las
diferentes religiones, argumentando que la creencia en un ser superior, en el más allá, en
la redención, pone a los humanos por encima de los animales; que lo hace especiales,
superiores. Grandes guerras se libraron entre países que mantenían diferentes creencias
religiosas, incluso cuando los puntos en litigio eran tan pequeños como para que ahora
sean cómicos. Pero las religiones eran basadas en el pretexto de que los humanos eran
falibles, que los humanos mueren. Solo los dioses viven por siempre; solo a través de la
religión los humanos pueden esperar alcanzar la salvación y algún tipo de existencia
después de la muerte. Ahora, nosotros mismos vivimos por siempre. Ahora, Peter,
nosotros somos nuestros propios dioses. A través de la Longevidad, somos más
poderosos que cualquier hombre se ha imaginado.

Peter se aclaró la garganta. - Escuché, -dijo cuidadosamente, - que la religión fue


prohibida por las Autoridades porque sus líderes no estaban de acuerdo con La
Longevidad.

Los ojos de su abuelo se ensombrecieron y Peter se pateó por decir lo que piensa una
vez más. - Es bastante cierto que los líderes religiosos condenaron a la Longevidad, -su
abuelo dijo sombríamente. - Pero ¿por qué piensas que fue, Peter? Yo te diré porqué. Fue
porque ellos estaban desesperados por mantener el poder y la influencia. ¿Crees que las
personas extrañan que se les diga qué hacer? ¿Ser alentados a desconfiar de otros,
porque pasaron a creer en un dios diferente? ¿Piensas que las personas extrañan a la
corrupción, el genocidio, las guerras, los ataques terroristas que se llevaron a cabo en el
nombre de algún dios o de otro tipo? ¿Tú piensas que se sienten culpables por ser libres
de todo eso? ¿Por tomar sus propias decisiones?

Peter no dijo nada, y su abuelo sonrió triunfalmente. - Por supuesto, que, -dijo
ligeramente, - personalmente, estoy bastante agradecido con la religión. Veras, solíamos
estar bastante atrasados que los Estados Unidos cuando se trataba de investigación
científica; todo el mundo esperaba que sus científicos propusieran algo como la
Longevidad, no nosotros. Pero sus líderes religiosos prohibieron la investigación de las
células madres. Lo prohibieron - ¿puedes creer eso? Así que su investigación se secó.
Nosotros tomamos el bastón, y... bueno, sabes el resto.

Peter frunció el seño. Se sintió confundido, no sabía que decir. - Solían ser jóvenes, -dijo
finalmente. - Ahora no hay ninguno.
La Resistencia
Su abuelo asintió. - Eso es lo que las personas eligieron, Peter. Hay decisiones difíciles
para tomar y esa fue una que era inevitable. ¿Pero es realmente algo malo?- Negó con
su cabeza despectivamente. - Esas personas jóvenes de las que tú hablas, no tenían
nada. Sin esperanza, sin perspectiva de futuro. Se volvían a la delincuencia para ganarse
la vida, Peter. Ellos aterrorizaron comunidades.

Regresó a su escritorio apoyándose en la parte delantera del mismo de manera que él


estaba a pocos centímetros de distancia de Peter. - Y luego descubrimos la Longevidad.
El Santo Grial. El secreto de la vida eterna.

Peter tomó un profundo respiro. - ¿Y la naturaleza?

- ¿La naturaleza? -Su abuelo sacudió su cabeza con repugnancia. - La naturaleza es


nuestra enemiga, Peter. Siempre ha sido nuestra enemiga. La naturaleza tuvo influencia
sobre la humanidad, imponiéndonos a voluntad, causando estragos en nuestros cuerpos
con cáncer, matando a mujeres durante el parto, creando plagas que acabaron con
ciudades enteras. Todas estas cosas son regalos de la naturaleza, Peter. Ella no es
amiga de los humanos.

- ¿Y la Longevidad lo es? -Peter preguntó indecisamente.

- Si, lo es. La Longevidad fue creada para salvarnos, Peter. -Su abuelo dijo seriamente. -
Imagina si Anna estuviera muriendo. ¿No quisieras darle la Longevidad entonces? ¿No
quisieras salvar su vida? ¿Sí o no?

Peter no dijo nada por un segundo o dos. - Yo... no lo sé, -dijo. Se dio cuenta mientras
hablaba que estaba diciendo la verdad. Luego se sacudió. Era una pregunta tramposa.
Querer salvar la vida de alguien no hace que la Longevidad esté bien.

- No, -su abuelo sonrió. - Supongo que no lo haces. La verdad de la cuestión es que nada
es negro y blanco - todo es un tono de gris. Tal vez quieras pensar sobre esto antes de
tirar tu vida por una causa perdida.

Tan pronto Peter se marchó, Richard levantó el teléfono y marcó el número privado de
Adrian.

- Adrian, -dijo cuando el teléfono fue contestado. - ¿Dónde estamos con las subvenciones
para la investigación?

- ¿Subvenciones?

Richard frunció el ceño. Era la voz de una mujer.

- Lo siento. Pensé que era el número de Adrian Barnet.


La Resistencia
- Lo era. Ahora es mío. Mi nombre es Hillary Wright. Soy la nueva Secretaria General
Adjunto.

Richard se tomó unos segundos para digerir esta información. - ¿Y Adrian?

- Adrian ha sido reasignado.

Richard asintió. - Entonces bienvenida a su puesto de trabajo, -dijo jovialmente. - Es


Richard Pincent quien habla. De Pincent Pharma.

- Si, pensé que podría ser.

La voz no era fría, sino que sonaba casi divertida; por supuesto ella no sonaba
impresionada. Una de las nuevas raza de mujeres, él comprendió de mal humor; la
primera generación de mujeres sin expectativas de criar pequeños para estorbar su
ambición, para atemperar sus opciones.

Ganarse a la población femenina ha sido fundamental para el éxito y legalización de la


Longevidad. Las Autoridades había, como era previsible, fallado miserablemente en
convencerlas, habían dejado a Richard contratar a los hábiles asesores políticos, los
individuos más maquiavélicos que pudo encontrar para ganarse los corazones y mentes
de Gran Bretaña y luego del mundo. 'Libre de la esclavitud de la crianza de los hijos'
fue el eslogan dirigido a las mujeres; eminentes académicas femeninas se habían
asegurado para argumentar la causa de la Longevidad, para aclamarlo como el triunfo
final de las mujeres, la emancipación final. La estrategia había sido exitosa y pronto las
mujeres, sin el estorbo del deseo de tener hijos, en cambio centraron sus atenciones en el
trabajo. La generación de mujeres post-Longevidad no vio los techos de cristal; pronto
encontraron su camino a las salas de juntas de empresas, pronto se hicieron cargo de las
empresas, de los organismos públicos, hasta que nadie pensó dos veces sobre eso.
Todos excepto Richard. Esta nueva raza de mujeres lo ponía incómodo, lo ponía
nervioso. Eran conocidas por aquellos de su generación por 'las rompe bolas,' pero para
Richard, la realidad era más siniestra. Las rompe bolas no entendían los códigos y
protocolos de los hombres; siempre eran mucho más difícil de sobornar, de fusionarse.
Tendría que proceder con cautela, prudentemente.

- Bueno, debe venir a los laboratorios. Me encantaría mostrarle el recorrido, -dijo con
calma.

- Claro,- Hillary respondió. - Me pregunto, ¿si le importaría decirme lo que quería decir
cuando preguntó acerca de las subvenciones? ¿Espero que no estuvieran tratando de
eludir los canales oficiales?

Richard se enfureció. - Claro que no, -dijo rápido. - Me disculpo - pensé que estaba
hablando con Adrian.

- ¿Usted y Adrian discuten sobre las subvenciones de investigación?


La Resistencia
- No, -dijo sintiendo su ira crecer. - Yo sólo quería que él me pusiera en contacto con el
Departamento de Subvenciones.

- Si. Si, ya veo.

Richard sintió una gota de sudor haciendo su camino hacia abajo por su cuello.

- ¿Y cómo le está yendo su nieto? -Hillary continuó.

- ¿Peter? Lo está haciendo bien. Muy bien, de hecho.

- Estoy contenta. Nosotros estuvimos hablando sobre él ayer, como de casualidad. -Ella
dijo. - Pensé que podría ser una buena idea organizar una conferencia de prensa. Peter
Pincent firma la Declaración en Pincent Pharma, algo parecido. No sería algo malo para
demostrar de una vez por todas que sus vínculos con el Subterráneo han sido rotos.

Richard se aclaró la garganta, luego dejó caer su cuello hacia atrás mientras se tomó un
momento para pensar. Siempre había visto a la vida, incluyendo las relaciones humanas,
como un juego de ajedrez: el truco era pensar tres pasos por delante, usar a las personas
para su mejor ventaja, para tener siempre un ojo en la victoria final, en la absoluta
conquista. Pero normalmente él conocía a su oponente. En estos momentos, se sentía
desarmado.

- ¿Una conferencia de prensa?- Preguntó cuidadosamente. Sentado con la espalda recta


de nuevo, afirmando su dominio a pesar si era solo para él. - Es una interesante idea.
Pero no una que debamos apresurar, imagino.

- ¿Apurar? -Hillary preguntó con su voz sin traición. - No, nada debería ser apurado. Pero
entiendo que Peter estará enviando su Declaración en breve. También la chica. Las
Autoridades están dispuestas a... atar los cabos sueltos. Y desde que no tengo dudas de
que tu nieto estará firmando inmediatamente, no puedo ver que nadie se está apurando,
¿usted si lo ve? Pensamos que la próxima semana sería ideal. ¿Tal vez le gustaría
planearlo?

- ¿La próxima semana? -La cara de Richard palideció.

- La próxima semana,- Hillary lo confirmó bruscamente. - Ahora, había otra cosa. Las
notas de Adrian indican que una nueva versión de la Longevidad, Longevidad 5.4, está
finalmente lista para su lanzamiento. ¿Esto es correcto?

Richard, todavía preocupado por la idea de Peter firmando la Declaración frente a la


prensa en tan sólo una semana, asintió vagamente. - La Longevidad 5.4, dijo. - Si, es
correcto. Pero preferimos llamarla Longevidad+. La Longevidad, solo que mejor.

- Claro, -Hillary respondió. - A las Autoridades les gustaría ver el lanzamiento.


La Resistencia
- O, -dijo Richard, descubriendo una oportunidad. - podríamos lanzar la Longevidad+ al
mismo tiempo que la firma de la Declaración de Peter. Por supuesto, que la próxima
semana sería muy pronto. Me temo - que hay pruebas que tiene que ser completadas,
detalles por finalizar. ¿Pero podemos fijar una fecha algún día del próximo mes, en
cambio?

- Dejando la pregunta. De todos modos, concordando con las notas de Adrian, las
pruebas ya han sido terminadas. Pero me gusta la idea de combinar los dos. ¿Vamos a
fijar una fecha ahora? ¿Cuál día de la próxima semana le queda mejor?

- Algunas pruebas han sido terminadas,- Richard dijo fríamente. - Todavía hay mucho por
hacer.

- Entonces podemos hacer un anuncio preliminar, -dijo Hillary.

- ¿Nosotros?

- Nosotros. Después de todo, Richard, es la licencia de las Autoridades que ha permitido


el desarrollo de este fármaco, ¿no es así? Y fueron las Autoridades quienes le
concedieron a Peter el estado de Legal.

Richard podía sentir volviéndose caliente. Nadie acorralaba a Richard Pincent de esa
manera. Nadie. - El estado de Legal de Peter no fue concedido por nadie, -dijo
firmemente. -‘Una Vida por otra Vida', recuerda. Las Autoridades no tenían ninguna
alternativa. Y la próxima semana es muy pronto. Si usted y yo vamos a anunciar cualquier
cosa, necesito más tiempo.

Hubo una pausa, luego pensó escuchar a Hillary suspirar. - No hay más tiempo, -dijo con
su voz un poco menos combativa. - La semana después de la que viene esta el Foro
Mundial de la Energía. Si queremos tener alguna influencia, necesitamos un anuncio
antes que el foro.

De repente, Richard vio una grieta en su armadura. Una grieta que podía significar que él
estaba de nuevo en el control del juego. - ¿Está diciendo que necesita a Pincent Pharma
para rescatarla del Foro? ¿Para darle poder de negociación?

- Y usted me necesita para aprobar la droga, para aprobar sus métodos.

Richard se pausó.- ¿Nuestros métodos?

- Las notas de Adrian son muy informativas. Solo espero que usted no esté violando el
Programa de Protección de Excedentes, Richard. Sabrá que el crimen corporativo no es
tolerado por las Autoridades.

Richard tomó un profundo respiro. El programa de Protección de Excedentes había sido


una concesión para los Liberales, cuando los Establecimientos de Excedentes se habían
creado; todos sabían que eso no tenía sentido - una series de listas de verificación, de
La Resistencia
garantías que todo el mundo hacían la vista gorda. Pero todavía estaba en el Estatuto. Si
Hillary lo quería, podía insistir que sus exigencias fueran seguidas. Lo cual quería decir
que ellos se estaban moviendo rápidamente hacia una situación de estancamiento, él
comprendió. Una que no favorece a cualquiera de los dos. - Tal vez podríamos trabajar
juntos en esto, Hillary,- dijo cuidadosamente. - Supongo que un anuncio preliminar podría
ser posible.

- ¿La semana que viene? ¿Y Peter firmará la Declaración?

- La semana que viene,- Richard sonrió fríamente. - Viernes. Y voy a organizar la


conferencia para el final de la tarde, y ¿tal vez puede visitarnos temprano en el día para
ver el proceso de producción por usted misma?

- Muy bien,- dijo Hillary bruscamente. - Entonces estaré en contacto.

Richard colgó el teléfono y esperó unos segundos antes de volver a tomarlo y marcar un
número. - Necesito que hagas algo para mí,- dijo, cuando Derek Samuels atendió. -
¿Conoces los formatos de mensajes del Subterráneo? Necesito una entrega. Y tiene que
ser totalmente convincente... ¿Puedes? Bien, ok, entonces. Toma palabra por palabra...

Su corazón latiendo de prisa, retransmitió el mensaje, explico qué era lo que Samuels
tenía que hacer. Mientras hablaba, sus ojos se movieron rápido a la pantalla de su
derecha. La cual enfocaba el laboratorio del Dr. Edwards. - Oh y ¿Samuels? -dijo. - Tengo
otro trabajo para ti. Un asunto delicado. Voy a necesitar a uno de tus mejores agentes. Un
ex Cazador sería ideal. Sería bueno con ex Excedentes, ¿no?

- ¿Ex Excedentes? No quieres decir que...

Richard sacudió su cabeza por la sorpresa en la voz de Samuels. ¿Realmente pensó que
Richard Pincent dejaría que las emociones o algo tan sin sentido como la familia se
metiera en el camino del éxito?

- De hecho, tal vez lo mejor sería que vinieras a mi oficina. Esto es algo que prefiero
discutir en persona.

Cambió el receptor, luego volvió a su computadora para ver sus raciones de ganancia.
Dinero y poder - tenia más de los dos que jamás había imaginado posible. Y nada – nadie
- le iba a quitar eso de él.
La Resistencia

Capítulo 8
Peter no durmió bien esa noche. Por más que haya tratado suprimirlo, la primera
advertencia de duda ha comenzado a flotar dentro de su cabeza, clamando ser
escuchada y dejándole enojo y un sentimiento de culpa. Se hallo preguntándose sobre
religión, la delgada línea entre la antigua medicina y la Longevidad, se encontró
preocupándose sobre el grado de impacto que realmente podría hacer en el mundo en tan
sólo cincuenta años, si viviera tanto tiempo. Cincuenta años más no parecían mucho
cuando todos los demás estaban aquí para siempre, cincuenta años en realidad no era
mucho tiempo en absoluto.

Fue un alivio, luego de que Peter encontrara la nota de Pip sobre el felpudo en su camino
hacia el trabajo la mañana siguiente, recordándole que tenía un importante papel que
cumplir, que era importante después de todo. Al principio pensó que era solo un folleto
para algún servicio u otros - pintura, decoración, inyección de vitaminas, cirugía plástica,
planes de bonos comerciales de gasolina, maquillaje permanente - pero mientras
comenzó a estrujarlo en sus manos, vio las marcas del Subterráneo - una pequeña
paloma con una rama de olivo en su pico, representando la búsqueda por la nueva vida.
Inmediatamente, retrocedió hacia adentro, cuidadosamente desenroscándolo.

¿Buscando una nueva dirección? ¿Aburrido de hacer la mismo todos los días?

Llama a nuestros asesores de reclutamiento para preguntar sobre nuestra


formación. Si estás interesado en la tecnología, lenguajes, ciencia o el servicio
industrial tenemos el trabajo y la formación para hacer tus sueños realidad. Si
crees en ti mismo, cualquier cosa es posible.

Teléfono 0845 389 7053, donde estamos esperando por tomar tu llamado.

Parecía intrascendente, pero Peter inmediatamente sabia que nadie de su calle había
recibido este anuncio en particular. Rápidamente, corrió subiendo por las escaleras y sacó
el teléfono móvil que Pip le había dado. En computadoras y teléfonos estándar no podían
ser de confianza, le había dicho a Peter. El Subterráneo usaba antiguos teléfonos
sintonizados a una única frecuencia que cambiaban regularmente de manera que las
Autoridades no fueran capaces de descubrirlos. Toma sólo una llamada telefónica hecha
precipitadamente desde un teléfono fijo o web para poner la totalidad de la operación en
peligro.

Peter marcó el número.


La Resistencia
- ¿Si?

Estaba bastante convincente que era Pip, pero no podía estar seguro; su tono era más
energético que el usual.

- Estoy buscando una nueva dirección, - dijo Peter, leyendo las palabras directamente del
folleto. - Creo en mí.

- Entonces nuestros asesores pueden ayudar. Grays Inn Road, número 87, piso octavo,
habitación 24b, 6 p.m, esta noche.

Peter garabateo los detalles. - Genial. Allí estaré. -Dijo sin aliento, pero el teléfono ya
había muerto.

Más tarde esa mañana, Ben estaba en un quejoso humor, y Anna lo mimaba mientras
caminaba por las calles suburbanas, inclinándose sobre su cochecito de niño con
frecuencia para tirar de su apretado manto contra el frio invierno, para sonreírle, para
tranquilizarse de que todo está bien. El cochecito de bebé, el cual los padres de Anna
habían hallado para él, era como una pieza de museo - maltratado, chirriante, inestable
sobre sus ruedas y ahora demasiado pequeño por el crecimiento rápido de su hermano.
De alguna manera había sobrevivido por más de cien años para ver el servicio activo de
nuevo; en algún lugar, alguien había pensado quedárselo, por si a caso. Y mientras se
sacudía por el pavimento, llamaba la atención de los transeúntes - miradas de sorpresa,
de horror, de confusión. Muy ocasionalmente, algunos se detenían - casi siempre una
mujer, casi siempre mayor, aquellos que estaban vivos cuando la Longevidad fue creada,
aquellos que recordaban cómo eran los niños. Preguntaban para ver al 'bebé', sus ojos
humedeciéndose frecuentemente mientras le contaban a Anna su propia historia - un niño
perdido, una Declaración firmada antes de que la mujer entendiera su verdadero
significado, un anhelo de algo que Anna sospechaba que no se atrevían a articular, a
nombrar. Pero lo más frecuente, las personas que pasaban arrugaban sus caras con
miradas de disgusto, se quedaban mirando arrogantemente a Anna y a Ben como si
estuviera desfilando algo desagradable en público, como si ella no debería someter su
presencia en ellos.

Anna deseaba poder sentirse más segura, deseaba que su corazón no se acelerara por
un tiempo cada vez que alguien la miraba, cada vez que la computadora se enciende en
casa, cada vez que suena el teléfono. Había ansiado por salir del Grange Hall, había
trabajado duro así ella se podía convertir en un Empleado Valioso y vivir fuera del Grange
Hall. Pero cada vez más, le resultaba difícil deshacerse de su culpa al convertirse en
Legal cuando todavía había tantos Excedentes encarcelados. Cada vez que alguien la
miraba, sentía que estaban juzgándola. Cada vez que vislumbraba a un Excedente
trabajando como un ama de llaves, encarcelados en la casa de sus empleadores, sentía
La Resistencia
su culpa como una puñalada profunda en su estómago. Y ellos eran los más afortunados.
Eran aquellos considerados como Valiosos, no simplemente Inútiles y Malvados.

Haciendo lo mejor para ignorar las miradas de las personas a su alrededor, caminó hacia
el centro comercial, pero mientras caminaba, vio una gran, pantalla parpadeante en la
ventana de la tienda de electrónica. Frente a la ventana, una pequeña multitud se había
reunido mirando vorazmente a la gran, pantalla brillante de plasma. Los comprobantes de
energía hicieron tales cosas un lujo inalcanzable para la mayoría.

Anna, quien había crecido sin televisión o computadoras, nunca se había entusiasmado
con los rostros y voces sin cuerpo que hablaban con tanta confianza, vendiendo su
propaganda, diciéndole qué pensar sobre cosas.

Hoy, sin embargo, quería ser valiente en vez de seguir caminando, se halló girando el
coche hacia la derecha, torpemente, uniéndose a la multitud, moviéndose con cuidado por
su camino de manera que ella, también, podía mirar la imagen del show silencioso.

Era un programa de noticias. Anna miró como la cámara focalizó a una mujer hablando,
luego revelando un hombre siendo arrestado en frente de su casa. Un número telefónico
destellaba en la pantalla con las palabras 'Vigía Energética - denuncie los desperdicios,
confidencialmente seguro'. Mientras el hombre era arrastrado lejos por la policía, Anna
sintió su interior apretarse ansiosamente.

Una mujer mayor cerca de Anna sacudió su cabeza. - Es como la sangrienta Guerra Fría
de nuevo. Personas entrometiéndose con otras personas. No me gusta. Solo no me
gusta.

- Tal vez no te guste, -otra mujer de aspecto más joven con un artificial cabello color
castaño rojizo respondió firmemente, - pero si algunas personas abusan del sistema, es
necesario que existan repercusiones. Estoy durmiendo con tres mantas y dos edredones
estos días y ¿luego te enteras que las personas están recurriendo a la red central? Yo te
digo, los denunciaré en un instante si oigo hablar de eso. No lo pensaría dos veces.

Anna escuchó, mordiendo sus labios mientras observaba la pantalla. Halló difícil de juzgar
al mundo como otros, que parecían capaces. Antes de haber conocido a Peter, había
tenido una idea muy clara de lo que era correcto y lo incorrecto, bien y malo pero luego su
mundo había sido vuelto al revés, sus opiniones cambiaron, sus ojos se abrieron. Todos
estos años en el Grange Hall le habían dicho que el delito debe ser castigado, pero ahora
en el Exterior, se dio cuenta que el delito no era siempre fácil de identificar, que algunas
veces las cosas incorrectas eran de hecho las correctas.

La mujer mayor se giró de nuevo a la ventana de la tienda. - ¿Qué se supone este


hombre ha hecho, de todos modos?

- Probablemente estuvo comerciando cupones de energía, -un hombre intervino. - Están


tomando medidas severas, ¿no es así?
La Resistencia
- ¡Comerciando cupones de energía! -La mujer del cabello rojizo chasqueó la lengua. -
Como si no tuviéramos suficientes problemas.

La mujer mayor se echo a reír. - ¿Eso es todo? Vive y deja vivir, eso es lo que digo.

La mujer del cabello rojizo se volvió y la fulminó con la mirada. - ¿Eso es todo? Suena
como si podrías ser beneficiada por los cupones ilegales, -dijo. - Tal vez tendré que hacer
una pequeña llamada a Vigía Energética, ¿debería? Tal vez así no lo encontrarías tan
gracioso.

- Yo solo estaba diciendo... -la mujer mayor comenzó a decir, pero la mujer de cabello
rojizo no la estaba mirando más. En su lugar, estaba mirando directamente a Anna, quien
palideció ligeramente.

- ¿Y qué es lo que tenemos aquí?- Todos se giraron y vieron a Anna, quien ahora se
ruborizó profundamente por la atención. - Sólo que no es exactamente lo qué
necesitamos, ¿no? Aquí estamos luchando por salir adelante, personas trabajadoras
tratando de mantenerse cálidos en la noche, y conseguimos traer Excedentes criminales
en el mundo. -Se volvió de nuevo a la cara de Anna. - Orgullosa de ti, ¿no? Oh, sé que
tienes tu estado de Legal, ¿no es así? Leí sobre eso en los periódicos como todos los
demás. Apuesto, señorita, a que sabes todo acerca de la interpretación del sistema, ¿no?
Es probable que pienses que eres terriblemente inteligente. Pero somos nosotros los que
sufrimos. Supongo que no te preocupas por eso, ¿verdad?

- No, -dijo Anna cuidadosamente. - No creo que sea inteligente. Pero...

- Probablemente es por eso que no puedo conseguir un Excedente ama de llaves, -otra
mujer interrumpió, ignorándola. - Haciéndolos a todos Legales, creo. Cuatro meses he
estado esperado. Cuatro meses y ninguna palabra de nadie.

Anna negó con su cabeza. ¿Era eso lo que las personas pensaban? - No, estás
equivocada, -ella dijo ansiosamente. - Ellos no los están haciendo Legales. Están en
Establecimientos de Excedentes, trabajan día y noche para pagar los pecados de sus
padres. A pesar de que sus padres no pecaron. Tener niños no es un pecado. No es...

Su voz se apagó - sabia que había ido demasiado lejos, sabía que lo que acababa de
decir podía atraer la atención de la policía, de las Autoridades. Pero luego miró a Ben
quien estaba comenzando a agitarse y sintió la familia sensación de amor, del sentido
protector de tigre. ¿Cómo podía ser su existencia un pecado?

- ¿No es un pecado? -la mujer del cabello rojizo chilló, maniobrándose de manera que
bloqueaba el camino de Anna. - ¿Cómo te atreves? Vienes aquí alardeando esa
desagradable criatura en público; comes nuestra comida, usas nuestra energía y me dices
que lo piensas está perfectamente ok?
La Resistencia
Anna miró a la mujer en shock, luego sintió su mandíbula apretarse furiosamente. - Él no
es desagradable. Es un bebé. Los Excedentes no piden nacer. Y de todas maneras,
ahora soy Legal. También lo es Ben. Nuestros padres murieron.

Se aferró al cochecito, su ira hizo sentirse fuerte, más fuerte de lo que ella se había
sentido en meses.

- Oh, así que está todo bien entonces, -dijo la mujer, su voz temblando de emoción. - Los
Excedentes no piden nacer, así que no es su culpa. Al igual que aquellos inmigrantes
quienes entran de contrabando, supongo.

Anna sacudió su cabeza; la cara de la mujer se había vuelto rosada coincidiendo con su
horrible cabello.

- Ellos piensan que es un juego, que todo lo que tienen que hacer es llegar a este país y
luego pueden comer nuestra comida, vivir en nuestras casas, usar nuestra energía. ¿Y
eso dónde nos deja? ¿Dónde deja nuestro arancel de energía?

- No sé sobre eso, -dijo Anna uniformemente.- Deberías preguntarles a las Autoridades.

- Como si harían algo, -la mujer resopló. - Más policía fronteriza, eso es lo que han dicho.
Pero no está funcionando, ¿no? Ellos siguen viniendo, cada día. No es nuestra culpa si
hay inundaciones. No es nuestra culpa que los ríos se están secando. Lo siento, pero este
es nuestro país y van a tener que mantener esas personas fuera.

- Absolutamente, -otra voz de repente dijo, una calmante, sensible voz. - Espero que
llegues a alguna parte. No deberías parar de luchar.

La mujer del cabello rojizo frunció el seño. - No, no lo haré, -dijo energéticamente. - Tengo
mis derechos. Todos nosotros tenemos derechos y necesitamos defenderlos, no dejar
que estas personas se salgan con la suya. Recibí un folleto el otro día, empujado a través
de mi puerta, diciendo que estamos robando energía de países de África...

Anna sintió una mano en su hombro. - ¿Tal vez ahora debería ser un buen momento para
irse? -dijo la voz calmada, y Anna miro hacia arriba para ver una cara amable enmarcada
por cabello gris recogido en un moño.

- Si, -dijo ella, tirando hacia atrás el cochecito torpemente. - Sí, creo que tienes razón.

Lo empujo hacia la multitud, haciendo lo mejor para evitar enviar las ruedas por encima de
los pies de cualquiera; la mujer de cabello canoso la siguió.

- Que pequeño niño tan encantador, -dijo, después de unos momentos. - ¿Cuántos años
tiene?

Anna se asustó. Nadie nunca le habían preguntado cuántos años tenía Ben; era como si
la edad había dejado de significar algo, aun mas cuando podía ser contado en meses.
La Resistencia
- Tiene cerca de un año, -dijo cautelosamente.

- Que bella edad. Y está muy bien educado.

- Si, supongo que lo es. -El único conocimiento de Anna sobre bebés había sido obtenida
en el piso de los Pequeños del Grange Hall donde los menores de cinco eran dejados
para gritar antes de que uno del staff no podía tolerar más el sonido y reaciamente iba
para alimentarlos o cambiarlos. Era en parte de la memoria de aquellas escenas de terror
que la incitó a conceder tanta atención a Ben, para correr a su lado al primer indicio de
llanto.

- Es Anna, ¿no? -la mujer dijo de repente. - Eres Anna Covey, ¿verdad? Me pregunto, ¿te
gustaría una taza de té? Solo vivo cerca de la esquina. Soy más bien una admiradora
tuya, debo confesar. Mi nombre es María. María Whittaker.

Ella tendió su mano y Anna la tomó indecisamente.

- No, no lo creo, -dijo, mordiéndose el labio. - Probablemente debería regresar a mis


compras.

- Por supuesto, -María dijo amablemente. - ¿Entonces tal vez pueda caminar contigo?

Ann asintió con gratitud. No solía buscar compañía, aparte de la de Peter y Ben; otras
personas la hacían sentir ansiosa, en guardia. Pero esta mujer parecía muy simpática, y
después de rodar con la horrible mujer de cabello rojizo, ella recibió la compañía. Juntas
hicieron su camino de regreso hacia la calle principal, en silencio al principio, antes de que
Anna no pudiera aguantarse de preguntar la pregunta que tenía en la punta de su lengua.

- ¿Tu...tú dices que eras una admiradora? -Miró alrededor dudosamente mientras
hablaba, buscando por cámaras, por policías, por cualquiera que podría estar siguiéndola.
Pero la calle estaba despejada.

La mujer se echo a reír. - Siempre admire lo joven,- dijo suavemente. - Y cuando escuché
tu historia, bueno, me conmovió. Sonabas muy valiente. Tú y tu amigo, Peter. Y para
cuidar a tu hermano de esa manera... creo que se necesita una gran dosis de coraje, y, si,
admiro eso. Lo admiro mucho.

Anna sonrió torpemente. Aparte de Peter, no escucha muy seguido palabras amables.

- No fue tan valiente, -dijo rápido. - Peter fue el valiente, no yo.

- Estoy segura que tú también fuiste valiente, -dijo cálidamente.

Anna halló una pequeña sonrisa deslizarse sobre su rostro. - Sabes, ella dijo, mientras
giraban en la esquina, - podría ser capaz de recibir una taza de té. Si eso estaría bien.

María regresó su sonrisa. - Estaría más que bien. Sería un privilegio.


La Resistencia
María vivía en un moderno edificio de apartamentos solo a unos minutos de caminata
desde la calle principal. Su apartamento estaba en el cuarto piso, así que dejaron el
cochecito abajo y Anna llevó a Ben por la tortuosa escalera.

- Lo siento mucho por esto. Me temo que el elevador fue desarmado como parte de un
ejercicio de ahorro de energía,- dijo con una sonrisa apenada. - Es una pesadilla con las
compras también.

- Oh, no hay problema, -Anna le aseguró, tirando Ben hacia ella y sosteniéndose de la
barandilla mientras subía.

- ¿Tomas con azúcar? -María preguntó cuando había abierto la puerta de su apartamento,
revelando una pequeña sala de estar con un área de cocina solo fuera de él y un estrecho
pasillo el cual Anna supuso que conducía a la habitación.

- Si. Si por favor, -dijo Anna. - Solo una.

Ella siguió a María dentro de la sala de estar y se quedó al lado del sofá mientras María
se dirigió hacia la pequeña cocina en el rincón y puso la tetera. En la repisa de la
chimenea había fotos de niños, y Anna las observo con curiosidad, mirando rápido a otro
lado cuando María le entregó una vaporosa taza de té y le señaló sentarse en el sofá.

- Me temo que no es muy grande, -dijo, sentándose en el otro extremo. - Mi apartamento,


quiero decir. Pero esa es la forma de las cosas hoy en día. Solía tener una casa, sabes,
hace años y las tarifas y facturas de energía siguieron aumentando y con el tiempo las
Autoridades me animaron a mudarme a algún lugar más pequeño. -Sonrió irónicamente.

Anna le devolvió la sonrisa. Sabía todo sobre cómo las Autoridades podían 'animar'. - Es
muy agradable, a pesar de todo, -dijo educadamente.

- Gracias. Supongo que es cómodo, -María dijo pensativamente. - Y cómodo es, después
de todo, uno de los objetivos principales de las Autoridades. Comodidad, Salud, Riqueza y
Conocimiento. Metas dignas, estoy segura.

Anna sonrió torpemente sintiéndose ignorante y odiándolo. Peter siguió cada decreto y
conferencia de prensa de las Autoridades codiciosamente, utilizando valiosos cupones de
energía en la computadora, encendiéndola todos los días para comprobar si había
noticias y análisis; a ella no parecía importarle mucho al respecto. Siempre y cuando,
Peter y Ben estaban a salvo y abrigados, eso era lo que realmente importaba. Pero ahora,
ahora deseaba haber prestado más atención así ella tendría algo para decir.

- Por supuesto, no puedes ser una gran fanática de las Autoridades, -continuo María. - No
puedo imaginar que tengan muchos fanáticos entre los titulares de los Establecimientos
de Excedentes.
La Resistencia
Anna sacudió su cabeza. La verdad era que en el Grange Hall las Autoridades siempre
habían sido un vago y distante poder; la única autoridad que había pensado acerca era la
Casa de la Señora.

- Es mejor ahora que estamos fuera,- dijo rápido, esperando que María no se diera cuenta
de su evasión a la pregunta. - No fue muy...tranquilo en Grange Hall.

María volvió a sonreír con pesar. - No, no imagino que lo fue. Sabes, cuando los
Establecimientos de Excedentes fueron constituidos, nos dijeron que serian como las
escuelas. La separación de los padres fue visto como necesario para alejar a las
personas de tenerlos. Para que te quede claro de que eran diferentes. Pero nunca fueron
destinados a ser lugares brutales. Y el empleo - empleo fue siempre el final de la meta,
pero no la esclavitud. Eso llegó después.

- ¿Después? -Preguntó Anna, ahora curiosa. Nadie nunca habló abiertamente de


Excedentes, de niños, por miedo a ser etiquetado como un revolucionario, una amenaza
para las Autoridades.

- Cuando a nadie le importaba nada más. Las personas solían hacerlo, sabes. Solían
importarles las libertades civiles, sobre el bienestar de los Excedentes, sobre el
tratamiento de los inmigrantes ilegales, incluso de los criminales. Actualmente, todas las
personas se preocupan por cómo lucen, cómo se sienten, cuántas horas pueden tener la
calefacción central, cuantos pasatiempos pueden empezar y desechar. No les gustan los
niños. Le tienen miedo. Tú has visto cómo miraban a ese pequeño hombrecito.

Anna miró al rostro regordete de Ben y tiro de él más hacia ella.

- Las fotografías, -dijo, ruborizándose ligeramente ante la perspectiva de hacer una


pregunta directa. - Sobre la repisa de la chimenea. ¿No te preocupa lo que las personas
podrían pensar?

María siguió su mirada, sus ojos lleno de lastima y tristeza.

- Por supuesto. Me preocupo todo el tiempo, pero esa no es una razón para esconderlas
lejos. No podemos tener miedo a no hacer nada, Anna, ¿podemos?

Anna sacudió su cabeza. - No, -dijo. - Pero las Autoridades...

- Las Autoridades tienen mucho poder, -dijo María inmediatamente. - Poder que lo usan
mal. Poder que necesita ser desafiado.

María se movió de manera que estaba sentada cerca de Anna y le tomó su mano antes
de mirarla esperanzadamente. - Anna, espero que no te importe. Estos niños... estas
fotografías... son la razón por la que te invite aquí. Esta... -caminó al otro lado y recogió
una del marco, apretándola sobre su pecho antes de pasársela a Anna. - Esta es mi niña.
Era joven, tonta, pensé que me las arreglaría para mantenerla en secreto. Pero los
La Resistencia
Cazadores... bueno, la encontraron. Se la llevaron lejos. Fueron los primeros días cuando
la gente todavía se trataba con indulgencia si se disculpaban; me multaron, pero aparte
de eso me dejaron con una precaución debido a que mostré 'Debido Remordimiento'.
Pensé que había aprendido mi lección. Pero veras, no funciona de esa manera, ¿verdad?

Anna tomó rápidamente el marco, lágrimas aparecieron en sus ojos mientras estudiaba la
fotografía de un diminuto bebé, envuelto en una manta.

- ¿Es un Excedente ahora? -preguntó rápido.

María asintió. - El asunto es, -dijo, con su voz contagiando un poco. - Al principio, cuando
fue capturada, estaba bien. Tenía una carrera, una vida que vivir. Estaba agradecida de
que había evitado la condena de prisión. Convenciéndome que había sido una afeitada al
ras, un golpe de suerte. Pero mientras los años iban pasando, me encontré pensando
sobre ella. Me encontré perdiéndola, desesperadamente, lo cual es tonto, porque yo
apenas la conocía - solo unas pocas semanas, eso es todo. Me encontré buscando cosas
de niños, hurgando en el mercado de pulgas por elementos de época como los juguetes o
pequeñas mantas. Había tejido pequeños abrigos para ella, cantado canciones de cuna
en mi cabeza. Incluso a pesar de que para ese momento ella había tenido quince.
Probablemente se vería más vieja que yo ahora. Tal vez ella ni siquiera este viva...

Anna vio una lágrima en el ojo de María mientras su voz se apagaba. Miró de vuelta la
fotografía y pensó en todos los Excedentes del Grange Hall, todos los Excedentes
alrededor del país.

- No como tú, -continuó María pareciendo sacudirse. - Supongo que eres libre de tomar la
Longevidad ahora, ¿no?

Anna negó con su cabeza, determinado por la revelación de María. - Yo no... quiero decir,
nosotros no... Vamos a Excluir Voluntariamente,- dijo enérgicamente. - No queremos vivir
por siempre.

María asintió, sus ojos llenos con admiración. - Por supuesto, sabes, sabía que tú fuiste
valiente. Lo podía ver la primera vez que vi tu fotografía en el periódico. No como yo,
Anna. No fui valiente; fui débil. Decepcioné a mi hija.

Anna tomó un sorbo de té. - No fue tu culpa, -dijo ella. Era una línea que repetía con
frecuencia, la línea que siempre usaba cuando las mujeres culpables o desesperadas la
abordaban en la calle. - No es tu culpa. Estoy segura que tu hija fue/es feliz. Estoy segura
que hubieses sido una gran madre, también.

- Eres amable, Anna, pero me temo que es mi culpa - tanto en el acto en sí mismo y de mi
incapacidad para superarlo. Nos encontramos con nuestros propios caminos a través de
los momentos de dificultad y yo encontré el mío.
La Resistencia
Ella volvió a mirar a la repisa de la chimenea y Anna siguió su mirada fija, tomando cada
una de las fotografías delante de ella.

- Quién... -dijo ella. - ¿Quiénes son los otros?

- Niños como la mía, -María dijo simplemente. - Bebes, niños que comienzan a andar,
niños jóvenes arrancados de sus madres. Es muy tarde para rastrear a mi hija. Pero trate
de ayudar a otros a encontrar sus niños perdidos. Hablando con cualquiera que podría
saber algo. Pensé... pensé que tu podrías reconocer a uno o dos de ellos. Cualquier cosa
que podrías ser capaz de hacer para ayudar...

- ¿Todos son Excedentes? -Anna jadeó. - ¿De dónde vienen? Las fotografías, quiero
decir.

- De sus madres, de sus padres, de personas que los aman, -María dijo suavemente.

Apretando a Ben entre dos cojines, Anna se puso de pie, estabilizándose en el lado de la
silla mientras la sangre se le subía a la cabeza. Caminó cuidadosamente hacia la repisa
de la chimenea, comenzando en el extremo derecho y volviendo su camino a la izquierda.
Para su conmoción y sorpresa, reconoció a algunos de ellos.

- Excedente Sarah, -dijo ella, tirando de un marco de peltre sosteniendo una fotografía en
blanco y negro de una pequeña niña. - Ella se fue hace tres años. Debe ser un ama de
llaves ahora. Y este... -ella tiró de otro marco, éste era un marco grande, negro con un
joven sonriente de ella. - Es el Excedente Patrick. Él... -Anna sintió a sus ojos llenarse con
furia e indignación mientras recordaba al Excedente Patrick y sus constantes preguntas,
su insistencia de que él no era un Excedente, que sus padres vendrían a buscarlo
cualquier día. - Patrick fue enviado a un Centro de Detención, -ella consiguió decir. - Él no
se adapto muy bien. Se negaba aceptar que era un Excedente.

María se puso de pie y tomó el marco de Anna. - ¿Y tu si?

- Yo era un Excedente, -Anna dijo categóricamente. - No había nada para aceptar.

Volvió a la repisa de la chimenea. Rostro tras rostro, mirando a su suerte. Y luego sintió
su pecho oprimirse. Justo en el lejano extremo, era un marco de madera, con una
fotografía de una niña que comenzaba a andar. Una pequeña niña con un tenue, cabello
rojo e intensos ojos azules.

- ¿Hay otra fotografía de esta chica? -preguntó, su corazón estallando en su pecho. -


¿Una de ella un poquito mayor?

María sacudió su cabeza. - Sus padres la tomar unos años antes de que la llevaran lejos.
Ellos no tomaron otra - tomar fotografías es un negocio peligros, me temo. Las consideran
como evidencia. ¿Por qué? ¿Piensas que conoces a Sheila?
La Resistencia
- ¿Sheila? -Anna jadeó, agarrándose de la repisa de la chimenea mientras una sensación
de náuseas brotó en su interior. - Sheila era mi amiga. La deje atrás en Grange Hall. La
deje atrás...

María la cogió mientras caía; se encontró unos momentos después en el sofá, acostada
con María inclinada sobre ella, con preocupación en sus ojos.

- Yo... no sé qué sucedió, -dijo con inquietud. - Lo siento. Yo...

- Te desmayaste, -María dijo amablemente. - ¿Te encuentras bien, Anna?

Anna asintió. - Estoy bien, -ella dijo incondicionalmente. Había aprendido en el Grange
Hall nunca mostrar debilidad.

- Estoy segura que lo estás. Pero debes ser cuidadosa, Anna. Sin la Longevidad tu salud
es más débil que la del resto de nosotros. Y ese pequeño niño depende de ti.

Anna miró a Ben preocupada, luego se levantó. - Has sido muy amable. Pero debería
irme ahora.

- ¿Podemos vernos de nuevo? -Preguntó María.

Anna mordió su labio, imaginando lo que Peter podría decir. - No estoy segura, -ella dijo
rápido. Luego, sus ojos bajaron de nuevo a la fotografía de Sheila. - Quiero decir, tal vez, -
se corrigió. - Si puedo ayudar.
La Resistencia

Capítulo 9
Peter estuvo a punto de no llegar a tiempo a la reunión con Pip. El Dr. Edwards lo tenía
estudiando algo llamado Sintético PirB toda la mañana y presentando los resultados de un
importante estudio en la tarde y había sido las 5:15 p.m. antes de haber sido capaz de
marcharse y más veinte minutos antes de que se sintió absolutamente seguro que no
estaba siendo seguido - una paranoia regular que se estaba poniendo peor últimamente.
Como siempre cuando se reunía con Pip, la dirección no era sencilla de hallar. El número
87 no estaba de hecho en la calle Grays Inn Road, sino a la vuelta de la esquina, un viejo
edificio situado por detrás de un edificio de oficinas. Desde el exterior parecía
abandonado; desde adentro un portero estaba sentado detrás de un escritorio luciendo
medio dormido, pero todavía exigió a Peter que firmara antes de entrar. Se dio cuenta de
que no le pidieron su tarjeta de identificación, Peter garabateó la contraseña actual del
Subterráneo; el guardia asintió y Peter se dirigió a las escaleras.

No era necesario que se apresurara, en este caso; Pip estaba diez minutos retrasado. La
habitación era pequeña, gris, con una mesa de reunión en el medio y una improvisada
disposición de sillas metálicas baratas alrededor de la mesa. Peter sacó una y se sentó en
ella, luego miro alrededor. Había muy poco para mantener su atención; las paredes
estaban cubiertas en empapelados descamados, sin color y una pizarra colgaba
apáticamente de una pared. No había persianas en las ventanas, pero ninguna era
necesaria debido a la grasa y suciedad acumulada las cuales prevenían a cualquiera ver
adentro - o afuera.

- Este lugar será convertido en apartamentos el próximo mes, -Peter escucho la voz
familiar de Pip hablar, y se dio la vuelta rápidamente. Pip nunca anunciaba su presencia;
siempre parecía aparecer de la nada, merodeando en las habitaciones inadvertido, con
sus ojos azules brillando para sorpresa de las personas.

- Los apartamentos son más eficientes energéticamente, -Peter respondió.

La respuesta pareció satisfacer a Pip, - Así que, ¿Cómo esta Pincent Pharma?

Peter se encogió de hombros. - Bien. Estoy atento en conseguir su caída. ¿No has
encontrado una nueva sede todavía?

Pip no pareció notar la pregunta. - Y tu abuelo. ¿Has visto mucho de él?

Peter se erizó mientras pensaba en su conversación del día anterior. - Un poco. Continua
diciéndome qué maravillosa es la Longevidad. Tratando de convencerme de no Excluir
Voluntariamente.
La Resistencia
- ¿Le dijiste que ibas a Excluir por Voluntad? -La voz de Pip estaba incrédula. - ¿Tu solo
le dijiste?

Peter vaciló un poco. - Dijiste ser lo más honesto posible. Y yo solo dije que no lo he
decidido todavía.

- Dije no decir tantas mentiras porque te confundirías. También te dije que le digas que
estabas planeando firmar... Oh Peter. -Él sacudió su cabeza, y Peter encontró su pecho
tensado incómodamente.

- Solo salió,- dijo. - Pero está bien, honestamente. ¿No confías en mí?

- Claro que confío en ti, -dijo Pip, pero sus ojos todavía estaban preocupados. Ellos
hicieron sentir culpa a Peter; la culpa lo puso irritable.

- No, no lo haces. Piensas que solo soy un niño. Piensas que no sé nada. Pero lo hago.
Se lo que estoy haciendo.

Pip asintió, luego miró a la mugrienta ventana. - Yo sé que si, Peter. Pero no sabes que
tan persuasivo puede ser tu abuelo. Yo sí.

- El no es persuasivo, -dijo Peter, sus defensas en aumento. - Creo que habla basura
total. Piensa que los jóvenes son una pérdida de espacio.

- Y un regalo para él. -Pip se permitió una pequeña sonrisa. - Sabes, Peter, hace unos
cientos de años, muchos países en el mundo consideraban la esclavitud como una forma
perfectamente solida de gestión de empresas y hogares. Un poco como la postura de los
Excedentes ahora. Muchas de las personas no tenían voto y las mujeres eran
consideradas como propiedad de sus esposos.

Peter bajo la mirada. - ¿Tengo 'por favor dame una lección de historia' escrito en mi
frente?- murmuró. - Porque tú eres la segunda persona en darme una en muchos días.

Pip levantó una ceja. - Muchas personas perdieron sus vidas luchando por estos derechos
- a votar, a ser libres, a trabajar, ser capaces de subirse al mismo autobús que alguien
considerado su superior. Y fueron las siguientes generaciones quienes introdujeron estos
cambios, quienes llegaron a ver a la mujer como iguales a los hombres, quienes llegaron
a entender que el color de la piel no tiene relevancia. Los jóvenes son el futuro. Sin ellos,
el mundo se detiene.

- Yo sé eso,- dijo Peter, un poco demasiado rápido.

- Bien,- dijo Pip seriamente. - Porque personas como tu abuelo no lo ven de esta manera.
Ellos piensan que la juventud se puede prescindir, que el mundo no sufrirá.
La Resistencia
- Lo sé,- Peter bajo la mirada, tratando de alejar la imagen de Anna muriendo, en
necesidad de los fármacos de Longevidad, de su cabeza.- Sé que la Longevidad está mal.
No como el Dr. Edwards. Piensa que es hermosa.

- ¿Dr. Edwards?

Peter asintió. - Es el que me está enseñando. Trabajo en su laboratorio.

- ¿Tú estás en el laboratorio del Dr. Edwards? -Pip, por una vez, parecía un poco
sacudido.

- ¿Lo conoces? Es el Jefe del Re Entrenamiento.

- Re Entrenamiento.- Pip frunció el ceño, luego asintió. - Sabes, el Dr. Edwards solía ser
uno de los más poderosos científicos en Pincent Pharma. Sé muy cuidadoso, Peter. El Dr.
Edwards es peligroso.

- ¿Peligroso? ¿El Dr. Edwards? No podría asustar a un cuervo, -dijo Peter


incrédulamente.

- El peligro se manifiesta de muchas maneras, Peter. El brillo de la mente puede ser tan
peligroso como un arma cargada.

- Bueno, estás equivocado, dijo Peter. - El Dr. Edwards no es peligroso. Él está bien, de
hecho. Es solo un chiflado de la ciencia. Y dijo que le gustaban las personas jóvenes
porque le gusta ser contrariado.

Pip no dijo nada por unos segundos, y Peter se encontró ruborizándose un poco - nunca
le había dicho a Pip que estaba equivocado sobre nada antes. Levantó la mirada
provisionalmente, para ver la reacción de Pip.

- Un chiflado de la ciencia, -dijo Pip, su tono más insistente que antes. - Si, supongo que
tienes razón. Pero veras, Peter, el problema con los chiflados de la ciencia, así como los
llamas, es que ponen el descubrimiento por encima de cualquier cosa. Fue un chiflado de
la ciencia quien descubrió la bomba atómica. No intentó causar un asesinato masivo, pero
no obstante lo hizo. Tienes que creerme cuando digo que no puedes confiar en el Dr.
Edwards. No puedes confiar en nadie.

- Excepto tú, ¿Quieres decir? -preguntó Peter, levantando sus cejas. Luego se encogió de
hombros, disparo a Pip una sonrisa triste. - Mira, soy cuidadoso. Y honestamente, puedo
manejar al Dr. Edwards. Él está bien.

- ¿Está bien? -la voz de Pip todavía insistente. - Peter, el Dr. Edwards no está de nuestro
lado. Los que no están para nosotros están contra nosotros, son peligrosos para nosotros.

Peter se sintió ponerse impaciente. - Siempre dices eso. Pero no es verdad, -dijo, con
irritación avanzando por su voz. - Solo porque alguien que no está en el Subterráneo, no
La Resistencia
lo hace malvado. Las cosas no son siempre negras y blancas, sabes. -Su rubor se
profundizó mientras se dio cuenta que estaba repitiendo las palabras de su abuelo, y
cruzo sus brazos defensivamente.

Pip no dijo nada. Luego asintió, sus ojos llenos de inquietud y puso su mano en el hombro
de Peter. - Si soy sobreprotector, Peter, es porque eres muy importante para nosotros. Tú
y Anna representan el nuevo comienzo, nuestra esperanza para el futuro. -Miró
atentamente a Peter; Peter encontró que no podía ver nada excepto los pesados ojos de
Pip en los suyos. - Representas mucho para el Subterráneo, Peter, dijo suavemente. - Y
mucho para mí, personalmente. Te he visto crecer desde niño, pronto serás un hombre.
Solo deseo guiarte, señalar los peligros. Eso es todo.

Los ojos de Peter se movieron hacia abajo. - Lo sé. Mira, seré cuidadoso, -dijo
rápidamente.

- Yo sé que lo serás. Haré contacto pronto, -dijo Pip, caminando hacia la puerta, y luego
se había ido.
La Resistencia

Capitulo 10
Anna estaba en la estufa de la cocina cuando Peter regresó esa noche, y cuando él vio su
seria expresión, las líneas de concentración grabadas en su frente, le recordó la primera
vez que la había visto, mirando a un monitor del Grange Hall, desesperado por agradarle,
para Obtener lo Correcto. Ella se volteó cuando lo escuchó entrar, su rostro
inmediatamente aliviado con una sonrisa, y Peter se apresuró para recogerla en sus
brazos, antes de levantar a Ben y sostenerlo en lo alto. La piel de Ben era increíblemente
suave e inmediatamente estalló en risas cuando Peter le acarició la barriga con la nariz.
Deseo que el Dr. Edwards pudiera ver esto; ver porque siendo realmente joven era
mucho mejor que la Renovación. Ningún fármaco o proteína sintética podría crear el
entusiasmo juvenil y abandono que venía tan naturalmente a Ben.

- Así que ¿cómo estuvo tu día? -preguntó Anna, agitando lo que parecía sopa.

Peter se encogió de hombros y bajo a Ben. - Estuvo bien, -dijo Peter sin comprometerse.

- ¿Viste a Pip? -Anna pronunció las palabras y Peter asintió.

- ¿Y?

- Nada, -pronunció de vuelta. - Nada nuevo.

Anna asintió. - No, ven aquí. Oh, que niño travieso. -Ben estaba gateando hacia la puerta
de la cocina y Anna abandonó la estufa para perseguirlo y recogerlo. - Necesita más
espacio para moverse alrededor, -ella suspiró mientras regresaba a su cocina. - Me
gustaría que tuviésemos un jardín más grande.

Peter sonrió de oreja a oreja. - Dilo un poco más alto y tal vez te escuchen, -dijo
maliciosamente, luego se inclinó hacia abajo para que su cabeza esté más cerca de ella.
Aspiró el aroma de su cabello, sentía la emoción que siempre lo atravesaba cuando
estaba cerca de ella.

Ben lloraba y Anna se alejó para levantarlo. Había gateado debajo de una silla,
golpeándola en el proceso y ahora estaba atrapado con la silla en su lado.

- Oh, Ben, oh pequeño hombre. Oh, ven aquí. Está bien. Está bien, -Anna lo calmó. - Ha
estado quejoso todo el día. Creo que tal vez este cansado.

- ¿Crees que deberías llevarlo a dormir?- preguntó Peter.

Anna sacudió su cabeza. - Si va a dormir ahora, estará despierto en el amanecer. Prefiero


esperar. Y todavía no ha comido.
La Resistencia
Peter recogió la silla y se sentó en ella pesadamente, sus ojos descansaban sobre la
madera nudosa de la mesa de la cocina frente a él. Las marcas y los nudos que habían
aparecido mientras el árbol crecía. La mesa era vieja, heredada de los padres de Anna.
Estaba hecha de roble, una cosa solida. Los árboles de roble vivieron por cientos de años,
pensó. Eso no estaba mal. Era normal. ¿Había diferentes reglas para diferentes
especies?

- Creo que tal vez Ben está hambriento. Es posible que le dé un pequeño tentempié antes
de que comamos. ¿Puedes apagar la cocina?

Peter se paró y accionó el interruptor distraídamente.

- Aquí tienes. Delicioso yogur, -escucho decir a Anna. Luego bajó su voz. - ¿Entonces qué
dijo Pip?

Peter se encogió de hombros, tratando de no resentir el hecho de que él nunca parecía


tener toda su atención en estos días. - Oh, nada realmente. -Pronunció despectivamente.
- No te preocupes por eso. Así que, ¿algún correo hoy?

Anna señaló a un montón sobre la mesa; un montón que había dejado sin tocar, su mente
preocupada por otras cosas, por María, por los Excedentes a lo largo y ancho del país.
Peter buscó en el correo, descartando la mitad de las cartas como basura sin abrirlos.
Luego se asustó ligeramente.

- ¿Nos dieron estos hoy? -preguntó, sacando dos grandes sobres con el característico
logo de las Autoridades estampado en ellos. Los ojos de Anna se ampliaron; ni siquiera se
había fijado en ellos.

Peter tomó la suya y le dio la vuelta en su mano. - ¿Estás pensando lo mismo que yo?

Anna no dijo nada, pero la mirada en sus ojos insinuaba que si lo estaba. Lentamente,
deslizó su dedo pulgar debajo de la solapa, rasgó el sobre y sacó la carta.

'Querido Peter,

Como se aproxima tu cumpleaños número dieciséis, tengo el placer de incluir la


Declaración para que la firmes. Como tu sabrás, firmando la Declaración te da el derecho
para tomar la Longevidad™, prolongando tu vida indefinidamente.

La Declaración es un documento importante, y espero que te tomarás el tiempo para


leerla cuidadosamente. La Longevidad ha cambiado al mundo para los humanos,
permitiéndonos la libertad del tiempo sin límites y la salud sin límites. Es una cosa
verdaderamente maravillosa, pero hay un costo por haber nacido...'

Peter sintió los cabellos de su nuca ponerse de punta. Esto era. Esto era la carta.
La Resistencia
La examinó rápidamente, tomando solo fragmentos. '...Mediante la firma de la Declaración
y habiendo disfrutado de una vida prolongada, saludable, se compromete a tomar todas
las precauciones necesarias para asegurarse de que no traiga una vida Excedente en el
mundo... Deberías descubrir tu responsabilidad sólo cuando una vida Excedente nace en
el mundo, es imperativo que te pongas en contacto con las Autoridades... la cooperación
reducirá cualquier sentencia impuesta...'

Fue firmada por el Secretario General de las Autoridades. Pero la carta era de menor
interés para Peter que el documento con ella. Le entregó la carta a Anna, quién la leyó,
sus ojos se ampliaron como lo hizo antes, se la entregó de nuevo a él. Luego, despacio,
deliberadamente, Peter se volvió hacia el propio documento. En la parte superior estaba
escrito: La Declaración. Había oído tanto a cerca de la Declaración. Le echó tanto la culpa
de lo que estaba mal en el mundo. Y ahora, su propia Declaración estaba en sus manos.
Sintiendo su corazón acelerarse, Peter comenzó a leer.

Cuando en el curso del desarrollo científico y el progreso se hizo evidente que la


función y el papel de los seres humanos había cambiado radicalmente, que los
principios básicos de procreación para la supervivencia habían sido desafiados y
encontrados deficientes, se convirtieron en atractivo para la humanidad para
responder a este desarrollo y progreso.

El hombre había dependido, desde hace miles de años, de la Naturaleza para


aumentar su número y han sido, al mismo tiempo, esclavos de la Naturaleza y sus
caprichos, incluyendo enfermedades, pestes, hambrunas y otras plagas que han
sacrificado un gran número de seres humanos.

El ciclo del nacimiento, la vida y muerte han dado lugar a otras cargas, reduciendo
la humanidad a la posición de esclavos de los animales, sin control sobre su
futuro. De hecho, tan acostumbrados a la esclavitud que fue el Hombre que creó
amos para adorar y seguir, dioses quienes impusieron reglas y leyes que
contradecían y violaban la verdadera naturaleza del hombre.

Es en la ciencia que el Hombre superó a la Naturaleza; a través de la ciencia, el


Hombre ha desarrollado la Longevidad, el descubrimiento más importante en el
tiempo del hombre sobre la tierra. La Longevidad permitió a la humanidad vivir
como dioses, vivir libremente, libre de los estragos que la Naturaleza impuso en
ellos. La Longevidad a través del proceso de Renovación, ha traído consigo una
Nueva Era para el hombre, una Era de bienestar, alegría, prosperidad y
conocimiento. Una Era de Libertad.

La libertad, sin embargo, viene con responsabilidades: responsabilidades para el


planeta, con nuestro prójimo, y con la Naturaleza misma. Por consiguiente, como
ciudadano responsable del Reino Unido, bajo el gobierno de las Autoridades del
Reino Unido, yo, el firmante, declaro solemnemente, que tomaré cada medida y
precaución para asegurar que nunca seré responsable por la creación de una
La Resistencia
nueva vida humana (inmediatamente lo que se conoce como Excedente)
aceptando cualquier método considerado adecuado por las Autoridades y
permitiendo a los médicos designados para insertar los implantes u otros métodos
en tanto sean apropiados, y que si se rompe esta Declaración, ya sea por
intención o por error, o se descubre que un compañero ha roto la Declaración en
mi nombre, contactaré a las Autoridades adecuadas inmediatamente y me
presentaré y en cualquier otra parte en la acción determinada por estas
Autoridades, en el pleno conocimiento de que el equilibrio de la Naturaleza debe
ser mantenido, que Una Vida por una Vida está consagrada en la ley y en todo lo
que es moral y correcto.

Aceptando esto y confirmando que agradecidamente acepto la vida indefinida que


la Longevidad me proporcionará. Por la presente juro solemnemente.

Firma: Testigo: Fecha:

Peter la bajo. Un ligero velo de sudor cubrió su frente; sus manos estaban temblando un
poco.

- Ni siquiera mencionaron la clausula de la Exclusión Voluntaria, -dijo. Había intentado


que su voz pareciera clara, segura, como si la recepción de su Declaración no lo hubiera
perturbado en lo más mínimo, pero su garganta se contrajo, haciéndolo sonar
estrangulado, tenso. - ¿Entonces vas a abrir la tuya?

Anna negó con su cabeza, sus labios se fruncieron juntos. - ¿Porqué debería? -dijo. - No
estoy interesada en la Declaración.

Peter frunció el seño. - ¿Ni siquiera estás curiosa?

- No. No firmaré, ¿así que porqué debería incluso mirarla?

- Solo porque quiero leer la mía no significa que estoy pensando en firmarla, -las palabras
abandonaron la boca de Peter antes de que hubiese tenido tiempo de considerarlas, para
darse cuenta cuán defensivo, cuán agresivo sonaron.

Anna lo miró incrédulamente. - Claro que sé eso. ¿Por qué has de decir eso?

- Pip piensa que yo podría, -no se había dado cuenta cuánto las dudas de Pip habían
llegado a él, cuanto lo habían perturbado.

- El no puede. ¿Por qué lo haría? -las cejas de Anna estaban elevadas, una mirada de
absoluta incredulidad en su rostro. Ella confiaba en él completamente, Peter comprendió.
No se le había cruzado por su mente que él podría estar siendo tentado a firmar.
La Resistencia
Peter se encogió de hombros. - ¿Cómo debería saberlo? Tal vez está preocupado sobre
la sangre Pincent en mis venas. Tal vez piensa que soy demasiado joven para saber lo
que quiero.

Anna se movió hacia él, puso sus brazos alrededor de su cuello.- No lo escuches. Tú
nunca vas a firmar la Declaración, -ella susurró enérgicamente. - Yo sé que no lo harías.

Peter giró su cabeza y la miró por un momento, recordando cuan convencida había
estado cuando la conoció por primera vez que los Excedentes eran una Carga para la
Madre Naturaleza, que era su obligación trabajar duro, para servir a los Legales, para
pagar por su Pecado de existencia. Tiro su cabeza hacia abajo y besó la parte superior de
ella. - Por supuesto que no lo haría, -dijo con los labios, acariciando su cabello. -
Envejeceremos y nos arrugaremos y tendremos niños. Y pondremos un final a la
Longevidad también, lo prometo.
La Resistencia

Capitulo 11
Jude estaba en la cama, líneas de expresión grabadas en su frente. El Subterráneo no se
había contactado con él de nuevo, y eso lo estaba comiendo. Se había convencido que su
pequeña visita había sido una parte de un proceso de iniciación, que simplemente tenía
que probarse su valía, que cualquier día de estos ellos se contactarían con él de nuevo,
diciéndole cómo podría ayudar. Así que había esperado por ellos, mirando a la pantalla de
su computadora dispuesta a mostrar un mensaje de ellos, llevando su portátil con él por
todos lados por si acaso estaba afuera cuando se pusieran en contacto. Pero todo fue
para nada. No había señales, ninguna sugerencia que había hecho algún impacto en ellos
en absoluto. Ayudaron a Peter Pincent; Se preocuparon suficiente por Peter Pincent para
sacarlo del Grange Hall. Jude, por otro lado - quien tenía habilidades verdaderas que
podrían ser útiles para ellos - no estaban interesados en él. No era de extrañar que su
padre hubiera dicho que el Subterráneo era un manojo de perdedores.

Haciendo todo lo posible para tragarse su decepción, Jude se levanto y prendió su


computadora. Eran las 11 a.m. - tiempo para comenzar el día. No le importaba el
Subterráneo, se dijo. No los necesitaba. Hasta hace poco apenas había registrado su
existencia. Hasta hace poco, no sabía ni siquiera nada sobre Peter, sobre tener un medio
hermano. Y estaba contento por olvidar todo de ambos. Más que feliz.

Sin pensar, se sentó lentamente en su asiento, entrando al sistema de seguridad de


Pincent Pharma y trajo una imagen de Pincent Pharma en su pantalla. Tanta gratitud de
Peter hacia el Subterráneo - ahora estaba trabajando con su enemigo declarado, Pincent
Pharma. Les sirvió inmediatamente, Jude pensó para sí mismo. Deberían elegir sus
amigos más cuidadosamente.

Miró a la pantalla e imaginó a Peter adentro, preguntándose qué es lo que estaba


haciendo. A veces lo odiaba. Pobre desafortunado Peter cuya legalidad había sido
arrebatada, quien había crecido sin nada, quien había sido valiente y audaz, quien los
periódicos parecían obsesionados con él. Como si fuera peligroso o algo. Como si tuviera
poderes ocultos. Era un Excedente, eso era todo. Si él hubiese nacido solo un par de
meses antes... bueno, las cosas hubiesen sido diferentes. Muy diferentes. El estado de
Legal no era todo lo que se pintan en la opinión de Jude. Peter debería tratar de crecer
con un padre que le guardaba rencor y una madre que solo te tuvo para conseguir un
punto sobre la mujer de su amante. Entonces sabría lo que 'desafortunado' realmente
significa.

Alejando el pensamiento de su mente, volvió a la pantalla. Al otro lado del frente del
edificio, las palabras 'Pincent Pharma' resplandecían, obligándolo a moverse
incómodamente. Pincent. Los Pincents. Era un nombre que llevaba tanto peso, que todo
La Resistencia
el mundo sabía. Pincent Pharma la compañía más poderosa del mundo. Y ahora estaba
Peter Pincent, el Excedente que escapó.

De pronto curioso, Jude se profundizó en el sistema de seguridad, buscando por más


imágenes, en la vigilancia del interior del edificio. Tal vez vería a Peter caminando a lo
largo del pasillo, o trabajando, haciendo lo que fuera que estaba haciendo allí. Jude no
podía ver el atractivo de un trabajo así, trabajando dentro de una madriguera de conejo
con cámaras por todas partes. De hecho, Jude no podía ver realmente el atractivo de un
trabajo, punto - tener que levantarte todas las mañanas y hacer algo que alguien te dice.
Todo el punto de ser adulto, según la opinión de Jude, era hacer lo que tú querías.

Rápidamente, trajo más imágenes, tratando de localizar a Peter. Pero fue inútil - habían
tantas cámaras en Pincent Pharma como decretos de las Autoridades sobre el consumo
de energía y a Jude le pareció que le llevaría horas mirar a todas ellas. Suspirando,
decidió rendirse. Pero mientras movió su mouse para cerrar la ventana, frunció el ceño.
En su pantalla estaba la imagen de una chica. Sobre su edad, tal vez un poco joven. Jude
no había visto a una chica real por... bueno, nunca, de hecho, aparte de la fotografía
ocasional de un Excedente en el periódico o un pequeño vislumbre de un Excedente ama
de llaves a través de alguna ventana. Jude no podía costearse un ama de llaves, aunque
había sido tentado para hacer algo más de dinero para que si pudiera, solo para ver cómo
sería tener a alguien de su misma edad para hablar.

Observó a la pantalla. La chica era pelirroja y estaba acostada sobre una cama, su cara
estaba pálida, sus ojos cerrados. ¿Estaba durmiendo? ¿Por qué? ¿Y qué es lo que
estaba haciendo en Pincent Pharma? Todas estas preguntas pasaron por la mente de
Jude a la vez, pero no podía comenzar a responderlas; todo lo que podía hacer era mirar,
con admiración, con asombro, con... con esperanza, comprendió. Esperanza de que ella
podría abrir sus ojos. Que podría mirar a la cámara, encontrar sus ojos. Era imposible, por
supuesto, Jude sabía eso; ella no se encontraría con sus ojos o tener alguna idea de que
él existiera. Pero aun así, espero que ella despertara.

Sus ojos se movieron rápido alrededor de la pantalla - en la parte inferior estaba el código
de su paradero: Unidad X. Luego, de repente, mientras sus ojos regresaban a su rostro,
sintió algo apretando en su interior. Sus ojos se abrieron, pero ellos no estaban en paz;
estaban llenos de terror. Por qué, Jude no podía ver, pero lo sentía; en el fondo de la boca
de su estomago sintió su desesperación. Luego, de repente la imagen fue sustituida por
otra imagen, un pasillo, a lo largo, los guardias estaban patrullando.

- ¡No! -gritó Jude, inmediatamente revelando la función de control de la cámara,


golpeando a su teclado para conseguir a la chica de vuelta. Pero no la pudo encontrar.
Frustradamente, buscó el sistema de seguridad, moviéndose de prisa de cámara en
cámara, pero en vano. Era como si la hubiese imaginado, como si no existiera. Excepto
que él sabía que sí existía. Y también sabía que no podía dejarla allí, no de esa manera,
no con esa agonía grabada en sus ojos.
La Resistencia
Pensó por un minuto, luego, cuidadosamente navegó fuera del sistema de seguridad y
trajo una nueva página, la desplazo hacia abajo hasta que obtuvo la información que
necesitaba. Luego, levanto su teléfono y marcó un número.

- Bienvenido a Pincent Pharma. Por favor presione 1 para ponerlo en contacto con
nuestra línea de ayuda de veinticuatro horas, 2 para nuestra información más reciente de
producción, 3 para información sobre dosificación, 4 para asesoramiento sobre
envejecimiento...

Jude presiono la tecla numeral, seguida por 349.

- Es Richard Pincent, por favor deje un mensaje.

Sintiendo su corazón acelerado, Jude se aclaro la garganta. - Este mensaje se refiere a la


seguridad de Pincent Pharma y la información con respecto al reciente ataque del
Subterráneo. Soy un amigo; puedo ayudar. Si está interesado, por favor deje un mensaje
en www.LogBook.290.- Luego, ignorando el temblor de sus manos y la sensación de
miedo en su estomago, apagó su computadora y bajó las escaleras para hacer un poco
de café.

Peter solo encontró la nota en el bolsillo de su abrigo mientras llegaba al trabajo; no sabía
si había sido puesta allí la noche anterior o esa mañana en su camino hacia el trabajo. No
importa de cualquier manera; lo que importaba era que tenía su primera misión. Impresa
en letras pequeñas, ordenadas, en la conocida tipografía y diseño del Subterráneo,
estaban las palabras 'necesitamos archivo 23b de la oficina de RP. Por favor seguro.
Destruye esta nota'

Peter memorizó el número del archivo y metió la nota de nuevo en su bolsillo,


quemándola tan pronto como llegue al laboratorio. Era más directa que cualquier cosa
que alguna vez había recibido del Subterráneo, se dio cuenta mientras la observaba
siendo devorada por la hambrienta llama. Tal vez Pip estaba empezando a confiar en él.
Tal vez finalmente lo estaba viendo como un hombre, no un chico.

- Peter. ¿Podemos hablar?

Era su abuelo. Peter se asustó, soplando las cenizas en frente a él fuera del mostrador,
difícilmente a atreverse a pensar que hubiese pasado si se aparecía unos segundos
antes. - Seguro, -dijo casualmente, mientras sintió los músculos de su nuca tensarse.

Caminaron por el corredor hacia el elevador, luego viajaron en silencio, como antes, a la
gran oficina de Richard. Varios guardias estaban situados por fuera, su ojos pequeños y
brillantes deslizándose por el corredor por cualquiera que no debería estar allí. A un lado
de la puerta había un teclado el cual su abuelo registro un número de ocho dígitos; Peter
La Resistencia
observó cuidadosamente, mientras parecía comprobar su reloj por la hora. Una vez
adentro, Peter se acomodó en una cómoda silla frente al escritorio de su abuelo.

- Así que, -dijo su abuelo, sentándose detrás de su escritorio y ofreciéndole una taza de
café. - Solo me preguntaba cómo estaban yendo tus deliberaciones.

- ¿Deliberaciones?

- Firmar o no firmar. -Peter notó la mano izquierda de su abuelo dando una palmada
nerviosamente, notó el ligero tic en su ojo derecho, el color de su rostro - más gris de lo
que había sido la semana anterior.

Peter miró alrededor de la habitación, examinándola por archivos. - En realidad no he


pensado en ello, -dijo prudentemente, tomando un sorbo de café.

Su abuelo bajó su tasa. El movimiento fue fuerte, causando un sonido seco mientras la
porcelana golpeó la mesa. Luego empujó hacia atrás su silla, recogiendo un archivo frente
a él y hojeándolo sin hacer nada; Peter podía decir por la manera en que sus ojos se
estaban moviendo que ellos no estaban concentrados en el archivo. Se preguntó cuál era
el archivo. Preguntaba cómo de fácil era trabajar con el fichero de archivos.

Sonó el teléfono, y su abuelo contestó. - Ya veo, -dijo, después de varios segundos. - Muy
bien. -Colgó el teléfono y luego volvió a levantarlo y presionó un botón. - Si, me gustaría
pedir un auto... Esta tarde, 5 p.m. a West End. Gracias. -Bajó el auricular. Sus ojos
cayeron en Peter, como sorprendido de encontrarlo todavía allí. - Ah, Peter, -dijo
vagamente. - Lo siento por eso. ¿Dónde estábamos?

Peter lo miró maliciosamente. - Estabas preguntándome si había decidido firmar la


Declaración.

- Eso es correcto. -Continuó mirando a Peter, con su expresión ilegible. Peter fue tentado
a pararse y marcharse, pero no lo hizo.

- ¿Eso es? -preguntó en su lugar. - ¿Eso es todo lo que querías decir?

Su abuelo sonrió, luego se paró. - No firmar sería un gran error, -dijo pensativamente,
mientras caminaba alrededor hacia el frente de su escritorio y se inclinó sobre él. - Tú
sabes eso.

- Para ser honesto, en realidad no he tenido tiempo para pensar correctamente. -Los ojos
de Peter siguieron a su abuelo como un halcón.

- Entonces no hay nada más por decir, -Richard dijo suavemente.

Esta vez, Peter no dijo nada; solo se levantó para irse. - Sabes, tú y yo somos parecidos,
Peter, -su abuelo continuó; reaciamente, Peter se volvió a sentar. - Lo puedo ver en tus
ojos. Ambos queremos lograr grandes cosas, para ser alguien. Tal vez piensas que la
La Resistencia
Exclusión Voluntaria te marcaría fuera de la multitud, te haría diferente, único. Pero si tu
Excluyes Voluntariamente, no harás una exposición; será la firma de tu vida, literalmente.

- Nosotros no somos parecidos. -Las palabras salieron precipitadamente antes de que


Peter pudiera detenerse; inmediatamente su abuelo sonrió ampliamente. - Oh sí que lo
somos. Ambos disfrutamos una pelea. Ambos disfrutamos ganar. A ambos nos gusta
tener la última palabra, ¿no es correcto?

Los ojos de Peter se estrecharon.

- Dime, Peter, ¿cuántos miembros del Subterráneo tienen Exclusión Voluntaria?- preguntó
su abuelo, ignorando el silencio de Peter. - ¿Cuántos de ellos están preparados para
hacer el sacrificio que se te pide?

Peter se encogió de hombros. - ¿Cómo lo sabría? No conozco a nadie del Subterráneo.

- Por supuesto que no lo haces, -su abuelo dijo suavemente. - Tonto de mí. Sonrió. -
Sabes, en el pasado los terroristas solían convencer a los jóvenes apasionados a
inmolarse por una causa u otra todo el tiempo. Los revolucionarios están siempre
dispuestos a buscar chivos expiatorios. Siempre y cuando no tengan que morir.

- Yo no sé nada de eso.

- No, estoy seguro que no. Solo recuerda, Peter, que la indecisión es una cualidad muy
pobre. Las personas necesitan saber dónde te encuentras. Yo necesito saber dónde te
encuentras.

Peter se levantó de nuevo. - Mira, no puedo acelerar una decisión así, -dijo, haciendo todo
lo posible para no dar nada de distancia en su voz.

Su abuelo lo miró directamente a sus ojos por un segundo, luego asintió.- Por supuesto.
Claro que no puedes.

Peter se volvió y se dirigió de nuevo a la puerta.

- Oh, y Peter, -dijo su abuelo, mientras abría la puerta.

- ¿Qué?

- Casi tienes la última palabra. Bien hecho.

Peter abrió su boca para decir algo, luego, de mal humor, se obligó a cerrarla y salió por
la puerta.
La Resistencia

Capítulo 12
- Bien, creo que terminamos por hoy. ¿Estás listo para ir a casa?

Peter negó con su cabeza distraído, como si estuviera envuelto en el experimento que el
Dr. Edwards le había pedido completar.

- ¿Yo? No. Quiero... terminar algunas cosas.

- Está bien, como quieras.

Desde su lugar en el lado de la habitación, Peter esperó impacientemente mientras el Dr.


Edwards caminaba alrededor del laboratorio, desconectando cosas, inspeccionando
maquinas, encendiendo las alarmas, hasta que se despidió con la mano y se marchó.
Luego Peter esperó, aun más impaciente, durante quince minutos para desaparecer - solo
por si acaso el Dr. Edwards volvía, por si acaso estaba justo afuera del laboratorio
hablando con alguien. Y luego, finalmente, se puso su propio abrigo, y salió por la puerta
al vacio corredor. Con sus propios oídos había escuchado a su abuelo pedir un auto - en
estos momentos, estaría yendo a toda prisa hacia West End, a través de calles vacías.
Era la mejor oportunidad de Peter para conseguir el archivo. Posiblemente su única
oportunidad.

Rápidamente, se abrió paso por los iluminados pasillos blancos, sus ojos atraídos,
mientras caminaba, a sus techos altos, los luminosos carteles de células que colgaban en
las paredes. Por donde miraba todo era luminoso, blanco, tentador, como todo lo demás
en el interior de las cuatro paredes de Pincent Pharma. Era difícil imaginar que nada malo
podía ser creado en semejante entorno limpio y puro.

Finalmente, Peter llegó a los elevadores y, viendo una puerta a la izquierda, la abrió.
Como esperaba, había escaleras que llevaban hacia arriba y abajo - una opción segura,
decidió, saltando dos pasos a la vez. Comprobando que estaba en el piso correcto, abrió
la puerta delante de él cuidadosamente. Este corredor estaba vacío también, grande y
luminoso como todos los demás, pero diferente al corredor fuera del laboratorio de
entrenamiento, este corredor, Peter sabía, que era patrullado por guardias. Lento pero
con seguridad, sus ojos y oídos alertas al movimiento más pequeño, se dirigió hacia la
oficina de su abuelo, en todo el camino practicando en su mente su excusa por si era
atrapado: -quería hablar con mi abuelo. Estaba teniendo dudas acerca de la Exclusión
Voluntaria. Pensé que podría haber dejado algo detrás cuando estaba en la oficina antes.
Todavía no sabía exactamente cómo pasaría más allá de los guardias, pero se había
convencido que encontraría una manera - ellos cambiarían de turno en algún momento,
serian distraídos, tomar un descanso por café. Si esperaba lo suficiente, su oportunidad
llegaría. Tenía que llegar.
La Resistencia
Para su sorpresa, sin embargo, cuando se volteó en la esquina, descubrió que los
guardias que patrullaban los corredores afuera de la oficina de su abuelo no estaban allí.
Las cámaras todavía estaban funcionando, pero observándolas por un corto tiempo, Peter
se dio cuenta, que por treinta segundos completos cada poco minutos, todas estaban de
espaldas a la puerta.

Sin poder creer su buena fortuna, y coordinando sus movimientos a la perfección, Peter
esperó por ellas para moverse luego saltó silenciosamente hacia la puerta, su corazón
latiendo rápido en su pecho. Silenciosamente, llamó, luego más fuerte. Mirando alrededor,
cuidadosamente, se volvió al teclado de seguridad e introdujo el número de ocho dígitos
que había memorizado antes ese día. La puerta se abrió inmediatamente y se escabulló
adentro, mirando alrededor furtivamente por cualquier señal de la habitación siendo
ocupada, pero estaba vacía. Las luces estaban encendidas pero su abuelo no estaba a la
vista; media taza de café en el escritorio estaba frio, sugiriendo que nadie había estado en
esta habitación por lo menos en una hora.

Los ojos de Peter examinaron la habitación rápidamente, trazando un camino a seguir,


formulando un plan. Había armarios, archivadores, estantes, cualquiera de ellos podía
contener el archivo que estaba buscando, junto a una computadora en el escritorio de su
abuelo, la cual por todo lo que Peter sabía podía contener la clave de la Longevidad.
Quería buscar todo comprensiblemente, pero sabía que era imposible - no tenía tiempo,
no podía arriesgarse a nada preocupante. Incluso sin las cámaras, la habitación tendría
sus propias medidas de seguridad, medidas que Peter no podía ver.

Encontraría el archivo y se marcharía, inmediatamente.

Pero mientras se aproximaba al escritorio, se sintió atraído por la silla de su abuelo, que
era una gran silla de cuero marrón que se movía de lado a lado y rodaba por el suelo
fácilmente, mientras Peter se dejaba caer en ella, se dio cuenta que podía girar un circulo
completo. Permitiéndose a relajarse, se hundió más adentro en el cuero. Era
indecentemente cómoda - grande, suave, maciza. En ella, Peter se sintió pesado,
importante. Esta no era una silla para débiles de corazón, era una silla para poderosos.

Lento, deliberadamente, se deslizó hacia el escritorio de su abuelo, a la gran imponente


mesa caoba, que solo la había visto desde el otro lado. Era inmensa - por lo menos tres
metros de largo y dos de ancho - en grandes patas con esculturas ornamentales. La
mayoría de la parte superior estaba cubierta de un cuero rojo oscuro, grabado con oro
alrededor del borde. Y justo en el centro del cuero había un archivo 'Componentes
Químicos y Suministros'. Peter lo abrió rápido, sus ojos examinando el contenido. Para
él no tenía sentido, solo una lista de abreviaciones y compañías.

Luego, sacudiéndose, se levantó y caminó a los estantes a un lado de la habitación. Cajas


altas de cuero se alineaban en las estanterías, cada una enumerada: 1-3a; 4-7a; 8-10a.
Dando un vistazo hacia abajo, muy pronto Peter encontró la b; momentos después estaba
La Resistencia
sacando el 23b. Estaba titulado 'Terminología y abreviaturas de Pincent Pharma'.
Inmediatamente Peter lo metió en el cinturón de su pantalón debajo de su camisa.

Luego, observando a su alrededor furtivamente, frunció el ceño. Lo había hecho, se dio


cuenta de repente. Había conseguido el archivo. Y ha sido fácil.

Rápido, regresó al escritorio, movió todo de nuevo al mismo lugar donde había estado
cuando entró a la habitación. Pero mientras lo hizo, sus ojos captaron algo, algunas
palabras, escritas sobre un papel blanco, alojado entre otros papeles en una bandeja a la
izquierda del escritorio. Una palabra en particular se destacó: 'Excedente'.

Erizándose ligeramente - el mismo término 'Excedente' era una fuente constante de ira y
repulsión para Peter - cuidadosamente sacó la página; la cual vino con veinte o más
paginas que estaban engrampadas a ella. La primera página, la que los ojos de Peter se
habían posado sobre ella, tenía solo una línea escrita, todo en letras mayúsculas:
'PROGRAMA DE GESTION DE EXCEDENTES'.

Por debajo de esto, escrito en lápiz había una nota: 'Richard, ¿has visto esto? Pienso que
necesitas hacerlo...'

Frunciendo el ceño, Peter giró la página y comenzó a leer. Era bastante aburrido, si
absolutamente ofensivo, la revisión de medidas que eran utilizadas para 'gestionar' el
problema del Excedente. Resumía el uso de Establecimiento de Excedentes, el papel de
la policía de Excedentes o 'Cazadores', el programa de educación para alentar a los
ciudadanos a denunciar cualquier visión o sonido de bebés o niños. Contenía hojas de
cálculo identificando el costo por Excedente, y análisis de maneras para lograr reducirlo,
un documento que discute el color del overol, si el gris podría ser un color más adecuado
para ellos que el azul marino - menos animado, menos fácil de ensuciar. Peter movió las
páginas más furioso, su boca se curvó en disgusto. Y luego llegó a una página titulada
'Programa de Esterilización de Excedentes'. Frunciendo más el ceño, Peter comenzó a
leer.

'... Según lo acordado por la clausula 54.67d de la ley 2124 de Excedente... iniciaremos
un programa de esterilización irreversible en todos los niños Excedentes que llegan a un
Establecimiento de Excedentes... inhibir además la producción de Excedentes... como
parte de los exámenes médicos de rutina... la exitosa prueba reveló pocos problemas...
menos agresión en los Excedentes masculinos debido a bajos niveles de testosterona y
sin efectos vistos en las mujeres...'

Peter observó a la página, las palabras comenzaron a nadar ante sus ojos a medida que
se hundían, ahogándolo, empujándolo dentro de profundas, enfadadas aguas.
¿Esterilización irreversible? ¿Estaba leyendo lo que pensaba que estaba leyendo?
Lentamente, giro la página, para ver una lista de nombres. Había cientos de ellos, todos
con datos al lado, su ubicación y edad. Apenas se atrevía a mirar. Pero lo hizo, moviendo
desesperadamente a través de las páginas hasta que encontró lo qué estaba buscando,
La Resistencia
lo que esperaba que no encontraría, y cuando lo hizo sintió su corazón estrellarse contra
su pie y la sangre drenarse de su rostro. Estaba ahí en blanco y negro: 'Excedente Anna
(F), 2127 (2), Grange Hall (Sur)'. Desesperadamente giro las páginas, buscando su propio
nombre; finalmente, lo encontró, cerca del final. 'Excedente Peter (M), 2140 (15), Grange
Hall (Sur)*.'

Tuvo que voltear dos páginas más para encontrar el significado del asterisco: 'Última
entrada'. Todas las imágenes a la vez inundaron su cerebro - de inyecciones que le
habían suministrado en Grange Hall; de Pip diciéndole que era su responsabilidad traer
nueva vida al mundo; de las Declaraciones que Anna y él casi Excluyen Voluntariamente,
por nada.

Se inclino contra el escritorio para no caerse. Las paredes parecían como si estuvieran
cediendo en él; frente a él podía ver solo oscuridad. No habría una nueva generación. Él
no era la gran esperanza del Subterráneo. Poniéndose de pie, Peter observo alrededor de
la habitación furiosamente, luego, solo recordando examinar el corredor por guardias y
esperar por las cámaras, escapó de la habitación.
La Resistencia

Capítulo 13
Peter no fue a casa inmediatamente. No podía enfrentarse a Anna, no podía enfrentar
decirle lo que había descubierto, no cuando era tan reciente para él, no cuando él no
hubiera podido procesar la información, o incluso establecer cómo reaccionar. Entonces,
en su lugar, caminó por las calles del sur de Londres; encontró un bar que permitía a sus
clientes omitir escanear sus tarjetas de identidad y compró una bebida - un vodka y jugo
de naranja - y luego otra. El bar estaba lleno - evidentemente, Peter no era la única
persona que estaba harta de la vida ese día. Un hombre y una mujer mayor se sentaron
encorvados en una mesa, acunando sus bebidas, murmurando entre ellos, a si mismos.

El cantinero lo miró con curiosidad, pero no dijo nada. Simplemente tomó el dinero de
Peter y le dio su bebida. Peter la tomo de inmediato y pidió otra.

- Bebiendo un poco rápido, ¿no crees?

Peter se giro para ver un hombre que se había unido a él en el mostrador. Su rostro
estaba rojo, hinchado; sus ojos se salían de sus órbitas como si se esforzaran para ser
libres.

- ¿Qué piensa usted? -Peter vació el vaso dentro de su boca y ordenó otro. Todavía había
otro adulto diciéndole qué hacer. Todavía otro adulto pensando que sabía mejor,
pensando que conoce todo.

- Nada, supongo. De todos modos, ¿Qué estas bebiendo?

Peter lo miró por un momento, luego se encogió de hombros. - Vodka, -dijo.

El hombre lo miró detenidamente. - ¿Cuántos años tienes?

Peter tomó un trago de su bebida, ignorando al hombre, quien estaba poniéndose


nervioso. Quería que lo dejen solo para pensar, para dar vueltas, para domar la ira
brotando en su interior, para convertirla en algo manejable. Pero en vez de permitirse
beber en paz, el hombre repitió su pregunta, forzando a Peter que se vuelva a él. -¿A
caso importa? -preguntó tensamente.

Él hombre pensó por un momento, luego sacudió su cabeza. - Nah. Supongo que no.

Pareció perder interés en Peter entonces; Peter tomó otro trago de su bebida, luego
quedó mirándola. En el reflejo del vaso podía ver su rostro, deformado, torcido, como un
fenómeno extraño de la naturaleza, como un idiota. ¿Había sido un idiota? ¿Sabía el
Subterráneo acerca del programa de esterilización? No, no podían. Solo no podían. Pip
no hubiera sido tan entusiasta por Peter para que elija la Exclusión Voluntaria si sabía que
no tenía sentido. Si no podía tener hijos de todas maneras.
La Resistencia
- No te vi en este lugar antes, ¿no?

Reaciamente, Peter se giro de nuevo al hombre todavía parado a su lado. - ¿Perdón? -Su
tono no fue tan irritable esta vez. El alcohol estaba calentando su estómago, haciendo su
cabeza confusa.

- No te he visto antes,- repitió el hombre.

- No, -Peter dijo vagamente. - No, no me viste.

Su abuelo había dicho que el Subterráneo lo querían para arrojar su vida por la causa de
ellos. ¿Estaba en lo correcto? ¿Por qué Pip no era Excluyente Voluntario? ¿Por qué había
una regla para él y otra para sus seguidores?

- Me lo imaginaba, -dijo el hombre, asintiendo seriamente. - No recuerdo verte antes y mi


memoria no está tan mal. No usualmente.

- Correcto, -dijo Peter. De repente se sintió enojado con Pip. Debería saber sobre el
Programa de Esterilización de Excedentes. Debería haberle dicho.

El hombre hizo una mueca. - ¿Cuántos años dijiste que tenias? -preguntó.

- No lo dije, -dijo Peter. - ¿Es realmente importante?

El hombre sacudió su cabeza. - No generalmente. No para la mayoría de las personas.


Tú, sin embargo, eres diferente, ¿no es así? Tú eres ese Excedente que estaba en los
periódicos.

Peter suspiró. - Entonces sabes cuántos años tengo, -dijo.

- Hmmm, -dijo el hombre, asintiendo con la cabeza poco a poco. - Tan joven. Tan nuevo. -
Puso sus manos sobre las de Peter. - Espera unos años, luego lo sabrás, -dijo
lúgubremente.

- Gracias, -Peter dijo tensamente. - Gracias por el consejo, -vació su vaso, mirando su
reloj, pensó en Anna, pensó en dejarla. Luego se encogió de hombros y ordenó otra
bebida. ¿Qué importa de todos modos? ¿Hay algo que importe ahora?

El hombre sonrió. - De nada, -dijo, pretendiendo quitarse el gorro. - De nada. Estoy


seguro.

Peter abrió su boca para decir algo, luego volvió a cerrarla. Pip quería que Anna y él que
Excluyeran Voluntariamente. Para reducir su corta vida - ¿Para qué? ¿Para marcar un
punto? ¿Era que toda su vida valía la pena según la opinión de Pip? Enfadado, golpeó su
vaso sobre el mostrador. Pip lo había traicionado; el Subterráneo lo hizo. Y ellos habían
traicionado también a Anna. Habían pretendido preocuparse, y todo el tiempo...
La Resistencia
- No me preocuparía sobre eso, -el hombre a su lado dijo conversacional. - Sea lo que sea
que te está irritando, no puede ser tan malo.

-¿No puede?- Peter se giró y miró fijamente al hombre. Podía sentir balancearse, se dio
cuenta de que sus palabras eran arrastradas ligeramente. -¿Y tú lo sabrías, verdad?

El hombre sonrió y se encogió de hombros. -Nada importa, verás. Lo que se va, vuelve y
lo que no se va... bueno, también vuelve.

-Estás equivocado, -dijo Peter, su voz baja y enfadada. -Todo importa. Yo importo. Anna
importa. Nuestras vidas importan.

-Si tú lo dices, -dijo el hombre.

-Si lo digo, -Peter dijo energéticamente, casi olvidando que estaba hablando con un
extraño. -Si piensas que nada importa, entonces está bien usar a las personas, está bien
creer en las personas quienes te defraudaron. Pero no es así. -Se balanceó un poco hacia
adelante y se empujó justo a tiempo para evitar caerse del taburete.

-Ellos te decepcionan, tú los decepcionas, luego ellos son tus mejores amigos, hasta la
próxima vez, -dijo el hombre, las palabras sonaban casi poéticas mientras que salían de
su boca, como una rima, o una canción popular. Miró a Peter por unos segundos, luego
se encogió de hombros.-Todo da vueltas y vueltas, ¿no? -murmuró. -Tú lo descubrirás.
No se puede elegir una mala elección, no se puede elegir una buena.

-Estás hablando tonterías, -dijo Peter, poniéndose bruscamente derecho y partiendo


cuando la habitación comenzó a girar violentamente. -Por supuesto que puedes elegir una
mala elección. Puedes elegir en confiar en la persona equivocada. Puedes elegir en creer
en ellos... -se apagó, peleando con las lágrimas que estaban perforando sus ojos.

El hombre se inclinó más cerca y Peter tuvo un poco de nauseas debido al olor a alcohol
en su aliento.

-Confía en quien quieras. Bien o mal, es sólo lo mismo. -Se quedó mirando a Peter, sus
dilatados ojos enfocados en los de Peter con una intensidad que lo ponía incómodo, luego
estalló en una risa áspera. - Así que, ¿vas a tomar mejores decisiones? ¿Es por eso que
estas aquí?

Peter se levantó del taburete y colocó un poco de dinero sobre el mostrador. - No lo sé, -
dijo rápido, balanceándose, su visión borrosa ahora, su corazón pesado en su pecho. - No
sé cuál es la decisión correcta. No sé si hasta tengo una más.

- Ninguno de nosotros la tiene, -dijo el hombre sabiamente, bajando su bebida.-


Pensamos que sí la tenemos, pero no es así. No realmente. Lo mejor para hacer es
quedarse quieto y todo va a suceder de todos modos. -Él guiñó el ojo. - No quieres
apresurar las cosas, después de todo.
La Resistencia
- Lo que sea, -dijo Peter despectivamente. - Tú no tienes que apresurar las cosas. Tienes
un para siempre para tomar malas decisiones, ¿no es así?

El hombre se rió a carcajadas, su boca abierta completamente y su rostro poniéndose


mas enrojecido que antes. Luego se inclino más cerca es así que su voz resonó en los
oídos de Peter, haciéndolos picar. - Hablas sobre decisiones, -dijo, su tono conspirativo. -
Pero hay una sola decisión que quiero tomar, y no puedo hacerlo, ¿ves? No quiero morir.
No puedo ver el punto de vivir tampoco.- Rodo sus ojos y se echó a reír, luego estampo
su vaso vacio sobre el mostrador. - Otro de tus mejores,- le dijo al cantinero, quien
debidamente lleno el vaso.

Peter lo observó por un momento, luego empujo hacia atrás su taburete. - Tal vez tú no
puedes, -dijo furiosamente, - pero yo si puedo. Y lo voy a hacer.

Luego se levantó derecho, con sus manos agarrando el mostrador para mantener su
balance. Mientras lo hacía, sus ojos fueron atraídos brevemente al anillo en su dedo con
su flor grabada. La flor siempre había representado algo importante para él - no sólo sus
comienzos, sino la vida misma. Los Coveys le habían dicho una y otra vez sobre el ciclo
natural de la vida - flores creciendo, floreciendo, difundiendo su polen a través de las
mariposas, abejas y otros insectos a fin de crear sus crías antes de morir, su trabajo
realizado. Le habían dado libros sobre la historia de la naturaleza, de la selección natural,
sobre el desarrollo de una especie a través del ciclo de la vida, reproducción y muerte.
Pero Peter podía ver que el anillo estaba desactualizado ahora. El ciclo ha sido roto; ya no
era más importante. La selección natural ha sido reemplazada por otra cosa, algo
diferente, y no había vuelta atrás. Todavía era una cuestión de supervivencia del más
apto, pensó, y Peter estaba decidido a sobrevivir, lo que sea necesario. Sin mirar atrás al
hombre, Peter salió tambaleando del bar. Necesitaba hablar con Anna. Necesitaba saber
si ella iba a sobrevivir con él.

-¡Peter! -Anna lo saludó como un héroe de guerra, pese al hecho de que era cerca de
medianoche, pese al hecho de que apestaba a alcohol, de que se balanceaba de lado a
lado. Lo hizo sentir culpable, incómodo; habría preferido que ella estuviera enojada con él.

- Hola, -dijo, tropezando un poco. - Perdón que llegue tarde.

Anna sonrió cuidadosamente. - Está bien, -dijo, - sabía que te encontrarías bien. ¿Dónde
estabas?

Peter se encogió de hombros. Se había dicho durante todo el camino a casa que sentaría
a Anna en el momento que llegue a casa, le diría lo que había descubierto. Pero ahora,
mirando su rostro preocupado, sus amplios, y confiados ojos, de alguna manera no podía
hacerlo, no podía encontrar las palabras para decirle lo que había descubierto. Así que en
su lugar, se abrió paso y se dirigió a la cocina.
La Resistencia
- Ben está dormido, y yo hice pastel de carne y patatas, -dijo Anna, mirándolo con cautela.
- Debe estar frio ahora pero lo puedo recalentar. Así que, ¿has estado bebiendo?

- Pastel de carne y patatas, -dijo Peter, sentándose pesadamente y notando que la


habitación estaba girando. - Genial.

- ¿Estabas con el Subterráneo?

Peter levantó la mirada brevemente para ver que Anna lo estaba observando con ilusión;
mientras se encontraba con sus ojos, su voz se apagó. Luego recordó algo y comenzó a
hurgar a través de la pila de papeles a un lado de la mesa. Finalmente encontró lo que
estaba buscando.

- Nuestras Declaraciones, -dijo seriamente, arrastrando su voz ligeramente. Anna asintió,


y no dijo nada.

Peter parpadeó varias veces para intentar que sus ojos enfocaran. Comenzó a leerla de
nuevo, manejando las primeras líneas, luego se rindió cuando se dio cuenta de que
estaba viendo doble.

Anna indecisamente puso un plato humeante lleno de pastel de carne con patatas frente a
él.

- Sabes que todo el mundo firma la Declaración, ¿no? -dijo Peter, recogiendo su tenedor,
luego bajándolo de nuevo. - ¿Sabes que todas las cosas que Pip nos dijo son una
mierda?

- No, no lo son, -dijo Anna ligeramente.

Peter subió una ceja. Él no tenía intención de pasar a la ofensiva, pero parecía no poder
detenerse. - Incluso tus padres la firmaron.

Anna palideció. - Ellos no sabían lo que estaban haciendo. Eran jóvenes. Desearon no
haberlo hecho.

- Sin embargo la firmaron.

- ¿Cuál es el problema, Peter? ¿Por qué estás hablando así? Es como si fueras...

- ¿Como un Pincent? Bueno, lo soy. Soy el nieto de Richard Pincent. El bisnieto de Albert
Fern. Mi familia inventó la Longevidad, Anna. Tal vez está en mi sangre.

Los ojos de Anna se ampliaron en shock. - No está en tu sangre. Tú odias a los Pincents.
Nosotros vamos a Excluir Voluntariamente, Peter. Sabes que lo haremos.

Él estaba siendo cruel. Se odiaba por serlo. Tomó un bocado del pastel de carne. - ¿Y
conseguir qué? ¿Morir joven, antes de poder hacer una diferencia? ¿Por qué
deberíamos? ¿Por qué no deberíamos quedarnos por ahí como todos los demás?
La Resistencia
- Porque tenemos que hacer lugar para nuevas personas, -Anna jadeó. - Vamos a crear
una Nueva Generación. Tú sabes eso. ¿Qué está mal en ti?

- ¿Qué es lo bueno de nuevas personas? -interrumpió Peter. - Y qué si no podemos...


quiero decir, ¿qué pasa si no hay Nueva Generación? ¿Qué pasa entonces?

- No sé a lo que te refieres, -dijo Anna, su rostro fijándose en la expresión que Peter


recordaba del Gange Hall - parte obstinada, parte miedo.

- Claro que tú no lo sabes. ¿Cómo podrías? -Peter respondió, su ira convirtiéndose en


amargura, odiándose porque sabía que estaba sacando su ira sobre la única persona que
era completamente inocente. - Tú no sabes nada. Eres muy ingenua, ese es tu problema.
Crees en todo lo que te han dicho. En lo que tus padres te dijeron. Lo que Mrs. Pincent te
dijo. Lo que yo te digo. Pero todo es basura, Anna. No puedo creer que no puedas verlo.

Anna tragó y él pudo ver un pinchazo de lágrimas en sus ojos.

- No es basura, -dijo ella, su voz rompiéndose solo un poco. - Y yo no soy ingenua. Has
estado bebiendo y no sabes lo que estás diciendo y deseo que te callaras.

- Tal vez debería, -dijo Peter, levantándose, negando a encontrarse con sus ojos. - Eso es
lo que Pip quiere que haga, estoy seguro. Solo cállate y haz lo que te digo y no preguntes
cualquier pregunta difícil.

- ¿Pip? Pero él está de nuestro lado. Nos está ayudando...

- Correcto, -dijo Peter sarcásticamente. - ¿Tú piensas que él nos ayudará si firmamos la
Declaración? ¿Piensas que estará de nuestro lado en ese momento?

- ¡No! -Anna estaba de pie ahora, fuego en sus ojos que Peter no había visto en mucho
tiempo. - No, no lo hará. Porque no sucederá. No hables así, Peter. Me estas asustando.
No firmaremos. Nunca firmaremos. Vamos a tener niños, y ellos no serán Excedentes.
Ellos nunca serán Excedentes.

Peter la observó, tratando de colocar en palabras todos los pensamientos y sentimientos


que atestaban su cabeza. Él sabía la verdad. No habría niños. Siempre serian ellos dos y
Ben. No había más una razón para no firmar, ninguna razón para morir. Pero no podría
decirle a ella. No todavía. - Si me amas, firmarías. -Le arrojó las palabras a ella, pateando
su silla y marchándose con furia de la cocina.

- Peter... -Anna lo llamó detrás de él pero apenas la escuchó mientras entraba dando
patadas a la sala de estar, derrumbándose en el sofá y cayó en un sueño profundo, sin
sueños.

- ¿Peter?
La Resistencia
Peter miró para arriba, desorientado. Entrecerró los ojos al rostro frente a él, a esos
familiares ojos mirándolo.

- ¿Pip?

- Anna me llamó. Dijo que has estado bebiendo. Sonaba muy preocupada por ti.

- ¿Ella te llamó? -se paró y miró a Pip incrédulamente. - ¿Y tu vienes aquí? ¿Qué hay del
código de nombres? ¿Qué hay de la seguridad?

- Una emergencia es una emergencia. Y no te preocupes, fui cuidadoso, -dijo Pip. Había
música sonando; Peter observo alrededor y vio que la radio estaba encendida. Claro que
estaba, pensó amargamente. Pip nunca perdía un truco. - Anna dijo que estabas
confundido, -continuó Pip. - Me gustaría ayudar.

- Bueno ella está equivocada, -dijo Peter con enfado, moviendo su cabeza y
comprendiendo que todavía estaba intoxicado. - No estoy confundido sobre nada. Le dije
que íbamos a firmar la Declaración. De todos modos, ¿qué estás haciendo aquí afuera en
lo abierto? Pensé que solo te gustaban las habitaciones oscuras, sintiéndote importante.

- ¿Quieres firmar la Declaración? -La voz de Pip estaba estable, llana y eso lo condujo a
Peter a la ira.

- ¿Quieres darme una razón de porqué no debería? -preguntó

Furioso, se paró de repente, luego, agarró el lado del sofá para mantener su equilibrio. -
¿Quieres decirme que el Programa de Esterilización de Excedentes nunca sucedió?
¿Quieres decirle a Anna que después de toda la mierda que nos has estado alimentando
sobre 'siendo la revolución' y 'padres de los futuros niños del mundo' ella nunca va a tener
un hijo? ¿Que ella no puede porque su interior ha sido arrancado o puesto a dormir o
apagado, o lo que sea que le han hecho? Porque yo no puedo decirle.

Pip lo estaba mirando extrañamente. - El Programa. ¿Es realmente verdad? ¿Sucedió?


¿Cómo lo sabes? ¿Cómo te enteraste?

Peter no dijo nada por unos segundos. Incluso a través de su ira había albergado alguna
pequeña esperanza de que pudiera haber una explicación, que Pip no se habría enterado.
- Vi el reporte, -dijo finalmente, en voz baja y amarga. - Vi nuestros nombres en la lista. -
Miró a Pip con repulsión. - Tu sabias, -dijo, sacudiendo su cabeza. - Pensé que deberías
saberlo, dijiste que sabias todo. Pero entonces pensé que no, no podrías saberlo, porque
si tú aun sospechabas algo, nos habrías dicho. No nos habrías permitido que
Excluyéramos voluntariamente la Declaración, para construir nuestra vida entera en torno
a tener hijos, cuando sabias muy bien que nosotros no podríamos tener ninguno. Pensé
que no serias un gran bastardo. Pero supongo que estaba equivocado. Tal vez eres el
único que ha sobrevivido a su utilidad, Pip. ¿Incluso pensaste en eso?
La Resistencia
Podía ver los ojos de Pip ampliarse un poco, incluso en la oscuridad de la sala de estar,
iluminada por un rayo de luz de la luna a través de la ventana. Culpa, Peter pensó. O tal
vez solo el shock de ser atrapado.

- Peter, debes escuchar. Se habló de tal Programa pero entendimos que había sido
abandonado. Pero si incluso esta tragedia aconteció, todavía hay razón para Excluir
Voluntariamente. Prestar declaración. Tú, de todas las personas. La vida eterna nunca fue
el destino de la humanidad, Peter. Debemos luchar contra el dogma de que la muerte está
mal, que el ciclo de la naturaleza puede ser ignorado.

- Como tú, ¿quieres decir? -Preguntó Peter, sus ojos relampagueantes.

- Oh, no. Eso es correcto. Firmaste la Declaración, ¿no? Vivir para siempre no es algo
que estabas preparado para sacrificar, ¿no? Como yo. Como Peter Pincent.

Pip frunció el seño con inquietud. - Peter, sabes muy bien que no tengo interés en
prolongar mi propia vida, en observar toda esta miseria desplegar; pero mi papel en la
resistencia quiere decir que tuve que firmar la Declaración para asegurar que el
movimiento podría desarrollarse. No podía arriesgarlo muriendo. Vivo por la causa, eso es
todo.

- Quieres decir que no podías arriesgarte a vivir hasta la siguiente generación para dirigir
el Subterráneo en caso de que rechazaren tus ideas, -escupió Peter. - Eres tan malo
como las Autoridades. Todos ustedes se preocupan sobre sus propios intereses. Bueno,
vete al carajo. He tenido suficiente. Nunca haces nada de todos modos. Hasta lo que
puedo ver, Pincent Pharma exactamente no tiene miedo de ti.

Pip frunció el ceño. - Lamento que te sientas de esta manera. Nunca intenté ser
importante, solo proteger a la humanidad de la terrible tentación de la vida eterna, solo
luchar por lo nuevo, por la juventud. Iba a contactarme contigo mañana de todos modos,
Peter, porque tengo información sobre Pincent Pharma que quiero que tu investigues.
Una Unidad X en el sexto piso. Estamos bastante preocupados sobre lo que sucede ahí.

- ¿Unidad X? -Peter puso las manos en sus bolsillos. - No me dices nada por semanas y
ahora que por fin he visto a través de ti, ¿me dices sobre una Unidad X? No soy un idiota,
Pip. Ya he tenido suficiente. Pienso que deberías marcharte.

Abrió la puerta de la sala de estar para irse; Pip se levantó. - Peter, no te alejes de mí.
Estás cometiendo un error. Para Anna como para ti.

Peter se dio la vuelta, con sus ojos encendidos. - No me hables sobre Anna, -dijo, su voz
baja y ronca. - No después de esto. Y ni siquiera pienses en contactarte con ella otra vez.
Vamos a firmar, y vamos a ser felices. Haces un movimiento y digo todo sobre ti a las
Autoridades. Quiero que nos dejes solos, Pip, ¿entiendes? Solo déjanos en paz.
La Resistencia
- Lo entiendo. -La voz de Pip era amable; triste antes que furia. - Pero estoy aquí por ti,
Peter. Siempre estaré aquí.

- Lo que sea, -dijo Peter, empujándolo al pasar por su lado y haciendo su camino por las
escaleras hacia el dormitorio. - Puedes ver la salida.

Luego, recordando algo, se dio la vuelta. - Tengo tu mensaje, por cierto. Archivo 23b,
¿no? -Casualmente, lo sacó de abajo de su cinturón y lo arrojó por las escaleras.

- ¿Mensaje? -Pip había seguido a Peter desde la sala de estar hasta el vestíbulo. - ¿Qué
mensaje?

- Considéralo mi último trabajo para el Subterráneo. Considéralo nuestra renuncia.

- Espera, Peter. No sé qué es lo que quieres decir. No te pregunte por un archivo... -Pip
llamó detrás de él, pero Peter ya había alcanzado la cima de las escaleras y giró en la
esquina. Y mientras se deslizó lentamente hacia el dormitorio, su ira se volvió
desesperación. Las lágrimas que habían tratado con tanta fuerza de caer antes
comenzaron a fluir de sus ojos, mientras hacia lo mejor para contenerlas.

- Lo siento, suplicó, -mientras se metía en la cama y tiraba a Anna hacia él. - No te


merezco. Lo siento.

- Claro que me mereces, -susurró Anna, girando y envolviendo sus brazos alrededor de
él. - Todo va a estar bien. -Y Peter la apretó con fuerza en respuesta, más apretada que
nunca antes, porque sabía que no lo estaría, porque sabía que las cosas nunca estarían
bien otra vez.
La Resistencia

Capítulo 14
Anna cuidadosamente maniobró el maltratado cochecito de Ben por las escaleras que
conducen a las calles principales, y siguió por la curva hasta que alcanzó el Camino del
Pescador, donde la tienda de café 'Días Brillantes' estaba situada y donde estaba
esperando encontrarse con María. No se sentía como un día luminoso. Se sentía como un
horrible, negro, melancólico día, incluso si el sol estaba haciendo lo mejor para brillar a
través de las nubes. Peter se había marchado temprano esa mañana, no había dicho
nada sobre la noche anterior, no le había dado palabras tranquilizadoras de que todo
estaría bien, que las cosas volverían a la normalidad. Pip le había garantizado que estaría
observándolo de cerca, que no debería preocuparse. Pero sí se preocupaba, se
preocupaba todo el tiempo. Se sentía como un globo, sentía como si Peter estuviera
perdiendo su agarre sobre ella, que en cualquier minuto ella estaría flotando lejos en el
olvido, sola y sin ayuda en un cielo sin fin.

Mientras entraba a la tienda de café, vio a María sentada en una mesa pequeña junto a la
ventana y la saludó, aliviada de ver un rostro amigable, un rostro que no parecía
decepcionado por ella o enojado sin ninguna razón. María inmediatamente se levantó y la
ayudó a guiar a Ben a través de las mesas agrupadas estrechamente, luego sonrió con
benevolencia a él. - Qué pequeño hombre tan apuesto, -dijo con tristeza. - Que lástima
que no tendrá ningún amigo con quien jugar.

La sonrisa en el rostro de María era tan dulce, tan cálida, y Anna sintió sus ojos
llenándose de lágrimas. Ansiaba hablar con alguien sobre Peter, escuchar una voz
confortable diciéndole que su ira, sus palabras, no habían significado nada, pero en su
lugar limpió sus lágrimas rápidamente y se sentó, ordenando una taza de té dulce para
ella y un vaso de leche para Ben.

- Sabes, estoy muy agradecida que hayas venido, -dijo María, una vez que la camarera se
había marchado. - Has pasado mucho ya. No hay razón de porque deberías preocuparte
por otros Excedentes.

Anna negó con la cabeza. - Claro que debo hacerlo, -dijo firmemente, su confianza
volviendo lentamente. - Peter y yo fuimos afortunados. Pero hay muchos Excedentes que
no son tan afortunados. Quienes todavía están en Halls, quienes... -se retorció mientras
hablaba; casi podía oler el viciado, aire institucional del Grange Hall.

- Quienes necesitan nuestra ayuda, -susurró María, luego se movió más cerca de Anna. -
Lo que quiero preguntarte, Anna... puedes decir que no. Quiero dejar muy en claro eso.
No espero nada de ti - has pasado por mucho y sé que tienes una gran cantidad en tu
plato, con Ben y todo.
La Resistencia
Anna asintió seriamente, y sintió los cabellos de su nuca sobresalirse un poco como
siempre lo hacia cuando sabia que algo importante estaba por suceder.

- El asunto es, Anna, hay niños siendo escondidos por todo el país - por sus padres, por
parientes, por simpatizantes. Pero se está poniendo más y más difícil.

- ¿Tú estás... estás escondiendo niños? Excedentes, quieres decir.

María asintió. - Preferimos describirlos como niños y jóvenes, -dijo cuidadosamente.

- Como mis padres, -dijo Anna sin aliento. - ¿Estas tu... trabajas para el Subterráneo?

María frunció el ceño. - No, Anna. Nosotros... Preferimos mantenernos separados del
Subterráneo.

- ¡Pero el Subterráneo puede ayudarte! Ellos me ayudaron y a Peter. Ayudaron a mis


padres. Realmente, podría contactarme por ti... ¿si lo quieres?

María negó con la cabeza. - Anna, cuando estas implicada en algo tan peligroso como
esto, es importante mantener el número de personas envueltas muy pequeño. Es solo
una cuestión de confianza.

- ¿Tú no confías en el Subterráneo? Pero eso es tonto. Ellos son las únicas personas en
las que puedes confiar.

La boca de María se torció ligeramente. - Tal vez. Y sé que te ayudaron a ti y a tus


padres. Pero otros Excedentes en su protección han sido encontrados. Estoy segura que
tienen sus prioridades, pero no estamos interesados en revolución. Solo queremos
proteger a los niños.

Anna sintió su pecho oprimirse. - ¿Y piensas que el Subterráneo no?

María mordió su labio - Solo pienso que a veces es seguro actuar sola.

Anna tomó unos segundos para digerir la información. - ¿Y qué es lo que estás haciendo?
¿Qué es lo que puedo hacer para ayudar?

María miró alrededor furtivamente; la tienda de café estaba repleta, pero nadie parecía
prestarles ninguna atención.

- Queremos interrumpir los Establecimientos de Excedentes, -dijo, cuando parecía


satisfecha que nadie estaba escuchando. - Queremos ayudar a los niños en ellos a
escapar.

Los ojos de Anna se ampliaron y su corazón estaba golpeando en su pecho. - ¿Tú quieres
irrumpir en el Grange Hall? Eso es imposible. Hay guardias, Cazadores...
La Resistencia
- Yo sé eso, Anna. Lo hago. Pero pensamos... si pudiste salir, entonces nosotros
podemos entrar. Crear una distracción. Luego, cuando todos estén buscando por otro
camino, sacaremos a los Excedentes.

- ¿Sacarlos? -La cabeza de Anna se llenó de repente de imágenes del Grange Hall, con
los fríos, desolados corredores, los pequeños dormitorios, los techos bajos, ella se
estremeció. - Pero... pero...

- Necesitamos planos, disposiciones; necesitamos saber cómo escapaste, Anna, -María


estaba diciendo.

Anna se sacudió. - Nunca lo conseguirás, -susurró. - Te atraparán. Te enviarán a prisión.

- Tal vez. Pero eso es un riesgo que tenemos que tomar. Alguien tiene que hacer algo,
Anna. Incluso si fallamos, las personas escucharan lo que hemos hecho. Las Autoridades
comprenderán que no pueden ignorarnos.

Anna tomó un profundo respiro. María estaba en lo correcto. Siempre valía la pena
intentarlo. Peter le había enseñado eso - si no le hubiese creído, todavía estaría detrás de
las paredes del Grange Hall. - Peter tenía un mapa, -dijo indecisamente. - Del
Subterráneo. Nosotros salimos a través del Solitario. En el sótano. Pero lo habrán cerrado
ahora. El túnel, me refiero.

- Por supuesto, pero todavía eso es de gran utilidad. ¿Sabes cómo consiguieron el mapa?
¿Peter todavía lo tiene?

- No sé cómo lo consiguieron. Alguien en las Autoridades, tal vez. Creo que Peter todavía
lo tiene, sin embargo. Estoy segura que lo tiene. -Anna miró hacia arriba a María
ansiosamente. - ¿Pero donde llevarás a los Excedentes? ¿Cómo los mantendrás a salvo?

- Te refieres a los niños, -María la corrigió, inclinándose sobre el cochecito de Ben y


acariciando su cabeza. - Las personas se ocuparán de ellos. Personas como nosotros. -
Ella se levantó para marcharse. - Gracias, Anna. Sabía que eras buena y valiente. Tan
pronto como vi tu rostro, sabía que eras alguien en que podía confiar. Estaré en contacto,
y hasta entonces, cuida de este hombrecito, ¿quieres?

Presionó la mano de Anna, luego se giró y se marchó, dejando a Anna mirándola. Era una
locura, pensó. No podas solo irrumpir en el Grange Hall. No podías sacar quinientos
Excedentes en secreto y mantenerlos escondidos.

Pero de nuevo, ella le había dicho a Peter que era inútil tratar de escapar, y lo habían
hecho, ¿no? Lentamente, levantó su té y tomó un sorbo, preguntándose cómo mencionar
el mapa a Peter, teniendo en cuenta su estado de ánimo. Decidió que tal vez no diría
nada por el momento; por ahora mantendría el plan de María para ella misma.
La Resistencia

Capítulo 15
Después de lo que había sentido como la mañana más larga que jamás había
experimentado, Peter miró con indiferencia a su estofado de pollo con extra hierro y su
batido tranquilizante que la huella de su palma había ordenado por él. Se suponía que
refuerza tanto su sistema inmunológico y reduce su presión arterial. Lo que realmente
necesitaba, pensó, era algo para aliviar el dolor en su cabeza y la sensación de nauseas
que avanzaba cada vez que pensaba en Anna, en la Declaración, de la elección que tenía
por delante.

- No sabía que estabas estresado, -dijo el Dr. Edwards, sentándose y mirando el batido. -
¿Algo de lo que te gustaría hablar?

Peter negó con la cabeza. - Estoy bien, -dijo categóricamente. - Esas máquinas no saben
de lo que hablan.

El Dr. Edwards sonrió. - Ya veo. Cientos de años de investigación y desarrollo tecnológico


desperdiciados. Bueno, supongo que podrías estar en lo correcto. Pero, de nuevo, tus
pupilas dilatadas, las líneas de expresión por encima de los ojos y el hecho de que has
estado observando tu comida por cinco minutos completos sin siquiera levantar la cuchara
me sugiere que tal vez la maquina puede saber de lo que está hablando. Por decirlo así.

Sus ojos estaban centellando, pero Peter no estaba de humor para su gracia.

- Bien, -dijo rígidamente. - Tomaré mi batido. -Lo recogió y bebió un poco - para su
sorpresa, estaba delicioso. Intentó bajarlo después de uno o dos tragos, pero de alguna
manera la instrucción no llegó a su mano o a su boca y momentos después, el vaso
estaba vacío. Lo bajó y se recostó en su silla; se sintió cálido, nutrido y un poco tonto, un
poco como se había sentido años atrás cuando conoció por primera vez a los Coveys,
cuando lo metieron en la cama y le leyeron una historia y le contaron que estaría a salvo
con ellos.

Empezó a comer su estofado.

- ¿Tomo que tu estado de ánimo no está relacionado con los códigos que te he hecho
memorizar esta mañana? -preguntó el Dr. Edwards, luego se sentó hacia atrás en su silla.
- Lo siento. No es realmente de mi incumbencia. Si no quieres hablar, no debes hacerlo.

- No quiero, -dijo Peter firmemente, bajando su cuchara. Luego estudió cuidadosamente el


rostro del Dr. Edwards. En realidad, si quería hablar, el hecho mismo lo sorprendió.

- ¿Tu sabes del Programa de Esterilización de Excedentes? -preguntó, unos momentos


después.
La Resistencia
El Dr. Edwards frunció el ceño. - ¿Esterilización? No, Peter. No puedo decir que lo hago.
¿Es nuevo?

- No es nuevo. -Peter pausó brevemente, mirando a las cámaras, luego bajó su voz. -
Solo es nuevo para mí. Pausó de nuevo, tratando de tragar el nudo que había aparecido
en su garganta. - Resulta que no voy a ser de mucho uso en propagar la raza humana
después de todo. Ni Anna. Ellos esterilizan Excedentes cuando son atrapados.
Simplemente no creen en decirle a nadie. -Intentó una risa ocasional; salió sonando
amarga y enojada.

- Peter, lo siento. No tenía idea. -El Dr. Edwards se veía verdaderamente compresivo;
Peter se encogió de hombros.

- Sí, bueno, -dijo, regresando a su bol y metiendo mas estofado en su boca. - Supongo
que debería haber esperado algo así.

- ¿Cómo podías esperar eso? Debe ser muy difícil para ti.

Peter pensó por un momento.

- Algo así. -Bajó su cuchara y miró al Dr. Edwards, a su sonrisa amable y a sus ojos
preocupados. - Es peor para Anna, -dijo rápido. - Ella se situó en la idea de tener niños,
piensa que es su propósito de vida o algo así.

- ¿Y tú?

- ¿Yo? -Peter se aclaró la garganta, tratando de ganar tiempo. - No sé cuál es mi


propósito, -dijo finalmente. - Tal vez ni siquiera tengo uno.

- Por supuesto que tienes uno. Y Anna encontrará uno nuevo, estoy seguro de eso.

- Anna todavía no lo sabe.

- Ah. Ahora entiendo la lectura de la máquina.

- Quiero que lo entienda.

- ¿Que lo entienda?

Peter se mordió el labio. - Eso no es mi culpa, yo no quería esto...

- ¿Te sientes culpable?

- No. Tal vez. No sé cómo decirle. No sé por dónde comenzar.

- Creo que no lo sabrás hasta que lo hayas intentado. ¿Por qué no vas ahora?

- ¿En serio? -Peter miró con esperanza.


La Resistencia
- En serio. Eres un buen estudiante, Peter, pero no eres inestimable. No aun, de todas
formas.

Para su sorpresa, Peter se encontró sonriendo abiertamente. Se sintió mucho mejor. Sin
carga. Ligero. Y cálido, en una manera confusa. - Gracias, Dr. Edwards. Muchísimas
gracias. Yo lo... lo veré mañana. -Levantándose, Peter hizo su camino fuera del comedor,
balanceándose un poco mientras caminaba. Mientras rozaba las mesas, golpeando una o
dos, se dio cuenta que ya no veía a las personas comiendo el almuerzo como enemigos.
Uno o dos de ellos incluso le sonrieron mientras pasaba por delante. Si firmaba la
Declaración y tomaba la Longevidad, pensó, ¿seguiría aquí en cien años o estaría en otro
lugar por completo? Las preguntas flotaban alrededor de su cabeza, pero ellas no lo
oprimían. Se sintió calmado, confiado y seguro de sí mismo por primera vez en mucho
tiempo. Se sintió seguro que podía convencer a Anna. Después de todo, pensó mientras
se alejaba de Pincent Pharma y saludaba brevemente al sonriente guardia de seguridad,
tenía todo el tiempo en el mundo para hacerlo.

Peter estaba tarareando mientras se aproximaba a la casa. Su desesperación de la noche


anterior se sentía ajena y extraña ahora como un mal sueño. Se sentía seguro que Anna
vería las cosas como él, que ella, también, abrazaría la oportunidad de vivir por siempre,
una vez que haya superado su decepción inicial. Incluso su casa no se veía tan mal esa
mañana - claro, todavía era un completo agujero, pero era su agujero. Era su hogar, por
ahora, antes de que estén listos para mudarse. Y se estarían mudando pronto, estaba
seguro de eso. Iba a lograr algo con su vida; iba a hacer un poco de dinero y dentro de
unos años sería capaz de mudarlos fuera de los suburbios. Sea lo que sea que las
Autoridades tengan para decir al respecto. Compraría una casa grande donde Ben tendría
un cuarto para jugar y lo llenaría de libros para Anna. Tal vez viajarían, también - Anna
siempre ha dicho que quería ver el desierto y ahora que ellos tenían por los siglos de
extensión por delante, podían ir allí por tanto tiempo que quiera. Tomarían un bote o un
tren; eso sería una aventura. Una de muchas aventuras. Nunca se aburrirían porque
nunca se detendrían de descubrir nuevas cosas, nunca se detendrían de explorar y
conocer. La Longevidad no era mala, era solo que la mayoría de las personas eran
ignorantes y tontas y no sabían como usar su tiempo. Se sentaban alrededor
preocupándose por sus arrugas en lugar de ver su vida larga como una gran oportunidad.
Anna y él serían diferentes. Anna y él harían valer cada minuto. Anna y él harían algo por
ellos mismos.

Sacando sus llaves, Peter abrió la puerta y deambuló a la cocina. Anna, quien estaba en
el piso jugando con Ben, miró hacia arriba en shock.

- ¿Has sido despedido? -preguntó con ojos abiertos. - ¿Qué sucedió? ¿Cómo se atreven?
La Resistencia
Peter sonrió abiertamente. - No te preocupes. No he sido despedido; Me dieron sólo unas
pocas horas por buena conducta.

- ¿Buena conducta? -Anna parecía perpleja.

¡Hola, pequeñín! -Peter recogió a Ben en sus brazos y lo sostuvo sobre su cabeza,
sonriendo como Ben gritaba de alegría. Luego, devolviendo Ben a Anna, sacó una caja de
su mochila. - Chocolates, -dijo. - Pensé que podrían gustarte.

- ¡Gracias! -Anna tomó su regalo, sus ojos todavía lo seguían con incertidumbre. - ¿Y
estás seguro que todo está bien?

- Por supuesto. -Peter sacó una silla de la mesa y se sentó en ella. Luego miró a Anna,
seriamente. - Escucha, siento mucho por lo de ayer. Fui un idiota.

El rostro de Anna se ruborizó. - No, no lo fuiste. Tu solo estabas cansado. Debe ser
horrible trabajar en Pincent Pharma, Peter. Pero no puedes dejar que te afecte. No vamos
a firmar la Declaración. Todavía hay personas luchando. Todavía hay personas que se
preocupan por los Excedentes y la naturaleza. Realmente las hay.

- No es eso, -dijo Peter, sonriendo incómodamente. - Quiero decir, sé que hay personas
luchando. Y eso es genial. Pero no significa que todos tienen que... no significa que
Excluyendo Voluntariamente sea la única manera.

La frente de Anna se arrugó en incomprensión y atrajo a Ben hacia ella. - Pero no veo
cómo no lo es, dijo ella. - Firmando la Declaración significa comprometerse a no...
Significa que extiendes tu propia vida en lugar de vida nueva. Es en contra de la Madre
Naturaleza. Esta... está mal, Peter. Es a causa de la Declaración que existen Excedentes.
Es a causa de la Declaración que hay Cazadores y madres llorando hasta quedarse
dormidas porque sus bebés fueron arrebatados de ellas. Es a causa de la Declaración
que el Grange Hall existe...

Su voz se había vuelto más pequeña y su rostro estaba caliente. Peter respiró hondo.

- La cosa es, Anna, que a veces las personas no tienen elección. Y eso cambia las cosas.

¿Por qué era tan débil? él se castigaba. ¿Por qué no podía sólo decirle?

- Todo el mundo tiene una elección, -dijo Anna. Su voz todavía era silenciosa, pero había
ánimo en ella.

- No todos. -Él aclaró su garganta que de repente se había puesto apretada. Ben
comenzó a llorar y Anna se puso de pie, meciéndolo y calmándolo.

- ¿Es eso lo que te dijeron en Pincent Pharma? -preguntó misteriosamente, sin


encontrarse con sus ojos. - ¿Es eso lo que tu abuelo dijo? No puedes confiar en él, Peter,
La Resistencia
tú sabes eso. No puedes confiar en nadie. Ni siquiera en el Subterráneo. No
necesariamente.

Peter la miraba con extrañeza entonces recordó su discusión con Pip la noche anterior.
Se preguntó cuánto ella había oído de esa discusión.

- ¿Tu confías en mi? -él preguntó. Los efectos de su batido tranquilizante comenzaron a
disminuir, Peter podía sentir sus músculos tensándose, podía escuchar su voz cada vez
un poco más estrangulada, insegura.

Anna asintió. - Por supuesto que sí. Confío en ti completamente.

- ¿Firmarías la Declaración si te lo pido?

- Tu nunca me lo has preguntado, -dijo Anna, mirando atentamente a Ben. - Tú odias la


Longevidad. Odias a Pincent Pharma. Tú odias...

Peter la miró a ella, a su translúcida y pálida piel, a la determinación ardiente en sus ojos -
la misma determinación de la que se había enamorado la primera vez que la había visto.
Incluso dentro de los confines del Grange Hall. Ella había logrado conservar un aire de
dignidad, de autoridad; ahora, él no podía soportar ser el que lo arrojara, y dejó caer su
cabeza entre sus manos.

- Lo que odio es que tú no sabes la verdad. Anna, no tenemos una elección, -dijo. - El
Subterráneo nos mintió.

- No sé lo que quieres decir, -dijo Anna, sacudiendo su cabeza firmemente. - Tenemos


que Excluir Voluntariamente. Somos la Próxima Generación y seremos los padres de la
generación después de nosotros. Vamos a vivir por siempre a través de nuestros hijos. Tú
sabes eso.

- Anna no podemos tener hijos.- Lo dijo casi silenciosamente, y después no podía estar
completamente seguro que había pronunciado las palabras en absoluto. Anna lo estaba
mirando desamparadamente, confundida. - No podemos tener hijos por el Programa de
Esterilización de Excedentes, -continuó, encontrando el coraje de algún lado para mirarla
a los ojos mientras hablaba. - Me enteré sobre esto ayer. Yo...

Lentamente, el rostro de Anna cambió de incomprensión a incredulidad. Peter sacó el


informe, el informe que había robado de su abuelo y se lo entregó a ella. Lo puso en la
mesa frente a ella, mirándolo sin expresión.

- No hay nada que podamos hacer, -continuó Peter. - Las Autoridades lo hicieron. En el
Grange Hall.

- No, -la voz de Anna era irreconocible. - No, no es verdad.


La Resistencia
- Esta bien, Anna, -Peter se encontró diciendo. - Porque nosotros todavía estaremos
juntos. Y tendremos un para siempre para hacer una diferencia.

- No quiero un para siempre, -Anna murmuró. Estaba temblando; sus ojos estaban un
poco vidriosos.

- Tu sólo necesitas acostumbrarte a la idea, Anna, -dijo Peter rápido, agarrando sus
manos para tratar de calmarla. Él tenía que hacerla ver, tenía que abrir sus ojos a las
posibilidades así podía ver las cosas como él. - La Longevidad es asombrosa - es
increíble, de hecho. Y tendremos tiempo para hacer todo lo que alguna vez quisiste hacer.
Podemos ir al desierto. Podemos viajar a través del mundo. Puedes leer cada libro que se
ha escrito, y escribir un millón, también.

- No lo entiendo, -dijo Anna, su voz apenas audible. - ¿Por qué estás diciendo esto?

- Anna tienes que saber la verdad. También estaba furioso, pero sucedió. Incluso Pip
sabia de esto. Quería que nos Excluyéramos Voluntariamente, Anna, aunque no podemos
tener niños, sólo para meter dos dedos hasta las Autoridades. Es el Subterráneo quien
mintió.

Los ojos de Anna regresaron al trozo de papel frente a ella, luego parpadearon alrededor
de la habitación. Y luego su boca se abrió y dejó salir un gemido tan alto, tan áspero,
Peter apenas podía creer que emanaba de ella.

- No, -ella gritó. - No. Por favor, no. Por favor... Su rostro estaba contraído, sonrojado,
Peter se estremeció.

- Lo siento, -susurró. - Estoy tan apenado como tú lo estás, créeme.

Pero en lugar de asentir, como había esperado, en vez de aceptar su destino como él lo
había hecho, Anna empujó su silla y se puso de pie, su rostro desdeñoso y sus ojos tan
negros como el trueno. - Tú no lo sientes, -ella gritó, desesperadamente. - Estas
satisfecho. Has cambiado, Peter. Te has convertido como ellos. Quieres que firme la
Declaración y no lo haré. Nunca firmaré, Peter, no mientras viva. Yo no... -Se quedó
mirándolo por unos segundos, como si se le ocurriera las palabras adecuadas, su cuerpo
temblaba mientras estaba parada frente a él.

- No he cambiado, -imploró Peter, tratando de convencerse así como a ella,


preguntándose quién estaba oyendo esta conversación, lo que estaban pensando. - Solo
he visto la luz. Se sensata, Anna. Tienes que hacerlo. Te necesito. Es tú y yo, juntos. No
puedo hacerlo sin ti, Anna. Por favor no me dejes.

- Tu eres el único que nos está dejando, -dijo Anna, sacudiendo su cabeza a Peter,
reforzando todas sus dudas de si mismo, todo su odio a sí mismo. - Yo nunca firmaré,
Peter. No me importa lo que digas.
La Resistencia
Mientras Peter la miraba, podía sentir una negra, y silenciosa irá aumentando dentro de
él, porque ella no lo entendería, por lo que estaba haciendo para ella.

- Sabes, -dijo con su voz amarga, - nunca he confiado en nadie. No hasta que te conocí. Y
pensé que podía contar contigo, de verdad lo hice. Pero ahora... debería haber sabido
que tú me defraudarías al final de todo. Gracias, Anna. Gracias por nada. -Desvió la
mirada de ella, no podía soportar ver el dolor en sus ojos. Ella se paró frente a él por
segundos, minutos - no estaba seguro. Y luego, silenciosamente, apretando a Ben hacia
ella, dejó la cocina y subió corriendo por las escaleras, cerrando de golpe la puerta del
dormitorio detrás de ella.
La Resistencia

Capítulo 16
Al día siguiente Peter se despertó sintiéndose agitado, y apático. Anna ya estaba
levantada, la podía escuchar trabajando alrededor de la cocina, la podía escuchar
parloteando con Ben. Ella sonaba tan a gusto, tan relajada y sin embargo sabía que al
momento que bajaría la apariencia se rompería, para ser reemplazada por tensión, por
ira, por rechazo. Todo lo que había hecho fue decirle la verdad y ahora se sentía
traicionado, expulsado, y abandonado.

Finalmente, se obligó a salir de la cama, retrasando el momento donde tendría que


afrontarla, tomando una ducha, fregándose por todos lados y luego vistiéndose en
silencio. Tenía su abrigo en el momento que entraba a la cocina; en cuanto más antes
estaba fuera de la puerta, mejor.

Anna miró para arriba y él pudo ver que había estado llorando.

- ¿No quieres desayunar? -preguntó, evitando sus ojos, su voz teñida con reproche.

Él negó con la cabeza. - Estoy llegando tarde. Mejor me voy a trabajar.

Anna asintió y se volvió hacia Ben.

- Entonces te veré más tarde, -dijo Peter, obligando a alejar a sus ojos de ella.

- Esta bien.

Ella no se volvió; Peter se encogió de hombros y caminó hacia la puerta delantera,


golpeándola fuerte detrás de él. Para el tiempo que llegó a Pincent Pharma, su humor
había empeorado, no fue mejorado por el hecho de que su abuelo lo estaba esperando en
el laboratorio.

- El Dr. Edwards me contó que vas a firmar la Declaración.

Peter se quedó ligeramente, luego frunció el ceño y miró al Dr. Edwards, cuya expresión
era ilegible.

- ¿Lo hizo? -Peter se sacó su abrigo y lo colgó en un gancho, cuidadoso de no reaccionar,


obligándose a no decir nada que lamentaría.

- Has tomado la decisión correcta.

- Resulta que no tenía otra opción.

Su abuelo se lo quedó mirando desapasionadamente por unos segundos. - Peter, -dijo, -


entiendo que viniste por un poco de información. Algo que estaba esperando no tener que
La Resistencia
decirte nada hasta después de que hayas firmado por las razones correctas. Estoy
confundido en cuanto a cómo llegaste a ella. Sin embargo, creo que las circunstancias
como estos asuntos podrían ser pasados por alto.

- Correcto. Gracias.

Peter le disparó una mirada furtiva al Dr. Edwards quien estaba mirándolo con curiosidad.

- ¿Así que definitivamente vas a firmar? -Su abuelo lo estaba mirando atentamente; Peter
tragó incómodamente. - Porque estaba pensando que deberíamos celebrarlo. Tener una
conferencia de prensa, tal vez...

- No voy a firmar, -la voz de Peter era monótona.

- ¿No firmarás?

- No.

Hubo una pausa. - Ya veo. -El rostro de su abuelo estaba serio. - Bueno, ¿no es una
pena? ¿Alguna razón en particular?

Peter no dijo nada; su abuelo, a pesar de todo, no parecía necesitar escuchar la razón en
voz alta. - ¿Es la chica, no es así? Ella te lo está impidiendo.

El continuo silencio de Peter fue toda la respuesta que necesitaba; Richard Pincent sonrió
tensamente, y dejó el laboratorio.

- No me di cuenta que ustedes dos fueran tan cercanos, -dijo Peter maliciosamente al Dr.
Edwards, y se puso su bata de laboratorio.
La Resistencia

Capítulo 17
Era media mañana, y la casa en Surbiton estaba en silencio, de vez en cuando el sonido
de un coche lejano se oía, o las voces estridentes de los vecinos saludándose en la calle,
pero dentro de la casa en sí misma nada se movió. Ben estaba teniendo su siesta, las
cortinas estaban cerradas contra el día frío, el cielo oscuro y poco acogedor. Anna se
sentó con las piernas cruzadas en el sofá, con la cabeza entre las manos, meciéndose
hacia adelante y hacia atrás en un movimiento que podría remontarse a su época como
una pequeña en el Grange Hall, donde el único consuelo que encontró fue la certeza de
que tú te podrías proporcionar. Había sido joven - ni siquiera tres - cuando llegó a Grange
Hall, y sus recuerdos de aquella época eran muy limitados. Parcialmente se acordó de
sentirse confundida, desesperada y sola, mientras que poco a poco se daba cuenta de
que el frío y húmedo dormitorio en el último piso era su nueva casa, y que nadie iba a
venir a buscarla.

Ahora, mientras se balanceaba hacia adelante y hacia atrás lentamente, trató de


tranquilizarse de la misma manera. Por horas, todo lo que había sido capaz de entender
era la entrada abierta de un vacio, un infierno desocupado, un infierno en el cual su útero
era redundante, inútil, en el cual Peter y ella vagarían sin fin sin nada que los obligue a
quedarse en la tierra, sin nueva vida para criar y velar cuidadosamente. Pero Anna había
aprendido muchos años antes que el abatimiento y la desesperación eran los caminos
hacia nada bueno. La supervivencia quería decir adaptación, aceptación, aprender
nuevas reglas a medida que eran introducidas, y Anna sabia que la situación en la que se
encontraba ahora no era diferente. Ella iba a enfrentarlo. Iba a encontrar una manera de
hacerse apta para el propósito, para la nueva realidad que había sido impuesta a ella.

Al lado de ella en el sofá, su Declaración se extendía para que la firme - algo que hasta
ahora ella había sido incapaz de hacer. Cada vez que la miraba sentía una repulsión
pesada que forzaba a sus ojos alejarse. Como si firmándola renunciaría a su alma, su
propia esencia; y todavía, mantenía diciéndose, que firmando iba a trascender el destino
de esa pequeña niña que se había balanceado de acá para allá en el piso superior del
Grange Hall, la pequeña niña etiquetada 'Excedente' y que decía diariamente que la
Longevidad era el mayor invento del hombre, que ella, como una ilegal participante en
este mundo, no tenia derechos de beneficiarse de ella. Varias veces, había tomado su
pluma para firmar, varias veces se había obligado llevar la pluma hacia la Declaración,
para pensar en Peter, para tratar y escribir su nombre, pero cada vez ella la había tirado,
con lágrimas cayendo por sus mejillas. No podía hacerlo. Algo profundo en su interior
estaba obligando a la pluma de sus manos; algún poder en el interior estaba determinado
a detenerla. Peter tenia razón - ella lo estaba defraudando y eso la hizo sentirse enferma
de su corazón.
La Resistencia
Así que se sentó y balanceo, permitiendo que su mente se vacíe, permitiéndose a ser
seducida por el ritmo agradable hasta que todo se sintió más seguro, hasta que el mundo
había desaparecido.

Fue solo el timbre de la puerta que sorprendió a Anna de su trance, sólo su penetrante
llamada que fue capaz de sorprenderla de vuelta al mundo real. Ben todavía estaba
durmiendo - comprobó su muñeca y supuso que tenía otros veinte minutos antes que
despierte, exigiendo que se le ofrezca atención y amor, exigiendo ser el centro del mundo,
algo que ella de buena gana se lo permita. Las necesidades de Ben eran muy simples,
ella pensó mientras se envolvió con una chaqueta a su alrededor y caminó hacia la puerta
principal. Ellas eran muy fáciles de satisfacer, muy tranquilizador en su urgencia. Las
necesidades de Peter, por otro lado, eran muchos más complejas, llenas de peligro, como
un campo de minas que desesperadamente ella quería cultivar flores en él; un movimiento
en falso y estallaría en su cara.

Los paneles de vidrio de la puerta principal de su casa eran opacos; no fue hasta que ella
la abrió que se dio cuenta quien era. Su primera reacción fue ponerse pálida.

- Peter... ¿Está bien? ¿Algo está mal?

Richard Pincent sonrió con benevolencia. - Peter está muy bien, Anna. Peter está
extremadamente bien, de hecho. Era a ti a quien quería ver. ¿Me preguntaba si podría
pasar?

Cruzó el umbral antes que Anna podría decidir si deseaba o no recibirlo, le había dado su
abrigo antes de que ella hubiese tenido tiempo para ofrecer a tomarlo. Un minuto
después, estaba en la sala de estar, sentado en su sofá, Anna apresuradamente sacó su
Declaración, la puso boca abajo en el suelo.

- ¿Le... le gustaría un poco de té? -ella preguntó. Se había encontrado con Richard
Pincent solo una vez, el día que sus padres habían muerto; él había llegado para llevarse
a Peter. Para su eterna gratitud, Peter había elegido quedarse con ella, pero el rostro de
Richard Pincent había sido grabado para siempre en su memoria, una figura para ser
temida.

- No, nada. Gracias. ¿Así que está es su casa?

Anna asintió y se sentó en la silla a la izquierda del sofá; ella podía pensar en una
respuesta apropiada a esta pregunta, estaba aterrorizada de que si ella todavía abría su
boca diría algo equivocado.

Richard Pincent sonrió de nuevo. - Sabes, Peter está resultando ser totalmente un
científico.

Anna asintió aprensivamente. Él no estaba realmente aquí para hablar de Peter, estaba
segura de eso.
La Resistencia
- Si, él es un joven muy inteligente, -Richard Pincent continuó suavemente. - Tú debes
estar muy orgullosa de él.

Anna asintió de nuevo. Sus sentimientos por Peter iban más allá del orgullo; eran de amor
en su sentido más puro, pero no un amor que podía ser descrito con términos como
orgullo, respecto, incluso adoración. Peter era parte de ella. Peter era la razón por la que
ella respiraba, la razón por la que se levantaba cada mañana, la razón de este extraño,
cruel mundo, que la llenó de esperanza con más frecuencia que la desesperación total y
absoluta. Por menos, lo había sido.

- Estoy muy orgullosa, -dijo rápidamente.

Richard Pincent se puso de pie, su expresión triste y pensativa. - Él realmente se


preocupa por ti, Anna. Me lo ha dicho, sabes. Tengo entendido que tú tenías un buen
tiempo de esto en el Grange Hall.

Anna observó silenciosamente, mientras él se volvió para mirar un cuadro en la pared, un


cuadro de girasoles que Peter había encontrado en el mercado para ella, un cuadro que le
recordaba la casa de sus padres - soleada y cálida y luminosa.

- Y me pregunto, -Richard continuó, - lo mucho que te preocupas por él.

- ¿Lo... lo mucho que yo me preocupo por él? -la voz de Anna se aprisionó un poco, de
indignación, de atrocidad. ¿Cómo se atreve a preguntarle cuánto se preocupa por Peter?
¿Cómo se atreve?

- El amor, verás Anna, es una cosa difícil. Significa poner a otra persona primero. Muy a
menudo las personas hablan del amor, pero lo que quieren decir son la necesidad y el
deseo; quieren ser los dueños de la otra persona, subyugarlos a su voluntad. El verdadero
amor, bueno, significa sacrificio. Significa pensar en las necesidades de la otra persona
antes de las tuyas. A veces me pregunto si el verdadero amor todavía existe, pero
entonces miro a Peter, lo escucho hablar de ti y me castiga. Él te ama, Anna.
Profundamente.

- ¿Lo hace? -Anna sabía que si, pero oír las palabras todavía la tranquilizaba, incluso
escucharlas de Richard Pincent.

- Por supuesto que te ama. Tanto, en realidad, que él está sacrificándose por ti. Su vida.
Su ambición.

Los ojos de Anna se ampliaron. - ¿Su vida?

Richard Pincent se sentó de nuevo, esta vez en el otro extremo del sofá, cerca de Anna. -
Peter se ha dado cuenta de algunas cosas acerca de sí mismo, Anna, sobre el mundo.
Tiene tanto para dar, sabes, tanto para contribuir. Y Excluyendo Voluntariamente... lo
oprimiría, destruiría sus posibilidades para hacer algo que merece la pena. Tus padres,
La Resistencia
Anna, tuvieron una gran influencia sobre mi nieto. Estoy eternamente agradecido con ellos
por mantenerlo a salvo de mí, y contigo por estar ahí por él. Pero estoy seguro que tú
estás agradecida con él por ayudarte. Estoy seguro que puedes ver que las personas
cambian, las personas siguen adelante, que a veces, la cosa amorosa que hacer es dejar
a alguien libre, no para imponer sus propios puntos de vista sobre ellos, o para restringir
sus elecciones.

- Yo nunca he restringido a Peter, -dijo Anna, con voz ronca y seca, incierta. Por mucho
que odiaba a Richard Pincent, estaba en lo correcto. Peter había confiado en ella, y ella lo
había decepcionado. Él la había salvado, y ahora ella no estaba ahí para él. - Pero no
puedo Excluir por Voluntad. No puedo.

Richard Pincent asintió con consideración. - Estoy seguro que tú crees en eso, Anna.
Estoy seguro que piensas que estás haciendo lo correcto. Pero el problema es, que tu
decisión no solo te afecta a ti, ¿no?

Anna deseaba que se marchara, deseaba que la dejara sola. - Todavía es lo correcto,
logró decir. - Mis padres... ellos murieron por la Declaración...

Richard Pincent Asintió. - Por supuesto. Tus padres. Eso fue muy triste. Trágico, en
realidad. Pero ellos firmaron la Declaración por sí mismos, ¿no lo hicieron?

- Solo porque ellos no sabían lo que realmente significaba.

- ¿Tú crees eso? -Richard frunció el ceño. - Ellos tenían tu edad, ¿no? ¿O eran más
grandes? ¿Estoy seguro que deben haberla entendido?

- No, -Anna dijo con ferocidad. - Pensaron que podían Excluir Voluntariamente después.
Ellos querían tener hijos...

- Ah, hijos, -Richard asintió, pensativamente. - Entiendo. Pero si no podían haber tenido
hijos - entonces todo hubiese estado bien, ¿no? ¿No hubiera sido nada malo que ellos
firmaran?

- No lo sé, -dijo Anna tensamente. - Sé que no querían que yo firme, a pesar de todo. Se
unieron al Subterráneo para luchar contra la Longevidad.

Richard elevó una ceja y Anna se sonrojó por su realización de haber mencionado el
Subterráneo frente al abuelo de Peter. Ella apretó sus puños para recuperar el control
sobre sí misma.

- Si, el Subterráneo, -dijo Richard desapasionadamente. - Por supuesto, ¿sabes que


todos ellos son criminales? ¿Y esa asociación con semejante actividad causa una
sentencia a prisión?

Anna asintió. - Lo sé. Peter y yo... nosotros no... Quiero decir...


La Resistencia
- Yo sé que no harías nada así, -dijo Richard generosamente. - Y estoy seguro que tus
padres sólo murieron por amor a ti. Amaban a Peter, también, ¿verdad?

Anna asintió otra vez.

- Y él arriesgó su vida para llegar y salvarte del Grange Hall. ¿No es correcto?

- Si, lo hizo, -dijo Anna, acercando sus rodillas a su silla, tirando de ellas a su pecho.

- Sí, claro, -Richard Pincent continuó. - Ahora, ¿piensas que es posible que es tiempo
para ti de salvar la vida de Peter?

- ¿Salvar la vida de Peter? -Los ojos de Anna se ampliaron por miedo. - ¿Qué está
sucediendo con él? ¿Qué...?

- Oh, no, nada. No te preocupes, -Richard sonrió. - Quería decir que él te escucha. Se
preocupa por ti. Y en tanto que tú no firmes la Declaración, él tampoco lo hará. Pero
negando a firmar, estás cortando su vida. Tú eficazmente lo estás matando, Anna.

- ¿Matándolo? No, yo... -dijo Anna ansiosamente, clavó sus uñas aún más en las palmas
de sus manos. - Los humanos no tienen la intención de vivir por siempre, -ella finalmente
logró decir. - Simplemente no la tienen.

- Ya veo, -dijo Richard Pincent, asintiendo lentamente. - ¿Es eso lo que piensas? ¿De
verdad?

Anna asintió inciertamente.

- Pensé que amabas a Peter.

- ¡Lo hago! -dijo Anna, sus ojos se ampliaron. ¡Sí que lo amo!

- Lo dudo, -Richard Pincent dijo tristemente. - Si tú lo amas, sabrías que él pasó toda su
vida escondiéndose, estorbando, agobiado por su condición de Excedente. Ahora tiene la
oportunidad de reclamar su vida, para ser realmente alguien, pero en su lugar, está
siendo retenido por ti y por tu hermano.

- Yo no estoy reteniéndolo, -dijo Anna inquietamente.

- Oh, sí lo estás. Y continuarás haciéndolo si no firmas la Declaración, -dijo Richard, con


su voz seria. - Excluyendo Voluntariamente, haces peligrar su salud, tu propia salud. Yo
sé lo que significa, Anna - mi propia esposa murió de cáncer cuando sólo tenía treinta. Me
pase un año viéndola morir, viéndola consumirse y eso fue la cosa más difícil que he
tenido que hacer. Eso es lo que me hizo tan determinado para luchar contra la
enfermedad, para luchar contra el ataque implacable de la naturaleza. ¿Podrías hacerle
eso a Peter? ¿Podrías permitir que sufra si te fueras a enfermar? ¿Podrías dejarlo verte
morir, sabiendo que fue tu culpa?
La Resistencia
Anna se estremeció. - Yo no lo dejaría verme morir, -dijo en voz baja. - Y yo no lo estoy
deteniendo para que firme. Él puede, si quiere.

Richard Pincent negó con la cabeza. - Peter está profundamente comprometido contigo y
tu hermano, -dijo en voz baja. - Él es un joven honorable. Un joven leal. Él nunca va a
firmar la Declaración, por mucho que quisiera, si tú eliges no hacerlo.

Anna bajó la cabeza. - Pero… Susurró. - Pero tenemos que Excluir a Voluntad. Tenemos
que hacerlo... -Ella sintió caer sus hombros. ¿Qué tenía que hacer? Se preguntó
miserablemente. Ellos no podían tener hijos. No podrían empezar la próxima generación.
Ellos no eran nada.

- Si tú no firmas, estarás condenando a Peter a una muerte temprana. A la enfermedad,


posiblemente discapacidad. ¿Es eso lo que quieres?

- ¡No! -Anna sacudió la cabeza con vehemencia. - No, eso no es lo que quiero. Yo...

- Tú quieres una familia. Entiendo eso, Anna. Estoy muy orgulloso de tener un nieto, en
particular uno tan inteligente y valiente como Peter. Pero como estoy seguro que ya
sabes, es imposible para los dos tener hijos. Es desesperadamente injusto, pero esta es
la situación en que se encuentran. Tú tienes a Ben, sin embargo, ¿no? Estoy seguro de
que tus padres no hubieran querido que sacrificaras a Peter, o a ti misma, para nada. ¿Lo
harían?

Anna rodeó con sus brazos alrededor de su estómago y tuvo que obligarse a no
comenzar a mecerse de nuevo. Pensó en sus padres, sus cariñosos, y maravillosos
padres que se habían arrepentido de firmar la Declaración toda su vida, porque la habían
alejado de ellos. Pensó en Peter, lo imaginaba viviendo con ella por lealtad, miserable a
causa de sus fracasos, debido a las cadenas invisibles que los unen entre sí. Luego miró
a Richard Pincent. Tenía los ojos de la señora Pincent, el mismo modo de mirarla,
aterrorizándola, derribándola hasta que lo único que quería era complacerla.

- No quiero a Peter para sacrificarse a sí mismo por mí, -acertó a decir. Las lágrimas
pinchaban sus ojos.

- Entonces, tienes que firmar. Solo tienes que firmar la Declaración y Peter tendrá todas
las posibilidades que se merece. Demuéstrale que lo amas, Anna. Haz el sacrificio que
sabes que él haría por ti.

Anna suspiró y se secó algunas lágrimas perdidas.

- Yo puedo ayudarte, si quieres, -continuó Richard Pincent. - Si necesitas a alguien que


estuviera contigo mientras firmas, ¿para darte valor?

Anna lo miró vacilante, sintiendo la resistencia dentro de sus huesos peleando con su
amor por Peter. Ella no podía firmar. No se podía renunciar a todo lo que sus padres
La Resistencia
habían luchado, y sin embargo ella sabía que lo haría, sabía que no tenía ninguna opción
real.

Poco a poco, tentativamente, al tanto de todos los nervios de su cuerpo, sintiendo las
piernas temblorosas mientras llevaban su peso, Anna se deslizó de su silla y recuperó su
Declaración del suelo. Se puso de pie, mirándola durante unos instantes, sintiendo un
peso muerto en el vientre mientras buscaba las palabras. Luego, tragando la bilis que
subía por la parte posterior de su garganta, ella volvió a su asiento. Richard Pincent le
entregó una pluma.

- Estás haciendo esto por amor, -dijo, mirando maliciosamente como Anna se acercó al
documento con la mano temblorosa. - Sólo piensa en la vida larga y feliz que conducirás
con Peter. Tanto tiempo juntos. Tanto tiempo...

Con su mano ahora temblando violentamente, Anna obligó a la pluma escribir, consiguió
garabatear algo parecido a su nombre. Luego, dejando caer la pluma y agarrándose el
estómago, ella salió corriendo de la habitación, llegando al cuarto de baño, justo a tiempo
antes de que ella vomitara una y otra vez, su cuerpo en erupción como un volcán furioso.
El ruido despertó pronto Ben, cuyos gritos desesperados parecía verbalizar sus
sentimientos de desesperación, de haber hecho algo tan terrible que no había palabras
para describirlo.

Luego, lentamente, ella se puso de pie y salpicó agua sobre su cara antes de ir a la
habitación de Ben e, inclinándose sobre él en su cuna improvisada, ella lo acarició hasta
que sus gritos disminuyeron. Luego, con cuidado bajó por las escaleras, a pedir disculpas
a su invitado. Su invitado se había ido, sin embargo. En silencio, discretamente, se había
ido, cerrando la puerta detrás de él. Y con él, Anna notó de inmediato, se había ido de su
Declaración.

Vacilante, Anna se dirigió a los estantes y sacó un libro que no había escrito en mucho
tiempo. Volviendo a la cocina, cogió su pluma, una pluma mucho más barata que la que
ella había usado para firmar su declaración, y empezó a escribir.

Mi nombre es Anna. Mi nombre es Anna Covey y he firmado la Declaración. Ya no


soy más una Excluyente a Voluntad.

Ella miró las palabras - que parecían ajenas, mal.

Mi nombre es Anna Covey y voy a vivir para siempre. Peter y yo vamos a tomar la
Longevidad y vivir para siempre. Y no pasa nada porque no tenía otra opción. Está
bien, porque lo hice por amor. Peter dijo:

Ella suspiró profundamente, tratando de recordar por qué estaba bien, tratando de
recordar lo que Peter había dicho. Ella se sintió mal de nuevo, sintió una sensación de
temor inquietante en aumento en su interior y cogió el teléfono para llamar a Peter, para
tranquilizarse, pero luego lo dejó otra vez.
La Resistencia
En su lugar, momentos después, marcó otro número.

- ¿María? Soy Anna. Estaba llamando para decir...

Nunca terminó la frase, porque su cuerpo empezó a temblar violentamente, sollozos la


sacudieron, estrellándose a través de sus pulmones, fuerte y crudo.
La Resistencia

Capítulo 18
María estaba esperando a Anna cuando ella llegó; el té ya se estaba gestando y las
galletas estaban dispuestas sobre la mesa. Ella no había sonado sorprendida al saber de
ella, la había calmado, la ayudó a centrar la atención, y le dijo que viniera
inmediatamente.

Ahora, María señaló el sofá, donde Anna agradecidamente se sentó, permitiendo que los
suaves cojines la consolaran. María, por su parte, tomó a Ben y lo acunó en sus brazos
hasta que se durmió. Y luego miró hacia arriba, su expresión tentativa, y le dijo: -
Entonces.

- Entonces, repitió Anna y suspiró. - Entonces…

Ella respiró hondo. - Peter… -comenzó, pero incluso cuando ella dijo su nombre podía
sentir su estómago apretarse al pensamiento de decirle nada a nadie sobre lo que había
hecho. Peter era de ella, él era su héroe, su todo; ella moriría por él si eso es lo que lo
tomaría, y allí estaba ella a punto de discutir sobre él con un virtual desconocido. Se
sentía mal, se sentía como una traición.

- No puedo tener hijos, -dijo en su lugar, sus ojos llenos de lágrimas mientras hablaba. -
Hubo un Programa de Esterilización de Excedentes. Mi nombre estaba en la lista. Peter
quería firmar la Declaración. Tuve que. Lo amo. No quiero restringirlo. Pero… pero…

- ¿Firmaste la Declaración? -preguntó María suavemente.

Anna asintió. - Yo… yo lo hice porque lo amo. Pero se siente mal. Desesperadamente
mal. ¿Tal vez no lo amo lo suficiente? ¿Tal vez él no me ama lo suficiente? No ahora. Ya
no más.

- Estoy segura que él te ama, -dijo María con dulzura.

Anna alzó la vista hacia ella, y les dio voz a los demonios que había estado rondando su
mente desde que había descubierto la verdad.

- Pero soy inútil, -ella susurró. - No puedo tener hijos.

- Eso no es tu culpa. Y él tampoco puede, -dijo María razonablemente.

- Queríamos comenzar la Próxima Generación, -dijo Anna, su voz volviéndose ronca. -


Ese era el punto. De mí, quiero decir, de nosotros. Mis padres… dijeron que yo era la
esperanza de la Naturaleza. Que la raza humana podría renacer poco a poco. Ellos
murieron… Ellos murieron para que yo pudiera vivir. Para tener hijos. Ellos no lo sabían.
Si lo hubiesen sabido… ellos… no lo hubieran hecho…
La Resistencia
- Oh, creo que sí lo hubiesen hecho, Anna, -dijo María, acercándose. - Tú eras su hija.
Ellos querían lo mejor para ti. Sólo como el resto de nosotros queremos lo mejor para
nuestros hijos. Tú puedes comenzar la próxima generación ayudándonos a nosotros,
Anna. Eso es tan importante como tener hijos.

Anna asintió seriamente, y sacó el mapa que había encontrado entre las cosas de Peter. -
He traído el mapa, como tú pediste, -dijo tentativamente. - No sé si esto ayudará, pero…

María tomó el mapa y lo estudió, sus ojos iluminándose. - Anna, esto será de gran ayuda.
Gracias. ¿Ves? No eres inútil del todo. Ni un poco. -Se puso de pie y se acercó a la
ventana, moviendo la cortina ligeramente.

Anna forzó una sonrisa, pero no llegó a sus ojos. - Todo es tan diferente ahora, -ella
susurró. - No estoy segura de que estoy preparada para ello.

- Lo estarás, -dijo María, regresando a su silla y entregado a Ben de nuevo a Anna. -


Encontrarás una manera. Eres fuerte, Anna. Las personas fuertes siempre encuentran la
manera a través de sus problemas. Siempre encuentran una salida.

- Quieres decir como Peter, -dijo Anna con tristeza. - Él fue el que encontró la manera de
salir del Grange Hall. No yo. Yo nunca pensé que podría salir. Nunca pensé que…

Ella no terminó su frase. En ese momento, la puerta principal se abrió y tres hombres
irrumpieron a través de ella. María de inmediato se levantó y salió corriendo de la
habitación.

- ¿Anna Covey? -otro hombre preguntó. Ella asintió con la cabeza con temor.

- Será mejor que vengas con nosotros, -continuó el hombre. - Y llevaremos esto, dijo
recogiendo el mapa que María había dejado en su silla.

Anna se dio cuenta inmediatamente que esto era su culpa; que ella había hecho algo
terrible. - No quiero.

El hombre se rió con frialdad mientras que Ben era arrancado de ella y ella fue esposada
y arrastrada hacia la puerta.

- ¡Ben! -Anna gritó. - Regrésenmelo. No pueden hacer esto. Soy Legal… yo soy…

- ¿Legal? No me hagas reír. Tú eres un Excedente, eso es lo que eres, -dijo el hombre,
arrojándola hacia el otro hombre. - Un Excedente pequeño y sucio, que cree que puede
ayudar a los demás a escapar. Una vez Excedente, siempre un Excedente. Pero no te
preocupes. Tú no vas a la cárcel. Estás yendo a algún lugar mucho peor.

- No, por favor, -Anna le rogó, pero sus palabras fueron ignoradas, y lo único que podía
oír cuando se tropezó por las escaleras era el sonido de los gritos de Ben.
La Resistencia

Capítulo 19
Pincent Pharma parecía más grande por dentro que por fuera. Era más blanco, más
brillante, más claro que cualquier lugar que Jude había estado en su vida. Demasiado
luminoso, Jude decidió, entrecerrando los ojos mientras seguía a Derek Samuels más allá
de la escalera. No le gustaba este lugar, prefería la oscuridad de su dormitorio.

Derek Samuels era un hombre de rostro delgado, nervioso con hombros estrechos y cejas
altas que volvían todo lo que decía en una pregunta. Él llevó a Jude por un pasillo largo y
blanco, a través de unas puertas dobles y a otro, corredor más estrecho. Finalmente, lo
acompaño a una pequeña habitación con una mesa en ella.

- Ahora, -dijo Derek Samuels, sonriendo finamente, - ¿Te gustaría decirme quién eres y
qué es lo que estás haciendo aquí?

Jude lo miro, con una expresión de aburrimiento en su rostro. - Como dije en mi mensaje,
me estoy ofreciendo para arreglar su seguridad. Pensé que por eso respondió.

El Sr. Samuels no dijo nada; y se puso de pie.

- Para arreglar nuestra seguridad, -repitió, fríamente, luego cruzó sus brazos y entrecerró
los ojos. - Da la casualidad, que tengo comprobado tus referencias, -dijo fríamente. - Yo
sé quién eres, se quien fue tu padre, sé lo que has estado haciendo para vivir. Lo que
quiero saber, sin embargo, es ¿por qué estás aquí? ¿Y cómo te las arreglaste para
introducirte en nuestros sistemas? ¿Quién te metió en esto? ¿Y qué te pidieron que
hagas?

Su voz era suave, pero Jude podía oír la amenaza detrás de ella.

- Nadie me metió en esto, -dijo con un suspiro aburrido. - Hackear los sistemas es lo que
hago. Me las arreglé para hackear debido a que sus sistemas deben actualizarse. Debido
a que son viejos. Es probable que las personas que los desarrollaron sean viejas también.
¿Dónde está el señor Pincent, de todos modos?

- Viejos. -El señor Samuels se acercó. - Eso es interesante. -Todavía se acercó más, de
manera que su rostro estaba a sólo unas pulgadas del rostro de Jude. - Sabes, -dijo, su
voz casi un susurro, - ¿Cuál es la mejor cosa sobre la longevidad?

Jude negó con la cabeza, sintió que sus manos se humedecían, trató de mirar cualquier
lugar excepto los ojos del Sr. Samuels.

- Que no hay personas jóvenes estorbando el mundo, -el Sr. Samuels continuó. -
Pensando que saben todo. -Su cara era inexpresiva, pero Jude podía escuchar la ira
hirviendo a fuego lento en su voz y de repente se encontró conteniendo una pequeña
La Resistencia
sonrisa. Por debajo de ese hombre de exterior duro, el Sr. Samuels estaba inquieto, se
dio cuenta. Amenazado por la juventud.

- ¿Pensando? -Jude dijo llanamente, su confianza regresaba. - Bueno, en este caso, yo


sé todo. Todo lo que hay que saber sobre los sistemas de seguridad, de todos modos.
¿Qué sabe usted? Porque de lo contrario no me hubiera invitado a entrar. ¿Así que
quieres que me vaya a trabajar, o debería marcharme?

Los ojos del Sr. Samuels se estrecharon. - ¿Cómo está tu madre? -preguntó, con los ojos
brillando levemente.

Jude le devolvió la mirada en silencio.

- Oh, cierto, -el Sr. Samuels continuó. - Ella se fue, ¿cierto? Se fue a. . . América del Sur,
¿verdad? ¿Con su nuevo marido? Ella te dejó solo, ¿no? Probablemente no podía
esperar para alejarse de ti.

Jude sintió que su corazón se aceleraba por la sorpresa y la ira, le tomó un segundo para
recuperar su compostura. - Deja a mi madre fuera de esto.

- ¿Y qué hay de ese hermano Excedente tuyo?- El Sr. Samuels sonrió glacialmente. -
¿Donde te deja eso?

Jude lo miró fríamente. - A mí no me deja en ningún lugar. No es gran cosa.

- ¿No es gran cosa? -El Sr. Samuels se echó a reír, luego su rostro se contrajo en una
mueca de desprecio. - Unas semanas, y tú podrías haber sido el Excedente.

La cara de Jude estaba enfadada, al rojo vivo y era todo lo que podía hacer para mirar
hacia delante, para pretender que el mismo pensamiento no lo había perseguido durante
meses. Desde que la existencia de Peter se convirtió en noticia nacional. Desde que se
escapó, desde que el padre de Jude fue asesinado por su ex esposa, la señora Pincent,
la madre de Peter.

- Mira, ¿De qué se trata todo esto? -Jude dijo de manera uniforme, obligándose a
mantener el control. - Si no me quieren para ver su sistema, creo que voy a irme ahora.

- Oh, tú no te marchas, -dijo Derek Samuels, bloqueando su camino. - Tú no vas a


ninguna parte. La razón por la que has llegado hasta aquí hoy es porque estamos
sosteniendo una rueda de prensa bastante importante. Tenemos la visita de las
Autoridades. Y es mi trabajo asegurar de que nada salga mal. Absolutamente nada. Para
lo cual, te voy a mantener encerrado hasta que se acabe, hasta que sepa que no puedes
hacer ningún daño.

- ¿Encerrado? -Jude lo miró con incredulidad. - Usted no me pueden encerrar.


La Resistencia
- Oh, pero puedo, -dijo Samuels. - Lo que necesitas comprender, Jude, es que puedo
hacer cualquier cosa que me gusta.

El guardia miró a su alrededor incómodo, tentativamente antes de llamar a la puerta azul


frente de él. No estaba acostumbrado a estar en el área de la Re Entrenamiento de
Pincent Pharma y se sentía fuera de lugar.

Con cautela, escuchó por una respuesta, pero no hubo ninguna. Volvió a llamar, esta vez
más fuerte.

- ¿Es está la puerta? -Escuchó una voz decir. - ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? Adelante, por
favor.

Envalentonado, empujó la puerta. Efectivamente, como le habían dicho, había dos


personas en la gran habitación blanca: el Dr. Edwards, quien trabajaba todas las horas,
parecía que nunca iba a casa, y el chico. El chico Pincent.

- Tengo. . . Bueno, yo tengo una entrega. Para el chico, -dijo, tropezando con su guión.

- ¿El chico? -preguntó el Dr. Edwards. - ¿Quieres decir Peter?

- Eso es correcto, -dijo el guardia. - Para Peter. Peter Pincent.

- ¿Distribuyes generalmente el correo? -preguntó el Dr. Edwards con curiosidad. - Pensé


que eras de seguridad.

- Lo soy, -dijo el guardia, enrojeciendo un poco, tratando de recordar exactamente lo que


le habían dicho que tenía que decir. - Sólo que este es importante. Fue entregado en
mano. Por una joven. Quería asegurarse de que le llegue de forma segura. Peter Pincent,
quiero decir. Solo pasó por estar ahí.

- Entonces, ¿no debería tal vez dirigirle esto a él? -Dr. Edwards preguntó, con la boca
curvada en una leve sonrisa. El guardia asintió secamente.

- Aquí, -dijo, sacando un sobre en dirección de Peter. Peter lo miró con curiosidad.

- ¿Para mí? -preguntó.

El guardia asintió. - Así es.

- ¿Y de quién es?

- Una jovencita. La Exced- la que sacaste del Grange Hall contigo, -dijo el guardia con
nerviosismo. - Por el aspecto era ella, por lo menos. La misma edad que tú, hubiera
imaginado.
La Resistencia
Peter miró conmovido. - ¿Cuando estuvo aquí? ¿Todavía puedo alcanzarla?

- Me temo que tenía algo importante que atender en primer lugar. -Los ojos del guardia
siguieron el sobre. - Ella estuvo aquí, hace, cuarenta minutos más o menos. Dijo que no
quería detenerse.

- ¿Eso es todo lo que dijo?

El guardia negó con la cabeza.

- ¿Qué entonces? ¿Qué es lo que dijo? -Peter exigió.

- Ella dijo que te diga,- dijo el guardia lentamente, - Que tenías razón. Que lo sentía. Y
que te vería más tarde.

- ¿Que yo tenía razón? ¿De verdad dijo eso?

- Y que lo sentía, -confirmó el guardia. - Ahora, si todo está bien contigo, sería mejor que
vuelva a mi puesto.

- Por supuesto, -dijo Peter, girando el sobre en sus manos. - Y gracias.

- De nada, -dijo el guardia, con la mano acariciando la abultada embocadura situada en el


bolsillo del pantalón. - Sólo hago mi trabajo.

Jude se encontró en una pequeña habitación, más como un armario. Los muros eran
gruesos, una sólida puerta y no había ventanas; sólo un respiradero en el techo
proporcionando al espacio con oxígeno.

- Tú te quedarás aquí, -dijo Derek Samuels. - No es que tienes una opción. Tú no irás a
ninguna parte hasta que lo permita.

- Crees que eres tan inteligente, -murmuró Jude en voz baja.

- Confirmado por la experiencia, -dijo el Sr. Samuels con aire de suficiencia. Él


sacó un radio del bolsillo. - Necesito un guardia. Sala 25 en la planta baja.-Luego volvió a
mirar a Jude. - Si fuera tu, no haría nada que lo moleste. -Y luego, disparando a Jude una
última, mirada triunfante, abrió la puerta con su tarjeta de identificación y se fue,
bloqueándola detrás de él.

Enojado, Jude se inclinó contra la pared y se dejó deslizarse hacia abajo hasta el suelo.
En algún lugar del edificio, la chica pelirroja estaba acostada, como una princesa en un
trenzado cuento de hadas, inalcanzable. En otro lugar en el edificio, Peter Pincent estaba
trabajando. Jude, por su parte, estaba atascado en un armario, atrapado e impotente.
La Resistencia
Furioso, dejó escapar un suspiro, luego se levantó de nuevo y pateó la pared con el pie.
Había pensado que era tan inteligente, había pensado que lo sabía todo.

Y entonces él frunció el ceño. Tal vez sabía todo. Bueno, no todo, tal vez, pero lo
suficiente. Derek Samuels no lo habían registrado, después de todo. Todavía tenía su
dispositivo portátil. Lanzó su mente a cuando él había estado sentado en su dormitorio
inspeccionando el sistema de seguridad de Pincent Pharma. Había tenido el plano del
edificio justo frente a él. Si pensaba lo suficiente, podía probablemente recordar cómo
había llegado hasta aquí desde la recepción, entonces podría salir de donde estaba. Con
su ceño fruncido, se encontró con los ojos viajando hacia el respiradero. Era pequeño.
Difícil de alcanzar. Y bien sellado.

Jude escaneó la habitación. Y entonces sus ojos se iluminaron. En la esquina, en la parte


posterior de un estante, había una lata de pintura posada, descartada, y una bandeja de
pintura con un raspador situado en ella, ambos cubiertos de pintura blanca. Uno de cada
tres problemas resueltos.

Escuchando por los pasos del guardia, Jude tomó el rascador y, poniendo su pie en el
estante, se levantó hacia el techo.
La Resistencia

Capítulo 20
Le llevó a Jude un minuto más o menos para orientarse, y un par más para que sus ojos
se acostumbraran a la oscuridad. La única luz provenía de las rejillas de ventilación
debajo de él, que eran apenas suficiente para ver. El espacio sobre el techo era caluroso
y polvoriento y lleno de cables, tubos de calefacción y de aire acondicionado; su avance
fue tortuoso e incómodo. Pero lucho tan rápido como pudo, deteniéndose cada pocos
segundos para escuchar a cabo el pitido de una tarjeta de identificación abriendo la puerta
de su celda. Había ido por su camino desde la recepción en su cabeza, y si estaba en lo
cierto, estaba a sólo unos pocos metros del Centro de Energía de Pincent Pharma, que
también estaba en la planta baja, al lado de la puerta del Centro de seguridad.

Desesperadamente, se arrastró; tenía sólo unos minutos, sabía eso, y los segundos iban
marcando. Él no tenía suficiente tiempo para encontrar a la chica, no tenía suficiente
tiempo para hacer nada, excepto. . . Excepto ganar más tiempo, Jude se dijo.

Finalmente, llegó a su destino. Como había esperado, por encima del Centro de Energía
el techo estaba lleno de dispositivos con cables, con direccionadores y re direccionadores.
Con cuidado, miró a su alrededor, y luego se posó sobre el procesador central, el equipo
que dirigía todo el suministro de energía de Pincent Pharma. Los monitores estaban por
debajo de la misma habitación donde los empleados y guardias se situaban; Jude los
podía oír hablar. Poco sabían que estaba encima de ellos, las rutas del procesador central
podían ser encontradas, mediante la conexión de ellas a su dispositivo portátil, tenía
acceso a la única computadora que realmente importaba. Sintiendo el sudor comenzando
a gotear por su frente, extendió la mano para sacarlas, tomó una respiración profunda y
se puso a trabajar.

El daño tendría que ser pequeño, imposible de encontrar pero devastador en sus
impactos, decidió, mientras desviaba la seguridad y navegaba en el sistema de
configuración. Podía escuchar el sonido de fuertes pisadas en el corredor fuera del Centro
de Energía, y tuvo que limpiar el sudor de su frente. Algo que se vería como un corte de
energía. Algo que apagaría todo por lo menos durante veinte minutos idealmente.

Los segundos iban pasando – Jude sabía que su ausencia podría ser descubierta en
cualquier momento. Y luego lo encontró. Un código de conexión, uno de los miles de
enlaces incrustados en el sistema. Un cambio dejaría el sistema inútil y que tomaría días,
quizá incluso semanas, para encontrar el error. Hábilmente, cambió una de las letras,
tecleó un retraso de diez minutos, y luego frenéticamente, se arrastró de nuevo hacia su
celda; dos veces pensó que había llegado de vuelta, sólo para encontrar que el
respiradero por debajo de él estaban fijados en su lugar. Por último, encontró la
ventilación que había sacado, volvió de nuevo a través de ella, y la cerró detrás de él lo
mejor que pudo; mientras aterrizó en el suelo, se abrió un poco. Rápidamente, comenzó a
La Resistencia
subir de nuevo para fijarlo de nuevo a su lugar, pero se detuvo de repente cuando oyó
pasos que se acercaban por el corredor. Se dejó caer al suelo, se sacudió el polvo y miró
con aire de culpabilidad, justo cuando la puerta se abría y aparecía un guardia, bien
construido, de cabeza rapada.

Cuando entró, miró a Jude sospechosamente.

- ¿Qué está sucediendo aquí?

- ¡Nada! -Jude hizo lo que pudo para ocultar su falta de aliento, puso todo su empeño en
fingir la indignación y la frustración de que el guardia estaría esperando. - ¿Qué puede
suceder? Estoy en un armario. Pero si no me dejas ir voy a gritar hasta el cielo.

- ¿Gritar? -El guardia sonrió y sacó una silla. - Hazlo. Nadie te escuchará. Estas
habitaciones han sido insonorizadas, especialmente. Puedes gritar todo lo que quieras.

- Quiero que me dejes ir, -dijo Jude con enojo, tratando de detener la mirada de dardos
involuntariamente hacia la ventilación, que estaba colgando precariamente. - Es contra la
ley de mantenerme aquí contra mi voluntad. Yo no he hecho nada malo.

- ¿Piensas que la ley se aplica en Pincent Pharma? -preguntó el guardia. - Nosotros


hacemos la ley, eso es lo que hacemos.

- Le diré a las Autoridades. -Jude se sentó, dio una patada; quería que el guardia lo
mirara, a ningún otro lado.

- Y nos darán una palmadita en la espalda por encerrarte y mantenerte fuera de


travesuras.- El guardia bostezó y se sentó en su silla, y luego miró a Jude, con los ojos en
blanco pareciendo mirar de frente a través de él. - Ahora, cállate, -dijo rápido, - o te haré
callar. ¿Cuál prefieres?

Jude asintió en silencio; pudo oír la amenaza en la voz del guardia, sabía que no
necesitaría mucho de una excusa para dejar la apariencia de civilización. Contuvo la
respiración. En cualquier momento la ventilación se iba a caer, él lo sabía. Su pecho se
apretó mientras esperaba que los minutos marcaran en silencio. Un minuto. Dos minutos.
Tres minutos. Y luego, de repente, las luces se apagaron y se sumieron en la oscuridad.

- Qué caraj… -dijo el guardia, sacando su radio. - ¿Hola? 245 aquí. Solicito información
sobre el apagón en la Sala 25... ¿Qué? ¿Está en todas partes?... No, él está aquí
conmigo. Debe ser otra cosa. Cómo el… Bien, voy a ver. -Jude lo escuchó levantarse,
caminó hacia la puerta y tiró de ella. - Está abierta, -dijo con furia. - Sangrienta pesadilla...
Voy a tener que bloquearla anulándola. -Suspiró, y luego abrió la puerta de nuevo y palpó
la parte inferior. - Estaré allí en cinco minutos.

- ¿Todo está bien? -preguntó Jude, haciendo lo mejor para mantener cualquier nota de
triunfo en su voz.
La Resistencia
- Todo está bien, -el guardia chasqueó. - Solo una falla eléctrica. Por suerte para ti que
esta puerta se bloquea de la manera antigua. Así, pese a que soy requerido en otro lugar,
tú estarás agradable y seguro aquí por tu cuenta. ¿Está bien?

- ¿Tú me vas a dejar aquí solo? Pero está oscuro, -dijo Jude en protesta fingida.

El guardia se echó a reír, y luego abrió la puerta. - Estaré de vuelta, -dijo. - No tengas
pesadillas. -Salió, echando cerrojo a la puerta detrás de él, y Jude lo oyó intentando varias
veces para asegurarse de que estaba cerrada con firmeza.

Esperó hasta que los pasos del guardia desaparecieran por el corredor, y luego se trepó
por los estantes de nuevo y se extendió hasta la ventilación. Vio el movimiento demasiado
tarde; segundos más tarde se cayó al suelo con un estrépito. Jude se quedó inmóvil
durante un minuto, sin atreverse a respirar, pero nadie parecía haberlo oído. Finalmente,
su corazón comenzó a tranquilizarse, Jude se arrastró de nuevo hacia arriba y comenzó a
gatear por el techo.

Con curiosidad, Peter abrió el sobre que le habían dado; segundos más tarde seguía
mirando su contenido, una mezcla de euforia y desaliento que no entendía
completamente crecía a través de él.

- Es la Declaración de Anna, -él jadeó. - Ella la firmó.

El Dr. Edwards, quien había estado discretamente ocupado con algo en la esquina desde
el contratiempo entre Peter y su abuelo esa mañana, miró hacia arriba.

- ¿Lo hizo?

Peter lo miró sin comprender, agitando el documento en su mano. - Ella la firmó, -repitió.
- No lo entiendo. Ella dijo... no creo que ella...

- ¿Así que tienes lo que querías? -preguntó el Dr. Edwards. - Esto es motivo de
celebración, ¿no?

- Si, -Peter dijo inciertamente. - Supongo que lo es.

- No suenas tan seguro.

Peter frunció el ceño. - Lo estoy. Quiero decir, solo que no estoy seguro de por qué la
firmó.

- ¿Tal vez pensó a través de las alternativas? ¿No dijo el guardia que su mensaje fue que
tenías razón?
La Resistencia
Peter asintió con la cabeza vagamente. - Tengo que ir a verla, -dijo de pronto. - Tengo
que verla ahora.

- Por supuesto, -dijo el Dr. Edwards con rapidez. - ¿Vas a decirle a tu abuelo?

Con cuidado, regresó la Declaración de Anna al sobre y lo puso en su bolsillo, Peter se


sacó su bata de laboratorio y tomó su abrigo. - Tu dile si quieres, -le dijo, luego hizo una
mueca cuando vio caer la cara del Dr. Edwards. - No fue mi intención...- Dijo rápidamente.
- Yo sólo quería decir, ya sabes, si lo ves…

- Lo sé, -dijo el Dr. Edwards cuidadosamente. - Pero deberías saber que no le dije. Antes
quiero decir, sobre tu decisión de firmar. No fui yo.

Peter asintió. - Ya se. Al menos, supongo. No importa de todos modos. Ya no más.

- ¿La próxima entrega está en camino? Maravilloso. Eso es maravilloso, gracias, Eleanor.
Un placer hacer negocios con usted.

Sentándose en su silla, Richard se volvió hacia la ventana en lugar de su escritorio. El sol


estaba lanzando vibrantes colores en el cielo mientras hacia su descenso – mientras lo
miraba, Richard sintió el delicioso resplandor del triunfo sobre él. La nueva Directora del
Grange Hall estaba resultando muy favorable. Ella no hizo preguntas, entregó los bienes,
y era bastante para arrancar. Richard no podía pedir por un mejor socio de negocios.
Mientras tanto, él estaba seguro de que podía convencer a Peter para hacer lo que se
requería de él en la conferencia; después de todo, si causaba problemas, Richard se
ocuparía de él. De él, la chica Excedente, y ese pequeño hermano horrible de ella.

Cerró los ojos, permitiendo que el cuero suave de la silla por debajo de él calme sus
dolores musculares, que lo envuelva durante unos pocos minutos; un momento de paz
antes de que Hillary llegara, antes de llevar a cabo, potencialmente, el argumento de
venta más importante de esta mitad de siglo.

Pero cuando abrió los ojos, algo poco familiar lo saludó. La oscuridad. Excepto la baja
iluminación de emergencia a lo largo del piso.

Inmediatamente se levantó de un salto. -¿Cuál es el significado de esto? -Gritó,


precipitándose hacia al corredor como un toro en el ruedo. - ¿Dónde están las luces?
¿Por qué están estas puertas abiertas? ¿Qué está pasando?

Un guardia se acercó, con el rostro blanco y temblando.

- Es un problema con la Energía Central, señor, -dijo con nerviosismo.


La Resistencia
- ¿Problema? Tengo un visitante de las Autoridades llegando en cualquier momento, -
Richard le espetó, sacando su teléfono y marcando un número. Podía sentir su cara
ponerse roja, podía sentir su corazón latiendo en su pecho. - ¿Samuels? ¿Qué demonios
está pasando?

- Es el sistema de Energía, -dijo Samuels, la tensión era audible en su voz. - Está siendo
reiniciado.

- ¿Reiniciado? -preguntó Richard, sus ojos brillaban con ira. - Ahora no es el momento de
reiniciar el sistema. Deténgalo. Deténgalo ahora.

- Me temo que no podemos. Parece que hay una falla en el sistema. Un defecto en la
conexión. Reiniciándolo debería resolver el problema.

- ¿Una falla? -Richard ladró furioso. - Esto es Pincent Pharma. No tenemos fallas en las
conexiones. No tenemos defectos en nada. ¿Qué es esta falla?

- Me temo que yo… Los detalles precisos son actualmente. . . No está del todo claro por
qué…

- ¿No lo saben? -Richard tronó.

- No, Sr. Pincent. Pero tengo hombres trabajando en ello. Por favor esté seguro de que la
energía será restaurada inmediatamente.

- Si no es así, te vas a arrepentir, -Richard amenazó misteriosamente. - Tú y cualquier


otra persona que me encuentre. Tú lo lamentarás más que alguna vez pensaste posible…

Se detuvo, mirando al frente, con los ojos muy abiertos. Luego apagó su teléfono y lo
puso en su bolsillo.

- Hillary. Llegas temprano. Tú estás... aquí.

- Si, -dijo ella suavemente, desestimando el guardia que la había traído, con un simple
movimiento de su mano. - Y nadie parecía importarle mi camino a través del vestíbulo
hasta tu oficina. ¿Te gustaría decirme exactamente qué está pasando?
La Resistencia

Capítulo 21
Peter no había sido capaz de llegar a casa para ver a Anna; el apagón había dado lugar a
medidas de emergencia de seguridad impuestas y a nadie se le permitió salir del edificio.
Tampoco podía llegar a Anna desde el teléfono; trató y trató, pero nadie respondió. En su
lugar, él y el Dr. Edwards se quedaron en su laboratorio, con los brazos cruzados,
esperando a que la energía sea restaurada: toda actividad no esencial había sido
clausurada, el sistema de la tarjeta de identificación había dejado de funcionar, y la
iluminación de emergencia estaba en marcha, emitiendo una luz baja en todo el edificio
que hacía que cada habitación y corredor se sintiera extraño y ajeno.

- ¿Quieres ver cómo se hacen los fármacos? -preguntó el Dr. Edwards. -¿El centro real de
la producción?

Peter levantó la vista, todavía preocupado con pensamientos de Anna. - Pensé que
estaba fuera de los límites, -dijo vagamente, recordando su primera visita por Pincent
Pharma, se le permitió una mirada a la ‘zona de acabado’, pero no mucho más que eso. -
Pensé que tomaba meses obtener un pase para la zona de producción.

El Dr. Edwards se encogió de hombros, con sus ojos brillantes. - Lo hace, por lo general.
Sin embargo, el sistema de seguridad ha caído, ¿no? Parece un momento bastante
bueno para mí, teniendo en cuenta tu información. Y nada más en el edificio está
funcionando, así que no hay mucho más que hacer.

- Esta bien. Seguro. Déjame intentar llamar a Anna una vez más. -Marcó el número pero
nadie contestó; uno minutos después Peter siguió de mala gana al Dr. Edwards fuera del
laboratorio.

Ellos hicieron su camino hacia el lado de la producción del edificio, pasando por puerta
tras puerta que se abrían desconcertantemente en lugar de permanecer firmemente
cerradas como lo suelen hacer. Los guardias estaban patrullando los corredores, sus
expresiones eran sombrías, pero sin el sistema de identificación no sabían quién estaba
destinado a estar allí; aunque el Dr. Edwards y Peter fueron detenidos en varias
ocasiones, pero eran, cada vez, permitidos pasar libremente.

Finalmente, llegaron a la galería en el cuarto piso, el área detrás de una gran pared de
cristal a través de la cual Peter podía ver las pequeñas píldoras blancas que eran
lanzadas desde embudos. El Dr. Edwards pasó por delante de la ventana, a través de una
puerta a su derecha. - allí, -dijo, señalando el corredor a otra ventana de vidrio. Se
dirigieron hacia ella, entonces Peter se quedó boquiabierto. Cientos de depósitos situados
juntos a otros, máquinas cerniéndose sobre ellos; en algunos, el polvo estaba siendo
derramado, en otros, brazos mecánicos estaban moviéndose, tapas de metal de gran
La Resistencia
tamaño se fijaban sobre ellos y láseres alumbrando hacia abajo. Delante de ellos grandes
láminas de color blanco inalterado como la nieve, esperando a ser introducidos en
máquinas de prensado, listas para el cuarto de terminado. La operación era mucho más
grande de lo que Peter había esperado, tan industrial. Esas máquinas, esas losas de color
blanco, que eran las cosas de la vida eterna. Sacudió su cabeza en asombro.

El Dr. Edwards miró igual de fascinado. - Imagínate, Peter, -susurró. - Solo piensa lo que
están conteniendo esas láminas. La perfección de la humanidad.

Peter miró fijamente, preguntándose cuántas pequeñas píldoras esféricas cada una de
ellas producirán. Su pura blancura lo hacían parecer tan inocentes; su promesa de vida
eterna tan irresistible.

- ¿Y eso es todo? -murmuró en voz baja, paralizado al ver a las pastillas surgir fuera de
las grandes máquinas. - ¿Sólo tienes que mezclar y pulsar? Pensé que sería más que
eso, de alguna manera.

- Hay, -El Dr. Edwards respiró. - Mucho más. -Entonces sus ojos se nublaron mientras se
quedaban a media distancia. - Dulce Longevidad, hazme inmortal con un beso, susurró.

Peter frunció el seño.- ¿Qué?

- Oh, nada, -el Dr. Edwards ligeramente se enrojeció. - Solo estaba recordando algo…
otro tiempo, otro lugar. Sabes, fue Albert Fern quien me emocionó sobre la ciencia en
primer lugar. Él fue un gran académico. Un gran amante del esfuerzo humano.

- ¿Albert Fern?

- El creador de la Longevidad. Si. Tu bisabuelo, Peter. El quería curar enfermedades, para


terminar con el sufrimiento. Me hizo comprender que era posible si nunca te das por
vencido. Si abres tu mente a la posibilidad…

- Pero murió, ¿no? Un poco irónico, ¿no crees?

El Dr. Edwards dudó, luego asintió con la cabeza. - Pero el resto de nosotros vivimos,
Peter. Y él sigue vivo en cada tableta, en cada ser humano vivo por ellas.

Se quedaron en silencio, mirando las tablas durante unos minutos. Luego, el Dr. Edwards
se quitó su bata de laboratorio. - Peter, mientras estoy aquí creo que podría subir por las
escaleras para ver el equipo de investigación. Rara vez tenemos tiempo para discutir
nuestra investigación juntos en estos días, creo que ahora podría ser más bien una buena
oportunidad. ¿Puedes encontrar el camino de regreso, o quieres que camine parte del
camino?

Peter negó con la cabeza. - No, estaré bien. Ve.


La Resistencia
- No debería tardar mucho tiempo, -dijo el Dr. Edwards. - Pero no estoy seguro si me
quedaría aquí, si fuera tú. Es un área restringida.

Caminó por el corredor; Peter apenas se dio cuenta de que se marchó. No pudo apartar
los ojos fuera de las pastillas de Longevidad, imaginando lo que podía hacer con los años
que se extendían frente a él. Podía hacer cualquier cosa, ir a cualquier lugar. La elección
era casi paralizante, las decisiones sin fin.

El corazón de Jude estaba palpitando en su pecho y su rostro estaba cubierto de polvo


caliente, sucio. Él estaba de nuevo casi donde comenzó - casi pero no del todo. Debajo
de él estaba el Centro de Seguridad, el centro de Pincent Pharma, la fuente de toda la
información, de todo el poder. Podía oír jurar a alguien debajo de él, podía oír los radios
apagarse cada pocos minutos y conversaciones frenéticas. Con cuidado, silenciosamente,
Jude abrió la caja frente a él, la unidad central del sistema de cámaras de seguridad. Sus
manos estaban húmedas con sudor y mientras investigaba las entrañas del sistema
diferentes cables se deslizaron de sus dedos varias veces, pero al final encontró lo que
buscaba. En silencio, sacó su cuchillo y cortó dos de ellos, antes de fusionarlos juntos y
conectarlos a su propia portátil. Su pequeña pantalla, de tan sólo seis centímetros por
diez, parpadeó en vida. Jude contuvo la respiración, a la escucha de un sonido que podría
indicar que había cometido un error, que el sistema debajo de él también estaba
parpadeando en vida, pero se encontró con el silencio. Suspirando con alivio, movió sus
dedos en el teclado a la izquierda de la pantalla y comenzó a buscar.

- ¿Está seguro que la producción de Longevidad no ha sido comprometida?

Peter saltó hacia tras abruptamente por el sonido de una elevada, y ansiosa voz y se
presionó contra la pared. Caminando hacia él, podía ver la inconfundible figura de su
abuelo. Una mujer de aspecto temible con el pelo rígido iba a grandes zancadas por el
corredor junto a él.

- ¿Producción? -la voz de su abuelo sonaba incrédula, pero Peter podía oír el estrés en
ella. - Por supuesto que no está comprometida. Las funciones no esenciales están
cerradas en caso de corte de energía, pero nunca la producción de la Longevidad. La
producción de la Longevidad y la Unidad X ambos tienen sistemas de energía
independientes, Hillary. La producción de Longevidad nunca cesa. Realmente, no hay
nada de qué preocuparse.

Los ojos de Peter se ampliaron ante la mención de la Unidad X. Era el lugar que Pip había
querido saber más, a pesar de que parecía casi toda una vida atrás ahora.
La Resistencia
- Su seguridad todavía está cortada, Richard, lo cual es suficientemente alarmante. Pensé
que Pincent Pharma tenía los más sofisticados sistemas en el mundo.

- Los tiene, -dijo tristemente. - Y ahora sabemos ponerlo sobre una red propia también.
Hillary, las personas serán despedidas por esto, te lo puedo asegurar, pero no hay
motivos para preocuparse. No hay razón… -Él se detuvo en seco al ver a su nieto y lo
miró con desconfianza. -¡Peter! ¿Qué diablos estás haciendo aquí?

Peter enrojeció. - Estábamos... -el Dr. Edwards y yo, quiero decir... estábamos mirando la
Planta de Operaciones, -murmuró. - El Dr. Edwards tuvo que ir a hablar con el equipo de
investigación. Yo estaba de regreso al laboratorio.

Los ojos de su abuelo se estrecharon. -¿Sabes que esta es un área restringida?

Peter asintió. - El Dr. Edwards -dijo…

- El Dr. Edwards, estoy seguro, que sabía lo que estaba haciendo, -dijo su abuelo
estrechamente, sus ojos parpadearon a la mujer. - Pero tal vez deberías regresar a tu
puesto, Peter. Tan rápido como sea posible.

- Así que éste es Peter Pincent. Es muy interesante. -La mujer estaba mirando a Peter
curiosamente.

Peter no dijo nada. Quería preguntar sobre la Unidad X, quería asegurarse que era solo
otra unidad, que había una explicación perfectamente razonable para acallar las dudas
que hoy lo molestaban.

- Si, si lo es, -dijo su abuelo, sus ojos todavía enfocados en Peter con sospecha. - Hillary,
este es Peter. Peter, Hillary Wright es la Secretaria General adjunto de las Autoridades.

Peter estudió a la mujer rápidamente. Sus ojos estaban estrechos, y su postura recta.

- Así que, escuché que eres un partidario de la Longevidad.

- Yo… -Peter clavó sus uñas en las palmas de sus manos. - Creo que la Longevidad es
algo increíble, -dijo cuidadosamente.

- ¿Y estarás firmando la Declaración en la conferencia de prensa esta tarde? -Hillary


continuó, sus ojos malvados fijos en él.

Peter se resistió un poco. - ¿Conferencia de prensa? Yo no soy muy bueno con la prensa,
dijo.

- Es un mal necesario, me temo, -dijo Hillary bruscamente. - Las personas estarán


curiosas, Peter. Eres bastante famoso, sabes.

- Pensé que era más infame, -dijo Peter.


La Resistencia
- Fama, infamia, son de la misma familia, -dijo Hillary, sonriendo un poco. - Creo que sería
una buena idea.

Ella lanzó una mirada al abuelo de Peter, cuya expresión era inescrutable. - Estoy seguro
de que Peter estará de acuerdo, -dijo, en voz baja. - La firma de la Declaración es algo
para celebrar, después de todo.

Peter se volvió incómodo. Él podría firmar la Declaración, pero eso no lo hace un títere de
las Autoridades, de Pincent Pharma.

- No, -dijo. - No, no lo creo, yo… Luego vaciló. Tal vez una conferencia de prensa podría
no ser tan mala idea. Le serviría mucho al Subterráneo, después de todo. Esto mostraría
a Pip de una vez por todas que Peter era su hombre. Mostraría que no podía ser
manipulado nunca más, que no podía ser utilizado.

- De hecho, ¿por qué no? dijo finalmente.

- Bien, -dijo Hillary. - Sé que Richard se asegurará de que estés informado.

- Por supuesto, -dijo su abuelo cautelosamente. - 6 p.m., Peter. Ahora, Creo que es mejor
que vuelvas a tu laboratorio.

Peter se dirigió al otro extremo del corredor, donde dobló a la izquierda. Ellos pensaban
que lo estaban usando, pero no lo estaban; él los estaba usando a ellos, pensó para sí
mismo, presumiendo un poco. Nadie usaba a Peter. Ya no más. Pero entonces se detuvo.
Algo estaba inquietando a su estómago. Algo no estaba bien. Tal vez había sido un poco
precipitado. Él no había hablado todavía con Anna. La firma de su Declaración estaba
quemando un agujero en su bolsillo y necesitaba saber más que nada por qué había
cambiado de opinión.

Rápidamente, se dio vuelta y comenzó a recordar sus pasos. Le diría a su abuelo que
necesitaba más tiempo. Insistiría que cuando decida firmar la Declaración sería su propio
asunto. Pero cuando se volvió en la esquina, se detuvo abruptamente. Su abuelo había
desaparecido. Corrió hacia adelante hasta el final del corredor, pero cuando miró a la
izquierda y a la derecha no había ninguna señal de ellos.

Molesto, Peter continuó mirando alrededor, tratando de escuchar el sonido de sus pasos,
pero finalmente tuvo que aceptar la derrota. Ellos habían, al parecer, desaparecido en el
aire.
La Resistencia

Capítulo 22
Anna observó al guardia en silencio, sus ojos ampliados con temor y miedo. Había sido
arrastrada fuera del apartamento de María y arrojada a la parte trasera de una camioneta;
gracias a Dios había conseguido a Ben y había sido capaz de persuadir a los hombres de
sacar sus esposas de modo que ella pudiera acunarlo en sus brazos y protegerlo de las
paredes de la camioneta mientras marchaba por el camino. Ahora estaba en una
habitación oscura; ella no sabía dónde estaba. La camioneta se había detenido frente a
una puerta, la puerta llevaba a un corredor, el corredor había llevado a esta habitación.

- Si no callas esa cosa, lo haré yo, -chasqueó el guardia.

Atrajo a Ben hacia ella y trató de calmarlo, él había estado llorando desde que llegaron.

- Tiene hambre, -ella dijo en voz baja. - Necesita un poco de leche.

- Necesita un poco de leche, -el guardia se burló. - Sólo cállalo, o tendrá más que leche.

Anna sintió que se le encogía el estómago por el miedo y rápidamente le puso el pulgar
de Ben en su boca, el cual chupaba violentamente. Las luces de la habitación eran
tenues, desorientadoras.

- ¿Donde está María? -Preguntó tímidamente. -¿Está aquí también?

El guardia sonrió. - ¿María? -preguntó. - ¿Si está aquí? Lo dudo. María es una Cazadora.

Anna palideció. - No, -dijo desesperadamente. - No puede… ella dijo…

- Me temo que no puedes confiar en todo lo que las personas dicen, dijo una voz mientras
la puerta se abría y otro hombre entrada en la habitación. Tenía un rostro delgado, vestido
con un traje, un aire de amenaza lo rodeaba.

- ¿Anna Covey? -preguntó.

Ella asintió.

- Mi nombre es Sr. Samuels. Soy el Jefe de Seguridad aquí en Pincent Pharma. Y me


temo, Anna, que te has metido en un pequeño inconveniente. Tenemos todo grabado,
verás.

Anna podía a penas respirar. -¿Todo?

- Todo. -El Sr. Samuels sonrió groseramente. - Fuiste escuchada conspirar para liberar
Excedentes, Anna. ¿Sabes qué pena lleva ese delito?
La Resistencia
Anna negó con la cabeza.

- Solo quería ayudar a los niños, -dijo ella, lágrimas punzaban sus ojos. - Pensé que ella
quería ayudar, también. Yo pensé…

- ¡Suficiente! -el Sr. Samuels ladró. -¿Crees que vamos a quedarnos quietos y permitir
que un insolente Excedente conspire contra nuestra sociedad, para amenazar a la ciencia
y la civilización? Tenemos que proteger el resto de la sociedad de personas como tú,
Anna. Tú y ese hermanito repugnante no merecen vivir en el exterior, ¿verdad?

- No Ben, -dijo Anna, su voz estaba temblando. - Esto no tiene nada que ver con él. Es
legal. Es inocente.

- ¿Inocente? ¿Quién va a cuidar de él si tú estás en prisión, Anna? No pensaste en eso,


¿no? Demasiado ocupada pensando sobre esos Excedentes asquerosos.

Anna sintió que la sangre se drenaba de su rostro, la terrible realización de lo que había
hecho golpeaba en su cabeza como una avalancha de dolor. Un zumbido emanaba del
bolsillo del Sr. Samuels y sacó un radio.

- No quiero que me molesten. ¿Entiendes? -dijo, su voz baja e irritable. - Quiero dos
unidades de custodios en la entrada principal y quiero el apagón arreglado y a menos que
los cuatro jinetes del Apocalipsis se vean acercarse al edificio, no quiero ningún tipo de
interrupción más, ¿entiendes? Bien.

Puso el aparato en su bolsillo y sonrió levemente a Anna. - Ahora sólo tendremos que
esperar el médico, ¿de acuerdo? -Dijo. - Tengo que darte una medicina. Ves cuan Útil vas
a ser.

- ¿Útil? -la voz de Anna era tenue, apenas audible. - ¿Qué es lo que me va a pasar? ¿A
dónde estoy yendo?

Pero el Sr. Samuels no la dejó terminar; en su lugar, Ben fue arrebatado de ella por un
guardia y Anna fue empujada a una cama antes de que Ben fuera entregado de nuevo a
ella. Ahora estaba gritando, sus manos establecidas en puños pequeños, lágrimas
cayendo por sus rojas, e hinchadas mejillas y fue todo lo que Anna podía hacer para no
unirse a él.

El mundo entró en foco lentamente. Techo blanco. Almohada Blanca. Manta roja.
Sábanas de color grisáceo. La Excedente Sheila estaba en silencio, mirando a su
alrededor con cautela mientras que poco a poco recordaba dónde se encontraba. No en
Grange Hall - que mucho sabía. Tampoco en una casa. Era un lugar provisional, había
decidido, por su medicina. Sheila sabía que no debía hacer preguntas, sin embargo, ella
La Resistencia
había aprendido en sus años en el Grange Hall todo sobre mantener sus ojos hacia abajo,
sin preguntar nada, obedeciendo órdenes, incluso si hubiera luchado en su contra. Esta
era probablemente sólo otra prueba, se dijo, sólo para comprobar que estaba en forma y
lista para ser un ama de llaves. Si ella pasaba, pronto estaría en el mundo real, en una
casa de verdad. Y una vez que estuviera en una casa, iría en busca de sus padres.

Permitiendo una pequeña sonrisa en su rostro, Sheila miró a su alrededor. Su cerebro se


sentía confuso, sus miembros pesados sobre el colchón delgado debajo de ella.
Vagamente recordaba llegar aquí, recordó haber sido conducida hacia un edificio grande
y blanco. Había tenido miedo cuando salió de la camioneta blanca, había preguntado
dónde estaba, pero no le habían dicho, y cuando un hombre la había arrastrado hacia una
puerta, ella comenzó a gritar y alguien más había clavado algo afilado en su pierna. Ella
no podía recordar nada después de eso. Y ahora estaba aquí, en otro dormitorio, igual
que en el Grange Hall, pero blanco, no gris, y no había campanas, ni tareas, ni
Capacitación. Ella había estado aquí por unos días, pensó. Tal vez más - se quedó
dormida y era difícil seguir la pista.

Había otros en la habitación, otros como ella, en camas, todas chicas, todas durmiendo o
fingiendo estarlo. Ella llamó la atención de una chica y ambas apartaron la mirada
rápidamente. Una de las niñas había sido capturada tratando de iniciar una conversación
un día antes y había sido castigada por ello con una paliza; Sheila había pensado que se
lo mereció por ser Estúpida; esperó que se dieran cuenta que ella no estaba rompiendo
ninguna de las reglas, que debería pasar la prueba con mayor rapidez que las otras
chicas.

Las pruebas no eran muy agradables. Sheila había decidido que no le gustaban mucho
los exámenes médicos después de todo. Cada día se le daba una inyección; cada día
tomaban sangre de ella; todos los días sus piernas eran izadas en estribos e instrumentos
de metal pinchaban en su interior dolorosamente mientras ella contenía su boca cerrada y
hacia todo lo posible para no gritar de dolor. Pero aparte de eso, se quedaba casi
totalmente sola. Había un estrecho, baño pequeño, donde a las chicas se les permitía
visitar, una a la vez. Tres veces al día una bandeja de comida se colocaba delante de ella.
Todas las chicas llevaban los mismos vestidos – largos en la parte delantera, abierto en la
parte posterior, lo que significaba que tenía que mantener a los dos lados de una manera
firme cada vez que abrían paso hasta el baño. Y de vez en cuando, una de las chicas
sería reemplazada con un nuevo rostro; habrían pasado sus pruebas, Sheila pensaba con
envidia. Se le había permitido salir, para convertirse en amas de llave. Esperaba que
fuera la próxima. No podía esperar.

Jude pasó de cámara en cámara, en busca de la chica, de Peter. En cambio, su pantalla


se llenó con tomas de laboratorios, líneas de producción, la cafetería, largos corredores
La Resistencia
majestuosos, el vestíbulo de recepción. A la vista de esta pantalla, Jude hizo una pausa -
una línea de guardias estaba ahora posicionada fuera de las puertas de vidrio, armados y
listos para la acción; otros tres estaban posicionados en el interior. Jude reconoció a uno
de ellos como el guardia que había sido asignado a él.

Un hombre estaba siendo registrado por los guardias; momentos después, emergió por la
puerta y se dirigió hacia el mostrador de recepción. Jude miraba en silencio. El hombre
sostenía en alto una tarjeta de identificación, Jude hizo un acercamiento y vio las palabras
‘Manchester, noticias de la noche' escritas en ella y el nombre de ‘WILLIAM ANDERSON’.
El guardia la tomó y la examinó, luego parecía estar pidiendo algo más; el hombre del
traje se encogió de hombros sonriendo y luego sacó un pedazo de papel y se lo entregó a
él. El guardia parecía satisfecho; no tardó en ponerse de pie y le mostró al hombre una
habitación contigua al lado del vestíbulo. Fue sólo al pasar por la cámara fuera de la
puerta que Jude vio el rostro del hombre correctamente por primera vez, vio sus ojos.
Jude sintió un hilo de sudor abrirse paso por su cuello. El hombre no era un periodista.
No era de Manchester. Y no se llamaba William Anderson. Temblando ligeramente, miró a
la pantalla como el hombre desaparecía de la vista.
La Resistencia

Capítulo 23
El corredor se extendía a lo largo, blanco y bien iluminado, y Peter miró alrededor con
curiosidad. Estaba, había establecido, en el perímetro exterior del edificio principal; desde
las ventanas en el lado derecho la totalidad de Pincent Pharma se podía ver - sus edificios
dentro de edificios, sus espacios al aire libre, sus largos corredores como túneles , los que
rodeaban como serpientes.

Era un corredor extenso, con instalaciones en diversos intervalos - en un extremo había


exposiciones mostrando el ascenso del hombre; en el otro extremo habían varios más que
explicaban un aspecto del proceso de producción de la Longevidad. Había dos tarjetas de
identificación donde los visitantes podían comprobar su presión arterial, los niveles de
nutrición, la actividad cerebral y la presencia de anticuerpos. Dos armarios grandes contra
la pared revelaban dentro de ellos maniquíes de tamaño natural del cuerpo humano,
indicando claramente la posición y el aspecto de cada órgano humano, cada hueso y
ligamento. Uno de los maniquíes era ‘saludable’ o, más bien, después de la Longevidad;
y el otro mostraba un cuerpo que había envejecido, sus órganos defectuosos, sus
músculos demacrados, su esqueleto marchito.

Peter no estaba interesado en los modelos, a pesar de todo. En su lugar, se trasladó de


nuevo a la pared y se apoyó contra ella. Su cerebro lógico le dijo que fuera de nuevo a su
laboratorio, para encontrar a su abuelo, después. Pero algo en sus huesos no se lo
permitió. En el fondo sabía que algo no estaba bien. Suspirando, se desprendió de la
pared. La Unidad X. estaba en el sexto piso, Pip le había dicho; Peter estaba en el cuarto.
Miró hacia el techo inquisitivamente, en busca de su propia paz mental tanto como
cualquier otra cosa, y luego frunció el ceño; detrás de él, podía oír voces. El sonido era
muy apagado, pero no había ninguna duda en la mente de Peter. Esto no fue un zumbido
de máquinas, era el sonido de voces. Voces humanas.

Confundido, Peter miró a su alrededor, pero no había una explicación para el sonido.
¿Había estado equivocado? ¿Se estaba volviendo loco? Pero entonces, oyó una voz de
nuevo, y no cualquier voz. Era la voz de su abuelo. Era apagada, pero no había
confusión.

Poco a poco, se volvió para mirar apropiadamente al maniquí a su lado. Y entonces se dio
cuenta de algo, algo detrás del maniquí - un panel con bordes.

Frunció el ceño, se maniobró detrás de la ventana, sus dedos registrando la pared,


sintiendo alrededor del panel por una captura, por algo indicando que el panel se podía
mover, se podía abrir. Estaba tan cerca; sabía que lo estaba, y sin embargo sus arrastres,
sus tirones, no dieron ningún resultado. Con un suspiro, dio un paso atrás para comprobar
que no estaba olvidando nada; entonces frustrado, se apoyó contra el panel.
La Resistencia
Inmediatamente, se abrió con un clic y Peter miró con incredulidad mientras se abría,
revelando una empinada escalera que conducía hacia arriba. Rápidamente, Peter
comprobó que el corredor estaba todavía vacío, entonces, conteniendo la respiración, y
asegurándose cerrar el panel detrás de él, comenzó a subir.

Richard tomó su teléfono. - ¿Si? -ladró.

- Richard, es Derek Samuels. El doctor se acaba de marchar.

Los ojos de Richard parpadearon hacia Hillary luego volvieron otra vez.

- Ah, Samuels. Estoy… Yo estoy con alguien en estos momentos. ¿No puede esperar?

- No lo creo. No vas a creer esto.

- ¿Creer qué, exactamente? -dijo, tratando de no ocultar la molestia en su voz. - Espero


que no sea nada malo.

- Nada está mal, Richard. Ella está embarazada. El doctor dijo que un poco más de tres
meses.

La boca de Richard se abrió.

- ¿Richard? ¿Escuchaste lo que dije?

Richard asintió; podía ver que Hillary se esforzaba para escuchar. - Si, -dijo rápido. - Si,
solo que estoy con alguien, eso es todo… lo que estabas diciendo, eso es… eso es
interesante. -Él le dirigió una sonrisa a Hillary. - Perdóneme por un minuto, -dijo, luego
caminó alrededor de la esquina, lejos de su oído.

- ¿Quién sabe de esto? -Susurró en el teléfono unos segundos más tarde.

- Nadie.

- Bien. Manténgalo así.

Samuels se detuvo. - Entonces, ¿Qué es lo que quieres que haga? ¿Sobre el feto?

- Dáselo al Dr. Ferguson para hacer lo que quiera.

- ¿En serio? ¿Qué pasa con el padre?

- No creo que haya uno, -dijo Richard Pincent uniformemente.

- ¿No hay padre?


La Resistencia
- No.

- Por supuesto, -dijo Samuels con rapidez. - No hay padre. Richard podía escuchar la
sorpresa en su voz y lo irritaba.

- Un feto vivo es polvo de oro, ¿no? -Preguntó Richard con impaciencia. - ¿No está
Ferguson siempre clamando por células vivas para experimento?

- Sí, señor. Sí, creo que lo está.

- Entonces, sigue adelante con ello, -dijo entre dientes. - Estoy con un alto representante
de las Autoridades. Tengo una conferencia de prensa hoy y un apagón que enfrentar. Yo
no quiero ser molestado con cualquier otra cosa, ¿me entiendes?

- Completamente, -dijo Samuels rápido. - Considérelo hecho.


La Resistencia

Capítulo 24
Tiritando bajo las delgadas mantas, Sheila dio la vuelta a su lado. Su estómago estaba
hinchado y sensible al tacto y se movía con torpeza para sentirse cómoda, y luego poco a
poco permitió que sus ojos se cerraran y trató de convencer a su cuerpo para dormir.

Ella se despertó, lo que sintió como unos minutos más tarde, por el sonido de voces
acercándose. Sheila se congeló. Voces cerca nunca eran algo bueno según su
experiencia de este lugar.

- Correcto. ¿Así que creemos que ella está casi lista?

- Los niveles se ven bien.

- Precioso. ¿Y a cuántos estamos viendo?

- Al menos doce, tal vez más.

La otra voz silbó. - Genial. Está bien, entonces, empujémosla adentro.

Sheila sintió su cama moverse y abrió sus ojos, con miedo. Detrás de ella, había un
hombre corpulento empujando su cama; a sus pies, tirando de ella, había una enfermera
que reconoció.

- ¿Dónde… dónde estoy yendo? -preguntó, tratando de mantener su voz uniforme.

La enfermera la observó irritablemente. - ¿Acaso importa?

- ¿Estoy volviendo al Grange Hall?

La enfermera hizo una mueca. - No, Excedente. Estás a punto de pagar tu deuda a la
sociedad, jovencita.

- ¿Significa que voy a ser una ama de llaves ahora? -Sheila preguntó con esperanza. -
¿Significa que voy a una casa?

La enfermera se rió. - ¿Una casa? Dame un respiro. Ahora cállate o tendré que inyectarte,
y el médico te prefiere mucho que estés despierta, ¿entiendes?

- ¿Despierta? -Preguntó Sheila, antes de que pueda detenerse. - ¿Para qué? ¿Qué es lo
que el médico me va a hacer?

- ¿Qué es lo que el médico me va a hacer? -la enfermera repitió con voz burlona. - Muy
bien, detente un poco, ¿quieres?
La Resistencia
La cama se detuvo y la enfermera sacó una aguja. - Solo un poco, -dijo ella. - Estará
despierta a tiempo para la operación.

Sheila sintió una mano sujetando su brazo y el dolor agudo de una aguja siendo insertada
en él.

- Eso está mejor, -dijo la enfermera a nadie en particular mientras eliminaba la aguja. -
Habrías pensado que con todos los experimentos que hacen con los Excedentes a estas
alturas hubieran mutado un gen para que dejen de hablar. El recrecimiento de órganos
está muy bien, pero ¿qué pasa con nosotros? Nosotros somos los que tenemos que lidiar
con ellos día tras día.

La cabeza de Sheila empezó a girar y, segundos después, se sintió caer en un sueño


profundo.

La habitación que Peter encontró le recordaba a los viejos depósitos y almacenes


abandonados donde había pasado tiempo en ellos cuando era más joven, siendo dejado,
recogido, olvidado a veces durante varios días, mientras que el Subterráneo trataba de
averiguar qué hacer con él, trataban de encontrar a alguien que estaría dispuesto a
aceptarlo. Los niños eran difíciles, Pip le murmuraba, las niñas eran más fáciles de
ocultar, más fácil de entretener. Los niños necesitaban espacio para correr, pero correr
simplemente no era una opción para los niños ilícitos, no con ojos curiosos por todas
partes, no con los Cazadores listos para abalanzarse sobre ellos en cualquier momento.
Se iba poniendo más difícil a medida que iban creciendo, también - siempre había casas
para los niños pequeños, siempre las personas se ofrecían ocultar a los bebés, pero un
niño crecido era todo un reto. Cualquier niño de más de cinco años era difícil de situar.

Peter frunció el ceño y alejo el recuerdo de su mente. Luego, se detuvo brevemente para
estudiar el lamentable estado de la habitación, las cajas amontonadas, el piso de concreto
sin barrer, examinó la habitación. En el rincón más alejado, apenas visible detrás de un
montón de lo que parecía basura y escombros, vio una puerta. Comprobando que no
había nadie viéndolo, se apresuró hacia ella y la abrió sólo una fracción. Lo primero que
oyó al abrir la puerta fue la voz de su abuelo, y con rapidez dio un salto atrás.

- Así que ya ves, -su abuelo estaba diciendo, - la Longevidad es un fármaco maravilloso,
pero tiene sus limitaciones. Lo que estamos desarrollando aquí es la siguiente etapa.
Longevidad 5.4. O, para fines de mercadeo, Longevidad+. -Estaban caminando hacia una
escalera; Peter se esforzaba por escuchar.

Hillary se encogió de hombros. - Si tú lo dices. Ahora, ¿podemos seguir con esto? Las
Autoridades tienen otras preocupaciones, Richard. Preocupaciones que más bien
reemplazan a la Longevidad.
La Resistencia
El abuelo de Peter sonrió tensamente. - ¿Reemplazan a la Longevidad? Hilary, nada
reemplaza a la Longevidad. Nada nunca lo hará. Si la producción de Longevidad fuera a
parar. La raza humana moriría en cuestión de años. La civilización como la conocemos,
se desmoronaría. La raza humana ahora es completamente dependiente de la
Longevidad para su propia supervivencia.

Hubo un silencio por unos segundos.

- Muy bien, Richard, ha hecho su punto.

- Bien. Y ahora, si solo me siguiera a la Unidad X, le mostraré el futuro.

Peter esperó a que lleguen a la cima de las escaleras, luego en silencio se deslizó por la
puerta donde estaba escondido detrás y los siguió.

Sheila entrecerró los ojos contra la luz radiante que brillaba en sus ojos. Su brazo le dolía
donde la enfermera había clavado una aguja, y su cabeza se sentía mareada, como si ella
todavía estuviera en un sueño, y eso le dio su confianza, la animó para abrir su boca.

- ¿Dónde estoy? -preguntó a nadie en particular, tratando de enfocar su visión borrosa y


fracasando miserablemente. Ella podía ver que estaba en una gran habitación; podía
escuchar voces bajas, pero no podía ver quien estaba hablando. - ¿Qué está
sucediendo?

El contorno borroso de una mujer se acercó a su lado. Cuando ella estuvo cerca, Sheila
pudo ver su rostro. Parecía amable, tan diferente de las personas que habían estado
maltratándola la semana pasada o algo así.

- ¿Excedente Sheila? -preguntó. Sheila asintió. - Bienvenida a la Unidad X, -la mujer


continuó. - Tu procedimiento va a comenzar pronto. Es relativamente sin dolor, y
necesitas permanecer lo más quieta posible. ¿Puedes hacer eso por mí?

Sheila asintió. - El procedimiento, -dijo. - ¿Para qué es?

La mujer sonrió. - Es para hacer historia,- dijo. - Tú vas a estar ayudándonos con un gran
avance científico, Sheila. Estás a punto de convertirte en un activo valioso.

- ¿De verdad? -Sheila se sintió erizarse con algo parecido al orgullo. Iba a hacer historia.
Ella era importante. Entonces hizo una mueca. - Me duele, -dijo. - Es muy doloroso. Y me
siento mal.

- Estarás bien, -dijo la mujer. - Estaré de vuelta muy pronto. Sólo descansa en silencio,
¿quieres? Y no te preocupes, todo estará bien.
La Resistencia
Ella desapareció fuera de la vista, y Sheila puso sus manos sobre su estómago, deseando
que el dolor desapareciera pero sabiendo que no habría motivo para hacer un alboroto.
Ella sintió su rostro volverse caliente bajo las luces, y trató de rodar a su lado pero sus
piernas estaban sujetadas en una posición extraña. Sus brazos, también, fueron
restringidos, lo descubrió cuando trató de moverlos.

Ansiosamente, llamó por la mujer, pero no hubo respuesta.

Peter subió la escalera de dos en dos, en la parte superior había un corredor corto, al final
del cual había otra puerta. La Unidad X, se encontró pensando, su corazón palpitaba en
su pecho. Esto era. Presionando su oído contra la puerta, escuchó.

- El problema con la Longevidad no es lo que puede hacer; es lo que no puede hacer,


¿No te parece? -Escuchó a su abuelo decir. - Nuestra edad no debería ser visible, no
debería tener ningún impacto en nuestros cuerpos, pero lo hace, ¿no? Nuestras arrugas,
nuestra fatiga de sobra, nuestra falta de energía - conspiran contra nosotros. La
naturaleza sigue riéndose de nosotros, reteniéndonos. Hemos heredado la tierra, y sin
embargo no podemos controlar cómo nos sentimos, cómo nos vemos.

- Siempre está la cirugía.

Estaban cerca a la puerta – demasiado cerca para que Peter se arriesgara a abrirla.

- Si, pero la cirugía es solo un vendaje. Una operación nunca es suficiente, Hillary; somos
accesorios permanentes en este mundo. Nuestros órganos internos están Renovándose
constantemente con la ayuda de la Longevidad, pero nuestra piel, nuestros músculos,
todavía tienen que ponerse al día.

- ¿Y tu puedes ayudarlos? ¿De verdad? ¿Cómo?

- Células Madres.

Peter escucho a Hillary suspirar. - ¿Células Madres? Richard, ¿qué es lo nuevo de eso? -
Hubo un ruido estridente que hizo a Peter saltar alarmado. - ¿Y qué es todo ese ruido?
¿Tienes animales aquí arriba?

- ¿Animales? No. Eso es solo… parte del proceso. Lo más importante para recordar aquí
es que no estamos tratando con células madres de origen animal, o células madres
extraídas de adultos, Hillary. Las células madres de adultos son limitadas. Una vez que se
han desarrollado más allá de cierto punto, sólo pueden reparar, reemplazar o ser
convertidas en órganos específicos.

- ¿Entonces? ¿Cuál es la alternativa?


La Resistencia
- Está en esta habitación, Hillary. Solo detrás de esas puertas dobles.

- Entonces muéstrame qué es lo que está detrás de ellas, Richard. Quiero ver.

Peter apretó sus dientes con frustración. Tenía que entrar, era necesario verlo por sí
mismo.

- Y lo verás. Tenemos a nuestro alcance el Santo Grial de anti-envejecimiento, si usted


solo lava sus manos por allí y se pone este vestido...

- Pero no lo entiendo. No…

- ¡Lo hará! Ya estamos en la fase de pruebas. Extraoficialmente, eso es. Pero hasta
ahora, no ha habido nada más que un aumento en la demanda de nuestros...
participantes en nuestras pruebas. -Sonrió. - Le prometo, Hillary, esto va a ser
absolutamente enorme. Para nosotros, para la nación. . . Sígueme, y prepárese para ser
sorprendida.

Sheila se quejó en voz baja, y trató en vano de liberar sus brazos. Ya no se sentía más
importante; se sentía triste, asustada, incómoda. Podía oír gritos de vez en cuando, y le
daba miedo.

Un hombre apareció en una bata blanca, caminó enérgicamente hacia ella. A su lado
estaba la mujer agradable quien estaba organizando cosas en una mesa con ruedas. La
visión de Sheila estaba mejorando gradualmente; podía distinguir las otras camas,
personas en bata blanca hablando en voz baja.

- Está bien, ¿número por favor?

- Vamos a ver ahora… Ella es VA 367. -La mujer no le sonrió a Sheila esta vez; ella
simplemente se acercó y presionó una palanca que levantó las piernas de Sheila en el
aire, torciéndola bajo la cama así ella rozaba sus muñecas con las esposas.

- ¿Y el número para la recuperación?

- Oh, doce.

- ¿Doce? -El hombre sonaba impresionado. Nada mal. Ese es el record hasta ahora, ¿no?

La mujer asintió. - Tuvimos un once sin éxito la semana pasada.

- Cierto, bueno, asegurémonos que este sea exitoso, ¿no?

Él ajustó la luz de modo que brillaba entre las piernas de Sheila y levantó su vestido. Ella
estaba acalorada y avergonzada, pero era incapaz de moverse.

- Duele, -logró decirle a la mujer, quien tenía en sus manos varios tubos de vidrio
pequeños. La mujer sonrió.
La Resistencia
- No, no lo hace, -dijo alegremente. - Esto realmente no es tan difícil. Sólo quédate quieta
y deja que el técnico siga adelante con el procedimiento. Se va a acabar muy pronto.

Sheila asintió obedientemente. Y luego, mientras sentía algo frio y golpeando duro en su
interior, un grito espeluznante llenó la habitación. Sheila se dio cuenta sólo unos
segundos después que ella era la que hacia el ruido. El dolor era insoportable, como un
cuchillo rasgando a través de ella. Pero fue más que dolor. En algún lugar, en el fondo, su
cuerpo estaba llorando por algo y Sheila no sabía por qué o qué, pero sentía cómo sus
gritos venían desde lo más profundo de su alma.

Ella trató de protestar, pero el dolor punzante en su abdomen lo hacía imposible. En


cambio, sintió que sus ojos se llenan de lágrimas y rezó para que lo que estaba pasando
acabara pronto, porque sabía que no podía soportar por mucho más tiempo. Ya no quería
ser más un Valioso Activo. Ella sólo quería ser Excedente Sheila.
La Resistencia

Capítulo 25
Peter escuchó a su abuelo abrir otra puerta; esperó por unos segundos y, luego,
tentativamente, abrió la puerta donde había estado agazapado detrás. Mientras se
arrastraba a través de ella, vio un destello de luz blanca mientras que su abuelo y Hillary
desaparecían a través de dos puertas dobles. Se encontró en una antecámara, en un
mostrador frente a él había un lavabo grande con vestidos colgando junto a él y un
estante con pequeñas bolsas de plástico sobre él, que al analizarlo, resultó contener
guantes de látex. Rápidamente, Peter se dirigió hacia las puertas dobles y empujó una
fracción para que pudiera ver la habitación; inmediatamente, sus ojos se abrieron en
estado de shock. La habitación era muy grande, a lo largo del extremo más alejado había
cinco camas, todas con niñas en ellas. Mientras las miraba, sintió una ligera arcada que
se levanta dentro de él. Sus caras estaban pálidas, sus ojos vidriosos o cerrados. Dos de
ellas tenían sus piernas en el aire, sostenidas por extraños artilugios de metal, que Peter
encontró difícil de ver. Todas las chicas aparentaban su edad, incluso más joven.
Alrededor de una había un hombre y una mujer en batas blancas. Al extremo de Peter de
la habitación había varias máquinas y tres camas vacías apiladas una encima de otra;
Peter se aseguró de que nadie estaba mirando, entonces corrió hacia las camas y se
escondió detrás de ellas.

Desde este punto de vista, vio a su abuelo dirigirse a Hillary, con una sonrisa en su rostro.
- El Excedente, -dijo él fácilmente. - Una pérdida para la sociedad. Una carga que el
planeta no puede hacer frente. ¿Verdad?

Hillary dirigió una mirada incómoda en dirección de las niñas, luego apartó la mirada
rápidamente. - ¿Estos son Excedentes? ¿Por qué están aquí?

- Mi pregunta, Hillary. Responda a mi pregunta, por favor.

Hillary suspiró. - Ellos tienen sus usos, algunos de ellos. Pero sí, en general, son una
pérdida. Richard, ¿por qué estoy aquí? Quiero ver a los fármacos, no estas niñas.

- Está aquí porque las Autoridades deben sancionar los medios, así como el final, -dijo
Richard sin problemas. - Sancionar y proteger nuestras líneas de producción de las
miradas indiscretas, de preguntas, de personas que no entienden la ciencia, que no se
dan cuenta de que cada paso hacia adelante en la ciencia requiere de una... una libertad
que no ofrece todas las disciplinas.

- ¿Libertad? ¿Qué quieres decir? -preguntó Hillary.

- ¿Qué pasaría si le decía que los Excedentes eran la clave de la salud y el bienestar de
la humanidad? -Dijo Richard. -¿Qué pasaría si yo le decía que los Excedentes no son una
La Resistencia
carga, sino que nuestros salvadores? ¿Que no son, de hecho, Excedentes en absoluto,
sino Activos Valiosos?

Peter se esforzaba por escuchar, explorando la habitación para un escondite más cerca.

- ¿Nuestros salvadores? Richard, ¿de qué estás hablando?

- Hemos estado tan cortos de vista, Hillary. Hemos estado viendo a los Excedentes todo
mal - como una carga, como algo que debe evitarse, destruido, administrado. Pero no son
una carga. Ellos son nuestro futuro. Sus huevos, su esperma, sus órganos, sus vientres...
mucho más valiosos que cualquier otro recurso natural, -dijo Richard en voz baja,
volviéndose para mirar a las chicas en las camas. Mientras lo hacía, Peter echó a correr
hacia el banco en el centro de la habitación y se agachó, todos sus reflejos en alerta
máxima.

- ¿Vientres? -dijo Hillary insegura. -¿Qué hay de bueno sobre sus vientres? Richard, lo
que estás diciendo no tiene sentido. La fertilidad es una debilidad. La creación de vida
nueva es un pecado.

El abuelo de Peter se lamió los labios e hizo un gesto hacia la hilera de camas.

- Piense en ellos como incubadoras. Incubadoras que pueden desarrollar el estado de la


técnica de células madre embrionarias, -dijo con reverencia.

- ¿Embrionarias? Quieres decir…

- Quiero decir, embriones. Diez por estos momentos. Tenemos la esperanza de llegar
hasta doce hoy. Finalmente, el cielo es el límite.

- ¿Y los estás haciendo? ¿Aquí? -Hillary jadeó.

- No es tan radical, Hillary. Recuerde la Fecundación in vitro, ¿o eso era antes de su


tiempo? Toma un óvulo, lo fecunda, lo pone en el útero. Sólo hacemos cuatro, cinco, diez,
veinte. Los dejamos afianzarse, los dejamos crecer, entonces los recogemos - y las
células, Hillary, las células pueden hacer cualquier cosa. Tome una célula madre
precursora y la somete a la fórmula de la Longevidad, y los resultados son... bueno, son
hermosos. Asombroso. Revolucionario. Dos semanas es todo lo que necesita, Hillary. Dos
semanas después de la fertilización.

Hillary lo miró con asombro.

- Pero el suministro, -ella dijo, su frente arrugada en concentración. - El suministro no es


lo suficientemente alto. No es para abastecer al país, y mucho menos al mundo. No hay
Excedentes suficientes. No es sostenible.

El abuelo de Peter se rio. - Por supuesto que es sustentable. Solo tenemos que
asegurarnos de controlar el suministro.
La Resistencia
- ¿Pero cómo? No hay garantía…

- ¿No hay garantía? -el abuelo de Peter sonrió, y sacudió su cabeza. Luego bajó la voz. -
Usted y las Autoridades saben muy bien que los Excedentes han sido utilizados para
nuevos ingredientes por años - donación de sangre, médula ósea, células madres.
Siempre hemos tenido un cierto nivel de suministro de Excedentes para la investigación
médica, y algunos departamentos dentro de las Autoridades han sido más... simpáticos.
Pero hasta ahora, ha sido de un nivel reducido – unos pocos defectos de control de
natalidad de implantes aquí y allí garantizan un suministro adecuado. Todo lo que digo
ahora es que necesitamos ponerlo encima. Necesitamos más carne joven, más Activos
Valiosos. Oficialmente.

Peter se sintió adormecido al recordar las idas y venidas de los médicos extraños en el
Grange Hall, siempre en la noche, siempre en Solitario, células clandestinas utilizadas
para el castigo, y era lo único que podía hacer para inhalar y exhalar. No había nada puro
acerca de la Longevidad.

- Las Autoridades… Quieres decir, ¿sancionamos la creación de excedentes? -La boca de


Hillary estaba abierta en estado de shock.

- ¿No lo sabía? -preguntó el abuelo de Peter, su tono sorprendido. - Pensé que había
leído las notas de Adrián. Él nos dio una concesión especial. Y ahora necesitamos plantar
más. Necesitamos grandes cantidades. Granjas de Excedentes. Ellos son nuestra razón
de ser, Hillary. El potencial es interminable.

Hillary parecía que no podía apartar los ojos de las chicas. - Hay canales, Richard. Tú has
estado rompiendo protocolos y reglamentos...

- Protocolos y reglamentos que serán barridos a un lado cuando las personas entiendan lo
que los fármacos pueden hacer. Protocolos y normas que son obsoletas, que pertenecen
a otra época. Este es un progreso. Este es el futuro.

Hillary se quedó en silencio por unos momentos, luego miró de nuevo a la fila de camas.

- Esta chica aquí, -ella dijo, señalando a la chica sujetada a la cama. -¿Qué sucede con
ella?

- Ah, bueno, ella está en la etapa más emocionante del proceso. Nuestra primera doce,
creo. Doce embriones, cerca de dos semanas de edad, están siendo extraídos. Doce
embriones con suficientes células madre para abastecer Londres y los Condados con la
Longevidad+ por tres meses.

- ¿Quieres decir que está embarazada?

- Embarazada como una cerda, -confirmó. - Lamentablemente todavía tenemos que pasar
por alto los efectos secundarios del embarazo. -Él sonrió a Hillary. - No hay nada como
La Resistencia
una sala llena de chicas sintiéndose enfermas, cansadas, llorando y enfadadas por nada
para llegar a las enfermeras que exigen aumentos salariales. Sin embargo, estamos
trabajando en ello. Si no compromete a la calidad de los embriones, nos gustaría
mantenerlas inconscientes hasta el final.

- ¿Y que pasará con ella… después?

- ¿Después? -Richard la miró vacilante.

- ¿Ella confesará? No podemos tener a estas chicas hablando. -Peter sintió un escalofrío
en su interior; Incluso desde donde se escondía podía ver el brillo acerado en los ojos de
Hillary. Cualquier esperanza que ella podría estar indignada por lo que estaba viendo se
desvaneció de inmediato.

- Oh, ya veo, -dijo Richard, luciendo aliviado. - No, ella no será capaz de hablar. Para
empezar, cada niña tiene unos buenos quince años de producción delante de ella, diría
yo. Después de eso, quién sabe.

- ¿Quién sabe? Richard, no me vengas con vulgaridades. ¿Qué va a suceder con las
chicas cuando no sean más valiosas? No podemos seguir creando Excedentes, si van a
convertirse en una carga más adelante.

- ¿Carga? Oh, no serán una carga, -dijo Richard, sonriendo tensamente. - Sólo se
convertirán en Valiosos de otras maneras. Necesitamos cuerpos vivos para experimentos,
para poner a prueba nuestros medicamentos, por lo que es una posibilidad. Los órganos
siguen siendo necesarios para perfeccionar nuestras técnicas de crecimiento de los
órganos; la sangre también es un recurso importante. Hay muchas cosas maravillosas
para ser cosechado del cuerpo humano, Hillary. Las posibilidades son infinitas.

- Es increíble, -Hillary sopló. -¿Quién habría pensado que los Excedentes podrían ser muy
útiles?

Lentamente, Peter permitió que sus ojos se dirijan donde estaba la chica. Se sentía
entumecido, sintió que su piel estaba demasiada apretada en su cuerpo, demasiado
cerca. En realidad había pensado que la Longevidad era hermosa. Pero no había nada
bueno en Pincent Pharma. Estaba mal. Más malvado de lo que jamás había imaginado, y
se sintió mal al pensar que había estado tan cerca de firmar por su causa.

Él tenía que salir, comprendió. Tenía que decírselo a Pip, tenía que conseguir ayuda.
Tentativamente, comenzó a ponerse de pie, frotándose sus piernas, que se sentían
rígidas por estar en cuclillas, y en busca de su oportunidad de correr hacia la puerta,
esperando que la atención de todos estuviera en la chica al final de la fila, la chica que
estaba siendo operada. Horrorizado, miró cómo un hombre en una bata de laboratorio
metió un instrumento de metal en su interior. La chica soltó otro grito que helaba la
sangre, alterando al hombre que lleva a cabo la operación.
La Resistencia
- Creo que vamos a tener que sedar a esta, -dijo el médico. - Inyéctela. Hazlo rápido.

La muchacha levantó la cabeza y siguió gritando, un sonido que provenía de las


profundidades de la desesperación, un grito gutural en busca de ayuda. Y entonces Peter
se dio cuenta que lo estaba mirando a él, y frunció el ceño, porque él la conocía. Era el
Excedente Sheila, del Grange Hall, y ella lo había visto.

- ¡Excedente Peter! -gritó, justo antes de que la enfermera le clavara una aguja en su
brazo. - Peter. Ayúdame. Por favor…

Peter se agachó, pero ya era demasiado tarde. Su abuelo se dio la vuelta y examinó la
habitación salvajemente.

Hillary miró alrededor ansiosamente. - ¿Excedente Peter? No el Excedente P – no tu…

- Peter, -dijo su abuelo lentamente, - Si tú estás aquí, vas a desear con todo tu corazón de
no estarlo. -Luego sacó su teléfono y marcó un número. - Soy yo, -gritó. - Necesito
guardias armados en la Unidad X. Ahora mismo.
La Resistencia

Capítulo 26
Jude había perdido a Pip. Él había pasado directamente por el Centro de Seguridad, a
través de la puerta al final del corredor, y Jude no había sido capaz de encontrar la vista
de la cámara correspondiente. Su respiración estaba volviendo a la normalidad, aunque;
al principio, se había encontrado preocupándose que tal vez Pip había llegado por él, que
su advertencia de no volar demasiado cerca del sol era una seria. Pero luego se golpeó;
Pip no tenía ninguna razón para seguir Jude alrededor. Tendría mucho un pescado más
grande para freír. Pero, ¿qué era? ¿Habían venido por Peter?

Jude volvió a su búsqueda, ansioso, moviéndose a través del sistema de cámaras. Le


llevó un tiempo, pero finalmente la encontró. Su princesa. Su bella pelirroja.

Una Excedente pelirroja, de repente se dio cuenta, al ver el Tiempo Incrustado en su


muñeca frágil. Había sido educado para despreciar a los Excedentes, a verlos como
bichos, una amenaza a la civilización, una amenaza para las personas Legales como él.
Pero entonces se había enterado de lo cerca que había llegado a ser el mismo un
Excedente; fue a causa de Jude que Peter había sido un Excedente. Su tutor le había
dicho una vez acerca de la antigua religión llamada Cristianismo, sobre el concepto del
Pecado Original - una idea bárbara, su tutor se había burlado. Pero Jude entendió
perfectamente el Pecado Original. Últimamente había comenzado a pensar a
esquematizarla.

Miró a la chica, preguntándose cuál era su propia historia, imaginándose cómo sería
hablar con ella, para que lo escuchen a él, compartir sus historias y sus sueños. ¿Por qué
estaba allí? Se preguntaba ¿Estaba enferma? Tal vez él podría cuidar de ella. Tal vez ella
podría cuidar de él también.

Sin quitar los ojos de ella, presionó un botón para hacer zoom. Pero mientras su cara
llenaba la pantalla, se dio cuenta con una sacudida que estaba despierta. Sus ojos
parecían estar mirando directamente hacia él - ojos hermosos y expresivos que parecían
aterrorizados, oscuros con horror. Mientras sentía que sus músculos se tensaban, enfocó
la cámara hacia atrás para ver lo que estaba causando su aflicción, para comprender las
lágrimas en sus ojos. Había médicos y enfermeras a su alrededor, haciéndole cosas a ella
- cosas que hicieron a Jude estremecerse. Y entonces sintió una punzada en la parte
posterior de su cuello cuando vio a otras tres figuras. Reconoció al hombre de inmediato -
era Richard Pincent, el hombre cuyo rostro estaba plasmado en cada pieza de publicidad
de la Longevidad, quien estaba regularmente en las noticias, en los periódicos. Había
también una mujer, él no la reconoció. Sin embargo, sí reconoció Peter. Reconocido esos
ojos inquietos, esos puños apretados. La chica estaba gritando ahora, con la boca abierta,
con su rostro rojo de ira; sus piernas, podía ver ahora, se encontraban en algún tipo de
extrañas ataduras.
La Resistencia
- Allá arriba. Está en el techo. -Jude escuchó un poco; La voz venía de abajo, en el Centro
de Seguridad. Podía oír una escalera ser arrastra por el suelo. En cualquier minuto, la
ventilación a pocos metros de él se abriría y sería atrapado.

Desesperadamente, con sus ojos pegados a la pantalla pequeña, se obligó a desconectar


la computadora central y desapareció la imagen de la chica. Empujó su portátil a su
bolsillo, respiró hondo y se metió tan rápido como pudo hacia el hueco del ascensor.

Peter había salido de su escondite de inmediato, con sus ojos fijos en su abuelo; no había
ninguna razón para hacer cualquier otra cosa. -¿Qué estás haciendo con Sheila? -dijo
furioso. No tenía miedo; sino que estaba enojado, blanco por el odio, amargura corría por
sus venas. Su voz era baja, medida. Él no permitiría que su ira lo debilitara de alguna
manera. -¿Qué pasa con ella?

Richard Pincent lo miró; estaba temblando de rabia.

- Te seguí. No fue muy difícil.

- ¿Tú nos seguiste? -Se acercó a Peter y lo tomó por sus hombros. - ¿Tu nos seguiste?
¿Cómo te atreves? Tu pequeño espía barato.

Peter lo quitó de encima; Richard lo agarró de nuevo, esta vez con más fuerza.

- ¿Qué es lo que vas a hacer con él? -preguntó Hillary ansiosamente. - ¿Qué pasa si le
cuenta a alguien lo que está viendo?

- Él no le dirá nada a nadie, -dijo Richard misteriosamente. - Los guardias estarán aquí en
cualquier momento; ellos verán que hacer.

-¿Me vas a encadenar, también? -Peter preguntó, con los dientes apretados. -
¿Convertirme en un recurso Útil? Me das asco. Tú estás enfermo. Mal de la cabeza.

- ¡Suficiente! -Su abuelo balanceó un golpe hacia él, golpeándolo en la cabeza y tirándolo
al suelo.

Peter se levantó, su rostro desafiante, y miró a Hillary. -¿Y usted aprueba esto? Las
autoridades están felices, ¿verdad?

Hillary lo miró con incomodidad. - Todos los procesos de Pincent Pharma continuarán
siendo revisados y controlados por un departamento apropiado, -dijo ella, alejándose de
Peter con recelo. - Por supuesto, existen normas y tenemos que asegurarnos de que
estamos cumpliendo con nuestras metas y objetivos...

- Objetivos, -dijo Peter. - Por supuesto. Tengo que cumplir con ellos, ¿no es así?
La Resistencia
Mientras hablaba, la puerta se abrió y dos guarias aparecieron.

- ¿Porqué tardaron tanto? -Preguntó Richard furiosamente, señalándoles que agarren a


Peter; ellos corrieron hacia él y esposaron sus manos detrás de su espalda.

Uno de los guardias levantó la mirada. - Sí, señor. Perdón, señor. Es el corte de energía.
Parece ser que fue un sabotaje, no una falla del sistema. Estamos aumentando la
seguridad.

- ¿Sabotaje? ¿Quieres decir del Subterráneo? -Preguntó Hillary impacientemente.

Richard se volvió a Peter. - ¿Tienes algo que ver con esto? -preguntó fríamente.

Peter negó con la cabeza. - Me gustaría hacerlo, -murmuró.

- Llévenselo, -dijo Richard a los guardias. - Enciérrenlo abajo, en una de las bodegas
detrás de la recepción.

Ellos empujaron a Peter hacia la puerta; mientras trataba de liberarse, uno de ellos lo
golpeó en la cabeza.

- ¡Esperen! -Hillary llamó, deteniendo a los guardias en su camino. - La conferencia de


prensa. Lo necesitamos para aparecer en la conferencia de prensa.

- No se preocupe, -dijo Richard tensamente. - Él firmará como arreglamos.

Peter le lanzó una mirada de disgusto. -¿Crees que voy a firmar la Declaración ahora? Ni
en un millón de años. Me alegro de que el Subterráneo saboteara tu suministro de
energía. Espero que exploten este lugar.

- Por supuesto que firmarás, -dijo Richard. - Y sonreirás para los periodistas, también.
Después de todo, si no lo haces, tu pequeña amiga Anna pagará las consecuencias.

- ¿Anna? -Peter lo miró. - Deja a Anna fuera de esto.

- Ojala pudiera, -dijo su abuelo, su expresión estaba sugiriendo lo contrario. - Pero parece
que Anna ha sido una niña tonta. Ella ha estado involucrándose en actividades
turbulentas detrás de tu espalda.

- ¿Qué? -Dijo Peter inciertamente. - Estás mintiendo.

- ¿Mintiendo? Yo no soñaría con eso. Tenemos la evidencia grabada - la chica


proporcionó planos del Grange Hall para algún tipo de robo. ¿Qué estaba pensando? -Su
abuelo negó con la cabeza y Peter sintió que se ponía blanco.

- ¿Estaba planeando entrar al Establecimiento de Excedentes? ¿Con quién? Richard,


esto es un asunto serio, -Hillary intervino.
La Resistencia
- Con nadie, -él la tranquilizó. - Fue una trampa. Su contacto era un Cazador.

- ¿Un Cazador? -Peter miró a su abuelo con incredulidad. - ¿Le tendiste una trampa?
Eres un cabrón. Tú...

- Seguros, Peter. Seguros, -sonrió Richard. - No crees que confiaría en ti para hacer lo
correcto, ¿verdad?

- ¿Dónde está ella? -Peter demandó. - ¿Qué has hecho con ella?

- Ella está perfectamente segura, Peter, -su abuelo respondió fríamente. - Pero a menos
que firmes la Declaración a las 6 p.m. de esta tarde, y sonriendo a las fotografías de los
periodistas, no puedo garantizar que ella va a seguir estándolo por mucho tiempo.

Apretado por los guardias, Peter se volvió para mirar de nuevo a las chicas, de regreso a
Sheila.

- El Programa de Esterilización de Excedentes, -dijo Peter, de repente, con su voz tensa. -


El nombre de Sheila estaba en la lista. ¿Cómo puede estar embarazada si fue
esterilizada?

- ¿El Programa de Esterilización de Excedentes? Pero nunca se ha ratificado, -dijo Hillary,


sorprendida. - Fue sólo una vez un documento de debate... -Su voz se iba apagando
cuando vio la cara de Peter.

- Tú… -Su rostro retorcido con confusión luego furia mientras la verdad caía en la cuenta.
Giró hacia su abuelo. - Tú lo plantaste para que lo encuentre... Tú me enviaste la nota. No
fue el Subterráneo, -dijo, su voz casi un susurro.

- Te ayude a tomar tu decisión, eso es todo, -dijo su abuelo, con una sonrisa malévola
arrastrándose en su rostro. - Tú querías firmar la Declaración y yo quité las barreras, eso
es todo. Te estaba ayudando.

- ¿Ayudándome? -Peter miró a su alrededor salvajemente, adrenalina fluyendo por sus


venas de modo que él no sabía qué hacer consigo mismo. -¿Crees que hacerme pensar
que estaba estéril, tener que decirle a Anna que ella... que ella... -Se interrumpió, incapaz
de terminar la frase, inclinándose involuntariamente y llorando de dolor mientras que los
guardias tiraban sus brazos hacia atrás.

- Llévenselo ahora, -dijo Richard, descartando a los guardias con un gesto. - ¿Y Peter?
Miró a su nieto, entrecerrando sus ojos. - No cometas ningún error, si no sigues mis
precisas órdenes en la conferencia de prensa, si no eres totalmente convincente, Anna
será encarcelada por el resto de su vida. Nunca verás a ella o a su hermano Ben de
nuevo. Y tú serás encarcelado por ayudar e instigar sospecha. No me encuentres, Peter.
Confía en mí cuando te digo que realmente no vale la pena.
La Resistencia
Peter sintió que sus puños se apretaban con rabia. - La Declaración de Anna, gritó
mientras era arrastrado fuera de la sala. - Su Declaración firmada. ¿Fuiste tú también?

Pero no tuvo una respuesta.

- ¿Creí que había dicho la niña era peligrosa? -Hillary le susurró a Richard cuando la
puerta se cerró de Peter y los guardias. -¿Realmente vas a dejarla fuera del asunto?

Richard sonrió misteriosamente. - Por supuesto que no, -dijo. - Lejos de ello, de hecho.

Jude se encontró en un callejón sin salida. Él sabía que el hueco del ascensor estaba a
sólo unos metros de distancia, pero una pantalla de metal estaba bloqueando su camino.
Él la golpeó; era delgada, podía ser desmantelada, suponía, pero haría un ruido y el juego
se acabaría. Frustrado, se movió hacia atrás; tendría que encontrar otra manera
alrededor. Haciendo su camino de regreso a la zona por encima de la recepción de
Pincent Pharma, se arrastró hacia la izquierda. El polvo se estaba metiendo en sus ojos y
él deseaba limpiarlos, pero cada vez que lo intentaba simplemente añadía más; en su
lugar, entrecerró los ojos, usando sus manos para guiarlo.

Y luego, justo cuando pensaba que estaba haciendo progresos, alcanzó otro callejón sin
salida. Otra placa de metal - que deben haber sido instaladas para separar el hueco del
ascensor, se dio cuenta. Cualquiera camino alrededor que fuera, iba a encontrar la misma
barrera. Con un suspiro, se dejó colapsar en el suelo de cansancio, mientras reunía sus
pensamientos. Se quedó allí durante unos minutos, su mente acelerada, tratando de
averiguar qué hacer a continuación. Y entonces oyó algo por debajo de él: una puerta
abriéndose. Tensionado, se levantó de nuevo en sus manos y rodillas; los guardias lo
habían rastreado, comprendió. Había sido un estúpido al descansar, incluso por un
minuto. Pero a medida que se asomaba por la ventilación más cercana para ver cuántos
guardias había, frunció el ceño. Un guardia entró, y no miró hacia el techo en absoluto,
sino que se quedó en el banco vacío frente a él. Sus ojos recorrieron la habitación
sospechosamente, su mano bajó a su funda para obtener su arma. Y luego, de repente,
se cayó al suelo. Le tomó a Jude unos segundos para darse cuenta de que alguien lo
había golpeado; sus ojos se abrieron cuando se dio cuenta de que la persona era Pip,
quién se había escondido detrás de la puerta. Entonces vio con incredulidad como Pip
rápidamente desvistió al guardia, intercambió la ropa con él y lo apoyó en el banco.
La Resistencia

Capítulo 27
Pip abrió cautelosamente la puerta y se metió en el corredor. Años de experiencia le
habían enseñado cómo convertirse en invisible, para desviar la atención, para mezclarse
sin problemas en un ambiente, años en los que rara vez se arrepintió y, sin embargo
sabía que se debía a los oscuros afanes de la humanidad. La ironía no pasó
desapercibida para él; en momentos de tranquilidad le gustaba reflexionar sobre ella,
cuestionarse a él mismo, tal y como le gustaba cuestionar todo.

Sacó su teléfono y marcó un número. - Si. Yo. Estoy adentro. Hay un corte de energía
aquí. ¿Alguna información?

- ¿Corte de energía? No, no hay información. ¿Tu paradero?

Pip frunció el ceño. El corte de energía no podía ser un accidente afortunado; tales cosas
no existían. ¿Fue Peter? ¿Una fuerza más malévola? Se dirigió hacia una pequeña señal.
- Corredor A, Norte.

- Entendido. El contacto estará contigo en breve.

Pip asintió. - El corte de energía significa que la seguridad está comprometida. Ábrete
camino a través del sótano. Pero ten cuidado - puede ser una trampa.

- Entendido.

Intranquilo, Pip apagó su teléfono y salió al corredor. No le gustaban estas cosas - los
necesitaba, por supuesto, sabía que eran de gran valor, pero incluso con dispositivos anti-
rastreo eran peligrosos. Si fuera atrapado, él nunca entregaría a sus compañeros, nunca
alertaría a las Autoridades de la existencia de una camioneta llena de hombres esperando
ayudarlo cuando diera la palabra. ¿Pero su teléfono? No tomaría mucho para rastrear sus
últimas llamadas, para localizar a sus compañeros soldados del Subterráneo.

Segundos después, un hombre con un overol apareció. Se aclaró la garganta cuando


pasó a Pip, pero siguió caminando.

- La Longevidad está muy bien, pero un medicamento para el cansancio sería bienvenido,
-dijo Pip en voz baja.

El hombre se detuvo. - Y uno para la calefacción, -dijo tímidamente. - Me parece que no


puedo entrar en calor en este clima.

Se miraron durante un par de segundos, luego Pip se acercó. - ¿Lugar? -Preguntó. -


¿Sabemos dónde está la chica? -La noticia del secuestro Anna - y era un secuestro, por
lo que el Subterráneo estaba preocupado – le había llegado pocas horas antes desde los
La Resistencia
vigilantes que había asignado para seguirla. Inmediatamente un plan de acción se había
decidido, y contactos dentro de Pincent Pharma se reunieron.

El hombre asintió y deslizó un mapa más o menos elaborado a la mano de Pip. - Ella está
siendo custodiada en el otro lado del edificio, almacén 48. Pero hay un guardia en el
exterior.

Pip asintió pensativamente. -¿Qué pasa con el apagón? -Preguntó. -¿Qué es lo que se
dice?

El hombre lo miró con curiosidad. - Pensé que fuiste tú. Están diciendo que es el
Subterráneo

Pip frunció el ceño. - Gracias, -dijo con sinceridad. - Estaremos en contacto.

El hombre asintió brevemente, y luego se alejó rápidamente, volviendo al trabajo. Él había


arriesgado su vida y Pip sabía que las cámaras probablemente habían tomado su
intercambio; en cuestión de horas podría ser cuestionado, torturado. Pero esas horas le
darían a Pip el tiempo que necesitaba. Tenía que pensar en la grande situación. Todos
ellos lo hacían.

Adoptando la marcha del guardia, Pip se alejó por el corredor. Le tomó varios minutos
llegar al área de servicios donde los almacenes se encontraban en el otro lado del edificio.
Sus ojos recorrieron los números de las puertas. Podía oír el ruido sordo del llanto de un
bebé, un sonido que casi lo detuvo en seco. La habitación 48 estaba justo por delante;
como su contacto le había advertido, un guardia estaba parado fuera de la habitación.

- Pensé que querrías tomar un té, -le dijo al guardia.

El guardia miró al frente. - Yo no me voy a mover, -dijo. - Ordenes de Richard Pincent.


¿Quién eres, de todos modos? No recuerdo haberte visto al alrededor.

Pip sonrió. Sus ojos hipnóticos miraron fijamente a los del guardia, hechizando la mirada
de sospecha de su rostro. - Me trajeron aquí para reforzar la seguridad. Debido al apagón,
dijo. - Solo pensé que tal vez querías estirar tus piernas.

El guardia lo miró, un parpadeo de tentación cruzó por sus ojos, luego negó con la
cabeza. - No vale la pena mi tiempo, -dijo, levantando sus cejas. - Pero gracias, de todos
modos.

- No hay problema. No hay problema en absoluto.

Pip sonrió con ironía, sus ojos tomando cada detalle del guardia, de la puerta. Luego se
dio vuelta y se alejó. Nunca iba a ser tan fácil, pensó con tristeza. Pero había valido la
pena un intento.
La Resistencia

Los guardias tuvieron que arrastrar, literalmente, a Peter a través de los almacenes, por
las escaleras, por los corredores. En cada escalón tuvo que luchar con ellos,
maldiciéndolos, arrastraba sus pies, protestando.

- ¿Saben lo que están haciendo ahí arriba? -le preguntó a ellos, con los dientes
apretados. -¿Saben lo que Pincent Pharma hace a puertas cerradas? -Pero los guardias
no parecían interesados; se quedaron firmemente por delante, golpeándolo o
empujándolo de vez en cuando, cuando luchaba demasiado, cuando la irritación se
apoderaba de ellos. Finalmente, Peter se rindió; enojado, miró hacia el suelo, el único
lugar donde podía mirar, el único lugar donde no se encontraba con carteles que
proclamaban propiedades maravillosas de Longevidad, con la blancura, con la pureza que
impregnaba todo el edificio, pureza que Peter veía ahora como el señuelo del diablo.

- Los ascensores están fuera de servicio, -dijo uno de los guardias suspirando. - Vamos a
tener que tomar las escaleras hacia abajo. -Arrastraron a Peter hacia el hueco de la
escalera, y luego lo empujaron hacia abajo frente a ellos, riéndose entre dientes cuando
se tropezaba, mirándolo fijamente cuando se giraba para protestar con ellos.

Al llegar al segundo piso, Peter oyó pasos por debajo de él, en su camino hacia arriba. Un
chequeo por encima de la barandilla reveló a otro guardia, que venía hacia ellos. ¿Podría
hacerlo caer? Peter se preguntaba. ¿Podría crear un número suficiente de distracción
para escapar? Luego se sacudió. Anna. Tenía que proteger a Anna. Tenía que hacer lo
que su abuelo dijo. Con un suspiro, siguió caminando; segundos después, se encontró
cara a cara con el guardia que se acercaba. El guardia se detuvo, Peter también se
detuvo, permitiendo a sus ojos registrar sus zapatos lustrados, el opaco uniforme gris, los
botones de oro. Los ojos...

Peter sintió su corazón saltarse un latido cuando los ojos azules familiares registraron
sorpresa por un instante. Clavó la mirada en ellos, sintiendo sus preguntas, su
tranquilidad, su aceptación, sus advertencias a la vez, cada mensaje recibido
perfectamente por Peter.

- ¿Este es el muchacho? -preguntó Pip.

- ¿El muchacho? -Los guardias lo miraron con incertidumbre.

- Peter Pincent, -dijo Pip, su voz con desprecio. - Estoy para llevarlo abajo. Al parecer, hay
más problemas arriba y son necesitados.

-¿Qué clase de problemas? El Sr. Pincent nos dijo que tenemos que encerrarlo en una de
las bodegas detrás de la recepción, -dijo uno de los guardias.
La Resistencia
Pip levantó una ceja. - Lo único que sé es que todo se descubrió. Y el Señor Pincent, no
está feliz.

Los guardias se miraron con aprensión luego empujaron a Peter hacia Pip antes de girar y
subir las escaleras de nuevo.

A grandes rasgos, Pip agarró Peter, luego se volvió y lo empujó por las escaleras,
haciendo tropezar a Peter.

- Muévete, -dijo brevemente. - Tengo lo suficiente para hacer como para cuidar niños,
¿entiendes? Ahora vamos, muévete.

Peter comenzó a caminar, pero Pip rápidamente lo detuvo, y luego puso su dedo sobre
sus labios y se arrastró detrás de los guardias. Peter oyó dos golpes sordos y ambos
cayeron al suelo; Pip estaba sosteniendo lo que parecía un revólver, el cual volvió a
enfundar en la funda del guardia. Se inclinó sobre los guardias, encontró sus llaves y en
pocos segundos había liberado las esposas de Peter.

- Rápido, ayúdame a moverlos, -susurró. Ellos arrastraron los cuerpos hasta el descanso
del segundo piso, y Peter actuó como vigía mientras Pip encontraba una habitación vacía
para esconderlos allí.

- Derecho. Para los almacenes, -dijo Pip cuando había terminado. - Después de ti.

Mantuvo la puerta abierta de la escalera a Peter, quien caminó a través de ella, con las
piernas sintiéndose inestables.

- ¿Tu… sabes dónde están? -Peter logró decir.

- Tengo la sensación de que podría, -dijo Pip, sacando el mapa de su bolsillo. Tiró de
Peter por las escaleras luego hizo un gesto hacia una puerta, que conducía a un Corredor
largo y vacío. Peter lo siguió, en silencio; momentos después, Pip abrió una puerta que
daba a una habitación vacía.

- Rápido, -dijo. - No tenemos mucho tiempo. ¿Qué está pasando? ¿Tú causaste el
apagón? ¿Por qué los guardias?

Peter sintió su corazón desbocado. - Anna, -dijo él, ignorando las preguntas de Pip. - Mi
abuelo... dijo que ella ha sido arrestada. Él dijo que había sido capturada planificando
actividades revolucionarias.

- Fue atrapada, -dijo Pip con calma. - Es por eso que vinimos aquí – para sacarla.

- ¿Ella está aquí? Pensé que estaba en prisión en algún lugar. ¿Quién es ‘nosotros’ de
todos modos? ¿Estás aquí con otras personas?

Pip asintió.
La Resistencia
- Entonces diles que los necesitamos para tomar este lugar, -dijo Peter, alzando la voz por
la emoción. - Para sacar a Anna, pero también... -hizo una pausa, sus ojos muy abiertos
cuando miró a Pip. - Tienen que ir a la Unidad X. Yo estuve allí. Es por eso que mi
abuelo... los guardias, quiero decir. Fue porque vi lo que está haciendo allí. Tenía a
Sheila, y otras chicas Excedentes. Estaban... Están recolectando fetos, Pip. Para la
Longevidad+. Tuve que dejarla allí. Tengo que firmar la Declaración, de lo contrario
Anna... -Su voz se secó cuando sintió que sus piernas se arqueaban por debajo de él y
poco a poco se deslizó hasta el suelo. - Yo no te escuche, -susurró. - Yo no escuché...

- Descubriste la verdad, -dijo Pip, parecía tomar este torrente de información en su paso. -
Es mejor encontrar tu propio camino que confiar ciegamente las palabras de otros, sean
quienes sean. -Se agachó y puso su mano sobre el hombro de Peter. - Pero ahora que
sabes la verdad, tenemos que conseguir que los dos salgan de aquí.

- No protegí a Anna, -dijo Peter desesperadamente. - Le dije que sí, y le fallé. Le dije que
firme. -Yo... Él trago saliva, forzando retener las lágrimas que había brotaron de sus ojos.
- Y todo fue una mentira. El programa de esterilización. Él hizo todo.

- ¿Una mentira? -La cara Pip se iluminó. - Sí, sí, yo esperaba...

- Me odio, -susurró Peter.

- Deberías despreciar a Richard Pincent, pero no a ti, -dijo Pip suavemente. - Richard
Pincent está decidido a torcer el mundo para sus propios fines oscuros; tú estás en el lado
de los ángeles. Pero incluso los ángeles caen, a veces. Todos cometemos errores; sin
ellos sería no aprenderíamos nada.

- Tú no cometes errores, -dijo Peter abatido.

Pip se alejó. - He cometido los peores errores de todos, -dijo en voz baja. - Pero todos
podemos tratar de hacer las paces. Es por eso que lucho, Peter. Es por eso que sigo
tomando la Longevidad, el fármaco que desprecio, por qué me mantengo con vida -
porque no me detendré hasta que se acabe. Hasta que todo haya terminado.

Peter lo miró inquisitivamente. Su mentor, el hombre que había considerado una vez
invencible, que todo lo sabe, que todo lo ve, de repente parecía frágil, humano.

- Entonces, ¿qué estamos esperando? -dijo. - Vamos a sacarlos. Vamos a atacar.

Pip sacudió su cabeza. - No, Peter. No podemos correr el riesgo.

- ¿Pero por qué? -dijo Peter con desesperación. - Necesitamos sacar a las chicas. Tú no
lo viste, Pip, fue horrible.

- Lo sé, -dijo Pip con seriedad. - Sin embargo, un ataque armado traería a las fuerzas de
seguridad sobre nosotros. No, tenemos que hacerlo en silencio.
La Resistencia
- En silencio, -suspiró Peter con frustración. Luego frunció el ceño. - Entonces, ¿quién
causó el apagón? Si no fuiste tú, quiero decir.

- No lo sé, -dijo Pip, sacudiendo su cabeza. - En otros tiempos habría dicho que Dios
estaba de nuestro lado.

- ¿Dios? -Las cejas de Peter se dispararon. - Pensé que había sido sustituido por mi
abuelo.

Mientras hablaba, hubo un ruido de arriba y los dos se levantaron bruscamente. Entonces,
segundos después, hubo otro ruido, algo que rozaba por el techo. Pip se llevó los dedos a
sus labios y en silencio, movió una silla debajo de la rejilla de ventilación del techo. Luego
se paró en ella, levantó las manos en alto y en silencio empujo la rejilla de ventilación.

Peter levantó la vista con aprensión; lo siguiente que supo, Pip estaba arrastrando a
alguien a través de la rejilla de ventilación hacia el suelo. Peter dio un paso atrás, sus ojos
muy abiertos, con el corazón acelerado en su pecho y se quedó mirando a la persona en
el suelo. Él no se parecía a un empleado de Pincent Pharma; llevaba pantalones
vaqueros, su pelo estaba demasiado largo, su rostro era... Peter frunció el ceño mientras
miraba desde la esquina de la habitación. Su cara se veía joven. Tan joven como la propia
cara de Peter.

Peter miró a su alrededor por un arma improvisada y agarró un palo de madera, el cual en
una inspección más cercana revelaba ser un palo de escoba. Se aferró de él, lo sostuvo
hacia el joven mientras Pip se arrodillaba por encima de él. Pero en lugar de retroceder, él
miró directamente a Peter, y su expresión no era de miedo, de fascinación, o cualquiera
de las emociones habituales que las personas mostraban al verlo por primera vez; era
una expresión que Peter no podía leer - de tristeza, tal vez, o pérdida.

- Sabes, no es Dios quien está de su lado, -dijo el joven, con la voz estrangulada por la
presión de Pip sobre su pecho. - Que yo sepa, ningún dios puede dejar a un demonio de
conectividad, imposible de encontrar incluso por los profesionales con mayor experiencia
tecnológica, en particular los frikis informáticos perezosos, ignorantes que trabajan aquí.
Un demonio de conectividad que apague la electricidad en todo el edificio.

Pip lo estaba mirando. - ¡Tú! -exclamó, su voz llena de sorpresa.

- Si, yo, -dijo el joven. Su rostro estaba sucio; y sus ojos en alerta.

- ¿Quién eres? -Peter demandó. - ¿Qué estás haciendo aquí?

El joven lo miró fijamente. - Estoy aquí para sacar a esa chica. La del cabello rojo.

- ¿Pero quién eres? -Peter lo estaba mirando, con la boca abierta.

Jude se mordió el labio. - Soy Jude… -dijo, aclarándose la garganta. - Soy tu medio
hermano.
La Resistencia

Capítulo 28
Le tomó un par de segundos a Peter digerir lo que Jude había dicho, luego,
desconcertado, no podía hacer nada sino mirar fijamente sin comprender al sucio,
desaliñado joven sentado en el suelo.

- ¿Hermanastro? -dijo finalmente, mirando a Jude con escepticismo. - Entonces tú eres…

- El hijo de Stephen Fitz-Patrick, -Jude se atragantó. - Jude 2124 a tu servicio. -Él trató de
tirar los hombros hacia atrás, pero le dolía el pecho y su garganta se había paralizado.
Había ensayado su discurso, esta reunión, tantas veces en su cabeza - ahora él no podía
decir nada, lo único que sentía era dolor.

- ¿Qué estás haciendo aquí, Jude? Pensé que te dije que tengas cuidado.

Jude se quedó mirando con incredulidad a Pip. -¿Qué? -preguntó con incredulidad. -
Estoy ayudando, en caso de que no te diste cuenta. Deberías haber aceptado mi ayuda
antes, también, cuando te la ofrecí.

Pip sacudió su cabeza, con una expresión seria. - Fue por tu propio bien. Y el nuestro.
¿Sabes que estás bajo la vigilancia de las Autoridades?

- ¿Jude 2124? -La cara de Peter estaba todavía en blanco con incomprensión, confusión.

- Mi código, -dijo Jude, levantándose y sacudiéndose el polvo hacia abajo. - Y puedo


manejar la vigilancia de las Autoridades, muchas gracias. Los guardias aquí pensaron que
podían encerrarme. Mira cómo terminó eso. -Le disparó a Pip una mirada de triunfo.

- ¿Y conoces a Pip…? -preguntó Peter.

- Si,-dijo Jude, tosiendo violentamente. - Nos reunimos.

- ¿Y nunca me dijiste?-Peter se dio la vuelta a Pip.

- No quería confundirte, -dijo Pip en voz baja. - No cuando ya había tanto en juego.

Peter se volvió de nuevo a Jude. - ¿De verdad eres mi hermano? Tú eres el que… -Dio un
paso adelante, los ojos muy abiertos. Extendió la mano, tentativamente, como si fuera a
tocar Jude, pero se retiró.

- Si, -dijo Jude. - Soy el que… -Se encogió de hombros. - Tú sabes… el que te arruinó la
vida. -Lanzó una mirada defensiva a Pip.

Pip lo miró con curiosidad. - ¿Así que fuiste tú quien causó el apagón? ¿Cómo llegaste
hasta aquí?
La Resistencia
- Ya te dije. La chica pelirroja. Ella está en la Unidad X. vine a rescatarla.

- ¿Tú sabes de la Unidad X? -Los ojos de Pip estaban parpadeando, como si calculara
una ecuación difícil de su cabeza.

- Si, lo sé, -dijo Jude. - Vi a esos guardias agarrando a Peter. Te vi por las cámaras de
seguridad…

- ¿Cómo? -demandó Peter. - Las cámaras no están funcionando. Nada está funcionando.

Jude permitió una pequeña sonrisa arrastrarse a sus labios. - Claro que nada está
funcionando. Pero cuando eres la persona que detuvo que las cosas funcionen, tiendes a
conocer maneras para conseguir que funcionen de nuevo.

- No lo entiendo.

Jude puso los ojos en blanco. - La unidad central está en el techo. Poniéndolo en modo
de emergencia y todavía puedes operar las cámaras, sólo una por una. Es una medida de
seguridad por defecto.

-¿Puedes conseguir que funcione de nuevo? -preguntó Pip inmediatamente.

Jude asintió con la cabeza, casualmente. - No lo necesitamos, sin embargo. Va a venir


por sí mismo en un tiempo. -Se volvió hacia Peter, con los ojos serios. - Lo siento, -dijo en
voz baja. - Lo siento mucho. Por todo. Yo soy la razón de que fueras un Excedente.

- No seas estúpido, no fue tu culpa. ¿Por qué no te contactaste conmigo antes?

- No podía. No sabía qué decir. Tenía miedo que tú… tenía miedo.

- ¿Si? La cosa es, que siempre he querido un hermano, -dijo Peter en voz baja.

Jude sonrió. - Yo también. Esto es genial.

Se quedaron en silencio, durante unos segundos, entonces Peter se volvió a Pip. Su


mente estaba corriendo, pero sabía que tenía que concentrarse. - Anna, -dijo. - Tenemos
que salvar a Anna. Ahora.

- Y la otra chica, -dijo Jude firmemente. - Nosotros tenemos que sacarla a ella también.

- ¿Nosotros? -Pip se volvió a Jude. - No hay ‘nosotros’. Esto es un trabajo para el


Subterráneo, no para un aficionado. -Miró a Peter. - Vamos a llegar a Anna. Entonces
debes salir de aquí. Los dos. Mis hombres y yo nos ocuparemos de las niñas.

- Yo no voy a ninguna parte, -Jude se cruzó de brazos. - No hasta que esa chica esté
segura.
La Resistencia
- Yo tampoco, -dijo Peter con firmeza. - Voy a sacar a Anna y luego voy a hablar en la
conferencia de prensa.

- No te puedes quedar para la conferencia de prensa, -dijo Pip, sus ojos mirando
directamente a los de Peter. - Tienes que salir. Tenemos que conseguirte seguridad - es
muy peligroso aquí.

Peter negó con la cabeza. - También es muy peligroso no estar aquí, -dijo en voz baja. -
Tengo que hacerle frente. Tengo que detenerlo…

- Pero -

- Pero nada, Pip. Voy a hacer esto, te guste o no.

- Yo también, -dijo Jude con firmeza.

- Ves, Pip, hay un ‘nosotros’. -Peter le tendió la mano; Jude se la estrechó con firmeza.

Pip negó con la cabeza en derrota. - Muy bien, -dijo en voz baja. - Pero hagan
exactamente lo que yo diga. No hay actos heroicos, ¿entienden?

- Alto y claro, -dijo Peter con gratitud. - Y lo siento, Pip. Acerca de la otra noche. Lo siento
por no escucharte, lo siento por no creerte.

- ¿Perdón? -Pip sonrió. - No necesitas mi perdón. Soy simplemente una reliquia del
pasado que pronto sobrevivirá a su utilidad, quien puede ser demasiado prudente,
demasiado desconfiado, que cierra puertas que... -Miró a Jude... - Que tal vez deberían
haberse mantenido abiertas. Aunque me reservo el juicio sobre eso.

- Tú no eres una reliquia, -dijo Peter, dejándose sonreír a pesar de la tensión. - Todavía
no.
La Resistencia

Capítulo 29
El Dr. Edwards miró a la puerta con esperanza.

- ¿Peter? -llamó. - Entra. No hay necesidad de llamar.

Peter apareció por la puerta; junto a él, un guardia que lo miró fijamente.

El Dr. Edwards arrugó el ceño. -¿Peter? ¿Está todo bien? -Miró al guardia. -¿Te perdiste
en el camino de vuelta aquí?

Peter dio un paso adelante. - Dr. Edwards, necesito su ayuda. Nosotros, quiero decir.

-¿Ayuda? -dijo el Dr. Edwards con curiosidad. - Por supuesto. ¿Qué es lo que puedo
hacer?

Peter se aclaró la garganta. - Yo… Anna está en problemas. Está aquí. Y…

-¿Aquí?

- Está encerrada. -La cara de Peter estaba pálida. Tenía los puños apretados y los
músculos alrededor de su cuello tensos. El Dr. Edwards frunció el ceño al guardia.

-¿Nos dejaría solos? -preguntó.

El guardia negó con la cabeza.

- Ya veo. -El Dr. Edwards se puso de pie, tomó un respiro y se volvió a Peter. - Me temo
que no entiendo. ¿Por qué iba a estar Anna aquí?

- Fue mi abuelo, -dijo Peter, mirándolo fijamente. - Él la engañó. Envió a Cazadores tras
de ella…

-¿Cazadores? Pero ella es Legal. Peter, por favor siéntate. Estoy seguro de que hay una
explicación perfectamente buena.

- ¿Hubo una buena explicación la última vez que desafiaste a Richard Pincent? -El
guardia preguntó de repente.

El Dr. Edwards se giró. -¿Perdón? ¿Estás hablando conmigo?

El guardia asintió. - Sabes tan bien como yo que Richard Pincent es un hombre peligroso.
Y sabes tan bien como yo que hay cosas que suceden dentro de estas paredes. Cosas
que Richard Pincent haría lo que sea para protegerlas de miradas indiscretas. Incluso si
eso significa encarcelar a Anna. Chantajear a Peter.
La Resistencia
-¿Chantaje? -Los ojos del Dr. Edwards se ampliaron. -¿Quién eres? -Le preguntó al
guardia. -¿Quién es este hombre? -Le preguntó a Peter.

Peter dio un paso adelante. - Él es. . . un amigo, -dijo tímidamente. - Ha venido a


ayudarme.

-¿Un amigo? -El Dr. Edwards titubeó un poco. - Él... Él no es un guardia, ¿verdad? -dijo,
su voz era un susurro.

Peter sacudió la cabeza.

El hombre volvió su mirada al Dr. Edwards. Tenía los ojos azules más increíbles. El Dr.
Edwards creía recordar esos ojos de alguna parte, pero era imposible. Esos ojos... eran
de otro tiempo.

- Tú cuestionaste los métodos de Richard Pincent y fuiste dejado de lado porque no te


gustaba lo que estaba haciendo. Ahora Peter piensa que tú nos ayudarás. Para ser
honesto, no estoy seguro de que estás a la altura para hacerlo, pero no tenemos muchas
opciones aquí, así que ¿qué será?

- Eres tú, -dijo el Dr. Edwards de repente. - Es...

- Pip, Voy por Pip ahora. Estudiamos juntos, ya ves, Peter, -dijo Pip con frialdad, sin soltar
la mirada del Dr. Edwards. - Hace muchos años. El Dr. Edwards siempre fue el mejor de
la clase. Él científico más inteligente de su generación. Y puesto que no había muchas
generaciones más, lo convierte en uno de los hombres con vida más inteligentes. -La
forma en que lo dijo no sonaba como un cumplido.

-¿Eras un científico? -Peter miró a Pip con incredulidad.

- Solía serlo, -dijo Pip rotundamente. - Y ahora, -dijo, dirigiéndose al Dr. Edwards, - ahora
estás trabajando en Pincent Pharma. Sólo que no lo estás realmente, ¿verdad? Quiero
decir, Re Entrenamiento. Es apenas un puesto de prestigio, ¿verdad?

El Dr. Edwards palideció un poco. - La formación es importante. Imparte conocimientos…

-¿A quién? No hay nadie a quién enseñar, -dijo Pip. - Ya no más. Has sido expulsado de
la investigación por una jubilación parcial. ¿No es más cercano a la verdad?

- Opté por salir, -dijo el Dr. Edwards con firmeza. - Nadie fue expulsado de nada. -Él vaciló
un poco, se acercó a su escritorio para no caerse.

- ¿Y ahora estás totalmente involucrado en el desarrollo de la longevidad+? ¿Sabes qué


es lo que están haciendo? -Los ojos de Pip estaban taladrando a los del Dr. Edwards y
sintió gotas de sudor comenzando a formarse en su frente.
La Resistencia
- No… Quiero decir… es altamente secreto.-El Dr. Edwards pensó en su incómoda visita
a los técnicos de laboratorio por la tarde - una visita en la que sus antiguos compañeros
habían estado evasivos, incluso reservados. Hace unos años, los habría desafiado, tratar
de descubrir la verdad; ahora apenas se daba cuenta, había perdido incluso la voluntad
de preocuparse.

- ¿Tan secreto que, un eminente científico, es mantenido fuera? ¿Tan secreto que ni
siquiera has sido invitado a la conferencia de prensa de esta tarde?

-¿Conferencia de prensa? No, ese no es mi campo. Eso no es… -Se aclaró la garganta,
forzó sus hombros hacia atrás. - No espero que se me mantenga informado de las
conferencias de prensa. Capacito a las personas, formo a los científicos del futuro. Lo
prefiero de esa manera.

- ¿Los científicos del futuro o contadores del pasado que se aburren de sus antiguos
puestos de trabajo y buscan de algo para llenar su tiempo por unos pocos años? -
Preguntó Pip. Su voz era suave ahora y más atractiva.

Los hombros el Dr. Edwards se vencieron un poco. - El Re Entrenamiento es una buena


iniciativa, -dijo con voz débil. - Permite a las personas a reinventarse, para revitalizar sus
carreras.

- Es un buen profesor, -dijo Peter de repente. - Pip, déjalo en paz. No es la culpa del Dr.
Edwards lo de Anna o los otros Excedentes. No lo sabe.

-¿Otros Excedentes? -preguntó el Dr. Edwards. Sentía el pecho apretado.

- Te acuerdas, -dijo Pip sinceramente. - Eso fue en lo que no estabas de acuerdo con
Richard Pincent, ¿no? ¿La utilización de los Excedentes?

- Él dijo que no… dijo… -el Dr. Edwards dijo débilmente.

- Estoy seguro que si, -dijo Pip. - Estoy seguro que dijo muchas cosas.

El Dr. Edwards frunció el ceño y se volvió incómodo a Peter. - ¿Dices que Anna está
peligro? ¿Qué tipo de peligro?

- Él dijo que iba a ir a prisión. Si no firmo la Declaración, quiero decir. La tiene encerrada.
Dr. Edwards, por favor, necesitamos su ayuda.

-¿Mi ayuda? ¿Pero qué puedo hacer?

- Puedes defender lo que crees, -dijo Pip seriamente. - Ayuda a Peter para salvar a Anna.
Asiste a la conferencia de prensa y no les digas a los periodistas lo que sabes. Tengo
hombres en la planta baja que te pueden ayudar, que pueden ponerte a salvo después.
La Resistencia
El Dr. Edwards podía sentir sus piernas temblar por debajo de él ominosamente. No había
hablado durante mucho tiempo. Un tiempo muy largo. Entonces asintió con la cabeza.
Había sido demasiado tiempo, se dio cuenta. Ya era hora de hacer las paces. - Muy bien,
-dijo en voz baja, levantando su bata de laboratorio. - Si puedo ayudar a detener esto...
Entonces sí, por supuesto.
La Resistencia

Capítulo 30
-¿Cómo vamos a hacer esto? -preguntó Peter ansiosamente. - Incluso si podemos sacar
a Anna de su celda y a los Excedentes de la Unidad X, ¿cómo los sacaremos fuera del
edificio?

- Hay una puerta trasera, donde los camiones entran. Va a ser abierta, pero tenemos
hombres en el sótano esperando mi señal, -dijo Pip con calma. - Y en cuanto a los
guardias de Pincent, van a estar concentrados en la parte delantera del edificio. Hay una
conferencia de prensa en una hora más o menos, recuerden. Tu y Peter enfóquense en
llevar a Anna a la puerta de atrás; voy a hacer arreglos para que mis hombres se reúnan
con ustedes con transporte.

-¿Transporte? ¿Aquí? ¿Cómo? Nada va a llegar a traspasar, -dijo el Dr. Edwards. - Todos
los caminos estarán bloqueados.

Pip sonrió con ironía. -¿Nada? Oh, lo dudo. Me imagino que Anna podría disfrutar de un
paseo en el río. ¿Qué te parece?

Peter sintió la tranquilidad familiar y la gratitud de la existencia del Subterráneo, que ellos
estaban de su lado. Él había perdido ese sentimiento; sentía culpa por haber dudado de
Pip.

-¿Qué hay de los Excedentes? -preguntó.

- Déjamelos a mí, -dijo Pip con firmeza. - Jude y yo cuidaremos de ellos.

- Buena suerte, -dijo el Dr. Edwards. Sus ojos se encontraron con los de Pip por un
segundo o dos, un vínculo de confianza pasaba entre ellos, un pacto, y luego ambos se
volvieron a Peter.

-¿Listo? -susurró Pip.

- Listo, -Peter murmuro en respuesta, mientras el Dr. Edwards abría la puerta.

El Dr. Edwards nunca había estado en el corredor de servicios en la parte trasera del
edificio - las habitaciones eran en gran medida almacenes, armarios, salas de trabajo,
áreas en las que hombres en trajes generalmente recorrían con manos grandes cubiertas
de suciedad y grasa. Él miró a Peter, quien se encontró con sus ojos y asintió con la
cabeza tensamente, antes de retroceder. El Dr. Edwards continuó por el corredor, apenas
se atrevía a mirar a ningún lado sólo hacia el frente. Y entonces se detuvo. La luz era
La Resistencia
tenue, pero el Dr. Edwards podía ver el guardia del que Pip le había hablado, sentado
afuera de la Sala 48, su única expresión era de un intenso aburrimiento.

Una leve sensación de incomodidad hizo que el Dr. Edwards frenara un poco. Odiaba la
confrontación, odiaba los desafíos a menos que fueran escritos en papeles académicos y
leídos en los seminarios. Tal vez Pip y Peter estaban equivocados, se encontró con la
esperanza. Tal vez había una explicación perfectamente razonable, después de todo.

Tomando una respiración profunda, se acercó a la puerta y sonrió a la guardia. -¿Puedo?


-Preguntó, manteniendo su mano hacia la cerradura.

El guardia negó con la cabeza. - Solo el Sr. Pincent y los doctores son permitidos a entrar
allí, -dijo con firmeza.

La sensación de malestar se hizo más intensa, y el Dr. Edwards dio un paso atrás. - Pero
yo soy un médico, dijo. - Soy el Dr. Edwards.

- Sólo el Dr. Ferguson está permitido, -dijo el guardia rotundamente. - Y ya ha estado allí.

-¿Dr. Ferguson? -El Dr. Edwards logró mantener la sonrisa en su rostro a la mención de
un hombre que despreciaba. Un hombre que había estado bajo la impresión de que
había dejado Pincent Pharma años atrás, para nunca volver. - Así que, está de vuelta,
¿verdad?

- Nunca se fue, hasta donde yo sé.

- Cierto. -El Dr. Edwards sacó su tarjeta de identificación. - Bueno, también deberías
saber que yo soy Jefe del Re Entrenamiento en Pincent Pharma, y que estoy aquí para
ver a la niña sobre un asunto de gran importancia.

El guardia miró su tarjeta. - Nadie dijo nada sobre el Re Entrenamiento. Me temo que no
puedes entrar.

El Dr. Edwards llamó la atención del guardia y asintió con la cabeza bruscamente. -
Entonces, tendré que llamar al Señor Pincent. A pesar de que ha pedido no ser
molestado. ¿Puedes decirme tu número de guardia por favor?

- Cuatro-tres-uno, -dijo. - Y llámalo. Conozco mis órdenes.

- Cuatro-tres-uno, -dijo el Dr. Edwards, su corazón latía con fuerza en su pecho, cada
cabello en su cuerpo estaba erguido. Sacó su teléfono, pretendiendo llamar a Richard.

-¿Si? -dijo Pip al otro lado.

- Señor Pincent. Deseo ver a la prisionera. Le importaría mandar una orden al guardia,
¿por favor?

- Estás estancado, -Pip respondió. - Tienes la pistola eléctrica. Utilízala.


La Resistencia
- Gracias, -dijo el Dr. Edwards. - Esperaré aquí.

El guardia levantó la vista. - Yo voy a tener la orden, ¿verdad? -Preguntó.

- En cualquier minuto, -dijo el Dr. Edwards. Le temblaban sus manos mientras sacaba la
pistola. El guardia estaba buscando expectante su radio, ni siquiera tuvo tiempo para
mirar hacia arriba antes del efecto sedante.

- Peter, -El Dr. Edwards silbó, pero Peter ya estaba junto a él, después de haber visto
todo el asunto.

- Toma su llave.

El Dr. Edwards se trasladó hacia el guardia tentativamente, tirando de él a su lado. Y


entonces algo lo hizo vomitar. Había sangre. En su chaqueta.

- Es una pistola eléctrica, -dijo, su voz era un susurro. - Pip dijo que era una pistola
eléctrica. ¿Por qué está sangrando? Porqué él… -Sintió el pulso del guardia – nada.

Inmediatamente el Dr. Edwards cayó de rodillas. - ¡Yo lo maté! Maté a un hombre. -Tenía
las manos en su pelo, su cerebro acelerado en shock, con incomprensión.

- Mataste a un guardia, -Peter lo corrigió. - Y no hay tiempo para esto. Vamos, tenemos
que sacar a Anna.

Peter sacó las llaves del cinturón del guardia y abrió la puerta luego lanzó el cuerpo a
través de ella; el Dr. Edwards, todavía en estado de shock, lo ayudó. La habitación estaba
oscura excepto por la iluminación de emergencia que bañaba el suelo con una luz cálida;
pudo distinguir la figura de una chica, sentada en una silla dura, su expresión ansiosa; el
único sonido en la habitación era la respiración áspera de un bebé que estaba
agarrándose a ella. Ella miró la bata blanca de laboratorio, la foto de identificación de
Pincent Pharma sujetada en el bolsillo de su pecho y se echó hacia atrás.

- ¡Anna! -Peter corrió hacia ella. -¿Qué pasó?

-¿Peter? -Anna se levantó de un salto, cambiando su expresión de temor a sorpresa, y


lanzó sus brazos alrededor de su cuello. - Oh, Peter, lo siento. No tenía la intención de
defraudarte…

- Nunca podrías defraudarme, -dijo Peter estrechamente. - Nunca. -La tomó en sus
brazos, y ella se encogió un poco. Luego frunció el ceño. - Estás herida, -dijo con enojo. -
¿Qué te han hecho?

- Nada, -dijo Anna rápido. - Sólo los guardias, ellos… no es nada, de verdad. Pero había
un doctor. Él dijo que necesitaba hacer algo… investigaciones, -dijo ella, mirando al Dr.
Edwards. - Pero es Ben quién necesita un médico. Creo que él está enfermo. Creo que
necesita ayuda.
La Resistencia
El Dr. Edwards se movió hacia Anna y sintió la cabeza del bebé; estaba ardiendo.

- ¿Porqué están aquí? -preguntó, aliviado de tener otro enfoque. -¿Quién los han traído?

Anna lo miró, con los ojos muy abiertos. - La policía. Los Cazadores. Dijo que María era
un Cazador. Pensé que María quería salvar a los niños y yo quería ayudar... yo quería... -
Mientras hablaba, grandes lágrimas comenzaron a caer en cascada por sus mejillas. - Lo
siento,- se atragantó. - Lo siento…

- No lo sientas, -Peter tiró de ella hacia él con suavidad. - Nunca te arrepentirás, Anna.
Todo esto es culpa mía…

El Dr. Edwards miró alrededor de la habitación. Sobre una mesa pequeña en la esquina
había un archivo; con rapidez lo tomó y agachándose, cerca de la luz, empezó a leer.
Luego se dio media vuelta.

- Estas investigaciones médicas, -dijo, su voz atractiva mientras hablaba. -¿Sabes para
qué eran?

Anna negó con la cabeza y El Dr. Edwards sintió sus hombros tensos, con determinación,
enojado - con Richard por lo que había hecho, con él mismo por no saber al respecto.

- Anna, -Peter susurró, - vamos a sacarte de aquí. Vamos a llevarte por un camino muy
largo. Pip está aquí. Y el Subterráneo. Ellos están esperando por ti. Esperando ayudar.

-¿Pip? ¿Está aquí?

Peter asintió. - Hay Excedentes aquí, -susurró tensamente. - Seguí a mi abuelo. Encontré
la Unidad X.

-¿Unidad X?

- Ellos tienen Excedentes allí. Están embarazadas. Él las está usando para la
Longevidad+. Las células madre embrionarias. Ellas están… -Miró a lo lejos, la imagen de
Sheila lo estaba haciendo temblar involuntariamente.

- No son las únicas, -dijo el Dr. Edwards, su voz era tensa.

-¿No son las únicas qué?

El Dr. Edwards se encontró con los ojos de Peter y luego miró a Anna. - Quiero decir que
no son las únicas que están embarazadas.

-¿Te refieres a que hay más? -Peter dijo amargamente.

- No los Excedentes, -el Dr. Edwards susurró. - Anna. Tus notas, -dijo, volviéndose a
Anna. - Estás embarazada, Anna. Y conforme con el informe, ellos quieren que… ellos…
La Resistencia
El Dr. Edwards no se atrevía a repetir lo que había leído, las abreviaturas que él conocía
muy bien, abreviaturas que había empujado de su mente durante años.

Peter miró al Dr. Edwards inciertamente. -¿Ella está embarazada? ¿Anna está
embarazada?

- Pero el Programa de Esterilización de Excedentes, -dijo Anna, su voz varias octavas


más altas de lo habitual. - No puedo estarlo. Yo…

- Nunca existió, -dijo Peter, agarrándola y abrazándola con fuerza. - Nunca fue ratificado.
Mi abuelo… él dejó el archivo para mí a propósito. Me envió una nota, una que parecía
ser del Subterráneo, sólo para que yo encontrara el archivo de programa. Pero nunca se
aprobó. Él sólo quería que yo firme, eso es todo.

-¿Entonces estoy embarazada? ¿De verdad estoy embarazada? -Anna jadeó.

- Si, Anna. Vas a tener un bebé.

Una gran sonrisa llenó el rostro pálido de Anna, trajo a la vida a sus ojos preocupados.
Peter pronto se apartó y la miró con incredulidad, en horror.

- Y yo iba a... tengo tu... -Frenéticamente, metió la mano en su bolsillo trasero y sacó un
pedazo grande de papel, rasgándolo en pedazos tantos como pudo, antes de tirarlos en el
suelo. - Tú Declaración, -dijo, tomando Anna en sus brazos de nuevo y enterrando su
cabeza en su cuello. - La firmaste por mí. Y yo nunca me perdonaré. Pero se ha ido
ahora. -Él la besó. - He sido tan estúpido. Completamente estúpido.

- No estúpido, -El Dr. Edward dijo en voz baja, mirando el cuerpo del guardia desplomado.
- A veces confiamos cuando no deberíamos. Tu abuelo es un hombre muy malvado,
Peter. Necesita ser detenido. Cueste lo que cueste.

- Voy a hacer algo más que eso, -dijo Peter con fiereza. - Lo voy a destruir.
La Resistencia

Capítulo 31
Siguiendo las instrucciones de Peter, Pip subió a lo largo del lado de la pared de los
grandes almacenes, como salas, sigilosamente, en silencio. Su uniforme de guardia le
había permitido pasar fácilmente a través del edificio y subir las escaleras hasta el sexto
piso; sabía que desde su punto panorámico sobre el Centro de seguridad, Jude estaría
viendo su progreso en silencio mientras cambiaba de cámara en cámara.

Había voces, de repente, y Pip se quedó atrás en las sombras mientras dos hombres
pasaban, hablando en voz baja.

- No importa de todos modos. Desde mañana, todo esto será oficial.

- ¿Confías en esa mujer de las Autoridades?

- No es una cuestión de confianza. Ella no puede permitirse el lujo de no aprobarnos. La


generación de ingresos será enorme. Ofertas de empleo, energía, el bienestar de todo el
mundo - es una obviedad. Deja de preocuparte.

- No estoy preocupado.

Ellos no vieron a Pip; caminaron más allá de él, salieron por la puerta y bajaron las
escaleras. Con cuidado, Pip avanzó hacia delante, hacia la puerta de la que ellos habían
surgido, confiando, esperando de que Jude estaba en su lugar, de que estaba viendo, de
que estaba listo. Entonces, tentativamente, la abrió sólo una fracción, de inmediato
parpadeo contra las luces brillantes. Había dos enfermeras en la sala, sentadas en la
esquina de una mesa, charlando. Por otra parte la habitación estaba en silencio. Junto a
la puerta había un teléfono intercomunicador y dos interruptores de luz; en silencio, Pip
miró a la cámara, asintió con la cabeza. Su confianza en Jude fue recompensada
segundos más tarde, cuando las luces se apagaron de repente, y Pip se deslizó por la
puerta.

De inmediato escuchó el sonido de pasos corriendo.

- El apagón se está extendiendo, -dijo una enfermera con ansiedad.

-¿Hola? ¿Hola? Oh, por el amor de Dios, el intercomunicador está muerto.

- ¿Qué hacemos?

- Será mejor hacerles saber a los de planta baja.

Pip se movió rápido en la oscuridad y agarró a la enfermera más cercana a la puerta. Ella
gritó. Contra la pared, -le gritó Pip.
La Resistencia
-¿Qué? ¿Quién está ahí? ¿Quién dijo eso?

- Tengo un arma. Te quiero contra la pared, todos ustedes.

Oyó gritos y bullicios, luego sacó una linterna, brillando alrededor de la habitación,
asegurándose que nadie se escondía de él. - Den la vuelta, -ordenó. - Los brazos por
encima de sus cabezas.

- Pero los guardias… Los guardias estarán aquí en minutos. ¿Estás loco? No puedes
entrar aquí y…

- Puedo hacer lo que quiero, -dijo, con los dientes apretados.

Pip cogió una toalla y le ordenó a una enfermera amordazar al médico que estaba
hablando, luego atar a los demás; por último, él la ató. Entonces, rápidamente, corrió a las
camas. -¿Sheila? -preguntó, mirando de niña a niña, su corazón dolorido por lo que veía.

Una chica lo miró somnolienta. -¿Fui Valiosa? -Le preguntó dormida. -¿Puedo volver al
Grange Hall ahora?

- No al Grange Hall, -dijo Pip, su voz apretada mientras corría hacia ella. - Pero vamos a
ver si podemos llevarte a un lugar seguro, ¿de acuerdo? Vamos a ver si podemos sacar a
todas de aquí.

Sacó su teléfono e hizo una llamada al hombre esperando en el sótano del edificio.
- Estoy dentro, -dijo simplemente. - Voy a necesitar cuatro hombres aquí arriba ahora.

-¿Samuels?

Derek Samuels movió su auricular a su oreja de inmediato. -¿Sí? ¿Sr. Pincent?

- La conferencia de prensa estará empezando a las seis en punto. Necesito que recojas a
Peter.

- Por supuesto. Estaré allí enseguida.

- Bien.

Derek Samuels limpió una gota de sudor de su frente mientras miraba hacia abajo al
Guardia 431, quién estaba desplomado contra la pared al lado de la puerta de la celda, la
niña desapareció. Otro guardia había sido encontrado muerto en la sala de espera de la
recepción. Dos más en una habitación en el descanso del segundo piso. Sacando su
pistola y sosteniéndola cerca de su pecho, llamó a un guardia para mover el cuerpo.
La Resistencia

-¿Dónde has estado? -susurró el Dr. Edwards con ansiedad. - Los guardias estarán
sobre nosotros en cualquier segundo ahora.

Ellos estaban en el sótano como arreglaron; Pip, cuyo rostro acababa de aparecer por la
esquina, hizo una mueca. -¿Tienes a Anna? -Preguntó.

- Si. Está conmigo.

Pip vio a su delgada figura de pie detrás del Dr. Edwards, y él asintió, luego desapareció.
Segundos más tarde, salió otra vez, una niña envuelta en sus brazos. Detrás de él, cuatro
hombres también estaban llevando a niñas. Hombres del Subterráneo, el Dr. Edwards se
dio cuenta. Soldados del Subterráneo. - Bien, porque necesitamos tu ayuda para sacar a
estas niñas, ahora.

Los ojos del Dr. Edwards se ampliaron. - Por supuesto, -dijo. -¿Son de la Unidad X?

Pip asintió. -¿Dónde está Peter?

- De vuelta en su celda.

- Bien. El barco está esperando. Toma a Sheila.

Le entregó la niña a los brazos del Dr. Edwards, quien la tomó con cautela.

-¿Sheila? ¿De verdad eres tú? -Era Anna hablando; Sheila no contestó, pero Anna tomó
su mano sin embargo, la apretó, se plantó a su lado como un guardia. Ella estaba tan
frágil, el Dr. Edwards pensó mientras miraba hacia abajo al pequeño cuerpo de Sheila y
su pelo rojo, pero su ligereza sólo agravaba el peso que había sentido teniendo sobre él
desde que Peter y Pip habían entrado en su laboratorio esta tarde, desde que había
descubierto la verdad acerca de lo que estaba pasando dentro de estas paredes. Era
cómplice, se había dado cuenta; no había hecho lo suficiente para detenerlo, había
permitido a Richard Pincent que lo intimidara, que lo silenciara. Y estas chicas habían
pagado el precio. Poco a poco, en gran medida, se dio la vuelta y comenzó a caminar
hacia las escaleras, Anna a su lado. Pip se adelantó para asegurar su camino; a unos
metros detrás de él, los cuatro soldados del Subterráneo lo seguían. Sigilosamente, se
abrían paso fuera del sótano a la bahía de carga donde el resto del Subterráneo estaban
esperando en la oscuridad del invierno. En silencio, siguió a Pip, girando a la derecha de
la salida y siguiendo la pared del edificio hasta que llegaron a la zona pantanosa que
conduce al río. Sus pies chapoteando en la hierba pantanosa, comenzaron a caminar más
rápido, hasta que finalmente llegaron a la embarcación, una considerable lancha blindada
situada contra la orilla del río.
La Resistencia
- La marea está baja por lo que tendrás que saltar, -dijo Pip a Anna. - Te pasaremos a
Ben a ti.

Asintiendo con valentía, Anna respiró hondo y se lanzó sobre el borde de la orilla del río,
aterrizando a salvo en el barco, y luego alzó sus manos para su hermano.

Las chicas, aturdidas y somnolientas, fueron pasadas a continuación; cayeron en medio


de la embarcación donde Anna rápidamente las incorporó, tirando de sus vestidos hacia
abajo donde se habían levantado, exponiendo a las chicas, sacándoles aún más dignidad
de ellas. Por último, los soldados del Subterráneo siguieron, arrastrándose a sí mismos
por la orilla y por el barco adelante.

- Deberías ir con ellos, -dijo Pip al Dr. Edwards.

El Dr. Edwards miró al barco, luego negó con la cabeza. - No, -dijo. - Me quieres en la
conferencia de prensa.

- Eso fue antes de que mataras al guardia y ayudaras a un prisionero y a los Excedentes
escapar. No vas a llegar a la conferencia de prensa. Vete ahora. Los mantendremos
ocultos.

El Dr. Edwards miró a las chicas, a Anna, luego de nuevo a Pip. - Sabes, este lugar ha
sido mi vida, -dijo, su voz tranquila. - La ciencia ha sido mi vida durante tanto tiempo como
puedo recordar. Pensé que estaba buscando la verdad. Pensé que la ciencia era
hermosa.

- La ciencia puede ser hermosa, -dijo Pip. - Pero la ciencia buena, no la mala.

- Uno puede convertirse al otro lado con tanta facilidad. Vi a la Longevidad como la
salvadora de la humanidad. ¿Cómo puede algo tan curativo ser tan destructivo?

- Todo lo bello tiene su lado oscuro. El cielo no puede existir sin el infierno.

El Dr. Edwards hizo una mueca. - Para descubrir, sin embargo, que estás en el lado de
los demonios… -Susurró. Volvió a mirar a Pincent Pharma con disgusto.

- No es tú culpa, -dijo Pip, cuidadosamente, luego forzó una sonrisa. - De todos modos,
siempre hay un programa de Re Entrenamiento de las autoridades. ¿Qué dicen? ¿‘Una
vida larga y nuevos retos’?

El Dr. Edwards captó la atención. - Re Entrenamiento, -dijo en voz baja. - Sí, por
supuesto. La verdad es…

- Alto ahí. -El Dr. Edwards oyó una voz que gritaba detrás de ellos y se volvió para ser
recibido por una linterna y una figura de uniforme acercándose en la oscuridad. De
inmediato vio el destello de una pistola en la mano del guardia.
La Resistencia
- Guardia, -gritó. - Puedo explicar.

- No necesitas una explicación, -dijo el guardia. - Te mueves una pulgada y estás muerto,
los dos. -Sacó su radio. - Se solicita refuerzos, entrada trasera, frente al río.

- Por supuesto, -dijo el Dr. Edwards, su mente trabajando frenéticamente. En momentos,


más guardias aparecerían, él, Pip y las chicas serían capturados.

- Guardia, no hay necesidad para esto, -dijo, entonces, fingiendo lo que esperaba fuese
un tono confiado y tranquilizador. - Me pareció oír algo, eso es todo. Salí para investigar. -
Luego se volvió a Pip. - Ve, -dijo entre dientes, dado que la ubicación del guardia era
confirmada dijo con una vocecita. - ¡Fuera de aquí!

- No te voy a dejar aquí, -dijo Pip, en voz baja. - No hay necesidad. Podemos con este
guardia.

- Habrá más en minutos, -susurró el Dr. Edwards. - No vale la pena el riesgo.

- Pero el te va a matar, -dijo Pip. - Sabes que lo hará.

El guardia, que se había detenido a unos metros de distancia, los miraba impasible,
apuntando su arma a uno de ellos, luego al otro, luego otra vez al primero. No lejos de allí,
el Dr. Edwards podía oír el ruido sordo de las botas sobre el suelo duro, el sonido de la
carrera.

- Sabes, la muerte no es tan aterradora como pensé que sería, -dijo, su voz era suave,
pero lo suficientemente alta para que Pip escuchara. - Tal vez Peter tenía razón acerca de
ser la versión de la naturaleza de la Renovación, después de todo. -Se dio la vuelta, en
pocas palabras, y sonrió. - Dile que tenía razón. Dile que el para siempre no es importante
- es el ahora lo que cuenta. Hacer lo correcto. Por último...

Dándole a Pip una última mirada, comenzó a caminar hacia el guardia, con sus manos en
alto. - De verdad, guardia, no hay ninguna razón para ser así. Si sólo me dejaras
explicar…

-¿Explicar? No quiero una explicación. Quédate donde estás o te dispararé. -El guardia
entrecerró los ojos a él; el Dr. Edwards se había colocado en el resplandor de su linterna.

- Pero estamos en el mismo lado, -continuó el Dr. Edwards, observando cómo Pip le
disparaba una última mirada antes de zambullirse sobre la orilla del río fuera de la vista.

- Deje de moverse inmediatamente o disparo, -dijo el guardia, ahora enojado. - Un paso


más…

-¿Uno más? ¿Me dispararás sólo por un paso más? -preguntó el Dr. Edwards, siguió
caminando. Pero sus palabras fueron ahogadas por el sonido de un disparo; mientras
aterrizaba en el barro, sintió la gozosa sensación del dolor de un disparo alrededor de su
La Resistencia
cuerpo, limpiando sus pecados, liberándolo de la angustia. Oyó al guardia estallar en
cólera al darse cuenta de que Pip había desaparecido, lo oyó ladrar a los otros guardias
que llegaban a la escena para buscar a lo largo de la orilla del río. Pero a medida que su
vida se escapaba, el Dr. Edwards escuchó el sonido inconfundible del motor de un barco
ponerse en marcha y mientras cerraba los ojos, sabía que los guardias estaban
demasiado tarde.
La Resistencia

Capítulo 32
Derek Samuels observaba por encima del hombro del programador, suprimiendo el deseo
de pegarle un tiro en la cabeza por fallar miserablemente para restaurar la energía. No era
un hombre que jamás se dejaba perder el control, pero hoy estaba muy cerca. - La
conferencia de prensa está prevista que comience en quince minutos, -dijo en voz baja y
amenazante, - y si la energía no está restaurada, si el Sr. Pincent se ve obligado a
cancelarla, entonces usted y su familia vivirán para lamentarlo.

El programador, que sudaba abundantemente, asintió. Había tenido todo su equipo


explorando cada interfaz, cada programa, cada conexión, y todavía no había encontrado
nada. - Estamos haciendo todo lo posible, -dijo con voz tensa por el estrés. - No podemos
encontrar el problema, ese es la cosa. Todo está como debe ser.

- Evidentemente todo no está cómo debería ser, sino estaría funcionando, -el Sr. Samuels
gruñó. - No tengo tiempo para esto. Ponga esta cosa a funcionar ahora.

El programador estaba sudando. - Sí, señor, -dijo, secándose la frente con la manga. - Sí,
señor, yo sólo voy… -Fue interrumpido por un destello de luz, un sonido de zumbido, de
máquinas volviendo a la vida. No tenía ni idea de por qué - no era nada de lo que había
hecho - pero era el sonido más hermoso que jamás había escuchado. Se quedó mirando
su pantalla por unos instantes, sin atreverse a creer que la energía fue restablecida,
entonces, poco a poco, una sonrisa arrastro su camino a través de su rostro. - Aquí
estamos, -dijo tímidamente. - Creo que lo hallará arreglado.

Derek Samuels abrió la puerta, vio que las luces estaban en realidad encendidas a lo
largo del corredor, que las cerraduras electrónicas estaban una vez más funcionando.
-¿Qué fue lo que hiciste? -Exigió. -¿Cuál era el problema? ¿Fue un sabotaje? ¿Fue una
interferencia o un fallo del sistema?

El programador sonrió inciertamente. - Fue… una falla del sistema, -dijo, tras una breve
pausa en la que había calculado que un ataque terrorista lo obligaría a señalar lo que los
atacantes hicieron, algo que él sabía que era incapaz de hacer.

- Ya veo, -Samuels dijo sombríamente. -¿Y le tomó tanto tiempo para resolver el
problema?

- Sólo he estado aquí una hora, -el programador señaló, su confianza estaba regresando.
-¿Y está arreglado, verdad?

- Por todo lo que sé, podrías haber causado el problema en primer lugar. Por todo lo que
sé, podrías ser un seguidor del Subterráneo.
La Resistencia
-¿Un seguidor del Subterráneo? -los ojos del programador se ampliaron. - ¿Por qué los
apoyaría? Sólo estoy haciendo mi trabajo. Yo sólo estoy…

- No importa, -dijo Samuels secamente. - Tú te quedarás aquí hasta que sepamos


exactamente lo que sucedió. -Miró al guardia. - Trae al chico Fitz-Patrick aquí.

Minutos después, Jude apareció, empujado hacia adentro de la habitación por el guardia.
Sus ropas estaban manchadas y rotas, con el rostro manchado de polvo negro.

Derek Samuels lo miró de arriba hacia abajo. - Has estado ocupado, -dijo lisamente.

- He estado tratando de salir, -Jude dijo sombríamente. - Usted me dejó en un armario y


soy claustrofóbico. Las luces se apagaron. Yo no sabía qué hacer.

-¿Estabas tratando de escapar? ¿De Pincent Pharma? Eso es interesante. Escuché que
alguien se ha trepado por encima de nuestros techos. Ese no habrás sido tú, ¿verdad?

Jude levantó una ceja. - No que yo sepa, -dijo él, encogiéndose de hombros. - De todos
modos, no he podido salir, ¿verdad? ¿Así que me puedo ir ahora?

-¿Ir?-El Sr. Samuels sonrió apenas. - Oh, no creo que tú vayas a ningún lado, Jude.
Sabes, tomamos las infracciones de nuestra seguridad muy en serio, como lo hacen las
Autoridades. Nos tomamos las vidas de nuestros guardias muy en serio. Tomamos los
ataques a nuestro suministro de energía muy en serio, también. Por eso quiero que te
sientes aquí y tienes que pensar un poco, porque si sabes algo sobre lo que ha pasado
hoy aquí, vas a decirme, ¿me entiendes? Guardia, y llévate lejos al programador y…
cuida de él, ¿quieres?

El guardia asintió, inmediatamente, tomó al programador de su silla, quien disparó una


aterrorizada mirada en dirección de Jude antes de salir a tropezones de la habitación.

Richard Pincent colgó el teléfono y miró a Hillary que estaba sentada en un sofá
remilgadamente cerca de su escritorio.

-¿Ve? -dijo, alivio surgiendo a través de él y una mirada de triunfo se extendió por toda su
cara. - La energía ha sido restaurada.

-¿Y el culpable?

- La información se transmitirá a las Autoridades en el momento oportuno, -dijo Richard.


- Las investigaciones están en curso.

- Bien. Debido a que vamos a querer ver un informe completo. Las fallas de seguridad en
Pincent Pharma refleja una mala imagen de las Autoridades, Richard. Plantean todo tipo
La Resistencia
de preguntas sobre la competencia. Y está el asunto de su nieto, Richard. ¿Cómo puede
estar seguro de que va a seguir el guión? Es muy importante que lo haga - confiar en ti,
en la marca de Pincent Pharma. Ya lo sabes, ¿no?

- Por supuesto que lo sé, -dijo Richard. - Confíe en mi, Peter sabe lo que tiene que hacer.
Podía sentir su presión arterial en aumento, podía sentir su corazón latiendo en su pecho
como un tren fuera de control corriendo por las vías; necesitaría uno nuevo en cuestión de
días, se aseguraría de que uno se cultivara para él de inmediato.

- Eso espero, por tu seguridad, -dijo Hillary sombríamente. Richard giró su silla para que
pudiera mirar hacia el río. Al otro lado del río, podía ver las luces tenues y sombrías de los
diversos edificios de las Autoridades. Toda la tarde los teléfonos de Pincent Pharma han
sido inundados por llamadas de personas dentro de esos mismos edificios perturbadas
por la falta de luz que emanaba de su lado del río, pidiendo con alegría apenas disimulada
si había ‘algunos problemas’. Sabía muy bien que no había nada que el Secretario
General le gustaría más que una excusa para tomar de Pincent Pharma el control del
Estado. Hoy tenía que ir bien. Peter tenía que seguir el guión.

-¿Nos vamos? -preguntó, forzando una sonrisa.

- Si, -Hillary dijo con severidad, poniéndose de pie y cepillado las arrugas imaginadas en
su falda. - Vamos.

El Sr. Samuels señaló la silla vacía del programador; cuando Jude se sentó, estaba
caliente y húmeda de sudor.

- Y ahora, -dijo el Sr. Samuels, - me vas a decir todo lo que sabes. Si no lo haces, vas a
experimentar el dolor más allá de cualquier cosa que hayas imaginado. ¿He sido claro?

- Perfectamente, -dijo Jude calmadamente. Esperaba estar asustado, estaba esperando


para que el pánico se estableciera en él. Pero, curiosamente, no sentía ninguna de esas
cosas. Se sentía vivo. Se sentía, por primera vez en toda su vida, como si importara,
como si fuera parte de algo bueno.

Fingió fruncir el ceño a la pantalla de la computadora. -¿Quieres que rastree el problema


con su energía? Mi tarifa es de cinco mil por día, -dijo.

- Cuatro de mis guardias están muertos, -dijo el Sr. Samuels, su voz era baja y con rabia.
-¿Es una coincidencia que los guardias fueran asesinados el mismo día que entraste al
edificio? ¿Que nuestro sistema de energía se cayera también? Yo no creo en las
coincidencias, Jude.
La Resistencia
-¿Muertos? -dijo Jude, sacudiendo la cabeza con incredulidad y tomando nota de picardía
que Derek Samuels no había mencionado nada acerca de algunos Excedentes perdidos.
- Pero puedes pensar que tenía algo que ver con ello. He estado encerrado todo este
tiempo.

Derek Samuels lo miró con frialdad durante unos segundos antes de pararse. - Tienes
cinco minutos, -dijo. - Cinco minutos para decirme lo que está pasando.

Los ojos de Jude parpadearon hacia su reloj. La conferencia de prensa estaría


comenzando pronto. Estaba bastante seguro que Derek Samuels quisiera estar allí.

- Mira, me gustaría ayudarlos, de verdad, -dijo, tratando de ganar tiempo. - Pero


realmente esto no tiene nada que ver conmigo. Nada de esto.

Mientras hablaba, la puerta se abrió y un hombre apareció en la entrada.

- Derek, estamos comenzando ahora.

Jude sintió que su corazón se aceleraba cuando se dio cuenta de quién se trataba.
Richard Pincent, periódicamente descrito como el hombre más poderoso del mundo.
Llevaba un traje; su voz era suave. Él no lo sabía, Jude se dio cuenta. Él no podía saber.

- Los guardias están en su lugar, -dijo Derek Samuels, inmediatamente poniéndose de


pie. - Estaré justo detrás de usted.

Richard asintió, luego se acercó, sus ojos brillando peligrosamente. - ¿Detrás de mí? -
Preguntó. - No, Derek, no detrás de mí. Tu iras ahora y llevarás a Peter. Lo escoltarás
personalmente a la entrada y te asegurarás de que todo sea como debe ser. Luego, harás
que sea absolutamente claro para mi nieto que si no hace exactamente lo que se le dice
su pequeña amiga estará encerrada por el resto de su corta vida. ¿Lo entiendes? No
habrá más problemas hoy. Nada va a salir mal – ¿soy absolutamente claro?

- Sí, señor. Perfectamente. -El Sr. Samuels asintió; Jude pudo ver una gota de sudor
deslizarse abajo por un lado de su cara. - Señor Pincent, acerca de la chica.

-¿Si? -Su rostro era como un trueno, Jude se puso a pensar. -¿Ella ha sido tratada?

Derek Samuels vaciló. - Sí, señor. Sí, es cierto.

- Bien. Estoy esperando, Derek.

- Por supuesto, señor. -Derek Samuels agarró a dos guardias y les ordenó que
mantengan a Jude. - Aférrense a él hasta que la conferencia haya terminado, -dijo.
- Manténganlo dónde lo puedan ver. Dónde lo pueda ver. Donde todo el mundo pueda
verlo, -dijo él, su propio miedo pareciendo agravar su ira. Se inclinó cerca por lo que su
cara estaba a centímetros de la de Jude. - Una vez que todos se hayan ido, -susurró
misteriosamente, - tú y yo vamos a pasar algún tiempo juntos. Al final de eso, estarás
La Resistencia
rogando contarme todo. Y si te dejo ir, con el tiempo, nunca seguirás siendo libre. Debido
a que siempre sabrás que estoy ahí, detrás de ti, viendo todo lo que haces, esperando
hacerte daño otra vez. Puedes correr hasta donde quieras, fabricar tantas identidades
como quieras, pero no te me escaparás. Nunca nadie lo hace.
La Resistencia

Capítulo 33
El hall de entrada de Pincent Pharma parecía extrañamente silencioso sin el constante
zumbido de las escaleras mecánicas. Filas de sillas estaban llenas de periodistas que
esperaban en silencio; Richard los miró por un segundo o dos antes de hacer su camino
hacia el frente. Se había arreglado que una luz brillaría sobre él cuando subiera al podio;
tenía exactamente el efecto que había esperado. Mientras caminaba hacia el atril, los
periodistas reunidos abrieron la boca y lo miraban, el profeta en el monte, el portador de la
luz. Gravemente, miraba hacia el hall de entrada de Pincent Pharma. Todos los periódicos
estaban representados; cada servicio de noticias, cada estación de radio.

A la derecha, Peter se sentó con Derek Samuels a un lado, mirándolo, para mantenerlo a
raya, y Hillary en el otro lado. Delante de Peter estaban las palabras exactas que iba a
decir a los periodistas. Richard miró brevemente y se dio cuenta que Hillary lo observaba
con los ojos maliciosos.

Richard dio un paso adelante.

- Bienvenidos todos y cada uno, -dijo con confianza, con una voz resonante en todo el
vestíbulo. - Bienvenidos a la conferencia de prensa más importante. Y pido disculpas de
todo corazón por nuestro corte de energía esta tarde - estamos actualizando nuestro
sistema y este lapso temporal de poder fue por desgracia un efecto secundario de la
aplicación del programa. Sin embargo, como pueden ver, todo ha vuelto a la normalidad.
Por lo tanto, al punto de la conferencia de prensa de hoy - Estoy encantado de tener
conmigo Hillary Wright, Secretaria General Adjunto de las Autoridades, y a Peter Pincent,
mi nieto que, como algunos de ustedes saben, ha estado trabajando conmigo en las
últimas semanas.

Richard frunció el ceño ligeramente a medida que se dio cuenta que dos guardias estaban
susurrando fervientemente el uno al otro, con los rostros serios; sintieron su mirada sobre
ellos y de inmediato se quedaron en silencio. Los ojos de Richard se entrecerraron por un
momento, luego sonrió de vuelta a su audiencia.

- Como creo que se insinuó en sus invitaciones al evento de hoy, hay dos anuncios
importantes que estamos haciendo hoy; ambos están cerca de mi corazón y ambos, creo,
harán hincapié en el compromiso permanente de los Pincents y Pharma Pincent, para los
objetivos de las Autoridades de Comodidad, Salud, Riqueza y Conocimiento. Para hoy
estamos poniendo en marcha el prototipo de la longevidad+, la siguiente fase de la
Longevidad, que podría estar en producción tan pronto como en seis meses, en espera de
la aprobación de las Autoridades que, según entiendo, es muy probable que sea
próximamente.
La Resistencia
Dos médicos aparecieron en el fondo de la sala. Richard frunció el ceño – ellos trabajaban
en la Unidad X. Él no les había pedido asistir. Pero en lugar de sentarse, parecían intentar
hablar con un guardia; momentos más tarde, se fueron con dos guardias.

- Imagínense, si quieren, -continuó Richard, sonriendo a los periodistas ante él, sus dedos
tamborileando en el atril, - la sensación de cuando eran realmente jóvenes. Tan jóvenes
como mi nieto aquí, de hecho.

Ahora todo el mundo miró a Peter. Sintiéndose un poco caliente bajo las luces, Richard
aprovechó la oportunidad para sacar un pañuelo y secarse la frente antes de escanear
rápidamente sus notas.

- Imaginen sentir esa sensación de vitalidad, de energía, todas las mañanas, continuó.
-Sus ojos parpadeaban a Hillary - su cara era de piedra, imposible de leer. - Imagínense,
si pueden, los beneficios de la Longevidad siendo extendidos al exterior del cuerpo, así
como al interior. Debido a eso, en pocas palabras, está la Longevidad+. La Renovación en
el más amplio sentido de la palabra. No sólo vida eterna, sino eterna juventud.

Los periodistas allí reunidos abrieron la boca y miraron muy impresionados.

- Por supuesto, -dijo Richard seriamente, comenzando a relajarse un poco, - Tales


fármacos no se producen fácilmente. Hay necesidades de financiación, investigación
extensa, los importantes costes de producción. Pero, -dijo, volviéndose de nuevo a Hillary
antes de sonreírles a los periodistas frente a él, - estoy seguro de que las Autoridades
atenderán las necesidades y los deseos de nuestro pueblo y asegurarán la financiación
de la Longevidad+ es prioridad por encima de todas las áreas de financiamiento.

Se encontró con los ojos de Hillary; ella sonrió poco convincente.

- Antes de pedirle a Hillary para hablar con ustedes acerca de las subvenciones y la
financiación, tal vez me permitirán continuar con el segundo anunciamiento del día - un
anuncio personal, como es el caso, pero uno que creo que también tiene un significado
más amplio. Para hoy, mi nieto, Peter Pincent, va a firmar la Declaración. -Él lanzó una
mirada benevolente en dirección de Peter; Peter lo miró con frialdad. - Como sabrán,
Peter ha tenido un comienzo difícil en la vida, un pasado con altibajos, si quieren. Pero él
es un Pincent, algo que ha demostrado muy bien en su tiempo en Pincent Pharma. Quería
compartir con todos ustedes este paso trascendental para él, su movimiento a la edad
adulta, a este mundo feliz y maravilloso que la Longevidad ha creado para nosotros.
Señoras y señores, mi nieto, Peter.

Vacilante, Peter se puso de pie. Hizo su camino hacia el podio, donde su abuelo estaba
cuidadosamente aplanando su Declaración y gesticulando a los fotógrafos hacer su
camino para captar el momento. Con un gesto, le entregó una pluma a Peter y se trasladó
hacia atrás para que Peter pudiera firmar.

- Justo ahí, al final, -dijo, en voz baja. - Una firma. Hazlo rápido.
La Resistencia
Peter miró al documento.

- Hazlo o Anna desaparece para siempre, ¿entiendes? -Richard susurró, y luego sonrió a
los fotógrafos que los rodeaban. - Miedo escénico, creo, -dijo jovialmente. - El chico no
está acostumbrado a toda esta atención.

Luego, de repente, Peter miró a los periodistas. - De hecho, -dijo seriamente, - Me


gustaría decir unas pocas palabras. ¿Si eso está bien?

Richard sintió que su pecho se contraía. -¿Unas pocas palabras? -Dijo con los dientes
apretados, acercándose y tratando de sacar a Peter fuera del podio. - Peter, tal vez ahora
no es el momento de…

-¡Habla! -Un periodista interrumpió. - Vamos a escuchar a Peter Pincent.

- Si. Peter Pincent, -otro intervino.

A regañadientes, Richard soltó a su nieto. - Muy bien, -dijo, sonriendo con benevolencia
una vez más, en beneficio de los periodistas. - Unas pocas palabras. -Luego se dio vuelta.
- Piensa en la chica antes de decir algo estúpido, -le susurró al oído a Peter. - La estarás
enviando a un lugar mucho peor que el Grange Hall, y esta vez no habrá escapatoria. Ella
va a morir ahí, créeme.

Peter asintió con seriedad, y se dirigió hacia el micrófono.

- Cómo mi abuelo ha dicho, he estado en Pincent Pharma hace un tiempo, y en ese


tiempo he aprendido mucho acerca de la ciencia, acerca de la Longevidad, de la belleza
de esas pastillas de color blanco, el trabajo que hay en ellas, el potencial que generan,
- dijo. A su alrededor, los periodistas estaban asintiendo y tomando notas, y él tomó una
respiración profunda.

- Cada uno de nosotros, creo, llega a un punto donde buscamos el sentido de la vida, el
punto de todo esto. Y mi tiempo en Pincent Pharma me ha ayudado mucho en mi
búsqueda, -dijo. - Me hizo darme cuenta lo que es importante. Familia. Lealtad. El
Progreso.

Le disparó una sonrisa a su abuelo, quien lo estaba observando fijamente, con una
sonrisa falsa fija en su rostro.

- Por eso, -dijo con calma, - Yo no voy a firmar la Declaración hoy. O cualquier día, de
hecho.

Hubo un jadeo en la sala.

- Claro que si lo harás, su abuelo interrumpió amenazadoramente. - Por supuesto que lo


hará. Justo ahora. ¿No es así, Peter?
La Resistencia
Peter sonrió. - De hecho, no. Sabes, lo que yo quiero es vida. Una vida real, lleno de
momentos de alegría, de angustia, de irritación, de diversión. Una vida con un principio y
un final, que hace que cada segundo sea importante. Una vida que esté llena de amor,
que no causa sufrimiento y dolor. Porque eso es lo que hace la Longevidad. Esclaviza a
las personas, las arruina.

- Esto, -dijo rápidamente quitándose el preciado anillo, el anillo que había guardado con
tanto cuidado. - Pensé que representaba la vida. Pensé que era importante. Pero no lo es.
-Miró el anillo por un segundo, la flor grabada en un lado, 'AF' grabado en el otro. Albert
Fern. El anillo de su bisabuelo. Mirando de nuevo a los periodistas congregados, lo arrojó
a la parte posterior de la sala, lanzándole a su abuelo una mirada de triunfo. - Es una
reliquia de la familia Pincent. Y yo desprecio a los Pincents. Prefiero morir antes que ser
un Pincent.

-Y quién sabe, puedes conseguir tu deseo, -susurró a su abuelo con rabia, mientras que
dos guardias aparecían al lado de Peter, y comenzaron a arrastrarlo fuera del podio.

- Yo no quiero tener nada que ver con este lugar donde los Excedentes son torturados,
donde se establecen criaderos sólo para que las personas no tengan que tener arrugas.
Quiero una vida donde las personas disfruten de ellos mismos, -gritó Peter. - Una vida
donde las personas tienen hijos y desorden y que no escondan la cabeza en la arena e
ignoren lo que está pasando alrededor de ellos…

- Te vas a arrepentir de esto, -le susurró su abuelo con ira mientras pasaba por su lado.
- Anna también.

- Tú ni siquiera sabes dónde está Anna, -Peter replicó. - Deberás buscar a los
Excedentes, también, mientras estás en ello. -Trató de empujar a los guardias, pero eran
demasiado fuertes para él; una pesada mano tapó su boca para hacerlo callar mientras lo
arrastraban hacia el lado del vestíbulo.

El rostro de su abuelo arrugado con la confusión; Peter le lanzó una mirada de despedida
triunfal mientras era empujado hacia afuera.

- ¡Espera! ¡Peter! ¿Qué fue eso de criaderos? -un periodista gritó, poniéndose de pie.

Otro se puso de pie. - Señor Pincent, -gritó, - ¿es cierto que los Excedentes están siendo
torturados para hacer la Longevidad+? ¿Tiene algo que decir sobre las acusaciones de su
nieto?

Richard miró a su alrededor, pensando con rapidez. Peter estaba luchando violentamente
con sus guardias; más y más periodistas estaban de pie, gritando a sus preguntas.

- Señoras y señores, -gritó, levantando sus manos para calmarlos. - Señoras y señores,
por favor, un momento.
La Resistencia
El nivel de ruido se redujo ligeramente; algunos de los periodistas se sentaron.

- Cómo saben, -continuó Richard, sus ojos maliciosos se movían alrededor de la sala, - mi
nieto Peter comenzó la vida como un Excedente, su cerebro lavado por los perjudiciales
miembros del Subterráneo, moldearon una mente peligrosa y criminal. Su madre también
fue una criminal, y tal vez debería haber sido una advertencia para mí. Tenía mucha
esperanza de que empleándolo aquí, dándole las mejores oportunidades disponibles,
pudiera ser rehabilitado. -Negó con la cabeza. - Lamentablemente, creo que hoy se ha
demostrado que la rehabilitación es sencillamente imposible. Es evidente para mí que los
Excedentes no son capaces de adaptarse a nuestra sociedad civilizada, que no pueden
aprovechar las oportunidades que les ofrecemos. Queremos lo mejor para ellos, señoras
y señores, pero eso no quiere decir que quieren lo mejor para ellos mismos…

- ¿Está diciendo que los Excedentes no deberían ser Legales? -gritó un periodista. -¿Está
diciendo que a su nieto no debería permitirse su libertad?

- Yo estoy diciendo, -dijo Richard sinceramente, - que tal vez tenemos que revisar la Ley
de Excedentes. Estoy diciendo que lo que Peter ha dicho hoy está lleno de mentiras, lleno
de información errónea. No sabe nada del funcionamiento de Pincent Pharma, o sobre el
desarrollo de la longevidad+. Estoy diciendo que pido disculpas por su exabrupto. Debí
haberme dado cuenta cuán completamente el Subterráneo le había lavado el cerebro;
debí haber previsto que podría tratar de sabotear este importante evento.

Hubo un murmullo en la sala, unas cuantas señales de acuerdo. Luego, el murmullo se


hizo más ruidoso cuando los periodistas empezaron a girarse a la parte posterior del
vestíbulo. Frunciendo el ceño, Richard Pincent notó que alguien se movía en la parte
posterior de la sala. Entonces oyó un jadeo, más jadeos, y alguien gritando, - Él tiene un
arma. -Fue solo entonces que vio al joven. Al principio pensó que un guardia lo sostenía, y
luego se dio cuenta de que era el muchacho quien estaba presionando algo en la espalda
del guardia y arrastrándolo hacia el lado de la habitación.

- Otro Excedente, -dijo rápidamente, su voz entrecortada ahora, los ojos desorbitados por
el miedo, en shock. - Gente, esta es una crisis ascendente. Debemos encontrar una
manera de lidiar con este joven criminal.

- Le gustaría eso, ¿no? -dijo Jude enojado, empujando al guardia delante de él y


sosteniendo la pistola para que todos pudieran verla. - Sólo me temo que no soy un
Excedente. Tampoco lo es Peter. Así que no puede recoger nuestras células para hacer
sus fármacos de la Longevidad. ¿O son sólo chicas Excedentes que puede utilizar?

La sala se silenció; Richard miró al chico en estado de alarma. - Me temo que no tengo ni
idea de lo qué estás hablando, -dijo con frialdad. - Guardias, hagan algo. Repriman a este
muchacho.
La Resistencia
- Cualquier persona que se acerque a mí y este guardia muere, -gritó Jude. - Yo trabajo
para el Subterráneo. Tengo un arma y no tengo miedo de usarla.

-¿Crees que me importa si matas a un guardia? Son comunes, no tienen valor, -dijo
Richard enojado, luego palideció ligeramente a medida que se dio cuenta de que todos
los guardias en la sala lo estaban mirando, sus ojos llenos de shock y resentimiento.

-¿Qué pasa si te mato? -Jude dijo con calma. -¿Qué vas a hacer entonces? O ¿qué pasa
si no te mato? ¿Qué pasa si te digo en cambio que las imágenes de la Unidad X están
grabadas? ¿Que tengo evidencia de las chicas Excedentes que has estado guardando
allí? Creando embriones para tus preciosos fármacos. ¿Por qué no les cuentas a los
periodistas acerca de eso? ¿Por qué no les dices acerca de sus gritos?

Richard Pincent se volvió blanco. - Es mentira, -dijo, su voz graciosa. - Es todo mentira.
-Dio un paso atrás, agarró a Derek Samuels. - Las chicas Excedentes, dijo entre dientes.
-¿Dónde están? ¿Y Anna?

Derek Samuels no necesitaba decir nada; su expresión, el tinte verdoso en su cara, lo


decía todo. Disgustado, Richard lo soltó.

- Mentiras que pronto irán a una computadora cerca de usted, Jude estaba diciendo. - A
menos que dejes ir a Peter. A menos que canceles el lanzamiento de la Longevidad+.

- ¡Cómo te atreves! -Richard estaba blanco ahora, tratando de comprender lo que decía el
muchacho, tratando de entender lo que estaba sucediendo. Estaba temblando de rabia,
sus ojos saltones, con las manos apretadas en puños. -¿Cómo te atreves a amenazarme?
Soy Richard Pincent. No voy a tener esto. No lo haré... -Sintió un dolor punzante en su
brazo izquierdo, y miró a su alrededor salvajemente. - No voy a tolerar que alguien
cuestione mis métodos, cuestione mis... -Pero no terminó la frase; sino que se agarró el
pecho y cayó al suelo.

- ¡Está muerto! -gritó un periodista, mientras que dos doctores se precipitaban hacia
adelante. - Los Excedentes lo han matado.

Al igual que las ovejas, los periodistas empezaron a dejar sus asientos, corriendo al frente
de la sala para tener una mejor vista. Inmediatamente, Hillary se puso de pie.

- Creo, -dijo, tomando el micrófono, - Que hemos visto suficiente. Por favor regresen a sus
asientos.

Los periodistas no se movieron. - ¿Es verdad lo de la Unidad X? -uno gritó.

-¿Quién es el otro chico? -otro gritó.

-¿De verdad están creando embriones? -otro periodista chilló. -¿Aquí en Pincent Pharma?
La Resistencia
Mientras las preguntas de los periodistas se hacían más fuertes, más insistentes, Hillary
miró a los médicos quienes estaban desplazando a Richard a su lado. - Él necesita la
regeneración del corazón, -dijo uno. - Él tiene uno esperando.

Hillary asintió con la cabeza, luego se volvió hacia el micrófono y alzó sus manos hasta
que una apariencia de calma se había restablecido. - Señoras y señores, -dijo ella, con
voz seca y autoritaria, - como Secretaria General Adjunto, me gustaría pedir disculpas por
la sesión de hoy. Como podrán apreciar, Pincent Pharma ha estado encontrando
algunos... problemas recientemente. Puedo dejar claro que las Autoridades tomen las
acusaciones de negligencia y abuso de los Excedentes muy en serio y que una
investigación completa se pondrá en marcha inmediatamente. Me haré cargo de la
gestión de Pincent Pharma mientras que el Sr. Pincent se somete a una evaluación
médica y tratamiento. Mientras tanto, y para proteger la imparcialidad de nuestra
investigación, sé que ustedes comprenderán que no habrá presentación de esta
conferencia de prensa o de los acontecimientos que lo rodean. Cámaras, portátiles y
dispositivos de grabación serán, como un asunto de seguridad nacional, confiscados
cuando se vayan.

-¿Irnos? -un periodista gritó. - No podemos irnos. Cuéntenos sobre los Excedentes.

- Cuéntenos sobre la Longevidad+, -alguien más gritó. - Díganos cómo se fabrica


realmente.

Hillary consideró a su público con frialdad, luego permitió a sus ojos descansar en el
primer periodista. -¿Y su nombre es?

El hombre se movió incómodo. - Tom Wellings.

- Bueno, Tom, temo que se equivocas. Va a salir, bajo el mandato de las Autoridades. El
no cumplir con el mandato de una de las Autoridades resulta, como usted bien sabe, en la
detención y la investigación.

Ella sonrió dulcemente a él, luego se volvió hacia la segunda periodista. -¿Y usted? ¿Su
nombre, por favor?

- Sarah, -dijo la mujer, con su voz firme. - Sarah Condon.

- Bueno, Sra. Condon, cuando los resultados de la encuesta sean publicados - los cuales
lo serán, porque las Autoridades se han comprometido con la total transparencia - usted
será capaz de informar con precisión a sus lectores. No me gustaría que alguno de
ustedes enfrente acusaciones de insurrección antes de que sean capaces de hacer eso.
Realmente lo haría.

Ella miró a la mujer, quien, mirando perturbada, se sentó de nuevo.


La Resistencia
- Lamento el inconveniente, -continuó Hillary. - Sin embargo, su lealtad y apoyo serán
reconocidos con una exclusiva de las Autoridades en el Foro de la Energía de mañana. Y
para mostrar nuestra gratitud, cada uno de ustedes recibirá diez cupones de energía extra
el próximo mes, suponiendo, por supuesto, que ningún detalle de los eventos de hoy
habrán hecho un hueco en la arena pública. Gracias y por favor hagan su camino fuera
del edificio ahora.

Nadie se movió durante unos segundos, y luego, poco a poco, mientras que los guardias
comenzaron a moverse a través de la sala, los periodistas empezaron a ponerse de pie.
Uno por uno, sus pertenencias fueron tomadas de ellos y fueron conducidos fuera del
edificio en la noche. Una camilla apareció; Richard Pincent fue levantado en ella. Derek
Samuels siguió a los guardias que lo llevaban.

Finalmente, la sala estuvo vacía, excepto por Jude, que seguía sosteniendo su arma, el
guardia que lo estaba apuntando, y Peter y los guardias que lo sostenían. Hillary espantó
a los guardias de Peter; Jude observó cuidadosamente cómo dejaban el edificio, y luego
envió al guardia que él había estado sujetando detrás de ellos, sosteniendo la pistola a su
lado, por si acaso. Hillary se volvió hacia él, con los labios fruncidos. - Esas cintas, -dijo
ella, con voz quebradiza. - Me vas a dar todas las copias, ¿me entiendes?

Jude la miró a ella con disgusto. -¿Para que las pueda destruir?

- Para que podamos investigar su reclamo plenamente, -dijo Hillary con voz sedosa.

- Archivarlas lejos, quiere decir.

Hillary sonrió. - Las Autoridades seguirán el procedimiento debido, -dijo. - Y me temo que
no tienes elección. O me das las cintas, o haré que te arresten, ¿me explico claro?

Jude la miró durante un momento y luego metió la mano en su bolsillo y le entregó un


disco. Hillary lo tomó, con sus ojos iluminados. - Y ahora me darás el arma, -dijo con
frialdad. - No vas a salir vivo de aquí a menos que lo hagas.

Pero Jude sólo rió. -¿Realmente cree que sólo hay una copia? -Preguntó. -¿De verdad
cree que soy estúpido?

Hillary dudó. -¿Más copias?

- Por supuesto que hay más, -dijo Peter, tomando su ventaja de Jude. - Los Excedentes
han sido rescatados. Anna está segura. Y créeme hay más copias del disco. Las
imágenes han sido transmitidas al internet. Cualquier cosa que nos suceda y que va a
estar en todas partes.

Los ojos de Hillary se estrecharon. Se volvió de nuevo a Jude que había levantado una
ceja.
La Resistencia
- Él tiene razón, -se encogió de hombros. - Si no nos deja ir, las cosas podrían ser muy
malas para usted.

- Para Richard Pincent, quieres decir, -Hillary lo corrigió. - Él tiene la culpa aquí, no las
Autoridades.

- Correcto, -dijo Peter, sarcásticamente. - ¿Y el hecho de que usted sabía todo esto no es
importante? Qué fue lo que dijo... ‘¿Quién habría pensado que los Excedentes podrían ser
tan útiles?’¿Crees que caerá bien en la investigación?

Los ojos de Hillary se ampliaron en shock.

- ¿Ve? No son sólo los Excedentes que tenemos grabados, -dijo Peter ecuánime.
- Déjenos ir, o se hace público.

Hillary se quedó en silencio por unos momentos, luego tomó una respiración profunda.
- Quiero que se vayan, -dijo, con voz airada y baja. - Yo quiero que se vayan, y quiero que
desaparezcan. Dicen una sola palabra de lo que sucedió aquí hoy, levantan la cabeza por
encima de la barricada sólo un poco, y ustedes sabrán el poder y la crueldad de las
Autoridades, ¿me explico claro?

- Claro, lo que sea, -dijo Jude, girando para salir.

Peter, por su parte, seguía mirando a Hillary. - Y usted se acerca a mí o a mi familia y


sabrá el poder y la crueldad del Subterráneo, -dijo con amargura. -¿Me he expresado con
claridad? -Se acercó rápidamente para estar al lado de Jude. Luego, lentamente, sin
duda, se dirigieron hacia la puerta, mirando por encima de sus hombros mientras lo
hacían, luego bajaron por las escaleras, y a través de las puertas. Un hombre salió de los
árboles fuera del recinto, dando la señal del Subterráneo, y lo siguieron en silencio a la
carretera principal, luego a través del patio de los edificios desiertos a un camino al otro
lado donde un auto los estaba esperando.

- Sabes que el disco que le di era una lista de los códigos de uno de mis clientes, -dijo
Jude, cuando se acercaron al auto.

Peter frunció el ceño, luego sonrió con ironía. -¿Así que no tienes nada grabado?
Preguntó.

- Nada, -Jude le guiñó un ojo. - Pero ella no sabe eso. Todavía no, de todos modos.

Rápidamente, se metieron en el coche y salió a toda velocidad, por carreteras


secundarias, a una carretera de doble calzada, hacia el campo. De vez en cuando Peter
se volvía, sus ojos inquietos comprobando los otros coches en la carretera, por cualquier
signo de peligro.

- Creo que vamos a estar haciendo un montón de eso en el futuro. Mirar por encima de
nuestros hombros, quiero decir, -dijo Jude, pensativo.
La Resistencia
- Bienvenido a mi vida, -dijo Peter con un encogimiento de hombros. Luego miró a Jude y
le sonrió. - En realidad, lo digo en serio. Bienvenido a mi vida.
La Resistencia

Capítulo 34
Peter miró la pantalla de la computadora inseguro mientras parpadeaba a la vida.
Tentativamente, movió sus manos hacia el teclado que estaba metido en el mostrador de
la cocina, entre dos cajas de cereal y la tostadora de energía solar, y comenzó a escribir.

Peter2124: ¿Estás ahí Jude? No sé si esto está funcionando. Déjame saber si


te llega esto. Peter.

Sólo tuvo que esperar unos segundos para una respuesta.

Jude2124: Alto y claro.

Peter2124: ¿Entonces cómo están las cosas?

Jude2124: ¿Cosas? Yo no podría contarte sobre cualquier cosa; Pip tendría


que matarme. Y entonces a ti.

Peter se echó a reír, imaginando la impaciencia de Jude con las demandas de Pip,
imaginándolos peleando como lo habían hecho en los pocos días que habían compartido
juntos después de escapar de Pincent Pharma. Para Peter había sido como en los viejos
tiempos - escondidos en bodegas, haciendo planes para dejar Londres - pero
infinitamente mejor porque esta vez no se había sentido solo. Él tenía a Anna, tenía a
Ben, y tenía a Jude. Jude, que hizo reír a todos, que ponía los ojos en blanco a todos, que
pensaba que sabía mejor que todo el mundo, que le recordaba a Peter a sí mismo más
de lo que nunca se dispuso a admitir.

Peter2124: ¿Sigue obsesionado con el clima para las contraseñas?

Jude2124: Ha pasado a la flora y la fauna. Traté de conseguir que use otra


cosa, pero no tenía nada de eso. ¿Recibiste el paquete que te envié, por
cierto?

Peter miró a la pequeña caja en el suelo junto a él. Había llegado esa misma mañana. En
ella, para su sorpresa, para su alivio, había encontrado su anillo, el que había tirado, el
que no quería pero que su mano se sentía desnuda sin él.

Peter2124: ¿Dónde lo conseguiste? No lo quiero. Lo arrojé. ¿Recuerdas?

Jude2124: Por supuesto que recuerdo. Golpeó al guardia que sostenía


cuando lo tiraste al final de tu pequeño discurso en Pincent Pharma. Me dio
la oportunidad de sacar la pistola que me dio Pip. Creo que tal vez se trata de
un anillo de la suerte.
La Resistencia
Peter frunció el ceño.

Peter2124: Así que lo mantuviste por unas semanas, entonces. ¿Qué ibas a
hacer con él? ¿Venderlo?

Jude2124: Ojalá lo tuviera ahora, ya que estás tan seguro de que no lo


quieres. Probablemente valga un poco.

Peter se mordió el labio.

Jude2124: En realidad, me gustó. Pensé que me lo pondría. Sin embargo, es


tuyo. Pip dijo que deberías aferrarte a él.

Peter2124: El AF. Es sinónimo de Albert Fern.

Jude2124: Eso fue lo que dijo Pip. El es el tipo que inventó la Longevidad,
¿verdad? Tú, ciertamente tienes algunos interesantes parientes, ¿no?

Peter2124: Una interesante palabra para ello. Bien, voy a mantener el anillo.
Gracias por cuidar de él para mí.

Jude2124: De nada. ¿Eres feliz allí, dondequiera que te encuentres?

Peter miró por la ventana, a través de los campos que se extendían en la distancia.

Peter2124: Muy feliz, si.

A medida que escribía las palabras, se encontró sonriendo - en realidad era feliz, se dio
cuenta. Bien feliz, probablemente por primera vez. Habían estado aquí desde hace unas
semanas; su lugar secreto, elegido por su lejanía, su aislamiento. Las autoridades los
estarían buscando, pero por ahora, al menos, estaban a salvo; seguros y libres al fin. Él y
Anna tenían tierras, estaban decididos a ser autosuficientes, y por primera vez en su vida
Peter se sentía en control, sin carga. Ben había comenzado a caminar y decir palabras
extrañas, y su hijo no nacido había comenzado a moverse dentro de Anna, haciendo
sentir su presencia con movimientos agitados y obligando a Peter a trabajar tan duro
como podía para alimentar el insaciable apetito que había creado en su madre. Él ya lo
había esclavizado, comprendió, tal como lo habían advertido, tal como la tierra que ahora
trabajaba y la naturaleza misma lo esclavizaba con las constantes demandas, con la
lluvia, con el viento, con las oscuras noches y las brillantes mañanas. Lo que no sabía era
que él estaría esclavizado voluntariamente; que se encontraría con los caprichos de sus
capataces con amor, con devoción, con alegría en su corazón.

Jude2124: ¿Y de verdad que no hay nadie allí? ¿Estás viviendo en lo


campestre? No puedo imaginar nada peor para mí.
La Resistencia
Peter sonrió. Su vecino más cercano estaba a más de cinco kilómetros de distancia -
incluso en la superpoblada Gran Bretaña, los campos del norte de Escocia todavía
proporcionaban soledad.

Peter2124: Deberías probarlo. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo está Sheila?

Jude2124: ¿Sheila? Está bien. Hasta ahora ha fallado en caer en mis


encantos, pero va a acabar cayendo con el tiempo. Ella sin duda habla
mucho. Dice que he sido mal entrenado. Dice que no habría durado ni un
minuto en Grange Hall.

Peter sonrió.

Peter2124: Para ser honesto, creo que tiene razón.

Jude2124: Así que mira, mejor me voy. No podemos arriesgarnos a que


alguien te rastree ahora, ¿verdad? ¿Estás seguro de que tienes tus códigos
de seguridad configurados correctamente?

Peter2124: Creo que sí.

Jude2124: Voy a echar un vistazo más adelante para estar seguro. Te dejaré
saber si tienes alguna vulnerabilidad. Pip dice recordar que hay un médico
listo para volar en el momento en que lo necesites. Él dice buena suerte con
todo.

Peter2124: Gracias. Creo que lo voy a necesitar.

Pensó en ellos, en todos ellos, de vuelta en Londres en algún lugar, donde la última sede
del Subterráneo estaba, planeando, esperando, escondidos. Y sabía que él regresaría,
muy pronto estaría con ellos de nuevo, pero por ahora estaba agradecido de estar lejos,
estar en paz, aunque sabía que era una fantasía, no era permanente. Estaba a punto de
cerrar su computadora, cuando otro mensaje apareció de repente en la pantalla.

Jude2124: Supongo que has oído acerca de tu abuelo.

Peter sintió su mandíbula apretarse. Había oído – que la investigación había encontrado a
Richard Pincent negligente, pero no criminalmente responsable. Él estaba de vuelta en
Pincent Pharma; su único castigo fue completar un programa de Re Entrenamiento en la
salud y la seguridad.

Peter2124: Lo escuché, si. ¿Qué hay de la Unidad X? ¿Ha sido cerrada?

Jude2124: Aparentemente. Ellos dijeron que están trabajando en una


alternativa sintética. Sin embargo, Pip dice que es sólo una compensación.
Dice que las personas están haciendo preguntas, sin embargo, y eso es lo
La Resistencia
importante. No impidió que las Autoridades me enviaran mi Declaración, por
supuesto. Como si voy a hacer otra cosa sino que quemarla.

Peter asintió, pensativo. Oyó un ruido detrás de él y se volvió para ver a Anna
deambulando con, un cubo de agua en su mano derecha y Ben aferrado a su izquierda.
Ella le dio un beso mientras pasaba por su lado, y él la agarró rápidamente, ignorando sus
gritos de protesta por el agua derramada y Ben inmediatamente corrió para saltar sobre el
cubo.

Su rostro estalló involuntariamente en una sonrisa, Peter volvió a su computadora.

Peter2124: Dile hola a Pip y a Sheila.

Jude2124: Lo haré. Te veo, entonces. Cambio y fuera. PD: Haz clic en esto.

Curiosamente, Peter hizo clic en el enlace; segundos después, una imagen llenó su
pantalla: mostraba a varios hombres atacando a un camión de Pincent Pharma,
destruyendo su contenido; uno de los hombres metió sus dedos en la cámara que lo
filmaba - su rostro estaba cubierto por un pasamontañas, pero Peter sabía quién era.

- ¿Es quién yo creo que es? -preguntó Anna, mirando por encima.

- Claro que es él, -asintió Peter. Luego besó la mano de Anna y, sonriendo para sí mismo,
se dirigió al patio.

Fin
La Resistencia

Sobre la Autora
Gemma Malley estudió Filosofía en la Universidad de
Reading antes de trabajar como periodista. Editó varias
revistas de negocios y contribuyó regularmente a la Revista
Company y el Sunday Telegraph antes de pasar a la función
pública en un papel principal en las comunicaciones en
Ofsted. La Declaración, su primera novela para un público
adolescente, fue publicada con gran éxito de crítica. La
resistencia es la secuela y el Legado, que será publicada en
septiembre de 2010, completará la trilogía. Ella vive en el sur
de Londres con su familia.

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