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Acción causada o provocada por la acción directa o indirecta del ser humano (auque la traducción literal es
“hombre” - nota de la compiladora)
El carbono es el componente más representativo de la huella ecológica; según la estimación
realizada en el año 2012 por Global Footprint Netword, la huella ecológica mundial
alcanzaba un 59,5%.
En el año 2014, la tasa anual de deforestación fue de 13 millones de hectáreas; más del 50%
de la superficie habitable está ocupada por campos agrícolas, el sector agrícola utiliza casi el
69% de agua dulce disponible; el sector ganadero es responsable del 18% de emisión de gases
de efecto invernadero.
En el mismo informe (GFN) se analiza el incremento de esta huella ecológica que ha pasado
entre 1961 y 2012 de 9.609 a 12.243 millones de hectáreas globales (hag). En este mismo
período el incremento de la población mundial fue de 4.900 millones, con lo cual se reduce
la biocapacidad per cápita disponible de 3,14 hag a 1,73 hag.
Esta situación global ha hecho que en el año 2015 se incorpore como parte de los ODS un
objetivo específico para la acción climática que dé respuesta a este fenómeno con acciones
para el desarrollo sostenible (ODS 13).
Algunas acciones que ya se están llevando adelante como parte de los esfuerzos globales en
la región son:
- Energía renovable; Chile, plantea una ley para generar el 20 por ciento de su energía
de fuentes renovables para el año 2025. México, tiene como meta alcanzar un 35 por
ciento de energía renovable para el año 2024.
- Transporte verde, energía limpia: varios países de la región se han enfocado en la
inversión en estos temas.
- Forestación y reforestación: varios países han emprendido programas sostenidos para
reforestación, conservación de bosques y valoración de la tecnología ancestral como
forma de sostenimiento de estos ecosistemas. Brasil es uno de los países que más ha
invertido para frenar la deforestación.
- Agricultura: varios programas de seguridad y soberanía alimentaria implementados
desde los Estados con fondos de la cooperación internacional.
- Legislación: países como Bolivia, Ecuador o Costa Rica, son pioneros en legislación
para mitigar o evitar los efectos del cambio climático.
El Ecuador
El Ecuador tiene una superficie pequeña y pese a esto, es considerado uno de los países más
ricos en biodiversidad y ecosistemas en el mundo. Algunos elementos hacen que esto sea
posible, su ubicación geográfica privilegiada y la presencia de la Coordillera de los Andes
con elevaciones medianas permiten la existencia de gran variedad de bosques y microclimas,
desde los húmedos e inundados de la Amazonía, hasta los ecosistemas secos del sur; desde
las cálidas playas hasta los altos y fríos nevados de la sierra (Estrella, Manosalvas, Mariaca,
& Ribanedeira, 2005).
Esta diversidad enorme que debería ser un potencial para la sostenibilidad, se convierte en
amenaza cuando prima un sistema extractivista para la obtención de capital, existe una
inmensa variedad de recursos que abastecen la necesidades de consumo del país y también
para la exportación. La extracción de elementos naturales que se destinan a la exportación
implica para el Ecuador la pérdida acelerada y progresiva de la biocapacidad que desde 1961
ha mostrado una tendencia marcada de disminución.
En el Plan Nacional de Desarrollo de 2013 también se afirmaba que el Ecuador está
considerado entre los diecisiete países megadiversos del mundo, tiene grandes recursos
naturales, pero también ha sufrido un gran impacto de las actividades productivas sobre tales
recursos, debido a urgentes necesidades de su población. La mayor ventaja comparativa
con la que cuenta el país es su biodiversidad, por ello es fundamental saberla aprovechar
de manera adecuada, mediante su conservación y su uso sustentable.(SENPLADES, 2013, p.
222).
En el Ecuador, la huella ecológica total entre el 2012 y 2013 se redujo en 5,4%, pasando de
26,16 a 24,74 millones de hectáreas globales (hag); la huella que representa 1,57 hag. en el
país es 1,8 veces menor que el promedio mundial (MAE, 2016).
Según el Ministerio de Ambiente, la huella ecológica en el Ecuador no ha sido constante,
excepto la huella de carbono que en los últimos 15 años ha sido dominante debido a la quema
de combustibles fósiles, representando el 42% de la huella ecológica total en el año 2013. A
este valor le sigue la huella por el consumo de productos ganaderos, 18%, agrícolas, 17%,
consumo de productos forestales, 16%, superficie destinada para infraestructura, 5%, y
consumo de recursos pesqueros, 1% (MAE, 2016).
Desde 1961 hasta el 2013, la huella ecológica per cápita se incrementó en un 32%, pasando
de 1,19 hag. a 1,57 hag. (MAE, 2016). La disminución de la superficie forestal nacional es
la principal causa del aumento de estos indicadores.
En cuanto a las prácticas frente al uso del agua, en nivel nacional, el 92,98% de personas de
12 años y más cierran las llaves mientras se cepillan los dientes, el 89,67% cierran las llaves
mientras enjabonan los platos y el 44,725 se duchan en menos de 10 minutos (INEC, ECV
2014).
En cuanto a la energía, el 94,65% de personas de 12 años y más apaga los focos al salir de la
habitación, el 89,82% desconecta los aparatos eléctricos antes de dormir y el 71,74% evita
introducir alimentos calientes al refrigerador (INEC, ECV 2013).
En el Ecuador, el 56,40% de las personas de 12 años y más, declaran estar afectadas por un
problema ambiental en su entorno. Cuenca es la ciudad que tiene el menor porcentaje de
población con esta percepción 49,85%; Galápagos es la provincia en donde la percepción de
afectación sube a 80,63%, mientras que Bolívar alcanza el porcentaje más bajo con 35,45%.
(INEC, ECV 2013).
En el caso del Azuay, el medio natural se caracteriza también por la diversidad de ecosistemas
que van desde los bosques húmedo tropical, pasando por los valles con bosques secos
interandinos, áreas desérticas, bosques de neblina, hasta llegar a bosques altoandinos,
páramos y humedales. El rango altitudinal va desde los 37 m.s.n.m (Cantón Camilo Ponce
Enríquez) hasta los 4.482 m.s.n.m (Parque Nacional El Cajas) (GAD Azuay, 2012).
La provincia tiene un total de 832.862 hectáreas, de las cuales, aproximadamente 369.909
hectáreas se encuentran bajo la figura de áreas protegidas, lo que representa un 44% del
territorio total de la provincia (GAD Azuay, 2012).
En cuanto al uso del suelo, el mayor porcentaje se encuentra en el ecosistema páramo,
representando un 26%, le sigue el de pasto, con un 17%, luego cultivos de maíz con un 14%,
cultivos de ciclo corto con un 11%, luego vegetación arbustiva, bosque intervenido, con un
9% respectivamente; en rangos inferiores se encuentra pasto natural, bosque natural,
agricultura tropical, zonas urbanas, zonas erosionadas. Los datos dan cuenta de un importante
componente de producción ganadera que pone en riesgo el ecosistema páramo pues el
impacto de esta actividad genera emisiones de CO2 y disminuye la capacidad de absorción
del agua en la tierra, lo que en el largo plazo degenerará en áreas desérticas y secas.
El mayor riesgo ecológico en el Azuay está representado por derrumbes y deslizamientos que
son producto de la combinación de múltiples factores tales como: períodos de lluvia intensos
y prolongados, debilitamiento de taludes cortados sobre suelos arcillosos, rocas meteorizadas
o alteradas, tanto en carreteras como en terraplenes; tipos de suelo profundos compuestos por
materiales poco consolidados; alteración de las quebradas y cunetas, carencia de pasos de
agua y drenajes; riesgo antitécnico; pendientes muy escarpadas (GAD Azuay, 2012).
En la actualidad otro riesgo ecológico para la provincia es la contaminación del agua debido
a la actividad minera; existen varios proyectos que de continuar la extracción generarían
graves problemas para la vida, hecho que incide fuertemente en la sostenibilidad.
En el caso de la ciudad de Cuenca, con una superficie de 319.000 has, se tiene que la
superficie concesionada a minería metálica es de 66.565 has. De esta superficie, el área
hídrica en concesión minera cubre 43.978 has, es decir, un 66% de las áreas sensibles de
importancia hídrica para Cuenca, cuya superficie ocupa gran parte de la provincia.
La provincia del Azuay cuenta con dos sistemas hídricos, el del Atlántico, que representa un
44% de las aguas y el del Pacífico que representa un 56%.
En cuanto al déficit/superávit hídrico, el mes de marzo es el que mayor valor de superávit
presenta (73,50 mm) y el mes de agosto es el de mayor déficit 19,69 mm. Entre los meses de
diciembre a mayo se tiene un balance de agua disponible positivo, en cambio los meses con
balance cero son los meses de julio a septiembre (GAD Azuay, 2012).
La tasa de deforestación en la provincia es superior al 3% anual, lo que quiere decir que en
10 a 15 años se deforestarían todos los bosques de la provincia (MAE, 2014).
La mayoría de centros poblados, exceptuando Cuenca, viviendas con porcentajes superiores
al 80% que no cuentan con servicios básicos tales como sistemas de tratamiento de desechos,
aguas servidas, sistemas de alcantarillado; dejando que las aguas servidas se depositen
directamente en los ríos y quebradas (MAE, 2014).
Los niveles de contaminación más alto se encuentran en los cantones de Cuenca rural,
Gualaceo, Paute, El Pan y Sevilla de Oro (MAE, 2014). En el caso de la Ciudad de Cuenca,
el 73% de la contaminación se debe a los vehículos le sigue las industrias y ladrilleras.
(EMOV, 2018). Esta situación genera la existencia de material particulado que en el año 2018
registró un promedio anual de 39,1 microgramos por metro cúbico. Durante el mismo año,
en 14 ocasiones superó el valor recomendado por la OMS en 24 horas (50 microgramos por
metro cúbico).
La situación de la provincia con una gran superficie de áreas protegidas, en donde la
ampliación de la frontera agrícola a cambio de superficies para pasto y con el riesgo para el
agua, y, debido a las actividades mineras, hace que se deban tomar medidas de manera
inmediata.
La descripción realizada que intenta ser un aterrizaje desde la situación global del planeta,
hasta un caso concreto de la provincia del Azuay en el Ecuador, posibilita contar con una
dimensión sobre los efectos concatenados e interrelacionados del cambio climático y de la
actividad humana como factor decisivo que está empujando una situación de riesgo cada vez
mayor.
Si bien no es posible comparar los efectos que generan los países industrializados, la forma
de vida ligada al consumo y la utilización de energía en las grandes ciudades con el
consecuente requerimiento de agua y aire limpio; con el mínimo impacto que puede tener la
forma de vida en comunidades pequeñas de países no industrializados; la situación actual
empuja a una actuación desde todos los lugares, en todos los niveles. Es decir, ninguna
persona debería quedar fuera, a cuenta de considerar que su actividad no genera mayor
impacto en el planeta.
REFERENCIAS:
- El costo social del carbono. Una visión agregada desde América Latina. CEPAL
2019. Consultado el 3 de febrero de 2021, en:
https://www.cepal.org/sites/default/files/publication/files/44423/S1800462_es.pdf