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La migración es un proceso que engloba a la emigración y a la inmigración, por lo cual hablar de

migrante para cualquiera de los dos supuestos es correcto. Siendo así importante aclarar que,
emigrante es aquel que abandona su país originario para para establecerse en otro en el
extranjero; inmigrante, es aquel que llega a un país distinto del que es originario; y migrante,
englobaría a la totalidad de todos aquellos que se trasladan del lugar en el que habitan a otro.

La crisis migratoria en Europa es un problema que viene acarreando el continente y los países
miembros de la unión europea en la última década, muchos de esos movimientos están ligados a
migraciones laborales que no están debidamente reguladas o a numerosas peticiones de refugio,
debido a los conflictos que azotan a países de oriente medio y del África del sur, los numerosos
conflictos armados son la causa principal de la grave crisis migratoria que se ha evidenciado en los
últimos años en el panorama global y europeo. La unión europea veía como le llegaban peticiones
de asilo de 1,2 millones de personas en 2015. En España y Francia tanto las demandas como las
protecciones acordadas incrementaron en 2018, siendo así la cuestión migratoria permanente
cada vez más crítica en el horizonte.

Tras esto se ha visto las entradas irregulares en territorio europeo y una muestra de la persistencia
en flujos secundarios por los planteamientos de migrantes en situación irregular, en el interior del
viejo continente en búsqueda de que un país les conceda la condición de refugiados, para frenar
estos movimientos migratorios no regulados, que tiene como fin determinar qué estado los acoge.

A falta de una posibilidad legal de encontrar trabajo de las formas en que como había ocurrido
desde el inicio de 2010, el cierre de la inmigración legal de trabajo complica dramáticamente el
asilo en Europa, los ciudadanos europeos observan la amplitud de filas de espera, en el sistema de
refugio, así como el incremento del número de migrantes sin papeles.

En España, los centros de internamiento para extranjeros, en cambio, están integrados en el


Estado de derecho y sometidos a sus leyes. No están fuera de él, ya que en estos centros es
posible distinguir entre hecho y derecho. Esto no quiere decir que como espacios de reclusión, al
igual que en los otros espacios carcelarios existentes bajo el Estado de derecho, la ley se cumple
parcialmente y los internados vean quebrados constantemente los derechos y garantías
reconocidos, en la legislación. En estos casos, cuando el extranjero es tratado como una mera
existencia, sin sentido que queda expuesta a la arbitrariedad y al poder corrupto de la
administración, el centro donde se encuentran se convierte en un espacio, donde ya no es posible
diferenciar entre la mala vida y la norma.
Respecto al segundo de los temas aquí tratados, podemos decir que uno de los cambios más
importantes que sufre el Estado de derecho con la implementación de las nuevas políticas de
extranjería es que en los procedimientos administrativos de detención, internamiento y expulsión
de extranjeros la Administración pública interviene con sanciones administrativas sobre personas
que no han cometido ningún hecho supuestamente delictivo, sino que actúan sobre ellos por lo
que son: personas indocumentadas. Esto quiebra uno de los ejes centrales del Estado de derecho:
la cual es entendida como la razón jurídica y básica del Estado.

Otro de los derechos que se ven erosionados con el ordenamiento específico para extranjeros es
el derecho de libertad, derecho que se ve especialmente afectado por los diversos procedimientos
de internamiento de extranjeros, los cuales suelen ser: centros de internamiento regulados, en
salas de espera, en campamentos construidos, en tierras de nadie, etc.

En fin, la quiebra de estos derechos y principios cuestiona la esencia del Estado democrático de
derecho, que como tal debe actuar siempre como garante de los derechos, libertades y garantías
de todas las personas radicadas en su territorio, especialmente de aquellas que se encuentran en
situaciones precarias o de extrema necesidad como pueden estar los inmigrantes económicos, los
reclusos, los refugiados, desplazados y exiliados.

En un Estado de derecho toda persona, sea nacional o extranjera, debe ser respetado, sin importar
las condiciones o situaciones por las siguientes causales:

1. Por ser persona.

2. Por pertenecer al miembro de un grupo étnico o cultural.

3. Por ser ciudadano.

Siendo así podemos decir que el incumplimiento de todo esto por las políticas de regulación que
implementan los gobiernos europeos, especialmente sobre los reclusos, los inmigrantes
económicos y los refugiados, pone de manifiesto la maleabilidad de la arquitectura del Estado de
derecho y la falta de instrumentos jurídicos y políticos para hacer frente desde la sociedad civil a la
intervención del biopoder en los procesos de exclusión social. En el marco de la globalización las
poblaciones se muestran inermes ante las biopolíticas de la regulación.

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