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Resumen temático:

Las comunidades agricultoras aborígenes de Cuba: el tabaco, usos, estética y


simbolismo

Dr. Ulises M. González Herrera


Dpto. de Arqueología, Instituto Cubano de Antropología
C.C.S, CITMA, 2013

El resumen aborda consideraciones acerca de la distribución y antigüedad del tabaco en


América, limitaciones y perspectivas de las fuentes narrativas primarias donde se
recogen datos etnográficos sobre el uso de la aromática planta en el Caribe. Además se
expone una valoración de una selección de elementos no esclarecidos exitosamente por
la ciencia en relación al empleo del cultígeno por los diversos pueblos que habitaron el
área antillana. Se actualizan, a la luz de las nuevas investigaciones etnohistóricas y
arqueológicas, los presupuestos vinculados a la utilización de este cultivo no
alimenticio.

La historia de Cuba ha estado íntimamente ligada al tabaco desde hace cientos de años,
al menos desde la entrada al archipiélago de los primeros navegantes aborígenes de
extracción aruaca hacia el siglo VII d. n. e., provenientes de la región septentrional de
Suramérica. Sin embargo, el cultígeno alcanzó verdadera significación comercial para
el hemisferio oriental muchos años después de que los primeros exploradores hispanos
reportaran y experimentaran el consumo de la solanácea en el Caribe.

La temática, teniendo fundamentalmente como hilo conductor el papel


preponderantemente comercial de este recurso vegetal, ha generado una estimable
producción de textos, ya sea en monográficos, capítulos o acápites específicos de una
obra. Esto pudiese considerarse como un indicio de que es un contenido agotado y que
solo resta sistematizar las nociones que sobre el particular se sostienen actualmente en
el ámbito académico. Nada más alejado de la realidad, desafortunadamente el estudio y
comprensión íntegra sobre los usos rituales, medicinales y gustativos del cultígeno en la
historia más temprana, se han visto limitados por múltiples factores de orden teórico,
escasez de datos históricos y arqueológicos disponibles, etc.

Distribución y antigüedad del tabaco en América.

El uso del tabaco en América antecede por milenios el registro documental histórico, ya
que evidencias arqueobotánicas sugieren que el cultígeno cuenta con aproximadamente
5000 años A. P. de manipulación por los antiguos habitantes de la costa central del
Perú. A diferencia del extendido criterio en el imaginario popular sobre su origen
antillano, se le considera como planta nativa de América del Sur. A la llegada de los
colonizadores europeos hacia fines del siglo XV, el empleo de las especies Nicotiana
rustica y Nicotiana tabacun estaba ampliamente distribuido por todo el continente.
Ambas especies ya constituían híbridos como producto de una ancestral práctica de
selección de cultivos y adaptaciones a ecosistemas diversos.

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Al arribo de los colonizadores europeos al hemisferio occidental se empleaba este
cultígeno ampliamente como:

 Símbolo de amistad y comunión


 Planta medicinal (cocimientos, vomitivos, emplastos y masajes contra diversas
dolencias)
 Narcótico
 Insecticida
 Antiparasitario
 Dentífrico
 Amuleto
 Domesticación de aves
 Ritos de paso

Una síntesis de estudios sustentados en diversas fuentes empleadas en función de la


reconstrucción histórica – social, entiéndase: Historia, Etnografía, Etnohistoria y
Arqueología, han acuñado los siguientes presupuestos:
- Las comunidades aborígenes de extracción aruaca empleaban el tabaco con propósitos
medicinales, religiosos, y gustativos.
- Hacia finales del siglo XV en Las Antillas se consumía fumando las hojas secas,
curadas y torcidas, así como en rape, aspirándolo por la nariz, quizás mezclado con
otras plantas alucinógenas. También en forma de emplastes.
- A la planta se le ha conocido a partir de fuentes narrativas primarias y secundarias
como: tabaco, cohíba o cojiba, y cohoba.
- El uso del cultígeno pasó a formar parte de las prácticas religiosas y gustativas
vinculadas a las sociedades de origen africano, y al consumo de los colonizadores
europeos.

Antes de analizar los aspectos que aún no permiten tener suficiente claridad sobre los
primigenios usos de la solanácea en Cuba, es necesario precisar algunos detalles de
significativa importancia, relativos a las características de los antiguos pobladores
antillanos, y de las fuentes narrativas primarias que recogen datos etnográficos de
interés para el tema en cuestión. Hacia finales del siglo XV los hispanos observan una
amplia distribución de pueblos con heterogéneas culturas en el área antillana

Las comunidades aborígenes que poblaban nuestro archipiélago en el momento del


contacto con los europeos eran ágrafas, y su cosmogonía, creencias supranaturales,
concepciones éticas y estéticas, eran trasmitidas por procesos de endoculturación a
través de la música, ritos, ceremonias, mitos y leyendas. La desestructuración
económico – social de sus modos de vida, ante el impacto de la brutal política del
coloniaje hispano, se sucedió de forma acelerada por lo que solo llegaron de forma
escrita aquellos aspectos de interés para la corona española o para algunos viajeros,
sedientos de imágenes exóticas y enrolados en las primeras expediciones de exploración
hacia Las Antillas. Es por ello que una estimable parte de la información que se conoce
sobre estas sociedades se localice en las crónicas generales de Indias, compuestas por
algunos libros de historia, memoriales, cartas y relaciones enviadas a los reyes de la
Península Ibérica.

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Las escasas crónicas conocidas hasta la fecha para nuestra isla fueron redactadas, en
ocasiones, fuera del área antillana y suelen ser imprecisas y contradictorias. Esto ha
causado que numerosos intentos de reconstrucción etnohistórica, sustentados en el dato
etnográfico extraído de las fuentes mencionadas, reflejen incongruencias y trasmitan
una inadecuada aproximación a lo acontecido en el primer capítulo de la historia de
Cuba.

Sobre el uso del tabaco por los aborígenes antillanos de extracción aruaca.

Diversos cronistas y exploradores dejaron observaciones en el siglo XV y XVI sobre el


uso del tabaco en el área antillana, entre estos podemos citar a Cristóbal Colón, Pedro
Martir de Anglería, Francisco López de Gómara, Ramón Pané, Bartolomé de Las Casas,
Gonzalo Fernández de Oviedo, entre otros. Los apuntes de los dos últimos cronistas
mencionados son de extraordinaria importancia para el conocimiento del cultivo y
manipulación del tabaco por las sociedades aborígenes de extracción aruaca, si tenemos
en consideración la experiencia de vida de ambos colonizadores en América. El
ambiguo y contradictorio registro documental de Oviedo, sin embargo, abre para la
historia un profundo debate sobre la vinculación del tabaco con prácticas rituales
ejercidas por caciques y behíques en el marco de la sociedad tribal caribeña.

Los datos etnohistóricos de interés en las fuentes narrativas legadas por el coloniaje
hispánico se pueden resumir de la siguiente manera:

Existían dos especies vegetales no comestibles que se empleaban por los mismos
pueblos con propósitos bien diferenciados, pero que involucraban la acción de inhalar,
en un caso polvo, y en el otro humo. Una de ellas (el tabaco), para degustar entre todos
los miembros de la comunidad, como símbolo de amistad y planta medicinal en
cualquier espacio. La otra (cohoba), con propósitos de celebración, adivinación y
consulta, en rituales practicados en una casa templo (caney), donde el oficiante era el
cacique. Fray Bartolomé de Las Casas nos legó la siguiente observación sobre la
manipulación de ambas plantas:

Tabaco - (…) tenían otra manera de yerba como propias lechugas, y ésta secaban al
sol y al fuego, y hacían unas hojas de árbol secas un rollete, como se hace un mosquete
de papel, y metían dentro una poca de aquella yerba y encendían el mosquete por una
parte , y por la otra sorbían o atraían el humo hacia dentro en el pecho, lo cual les
causaba un adormecimiento en las carnes y en todo el cuerpo, de manera que ni sentían
hambre ni cansancio, y estos mosquetes llamaban tabaco, (…) (Las Casas, 2007: 113)

Cohoba - Tenían hechos ciertos polvos de ciertas hierbas muy secas y bien molidas, de
color canela o de alheña molida , en fin, eran de color leonada; estos ponían en un
plato redondo, no llano sino un poco combado e hondo, hecho de madera, (…). Tenían
un instrumento de la misma madera, (…) todo el hueco como lo es la flauta, que los
dos tercios de la cual en adelante se abría por dos cañutos huecos, (…).Aquellos dos
cañutos puestos en ambos a dos ventanas de las narices , i el principiode la flauta ,
digamos, en los polvos que estaban en el plato, sorbían con el huelgo hacia adentro, i

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sorbiendo recibían por las narices la cantidad de los polvos que tomar determinaban,
los cuales recibidos salían luego de seso (...), de donde quedaban borrachos (…). (Las
Casas, 1958: 419)

Oviedo anotó:

Usaban los indios de esta isla entre otros sus vicios uno muy malo, que es tomar unas
ahumadas, que ellos llaman tabaco, para salir de sentido (….), la cual toman de
aquesta manera: los caciques e hombres principales tenían unos palillos huecos del
tamaño de un xeme ó menos de la groseza del dedo menor de la mano, y estos cañutos
tenían dos cañones respondientes a uno, e todo en una pieza, y los dos ponian en las
ventanas de las narices é el otro en el humo é hierva que estaba ardiendo o
quemándose; (…) y quemaban las hojas de aquella hierva (….): é tomaban el aliento e
humo para si una é tres é mas veces, quanto lo podian porfiar, hasta que quedaban sin
sentido grande espacio, (….).Los indios que no alcanzaban aquellos palillos tomaban
aquel humo con unos cálamos o cañuelas de carrizos, é á aquel tal instrumento con
que toman el humo, (…) llaman los indios tabaco, é no a la hierba ó sueño que les toma
(como pensaban algunos). Esta hierva tenian los indios por cosa muy presciada, y la
crian en sus huertos é labranzas para el efecto que es dicho; (….). (Oviedo, Lib. V. Cap
III, 1851: 131)

Figura.1. Izquierda - primera representación de un inhalador de madera antillano en la


obra Historia General y Natural de Las Indias, Islas y Tierra Firme de la Mar Oceana
(Oviedo, 1851). Derecha – Inhaladores arqueológicos confeccionados en hueso y
madera. Consumo actual de polvos alucinógenos.

El consenso a que han arribado la mayoría de los especialistas que han revisado crítica y
detenidamente la crónica, contrastándola con las evidencias botánicas contemporáneas y
la analogía etnográfica (Reynoso, 1881; Ernst, 1889; Safford, 1916; Tabío, 1989, etc.),
es que Oviedo confundió en una dos prácticas diferentes. Estas consideraciones se
sustentan en el hecho de que:
-El tabaco no produce efectos alucinógenos.
-Los datos consignados por Las Casas son claros y contrastables con otros cronistas.
-No es necesario el empleo de inhaladores para aspirar el humo del tabaco.
- Existe una amplia referencia etnográfica que llega hasta nuestros días sobre el uso de
la cohoba, yopo, nopo, mopo o parica en la región amazónica. Los pueblos, como los
aruacos , muras, guahibos , yanomamis, otomacos, tecunas, mauhé, entre otros que
practican esta actividad proceden a la inhalación de polvos a través de una caña de
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madera simple o bifurcada. En el caso de la caña simple se atomiza la preparación en
polvo, soplando con fuerza desde la boca de un individuo a las aberturas nasales de otro.

La identificación por Safford en 1916 de la especie empleada en el ritual de la cojoba en


el área antillana con el árbol de Anadenanthera peregrina, ha sido corroborada con una
cita del mismo Oviedo, que en su Historia General y Natural …. expuso: Del árbol que
en estas partes se tiene por tharay , porque les parece mucho en la hoja, pero
llámanle en esta isla Española cohoba”. E aqueste cohoba lleva unas arvejas que las
vainas son de un palmo e más o menos luengas, con unas lentejuelas por fructo que no
son de comer, é la madera es muy buena e recia (Libro IX, capítulo XIII, citado por
Arrom, 1990: 70)

En 1939 el Dr. Rafael M. Moscoso Puello localiza por vez primera a la especie
Anadenanthera peregrina en S. Domingo, bajo el nombre de “tamarindo de teta” o
“calderón de teta”, lo que sumado a evidencias de dibujos rupestres localizados en la
Cueva No. 1 de Pome o de Borbón confirma la hipótesis de Safford y los supuestos de
Reynoso (1881). En esta espelunca se pueden observar diversos murales pictográficos
donde personajes sentados en banquillos parecen fumar con el empleo de una caña y
también usando pipas.

Figura.2. Mural pictográfico de la Cueva No. 1 de Pome o de Borbón en Santo


Domingo (izquierda) y vainas, hojas y semillas de la Anadenanthera peregrina
(derecha).

El empleo de la cohoba. Etnografía

Algunos aspectos vinculados a la preparación del yopo para el consumo en la región


amazónica, según referencias etnográficas citadas, refuerzan la hipótesis de Safford
sobre el ritual antillano de la cohoba. El polvo inhalado se obtiene a partir de la
extracción de semillas en el interior de las vainas del árbol de yopo. Luego, estas son
tostadas al fuego y maceradas, combinándolas con ceniza para incrementar su potencial
alucinógeno. Por último, esta mezcla en forma de finos polvos, se deposita sobre un
soporte para la inhalación a través de un aparato bifurco (ver representación consignada
por Oviedo), o se introduce en una caña de aproximadamente un metro de largo para
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atomizar el contenido desde la boca de un individuo emisor hasta las fosas nasales del
behíque. El proceso se repite tantas veces se considere necesario por los implicados.

Figura 3. Preparación de polvos de yopo para un ritual shapori entre los yanomamis del
Alto Ocamo, Estado de Amazonas, Venezuela (izquierda). Atomización del alucinógeno
con el empleo de una caña por un indígena yanomami.

Importante resulta la observación de que el ritual en la contemporaneidad se realiza solo


por shamanes y no constituye una práctica compartida por todos los miembros de la
comunidad, sino por un selecto grupo de sus integrantes. Esto contradice las
observaciones de Colón y Las Casas acerca del uso general del tabaco como producto
degustativo entre todos los miembros de la sociedad. Por último, debemos subrayar que
el registro arqueológico de Puerto Rico y La Española ha evidenciado numerosos
cemíes portadores de platos sobre la cabeza para depositar polvos de las semillas
alucinógenas, así como inhaladores tallados en madera o hueso, lo cual coadyuva a
delimitar la frontera entre tabaco y cohoba. Sobre este particular que tanta confusión ha
traído a los historiadores, antropólogos y arqueólogos contemporáneos, podemos
resumir que cohoba es denominativo de planta y rito establecido por pueblos de
extracción aruaca, al menos en las islas mencionadas.

Si bien el archipiélago de Cuba fue ocupado por pueblos de extracción aruaca desde el
siglo VII aproximadamente, no se ha podido hallar hasta la fecha en ningún sitio
arqueológico, inhaladores como los localizados en Puerto Rico y La Española, tampoco
cemíes con bandejas o platos utilizados como soporte de los mencionados polvos. La
especie yopo, nopo, parica o cohoba, Anadenanthera peregrina, no ha sido reportada
por ningún botánico para Cuba, lo cual constituye un reto para la reconstrucción de este
particular en la etapa aborigen. Las crónicas hispanas tampoco ayudan a descifrar esta
problemática, pues las referencias sobre el ritual se corresponden con Haití, donde los
propios cronistas o informantes de estos pudieron recibir información indirecta o
participar de alguna ceremonia, aunque dudamos que hayan tenido acceso pleno a todas
las fases de la actividad en cuestión.

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Derroteros futuros de la investigación etnohistórica y arqueológica:

- Determinar si el ritual de la cohoba fue practicado solo por algunas culturas


tribales asentadas en las islas mencionadas y no constituyó un práctica
homogénea y sincrónica en toda el área antillana.
- Ampliar la pesquisa botánica en Cuba, tanto desde el punto de vista de la flora
actual como de la paleovegetación, con el objetivo de determinar la presencia de
la Anadenhantera perigina en nuestros suelos.

Fuentes empleadas:

Arrom, José Juan: Prólogo y notas en Relación acerca de las antigüedades de los
indios, del misionero Ramón Pané. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990.
Cairo, Ana y Amauri Gutiérrez: El padre Las Casas y los cubanos. Aula Fray
Bartolomé de Las Casas del Convento San Juan de Letrán de la Ciudad de La Habana
en Cuba y la Universidad Central de Bayamón en Puerto Rico, 2007.
Fernández de Oviedo, Gonzalo: Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra
– Firme del Mar Océano. Imprenta de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1851.
Las Casas, Bartolomé de: Apologética Historia Sumaria. Vol. III y IV. Madrid,
Biblioteca de autores españoles, 1958.
Reynoso, Alvaro: Agricultura de los indígenas de Cuba y Haití. Notas acerca del
cultivo en camellones, Ed. Rue Bonaparte 28, 111 p., París, Francia, 1881.
Safford, Willian E.: The identity of Cohoba, the narcotic snuff of acient Haití. Journal of
Washington Academy of Sciences, 1916.Vol. VI. P.547
Tabío, Ernesto: Arqueología. Agricultura aborigen antillana. Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1989.

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