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Matías Afanador

2021-II
Geografías del mas allá
Conversatorio del martes 27 de abril
El martes pasado, la profesora Andrea Dorè y el profesor Diego Castellanos, ofrecieron a
los estudiantes del curso Geografías del mas allá una interesantísima introducción al
abordaje de los mundos de la terra incógnita desde dos perspectivas tan diametralmente
opuestas como pueden serlo la islámica y la cristiana.
Inicialmente, la aproximación de esta historiadora brasileña a las implicaciones políticas,
económicas, culturales y militares de la expansión atlántica portuguesa que siguió a la
conquista de Ceuta en 1415; parte de un análisis sobre la traslación al nuevo mundo de
algunos imaginarios y paradigmas científicos heredados de la antigüedad clásica, que
pueden no solo asociarse a las posibilidades y categorías de lo monstruoso implícitas en
cualquier viaje mas allá de lo conocido, sino también explicitar el lugar que realmente
ocupaba la tentación del enriquecimiento rápido y la extrema abundancia en la imagen de
América que los primeros europeos fabricaron para si.
En este sentido no resulta extraño que, tras el accidentado descubrimiento de Brasil por
Pedro Álvares Cabral en el año 1500, los cartógrafos del rey portugués buscaran diversas
explicaciones a la aparente ausencia de metales preciosos en su nueva posesión, que a
simple vista palidecía frente a las enormes explotaciones auríferas y platíferas que nutrían
las arcas del rey castellano.
Andrea Dorè da un panorama preciso sobre las implicaciones que tuvo la antigua teoría
geográfica de la zona tórrida a la hora de promover la colonización de las zonas del
interior brasileño mas propicias para lo que miles de años antes Aristóteles definió como: el
proceso natural de fabricación de los metales preciosos en las entrañas de la tierra, a partir
de exhalaciones y vapores procedentes del centro del geoide, que a su vez eran atribuibles a
la acción de otros planetas sobre el núcleo terrestre.
Partiendo de esta premisa e influenciados por la ya mencionada idea de la zona tórrida, los
cartógrafos del rey luso elaboraron diversos mapas que sugerían posibles sitios de
explotación minera a lo largo y ancho de Brasil aprovechables por las autoridades
coloniales en función de lo que bien podríamos entender como una especie de
determinismo climático primitivo. Un determinismo que, si bien aún no tiene las
connotaciones peyorativas de subdesarrollo e inferioridad racial que tendrá en siglos
posteriores; ya parece establecer una correlación directa entre la ubicación geográfica de un
lugar y la riqueza potencial que este puede generar a mediano y a largo plazo.
Estas dificultades para obtener un gran beneficio económico durante los primeros años de
la colonización, condenarían a Brasil a una cierta irrelevancia dentro del imperio
transcontinental portugués hasta el año 1580; cuando finalmente se consolida la anhelada
unión dinástica de las coronas ibéricas en la persona del rey Felipe II.
Se trata de un momento en el que, a pesar de la promesa del monarca español de respetar
las leyes, autonomía y tradiciones del país luso, se hace necesaria una mayor intervención
real en la administración del gigante sudamericano a raíz de su recién descubierto valor
estratégico como baluarte defensivo para la protección de las ricas posesiones de España en
el occidente de Sudamérica.
Para Dorè, las grandes turbulencias experimentadas al interior del Brasil durante los 60
años de administración española, sumadas a la perdida de gran parte de las ricas posesiones
de la corona portuguesa en el océano indico durante las etapas finales de la guerra de los 80
años; permiten explicar en gran medida el proceso de dislocamiento que, tras la
restauración de la independencia portuguesa en 1640, convertiría al gigante sudamericano
en el nuevo centro de gravedad del imperio hasta su independencia definitiva en 1822.
Por otra parte, el profesor Diego Castellanos pone sobre la mesa el debate en torno a la
asimilación de las noticias sobre el descubrimiento de nuevas tierras en el mundo islámico,
con especial énfasis en el ámbito otomano dentro de su ya conocida rivalidad mediterránea
con la España de Carlos V y Felipe II.
Así pues, el investigador colombiano problematiza las representaciones geográficas y
culturales del nuevo mundo en el Tarihi-i Hind-i Garbi, intentando explicar la reacción
musulmana frente a las enormes riquezas que repentinamente habían bendecido a los
infieles, así como también el “escaso” interés de la sublime puerta en lograr una mayor
presencia en las tierras descubiertas; a partir de algunas nociones de centro y periferia que
permiten entender la autopercepción turca de su imperio como un centro del mundo ,que a
largo plazo terminaría por someter a unos reinos europeos cristianos, que ya de antemano
eran descritos como parte integral de Dar al-Islam.
En este sentido los eruditos otomanos consideraban que la expansion de su enemigo
cristiano hacia las nuevas tierras descubiertas al otro lado del atlantico, no obedecia a una
superioridad economica y tecnologica sobre la sublime puerta, sino mas bien a la necesidad
de encontrar un nuevo centro ante la inminente victoria de las fuerzas del sultan.
Lo descrito hasta este punto, tiene mas sentido si se tiene en cuenta la conquista otomana de
Siria y Egipto en 1517, ya que dicha adquisición imperial parecia prometer riquezas mucho
mayores que las que pudiese adquirir el infiel en cualquiera de sus lejanos dominios
trasatlanticos.
Finalmente, y a pesar de la falta de planes concretos de parte del turco para conseguir una
cabeza de playa en las Americas, Diego Castellanos resalta el pragmatismo del sultanato a
la hora de asimilar y explotar el enorme volumen de conocimientos nauticos y cartograficos
producidos por las potencias cristianas involucradas en la colonizacion del nuevo mundo.
Algo que el imperio ya habia puesto en practica durante su primer gran proceso de
expansión territorial en la segunda mitad del siglo XV, cuando el sultan Mehmed II no
dudó en aceptar la ayuda de expertos infieles para garantizar el éxito en su empresa de
conquista de la milenaria Constantinopla, demostrando que las necesidades inmediatas de la
geopolítica, siempre estarian por encima de las consideraciones dogmaticas de la religión

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