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A MODO DE EXPLICACIÓN

Si endo repórter policial del diario Critica, en el año


1927, tuve, una mañana del mes de septiembre, que hacer una
crón ica del suicidio de una sirvienta española, soltera, de
veinte años de eda d. que ,e mató arrojándose bajo l as rued as
de un tranvía que pasaba frente a la puerta de la casa d onde
-·off
trabaj,ba. a las cinco de la madrugada,
,
Ll egué al lugar del hecho cuando el cuerpo despeda­ "

zado había sido retirado de allí. Posiblemente no le hubiera


dado ninguna importancia al suceso (en aquella época veía
cadáveres casi todos los días) si investigaciones que efectué
po,teriormente en la casa de la suicida n o me hubieran pro­
porcionado dos detalles singulares.
l\le manifestó la dueña de casa Que la noche en que la
sirvienta maduró su suicidio, la criada no durmió.
Un examen ocular de la cama de la criada permitió es·
tablecer que la sirvien ta 110 se h abía acostado', suponié ndose
con , todo fundam ento (TUe elIa pasó la noche s ent~da en su ,
b aúl de inmigrante . (Hacía un año que había llegado de . ,~-
EspañA). Al salir la criada a la calle para arrojarse bajo el .,
tran vla se olvidó de apagar la luz.
La mma de estos deta Iles simples me produjo una im ­
presión profunda,
Durante meses y meses caminé teniendo ante los ojos él
espectáculo de una pobre much acha triste, que sentada a Id
orilla de un baúl. en un cuartujo de paredes encaladas, pien ­
sa en su destino s in espernnza, al amarillo resplandor de una
lamparita de veinticinco bujías ,
De em obsesión, que llegó a tener caracteres dolorosos,
nació esta obra, que posiblemente nunca hubiera escrHo de
no haber mediado Leónidas Barletta,
,.

.,

Cuando Barletta organizó el Teatro del Pueblo me


pidió que colaborara con él escribiendo una obra para su I
, ,j:::
;':- .
'
empresa, en la cual no creía nadie, incluso yo; pero, a pesar
de todo, un día me puse a trabajar en ella sin la menor es­
peranza de éxito.
El estreno, las representaciones (alcanzan a treinta). lo
j
rual es un fenómeno en un teatro de arte como el de Bar­
lelta. me han convencido de que ,¡ técnicamente no he cons­
truÍdo una obra perfecta, la dosis de humanidad y piedad
que hay en ella llega al público . Conrnoviéndolo por la pu­
reza de su intención.

Roberto Arrt.

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PRÓLOGO

.'.

Z ona astral donde la ima.ginación de los


DECORACIÓN. -
llOmbres fabrica con línoos de fu erzas los fantasmas que los
a.cosan O rec:rpctn en s.u s SHcños.
r-larco de caverna, más allá del cual se dislin¡:¡ue una
tlanurude cobre blúquead.a por monfartas. Cambiantes l lLceS
vioietas le pre"tan al panorama la s-equ<?dad del desi erlo y
la magia irr(!'(tl ele lo s escenarios de fantasmagoría.
Conciliábulo de fantasmas pueriles e ingenlLos.
ROCAMROLE. - En 1" es lampa que lo pr""entan los gra­
bados de madera de las prime""s ediciones Maueci que apa­
recieron en B",.ccbna. Tubo 9"is. jaquel neg''o, pant'llón a
cuadros ""drinos y blancos. prendido sobre el empei ne del pie '
por trabillas que cruzan bajo la suela del calzaJo. Látigo
de cochero d e "un to bajo ,,( sobaco. Esta ar/'itrarieelad explica
la ima{¡inactón del ilustrador de crOmOS populares en Barce­
lona. El pfcaro puede ,<'r confundido CO'n un empLeaelo de
segr¡ros, de pompas fú,n el>res o ele asuntos judiciales. Repre­
S'eTlta cuarenta años.
HOMBRE CÚBICO. - T ronco ele Nldera cúbica con dos
paralelógrarnos por piernas. Un triángulo equilátero sustitu­
ye La col.>"za. Carece ele brazos como to·Jas las ,. .tmcluras que
ideiln los inventores ele homúnculos y 11Om[,res mecá nicos.
REINA BIZANTINA. - Veinte aftos. Insignifican te, a seme­
. jonza de Las reinas de Carnaval. Traje coludo en rojo mayor,
y en La cab~w un chirimbolo d e carey ·escarlata que es atribu ­
to de las monarquías de came;tolendas. e innumerab/.es len­ . ,
tejuelas, s1m bolo ele los esp le""do",,s ele las reyecías .
CALAN, - Pinta cínica: smoking y gardenia en el' ojal.
Bigotuelos de pederasta y enjundia ele cómico ele la legua.
DEJl.lONIO. - Un truhán con capa me fistofélica COmo todos
los diablejos de circo, cejas regLamentariru el/? arco, calzCUl rO­

137

, f ,
¡as y pantuflas n egras. más <2'TICOi'VC1Jrlas que la proa de una
piragua. Pana de estopa roja y gesto desaforado.

ESCENA ÚNICA

ROCAMBOLE. - (Entrando por el cost(do dereclto). Ano­


chece.
HOMBRE CÚBICO. - (ldem por el lado izqUierdo). Yo
no me puedo sentar. Mi padre se olvidó de ponerme bisagras
en la s piernas.
ROCAMBOLE. - (Sentándose en un peña.sco). Llega la
hora de trabajar.
REINA BIZANTINA. - En días como ho y. cuando era per­
sona humana . me dolía el h ígado. ¿Quién diría que pasaría
lue go a se r con structurn de sueños?
ROCAMllOLE. - . No; los constructores son ell os, los hom­
bres.
GALÁN. - (Incorporándose al grupo al tiempo que se lim­
pia los zapatos cnn u n golpe de pnñudo). Somos los [an tas­
fa s de sus sueños.
DEMONIO. - (Que se 110. sentado silenciosamente). IEx­
prése , e con más propiedad] Somos los protagonistas de sus
sueños.
ROCA1-tBOLE. - No está bien esa definición. ¡Represen­
tamos los des eo s del hombre]
DEl'IONIO. - Existimos sin forma. como nubes. D e pron­
to el deseo de !ln hombre nos atrapa y no' imprim e su [alma.
HOM BRF CÚBICO. - E,toy confundido.
REINA BIZANTINA. - Usted nos confunde.
DEMorúo. - Yo me entiendo.
GALÁN. - ¿y qué nos importa que usted se entienda.
si no 10 ente.ndemos nosotros?
HOMBRE CÚBICO. - A ver. ... déjenme a mi. que soy
de origen puramente cientíFico.
REINA BIZANTINA. - Ahora me explico >TI f"rma grotesca.
GALÁN. - INo es corredo e, o, señora 1 Es lo mismo
que si el Hombre Cúbico le dijera a usted que es un ma­
marrarho.
H01-IBRE CÚBICO. - Nosotros somos eje. de. fuerza.

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ROCAMBOLE. - Eso .. . . ejes de fuerza como este mango
de látigo ...
HOl'lBRE CÚBICO. - En tomo de estos ejes como en tomo
de este mango de látig~ se acumulan los sueños de los hom­
bres. De manera que el eje se conserva independiente de su
lorma . como el vino del barril ...
GALÁN. - Muy bien por el hombre caldera ...
HOMBRE CÚ¡j,CO. - Si yo tuvi era brazos le daba a usted
una lección.
ROCAMBOLE. - Eso les pas a a ustedes. que son apren­
dices de fantasmas. pero yo wy Rccambole desde que tengo
uso de inteligencia.
DEMONlO. - i Qué gracia 1. .. También a usted lo labricó
la imaginación de un novelista.
. GALÁN. - De cualquier modo, el hombre es esclavo de
su su eño ... E s decir. esclavo nuestro. Así. yo antes de hacer
este papel de galán hice el de pirata mel ancó lico y degolla­
dor. Fué un chico que d e, pués se · suicidó porque la hija de
la c.arbonera . que era ,:;u vecina, no quería es'caparse con él
en una barca de oro. Así decía el chico.
ROCAMBOLE..- Si empezamos a contar lo que dijeron
los chicos y lo que cada uno ha sido. es historia d e nunca
acabar ...
HOMBRE CÚBICO. - ¿Ya mí no me encuentran absurdo'l
¿ A que no adivinan quién me imaginó asi?
REINA B,ZANTINA. - Algún ca lderero loco.
HOl'IBRE CÚBICO. - Me ofende que me trate así. No.
no es un calderero mi pi'\dre. no, sino un geómetra. Quiere
inventar un aparato d e buzo que resista todas las presiones
submarinas. Ayer. para no ir más lejOS, me convirtió la ca­
beza en una elíptica , después en el parale!ó gramo de fuerzas.
hasta que por fin me la rgó con este trián gulo por cráneo.
DEMONIO. - Es desagradable semejante calabaza.
HOMBRE CÚBICO. - Y vaya a saber en qué termina ...
GALÁN. - Realmente uno hace todos los papel es.
REINA BIZANTINA. - Igual que los artistas ...
DEMONIO. - Que un día son porteros ...
ROCAM LlOLE. - Y otro generales . . .
GALÁN. - O emperadores .. .
HOMBRE CÚBICO. - Sin embargo, da gusto oÍroe ha­
blar ...
REI NA BIZANTINA. - Si por mi fuera me pasaría el santo
día y 'a noche charlando.
GALÁN. - (A la' Reina Bizantina). Usted como de cos­
lumbre . ..
REINA B IZANTIN A. - - SÍ, a visitarlo a mi corre.dor de sar­
din a s . . .
CAL,' N. - i Oh . el hombre ... , el homhre ! . ..
REINA B'7ANTlNA. - Camina todo el dia. Sus b otines
parece n los del Judío Errante. Con su sombrero se podría
¡flstf'lnr unA Q'l'ase:rlf\. Y ". -te d e ~P\.fTapfldf) . em e I·iemblp\. cuan ­
do el jefe le hAce una observación. por la noche sueña que
es ernlJe.rador d e Biz¡:,n c fo.
T~OCAMf\OLE. - Debe ser ~n tret e nido. 1,
REI NA BIZANTINA. - Es tri, te y fantás tico. Unas veces
se imagina que le h ece la guerra a los reyes de Europa . otras
que. .. .
!
DEMONlO. - (Al Gdán) . ¿y usted continúa con esa 1
· ?· . . .
ehICñ.
REIl"A Br~AN TI NA. ­ ¿y <Tué se hi z ~ de la jorobadita? .,
GALÁN. - L a v ;< 'tn todas las noches.
R OCAl'IBOLE. - i F s cierto ('ue es muy conheJ., echa?
G A' .ÁN. - ]-lAr, 'ble v ", a la. Además de ser feo. es per-
Yer~a. Tipne lo.e: clpdos caP o <:: ", "" v una v e ml ga 1"''1 la nar1z.
A pesa r Je su f~(h ~. estoy obli'lado a fin "irme d osesr¡era da­
mente: f''f''\¡:-rilorado. ~ T nnto cru e no Cfuf'da conForme I' i no
l .....

r"'P fl:rrod i )lo anh" plf¡,¡. F"p.... se (rne v ive en un enarto ¡.... f..,.,.. .......

,
Al . . . . . . "''''J1tArme rleh . . dp ""~rre r¡o~T;:>f'1("ntf'riaIT1 e J"l~'" FI~l : (d"'rla­

m a ) .. Amo fA '". i r ',f>ndo pcnnitirá s que mi s labios cubran


T
¡
tus 1, hio.' d e h~,o s 7"
]-lOMBRE C ÚI\¡CO. - 101,1 ... ¡Oh 1. . .
ROCAi'Ie OLE. - ¿ Por qué ese di,fonn e h ace ¡ oh!. [oh! ... 7
GALÁN. - Después I ~ digo : "Querida mía . tu indife­
ren ci n me hiela el almn; deja que te estreche contra mi
p echo".
HOMBRE CÚBICO. - 10h! ... iOh l ...
ROCi\MUOLE. - ¿ Por q ué d ia b'os hace ioh!, 1oh!. .. 7
HOMBRE CÚBICO. - f'.1e gustaría estar en el papel del

140
;
,

I¡,
Ga¡án . Es más divertido que pasarse las horas con un geu­
'1
. 1 é eL.
me tr a {mD
REINA B IZANTI NA. - Déjense de Interrumpir u stedes . . ,
(Al Galán). ¿ Y ella qué dice?
GALÁ N. - Se. re tue rce las manos y me ~up!i ca que me
retire. que la madre me puede ver. y l o curioso es que es
huérfana; pero ella h"ce más sabosa a la comedia diciéndome:
"Querido. anda . ándnte antes que mamá n os sorprenda ... "
DEMONIO. - Interesante.. . ¿y usted qué le contesta?
GALAN. - A l llegar a este punto, yo ya no tengo que
contesta rle nada. sino tomB da dulcemente d e 1" cintura y . ..
HOMBRE CÚBICO. - IOh1. .. i Oh!. .. i O h 1. .. (E, tos
jah! son alaridos (( hora ). Yo quiero h acer el papel d e Ga lá n ,
aunque sea con una jorobada ...
REINA BIZANTINA. - (Al fiombre Cúbico). iQué fogoso
es usted r . .. Sosiéguese, h ombre.
DEMON'O. - IJar iJa!. ..
ROCAMllOLE. - Ca!dera parece nuevo en n egocios de
imagil1adón ...
GALÁN. _. Le rega lo el papel .. .
Ho~wRE Cúnlco. - Sí. hace poco que soy fantasma . . .
ROCM.tBOLE. - Ya se acostumbrará. Aquí, CO;110 usted
me ve, con est" ~a l era cochambrosa y polainas indecentes,
he h ec ho el papel de marqués y figuro en una novela de
cuarenta tomos.
REINA B IZANTINA. - ¿Cuarent" tomos, ,eñor Rocambo!e?
Roc.'MnoLE. - (QuUándose el sombrero). Ni uno más ni
uno menos, que los ~scr'Íbió el muy in signe sel'lor Ponson du
T errai J.
DEMONIO. - i Cusrcnta tomos! ...
GALÁN. -- ¿y usted es siempre el persona je? ..
ROCA}\'[BOLE. - Soy !;iempre e! mismo per.::o naje a través
de d istin tos nomb res . Una vez me llamo el Hombre Gris , otra
el ¡Vlarqués de C h ame",. otras ...
H OMBRE CÚBICO. - iAs i sí que da gu sto ser perso­
naje!. ..
ROCAMOOLE. - Y le he hech o ganar millates y millares
de francos a mi patrón. el ilu stre , eñor Ponson du Terrai!.
HOMBRE CÚB ICO. - j Cuarenta t ornos ¡ . ..

141
ROCAMBOLE. - Que ha n leido todas las te~Jef"S , mo~
distil'as y planchadoras del mundo : ..
D EI''iONlo. - ¿y usted señor Rocambole, sigue Ilel a' su
• . t a,? . . .
SltVlen
ROCAMBOLE. - No merece ser sirvienta, sino gran se­
ñora .. .
REINA B,ZANT,NA. - i Qué honor para ella T..•
RocAJVlOoLE. "- ¡Vji pape! es fácil y simpático . aunque
ustedes duden . ..
HO~IBRI' Cúmco. "- ¡Cómo no l e vamos a creer 'al per­
sonaje de cuarenta {-omos ~
ROCAMBOLE. - Los hombres tien e una simpatía desco ­
munal por los pi ll etes y bribones ...
GAL,\N . . _ . Posiblemente porque en cada hombre h ay un
pillete .. ,
REINA B,ZANTINA. - Eso cae de bien como aceite a la
,

,.

ensal ada .
DEMONIO. - O anillo al dedo .. .
GALÁN. -- ¿ y su pape l cuál es?
ROCAMBOLE. - Cuando ia sirvienta , e acuesta. ca n sada
de trabaiar todo el d ía . yo me acerco y le digo: "Señorita.
soy e l H ombre de Negocios; ven go a comunicarle que ha ;
h eredado treinta millones" .
REINA B,ZANTINA. - ¿ Cuánto?
ROCAMaOLE. - Me equivoqué. Son trescien tos millones.
HOJVIBRE CÚBICO. - ¡Pero es una barbarid,d! ¿Por qué
trescientos millones 7 ¿No podrían ser treinta mil pesos?
ROCAMBOLE. - Si un ciudadano, pudiendo soñar que h e­
reda trescientos millone" se imagina que h ereda treinta mil
pesos. merece que lo fusilen por la espa lda. ,
CALAN. - (Al fi ambre Cúbico). i Había sido taca ño •
usted . Ca ldera! Economiza .ha sta en los sueños ...
REINA B,ZANT1NA. - (Dip lomá tica). No está acostumbra­
do a soñar el amigo Caldera.
HOMB RE CÚBICO. "- Yo no quiero que me llamen Cal­
dera .. . •,

REINA B,ZANTINA. - Bueno , no se enoje; lo ll amaremos
Querubín.
HONBRE CÚBICO. - Ve, ese nombre me gusta .. ,
DEMONIO, - E n cambio. mi hombr e es un ct.i quil in de
catorce años , El también , como los hombres d e u stedes. me
llama an tes de dormir: Soy su demonio. Me lla ma así. su
"demonio". Estcy obligado a· presentarme iodas las n oches
y decirle: "Soy Lucifer; puedo concederte tod os los poderes
de la ti erra , El eg í. q ué preferís ser: ¿ el hombre más lindo
d e l mundo, el más fu erte. el más sébio. el más ri co ?" Y mi
muchac hito se convierte una noche en el chi co má s ruerle.
otra en el más sabio . . . Creo . que esta noche qui ere vencer a
Ton)' C anzon eri en e l primer round, y por knock-out. ..
GAUí. N. - (Pensolivomenle), El hombre . " (Camina p o r
el estrado y s o ¡,,,. tu. roto desele un extremo a los otros), ¿Qué
me dicen u sted es del h om6re? ..
REINA B,ZANT,NA, - E s inrinilamnte trisle,.,
DEMONIO, - Dios le ha d a do un a lma cambi ante como
el maL"
R OCAM IlO LE. _ . I3uscn el suFrimiento : eso es evidente.
HOM BR E Cú mco, - Más ; busca la feli ci da d " ,
REI NA BIZANTi NA, - He visto hombres terribles: e3taban
entre Dios y la b estia.
D U. I ON IO. - C onvengamos que casi siempre están más
cerca d e las b esti as que de Dios. ¿eh?
GALÁ.N, - S í ; no todas las vece s es agradable ser ins­
!rum ~ n to de la imaginaci ón d e los hombres,
ROCAi\'lBOLE. - A mí francamente me gusta tomarme en
serio.
!-JOiVIBRE CÚBICO, - ¿Qué quiere decir con eso?
ROCAiVlROLL - Que cuando hago el personaje de al gún
drama , me gm ta sufrir y soña r como si fuera hombre d e carne
y hueso en vez de fantasma.
REINA BIZANTI NA, - ¿De modo que si usted pudi era
con cederl e trescielltos millones a la sirvienta se los facilitaría?
ROCAiVlSOLE. - C la ro, ¿Se imaginan mtedes lo que sig­
nifican trescientos mill ones electivos, conta ntes y sona ntes 7
¿Trescientos millones en bill etes de a cien pesos ? Diez bille­
tes form 2n un espesor de un mil í m e ~ro.
HOi'IBRE C ÚBICO, - Está hecho el cá lculo: se formaría
una columna de trescientos metros de altura ,
( "·{,\ L \N . ~ - '\i ''1uy .IJ~en "'d
,,' por \_, ' deCl
U: era , q tuero 't po r Q
' ue­
rubín,
ROCAM ROLE. - E so .. ' Un pilar alto como la torre de;
EiffeI, . . ¿ Se im a ginan u stedes un a sirvien ta con tal canti·
d , d d e dinero 7
( JA LÁN . - S i ("1 ho mb re supiera que t odo lo efUe sue ñ a
que d a impre so en e s ~a z ona a str¿Jl, se espantaría. N o pod ría
creer en e-l poder d e su i mag< ¡ ~,«d ón.
ROCAlIvU30LE. - Yo Cf(-' O que hqy h omh res cuya im a g'jn a ­
ción frbrj ca
mundos y In.'. rr1. nnidades en lo s espacios .
HOM BR E CÚB! CO. - S i es co"w u sted dice . tamb ién de,
b en ('.':ear r,)o n stru.os es p el uz nantes . ..
DEl.lON10. - Es me jor no habtar d e esos a suntos. , .
RUNA BIZA!' Tl NA. - S í. po!que a m í ::;e n,e pone la piel
d e ga :lin a , .. U n a vez di stin guí a un monstruo galop ar en
1RS <" ~
LIn I €.J Ia s . . .
GA L.~N. - Sl e1 ho mbre tuvie ra la vista m á s sensible
nos v ería ...
ROU M EOL E. - iQ"é simple es 'u sted l C laro (jue nos
ven . E l hombre (rue jo íma ¡:;'nó a u sted l o ve a usted . .. Sí
nosotr os $om os hij os de su fanta si8 .
GAL.o.N. - L o que ,!u ería dee;, es que todes 10$ hom­
hre s nos v ería n ccm o v~'n a ios pájaros y a las nubes, . .
ROCAH n OL E. -- .L\Ig ú n dja n os v erán.
J:-fO!'-1B R E C {¡ mco. - ' S.i eso ocurre, lo s hombres no se
atreverá n a p ensar ...
DEMONIO. - ¡Muv bien por Calderal iEs todo un fi­
lósofo ! '
HO'lBR E CÚBICO, - (Co?> tOllO laCl'>C<lOsD). Yo no qu iero
qu e m e llamen Caldc,".
REI N A BIZAN TINA. -I"Jo; ocurr irá q ue los seres -h uma nos
en vez de p ensa r mon ~ tru o!;i dR des ca vi larán CO,SDS lindas . . .
.' -" (iALAN. - (Ll.evánc!ose L-a m.ano a la· orcjo ), S iento qu e
llaman ...
L iNA voz ¿D6nde estás, r:nÍ reina?
R EMOTA . -
REI NA BIZAN T IN A. - (rvl0 V~2Ildo d.e3a.!entad amente los
lH'az() s). Ya voy. mi au gusto esposo ... (S ede) .
ROC." HBOLE . - ¡vIoldito sea. ¿Dónde de jé mi lá tigo 7

144
UNA VOz. - Te esto)" esperando, amor ... Ven : a;f¡ot .. .
Vení.
C."LÁN. - Es la contrahecha y el diablo . .. ¡Ma ldita
oea mi suerte! (Sale).
TERCERA voz DISTANTE. - Quiero ser el hombre lindo
d el mundo.
D EMONIO. -- Mi chico. Voy vol ando. (Sale).
OTRA voz LE.JANA. - R ocambole . . . ¿Dónde es tás, H om­
b re Gris?
R OCAM BOLE. - (Enfútico ). Ya va el gran criminal. Ya
va, p ero va arrepentido de sus crímenes ... (S ale).
H OMBRE CÚBICO. - (D eso lado en las semitini eblas). E sta
noche mi geómetra no me ll ama. ¿Qu é hago si ,e olvida
de mí? Me dejará revestido de esta forma absurda. iY la cara
qu e muestra la lun a! ... (S e apoya en una roca). ¿Qué hago
sin br'lzos y con esta catadura interplanetaria? (El H ombre
Cúbi co empieza a sollozar co n mugidos a tra vés de la corne­
ulla ele su boca. Una lun.a gris como un. huevo de av es truz
lo guiña un ojo al {"'nto che en la desolación de. la n oche astral.
UNA voz LEJANA. ·- ¿Dónde estás. b ribón lciangulnr? ..
HOMBRE C ÚBICO. - (S dtando). Gracias a Dios que no
se olvidó de mí ... (Sale bamboleándose parcddo (L un mons­
truo marciano).

TELON

145
PERSONAJES

(Por order. de aparición)

ROCAMBOLE
HOMBRE C Ú B:CO
REINA BIZANTiNA
GALÁN
DEMONIO
SIRV1ENTA'
rVluERTE
j'VTARlNERO
CAPIT.\N
A7UCENA (V;cin 1')

GRlSE' DA (V;eja 2')

NIÑERA

J ACAy0

í'ENlCENTA (Hija)

C'01vIPADR E VUl C"NO


RUFIÁN PONRADO (Viejo)

P .H RON A

GALANr'To
Huo DE L A P AT RONA

V oees - Etcétera
"

TREscr ENTOS M¡ LlONES


PIEZA EN UN PRÓLOGO Y TRES ACTOS. EL PRIHERO

DIVIDIDO EN TRES CUADROS

E strenada por el T eatro del Pueblo,

e/ 17 de junio de /932.

, I

,, " ",
AcrO PRIHERO

CUADRO PRI ME RO

Ctharlo d e serv icio. C a:mita d e una plaza: en tm áng ulo.


ropero d e maelero blanca. un vela dor, un banquillo COJ1ltinero
de tres pies. Al fo ro, puerta. Al costado de la puerta, un ven­
¡<millo. El cuartujo, encalado de verde claro . ti ene deso lada
perspectiva de po licromía de u na lWvcla de enh'egas, por Luis
de Val. Durant e wnos segundos la es cena queda en silencio.
Un rayo de luna entra cd cuarto, y ""molos se escuchan rechi­
" a mwn tos de tranvías)' un distant e final d e va ls al piano.
Persorwje reol:
SIRVIENTA. - Mujer de veinticuatro años . Expresión dura
o insole nte que de pronto se atemper.a en un aniñamiento
volupl uOSQ de enst,eño barato. R ecuerda a Rina, el Angel
de los A lpes o cualquier ofra pelandusca d"sUnada a enter­
necer el corazón ele est op a de las lect oras dra Caro lina lnver­
nizio o Pé rez Esmcl1-.
P ersonajes de humo:
LA MU ERT E. ROCAMB OLE , CAPIT.~N de trasatlántico, MA'
RIN ER O, GALÁN, N,i{ ERA, L ACAYO co n patiNas, las amigas
GRlSELDA y AzU CENA, C ENICIE NTA en pañales.

ESCENA 1
S IRVIEN TA. (Re costada en el lecho. con las manos
-
bajo la nuca. guarda un momento de si /!encio ). S i yo fuera
rica e sto no me pasaría. (Pe rm.aneoe nuevanl2'¡n..te ·en silencio
y se re piten los z«mhidos de los tJ-anvías que pasan, todos los
ruidos d e la noche <m 1" ciudad. La S¡¡-vien t<J se ha incorpo­
rado en la Cilma. y pe¡-manece sentada en la cabeoera del
lecho tomándose ¡(];S rodillas con las manos). Digo que si fu era
rica esto no me pasaría. (Se oye un ruido blando en el piso, y la
Simienta envuelt a en una frazada, <lueda revelada encen­

146
díendo la lu:: . se (,u.:'OrCQ al espG jo y se rn:ra,i. F sío y
[U,.2qO
flaca y fe a. .. N¡ la muerte me querría . . .

ESCENA TI
De ¡u,nio (t la p r. .:3-i'ta se Je& ;Wend2, C0jc.a.ndo con escrú­
pulos de alcah,[l eta. la f"·}u€rte. Se cuhre la ca[,c'ZQ C':> 11 1':'1.

pafw i.ón que torna más r:g ido y d uro su rosÍJ'o d ~ l'n ~!JS (Te
yeso. con ojos clcs nivclcd 0s a le !a:"g::J de la nar: .::; t':Jc::Ü::C-:1.
Urws ele lala y ojeras ele bet ún.
tvIUEnTE. - ¿Me llam a bas . que ri úhl? ..
SIRVIENTA, - (Fr<Jn re ol espe jo, to cándo se el TCS ¿:-O sir. vDl­
ver la cal'BZ!l). A a ui en llamo es a la vida.
MUERTE. - (J)et·e n¡j,,, en m eelio Jel cuarto). T e reco­
mendaron comieras jamón d el d 'ublo y que te abri ¡r,ms. y.
'en camb io . como un a 'l ujuriosa te mj r.:l~ los d :enl"es en el es;;ejo.
Además. ses d escortés : ¿ no rr:e oheces a : ien to ?
(La Si rv;enta Ol1lln::a h.as!n el taSur 8te, y {uejo p 31-m.a :l ~C2
se."ltacl" en la orilla ele él c:m las manos a:>oyaJos e" el C'.:'n l.;; "
)' los codos e" las rodillas. M ira fr en~c " sí. La Mus.!e. d 8!2­
niela, la observa )
MUERTE. - T oda s u stedes son igua'es. Llar.litn a la
Ml,erte y cuando ll efOo me reciben con cara la rga como sí r,'e
h icieran un Favor. Todé:vía no he encontrado un a~ma pia­
dosa que me ofrezca un vaso de vino.
SmvIENTA. - fVlás ti ene traza d e rufiana (!ue d e Muerte.
D éj ere hanqui!a.
Iv1uEnTE. - (Dogmática, atisb a en rededo r). Ves. eso
te p ~sa por no come r jamón dd ¿ ir. bl o. Si pasearas en au~o ­
móvi l y fu eras a la Opera en yez de echar snn g:e por la
boca vend erías salu d, y la salud es un " ar'en cosa . ·h ij ;ta.
Un a gran cosa. Por otra pade. continúas sIn cf:'ecerme asien to.
SIRVIENTA. - Soy sirvienta y no tengo más que un bi!n.­
quHo e n mi cuarto.
]\ ltJERTE. -- Tú hes ido a la escuda ¿ n o?

(r.Q .c.:'H.fVr
· .c n ¡ a 1a . I
I':H,:-a
. I
: ~('Lr...:"~O
• ('omo (_~ca.'.
gl1 ']SS . O
el ,,¿. ,-,
,. . !r?: ,-::: ~e
,
hay con (;sto ?")

/47

1
l\1UEllTE. - ¿Yen la escuela no te han enseñado a ser
r t"'sy.: edu f) ga ro n 1(':$ mayores? ,
SI RV I EN TA. - Si én tese en la cama , si quiere ...
j\ ¡UER TE. - Es que d c b~ ten er pu' gas tu cama. Ustedes
1[5 fórnu las so n t ~J.O descuidadas ...
S I RV i EN TA . - En ton ces sié ntese e n el suelo.
f\l uERTE. - Yo no soy gitana pElra sentarme en el suelo.
SIRVIENTA. - Enton ces quédese parad a.
¡"·lUERTE. - (Siem p,e gimndo la cabeza y husmeando en
,,,.do,). C hiqui ta. ¡.sabés qu e sos m ol educada ?
S' RV' ENTA. - D ios mío. usted más que la Muerte parece
una pnr1'C'ra po r lo cha rl atana.
¡" ¡UERTE. - ¿ y qu ién te dice que no sea una parte ra ?
¿No h , ~o acaso sa lir de este mundo a lo s vivos para que
enlren otros ? Ad emás. si es toy aq uí es porque me has lla­
mado. ¿O te crees que , ay sordaí Hace muc ho tiempo que
me lI amás. Buen o. me re d icho : vamos a complace rl a a esta '
c hica. Y ac: ui estoy. hermosa . ..
SIRVI ENTA. - (Obs arucindok). ¡Q ué trazo horri b le!. ..
j\IUWTE. - Queridi la . . . , yo tombién he sido joven.
SIRVIEl'ó TA. - Es q ue yo no quiero morir. N o quiero.
f\luERT E. - Hágase tu vo :untad, pichona . La gente
mU Prt' en reali dad cuundo quiere mor ir. Q u :en tiene la vo­
lunlad de vivir. vive. S e arrastra . pero vive. ¿No te has fija­
do. por ejemp lo, en e $OS viejos avaro s que agonizan años y
a ño~ entre telarañ(1s? ..
S IRVIENTA. - Bueno .. " hablaste demas iado.,. podés
irte ...
!"IU ERTE. -- (Acercándose co;eanclo). ¿ S abés qu e sos
linda. chico "l (La Sirvient". al oír lo s pasos sordos de la Muer­
te, se pone viotentamente eLa pie, con el rostro rígido, la mi­
rudo clauada en el horizon.te ). Sos linda ... A ver ... son­
reí. (La Siru ie!1tCl mu er¡uea hipnoii=rLda). Ci erto que sos lin­
da ... ¿ Silbés que q uisiera verte desnud a? .. A ver ... (Hace
s<,nta, a ta Sirvi enta en el banqUillo y le abre la frazada de
modo qu e los senos quedan al d escubierto. La M uerte retro­
cc>de con movimientos de dromed ario y es tud ia a la m uchach-a
como a n pi ntor (l !"U mode:o. LU'2g0 le señala el seno izquierdo
a'ar[Janelo el brazo). ¡Qué lás tim a] ¡A llí está el tirabuzón

148
que te agujerea el pecho. Y sos linda ... Bueno, vos tenés
la"cul p ... " IQuié~ te manda no comer jamó n del diablo!
ISI te al,mentaras a e pollos asados no te pasaría eso! ¡y sos
linda! (Menea la cabeza pensativam'mte). Si no trabaj "as de
sirvienta podrías vivir un tiempo . (Confidencialmente) . ¿Po r
qué no te busc8.s un v: e :o rico? Los y' ej os S'J(1 lujuriosos y
cegatone<. Un vk jo te din ía jar.16n eL! d ·o bl ) . n o te q uede
dud o. y te ll a marí a su p a l~r>ita. su t,erna pal or,t e. (S c· o".
chan ¡res golpes en las tablas de la puerta. La M,,(! r(e s·o
escurre p or un muro el e papel, y la Sirvien.ta. escalo friada..
cierra sobre su pecho la frazada. Golpoon otras tres ueees y
se abre la puerta),
ESCENA III

Entr'a Roca nt l,ole caracterizado COmo en el pI'ólog ~, con


la diferencia que gas la gafas neara~ ele monedero falso y bo­
tas ·de con trnband!sta. A la espelcla, el látigo eterno ele pos u l'ón
vonclcano. La Sirvi pntu. pcrman c<...-..e tnmóvll. Ro ca mb o le se
deUene unos pnsos tres elln.

ROCAMGOLE. - ¡Diab'os! H ace frío. (Saca una pipa del


bohllo )' la eo ciende; luego avanza hasta La Sirvienta. y se
para fr en/.e a el/e. ohseruándol" con detenimi en to de coc her~
que va a comprar n :t penco y que lo exan:in.a pravimnent e )
¿Así que usted es la h :érfana? (Lá SiJ1Jienta no conlcs :a ),
Disculpe que haya entrado sin esperar a que u sted me a briera.
Soy el Hombre ele Negocios.,.
SiRVIENTA. - ¿F h ?.,
R0C"" SOI.E. - Sov el Hombre Gris." Por otro nombre
más terrible, Ro cambo le. (Se quHa l-cs gafas enreja.das y neo
gros), Vea mis ojos qu emados por la pólvora cuand o quise
esco. pürme del pres idio.
SIRV!ENTA. - (Saliendo ele su sopor). Usted en perso ·
na ... ¡Qué m¡nav-¡fJn1 . ..
R OCAMBOLE. - En algun as nrr~es me ll aman e ! ex pre­
sidiariQ. En otras el ex jefe del Club de S a tns . (I-l ace un gesto
ele {,,,,toch e ,enlimenlal y l:beriario. Ileuándos" un pañ"olo
l"briego a los ojos). Un ángel. la duquesa de Chamcry, me
redimió . ..

149
S my: r:l" TA. - Sí, v a saLiD. ... l Qué b ue nB. la dut:utsa. T.. ,
A r::í se me c~\ an bs~ ! t:.g~ ir:1as cuund e> leí, esa parte. Y u sted
se c;ucdó per:.sa.!1 do en París.
rOe;\M~o ' E. - Eso e3 v,,:dad COl7l0 la B;blia. Yo me
cTc -'é !",F'Y"'¡::,':1r_d o en ' P8.. ;-Ís . Y cl,;:J,:"d ') cm á ngel ~e ~r e - tr e Hora
ror el d"sti,.,,,. de. un
'
fan tasm~. el fantasm a cob:a vida. su
S<3 n ,gre SOr:! ag:ranas .. .
Srp.V~l-:':TA , - i OT.~é "farol P :? fC . a ve"!". Déj ~'j:ne crue lo t o­
ere.e. (S e (~ Cerco y le '!'J'~ lpa lo ¡:: !1.oii:bíOS ). Efer:t; va'mente, u sted
ex ~ st~ . ¿Por qc¿ V2 tan. vestido a lél a nti :;u 3 ? .I-1oy se venden
unifnrmes ue
chófer y cocI: eros muy baratos . '.

R OCAlvl nOLE. - Es la v ieja p iel del bandido, 3eño d ta .


P ero t I h<"\n~~~do m urió redimido Dor u n á ngel, y que d a el
[-Io n:b-e Gris.
Smv".oNTA. -Si. y " sé ... Yo lo [ dmi ro mtlc1, ~. L eí toda
su vida cUG r c!') t... "b ~ i'clb a dp s"r~l f ~nta en la casn de una
-r~· a: ~"· !"0. C'ue t(>~ía En h:jc h¡drocéfab.
·Po
I , ~~ /'
" .....
~~H>
r- O'._E.. _i00.U,,",
\. ... ( __,- .o ~ t.,. ¡.. ~ ..........
~¡ '. ~ .. . O ~" (' . s~ -
. nOf :.Li.
Ft .
S-r.V: E:-¡TA. -l(' ~ n w!:"(>n.tf!. :f"' P1. <:.) S ce leí ...
PO C.\IVDO ' rr)csn tbrré"'aDse map,..... ánimo ). L os e3cri~
r::. -
b~ó el señor Ponson du Tei"raiJ. Muy noble señor ...
SIP\I1El'~TA. - E so , .. pero yo n unca me puedo acordar
d el "!"en ,do de ese señor. De la duquesa de Chamery. sí.
J' n"
,-<'-'- "_ b"en0
....l _ . u. T
.

PO" ". M~()! F.. -1 1" i'1" ffel C ",b,J~ rl" en "na m ujer .,.
,' ; rr.V' ENTA. - T(!:~ b~é n me (cu erdo de B8 Cat?t ...
P OCt-.!'. l ':', 'JI E. - Eq~ si cue una ~erdub.r¡ :::L Pero tam -:
f:' f :l
D .C.1 ,_,-o ",e' ...
1;,; ,' ._ (Í . T'
..! ;"-': ,,"
'-- _' LiD V,-~ i" drr .,'
ruT,-
"" e 'l, ",..~~
u.e r~ , . . o
'>"'\
a 1os 1.10 1-, lD
™e, s.
pa;a d '? d :ca:.-!."p a l a:- bp f'r:'.a~ ob:·as. P ero u sted nunca conoci ó
un hOlYi bT€ 80bre el qu e h ub ier a.n escrito cu crenta to mos , ¿no
es verdf!d ? (S(' pa se a enfálicaf!w n t e por le. pieza). Cuaren ta
tom os. ¿ 1\10 es cierto que es u n honor 7
SmviENTA. - (Con a:.tm.:rr'.ció n ingenua). Y daro que es
un honor, y h :..: n g::-unde. 1Cuarenta tomos I
R8c A~moL E. ,- Es ío que yo d:go. Cua renta tonos. ¿U s­
ted sr.be que m e lee to de el m und o?
S !RV! EN TA. - Si viera todo lo que lloré cuando leía sus
aventuras .. .

150
ROCANBOL'E. - y si mi muy ncble patrón (vII.Je'lue a des­
cubrirs e), el señor Ponson du Terrad, no hubiera muerto, se
escribe otros cuarenta tomos, ISe da cuenta! Y en vez de
I
,

I
cuarenta hubieran sido ochenta tornos ... Entonces sí que mi !
felicidad habría sido completa. " i Ochenta tomosl ... Pero
hay que conformarse, ¿ no le parece, señorita ! Todos los días
nacen miles de personas y se mueren otras tantas y nadie
escribe una línea sobre ellos. En cambio, sobre mí se han
escrito cuarenta tomos. Dígame, ¿no I.e parece que tengo
razón d e estar orgulloso?
S'R"'F.NTA. - y bien orgulloso. " Si fuera yo no sé lo
que haría ...
ROCAM13 0L E. - No es que yo sea vanidoso .. , peTO tam~
bién hicieron películas.
SIRVIENTA. - Las vi. En series ...
ROCAMBOLE. - No pusieron ni la décima p ar te d e los
cuarenta lomos ... Lo que hay es que Jos empresarios de cine
son unos ladrones ... ¿Usted no cree que es · la envidia? ..
(Confidencialm en te). Hay mucha gente que me tiene envidia.
(Lamentán.dose). ¿y por qué? .. ¿Quiere decirme por qué,
señorita 7 Por que el muy noble ser,or Ponson du Terrai!
(toma 'al quitarse el sombrero) escribió cuarenta tomos sobre
mí. .. aunque a decir la verdad yo no he venido a hacer mi
propio elogio aquÍ, no, sino para algo nlucho más importante.
Usted ha recibido una herencia ...
SIRVIENTA. - iUna herencia T•••
ROCAi'lBOLE. - Sí. treinta millones ...
SIR"'ENTA. - iTreinta millonesl ...
ROCAMBOLE. - Me equivoqué... Queria decir .. . tres­
cientos millones . . .
SIRVIENTA. - (Llevando las manos al pecho). lEs posi­
ble! . .. ¿Trescientos millones?
ROCAMBOLE. - Con. cincuenta y tres centavos ...
SlRVIENTA. - (Tambaleándose en la silla). Estoy marea­
da ... No sé ...
ROCAMBOLE. - Pero usted ya no es la sirvienta, ¿me
entiende? No. Usted es la huérfana. (Enfáticamente). La
pobre huerfanita. La huérfana menesterosa.
SIRVIENTA. - Es¡'o es demasiado. No lo resisto , señor ...
ROCAMBOLE, - Hay que resistirlo. .. ¿ Qué haría enton­
ces si se escribieran cuarenta tomos sobre su vida? ¿ Cómo
resistiría? He resistido yo.,.
SIRVIENTA. - (Tímidamente). Es que trescientos millones
no son cuarenta tomos ...
ROCAMBOLE. ·- (Indignado). Señorita.,., por favor ...
Usted no va a comparar la despreciable e innoble can'tidad
de tresci entos mdJon es con cuarenta tomos. Trescientos mi­
llones los tiene cualquier salchichero enriquecido, cualquier
tendero de N ueva Yorf<. cualquier a nalfabeto australiano, , ..
pero cuarenta tomos .. " no m e indigne. señ orita", ¿Usted
puede cita r algún hombre wbre el cual se hayan escrito cua­
renta tomos ? ¿ Puede citarlo? Contésteme,
S,RV,ENTA. - N o, en verdad.
ROC"MBOLE. - (SatisfecllO. respimndo) , Ya ve, , " no hay
que confundir ... (Im perativo). Usted es la huérfa na, " Yo he
descubierto al que le robó los trescientos millones ... y se los
entrego a u s.ted; magn ánim amente le entrego trescientos mi­
llones con cincuenta y tres centavo s. (Descarga un bulto en
,,1 suelo). Y usted me firma recibo a hora . (Extrae un papel elel
bolsillo )1 una estiloc¡rúfica). ,
S,RVIENTA. - ¿ Firmar recibo 7
ROCAM DOLE. - Los principios son princlplOs, señorita.
Hay que resp etarlos . Esta es
una operación comerci al. Yo le
entregn a usted trescientos millono; y u sted me firma recibo.
No salgamos después con que yo no le he entregado ...
SIRVIENTA. -- Pero, señor.,.

ROCAMBOLE. - (Dogmático). Hay que respetar los prin­

, cipios. señorita. Firme ...


• S,RV1ENTA. _. (Dichosamé'nte of<mdida). ¡Cómo no ... ,
cómo no le vaya firm al!... (Firma).
ROCAMROLE. - (Ecllándos e el recil)oal bolsilla). Porque,
usted sabe, nunca puede preverse lo que ocurre en la vida ...

(Suena el fim bre de servicio y la S irvienta sale. R ocam­


¡,,,le se QSCW're por la puerta, y la escena queda por un im­
, lant. vacia)
~ ..

,

• 1
,

r,
"

,,
CUADRO SEGUNDO .1

ESCENA 1 ~ "

Lenla men!e la luz decreoe en el cuohitri l 'lasta conver­


tirse la. progresivf'l oscuridad en ffni c>blc:t cimeria na. Se escu.chan
pasOS. e insensil)lemente una lllz uerdo~·!1 inun da el la habi­
tación, revelando "hora a la Sirvienta sentada a 1" orilla de
su camastro. Pero c! cuchitri l ha crecido, pl'Olongál1dos-e SU
mUl'O en el puente de un trasatlétntico, co n amarilla c/'imenea
ohlicua )1 las p[.umas de los guindlOs abier tas en (l[,.amico.
Claridad anaranju¿" merla sohre la nave y la perspectiva
(l/ateada y verdegay del océano quimérico.

Un Marinam enlm a la zona de! puenle y dn decir esta


boca eS mía depasita una hamaca. Luego mira el mar, y sa,!e.

La Si/vien to lentomenle se desprende de su ensueño y


auo,nza hndu lo. pa.sarelrz. de la nave, poniéndose una. mano 50­
hre los ojo s a moclo de vis era para mirt1f el ho rizonte. La cria­
. da, enC{)gicÍa y tri sle , se ha transformado en una criatura
voluptuo,<, y e!ásUc(t que sonríe con delectación al paisaje
'tue la rodea,

l!vIPORT ANTE. - La Sirvienta en el t'ranscurso de toda


la obr'a continúa vistiendo su guardapolvo de menes!r" la, y
los personajes de humo afectarán no darse cuenta ¿,e ello,

ESCENA II
Con andar (le gato so'apado se cue/a CL 1" eseenCl, tras
la Sirvien/.a, el Capitán , E ste obsgrva un instante a la criada.
y d espués sonríe con sonrisa fisgona.

CAPITM,. - ¿ Le gusfa el pr.'s~; e. señorita? (En la posi­


ción que están colocado. ambos el p~ isaie ss ¡nvisih le, pero
ellos actúan como si Gstuviero allí ante sus ojos, presHgíándose

.:.;,
de este m"do la marav illa de fa imaginación creadora y el
poder SOñador de la Sirvienta).

SIRVIENTA. - Qué curiosas esas calles que suben y bajan


entre montañHas .
CAPITÁN. - Se lla m an cerro s. Ese. a su izquierda , es el
de San Andrés : el otro, por donde beja la fila de burros, el
de San Antonio ...
SI RVIENTA. - ¿y a quell a cúp ula d e oro? ..
CAPITÁN. - De la catedral. Esas callecitas eran antes el
<.-amino que I!evaba al pueblo de los gitanos... Por aquí
anduvo un cómplice de Rocambole antes de que a Rocam­
bale lo salvara un ángel ...
SIRVIENTA. - La duquesa de Chame ry ...

CAPITÁN. - Eso mismo.

SIRV1ENTA. - A h ora parece de fue go la montaña. iQué

roja!
CAPITÁN. - Un efecto d e sol.
SIRVIENTA. - ¿ y ese camino tan 'blanco?
CAPITÁ N. - No es ca mino. sino canal aban¿onado. Se
ha llenado de lirios d e Agua.
SIRVIENTA. - V ea si no parece de diamante esa cascada
junto a los á rboles rojo s .. .
C APITÁN. - Grana dos en flor. Es la estación.
SIRVIENTA. - Yo sabía . perfectamente que eran grana­
dos . .. Pero no se lo d ije para d ejarl e a usted' ese gusto,
Capitán.
CAPIT ..\N. - i O ué curioso J
SlRV1ENTA. - Se me ocurre que d ebe ser desabrido un
viajero q ue no pretl unte n a da y 10 ,abe todo. Viajar sabiendo
no tendría gracia. Y. además, ¿cómo luciría sus conOCImIen­
to, el capitán del barco? ¿No le parece? .. ¿y esa torre de
oro ?. . . . A } SI
tOra ' que n o se, . ..
CAPIT,\N. -Mármol ama rillo. Pertenece al ca stillo de un
, grande de E sp a ña.
S'RVIENTA. - i Qué curiosa la coincidencia, Capitán J
C~P¡T.~N. -¿Qué coincidencia?
SIRVIENTA. - Este pai saje es idéntico a uno que v i en
"La Esfera". Me acuerdo perfectamente .

154
CAPITÁN. - iAh T.. ' La revista española ... Sí, efectiva.
mente. ahora recuerdo yo también qu~. lo reproduj o. Ve . en
aquel monte se dice que se reúnen los gitanos .
SIRVIENTA. - Se distingue bien a la pastora ...

CAPITÁN. - Y lo, corderitos. .

SIRVI ENTA. - El d e atrás es el pastor ...

CAPITÁN. - Sí. el que lleva la gaita .


S,RVIENTA. - ¿y ese d e t,,, buco y faja colorada?
CAPJTÁN. - D eh e ser un b , nd;do o un contrabandi sta . . .
S ,RVIENTA. - i Q ué n otl:ble! De colorada que estaba la
montaña se pone violeta.
CAPITÁN. - E s debido a la puesta d e sol. . . ¿Usted
nunCFI v inió ?
SIRVIENTA. - No. p~ro como hace poco recibí una he. ..,
rencin d e "T~s r i eT!t-" s mi l{o nes . viajo ...
CAPITÁN. - iTre'cientos millones ! Es una suma lespe·
tabJ~ .. .
~· !"! V!f'N TA. rl fl ro ('u ~ 10 es . ..
-
CAP IT ÁN. - Co n r~zó-n ('fue yo me decía; "¿ 0uié n será
('sta seIloritn di stlo !:'u idR 0"tle v iaja con t::tnto lUjo 7" . .. Su ~
P"l" p,'0 que está co nform e de la atención del servicio aquí en
el barco ...
SIRVIENTA. - Sí. .. Las mucamas son muy buenas chi cas.
CAPITÁN. - P erson a l seleccionado. Mi barco es como un
templo. Los CAmareros son castos'y l as mucamas virtuosas.
¿ L e comida es d e Sil a grado 7
SIRVI EN TA. - Sí. .. Además. yo no me fijo mucho ...
C.~P ¡ T "N. - Cua ndo se tienen trescientos millones hay
que fij a r~. e en todo.
SlRVI ENTA. - ¿ Por qué?
CAPITÁN. - i. Y p ara qué tencr trescientos . millones en·
tonces? .. ¿No le pa rece ? Si no fu era así tan to d erecho
tendría a fija rse y a tener pre :cnsiones el que no tiene un
centa vo como el q ue es mul tirnillo nc,rio. como usted . (MiMndo
en rod or). iQu é rápi do que ha salido la luna!
SlRV: ENTA. - Es maravilloso. Las montañas parecen de
plata.
CAPITÁN. - ¿No distingue esa hoguera? ..
~--- ---

SIRVIENTA. - Sí. lo más bien ... lPero qué n otable 1. ..


Fíje se esas mujeres . ..
CAPITÁN. - Bailan un bolero ...
SIRVIENTA. - (Poniéndose las manos en las orejas). Se
oyen las guitarras .. .
CAPIT.'\N . - F íjese cómo zapatea ese gitano . . .
SIRVIENTA. - (Ca:v~ndo de rodillas). S el'\or. te d0Y las
gTacia~ por haber pennitido que goce tam añas m rravil'as . .. .
CAPITÁN. - ¿ Qué le pasa, señorita? (La Sirvienta se
pone de pie).
SIRVIENTA. - Estoy conmovida . C a pitán. ¡Ah . si usted
supiera 1 Cuando yo vivía en Buenos Aires y no había reci- '
bido la h e re ncia. para di straerme iba a las estaciones ... Via­
ja ba en tren... Naturalmenle .... viajes cortos.... med;a
hora . . . l'v1e parecerla que me iba muy lejos . .. no ,é adónde.
T e nía Ia im T)Tc~ ión que el tren sólo pod ía pa rar e n una esta­
ción d onde hubier a casas en que todo el mundo era feliz ...
CAPITÁN. -- Es muy instructivo viajar. .
SfRV1ENTA . - A mí no me interesa la in ~ trucció n . Me
gusta el tren porque va (ejos ... y. ad emás , ¿ usted vió ese
,,,lar a carbonill. majad" que tienen las locomotoras? ..
(Cambiando d-e tono).! Oh, qué lá stima, ya no se ve más l.
hoguera 1. ..
CAPITÁN: - Com ienza el desierto ahora. P ermHame que
me ll ama el segundo. (Sale. [;0 Sirvienta se sienta en su
hamaca).

ESCENA 1II
Aparece el, Garán caracteri:aJo como en el prólogo. So­
bre la h amaca de la Sirvienta cae un ci lindro de luz bknoa,
{ría y lunar.
GALÁN. - (De pie ¡,,"'fa Q la hamaca). Señorita ... , se­
ñorita . ..
SIRVIENTA. - ¡Ah 1 E , u s ted ...
CALV<. - (Le ntamente). Sí. soy yo .. " soy yo ...
(La Sirpienfa lo nlira (In instante, y lu. ef:JO ~-es.u.e lve seguiT
el juego de la comedóa amorosa)
S,RVIENTA. - ¡Ah!. .. Es usted ... , es usted ...
,
GAL,\N. - ¿Me permite decirle que la amo?
S,RV,ENTA. - (Con dub,ra irónica). ¿ No podría decír­
~
¡ melo de otra manera?
.r: GALAN. -- (Sorf"Pnclido). ¿Por qué?
SIRVIENTA. - (Siempre con su madito iTÓnico). Porque
de esa manero se me han declarado varios dependientes de
tienda. hlrmoci a y panndería.
GALÁN. - JOh, no me compare}.' .. Usted desea que yo
sea un escogiJo .
SIRV IENTA. - Sí .... un poco más t'xpresivo.
GALÁN. - ¿ Quiere que me arrodi'le?
SIRV1ENTA. -- i Oh! ... No. es viejo y, además. se le mano '.

charÍa~ lo> pante Iones.


GALÁN. - ¿Enlonces quiere que finja el Galán m elan.
cólico?
SmV1ENTA. _. iHombre. "ué cluro d e entender es u sted!
S i yo fuera homb re me vendría por detrás de la hamaca y,
b esán dola fuertem ente a la muchacha que quisiera. le diría
despacito; "Te q u iero mucho .... mucho ... "
GALÁN. - ¡Oh! Entonces lo que usted pide es un pro­
ced imiento d e novela alemana ...
SiRVIENTA. - (T em:inante ). No he leído nunca n ovelas
alemanas. He leido "Rocambole". eue es bien l argo .... cua·
renta tomos ... y nada más ... (El Galón calla y retrocede;
la Sinli"nta cierra los oios )' el Galán , aceroondose de pun­
tillas. la loma por los maxilares y la besa en la boca).
GALÁN. - Te q ui ero mucha .. . , mucho ...
S,RV1ENTA. - (Con displicencia). No está del todo mal ...
Yo también. dueño mío. (Se siente a la distancia el rugido
del león arenero).
SIRVIENTA. - ¡El león! . ..
GA LÁN. - Ru ge de amor ...
SIRVIENTA. - Igu a l que en el Jardín Zool ógico.
GALÁN. - ¿Dónde queda eso?
SIRVIENTA. - Allá ... en Buenos Aires ... Pero, hablan­
do d e todo un pocO .... ¿ as í que usted me ama?
GALÁN. - L a amo desde que la vi en el comedor. Y me

157
juré interiormente que sí u sted m e daba su mano la haría
mi esposa ante Dios y los hombres.
SJRV1ENTA. - ¿ Por qué n o habla de otTa manera? Si yo .,
luera hombre me declararía en otra forma . . . .~
GALÁN. - (M<ill!Umúrado). ¿ Puede decirme qué papel .
hago yo aquí 7 ¿ Soy yo o es u sted la que se tiene que declarar?
SIRVIENTA. - ¡No se enoje. hombre! ... P ero u sted es
bastante es túpido como g al án . ¿A quién se le o curre decirle
R una mujer: iTe amor Eso se dice en el teatro ; en la rea·
lidad se proc ede de otra man era. En la rea .l¡d" d. cuando un
hombre desea a una mujer, trata d e eng Eñarla. Lo creía m5.s
inteligente. A nosotras l as mujeres nos gustan los deJacha.
tados . . . ' '
GALÁN. - Hay que vrVlr para ver ... y creer ...
SlRVIENTA. - Sea positivo. Yo soy un a mujer positiva
como todas I 1. 5 mujf:'res. Y a
mujeres no les gu-tan los
¡<'l B
prólogos en el amor. No , señor Galán . convénzase u5 ~ed . (lm·
peraliva). Le voy a d ar una lección. Siéntese en esa hamaca.
(Eí Gal~ÓJf1 se si-enta ; la Sif'vienfa rc¡'¡-o cede, lueg o se acerO[!
in clinándos'e sohre él) . Buen o, ha ga d e cuenta que yo EO)' el
homb re y usted la mujer. (Dice en l'OZ muy d :l.lce). Niña ...
me gust;Hla estar como un ga tjt~ en tu re;;azo . (Se incli na
1
·1

bien sobre el homf)Te). Quisie ra que me convirtieras e n tu


esd¿;vo. Quisiera eocannIInrme por vos. '. Bueno, ahora haga
I!
nsted 1" que C[uiera , pero compréndame. (El Galán de ja su I
asiento; lo ocupa la Sirvien.ta).
G ALÁN. - ¿ No se da cuenta que una p ersona decente I
no puede hacer eso? I
StRV1ENTA. - Si. ~e guimos en ese tren no terminmnos más.
Aquí no se trata de pedirle un certificado de buena conducta.
sino" de que proceda como a mí me €fusta. Usted es , . . Yo \
tengo lrescientos millones ... !
GAL\N. - E s que yo nunc a tropecé con una mujer como i
usted.
1
SJRV'ENTA. - (Menea la cabeza, luego se ríe). [Qué hom· !
bre este ... qué .'\dolfo 1. .. !
GALÁN. - ¡Oh!. .. iUs ted sab e (me r"e Tlafio Adolfo!
[Oh! ¡Usted pronunció mi nombre! iOh! iPuedo morir tran·
quilo 1
1
,
158
I
I
I
i
SIRVIENTA. - En decto, nada se perdería si u sted reveno

tara , , ., pero ¿ por qué quiere morir joven?

GALÁN. ~ Mi vida se desenvuelve bajo un signo fataL

Me persigue el homicida amor de u na gitana, .. ,.

SIRVI EN T A. - iJoróbese, por ' sonso! . ..

GALÁN. - (lracund'Ü). Esto es imposible... Us ted m e

echa " perder Jos electos.

SIRVIEN TA . - e á lmcse; l e vaya seguir el juego .. . (Ha.

ciendo 9,,,tos de (nim era actriz). ¿Cómo . . ., tú me eres infieJ?

GALÁN. - No, no le h.e correspondido nunca ... pero

ella m e sigue a través d e montañas y d e mares ...

SIRVI ENT A. - (Cariñosa). Chiquito, cuá nta novelería."

GALÁN, - Es una mujer fata l.

SIRVIEN T A. - C hiquito ... , las mujeres fataJ es sóJo se en ·

cuentran en el cine, Nosotros nos casa mos y sa nseacabó la

mujer lataL

GAL.'N, - No tengo dinero para casarme, Además , un

galán que se casa es ridículo y -hace reír a las m ujeres a

quienes engañó y con quienes no se casó.


SIRVIEN TA. - Me gustas y te compro. Tengo trescien tos

millones.

GAL.\N. - (Ra5cán-dose la cabeza). La suma es respeta·

ble, ¡Trescientos millones! ¿ Pero qué dirá ell a, que atravesó

montes y m ares 7.. ,

SIRVI EN T A. - i Qué duro d e ente~der que es usted! Ob·


serve que mares y montañas son una mentira pa ra darle un
poquito de poesía a mi sueño. Aquí la única que sueña soy
yo, nadi e más que yo.

GALÁN. - ¡vIe a rrodillo entonces., .

SIRViENTA, - (MaLhumorada), H aga lo que qui era.

(Aparte). Este hombr·e es un perfecto imbécil como todos los

.' galanes .. ,

GALÁN, - (Declamatodo). R eco rrió los m a res y las mono


e tañas,

SIRVIENTA. - Y los bosques, ¿dónde los deja 7.. .

GALÁN. - (Por 51.1 cuenta). Yo miraba a una mujer: . .

, miraba a otra y n inguna me gustaba.. . (La Siruien ta lo


. y menea la cabeza consternada an te el latoso ). Y me
" ,·ceCla: "¿ Por qué n in guna doncella m e ama? ¿Por qué nin·

159

.:-.
guna joven cita corre a m~ encuentro y rne estrecha contra su
pecho? .. ¿ P or qué las ciudades no se derrumban cuando
paso y los gobernadores no me coronan de Hores .... y el
cordero no come pasto junto al león. ni el león juega COI);.
el cabrito. si mi comzón está repleto de amor? .. " ,
SlRVIENTA. - E so e s interesa nte.

GALÁN. - (P.en s atiPClmente). ¡Qué se CTe e que no sé pen·

sar por mi cuenta! ¡Claro que he pen sado! El papel de galán


es sim ultáneamente ridículo y dramático. Ya ve, usted y yo
estamos aquÍ con el m ar al frente y todavía no nos hemos
dado un b eso sincero.
SIRVJENTA. - ¿ y a usted le gu staría besarme?
GALÁN. - rvle gustaría quererla. a pesar de su carácter
endiablado.
SIRVIENTA. - (Cavil osam ente). ¿Querer? ..
GAL.~N. - Sí. me gus taría quererl a mucho. aunque u sted
no me quisiera. y humillarm e ante usted como un perro.
SIRVtENTA. -¿Por qué humi ~ Iarse? ..
GALÁN. - (Con revenU n a angustia en la voz). No sé . .. .
pero ha y m 'l jeres qu e nos producen e,e efecto . Primero las
tratamos irónÍcamente . . . . es como si tuvi é ramos la sensación
de que r odemos azotarlas ... y de pron to esa sen sación se
nos rompe y en el corazón nos queda el dulce deseo de ser
humillado s por esa mujer. sufrir ...
SfRVIENTA. - Es muy l indo lo que dice usted. Siéntese
a mi lado. (E l Galún se sienta). Noso tras a veces sentimos
tRmbién esa :::ensaci 6n: que nos conquiste un hombre que
de uno so'a mirada nos haga temblar ... y que nos pegue ...
y que nos b ese ... ¿Por qué no me besa ah ora? .. Me gus­
taría qUf>me hesara.
GALÁN. - No t~ngo ganas d e besarla. (Se levan ta y va
hasta la pasarela de la naue). El mar .... la luna .. . • el cora­
Zón del hombre es m ás camb iante que el mar ...
SJRVIENTA. - ¿Es cierto lo de la gitana?
GAL¡.N. - ¿ Para qué me pregunta eso 7
SIRVIENTA. - E s que n osotros estamos enamorados, de
algo ten emos que hah' aL
GALJ.N. - ¿Nos engei'íamos mutuamente entonces?
SIRVIENTA_ - ¿Y si no nos engai'íamos ni mentimos? ..

/60

..

GALl.N. - Tendremos que decir enormidades ...


SIRVIENTA. - Dígalas.
GALÁN. - Bueno ... Me revientan todas las mujere•. em·
pezando por usted. Me revientan la forma como besan . ..
la comedia que hacen ... Me revientan porque todo el placer .'
que proporcionan no valen los copetines que se beben a costa
de uno. (Súbita transición). Perdóneme .... me olvidaba que
estaba haciendo el papel de Galán. . . .
SIRVIENTA. - ¿y por qué me pidió un beso anles?
GAÜN. - Por pedirlo ... Un galán está obligado siem·
pre a pedir besos como un boxeador a dar trompadas. Es
el "metier".
SIRVIENTA. - Usted es un cínico... (Amablemente).
GAÜN. - Es el único elogio que me encanta. Sí. soy
dnico y desvergonzado Y. además. roe gusta serlo. En cuanto
dejo de ser desvergonzado se me oprime el corazón .... me
ataco el asma. Voy por el mundo hacien<lo comedia. Co·
nazco los mil gestos que hay que dibujar para engañar a una
tonta: la sonrisa diluida. la mirada sombría y en el fondo
de mí mismo la brul a hacia la inconsistencia humana. A veces
estudio una pareja de enamorados. y en la expresión Je ella
me doy cu~nta qué sistema utilizará para .avinagrarle la vida
a su marido. así como en la fisonomía de él descubro los
minutos que durará su fidelidad ...
SIRVIENTA. - ¿y cuáles son las mujeres que le gustan
a usted?
GALÁN. - Las bien vestidas. No importa que sean feas. ¡,'
Entre una mujer fea bien vestida y una linda modestamente
trajeada. me quedo con la fea. La mujer no es nada más
que un vestido. .. una piel y un sombrero .. .
SIRVIENTA. - ¡VIe gusta y lo compro a .. .
GAÜN. - Usted tieue trescientos millones y yo me
vendo ...
SIRVIENTA. - P erfectamente. Trato hecho. Allí vienen el
Capitán y Azucena: anúncieles nuestro compromiso.

161

ESCENA IV

Por la izquierda ap<1,necen el Capitán, GriseUa y Azuce­


na. Las amigas' llevan un traje de crepe sutin marfil y esme­
'rolda, oeñido al cuerpo de manera qu-e dibuja una silueta ele·
gante destinada 'a C01>trastar con ¡zl guardapolvo proletariO de
la menestrala, El Capitán: las Amigas y el Galán oamb~
irónicas miradas de gente de otra sociedad qUA? ,,¡rema por
compasión can una pelafustana oolocoda en su "esfera" por
un instante. Luego se doblan a las exi genóa\s de la oomedia
y ya es imposihCe dtscemir si 'ellos son camaradas o enemigos,

CAPITÁN. - ¿Mirando el mar?


AZUCENA y GRISELDA. - ' (A un tiempo), Buenas noches...
GALÁN. - Señoritas. .. Capitán ... llegan ustedes en un
momento muy feliz para mí. Acabo de comprometerme con
la señorita Sofía.
CAPITÁN. - La felicito, señorita... Lo felicito, caba­
llera ...
AzUCENA. - Te felicito , queridísima... y a usted. se­
ñor, también ...

GAL.~N. - Gracias ...

GRISELDA. - Espero que será este para vos un ...

(Suena repetidamente el tiTTlbre de ~ervicio, y la Sirvien.ta pasa


a su cuarto y hace mutis. La iluminación del baroo decrece y
los personajes continúan ahora el diálogo en escena por su
cu:enta)

ESCENA V
GRISELDA. - Esta mujer está loca .. .

GALÁN. - (FlN'iosamente). Todas ustedes son unas eh¡·

fl«das ...
AzUCENA. - ¿Qué tenemos que ver nosotras con su lío 7...
GRISELDA. - No se olvide que somos fantasmas como
usted.
CAPITÁN. - Su imaginación es base de "Rocambole" J
su geografía la estudió en la revista "La Esfera".

l62
GRISELDA. - Lo único que ha leído y h a visto.

AzUCENA. - Me dan ganas de no seguir trabajando ...

GALÁN. - (Apaciguado) . Usted sabe que no se puede.

CAPITÁl" , - Y se cree seriamente millonaria.

GRISELDA. - (Al Capitán). ¿Vió usted cómo nos tutea?

AZUCENA. - (Al C'TCllán). ¿y cómo le rué a usted?

GAL..\N. - Como al diablo.

CAPITÁN. - ¿ Le hizo hacer la comedia?

AZUCENA. - ¿No se desmayó?

GRISELDA. - ¿ No se hacía la pudorosa? ..

GALÁN. - ¿La vergonzosa? .. ¿Ella hacerse la vergon­

zosa? Están locas ustedes. Casi me da de cachetadas porque


-
yo, siguiendo mi sis tema, ' no quería representar como se ·Ie -... '
antojó.
CAPITÁN. - Es un oficio bien sucio el nuestro.
AzUCENA. - Me iría .. pero tengo lo s zapato s como en­
colados al piso.
GALÁN. - Yo estoy descu~dri[ado .. . Después de la joro­
b ada me toca [a Sirvienta. Voy.de mal en peor.
GRISELDA. - Y yo . '.
CAPITÁN. - Y yo.
GA LAN. ~ i Cuando me acuerdo de mis buenos tiem­
pos 1. . .
GRISELDA. - Debía prohibírseles soñar a los pobres ...
AZUCENA. - Verdad. Un pobre soñando imagina los dis­
parales más truculentos.
GALÁN. - Es la falta de cultura.
CAPITÁN. - De un tiempo a esta parte e l último lava­
plalos se cree con derecho a tener imaginación.
GRISELDA. - La culpa la tiene el cine ... créanme.
GALÁN. - [Qu é tran quilos estábamos antes e n nuestro
mundo astral!
GRISELDA. - (A Azucena). lQué bien habla el Galán! "
(Al GaLin). ¿Sabe que me enamora usted ? ..
GALÁN. - Lástima. . . pues no soy nada más que un
poco de humo y éter.
CAPITÁN. - H emos perdido nuestra fuerza antigua: cual­
quiera nos esclaviza.

163
'.~ .­
"
GALÁN. - y esta mujer tiene una endiablada fu erz.a de
obsesión.
GRISEl.DA. - No es cierto.

CAPITÁN. - Es como un imán.

GAI..ÁN. - Yo siento que me sacude. el ir y venir de ou

pensamiento. .
AZUCENA. - Lo que yo me pregunto desde hoy es en
qué va a term 'i nar esto.
GAI..ÁN. - Somos como los actores de una obra d e teatro.
CAPITÁN. - La autora es ella ...
GRISELDA. - Con la diferencia que sólo ella nos ve.
AZUCENA. - De cualquier manera. tengo unas ganas bár­
baras de irme.
CAPITÁN. - Sí .. " uno se harta de fanto chadas.
GALÁN. - Las ligaduras que me ataban se aflojan ...
GRISELDA. - Efectivamente.
CAPITÁN. - Ella está con el pensamiento en otra parte.
(Nue¡,amente la luz decneCe en escena, hasta m,blorse el pai­
saje en la incertidumbre de b noche)
GALÁN, - Levantemos el vuelo. (V ánse. La escena que­
da desierta durarúe algunos minutos. En ese silencio se oye
eje<:lItado a la di~ tancia en el piano "Asturias", de Albéniz.
Todo se oscurece tqtalmente, y, como en "V cw:vd'ro anterior, se
repi/M los pasos de la criada, que camina en su cuchitril),

CUADRO TERCERO
ESCENt\ 1
Al encenderse la luz la escena aparece desierta. En lo
extensión del muro anteriormente ocupucTa por el puente de
1<: nave s~ abre aflo),a. un ventanal inmenso con vitraux de co- .
lores, emplomados, )' una. hoja entreabierta que deja ver hi­
leras de oliuos y cordones de m<>ntes. La primera personn qu:e
aparece en escena es una Niñera, cofia blanca, y U100l criatura· .
de meses en los brazos. Tras ella, par puerta lateral, entra el.
Galán del brazo Je la Sirvienlla.

164
GAl.ÁN. - Baeno. hasta luego, querida.

SIRVIENTA. - No vengas tarde.

GALÁN. - Duré una vuel ta por la montaña.

SIRVIENTA. - No tardes. porque al anochecer. no sé por

qué. me pongo inquieta.


GALÁN. - Quedate tranquila. (Se inclina sobre la cria­
tura que sostiene la Niñera. y la besa. diciénJdole:) Digale adiós
• su papito. (Sale salud",ndo oon la mano).
SIR';'IENTA. - Hasta luego. querido. (A la Niñeta). ¿Está
bueno el tiempo 7
NIÑ ERA. - Templado. señora.
SIRVIENTA. -Vaya hasta el jardín. Tenga cuidado CO"
la nena:
NIÑERA. - Sí.•eñora.
SIRVIENTA. - Póngase a la sombra. pero donde no haya
humedad ni viento.
NIÑERA. - Sí, señora.
SIRVI ENTA. - Si se duerme tráigala en seguida.
NIÑERA. - Sí. señora.
S,RVIENTA. - Póngala en el cochecito.
NIÑERA. - ¿Nada más. señora 7
SIRVIENTA. - Vuélvase dentro de media hora.
NIÑERA. - Hasta luego. señora.
SIRVIENTA. - Hasta luego. (Mutis de la Niñera).

ESCENA 1I

Entra ~l Lacayo y anuncia.


LACAYO. - Con su permiso. señora. Las niñas Griseld"
y Azucena preguntan por usted.
SIRVIENTA. - - Que pasen. (Mutis del Lacayo). "

E SCENA III

Entran Griselda y Azucena y oorren al encuentro ele la


Sirvienta, abrazándola por ,tumo.
GRISELDA. - iTanto tiempo sin verte!
AzUCENA. - i Qué linda que estás 1

t6i

- .­
SIRVIENTA. - "Ustedes sí que están bien ...

GRISELDA. - Estás más gruesa... qué buen color.

AzUCENA. - ¿ y la nena? .. Quiero ver la n ena.

SIRVIENTA. - Está en el jardín ... Ahora la hago traer.

GRISELDA. - ¿ Cómo es?.. . lA quién se parece?

AZUCENA. - Un momento. cállate. a ver si adiviné yo.

¿Es rubia?
SIRVIENTA. - No. tiene el cabello negro.
GRISELDA. - ¿ Viste cómo acerté yo?
"SIRVIENTA. - La nariz es del padre... En cambio. la
frente y la boquita 'i gual a la mía.
AzUCENA. - iQué monada debe ser! Me muero por
verla.
GRlSELOA. - ¿ y Adolfo?
SIRVIENTA. - Salió hace un momentito.
AzUCENA. - lY que tal es la vida de oasada, che?
GRISELDA. - ¿ Sos feliz? ..
SIRVIENTA. - Si .... dentro de lo relativo.
J\ZUCENA. - i Qué fría lo decís!
SIRVIENTA. - Te soy ; incera. no vale la pena de casar, e.
GRISELDA. - ¿ Adolfo no se porta bien?
SIRVIENTA. - No es eso ... Además. no sé por qué me
parece que de un tiempo a esta parte Adolfo anda preocupado.

ESCENA IV

Alboroto exterior compuesto de gritos femeninos. de pJ'e­


guntas. y TOncas voces detrás de! t,elón. La Sirvienta se po<ne
in¡<¡,tantáneamente de pie. imitándola sus amigas.

SJRVIENTA. - ¿Qué pasa?

LACAYO. -" (Entra desaforadamente). ¡Señora, la nena! ...

NIÑERA. - (Se presenta manchada de sangre). ¡Me ro­


baron la nena. me robaron la nena ]".. .
SIRVIENTA. - (Avanza {I'Wm<l'nte. tomándose las sienes con
las m'mos). ¿ Qué dice esta mujer?

166
ESCENA V

Dando grandes zancadas aparece el Galán, el bu.sto do­


blado. 'lns manos tomándose el corazón.

GALÁN. - Me ·h an muerto... la gitana.... mi hija ...


Dios. (Se desploma en los brazos de la Sirvienta).
SIRVIENTA. - Me vuelvo loca .
GALÁN. - Es la venganza de la gitana . ¡Qué busquen a
mi hija 1 (Cae por Herraj.
SIRVIENTA. - Esto es un sueño. (Volvie:ndo e l bu.sto. con
los brazos al aire).

ESCENA VI

Sonambúlico y fanloch.e aparece Rocambore en el umbral


&el cuau'10, extendiendo el brazo melodramáticamenli!.
ROCAMBOLE. - iJuro que encontraré a su hija . señora1

(La Sirvienta cae de roclillas junto al Galán. Griseldo: y Azu­


cena se aprietan una junto a olro. Suena el limbre Ck servi­
cio tan fUlio samente. que la Sirvienta de un salto se precipi.tn
en su cuarto. Mutis de Rocambole y la Siro;,enta)

ESCENA VII

GALÁN. - (lncoJ'porándose del suelo dorMe I.acla la farsa


de oa:dáver). Juro por mi honor que esta mujer está más loca
que una cabra.
GRISELDA. - No se anda con chiquitas. Su drama neceo
sita una docena de cadáveres. por lo menos.
AzUCENA. - A sí es la imaginación plebeya.
GALÁN. - IAldiablo con el oficio de personaje 1
NIÑERA. - Gracias a Dios que no tengo nada más que
hacer aquí.
GRISELDA. - ¿De modo que usted se va?

GALÁN. - Afortunadamente.

AzUCENA. - Tien e suerte.

167
GRISELDA, - ¿No quiere que lo acompañe?
GALÁN, - No quiero líos. tramoyas ni complicaciones;
bastante me amargan ,La vida las corcovadas y las demente6.
· '. para entramparme con fantasmas,
NIÑERA, - Como si usted no lo fuera,
GALÁN, - No discuto eso", pero me voy, (Sale el Ga­
lán y defrá.s. enoorvados y graves. uno tras olro, los fantasrnaJI
¿el drama, Lentamente se' apag,a la iluminación brujesca del
decorodo, En la desolación gris del rectángulo de los sueño.
aparece, alcahueta y oojoonclo. r:a Muerte, Espía por un "..­
quicio"l cuarto de la Sirvienta),
MUERTE, - Todavía no está a punto la palomita fanta­
.iosa. Todo esto le pasa por no comer jamón del diablo,

TELóN

168

,< ACTO SEGUNDO

'Ahora el cuarto de la Sirvienta es prolongado en la zonn

de! ensueño por una carbonería de anrabal. 'A los costados del

foro, pilas de carhón que dejan un pasillo estrecho, 'AUí se

oc;ultan rúpiclamente Rocambol., y la Sirvienta. No terminan

de escanderse tras la pila cuanclo avanza hacia la escena una

chiq"illia de catorce añOiS en alpargatas. Largo vestido rojo,

y el· cabello suelto sobre la ""pa lda como reproJucen a .Ce­


noveva de Brabante ciertas tricromías que ilustran los salones

de barberos y betuneros. La niña arrastra una' pala de carbón

con una mano y en la ot.ra lleva una bolsa. Comienza a lle­

n"," la bolsa. luego se dietiene "fI'7'<X:!illúnclOlSe en medio de la

escena.
Personajes reales: SiRVIENTA, PATRONA.

Pers onajes de humo: CENICIENTA, COMPADRE VULCANO,

R UFIÁN H ONRAOO, ROCAMBOLE.

ESCENA 1
CENICIENTA, - Dios mío, ¿por qué no me diste una ma· r

dre buena como a las otras chicas 7 ¿Por qué estoy sola e.
este mundo, Señor de los Cielos, si yo nun ca he hecho nin gún
mal? (Tras de la pila visible pora el público, en esla escerna.
la Sirvienta trola de precipitarse hacia la 'éliña, pero Rocambo­
le la contiene con un gesto, y luego saca de su bolsillo unl
revólver, La Sirvienta se sosiega. [ 'a Cenicienta incorporán­
dose). iDios mío, si vos existís hacé que encuentren a mi ma­
mita ! (Cuando la Cenicienta pronl./.Tlcia estas polabras pene­
tm al antro por el p'aSil'lo un hombre gigantesco, el rostro
manchaiclo de carbón, gorra de visera de hule y blusa proleta­

/69

,~--
ria. El gandul, llamado Compadre Vulcano, escucha la im·
p'k.ración de la Cenicienta, avanza hasta ella en punlas da
pie, La toma de la oreja y exclama:} ,
VULCANO. - Así correspondés a mis sacrificios. Invocan­
do a Dios para que perjudique mi comercio.

(Dicho es/o, el Compadre Vu/cano suelta de La oreja a La niña


y con las 'manos en ¡auras se queda contemplándola)

CENICIENTA. - Rezaba, tío ...


VULCANO. - En mi carboneria está prohibido rezar. ¿Qué
necesidad tenés de rezar? ¿No estás bien acaso; gorda y lus­
trosa como una liebre?
CENICIENTA. - Tío ... perdóneme ...
VULCANO. - No soy tu tío. No quiero serlo. Además no
lo soy. Jurídicamente no puedo ser tu tío. Que lo sea Satanás.
Sí, Satanás. iY correspondés a mi s sacrificios invocando la
ayuda d e Dios en mi propia carbonería p ara que me perjudiqll'
porque la cli entela no quiere saber n ad a con 'Dios)

(El tmhán se pasea de un lado a otro deiI! "est:aiblecimie<tto",


mientras que la Cenicienta constentada m<linea la cabeza. Vul­
cano se enjuga la frente con un pañuelo de cuadros, y luego
continúa con su tono de bufón consternado)

VULCANO. - No sé por qué me parece que h. visto a


Rocambole en los alrededores de esta casa. Maldito sea el
bandolero. (Dirigiéndose a la chica). ¿Negarás que soy bono
dadoso con vos? lNo! ¿Podés negar que tengo el corazón de
p~sta. Rora? ¡No! Cuando te trajeron fué para que te cortara
la lengua y te quemara los ojos con vitriolo.

(Tras La bolsa de carbón la SirviJenla se toma la oabeza, en


compañía de Rocambore que aventulYll un gesto de fa!nlocTte
justiciero)

VULCANO. - Si yo me hubiera portado honradamente


con la gitana que le hizo robar, no podrfas ahora invocar ·la
ayuda de Dios para que me perjudicara. (La Cenicienta se es·

170
",.. tremeoe juntando los brazos encogidos por e1 codo al cuerpo).
'. Ya ves si soy bondadoso. No te corté la lengua. ¿ Quién me
lo impedía? En la T aberna de la Sangre le corté la lengua a
'una chica. Que lo diga el maldito Rocambole si no se la
.corté. Ya ves. P ero escuchando' los pedidos de mi tierno ca.
razón no te corté l a lengua.

(El baniclido se paooa (le un lado a otro y luego continúa en·


fático y magnánimo)

VULCAN·O. - Es que soy un sentimental. No puedo ne o !•


garla. Mi santa madre me lo decía. No irás a ni ng una parte
Vulcanita con tu tierno corazón. Sos demasiado virtuoso. Te.
. nía razón la pobre. Soy un sentimental. Perjudicando mis in·
tereses te visto y te a limento. Y cómo me lo agradeces. ¿se
puede saber? Invocando la .ayuda de Dios para que me per­
judique. ¿No sabés que está prohibido invocar el nombre de
Dios en vano? ¿No leíste los libros santos? No invocarás el
nombre de Dios en vano. Y vos obstinadamente con tu mala
conducta llamando la cólera de Dios sobre mi establecimiento
comercial. Y la indignación de mis clientes. Tenías que lle­
nar diez bolsas de carbón ... ¿ y dónde están? ..
CENICIENTA. - Llené cuatro ... tío.
VULCANO. - Y yo sacrificándome. Para esto te engordo
con alimentos nutritivos. Y mientras que yo exploro las calles
de esta ciudad, porque es necesario que un honrado ciudadano
observe la vida de sus prójimos para saber cómo robarlos ...
tú holgazaneas en mi carbonería igual que la hija d e un ge­
neral y te di viertes como si tuvieras que heredar a un ban­
quero .
CENICIENTA. -Tío ... ¿ divertirme yo? ..
VULCANo.- ¿Cómo ? .. ¿No es un divertimiento llena r
bolsas de carbón? i O", ingra titud humanal ¿y con qué me
pagarás e ntonces el vestido que llevas puesto 7 ¿y esas hermo­
sas zapatillas? ¿Qué sería de ti si hubieras naufragado en una
d es ierta? ¿ Con qué te alimentarías? ¿Qué querés vos,
que traiga la ópera lírica a mi establecimiento? ¿Qu e contra ­
. ·te el circo Hagembeck7 ¿Pretenderás acaso que .. implore la
caridad pública para que tú con el producto de mis sacrificios

171
¡'

te emperifolles como la hija de un espadón? No. n o .. .


cias al diablo. esto termina. Escuchá. ven\.

(La C enicienta se acerca a Vulcano éste unos momentos


y
hahla a~ oído. Se oyé que golpe.an !as mano~ afuera. y
dano exclama:)

VULCANO. - Allí está. Adelante.

ESCENA II

Entra un melo gordo. grasiento y granu{imto con


color canela, hasMn-garo<ote y .un chiste.rin jouial.

V,EJO. - Buenas tardes, señor Vulcano.


VULCANO. - (A la Cenicienta). Querida sobrina.
Rufián Honrado. de quien te hablaba recién.
V,EJO. -lOh!. .. en cuanto a honrado ... nadie como
yo. .. en cuanto a rufián. es mi profesión , porque yo desde
chico siempre me atuve a esta máxima: la ociosidad es [a ma·
dre de todos [os vicios.
VULCANO. - ¿Ves. sobrina. cómo coincide conmigo este
hombre de bien 7
V,EJO. - (Estirando el h'a~tón y tocando a la C enicienta
con él). ¿ E sta es la paloma que vas a vender?
VU LCANO. - La misma.
V,EJO. - Flaca está.
VULCANO. - En eso se demuestra su buena condición.
No es golosa . Sólo engordan las perezosas. Además las gor­
das no le gustan tanto a los hombres como las flacas.
V,EJO. - Es un parecer.
CENICIENTA. - iDios mío!
VIEJO. - ¿ Qué le pasa a esta cabrita?
·,•!- .
VULCANO. - Exclama ¡Dios mÍol por la alegría que k ·
causa ir a vuestra casa.
VIEJO. - ¿Es cierto, palomita?
CENICIENTA. - (Trist&m€nte). Sí. señor.
VIEJO. - Demuestras una excelente educación.
VULCANO. - Son mis sacrificios. El sudor de mi frente ...

/72

.

VIEJO. - (Sardónico). Se explica que quiera ya estar en
...i establecimiento. (Dirigiéndose a la Cenicienta). Tengo mu­ ,:

r
chas chicas como tú... eso sí... bien vestida~ y mejor ali­

mentadas. Todas están muy contentas. . ... ,,

CENICIENTA. - ¡Qué alegría! ¿Es muy grande su cole­


gio. señor? ..
VULCANO. - Grande como un barco. Con varios pisos
y muchas luces y hasta música.
VIEJO. - Yo soy para mis muchachas cOmO un padre:

A ver. niña .. . (El Viejo es1ira el ga~rote). Vuélvete .. . (La

Cenicienta gira soh"e sí misma y el Viejo poniéndose la palma

de la mano <n modo de visera sohre la s ojos examina at&n1a­

mente).

VULCANO. - No le quitarás méritos a la mercadería. viejo

tramposo.

VIEJO. - Es flaca. Tiene un ·hombro más alto que otro.

(A la Cenicienta). ¿Tú sabes hablar en francés?

CENICIENTA. - No. sellar.

VIEJO. - ¿Bailas d anzas clásicas?

CENICIENTA. - No . señor. .

VIEJO. - ¿ Tienes novio?

CENICIENTA. - No. señor.

VIEJO. - MaJo ... maJo ... ¿Qué es lo que sabes hacer

para atraer a los hombres?

ESCENA III

Tras In pila de carbón salta la Sirvienta' e.grimiendo ttn

revólver y tras ella RocamboLe con olro pistolón.

SIRVIENTA. -lCállese. monstruo!. .. ¡Viejo maldito!. ..


;
VULCANO. - ¿ y esta vieja de dónde sale?

•"
VIEJO. - ¿y este señor con un revólver? (A Vulcano) .
Me has tendido una trampa ... •
I
,
i
ROCAMBOLE. - Buenas tardes. caballeros. .1

VULCANO. - (Enfático). Me quejaré a la policia . ¿Quién


es usted? Ha violado mi domicilio.
ROCAMBOLE. - lBuenas tardes he dicho 1

173

,
ViEJO. - Con su revólver interrumpe nuestros tratos co­
merciales.
SIRV1ENTA. - iCállese. bandido!

VIEJO. - Yo no .puedo tolerar que una vieja cabra me

trate de bandido.
SIRVIENTA. - i Y de rufián espantoso!
VIEJO. - Yo no puedo tolerar esto. Soy un comerciante.
Ejerzo una profesión lícita. Pago patente. Soy útil a la so­
ciedad. E stoy al día con mi matrícula. (E! Viejo patea el PÍSO
i.n dignado). ¿Por qué viene a interrumpir nuestras transaccio­
nes comerciales ?
ROCAMBOLE. - He dicho buenas 'tardes y nadie me ha
contestado.
VULCANO. - ¿Qué me importa a mí que usted me desee
buenas tardes?
VIEJO. - ¿Quién diablos es usted para que nosotros le
honremos con nuestro saludo?
SIRViENTA. - (A la Cenici,mta). .V en aquí, pobre cria­
tura.
CENICIENTA. - Sí. señora ... Usted tiene cara de buena.
(Se poone al lado de k; Si4'vi-e<nta).
VULCANO. - (A Rocambole). Usted está violando las le­
yes ... Me amenaza a mano armada ...
ROCAMBOLE. - Soy el ex presidiariO. lSoy Roeambole!

VIEJo. -lRoeambole! ...

VULCANO. - i Muerto soy 1. ..

VIEJO. -¿Pero usted no se había muerto?

RocAMBoLE. - Allí donde -hay una huérfana que prote­

ger de malvados o a una viuda de abogados. allí estará Ro­


eambole.
VIEJo. - (Quitándose el sombrero). Si usted es Rocam- _.
bale ... y debe serlo. .. prudentemente retiro todo lo que he '
dicho. Sí señor. retiro lo que he dicho. A usted señora la he
llamado vieja cabra. Desde hoy dej.a de ser una vieja cabra · .
para convertirse en una dignísima dama.
SiRYlENTA. -1 Cállese. monstruo!
VIEJO. - Los débiles y los viejos estamos obligados a
<
" ser bufones para que no nos echen a punt:'piés de los rineo­
.'
"
174

.••

11

'.
n es donde nos metemos. Además la tormenta es con
Vulca,r'l:o. si no me equÍvoco.
el señor I
CENICIENTA. - Señora. este viejito queda ll evarme a un

colegio.

..
,;-. . VIEJO, - Digan si no da gusto tanta inocencia. Lo que


yo quiero es dejar constan cia de que no he atentado contra

SU pudor . Como la encontré, queda.

CENICIENTA. - ¿Qué tiene de malo que quisiera lleva rm e

a l colegio?

VULCANO. - (Patético). ¿Ven qué educación más esme·

ra d a ha recibid o? No tiene tanto así de malicia. Son mis sa ­

crificios. .. el sudor de mi frente.

VIEJ O. - Con perdón de ustedes me escurro ... No quie­

ro sacarle las castañas del fue go a un mal hombre como éste.

(Señala a V.alcano), Señor Rocambole. dignÍsima dama . . ,

siempre a sus órdenes. (Se retira camin~.. do para atrás, CO'Tt e¡l

sombrero en la mano y allfegar al final del pasillo excLama: )

Pueden despellejarlo tranqUilamente que yo no diré palabra ,

Quien mal and a mal acaba.

ESCENA IV , i,

R ocambole, la Sirvienta. Comp<><Ire Valcano y la Ceni­


!
cienta.

I
ROCAMBOLE, - Bueno .. , ahora que estamos solos vamos
a conversa r. am igo Vulcano. ¿Dónde está tu legítima esposa?
VU LCANO, - En la cárcel.
ROCAMBOLE, - ¿Tus hijos?
VULCANO. - En preSidio,
. ROCAMBOLE. - ¿ D e manera que toda la familia veranean­
do 7 Vives más tranquilo y solitario que un can ónigo. L os pa­
rientes no te molesta n,
VULCANO. -Ni la policía tampoco , Me h e regenerado,
, ,1
-:' vivo, y os juro. señor R ocambole. que n o hay satisfacció n más
grande que vivir honradamente. (Volviéndose a la Sirvienta),

¿Así que usted es la esposa de este digno caballero? Qué

orgu Ho debe ensanch ar su corazón de matrona virtuosa: a l te­

ner por m arido tan grande hombre.

,"
/75 I
I
,"


SlRV1ENTA. -1 Cállese 1 (Va!c01W intenta dar un paso n~
adelante).
ROCAMBOLE. - Queridito .... como te muevas otra vez te
limpio el corazón de porquerías. (Valcano retrocede). Hable­
mos seriamente. ¿De dónde sacaste esta chiquita ?
VULCANO. - M e [a di6 a cuidar u na mujer cu ando era
una tierna criatura.
ROCAMIlOLE. - H abla lisa y llanamen te. ¿Quién era esa
mujer?
VULCANO. - La madre .
ROCAMBOLE. - ' Estás mintiendo, Vulcano .
VULCANO. - El padre murió en presidio.
ROCAMBOLE. - Compadre Vulcano. hay que mostrar el
juego o terminaremos mal.
VULCANo.-Vino [a madre y me dijo : "T e entrego esta
perlita de mis ojos".
ROCAMBOLE. - Me estoy aburriendo. ¿ De m odo que la
chiquilla te la dió la madre?
VULCANO. - Lo juro bajo mi honrada palabra.
ROCAMBOLE. - (A la Siroienta). Descúbrale la espalda.
señora.

(La Sirvienta le ras ga e l vestido y mirando a la criatura eX­


clama)
SIRVIENTA. - Aquí tiene [a crucecita que [e hizo la par­
tera a[ nacer. i Hija mía I
CENICIENTA. - ¡Madre mía!, qué alegría .
SIRVIENTA. - H ija mía ... tantos años ... qlleridita.
CENICIENTA. - Yo sabía que tenia que llegar este día.

(La crialttra y la SirfJienta se abra:zan repetidamen te y se esta­


blecen unos segwndos de silencio)
VULCANO. - Qué grupo más emocionante. (Siemp re en
col1't€ldiante). D an gan as d e llorar. (Avanza un paso, p.e ro Ro­
cambole estira rápidamente el reoólver).
ROCAMBOLE. - 1Q uieto, bandido I
VULCA NO. -Estoy emocionado. No en vano decía yo '
siempre que esta criatura era de noble linaje.

176
ROCAMllOI.E. -- Pi chón, ten és que cantar _ __ hay que can .

'i
,

..
tar, querido _. _
VULCANO. - ¿ y si no canto?
ROCA..'1BOLE. - Vos sabés que me enesta mucho m~os . .
trabajo enfriarte que decirlo. . , ..
ri" \ 'ULCANO. - Bueno . patrón, cantaré como un canario. '­
~

' Estaba m a l. Me ofrecieron la tenencia de la n ena. El que le


dió la pUlí.alada fué Lagarto. El que robó la nena fué Mon.
señor . . .
ROCAMBOLE. - Tú es tabas all!. Monseñor en ese tiempo
L
,

eslab a preso.
VULCANO. --- Qué diría mi santa madre ...
R OCAM BOl.E. - D ejá tranquila a esa vieja maldita.
•" ­
•• VULCANO. - Lagarto fu é el que le dió la puñalada a l
padre. Yo robé la n ena. Por los Sñn tos Evangelios , patrón, que
yo únicamente rob é la nena. La ' gilana no cumpli6 lo esti·
pulado.
,· ROCAMBOLE. - Y sólo recibiste cincuenta mil francos en
,- - vez de los cien mil tra ta dos ...
:
VULCANO. - ¿Cómo sabe eso , patrón?
.'
ROCA/4S0I.E. - Queridito: yo -no estoy aquÍ para cantes·
tar sino para preguntarte ... y si no le arrancaste la lengua
a la criatura ni la dejaste ciega fué con la esperanza de sacar
más provecho ...
VULCANO. - Esas son mentiras' del L agarto. Si yo no le
hice daño a la cria tura fué debido a mi tierno corazón. Que
lo diga la chiquilla. (Dirigiéndose a la Cenicienta) ¿No e.
cierto que te cu idaba corno !'l la h ija de un coron el? ¿No es
cierto que he querido darte una educación esmerada? ¿No es
cierto que te daba a limentos nutritivos abundantes en vita·
mina s?
CENlCIENTA. - Pero muchas veces -me pegñba ...
VULCANO. - Como un padre. ¿ Qué padre no le da una
p aliza d e vez en cuando a sus hijos?
CENICIENTA. - Me pegaba con alambres cuando se eno·
jaba . ..
SIRVIENTA. -lMonstruo l. .. Hijita querida... Pobre
chiquita ·mía ...

177
, .
VULCANO. - 10h! loh! se me desgarra el corazón . No,
yo no le :le pegado ... con alambres, no.
ROCAMBOLE. - ¿Así que te pegaba con alambres?
CENICIENTA. - Pero decía que era por mi bien,
SIRV(ENTA. -IMonstruo! ... ¡Monstruo! ¿No le da ver­
güenza? ..
RocAMBoLE. - Hay que arregl ar cuentas. Compadre Vd- '
cano. Mataste al padre, Robaste a la hij a. D estruis te la vida
de una dama c!¡gnÍsima. Ten és que arrodillarte, Vulcano.
VULCA NO. - Yo no quiero morir.
ROCAl'>1BOLE. ~ Si tu gusto es morir parado, no te ngo in .
conveniente. (Vulcano se a,·,oddla. Rocambo1e, con voz to­
nante :) Le cortaste la lengua a la muc!ita de la Taberna de la
Sangre, VuIcano. Asesinaste a tus semejantes.
VULCANO. - iPerdón!
ROCAMBOLE. - Que te perdone la esposa cuyo marido
mataste.
SIRVIENTA. - Yo no pueda perdon~rlo.
VULCANO. - ¡Perdón!
ROCAMBOLE. - Que te perdcne la madre cuya hija ro­
baste. .
SlRVIENTA. - No puedo. ,. R ezaré por él ...
VULCANO. - Yo no quiero que recen sohre mi tumba,
Yo quiero vivir. Comer_
ROCAMBOLE. - Que te p erdone la sociedad que ofendis­
te con tus graves crímenes. Tenés un minuto para
encomendar tu alma a Dios .
CENICIENTA. - Yo lo perdono, señor Rocamhole.
no se arrastra y le besa los pies).
ROCAMBOLE. - ¿Lo perdonas de todo corazón, niña?
CENICIENTA. - Sí, señor R ocambole. Le perdono
porque no me cortó la lengua ni me dejó ciega .
ROCAMBOLE. - Miserable, la súplica de es te ángel sa
tu inmunda piel. (La Sirvienta y la niña retroceden. /:<.()c(,m-!:
bole saca rápidamente un frasco del borsiHo )' dioe:) Pero
mo no puedes quedar sin castigo ...

178
(Le arroja el conlendo rIel frasco a los ojos; Vulcarto ¿anU!
un terrible grito y se l.evemta moviendo '11os brazos al mismo
tiempo q.{M aúllo) . .

VULCANO. - Estoy ciego : .. estoy ciego . ¡Oh!


ROCAMBOLE. - Es un castigo misericordioso el que te
hemos dado . (Suena largamente el timbre de servicio, que por
unos instantes ninguno d e los personajes escucha. D e pronto
la Sirvienta oye el llamado y retrocede despa,uorida d e la zo­
na del sueño al espacio de su =rto).

ESCENA V

Súbitamente ern la puerta del cuartito aSOma la Patro­


na de la casa, mira a la Sirvienta y le dioe :

PATRONA. - Oiga .. . ¿se puede saber lo que le pasa que


no viene cuando la llaman? Hace media hora qt\e es tá so­
nando el timbre.
S,RV,ENTA. - Disculpe . señora ... (Sal"", ambas. Los per­
sonajes de humo queJan un instante en la posición es tatuaria
'en que los inmovilizó la voz de la Patrona al en1rol' al ruarto
de la criada. La tuz verdosa que inunda la escena disminuye
lentamente).

TELON

;
J

, '

,"
179

,i

~.

,,
O,,? i.
ACTO TERCERO

La pioza de la Sirvienta es ahora prolongada por un sa­


lón ta!)i;:.a:1o COm O aquellos que aparecen en las ceremonias
de "lo!' personajes de cualquier pajte. Pórticos dorados y cor­
ti nados rojos dan la irnprG"sión ele .una opulencia. exinao.rdina­
ria. Moblaje. f~spe!os y sofás. Una claridad triste flota en
es te ú ltimo cuadro del sueño.
P erso nn jes reales: Sli.~VlENTA, HIJO DE LA P ATRONA.
Personajes de humo: AZUCENA y GRISELDA, totalm.ente
enve jecidas y ataviados con trai"s " . g"os, L\CAYO con pati llas,
CE NICI E~TA) GALANCiTO, ROCAMilOLE. •

ESCENA 1

L acayo gordo, con l¡['rea verde y patillas blancas, entran­


do con bandeja de licor; sirve y s,e va.

VI EJA 1" - i Cómo pasan los años ¡

VTEJA 2' -- Y esta es la vida.

SlRVlENTA. - Sufrir.

VIEJA l ' - ¿ Para qué la vida?

\ i 1.EJA 2.~ - T cdo es desen g·años.

SiRV I ENTA. - Monoto nía.

,. \ / tE.JA l -Tristezus.

1 '· . \ ' IEJA 2\\ - Q uerer.


VIE.lA 1' - Dejar.
SIRVIENTA. - Empezar ...
VIEJA 1 ' - - ¿Para qué hemos vivido?

/80
VII!,l A 2' - Cuando me acuerdo , ' ,

S,RVIEN TA, - No hables,

. V,EJA 1"-- Sí. es mejor no h ablar.


VIE.lA 2' - No conviene nombrar ciertas dulzuras.
SIRVIENTA. - i. Por qué yo ' habl o como ustedes?
VIEJA 1>- ¿Qué dice?
S,RVIENTA. - Yo ,oy joven,
V,EJA 2' - Está loca.
V1EJA l ' - D ice que es joven ... ji. .. ji. ..
S ,RV,ENTA. - Yo puedo esperar y vivir. No tengo nada
lnás que veinlicuntro años.
VIEJA 1'. - Está loca. Dice que tiene veinticuatro años .
SmvIENTA. - . iOh!, no ... es cierto . . . Yo también soy
vi eja.
V'EJ A 2" - Era una broma.

VIEJA 1" - Es .. c1aro. Una broma.

SlRVIENTA, - Pero mi cabello es negro.

V'EJA 2' - ¿Empieza otra vez a desvariar? No tenés el

cabello negro. .
VIEJA l ' - Lo tenés blanco como el nuestro.
S,RV,ENTA. - T engo una hija perdida .. .
V,EJA 2' - Delira. No mbe lo que dice.
V,EJA l' - ¿No te acordás que [a encontró Rocambole
.. 7· . . .
a t u h110.
VIEJA 2'. - En la carbonería del Compadre Vulcano.
VIEJA l' - Y que ahora es una señorita.
SIRVIENTA. - Sí ... No me acord aba,
VIEJ A 2' - Vos estás trascordada.
V,EJA l' - Es la vejez.
VlEJ A 2' - Nosotras estamos más fuertes que ella .
\'lrEJ Al' - y más jóvenes.
V,EJA 2' - Es que sufrió mucho.

(Entra el Lacayo , se inclina ante las vieias y die<':)

LACAYO. - Ya está el coche. señorita Griselda.


VIEJ A 2' - Vamos, Azucena.
.. V,EJA 1" - !Inclináriclos" y besando a la S irvienta, que
permanece rígida en su silla), H asta mañana, querida.

181
VIEJA 2' - (Haciendo lo mismo qwe la ViJeja 1~). Hasta
mañana, querida.
SIRVIENTA. - Hasta ' mañana.

(E l Lacayo sale detrcis de las viejals'; ele pronto se vwelve, y,


con la memo abierta y el deJo en la punta le hace "pito 00­
lalán" a la S¡.rvionla,. qu~ no lo ve. La Sirvienta pe,rmCL11€'C1l
rígida en su silla. Se oyen unas carcajadas !.ejanas. y de pron­
to aparece Cenicienta, la hija de la Sirvie nta. Es una. mu­
chacha que fione la misma edad que la madre. Viste un traje
blanco. capelina blanca. tomada por la cinta bajo el mentón ,
trae un rama de flores entre los brazos. Entra comemz'o a la
sala)

ESCENA II
La Sirvicml.a, sentada, y la Cenicienta, su hija.
HIJA. - ¿Cómo te va, mamita querida? Te traigo una,
flores. (Le pone las floJ'es en el regazo).
SIRVIENTA. - (Reanimán.dos,e .lentamente). ¿Cómo estás,
hijita? ¿ De dónde venÍ's?

HIJA. - EstuvÍmós en el campo, juntando flores.

SIRVIENTA. - Yo creía que en el campo no había nada

más que pasto.


HiJ A. - i QUé bromista sos, mamita! El campo está lle­

no de flores . Por donde mirás no se ven nada más que ¡¡ores.

Hasta las nubes parecen que están cargadas de flores. Sen­

tate. m am ita, que te vas a cansar.


SIRVIENTA. - ¿ Y te gustan mucho las flores?
HIJ A. - Sí, me gustan las flores. M e gusta todo .Jo que
es lindo. (Mi<Mtras ¡wbia se pa;se a por -el cuCNto). Cuando
una ve flores, le parece que el mundo todo debe ser un jar­
dín. Que por donde vaya no encontrará nada más que per­
fumes, colores, nubes arriba, flores abajo ...
SIRVIENTA. - Yo creía que en el campo no había nada
más que va cas y caballos.
Hu A. - Mamita; no tenés imaginación. A vos no te '
gusta soñar. Estoy segura que vos nunca has soñado que '
volabas,

182
SlkVIENTA. - ¿ Cómo es eso?
HIJA. - Sí. que volás. De pronto el mundo se h ace chi­
quito para toda tu voluntad y en los talones sentís una Fuer­
za elástica... Parece que si q uisieras de un salto podrías
!.Iega.r a las estrellas. . -:
SIRVIENTA. - Son tus veinte a ños.
HIJA. - Mamita. .. d ecime... ¿¡as otras mujeres son
com o y07 ¿Sueñan como sueño yo? ¿Sienten como siento yo?
SIRVIENTA. - A lgunas . .sÍ.
HIJA. - Mam ita. tengo que d eci rte una cosa. E stoy ena­
morada .
SIRV1ENTA. -lAh!. .. ¿Sí? . .
HIJA. - ¿No te disgusta?
SlRV1ENTA. - No ... me encanta ...
HIJA. - (Arrodillándose al ¡a,Jo). T e vaya cont"r. ma­
mita . .. (Súbila tranSición). E s obligatorio que una h ija se
arrodi lle al lado de la m adie para con ta rle que está enamo­
rada ...
SIRVIENTA. - No . algunas le hacen esa 'confesión a la
madre mientras que la madre recalienta unas milanesas.
HIJA. - Sos muy chistosa. mamita . .. mirá que me voy
a enojar . . .
SI RVIENTA. - Bueno, preciosa ... no te enojés . ..
HIJ A. -¿No es cierto que estoy predosa ?
SIRV1ENTA. - S í. estás muy linda.
HIJA. -¿Te acordás qué fea era cuando estaba en la
carbonería del Compadre Vulcano? Bueno, com o te decia, es
alto. rubio. b u en mozo.
SIRVIENTA. - ¿Joven? ..
H,JA. - P ero. claro.
SIRVIENTA. - ¿No está ca sado?
HIJA. - Yo me enojo con vos, mamita. Estoy enojada.
No se pu ede habla r en serío con vos. ¿Por qu é no me pre­
guntás cuántos hijos tiene? ¿O si es tuvo procesado por cri­
minal ?
SIRVIENTA. - . Disculpá , mi hijita ... estoy con el p ensa­

miento en otra parte. ¿Así que tu novio es buen mozo? ¿y

te quiere?

183
HIJA. - No es mI novio. marnita . .. o sí . . . sí ... nOvio
es. .. siempre que vos no te opongas.
SIRVIENTA. - ¿ y es por él que ves el campo lleno de .
flores? . .
HIJ A. - Y no el campo... hasta las nubes. . . (A"""
cándose) . Si supieras qué bueno es ...
SIRVIENTA. - Todos los novios son buenos.
HIJA. - Parece que estuvieras envidiosa de que yo ten­
ga novio . . .
SIRVIENTA. - (Retrocediendo). ¿Qué has dicho 7 ...
HIJA. - (Abrazándola). Perdóname, mamila.
SIRVIENTA. - (Aparte). A veces los autores les tienen en­
vidia a sus persona jes. Quisieran destruirlos.

HIJA. - ¿ Qué decís, mamila 7 ...
SIRVIENTA. - Quiero que seas feliz ... ·h ijita querida. Yo
no te he dicho nada para ofenderte, sino que nosotros los
viejos tenemos el corazón lleno de tristeza ...
HIJA. - Estás triste, mamila ... ¿de. qué? .,
SIRVIENTA. - Te casarás ... te irás . .. y yo me quedaré
otra vez sola ... sola olra Vez. ,. (Se aparta de la muchacha,
}' sentándose sobre una butaoa, se pone a llorar).
HIJA. - Mamila ... ¿por qué 1I0rás? .. Si vos no que­
rés . ..
SIRVIENTA. - Sí. yo quiero. Quiero que seas feliz, hijita '.
querida. Que toda la ti erra t~ parezca siempre llena de fia­
res. Que tu esposo te quiera eternamente.

ESCENA III
Entra el Lacayo de librea verde, con una bandeja en la
mano.

LACAYO. - Señora .. ' (Le alcanza 'la bandeja. La Sir­


vien ta toma una tarjeta).
HIJA. - Mamá .. . es eL . .

SIRVIENTA. - Que pas..,. (Sale el Lacayo).

HIJA. - Vas a ver, mamá, qué bueno: de verdad que es...

SIRVIENTA. -Te creo, hijita. (Aparece el Lacayo y abre

el portier para que entre el Galancito. que será un joven y

/84

simple. La muchacha corre a su encuentro y lo toma de la
mano. La Sirvienla se levanta).

HIJ A. - lVIamita . .. este ...

GALANCITO. - (Tropezando en sus propias palabras). Se­

fío)'a. veneo a decirle que quiero a su h ija. (Avan~an los dos

hasta ella). Que nos queremos mucho.

HIJA. - Vos arrod ill ale. que yo me a rrodi llo también.

(Se arrodillan ambos). Mamita. te pedimos la bendición.

S,RV,ENTA. - Yo, hijos míos, los .. .

ESCENA IV

En ese mismo ins.tante, en el cristal' del ventanuco d el

cuarto de la. Sirvienla se hace visib/.e la curátul" grotesca del

. Hijo de la Patrona. D esmelenado y .eb'io, grita:

HIJO. - Abrí. Sofía ... Abrí. no seas testaruda, Sofía .. ,

(Los per~onajes de humo pennlmecen inm6vill!s, La Sirvienta

•t lnira COn un g esto de extrañeza dolo.r os,a al fan toche humano


que le pide placer en el instante que eHa b" ndice en Su en­
tf sueño la felicidacl de una hija que no 'existe, y a medida que
¡ la luz disminuye en eSC€'l1a ISle 'lace más nítido en el rojo
r,
,
cristal del ventanillo el masOlll1'ón ·del ebrio atenace ado por
¡: la reja)
t

lf- HIJ O. - Abrí ... Abrí. no te llagás la estrech a ...


;.
i, (La Sirvienta coge el revólver y apoya el caño· e n su fr en te)

HIJO. - No te hagás la loca, Sofía ...
(Suena el .e-s lampido. La S~ruienta cac o Bnlsca ~ente se anl o-n­
tonan en el cucu'to de' la S irvienta los .fanlasmas que actuaban
,,.. en el ·salón -dorado) :

HIJA. - Libres. " por fin estamos libres de esta loca.


•i{ GAL,\N.- De la Sirvienta Millonaria.
~-'

j,:..•
LACAYO. - Ha muerto pata nuestra tranquilida d.
VIEJA 1· - Respiro ... era inaguantable.

,.
}'.:
lS5
,
"

. I't
(Griselda y Azucena, la Cenidenta, el Galancito y el Lacayo '
se dan la mano y comienzWl a dla.nzar en circulo en torno del"
rnonIoncilo humano, oantando al tiempo que en paso de am'l- ',¡
za leV<lJntan 'd esaforadamente las piernru:}

Por fin se ha muerto la loca .

Por fin se ha muerto la loca.

ESCENA V
Enfático y lúgubre, entro. Rocambole con paso tardo.
Mi.ro. la danza de los p<2TSOl1JO'jes de humo, luego una cólera
tremenJd'a se apodera de él y, esgrimiendo el látigo, lo des­
carga sobre las espaldas de los fanta smas. Se desbandan és­
tos y hu)"en de La escena'. El ex presidiario se quita las gafas, .
la galera , coloca e l IMigo de cochero en el s;u;elo , se arrcdi¡lb
frente a la Sirvienta y la besa en la .frente con gesto com­
pungido.

R OCAMBOLE. - (Juntando las manos en el pecho). Señor,


el empedernido criminal te pide pied ad para esta pobrecita .
criatura, que tanto ha padecido sobre la tierra, (Se levanta;
recoge sW utensilios y váse).
HIJO. - (Aún pegado '" n los vidri<>s, cO'n voz ronca).
Abrí, Sofía. Abrí , '. no hagás chistes.

TELON FINAL

·,
!
'"

·

.

186

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