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Análisis
La escena
donde Cobb explica a Ariadne las claves del sueño es absolutamente
imprescindible. Cobb hará ver a la chica que desconocemos cuando se inician los
sueños, de repente se llega a un sitio y se acepta con naturalidad. Nosotros vemos
esa escena también con total naturalidad y cuando una
sorprendida Ariadne descubra que en realidad están en un sueño ¡lo
descubriremos nosotros también! Nolan nos ha manipulado y ha unificado, una
vez más, las ideas de realidad, sueño y cine. Esta es la más aguda reflexión sobre
la ELIPSIS CINEMATOGRÁFICA que se ha visto en el cine en mucho
tiempo. En el cine nos sitúan en sitios o nos llevan a otros sin mostrarnos cómo y
lo aceptamos de forma natural, forma parte de ese juego, de esa lógica, de esa
“realidad”. Lo damos por hecho, como dimos por hecho
que Cobb y Ariadne aparecieran en una cafetería sin más.
Siguiendo con las
reflexiones acerca del montaje, no es gratuito que cada sueño tenga un ritmo y
unos tiempos distintos, que se usen cámaras lentas o se vean relojes acelerados,
se está hablando de la teoría del montaje, de Einsenstein, el montaje manipula el
tiempo, un momento corto a través del montaje puede extenderse
indefinidamente (suspense), y al contrario, un largo lapso de tiempo ser recorrido
en un segundo, la mencionada elipsis. La caída de la furgoneta, por tanto, no es
gratuita y el soberbio, e injustamente ignorado, montaje de la película turnando
los distintos escenarios redunda en esta idea.
-El hecho de que haya 3 niveles de sueño nos lleva a la clásica división
aristotélica en el teatro. Planteamiento, nudo y desenlace. Así vemos como se
necesita ir desarrollando la idea a través de esos tres niveles para que cale en la
“víctima” Fisher.
-El uso de la música que vertebra los tres niveles, los une, no es otra cosa que la
banda sonora, que además muestra tanto su vertiente diegética (cuando vemos
que la ponen los personajes en sus reproductores), como extradiegética (cuando
la oyen desde otros niveles sin que nada parezca hacerla sonar…).
-La misma idea que se pretende originar en Fisher, “Acabaré con el imperio de
mi padre”, es como una declaración de intenciones de Nolan, un pervertidor de
las estructuras, es la idea de superar a los clásicos, a lo anterior, a lo establecido.
-El vínculo entre
director y guionista, entre Cobb y Ariadne, es evidente. Los dos hablarán de
“pura inspiración”, “pura creación”, y bajarán al LIMBO, el lugar de la pura
creación donde habitan los universos personales, los complejos y obsesiones a
exorcizar, las constantes de una obra, como las apariciones de Mal o los hijos
de Cobb. Son como la seña de autor. Pero también simbolizan los posibles vicios
y reiteraciones.
Son claros los homenajes a James Bond en general y con la escena de la nieve
nos podemos acordar de cintas como “La espía que me amó” (Lewis Gilbert,
1977), o “El mundo nunca es suficiente” (Michael Apted, 1999)…
Otra gran obra maestra nos viene a la memoria con el uso del tótem de Cobb,
es Blade Runner. El tótem acaba siendo igual de sugerente, además de su
parecido en tamaño y color, con el unicornio de papel de aluminio que
encuentra Deckard al final de la obra maestra de Ridley Scott.
“Paprika, detective de los sueños” (Satoshi Kon, 2006), por sus paralelismos
con la trama es un referente evidente de esta película. También lo es el cine
de David Cronenberg, películas como “Existenz” (1999), plantea tesis similares
a “Origen”, además el propio Nolan ha reconocido su influencia y la de películas
como “Scanners” (1981), del cineasta canadiense.
Otras referencias reconocidas por el director cuando escribió el guión son “El
doctor Mabuse” (Fritz Lang, 1921), la literatura de Borges o “El manantial”,
la novela de Ayn Rand llevada al cine por King Vidor en 1949.
Paralelismos con “Matrix” (1999) han sido señalados por ciertos parecidos en la
trama y alguna escena de acción, como la del hotel sin gravedad.
También es posible que “Con la muerte en los talones” (1959), de Alfred
Hitchcock venga fácilmente a nuestra mente en ese héroe atosigado desde todos
lados.
Los nombres de Shakespeare (que toca el tema de los sueños de forma más o
menos directa en “La tempestad”, “El sueño de una noche de veranos”,
“Hamlet”, “Romeo y Julieta«, “Macbeth”… y Calderón son habituales cuando
hablamos de los sueños y el mundo como un escenario, aquí no iba a ser menos
aunque hay que hacer una salvedad acerca del genio madrileño, el monólogo de
“La vida es sueño” se refiere a lo espiritual, tiene carácter religioso, o sea una
intención muy distinta a la que se le suele adjudicar. Su referencia sería más por
analogía, más o menos gratuita.
Una vez Nolan ha vinculado los sueños y el cine en una película interactiva sólo
queda el último paso, hacernos ver que todo lo que se nos cuenta nos vincula en
nuestra vida, que al hablar de sueño y de cine se habla de la vida en
suma. Nolan nos explica que puede ser igual de peligroso soñar para evadirse de
la “realidad” como no soñar, y que el sueño nos vincula, que esa película habla
de sueños cuando en realidad habla de cine o de nosotros mismos. Los recuerdos,
los sueños, el cine, la imaginación, las añoranzas, lo cotidiano… es un todo en
distintos planos, un todo a equilibrar.
El cine es el material del que están hechos los sueños, cuando soñamos no
sabemos que lo hacemos, en muchas ocasiones, nos asustamos cuando tenemos
pesadillas o disfrutamos enormemente de momentos únicos hasta tal punto de
molestarnos que nos despierten, en el cine pasa lo mismo, sabemos que lo que
vemos son actores, que fingen, que lo que sucede es ficción… y aún así ¡nos lo
creemos! Nos olvidamos del artificio, nos emocionamos, nos asustamos… es
REAL, como los sueños, como la vida… Eso nos dice Nolan.
Esto no evita que haya defectos, la escena de la nieve, que no está bien rodada;
que los personajes estén poco desarrollados, por no decir nada, salvo el de Cobb,
lo cual ha creado también varias interpretaciones; o incluso la falta de una carga
emocional más grande son algunos de ellos. Otros como el exceso de
verbalización para dejar claras las claves y reglas de la película no molestan
porque están perfectamente justificados, así como su evidente artificio, que sólo
molestará por tema de sensibilidades o gustos personales.
“Origen” es, por tanto, una obra descomunal, de interpretaciones sobrias, con un
gran Leonardo DiCaprio, al que va siendo hora de que se le valore como a uno
de los mejores actores actuales, y con la inteligencia de una mente analítica que
siempre da mucho más de lo que se espera, incluso en un cine “supuestamente”
comercial.