Está en la página 1de 17


Análisis

Crítica: ORIGEN [INCEPTION] (2010) -Última Parte-


31/08/2012bysamboinAnálisis
CHRISTOPHER NOLAN 

 
 
La escena
donde Cobb explica a Ariadne las claves del sueño es absolutamente
imprescindible. Cobb hará ver a la chica que desconocemos cuando se inician los
sueños, de repente se llega a un sitio y se acepta con naturalidad. Nosotros vemos
esa escena también con total naturalidad y cuando una
sorprendida Ariadne descubra que en realidad están en un sueño ¡lo
descubriremos nosotros también! Nolan nos ha manipulado y ha unificado, una
vez más, las ideas de realidad, sueño y cine. Esta es la más aguda reflexión sobre
la ELIPSIS CINEMATOGRÁFICA que se ha visto en el cine en mucho
tiempo. En el cine nos sitúan en sitios o nos llevan a otros sin mostrarnos cómo y
lo aceptamos de forma natural, forma parte de ese juego, de esa lógica, de esa
“realidad”. Lo damos por hecho, como dimos por hecho
que Cobb y Ariadne aparecieran en una cafetería sin más.

 
Siguiendo con las
reflexiones acerca del montaje, no es gratuito que cada sueño tenga un ritmo y
unos tiempos distintos, que se usen cámaras lentas o se vean relojes acelerados,
se está hablando de la teoría del montaje, de Einsenstein, el montaje manipula el
tiempo, un momento corto a través del montaje puede extenderse
indefinidamente (suspense), y al contrario, un largo lapso de tiempo ser recorrido
en un segundo, la mencionada elipsis. La caída de la furgoneta, por tanto, no es
gratuita y el soberbio, e injustamente ignorado, montaje de la película turnando
los distintos escenarios redunda en esta idea.

 
-El hecho de que haya 3 niveles de sueño nos lleva a la clásica división
aristotélica en el teatro. Planteamiento, nudo y desenlace. Así vemos como se
necesita ir desarrollando la idea a través de esos tres niveles para que cale en la
“víctima” Fisher.
-El uso de la música que vertebra los tres niveles, los une, no es otra cosa que la
banda sonora, que además muestra tanto su vertiente diegética (cuando vemos
que la ponen los personajes en sus reproductores), como extradiegética (cuando
la oyen desde otros niveles sin que nada parezca hacerla sonar…).

-Tampoco es gratuito que el


Actor/Falsificador/Eames, que además se convierte en todo un héroe de acción
en la escena de la nieve, sólo llegue hasta el tercer nivel, esto es así porque el
acceso al LIMBO, que sería la parte creativa de la “película”, está restringida a
los autores. El guionista y el director. De manera tangencial también se admite al
productor (Saito), pero no para intervenir, sino como una necesidad.
-Curiosamente el “espectador” Fisher también podrá ver el lugar, como en los
extras de un DVD, pero bajará amordazado y totalmente camelado. Una
extraordinaria idea.
-El final con la peonza es la alegoría del éxito, del logro de la realización
cinematográfica, es como un proyector rodando, como hace la peonza/tótem.
-La referencia
de Cobb a que cuantas más variaciones se hagan en el sueño más peligro se corre
de llamar la atención nos recuerda a los clásicos, a Ford, a Hawks, y su idea de
no mover apenas la cámara, precisamente por ello, para no distraer la atención
sobre la propia realización, la propia manipulación. Lo verdadero sobre lo
accesorio.
-La ciudad plegándose sobre sí misma, el juego de espejos que
realiza Ariadne en su adiestramiento, son metáforas fácilmente extrapolables al
cine que, entre otras muchas cosas, es otro juego de espejos.

-La referencia de Arthur a la escalera de Penrose, la arquitectura paradójica, los


laberintos etc. para evitar a las proyecciones nos remite a los trucos y engranajes
que se usan para manipular o salir de problemas en los guiones cinematográficos,
por eso se le explica a Ariadne, para que los haga bien.

-La misma idea que se pretende originar en Fisher, “Acabaré con el imperio de
mi padre”, es como una declaración de intenciones de Nolan, un pervertidor de
las estructuras, es la idea de superar a los clásicos, a lo anterior, a lo establecido.
-El vínculo entre
director y guionista, entre Cobb y Ariadne, es evidente. Los dos hablarán de
“pura inspiración”, “pura creación”, y bajarán al LIMBO, el lugar de la pura
creación donde habitan los universos personales, los complejos y obsesiones a
exorcizar, las constantes de una obra, como las apariciones de Mal o los hijos
de Cobb. Son como la seña de autor. Pero también simbolizan los posibles vicios
y reiteraciones.

-“El señor Charles” habla del metalingüismo, de la idea de hablar de lo que se


hace en el propio medio, un guiño de Nolan a todo esto, si él nos habla
encubiertamente del cine, a Fisher se le dirá que está en un sueño para hacer lo
que se pretende más creíble, además todo esto está situado en el 2º nivel, el del
nudo, donde todo se complica. Es como decirle al espectador que lo es.
-Cuando Fisher se
redime y emociona asistimos a la seducción/engaño consumado, los paralelismos
con el espectador cinematográfico, o de cualquier otro arte, son claros.
–Nolan incluso en los títulos de crédito deja otro detalle al respecto de esta
interpretación, Edith Piaf y su “Non, je ne regrette rien” volverán a sonar, pero
en esta ocasión sólo para nosotros los espectadores, nos está diciendo que
también podemos despertar.
-La frase “esa idea lo definirá” que se dice en varias ocasiones nos indica que
para Nolan, los sueños, los recuerdos… las películas, nos pueden llegar a influir
o definir tanto o más que lo cotidiano.
–Ariadne entenderá que lo onírico, como el cine, se mueve por emociones, hay
que producirlas, curiosamente Nolan lo busca desde un prisma tremendamente
cerebral.
–Ariadne preguntará “¿tan importante es soñar?” Evidentemente sí.
Aquí volvemos a tener el vínculo entre sueños y cine, el segundo paso para que la
idea de que “la realidad no existe” cale definitivamente en el espectador.
Recordemos que el cine es el material del que están hechos los sueños…
Cineastas-Creadores de sueños.
Redundando en este concepto Nolan no se corta ni limita a la hora de mostrar
innumerables referencias cinematográficas que alimentan esta lectura.
Su visión de los sueños es radicalmente distinta a la de un Buñuel o un David
Lynch, directores que vienen a la cabeza al ver la cinta. Su visión es rectilínea,
geométrica, tanto en lo visual como en lo estructural del guión. Más que una
estructura circular la tiene en cuadrado, y con escalones, similar a la citada
escalera de Penrose. Su acercamiento es intelectual, o mejor dicho, cerebral, no
sensitivo.

Son claros los homenajes a James Bond en general y con la escena de la nieve
nos podemos acordar de cintas como “La espía que me amó” (Lewis Gilbert,
1977), o “El mundo nunca es suficiente” (Michael Apted, 1999)…

“Ciudadano Kane” (Orson Welles, 1941) está tremendamente presente en


“Origen”. El molinillo de viento acaba siendo un “Rosebud”, un símbolo del
mundo infantil redentor, el lugar de la felicidad donde Kane, y aquí Fisher,
encuentran refugio. Además el plano en la escena de la instrucción
a Ariadne donde está enfrenta dos gigantescos espejos nos remite de nuevo a la
cinta de Welles, donde el personaje aparecía infinitamente multiplicado en otro
juego de espejos.
 
La cámara del tercer
nivel donde Fisher hace las paces con su padre es un claro homenaje a la
habitación donde Bowman pasa sus últimos momentos en “2001: Una odisea
del espacio” (Stanley Kubrick, 1968). La puesta en escena geométrica también
emparenta a Nolan con Kubrick.
 

Otra gran obra maestra nos viene a la memoria con el uso del tótem de Cobb,
es Blade Runner. El tótem acaba siendo igual de sugerente, además de su
parecido en tamaño y color, con el unicornio de papel de aluminio que
encuentra Deckard al final de la obra maestra de Ridley Scott.
 
“Paprika, detective de los sueños” (Satoshi Kon, 2006), por sus paralelismos
con la trama es un referente evidente de esta película. También lo es el cine
de David Cronenberg, películas como “Existenz” (1999), plantea tesis similares
a “Origen”, además el propio Nolan ha reconocido su influencia y la de películas
como “Scanners” (1981), del cineasta canadiense.
Otras referencias reconocidas por el director cuando escribió el guión son “El
doctor Mabuse” (Fritz Lang, 1921), la literatura de Borges o “El manantial”,
la novela de Ayn Rand llevada al cine por King Vidor en 1949.

Paralelismos con “Matrix” (1999) han sido señalados por ciertos parecidos en la
trama y alguna escena de acción, como la del hotel sin gravedad.
También es posible que “Con la muerte en los talones” (1959), de Alfred
Hitchcock venga fácilmente a nuestra mente en ese héroe atosigado desde todos
lados.
Los nombres de Shakespeare (que toca el tema de los sueños de forma más o
menos directa en “La tempestad”, “El sueño de una noche de veranos”,
“Hamlet”, “Romeo y Julieta«, “Macbeth”… y Calderón son habituales cuando
hablamos de los sueños y el mundo como un escenario, aquí no iba a ser menos
aunque hay que hacer una salvedad acerca del genio madrileño, el monólogo de
“La vida es sueño” se refiere a lo espiritual, tiene carácter religioso, o sea una
intención muy distinta a la que se le suele adjudicar. Su referencia sería más por
analogía, más o menos gratuita.

Además del cine el tema de la realidad nos obliga a referenciar y reflexionar


sobre los postulados de Descartes, el yo pensante y Dios,
de Platón y Aristóteles y como se enfrentan ellos al mundo sensible,
de Kant, Hume…

No está mal, aunque pueden añadirse muchas más.

Una vez Nolan ha vinculado los sueños y el cine en una película interactiva sólo
queda el último paso, hacernos ver que todo lo que se nos cuenta nos vincula en
nuestra vida, que al hablar de sueño y de cine se habla de la vida en
suma. Nolan nos explica que puede ser igual de peligroso soñar para evadirse de
la “realidad” como no soñar, y que el sueño nos vincula, que esa película habla
de sueños cuando en realidad habla de cine o de nosotros mismos. Los recuerdos,
los sueños, el cine, la imaginación, las añoranzas, lo cotidiano… es un todo en
distintos planos, un todo a equilibrar.

Cuando acaba la película y oímos la canción de Edith Piaf nos queda claro en


nuestras dudas que la realidad acaba siendo difusa, los dos primeros niveles se
vinculan para completar y formar el mensaje final, la idea que Nolan nos quiere
“originar”, que “la realidad no existe”.

El cine es el material del que están hechos los sueños, cuando soñamos no
sabemos que lo hacemos, en muchas ocasiones, nos asustamos cuando tenemos
pesadillas o disfrutamos enormemente de momentos únicos hasta tal punto de
molestarnos que nos despierten, en el cine pasa lo mismo, sabemos que lo que
vemos son actores, que fingen, que lo que sucede es ficción… y aún así ¡nos lo
creemos! Nos olvidamos del artificio, nos emocionamos, nos asustamos… es
REAL, como los sueños, como la vida… Eso nos dice Nolan.

Los aspectos técnicos son deslumbrantes, la música de Hans Zimmer es


magnífica, y tiene gran culpa del extraordinario nivel del extensísimo clímax
final. Una virguería. Las interpretaciones son correctas y la dirección y puesta en
escena realmente talentosas.

Esto no evita que haya defectos, la escena de la nieve, que no está bien rodada;
que los personajes estén poco desarrollados, por no decir nada, salvo el de Cobb,
lo cual ha creado también varias interpretaciones; o incluso la falta de una carga
emocional más grande son algunos de ellos. Otros como el exceso de
verbalización para dejar claras las claves y reglas de la película no molestan
porque están perfectamente justificados, así como su evidente artificio, que sólo
molestará por tema de sensibilidades o gustos personales.
“Origen” es, por tanto, una obra descomunal, de interpretaciones sobrias, con un
gran Leonardo DiCaprio, al que va siendo hora de que se le valore como a uno
de los mejores actores actuales, y con la inteligencia de una mente analítica que
siempre da mucho más de lo que se espera, incluso en un cine “supuestamente”
comercial.

Si quieres soñar sumérgete en “Origen”, cuando salgas descubrirás el material


que forman los sueños y disfrutarás mucho más de “la realidad”. 

También podría gustarte