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Libro Sobre La Nueva Familia
Libro Sobre La Nueva Familia
C APÍTULO 6
Introducción
A malia es una mujer de 54 años que constantemente se preocupa por el 7 1
bienestar de sus nietos, Iván de siete años y Constanza de seis, quienes pasan la mayor
parte del tiempo con ella mientras sus padres trabajan. Para Amalia resulta difícil en
ocasiones hacerse cargo de los menores porque se siente cansada, quiere salir con sus
amigas o visitar a sus otros hijos.
Andrés y Sara —padres de los menores— trabajan la mayor parte del tiempo y,
cuando llegan a casa, Amalia les menciona que necesita de su apoyo para educar a los
niños, ya que a veces no quieren obedecerla y terminan diciéndole “no eres nuestra mamá
para que nos mandes”; además, cuando están los padres, éstos les permiten hacer cosas
que Amalia les prohíbe cuando están con ella; por ejemplo, comer golosinas antes de la
comida o salir a jugar antes de hacer su tarea. Esto ha generado disputas entre Amalia,
Andrés y Sara constantemente.
Amalia ha comentado esta situación con sus otros hijos, quienes se molestan por la
ayuda que les otorga a Sara y a su esposo, pues, además de que les da asilo mientras
encuentran un lugar donde vivir y cuida de sus hijos, también les hace de comer. Esto
provoca que Amalia entre en conflicto, ya que por un lado quiere ayudar a su hija
mientras ella y su marido encuentran un lugar propio donde vivir y disfruta estar cerca de
sus nietos (“nadie los cuidará me
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jor que yo ”), por otro también se siente cansada de cuidarlos y desearía reunirse con sus
amigas, salir a caminar o descansar en su tiempo libre.
1 Por lo general, los abuelos varones en este tipo de familias no intervienen de manera
significativa en la función del cuidado de los nietos, aun cuando formen parte de la
relación conyugal, ya que ellos mismos deciden mantenerse al margen. En otras ocasiones,
esta ausencia se debe a que las abuelas se han separado de sus parejas o que éstas ya han
fallecido o que tienen una nueva pareja que no se involucra en sus problemas familiares.
Es importante mencionar que también se pueden identificar algunas familias en que los
abuelos varones se involucran activamente en los cuidados de sus nietos; para los fines del
presente capítulo, sin embargo, sólo se abordarán las características de las familias
trigeneracionales en las que únicamente las abuelas cumplen con la función del cuidado de
los nietos.
b. Las familias con hijos pequeños. En esta etapa, la pareja deben realizar
nuevas funciones para asumir su rol parental. Además, la presencia de
nuevos integrantes en las familias modifica su interacción habitual,
provocando en ocasiones enfrentamientos entre dos o más de sus inte-
grantes. En las familias trigeneracionales, las abuelas son las que
asumen algunas de las funciones parentales, lo que también afecta los
vínculos entre los niños y sus padres, causando diversas problemáticas
en estas familias —por ejemplo, discusiones entre los padres y las
abuelas en torno de quién establece las reglas, molestia de las abuelas
por dejar de tener tiempo libre para asumir funciones maternas,
etcétera.
c. Las familias con hijos en edad escolar o adolescentes. Esta etapa demanda un
cambio en las relaciones padres-hijos para permitir una adaptación a la
cada vez mayor autonomía de los niños y/o adolescentes. Esto po-
sibilita que las generaciones adultas dediquen mayor tiempo a sus ne-
cesidades personales, a su relación conyugal, asuntos profesionales, et-
cétera. Algunos problemas comunes se presentan en esta etapa cuando
a los padres se les dificulta aceptar que los niños y/o adolescentes ne-
cesitan un mayor grado de independencia, lo que en ocasiones los lleva
a asumir una conducta sobreprotectora con éstos. También es en esta
etapa cuando empiezan a aparecer problemáticas por las diferencias
ideológicas debido a las brechas generacionales. Todo esto se ve
acentuado en las familias trigeneracionales, en las cuales los conflictos
causados por la forma de educar y proporcionar o no mayores liberta-
des a los miembros más jóvenes llevan a enfrentamientos entre padres,
abuelos y nietos.
d. Las familias con hijos adultos. Esta etapa requiere la aceptación de los
padres de la separación de los hijos y la renegociación de su sistema
marital al dejar de tener que cumplir con su rol parental. En los casos
en que los hijos adultos ya han tenido también hijos, es importante
fomentar la relación entre las tres generaciones. En los casos de las fa-
milias trigeneracionales que viven juntas, las abuelas se enfrentan al
reto de seguir realizando funciones maternas -ahora con sus nietos-, lo
que puede provocarles sentimientos contradictorios -situación que será
retomada a lo largo de este capítulo.
e. Las familias de adidtos mayores. Etapa caracterizada por cambios im-
portantes en la vida de los adultos mayores. En muchas ocasiones se
presenta una disminución o retiro de las actividades laborales, lo que
les proporciona una mayor cantidad de tiempo libre. A veces, esto
1 Debido a esto es que algunos autores (cf. Jiménez, 2003; Tuirán, 2001) prefieren hablar de
“curso de vida” en lugar de “ciclo vital”. En el curso de la vida de las personas se
reconoce que pueden evitar algunas etapas, dejarlas, regresar o permanecer un tiempo
variable en cualquier de ellas, lo cual obedece a que las etapas del ciclo pueden
entremezclarse con otras cuando conviven varios individuos que se encuentran en
diferentes etapas dentro de un sistema familiar. Ochoa (1995) señala que el curso de la
vida supone transiciones que en cualquier dominio pueden tener consecuencias inmediatas
en otros dominios o efectos acumulativos en los individuos. Estas pueden guiar,
modificar, redirigir o reforzar trayectorias, ya sea generando tensiones en las rutinas
cotidianas o afectando importantes dimensiones de la vida.
Este es uno de los comentarios de una abuela para referirse al esfuerzo que
implicaba cuidar a uno de sus nietos: “[...] he tratado de acordar con Daniel
para que haga las cosas de su escuela, pero él no cumple y se porta grosero
conmigo, me dice que yo no lo debo de mandar, que no soy su mamá”.3
Para esta abuela era motivo de alegría saber que podía colaborar en esta
tarea; sin embargo, al mismo tiempo experimentaba un sentimiento de
tristeza y frustración al ver que sus esfuerzos a veces eran inútiles por las
respuestas del niño. Abuelas, padres y niños viven a diario situaciones en
las que las emociones y los sentimientos emergen y se contraponen y que
en gran medida constituyen el punto de partida para que la abuela busque
una solución al dilema de cómo tratar a sus nietos, ya que lidia con otros
tiempos y costumbres diferentes de las que ella empleó para educar a sus
propios hijos. Esto se aprecia en el siguiente comentario de una abuela
perteneciente a una familia trigeneracional: “[...] siento una doble
responsabilidad porque no soy la mamá y tengo que darle cuentas a mi hija,
aunque ella confía en mí”. Es importante que se reconozca la existencia del
desgaste emocional que tienen dichas abuelas al cumplir el rol de madres,
así como la importancia de que dediquen un porcentaje de su tiempo a
actividades personales y/o familiares —que no impliquen la actividad de
cuidadoras familiares. Es común escuchar en consulta que estas mujeres
planteen esa necesidad, como se aprecia en el siguiente comentario: “[...]
tengo mucho tiempo que no salgo con mis amigas a tomarme un café, pero
no salgo porque, si no, ¿quién ve a la niña?”
Sin embargo, para algunas abuelas, dedicar un porcentaje de su tiempo
para sí mismas puede significar perder la cercanía con sus hijos y nietos, lo
que pone en juego los vínculos afectivos con ellos debido a que estas
mujeres por lo común no saben cómo establecer límites sin tener que
actuar con indiferencia, ignorar lo que sucede o discutir con los hijos a tal
grado que se distancien física y emocionalmente. Esto, a su vez, las
enfrenta a pensamientos contradictorios con respecto al cuidado y apoyo
que deberían brindar a sus nietos y a los padres de éstos. Los siguientes co-
mentarios de dos abuelas lo ejemplifican: “[...] si mi hija se fuera, estaría
mejor; como dicen: ‘ojos que no ven, corazón que no siente’; pero vuelvo a
lo mismo: [a] la niña, yo la quiero cerca, es mi adoración”; “cada vez que
intento hablar con mi hija y su esposo, terminamos peleándonos”.
que es mejor que los cuide alguien de la familia, siento más tranquilidad,
aunque también me preocupa que mis hijos me han dejado de obedecer,
sólo la obedecen a ella”.
Esto puede provocar conflictos entre los padres y las abuelas, ya que
cualquier problema que presenten los niños puede considerarse como
producto de la falta de cuidado paterno o materno. Este sentimiento de
culpa se aprecia en el siguiente testimonio realizado por una de estas ma-
dres: “[...] he llegado a creer que todo estaría bien si estuvieran conmigo;
mis hijos están rebeldes y berrinchudos; siento que es normal porque no
están conmigo, están con su abuela, y su papá no se hace cargo de ellos”.
En ocasiones, los padres llegan a discutir por la participación de las abuelas
en la educación de sus hijos, por la forma en que se establecen las normas
al respecto, etcétera. Esto lleva a los padres a buscar la manera de
equilibrar la autoridad sin que ello sea visto como un “ataque” a las abuelas
cuidadoras -causándoles resentimientos o molestias- y/o sin que los niños
se sientan confundidos ante un cambio de las reglas y las interacciones fa-
miliares.
La complejidad -generacional, ideológica, religiosa, etc.— que presentan
estas familias las conduce a enfrentar diversas problemáticas vinculadas
con la interrelación de sus integrantes. Al cohabitar el padre y/o la madre,
sus hijos y las abuelas de éstos se propicia la formación de alianzas4 o coa-
liciones5 entre dos miembros de distintas generaciones, lo cual ocasiona
conflictos con los integrantes que quedan excluidos de estas uniones. En
algunas ocasiones, uno de los miembros de la pareja entra en conflicto de
lealtades porque o bien respeta la autoridad de la abuela reconociendo que
es ella quien cuida a su hijo, o'bien se alia con su pareja haciéndola más
participativa. También se puede formar una coalición entre la abuela y el
nieto en contra de la madre o el padre, porque ella consiente, cuida y
protege y los padres no hacen esta labor; se genera entonces competencia
para definir quién ejerce la autoridad frente al niño, así como discrepancias
respecto de la forma de criarlo.
De manera general puede afirmarse que el cambio al que se enfrenta
esta generación de padres es el de la creación de un rol parental claro frente
a los hijos y, al mismo tiempo, el logro de acuerdos con la familia ex
tensa -en la que se incluye a las abuelas- con respecto al cuidado de los
niños.
Reflexiones finales
Como se pudo apreciar a lo largo del presente capítulo, las abuelas cons-
tituyen un elemento importante en la configuración de las familias trige-
neracionales, ya que son ellas quienes toman la responsabilidad de cuidar a
sus nietos y, con ello, apoyar a sus hijos. Esto las lleva a enfrentarse a una
generación con ideas y normas de conducta distintas de las que rigieron sus
vidas, además de que, en ocasiones, dicha responsabilidad se convierte en
una sobrecarga que las obliga a descuidar sus propias necesidades per-
sonales. Debido a esto, es imputante que cada uno de los integrantes del
sistema familiar reflexione acerca de estas problemáticas, con el fin de
evitar que alguno de ellos sea afectado por esta forma de interacción fa-
miliar.
Cuando las abuelas adquieren más autoridad y jerarquía en el seno de
estas familias, pueden formar alianzas con los demás miembros del sistema
—ya sea con su propio(a) hijo (a) o, incluso, con sus nietos— para
compartir la responsabilidad, aun cuando esto signifique desplazar al otro
cónyuge o a ambos padres. Sin embargo, lo importante es establecer claras
vías de comunicación que permitan lograr acuerdos entre ambas partes
para saber en qué momentos la abuela puede o no decidir, e incluso opinar,
acerca de todo lo relacionado con los niños y qué decisiones corresponden
sólo a los padres. La pareja de jóvenes padres asume que su presencia es
importante para los hijos; sin embargo, el tiempo que destinan al trabajo o
al estudio les impide llevar a cabo dicha tarea, pues representa para ellos la
posibilidad de proporcionarles un bienestar económico inmediato que sería
imposible si ambos padres no trabajaran. Los niños, por lo tanto, crecen
con dos tipos de autoridad que les causan confusión respecto de a quién
hay que obedecer, pero al mismo tiempo representa la posibilidad de
adaptarse a dos formas de educación y disciplina.
Un aspecto que es importante reconocer es la notable fortaleza que
demuestra la mujer para dirigir una familia. Las abuelas, viudas, separadas
o divorciadas, reconocen el esfuerzo que implica educar, proteger, cuidar
Conversación
Claudia Juárez, Marino Aparicio, Francisco Javier Robles
puedan generar con sus hijos. Considero que el rol que ejercen en el cui-
dado y la educación de sus nietos no causa conflicto si saben hasta dónde
pueden hacer uso de su autoridad por el bien del niño, esto es, qué les
corresponde a ellas y qué les corresponde a los padres. En ocasiones, las
abuelas tienen claro cuáles son los temas que pueden generar problemas
con sus hijos (as) y prefieren reservarse el derecho de hacer algún
comentario para no agravar la situación, aunque a veces esto es imposible.
Los beneficios y conflictos relacionados con su rol de abuelas
cuidadoras se presentan en la misma proporción; no creo que una parte
tenga mayor carga que la otra mientras exista el diálogo para llegar a un
acuerdo. Por ejemplo, si la abuela necesita tiempo para sí misma y tiene
que cuidar a sus nietos, buscará la forma de comunicárselo a los papás para
que resuelvan la situación; sin embargo, cuando se ha postergado esta
necesidad durante demasiado tiempo, las emociones y sentimientos se
acumulan generando un conflicto entre ambas partes, padres y abuelas.
Una de las sugerencias que propones para que las abuelas afronten los dilemas
M A R I NO :
que se les presentan al cuidar de los nietos es que eviten asumir de manera permanente
funciones que no les correspondería realizar, dedicando más tiempo a satisfacer las
necesidades propias de su etapa de vida. Esta sugerencia me agrada porque
implícitamente se están marcando límites en sus funciones; y te preguntaría, ¿qué hacer
con las abuelas que han dedicado el primer lugar al hogar y al cuidado de los hijos, y
cuyo principal interés radica en ellos?; ¿cómo proceder cuando para ellas lo más
importante o lo único importante es precisamente cumplir con su rol de abuelas?
Bibliografía
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