Está en la página 1de 5

I.

La persona del terapeuta

nos referimos a la persona como un individuo humano, tanto en sus aspectos físicos como
psíquicos que lo hacen un ser único y singular. Mientras que cuando hablamos de la
persona terapeuta nos referimos a la persona detrás de la actividad terapéutica propiamente
tal. Esta ultima repercute en la relación que tiene el terapeuta con el mundo y en sus relatos
de identidad personal, así como en la atribución de significados que hace de sí mismo, de
su vida y de su trabajo. De hecho, las experiencias importantes de su labor pueden alterar
el quién es y qué le es constitutivo. Pueden sostener y alentar, al mismo tiempo, la tarea
terapéutica.

la persona terapeuta está construido sobre la base de múltiples posiciones del yo (self),
desde donde esta persona estructura o se vocea a sí mismo. Rober (2005) nos dice que
estas voces poseen dos aspectos: uno que refleja el sí mismo experiencial del terapeuta
y otro que refleja el sí mismo profesional del terapeuta. El sí mismo experiencial lo
remite a los recuerdos, a las imágenes y a las fantasías que surgen en lo que observa, y
el sí mismo profesional lo remite a las hipótesis que prepara para intervenir en la
terapia. Ambos se entrelazan de manera que puedan tener algún sentido para el
subsistema consultante, creando así un espacio reflexivo (Rober, 2005).

La persona terapeuta esta ligado al concepto del ensamblaje terapéutico, mientras más
se enriquezca el terapeuta de las experiencias personales va a ser mayor la capacidad de
ver/entender al otro y a su vez, verse y entenderse.

El terapeuta no es una persona imparcial que esté capacitada para percibir


correctamente al otro y asirlo en forma cabal. Por el contrario, es alguien que se
presenta en la terapia con la inevitabilidad de sus sentimientos, percepciones,
pensamientos y propia biografía que lo autodevelan en forma continua frente al paciente
y que, a su vez, lo implican en una relación que transforma no sólo la realidad del
paciente, sino la suya también (Aron, 1996).

El crecimiento personal del terapeuta y el desarrollo de la consciencia sobre sí mismo se


erigen como pilares básicos para su evolución profesional, constituyendo variables
relevantes para investir una adecuada alianza (Safran & Muran, 2005)

II. Las funciones terapéuticas innatas William H Cormier y L Sherilyn Cormier

1. En primer lugar, lo más mencionado es tener un interés sincero por las personas
y su bienestar, esto significa no buscar beneficios personales o anteponer las
propias satisfacciones frente a las necesidades del paciente.

En este sentido, debemos evitar distintos fenómenos que podrían darse en el proceso
terapéutico, como por ejemplo:

- Voyeurismo: Por definición refiere a la sensación de placer de un individuo al


observar a otro. En el proceso terapéutico este fenómeno se puede evidenciar
cuando las indagaciones del terapeuta están básicamente dirigidas a la satisfacción
de la curiosidad personal.

- Abuso de poder: La posición privilegiada de autoridad y poder que inevitablemente


se le es entregada al terapeuta no debe ser usada con el objetivo de demostrar
autoridad sobre el paciente o para influir en decisiones y valores del paciente más
allá de lo terapéutico.
- Autoterapia: Este fenómeno se evidencia cuando el terapeuta se enfoca en
conflictivas del paciente que se relacionan con dificultades personales del terapeuta,
sin importar las repercusiones que esto pueda traer a la vida del paciente.

2. Saber y darse cuenta de que hay estilos de vida diferentes, todos ellos son
respetables, y creer en que toda persona tiene aspectos positivos que pueden ser
desarrollados.

3. El autoconocimiento es otro elemento importante, es decir, conocer cuáles son mis


recursos y limitaciones tanto en el ámbito personal como en el ámbito práctico.
En cuanto a las limitaciones personales se podrían mencionar el temor al fracaso, la
excesiva necesidad de control, necesidad de aprobación, etc.
Estas limitaciones podrían decantar en comportamientos anti terapéuticos como el
evitar aspectos conflictivos, abordar sólo aspectos más superficiales en terapia,
tomar una actitud dominante en el contexto de terapia, satisfacer las necesidades de
dependencia de pacientes, evitar el uso de confrontaciones, etc.

4. Autorregulación: El autoconocimiento ya mencionado anteriormente debe ir


acompañado de una adecuada capacidad de autorregulación, esto con el objetivo de
que los propios conflictos y dificultades personales no interfieran en el proceso
terapéutico. (Ej: detectar fuertes reacciones emocionales en respuesta a los
pacientes, teóricamente denominado contratransferencia). El terapeuta debe
analizar sus propias motivaciones y reacciones internas e impedir que influyen
negativamente en el proceso.

5. Tener un adecuado ajuste psicológico general, si bien no debe ser total, una
buena salud mental se asocia a mejores resultados en las terapias.

6. Conocimiento variado acerca de diversos contexto socioculturales, es decir,


conocer las normas y valores de estos contextos es vital para el terapeuta dado que
estos podrían estar influyendo en los conflictos del paciente o en el objetivo
terapéutico del proceso. Claramente el terapeuta no puede conocer todos los
contextos socioculturales de sus pacientes en su totalidad, por lo que habrá que
basarse en informaciones proporcionadas por ellos y su entorno cercano.

7. La energía y persistencia son características fundamentales del terapeuta, dado


que realizar terapia produce un agotamiento físico y emocional. Un terapeuta con
una actitud más activa y enérgica inspirará más confianza y seguridad a su paciente.
Por otra parte, la persistencia también se hace necesaria dado que los resultados
terapéuticos requieren tiempo.

8. La flexibilidad en el terapeuta permitirá la adaptación de métodos y técnicas a los


conflictos y características de cada paciente.

9. Cumplimiento de principios éticos y profesionales establecidos en el código


deontológico del psicólogo.
III. Cuáles son las motivaciones conscientes e inconscientes y existenciales que
los psicólogos tenemos en común y que buscamos al querer ser terapeuta
(voyeurismo y altruismo)

3 acercamientos a las motivaciones del terapeuta

Sublimación, Freud

Dentro de la teoría psicoanalítica más clásica, y de la boca de Sigmund Freud se entiende


por sublimación al mecanismo de defensa en el cual un impulso, de carácter sexual o no
pero socialmente poco aceptado, es transformado en algo que, aparentemente, no tiene
mucho que ver con la sexualidad. A su vez, el resultado final del proceso es el de algo que
tiene un fin beneficioso para el conjunto de la sociedad, soliendo ser un producto de tipo
cultural, artístico, intelectual, científico o deportivo.

La energía erótica del ser humano puede ser expresada, pero dentro de unos límites. Si se
tiene un exceso de esta energía y no es socialmente aceptable demostrarla, el sujeto tiene
dos opciones: o la sublimación o la represión. Si la reprime, la tensión sexual puede incurrir
en psicopatología de acuerdo a los fundamentos del propio psicoanálisis.

Freud consideraba que este mecanismo era mucho más saludable comparados con otros,
como la represión, la negación, la intelectualización o la proyección. De acuerdo con su hija
Anna Freud en su libro “El yo y los mecanismos de defensa” (1936), la sublimación
constituye el mecanismo de defensa superior de la psique.

Cabe destacar que la principal diferencia entre sublimación y represión es la de que en este
segundo mecanismo de defensa hay una derivación y canalización de la energía. En
cambio, en la represión, la pulsión queda profundamente reprimida y no se canaliza, lo cual
daría paso a toda la psicopatología propuesta por Freud cuando se trata de reprimir la
energía sexual.

Así lo afirma Freud en su trabajo Continuación de las lecciones de introducción al


psicoanálisis (1932). La sublimación no es más que la modificación del fin y cambio de
objeto, adecuándolo a lo socialmente aceptable. Es una válvula de escape socialmente
aceptable del exceso de energía sexual.

El deseo del analista, Lacan

"El deseo del analista" es un concepto asociado a la "ética psicoanalítica" y por tanto, con la
responsabilidad del analista en la dirección de la cura. Alude a una posición del analista, a
una ética y política del psicoanálisis. La posición del analista se sostiene en el deseo del
analista como una ética y una política y esta posición se logra solo a través de su deseo. Un
deseo que no tienen que ver con el "querer" del analista sino con ofrecer un intervalo al que
el sujeto pueda articularse, haciendo de ese intervalo deseo del Otro y situándose él como
posible objeto del deseo del Otro.
Refiere nuevamente al deseo del analista pero apunta a un "deseo de saber", va a decir que
"No hay analista sin que ese deseo le surja". En el Banquete, Miller refiere al analista como
alguien que ha surgido del deseo de saber. No se trata de tener un saber, sino de un deseo
de saber que habite la asociación libre para que finalmente el saber sobre la causa advenga
al lugar de la verdad, el analista debe "saber ser el desecho de la susodicha humanidad"; lo
que quedará evidenciado en la propuesta de Lacan de los cuatro discursos.

El deseo del analista, ese lugar vacío que propicia la emergencia del sujeto, no es sin el
amor. Ya sabemos con Lacan que el amor es lo que hace al goce condescender al deseo,
es por esto que en el camino hacia la Escuela no hay otro recurso que el amor. Un amor
ligado a la demanda y por tanto a la pulsión pero no al Ideal. Los ideales no sirven para
nada, y con esto se entiende no sirven para el lazo porque la relación sexual no existe, por
tanto ¿por qué deberían servir para hacer lazo con la Escuela?

Podemos decir con Alexandre Stevens que el deseo de la Escuela es el "deseo del
análisis", la Escuela es para el psicoanálisis y no Escuela de psicoanalistas. Es en esta
articulación de la Escuela para el psicoanálisis, inaugurada en acto como efecto del deseo
de un psicoanalista; que se juega la ética y la política del psicoanálisis no sin el soporte
operador del deseo de los analistas.

Arquetipo sanador herido, Jung

IV. Funciones principales que tienen todas las personas que quieren ser
terapeutas o que debieran tener. Meter un poquito de psicoanálisis, más
entretenido
-Todo lo estudiado y expuesto en relación a la persona del terapeuta

También podría gustarte