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2015 es un año especial para la Familia Misionera “Apóstoles de la Palabra”. En este año
el padre Amatulli cumple 50 años de ordenación sacerdotal (26 de junio de 2015). En este
marco, me parece relevante la reimpresión de uno de los libros paradigmáticos de nuestro
Autor: «Hacia un Nuevo Modelo de Iglesia. Propuesta-Provocación», en el que expone la
riqueza de sus reflexiones pastorales, nacidas de su particular mirada a la compleja realidad
eclesial
Si bien es cierto que el libro se publicó en 2006 11, las partes que lo componen fueron
publicadas en formato digital y de manera artesanal en diversos folletos de circulación limitada,
distribuidos entre los apóstoles de la Palabra, amigos y simpatizantes: «Tuve un sueño», 2002;
Comunidades «Palabra y Vida», 2003; «Y las masas católicas ¿qué?», 2004; El Sacramento
de la Reconciliación, 2004, mientras que las Parábolas fueron apareciendo en diversos
números de «Iglesia y Sectas», órgano informativo del Movimiento Eclesial “Apóstoles de la
Palabra”.
Por otra parte, dos hechos eclesiales recientes hacen que este libro tenga una sorprendente
actualidad: la renuncia al ministerio petrino del Papa Benedicto XVI y el pontificado del Papa
Francisco, con su peculiar estilo, que ha traído aire fresco a la Iglesia. En efecto, en este libro,
el padre Amatulli anticipa que es posible la renuncia del Papa al ejercicio de su ministerio,
dando paso a la realización del cónclave para elegir al nuevo Sucesor de Pedro. Es interesante
porque el padre Amatulli escribió su relato en 2002, once años antes de la renuncia de
Benedicto XVI al pontificado. Por otra parte, la forma de ejercer el ministerio petrino que el
padre Amatulli presenta en su relato «Tuve un sueño», anticipa y prevé el estilo del Papa
Francisco desde el inicio mismo de su pontificado. Más aún, algo que se dice a menudo entre
quienes leen y escuchan al padre Amatulli es que el Papa Francisco escribe y habla mostrando
mucha afinidad con el pensamiento del padre Amatulli en sus diversos escritos e
intervenciones2.
1
De hecho, la primera edición del libro se publicó en 2005, con el título «Un Nuevo Rostro de Iglesia».
2
Por ejemplo, el 5 de septiembre de 2014, en la misa matutina celebrada en Casa Santa Marta, el Santo Padre
así se expresó sobre un tema abordado frecuentemente por el padre Amatulli, las estructuras caducas: «A
vinos nuevos, odres nuevos. Y por ello, la Iglesia nos pide a todos cambios. Nos pide dejar a un lado las
estructuras caducas: ¡No sirven!». En este sentido, el Papa Francisco ha invitado a los fieles a «no tener
miedo de cambiar las cosas según la ley del Evangelio» y ha explicado que el Evangelio es «novedad, fiesta y
libertad» y sólo se puede vivir plenamente en un corazón «alegre y renovado». El 6 de julio de 2013 lo había
ya señalado con meridiana claridad: «En la vida cristiana, y también en la vida de la Iglesia, hay estructuras
antiguas, estructuras caducas: ¡es necesario renovarlas! Y la Iglesia siempre ha estado atenta a esto, a
través del diálogo con las culturas... Siempre se deja renovar de acuerdo con los lugares, los tiempos y las
personas. ¡Esto siempre lo ha hecho la Iglesia! Desde el primer momento: recordemos la primera batalla
teológica: ¿para convertirse en cristiano se debe hacer todo el proceso judío, o no? ¡No! ¡Dijeron que no!
Los gentiles pueden entrar como son: gentiles... Entrar en la Iglesia y recibir el Bautismo. Esta fue una
primera renovación... y así, la Iglesia siempre fue adelante, dejando que el Espíritu Santo renovara estas
estructuras, estructuras de iglesias. ¡No tengan miedo de eso! ¡No tengan miedo a la novedad del Evangelio!
¡No tengan miedo de la novedad que el Espíritu Santo hace en nosotros! ¡No tengan miedo de la renovación
de las estructuras!». Lo que destaca en el padre Amatulli es su decisión de enlistar estas estructuras:
Ministerio ordenado, seminarios, ministerios laicales, primacía de la Palabra de Dios en todo el quehacer
eclesial, separar el culto de la economía, revisar la práctica sacramentaria, favorecer una sana competencia
al interior de la Iglesia (parroquias personales, no al texto único en la catequesis), defensa de los derechos y
descentralización (Cfr. Iglesia y Sectas, Abril - Mayo - Junio de 2014. Época III. Año 16. No. 87, pp. 1-2).
Un nuevo punto de partida
Pues bien, en este interesantísimo libro, el padre Amatulli ofrece un nuevo punto de
partida para delinear un nuevo modelo de Iglesia. A diferencia de otros modelos y escenarios
que se plantean actualmente, el padre Amatulli parte de un hecho eclesial y sociológico por
demás concreto: el abandono pastoral que experimentan las masas católicas, es decir, de casi el
90% de los católicos que viven ya al margen de la Iglesia.
No se trata de un modelo conservador; no pretende la restauración del Ancien Régime
(Antiguo Régimen)3, que el padre Amatulli considera agotado, aunque hace evidente que
muchos (clérigos, religiosos y laicos) aún tienen la mente, los ojos y el corazón en el régimen
de cristiandad, y desde allí viven su adhesión a la Iglesia y realizan su praxis pastoral.
El padre Amatulli tampoco opta por la apertura indiscriminada, que parte de una noción
errónea de ecumenismo y diálogo interreligioso, que fácilmente puede conducir al sincretismo
y al relativismo y parece sugerir la disolución de la Iglesia. Tampoco opta por modelos
centralizadores y excluyentes. Ni por aquellos que hacen de la lucha de clases el eje vertebral
de su ser y quehacer y consideran necesario el retroceso al acervo de prácticas y creencias de
los pueblos originarios.
El padre Amatulli no concibe a la Iglesia como un departamento de quejas, ni como una
agencia de ceremonias religiosas, ni como una asociación de beneficencia ni como una ONG 4.
Su búsqueda va encaminada a suscitar un catolicismo de convicción, que ayude al católico a
Sobre el clericalismo, otro tema recurrente en la reflexión pastoral del padre Amatulli, el Santo Padre afirmó
lo siguiente el 16 de febrero de 2014, en su visita a la parroquia romana de Santo Tomás Apóstol: «Un
párroco sin Consejo pastoral corre el riesgo de llevar la parroquia adelante con un estilo clerical, y debemos
extirpar el clericalismo de la Iglesia. El clericalismo hace mal, no deja crecer a la parroquia, no deja crecer
a los laicos. El clericalismo confunde la figura del párroco, porque no se sabe si es un cura, un sacerdote o
un patrón de empresa, ¿no? En cambio, cuando el párroco cuenta con la ayuda de los Consejos, él es el
sacerdote. Decide, ciertamente, porque él tiene el poder de decidir; pero decide escuchando, se hace
aconsejar, siente, dialoga… Y ésta es su tarea». Evidentemente, una cosa es deplorar el clericalismo y algo
muy distinto es estar en contra de la jerarquía o el Magisterio de la Iglesia. Sobre los estipendios, el Santo
Padre denunció el viernes 21 de noviembre de 2014 que algunas parroquias se conviertan en «casas de
negocio» y hagan pagar por celebrar sacramentos como bautizos o bodas, durante su homilía en la misa
matutina en Casa Santa Marta. «Hay dos cosas que el pueblo de Dios no puede perdonar: a un sacerdote
apegado al dinero y a un sacerdote que maltrata a la gente», enfatizó. En este sentido conviene recordar que
el padre Amatulli sugiere separar la economía del culto divino, reestructurando el aspecto económico.
3
En este coincide con Joseph Ratzinger, que ha afirmado lo siguiente en el libro-entrevista «Informe sobre la
fe», del periodista italiano Vittorio Messori: «Si por «restauración» se entiende un volver atrás, entonces no es
posible restauración alguna. La Iglesia avanza hacia el cumplimiento de la historia, con la mirada fija en el
Señor que viene. No: no se vuelve ni puede volverse atrás. No hay, pues, «restauración» en este sentido.
Pero si por «restauración» entendemos la búsqueda de un nuevo equilibrio después de las exageraciones de
una apertura indiscriminada al mundo, después de las interpretaciones demasiado positivas de un mundo
agnóstico y ateo, pues bien, entonces una «restauración» entendida en este sentido (es decir, un equilibrio
renovado de las orientaciones y de los valores en el interior de la totalidad católica) sería del todo deseable, y
por lo demás, se encuentra ya en marcha en la Iglesia. En este sentido puede decirse que se ha cerrado la
primera fase del posconcilio».
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Pues bien, en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2013, el Papa escribió: «La Iglesia –lo
repito una vez más– no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad
de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro
con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje de salvación
que el Señor nos ha dado. Es el Espíritu Santo quién guía a la Iglesia en este camino».
vivir su fe en un mundo plural, pero haciéndolo con dignidad y seguridad, sin complejos de
ningún tipo y respetuoso de todas las expresiones religiosas y culturales.
El libro está estructurado en cinco partes, que fueron surgiendo paulatinamente y de forma
independiente, pero que llegan a formar un todo perfectamente coherente.
Conclusión
Se trata, pues, de una obra apasionante, que puede ayudarnos a descubrir que no debemos
conformarnos con ser sólo espectadores. Este libro puede ayudarnos a ponernos en la
perspectiva que nos permita dar nuestra aportación para delinear el rostro de la Iglesia del tercer
milenio.
En realidad este libro, con buenos recursos pedagógicos y con oportunos cuestionarios,
nos motiva a pensar la realidad eclesial, no para desalentarnos, sino para sacarnos de nuestra
comodidad y nuestra zona de confort, impulsándonos a la noble aventura de vivir y anunciar el
Evangelio.
Ojalá, al concluir la lectura de este libro, podamos decir como san Pablo: «¡Pobre de mí si
no anunciara el Evangelio!» (1Cor 9, 16).