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ABRIR LA FILOSOFÍA

(Apuntes para descolonizar la filosofía)

Jhon Alejandro Pérez Jiménez1

“Lo que yo llamo “actitud crítica” es algo que


no pasa necesariamente por la filosofía como
“disciplina”, y que lo mejor sería hablar de
“practicas filosóficas” que se despliegan en
muchos ámbitos del conocimiento, (no sólo del
académico), y que tampoco tienen que pasar
necesariamente por el ejercicio profesional de la
filosofía”. - Santiago castro - Gómez.–(Ciencias
sociales, violencia epistémica y el problema de la
"invención del otro".)-2

“La filosofía es una actividad que con discursos y razonamientos procura la vida feliz.”,
enseñaba Epicuro, particularmente, en su “Carta a Meneceo”, o el ejercicio del arte de saber
regir la vida. Esta particular manera de entender y practicar la filosofía se ha venido
relegando a una única dimensión. Con esto, no voy a cuestionar ni a criticar a la filosofía,
(profesión que quiero y estimo), sino a una forma particular de entender a dicha actividad:
La académica. Para dicho propósito, el presente escrito se centrará en la tarea de la
filosofía desde su comprensión como actividad humana y social, (Lo filosófico); y no solo
desde su extensión como concepto o materia de estudio, (La filosofía).

Esta distinción entre comprensión y extensión epistémica se puede comparar con la


realizada por Carl Schmitt entre la política y lo político: “El concepto de Estado supone el
de lo político” (Schmitt; 1991:49), distinción que, lejos de estar enmarcada por el cambio
de género en los artículos y sustantivos, señalaban dos momentos diversos de estática o
dinámica social, tal como lo señala Chantal Mouffe:

Concibo “lo político” como la dimensión de antagonismo que considero


constitutiva de las sociedades humanas, mientras que entiendo a “la
1
Lic. En filosofía y lengua castellana de la U. Santo Tomás, Magister en ciencias políticas de la U. De los
Andes
2
Castro-Gómez, Santiago. Ciencias sociales, violencia epistémica y el problema de la "invención del otro".
En libro: La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas.
Edgardo Lander (comp.) CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina.
Julio de 2000
política” como el conjunto de prácticas e instituciones a través de las cuales
se crea un determinado orden, organizando la coexistencia humana en el
contexto de la conflictividad derivada de lo político.(Mouffe, 1999:16).
En este orden de ideas, lo político se caracterizaría y se diferenciaría de la política, por su
carácter dinámico y fluctuante que, como criterio teleológico, tendría la institución del
orden social propio de la política “Lo político indica el modo de institucionalización de una
sociedad, la puesta en forma del todo, el proceso mediante el cual la sociedad se unifica a
pesar de sus divisiones” (Arditi, 2005, 220). Estas concepciones y visiones de mundo,
siempre están en contexto. Dicha distinción la encontraría útil para el propósito del
presente escrito, ya que, grosso modo, entendería la tarea de la filosofía desde su ámbito
dinámico, activo y antagónico. Y no solo desde su ámbito institucional, como ese conjunto
de prácticas a través de las cuales se crea un determinado orden de entender la forma de
hacer filosofía. En ese sentido, se suele entender la dimensión de la filosofía – no la
dimensión de lo filosófico-, como un ámbito dialógico entre las distintas filosofías que se
pueden ver dentro de un régimen institucional de estudios, (idealista, materialista,
existencialista, etc). Es curioso que escritos de Platón, como por ejemplo, El Filebo, se
presente en forma de diálogo, ya que dicho diálogo nunca incluye un intercambio simétrico
de argumentos: Se presenta a un Sócrates que ocupa la posición de aquél que “sabe que no
sabe nada” y a partir de ello arruina a sus interlocutores, siendo el personaje principal que
se encarga de hablar, mientras que la contribución de sus interlocutores se limita a
enunciados ingenuos como: ¡Así es, ¡ Tienes razón, por Zéus!. Y cuando toma su palabra,
en este caso Protarco, asiente, consiente, presta su acuerdo3 En síntesis, podemos decir que
“EL Filebo muestra un Sócrates que acierta a poner una bala entre los ojos de Protarco
antes, incluso, de dignarse, (como gran señor), a tirar del gatillo” (Onfray: 145, 2007).
Como lo ha señalado Alain Badiou4, la filosofía es inherentemente axiomática, es el
despliegue consecuente de una intuición fundamental, estas intuiciones son de carácter
individual, resultado de la experiencia y trabajo sobre uno mismo y el contexto en el cual
cada uno se desenvuelve, ya que el filósofo no toma de la mano, sino que entrega los
medios para llevar a cabo una marcha solitaria: no se hace el trayecto de otro, no se puede
filosofar en su lugar, así como tampoco se puede sufrir, vivir o morir en lugar de otro. Esta
actividad cotidiana que es el filosofar vincula dos aspectos que usualmente suelen verse de
forma disociada: La vida y el discurso, el verbo y la carne. Estos vínculos entre palabra y
vida se producen a través de encuentros, de co-existencia de planos, (como lo diría
Deleuze) y de resonancias que dan origen a un discurso filosófico. En palabras de Pierre
Hadot: “ El discurso filosófico debe ser comprendido en la perspectiva del modo de vida
del que es al mismo tiempo medio y expresión y, en consecuencia, que la filosofía es, en
efecto, ante todo, una manera de vivir, pero que se vincula estrechamente con el discurso
filosófico” (Hadot: 85: 1998). Es en este sentido que propongo la distinción entre la
dimensión de La filosofía, (la manera institucional y académica) y la dimensión de lo
filosófico, ( la parte antagónica que permanentemente pone en encuentro discurso y vida),
3
Zizek, Slavoj “Órganos sin cuerpo, sobre Deleuze y sus consecuencias” ed Pre-Textos Pg 13.
4
Alain Badiou, “Manifiesto por la filosofía” Ed Catedra. Pg 12
como dos maneras de entender aquella labor o tarea de la filosofía en función de
transfigurar la vida, de operar una conversión netamente identificable en lo cotidiano; pero
parecen quedar lejos de nosotros aquellos tiempos en que lo filosófico tenía un profundo
impacto en la vida de quienes la cultivaban, cuando era una práctica que conllevaba toda
una ejercitación cotidiana y un estilo de vida. Pero la filosofía ha llegado a ser sinónimo
de especulación, disociada de nuestras realidades concretas, inmanentes, ejerciendo
grandes trabajos teoréticos y de reflexión estéril. Lo filosófico era concebido, sobre todo,
como arte de vida. Pero como mencionaba en líneas anteriores, lo filosófico fue dejando
de concebirse como un arte de vida, para convertirse en una actividad estrictamente teórica,
sin ninguna conexión práctica para una vida, ya sea individual o social. Hoy en día se
entiende por la filosofía una disciplina académica y un tema de análisis y reflexión, rara
vez una práctica, un sistema global de vida. Se concibe como una manera disociada, solo
bajo su dimensión académica y profesoral. Tal pareciera que ya no es preciso ningún
compromiso activo con la propia integridad para ser filósofo y que el conocimiento
filosófico ya poco tiene que ver con una vida plena y solo con la vida teórica de la
academia. Aunque dentro de la connotación académica de la filosofía, existen reflexiones
que enfatizan las relaciones entre el pensamiento, la acción humana y sus efectos;
principalmente la ética y la filosofía política. Por ejemplo, la inter-subjetividad pública,
basada en el mutuo reconocimiento entre pares e iguales, (debido a la facultad de la
tolerancia, como esfera mutuamente dependiente del ámbito civil y político dentro de un
orden social), como arte de lo posible de la civilidad, o el gobierno civil, como lo dirían
pensadores como Voltaire y Locke, basados en aquella autonomía que nos ayuda a
reconocernos y a reconocer a los demás como miembros libres dentro de un orden social 5.
Y en el ámbito de la ética, como ejemplo se puede citar la reflexión realizada dentro del
contexto religioso a Marcilio de Padua por pensar una despolitización de la religión y una
des-teologización de la política, ya que éste, al ser nominalista, reivindicaba lo particular e
individual del nombre, sobre las generalidades y complejidades de “los universales” 6, y
comprendía a las religiones como función ética de cohesión social. Otro ejemplo de
filosofía práctica serían las reflexiones kantianas en torno a la razón práctica, como intento
de unir discurso y práctica.
Según Paul Ricoeur, a Kant le corresponde el mérito de haber recuperado la certeza del
otro en el ámbito de lo ético7, (el imperativo Kantiano sobre la concepción de la persona,
que puede resumirse así: La persona no es medio, sino fin en sí misma) 8. La experiencia
5
“El estado es, a mi parecer una sociedad de hombres constituida solamente para procurar, preservar y hacer
avanzar sus intereses de índole civil […] Toda jurisdicción del magistrado se extiende únicamente a estos
intereses civiles” (John Locke – Carta sobre la tolerancia-).
6
“Todo ciudadano debe ser libre y no tolerar el despotismo de otro, es decir, un dominio servil. Y ello no
ocurrirá si la ley la diera alguno o algunos solos con su propia autoridad sobre la universalidad de los
ciudadanos; dando así, serían déspotas de los otros. Y por eso los restantes ciudadanos, es decir, la mayor
parte, llevarían pesadamente o de ningún modo la tal ley, por muy buena que fuera, y protestarían de ella
víctimas del desprecio y, no convocados a su proclamación, de ningún modo la guardarían” (Marcilio de
Padua – El defensor de la paz-).
7
Cf. P. Ricoeur “simpathie et respect” Pp 387
8
Voltaire, en su Tratado sobre la tolerancia, resumiría dicho dictum Kantiano con la siguiente máxima: “No
hagas lo que no quieras que te hagan” (Voltaire, Pp 39). Este es propio del derecho humano, que va en
humana es que el otro no es una cosa, entre las cosas, sino un sujeto humano que se debe
reconocer como igual en derecho a su libertad, es decir, como sujeto autónomo. De todos
los seres humanos que quieren que se les reconozca como alguien y no como algo.

Por lo anterior, se puede decir que un filósofo, siguiendo el ejemplo antiguo – y cristiano, 9
lo es porque en su vida lo demuestra y en su relación consigo mismo, con los otros y con el
mundo. En un libro titulado “La comunidad filosófica”, Michel Onfray se refiere a esta
idea, citando un ejemplo interesante: En “Subasta de vidas” el escritor y humorista de
origen Sirio llamado Luciano de Samosata triunfa exhibiendo las contradicciones de los
filósofos de antaño, por ejemplo, ascetas epicúreos que profesan la frugalidad, pero les
encantan las golosinas; los plácidos estoicos, inaccesibles a los golpes de la suerte sobre el
papel, se muestran, en la vida, ávidos, coléricos y arrebatados,(Onfray: 45: 2008). Dichos
ejemplos muestran lo contrario de pensar la filosofía y de vivirla, que podría resumirse así:
una vida filosófica, el trabajo existencial, la escritura y la construcción de sí mismo en
tanto obra de filósofo; la teoría entendida como una oportunidad de práctica y viceversa, la
experiencia utilizada como una especie de laboratorio donde se puede generar y crear
pensamiento; la interacción crítica constante entre ideas y vida.
Finalmente, quisiera cerrar dicho escrito con dos pequeñas reflexiones abiertas en torno a
la filosofía: Una primera reflexión acerca de la utilidad de la filosofía. Y una segunda
reflexión, que iría de la mano con la primera, acerca de la tarea de la filosofía. En este
punto me interesa incursionar a través de unas preguntas, preguntas que en mi experiencia
personal y social siempre han estado a la orden del día y que yo, como estudiante de esta
rica e interesante tradición, no puedo dejarlas sin resolver, o al menos, intentar resolverlas:
1)¿Por qué la filosofía ha llegado a ser considerada por la mayoría de personas como algo
abiertamente inútil?. 2) ¿Por qué el estudiante que aprende la asignatura suele afirmar que
de poco le ha servido ese vertiginoso paseo por las reflexiones filosóficas, (sistemas a
veces incoherentes y que en algún grado ven conexión entre sus vidas y su realidad). 3)

contravía con el “derecho de intolerancia”, “ya que es el derecho de los tigres; es mucho más horrible aún,
porque los tigres no se destrozan sino para comer, y nosotros nos exterminamos por unas frases” (Voltaire,
Tratado sobre la tolerancia - Pp 40).
9
Por ejemplo, en su “Elogio de la locura”, Erasmo afirma que un auténtico cristianismo es signo de una
sabiduría loca; recurrir a la ironía, al humor, la risa; re-activar el tema de la amistad Epicúrea En uno de sus
“Coloquios” (1533), titulado “El epicúreo”; Erasmo explica claramente su relación con Epicuro y el tema de
la amistad “La culminación de la dicha epicúrea es el cristianismo” (Erasmo, “El epicúreo”).

También es interesante ver cómo Aristóteles daba una gran importancia a la amistad, entendida como una
virtud para la vida en común: “El hombre de baja condición lo hace todo por amor a sí mismo, y tanto más
cuanto peor es; por eso, se le reprocha que no hace nada ajeno a su propio interés. En cambio, el bueno obra
por el honor, y más cuanto mejor es, o por causa de su amigo y deja a un lado lo que le concierne; el mejor
amigo es el que quiere el bien de aquél a quien quiere por causa de éste. Pero esto puede aplicarse mejor que a
nadie a uno mismo, porque cada uno es el mejor amigo de sí mismo; por tanto, debemos querernos sobre todo
a nosotros mismos” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, IX,)
¿Por qué tantas personas piensan que la filosofía es un reino inaccesible, lingüísticamente
hermético, del que sospechan que pocas cosas pueden obtener?
Respecto a la primera pregunta, podemos decir que se considera a la filosofía inútil, por el
parámetro y connotación de utilidad que se ha manejado referente a la actividad filosófica,
puesto que para algunos estudiantes de filosofía y profesores de filosofía, el valor de la
filosofía, (su característica fundamental), consiste en que no es un saber directamente
“útil”, ya que es una actividad libre que no precisa venderse a ningún resultado. Sin
embargo, las nociones de utilidad y libertad no son necesariamente excluyentes. Por
ejemplo, el Diccionario de la lengua española nos dice que la palabra “Útil” significa
aquello que puede servir o aprovechar, lo que produce un resultado provechoso. Dichos
resultados provechosos pueden verse desde un ámbito meramente instrumental y
extrínseco, (cuando optimizo un trabajo con la ayuda de un instrumento). O dichos
resultados se pueden ver desde un ámbito no-instrumental e intrínseco, (Por ejemplo,
cuando tengo utilidad o beneficio social y familiar en una salida al campo, o cuando
dispongo tiempo a lecturas).
En torno a la segunda pregunta, referente a un proceso de enseñanza y aprendizaje de la
filosofía, podemos señalar que, en términos kantianos, hay una separación entre los medios
y los fines, entre el aprendizaje y la práctica. Porque aprender debería ser algo en sí
mismo, no solo un medio para acceder a otra cosa, como un cartón o título universitario;
sino que dichos títulos deben justificarse precisamente por la calidad de lo estudiado y por
la gracia del conocimiento. Como lo diría William Ospina en un ensayo titulado
“Preguntas para una nueva educación”: “Así como a medida que dejemos de vivir en el
cielo aprenderemos a hacer nuestra morada en la tierra, a medida que dejemos de estudiar
solo para el grado aprenderemos que la rama del conocimiento y la profesión que
escojamos deben ser nuestro goce en la tierra” (Ospina: 24: 2012). Acá Ospina, hace
énfasis en el valor de una pregunta que debería orientar la práctica educativa: ¿Para qué?,
para qué estudiamos lo que estudiamos. Dicho interrogante amerita una reflexión tanto de
los estudiantes como de los docentes de un determinado campo de estudio, como por
ejemplo, el filosófico.
De ahí la necesidad de no concebir solo a la filosofía desde su campo meramente
disciplinar, como si la filosofía fuera solo privilegio y monopolio de unos pocos: aquellos
que se encierran en una forma disciplinar a estudiar la filosofía, temas que desde la
disciplina se consideran como lo estrictamente filosóficos, ( Lo bello, lo bueno y lo
verdadero, el origen del tiempo, la realidad de las ideas, la función de la razón, la
formación de un razonamiento, etc) y se dejan de lado otras cuestiones, como por ejemplo
el gusto, (no solo los nobles, sino también los innobles), la relación entre el pensamiento,
(Logos), y vida, (bios). Etc. Y la tercera pregunta, se relaciona con esta, ya que si no hay
una relación filosófica entre los contenidos o temáticas de la disciplina y la realidad y vida
en que se enseñan y aprenden, se entenderá a la filosofía, en su dimensión disciplinar,
como un campo cerrado y hermético, cuyo acceso solo se le está permitido a los iniciados e
iluminados por la luz de la razón.
En este punto, y al articular lo anterior con lo que hemos hablado sobre la filosofía, se
puede utilizar la expresión de “abrir las ciencias sociales”, pero en el particular, sería
“Abrir la filosofía”, abrir la forma disciplinar de entender la actividad y el arte filosóficos a
una forma interdisciplinar que acompañe toda formación critica de los diversos
conocimientos tanto en el campo de la ciencia, como de las humanidades. Puesto que, las
disciplinas, al ser ámbitos que agrupan diversos tipos de conocimiento en parcelas y
fragmentos de representación, materializan la idea de que la realidad debe ser dividida en
fragmentos para alcanzar un conocimiento analítico de una de dichas partes, ignorando sus
conexiones con todas las demás. “Lo que hace una disciplina es, básicamente, recortar un
ámbito del conocimiento y trazar líneas fronterizas con respecto a otros ámbitos del
conocimiento” (Castro-Gomez: 2010:83).
Siguiendo la imagen de la apertura, utilizada por el sociólogo Inmanuel Wallestein, quien
la plasmó en un trabajo coordinado por él, titulado: “Abrir las ciencias sociales 10”; dicho
trabajo consiste en la reflexión sobre el papel fundamental de las ciencias sociales como
campo, no solo disciplinar, sino inter-disciplinar, (o trans-disciplinar, los significantes no
deben alterar el significado), que acompañe y permee las reflexiones de áreas concebidas
como separadas por la distinción entre “Ciencia” y “humanidades”. Para tal fin, el informe
converge en los siguientes puntos: 1) La reunificación epistemológica de las denominadas
dos culturas, esto es, la de las ciencias y las de las humanidades. 2) La reunificación
organizacional de las ciencias sociales 3) La asunción por las ciencias sociales de un papel
de centralidad, (que no implica hegemonismos), en el mundo del conocimiento11.

Lo anterior, entonces, podría resumirse en dos puntos que convergen en una de las muchas
formas existentes para “Descolonizar la filosofía” de su ámbito meramente disciplinar y
analítico:

1. El favorecimiento de la transdisciplinariedad contribuye a cambiar aquella lógica


exclusiva, (esto o aquello, filosofía o biología, etc.), por una lógica inclusiva, (esto
y aquello, filosofía y biología, etc.), descolonizar la filosofía, significaría, por ello,
luchar contra la “babelización” y la departamentalización del conocimiento
filosófico en cubículos y feudos que fragmentan el ejercicio filosófico.

2. La universidad, con sus facultades de filosofía, debería propiciar y apuntar hacia


aquello que el intelectual Boaventura de Sousa Santos ha denominado “Una
10
“Abrir las ciencias sociales”, Informe de la Comisión Gulbenkian para la reestrucción de las ciencias
sociales, Siglo XXI, México, 1996.
11
Segrera, López Francisco, “Abrir, Impensar y redimensionar las ciencias sociales en América Latina y el
Caribe” En libro: La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas
Latinoamericanas. Edgardo Lander (comp.) CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales,
Buenos Aires, Argentina. Julio de 2000
ecología de saberes”, es decir, entablar diálogos, (no monólogos) y prácticas
articulatorias con aquellas formas de conocer que fueron excluidas del mapa
disciplinar de la filosofía, por habérselas considerado como “míticas”, “pre-
filosóficas” y “pre-racionales”, (el famoso paso del Mythos al Logos).

Tal vez, esta sea una de las muchas tareas que tiene un arte y una actividad filosófica; una
actitud permanente de crítica y reflexión, que se centre no solo en los temas de la filosofía,
sino en tratamientos filosóficos de problemas que se nos presentan en nuestra cotidianidad,
que amerita un proceso de trabajo, práctica y esfuerzo permanente por construirse a sí
mismo, al mundo y a los otros, como una especie de obra de arte y sobre todo, con una
ambición socrática: Conocerse a sí mismo.
Un conocimiento que debería apuntar hacia una ampliación del campo filosófico de
visibilidad abierto por la concepción universitaria y disciplinar de la filosofía, da do que
ésta fue incapaz de abrirse a dominios prohibidos, como las emociones, la corporalidad, el
sentido común, los saberes ancestrales y el sentido común. No es, entonces, la disyunción
sino la conjunción sapiencial y epistémica lo que quise susurrar. Un pensamiento, una
sabiduría integral en la que la filosofía disciplinar o de salón pueda “enlazarse” con otras
formas de producción y tratamiento de saberes y de reflexiones, con la esperanza de que la
filosofía sea menos un ejercicio teórico, descarnado y carente de toda vitalidad y más una
actividad y ejercicio práctico de constante tratamiento reflexivo. Ya que, si se me permite
la analogía jurídica, la filosofía es cuestión del mundo y sus afanes y no, como pretenden
algunos, solo de terminología y jurisprudencia.

REFERENCIAS:

 Arditi, Benjamín, 2005 “¿Democracia post-liberal?, el espacio político de las


asociaciones”. Editorial Anthropos, Barcelona.
 Castro-Gomez, 2005. “La hybris del punto cero, Ciencia, raza e ilustración en la
Nueva Granada, (1750-1816). Bogotá, Ed. Pontificia U. Javeriana.
 Locke, John. 1994. “Carta sobre la tolerancia” Madrid, Técnos
 Mouffe, Chantal  1999. El retorno de lo político. Paidos
 Onfray, Michel. 2008 La comunidad filosófica. Manifiesto por una universidad
popular. Ed Gedisa, España.
 Padua, Marsilio “El defensor de la paz” Madrid, Tecnos 1989, primera parte., Pp, 70-
75.
 Ricoeur, Paul, 2001 “ideología y utopía” Ed. gedisa, Barcelona.

 Voltaire, 1999 “Tratado sobre la tolerancia” Barcelona: Crítica

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