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El 

narcotráfico es el comercio de sustancias tóxicas, que engloba la


fabricación, distribución, venta, control de mercados y reciclaje
de estupefacientes, adictivos o no, potencialmente dañinos para la salud
(conocidos comúnmente como drogas) así como también el tráfico de
armas, tienen una gran participación en el mercado de trata de blancas y
el tráfico de órganos. La mayoría de las legislaciones internacionales
prohíben o limitan el narcotráfico, con penas que incluyen la ejecución
por diversos medios,[1][2] aunque esto varía en función de la sustancia y
de la legislación local.
Un estudio de la ONU indica que "el tráfico global de droga generó
aproximadamente 321.6 miles de millones de dólares en 2003".[3] Esta
cifra sería el 1% del producto interno bruto global en 2003. El consumo
de drogas está extendido de manera global.
Grupos ilegales, mafias o también denominados carteles gestionan la
cadena de suministro. Los cárteles varían en tamaño, longevidad y
organización, dependiendo de la sustancia, rentabilidad y volumen de
cada proceso. En la parte superior de la jerarquía de estas
organizaciones se encuentra el jefe del cartel, que controla la producción
y distribución de la sustancia. Estos junto con los intermediarios
financieros, blanquean los capitales obtenidos de actividades ilegales
graves. En la parte inferior de la jerarquía se encuentran los traficantes
callejeros de bajo rango, quienes a veces son consumidores de drogas
ellos mismos y sufren drogodependencia, también llamados "camellos",
"jíbaros", "dealers" o "transas".

Desde finales de la década de los 90´s, en pleno fervor del proceso de paz en el


Caguán, las FARC venían utilizando el territorio venezolano como trampolín
para los envíos de droga a Europa y los Estados Unidos.

El término del Cartel de los Soles habría sido utilizado por primera vez en 1993,
durante el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, cuando dos generales de
la Guardia Nacional, Ramón Guillén Dávila, (jefe antidrogas) y su sucesor,
Orlando Hernández Villegas, fueron investigados por tráfico de drogas y delitos
conexos. Según el periodista Héctor Landaeta, el fenómeno empezó cuando
el narcotráfico colombiano introdujo cocaína a Venezuela utilizando unidades
militares corruptas, ubicadas en la zona de frontera con este país. [2] Como
comandantes de brigada, cada uno llevaba un solo sol como insignia en sus
hombros insignia que caracteriza a los Generales de Brigada, dando lugar al
nombre “Cartel del Sol”. Más tarde, cuando se iniciaron las investigaciones, se
determinó la participación de generales de división de la Guardia Nacional en
delitos de narcotráfico, convirtiéndose de esta manera en el Cartel de los Soles,
ya que los generales de división poseen dos soles como emblemas. [3] En principio
la actividad de la Fuerzas Armadas Venezolanas en torno al narcotráfico
principalmente consistía en aceptar sobornos e ignorar el traslado de la mercancía
de narcotraficantes. Los militares no tenían conexiones directas con proveedores
y en gran parte no movían ni almacenaban cocaína ellos mismos. [4] Desde
entonces, el Cartel de los Soles se compone principalmente por altos oficiales
militares que están estrechamente vinculados al crimen organizado internacional,
[5][6]
participando en actividades criminales como narcotráfico, minería ilegal y
contrabando de combustible.[7][8][9]

Década de 2000[editar]

Véase también: Computadores de Raúl Reyes

El gobierno del presidente Hugo Chávez «expandió la corrupción a niveles sin


precedentes», corrompiendo al Ministerio Público, al sistema judicial y a las
fuerzas armadas, «donde habría llegado a salir el 90% de la producción de
cocaína colombiana hacia Estados Unidos y a Europa», y a través del Plan
Bolívar 2000, habría otorgado a militares millones de dólares para subsidiar
programas sociales sin ningún control y que posteriormente desaparecieron.
También habría otorgado inmunidad legal a oficiales implicados en narcotráfico
para mantener el poder y su lealtad. Cuándo Chávez expulsó de Venezuela a
la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés)
en 2005, Venezuela comenzó a ser una ruta más atractiva para el comercio
internacional de drogas.[10] De acuerdo a fuentes de inteligencia colombiana, un
vigilante de drogas arrestado declaró que "personal con altos cargos en la
seguridad del presidente Hugo Chávez se encargaban de arreglar el traslado de
cargamentos de drogas en barcos que circulaban a través de rutas por
Venezuela".[11] También se ha alegado que la Guardia Nacional había trabajado
con la guerrilla colombiana de las FARC en el tráfico de drogas.[12]
Oficiales británicos declararon que aviones de Colombia con drogas fueron
custodiados desde bases de la Fuerza Armada Venezolana. [11]

Durante la mitad de la primera década del año 2000, elementos de la Guardia


Nacional y otras ramas del ejército se hicieron mucho más activos en el tráfico de
drogas. Células dentro de las fuerzas de seguridad comenzaron a comprar,
almacenar, transportar y vender cocaína, mientras que anteriormente su labor
principal era extorsionar a los narcotraficantes que movían cargamentos de
cocaína.

Tres acontecimientos significativos contribuyeron al auge del crimen organizado


en Venezuela. En primer lugar, Colombia firmó el multimillonario Plan
Colombia de seguridad con Estados Unidos, lo que permitió que las fuerzas de
seguridad de Colombia presionaran a los grupos guerrilleros de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación
Nacional (ELN) como nunca antes. Esta presión militar obligó a los guerrilleros a
mover sus operaciones a los estados fronterizos de Venezuela que eran poco
vigilados. Luego, en 2002 ocurrieron dos hechos claves, uno tras otro. El primero
fue el final del proceso de paz entre las FARC y el gobierno del
presidente Andrés Pastrana, con lo cual la guerrilla perdió su enorme santuario
cocalero en el sur de Colombia, viéndose obligada a buscar otros refugios. El
segundo fue el intento de golpe de estado que removió temporalmente al
presidente Hugo Chávez del poder. Esto llevó a Chávez a centrar gran parte de su
energía en la identificación y sanción de los golpistas, mientras lideraba otras
intensas batallas políticas, como la huelga petrolera de 2002-2003. Las
consecuencias del golpe llevaron al gobierno de Chávez a reforzar su círculo de
confianza, lo cual también significó que muchas posiciones influyentes en el
gobierno o las oportunidades lucrativas de contratos les fueron otorgadas a
militares leales. Se dio la sensación de que el gobierno asumió una posición de
régimen pretoriano, con militares retirados o en servicio ocupando cargos
importantes en estamentos del Estado.

Chávez también estableció áreas de operaciones militares a lo largo de la


frontera, invocando el temor a una invasión estadounidense desde la frontera con
Colombia. Se cree que fue en ese momento cuando efectivos, tanto
del ejército como de la Guardia Nacional, se corrompieron por el dinero del
narcotráfico.[13]

El Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (IISS, en sus siglas en inglés)


acusó al gobierno de Chávez de financiar la oficina de las FARC
en Caracas otorgándole servicios de inteligencia. Diplomáticos venezolanos
denunciaron las investigaciones realizadas por el IISS, afirmando que tuvieron
"inexactitudes básicas".[14] En 2007, las autoridades colombianas denunciaron
que, a través de ordenadores portátiles que habían sido incautados durante
una redada realizada contra Raúl Reyes, encontraron documentos que demuestran
que Hugo Chávez ofreció pagos de más de $300 millones a las FARC para crear
"lazos financieros y políticos respaldados durante años" y documentos que
muestran a rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
solicitando asistencia venezolana para la adquisición de misiles tierra-aire,
demostrando además que Chávez realizó encuentros personales con estos líderes
rebeldes.[15][16][17] Según Interpol, los archivos encontrados por las fuerzas
colombianas fueron considerados como auténticos. [18]

En 2008, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos acusó a dos altos


funcionarios del gobierno venezolano y un exfuncionario, de la prestación de
asistencia material para las operaciones de tráfico de drogas llevadas a cabo por
el grupo guerrillero FARC en Colombia.[19] En ese mismo año, el Secretario
General de la Organización de los Estados Americanos, José Miguel Insulza,
testificó ante el Congreso de Estados Unidos que "no hay evidencias [sic]" de que
Venezuela estuviera apoyando a "grupos terroristas", incluyendo a las FARC. [20]

Década de 2010[editar]

Véanse también: Vuelo 385 de Air France y Caso de los narcosobrinos.

En marzo de 2012, la Asamblea Nacional de Venezuela retiró al juez del


Tribunal Supremo Eladio Aponte Aponte de su cargo después de que una
investigación revelara presuntos vínculos con el narcotráfico; [21] el día en el que
iba a ser juzgado Aponte Aponte huyó del país, y ha buscado refugio en los EE.
UU., donde empezó a colaborar con la Administración de Control de Drogas
(DEA) y el Departamento de Justicia.[22][23][24] Aponte comenta que, mientras se
desempeñaba como juez, se vio obligado a absolver a un comandante del ejército
que tenía conexiones con un cargamento de dos toneladas métricas de cocaína.
Aponte también afirmó que Henry Rangel, exministro de Defensa de Venezuela
y el general Clíver Alcalá Cordones estaban del mismo modo involucrados con el
tráfico de drogas en Venezuela.[23] Oficiales venezolanos también habrían estado
trabajando con carteles de drogas mexicanos.[23]

En septiembre de 2013, un incidente con oficiales de la Guardia Nacional de


Venezuela colocando 31 maletas que contenían 1,3 toneladas de cocaína en
un vuelo a París de AirFrance sorprendió a las autoridades francesas.[23] El 15 de
febrero de 2014, un comandante de la guardia fue detenido mientras se dirigía a
Valencia con su familia y fue arrestado por posesión de 554 kilos de cocaína. [25]

El 11 de noviembre de 2015, agentes de la DEA arrestaron a dos sobrinos


de Cilia Flores, esposa del presidente Nicolás Maduro. Los detenidos, Efraín
Antonio Campo Flores y Francisco Flores de Freitas, fueron arrestados por
fuerzas de seguridad de la Administración para el Control de Drogas (DEA)
estadounidense el 10 de noviembre de 2015 en Puerto Príncipe, Haití, después de
que estos hubiesen tratado de transportar 800 kilogramos de cocaína a
los Estados Unidos.[26] Un año más tarde, el 18 de noviembre de 2016, los dos
sobrinos fueron encontrados culpables, con alegaciones de que el destino del
efectivo era «ayudar a su familia a mantenerse en el poder». [27][28] Una fuente de
la DEA declaró extraoficialmente que no hay forma alguna de que tal cantidad
enorme de cocaína pasara a través de Venezuela sin niveles altos de corrupción
en el gobierno.[29]

En el mes de marzo de 2017 se presentó, ante el Comité de Relaciones


Exteriores del Senado de EE. UU., un testimonio que confirmó las conexiones
venezolanas con la industria del narcotráfico mundial. En ese momento, la
experta del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), Shannon O'Neil, dijo que
"en términos de seguridad, la voluntad de Venezuela de permitir a los
narcotraficantes, redes de delincuencia organizada, terroristas potenciales y otros
actores nefastos dentro de sus fronteras, afecta también a la seguridad nacional de
los Estados Unidos". Los informes elaborados por CFR muestran que las bandas
criminales de Colombia (BACRIM), las disidencias de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) que no aceptaron los Acuerdos de La
Habana y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) operan en el país, al igual
que los cárteles de Sinaloa y Los Zetas de México; este último, desaparecido en
2018 pero con una facción sobreviviente llamada "Cartel del Noreste". Sin duda
alguna, dijo O'Neil "Venezuela se ha convertido en la ruta preferida de
contrabando de drogas en Sudamérica, pues es la vía que usan los
narcotraficantes para traer la cocaína a los Estados Unidos, a través de América
Central y el Caribe Oriental, y a Europa, a través de África Occidental. Por otro
lado, el informe anual del Departamento de Estado sobre estrategia para el
control de narcótico dice que Venezuela se ha convertido en el centro de
distribución más importante para el tráfico de drogas en las Américas. Expertos
han señalado que se ha establecido que más de 200 toneladas de cocaína pasan
por el país sudamericano cada año, lo cual representa el 40 por ciento del
consumo mundial.[30]

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