Está en la página 1de 48
M2 DEL CARMEN DE LA BANDERA El pdjaro que quiso ser hermoso Punto Juvenil 4 uNeDUE rtm 0 8 que quiso ser hermoso. llustrador: Oscar Julve _De este libro existe una FICHA DE ANIMACION ALA LECTURA Y UNOS JUEGOS ASOCIADOS, (© 1999 by M-*del Carmen de la Bandera y altorial Casals, S.A. . Caspe, 79. 08013 Barcelona ‘Tel, 98 244 95 $0. Fux 93 265 68 95, swerweditoraleasas.com Diseto de cubierta: Bassa & Tras con un dibujo de Oscar hve Tiastraciones: Oscar Julve ‘Adaptacion y revisin de los textos: Hernando Rebolledo Primera edicin: noviembre 2004 ISBN: 84-218.3174-7 Depsisto legal: M-43.517-2004 Printed in Spain Impreso en: Edigrafos, $.A.- Getafe (Madrid) [No est permitida la reproduccisn total o parcial de este libeo i su tratamiento informiético, nila tansmisign de ninguna forma 0 por cualguier medio, ya sea eletrénic, mecénico, por ftocopia, por registro uw otros métodos, sin el permiso previo o por escrito de los tiulares del copyright A nis hijos Mari Carmen, Pepe y Mari Reyes. Ellos supieron, los primeros, Jo que le pasé a Lilt. 1 QUIEN SOY a lo sé. Todo lo que me pasé ¥: fue por mi culpa. Estoy harto de que me lo repitan una y otra vez, pero atin hoy, después de todo, sigo siendo un poco aventurero, no lo puedo evitar, Me gusta el riesgo, cono- cer sitios nuevos, hacer amigos, pero de pronto, un dia, quiero estar solo. Dicen que soy un poco raro, No estoy de acuerdo. A veces uno necesita pen- sar para darse cuenta de las cosas de la vida, algunas me asustan. Como creo que llegaremos a ser amigos, te voy a confesar un secreto: me da miedo hacerme mayor. Por un lado me gusta porque tienes més libertad para ir a un sitio y a otro, para hacer lo que quie- ras, pero por otro no. Ahora mi mam no se queda tranquila cuando me alejo y me voy a jugar con los amigos. Yo le digo que es una exagerada, pero com- prendo sus temores, sobre todo desde que me pasé lo que te quiero contar. Me dice, «cuando ti seas mayor y ten- gas que cuidar a tus hijos para que no les. pase nada, te dards cuenta de que tengo raz6n» y eso es lo que no quiero, tener responsabilidades. Entre mis vecinos tengo fama de alocado y algu- nas mamis les dicen a sus hijos que no me hagan mucho caso. Eso me sienta muy mal, porque tampoco soy un tonto que va por ahi sin saber lo que hace. Desde mi aventura me contengo muchas veces y procuro no hacer tonterfas que me pueden salir caras, estoy atento y pienso las cosas antes de hacerlas. Me cuesta mucho obedecer, Eso de que te digan: «ten cuidado», «eso no estd bien», «todavia no tienes edad»... pues no me gusta. Ya sabes, las mamas son asf. Nos quieren mucho y tienen miedo de que nos pase algo. Compren- do que tienen raz6n pero a veces es un «zollo» el no poder hacer lo que te da la gana. En fin, que soy travieso y rebelde. No soy bonito. Mi mam4, para consolarme, me dice que eso no tiene importancia, que lo principal son las cosas que haces. Si haces cosas bue- nas, eres bueno y si haces cosas malas eres malo. «La belleza se va, todos nos hacemos viejos», pero comprenderas que un jovencito como yo no piensa asi. Yo, creo que como casi todo el mundo, tengo cosas buenas y otras no tanto, asf es que digamos que soy regular. Mi nombre es Lili. Es bastante tipi- co de pajaros finos no me gusta pero, iqué le voy a hacer!, tengo que seguir con él, Cuando nacemos no podemos opinar, somos demasiado pequefios, asi que te ponen el nombre que mas les gusta a tus padres y ya, para toda la vida. Bueno, tampoco eso tiene dema- siada importancia. Soy un péjaro. ;No te lo he dicho? iQué despiste! Por eso lo de Lili puede pasar mejor que si fuese un chico por- que un chico con ese nombre es para morirse de la risa. Tengo dos hermanos que nacieron el mismo dia que yo y son igual de feos pero més obedientes. Se Haman Clarin y Taté y mi mama, Cantarina. Mi papa, cuando crecimos, abandon6 el nido como hacen casi todos los pajaros. Se lamaba Plumarroja. Nuestra casa esta encima de un Arbol alto y frondoso por lo que desde el suelo a penas se ve. Asi es mucho 8 més seguro. Desde que vivi aquella apasionante historia, soy famoso entre mis vecinos, todos me conocen por «el pajaro que quiso ser hermoso». — Bree APRENDIENDO A VOLAR i mama, como todas las mamés, nos alimenté y nos ensefié a volar. Recuerdo que por las mafianas, después de traemnos al nido semillas, bichitos y lo que necesité- bamos para estar fuertes y sanos, salfa- mos. Nos posébamos en la rama de un Arbol y desde alli nos decia cémo tenia- mos que mover las alas. De los tres hijos, yo era el més aventajado. Pronto aprendi lo que tenfa que hacer para que el viento no me arrastrase, a calcular las distancias, a detectar los peligros 10 Habia dias que acababa muy cansado, sin ganas de moverme, pero a medida que los entrenamientos avanzaban, mis alas se hicieron fuertes, lo peor era cuando hacia mucho viento y me arras- traba hacia otro lado al que no queria ir. Con todo, cuando comprendi que domi- naba la técnica, como siempre he sido muy decidido, cuando mi mamé nos dejaba un rato solos para ir en busca de alimento, yo aprovechaba para salir y dar una vuelta. A mis hermanos no les importaba, asi que cada vez me alejaba mas. Jugaba con otros pajaros, todos éramos iguales, del mismo color, grises y alguna pluma negra. Me sentfa feliz y nunca tuve conciencia de que no era bonito. Eso vino después. Mi vuelo ya era seguro, aunque mi mamé segufa con el mismo sermé6n: «No salgas solo», «No te alejes», «Adin eres pequefio», «Hay muchos peli- gros». Yo pensaba que eran cosas de péjara mayor y decidé no obedecer. " Tenia calculado el tiempo que ella tardaba en regresar. De sobra podfa hacer una escapada sin que se diese cuenta. Volé hasta cansarme y decidi repo- sar en una rama, como me tenfan ens fiado. Alguien a mi lado piaba de dis- tinta manera. Senti miedo y miré a ver de qué se trataba. Un pdjaro algo més grande que yo era mi compajiero de rama, Quedé sorprendido del color de sus plumas: verdes, amarillas, rojas, azules, Las de la cola eran largas y sedosas. Nunca habja visto nada igual. Desde aquel momento comprendi que yo era un pajaro feo. No dije nada a nadie porque menuda bronca me hubi se llevado, pero no pensaba en otra cosa y estaba deseando que se presen- tase otra ocasi6n para volver a buscar a aquel ser tan maravilloso. Debfa de ser primavera porque habia muchas flores, soplaba una suave brisa y el aire estaba Ileno de miles de Sta SR Hc + mea olores. Todo invitaba a la aventura. Sin pensarlo dos veces, emprendf el yuelo alejandome de la vista de todos. Volé y volé seguro de mi mismo, sin miedo, pensando que mi mamé era demasiado vieja para comprender lo que yo sentia. Los drboles cruzaban rdpidos, uno, otro, sin parar. Descansé para mirar esperando ver al pdjaro de las plumas de colores. Nada, ni rastro. «Tengo que seguir, seguro que estar més adelan- te», pensé. Continué con un vuelo cada vez més rapido. Un sonido extrafio me sorprendi6. Miré hacia abajo con inte- rés y comprobé que salia de una linea ancha, larga y azul. Recordé que una vez mi mamé nos explicé cémo eran los rios. Aquello tenfa que ser uno. Me parecié inmenso. Paré para ver aquel monstruo en movimiento. No sé si las aguas cantaban 0 rugian porque el ruido era enorme. En la orilla opuesta me parecié ver a otros pdjaros jugando en unas ramas. «jAdelante!», me dije, y 4 sin calcular mis fuerzas comencé la tra- vesfa. En mitad de la raya azul sentf que las alas no me respondfan. Bajé, puse una pata sobre el agua y a punto estuve de ser tragado por el monstruo. Senti que no podia més, que me morfa. Pensé en mi mama, en mis hermanos, en mi nido y por primera vez senti miedo. No sé cémo, pero mis alas comen- zaron de nuevo el movimiento y lenta- mente avancé hasta conseguir llegar a la otra orilla. En la tierra himeda quedé sin ocuparme de los pajaros que revo- loteaban en las ramas y jugaban en el suelo dando saltitos. Estaba extenuado. Ninguno me hizo caso. Me daba igual. jPara juegos estaba yo! La noche comenz6 empujando al sol hasta que lo eché del todo. Ya no se ofa ni un trino. No habia luna, todo era negro. Los arboles se movian como fantasmas. Me acordé de las historias que me contaba un vecino de mons- truos humanos que persiguen a los 15 pajaros durante la noche. gDénde se habfan metido los demés? Seguro que ellos conocfan los peligros y se habjan escondido. Pensé que no habian sido buenos amigos, me podian haber avisa- do, Deseé estar en mi nido con mi mamé y mis hermanos. A esa hora ya estarfan buscdndome por todos Iados, Horando mi desaparicién. Senti remor- dimiento por causarle tanto disgusto. Me di cuenta de lo mucho que los que- rfa. Las tripas empezaron a sonar. No sé cudntas horas Ievaba sin comer. Tenia hambre y frio. Entonces valoré los cuidados de mi mama. Lloré como nunca lo habia hecho. {Qué hacer entonces? En el hueco de un Arbol busqué refugio. «Lo prime- To que tengo que aprender es a buscar comida, mafiana veré lo que hago, tengo que ser fuerte», pensé. El cansancio y el suefio me derrum- baron. Con mucho miedo, pero dormé toda la noche. 3 EL PAJARO PROTECTOR e despertaron el pfo-pio, el canto y el alboroto de multi- tud de pajaros. Asomé la cabeza y vi como cientos de compaiie- ros saludaban al sol que atin permane- cia casi escondido. Estaban alegres, saltaban, corrfan, jugaban. Sali de mi escondite. Las tripas aumentaron su glu, glu, glu... para avisarme que esta- ban vaefas. Comf detris de algunos que buscaban comida. Pronto descubrimos un sembrado y me dijeron que era trigo, estaba verde. Nunca lo habfa pro- 7 bado. Todos comiamos con ansia. Subi- mos a las ramas de un drbol que, segin ‘me informaron, era una higuera. Segui -oteando. Sus frutos dulces me pare- cieron la cosa mas exquisita. Las hojas eran anchas y sostenian unas gotas de agua que, después de tanto dulce, era lo que me apetecia. Cuando sacié el hambre y la sed, empecé a darme cuenta de mi situacién. {Dénde estaba? Muchas horas de vuelo y un gran monstruo de agua me separa- ban de mi familia, de mi casa. Otra vez sentf el dolor de mi mama. No tenia derecho a hacerla sufrir de aquella manera. Debfa regresar, pero ,c6mo? Volver a atravesar el rio me daba pani- co. Una vez me libré de sus garras, entonces no era tan consciente del peli- gro, en aquel momento me daba cuenta de mi locura. No, de ninguna manera, preferia vivir solo que perder la vida. Mis compafieros, con sus juegos y con sus cantos, no se ocupaban de mi. 18 Ni siquiera me preguntaron quién era, de donde venia... Nada, venga a jugar y a cantar. Me retiré a una rama, la mas alta, para que nadie me viera llorar. —{ Qué te pasa? Sentf que alguien a mi lado habia descubierto mi escondite. —Nada —respondi sin mirar. —Estds lorando. —Si. ;Te importa mucho? —comen- té con tono enojado. —Claro que me importa. Eres muy joven, no conoces la zona. Yo puedo ayudarte, —

También podría gustarte