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JOSE LUIS'LACRUZ BERDEJO
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CUESTIONES FUNDAMENTALES

DE LA VIUDEDAD FORAL

NAVARRA

SUMAR IO
I. Planteamiento.
II. Primer orden de ideas: el sociológico.
111. Digresión axiológica.
IV. Segundo orden de idas. El aspecto histórico. Cuestiones de régimen matrimo­
nial.
V. Comunidad continuada y viudedad.
VI. Tercer orden de ideas. El aspecto jurídico positivo. Naturaleza familiar de la
viudedad.
VII. Naturaleza onerosa de la viudedad.
VIII. Cuestiones de estructura.
IX. En particular, el usufructo sobre bienes fideicomitidos al premuerto.

1. PLANTEAMIENTO
Este estudio contempla la viudedad foral navarra desde tres diferentes ángulos:
Uno, sociológico y político , en el que pongo de relieve la inserción de la
viudedad en un determinado sistema familiar.
Otro , histórico , que corrobora esa tesis , mostrando el origen fáctico de la
viudedad.
y otro, jurídico concretado a la naturaleza y estructura del usufructo viudal. En
este orden de ideas analizaré tres aspectos : el teleológico de la naturaleza familiar de
este usufructo; el causal de su condición onerosa , y el estructural de su carácter
familiar, real y legal.

("') El profesor José Luis Lacruz Berdejo, uno de los más relevantes civilistas
españoles de este siglo, falleció en Zaragoza el 23 de noviembre de 1989. Todos y cada
uno de los innumerables frutos de su ingente labor como jurista obligarían a recordarle
en las páginas de esta Revista, que tan de cerca siguió desde su primer número y a la
que cupo el honor de publicar uno de sus últimos trabajos. Uno de sus méritos, sin
embargo , lo exije imperiosamente: el profesor Lacruz incorporó el estudio de los
Derechos civiles forales, superando arraigados [olcklorismos y superficialidades, a la
ciencia del Derecho civil. Rescatando este trabajo suyo sobre el usufructo de fidelidad
navarro, redactado a mediados de los años sesenta, quiere la Revista Jurídica de
Navarra rendirle el homenaje que, en justicia, merece (Nota del Consejo de Redac­
ción).

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En este aspecto estructural discurriré rápidamente , en primer lugar , sobre el
contenido del derecho que presente notables semejanzas con el usufructo; en segundo
lugar , sobre su nacimiento mortis causa, que hace jugar aquí ciertos principios de
Derecho sucesorio ; en tercer lugar, sobre su naturaleza legal que ha de permitir ,
consecuentemente, ciertas medidas de protección en vida de ambos cónyuges; y en
cuarto lugar sobre su incidencia en un patrimonio individual, y consecuencias que
acarrea.

11. PRIMER ORDEN DE IDEAS: EL SOCIOLOGICO


A tres orientaciones fundamentales reconduce COSSIO los sistemas jurídicos en
tema de los derechos del cónyuge viudo (siquiera los concrete a la mujer). Existe
-dice- en primer término, una serie de normas que tienden a favorecer la permanen­
cia de la mujer en la familia del marido reconociéndole al efecto un conjunto de
derechos constitutivos de su «viudedad», unas veces establecidos contractualmente y
otras por imperativo de la costumbre , pero siempre vinculados , más que a la sucesión
propiamente dicha , al régimen económico matrimonial , en cuanto se dirigen, sobre
todo a mantener la unidad del organ ismo que la familia constituye, mediante un
aplazamiento de la división material de su patrimonio . Un segundo grupo de normas
partiendo también de la base de que el viudo no es un heredero propiamente dicho , y
admitiendo como un hecho la salida del mismo del organismo familiar al disolverse el
matrimonio que a ella le mantenía vinculado , considera como decisiva la obligación
alimenticia , que se mantiene íntegramente a cargo de la herencia del premuerto .
Finalmente , un tercer grupo , superando tales puntos de vista y equiparando en el
orden sucesorio al marido y a la mujer, tiende a conferir tanto a uno como a otro
derechos propiamente sucesorios en concurrencia o con exclusión de los demás
parientes.
Cada término de esta clasificación se corresponde muy de cerca con determina­
dos tipos de organización del régimen económico del matrimonio . Los derechos del
cónyuge sobreviviente y la situación de los esposos en la economía del matrimonio no
son (más todavía en lo que atañe a la mujer) dos cuestiones distintas y autónomas , la
una de Derecho de sucesiones y la otra de familia , como parecen creer muchos
autores; al contrario , constituyen lo que, hablando en términos matemáticos, podría­
mos denominar una función. La cuantía de la expectativa sucesoria del viudo se ha
señalado siempre por el legislador teniendo en cuenta los beneficios que percibe
mediante el régimen matrimonial , de modo que tales derechos sucesorios tienen su
máxima amplitud en aquellos ordenamientos en los que cada cónyuge es ajeno a la
actividad adquisitiva del otro : más generalmente, ello se traduce , en la práctica , en
que la mujer no participa en las ganancias del marido (por ejemplo, Italia , y sobe
todo Inglaterra). A la inversa, otras legislaciones -y este es el caso del Derecho
aragonés y también del propio Derecho navarro- si no conceden al cónyuge cobrevi­
viente ningún derecho sucesorio , le compensan con extraordinaria largueza en el
campo del régimen económico del matrimonio, incluida en él la viudedad foral.
La diversa configuración de los derechos del viudo no obedece, por tanto , acaso,
sino que viene en cierto modo predeterminada por la contextura de la familia-tipo
que , en cada país , o ha sido , en otros tiempos, paulatinamente moldeada por la
costumbre, o, en cualesquiera, ha servido de dato primario e ineludible al legislador.
La institución del usufructo vidual presupone, al menos en sus comienzos , en el
impulso inicial , una institución familiar fuerte, extensa y unida por fuertes vínculos ,
creados', no ya simple ni principalmente por el afecto , sino por una economía y unas
tradiciones comunes. Es entonces cuando la familia representa una célula social
completa, autónoma, casi autosuficiente: sus relaciones con el exterior apenas se
distinguen de las que hoy configura el Derecho internacional público . Una célula
duradera también, en la que los individuos se suceden y se sustituyen sin alteración de
su sustancia: en la que se vive, a la vez, de cara a un pasado continuamente presente
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en el pensamiento de esos individuos , y frente a un porvenir que hay que preparar
para los que después seguirán dando vida a la célula, igual y estable a través del
tiempo. Es esta fungibilidad de los componentes de la célula la que convierte el
nacimiento , el matrimonio o la muerte en meros episodios , capaces para acelerar o
retardar el ritmo de la vida familiar, pero no para detenerlo , mientras haya familiares
y un patrimonio, pobre o rico , aumentado o disminuido, que sirvan de base a su
convivencia y se halle destinado in coplexu, a las generaciones futuras. A ellas se
sacrifica el presente, como ellas, a su vez , lo inmolarán , si preciso fuere , a un futuro
más lejano: lo que importa no son los componentes del grupo , sino la perduración del
mismo, a la que sirve igualmente una fuerte disciplina interna que perdura también',
con escasos cambios, tras la mayor edad de los hijos.
Frente a este tipo de familia autónoma y duradera , se opone otro en la que cada
matrimonio es base de una célula distinta , de modo que lo episódico es la célula
misma , totalmente independiente de las otras, y mero agregado de individuos que,
nacido en torno a un hombre y una mujer casados, está de stinado a disolverse, al
menos, al disolverse el matrimonio y extinguirse así el centro de cohesión familiar.
Esas células inestables , sin pasado ni futuro distinto del de los individuos que las
integran, sin viabilidad para perdurar a través de las generaciones, no pueden servir
de núcleo a una adscripción subjetiva o una propiedad vinculada . Su desagregación y
muerte es un fenómeno previsto , y la consiguiente separación de los bienes que acaso
estuvieran unidos sirviendo a una finalidad colectiva , inevitable. La sucesión, a su
vez, se contempla entonces en términos individuales, igualitarios, inorgánicos, pues
los bienes no tienen un fin permanente e intemporal al que servir. El individuo reina:
su voluntad gobierna el grupo, que puede reducir o acaso eliminar ; son los sentimien­
tos personales y no ancestrales imperativos lo que mantienen la cohesión de tan
inestable agregado. «El hogar -dice COSSlo- es simplemente un nido transitorio que
se toma a renta, vacío de tradición y de recuerdos , y nadie siente otros deberes que
los que imponen los vivos entre los que desenvuelve su actividad diaria: las generacio­
nes que vengan después habrán de resolver sus propios problemas , ya que a cada día
debe bastarle su trabajo ».
COSSI O llama a estos tipos familiares, respectivamente, familia-comunidad y
familia-socied ad . Acaso podríamos denomin arlos, mejor , buscando su paralelo en la
teoría de la persona jurídica familia-fundación y familia-asociación, correspondiendo
a la clasificación de LE PLAY entre familia estable e inestable.
Es la primera la que ha sido caldo de cultivo originario de la viudedad foral.
Parece que en ella el fallecimiento de un cónyuge no debería tener repercusión alguna
sobre el estado de las relaciones patrimoniales, verificándose tan sólo un cambio
subjetivo en los titulares de una de las cuotas. Pero aun entonces ha de tenerse en
cuenta la distinta naturaleza de , por una parte, la relación entre los parientes de
sangre , y por otra, el parentesco político del cónyuge sobreviviente con los familiares
del premuerto : entre los parientes de sangre , aunque se separen del núcleo familiar,
el vínculo no de saparece ; en cambio el cónyuge superstite sin hijos , siquiera continúe
en la casa y bienes del difunto , no está vinculado familiarmente a la comunidad .
Además no cabe eliminar la eventualidad de que contraiga nuevas nupcias , creando
así una nueva familia, ni el hecho de que , aun ingresando en una comunidad familiar
por el matrimonio, conserva siempre las relaciones de sangre con sus parientes
propios. Todo ello exige una atenta regulación de los derechos que puedan corres­
ponder al viudo en el núcleo de bienes familiares, si se pretende conservar éste para
las generaciones futuras en el mismo estado, al menos , en que se recibió de las
pasadas .
Esta particular situación del viudo , por lo demás , supone un punto de conexión
entre la familia estable y la inestable. En aquélla, la incógnita en el propósito y
destino común de mantener la unidad absoluta del grupo a pesar del fallecimiento de
uno de sus componentes , viene representada por la posible separación del cónyuge
superstite , cuya convivencia es directamente incoercible y a quien hay que disu adir de

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su idea de salir del consorcio familiar, o en otro caso hacer su decisión inocua,
mediante un régimen matrimonial y sucesorio que condicione sus derechos , o que los
configure alternativamente apreciando su permanencia o ausencia en la familia:
evitando que la cuantía de su participación en el patrimonio familiar sea tal que, al
retirarla , quede éste económicamente destruido, y brindándole, como alternativa, un
puesto en el hogar que continúa; el goce de los bienes familiares, y el trato y el poder
personal y patrimonial correspondiente . No será, entonces un heredero, ya porque no
los hay propiamente, o porque sólo Dios puede hacerlos, o porque simplemente no se
ha querido dejar en sus manos la amenaza de una acción divisoria de los bienes
familiares. Es, así algo menos, pero también , si quiere, en muchos y muy principales
aspectos , mucho más.
En la familia inestable a la que el legislador o los propios componentes quieren
dotar de alguna mayor perdurabilidad, congruente con la asunción de finalidades algo
más amplias, es también el cónyuge viudo una pieza clave; es su continuación al
frente de la familia la que asegura la prórroga de ésta, y para ello , legislativa o
convencionalmente o testamentariamente , se trata de configurar su posición en forma
semejante a la de la familia estable.
Es precisamente por esta función que puede jugar en la familia inestable , por lo
que hoy la viudedad, no sólo perdura, sino que una importante corriente de opinión
reclama su extensión a toda España . La estructura jurídica impuesta otrora por
determinadas condiciones de hecho , pretende convertirse en determinante de la
producción de estos mismos hechos que antes la impusieron . Lo que primitivamente
fue consecuencia de la comunidad familiar , pretende ahora emplearse como causa de
ella.
De hecho , si la viudedad fuera un fenómeno sólo propío de familias fundamen­
talmente estables, hubiera debido desaparecer en aquellas ciudades de territorio foral
donde el tipo familiar apenas presente diferencia con los de los otros territorios
españoles . El que no haya sido así , demuestra la ambivalencia de esta forma de
favorecer al cónyuge viudo.
La unidad familiar no es necesariamente intrínseca a la viudedad como causa que
la determina: basta que sea , en otros caso s, el efecto que con ella se pretende
conseguir.

111. DIGRESION AXIOLOGICA


Pero causa o resultado, principio o fin , no hay duda de que la unidad famil iar
constituye, en una u otra forma, el fundamento de la viudedad.
MORALES, en su Memoria, lo pone de relieve para el Derecho del Fuero General.
«No era -dice- una atención a la viuda desamparada; no era una parte de la herencia
conferida al cónyuge supérstite en consideración al vínculo contraído; era una institu­
ción familiar que atendía, sí, a este género de consideraciones, pero además tendía a
que la sociedad conyugal no se rompiese totalmente por el fallecimiento de uno de los
cónyuges, a que continuase hasta la muerte de ambos sin disolverse la familia , no
quedando el viudo o viuda sin relación ni enlace con los hijos, con separación de
bienes como extraños. Por ello no habla el Fuero de la tutela de hijos de infanzones, y
sí de la tutela de hijos de villanos: por ello , los hijos quedaban en poder y guarda, no
sólo del padre viudo, sino de la madre, en lo cual se ve claramente la patria potestad
materna ; por ello , cuando el padre viudo manifestaba a sus hijos que no podía menos
de repetir matrimonio, y que recibiesen su parte de bienes maternos, les concedía el
fuero que si quisieren la tomasen ; y si no querían no los pueda obligar a ello al padre,
pero se casará y tendrá casa con la muger y los hijos; es decir, continuará sin disolverse
la sociedad conyugal, la familia». Aduce , por último, la colocación del capítulo del
Fuero, no en el lugar donde se trata del destino o testamento, ni de las sucesiones , sino
de casamientos y cosas pertenecientes a ellos.
El propio autor, cuando se hace cargo de las objeciones más corrientes contra la
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ide a de configur ar los derechos de l cónyuge viud o co mo un usufructo vita licio so bre
fados los bienes del pr emu er to , lo hace de sde el pun to de vista de la co nse rvaci ón de
la unidad familia r, y en cua nto se apa rta de e llo, sus co nside rac iones sue na n a falso .
Pa ra é l e l argume nto de que este tipo de ben eficio vid ua l «es antiecon ómico , pues ha
sido sie mpre fu nes to mant ene r d ivididos por la rgo tie mpo la pro pieda d y e l usufr uc­
to », y de qu e «e l cuidad o de los bien es es flojo dan do lugar a qu e se esquilm en y a qu e
no se hagan mej or as en ellos», se bo rr a ante co nsiderac io nes de orde n ético y sólo en
segundo lugar ante otras de or den leg al. «Cua ndo e l ma tri mo nio -dice- se disue lve
por fallecimiento de un o de los có nyuges qu edand o hijos , ¿se co mpre nde que e l pad re
o m adre viudos que continúan co n la guarda y ed ucació n de éstos, qu e son , sobre
hijos de sus entrañ as, los q ue han de heredar los bie nes todos de la sociedad cony ugal
sin división de matern os y pa te rnos; se compre nd e , rep etimo s , qu e quiera esq uilma r
los bienes , qu e no qui e ra mejo rarl os? ¿Se rá más con fo r me a los principios eco nó mi­
cos esa co ntinuac ió n co mún produc tiva y no cos tosa , o una di visión de bien es e n
costosa tes ta mentaría , una ad ministrac ión separada . gas tos y cue ntas se parado s e ntre
pa dre o madre y sus hijos?».
«Pero se va al caso más rem o to , al me nos frec ue nte, pues más so n los ma trimo­
nios con sucesió n qu e sin ella; se va al caso de q ued ar e l so brevi vie nte sin hijos.
Respo nd an po r nosot ro s las leyes de Cor tes y el Fue ro . E ntre las o bligac ione s del
usufru ctuario , la prim era es la recepci ón minuciosa de inventario ; la pen a de pagar e l
d up lo en las oc ultac iones ; y respe cto de l cu ida do de los bien es». es ta blece el legisla­
do r minu ciosa especificación.
En ca mbio cua ndo sa le e l a uto r del or de n fa miliar , respo nde a esta mism a
o bjeción co n un arg ume nto tan débil , co mo e l de que ha p asado la eda d de lar gas
vidas de los pa triarcas y la media de eda d de l hom bre es corta .
A l argume nto de q ue la viudeda d es exp ues ta a int roducir la inmoralida d en la
famili a porqu e divide al q ue po see y a l q ue ha -de venir a ser du eñ o , responde
acerta da me nte qu e más divide la sep aració n de bie nes -entre e l viudo o viuda y sus
hijos. Por aqu el de recho , «continúa la sociedad fa miliar ' que for mó e l mat rimonio
aunq ue de sap arez ca uno de sus satenes , pues que da e l o tro qu e asume tod a a utoridad
y dirección , ya su a lre de do r se agrupan y est rechan más los tiernos vás tagos. Po r él
continúa la co munió n de bienes , qu e pasa rán las más de las veces a los hijos sin
divid irse e n pat ern os y maternos, pues se fund ie ro n con las bend icion es nu pciales y
no pudo se para rlos ni la mu erte. Por é l la mad re viuda, lej os de dec aer e n co nside ra­
ción , adquiere más auto rida d, más deber es , co n la gua rda y ed ucación de sus hijo s.
Por él no se ca mbia bru scamente el mod o de se r del viudo o la viud a qu e no apo rtó
apenas bien es , pe ro a quien los pin gües apo rta dos por su con sor te co loca ro n en una
posición social de la que en otro cas o ten d ría que de scender br usca me nte , porque
só lo a sus hijos toc aba co ntinuar en el boat o y desahogo , y ella , con habe rlos echado
al mund o, co mo un a mer a representación de l der echo sucesorio paterno , había
co ncluido su misión de m uje r fecund a , sin que tenga qu e continu ar e n la madre
ca riñosísi ma ni e n la de verdade ra y ún ica inte resad a , so bre tod os los de l mundo, en
la educación mo ral y religiosa y e l porvenir de sus hijos. Por é l no podrá pa sar la
madre viuda que qu ed e en tale s co ndicio nes por la humillaci ón de de ber a sus hijos la
pen sión qu e la sostenga .»
Un an álisis más det enido de las ve ntajas e inco nvenientes de [a viude da d , ya
cuando hay hijos, ya cuando no los hay , y sea en Jos casos corrientes o e n los de viudo
binu bo , podrá ocupar un a entera con fer en cia, y no entra en la fin alidad de ésta , una
vez qu e hem os situado sociológica me nte a la viud ed ad . y es ta mos en con diciones de
co nt ras tar"con ay uda de l dato histórico , la realidad de cua nto llev amos dicho .

IV. SEGUNDO ORDEN DE IDEAS. EL ASPECTO HISTORICO.


CUESTIONES DE REGIMEN MATRIMONIAL
E n definitiva , pues , en un est udio de tipo más bien abstracto ya priori, ve mos
qu e la viude da d fo ra l tie ne su ex plicación sociológica y su pr incip al justificación ética

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en la idea de la co nse rva ci ón de la familia . Ah ora va mos a comprobar cómo el


. usufructo vidual se desarroll a , en efecto , en la histori a , precis ament e en el marco de
la vida famil iar , com o un medio de defensa de la familia , y ad emás , como derivación ,
ante unas cam biadas circunstancias económicas y soc iales , de instit utos más antiguos
. destinados a idéntica finalidad .
Mi buen a migo Jo aquín ABADíA, sobre la base de la innegable influencia que el
Corpu s iuris civilis eje rció en la mentalidad jurídica nav arra , apunta la idea, desde
lueg o en fo rm a muy dubitativ a , de que tal vez el llam ado usufructo foral se inspire
«q uizá en la asigna ció n usufructuaria que de sde época s lejan ísirnas se hacía en Rom a
el supérstite par a gar antizarle holgada su bsiste nc ia sin qu ebranto de la unidad del
patr imon io , y para qu e los bien es no sa liera n d e la familia del causante o de sus
her ede ros , p ráctica és ta en la qu e VON MAYR e ncue ntra e l orige n más p robable del
usufruct o or dina rio ».
No me parece muy seg ura esa atrib uc ión, y más bien pienso que usufruct o fo ra l,
en una época , e n qu e la influencia rom ani st a no era tan marcada como a par tir de la
seg u nda mit ad d el sig lo XIII, nació por tr an sform ación de la posi ción ju rídi ca del
cónyuge viudo e n la comunidad famili ar .
En el D er echo ara go nés, es ba st ante fundad a la con jetura de que inicialmente la
comunidad conyugal esta ba reducida al matrim oni o con hijos . Indicio, muy significa­
tivo , es el siste ma de arras muertas al nacimi ent o del primer hijo , que sigue n algun as
fuentes a ntiguas .
Se rec ordar á qu e las arr as so n, e n E sp añ a , un equivalente del Wittum y la
Morgengabe germ ánicos , y del do uaire francés . E n Aragón y Navarra lo s hall am os en
documentos desde e l siglo XI , co n caracteres algo imprecisos . En general , sirven para
ase gurar la situa ció n d e la viuda . D e los docum ento s se deduce qu e las arras consisten
primit ivam ente en bienes inmu ebl es determin ad os o en un a cantidad e n met álico .
En Aragón hay una importante diferencia de ré gimen entre las arr as de la
infanzon a de una parte y las de la fran ca y villana de otra , manifiesta e n cua nto a los
efe ct os del nacimiento del primogén ito . Pu es mientras tal acontecimi ento d a lug ar a
la pé rdida de las arras asignadas a la muj er ciuda d ana o villana , me jora la posición
jurídica de la noble. Las arras, se dice en fuentes de otros reinos , en las qu e también
se prevé su extinción cuando so brevie ne descendencia, son muertas. E ste siste ma de
arras muertas en la mujer no infan zon a se halla en todas las fuentes arago nes as que
trat an co n algún detenimi ento la mat er ia . A sí e n las colecciones de D er ech o de Jaca ,
que tanta influencia tuvi er on e n navarr a .
¿Q ué significa esta resolución de las a rras?
En el terreno de la pura hip ót esis , p ue de pen sarse qu e en Aragón e l sistema de
bien es de los matrimonios de infan zon es fuera en su ori gen algo diferente de l de los
villano s. Entre éstos -a los qu e se asimilan luego los burgu eses- la comunidad
co me nza rí a con el nacimi ento del primer hijo, siendo diferente lue go que tal hijo no
so bre vivie ra . Y precisamente el comienzo de la co munida d sería ca usa de la d esap ar i­
ción de las arras , porque el fin a que tienden de asegurar la viude da d de la mujer ,
queda mejor cumplido por la cuo ta qu e a e lla corresponde so bre los bien es co mu nes a
la disolución de la comunidad .
En Navarra , el siste ma de arras, y a la vez la viuded ad (lo qu e indi ca la originaria
rel ación en tre ambo s institutos) son propios exclusiva men te de los infanzon es. La
muj er villana , no ten ía otra protecci ón qu e su pa rticipación en la comunidad conyu ­
ga l.
Mas , e n la mism a líne a que a la idea de las arr as mu ertas , só lo qu e en dirección
o p ues ta, hay algún ind icio e n e l Fu ero G en eral de qu e acaso , origi nari am ente, e l
ot or gami ento d e arras a la muj er excluía la comunidad co ny ug al. Así cuando ex plica :
«E t tiempo pa ssad o , si las cre aturas qui sieren et disier en al padre datnos nu estro
dreyto, develi s dar e l padre , si las arras ha las harras po r suert si no la meatat de las
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heredades a lur esleyta de los filias ». Acaso este pasaje se a resto de un anterior
régimen en el que la mujer tuviera su viudez protegida alternativamente (no acumul a­
tivamente ) por las arras o el conso rcio.
Pero (o cierto es que en el Fuero General , al que ciño hoy mi estudio , la
comunidad con yugal se halla ya del todo caracterizada . Esta comunidad no es
exclusivamente de gananciales, siquiera, no sólo el régimen vigente hoy en Navarra es
éste , sino que se afirma unánimemente por los autores ser el régimen establecido por
el Fuero general.
La confusión no es de hoy . Seguramente cuando, en 1558, una ley de las cortes de
Tudela ordena que «casando padre o madre segunda vez sin hacer partición de bienes
con las criaturas del primer matrimonio, lo conquistado y mejorado durante el
segundo se comunique con las criaturas del primero y se reparta en tres partes
iguales», rige ya en Navarra el sistema de comunidad de adquisiciones por título
oneroso constante matrimonio. Mas no es ése el que aparece en el Fuero , en el cual
podem os observar una dualidad de soluciones, dependientes de diversas circunstan­
cias.
Entre villanos, en los casos normales la composición del patrimonio consorcial se
determina a la disolución del matrimonio. Si muriendo uno de los cónyuges quedan
hijos suyos y del supérstite han de dividirse todos los bienes de ambos, adquiridos por
cualquier título, antes o después del matrimonio . No quedando hijo s, sólo son
comunes los muebles y las conquistas , como en Aragón. Las fuentes son muy claras .
«Co mo quoando villano cas ados oviendo fijos de ganancia muere el uno, deve criar
ata que ayan hedat et la particion deve ser at al , que la meatat de todas las heredades
del padre deven prender et de la madre estas creaturas, ey lla pr endiendo unos
vestidos para si ; et lo al de ste marido e desta myj er , heredad ha mueble , partan lo por
meyo . Ouoal que muere senes creaturas, las heredades del muerto deven tornar a su
natural » (2, 4, 19 a 22).
Idéntico sistema se desprende para los infanzones del Fuero G eneral 4 , 2, 3: en
ausencia de hijos las heredades deben devolverse a los parientes del cónyuge propie­
tario, y en cambio , si ha y hijos , deben dividirse e ntre ellos y el sobreviviente y los
herederos del premuerto.
El régimen de comunidad universal impuesto por el fuero a los matrimonios con
hijos debió observ arse , acaso , mientras los bienes paternos y mat ernos, y especial­
mente los que componían el patrimonio familiar, estaban destinados a ello . El hecho
de que las heredades de un cónyuge pasasen a ser propiedad vitalicia del otro carecía,
entonces, de trascendencia . Por eso en Vizcaya , donde el derecho a disponer para
después de la mu erte ha estado siempre muy limitado, yen especial en cuanto a los
bienes troncales , ha continuado sin dificultad el régimen de consorcio universal entre
los cónyuges con desc endientes. Si tal comunidad no subsistió en Navarra , acaso fue
debido a la introducción de la libertad de testar.
El proceso de transformación del sistema alternativo del Fuero General debió
comenzar en el mismo siglo XUI. y termin ar en el XV . Primero desaparecería la
comunidad universal legal. Luego, el concepto de conquista se reduciría a las ad­
quisiciones por título oneroso .

V. COMUNIDAD CONTINUADA Y VIUDEDAD


Pero adem ás, entre infanzones, la mu erte de uno de los cónyuges no disuelve
necesari amene la comunidad conyugal de bienes. Sobre todo habiendo hijo s, conti­
núa una comunidad dinámica, con un patrimonio capaz de aumentar mediante nuevas
conquistas.
En mi opinión , es esta comunidad continuada la que se configura tan claramente
al inicio del fuero «Como deve tener fealdat Ynfanzon biudo (4 , 2 , 3); Ynfanzon
casado , con su muer oviendo creaturas, si muere la muger , el marido deve tener las

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he red ad es de la mu yller e t las suias ten iendo fca lda t , e t tod o e l mue ble deve re ze bir e t
todas las deudas pagar mient re tov iere feald at , et dev e crear et con seyllar sus
creat uras» . No se reg ula en este capít ulo la institu ción de la viudeda d, tal como la
con ce bimos ho y. El infa nzón qu e tiene las hereded ades y los bien es mu ebl es , suyos y
de su mu jer , y qu e paga todas las deudas y que alime nta y ed uca a sus hijos , es un
co ntinua do r de la com unidad matrim oni a! qu e luego habrá de divid ir por medio co n
aq ué llos cua ntos bie nes posee. E l viudo no es pro pia mente un usu fru ctu ari o sino un
conso rte administra do r con poder es muy ampl ios , q ue pierde cua ndo se desvía e n su
ejercicio o cu and o co ntrae seg un das nupci as . T ale s poderes no a lcanzan , po r lo
dem ás, la enajenació n de los inmu ebl es , y ni aun los p ro pios .
Adv ié rtase , ade m ás, qu e si el fuero co nce de a los hijos, en determinados casos,
la fac ulta d de im pedir la d ivisión de los bien es , ha de se r po rqu e e l ejercicio de tal
facultad les report a alguna ventaj a . Y de nad a les sirve a los hijos impedir o practica r
la di visión de un os bienes conyugales indivi sos qu e se hall an so me t idos al usu fru cto
del viudo, y en cam bio les es muy ve nta joso co ntinua r la indi visió n si los frutos de los
bien es indivisos, y a un de los aporta dos van a inc re me nta r e l cau da l partible , seg ún
suce de e n el Fu e ro G eneral. D e donde se dedu ce qu e , e n este supuesto , no hay
ve rda de ra viud ed ad .
En cambi o , si e l matrimoni o de infanzo nes se disuelve sin descendenci a , no hay
continu ación de la co munidad, sus tit uida aquí po r la viuded ad lega l, que com porta al
có ny uge sobreviv ient e . As í, sin ductil posib le , el pro pio Fu ero G en er al: «Ma rido e t
mu yller casa dos ense m ble no ovie ndo creatura s, mu e rt a la mu yller e l marido pu ed e
ten er sus hered ad es. Q uoa ndo moriere el mar ido , las her ed ad es de la mu ger de ve n a l
pa rent esco torn ar . O tr ossi, las hered ades del ma rido de ven torn ar a l parentesco del
ma rido » (4, 2 , 3). E l usufructo vidu al vers a aq uí so bre inmue bles perfectam ente
indi vidualizados . Nad a se dic e de los bien es mu ebl es : es posible que se d ividier an
inmediata me nte a la d iso lució n del matrimo nio e ntre e l có ny uge so brev ivie nte y los
her ed eros del fallecido , para qu e los fru tos de los inmue bles usu fru ctu ad os ing resa ra n
e n e l patri mo nio del viudo sin co nfundirse co n un a masa de bien es co munes mu eb les
ya inexistente . Mu y claro se ve esto asimismo e n o tro pasaj e: «E t si oviere muyll er et
vinie re, podra ten er fealdat et te ner las hered ad es del marid o en fea ldat, e t co br ar la
me at ad del mu eb le» (2 , 4, 13).
La viude dad recae excl usivame nte so bre los inm ue bles: la mu je r no percibe e n
los mu ebl es sino su parte, y no pue de pretend er qu e se le ent reg ue la mitad co rres ­
po nd iente a los herede ros de su marido para usufructuarI a .
Nótese qu e , ind ependientement e de los bienes a que afect a y los casos e n qu e se
produ ce , la viud ed ad es siempre y por su pr opi o co ncepto es pec ie distinta de la
co m unida d co ntin ua da . Aun aplica da aq ue lla al caso de haber hijos del mat rimon io y
e xtendid a a tod os los bien es del có nyuge difunto , sigue teniendo con és ta dife ren cias
de es tructura mu y impo rtantes . La co munida d co ntinuada ex cluye la división de los
bien es co nso rcia les po r definición , como resu ltad o normal de la continu ación del
funci onamiento de l co nsorcio . cuyo pa trimo nio va ría en cad a mom ento . La viude da d
excl uye la parti ción só lo de hech o , por razon es prácticas , a unq ue en rigor nad a se
opo ne a que se a tribu yan a los he red eros del marid o , e n nud a propieda d , o una cuo ta
en e l pat rimo nio del có ny uge pr e mu erto , u objetos det ermin ad os de él: por lo de más,
pu ed e la viud ed ad alcanzar só lo a ciert as ca te gorías de bienes o a bien es ind ividu al­
me nte determin ad os dentro de un pa trimo nio , e n cuyo caso úni cam ent e se suspe nde
la part ición re specto de aqu éllos.
Por' co mpa ración co n otras fuentes, hay qu e supo ner qu e la viudedad no es un
insti tuto antiq uísi mo e n e l mom ento de red act ar se e l Fue ro Ge nera l. Fun cion alm en­
te , es red undante co n las arr as , que tamb ién tien en com o fina lidad asegurar la
subs istencia de la viudad (aunque luego hayan de pasar a los hijos)' y en e l Fue ro
sigue mantenié ndo se la incompat ibilidad qu e der iva de razones técni cas ine ludibles , a
saber , qu e am bos inst itutos recl am an la po sesión y administrac ió n de [os bien es -po r
- - - - - -- -- - -- - - -

lo cu al, no pu eden coe xistir dos ad minis tracio nes y posesio nes, un a por cada título- y
---- ....

qu e el des tino de la tot alid ad de los fru tos es e n cada caso dif erent e , po r 10 que no
puede des tinarse un a to tal idad , a la vez, a dos masas pa tri mo nia les.
U na evo lución poste rio r, realizada sobre to do, no por vía legislat iva , sino me­
diante la in terp rcetatio de los textos antiguos, va a dar a la viude da d su co nfiguració n
actual, ampliá ndo la a todos los bie nes ; sustitu yen do co n ella a la co mu nida d cont i­
nu ad a en e l caso de no hab e r hijo s , y ext endi éndol a a los villan os. Pero describirla
excede a la fina lida d de esta part e históri ca destinad a a dem ost rar q ue e l origen
fam iliar de la viud ed ad no sólo es un pr esupu esto soc iológico sino un hech o real ' .

VI. TERCER ORDEN DE IDEAS. EL ASPECTO JURIDICO POSITIVO.


NATURALEZA FAMILIAR DE LA VIUDEDAD
y llegam os a la últim a parte de esta co nfe re ncia, en la qu e trat aré a lgunos puntos
funda men ta les en tem a de la na tura leza jurídica de la viud ed ad , y cie rtas co nsecue n­
cias q ue de e lla deriva n . ­
E n pr ime r lugar , e n un as pec to qu e es principa lme nte teleológico , po rq ue la
so lució n nos vie ne dada por la fina lidad del ins tituto, hay q ue co nveni r en q ue la
viud ed ad no es un derech o de na t ura leza sucesoria, sino natur aleza fa miliar. Así lo
demu estran , en prim er lug ar , el origen del inst it uto q ue aho ra acabo de descr ibir , y su
ulteri or desarro llo histó rico en e l cu al la viud ed ad es sie mpre un de rec ho de fa milia
sin qu e se le at ribuya n consecue ncias de Derecho de sucesiones , y sin q ue se suplan
las lagun as de la reg ulació n legal , sa lvo en p unt os mu y co ncretos com o el de l
inventario , con las no rmas q ue rige n (a he ren cia.
Además, posit ivam en te no es co ncebible la viude dad , tal co mo vien e reg ulada en
e l D erech o nav arr o, como un derech o sucesorio. No es un a sucesió n a títul o de
herede ro po rque, aun supo niendo qu e un sucesor en el usu fru ct o uni versal pu ed a
co nsiderarse herede ro , e l de recho qu e e l viu do tiene sobre los bien es no se le co nfiere
co mo un a co nsec ue ncia de fa as unció n in complexu, de las posicio nes jurídicas de l
ca usa nte , a las cu ales con t inúa aje no en tod o lo que at aña a l usu fruct o (po r ejemplo,
le será ina plicable e l art. 911 Cc. ) . Por en de, en Nava rra no pue de n darse los
co nf lictos qu e resu elve e l art . 841, ni los qu e se pr oducen e n de termin ad os casos de
aplicación del 812 del Código civil. Por ot ra parte , tam poco puede ca lificarse el
usufr ucto vidual de legado , puesto qu e ni es ordena do por el ca usa nte ni es un a deu da
(de entrega de propi eda o de posesió n) de los herederos, sino un grav amen co n el q ue
recibe n éstos los bien es. E s, en definitiva , un ben ef icio le gal - insisto en qu e no

l . Ent re los Derec hos co ma rca les , el fue ro de la va l de F unes da co mo subsiste nte la co munid ad dc
bie ne s en tre có ny uges , de spu és de d iso lve rse por muerte e l mat rimon io , e n un a norm a q ue detalla las
co nsec ue ncias de no ha ber d ividido co n los hij os de l primer ma t rimo nio antes dc co nt rae r el seg undo , y e n
o t ra que a uto riza al có ny uge so b re vivie nte pa ra e na je nar sus her ed ad es pro pias si n par tición hec ha con los
her e de ro s de la muj e r. proh ibié ndo le en ca mb io do nar el mueble ( no d isti ng ue si se t ra ta d el mue ble
ad q uirido a ntes de la d iso lución del matrim on io o despu és de e lla ) y las her edade s ga nacia les . Pe ro no
parec e q ue la co mu nida d pued a co nt in uar siendo co ntr ari a a el lo la vo lun tad de los hijos.
Co n relación a la viudedad , ord e na e l fue ro q ue : "T oda rnuge r in fa nzon a terna sus a rra s e n to do s los
bie nes qu e dcxa rc s u mar ido e n fea ldat».
E s de su po ne r qu e , co mo ocu rre e n todos los rest an tes orde na mie nto s estud iados aq uí , la viudedad
de la muje r co n hijos es m ás propia me nte una prórroga del co nso rcio co nyugal, mie ntra s sin hijos ,
segura me nte tie ne un caráct er de usu fr ucto vid ua l más marcado, incluso co n la a tr ibución a In muje r , a
mo do de l Ycrfangenrechsts d e las fuentes ge rmá nicas, de la to ta lidad de los bie nes muebl es con sorciales .
Nót ese qu e e l fuer o de la va l de Fu nes limita la viu de d ad legal a las a rras , q ueda ndo a l a rbit rio de l
marido asigna r además o t ros bien es a la m u jer. Nada se d ice de la viud edad del ma rido .
Seg ún e l-fue ro de Tude la, e l mari do q ue q uier e co ntraer nueva s nup cias ha de par tir co n los hijos de
la primera muje r . T ambié n, pues , e ra co rrie nte en é l la su bsiste ncia de la co m unidad .
Ape nas sa be rnos ya nad a más: ni siq uiera si la conti nuaci ón dep e ndía de la vo lu nt ad de l padre , o de
los hij os , o de a m bos.
'Co nsta qu e e l ma rido te nía viuded ad so b re las he red ade s dadas por el pad re o la ma d re o la muje r, y
ta mbié n debía oc u rrir a l co nt rar io . «E si mu e re la filia a qui es dada esta he red a t siendo casada , e l mari do
pu ede i te ner viud edat , e no al si la muller non se la i qu isier a dar» .
E l fuer o un ifica la regul ación de las a rras para todas las clase s sociales , y co nce de a la mujer un
derec ho de usufru cto . e n todo caso . Ev ide ntement e se t ra ta de nor mas de o rige n mode rno.

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11 JOSE LUIS LACRUZ BERDEJO
pro cede de la voluntad del cau sante- qu e lleva consigo la posesión civilísima, y no
con vierte a l ben efici ari o e n deu dor de las deudas del difunto, siquie ra el caudal rel icto
siga respondi end o de ellas .
Finalment e, si la doctrina ha colocad o e l usufructo foral a veces entre los
derechos suceso rios, de hecho, lo ha tratado co mo un derecho de familia. Hoy , es ta
condición , se hace más patente en el proyecto de Fuero recopilado , que , en divergen­
cia con e l antepro yecto y co n las anteriores tentativas de Apéndi ce for al, regula el
instituto dentro del régimen de bienes de la famili a.
Much o menos ca be pensar que la final idad per seguida po r la viudeda d se
re suel ve en un derecho de cará cte r alim enticio , pu es aun cu and o este instituto cumpl a
en cierta medida tal finalida d, su configuración técnica poco tien e qu e ver co n la
institución aliment aria; o pera , aun en e l caso de que el cón yuge posea bie nes
suficie ntes para su susten to (todavía, en algún fuer o municipal castellano nie ga la
viud ed ad a la muj er qu e no hizo alguna apo rtación eco nó mica al matrimonio) , y, por
o tra parte , su ex tinció n se halla determinad a por causas com o la celebraci ón de
seg unda s nup cias, la vida inm oral , o el incumplimiento de las o bligac iones usufruc­
tu arias (cfr . COSSIO).
La ca lificación de la viud edad co mo der ech o de fami lia p lantea imp ortantes
pr o blemas en su encue ntro con los derechos suces o rios qu e pudie ran corresponder al
cónyu ge viudo en virtud de su estatuto personal , qu e pu ede se r distinto en el
mom ent o de celebrars e e l matrimonio (mo me nto que determina e l rég imen econ ómi ­
co del mismo par a en ade la nte) y e l del fallecim iento . Un ca mbio de regional idad o
nacion alidad pu ed e supe rpo ne r al derecho familiar de viude da d , proveni ente del
régim en del matrimoni o y reclamable por el viud o al disol verse la comunidad co nyu­
gal, e l der echo sucesor io qu e otorga al có nyuge so breviviente e l Códi go civil o e l qu e
pu ed a derivar de la legislación nacion al que e n el mom ent o de disolv er se e l m atrimo­
nio po r muerte ten gan los cónyuges. En cam bio , la adquisición de la vecind ad fo ra l
navarra por unos có nyuges podría arreb at ar al so breviviente los derechos legitimarios
qu e le aco rdase la legislaci ón anterior sin co municarle, en co ntrapartida, el usufructo
foral de viud edad",

2. S ANCli O R EBULLIDA pl ant ea así , para e l Der echo arago nés, las dos eve ntu alidades :
a) Adquirid a por dos có nyuges de otra región o nacion alid ad , la con dición de ar agon e ses , cua ndo
muere uno de e llos . no tendrá el otro de recho a l usu fructo vidua l de Aragó n, porque nace con e l
ma trimon io y consigu ienteme nte su existencia dep ende del régime n matrimonial de los có nyuges qu e es
- por el principio de inmu tabilid ad del ré gimen matrimonial- la ley de su región o país de o rige n que no les
con ced a tal beneficio . Po r ot ra p art e la ley q ue rige la sucesión del có nyuge pre mue rto es la de su
regional idad e n el mom ento de la muerte : la a rago nesa , qu e no co nce de de ningú n derecho suceso rio al
viudo, porque no lo necesita , porqu e le ha pro porcio nado ya una part e impo rta nte del patrimoni o del
ca usante por vía del régimen matrimoni al. El viudo o viuda se e ncue ntra , pue s, aba ndo nado a sus prop ios
medi o s, y nada adqu ier e de l premuert o .
b) Contrari amente , si dos có nyuges arago neses va n a vivir , desp ués de su ma trim oni o , a reg ión
so me tida al Códi go civil, y adquieren allí vecin da d, tendrá e l so b rev iviente , tanto el usufructo vid ual
arago nés (por se r éste e mana ció n del régim en de bienes del matrimoni o , que es el de la region alid ad de los
cón yuges en e l mom ent o de contraerlo, o sea , e l arago nés), como la cuot a legitimaria del Có digo civil,
pues to que la sucesió n de l premuerto se rige po r la ley de la region alidad del mismo en el momento de su
muerte, o sea e l Có d igo .
El prop io auto r reseña las so luciones doc trina les propuest as par a ate nder a es tos eve ntos .
MA IlTiN B ALLESTEIlO prop on e la aplicación con ca rác te r su pleto rio d el Có d igo civil en Arag ón, po r lo
qu e a los derechos hered itari os del có nyuge viudo se refie re , aun adv irtie ndo la paradoja qu e implica e l
buscar rem ed io a nuest ra legislación en una le gislación qu e se dice ha sido inspirada en este punto e n la
a rago nesa . Fu nda menta su p ropues ta en los arts. 12 y 13 de l Có digo t." de l Apé ndice, y en la co nside ración
de qu e éste no regul a los der echos suceso rios de l có nyuge viudo.
Pero corn o adv ie rte e l mismo autor , esta so lución tropi eza con que la suces ión, en gene ra l, sí que se
halla regulad a e n e l A pé ndice po r lo qu e se hace necesaria la sustracc ión de la suces ión del có nyuge de l
tot al de lain sti tuci ón suceso ria; y con lo q ue ha brí a de aplicarse , no so lame nte e n los casos de pé rdid a de la
veci nda d a rago nesa co n poste rio rid ad al matr imo nio , sino e n todos, hacie ndo coe xistir la cuota viuda l d el
Cód igo co n la viude da d , y aun co n la u nive rsal. ,
Ambas o bjeciones cree mos que tien en suficie nte fuer za par a re chazarl a . La so lució n carece de
fun dam ent o legal porqu e la pr et eri ción qu e e l o rde na mien to juríd ico aragonés hace del cón yuge viudo no
es , efectiva me nte , una lagun a, sino una omisión inte ncionada y justificada; es casi un prece pto negati vo de
ta les der ech os. Y pa ra carecer de fund am en to lega l, parece más co nve nie nte buscar otra so lució n más
eq uitativa y qu e au nq ue no se ap oye en texto legal con creto , no se o ponga ta mpoco al es pírit u qu e informa
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - EmllEI

Aunque sin apoyo -al menos directo- en los textos legales, la solución más justa
y viable parece sea conceder al cónyuge supérstite las ventajas de la ley navarra , como
más favorable . Esta solución encuentra fundamento , para el caso de faltar al cónyuge
sobreviviente los beneficios familiares y los sucesorios; a) en la relación íntima en que
se encuentran en el Derecho navarro los beneficios mortis causa procedentes del
régimen matrimonial y el derecho de sucesiones , debiendo entenderse que éste atrae
a su órbita aquellos beneficios cuando se trate de cónyuges que no hayan renunciado
a ellos y no los tengan atribuidos por la ley del tiempo de su matrimonio. En el caso
de concurrencia de beneficios, se impone la eliminación de uno de ellos, siendo
evidente la improcedencia de acumular , en cualquier sistema, dos cuotas usufructua­
rias en favor de un mismo cónyuge viudo : va esto contra los principios generales que
informan el sistema sucesorio del Código civil, y desde el momento en que el papel de
la legítima vidual queda cumplido con el usufructo vidual , juntamente con la división
de la comunidad matrimonial legal, debe entenderse que dichos beneficios quedan
calificados con arreglo al propio Código civil , como derechos sucesorios y que la
legítima del Código es innecesaria (SANCHO REB ULLIDA) .
El proyecto de Fuero recopilado, a fin de evitar esta consecuencia, establece en
el art. 201 que el usufructo se determina por el estatuto personal del marido al tiempo
de disolverse el matrimonio por muerte de uno de los cónyuges. Con esto , sin duda,
se ha evitado el problema, pero cabe preguntarse si es justo arrebatar el usufructo
vidual al cónyuge que ha perdido la regionalidad o nacionalidad en la que los
derechos concedidos al sobreviviente son notablemente inferiores. Hay más: los
autores del proyecto no han reparado en esta otra posible eventualidad: la de que el
cónyuge sobreviviente tenga, en el momento de fallecer el premuerto, una regionali­
dad o nacionalidad en la cual tampoco se le atribuyan derechos sucesorios, al hallarse
atendida su situación igualmente por las normas sobre régimen económico matrimo­
nial. En tal caso, estas normas no le serán aplicables, porque dependen de la
regionalidad o nacionalidad que se tenía en el momento de contraer matrimonio;
tampoco las navarras por imperativo del fuero recopilado . Con lo cual puede llegar a
quedar sin derecho alguno de carácter vidual sobre los bienes del premuerto.

VII. NATURALEZA ONEROSA DE LA VIUDEDAD


En segundo lugar, hago notar la naturaleza onerosa o neutra (en todo caso no
lucrativa) de la viudedad: su condición de ventaja matrimonial, no de liberalidad de
un cónyuge, siquiera legal.
Las normas de régimen matrimonial , y aun las establecidas por la voluntad de las
partes , en principio no producen una atribución a título gratuito. Quiero decir que, a

el conjunto legal reguladora del Derecho de familia y del suce sorio.


P ELAYO HOR E, aun reconociendo que ello pugna con autorizadas opiniones, argumentos y aun
preceptos de Derecho escrito, cree es la solució n preferible admitir en lugar de la inmutabilidad del
régimen jurídico del matrimonio, el principio de que dicho régimen varía al variar la ley personal de los
cónyuges, si bien dejando a salvo los derechos adquiridos. Se funda principalmente en que, a pesar de que
el Derecho de familia y e l Derecho sucesorio son conceptos distintos. se hallan tan íntimamente ligados,
que las soluciones en uno están dictadas teniendo en cuenta las del otro y constituyen un todo armónico, de
tal forma qu e es imprescindible sea una misma ley que los regule , porque si no , ese concierto se destruye y
desembocamos en soluciones inesperadas,
Efectivamente, la contemplación del problema es fecunda , y la necesidad de hallarse solución,
evidente : pero no creemos deba hacerse conculcando un principio tan universalmente admitido y legalmen­
te vigente (dfr. arl. 1.320 Ce) como el de la inmutabilidad del régimen económico familiar. Además tal
solución presentaría dificultades de aplicación muy graves, especialmente cuando existieran capitulaciones
matrimoniales.
La cuestión , como es natural, no se ha suscitado sólo en los derechos forales. Con referencia a los
Tribunales americanos , señala COSSI O que en los frecuentes casos de conflictos de leyes que allí se dan , se
observa una tendencia hacia la aplicación de la ley más favorable a los derechos del supérstite . incluso
prescindiendo de la voluntad expresa en contrario del testador, calificando unas veces el problema de
sucesión y aplicando el status al the estate o caracterizándole como problema de propiedad marital y
aplicando la ley del contrato prematrimonial o la del domicilio conyugal , según el carácter más o menos
favorable de las diferentes leyes en conflicto .

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11 JOSE LUIS LACRUZ BERDEJO
diferenci a de las don acion es pr opter nuptias y la dote , los benefici os qu e recibe un
cón yu ge por im p e rio de las reg las legal es o ca p it ulares es ta b lec idas p ara la eco no mía
del matrim on io , no so n don aci on es , n i podrían ser con sideradas como tal es por los
acre edores o leg itimari os . A sí , desd e lue go las nacidas d e la so cie da d de co nq uistas,
pero tamb ién las provenie n tes de un a socie dad p act ad a de mu ebles y ga na ncias o de
una co m un ida d universal , e n la qu e un o de los có ny uges se e nr iq uece not oriam ente
e n e l m omento d e la ce le b ració n del matrim on io ; o la ex clusió n de las ga nacias qu e
representa p act ar un régimen de sep ar ación . M áxim e cu ando e n tod os es tos ca sos la
atribu ción no tien e lugar por el có nyuge , sino di re ctam e n te por la ley .
La viud ed ad fo ra l, al provenir de norm as de régimen ec on ómico ma trimonial ,
tamp oco pu ed e se r a tribu ció n lucrativa. Técni cam ente , podríamos ca lifica rla. co n la
doctrin a fra ncesa , de «ve n taja matrim oni al ». E n ca lidad de tal , supone un reparto
desigu al de ve nt a jas ocasionado por un a cir cuns ta nc ia - la super vive ncia del có nyuge
favo recido- qu e lo ju stifica plen am ente. Incluso la desigualdad es más a pa re nte que
real , sup uesto qu e la viude da d es recíp ro ca . E st a re ciproc idad, au nq ue- no pued a
ca lificar a la co ncesió n de viude da d de co ntra to conmuta tiv o ," pu est o qu e dic ha
co ncesió n se h ace por la le y y no po r la vo lunta d de las p artes , e limina e n pa r te la ide a
de e nr iq ue ci mie n to un ilat er al. La creació n, por la le y , del d erecho expec ta nte de
viud ed ad e n favo r de a m bos es posos y pa ra qu e sea ejercita do por el supervi vie n te ,
podría co mpar arse e n ciertos as pectos co n la creación de un seguro de re nt a vita licia
cuya pe nsió n comi en za a pag ar se a p a rtir de la mu erte del pr im ero de lo s cón yu ges y
cuya pri ma con siste para cada un o e n so me ter sus b ienes al eve ntual usu fru cto del
o tro . Por o tra p a rt e, la ausencia de in te nción liberal qu e se d eri va d e la naturaleza
le gal d el ben ef icio , y la mism a regul aci ón de l F ue ro prue ban plenamente qu e la
viude dad le gal es un a ventaj a ob te n ida a tít ulo no lucrativo .
E st e caráct er o neroso ex p lica q ue e l derech o d e viu de da d le gal , qu e e n Aragón
es incluso pr efe rente al de lo s ac ree do res de la herenci a , e n N avarra precede al
derech o de los legatarios , co mo pr ecedería , si los hubiera mate rialm e nt e , al de los
le gitim ar ios : en todo caso , e n la regul ación positi va vigente no resu ltaría afec ta do por
un a pre te rició n .
E n rea lid ad, mejor qu e de o ne rosi da d se debería habl ar de un a p ro tec ció n de la
ley a las a tribucio nes qu e derivan d irect am ente de norm as h ipot éticas de régimen
matrimonial, pues éstas, e n sí , no p uede n se r actos a título o neroso ni gra tuito,
t ra tándose de actos del legi slad or (o de actos calcados sob re los de l legi slador y
destinados precisamente a sus tituir a la legislación) en los qu e no pu ed e habe r nunca
co rrespec t ivo . Ello, e n pri ncipio . ex cluye la co ns ideración de un a causa o ne ros a
g ra tuita, qu e só lo es pr o pia , co n a rreglo al art . 1.261 del Cc ., de los co n tra tos que
es ta b lece n o bligacio nes (<<ca usa de la o b ligació n») o, e n últ im o término , los que
j ust ifica n pr estacion es (ar t. 1.901) : despl az amientos pa trimon iales ind ividu almente
q ue ri dos por la voluntad de las partes y di re ct am ente p erse gu ido s e n el co ntrato.

VIII. CUESTIONES DE ESTRUCTURA


r.n tercer lugar , tr at a ré de ex plica r la es tructura del usufru cto vid ua l , a través de
es tas cuatro not as: qu e es un derecho re al de goce se mejan te a l usu fru cto ; qu e su
adq uisició n se verifi ca por mu erte de un cón yu ge ; que en la fase a nte rio r a su
adq uisició n defin iti va tie ne derecho a u na cierta prot ección ; y qu e au nq ue recae so bre
bienes individuali zad os , su tít u lo es universal , y se refi e re a los qu e debi eron pertene­
cer a l ca ud a l reli cto .
a) Es , pu es , por d e pro nto , un dere ch o se mejante al usufructo . El profeso r
COSS IO ha ce not ar a es te resp ecto qu e au nq ue la fo rma juríd ica med iante la cu al se
co ns truye es ta inst itu ción es ord ina ria me nte la d el usufru ct o , con sus obl igac iones
inhe re ntes (más o men os rel at ivas aq uí) de inve n tario y ca uc ió n, no pued e , sin
e m ba rgo , p en sarse e n la existe nc ia de un usu fruc to pro p iamen te dich o , e n prim er
té rm ino po rque és te no se co nst ituye en ben e ficio exc lus ivo de su titular sino qu e le
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - &

11

impone la car ga del sostenimiento de los hijo s , haciendo pen sar más bien en un a

comunidad de bienes que el có ny uge ad ministra en be neficio de la fam ilia , y, en

seg undo lugar , por no admi tirse los actos de disposición sob re el usufructo , qu e co n su

inalien abilid ad demuestra se r a lgo más que un mero eleme nto eco nó mico, hall ándose

afec to a un a fina lida d superior , cua l es la es ta bilida d de la fami lia.

Po r su pa rte , e l profesor S A NCH O REB ULLIDA , e n re lació n a la viudedad arago ne­

sa, entiende qu e «la referencia al usu fru cto co ncue rda mej o r co n el contenido qu e co n

la naturaleza de la instituci ón; es decir , que la viudedad más que ser un derecho de

usufructo, consiste en un derecho de usu fructo ; y aun así, es necesari o ad vertir qu e se

trata, ade más, de un usufructo es pecia l, de un usu fructo afecta do y mod alizado

pr ecisam ente , por la naturale za fa miliar de la viudedad , lo cua l co mpo rta , po r un a

parte , cie rtas limit aciones qu e no exis te n en el usuf ruct o corriente , y por o tra ,

pod e res , incluso de disposición , mucho más exte nsos q ue los del titul ar de un

usu fructo o rdi nario».

Me pa rece ace rta da es ta segund a tes is, pues cie rtame nte el de rec ho a perc ibir los

fru to s de bienes aje nos, tal.como se co nfigura e n la viud ed ad , por su es truc tura, só lo

de usufructo pu ed e ca lificarse. No hay aq uí, co mo en e l llam ad o usufructo patern o

(que no es tal usufru cto) , un a inde te rminació n abso luta en cua nto al objeto ; ni, co mo

en la dot e , una he terogeneid ad de der ech os del sujeto activo. Per o las divergen cias

co n e l usu fru cto típico so n mu y suficientes , pa ra qu e la o bservación de mi viejo amigo

SANC HO R EBU LLI D A es té plen am ente justifica da .

b) A de más, en o tro aspecto, sin tr atarse de un derecho mortis causa en sentido

pro pi o , su adq uisición, a raíz de la muerte de un cón yuge , pu ed e hacer jugar aq uí

ciertos preceptos de D er echo suceso rio. Po r ejemplo, los qu e se ref iere n a la respon­

sa bilida d por deud as hereditaria s. He aq uí un punto e n e l q ue no he profundizado :

se ña lo la existe ncia de es te probl em a, ve rdad eram ente digno de es tudio .

e) Igu almente digna de est udio se ría la cuestión de si, da da la a tr ibución le gal

de la viude da d para después de la muerte y referida en principio a los bien es qu e

e nto nces existía n , pe ro realizada a partir de la boda , no tien e e l có nyuge a lgún

de rech o a salva r su espectativa con stante matri mo nio , el pos ible fra ude del o tro'. A

mi modo de ver , sería preciso aplica r aq uí co n las pr ecisas ad apt acion es , las normas

de la legítim a de Cc. , pu es de lo co ntrario el fra ude ser ía posible medi ante las

do nacion es en vida.

E ste problema no existe en Aragón , me rced al carácte r de «de recho ex pec ta nte »

q ue pa ulatina me nte ha ido adq uirie ndo la viude da d . En e l De rech o arago nés, no só lo

e l derecho a usufru ctu ar los bie nes (inmue bles) del có ny uge pr emu erto nace , para el

e ventua lme nte favo reci do, en e l mismo inst an te de contraer matrimoni o (cosa qu e

suce de evi de nte me nte de igu al modo en e l D erecho navarro , sin qu e se haya e nco n­

trado dign a de es pec ia l men ción), sino qu e ese de rec ho gr ava indivi d ua lizada y

condicio nal me nte a to dos los inmuebl es q ue poseen los có nyuges a l casarse y a

cuantos adquieran despu és. Se tr ata de un derecho subje tivo actua lmen te ex iste nte y

recayente so bre un bien co ncre to, si bien somet ido a la co ndición suspe nsiva de la

premo rie ncia del o tro cónyuge . D esde luego , un de recho familiar , de caracteres m uy

es pecia les, pero qu e no por eso deja de se r un de recho pat rimon ial de gra n impo rtan­

cia econó mica.

E l sistema a rago nés , es, sin duda algu na, el más seg uro pero cabe n du das de qu e

sea e l más justo. La afectació n a la viude da d versa indiv id ua lizada me nte sobre ca da

3. Con for me al art . 754 del Proyecto de M ORALES. en el usufru cto se comprende n úni camente los

bienes que quedaren al fall ecimi ento del có nyuge como de su prop iedad y por t anto no impide aquel

de recho la libert ad de di sponer . admin ist rar o con tra tar sobr e ellos durante el matrim onio .

Los proyectos de 1944 y 1945 establecen en el art o69 que «correspo nde al viudo el usufructo sobre la

universalidad de los bie nes relicto s a la muert e de su co nsor te" , y en el 70 se consideran excl uidos a los

bie nes enaj enados con arreglo a las leyes por el cón yuge difu ndo dura nt e su vida .

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11 JOSE LUIS LACRUZ BERDEJO
uno de los bienes , y no sobre el patrimonio: imprime su sello a cada inmueble en el
momento de entrar en propiedad del cónyuge, sin consideración a si la propiedad
jurídica está correspondida por la pertenencia económica , y no lo abandona, sin el
consentimiento del presunto usufructuario , cuando ese inmueble deja de pertenecer
al cónyuge. En consecuencia, el conjunto de bienes sometidos al usufructo vidual ,
puede crecer desmesuradamente, aunque mengüe el patrimonio del cónyuge que es o
ha sido propietario de ellos. No se establece proporción alguna entre la entidad de ese
patrimonio y el volumen de los bienes afectos al usufructo expectante.
En cambio el Derecho navarro no reconoce ningún derecho actual a cada
cónyuge (condicional o no) en orden al usufructo de los bienes del otro y recayentc
sobre cada uno de esos bienes , los cuales se transmiten ínter vivos, en principio, sin
esa carga condicional usufructuaria .
Mas, de la negación de la existencia de un derecho expectante singular sobre
cada bien, se ha llegado a suponer que el cónyuge supérstite no tiene otro derecho
que el de usufructuar, estrictamente, los bienes relictos por el difunto (incluida su
cuota en los comunes). Yo pienso que esto supone llevar las cosas a un extremo muy
lejano a la presumible voluntad del legislador, el cual no ha podido dejar a un
cónyuge expuesto a todos los actos que el otro quiera realizar en vida para aminorar
su patrimonio. El derecho usufructuario del supérstite tiene una consistencia seme­
jante a la legítima castellana , y, por otra parte , supone una ventaja o beneficio
matrimonial del cual no puede verse aquél prácticamente privado por una decisión
unilateral del otro cónyuge que , por ejemplo, done casi todos sus bienes en vida . Por
esto, y aunque evidentemente , el cónyuge no es legitimario en el Derecho navarro
(donde no hay legítimo material ni para [os hijos) , me parece indudable la aplicación
a este caso del art. 222 Cc . que le permite pedir la declaración de prodigalidad . En
cuanto a las donaciones al menos podrán revocarse las que demuestren que han sido
realizadas en fraude de su derecho .
Cabe preguntarse si la expectativa legal del viudo se halla desprovista de otra
defensa. Acaso hubiera sido conve nie nte incluir en el Fuero recopilado una norma
suficientemente flexible , destinada a protegerle . Norma cuya falta en el Derecho
histórico, puede explicarse por el sentido de continuación de la comunidad familiar
que heredó el usufructo vidual , y la mayor dificultad en los siglos medios, para las
disposiciones de parte importante del patrimonio . No cabe entender que , de un modo
absoluto, el cónyuge propietario tiene constante matrimonio, plena libertad de dispo­
ner , administrar o contratar sobre sus bienes, sin distinguir entre las enajenaciones a
título oneroso y lucrativo, y tampoco que, sin más , el usufructo tiene lugar sobre
todos los bienes integrantes de la herencia del cónyuge premuerto. Como para [as
legítimas del Código civil, aunque quizá con menor intensidad , debería arbitrarse un
medio de integrar esa herencia con los elementos que indebidamente salieron de ella.
Acaso diera pie para una interpretación semejante el art o70 de los proyectos de
1944 y 1945, al declarar excluidos de la viudedad «los bienes enajenados con arreglo a
las leyes por el cónyuge difundo durante su vida ». La frase con arreglo a las «leyes»
brinda un punto de apoyo, siquiera ínfimo, para esta integración del caudal , enten­
diendo que las «leyes» incluyen también a los principios que prohíben defraudar la
expectativa del otro cónyuge .

IX. EN PARTICULAR, EL USUFRUCTO SOBRE BIENES FIDEICOMITIDOS


AL PREMUERTO
Fin almente , y con esto acabo, el usufructo vidual, mediante un título universal
confiere derecho in re aliena sobre una serie de bienes concretos , y precisamente los
que integran la herencia del causante. Parece evidente que el usufructo versa sobre
todos aquellos bienes que componen el caudal relicto, y sólo sobre ellos , y en tanto en
cuanto sobre ellos ostente el causante una titularidad susceptible de usufructo (no lo
sería , por ejemplo , el depósito) . Mas dejando otros problemas, también dignos de
- - - - - - - -- - - - - - - - - - - Bm.

estudio, se ña lo aq uí, por haber tenid o repercusi ón e n la j urisdicció n , e l de la ex ­


tensión del usu fru ct o vidu al a lo s bie nes que tenía e l ca usa nte co mo fid uciario.
Normalmente , tales bi enes d e ben p agar a l fide ico misario y nunca integran la herencia
del ca us a nte . Al pa re ce r, tal es e l pensamiento de lo s a u to res, al interpreta r los textos
vigentes". LACA RRA hac e co nst a r qu e e l usufruct o vidu al no se ex tie nde en N avarra a
los bienes qu e e l cóny uge p osee a títu lo sucesorio con la ob ligació n de qu e a su muerte
pasen a o tra pe rso na (pá g . 208). Su o p inión es reproducida con palabras bastante
pa recidas , por A BADÍA (pág . 198) ve ro símilmente , e n este punto de vista se sitúan
también el pr oy ecto de apéndice de M o ral es , y los de 1944 y 1945 , al con cre tar la
viud edad a los bien es re lictos. El Antep ro yecto de Fu e ro recop ilad o hace exp lícito
es te pensamient o e n la ley 220 , a l excl uir de la viudedad los bi enes recibidos con
cláu sul a qu e orde ne ha gan t rán sit o a o tra perso na . C on ma yor m atización e l Pr o yec­
to , si bien exc luye del u su fru cto los bien es que al fa lle cimie n to del cónyuge «han de
hacer tr án sito a o tra person a», a su vez exce p t úa de es tas regl as a los don ad os
.
«p r óp te r nupti as»: .
,
E n cam bi o , el dict am en de los Sres . GA RCÍA GRANERO, LÓPEZ J ACOI STE, A IZPúN
(Jesús) y N AGORE, mi s buenos amigos , extiende el usu fruct o a to dos los bienes qu e e l
p re m ue rto po see a tít u lo d e dueño «inde pe nd ie nte me nte de que e xistiera llam am ien­
to o estuvieren afe ctos a re versión o fidei co miso» (le y 218). A dvi r tie ndo a co ntin ua ­

4. Estos era n, aparte e l capí tulo ITI de l Ame joramiento de don Fe lipe, que poco tiene qu e ver con e l
te ma y de cuyo co nte nido da cuenta la ley qu e transcr ibo a continu ación, los siguien tes:
Nov. recop . 3/7/R: .EI capitulo 3." del Ameio ram iento del Fuero del Rey D . Felipe. se interpreta
respecto a usufructo. Po r e l terce ro ca pítulo del amejoramie nto d el Fue ro hec ho por e l rey D . Fe lipe , esta
o rdenado y mand ad o : que si pa dre. o madre , o o tra perso na hiciere do nacio n por razon de matr imoni o, si
murier e e l qu e recibe la do nacion sin crea turas que debia n her ed ar los bien es de la dicha do nació n. y si
muriere con crea turas , y las ta les crea tur as muriere n sin llegar a per fecta edad . o des pues sin crea turas o sin
face r testa ment o , torn e n los bien es de la dicha do nacio n a la per sona q ue la hizo , sí vive . Y si fue ra mue rto
e l don ador he red en los mas ce rca nos pa rientes, seg un Fuero. Y so bre el en tendimien to de es te ca pít ulo se
sue len ofrecer muchas dud as y en particular, si muerto e l do na ta rio co n crea tura s, o sin ellas, el mar ido , o
la muger que sobrevive en viudage podr a usuíructar estos biene s asi d on ad os; y si este fuero ha luga r e n
do tes , co mo e n don acion es hech as en favor de matr imon io . Y pa ra quitar es tas dudas suplica mos a V. M.
interpreta ndo e l dicho Fue ro , o co mo mejor conv en ga , de clare y mande , qu e e l sob rev ivie nte en es te caso
pued a usufruc tua r los dichos bie nes e n viudage, co nfor me a l Fue ro, y cos tumbre de es te R eino y sea sin
per ju icio de la propied ad debid a al d onador; y sea y se e ntie nda de las don aciones hech as a l tiemp o del
matr imo nio . y del contrato d e é l, y no de las hech as des pués . Y q ue el dicho usu fructo le tenga , aunque en
el tal contra to matrimoni al se haya hecho mayor azgo de los dic hos bien es, yel dic ho Fue ro se e ntienda, y
haya lugar , así e n dote s, co mo en las dichas don aciones e n favo r de ma trim oni o . Y de es ta man er a se
decla re. aun e n todos los casos de a ntes de esta ley, do nde no hubi er e litispen den cia, si o tra cosa no
estuviere cap itulada por los co nr ra hentes .»
«Decre to .s-A es to vos respon dem os, qu e se haga como cl Reino lo pide .
Nov . recop . 3/7/10. «Sobre el usufructo de la viudedad interp retando el mism o capítulo del Fuero de
que se trata la anterior (Es te lla, año de Ión). Por la ley 5." título 5." . libro 3." de la Nueva Re copil ación
inte rpre tando e l cap itulo 3." de l F uero hecho por el Sr. Rey D. Felipe. se o rde na, qu e e l sobre viviente
mar ido , o la muger pued a usu fructar e n viuda ge los bie nes e n co nt rato matrimonial do n<Idos a l predefunto ,
o pred efu nta; y aunque po r Fuer o es te usufructo ha sido, y es universal en to dos los bie nes de ta l
predifundo asi de los donados e n e l co ntrato matrim oni al , co mo de tod os los qu e dejare al tiemp o de su fin
y muerte y lo califica la ley l." til 8 ." libro 3." de d icha Nueva R ecopil ación , e n que se dispo ne, que e l
so breviviente haya de hace r inven ta rio de tod os los bienes del difunt o para usufructuario s, y qu e no lo
haciendo pie rda e l usu fru cto de e llos, y el estilo, pr actica , y observa ncia del Fuero , y leyes, inte nta ndo
plei tos escusados: par a qu e a lda lantc se ev iten se me ja ntes pret en siones; suplicamos a V . M. sea servido de
ma nda r se o bse rve e l dicho Fuero , y leyes a la letra , y q ue la re ferid a no só lo com prende, e l usufructo
limitado a los bie nes do nados e n los co nt ratos matr imo niales, sino univer salm e nte e n to dos cua lesq uiera
bien es, mue bles, raices , de rec hos y acciones, y cuanto de jare el difu nto al tiemp o de su mue rte, exce pto e n
los bie nes par tibles y de co ndición de lab radores, qu e en esto se obse rve lo dispu esto por e l Fue ro, de la
real clemente de V . M. que e n ello e tc.
• Dec re to . Hagase como el Re ino lo pide .»
5. Conforme a l a rt. 202 del Proyecto , " No se co mp re nde n en el usuf ruc to de fidel id ad los bienes qu e
e l cón yuge p rem uerto hubiese adquirido por tít ulo lucrat ivo con cláusula de qu e a su falleci miento hab rá n
de hacer tr ánsito a otra pe rson a , o con ex presa exclusió n del usu fructo ».
«E sto se e nten derá sin perj uicio de lo es tab lecido e n la Ley 179 par a las don acion es propter nup tias»,
La ley 177 co nside ra mer os llamam ie ntos sucesorio sa lvo ex pres ió n e n co ntra ria, los hechos e n favor
de los hijos o descendi entes de l do natario pro pte r nup tias ; la I7R per mite dispon er a tales do natario s . aun
medi ando esos llam am ien tos, por título oneroso, y librem e nte si no los hub ie re. a pesar de la reve rsión qu e
estab lece e l pro pio artícu lo en favor de los donantes o hereder os de éstos. esta blecie ndo fina lmente la ley
179 que «ni los llam am ient os ni la reversión alud id os e n las dos Leyes prece de ntes , obstará n al usufructo
del có nyuge viudo de l don at ar io o del q ue por lo s llam ami ent os le hubi er e suced ido e n los bie nes do nados ,
si otra cosa no se hubi er a dispu esto en el tít ulo de la do nación».

- - - -- - - - - - - - - - - - - - - - - E!!IEI­
11 JOSE LUIS LACRUZ BERDEJO
clan que «no se comprenden en el usufructo los bienes que el cónyuge premuerto
hubiera adquirido por título lucrativo con expresa exclusión del usufructo». Explican
los autores del dictamen que «se recogen en esta ley , refundiéndolas en una sola y
salvando la contradicción de ambas , las leyes que en el proyecto figuran bajo los
números 202 y 179. Esta última contiene a nuestro juicio , la doctrina más correcta,
que debe prevalecer, aunque su colocación es más ajustada y sistemática en el lugar
de la 202».
El tema ha sido abordado diversas veces por la jurisprudencia : la S. 22 diciembre
1920 niega el usufructo vidual sobre los bienes fideico mitidos ; la del 18 de abril de 1941
no entra en materia por no haberse recurrido este extremo (la Audiencia había
admitido dicho usufructo); la de 29 diciembre de 1956, fundada en las leyes 8 y 10,
título VII Nov . recop . y el capítulo IIJ del amejoramiento admite el usufructo; y la de
8 febrero 1963 vuelve a negarlo con invocación de la de 1920('.

6. S . 22 diciembre 1920. Aun dados los términos literales y sentido del ca p. 3." lib. 4 ." del Fuero de
Na varra; ca p. 3 ." del Arnej oramiento , y leyes R." y JO deltít. 7." libro 3."de la Novísima Recopilación , que
reco noce n al cón yug e viudo e l usufructo en los bien es del pr emuerto con cierto car ácter de ge ne ralida d o
universalid ad, no puede e n te nde rse que deba ser ex te nd ido en ab soluto a todos los bien e s qu e po r
cualquier co nce pto hubiese gozado el matrimoni o en consideración al cón yuge pr emuerto , sino, com o ya
tiene decl ar ado el T . S . resolvi endo un caso an álogo de D er echo foral aragonés. sól o a aquellos de que el
cau sante hubiera podido di sponer e n vida o a su muerte , con cargas o si n ellas, en conce pto de du eñ o ,
nunca en cualquiera otros den que sólo tuvo en vida un mero disfrute por est ar de sign ad as o tras person as.
ya por contrato, ya por testamento ot orgado por un tercero , para gozarlos a la mu erte de aqu él.
La Se nte ncia , de acuerdo con lo ex puesto , niega qu e tenga la viuda derecho al usufructo foral de los
bienes cuyo di sfrute tu vo en vida su difunto esp oso , co n la o b ligació n de pas arlos a su herman a si moría sin
hij os.
S . IR a br il 1941. Ciertos bienes do nados propter nuptias debían pasar a persona determinada e n el
caso de que la esp osa donatar ia falle ciese sin hijos ; ocurrido este eve nto, la persona llamada a sucede r e n
dichos bien es dem and ó al viudo de la donataria , pre tendiendo : l. " Que se decl arase su derecho a los
bienes; 2." Que se declarase as imismo que sob re e llos no se extend ía el usufructo foral de viudedad , y 3."
que en con secuencia se entreg asen tales bienes a l demandante.
La A ud ie ncia de Pampl ona ac ced ió a l prim er pedi mento , pero no a los otros dos, y decl aró que el
demandado tenía derecho al usufru cto foral sobre los ref eridos bienes.
Planteado el recurso de ca sació n , el demandante . qu e había a legad o en l." instanci a qu e e l usufruct o
for al se ha de referir a los bien es . derechos y obligaciones del restador qu e no se extingan por su muerte , y
qu e la difunt a don at aria, doñ a Josefa, no podía dispon er para después de sus día s de uno s bien es que a su
fallecimient o sin hijos debían pasar a dicho d em andante , no articul ó al resp ecto el correspondient e motivo
de casaci ón , por lo cual el Tribunal est ablece qu e al no haberse impugnado c n casació n , y por tan to haber
q ued ado firma , la decl aración por el Tribunal de Instan cia de que el demandado tie ne derecho al usufru cto
for al sobre los bien es de ref erencia (los fideicomitidos) , se des van ece la pet ición co rres po ndie nte ".
S . 29 dici embre 1956. Se trata ele un caso compl ejo , y en e l cual e l su pues to se apro xim a al de la
donación p ro pter nuptius. El padre había instituido en su tes ta me nto heredera a la madre. con la condici ón
de que los bienes pa sasen luego a sus hijos, igual o desigu almente , a voluntad de dicha se ñora. y falleciend o
alguno de és tos sin dejar suces ión legítima , le sus titu iría n sus herm an os. La madre nombró her edero a su
hijo Mari ano, en los bien es patern os , reservándose el usufructo de los mismos. Fallecido e l hij o sin
suce sió n le heredó la madre . Fallecida la madre , la viuda del hijo quiso hacer ef ecti vo el usufructo vidu al
so b re los bien es que lc habían sido asignados en ca pít ulos. y el Tribunal Supremo confirma la se nte ncia de
la Audiencia y el Ju zgado , co nce d ie ndo dich o usu fruct o, por cua nto e l caso «gua rda la mayor an alo gía co n
lo dispuest o en la ley octava de l título sé ptimo del libro tercero de la Novísima Recopil ación de Navarra , al
disponerse e n ella que ese usufructo se tenga , au n cuando en el contrato matrim onial se ha ya hecho
mayor azgo de los bien es de la herencia ; pue s en uno y o t ro ca so el que ha de hereda rles está de signad o por
quien le nombró hered ero , sin que ellos pued an modifi carlo , y la circunstancia de qu e don Mariano
falleciera cuando só lo tenía la nuda propiedad , no afecta e n nada al derech o de la có nyuge viuda que se
funda en una disp osición leg al qu e se le confier e siempre que su marido haya tenido esa her encia, sin
di stinguir si id pos e yó en su integrid ad o só lo co mo nud o propietario . sin qu e por lo tanto pueda neg ársel e
su condi ción de usufructuari a ». En otro lugar recalca la se nte ncia qu e «co nfo rme a lo establecido e n las
leyes R." y la." del título 7.° de la Nov ísima Recopilación de Na varra. interpretand o lo acordado en el
capítulo 3 ." del Amejorami ento del Fu ero del R ey don Felipe. el so brevivie nte de un matrim onio suj eto a
esa legi slaci ón, pued e usufructuar e n viudaje no só lo los bienes donados e n lo s co ntra tos matrimoni ales ,
sino univ er salmente todos cualesquiera que fuer en mue bles . raíces, derech os y accio nes y cuantos dejare e l
difunto al tiempo de su muerte" . Las declaraci ones de es ta se nte ncia son demasiado gen erales: a lo men os,
se hubi era debido distinguir co n mayor nitidez el supuesto de asign ación de la herencia co n carácter propter
nuptias, por el ascendiente (su po nie ndo que en este ca so la madre asignan te o b rase com o en representa­
ción de su difundo marido), y los otros casos de donaci ón o ins titució n de heredero con imposición de un a
sustitución fideicomi saria.
S . R febrero 1963. Los demandan tes se dirigieron co nt ra la viuda de su hermano , en petición de
det ermin ad as fincas que pr et endía usufructuar , alega ndo que tale s fincas habían sido her ed ada s por el
cónyuge pr emuerto co n la condi ción de que a su fallecimiento , si no tenían hijos , pasar an a sus herm an os.
Los dem andantes a lega ba n que el usufructo vidual de la dem andada no se ext endía a tales fincas
fideicomitid as . La demandada a legó qu e a l ten er su esp oso la libre disposici ón de dichos bienes (s e supon e
- -- - - - - - - - - - - - - - - - -.D&.

En realidad , los textos leg ale s es tá n clarísimos , y es incomprensible qu e haya


podido hab er dud a so bre ellos . El capítulo III del Amejoramiento se refería a los
bienes donados propter nuptias qu e debían revertir a los donantes , y para nad a
mencionaba a la sust itució n fid ei cornis aria, sino sólo a la rever sión sucesoria leg al, sin
est ablecer nad a directamente , en tema de viudedad . Por e llo , no vaya discutir aquí
sobre su sentido. La ley 8 título VII libro Hl de la Novísima, con el pretexto de
interpretar el ame jo ra rniento , est abl ece una disposición nu eva , atribuyendo el usu­
fructo al có nyuge sobreviviente au nq ue «se haya hecho mayorazgo de los bienes
donados propter nuptias». Y la ley 10 siguiente trata de acl ara r un a duda inverosím il,
a saber , si el usufructo so bre los bienes donados prop ter nuptias excluía el correspon­
diente a l viud o so bre los demás bienes de la herenci a del pr emuerto . Para nada se
habl a de la sustitución fideicorni sari a en te stamento, en la qu e la voluntad del
rest ador . por siste ma, no podría interpretarse en el sentid o de favorecer al viudo del
legatario o her ed ero a ntes qu e el fideic om isar io . Sinceramente creo qu e en este punto
la doctrin a del dictamen es errón ea , y qu e la tesi s exacta es la mantenida por el
anteproyect o de Fuero recopilado , con la salvedad ahora explicada . Ello no ob sta a
que, desd e un punto de vista de política jurídica , la materia ad m ita reforma , yen ese
sentido parece o po rt uno la introducid a por e l Pro yecto , a l at emperar la ley 202 con la
ley 179.
Lo s autores del dict amen ve n un a co ntrad icció n entre ambas qu e , a mi entende r,
no ex iste. La ley 202 establece la re gla general , con gru ente con la naturale za del
instituto y co n la evide nte vo luntad de un abst racto causante , según la cual los bienes
fideicornitid os, a la mu erte del fiduciario , deben pasar al fideicomisario. La ley 179,
en un caso particular , y avanza nd o so bre lo ya previsto por el D erecho navarro, pero
en una vía en cierto modo analógica, trata de evit ar que , por el ju ego de la sustituci ón
o reversión , los don antes propter nuptias, que casi siempre se rán los padres del
contrayente e liminen impensadamente e l usufructo del otro cón yug e so bre los bienes
don ados por raz ón de matrimonio , y en gen eral , so bre los bienes asigna dos con esta
causa , ya que , al parecer (y es la doctrina correcta ), cabe tambi én un a atribución
pr opter nuptias, en co ntra to suceso rio, y por tanto a título de ins titució n de heredero
o incluso de legado . La norma, en lo qu e se refiere a los padres , es muy congruente
con una aprecia ción moral de las cosas , en la cual resulta injusto que unos progenito­
res por la simpl e mecáni ca de la donación o por el llamamiento si sine liberis priven
del usufructo vidu al acaso involuntariamente , a su hijo o hija políticos. Si no quieren
que sus bienes sean o bjeto de tal usufructo, deben decirlo expres am ente .
En cambio , cu ando , en cualqui er ot ro caso, se dejan bienes baj o sustitución
fideicomisaria, só lo cab e presumir que el disp on ente proyectó las cosas co mo las dijo ,
y por tanto, a falta de manifestación expresa qu e no entend ió dej ar el usufructo de los
bien es fideic omitidos a l có nyuge del fidu ciar io .
La diferencia e ntre el régimen fora l vigente y la modifi cación que propone el
proyecto estriba en qu e aq ué l se refiere exclusivamente (Nov. Rec op . 3 , 7, 8), a la
reve rsió n orden ad a por el capítulo III del A me joramie nto del rey don Felipe, es
decir , la de los bienes donados por razón de matrimonio , a uno de los esposos, por

que in ter vivos) es taba n so meti dos a la viude da d . E n lo qu e aquí inte resa. las tres sen te ncias , uniformemen ­
te , decl aran la insusceptibilidad de usufruct o vidu al de esos bien es. La cláu sula testam ent ari a discu tida
deja ba los bien es por part es iguales a los hijos, e n plen a prop ied ad y libre d isposición «excepto aque llos .. .
que mue ran si n de jar descenden cia , Jos cua les no podrán dispon er de lo her ed ad o , po r ac tos mortis causa.
debiendo recaer lo qu e les qu ed e e n sus herman os)•.
La se nte ncia ce ntra correcta me nte e l probl ema co nside ra ndo qu e si bien es cie rto qu e las norm as
espec iales vige-n tes e n Na va rra, esta blece n en favor del có nyuge viudo un derech o de usufructo uni ver sal
so bre todos los bien es muebl es o raíces, derechos y accion es del cón yuge premuert o , sin emba rgo, d éjase
de de te rmina r si entre e llos -y es ta es la cuestión sobre la que versa el litigio-. deben comprenders e
aq ue llos bien es cuyo uso y disfrute co rresp ondía al ma rido , per o sobre los cua les tení a limit ad a , o mejor
p rohi bida la facult ad de d isp osición mortis causa, por haberl o así orde nado el cau sant e de tales bien es e n su
testam ento. Y lo resuelve fund amentalm ent e sobre la base de la se nte ncia de 22 diciembre de 1920 y e n el
m ismo se ntido de excluir de la viude dad los bien es fide icomitid os sin apura r tam poco dem asiad o la
argume ntaci ón.

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11 JOSE LUIS LACRUZ BERDEJO
cualquier person a , por tant o a un asub legal y al par ecer , en el caso de la rever sión
dir ecta forzosa (no es ello seguro aquí: par a e l supues to de fallecer el donante con
hijo s, y éstos sin dispon er evide nte mente y por su propi o con cepto , sólo ha y reversi ón
legal sub sidi ari a) . Nad a dice el precepto de los bien es qu e tien en que pa sar a otra
persona por imperativ o de la voluntad del testa dor o ca usante contratante , en cuyo
supuesto, de lege lata, es muy dudoso que qu ep a aplicar por a na logía la solu ción
establecida pa ra la rever sión de donaciones, qu e e n cua lquie r caso ha y que excluir
rotundam ente (y tampoco ha osado establecerlo el proyecto ) cuando la sustitución no
recaiga so bre liber alidades matrimoniales : «y se e ntie nda -dice la ley recopilada- de
las donacion es hechas al tiempo del matrimoni o , y del contrato de él y no de las
hech as despu és».
La única razón válida para mantener la so luc ión de los autores del dictamen ,
sería una costumbre contra ley que hubiera modi ficad o e l D er echo foral navarro.
Cos tumbre qu e , dad o e l prin cipio «pa ra mie nto fuero vien ze» habría de dem ostrar se
de mod o abso luto , y e n calidad de uso int erpret ativo de [as disposicion es ema na das
de la volunta d de los ca usantes navarros. Es decir , que el peso del problem a se
traslad ar ía al campo de la interpreta ción las declar acion es de volu ntad : a tr avés del
hecho de que e n el Rein o los bien es fid eicomi tido s se usufru ctú an siempre por e l
có nyuge sobrevi viente sin protesta de fideicomi sari o , y de qu e es to es un presupu esto
so bre el qu e ope ran los testadores, tanto familiares de los instituidos heredero s com o
extra ños de los her ed eros, cabría llegar a concluir que la reg ulación ha cambiad o hoy
en e l sentido defendido por los autor es del dict amen . Temo que no pueda demostrar­
se fácilme nte la existencia de tal costumbre y la correspondiente disposición de án imo
en los d ispon entes, pues lo norm al , cua ndo se orde na un a sustitució n , es qu e e l
testad or tiend a a favorecer primero a un a person a , y luego no al viud o o viud a de
ésta, sino a aque lla otra qu e design a como segundo heredero ; cab ría fina lme nte
(aun que no par ece prob able ) que una inves tigac ión detenida y ext en sa del uso y la
práctica llegase a la co nclusió n de qu e e l supues to uso int erpret ati vo existe realm ente
en relación co n las disposicion es hech as por [os padres en favor de un hijo co n
cláu sul as si sine liberis o con sustitución e n favor de sus descendientes (los del hijo
fiduciario); en el otro caso de tr at arse de un dispon ente no asce ndie nte me parece
imposible qu e pueda dem ostrar se la ge ne ra l y con sciente sumisión de [os bien es
fidei comitidos al usufructo vidu al , apare nte me nte contradictoria con la voluntad del
dispon ente que hay qu e re spetar ? y con los intereses de un fide icomisario qu e no
siem pr e ob servará una conducta pas iva .

7. Se o bje ta qu e conform e al apa rta do 2 ." de l art. 2lR del di ctam en el dispon ent e tiene sie mpre la
posib ilidad de excluir a l có nyuge ex presándo lo así e n la dispo sición fidu ciari a . Con es ta misma razón
podríamos defe nder que el Có d igo de be mod ifica rse e n e l se ntido de se r sie mpre seg undo fidu cia rio de los
bienes e l có nyuge de l pri mero . sa lvo qu e el institu yente diga lo co ntra rio . E n a mbos casos lo que sería
preciso prob a r es qu e ha bía una poderosa razón , de l tipo estadístico, par a verifi car esa inclusión p rev ia ,
cosa qu e no pa rece co rrespo nde r con la vo lun ta d del instituye nte , sa lvo. e n las regiones de Fu e ro . en casos
mu y co ncre tos .
E n o tro aspecto la expr esión de la ley 2lR de l dicta me n. seg ún la cua l e l usu fru cto se ex tiende a todos
«los bienes qu e e l có nyuge prem uer to hub iere poseído a títu lo de dueñ o" es ace rta da, por inclui r en e l
usufru cto 10s bien es poseídos ad usucap ionem . Per o acaso co nve nd ría advertir qu e esta inclusión no reza
co ntra e l verd ad ero p ropiet ari o de los bien es qu e los reclam e y qu e no podrí a recup e rar so lo la nud a
propi edad .
A purando e l a rgume nto, aú n cab ría pregun ta rse por qu é se som et en a l usu fructo vid ua l los bienes
fidei co mitidos y no aq ue llos que se tienen bajo co ndición resolut ori a; e n real idad . la únic a var iación
ese ncial está e n qu e e l cese de la titul arid ad viene e n un caso de te rm inado por e l fallecim ient o del titul ar , y
en o tro por aco ntec imie ntos d istintos . Supo ngo qu e la respu esta a est a cuest ión se situaría en e l ca mpo de
las presun cion es de vo lu ntad .

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