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Articulo UPR Empleo Impedidos
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Resumen1
Palabras claves: Discapacidad, Barreras, Ganancia para las Organizaciones, Trabajo Asalariado
Abstract
In this theoretical and practical article the exclusion of people with disabilities of the Puerto Rican
labor force is illustrated as well as its potential to contribute to the development of organizations
and society. The specific objectives of this paper are a) redefine the construct of disability from
the conceptual and legal perspective; b) analyze the participation and barriers that affect the
integration of people with disabilities in the labor market and c) raise the contribution of people
with disabilities to organizational development. The analysis considers the experience of Puerto
Rican employers from both the public and private sector on the recruitment of people with
disabilities and their acknowledgment of the potential of these. This analysis also raises an
invitation and challenge to academic, social scientists and health professionals, to promote the
social integration of people with disabilities recognizing their worth and dignity, breaking
stigmatizing and limiting beliefs about disability and the person who has it.
E
ste artículo surge de una presentación realizada a un grupo de estudiantes de nivel sub
graduado del área de la Psicología Industrial Organizacional de la Universidad de Puerto
Rico y su interés en identificar las ganancias de integrar a las personas con discapacidad o
diversidad funcional dentro de las organizaciones. Los objetivos específicos de este escrito son
a) redefinir el constructo de discapacidad desde la perspectiva conceptual y legal; b) analizar la
participación y barreras que inciden en la inserción de las personas con discapacidad en el
mercado laboral y c) plantear la aportación de las personas con discapacidad al desarrollo
organizacional.
Constructo de discapacidad
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) (2011) plantea que para entender el
concepto de discapacidad hay que definir primero los conceptos de defecto e impedimento. El
defecto hace referencia a "toda pérdida o anormalidad de una estructura o función psicológica,
fisiológica o anatómica" o "una alteración anatómica o funcional que afecta a un individuo en la
actividad de sus órganos.” El impedimento o limitación funcional es "la consecuencia de una
deficiencia, sobre las actividades físicas, intelectuales, afectivo-emocionales y sociales" o "toda
restricción o ausencia (debido a una deficiencia) de la capacidad de realizar una actividad en la
forma o dentro del margen que se considera normal para un ser humano." La incapacidad o
discapacidad es "la pérdida de la capacidad funcional secundaria, con déficit en un órgano o
función, que trae como consecuencia una minusvalía en el funcionamiento intelectual y en la
capacidad para afrontar las demandas cotidianas del entorno social”. La importancia de estos
conceptos radica en que nos ayudan a entender que las personas pueden tener la pérdida de una
función pero ésta no necesariamente constituye una discapacidad. Esto, en principio, puede
parecer confuso, especialmente cuando en Puerto Rico tenemos tantas piezas legislativas estatales
y federales que definen la discapacidad desde diferentes perspectivas. Sin embargo, lo importante
es reconocer que la discapacidad es una característica del individuo que no debe determinar quién
es y su valor.
Por otro lado, es importante clarificar que aunque en términos legales el nombre no hace la cosa,
en Puerto Rico, el término legal que prevalece es impedimento. Sin embargo, dependiendo de la
pieza legislativa a la que se haga referencia la definición puede variar. En los últimos años, un
movimiento creado por un grupo de personas con discapacidad en España propuso la sustitución
del constructo de discapacidad por diversidad funcional (Romañach y Lobato, 2005).
El modelo de la diversidad propone claves para construir una sociedad en la que todas las
mujeres y hombres vean preservada plenamente su dignidad. Una sociedad en la que la
diversidad, y en concreto la diversidad funcional, sea vista como una diferencia con valor y
no como una carga independientemente de la edad a la que se produzca. Una sociedad en
la que exista la igualdad de oportunidades y nadie sea discriminado por su diferencia. En
definitiva, una sociedad más justa en la que todas las personas sean bienvenidas, aceptadas
y respetadas por el simple hecho de ser humanos (Palacios Rizzo y Romañach Cabrero,
2006: citado en Arnau, s.f, p. 223-224).
Según Arnau (s.f.) este paradigma tiene como punto de partida la "dignidad inherente" ("dignidad
intrínseca"), a fin de que pueda integrar a todas las realidades humanas con diversidad funcional.
Este nuevo enfoque rompe, por tanto, con la clásica dicotomía (biomédica): "dis-
capacidad"/"capacidad". Ello es fundamental para no dejar en los márgenes a determinadas
personas con diversidad funcional, sobre todo, cuando no se pueden representar a sí mismas y,
cuando sus "capacidades" pueden verse seriamente restringidas a causa de la propia diversidad
funcional.
Entre las categorías se encuentran los impedimentos congénitos o adquiridos. Los congénitos
son las condiciones con las que se nace y las adquiridas son aquellas que surgen en cualquier
momento de la vida. Éstas pueden traer limitaciones funcionales en diferentes áreas de la vida
pero no todas constituyen una discapacidad. La determinación de ésta es un proceso
individualizado y prescriptivo que hay que poner en contexto considerando la interrelación de
factores internos del individuo y externos del ambiente. La existencia de otras condiciones,
pronóstico de la condición, estrategias de afrontamiento, impacto, proceso de adaptación
psicosocial y barreras de actitud, de comunicación, tecnología, arquitectónicas y recursos
disponibles, entre otros. Los impedimentos también pueden ser clasificados como visibles, no
visibles, físicos, mentales, sensoriales y cognitivos. Independientemente de la clasificación o la
definición este no determina quién es el individuo pues la discapacidad o diversidad funcional es
una característica que no determina quién es la persona.
Desde la perspectiva legal dentro del ámbito del mundo del trabajo asalariado una persona con
impedimento o discapacidad se define como una Persona con una limitación que satisface los
requisitos, destrezas, experiencias, educación y otros aspectos relacionados al trabajo u ocupación para
la cual aspira. Puede realizar las tareas esenciales del puesto con o sin acomodo razonable (ADA, 1990,
2008). El acomodo razonable, por su parte, es una adaptación o cambio lógico hecho a una ocupación
o ambiente de trabajo de manera que resulte en una oportunidad de empleo para una persona con
impedimento calificada y que le permita realizar las tareas esenciales de la ocupación (ADA, 1990,
2008).
Existen múltiples leyes estatales y federales que promueven la inserción de las personas con
discapacidad en el mercado laboral desde principios del siglo XX. Entre éstas están:
la Fair Labor Standards Act (1938) que establece requisitos mínimos federales de horas de
trabajo, salarios equitativos y pago de horas extras. Tiene requisitos que cubre a las
personas con impedimentos físicos y mentales en áreas de trabajos protegidos y
resguardados.
El Small Business Act de 1953 permite que personas con impedimentos compitan para
fondos designados y establece dos programas prestatarios dirigidos hacía la asistencia de
las personas con impedimentos.
La Job Training Partnership Act – JTPA (1982) enmendada por el Workfoce Investment Act
(1998) tiene como objetivo principal adiestrar y ubicar a personas desventajadas
económicamente en la fuerza laboral a través de los consorcios (Department of Labor,
2012).
La American with Disabilities Act (1990, 2008), conocida como la pieza magistral del siglo
XX, prohíbe el discrimen en el empleo en contra de personas competentes con
impedimentos, tanto en el sector privado como en los gobiernos estatales y locales.
Aplica a negocios o agencias con 15 empleados o más. Estas leyes antidiscrimen, al igual
que la Carta de Derechos que prohíbe el discrimen por razón de impedimento, son
fiscalizadas por el Equal Employment Opportunity Commission (EEOC).
En el contexto estatal puertorriqueño los derechos que protegen a la población con discapacidad
están consignados en la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico (1952) que
promueve la igualdad y reconoce el valor de todos los seres humanos. Sin embargo, esto no ha
sido suficiente para garantizar los derechos de estos. El incumplimiento de los derechos
constitucionales ha requerido del desarrollo de leyes anti discrimen que promuevan, garanticen
y fiscalicen ese derecho. Entre las leyes existentes se encuentra la Ley de Prohibición de
Discrimen contra Impedidos [persona con impedimentos], también conocida como la Ley Núm.
44 de 2 de Julio de 1985, según enmendada. Esta ley faculta al Secretario del Departamento del
Trabajo y Recursos Humanos a velar por el cumplimiento de esta ley en beneficio de las personas
con impedimentos físicos, mentales o sensoriales en instituciones que reciban o no fondos
federales y del ELA, en actividades como reclutar, ascender, suspender o despedir, así como en
las condiciones de empleo como salario, adiestramiento, beneficios y otros aspectos del empleo.
Prohíbe el discrimen en el empleo contra toda persona cualificada con impedimentos y aplica a
patronos con menos de 15 empleados. En su momento fue una ley de avanzada que antecede a
ADA y aplica a sectores que la ley federal no cubre como son las microempresas. En el año 1986
se aprueba la Ley 72 que concede deducciones especiales a patronos de empresas privadas que
empleen personas con impedimentos físicos severos.
Diez años más tarde se aprueba la Ley 81 del 27 de julio de 1996, conocida como la Ley de
Igualdad de Oportunidades de Empleo para Personas con Impedimentos, que establece derechos
y fija penalidades (Ruíz, 2006). Aplica a Corporaciones públicas o cuasi públicas y a toda persona
que opere negocios en Puerto Rico con 15 empleados o más. A principios del siglo XXI se
aprueba la Carta de Derechos de las Personas con Impedimentos, conocida como Ley 238 de
2004, que integra derechos que ya estaban consignados en otras leyes en una sola pieza y amplia
el alcance y las penas.
Estas leyes son fiscalizadas por la Unidad Anti discrimen (UAD) adscrita al DTRH. Con estas leyes
estatales y federales se reconoce el derecho de las personas con discapacidad a vivir en igualdad,
participar de todas las actividades de la vida y trabajar. Su integración dentro de las organizaciones
no es sólo cuestión de actitud sino que es un mandato de ley. Sin embargo, la participación de
estos en la fuerza trabajadora, entre 2009 y 2012, apenas constituía el 1% de la fuerza trabajadora
(Báez-Lebrón, 2012).
para emplearse era de 283,000 y sólo fueron empleadas 12,000. Sin embargo, en Puerto Rico el
18.6% de la población tiene algún impedimento entre 21 a 64 años (Reporte del Estado de
Discapacidad, 2011).
Según los resultados de una encuesta realizada por el DTRH y OPPI en marzo de 2012, 300,000
personas con 16 años o más indicaron tener algún impedimento. Esta cifra representa el 9.4
por ciento de la población civil no institucional de 16 años o más de Puerto Rico para esa época
(3,194,000). El estado de empleo y desempleo para las personas con impedimento indicaba que
el 3.5 por ciento, en ese momento, participaba en el mercado laboral. La cantidad de personas
con impedimento en el grupo trabajador, para ese año, se estimó en 10,000 personas, de los
cuales 6,000 eran hombres y 4,000 mujeres. Los hombres reflejaron una tasa de participación
laboral de 3.7 por ciento, levemente mayor que la de las mujeres con un 3.1 por ciento lo que
representa el 0.9 por ciento del empleo total de Puerto Rico en marzo de 2012 (1,083,000). Esto
constituye menos del 1% de la población con discapacidad en Puerto Rico y no considera el grupo
de trabajadores lesionados que en algún momento desarrollan una condición que degenera en
una discapacidad.
Los datos presentados confirman la inequidad en la participación laboral del grupo de personas
con discapacidad, a quienes de forma contradictoria protegen múltiples leyes; sin embargo, aún
están excluidos del mercado laboral. Aunque en el sistema jurídico se pretende garantizar la
equidad y justicia para todos los seres humanos, de modo que alcancen un desarrollo justo,
armónico, equitativo, civilizado y favorable, sustentado en los valores del derecho, la igualdad, la
solidaridad, la libertad y la justicia social, estos no se evidencian en los datos presentados. Esta
realidad responde a múltiples factores internos y externos al individuo. Entre los internos se
encuentran la estabilidad de la condición, las competencias que poseen (KSAP´S) y el exceso o
falta de apoyo familiar (Darío y otros, 2002 citado en Cruz y Maldonado, 2009). La falta de
estabilidad de la condición puede incidir directamente con la productividad y motivación al
trabajo, el segundo en la calidad o capacidad para desempeñar las tareas esenciales y la tercera
ya sea por sobreprotección o falta de apoyo puede incidir desfavorablemente en la integración y
participación del trabajador dentro de la cultura organizacional. Entre los factores externos se
encuentran el prejuicio, la crisis del mercado laboral y los problemas de accesibilidad (Báez, 2012;
Szymanski y Parker, 2009). El primero no permite que el trabajador cualificado pueda competir
Sin embargo, no todo está perdido pues en cada momento histórico ha habido líderes y grupos
dispuestos a hacer la diferencia y abogar por la integración de la población con discapacidad en
diferentes ámbitos; particularmente en el mercado laboral. La Organización Internacional del
Trabajo (OIT) ha desarrollado una campaña denominada ¨The Ability Factor¨ donde se promueve
la habilidad del trabajador con discapacidad y no su inhabilidad. El blog Empresa y Discapacidad
también enfatiza sobre la ganancia de tener un trabajador con discapacidad. Entre estas ganancias
se identifican los incentivos salariales; la imagen social de la empresa; la responsabilidad social
empresarial y cumplir con los planes de acción afirmativa.
Para el Estado, el beneficio de tener un trabajador con discapacidad en el mercado laboral estriba
en la reducción de gastos, mayores recaudos y el cumplimiento de ley. Entre los beneficios para
el/la Trabajador/a con discapacidad se encuentra el reconocimiento de su potencia - capacidad
de ser y hacer (Báez-Lebrón ,2012), su participación e integración, reconocimiento a su dignidad
y justicia social.
Parte de estas posturas se ilustran en un estudio realizado por la Oficina de Personas con
Impedimentos en Puerto Rico entre 2002-2003 con diferentes patronos (OPPI, 2003). De los
encuestados, el 82.22 % mencionó haber seleccionado de forma mayoritaria a las personas con
impedimentos físicos para trabajar en sus empresas. El 49.35 %, de los empleados con
impedimentos se encontraban en el rango de entre 41 y 54 años de edad y la mayoría eran del
sexo femenino para un 51.40 %. Los puestos de trabajo que ocupaban en orden descendente
incluían posiciones clericales (26.83%), puestos técnicos (22.52%), administrativos (14.12%), de
supervisión (11.32%), mantenimiento (8.51%), y otros (16.70%).
La mayoría, que constituye el 58.19 %, tenía un ingreso que fluctuaba entre $11,000 y $25,000 al
año. Sin embargo, la mayoría de los empleados en puestos clericales recibían salarios entre
$11,000 y $18,000, por debajo del nivel del salario promedio que asciende a $25,000
aproximadamente. Al evaluar el desempeño de los empleados con impedimentos se encontró
que un 49.9 % de los patronos clasificó su desempeño entre bueno, muy bueno y excelente. El
72.80% de los representantes de las agencias también indicaron que las personas con
impedimentos que allí laboraban eran productivas, lo que demuestra el potencial de la población.
En otro estudio, sobre los factores asociados a la empleabilidad y ubicación laboral bajo la
modalidad de empleo sostenido de las persona con diagnóstico de Síndrome Down, De Jesús
(2008) integra a la discusión la perspectiva de un grupo de patronos. Entre los resultados se
encontró que el perfil de los trabajadores con esta condición y que están bajo la modalidad de
empleo sostenido en la mayoría son: “jóvenes entre 21-24 años que mayormente vienen del
programa de transición de la escuela al trabajo y que cuentan con apoyo familiar” (De Jesús,
2008). Entre las fortalezas de estos identificadas por los patronos se menciona que “tienen
deseos de trabajar, de ser productivos, buena asistencia, buena puntualidad, motivación al
relacionarse con otras personas en el ambiente laboral y lealtad a la compañía”.
En otro estudio sobre los factores que influyen en la retención en el empleo de personas con
impedimento desde la perspectiva de un grupo de patronos del sector privado donde se utilizó
la técnica de grupo focal también se encontró que “los patronos han tenido una buena experiencia
al emplear a personas con impedimento… a pesar de la recesión económica que sufre el país.”
(Hernández, 2010). También que “…los patronos emplean a las personas con impedimentos
según la necesidad de la empresa y para un puesto en específico con la expectativa de que puedan
realizar bien su labor¨ (Hernández, 2010). La condición o impedimento de la persona no se utiliza
para determinar la selección de la persona, ya que la selección se basa en las calificaciones
académicas y la experiencia que convierten al consumidor en un candidato idóneo.
También se encontró que los profesionales de recursos humanos entienden que el reclutar este
grupo de personas tiene un efecto positivo en la imagen pública de la empresa, ve apropiado que
el empleado con discapacidad trabaje directamente con el cliente y que la misma no va a generar
actitudes negativas en los clientes o consumidores (Ruíz y Córdoba, 2011). Estas investigaciones
demuestran el sentir de personas con capacidad de opinión que se han dado la oportunidad de
trabajar con la población y le han dado la oportunidad a estos de demostrar su potencia –
capacidad de ser y hacer dentro del contexto laboral y dan fe de su capacidad y aportación al
logro de la misión y metas programáticas de la organización
Conclusión
En este ensayo teórico se ilustra la exclusión de las personas con discapacidad de la fuerza laboral
pero al mismo tiempo su potencial para aportar al desarrollo de las organizaciones y la sociedad.
La revisión de literatura y las investigaciones presentadas demuestran el sentir de patronos sobre
la integración de personas con discapacidad en las organizaciones dentro del contexto
puertorriqueño donde el la capacidad de ser y hacer de la población es reconocido. Sin embargo,
todavía hay mucho trabajo por hacer pues de acuerdo al Departamento del Trabajo y Recursos
Humanos, en este momento histórico, apenas un 3.5% de la población forma parte de la fuerza
trabajadora. Nuestra responsabilidad como académicos, científicos sociales y profesionales de la
salud estriba en enfrentar los retos que lo planteado anteriormente constituye. Entre los retos
que enfrentamos todos, particularmente, los profesionales del campo de la Psicología del Trabajo
y las Organizaciones y la Consejería en Rehabilitación que represento; se encuentran:
Trascender la visión de que la PI/O es una psico-técnica cuyo papel ideológico estriba en
apoyar al Estado y empresas con fines de lucro para clasificar a las personas, hacer que
Promover el estudio del trabajo como constructo social y cultural que debe ser estudiado
en función de la propia historicidad y de los actores/actrices que lo viven en diferentes
tiempos y espacios.
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