Está en la página 1de 20
Psicothema, 1990, vol. 2, n° 2, pp. 93-112 LAS HABILIDADES SOCIALES Y SU ENTRENAMIENTO: UN ENFOQUE NECESARIAMENTE PSICOSOCIAL Anastasio OVEJERO BERNAL. Departamento de Psicologia. Universidad de Oviedo, RESUMEN Se pretende en este articulo mostrar Ia necesidad de una perspectiva psicosocial en el es- tudio de las habilidades sociales y su entrenamiento. En este terreno se hace absolutamente imprescindible Ia colaboracién entre 1a psicologfa clinica y la psicologta social, con una muy fuerte presencia de Ja psicologta social dado que son destrezas sociales principalmente psicosociales lo que hay que eutrenar y relaciones interpersonales lo que hay que mejorar, ya ‘que la premisa fundamental que subyace a las teorfas sobre el entrenamiento de las habilida- des sociales es justamente que la mayorfa de los problemas psicolégicos y de conducta de 1a gente no son sino la consecuencia de no poscer o de poseer de una forma insuficiente o inade- cuada determinadas destrezas sociales e interpersonales. De ahf que la psicologfa social haya estado presente en este movimiento, y lo siga estando, ya desde sus orfgenes y con un carkc- ter realmente protagonista, como en este trabajo intentamos mostrar. Palabras clave: Habilidades sociales, Entrenamiento de las habilidades sociales, psi- cologta social, Psicologia clinica. ABSTRACT Social skills training: a necessarily psychosocial approach.- In this paper we pretend to show the need of a psychological approach to study the social skills and their training. The collaboration between clinical and social psychology will be necessary in this field, since social are the skills to be trained and interpersonal the relationships to be improved. In fact, social psychology has played an important role in the study of social shills from the begi- ning, as we also try to show in this article. Key words: Social Skills, Social Skills Training, Social Psychology, Clinical Psychology ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEG 93 A. OVEJERO BERNAL LAS HABILIDADES Y SU ENTRENAMIENTO: CAMPO DE ENCUENTRO ENTRE LA PSICOLOGIA SOCIAL Y LA PSICOLOGIA CLINICA, En ciertos ambitos académicos e inclu- so profesionales se sigue discutiendo acalo- radamente si el campo de las habilidades so- ciales y su entrenamiento es competencia de Ia psicologia clinica o lo es de la psicologta social. En mi opinién se trata de una discu- si6n bizantina. Y es asf porque resulta diff- cil, por no decir imposible, estudiar este campo si no es de una forma totalmente in- terdisciplinar, donde la psicologfa social y la psicologfa clinica por necesidad deben co- laborar estrechamente. En efecto, el hombre es un animal social, pero con un mayor protagonismo de lo social sobre lo animal, hasta el punto de que cada vez va siendo menos animal y en la medida en que es més animal es también menos social, es decir, menos hombre. De ahi que las relaciones del hombre con otras personas sea el origen de su més profundas satisfacciones y tam- bién de sus més profundas desdichas. En consecuencia, si tan importantes son en el género humano la faceta social y las rela- ciones interpersonales, no debe extrafiar a nadie que un objeto fundamental de las cien- cias psicoldgicas y de las ciencias de la salud sea precisamente mejorar las capacida- des del ser humano para desenvolverse con cficacia en su ambiente social, es decir, me- jorar las lamadas habilidades 0 destrezas so- ciales. Es més, estas habilidades sociales son justamente un nexo crucial entre la psi- cologia social y la psicologia clinica, ya que, como sefiala Argyle (1984, pp. 14-15), “muchas personas son solitarias e infelices y algunas son enfermos mentales debido a que son incapaces de establecer y mantener telaciones sociales con otros. Muchos en- cuentros cotidianos son desagradables, em- barazosos o infructuosos debido a un com- 94 portamiento social inadecuado. Los conflic- tos entre diferentes clases sociales y diferen- tes grupos culturales se deben en parte a las dificultades de interacci6n. Muchas de estas dificultades y frustraciones podrian elimi- narse mediante un entendimiento mas am- plio y un mejor adiestramiento en las habi- lidades de la interacccién social", lo que s6lo podré hacerse de una forma satisfacto- ria si existe una estrecha colaboracién entre la psicologia clinica y la psicologia social. Se trata, pues, de un campo de unién entre 1a psicologéa social y la terapia del compor- tamiento, basado obviamente, en las leyes del aprendizaje, particularmente del aprendi- zaje social, con lo que se refuerzan las rela- ciones entre ambas Areas. pero tales relacio- nes son complejas, ya que unos autores (por ejemplo Argyle) ponen més énfasis en el enfoque interpersonal y son mas psicélogos sociales, mientras que otros (por ejemplo Curran) ponen més énfasis en la terapia del comportamiento y son més clinicos con- ductuales. En todo caso, "el entrenamiento de las, habilidades sociales puede ser descrito como una forma de intervencién psicolégica basa- da en temas dispuestos de antemano o se- cuencias de temas disefiadas para mejorar el funcionamiento interpersonal de la pobla- cin a tratar" (L'Abate y Milan, 1985, p. XII), Como vemos, esta definicién subraya esa intersecccién de que hablabamos entre la psicologia social y la terapia de conducta, al reconocer que la mayorfa de los déficits en las habilidades comportamentales son défi- cits interpersonales y, en consecuencia, es- tos déficits se manisfestarén interpersonal mente (hasta aqui psicologia social). De ahi la necesidad de entrenar a la gente (indivi- duos, grupos de individuos, parejas, grupos de parejas, familias o grupos de familias) a aprender nuevas habilidades, esperéndose que el aprendizaje de las nuevas habilidades interfiera con Jas viejas e inadecuadas, y LAS HABILIDADES SOCIALES Y SU ENTRENAMIENTO: UN ENFOQUE NECESARIAMENTE PSICOSOCIAL lleve a la practica de las habilidades nuevas y més adecuadas (hasta aquf terapia conduc- tual), ‘Asi pues, existe una fuerte yustaposi- ci6n o solapamiento entre la psicologia so- cial y las ciencias de la salud, inclufdas, claro esté y de forma preferencial, la psico- terapia y la terapia conductual (véase Oveje- 10, 1987). Pues bien, un ejemplo privile- giado de tal solapamiento es precisamente el de las habilidades sociales (su evaluaci6n, las consecuencias a que su presencia 0 au- sencia dé lugar, su entrenamiento, etc.). Y es que el andlisis y estudio de las conductas interpersonales es un claro terreno psicoso- cial. Pero a su vez, es algo tan central en el hombre que su ausencia o su déficit acarrea miltiples y serios problemas de ajuste psi- colégico, lo que conlleva innumerables trastomos tanto fisicos como psiquicos de muy diferente orden, lo que implica la exi- gencia de que también intervenga la psico- logia clinica. y es que el objetivo del entre- namiento de las habilidades sociales es la mejora de los problemas interpersonales reales del cliente a través de la ensefianza y la potenciacién de sus destrezas sociales, lo que, como ya hemos dicho, exige la colabo- racién entre la psicologfa social y la psico- logia clinica (1), colaboracién que también es subrayada por Kelly, quien afirma expli- citamente (1987, p. 12) que "el entrena- miento de las habilidades sociales tiene por objetivo ampliar el repertorio de competen- cias conductuales a través de una variedad de situaciones, como parte del proceso interac- tivo en el cual los individuos se sienten c6- ‘modos tanto consigo mismos como en su relacién con los demés” Por otra parte, un psicélogo no social (2) No olvidemos que una de las principales y mas conocidas revistas en el Area de psicologia so- cial ha sido la "Journal of Abnormal and Social Psychology’, ahora amada "Journal of Perso- nality and Social psychology”, revista que ya Psicothema, 1990 como es Carrobles (1988) comienza su pro- logo al libro de Vicente Caballo (1988) sobre las habilidades sociales resaltando la importancia de la psicologfa social para la salud y la enfermedad ps(quicas cuando dice (p. IV): "No hay problema psicolégico, por simple 0 complejo que éste sea, que no leve asociadas dificultades, por parte de las personas que lo padecen, para relacionarse de forma apropiada con los demas; es decir, que no comporte déficits en habilidades so- ciales", es decir, que no sea, en mayor 0 menor medida, psicosocial e interpersonal. PAPEL DE LA PSICOLOGIA SOCIAL EN EL ORIGEN Y DESARROLLO DEL MOVIMIENTO DE LAS HABILIDADES SOCIALES Incluso en los orfgenes mds remotos del movimiento de las habilidades sociales el papel de la psicologia social fue ya de au- téntico protagonismo. Tales orfgenes pue- den remontarse incluso a los afios 30 (véase Phillips, 1985), cuando, sobre todo desde la psicologia social, se estudiaban diversos as- pectos de la conducta social en nifios, as- pectos que hoy dia podrfamos muy bien considerarlos dentro del campo de las habili- dades sociales. Asi, williams (1937) estudid el desarrollo social de los nifios, identifican- do ya lo que hoy se llama asertividad (bis- queda de la aprobacién social, ser responsa- ble, simpatico, etc.) y su gran influencia sobre la conducta social de los nifios. Tam- bién el clisico “Handbook of Social Psychology” de Murphy, Murphy y New- comb (1937), al estudiar la conducta social en los nifios, ya se distinguia entre dos cla- ses de asertividad: una socialmente asertiva en su titulo refleja Ia relacién entre ambas freas, Otras revistas reflejan también esa inter seccién: "British Journal of Social and Clini- Cal Psychology", "British Journal of Persona- lity and Social Psychology’, etc 95 ‘A. OVEJERO BERNAL y otra socialmente molesta y ofensiva. Igualmente debemos tener presente el traba- jo de Jack (1934) sobre la conducta ascen- dente en nifios de preescolar, o el de Page (1936) ampliando el de Jack. No obstante, estos estudios eran excesivamente mentalis- tas 0 cognitivistas en el sentido de que ex- plicaban la conducta social de los nifios me- diante variables internas, dando un papel secundario a las ambientales, aunque al menos ya las tenfan en cuenta, El mismo enfoque subyacia a los libros de psicologia infantil de los afios 40 y 50 (Anderson y Anderson, 1954; Carmichael, 1954; Mor- gan, 1942; Thompson, 1952, etc.). Posteriormente fueron princialmente los te6ricos neofreudianos como Sullivan, Homey, Adler, White, etc., pertenecientes todos ellos de una forma clara al psicoandli- sis social (véase Munné, 1989), quienes, al disentir fuertemente del énfasis instintivista de Freud, siguieron, como subraya Kelly (1987), un modelo interpersonal de la per- sonalidad y de las habilidades sociales. Asi, ya Sullivan afirmaba que eso que lamamos “personalidad” solamente existe y puede de- finirse en el contexto de las relaciones inter- personales: En la medida en que un indivi- duo interactie satisfactoriamente con otros, recibird cada vez mAs "feedback" social po- sitivo y Megaré a calificar de forma positiva su propio yo (Sullivan, 1953). En cambio, cuando las relaciones con otras personas significativas se caracterizan por la ansie- dad, la frustracién de necesidades o el "feed- back" negativo, la autoevaluacién del indi- viduo ser4, en consecuencia, negativa, dis- torsionada y regresiva. Por tanto, construc- tos tales como la autoestima o el autocon- cepto estén determinados por las relaciones y el "feedback" interpersonales que un indi- viduo recibe en el curso de su desarrollo. También gl enfoque teérico de Horney de la personalidad relaciona el ajuste con el funcionamiento interpersonal: la inseguri- 96 dad social de un nifio en edad temprana pro- duce perturbaciones duraderas en las interac ciones sociales posteriores de esa persona (véase Homey, 1945). De forma parecida, la teorfa de la per- sonalidad de Adler hace hincapié en la rela- cién entre experiencias tempranas perjudi- ciales (incluidos los mismos excesivos o la desatencién por parte de los padres, las infe- rioridades fisicas o emocionales, y la falta de contacto con los hermanos) y Ia corres- pondiente perturbacién del funcionamiento social posterior (véase Adler, 1931). “Estas teorfas proporcionan un nexo descriptivo entre las relaciones sociales tem- pranas y la personalidad, Pero aunque Sulli- van, Adler y Homey describen con elocuen- cia los aspectos desadaptativos 0 deficitarios del funcionamiento social del cliente, cada te6rico considera la conducta interpersonal actual como sintomética o secundaria de un trastorno evolutivo més bésico, que normal- mente tiene sus rafces en la ausencia de rela- ciones padres-hijo. En consecuencia, la tera~ pia basada en estas teorfas tradicionales de orientacién interpersonal se dirige a la re- construccién analitica interpretativa de las experiencias tempranas y no se centra direc- tamente en ensefiar al cliente nuevas compe- tencias sociales Ademis el funcionamiento social del cliente se describe habitualmente en términos imprecisos y de rasgos (por ejemplo, las descripciones que Horney hace de las orientaciones interpersonales de apro- ximaci6n hacia, de alejamiento de, o en con- tra de otras personas). Pero es posible conce- bir el ajuste psicolégico de otra manera: el buen funcionamiento social seria un prerre- quisito para el ajuste, mAs que su consecuen- cia..." (Kelly, 1987, pp. 27-28). En todo caso, estos trabajos de Sullivan, Homey o Adler, constituyen ya un importante peldafio en el campo de las habilidades sociales, pel- dafio en cuya construccién la psicologia so- cial fue un elemento de primer orden LAS HABILIDADES SOCIALES Y SU ENTRENAMIENTO: UN ENFOQUE NEGESARIAMENTE PSICOSOCIAL ‘Aunque no es mi intencién restar im- portancia a la influencia que clinicos no so- ciales como Salter (1949), Wolpe (1958) 0 Lazarus (1966, 1971) tuvieron en el origen del movimiento de las habilidades sociales, sf quisiera subrayar los trabajos de Zigler y Phillips (1960, 1961, 1962; Phillips y Zi- gler, 1961, 1964) sobre “competencia so- cial”, ya que también ellos muestran el inte- 1és de la psicologia social en este campo, al demostrar la importancia de las relaciones in- terpersonales y del apoyo social para los tras- tomos psiquitricos, encontrando que cuanto mayor es la competencia social previa de los. pacientes que son internados en un hospital, menor es la duracién de su estancia en él y mis baja su tasa de recaida. Mds en concreto, el nivel de competencia social anterior a la hospitalizacién era me-jor predictor del ajus- te post-hospitalizaci6n que el diagnéstico psiquidtrico 0 el tipo particular de tratamien- to recibido en el hospital. ‘Antes ain de Zigler y Phillips, los es- tudios Levados a cabo en Stanford, Connec- ticut y en St. Paul, Minnesota Buell et al., 1952, etc.) mostraron que la pobreza, la en- fermedad mental, la desorganizacién fami- liar, la salud ffsica, el abuso de los nifios y otras sefiales de desorganizacién social van unidos, junto con una serie de problemas econémicos y de desempleo crénico. Esta constatacién de que una mala o deficiente integracién social tiene importantes y varia~ dos efectos para la salud habfa sido anticipa- da ya por Holmes et al. (1957), al estudiar las causas sociales de la tuberculosis. " estos y otros estudios en los que la desorga- nizacién social lleva a multitud de enferme- dades, problemas econémicos y desajustes personales, puede haber una causa comin que seria la falta de habilidades sociales" (Phillips, 1985, p. 12). En linea con ello, ya hace mucho tiempo que se viene estu- diando la falta de apoyo social como fuente de problemas de salud tanto psiquica como Picothoma, 1990 fisica (véase Ovejero, 1987, Cap. 5; 1990), y desde luego que es la falta de apoyo social continuada una de las principales causas de unas deficientes habilidades sociales en los individuos. Por otra parte, en los afios 50 se ob- servé un aumento del interés por el tema de las habilidades sociales y su entrenamiento en el campo de la psicologia social y del trabajo y, més en concreto, en relacién con la supervisin de grupos de trabajo, En efecto, durante los primeros afios 50 se Ile- varon a cabo en la Universidad de Michigan algunos estudios de campo que mostraban ciertos aspectos del estilo més eficaz de su- pervisin laboral (Likert, 1961). Estos es- tudios fueron ampliamente repetidos en mu- chas partes del mundo y fueron répidamente incorporados a cursos de entrenamiento (Ar- gyle, 1980). La consecuencia fue que las habilidades de supervisi6n cambiaron en gran parte del mundo occidental. ‘Ms tarde se fueron estudiando y entre- nando las habilidades en ensefianza, habili- dades que legaron a recibir mas atencién atin que las de supervisi6n (Dunkin y Biddle, 1974), plasmAndose en lo que luego se Iamé "microensefianza", que no es sino la capacitacién profesional de los profesores a través de la prictica programada de las habi- lidades que necesitan para desempefiar ade- cuadamente sus tareas (véase Gil y Sarrid, 1985). Es més, en el campo educativo, las habilidades sociales han sido estudiadas € implementadas no s6lo a nivel de entrena- miento de los profesionales de la ensefianza, sino también a nivel de los estudiantes, dada su enorme importancia para una serie de variables educativas de primerfsimo orden como son el propio rendimiento aca- démico, la autoestima, ete. Pues bien, tam- bién aqui la relevancia de la psicologfa so- cial ha sido bésica ya que tales estudios se han basado primordialmente en el andlisis y entrenamiento de la interaccién social, pues 97 ‘A. OVEJERO BERNAL como dicen Michelson et al (1987, p. 73), "cuando hablamos de habilidades sociales eficaces nos referimos a repertorios de com- portamientos sociales que, cuando se utili- zan en la interacccién social, tienden a pro- vocar reforzamiento positivo y, general- mente, dan como resultado consecuencias positivas. La adquisicién de habilidades so- ciales prepara al individuo para la participa- cién competente y eficaz en diversos aspec- tos de la interaccién humana. De esta forma la ensefianza de habilidades sociales es, en esencia, un programa ideado para ensefiar y mejorar, tanto implicita como explicita- mente, las habilidades interpersonales y de comunicacién", habilidades estas absoluta- mente centrales en educacién tanto para la eficacia profesional del profesor como para el buen funcionamiento del grupo-clase, sobre todo cuando al ensefianza est estruc- turada cooperativamente. A este nivel educativo, sabemos que los nifios que son rechazados o ignorados por sus compafieros pueden ser privados de un gran niimero de importantes experiencias que inciden en algunos aspectos del desarro- ilo. Entre las alteraciones mds comunes po- demos citar el desarrollo de una inapropiada asertividad (Whitman et al., 1970), un pobre rendimiento académico (Buswell, 1953), alteraciones de la personalidad (Co- wen et al., 1973; Roff et al., 1972) y unas inadecuadas competencias sociales (Hartup, 1978; O'Conner, 1972). De otro lado, va- rios investigadores (Asher, Oden y Gott- man, 1977, Combs y Slaby, 1977) han su- gerido que algunos nifios son incapaces de ganarse la aceptacién de sus compajieros porque presentan unas inadecuadas habilida- des sociales. Se ha encontrado, por ejem- plo, que los déficits en habilidades de comu- nicacién suelen asociarse a indices de bajo status sociométrico (Gottman et., 1975; Ladd, 1981; Minhin et al., 1976). Ademés, mientras avanzaba el conoci- 98 miento sobre habilidades sociales particula- res, se llevaban a cabo importantes investi- gaciones de laboratorio sobre los procesos bisicos de interaccién social, que a fin y al cabo es la base de las habilidades sociales. Asf en Oxford se legé a Ja formulacién de un modelo de competencia social que se ba- saba en las similitudes entre la conducta so- cial y la ejecucién de habilidades motoras (Argyle y Kendom, 1967). Més tarde se in- corporé a este modelo Ia importancia de las sefiales no verbales (Argyle, 1975), etc. Todo ello muestra, una vez més, el indiscu- tible protagonismo que la psicologfa social debe jugar en el campo de las habilidades sociales y su entrenamiento. Pero si el es- tudio de las habilidades sociales y su entre- namiento nunca ha sido ajeno a la psicolo- gfa social, menos ajeno atin lo es actual- mente. En efecto, “el desarrollo del nifio y as conductas prosociales de los nifios, en relacién a las habilidades sociales, es un cmapo nuevo, aunque, como hemos visto, posee un glorioso pasado" (Phillips 1985, p. 17). Es decir, que cada vez se incorporan mis variables sociales al terreno de las ha- bilidades sociales, como es el caso, por ejemplo, de la conducta prosocial (véase Michelson et al., 1987; Goldstein et al., 1989, etc.), variable estudiada tfpicamente por la psicologfa social. Pero el futuro del movimiento de las habilidades sociales se presenta atin mds so- cial. "La Ultima tendencia que afecta a Ia in- vestigacién y entrenamiento de las habilida- des sociales, ahora apenas emergiendo, puede ser més influyente en el futuro que ahora, es més una perspectiva que una reali- dad: la matriz social mAs que las cognicio- nes individuales sera el objeto de la investi- gacién, permitiéndonos entender mejor el ambiente social compartido y los elementos biisicos de la conducta social. Ello puede fo- mentar el progreso en Ia labor preventiva y tratar al paciente o al cliente clinico no LAS HABILIDADES SOCIALES Y SU ENTRENAMIENTO: UN ENFOQUE NECESARIAMENTE PSICOSOCIAL como un caso de anormalidad y psiquitrico sino como un ejemplo de influencia social y de un entrenamiento erréneo de sus habi- lidades, derivado en gran medida de un am- biente social insano y nocivo" (Phillips, 1985, pp. 17-18). En ese sentido, cabrfa re- cordar que justo el ambiente cooperativo es un ambiente social no insano ni nocivo, sino por el contrario el m4s idéneo para el desarrollo de unas adecuadas habilidades so- ciales (véase Ovejero, 1990b). Ello se ob- serva también claramente en algunas de las, més importantes publicaciones en este érea en los ultimos afios (L’Abate, 1982; Sin- gleton et al., 1980; L’Abate y Milan, 1982, 1985). "A medida que en adelante el movi- miento de las habilidades sociales vaya echando rafces, habr4 que esperar més de di- chas publicaciones, hasta el punto de que las habilidades sociales se conviertan en una parte integral de la clinica, la terapéutica y la psicologia social” (Phillips, 1985, p. 18). En suma, si la psicologfa aplicada difi- cilmente puede sustraerse a Ia influencia de la psicologfa social, menos atin el érea de las habilidades sociales, que es justamente un punto privilegiado de encuentro entre la psicologfa clinica y la psicologia social, con la intervencién también de otros cam- pos como la psicologfa evolutiva. DIFERENCIAS BASICAS ENTRE EL ENFOQUE CLINICO Y EL ENFOQUE PSICOSOCIAL DE LAS HABILIDADES SOCIALES Y SU ENTRENAMIENTO El hecho de que no hace mucho Hollin y Trower (1986) publicaran un importante libro sobre las habilidades sociales y su en- @) No olvidemos que Phillips y Zigler publicaron todos estos trabajos en una revista que a la vez era clinica y de psicologia social, la "Journal of ‘Abnormal and Social Psychology", con un for- Uisimo peso en ella de la psicologta social, y {que encontraron, en I{nea con lo que por aque- Psicothoma, 1990 tremamiento bajo el titulo de Handbook of Social Skills Training precisamente en la International Series in Experimental Social Psychology, no es algo aislado, sino que practicamente desde el origen del movi- miento de las habilidades sociales, como hemos mostrado en el apartado anterior, est presente, de una u otra manera, la psi- cologfa social en este movimiento, sobre todo en su vertiente europea y, més en con- creto, briténica. "De esta manera, mientras que en Norteamérica el entrenamiento de las habilidades sociales est4 firmemente enrai- zado en la psicologia clinica y de consulta, en Inglaterra y en Europa la investigaci6n sobre las habilidades sociales le debe mas a la psicologfa ocupacional y a la psicologia social. Estos diferentes orfgenes atin se re- flejan en el trabajo hecho por los investiga- dores de las habilidades sociales a ambos lados del Atléntico” (Furham, 1985, p. 555), lo que no deberia extrafiamnos ya que, como sefiala el psiquiatra inglés DAvid H. Clark (174, p. 133), "en Inglaterra los psi- célogos clinicos no han jugado un papel notable en la terapia social excepto como cientificos sociales" En definitiva, la diferencia en perspec- tiva entre la teorfa y la investigacién norte- americanas y europeas en entrenamiento de las habilidades sociales puede encontrarse en sus diferentes historias del desarrollo del propio concepto. Asf, mientras que la I{nea americana proviene fundamentalmente del trabajo de terapeutas de los afios 50, como por ejemplo Wolpe (1958) y de los estudios sobre competencia social en los afios 60 (Phillips y Zigler, 1961; Zigler y Phillips, 1960, 1961, 1962) (2), la investigaci6n eu- ropea tuvo un origen completamente dife- los afla afirmaba el sociGlogo/psicologo so- cial Goffman (1961) en su “Asylums”, que cuan- to mejor era la competencia social de los pa- cientes psiquidtricos més probable, répida y adecuada era su recuperaciGn de desérdenes como la esquizofrenia. 99 ‘A, OVEJERO BERNAL rente, en la ergonomia y en la psicologia social. Més en concreto, "el concepto mo- demo de habilidad social tomé su sentido de un trabajo de Crossman (1960) sobre los operadores de las fabricas aytomatizadas... ‘Muchos de los conceptos formulados en el curso de los primeros trabajos sobre ejecu- cién senso-motora y procesamiento de la informacién parecerfan tener estrechas ana- logias en las situaciones sociales... El mé- rito de la expansién de la habilidad social desde una idea a una importante Area de in- vestigacién se debe a Argyle (1967), que colaboré con Crossman en Ilevar a cabo un gran proyecto de investigaci6n mientras es- taban los dos en oxford y que con sus cola- boradores jugé un papel esencial en el desa- rrollo del 4rea" (Welford, 1981, pp. 847- 848) (3). En resumidas cuentas, parece ser que en el campo de las habilidades sociales los investigadores ingleses y los americanos han adoptado diferentes paradigmas (4). En concreto, Ellis y Whittington (1981) ha- blan de cuatro enfoques © "paradigmas” para Ta adquisici6n de las habilidades sociales, paradigmas que ellos llaman "condiciona- miento”, "cibernético”, “experiencial" y "te- leolégico". Pues bien, “esta totalmente claro que el entrenamiento de habilidades sociales americano se inclina més por el pa- radigma del condicionamiento conductista, mientras que el inglés, y en menor medida el europeo, se inclina més bien por un en- foque més cibemnético, cognitive. Con la llegada de la "revolucién cognitiva" a la psicologia social americana esta diferencia puede reducirse” (Fumnham, 1985, p. 556) (3) Recuérdese que Crossman es un psicélogo del trabajo y que Argyle es un psicélogo social. De ahf la importancia de la psicologia social en el origen de este movimiento de las habilidades sociales en ‘Europa y mAs en concreto en Gran Bretafia. (4) Claramente se observa una curiosa paradoja: Ios ‘europeos son internalistas y se fundamentan en 100 Por otra parte, Fumham (1985) inclu- ye las principales diferencias entre el enfo- que clinico y el psicosocial en el campo del entrenamiento de las habilidades sociales en estos dos apartados: a) Asertividad versus formacién de re- laciones amistosas: tal vez. sea ésta la dife- rencia m4s obvia entre ambos enfoques: para Jos americanos asertividad es incluso sinénimo de habilidad social (Gambrill, 1977), habiéndose hecho un gran esfuerzo para construir instrumentos que midan esa asertividad (Hersen y Bellack, 1976), exis- tiendo muchos libros de divulgacién sobre asertividad (por ejemplo, Bower y Bower, 1976: Baer y Fensterheim, 1987; Smith, 1987, etc.). Sin embargo, los ingleses se han ocupado sobre todo del desarrollo de re- laciones de amistad como reflejo de su enfo- que mas psicosocial e interpersonal que me- ramente clinico: "El relativo olvido de la asertividad como tema de investigaci6n entre los investigadores ingleses de las ha- bilidades sociales ha sido compensado por un gran interés en Ja formacién de las rela- ciones de amistad y de la atraccién interper- sonal" (Furnham, 1985, p. 557). Asf, para Trower, Bryant y Argyle (1978) el rechazo y el aislamiento sociales as{ como las difi- cultades 0 la incapacidad para hacer amigos es un componente fundamental de la habili- dad social. Como dice Cook (1978, p. 320), “existen elementos més importantes- para la atraccién que las variables tradicio- nalmente consideradas importantes por los. psic6logos, como al similitud o la comple- mentariedad de persoanlidad, la inteligencia, la psicologta social, mientras que los america- ‘nos son externalistas y clinicos. Sin embargo, esta aparente paradoja no lo es tanto si tenemos en cuenta que los americanos son conductistas mientras que los europeos son més bien cogni- tivistas LAS HABILIDADES SOCIALES Y SU ENTRENAMIENTO: UN ENFOQUE NECESARIAMENTE PSICOSOCIAL las actitudes, la procedencia social, la proxi- midad 0 que aquellas variables consideradas importantes por el lego en la materia, como la apariencia o el dinero. Estas pueden per- fectamente ser condiciones necesarias, pero no son suficientes -ser similar, guapo, rico o estar disponible no garantiza la amistad 0 el amor de una persona’, Y es que para ha- cer amigos y para mantenerlos, la gente, ademis de atractiva, rica, ete., debe también poseer las habilidades sociales necesarias. Y estas habilidades, como cualquier otra habi- lidad, se pueden ensefiar y se pueden apren- der. En linea con ello, el propio Argyle (1978) subraya que los clientes que solici- tan un entrenamiento en habilidades socia- Ies suelen tener pocos amigos. En conclusién, mientras que para los investigadores americanos la falta de aserti- vidad es vista con frecuencia como un indi- ce de inadecuacién social, en Inglaterra es més bien el no tener amigos y las dificulta- des para la formacién de relaciones de amis- tad (Fumham y Bochner, 1982; Trower et al., 1978, etc.), lo que manifiesta esa inade- cuacién social. Sin embargo la diferencia no es radical. No todos los psicélogos in- gleses que estudian la atracci6n interperso- nal y la formacién de relaciones de amistad se encuadran en el movimiento de las habi- lidades sociales. Ademés, también existen psicélogos americanos que, dentro del mo- vimiento de las habilidades sociales, se pre- ocupan por la atraccién interpersonal, como por ejemplo los que trabajan en el campo de las habilidades heteroxexuales (Curran, 1977; Twentyman, Boland y Mc Fall, 1981; D'Angelli y D’Angelli, 1985, etc.). b) Enfoque clinico versus enfoque ps cosocial: ya hemos dicho que la principal diferencia entre los psicélogos americanos y los ingleses en el campo de las habilidades sociales y su entrenamiento es el hecho de que aquéllos se basan en la psicologfa clf- nica y éstos en la psicologfa social. Pero Psicothema, 1990 esa diferencia general conlleva otras muchas diferencias, tanto te6ricas como aplicadas, entre las que se encuentran las siguientes: - Aunque probablemente sea una exa- geraci6n, particularmente si consul- tamos por ejemplo los trabajos de Hersen, Bellack y otros investigado- res de la Universidad de Pittsburgh, parece que, en general, la investiga- cidn inglesa se ha concentrado parti- cularmente en la conducta no verbal y en aspectos de la interaccién ver- bal, més bien que, como hacen los americanos, en formas de conducta més toscas o en informes subjetivos de sentimientos, percepciones, etc. (Argyle et al., 1972; Trower, 1980). ~ En general, los investigadores ingle- ses han utilizado con més frecuencia que los americanos muestras no psi- quidtricas (Bryant y Trower, 1974; Fumham y Henderson, 1981, etc.). - En tercer lugar, mientras que en los Estados Unidos el entrenamiento de las habilidades sociales suele aplicar- se principalmente a problemas clini- cos (esquizofrenia, delincuencia, al- choholismo, etc.), en Inglaterra se ha aplicado sobre todo al campo la boral (Argyle, 1974, 1981). De hecho, para Argyle, el propésito principal del entrenamiento de las habilidades sociales es justamente el entrenamiento de directivos en la in- dustria y de profesores, 0 sea, que el campo més genuino para la aplica- ci6n del entrenamiento de las habi dades sociales es, para Argyle en par- ticular y para los ingleses en gene- ral, la industria y la educacién. ‘Como hemos visto, pues, 1a psicolo- gia social ha sido y sigue siendo muy influ- yente tanto en el surgimiento como en el 101 ‘A. OVEJERO BERNAL desarrollo del movimiento de las habilidades sociales y su entrenamiento. El entrena- miento de las habilidades sociales exige una colaboracién estrecha entre la psicologia clinica y la psicologia social, dandose de hecho tal colaboracién, aunque con un pro- tagonismo mayor de la primera sobre la se- gunda en América y de la segunda sobre la primera en Europa. Algo parecido ocurre también en nuestro pafs donde también el tema de las habilidades sociales es trabajado tanto por psicélogos sociales (Blanco, 1981; Gil, 1980, 1981, 1984, etc.), como por psicdlogos clinicos (Caballo, 1988, etc.), pero concediendo todos ellos una gran relevancia a la psicologfa social, como hemos visto en los casos de Carrobles o de Caballo, psicélogos clinicos ambos. Y es que, como también hemos dicho ya, la necesidad de la contribucién de la psi- cologfa social en este campo se encuentra ya en la propia definicién de habilidad so- cial, En efecto, "cuando hablamos de habili- dad, sea cualquiera el calificative que le afia- damos, estamos hablando de la posesién 0 no posesién de ciertas capacidades y aptitu- des necesarias para cierto tipo de ejecucién, Si, como en nuestro caso, hablamos de ha- bilidades sociales, estamos poniendo lfmi- tes muy precisos a esas capacidades, y esos limites serfan los relacionados con la activi- dad social en general, con la conducta social en sus miltiples manifestaciones. Desde una primera perspectiva, la habilidad social es la capacidad que un individuo posee para ejecutar acciones sociales” (Blanco, 1981, p. 667). Ahora bien, aunque el concepto de accién social es muy vago e impreciso, po- demos identificarlo con interaccién, que seria precisamente el objeto de la psicologia social (véase Ovejero, 1988, Vol. I, Cap. 1). "Desde este punto de vista, el concepto de habilidad social tiene como denominador comin la conducta interactiva y, en una pri- mera aproximacién conceptual a su defini- 102 cién, podriamos hablar de habilidad social como la capacidad que el individuo posee de percibir, entender, descifrar y responder a los estimulos sociales en general, especial- mente a aquellos que provienen del compor- tamiento de los dems" (Blanco, 1981, p. 568), lo cual exige captar y aceptar el rol del otro. Y es que para Secord y Backman (1976, p. 407), la habilidad social es capa- cidad de desempefiar el rol, o sea, de cum- plir fielmente con las expectativas que los otros tienen respecto a alguien como ocu- pante de un status en una situacién dada. Ello esté muy relacionado con la definicién de Weiss (1968) de la habilidad como aqué- lla que contribuye a un mutuo entendimien- to y comprensién entre dos interlocutores. De alguna manera, habilidad social viene a identificarse con competencia y efectividad en las relaciones sociales, en cualquier m- bito interpersonal (trabajo, relaciones hete~ rosexuales, etc.). Ahora bien, la importancia de estos temas hoy dia es obvia si entendemos la ha~ bilidad social como hacfan Secord y Back- man, como capacidad de desempefiar un rol, ya que cada vez resulta mds dificil y comple- jo desempefiar en nuestra sociedad los roles tanto sociales como sexuales. En épocas an- teriores, cuando los roles de interaccién prescritos para los individuos estaban relati- vamente claros, no eran ambiguos, el ni- mero de sistemas sociales con los que estaba obligado a interactuar un individuo era pe- quefio, las experiencias sociales con la fami- lia, los grupos de iguales y los modelos adultos proporcionaban las influencias evo- luticas suficientes. Sin embargo, a causa de Ja expansién de los roles en la sociedad ac- tual, con una clara tendencia a un mayor igualitarismo en las relationes maritales, escolares y laborales, y con normas cam- biantes sobre la conducta interpersonal acep- table, existe una cada vez mayor conciencia de la necesidad de desarrollar una mayor faci- LAS HABILIDADES SOCIALES Y SU ENTRENAMIENTO: UN ENFOQUE NECESARIAMENTE PSICOSOCIAL lidad en los intercambios sociales. Desgra- ciadamente, como subrayan Eisler y Frede- riksen (1980, p. 4), nuestras universidades y nuestras escuelas secundarias y profesiona- les se han centrado casi exclusivamente en a ensefianza de un ntimero précticamente infinito de habilidades técnicas (mateméticas etc.), que no preparan necesariamente a los individuos para funcionar con eficacia en sus telaciones con los otros. Este énfasis técnico ha dado por resultado unos padres que no saben cémo relacionarse positiva- mente entre sf ni con sus hijos, y unos mé- dicos, abogados y otros profesionales que no saben cémo dirigir con eficacia las acti- vidades de sus empleados. Todo ello indica claramente la necesidad de mejorar las habi- lidades sociales de muy diversas poblaciones de profesionales y de no profesionales. HABILIDADES SOCIALES Y CONTEXTO SITUACIONAL: EL CASO DE LA ESPECIFICIDAD CULTURAL Y LOS ROLES SEXUALES Evidentemente que la conducta social- mente competente y adecuada depende del contexto social en que se inscribe. Por ejemplo, para tener éxito social y profesio- nal en los Estados Unidos es indispensable ser puntual, cosa que, sin embargo, no es tan imprescindible para tener éxito social y profesional, por ejemplo en Venezuela. Es decir, que para estudiar la conducta social- mente competente y definir los elementos que la componen, necesitamos conocer ese contexto social y cultural, lo que, de nuevo, pone de relieve la importancia de la contri- bucién de la psicologia social en este terre- no. Para explicitar més lo que acabamos de decir, vamos con mAs detenimiento dos de los elementos de ese contexto sociocultu- ral: a) La especificidad cultural: "El énfasis Psicothema, 1990 en las normas sociales va més all4 de los determinantes situacionales hasta llegar a los determinantes culturales de las conduc- tas sociales. Los estudiosos de las habilida- des sociales, particularmente en Europa, han reconocido la naturaleza espectficamen- te cultural de su trabajo y la no aplicabili- dad de ciertos conceptos y técnicas a otras culturas" (Fumham, 1985, p. 564). Por ejemplo, Fumham (1979) ha subrayado que aunque Ja asertividad puede ser vista como un indice de salud mental y la falta de aser- tividad como una importante fuente de in- tranquilidad, ansiedad e insuficiencia, en muchas otras culturas ser autoasertivo de la forma que es normal serlo en Norteamérica y en algunas partes de Europa ni es fomen- tado ni es tolerado. Por el contrario, “la hu- mildad, la subordinacién y la tolerancia son mis valoradas que la asertividad en muchas culturas, especialmente en el caso de las mujeres. Més atin, la falta de asertividad no es necesariamente un signo de insuficiencia © de ansiedad, aunque a veces pueda serlo” (Fumham, 1979, p. 522). Es decir, que existen en este campo, como en tantos otros, importantes diferencias culturales. Asf, “tradicionalmente en Suréfrica las mu- jeres africanas, y las indias, son socializadas para ser més subordinadas y obedientes que sus homélogas blancas y en consecuencia pueden experimentar més dificultad en las situaciones sociales en las que se las pide ser asertivas, iniciadoras y atrevidas" (Fur- nham, 1983, pp. 223-224). Sin embargo, atin se han hecho pocos estudios transculturales comparando Ia difi- cultad social que en situaciones sociales si- milares experimentan personas de diferentes grupos culturales. Pero algunos sf existen, como los de Rim (19776), Spinks y Mo- cerdyk (1980), Hall y Beil-Wamer (1978) 0 Magnusson y Stattin (1978). En suma, pues, los estudios transcul- turales sobre los déficits en habilidades so- 103 A. OVEJERO BERNAL ciales tienen dos grandes implicaciones: la primera es que las normas sociales y en consecuencia también las habilidades socia- les son especificas culturalmente. Por ejem- plo Argyle (1975) ha sefialado que a los ja- poneses se les ensefia a no expresar las emociones negativas y a evitar las miradas mutuas a los ojos, mientras que los varones 4rabes se tocan mucho mutuamente en las conversaciones sociales y tienen muy altas tasas de miradas mutuas a los ojos. Asi, tanto la definicién como las medidas de la suficiencia y de la insuficiencia en compe- tencia social en una cultura pueden ser to- talmente inaplicables en otra porque las normas de conducta "sanas, normales, habi lidosas" y socialmente aceptables difieren considerablemente de una cultura a otra. La segunda implicacién es que la dificultad so- cial en una cultura extrafia o en una cultura shock" puede ser vista como una deficien- cia en el aprendizaje social mas que como una manifestacién de psicopatologfa (véase Fumhman y Bochner, 1982) y, en conse- cuencia, la forma de tratamiento més apro- piada seria el entrenamiento de las habilida- des sociales, mas que la psicoterapia b) Rol sexual y habilidad social: ya hemos dicho que la conducta socialmente habilidosa de un individuo est4 relacionada funcionalmente con el contexto social de la interaccién interpersonal. Existen normas sociales que gobiernan lo que se considera conducta social apropiada en diferentes si- tuaciones. Los valores sociales sugieren conductas diferentes para distintas edades, sexos 0 profesiones asi como para subcul- turas distintas. En épocas anteriores, cuando los roles de interacci6n prescritos para los individuos no eran ambiguos, cada uno sabia muy bien qué conductas se esperaban de él. Lo mismo en cuanto a las roles y conductas sexuales. Pero ello no es asf en la compleja sociedad actual, donde hombres y mujeres con fre- 104 cuencia no saben muy bien cudles son los comportamientos apropiados a su rol. Con respecto a este tiltimo aspecto, y centréndo- nos en los estereotipos sexuales, la teorfa del etiquetado predice que las personas este- reotipadas tenderén a ajustar su comporta- miento a esos estereotipos, lo que conlleva serios problemas tanto para los hombres como sobre todo para las mujeres, ya que en nuestra sociedad resulta muy dificil ser a la vez adulto sano y mujer sana. En efecto, por una parte se le exige a la mujer, como adulto sano, ser responsable, independien- te, emotivamente autocontrolada, etc. Pero, como mujer, se le exige ser sumisa, depen- diente, muy emotiva. etc. Al parecer, opera un doble modelo por el que cualidades que se consideran inadecuadas en los hombres serfan aceptables en las mujeres. Asf, cuan- do se les pregunté a profesionales de la salud mental que indicase las caracterfsticas, de un hombre, una mujer o una persona normales, los adjetivos empleados para des- cribir a un hombre y a un adulto sanos eran muy similares y se diferenciaban significa- tivamente de aquellos empleados paara des- cribir a una mujer sana (Broverman et al., 1979). Asi, a los hombres sanos (pe-ro no. a las mujeres) se los describfa como agresi- vos, independientes, sin emocién, dominan- tes, directos, audaces, no excitables por una pequefia crisis, bruscos, recios y toscos. A las mujeres sanas (pero no a los hombres) se les adscribian caracterfsticas ta-les como habladoras, con tacto, tranquilas, capaces de expresar sentimientos tiernos y de llorar f4- cilmente, sumisas, dependientes, emociona- les, orientadas hacia la casa, y con una clara falta de habilidad para desenvolverse en los negocios. Los adultos sanos eran caracteri- zados de manera similar a los hombres sanos, lo que indica la dificultad de que ha- blabamos de que una mujer sea a la vez una mujer sana y un adulto sano. Todo ello por necesidad Ievaré a multiples problemas psi- LAS HABILIDADES SOCIALES Y SU ENTRENAMIENTO: UN ENFOQUE NECESARIAMENTE PSICOSOCIAL colégicos € interpersonales en la mujer, particularmente en las profesionales, pro- blemas que exigiran para su solucién la uti- lizacién de programas de entrenamiento en habilidades sociales (véase al respecto Solo- mon y Rothblum, 1985), programas que necesariamente deberdn tener en cuenta las normas y reglas que rigen la conducta social en cada contexto social concreto (Trower, 1982). Pero los problemas en habilidades so- ciales que 1a propia socializacién crea en la gente no afecta sélo a las mujeres, sino también a los hombres, al exigirseles una serie de habilidades que estén en contradic- ci6n con las exigencias de otras expectati- vas. Asi, por ejemplo, los datos de Bryant et al. (1976) mostraban que la inadecuacién heterosocial era predominantemente un pro- blema masculino y particularmente de los hombres solteros, "Sin embargo, existe evidencia que sugiere que ello es un artefac- to de una sociedad como la nuestra en la que se les exige a los hombres que tengan més iniciativa que las mujeres, especialmente en el cortejo" (Bryant et al., 1976, p. 110). CONCLUSION Cada vez se est concediendo mas aten- cién a las contribuciones que las ciencias sociales pueden hacer al campo de la salud, entre las que destaca sin lugar a dudas la psicologta social debido a que su principal objeto de estudio, las relaciones interperso- nales, son un elemento bésico del ser hu- mano y, por tanto, también de su enfermar tanto fisica como psiquicamente. Por otra parte, “el reconocimiento de que las conductas disfuncionales deben nece- sariamente set vistas dentro de su contexto social ha existido desde hace muchos afios. Sin embargo, este interés por los factores sociales contextuales respondia m4s a una Psicothema, 1990 filosofia general que a una formulacién te6- rica de trabajo que pudiera ser aplicada direc- tamente a la conceptualizacién de proble- mas particulares y el tratamiento. Mas recientemente (véase Brehm, 1976; Golds- tein, Heller y Schreste, 1966) se ha comen- zado a enfatizar cOmo las perspectivas te6ri- cas especificas y los hallazgos de investiga- cién en psicologia social pueden ser valiosos para los clinicos en empresas tera- péuticas" (Weary y Mirels, 1982, p. VID. Ello es tan asi que cada vez la psicologfa social est4 siendo mds incorporada al campo clinico, tanto en el Ambito de la Medicina Conductual (véase por ejmplo Eiser, 1982; Gondra, 1985; Huici, 1985; Sanders y Suls, 1982; Kessler et al., 1985, etc.) co- mo en el Ambito de la psicoterapia (Brehm, 1976; Brehm y Smith, 1982, etc.). Es més, incluso dos ediciones del prestigioso "Hand- book fo Psychotherapy and Behavior Chan- ge”, los de 1971 y 1979, inclufan un capi- tulo sobre enfoques psicosociolégicos en psicoterapia. Sin embargo, tales enfoques psicosociales todavia han tenido poca in- fluencia en la psicologia clinica. Es proba- ble que ello se deba, como subrayan Brehm y Smith (1982), a la forma en que los psi- célogos sociales han comunicado sus ha- lazgos. En efecto, afiaden Brehm y Smith (1982, p. 9), “el trabajo teérico basico en psicologfa social es publicado, evidente- mente, en las revistas de psicologfa social y estas revistas no son lefdas por los clinicos. Ms atin, Ja mayoria de las sugerencias para a aplicacién de la psicologia social a la clf- nica se han basado en hallazgos de laborato- rio y muestran cémo estos hallazgos po- drian ser relevantes para la empresa clinica. En muy raras ocasiones la investigacion psicosociolégica ha sido Hevada a cabo con poblaciones clinicas o en situaciones clini- cas". No obstante, una importante excep- cién esta siendo el entrenamiento de las ha- bilidades sociales. Aqui sf se est4 aplicando 105 ‘A. OVEJERO BERNAL directamente la psicologia social al campo clinico y al entrenamiento concreto y real de pacientes clinicos. Aqui si es mas evi- dente que en otros campos la necesidad de una estrecha colaboracién entre la psicolo- gfa clinica y 1a psicologia social. Mas en concreto, la necesidad de las aportaciones de la psicologfa social al campo de la salud y concretamente al drea de las habilidades sociales y su entrena- miento estriba en su andlisis de las relacio- nes interpersonales, como se constata per- fectamente observando las seis premisas que, segiin un psicélogo clinico como es Curran (1985), subyacen al entrenamiento de las habilidades sociales: 1) Las relaciones interpersonales son importantes para el desarrollo y funciona- miento psicolégicos. 2) La falta de armonia interpersonal puede contribuir a conducir a disfunciones y perturbaciones psicol6gicas. 3) Ciertos estilos y estrategias inter- personales son mAs adaptativos que otros estilos y estrategias para clases especificas de encuentros sociales. 4) Estos estilos y estrategias interper- sonales pueden especificarse y ensefiarse. 5) Una vez aprendidos estos estilos y estrategias mejorarén la competencia en esas situaciones especificas. 6) La mejora en la competencia inter- personal puede contribuir 0 conducir a la mejorfa en el funcionamiento psicoldgico. Esta importancia de la psicologfa so- cial en este tema se constata también clara- mente en el campo aplicado, a poco que nos detengamos en aquellos problemas concre- tos donde se est aplicando el entrenamiento de las habilidades sociales, tanto en el 4m- bito profesional (entrenamiento de profeso- res, directivos industriales, etc.), como en el clinico, del que sélo voy a destacer tres ejemplos bastante diferentes entre sf: 106 a) Ansiedad social: recientemente afir- maba Trower (1986, p. 39) que la psicolo- gfa social tiene tanto que ofrecer en este tema, si no més, que la literatura clinica, por las siguientes razones: primero, la psi- cologia social est4 interesada principalmen- te en la conducta social, por problemas que son caracteristicos por definicién de todas las formas de ansiedad social. Segundo, la psicologia social ha proporcionado algunos de los més influyentes modelos de habilida- des sociales en general (por ejemplo Argyle y Kendom, 1967) y del entrenamiento de las habilidades sociales en particular (Tro wer, Bryant y Argyle, 1978) y continéia proporcionando modelos avanzados que se- fialan el camino para desarrollos futuros (Carver y Scheier, 1984; Lazarus y Fol- kman, 1984; Schlenker y Leary, 1982). Por estas y otras razones, esta revision de la an- siedad social -su definicién, medida, caracte- risticas y tratamiento- se basard en una am- plia literatura, en particular social, asf como clinica y conductual..." b) Esquizofrenia: segin Vicente Caba- Ho, el entrenamiento de las habilidades so- ciales es una de las pocas terapias psicoso- ciales reconocida generalmente como efectiva con esquizofrénicos (Bellack y Mo- rrison, 1982). Como vemos, es un psicélo- g0 clinico quien califica sin paliativos de psicosocial al entrenamiento de las habilida- des sociales. Y es que no caben muchas dudas de que la esquizofrenia es una enfer- medad claramente psicosocial (véase en Lemos, 1989, una aproximacién menos psicosocial al tema). De hecho, muchos pa- cientes esquizofrénicos estén socialmente aislados. A menudo fracasan en legar a in- tegrarse en un sistema social real que pudie- ra ayudarles a enfrentarse’con las exigencias sociales. La familia del esquizofrénico es a menudo el tinico sistema real del que forma parte. Sin embargo, los patrones de interac- cién de las familias de los esquizofrénicos LAS HABILIDADES SOCIALES Y SU ENTRENAMIENTO: UN ENFOQUE NECESARIAMENTE PSIGOSOCIAL pueden servir realmente para aumentar la probabilidad de recaida. Por otra parte, y més importante atin para lo que aqui esta- ‘mos tratado, al paciente esqizofrénico le fal- tan a menudo las habilidades necesarias para vérselas con interacciones interpersonales “estresantes” (Bellack y Morrison, 1982). De hecho, el entrenamiento de las habilida- des sociales est siendo realmente eficaz con esquizofrénicos crénicos (Bellack, Hersen y Tumer, 1976). c) Delincuencia; cada vez en este campo se est acudiendo més a una concep- cién psicosocial de la conducta delictiva segtin la cual la gente necesita poscer "un conjunto de habilidades o destrezas que les permitan acceder a posiciones socialmente ventajosas, asi como establecer relaciones sociales adecuadas en los distintos contex- tos sociales. En consecuencia, y siguiendo este mismo planteamiento, se postula que la carencia o déficit de dichos conjuntos de habilidades hace que las personas tanteen otras formas de actuacién alternativas, con- sideradas socialmente marginales y/o delic~ tivas (Clemente y Gil, 1985, p. 320). Ade- més, existen datos empiricos que permiten confirmar una importante corespondenci entre esta deficiencia en competencia social ¢ interpersonal y los comportamientos de- lictivos. En concreto, se ha encontrado (Fre- edman et al., 1978; Spence, 1981a, 1981b; Gaffrey y Mc Fall, 1981) que quienes se desempefian en conductas delictivas de dife- rente tipo son realmente menos competen- tes socialmente que quienes no llevan a cabo tal tipo de conductas. En consecuen- cia, un importante, si no el principal, pro- cedimiento de intervencién en estos casos Jo constituye sin duda el entrenamiento en habilidades sociales, técnica que efectiva- mente est siendo cada vez més aplicada en este campo (véase Clemente y Gil, 1985; Henderson y Hollin, 1986; Milan y kolko, 1985, etc.). En conclusién, en contra de lo que po- dria parecer y de lo que a veces se le critica, “el movimiento de las habilidades sociales, pues, no es simplemente un lugar de en- cuentro de una serie de técnicas para resol- ver ciertas necesidades y conflictos de habi- lidades sociales en nifios (0 adolescentes 0 adultos). Es un movimiento que propia- mente aboga por una gran maduracién para ei cambio y el desarrollo en la matriz social y no en el desarrollo intrapsfquico que su- puestamente se desplega a pesar de las cir- cunstancias sociales” (Phillips, 1985, pp. 16-17). Es decir, que a diferencia de la psi- coterapia tradicional, el movimiento de las habilidades sociales se centra en Ja interac- cién persona-ambiente, destacando sobre todo la importancia del ambiente social e interpersonal, con lo que se convierte en una terapia claramente psicosocial, donde la aportacién de la psicologia social, junto a la psicologia clinica, ser de primer orden. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Adler, A. (1931): What life should mean to you, Boston: Little Brown. ‘Anderson, HH. y Anderson, G.L. (1954): So- cial development, en L. Carmichael (Ed.): Manual of child psychology, New York: Wiley. Argyle, M. (1967): The psychology of inter- personal behavior, London: Penguin. Paicothema, 1990 ‘Argyle, M. (1967): Bodily communication, London: Methuen Argyle, M. (1980): Interaction skills and so- cial competence, en M.P. Feldman y J. Or- ford (eds): The social psychology of psychological problems, Chichester: Wiley (trad. cast, México: Limusa, 1985). 107

También podría gustarte